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La revolución socialista de 1917 en Rusia

Claire Doyle · CIT/CIW

Casi cien años después, el 7 de noviembre según el calendario moderno, la Revolución


de Octubre de Rusia todavía es considerada por los socialistas como el acontecimiento
más importante de la historia humana. Bajo la dirección del Partido Bolchevique, dio
lugar al primero, y hasta ahora el único, gobierno encabezado por los trabajadores que
mantuvo el poder durante un período de tiempo prolongado. Con su llamamiento a los
trabajadores de todo el mundo, se dispusieron a remover el feudalismo y el
capitalismo de la faz de la Tierra.

Fue la forma de gobierno más democrática jamás lanzada. Los bolcheviques utilizaron
y desarrollaron la experiencia de la Comuna de París de 1871 y de otros consejos
obreros creados en Rusia durante la revolución de 1905. Todas las decisiones
importantes se tomaban a través del sistema de “soviets”, delegados de trabajadores,
soldados y campesinos, a nivel local, regional y nacional. Cualquier representante a
sueldo tenía que ser sometido regularmente a la reelección y no recibía más que el
salario medio de un trabajador.

En el verano de 1918 Rusia salió de la Primera Guerra Mundial. El Estado tomó el


control de la tierra para el uso de los campesinos pobres. Los principales bancos e
industrias del país fueron puestos bajo el control de los trabajadores y nacionalizados.
Comenzó a funcionar una gestión rudimentaria de la industria y la sociedad a través de
los soviets elegidos en todo el país a nivel local y estatal.

La idea de la revolución se extendió internacionalmente como una bola de fuego. A


finales de 1918 los trabajadores alemanes se insurreccionaron y obligaron al káiser a
abandonar el poder. Al año siguiente en Hungría bajo la dirección de Bela Kun hubo un
intento de imitar la revolución rusa. Las huelgas en Gran Bretaña en 1918 se
multiplicaron por seis con 35 millones de jornadas de trabajo “perdidas” en 1919. Los
estibadores de Londres se negaron a cargar armas para utilizar contra el gobierno
bolchevique.

El eslabón más débil

La mayoría de los marxistas esperaban que el primer triunfo de la revolución socialista


tuviera lugar en un país predominantemente industrializado con una clase obrera
experimentada, como Alemania o incluso EEUU, y que más tarde se extendiera a las
economías menos desarrolladas. Pero el capitalismo se rompió por su eslabón más
débil debido a una combinación muy especial de factores.

Rusia en el momento de la revolución de febrero de 1917 era un país inmenso y


agotado por la guerra. El ochenta por ciento de la población eran campesinos
empobrecidos y muchos trabajaban en las tierras de las familias aristocráticas y de los
“nuevos ricos” del mundo empresarial. Sólo un pequeño porcentaje de la fuerza laboral
rusa trabajaba en la industria. Dos millones de soldados rusos, la mayoría procedentes
de familias campesinas habían sido masacrados en la carnicería de la Primera Guerra
Mundial.

La industria rusa era relativamente moderna y propiedad extranjera. Los trabajadores


procedentes del campo se alojaban en cuchitriles y se concentraban junto a las grandes
fábricas, la mayoría en las principales ciudades de Moscú y Petrogrado, la capital del
país en aquel tiempo.

Los zares habían creado una asfixiante policía para intentar mantener su vasto imperio
y consentida existencia. Antes de 1905 todas las fuerzas de la oposición habían sido
ilegalizadas. Los narodniks, Social Revolucionarios que se basaban equivocadamente en
el campesino y en la táctica del asesinato, de zares y ministros del gobierno, para hacer
“estallar” la revolución. Muchos fueron ejecutados o en el mejor de los casos exiliados.

Los socialistas marxistas se basaban en el proletariado industrial como fuerza motriz de


la revolución. Ellos también eran perseguidos y encarcelados. Sus organizaciones
pasaron a la clandestinidad y sus dirigentes al exilio. Las huelgas fueron prohibidas.

1905

Generaciones de revolucionarios en Rusia habían luchado contra el régimen zarista y


desarrollado sus ideas a través de estudiar libros y su propia experiencia de lucha. A
principios de 1905, las huelgas y las protestas se amontonaban contra

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