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La historia de la educación en Colombia puede ser considerada como un proceso pendular, es

decir, se ha forjado a través de dos concepciones, una ha sido la de tratar de introducir


sistemas formativos que responden a las necesidades educativas de otros países, la otra, ha
sido la de buscar la consolidación de una institución que reúna a los educadores y que sea
poderosa.

Detrás de la primera concepción se reúnen los que quieren una educación vanguardista,
entonces recuren a una cantidad considerable de teorías pedagógicas que solo responden a
lineamientos europeos o norteamericanos, por que creemos que para estar por lo menos
cerca de la elite mundial debemos imitar sus métodos, desafortunadamente estos
“ideólogos” de la educación no son concientes de que cualquier mecanismo introducido a un
pueblo debe ser balanceado en función de sus recursos naturales, los cuales no son mas que
sus condiciones culturales e históricas, por ejemplo: una persona observó a sus hijos
desarrolló una teoría y revolucionó el mundo de la educación, acaso los colombianos no
podemos hacer lo mismo para revolucionar nuestro propio mundo educativo.

Las estructuras sociales y económicas de los países desarrollados inducen en sus habitantes
estilos de vidas particulares, los cuales a su vez se acompañan de sistemas políticos que
procuran que esas condiciones se mantengan estables, luego las corrientes pedagógicas que
influyen en sus sistemas educativos son creadas por personas que hacen parte de esas
condiciones, es decir, la manera en se educa se ha desarrollado inherente a la historia.

Los sistemas educativos que se quieren aplicar en nuestro país presentan la irreflexión de
querer encontrar la paridad con sistemas educativos que nos adelantan en
perfeccionamiento más de quinientos años.

El otro componente del proceso pendular planteado, esta representado por el otrora modelo
ideal de una entidad confiable, respetada e influyente, que a través de los años perdió su
horizonte, ya sea por la intrusión de la politiquería barata o por el conflicto de intereses en
la búsqueda del poder, el magisterio, que en otros tiempos fue un ente tan importante que
cualquiera de sus decisiones podrían desestabilizar el país, se fue debilitado hasta el punto
de que el mismo gobierno empezó a intervenir en sus actividades, como por ejemplo cuando
en la década de los 50’s en algunas regiones del país se les pagaba a los maestros con
garrafas de aguardiente.

Para todos es sabido que la vía de la educación es la única que permitirá que nuestro país
empiece a evolucionar, así que tenemos que observar nuevamente lo que constituye nuestro
sistema educativo y a los que se dedican a educar, para plantearnos la siguiente pregunta
¿Cómo mejorar las condiciones educativas de nuestro país?, esta inquietud no pretende
darle una visión peyorativa a lo que tenemos actualmente, pero creo que si se mejoran las
condiciones educativas, las condiciones sociales, económicas, culturales y políticas, se
verán mejoradas proporcionalmente.

En el informe conjunto “Colombia: al filo de la oportunidad” parece que responden a esta


pregunta y proponen que para que la educación sea de calidad debe tener bases sólidas en
ciencia y tecnología y para que esto se logre debe haber una desviación importante de
recursos nacionales para ser destinados al financiamiento de la formación de científicos
colombianos vinculados directa y activamente con procesos investigativos trascendentales,
procesos productivos y de mejoramiento.

Estos profesionales además de ser altamente entrenados deben ser concientes de la realidad
actual y de las necesidades del país, esta inversión debe ser realizada en el transcurso de 10
años para que sus resultados se vean aproximadamente 15 años después, todo esto debe ir
acompañado de profundas reformas institucionales que las depuren y les permitan ser
eficaces y eficientes.

También se debe tener en cuenta el contexto internacional, es decir, no se deben dejar de


lado fenómenos como la globalización o el postmodernismo y sus influencias en nuestra
cultura, debe haber un aprovechamiento ideal de los recursos naturales respetando el medio
ambiente y procurando la recuperación de aquellos lugares que han sido devastados.

Las organizaciones educativas, económicas, políticas, sociales, culturales y religiosas deben


adoptar mecanismos óptimos de gestión y de retroalimentación que no solo procuren por
los intereses particulares sino también por los del entorno que las rodea, la educación de los
niños y los jóvenes debe ser orientada hacia la formación integral, tomando como
referencia las dimensiones humanas, tratando de emanciparlas y procurando hacer de ellos
personas con independencia mental, extensa competitividad, sentido de pertenencia y
amplio conocimiento de los valores.

Los docentes deben ser probablemente las personas mas ilustres de la nación deben adquirir
un status social acorde a los beneficios que profesen en sus actividades formativas, deben
ser lideres en las comunidades donde se desempeñen, ejemplos para ser seguidos por los
mas jóvenes, personas francamente remuneradas por su vocación y responsabilidad social.
Los cambios positivos según esta propuesta se verán en aproximadamente 25 años,
realmente me parece un empresa viable, este macroproyecto que parte desde el re-
direccionamiento de los gastos parece ser responsabilidad del gobierno, y como bien
sabemos, aun es una responsabilidad que no se asume, pues en este momento la prioridad
es una lucha violenta contra la violencia, por lo tanto, lo que una vez se considero como
una misión de ciencia ,educación y desarrollo ahora solo reposa en los anaqueles olvidados
de posibles soluciones.

Dadas las consideraciones anteriores la pregunta debe ser replanteada o mejor dicho
considerada de la siguiente manera ¿Qué posición deben tomar los que serán docentes? o
mejor dicho ¿Qué debo hacer para ayudar a mejorar el sistema educativo de mi país?

