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Escrito para ti
Con los ojos entumecidos por el llanto
Mi DIOS me decía.
bellas creadas por mí; lo hice con mucho amor para que sean ustedes los que; con
mucha conciencia cuiden de ese paraíso como lo llame aquel día y ahora lo llamo
tierra; verán que ella da que comer, los acobijara en su seno, les dará las herramientas
para que hagan de ese paraíso; la casa donde vivirán, y yo estaré con ustedes hasta los
días postreros y deberán de hacerlos sin mucho afán, respetando a todos sus dueños o
habitantes, donde no pueden pelearse por cosas banas o por querer tener más que otros,
deberán de vivir sin odio, sin hipocresía, no deberán de tener ninguna maldad e sus
otro; y comento que dolor siento cuando en pocos días cree el paraíso y por
y atacar con maldad, con dolor ,y con mentiras a mis dos primeros hijos, a quienes cree
a imagen y semejanza mía, de la misma forma que te cree a ti mi angelito, con una
conciencia de lo bueno y lo malo, con bastante amor para dar y con muchas fuerzas para
vivir en paz y armonía, mi amado angelito; ahora te tienes que ir. Mis pequeñas
lagrimas salían, me aferraba a él; mi DIOS me decía; ¡ya no llores!, yo te cuido desde
aquí, estaré a tu lado por siempre hasta que regreses, pero tienes una misión de ser
buena persona y querer a los demás, de respetar a todos; hasta los animalitos que veras,
deberás ayudarme a conquistar un terreno perdido que se llama amor y confianza. Yo no
me quería despedir y aferrandome a su regazo le dije: ¡si yo soy tan pequeño quien me
observaba a mi bella y adorada madre; que en sus noches lúgubre ella sola se
dedicaba, como me cuidaba como se esmeraba para darme lo poco que poseía, ¡pero
para mí era lo mejor, lo más grande, todo lo que algunas veces con sacrificio me daba.
Recuerdo una de esas navidades que sentado en una mesa de madera, al verme comer,
haciéndose la fuerte y sin animo en su voz, que ya había comido; siendo ese bocado de
pan lo único que teníamos. Que fortaleza la de mi madre y que amor me tenía. En todo
madre mía, cuando ella sonreía; su sonrisa me acariciaba. Y ella siempre me decía. Te
amo hijo mío. Cuando me abrazaba me sentía protegido, su mirada tierna; en míos ojos
Ella siempre daba gracias a DIOS, y algunas veces decía; ¿porque pasaban estas cosas,
su pobreza la consumía?; al quererme dar todo; lo que ella no podía. Un día mi adorada
madre me dijo ¡DIOS sabe lo que hace, el nos dará muchas cosas buenas¡ Algunas
veces salíamos al parque y los niños con sus padres jugaban béisbol, corrían se
misión es cuidarte, quererte y amarte, tu eres tan especial que me tienes a mí para ti
solo; y yo soy tu padre y tu madre. Sollozando en su regazo, mis lágrimas caían. Ella
con sus besos me consolaba y con dulzura me decía; te amo hijo mío. Recordando los
remendada, de mis zapatitos rotos; que tristeza a mí me daba. Nunca había sentido tanto
maltrato y humillación; pero en lo profundo de mi corazón, por primera vez sentía que
tenía algunos amigos; que buenos o malos ahí estaban. Pasando los días crecía, mi
madre en sus labores; nunca supe donde trabajo; nunca supe lo que hacía, me codie con
los amigos que me infundieron algunos valores; ¡que no debía haber tenido,¡ seguí los
malos pasos en las calles de mi barrio. Nunca supe valorar los consejos de mi madre; los
las drogas, cometíamos robos, maltratábamos a las personas, no las respetábamos, que
las vendía, hasta que llego el momento que di muerte a unos de mis amigos por querer
