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Caso judicial tributario: Telefónica vs. Sunat. ¿Es viable arrastrar el saldo a favor
1. Introducción
En este caso se discuten dos aspectos: i) el arrastre del saldo a favor del ejercicio 1998 a
través del ejercicio 1999 (prescrito) para determinar su incidencia en el ejercicio 2000;
y ii) la supuesta pérdida de la denominada «Red Analógica Nortel». El reparo más
importante económica y académicamente es el primero, por ende, procederemos a
analizar dicho caso y dar nuestro punto de vista.
Por las razones antes expuestas, en el presente trabajo estudiaremos los conceptos
claves que permitirán diferenciar la «determinación de la obligación tributaria» de la
«declaración jurada tributaria», así como establecer si los créditos tributarios forman
parte o no de la «determinación de la obligación tributaria», incidiendo concretamente
en la figura jurídica del saldo a favor de ejercicios anteriores.
2. El Tributo
Al respecto, Bravo Cucci[5] puntualiza que: «[…] la obligación tributaria, como hecho
jurídico, es una relación que importa un deber jurídico de prestación de dar una suma
de dinero con carácter definitivo de un sujeto deudor a favor de otro acreedor (quien en
contraposición detenta un derecho subjetivo o crédito tributario), cuya causa fuente es
la incidencia de una norma jurídica en sentido estricto ante la ocurrencia, en el plano
fáctico, de una supuesto de hecho previsto en la hipótesis de incidencia de dicha norma.
La obligación tributaria es un deber jurídico de prestación que no deviene de la
voluntad del deudor tributario (ex voluntate), sino de un fundamento externo a la
misma: una norma jurídica y un hecho imponible (ex lege)».
Sobre el particular, los juristas españoles Martín Queralt, Lozano Serrano y otros[7],
señalan que: «la cuantía a ingresar por un determinado tributo puede no coincidir con
la cuota tributaria, al englobar otros componentes eventuales de la deuda, pero en tal
caso, estos últimos no serán objeto de la obligación tributaria principal, sino de otras
obligaciones materiales surgidas de presupuestos de hecho distintos al hecho
imponible. Con estas precisiones, puede afirmarse que los caracteres de la obligación
tributaria principal son: obligación ex lege, de Derecho público, cuyo objeto consiste
en una prestación patrimonial a favor del ente público, que es la cuota del tributo».
El artículo 2° del CT señala que: «La obligación tributaria nace cuando se realiza el
hecho previsto en la ley, como generador de dicha obligación».
En efecto, para que nazca la obligación tributaria y, por ende, se produzca una relación
jurídica tributaria entre el acreedor y el deudor, es ineludible que acontezca el hecho
imponible. Para ello, es necesario que exista subsunción, es decir, se aprecie el
fenómeno consistente en que un hecho configure rigurosamente la previsión hipotética
de la ley. Después de nacida la obligación tributaria, ésta debe ser cuantificada, por lo
que se hace necesaria su determinación.
Para efectos del presente trabajo, analizaremos brevemente los cuatro aspectos de la
determinación de la obligación tributaria realizada por la Administración. Veamos:
El numeral 88.1 del artículo 88° del CT señala que: «La declaración tributaria es la
manifestación de hechos comunicados a la Administración Tributaria en la forma y
lugar establecidos por Ley, Reglamento, Resolución de Superintendencia o norma de
rango similar, la cual podrá constituir la base para la determinación de la obligación
tributaria. […] Se presume sin admitir prueba en contrario, que toda declaración
tributaria es jurada».
Sobre el particular, Huamaní Cueva[15] dice que: «Uno de los deberes (jurídicos o
legales) más importantes de los deudores tributarios (o, eventualmente, de los
particulares), es la realización (y presentación) de la declaración tributaria. La
declaración tributaria (también denominada declaración jurada tributaria), en general,
es un acto formal por el cual se manifiesta o comunica a la Administración Tributaria
de diversos hechos o datos que permitan determinar la obligación tributaria o conocer
la situación tributaria del deudor tributario. […]».
En ese contexto, la declaración tributaria es concebida como una obligación formal que
contiene principalmente, aunque no exclusivamente, a la determinación de la
obligación tributaria, que es, lógicamente, una obligación sustantiva. Ciertamente, los
datos o cifras que se consignan en la declaración tributaria no solo corresponden a la
determinación de la obligación tributaria sino también a otros conceptos (como son los
créditos tributarios) que son posteriores a ésta, y por supuesto contienen también al
resultado de la liquidación para efectos del pago. Veamos:
Como vemos, no se debe confundir la determinación de la obligación tributaria con
la declaración jurada tributaria, ya que son dos conceptos claramente
diferenciables. Un ejemplo que demuestra ésta clara distinción lo encontramos en el
primer párrafo del artículo 43° del CT cuando establece que: «La acción de la
Administración Tributaria para determinar la obligación tributaria, así como la acción
para exigir su pago y aplicar sanciones prescribe a los cuatro (04) años, y a los seis
(06) para quienes no hayan presentado la declaración respectiva». De este artículo se
desprende notoriamente que para efectos de la prescripción de la acción de la
Administración para determinar la obligación tributaria no importa si existe o no
declaración tributaria, por lo tanto: i) Lo que prescribe no es la declaración tributaria
sino la acción de determinar la obligación tributaria; y, ii) En caso que exista
declaración, dicha prescripción no afectará a los conceptos, datos o cifras que sean
distintos o no pertenezcan a la determinación de la obligación tributaria.
