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MI ÚLTIMA OPORTUNIDAD.

Escrito para ti
Con los ojos entumecidos por el llanto

me imaginaba la vida, las personas, los

animalitos, los árboles y el mundo como

me lo dijo mi DIOS; cuando me

despedía en los cielos.

Mi DIOS me decía.

¡Este mundo llamado tierra, con árboles,

animales, personas y muchas cosas

bellas creadas por mí; lo hice con mucho amor para que sean ustedes los que; con

mucha conciencia cuiden de ese paraíso como lo llame aquel día y ahora lo llamo

tierra; verán que ella da que comer, los acobijara en su seno, les dará las herramientas

para que hagan de ese paraíso; la casa donde vivirán, y yo estaré con ustedes hasta los

días postreros y deberán de hacerlos sin mucho afán, respetando a todos sus dueños o

habitantes, donde no pueden pelearse por cosas banas o por querer tener más que otros,

deberán de vivir sin odio, sin hipocresía, no deberán de tener ninguna maldad e sus

corazones, sin embargo mi DIOS se quedó pensativo y movió la cabeza de un lado a

otro; y comento que dolor siento cuando en pocos días cree el paraíso y por

presunciones y el pecado de uno de mis Ángeles, este mi querubín quiso menospreciar

y atacar con maldad, con dolor ,y con mentiras a mis dos primeros hijos, a quienes cree

a imagen y semejanza mía, de la misma forma que te cree a ti mi angelito, con una

conciencia de lo bueno y lo malo, con bastante amor para dar y con muchas fuerzas para

vivir en paz y armonía, mi amado angelito; ahora te tienes que ir. Mis pequeñas

lagrimas salían, me aferraba a él; mi DIOS me decía; ¡ya no llores!, yo te cuido desde

aquí, estaré a tu lado por siempre hasta que regreses, pero tienes una misión de ser

buena persona y querer a los demás, de respetar a todos; hasta los animalitos que veras,
deberás ayudarme a conquistar un terreno perdido que se llama amor y confianza. Yo no

me quería despedir y aferrandome a su regazo le dije: ¡si yo soy tan pequeño quien me

podrá cuidar¡ Contestándome me dijo; yo tengo a mis Ángeles en el mundo; que se

llaman Mama y a ti te cuidara uno de ellos y tendrás un hogar¡

Recuerdo ese día que mi ángel me abrazo

y llamándome hijo me beso. Sentí que

estaba con mi DIOS que alegría yo sentía,

pasaron los días y me transformaba, crecía

mi aspecto físico cambiaba, sentía mi

corazón repleto de alegría, día a día

observaba a mi bella y adorada madre; que en sus noches lúgubre ella sola se

encontraba; y yo en su regazo lloraba, y en mi poca experiencia de la vida; veía como se

dedicaba, como me cuidaba como se esmeraba para darme lo poco que poseía, ¡pero

para mí era lo mejor, lo más grande, todo lo que algunas veces con sacrificio me daba.

Recuerdo una de esas navidades que sentado en una mesa de madera, al verme comer,

yo le preguntaba a mi madre; ¡porque no comes¡ y ella me respondía con dulzura,

haciéndose la fuerte y sin animo en su voz, que ya había comido; siendo ese bocado de

pan lo único que teníamos. Que fortaleza la de mi madre y que amor me tenía. En todo

momento me consolaba, me acariciaba, me mimaba y con sus besos me curaba. Oh

madre mía, cuando ella sonreía; su sonrisa me acariciaba. Y ella siempre me decía. Te

amo hijo mío. Cuando me abrazaba me sentía protegido, su mirada tierna; en míos ojos

resplandecían. ¡Oh madre mía¡

Ella siempre daba gracias a DIOS, y algunas veces decía; ¿porque pasaban estas cosas,

su pobreza la consumía?; al quererme dar todo; lo que ella no podía. Un día mi adorada

madre me dijo ¡DIOS sabe lo que hace, el nos dará muchas cosas buenas¡ Algunas

veces salíamos al parque y los niños con sus padres jugaban béisbol, corrían se

abrazaban, y yo los veía. Mi madre me consolaba; yo nunca conocí a mi padre; me


aferraba a su regazo, mi madre con tristeza y un amor infinito me abrazaba y decía mi

misión es cuidarte, quererte y amarte, tu eres tan especial que me tienes a mí para ti

solo; y yo soy tu padre y tu madre. Sollozando en su regazo, mis lágrimas caían. Ella

con sus besos me consolaba y con dulzura me decía; te amo hijo mío. Recordando los

consejos de mi DIOS ¡que alegre me sentía¡ Me criaron en pobreza.

