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Introducción
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Sepúlveda, Juan Ginés de.Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios. México: FCE,
reimpr. 1996, p. 45
En este texto, Sepúlveda nos dice que la paz es la felicidad más grande que
puede caer sobre una ciudad, así como el carecer de ella es la mayor desdicha2, es
el bien supremo. De modo que, si esto es así ¿por qué los reyes cristianos no dejan
las armas y se empeñan en hacer la guerra? Según Ginés de Sepúlveda, es por
necesidad que los mejores príncipes se ven forzados a hacer la guerra como un
medio para buscar la paz. De ahí que considere que la guerra nunca debe
emprenderse, sino después de una madura deliberación, y por causas justísimas.
Por tanto, bajo este razonamiento, se hace la guerra para adquirir la paz.
Y en primer lugar hay que recordar Atque illud imprimis quod est
un principio que es el fundamento hujus causae et multarum aliarum
de la presente cuestión y de otras fundamentum: Quidquid jure fit
muchas: Todo lo que se hace por seu lege naturae, id jure quoque
derecho ó ley natural, se puede divino fieri et lege evangelica. Non
hacer también por derecho divino enim si Christus nos, ut est in
y ley evangélica; porque cuando Evangeliis jubet ne malo
Cristo nos manda en el Evangelio resistamus, utque percutienti
no resistir al malo, y que si alguien maxillam unam, alteram
nos hiere en una mejilla feriendam exponamus, et tunicam
presentemos la otra, y que si tollere volenti dimittamus et
alguien nos quiere quitar la túnica, pallium, statim legem naturae
entreguemos la túnica y el manto, substulisse videri debet qua
no hemos de creer que con esto cuique vim vi repellere licet cum
2
Ibid, pp. 50-51
3
Ibid, p. 55
quiso abolir la ley natural por la moderamine inculpatae tutelae;
que nos es lícito resistir la fuerza illa enim non re semper praestare
con la fuerza dentro de los límites oportet sed cordis, ut ait
de la justa defensa, pues no Augustinus, praeparatione ut si
siempre es necesario probar esa res ratioque pietatis poscat, id
resignación evangélica de un facere ne recusemus.
modo exterior, sino que muchas
veces basta que el corazón esté
preparado, como dice San
Agustín, para hacer tal sacrificio
cuando una razón de piedad lo
exija4.
4
Ibid, p. 59
5
Lo cual no se percibe en el pensamiento de Aristóteles.
6
Ibid, p. 61
7
Y la ley eterna, como San Agustín la define, es la voluntad de Dios, que quiere que se conserve el orden
natural y prohíbe que se perturbe. De esta ley eterna es partícipe el hombre, por la recta razón y la probidad
que le inclinan al deber y á la virtud, pues aunque el hombre, por el apetito, sea inclinado al mal, por la razón
es propenso al bien. Ibid, p. 67
8
Ibid
A esta definición, añade que la recta razón y la inclinación al deber y a probar
las obras virtuosas, es y se llama ley natural (recta ratio et proclivitas ad officia,
atque virtutis munera probanda lex naturalis est et nominatur)9.
Con respecto al segundo punto, podemos decir que, para Sepúlveda, la ley
natural, en ninguna de las tres formas de gobierno rectas y honestas: la monarquía,
la aristocracia y la república, no puede hacerse ley que no sea conforme a la
naturaleza. Puesto que su propósito es la salud y comodidad pública, que es la
felicidad10. Por tanto, la ley natural tiene por finalidad procurar la felicidad.
9
Ibid
10
Hay una felicidad perfecta y última, y fin de todos los bienes, la cual resulta de la clara visión y contemplación
de Dios, y á la cual llamamos vida eterna. Hay otra imperfecta y deficiente, y es la única que pueden disfrutar
los hombres en esta vida. Esta consiste en el uso de la virtud, como los filósofos declaran; y es el camino y
como la escala para la felicidad perfecta. Ibid, p. 65
11
Cabe señalar que la Política, en su estado actual, no es un tratado homogéneo, sino un conjunto de lecciones
independientes o de ensayos sobre temas relacionados estrechamente entre sí.