El primer párrafo del artículo 61° del CT establece que: «La determinación de la
obligación tributaria efectuada por el deudor tributario está sujeta a fiscalización o
verificación por la Administración Tributaria, la que podrá modificarla cuando
constate la omisión o inexactitud en la información proporcionada, emitiendo la
Resolución de Determinación, Orden de Pago o Resolución de Multa».
En esa línea, el primer y segundo párrafo de artículos 62° del CT, dispone que: «La
facultad de fiscalización de la Administración Tributaria se ejerce en forma
discrecional, de acuerdo a lo establecido en el último párrafo de la Norma IV del Título
Preliminar, el ejercicio de la función fiscalizadora incluye la inspección, investigación
y el control del cumplimiento de obligaciones tributarias, incluso de aquellos sujetos
que gocen de inafectación, exoneración o beneficios tributarios […]».
Ahora bien, a través del Decreto Supremo Nº 087-2007-EF[17], modificado por Decreto
Supremo N° 207-2012-EF[18], se aprobó el Reglamento del Procedimiento de
Fiscalización de la SUNAT. En su artículo 1º establece que dicho procedimiento se
inicia en la fecha en que surte efectos la notificación al sujeto fiscalizado de la carta que
presenta al agente fiscalizador y el primer requerimiento. El literal ´a´ del artículo 3°
señala que la SUNAT a través de las Cartas comunicará al Sujeto Fiscalizado –entre
otros– si se trata de una fiscalización parcial o definitiva, así como
los períodos y tributos a fiscalizar.
Por otro lado, el artículo 10° del Reglamento del Procedimiento de Fiscalización
establece que: «El Procedimiento de Fiscalización concluye con la notificación de las
resoluciones de determinación y/o, en su caso, de las resoluciones de multa, las cuales
podrán tener anexos».
Por su parte, el artículo 76° del CT señala que: «La Resolución de Determinación es el
acto por el cual la Administración Tributaria pone en conocimiento del deudor
tributario el resultado de su labor destinada a controlar el cumplimiento de las
obligaciones tributarias, y establece la existencia del crédito o de la deuda tributaria».
Con fundamento en lo anterior, podemos afirmar que la Administración Tributaria,
como resultado final del procedimiento de fiscalización, emitirá –de ser el caso– la
Resolución de Determinación correspondiente, la cual deberá contener: i) La
determinación de la obligación tributaria; ii) La existencia o no de créditos por tributos;
y iii) El resultado de la liquidación para efectos del pago, que finalmente revelará la
existencia de saldos a favor del contribuyente o saldos a favor del Estado (deuda
tributaria). Veamos el siguiente gráfico:
En efecto, el literal ´a´ del numeral 2, del artículo 40° del CT, menciona que: «La deuda
tributaria podrá compensarse total o parcialmente con los créditos por tributos,
sanciones, intereses y otros conceptos pagados en exceso o indebidamente, que
correspondan a períodos no prescritos, […] A tal efecto, la compensación podrá
realizarse en cualquiera de las siguientes formas: […] 2. Compensación de oficio por
la Administración Tributaria: a) Si durante una verificación y/o fiscalización
determina una deuda tributaria pendiente de pago y la existencia de los créditos a que
se refiere el presente artículo […]».
En cambio, los «créditos tributarios» constituyen sumas de dinero a favor de éste que
pueden ser aplicados (compensados o arrastrados) de un periodo a otro –de ser el caso-,
y son originados por pagos por tributos, anticipos, pagos en exceso, pagos indebidos o
saldos a favor de ejercicios anteriores. Estos créditos pueden ser sujetos a devolución o
compensación, conforme lo establecen los artículos 39° y 40° del CT, respectivamente.
Efectivamente, según lo dispone el precitado artículo 40°, los créditos pueden ser
compensados de forma automática, de oficio –realizado por la SUNAT– y a pedido de
parte, y de esta manera extinguir la obligación tributaria. Evidentemente, los créditos
tributarios irradian sus efectos, de ser el caso, de un periodo a otro. Al respecto, la
maestra Robles Moreno[19] al comentar este tema señala que: «En relación a la
compensación de oficio, se establece que esta podrá ser efectuada por la
Administración Tributaria cuando en un procedimiento de fiscalización (auditoria
integral) o verificación (comparación) encuentra la existencia de deuda y crédito
tributario».