Miremos a grosso modo lo que es nuestro sistema educativo actual, personalmente lo


reduzco a la visión que tengo del colegio donde realizo mi practica profesional, la mayoría
de sus docentes solo se limitan a dictar las clases, las cuales consisten en un discurso medio
preparado y el marcador sobre el tablero, es decir alumnos y profesores parecen entidades
separadas, las directivas solo frecuentan los estudiantes cuando van a cobrarles alguna
cuota o a exhortarlos a presentar mejores pruebas de estado para mejorar el nivel del
colegio que naturalmente es el mas bajo.
Creo que lo mismo pasa si damos una mirada mas global , las grandes entidades
administradoras del sistema educativo se limitan a decidir que es lo que se tiene que
enseñar y algunas veces también dicen como se tiene que enseñar, el gobierno que a partir
de políticas evaluativas trata de compararnos con los estándares internacionales
argumentando que se están dando resultados positivos, yo me pregunto ¿Cuáles resultados?
si a diario podemos ver niños que limpiando parabrisas, vendiendo dulces o mendigando
reciben mas insultos que monedas, algunos forzados por sus padres, otros por que los
perdieron o por que se cansaron de ser maltratados, niñas inocentes que antes ser mujeres se
convierten en madres, personas que al vivir agobiadas por las deudas o padecimientos
insoportables rezan en las noches para que a ellos no vuelvan las mañanas, jóvenes
perdidos por los vicios o por la violencia sin sentido, personas obligabas a sobrevivir en
condiciones infrahumanas; esto solo para nombrar algunas de las particularidades de
nuestro sistema social , entonces ¿nuestro sistema educativo cumple con su función?,no
pretendo responder, no seria lo apropiado dadas mis circunstancias como estudiante, sin
embargo no me gusta creer que es necesario que algunos tengan oportunidades y otros
simplemente no, pero así es la realidad.

Para dar respuesta a la pregunta replanteada anteriormente, la verdad, creo que no


podremos cambiar nuestro sistema educativo, pero si asumimos una posición reflexiva, nos
daremos cuenta que tan solo es necesario que cambiemos nosotros, los que vamos a ser
docentes debemos asumir la enorme responsabilidad social que tenemos como miembros
activos del proceso educativo de nuestros jóvenes, enfoquemos nuestros esfuerzos en
procurar formar y no solo instruir, debemos ser receptivos, sensibles a las condiciones de
las personas a las que enseñamos, que nuestros métodos estén fundamentados en la
experiencia conciente.

No solo es necesario conocer nuestra disciplina, también debemos tener un saber


pedagógico, pero no aquel que se encuentra en los libros, debemos, a partir de la
contemplación de la cotidianidad construir nuestro propio saber alternado en la medida de
lo necesario por la teoría.

Una vez me preguntaron – ¿Qué es lo que usted estudia? Yo respondí – estudio para ser
profesor. A lo que me refutaron – ¡los docentes están en nada, mejor hubiera estudiado una
ingeniería!

Aquella conversación, que un principio me pareció un poco despectiva, realmente amplio


mi visión de lo que hasta el momento considere era la docencia, por que sin lugar a duda
los docentes son ingenieros, ingenieros humanos, a los que quizás les compete la tarea mas
invaluable de la sociedad, son los encargados de construir los cimientos perpetuos del
conocimiento sobre el terreno fresco de las mentes ávidas de los jóvenes, a través de su
ingenio pueden hacer que lo insospechado, para los estudiantes sea común, casi son los
artífices de la vida misma, por que es gracias a ellos la visión del mundo se multiplica y se
hace palpable en la calidad de las personas que forman. Así que no es necesario cambiar las
cosas, cambiemos nosotros lo demás son detalles.
Comenzando el siglo XIX, los colegios universitarios para varones existentes en la capital del país eran el
Colegio Seminario de San Bartolomé, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y el Colegio-
Universidad de Santo Tomás. Las mujeres no recibían educación universitaria pero existía el Colegio de la
Enseñanza, donde las niñas eran educadas para ser amas de casa. Dichas instituciones estaban reservadas
para la elite de la sociedad y es sabido que para entrar a dichos claustros se exigían certificados de nobleza y
limpieza de sangre. Los estudios que se ofrecían a los hombres eran la filosofía, la teología, la medicina y la
jurisprudencia, gozando del mayor prestigio esta última. Las mujeres, futuras consortes de los hombres que
pertenecían a la elite de la sociedad, se tenían que conformar con recibir una educación mediocre. Les
enseñaban a leer, escribir y contar, así como algunas palabras del idioma francés, dibujo, música vocal e
instrumental, religión, principios de moral y economía doméstica, complementada esta última con labores
como costura, bordados de cama y mantelería, entre otras.