Mi pequeña casa de cartón y lata y mis

ropitas que tenía; para mí era lo más

grande del mundo; me sentía bien; con

nuestra pobreza. Fueron pasando los

años, mi madre trabajaba, recuerdo que

mi primer día de escuela, los demás

niños me pegaban, se burlaban de la comida que llevaba, se burlaban de mi ropa

remendada, de mis zapatitos rotos; que tristeza a mí me daba. Nunca había sentido tanto

maltrato y humillación; pero en lo profundo de mi corazón, por primera vez sentía que

tenía algunos amigos; que buenos o malos ahí estaban. Pasando los días crecía, mi

madre en sus labores; nunca supe donde trabajo; nunca supe lo que hacía, me codie con

los amigos que me infundieron algunos valores; ¡que no debía haber tenido,¡ seguí los

malos pasos en las calles de mi barrio. Nunca supe valorar los consejos de mi madre; los

consejos de mi DIOS; los cuales había olvidado.

Hoy enclavado en una prisión lúgubre y

fría; pienso en aquellos días de mi niñez

cuando en mi juventud, seguí los malos pasos

de aquellos que decían ser mis amigos,

aquellos que habían perdidos la moral y los

valores igual que yo, nos metimos al vicio a

las drogas, cometíamos robos, maltratábamos a las personas, no las respetábamos, que

lastima que nunca valore los consejos de mi madre.


La cual lloraba desconsoladamente cuando me veía con

mis amigos; me llamaba y no la tomaba en cuenta, hoy

comprendo su dolor, pero nunca le hice caso; mis amigos

me decían que mi madre estaba loca; y yo de ella me

reía. Yo estaba en mi mundo, estaba en mis cosas y con

mis amigos, no me importaba nada. Mi madre me

llamaba y nunca le conteste, ya que no quería estar con

ella; solo quería divertirme, la maltrate, consumí drogas,

las vendía, hasta que llego el momento que di muerte a unos de mis amigos por querer

tener mas respeto ante los demás. Mi madre pobre de mi madre que desconsolada se

sentía, que desesperación; como sufría por su hijo. Que en un momento de los días; fue

la dicha y su felicidad y que con lazos de amor doblegaros su alma. ¡Hay mi madre! que

generosa fuerza de amor me dio y yo no la supe valorar.

Encarcelado y condenado a muerte, mi mente no deja de pensar; me reclama ¿porque

nunca escuche los consejos de mi querida y amada madre?, ¡hoy sufro por ti mi querida

madre! pensando en mi agonía; de espera hasta el momento de mi muerte; pensando en

esos momentos que pase contigo madre mía. Perdóname madre adorada por no haber

hecho caso de tus consejos, por no creer en tus palabras; cuando me decías; que lo que

hacía era malo. Perdóname madre mía. Y en espera de mi muerte pienso en ti; cuanto

sufrimiento, y cuantas angustias tuviste tú por mí. Perdóname madre mía, perdóname

DIOS mío Por no seguir tus consejos. No dejo de pensar en tus sufrimientos madre

mía….Y ahora sufriendo yo por ti te digo, te amo madre mía. No te supe valorar tus

consejos, te ruego que me perdones.

Mañana pagare mis pecados; me llevaran a la silla eléctrica, llorando y desconsolado se

ha venido a mi mente; los consejos de mi DIOS, los consejos de mi madre; Esta será mi

última navidad sentado y amarrado en una silla fría con olor a muerte. Mi madre

abrazaba las rejas y llorando desconsoladamente me decía, no cumplí con mi labor


encomendada por mi DIOS, no te cuide cuando debía hacerlo, te di amor pero no lo

suficiente, no te enseñe lo que era tener fe, tener amor y esperanza en nuestro DIOS,

¡porque DIOS mío! gritaba desconsoladamente, veía a mi madre aferrada a las rejas, no

sabia que decir en mi lecho de muerte anunciada, estaba arrepentido pero era demasiado

tarde. Mi madre gritaba,¡ te quiero hijo mío perdóname; solo le pido a mi DIOS que me

deje pagar tus pecados¡ ella me tomaba de la mano, me las besaba; gritaba te amo hijo

mío.