Política de Aristóteles, y no en la Ética a Nicómaco, la Metafísica o alguna otra obra,
por ser el texto aristotélico en el cual se considera que Juan Ginés de Sepúlveda
encuentra entre sus líneas la posibilidad de fundamentar su concepto de ley natural.
Por lo que se refiere a esta relación, Aristóteles, como en otros temas, expone
opiniones opuestas, en este caso menciona lo siguiente:
Unos, en efecto, creen que el señorío τοῖς μὲν γὰρ δοκεῖ ἐπιστήμη τέ τις εἶναι
es una cierta ciencia, y que la ἡ δεσποτεία, καὶ ἡ αὐτὴ οἰκονομία καὶ
administración de una casa, la potestad δεσποτεία καὶ πολιτικὴ καὶ βασιλική,
del amo, la de la ciudad y la del rey son [20] καθάπερ εἴπομεν ἀρχόμενοι: τοῖς
lo mismo […]. Otros, que la dominación δὲ παρὰ φύσιν τὸ δεσπόζειν (νόμῳ γὰρ
es contra naturaleza, pues el esclavo y τὸν μὲν δοῦλον εἶναι τὸν δ᾽ ἐλεύθερον,
el libre lo son por convención, pero en φύσει δ᾽ οὐθὲν διαφέρειν): διόπερ οὐδὲ
nada difieren por su naturaleza. Por δίκαιον: βίαιον γάρ.
12
Aristóteles. Política. Madrid: Gredos, 1988, p. 53
13
[1253β] ἐπεὶ δὲ φανερὸν ἐξ ὧν μορίων ἡ πόλις συνέστηκεν, ἀναγκαῖον πρῶτον περὶ οἰκονομίας εἰπεῖν:
πᾶσα γὰρ σύγκειται πόλις ἐξ οἰκιῶν. οἰκονομίας δὲ μέρη ἐξ ὧν πάλιν οἰκία συνέστηκεν: οἰκία δὲ τέλειος ἐκ
δούλων καὶ ἐλευθέρων.
14
Ibid
15
1253β 5
esta razón tampoco es justa, ya que es
violenta.16
16
Ibid, p. 54
17
pues sin las cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien (ἄνευ γὰρ τῶν ἀναγκαίων ἀδύνατον
[25] καὶ ζῆν) Ibid
18
Por ejemplo, para un piloto, el timón es inanimado, y animado el vigía
19
Ibid
20
Ibid, p. 55
21
Ibid, p. 56
22
Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión. Y la posesión es un instrumento activo y
distinto. Ibid
Pues bien, para examinar si alguien es esclavo por naturaleza o si no,
Aristóteles cree que no es difícil examinarlo teóricamente con la razón a partir de la
experiencia. Además, considera que el mandar y obedecer no solo es necesario,
sino conveniente, y desde el nacimiento se observa si se está destinado a lo uno o
a lo otro. E incluso afirma que dondequiera que uno mande y otro obedezca, hay
una obra común23. Para comprender mejor esta idea, debemos recordar que
Aristóteles, al igual que su maestro Platón, conciben que “el ser vivo está
constituido, en primer lugar, de alma y cuerpo, de los cuales uno manda por
naturaleza y el otro es mandado (τὸ δὲ ζῷον πρῶτον συνέστηκεν ἐκ ψυχῆς [35] καὶ
σώματος, ὧν τὸ μὲν ἄρχον ἐστὶ φύσει τὸ δ᾽ ἀρχόμενον)”24. De ahí que Aristóteles
consideré que, así como el alma por naturaleza ejerce su dominio sobre el cuerpo,
esto es, que el alma mande sobre el cuerpo, de esta misma manera unos deben
mandar y otros obedecer, según la disposición del alma.
Conclusiones
23
Ibid
24
Pero hay que estudiar lo natural, con preferencia, en los seres conformes a su naturaleza y no en los
corrompidos. Por eso hay que observar al hombre que está mejor dispuesto en cuerpo y en alma, en el cual
esto resulta evidente. Ya que en los malvados o de comportamiento malvado, el cuerpo parece muchas veces
mandar en el alma, por su disposición vil y contra naturaleza. Ibid, p. 57
indígenas. Mientras que Aristóteles, por su parte en la Política, se proponía exponer
temas referentes a la comunidad, a la familia, a la política, entre otros.
Referencias