Calidad de la educación en Colombia


y en la región

Con la excepción de Cuba, la calidad de la educación básica en América Latina sigue siendo
de segunda. La oficina regional de la Unesco ha divulgado estos resultados del Segundo
Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Serce), que evalúa la calidad de la educación
básica en la región. El análisis se concentra en el desempeño de los estudiantes de tercero y
sexto grados de educación primaria en los años 2005 y 2006 en matemáticas y lenguaje; y en
ciencias en sexto grado. Participaron 16 países.
Los resultados se clasifican en cinco grupos: en el primer grupo están países cuyas
calificaciones son tan superiores al promedio que no dejan duda (por lo menos en una
desviación típica de diferencia). Para el caso de tercer grado, el único país que cumple con
ese criterio es Cuba, tanto en matemáticas como en lenguaje. En el segundo grupo están
países cuya puntuación media es superior a la media de la región, pero no tan grandes. En
este grupo están Chile, Costa Rica, México y Uruguay en matemáticas. En lectura, los
acompañan Argentina y Colombia.
En matemáticas, Colombia se encuentra en el tercer grupo de países, que no tienen
diferencias significativas con el promedio de la región. Los otros dos en este grupo son Brasil
y Argentina. El cuarto grupo es el de los países cuyas puntuaciones promedias son inferiores
a la media regional en menos de una desviación típica. A él pertenecen Ecuador, Guatemala,
El Salvador, Nicaragua, Panamá, Perú y República Dominicana. El quinto grupo, que quedó
vacío, sería el de países con puntaje promedio inferior al de la media de la región en más de
una desviación típica.
Los países con mayor variación en la distribución de resultados son Cuba, Brasil y Paraguay;
y los que menor dispersión presentan son Panamá, el Salvador y Guatemala. Colombia es
muy similar a Argentina y Brasil, pero menor su dispersión.
El desempeño de los estudiantes se clasifica en cuatro niveles. El más bajo (I) corresponde a
la capacidad mínima que se espera para el grado y la edad de los estudiantes.
Los niveles II, III y IV corresponden a mayor capacidad para realizar las tareas de mayor
complejidad que exigen mayores conocimientos. En la región, en tercer grado, casi un millón
de estudiantes (10,2 por ciento) no pueden realizar las tareas correspondientes al nivel más
bajo en matemáticas y el 6,7 por ciento en lectura. En Colombia, los porcentajes
correspondientes son 8,6 por ciento en matemáticas y 4,9 por ciento en lectura. Los alumnos
de alto desempeño (Nivel IV) son el 11,2 por ciento de la población de la región en
matemáticas y 8,4 por ciento en lectura. Colombia solamente tiene el 6,2 por ciento de la
población estudiantil en ese grupo distinguido en matemática y 8,5 por ciento en lectura (Cuba
tiene el 54,4 por ciento).
Los resultados para sexto grado son similares. Cuba sigue siendo campeón en matemáticas y
ciencias, pero no tanto en lectura. Colombia es el país promedio, excepto en lectura de sexto
grado, en lo que está por encima de la media regional. Quizás los problemas más destacables
de Colombia en relación con la región es que tiene menor participación de estudiantes en el
grupo IV y una alta participación en el nivel I.
También preocupan las diferencias de género y entre sectores rurales y urbanos. Hay que
buscar caminos para emular los resultados de Cuba, que son extraordinarios.
Traer a cuenta este tema en medio de la crisis obedece en parte a la importancia que tiene la
educación, pero sobre todo al desconcierto que producen las noticias y los anuncios oficiales:
el Presidente nos informó que los indígenas colombianos son dueños de tanta tierra que se
comportan como terratenientes, exigiendo más.
Los subalternos de tercer nivel ordenan persecuciones ilegales y policías encapuchados
disparan contra manifestantes ídem. Esto ocurre a espaldas de sus superiores, quienes se
enteran por Telesur. ¿Qué se puede opinar sin equivocarse?

La desigualdad social y la brecha existente en la distribución del ingreso colombiano, son temas
que sin lugar a dudas perjudican notoriamente el desarrollo económico, tecnológico e
investigativo, de los diferentes sectores económicos de nuestro país. Estos elementos
combinados con la corrupción y la indiferencia de la clase política colombiana, llevan a que los
problemas más graves de nuestra sociedad se agudicen. Es así como el tema de la educación va
tomando relevancia, cuando se piensa en una salida viable y consistente a la problemática
anteriormente planteada.

En consecuencia el presente artículo se referiré a las bondades y perturbaciones que se han


venido observando en materia de educación publica en Colombia, específicamente para los
niveles de básica y media.

El primer aspecto que quisiera tratar es el que tiene que ver con la remuneración de los
docentes, pues, si bien es cierto que los docentes en Colombia perciben un ingreso inferior a los
promedios internacionales, también es evidente que algunos otros docentes devengan mas de
10 salarios mínimos al mes, producto de la o las pensiones otorgadas por los diferentes distritos
o municipios del país, y aun así siguen ocupando plazas que bien pueden ser cubiertas por otros
jóvenes licenciados.

De igual forma en los últimos años se han venido creando algunos incentivos pecuniarios para
nuestros maestros, que tienen como objetivo mejorar la competitividad en el quehacer
pedagógico. De este modo podríamos citar ejemplos como el premio compartir al maestro o
casos en que la misma empresa privada, incentiva el reconocimiento de los docentes por su
valiosa labor.

Sin embargo el problema educativo en Colombia es mucho más de fondo que de forma, pues es
evidente que los premios y reconocimientos llegan a algunos pocos.

En consecuencia los salarios de los maestros (Aquí me refiero a los maestros que laboran en la
actualidad, y su salario no supera 3 salarios mínimos vigentes,)1 no pueden depender del
ganarse un premio, considero que el sueldo de un docente debe ser coherente con la formación
y años de escolaridad, siguiendo un escalafón coherente a la administración publica y no al
escalafón docente, pues si hacemos un comparativo muy rápido a través de las instituciones
universitarias y de sus programas de formación, es fácil percibir que las licenciaturas son las
carreras profesionales que mayor tiempo requieren para conseguir la titulación, es así como un
administrador de empresas, un economista o ingeniero, puede titularse en menos tiempo 2
que
un licenciado en química, matemáticas o idiomas. Sin embargo la remuneración asignada a un
cargo profesional de carrera administrativa, es cuatro o cinco veces mayor que el de un docente.

Es así como el maestro de escuela o del colegio distrital debe nivelar su salario con otras
actividades, propias o no a su profesión, por ello es fácil observar al docente trabajando de 6:00
am a 12:00 del medio día, en colegios privados para luego continuar con su jornada laboral en la
institución distrital de 1:00 a 6:00 PM, evaluando claro esta la posibilidad de recibir algunas
“horitas” de cátedra en una institución técnica o universitaria en la jornada nocturna.

