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EL TINTO AMADO

Hace nueve años, de lunes


a viernes, a las 5,30 de la
mañana, Amado Carrillo un
hombre cincuentón, de cabello
que pinta algunas canas,
madruga para ir a su oficina, la
cual se ubica al frente de la
fachada de los talleres Robledo
s.a una bodega de la
desaparecida Simesa y que
actualmente es parte del museo
de arte moderno
Don Amado y su oficina foto Jorge Suárez

La oficina de Don Amado es una bicicleta con un remolque de color azul y techo rojo,
adaptada como un quiosco tienda, allí vende dulces, cigarrillos y tinto, muchos tintos de
su greca plateada cuando está llena da para unos treinta vasos de tinto. Pero su dueño
no lleva la cuenta precisa de la cantidad que vende diariamente.
La variedad de clientes que se arriman al quiosco son taxistas, secretarias, médicos y
algunos turistas, sus pedidos son tintos oscuros, los cuales se sirven en vasos pequeños
de color verde o vasos con café con leche un poco más grandes de color blanco, pregunta
por la cantidad de azúcar para el café y según la respuesta rasga un tubo y agrega el
contenido.
Acerca de los turistas, Amado dice que
últimamente ve muy pocos por su
quisco que antes veía mucho mochilero
pero que ya no son tantos y que no
logra reconoce a otros turistas.
Una pareja se acerca al quiosco piden
dos cafés con leches, son don Jesús y
Amparo collazos, dos turistas caleños
quienes después de 20 años regresan
a Medellín. Aprovechan y hacen varias
preguntas que lugares turísticos para
visitar la ciudad y que restaurantes
típicos les recomendaba para comer
bandeja paisa. Don amado responde de manera tranquila convirtiéndose de esta manera
en su guía turístico.
Mira, me voy para Medellín.
Don Jesús y Doña Amparo son los padres de la familia
Collazos Barona, unos caleños que viajaron por dieciocho
horas con destino a la capital Antioqueña para pasar sus
vacaciones acompañados por su hija y nieto a quienes traen
para que conozcan de la ciudad, su cultura, su gastronomía y
sus sitios turísticos.
Al llegar a Medellín luego de un viaje de 18 horas, hicieron
una parada al frente de la fachada de los Talleres Robledo s.
a, que pertenecieron a Simesa y en la actualidad, sirven como
entrada al MAMM (Museo de Arte Moderno de Medellín), allí
tomaron un café con leche para el frio en un quiosco
ambulante.
Don Jesús y doña Amparo, realizaron su última visita a la
ciudad hace veinte años. Para ellos regresar a visitar a
Medellín es algo maravilloso, recuerdan que de ese paseo
quedaron cautivados con la calidez de las personas, el clima
y su comida.

La idea de su visita es asistir a lugares como el Parque Botero, el Parque de los pies
descalzos e ir a Guatapé pero en especial quieren conocer el tranvía y de paso visitar a
mercados del tranvía para comerse un delicioso mondongo.
Don Jesús es un enamorado de la culinaria antioqueña, le encanta la típica Bandeja Paisa;
mientras que doña Amparo manifiesta que su preferida es la arepa y el chicharrón, aunque
aclaran que no solo lo “Tradicional” les llama la atención que también les gusta variar la
comida, e incluso consumen mucho la arepa y las empanadas antioqueñas, mezclándolas
con toques del sabor caleño.

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