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LA CRISIS DE LOS MISILES

En octubre de 1962 durante un vuelo de reconocimiento sobre la isla de Cuba, aviones espías
norteamericanos U2 detectaron lo que parecía ser la construcción de rampas de misiles y la
presencia de tropas soviéticas en suelo cubano. Desde ese mismo momento, se desencadenan
una serie de acontecimientos que desembocarían en una de las crisis más importantes de la
Guerra Fría y que estuvo a punto de acabar, como otras veces, en el inicio de una guerra
nuclear de consecuencias dramáticas para el mundo.

Misiles soviéticos en Cuba.

Debemos situar la crisis de octubre de 1962 dentro de la lógica que determinaba las relaciones
internacionales del momento, que no es otro que el enfrentamiento político, ideológico,
cultural y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética conocido como Guerra Fría,
iniciado tras el final de la Segunda Guerra Mundial cuando ambos estados adquirieron
armamento nuclear y alcanzaron el rango de superpotencia, cambiando por completo el
sistema y el orden que regían las relaciones internacionales.
Se originó, por tanto, un sistema bipolar con dos bloques bien diferenciados liderados por las
dos supeiasrpotenc que se dividieron el mundo en un eje Este-Oeste en función de sus
características políticas e ideológicas. Cada superpotencia delimitó su zona de influencia,
siendo Europa occidental y América Latina el área de influencia de la superpotencia
norteamericana, y Europa oriental y Asia Central el de la superpotencia soviética. No obstante,
cada superpotencia intentó extender su ámbito de influencia, dando lugar a diversas crisis
o hotspots en las zonas periféricas. Dentro de este sistema, actuaba la ONU como tercer gran
actor, de carácter universal, comportándose como moderador o árbitro de la situación
internacional; no obstante, fracasó en su intento y se convirtió en un lugar de enfrentamiento.

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Pese a este fracaso relativo, no es baladí el papel de la ONU en esta crisis y de su secretario
general U Thant, quien fue la clave de bóveda en las negociaciones entre ambas potencias,
unas negociaciones iniciadas tras la declaración del bloqueo a Cuba el 22 de octubre.
A partir de este momento comenzaron los debates y las reuniones entre los distintos
representantes en la Asamblea. Adlai Stevenson, representante estadounidense argumentaba
que la instalación de las bases en Cuba era una terrible amenaza mientras que justificaba las
instaladas por la OTAN en Europa (justificando la tesis de Harold Macmillan quien hablaba de
que los europeos “se habían acostumbrado a la sombra de la aniquilación”). Por su parte
Mario García Incháustegui, representante de Cuba (que había sido invitado a las discusiones
pese a que Cuba no estaba representada en la Asamblea) justificaba el convenio con la URSS en
tanto en cuanto suponía una defensa frente a los intentos de agresión estadounidenses. Por
último, Valerie Zorin, representante soviético (presidente de turno del Consejo) iba en la
misma línea que el representante cubano.
A raíz de estas sesiones salieron varias propuestas de solución al conflicto, en concreto tres; la
de Estados Unidos, la de la Unión Soviética y una tercera alternativa propuesta por Ghana y
por la República Árabe Unida (estado surgido de la unión entre Egipto y Siria entre 1958 –
1961). Tanto la estadounidense como la soviética iban en la misma línea de sus intervenciones
en la Asamblea con la salvedad de que la propuesta estadounidense excluía de cualquier
negociación a Cuba. Finalmente se decide que Ghana y RAU presentaran un proyecto de
resolución en el que se pedía al Secretario General que se pusiera en contacto con las partes y
negociase directamente para detener la situación. A partir de este momento el papel del
Secretario General, el birmano U Thant, se hace fundamental: mantendrá reuniones con
representantes tanto de los Estados Unidos como de la Unión Soviética, así como una visita a
Cuba para entrevistarse con Fidel Castro y otros miembros del gobierno cubano.
Tras este viaje a La Habana es cuando entra en juego otro actor secundario importante en este
conflicto, la Cruz Roja, gracias al acuerdo entre U Thant y Léopold Boissier, presidente del
Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), por el que esta organización actuaría de
mediadora en el conflicto.
Tras llegar al acuerdo de que las armas nucleares serían desmanteladas de Cuba sería el turno
de unos inspectores del CICR que cerciorarían que dichas armas habían sido retiradas, así
como el acuerdo por parte de EEUU de cesar sus políticas sobre la isla. Tanto la URSS como los
EEUU estuvieron de acuerdo en este trato aunque Boissier quería contar con la aprobación del
gobierno cubano en este acuerdo y es en este punto donde el plan fracasa puesto que Castro se
opuso categóricamente a aceptar cualquier inspección por parte de la ONU o de la Cruz Roja y
los rusos se opusieron a que las inspecciones continuaran después de haber sido eliminados
los misiles (consideraban que la sustitución del bloqueo por la inspección de la Cruz Roja era
lo mismo) por lo que el plan fracasó. Sin embargo, aunque el plan de mediación fracasa en sus

