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Una Breve Historia Social de La Astrobiología en Iberoamérica PDF
Una Breve Historia Social de La Astrobiología en Iberoamérica PDF
Abstract. The work is divided into three sections: the first one describes
the historical evolution of the main arguments presented about the plurality
of inhabited worlds, from the presocratics to the birth of modern science.
The second section analyzes the race to define the search for life beyond
Earth as a scientific activity under a specific name. Finally, the third part
presents a brief description of the social history of science that allowed the
early development of astrobiology in Iberoamerica.
Lemarchand, G.A. y Tancredi, G (eds.), Astrobiología: del Big Bang a las Civilizaciones, Tópicos Espe-
ciales en Ciencias Básicas e Ingeniería, vol. 1, 23 -52, © 2010 UNESCO-Montevideo.
24 Guillermo A. Lemarchand
“…hay infinitos mundos como el nuestro y distintos al él. Los átomos que
son infinitos en número… nacen en las profundidades del espacio. Debemos
asumir que un número finito de átomos forman los mundos como el nuestro,
también aquellos mundos distintos al nuestro y aquellos que no pertenecen a
ninguna de estas categorías. Por lo tanto, no existe ningún obstáculo para la
existencia de un número infinito de otros mundos…. Debemos creer que en
todos los mundos hay criaturas vivientes, plantas y otras cosas que encontra-
mos en nuestro propio mundo”.
elementos agua, aire, fuego y éter. En este paradigma, cada elemento tenía
la naturaleza de moverse siempre en dirección de su esfera de pertenencia.
Por esta razón, simplemente no era posible encontrar el elemento tierra en los
cielos, ya que de existir debería manifestar movimientos violentos en direc-
ción al centro del universo (la Tierra) y este hecho no era observado. Por lo
tanto, para los aristotélicos era imposible concebir la sola existencia de otros
mundos habitados.
Fig. 1. Manuscrito de Nicolás Copérnico en donde plantea el primer modelo heliocéntrico del sistema solar.
Foto: Guillermo A. Lemarchand tomada en la Colección de Libros Raros de la Universidad de Colorado
en Boulder.
26 Guillermo A. Lemarchand
“Burquio: ¿Así pues que los otros mundos están habitados como este?
Fig.2. Carátula del libro “El Mensajero Sideral” escrito por Galileo Galilei (1610) en donde comunica
sus descubrimientos con el telescopio. Foto: Guillermo A. Lemarchand tomada en la Colección de Libros
Raros de la Universidad de Colorado en Boulder.
“…Así pues, está claro que nuestra Luna es para los que estamos en la
Tierra y no para los demás globos, mientras que esas cuatro lunitas que se
hallan en Júpiter no son para nosotros, sino que los cuerpos que orbitan sir-
ven respectivamente a cada uno de sus globos planetarios y a sus habitantes.
De estas consideraciones concluimos que es muy grande la probabilidad de
que existan habitantes en Júpiter, algo que también pensaba Tycho Brahe,
basándose exclusivamente en la enormidad de ese globo.”
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Fig.3. Portada de dos libros que ejercieron una poderosa influencia en la discusión sobre la pluralidad de
mundos habitados: Conversaciones sobre la Pluralidad de Mundos por B. de Fontenelle (1686) y Mundos
Celestiales: Descubrimientos y conjeturas concernientes a los habitantes, plantas y producciones de los
mundos en los planetas por C. Huygens (1698). Foto: Guillermo A. Lemarchand tomada en la Colección de
Libros Raros de la Universidad de Colorado en Boulder.
Fig. 4. Como ejemplo del interés público acerca de la búsqueda de vida inteligente en el universo, la
UNESCO publica un detallado artículo sobre la comunicación interestelar en un número de El Correo en
enero de 1966.
Fig. 5. Prof. Michael D. Papagiannis (1932-1998), director del Departamento de Astronomía de la Univer-
sidad de Boston y fundador de la Comisión 51 de Bioastronomía de la Unión Astronómica Internacional.
Foto: Guillermo A. Lemarchand (c. 1988).
Fig. 6. Manuel Moreno (1782-1857), político y médico argentino, hermano del prócer de la Revolución
de Mayo (1810), Mariano Moreno (1778-1811). Fundó el Departamento de Medicina de la Universidad
de Buenos Aires y en sus textos en la Gazeta de Buenos Ayres especuló acerca del origen de la vida en la
Tierra y en otros mundos.
Joan Oró, Carl Sagan, Cyril Ponnamperuma. Allí, Alicia Negrón Mendoza,
conoció a Ponnamperuma y se fue a trabajar con él, obteniendo el primer doc-
torado de América Latina en un tema vinculado al origen de la vida.
En 1975, Antonio Lazcano-Araujo, ������������������������������������
Alfredo Barrera y Juan Luis Cifuen-
tes, llevaron a Aleksandr I. Oparin (1894-1980) a México y organizaron un
simposio internacional en su honor (Lazcano y Barreda 1978).
Para 1977, Antonio Lazcano ya tenía su curso universitario de “Origen
de la vida”, había publicado un texto que fue traducido a varios idiomas (Laz-
cano, 1977) y se encontraba trabajando con Stanley Miller y Joan Oró. Sin
duda, a partir de entonces “Toño” se transformó en un pilar fundamental en
el cual se apoyaron los estudios sobre origen de la vida en México. El trabajo
de “Toño” promovió la formación de decenas de doctorandos y expertos in-
ternacionales de origen mexicano en esta temática. Merced al reconocimiento
internacional logrado, se desempeñó, en dos oportunidades, como Presidente
de la Sociedad Internacional sobre Estudios del Origen de la Vida (ISSOL).
