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Situación política y social

● Las denuncias de la corrupción pública cometida durante el gobierno de Rafael


Correa y los aislados eventos de sanción que ha habido hasta ahora se han
convertido en el detonante del ejercicio del poder de Lenín Moreno. Más allá de sus
efectos en la coyuntura, se requiere examinar su importancia en la definición de la
política ecuatoriana que se encuentra contextualizada en una situación der
corrupción generalizada en la región.

Para comprender y explicar este fenómeno de corrupción pública se requiere hacer


una disección de la política. Vale decir, examinar su carácter y desentrañar su
modelo y principales componentes sistémicos. En tal s ​ entido​, es necesario
identificar los elementos que han estructurado el poder en relación con la
acumulación en esta década, la misma que ha requerido para su realización de una
determinada forma de estado y régimen político.

Al desentrañar el modelo político de esta forma de gobernar, aparecen de cuerpo


entero las grandes empresas transnacionales y sus relaciones de alto nivel
gubernamental, que actuaron en el campo del extractivismo y la re-primarización de
las economías locales. Sus tentáculos y formas corruptoras se evidenciaron
especialmente en la explotación petrolera y minera, y se extendieron a las
millonarias obras de construcción de presas, represas, plantas hidroeléctricas,
acueductos, poliductos, proyectos de vialidad así como proyectos hidroeléctricos y
termoeléctricos.

Dicha comprensión requiere, por otro lado, examinar el proceso coyuntural del
gobierno de Lenín Moreno en su definición y posición democrática y anti-corrupción,
teniendo en cuenta el contexto internacional que se ha visto matizado por la disputa
hegemónica mundial, con la presencia de China en la región, dando lugar a un
momento y ciertos cambios en el carácter de la dependencia de los países
latinoamericanos.

I. Coyuntura y conflicto

En forma sintética, tres resultados o temas principales arroja la coyuntura del


gobierno de Moreno hasta enero de 2018: la convocatoria a consulta popular y
referéndum, como recurso institucional y democrático para modificar puntualmente
algunos aspectos del régimen político implementado por el anterior mandatario;
luego, el enjuiciamiento penal del vicepresidente Jorge Glas acusado de asociación
ilícita, que pone de manifiesto una relativa disposición e independencia de los
órganos de Justicia; y finalmente, la elección de la vicepresidenta Vicuña para
reemplazar a Jorge Glas.

Estos resultados muestran aspectos decisivos de la configuración política actual del


Ecuador, donde se revelan aspectos relativos a un proceso de recomposición de la
legitimidad gubernamental, un estado de la correlación de fuerzas que ha enfrentado
a un facción reducida del movimiento oficialista Alianza País, dejándoles sin
legalidad y sin posibilidad de actuación política relevante, y además, una suerte de
coincidencias y apoyos de sectores políticos de derecha y de los movimientos
sociales, donde se destacan las organizaciones sindicales e indígenas. No cabe
duda que el apoyo al SI en la consulta y referéndum a realizarse el 4 de febrero de
2018 muestra la capacidad y fuerza del presidente Moreno para dirimir posición y
definir políticas públicas en el futuro inmediato del presente año. Una doble presión y
disputa -así mismo- se ha dado durante este primer periodo de Moreno, referidas a
la división de Alianza País y la presión empresarial y de la derecha política, para
incidir en la toma de medidas económicas neoliberales.

Al desentrañar el modelo político de esta forma de gobernar, aparecen de cuerpo


entero las grandes empresas transnacionales y sus relaciones de alto nivel
gubernamental, que actuaron en el campo del extractivismo y la re-primarización de
las economías locales.