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grandes pretensiones, sí ayudó en las negociaciones y sentaría las bases para un mayor trabajo
futuro en el contexto de la era atómica.
Pero antes de continuar con el análisis del conflicto, es necesario pasarse a analizar los
condicionantes previos que llevaron a esta crisis en octubre de 1962. Como ya he señalado, hay
que situar la crisis de Cuba en el contexto de la Guerra Fría y de las situaciones de tensión que
se generaron entre ambos bloques. De entre todas esas situaciones de tensión es preciso
señalar dos para llegar a octubre de 1962: el desembarco fallido de Bahía de Cochinos y la
crisis de Berlín.
La revolución que llevó al derrocamiento de Fulgencio Batista y el ascenso al poder de Fidel
Castro en 1959 fue promocionada por la administración estadounidense que veía la llegada de
los rebeldes castristas como una forma de aplacar los ánimos contra el dictador Batista. Sin
embargo, una vez en el poder, Castro se convirtió en un nuevo problema y ya desde antes de
llegar Kennedy a la presidencia, la administración Eisenhower había roto relaciones
diplomáticas con el régimen cubano, había impuesto sanciones económicas y había comenzado
a planear el derribo de Castro. Siendo Kennedy presidente, la operación para eliminar al
gobierno de Castro ya estaba en marcha, y ni el mismo ni sus asesores se atrevieron a
cuestionarla. Los motivos que llevaron a Kennedy a aprobar esta operación, fueron
principalmente la esperanza de obtener un importante triunfo en sus primeros meses de
mandato, y por supuesto, no parecer débil y vulnerable ante los republicanos. La operación
consistió en el desembarco en Bahía de Cochinos de 1500 exiliados que habían sido entrenados
por la CIA. El gobierno norteamericano contaba con que la población autóctona se levantase y
derribase al dictador. Sin embargo, estos cálculos fueron erróneos, y la operación resultó
desastrosa, muriendo 140 exiliados y siendo capturados 1189. Las consecuencias
desembocarían en la crisis que tuvo lugar en octubre en 1962: por un lado, Kruschev se forjó
una imagen de Kennedy como alguien débil e indeciso; por otro, los Kennedy se tomaron
como algo personal el derrocamiento y la eliminación del líder cubano, iniciando para ello la
operación Mangosta, que consistió en una serie de operaciones militares encubiertas de
diversa índole, que acabaron en fracaso y que en última instancia, contribuyeron al envío de
misiles soviéticos a la isla.
En lo relativo a Berlín, esta ha sido objeto de preocupación por parte de las grandes potencias
desde su partición tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Estas preocupaciones se
agudizaron a finales de la década de los 50, cuando en noviembre de 1958 Kruschev envió un
ultimátum a los líderes de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, exigiendo que convirtiesen
a Berlín occidental en una ciudad libre en el plazo de seis meses o, actuando de forma
unilateral, cedería el control del acceso de los occidentales a Berlín al gobierno de la RDA. La
respuesta de las potencias occidentales fue de rechazo, negándose a aceptar el ultimátum,
momento crítico en el que se temió una confrontación armada entre las dos potencias. Durante

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esta crisis Kruschev llegó a ser invitado por Eisenhower a visitar Estados Unidos, reuniéndose
ambos en Camp David, resultando el encuentro infructuoso. Sin embargo, Kennedy no se dejó
intimidar y anunció públicamente su intención de defender los derechos de Berlín occidental,
con los medios que fueran necesarios. Ante el creciente número de presiones, las posibilidades
de sanciones económicas por parte de occidente, y el cada vez mayor número de inmigrantes
que pasaban del lado oriental de la ciudad al occidental, la Unión Soviética optó por la
partición efectiva de la ciudad, construyendo el muro de Berlín, que dividiría la ciudad
durante casi 30 años.
Una vez descubiertos los misiles rusos en suelo cubano, se desencadenaría la crisis que duraría
13 largos días en los que los principales dignatarios soviéticos y estadounidenses decidieron
qué hacer con la situación.

Alcance de los misiles.


El martes 16 de octubre Kennedy convoca la primera reunión de su gabinete en el que se
debaten las primeras reacciones. Todas las posibilidades que se barajan en este momento son
de tipo militar con el único interrogante de cómo proteger EEUU de una eventual guerra
nuclear total. Al día siguiente, miércoles 17 de octubre, por primera vez Robert
McNamara (Secretario de Defensa) propone la opción de un bloqueo en torno a Cuba. A la
mañana siguiente se produce el primer encuentro entre el Presidente Kennedy y el Ministro de
Exteriores soviético, Andrei Gromiko, quien asegura que solo se está transportando “material
defensivo” a la isla. También por primera vez se reúne el Presidente con los jefes de las
Fuerzas Armadas, quienes están decididamente inclinados por un ataque aéreo y una invasión
directa de Cuba.
Dentro de los hombres cercanos al presidente empiezan a perfilarse dos claras
tendencias: Hawks & Doves (halcones y palomas), apostando los primeros por el uso de la
fuerza, es decir, atacar la isla y decidiéndose los segundos por el uso de la diplomacia y los
métodos pacíficos. Un tercer grupo serían los conocidos como “búhos” (owls), que planteaban

