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Magistrado Ponente:
Dr. ALFREDO BELTRÁN SIERRA
SENTENCIA
I. Antecedentes
Los supuestos fácticos que sirven de sustento a la acción presentada, son los
siguientes:
4. Manifiesta el apoderado del Municipio de Santa Ana, que dentro del proceso
ejecutivo contractual que cursa en el Tribunal Administrativo del Magdalena, se
ha interpuesto un incidente de desembargo el cual se encuentra en curso. Sin
embargo, dado que el trámite del mismo no permite la solución inmediata que
requieren los habitantes de ese municipio, para evitar una inminente catástrofe
humanitaria, la tutela se interpone como mecanismo transitorio, a fin de evitar
un perjuicio irremediable contra los derechos fundamentales a la vida, la salud,
educación, que los habitantes de Santa Ana.
Una vez fue presentada la liquidación del crédito por la apoderada de Ginger
Muñoz, se ordenó por auto de 4 de octubre correr traslado al municipio
ejecutado, cuyo apoderado lo objetó aduciendo que los intereses liquidados
sobrepasaban los legalmente admitidos, y solicitó tener en cuenta los abonos
realizados. El 25 de octubre se resolvió la objeción planteada, ordenándose
dejar sin efectos el numeral 2 del auto de mandamiento de pago, con base en
la cláusula tercera, párrafo primero del contrato, que disponía que en caso de
mora los intereses serían los establecidos por la Superintendencia Bancaria.
Siendo ello así, se realizó la operación aritmética arrojando un total de capital
más intereses de $336.393.408, más las agencias en derecho. Contra los autos
que decidieron el incidente de desembargo y el que aprobó la liquidación del
crédito se interpuso el recurso de apelación, los cuales fueron concedidos por
auto de 2 de noviembre de 2004.
1. La competencia
2. El problema jurídico
Aduce el juez constitucional que la acción de tutela no puede ser utilizada para
invalidar o controvertir providencias judiciales, aspecto este que fue sostenido
por esta Corporación en la sentencia C-543 de 1992, en la cual se declaró la
inexequibilidad de los artículos 11, 12 y 40 del Decreto 2591 de 1991, los
cuales consagraban la viabilidad de la acción de tutela contra providencias
judiciales.
“(…) nada obsta para que por la vía de la tutela se ordene al juez
que ha incurrido en dilación injustificada en la adopción de
decisiones a su cargo que proceda a resolver o que observe con
diligencia los términos judiciales, ni riñe con los preceptos
constitucionales la utilización de esta figura ante actuaciones de
hecho imputables al funcionario por medio de las cuales se
desconozcan o amenacen los derechos fundamentales, ni tampoco
cuando la decisión pueda causar un perjuicio irremediable, para lo
cual sí está constitucionalmente autorizada la tutela pero como
mecanismo transitorio cuyo efecto, por expreso mandato de la Carta
es puramente temporal y queda supeditado a lo que se resuelva de
fondo por el juez ordinario competente (artículos 86 de la
Constitución Política y 8º del Decreto 2591 de 1991). En hipótesis
como éstas no puede hablarse de atentado alguno contra la
seguridad jurídica de los asociados, sino que se trata de hacer
realidad los fines que persigue la justicia.”
1
Sent. T-453 de 2005 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
2
MP. José Gregorio Hernández Galindo.