Visto en conjunto, se puede afirmar que estos resultados muestran un proceso de


transición gubernamental que deja previsto lo más importante de la transición del
régimen político, mismo que por la naturaleza de su estructura ha engendrado y
facilitado la corrupción pública, todavía no lo suficientemente investigada y peor
sancionada. En tanto proceso de transición gubernamental se han puesto en juego
estilos de gobernar, límites y posibilidades para superar la etapa correísta en este
nuevo periodo, colocando entonces como dilema determinante del desenlace político
la continuidad o la ruptura, a sabiendas que la categoría transición muestra en el
proceso tanto aquellos aspectos que se mantienen y aun no mueren, como aquellos
que surgen como novedad. Este es al parecer el sentido principal de la coyuntura.[2]

Uno de los aspectos principales que evidenció la coyuntura es la maduración de las


condiciones y los cambios en la correlación de fuerzas institucionales, partidarias, de
la sociedad civil, ideológicas, etc. En este sentido, poco esperó la coyuntura para
poner de manifiesto la correlación de fuerzas expresada en el conflicto y la
contradicción de la escena, principalmente entre los dos sectores de Alianza País, el
uno liderado por Rafael Correa y el otro, representado por el actual Presidente Lenín
Moreno. Antecede a esta significativa tensión la situación que se originó en julio de
2016, en torno a la decisión asumida al interior del movimiento correísta, para definir
las candidaturas a la Presidencia y Vicepresidencia de la República. Efectivamente,
el binomio Moreno - Glas se concretó y terció en las elecciones presidenciales de
2017, habiendo obtenido el triunfo en segunda vuelta.

¿De qué calibre es este conflicto? ¿Es tan solo un “tongo” entre aliados que
circunstancialmente se distancian? ¿Representa un reacomodo de fuerzas
dominantes, como han sostenido algunos analistas? ¿O como dicen otros, es tan
solo una “pelea entre mafias” de Alianza País? ¿O es la coartada para impulsar una
línea política de derecha neoliberal que está al acecho? Finalmente ¿es un conflicto
que revela una tensión estructural del poder y dominio político?
En medio de estos cuestionamientos que han marcado la situación coyuntural
conflictiva caben también otro tipo de preguntas: ¿Se han abierto ciertos resquicios
democráticos que pueden permitir que se modifiquen situaciones anteriores y se
generen procesos democráticos que fortalezcan la organización social y el desarrollo
ideológico-cultural de los sectores subalternos?

Entre otros aspectos, en la coyuntura se ha expresado también de cuerpo entero el


fenómeno de la corrupción tantas veces denunciado en los 10 años anteriores, como
uno de los saldos y manifestaciones más representativas del tipo de ejercicio del
poder en la etapa correísta. Fenómeno que ha sido uno de los ingredientes que ha
gestado la expresión tanto de contradicciones y conflictos al interior del partido
gobernante, como de tensión entre algunas tendencias de la oposición política y el
movimiento social, respecto a Alianza País.

Se observa -por otro lado- que en este momento se ha encarnado un renovado tipo
de legitimidad gubernamental, que ha conducido a limitar la palabra y participación
de la derecha representada por el excandidato presidencial, Guillermo Lasso. Actor
de primera línea en la escena hasta el 2 de abril de 2017 (ballotage) y relativamente
ausente en los avatares presentes. Al mismo tiempo, el Presidente Moreno ha
generado acuerdos estratégicos con otro sector de la derecha situada en Guayaquil
y representada por el alcalde Jaime Nebot.

Lenín Moreno ha logrado morigerar diferencias con las organizaciones sociales y


sindicales, principalmente la CONAIE, al mismo tiempo que ha generado a su favor
una adhesión mayoritaria en Alianza País, donde se debate, según aparece en
escena, el dilema “continuidad” o “ruptura”, entre el correato y el morenismo.

Así mismo, Lenín Moreno ha logrado morigerar diferencias con las organizaciones
sociales y sindicales, principalmente la CONAIE, al mismo tiempo que ha generado a
su favor una adhesión mayoritaria en Alianza País, donde se debate, según aparece
en escena, el dilema “continuidad” o “ruptura”, entre el correato y el morenismo.
Precisamente aquí radicaría el nudo gordiano de la coyuntura y la posibilidad de su
desenlace. Por eso cabe plantearse la cuestión ¿será posible sostener un equilibrio
entre esas fuerzas y dar lugar a una conducción de tipo “bonapartista” que le permita
a Lenín Moreno representar en hábil juego de fintas el uno y el otro aspecto del
dilema sin que se llegue a la plena y total ruptura?