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la necesidad de una respuesta flexible adaptada a las circunstancias variables que pudieran
darse durante la gestión de la crisis, es decir, una postura intermedia.
El viernes 19 de octubre se llega a un acuerdo para proceder al bloqueo o “cuarentena” de la
isla de Cuba siguiendo la idea lanzada por el Secretario McNamara. Adlai
Stevenson (embajador de EEUU ante la ONU) propone negociar un intercambio con los misiles
Júpiter de la OTAN desplegados en Turquía, pero choca con la oposición frontal de todo el
gabinete. Para el lunes 22 de octubre, se adopta definitivamente la idea del bloqueo (aunque
no se descarta un ataque militar si a finales de mes los misiles siguen allí) mientras que
Kennedy se hace con el control total de las operaciones militares para evitar que la situación se
descontrole. Ese mismo día el presidente se dirige a la nación para informar de
la “cuarentena” impuesta a Cuba.
Dos días después el bloqueo se hace efectivo y se traza una “línea roja” imaginaria en el mar a
partir de la cual se procede al control de los buques soviéticos. Un primer mensaje de Moscú
afirma que los barcos soviéticos van a romper el bloqueo. La Fuerza Aérea se lleva a DEFCON
2 sin permiso del presidente, aumentado aún más la tensión tanto entre las dos potencias como
dentro del gabinete norteamericano. Se fortalecen las posiciones del sector duro.

El jueves 25 de octubre: se produce el enfrentamiento en el Consejo de Seguridad de Naciones


Unidas entre Adlai Stevenson y su homólogo soviético, Viktor Zorin en el que EEUU muestra
al mundo las imágenes del armamento nuclear soviético en Cuba atrayendo hacia sí el favor
de la opinión mundial, lo que aprovecha Kennedy para plantear la necesidad de una salida
pacífica de la crisis ante el enorme riesgo que suponía. Se produce la primera propuesta de
acuerdo por parte de Kruschev quien propone la retirada de los misiles a cambio de garantías
públicas de no invasión a la isla.
Sin embargo, el 27 de octubre, “el Sábado Negro” se produce un retroceso y la tensión vuelve a
escalar: un avión U-2 norteamericano es derribado lo que aumenta las presiones internas al
Presidente para realizar ataques de castigo sobre Cuba. Kennedy, atrapado por los sectores
más radicales de su gabinete, ordena el inicio de los ataques para el día 29 por la mañana. Sin
embargo, y casi con el tiempo agotado, una segunda carta del Kruschev emitida por los
medios de comunicación en términos más flexibles propone la retirada de los misiles de Cuba
a cambio de los misiles Júpiter de Turquía (tal y como había propuesto días antes Adlai
Stevenson). Ante esto, Kennedy opta por una doble vía: acepta formalmente los términos de la
primera carta mientras paralelamente, por un cauce no oficial, da garantías privadas de
acceder a la retirada de los misiles Júpiter en menos de 6 meses. El acuerdo confidencial es
informalmente contraído por el hermano y asesor del Presidente, Robert Kennedy, y el
embajador soviético en EEUU, Anatoli Dobrynin.

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Finalmente, el 28 de octubre llegaría desde Moscú la tercera carta de Kruschev anunciando el
desmantelamiento de los misiles con lo que la crisis se da por finalizada sin la necesidad de
emplear la fuerza militar.
De esta manera se ponía fin a la crisis sin representar una derrota o concesión por parte de
ninguna de las dos partes, lo que no alteró el orden establecido ni supuso un cambio drástico
en el escenario internacional, aunque sí se evitó el enfrentamiento bélico nuclear, algo
indeseable por todas las partes pese a la presión de los sectores más belicosos en ambas
potencias. Esta crisis sirvió además para iniciar un periodo de distensión en el que se apostó
por la diplomacia para resolver este tipo de problemas en lugar de recurrir a una escalada de
violencia. Como muestra de ello se creará el famoso “teléfono rojo”, una línea directa entre el
Kremlin y Washington para evitar trámites burocráticos y acelerar la toma de decisiones, lo
que contribuyó a una mejora de las relaciones diplomáticas, aunque bien es cierto que EEUU
mantuvo, el bloqueo económico a la isla con la pretensión de hacer caer a Castro y recuperar el
control total sobre su “patio trasero”.

Bibliografía

 FISCHER, T. “The ICRC and the 1962 Cuban missile crisis” en International Review of the
Red Cross, No. 842, 2001
 GADDIS, J.L. Nueva Historia de la Guerra Fría. México: Fondo de Cultura Económica,
2011
 KENNEDY, R. Thirteen Days, a memoir of the Cuban Missile Crisis, Neva York:
Norton, 1969
 PEREIRA, J.C. “la Guerra Fría” en PEREIRA, JC(Coord.) Historia de las relaciones
internacionales contemporáneas, Barcelona, Ariel, 2009

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