Vemos entonces la transformación que se presenta del maestro a al dictador de clase, en donde
cada estudiante es un código y no una persona, pues no existe el tiempo para verificar si la
lección se aprendió o no, y mucho menos para planear o aplicar estrategias pedagógicas
eficaces, de tal forma que la excelencia académica y la formación de calidad queda rezagada por
las necesidades económicas de un docente mal remunerado, es aquí donde la revolución
educativa se queda en un muy buen slogan de una campaña presidencial y no en una realidad.

La problemática descrita anteriormente se exacerba con los procesos que adelanta la


administración pública en Colombia, puesto que los objetivos que a veces se eligen en un plan
de desarrollo, no son bien escogidos3, este es el caso de los proyectos educativos de algunas de
las administraciones publicas colombianas, que han pretendido solucionar el problema educativo
en el país, a través de incrementar la cobertura y no en el mejoramiento de la calidad.

Otro problema neurálgico ocasionado por la misma corrupción de la administración publica, y


cobijado por nuestros mismos legisladores, es el hecho que el ejercicio docente cada vez
requiere de menos vocación, y mas de padrinazgos políticos, es así como los procesos
meritocráticos de selección, nombramientos o ascensos, dependen del grado de influencia
(palanca) política, o del numero de votos que le puede llegar a proporcionar al diputado de
turno, esto con el agravante legal, el cual establece que las plazas docentes para la formación
básica y media, pueden ser cubiertas por profesionales de distintas disciplinas 4
, como
ingenieros, economistas, contadores, etc. En esta medida las instituciones educativas de
primaria y bachillerato de nuestro país, tiene mas ingenieros que licenciados.

En consecuencia, el mercado laboral para el licenciado, es cada vez más estrecho y competitivo.
Lo que hace que el profesor que desee seguir siendo vigente en dicho mercado, deba
capacitarse, realizando cuanto diplomado, especialización o maestría se oferte, sin embargo el
resultado no se evidencia en una mejor calidad de la educación publica en Colombia, y mucho
menos en el retorno de su inversión (mejoramiento del salario).

Finalmente; quisiera citar algunas cifras muy positivas 5


que en principio alivian la incertidumbre
del problema educativo colombiano, pero que sin embargo no se reflejan en la actual
problemática. Por ejemplo, durante el periodo de 1997 al 2004, el gasto real por estudiante fue
de $960.000, (aprox.), así mismo en la década de los noventas el gasto publico destinado a la
educación fue de 3,3% mientras que para el 2004, creció al 5,1%, esta cifras demuestran el
evidente esfuerzo fiscal que ha hecho el gobierno para reflejar mejores indicadores sociales, sin
embargo, indicadores como el nivel de participación de la investigación científico- tecnológica,
dentro del rubro del gasto publico, son inclusive muy difícil de encontrar.

(1) Que es un salario muy bajo, teniendo en cuenta el grado de escolaridad, que se debe tener
para desempeñarse como profesor en educación media y básica, en Colombia
(2) O con numero inferior de créditos académicos, en el caso que el comparativo se realice por
créditos académicos.
(3) Probablemente sin ninguna mala intención, pero si con muchos errores de omisión,
fundamentalmente por asesores incompetentes.
(4) Sin embargo lo grave del asunto, no es que el ingeniero este impartiendo cátedra de
matemáticas, o el economista de ciencias sociales, lo verdaderamente preocupante es el hecho
que estos profesionales, adoptan la figura de docentes sin ningún tipo de formación pedagógica,
obedeciendo mas a dar una solución temporal de empleo que a cualquier otra cosa.
(5) Cifras reportadas en el borrador del Banco De La República “Evaluación y análisis de la
eficiencia de la educación en Colombia.” Elaborado en febrero de 2006, por ANA MARIA IREGUI,
LIGIA MELO, JORGE RAMOS.

PROBLEMAS CRITICOS COLOMBIANOS PRIMERA PARTE

Autor: Henry Javier Herrera Santana*

Definición del problema

El sistema de educación en Colombia es pobre; atrasado en


contenidos, formas y procesos; excluyente; desintegrado;
ineficiente; no responde a las necesidades sociales e individuales y
desconoce a sus principales actores: maestros, estudiantes y
sociedad.
Aspectos conceptuales

La educación contiene elementos que son propios de cada cultura.


Sin embargo, el elemento común en los sistemas educativos es la
formación y el desarrollo de las personas para lograr la
reproducción de la sociedad (Llinás,1997: 90). Según Durkheim, la
educación se entiende como "un conjunto de prácticas e
instituciones que se organizan lentamente en el curso del tiempo
en estrecha relación con las demás instituciones sociales. Su objeto
es suscitar y desarrollar en los individuos cierto número de
estados físicos, intelectuales y morales que exige de él la sociedad
política y el medio especial al que está particularmente
destinado...” (Cataño, 1989: 13). Durkheim reconoce la función
social de la educación, función que se cumple dependiendo de la
coherencia del sistema educativo, el cual debe buscar
permanentemente un método para inducir a "aprender", a
"pensar" debe guiar a la persona a buscar la verdad por sí misma, y
no sesgarla con una "verdad" ya construida; debe proporcionar al
individuo una formación que le permita explorar, buscar,
cuestionar y generar los conceptos que como individuo se siente
impulsado a concebir o examinar (método científico).