Así mismo, Moreno obtuvo importantes coincidencias y apoyos sociales e


institucionales, como es el caso del espaldarazo de Fuerzas Armadas, por parte del
Jefe del Comando Conjunto, cuando proclamó el respeto militar a la libertad y el
respaldo a la lucha contra la corrupción. El Presidente de la Republica también ha
garantizado -¡sin meter las manos en la justicia!- el respeto a la autonomía
institucional, en las decisiones de la Fiscalía General del Estado, para que se
investigue y sancione a determinados ex funcionarios vinculados a diversos casos
de corrupción.
Ensayando una síntesis de tan intrincada coyuntura, digamos que luego de las
elecciones del 2 de abril de 2017, en los primeros meses de gobierno del nuevo
mandatario se ha configurado una expresión democrática y en consecuencia, se ha
generado un proceso de ruptura que marca la diferencia con las formas autoritarias
de ejercicio del poder, de las que hizo uso y abuso el ex presidente Rafael Correa,
como expresión populista y bonapartista[3] del ejercicio del poder, ejercicio que se
combinó y articuló -como causa y efecto- con la corrupción pública al más alto nivel y
en magnitud inimaginable.

En estas circunstancias coyunturales, la convocatoria a consulta popular para el 4 de


febrero por el Presidente de la República constituye en lo inmediato la “madre de
todas las batallas”, y abre un nuevo momento político. Podría constituirse, en efecto,
en la espada que corte el Nudo Gordiano, de continuidad y/o ruptura. Un nuevo
momento de conflicto político y de resolución de contradicciones. Su comprensión
debe partir –usando el lenguaje médico-de una tomografía, que examine la situación
estructural y permita percibir la situación coyuntural más allá de la radiografía que
deja ver tan solo sus formas aparenciales.

Efectivamente, Lenín Moreno convocó a consulta popular y referéndum, planteando


siete preguntas a la ciudadanía, mismas que acogieron en parte, tímida e
inconsistentemente algunas de las propuestas de los sectores sociales, sindicales,
movimiento indígena y ciudadanos agrupados en colectivos cívicos. En este punto,
la Comisión Anticorrupción sugirió algunas propuestas y conjuntamente con el
colectivo de organizaciones sociales, sus mandantes, participó en movilizaciones
realizadas en todo el Ecuador, coincidiendo con la necesidad de la consulta.

Dos son los énfasis políticos principales puestos en el listado de preguntas


propuestas por el Presidente de la República para la consulta. De un lado, la no
reelección inmediata y la cesación de los integrantes del Consejo de Participación
Ciudadana y Control Social, que serán reemplazados por un Consejo provisional ad
hoc elegido por la Asamblea Nacional de las ternas enviadas por el Presidente de la
República, con el mandato de evaluar y/o reemplazar a las autoridades designadas
en el periodo anterior. De otro lado, se pone énfasis en la pregunta sobre la
reelección inmediata, con lo cual se pretende dar una definitiva estocada a la
posibilidad del retorno de Rafael Correa a la Presidencia de la República, y modificar
uno de los mecanismos y dispositivos del régimen político anterior, abriendo el
camino para decidir sobre las autoridades de control monopolizadas y manipuladas
por la gestión presidencialista del anterior mandatario.

Lo importante es que en la consulta se destaque este importante asunto


ambiental-ecológico que ha permitido formular demandas por parte del movimiento
indígena especialmente el movimiento Ecuarunari.

Adicionalmente, en el listado de preguntas se coloca dos de carácter


ambiental-ecológico. Aquella referida a modificar la explotación al Yasuní, y la otra
relacionada con la restricción a la explotación a la minería en gran escala. Ambas
preguntas han recibido cuestionamientos y se ha planteado ante la Corte
Constitucional un recurso de esclarecimiento, Amicus Curiae (Amigos de la Corte).
En todo caso, lo importante es que en la consulta se destaque este importante
asunto ambiental-ecológico que ha permitido formular demandas por parte del
movimiento indígena especialmente el movimiento Ecuarunari.

Junto con este llamado a consulta y referéndum, en octubre del año pasado, Lenín
Moreno lanzó su Plan de Reactivación Económica, del cual se requiere destacar dos
medidas centrales: el aumento de 22% al 25% del impuesto a la renta a las grandes
empresas, que Correa lo había disminuido en el 3%. Por otro lado, el apoyo y
promoción a la pequeña y mediana empresa, así como la restricción a la importación
de productos de consumo suntuario. En conjunto, estas medidas aquí destacadas
intentan equilibrar, en parte, ciertos desequilibrios del ingreso fiscal a fin de salvar la
grave situación de déficit que soporta la economía, producto de la disminución de los
precios internacionales del petróleo y del aumento del endeudamiento externo
generado por el gobierno anterior.