En 1977 el ingeniero argentino, Valentín Boriakoff, uno de los funda-
dores del IAR, resuelve la manera de registrar imágenes en formato de 33 ½
r.p.m. para el disco interestelar de las naves Voyager I y II. Colaborando de
esta manera en el diseño de un mensaje interestelar destinado a una hipotética
civilización extraterrestre. Una foto del propio Boriakoff fue incluida dentro
del contenido de los discos de las naves Voyager, imagen que se perpetuará en
los confines del medio interestelar, por al menos, unos doscientos mil años…
En la primavera de 1979, un grupo de profesores de la Facultad de Cien-
cias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, organizaron un curso
sobre el enfoque científico de la búsqueda de vida inteligente en el universo
que se desarrolló en Santiago de Chile (Campusano 1985). Posiblemente este
fue el primer curso formal de carácter universitario sobre vida en el universo
dictado en la región.
En junio de 1984, la recién formada Comisión 51 de Bioastronomía de
la Unión Astronómica Internacional (IAU) organizó en la ciudad de Boston el
primer simposio oficial de la IAU dedicado a los estudios de búsqueda de vida
en el universo. El astrónomo nacido en Uruguay y nacionalizado argentino,
Félix Mirabel participó en dicha reunión y promovió la posibilidad de co-
menzar a realizar investigaciones radioastronómicas de búsqueda de señales
de origen extraterrestre desde el hemisferio sur (Mirabel, 1984). Años más
tarde, “Raúl” Colomb sería designado como presidente de la Comisión 51 de
la IAU.
Capítulo 2 - Una breve historia social de la astrobiología en Iberoamérica 41
Fig. 7. Grupo de jóvenes estudiantes de física junto a R. Bruce Crow, especialista en SETI de la NASA,
durante la organización de las Jornadas Interdisciplinarias sobre la Vida Inteligente en el Universo, Facul-
tad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, diciembre de 1985. Foto: G. A.
Lemarchand. (c.1985).
Fig. 9. Fernando R. Colomb y Carl Sagan durante la firma del Convenio entre The Planetary Society y el
Instituto Argentino de Radioastronomía en el Museo de Ciencias de Ontario en Canadá en octubre de 1988.
Foto: Guillermo A. Lemarchand.
Fig. 10. Los ingenieros argentinos Juan Carlos Olalde y E. Eduardo Hurrell en las instalaciones del labo-
ratorio Lyman en la Universidad de Harvard, poniendo a punto el analizador espectral de 8,4 millones de
canales destinado al IAR bajo la dirección del Prof. Paul Horowitz.
Fig. 11. Un conjunto de profesores de la Escuela Vida y Cosmos II (Montevideo, 1995). De izq. a der.
Ricardo Erlich, actual Ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Guillermo A. Lemarchand, Eduar-
do Mizraji, Luis Elbert, Julio A. Fernández y Gonzalo Tancredi. Foto: Guillermo A. Lemarchand.
El CAB fue creado como centro mixto entre el Consejo Superior de In-
vestigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Tecnología Ae-
roespacial (INTA), y con el apoyo de la Comunidad Autónoma de Madrid
(CAM). El entonces presidente del INTA y Secretario de Estado de Defensa,
Pedro Morenés y el presidente del CSIC, César Nombela, firmaron el 19 de
noviembre de 1999 el acuerdo de constitución sobre la base del acuerdo de
cooperación entre ambas instituciones de 1991 siendo director general del
INTA el profesor Emilio Varela. Su objetivo inicial fue establecer un entorno
investigador verdaderamente transdisciplinar para el desarrollo de la nueva
ciencia de la astrobiología, con una nueva y específica contribución de una
metodología común basada en las teorías de complejidad y en la aplicación
del método científico a la Vida.
Fig. 13. Co-directores de la Primera Escuela Iberoamericana de Astrobiología. De izq. a der.: Guillermo A.
Lemarchand, Julián Chela-Florez, una estudiante, Joan Oró. Foto: G.A. Lemarchand (Caracas, 1999).
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Fig.15. Los profesores durante la sesión de clausura de la Segunda Escuela Iberoamericana de Astrobio-
logía (Montevideo, 2009). De izq. a der.: Álvaro Giménez, Eduardo Mizraji, Julio A. Fernández, Alicia
Massarini, Antígona Segura, Ricardo Amils-Pibernat, Felisa Wolf-Simon, Guillermo A. Lemarchand, Jordi
Gutiérrez, César Bertucci, Marcelo Guzmán, Antonio Lazcano, atrás de espalda, Gonzalo Tancredi. No se
encuentran en la imagen, Martín Makler y Gustavo Porto de Mello.
4. Epílogo
Los seguidores contemporáneos de las ideas de Epicuro, mantienen en común
no solo su convicción de que no estamos solos en el universo, sino también
una compresión muy fina acerca del maravilloso fenómeno de la vida y de
la necesidad de garantizar su continuidad. Los Epicureanos modernos somos
conscientes que es imprescindible hacer que el último factor de la Ecuación
de Drake sea lo más longevo posible. Parafraseando a Joan Oró, debemos re-
flexionar sobre tres principios éticos que se derivan directamente de un mejor
conocimiento del cosmos y de la comprensión de los mecanismos que origi-
naron la vida en la Tierra:
Humildad: La vida proviene de simples moléculas
Fraternidad: Toda vida en la Tierra, y el Homo sapiens como parte de
ella, tiene un origen genético común, que nos demanda solidaridad.
Cooperación: Necesitamos compartir los recursos limitados de nuestro
planeta, en una forma sostenible para garantizar la continuidad de la vida en
nuestro mundo.
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