La educación basada en conceptos debe complementarse con los


principios que hacen que el individuo sea coherente con su
condición humana y social, y que lo dotan de habilidades que le
permiten modificar las instituciones o la sociedad cuando se alejen
del interés colectivo o cuando las cosas o los fenómenos sean
contrarios al desarrollo humano. Además de la dimensión ético-
axiológica, es necesario definir las habilidades específicas que ha
de desarrollar la educación para formar los ciudadanos del siglo
XXI (véase Gómez Buendía, 1998: cap. 6,7 y 8). Estas habilidades
configuran los requerimientos mínimos para que el individuo
pueda enfrentar los retos del siglo XXI y consisten en el desarrollo
de competencias básicas (lecto-escritura, expresión oral, cálculo y
solución de problemas y la capacidad de comunicar ideas y
conceptos), la formación de la personalidad y la formación para el
trabajo, la ciencia y la tecnología. El logro de estas habilidades
depende de la capacidad crítica y el desarrollo de la alta
inteligencia, lo que se logra cuando se producen unas condiciones
diferentes pero complementarias: saber por saber (desarrollo del
espíritu); saber para hacer (saber eficaz), que requiere un
pensamiento lógico, capacidad de comunicar pensamientos e
ideas, capacidad para generar juicios relevantes y capacidad para
discriminar valores; y, por último, saber reflexionar (desarrollo del
intelecto) (Gómez Buendía, 1998: 216-224).

En otra perspectiva del desarrollo humano, Howard Gardner


expone la teoría de las inteligencias múltiples reconociendo siete
categorías: inteligencia lingüística (capacidad para expresarse en
forma oral y escrita), inteligencia lógica y matemática (capacidad
para aplicar el conocimiento de los números y de razonamiento
científico); inteligencia espacial (percepción del mundo visual y
espacial); inteligencia física y cinestética (capacidad para expresar
ideas y sentimientos por medio del cuerpo), inteligencia musical
(capacidad para percibir, distinguir, transformar y expresar por
medio de la música); inteligencia interpersonal (capacidad para
percibir, conocer y comprender a los semejantes); e inteligencia
intrapersonal (conocimiento de sí mismo, autocrítica, autoestima).
Según el autor, se desarrollan en el individuo dependiendo de
características (no jerarquizadas) que corresponden a las
particularidades y habilidades del ser como sujeto único e
irrepetible, y amplían las posibilidades para su desarrollo. La
educación debe reconocer y cumplir los requerimientos de la
sociedad global expuestos por el PNUD, además de considerar la
pluralidad de aptitudes y desarrollar las inteligencias múltiples, lo
cual depende de la capacidad y diversidad del proyecto educativo.
Capacidades humanas

El mundo de hoy reclama un proyecto social más equitativo,


menos alienante, basado en el Humanismo Científico y en el
Ciudadano del mundo que reclama el Informe de Faure1.
Consecuente con esta demanda, Amartya Sen aporta una de las
perspectivas más progresivas en torno al desarrollo humano, al
proponer el concepto de ¨Capacidades Humanas¨; este concepto
implica el Capital Humano pero lo trasciende, y reconoce que el
individuo (dada una educación pertinente y de calidad) aumenta
su productividad y además refuerza capacidades que le posibilitan
el goce de una auténtica libertad y el aprovechamiento de
oportunidades. “El primer concepto (capital humano) se concentra
en el carácter de agentes (agency) de los seres humanos que por
medio de sus habilidades, conocimientos y esfuerzos, aumentan
las posibilidades de producción y el segundo (capacidades
humanas) se centra en su habilidad para llevar el tipo de vida que
consideran valiosa e incrementar sus posibilidades reales de
elección. Ambas perspectivas están relacionadas porque se ocupan
del papel de los seres humanos y, en particular, de las habilidades
efectivas que éstos logran y adquieren” (Sen, 1998: 67-72).

Se hablará de “capacidades humanas” como un concepto integral


que implica las posibilidades del ser humano y su desarrollo
fundamentado en una educación basada en conceptos, aptitudes,
principios, habilidades e inteligencias. Entendiendo que las
"Capacidades humanas" involucran el proceso vital del ser
humano, puede hablarse de un proceso de "educación para toda la
vida", concepto que se explica en la necesidad social de formar
permanentemente el capital humano según la dinámica del
desarrollo científico, tecnológico y social. Se habla entonces de la
"educación para toda la vida" como una respuesta a la innovación
del proceso productivo y la dinámica social; no obstante, sin
desconocer que la educación debe responder a ciertas demandas
del aparato productivo y de la sociedad, su principal objetivo es el
hombre mismo; por ello parece más pertinente hablar de la
"educación como proceso vital" ya que no enmarca algo ya hecho o
construido sino que sugiere un proceso inacabado, a partir del cual
el individuo toma de la sociedad lo que a su parecer le permita
"ser" humano.

El primer actor formador en este proceso vital es la familia; de ella


depende la socialización del individuo (Savater, 1997: 55-87) y la
construcción inicial de los valores. El segundo actor, la sociedad,
lleva al hombre a adquirir conocimientos, a reforzar y desarrollar
capacidades y destrezas en los ámbitos del todo social; en este
proceso las personas adquieren los códigos básicos para
interpretar a la naturaleza, a la sociedad, a sus semejantes, de
acuerdo con unas instituciones o reglas de juego (Cataño, 1989:
13). El tercer actor es el Estado, cuya función en el sistema
educativo es construir, guiar, regular, acreditar, evaluar con los
demás actores sociales el proceso de formación, de modo que sirva
al desarrollo íntegro del individuo y al interés colectivo. El cuarto
actor está conformado por el sector productivo y las
organizaciones; éstas deben ampliar las posibilidades de
desarrollo e integrar a la persona al proceso económico.
El anterior juego de actores de la educación no conduce a nada si
no existe un hilo que articule los esfuerzos del proceso educativo
para el logro de objetivos colectivos e individuales, lo que resulta
posible si media el consenso de los actores sociales en torno al
proyecto de nación (Llinás, 1995: 127). Expuestas las anteriores
consideraciones, se puede hablar de cómo la educación está ligada
a la construcción de las naciones desarrolladas; dichas naciones,
en su mayoría, fueron construidas con base en un proyecto
(Gómez Buendía, 1998: 18) soportado en un sistema educativo,
moral y ético; la educación brinda a las sociedades unos bienes
públicos que se pueden entender como “satisfactores” para hablar
de un concepto amplio de calidad. Entre otros, la educación brinda
una mayor capacidad para crear, desarrollar, transformar y elegir
colectivamente unas instituciones transparentes y consecuentes
con las necesidades sociales; en términos económicos, es la vía
para construir las capacidades y habilidades humanas que
requieren el sector productivo y la sociedad, para desarrollar
capacidad de demanda interna (sostenible), para lograr inserción
favorable en los mercados internacionales siendo competitivos.
Permite adaptar y empoderar al sistema económico en la
globalización, y conocer, apropiar y aprovechar benéficamente los
recursos naturales de un país, sin comprometer el goce de estos
recursos por parte de las generaciones futuras.
Algunos antecedentes