Las distintas Salas de Revisión de la Corte Constitucional, atendiendo a la
fuerza vinculante de los fallos de constitucionalidad erga omnes, han aplicado
en casos concretos el precedente recientemente citado. Así, por ejemplo,
puede citarse la sentencia T-158 de 1993, en la que la Sala Novena de
Revisión de la Corte decidió confirmar la decisión de la Sala Civil del Tribunal
Superior de Popayán de conceder el amparo solicitado por el accionante en
razón a que, según la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, se
quebrantó el derecho fundamental del debido proceso al negar el recurso de
apelación exigiéndose un requisito inexistente en el Código de Procedimiento
Civil.3 Otro ejemplo se encuentra en la sentencia T-173 de 1993,4 en la que se
consideró que
3
En la sentencia T-158 de 1993 (MP. Vladimiro Naranjo Mesa) se consideró: “Aunque esta
Corte declaró inexequible el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991(…), la doctrina acogida por
esta misma Corporación, ha señalado que es procedente la acción de tutela cuando se ejerce
para impedir que las autoridades públicas, mediante vías de hecho vulneren o amenacen
derechos fundamentales. El caso que nos ocupa enmarca cabalmente dentro de los
parámetros de esta excepción, por cuanto existe en él evidencia de una flagrante violación de
la ley, constitutiva de una vía de hecho, en detrimento del derecho fundamental al debido
proceso. (…) El proceso es un juicio y es lícito en cuanto implica un acto de justicia. Y como es
evidente por la naturaleza procesal, se requieren tres condiciones para que un proceso sea
debido: Primera, que proceda de una inclinación por la justicia; Segunda, que proceda de la
autoridad competente; Tercera, que se profiera de acuerdo con la recta razón de la prudencia,
en este caso, que se coteje integralmente toda pretensión, de tal manera que siempre esté
presente el derecho de defensa, y que el juez en ningún momento se arrogue prerrogativas que
no están regladas por la ley, ni exija, asimismo, requisitos extralegales. Siempre que faltaren
estas condiciones, o alguna de ellas, el juicio será vicioso e ilícito: en primer lugar, porque es
contrario a la rectitud de justicia el impedir el derecho natural a la defensa; en segundo lugar,
porque si el juez impone requisitos que no están autorizados por la ley, estaría extralimitándose
en sus funciones; en tercer lugar, porque falta la rectitud de la razón jurídica.”
4
MP: José Gregorio Hernández Galindo.
“En ese orden de ideas, la violación flagrante y grosera de la
Constitución por parte del juez, aunque pretenda cubrirse con el
manto respetable de la resolución judicial, puede ser atacada
mediante la acción de tutela siempre y cuando se cumplan los
presupuestos contemplados en el artículo 86 de la Constitución y no
exista otro medio al alcance del afectado para la defensa de su
derecho.”
5
MP. Eduardo Montealegre Lynett).
6
MP. Eduardo Cifuentes Muñoz.
• Que la conducta del agente carezca de fundamento legal. Dado
que la ley es el principio de toda actuación que realice cualquier autoridad
pública, ésta no puede, por ende, extralimitarse en el ejercicio de sus
funciones.7
7
Corte Constitucional Sentencia T- 327 de 1994, MP: Vladimiro Naranjo Mesa.
8
Corte Constitucional, T- 327 de 1994, MP: Vladimiro Naranjo Mesa.
Actualmente no ‘(…) sólo se trata de los casos en que el juez
impone, de manera grosera y burda su voluntad sobre el
ordenamiento, sino que incluye aquellos casos en los que se aparta
de los precedentes sin argumentar debidamente (capricho) y cuando
su discrecionalidad interpretativa se desborda en perjuicio de los
derechos fundamentales de los asociados (arbitrariedad). Debe
advertirse que esta corporación ha señalado que toda actuación
estatal, máxime cuando existen amplias facultades discrecionales (a
lo que de alguna manera se puede asimilar la libertad hermenéutica
del juez), ha de ceñirse a lo razonable. Lo razonable está
condicionado, en primera medida, por el respeto a la Constitución.’9
En este caso (T-1031 de 2001) la Corte decidió que la acción de
tutela procede contra una providencia judicial que omite, sin razón
alguna, los precedentes aplicables al caso o cuando ‘su
discrecionalidad interpretativa se desborda en perjuicio de los
derechos fundamentales de los asociados.’
9
Corte Constitucional, sentencia T-1031 de 2001 (MP. Eduardo Montealegre Lynett) En este
caso se decidió que “(…) el pretermitir la utilización de los medios ordinarios de defensa, torna
en improcedente la acción de tutela. Empero, la adopción rigurosa de éste postura llevaría, en
el caso concreto, a una desproporcionada afectación de un derecho fundamental. En efecto,
habiéndose establecido de manera fehaciente que la interpretación de una norma se ha hecho
con violación de la Constitución, lo que llevó a la condena del procesado y a una reducción
punitiva, no puede la forma imperar sobre lo sustancial (CP. art. 228). De ahí que, en este
caso, ante la evidente violación de los derechos constitucionales fundamentales del
demandado, la Corte entiende que ha de primar la obligación estatal de garantizar la
efectividad de los derechos, por encima de la exigencia de agotar los medios judiciales de
defensa.”