El mencionado Plan de Reactivación Económica fue modificado por la Asamblea


Nacional y luego de un tira y afloja con asambleístas y sectores empresariales, se lo
aprobó incluyendo en el mismo -entre otras disposiciones de relevancia- la potestad
de los bancos privados de manejar el dinero electrónico. Plan Económico definido
por algunos sectores como “una propuesta sin rumbo”, que deja intocado aspectos
importantes de política económica creados e implementados por Rafael Correa,
asuntos en disputa que deberán volver a debate luego de la consulta del 4 febrero,
cuando retorne a la escena la presión social y los requerimientos neoliberales. En
efecto, en los últimos días se han expresado diversos foros económicos de distinto
signo, donde se destacan posiciones neoliberales ortodoxas y posiciones
heterodoxas que en un dialogo fecundo podrían influir en la definición de la política
económica del gobierno considerando plazos menos coyunturales.

En todo caso, junto con el llamado a consulta popular y referéndum, se ha afianzado


una línea democrática gubernamental coincidente con algunas demandas sociales y
ciudadanas expresadas durante el largo periodo correísta, como es el caso de la
derogatoria del Decreto 16 que restringía la organización de la sociedad civil. Sin
embargo de aquello, han sido postergadas importantes demandas sociales y
democráticas que el gobierno de Moreno ha prometido incluir en próximas medidas e
inclusive en nuevas consultas. Lo cierto es que en principio la convocatoria al 4 de
febrero ha debilitado y desequilibrado a la reacción correísta, al mismo tiempo que
ha neutralizado a los sectores de derecha. Adicionalmente, ha consolidado el apoyo
manifiesto y público de importantes sectores sociales, sindicales, indígenas, así
como de organizaciones ciudadanas, que durante los años anteriores estuvieron
opuestos a Rafael Correa.

Junto con el llamado a consulta popular y referéndum, se ha afianzado una línea


democrática gubernamental coincidente con algunas demandas sociales y
ciudadanas expresadas durante el largo periodo correísta, como es el caso de la
derogatoria del Decreto 16 que restringía la organización de la sociedad civil.

En la línea de modificación de la correlación de fuerzas, Lenín Moreno ingresó en


una franca ofensiva de disputa de la mayoría del bloque legislativo de Alianza País,
al que demandó su apoyo, logrando cooptar a su favor una mayoría significativa del
mismo. Así también, se ha lanzado a disputar la dirección y el control de bastiones
partidarios de base y la cúpula de Alianza País, logrando indudables éxitos en esta
tarea. Moreno ha puesto de manifiesto su disposición a modificar la correlación de
fuerzas en este ámbito donde -en principio- parecía imposible ganar una batalla
dada la fortaleza de la presencia del liderazgo caudillista de Rafael Correa, quien,
por el contrario, ha demostrado tremenda debilidad y decadencia en las últimas
semanas.

Este conjunto de aspectos de la coyuntura han llevado a que la reacción correísta


cuestione al menos dos de las siete preguntas formuladas para la consulta: aquella
de la reelección inmediata y la de la cesación de funcionarios del cuestionado
Consejo de Participación Ciudadana. Más aún, en el trayecto del enfrentamiento con
Lenín Moreno, el correísmo ha tocado fondo pronunciándose por la total oposición a
las siete preguntas con el argumento leguleyo de que en el proceso de aprobación
de la consulta no se cumplieron con todos los requisitos constitucionales. Llamando
a votar por el No. Pronunciamiento que en el fondo evidencia la profundidad de la
disputa del bloque de Alianza País en la Asamblea, del control del partido y su
organización. En esta arena también es posible observar el cambio en la correlación
de fuerzas. Ciertamente hay división en las filas oficialistas, y todo puede terminar
con que en el tránsito de la coyuntura, Lenín Moreno termine recuperando no solo la
dirección nacional del partido y sus bastiones provinciales, sino la mayoría de
asambleísta, que bordea 44 de los 74 integrantes de Alianza País.

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