La historia del conocimiento en Colombia, la historia de sus gentes

Al estudiar la historia colombiana, se puede asegurar que desde la llegada de los


conquistadores españoles, la gente asiste al sacrificio de generaciones enteras. El sacrificio va
más allá del baño de sangre que se ha mantenido vigente a lo largo de la historia: la miseria, la
falta de oportunidades y la indiferencia permanente de los actores en el campo social, en
especial en el de la educación, dan cuenta de la juventud y de todos aquellos que logran
sobrevivir a la violencia física. La exclusión social y la desigualdad generadas por la falta de
oportunidades en educación constituyen un factor de violencia que aunque no necesariamente
físico, afecta profundamente al individuo y sus posibilidades de lograr condiciones de vida
dignas.

A lo largo del siglo XX, el país político instaló y consolidó en el poder los elementos o
condiciones para que las circunstancias de violencia y miseria se mantuvieran sin justificación
alguna. Dicha consolidación se explica por el papel que las instituciones han desempeñado en
la configuración del imaginario político del país, desde el mismo momento de la Conquista. El
pillaje, el dinero fácil obtenido primero de la apropiación de las riquezas de los aborígenes,
luego de sus tierras y finalmente de su propio trabajo vía esclavismo y manutención,
constituyeron formas precapitalistas que marcarían el país hasta bien entrado el siglo XX
(Kalmanovitz, 1999). En cuanto a la educación, se parte del monopolio de las instituciones
religiosas, que desplazan a las instituciones político-sociales concebidas por las sociedades
modernas para la educación. En este contexto no se reconoció la riqueza cultural de los
pobladores precolombinos (Llinás, 1995: 119); cientos de miles de seres humanos fueron
exterminados, eliminando cúmulos de saberes y conocimientos. Con ello se negó a nuestras
generaciones el goce de una humanidad más diversa y más rica. Desde la conquista hasta el
siglo XX, la educación representó un instrumento de poder, de sometimiento confesional, de
represión social en favor de una clase latifundista radical que por medio de la religión imponía
el respeto a la propiedad, la cual llegó a ser considerada de origen divino y, por tanto,
incuestionable (Kalmanovitz, 1999).

Se crearon relaciones sociales serviles, autoritarias, legales para una débil democracia e
ilegítimas en términos reales. La educación era un cúmulo de dogmas que se impartía desde las
aulas y los púlpitos, y así se garantizó un muy eficiente sistema de sometimiento y
adoctrinamiento. Con una cobertura casi universal, los códigos del oscurantismo escondieron
la verdad social y el conocimiento, lo cual trajo como consecuencia una libertad muy limitada
para actuar y pensar, una democracia ilegítima dada la incapacidad de las personas para
reconocer la realidad que la desinformación del credo imponía. Aliada con el regresivo y
represivo sistema educativo-confesional surge una clase política corrupta, rentista e inepta que
ha desangrado y pervertido la verdadera función del Estado y los bienes públicos (Aríza, 1999).

El resultado final de este proceso histórico, es un ciudadano promedio que, por carencia de
capacidades y oportunidades, condiciona colectivamente la legitimidad de la democracia, la
propiedad y las instituciones. Hacia los años treinta en la República Liberal y en la década de
los sesenta, se vieron cambios que, aunque no radicales, sí condicionaron el papel monopólico
de la Iglesia en la formación de los colombianos. Si bien, en los años sesenta se desarrollan
instituciones de control, promoción y desarrollo de políticas educativas, estas fueron
permeadas por el clientelismo, la corrupción y el desgreño administrativo. Con tan graves
problemas, dichas instituciones, entran en una etapa crítica de la educación: a finales de los
sesenta y en el primer quinquenio de los setenta, producto de variables sociales, económicas y
demográficas, se transforma el rostro del país al pasar de sociedad rural a urbana, generando
una dinámica expansiva de las demandas por educación.

La respuesta de la sociedad y del Estado a esta coyuntura expansiva fue débil. A nivel regional,
Colombia ocupa un puesto ambiguo en torno a la política asumida en los puntos de quiebre de
la dinámica educativa, convirtiéndose en un lugar común la incapacidad del Estado. "En
Colombia la falta de consenso entre los principales actores sobre los rumbos de la reforma
resultó en la ausencia de políticas capaces de organizar y direccionar el sector de la educación
superior en el período en que el sistema se expandía" (Klein/Sampaio, p. 34).

A la incapacidad del país se sumó la escasa responsabilidad social, penal y ética que caracteriza
la función pública dejando el marco de la política –no sólo la educativa– a la buena fe de los
funcionarios y, al entrar al siglo XXI, con un erario público que perdió $7 billones por cuenta
de los corruptos (Comisión de la verdad 1999/2000).

En los años ochenta comenzó a implantarse gradualmente un repliegue del Estado en sus
funciones, entre ellas las de liderar, garantizar y proveer la educación, llegando en los noventa
a construir la nueva carta política que da la importancia más que merecida, necesaria, a la
educación, sin embargo, al desarrollar las leyes que habrían de reglamentarla, se lanzaron
proyectos impertinentes e ineficaces, algunas veces opuestos al espíritu de la Constitución, que
cerraron desde su puesta en marcha la posibilidad de construir un proyecto serio. Cabe
cuestionar y medir la responsabilidad que compromete al aparato político, operativo y
administrativo de un sistema que no ha logrado evaluar, acreditar y liderar el proceso
educativo indispensable para que Colombia se encamine al fin de los padecimientos y de la
miseria de las mayorías.