10
Corte Constitucional, sentencia T-949 de 2003 (MP. Eduardo Montealegre Lynett). En este
caso la Corte decidió que “(…) la infracción del deber de identificar correctamente la persona
sometida al proceso penal, sumada a la desafortunada suplantación, constituye un claro
defecto fáctico, lo que implica que está satisfecho el requisito de procedibilidad exigido por la
Jurisprudencia para la procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales.”
Del anterior recuento jurisprudencial sobre la procedencia de la acción de
tutela contra providencias judiciales, pasa la Sala a abordar la subsidiaridad de
la misma, a fin de determinar su procedencia o no en el caso que se examina.
(…)
13
Corte Constitucional. Sentencia T-803-02, M.P. Alvaro Tafur Gálvis. En esta sentencia se
incluyó el siguiente comentario de píe de página: “La procedencia del amparo por la demora de
los trámites ordinarios, se ha admitido solo excepcionalmente cuando el juez de tutela logra
constatar que la tardanza en la resolución del conflicto puede hacer ineficaz el mecanismo
ordinario; lo anterior, tomando en cuenta las condiciones personales del demandante. Cfr. T-352
de 2002, T-235 de 2002”.
14
El artículo 8° del Decreto 2591 de 1991, consagra la tutela como mecanismo transitorio, en
los siguientes términos “[A]ún cuando el afectado disponga de otro medio de defensa judicial, la
acción de tutela procederá cuando se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
En el caso del inciso anterior, el juez señalará expresamente en la sentencia que su orden
permanecerá vigente sólo durante el término que la autoridad judicial competente utilice para
decidir de fondo sobre la acción instaurada por el afectado.
En todo caso el afectado deberá ejercer dicha acción en un término máximo de cuatro (4)
meses a partir del fallo de tutela.
Si no se instaura cesarán los efectos de éste.
Cuando se utilice como mecanismo transitorio para evitar un daño irremediable, la acción de
tutela también podrá ejercerse conjuntamente con la acción de nulidad y de las demás
procedentes ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo. En estos casos, el juez si lo
estima procedente podrá ordenar que no se aplique el acto particular respecto de la situación
jurídica concreta cuya protección se solicita, mientras dure el proceso”.
un mecanismo indispensable para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales15.
Del material probatorio que obra en el proceso, concluye la Corte que la acción
de tutela sub iudice resulta improcedente por las siguientes razones:
15
Cfr. T-225/93, T-789/00, SU544/01, SU1070/03
16
SU1070/03 ya citada.
17
Decreto 111 de 1996
18
Fls. 44 a 49 (cuaderno de copias)
Se tiene entonces que la parte demandante cuenta con un medio idóneo
ordinario de defensa judicial, como lo es el proceso ejecutivo contractual ante la
jurisdicción contenciosa administrativa, el cual de hecho se encuentra en curso
al haberse iniciado la relación jurídica-procesal por parte de la señora Ginger
Muñoz con la demanda presentada contra el Municipio de Santa Ana, en el
cual el municipio accionante ha tenido las oportunidades propias de dicho
proceso para recurrir las providencias proferidas que le han sido adversas.
Así las cosas, la acción de tutela resulta improcedente por la existencia de otro
mecanismo de defensa judicial, como lo es el proceso ejecutivo contractual que
se encuentra en curso, en el cual no se ha proferido una decisión definitiva
precisamente sobre lo que es objeto de la acción de tutela que se examina. Por
otra parte, como se ha expuesto en esta sentencia, para la procedencia de la
acción de tutela transitoria, se requiere la afectación cierta y evidente de un
derecho fundamental, circunstancia que en este caso no aparece acreditada,
pues el apoderado del Municipio de Santa Ana hace referencia a la afectación
del interés general de la comunidad del ente territorial, pero no específica ni
individualiza cuáles derechos fundamentales han resultado conculcados27.
VI. DECISIÓN
RESUELVE:
27
En ese mismo sentido se pronunció la Sala Primera de Revisión, en una acción de tutela
interpuesta por el Gobernador del Departamento del Quindio contra el Juez Primero Laboral del
Circuito de Armenia. En esa oportunidad varios demandantes presentaron demanda ejecutiva
contra el citado departamento, en la cual se libró mandamiento de pago y se decretó el
embargo y secuestro de los dineros del municipio T-555 de 2004 M.P. Jaime Araujo Rentería.
ALFREDO BELTRAN SIERRA
Magistrado