Quería desaparecer, con todas mis fuerzas; quería acabar con mi vida de una vez por

todas; no podía ver a mi madre sufrir por mí. Llegaron susurros a mis oídos, era una

voz que recordaba; ¡era mi DIOS! que me había hablado tantas veces y nunca le

escuche, era mi DIOS que me decía: Tus pecados, y los de tu madre ¡han sido

perdonados¡ Un rayo de luz impregno la habitación donde me encontraba recluido. Yo

estaba delirando en mi muerte anunciada. Llego la escolta a buscarme para mi

ejecución; ya había perdido toda esperanza, y la vos decía en mis oídos ten fe confía en

mí. Tu padre. Mi madre se arrastraba por el piso llorando desesperadamente había

llegado mi turno de muerte, de juicio y lectura de mis crímenes. Se presento una

persona con traje blanco y sombrero oscuro; hablaba con los alguaciles y con el consejo

penitenciario.

Y en mi larga espera de muerte

amarrado en mi lecho de ejecución,

esperaba con miedo, aflicción y sin

esperanza. Sentía pena por mi madre,

que lastima que nunca la aproveche. En

las lecturas de mis delitos para mi

ejecución; el hombre de traje blanco

impregno el recinto con su voz y en su alocución o intervención decía con voz de

autoridad, la condena de este hombre ha sido indultada, ya no tiene delito alguno con la
sociedad, mi madre dando gracias a DIOS, se abalanzo sobre mis pies, diciendo: DIOS

me dijo que confiara en él. Él te ha salvado; hoy hemos comprendido su nobleza, su

existencia; él nunca nos dejó solo, nosotros le fallamos incumpliendo su voluntad.

Nuevamente doy gracias a DIOS; vivo los mejores días de mi vida, mi niñez a florecido

he comprendido tantas cosas pero que tarde es. Hoy cuando viejo con mi madre ya

anciana hemos recuperado parte de nuestras vidas, cuando la beso y la abrazo siento ser

aquel niño que tenia esperanza, que existía para su madre, que dolor y que tiempo

perdido; ese tiempo que nunca volverá. A los pocos días mi madre murió, perdí los

mejores años de mi vida, no supe aprovechar, no la valore, no la supe amar; acariciando

su rostro pálido y frio, recordaba sus caricias, sus besos, su ternura, sus ojos que

brillaban cuando me decía te amo; hijo mío. Pero mi mente recordaba, la desdicha y el

cruel sufrimiento que le di. ¡La recordaba! mi pecho se desgarraba; cuando en su lecho

de muerte la acariciaba. Ahora he entendido el valor de una madre. Pero que tarde es, ya

no la podre acariciar, ya no la podre besar, ya no poder escuchar su dulce voz. Qué pena,

que tristeza; después de joven no la quise escuchar, háblame madre querida, necesito

escuchar tu voz, necesito escuchar a ese ángel llamado mama.

Hoy vivo con las fuerzas y

esperanza que mi Padre que está

en los cielos me ha dado;

recordando que verdaderamente

nunca me abandono, me ha dado

una bella familia, me ha dado una

oportunidad, que no puedo

desaprovechar; necesito darle amor, necesito enseñarles a mis hijos quien es DIOS.

Solo le pido a mi padre celestial que me de sabiduría para criar a mis pequeños y

recordarles día a día las enseñanzas de El.


MENSAJE. Todos tenemos una oportunidad siendo buenos o malos, tratemos de dar

amor, reflexionar y educar a nuestros hijos inculcándole el amor de mi DIOS.

Debemos de recordar que nuestra maestra, nuestra doctora, nuestra cocinera, nuestro

aliento y nuestra amiga es nuestra Madre. Amarla es Prioridad, respetarla es prioridad,

no dejes que algún día ella sufra por ti…aunque tú no lo creas; Ella siempre tiene la

razón, sus comentarios siempre son acertados y ella siempre quiere lo mejor para ti.

No rechaces tu última oportunidad.

AUTOR: HECTOR LUIS HERRERA

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