Calidad de la Educación ¿Cómo medirla?


Autor: educacioncompromisodetodos.org
Hablar de Calidad de la educación se torna difícil pues determinar su alcance y
dimensiones lo hacen complejo e indefinido y más cuando nos referimos a
aquellas acciones que deben tomar los responsables de la Gestión Local, donde el
interés de lo público le pone muchos calificativos y determinantes, dado que la
acción del gobernante lo obligan a que se cumpla la voluntad de las mayorías.

La Calidad de la educación, de acuerdo al Artículo 67 de la Constitución que luego


desarrolla la Ley 115, está sujeta al cumplimiento de los fines de la educación en
los que se resaltan:

El pleno desarrollo de la personalidad, la formación por el respeto a la vida y a los


demás derechos humanos, la formación para fomentar la participación en las
decisiones, el respeto a la autoridad legítima, la adquisición y generación de de los
conocimientos científicos y técnicos más avanzados, humanísticos, históricos,
sociales, geográficos y estéticos mediante la apropiación de hábitos intelectuales
adecuados para el desarrollo del saber, el estudio y comprensión crítica de la
cultura nacional y la diversidad étnica cultural del país como fundamento de la
unidad nacional y de su identidad; el acceso a la ciencia, la técnica y demás
bienes y valores de la cultura; la creación de una conciencia de la soberanía
nacional; entro otros.¹

Así, la Calidad está referida a los fines mismos de la educación y al proceso


formativo, que depende de la prestación del servicio, cuyo primer responsable
directo es el Estado. La calidad está asociada directamente a la cantidad de
recursos que en ella se invierten, lo cual presenta una diferencia con la que se
brinda en el sector privado, cuyos costos se transfieren directamente a los padres
de familia.

En la educación pública la inversión proviene de la disponibilidad de la asignación


del SGP (Sistema General de Participación). Al estar descentralizada la educación
desde la Ley 715 de 2003, es responsabilidad de los entes de gobierno local.

El Estado central solo es trazador de Política general y regulador del sistema,


además de administrar y supervisar el sistema general, para lo cual ha certificado
diferentes entes territoriales que administran y reciben el recurso económico.

La calidad, aunque responde al lineamiento de la Política general, se vuelve una


responsabilidad directa del ente certificado que, con el manejo de los recursos,
logra mantener y organizar el Servicio. La dificultad de medir los resultados de
aprendizaje está dada por que estos solo se tienen en cuenta en las pruebas
Nacionales (Saber) o en el resultado del ICFES, prueba de ingreso a la
Universidad. Salvo algunos ejercicios (pruebas comprender en Bogotá) no existen
formas sistemáticas de valorar estos resultados.

Así la gestión local solo reporta la gestión en recursos e inversión que se ha hecho
en programas, eventos, dotaciones, infraestructura y que de alguna manera se
supone inciden en los resultados de aprendizaje de los estudiantes.
Aunque existen evidencias de los resultados, a través de los planes de gestión
que hacen las instituciones y que recogen las secretarias, solo en algunos casos
se ha logrado medir el impacto a través de ejercicios con las Universidades o
centros de investigación de algunos de estos programas, pero que solo muestran
el carácter focal de las políticas o de los programas.

Queda, entonces, presente la dificultad de tener un mecanismo que permita dar


cuenta de los impactos reales de la inversión local en los aspectos de calidad
educativa.

El ICFES se vuelve, nuevamente, en el único indicador de desempeño que


permite ver que pasa en las instituciones educativas y como sus estudiantes
responden ante el aprendizaje. El debate es como construir otros mecanismos o
como crear instrumentos que reflejen la Gestión del gobernante de turno y que
den cuenta de que la gestión hecha incide realmente en la Calidad educativa, más
cuando lo que reflejan las diferentes pruebas (SABER, pruebas internacionales) es
que se ha incidido poco en estos aspectos y siguen existiendo grandes diferencias
con lo que se espera de Calidad Educativa.

Aunque los índices económicos muestran que a mayor tiempo de estudio mayor
retribución en el ingreso per cápita y, por tanto, mayor retribución en el PIB, no se
ve que la educación este favoreciendo regionalmente este crecimiento. Existe
también la sensación de que , contrario a los índices de mejoramiento en
coberturas tenemos baja calidad en la educación y más si hablamos de la
educación pública.

Lo mismo, aunque en las agendas de la política pública el tema educativo


adquiere una relevancia que hace que las administraciones locales deban poner
una mayor atención, existe la percepción de que las cosas no cambian y que al
contrario lo que ha habido es un desmejoramiento que se refleja en los índices de
conflictividad y agresión que existen en la escuela.

Ante estas situaciones existe el péndulo de responsabilidades donde se pone


como directo responsable la política Nacional o, al otro extremo, la responsabilidad
directa de los que manejan las instituciones educativas (rectores coordinadores,
profesores), mientras quienes definen lo política local solo refieren a los recursos
y/o programas en los que invierten, sin que eso tenga conexión directa y, en el
mejor de los casos, se espera que al terminar por lo menos una cohorte se vean
los resultados, lo cual nos lleva a la necesidad de construir mecanismos de
seguimiento que enlacen los tres niveles y permitan mirar los aciertos y los
desaciertos de estos programas en aras de lograr el mejoramiento de la calidad
del aprendizaje como fin último de la educación.