tener mas respeto ante los demás. Mi madre pobre de mi madre que desconsolada se
sentía, que desesperación; como sufría por su hijo. Que en un momento de los días; fue
la dicha y su felicidad y que con lazos de amor doblegaros su alma. ¡Hay mi madre! que
nunca escuche los consejos de mi querida y amada madre?, ¡hoy sufro por ti mi querida
esos momentos que pase contigo madre mía. Perdóname madre adorada por no haber
hecho caso de tus consejos, por no creer en tus palabras; cuando me decías; que lo que
hacía era malo. Perdóname madre mía. Y en espera de mi muerte pienso en ti; cuanto
sufrimiento, y cuantas angustias tuviste tú por mí. Perdóname madre mía, perdóname
DIOS mío Por no seguir tus consejos. No dejo de pensar en tus sufrimientos madre
mía….Y ahora sufriendo yo por ti te digo, te amo madre mía. No te supe valorar tus
ha venido a mi mente; los consejos de mi DIOS, los consejos de mi madre; Esta será mi
última navidad sentado y amarrado en una silla fría con olor a muerte. Mi madre
suficiente, no te enseñe lo que era tener fe, tener amor y esperanza en nuestro DIOS,
¡porque DIOS mío! gritaba desconsoladamente, veía a mi madre aferrada a las rejas, no
sabia que decir en mi lecho de muerte anunciada, estaba arrepentido pero era demasiado
tarde. Mi madre gritaba,¡ te quiero hijo mío perdóname; solo le pido a mi DIOS que me
deje pagar tus pecados¡ ella me tomaba de la mano, me las besaba; gritaba te amo hijo
mío.
Quería desaparecer, con todas mis fuerzas; quería acabar con mi vida de una vez por
todas; no podía ver a mi madre sufrir por mí. Llegaron susurros a mis oídos, era una
voz que recordaba; ¡era mi DIOS! que me había hablado tantas veces y nunca le
escuche, era mi DIOS que me decía: Tus pecados, y los de tu madre ¡han sido
ejecución; ya había perdido toda esperanza, y la vos decía en mis oídos ten fe confía en
persona con traje blanco y sombrero oscuro; hablaba con los alguaciles y con el consejo
penitenciario.
autoridad, la condena de este hombre ha sido indultada, ya no tiene delito alguno con la
sociedad, mi madre dando gracias a DIOS, se abalanzo sobre mis pies, diciendo: DIOS
Nuevamente doy gracias a DIOS; vivo los mejores días de mi vida, mi niñez a florecido
he comprendido tantas cosas pero que tarde es. Hoy cuando viejo con mi madre ya
anciana hemos recuperado parte de nuestras vidas, cuando la beso y la abrazo siento ser
aquel niño que tenia esperanza, que existía para su madre, que dolor y que tiempo
perdido; ese tiempo que nunca volverá. A los pocos días mi madre murió, perdí los
su rostro pálido y frio, recordaba sus caricias, sus besos, su ternura, sus ojos que
brillaban cuando me decía te amo; hijo mío. Pero mi mente recordaba, la desdicha y el
cruel sufrimiento que le di. ¡La recordaba! mi pecho se desgarraba; cuando en su lecho
de muerte la acariciaba. Ahora he entendido el valor de una madre. Pero que tarde es, ya
no la podre acariciar, ya no la podre besar, ya no poder escuchar su dulce voz. Qué pena,
que tristeza; después de joven no la quise escuchar, háblame madre querida, necesito
desaprovechar; necesito darle amor, necesito enseñarles a mis hijos quien es DIOS.
Solo le pido a mi padre celestial que me de sabiduría para criar a mis pequeños y
Debemos de recordar que nuestra maestra, nuestra doctora, nuestra cocinera, nuestro
no dejes que algún día ella sufra por ti…aunque tú no lo creas; Ella siempre tiene la
razón, sus comentarios siempre son acertados y ella siempre quiere lo mejor para ti.