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Genero. Articulo
Genero. Articulo
En algún momento de nuestra vida ocurre algo que nos sitúa y nos enfrenta en
el mundo. Es quizá cuando nos descubrimos a nosotros mismos o, bien,
empezamos a hacerlo. Establecemos, por ejemplo, nuestra diferencia de
género; comenzamos a identificarnos como hombres o como mujeres;
reconocemos a nuestros padres o notamos su ausencia; preferimos alguna
actividad o no nos gusta hacer nada. En términos generales, adquirimos
nuestra identidad o estamos en constante búsqueda de ella. Nos percatamos
de que estamos incluidos en grupos de parientes, amigos, sociales, en una
nación, en un país. Aparece también nuestra autovaloración, que puede ser
muy elevada o insignificante; sin embargo, es decisiva en nuestras vidas; tiene
que ver con la valoración que recibimos de nuestros padres, de su aceptación o
rechazo; aspectos que delinean nuestra identidad. Entramos en un código
valorativo de nuestro entorno social, sus reglas, su moral, su ética grupal y sus
representaciones simbólicas, en donde se engarzan los significados del mundo
y se convierten en los rostros ocultos de la tradición.
El problema es que los atributos, los roles y los espacios asignados a las
mujeres son menos valorados que los asignados a los hombres, y esta
diferencia se traduce en desigualdades que han pretendido explicarse como
naturales, cuando se explican por la asignación del género. Éste, por tanto, es
una construcción simbólica, establecida sobre los datos biológicos de la
diferencia sexual (Lamas, 1996).
Aunque la realidad social no puede ser abarcada desde una sola perspectiva
teórica, utilizar la categoría género para referirnos a los procesos de
diferenciación, dominación y de subordinación entre los hombres y las mujeres,
nos obliga a remitirnos a construcciones sociales que pueden ser
transformadas a partir del entendimiento de lo subjetivo y de las diversas
formas de interpretación. En esta perspectiva coexisten distintos tipos de
enfoques dentro de un intento común por interpretar el género como un sistema
de relaciones culturales entre los sexos, mediado por la compleja interacción
de un amplio espectro de instituciones económicas, políticas y religiosas
(Lamas, 1996).
Graciela Hierro (2001) profundiza en torno a la ética del placer y señala que el
género es el factor de mayor peso entre los que condicionan y conforman la
doble moral sexual, la cual “se produce porque no existe igualdad política ni
social para los géneros”. Se considera diferente al género masculino del
femenino, ya que éste se registra como inferior en todos los espacios que
suponen jerarquías, considerándose “natural”, moral, prudente, conveniente y
justo en los ámbitos familiar, laboral, social, educativo, político y religioso.
Facio, Alda. 1996. Criminología crítica y enfoques de género. CLADEM, Lima, Perú.
Facio, Alda. 1997. El principio de igualdad ante la ley. Mujer y derechos humanos, Lima, Perú.
Gilligan, Carol. 1994. La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino. Fondo de Cultura
Económica, México.