En ese sentido, aunque el ICFES no sea la medida más adecuada, es un referente


importante que debe ser tenido en cuenta y que debe ser completado con
acciones que permitan empezar a construir índices de calidad que no solo reflejen
la cantidad de inversión, sino los aprendizajes y desarrollo de la competitividad de
los estudiantes y que, a la postre, representan los resultados de la Gestión Local,
directa responsable de los resultados de la Política Pública.

La inquietud que se traslada es, habiéndose hecho un gran esfuerzo en la


modernización de la gestión de los entes certificados en educación, como de la
gestión de las instituciones educativas, ¿como medir y ver los avances y
limitaciones que tiene el aprendizaje de los estudiantes? Es mirar de qué manera
se construyen indicadores de seguimiento que permitan ver como la inversión de
los programas y proyectos inciden en Calidad, y como encontrar una forma de
valorar la Gestión de los Gobernantes Locales en educación como respuesta a los
proceso de Descentralización y autonomía que les confiere la Ley.

De esta manera podremos enfocar acciones específicas que permitan mover los
indicadores de resultado nacional que se reflejan tanto en las pruebas propias
como las de referencia internacional pero, aún con mayor importancia, el que
podamos apuntar realmente a lo que los fines de la educación refieren y que
permiten el goce efectivo del Derecho.

¹ El Derecho a la Educación, Serie DESC Defensoría del Pueblo, Bogotá 2003,


pág. 206 ss..

La Educación y las Competencias

Por: Miguel Merodio


Jan 11, 2006

En el número pasado hablamos de la gestión de las competencias; sin embargo,


en este número queremos ahondar en un aspecto más profundo que la gestión; la
educación de las mismas.

Normalmente hablamos de educación como un proceso formal en el cual la persona que


“va a ser educada” tiene un rol “pasivo” en el cual recibe la información de quien “lo va a
educar” que tiene un rol activo.

Si recurrimos al diccionario el concepto educación tiene como una de sus múltiples


acepciones:”Instrucción por medio de la acción docente, lo que en principio refuerza lo
mencionado en el párrafo anterior.

Por otro lado, de acuerdo con la tesis de Levy Leboyer “las competencias ponen en
práctica, de forma integrada, aptitudes, rasgos de personalidad y conocimientos
adquiridos” de manera que para educar en base a competencias, se rompe el esquema
tradicional de la educación, ya que ambas partes (educador y educando) juegan un rol
activo desde diferentes perspectivas.
Educar las competencias es un proceso integrador, práctico y de conjunto entre quienes
lo constituyen.

Se desarrollan de distinta manera, ya que cada persona es única e irrepetible y por lo


tanto su proceso de formación, en principio será distinto al que pueden tener otras
personas, pudiendo ser en forma, tiempo, reacciones.

Lo interesante de la formación de las competencias radica en la posibilidad que las


personas tenemos para manejar de manera sobresaliente los conocimientos, las
habilidades y las actitudes.

Generalmente en las instituciones educativas formales, la prioridad se orienta al


conocimiento.

El enfoque que ahora se pretende dar está orientado en tres facetas: la del saber, la del
saber hacer y la del ser.

Para poder lograr el desarrollo de estas tres facetas, debemos en consecuencia educar
en el conocimiento, en el desarrollo de las habilidades y en el de las actitudes, buscando
consecuentemente el balance entre los componentes del modelo que se muestra en el
esquema.

Si logramos mantener el balance en el triángulo, estaremos en posibilidades que una


persona se desarrolle armónicamente para ser más apta y para mantener su interés en
trascender haciendo las cosas bien y de la misma forma enseñando a otros a que también
lo hagan. En este momento los procesos de educación toman otro enfoque: se aprende a
aprender y se desaprende para reaprender.

Al educar las competencias (del hecho de hacer competentes a las personas más no
competitivas) podemos mencionar beneficios tales como:

• El desarrollo de las capacidades no viene dado de fuera de la persona; la persona


misma es quien lo define en función de su entorno y circunstancias.

• Se articulan coyunturalmente los aspectos teóricos y prácticos, que con frecuencia se


desasocian.

• Se pueden palpar en resultados tangibles los efectos de los procesos educativos.

• Se desarrolla la persona desde el punto de vista integral y balanceado.

• La educación de las competencias es un proceso contextual, deja de ser un proceso


aislado.

• Se funden los conocimientos tácitos y los explícitos que según los autores Nonaka y
Takeuchi dan un sentido diferente a los enfoques de enseñanza aprendizaje.
(Conocimiento explícito, se puede transferir a través de explicaciones concretas.
Conocimiento tácito es el que se transfiere con base a experiencias y vivencias más no
con explicaciones concretas).
Cada cultura y organización debe, por tanto desarrollar sus propias competencias, es
decir definirlas y explicarlas para que a nivel de cultura de la organización, ésta sea capaz
de ubicar a las personas dentro del contexto y una vez hecho esto, reconocer el nivel de
manejo, conocimiento o dominio que la persona tiene con relación a la asignación de roles
y responsabilidades.

Una vez logrado esto, es decir evaluar el desempeño y el nivel requerido para un buen
logro, se debe definir en conjunto, entre quien ejecuta y quien requiere un buen
desempeño, las acciones necesarias para poder llevar a un buen nivel de desempeño esa
competencia definida para diferenciar primero a la persona y después a la organización,
como una de éxito orientada a satisfacer eficientemente las necesidades acordadas con el
cliente.

No se debe esperar a: “...que se le diga a la persona lo que debe hacer”, se pasa a:


“...vamos negociando la manera en que puedo ser una mejor persona”.

El desarrollo personal deja de ser la responsabilidad “de otro” y se reconoce; como un


proceso de crecimiento propio al hacerlo la calidad de vida personal cambia y, en
consecuencia, la de aquéllos con los cuales convivimos.

© Derechos Reservados Revista Ambiente Plástico

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