En cuanto a su prescripción, cabe señalar que el artículo 43° del CT establece que: «La
acción de la Administración Tributaria para determinar la obligación tributaria, así
como la acción para exigir su pago y aplicar sanciones prescribe a los cuatro (4) años,
y a los seis (6) años para quienes no hayan presentado la declaración respectiva.
[…] La acción para solicitar o efectuar la compensación, así como para solicitar la
devolución prescribe a los cuatro (4) años».
Como se observa, nuestro CT, al regular los plazos de prescripción, diferencia
expresamente la prescripción de «la acción determinar la obligación tributaria» de
la «acción para solicitar o efectuar la compensación (crédito tributario)». Sobre esta
última –como ya se dijo-, la Administración, en el marco de un procedimiento de
fiscalización o verificación puede compensar de oficio los créditos a efectos de
extinguir obligaciones tributarias (numeral 2 del artículo 27° del CT).
Sobre el particular, Robles Moreno[20] refiere que: «[…] la deuda tributaria que
tuviese el sujeto pasivo podrá ser compensada, sea total o parcialmente, por la
Administración Tributaria, con los créditos que tuviere a su favor el sujeto
pasivo, siempre que estos créditos no se encuentren prescritos (estos significa que el
sujeto pasivo tiene todavía un crédito a su favor; ya que si este crédito estuviera
prescrito, él no tendría la posibilidad de solicitar la devolución de ese crédito, y menos
aún de pedir la compensación de ese crédito con una deuda tributaria, y en todo caso,
la administración no tiene que otorgarla)».
Ahora, la renta bruta, según el artículo 20° de la LIR, está constituida por el conjunto
de ingresos afectos al Impuesto a la Renta que se obtengan en el ejercicio gravable.
Dicho artículo agrega que cuando tales ingresos provengan de la enajenación de bienes,
la renta bruta estará dada por la diferencia existente entre el ingreso neto total
proveniente de dichas operaciones y el costo computable de los bienes transferidos,
siempre que esté debidamente sustentado con comprobantes de pago, y que el ingreso
neto total resultante de la enajenación de bienes se establecerá deduciendo del ingreso
bruto las devoluciones, bonificaciones, descuentos y conceptos similares que respondan
a las costumbres de la plaza.
A dicha renta neta se suman las adiciones (conceptos reparables o gastos no deducibles)
y se restan las deducciones previstas por ley (artículo 21° del Reglamento[24] de la
LIR), así como las perdidas tributarias compensables de ejercicios anteriores, según lo
estipulado en el artículo 50° de la LIR y artículo 29° de su reglamento, determinando
con ello la renta neta imponible o pérdida, de ser el caso.
iii) Tercer aspecto. - «Señalar la cuantía del tributo». A este último resultado se le
aplica la alícuota (tasa) fijada por ley y se obtiene la «cuantía del tributo, esto es,
del Impuesto a la Renta». El Impuesto calculado puede dar como resultado un impuesto
por pagar o impuesto «cero», en caso de pérdida. Cabe precisar que el artículo 55° de la
LIR establece que el impuesto a cargo de los perceptores de rentas de tercera categoría
domiciliadas en el país se determinará aplicando sobre su renta neta la tasa del 29.50 %.
Conforme al artículo 59° del CT, con la fijación de la cuantía del tributo o Impuesto
culmina la determinación de la obligación tributaria, la cual debe estar debidamente
consignada en la Declaración Jurada Anual del Impuesto a la Renta, que debe ser
presentada por el contribuyente ante la Administración Tributaria en el plazo fijado por
ley. Así lo dispone el artículo 79º de la LIR al señalar que: «Los contribuyentes del
impuesto, que obtengan rentas computables para los efectos de esta ley, deberán
presentar declaración jurada de la renta obtenida en el ejercicio gravable».
Ahora bien, luego de haberse determinado el Impuesto a la Renta, solo para efectos de
la «Declaración, Liquidación y Pago del Impuesto» –así lo denomina expresamente
el Capítulo XI de la LIR-, se deducirán o aplicarán los «créditos» establecidos en el
artículo 88° de la LIR, el cual señala lo siguiente:
a) Las retenciones y las percepciones sufridas con carácter de pago a cuenta sobre las
rentas del ejercicio gravable al que corresponda la declaración. En los casos de
retenciones y percepciones realizadas a sujetos generadores de rentas de tercera
categoría, éstos podrán deducirlas del Impuesto incluso cuando correspondan a rentas
devengadas en ejercicios gravables anteriores al que corresponda la declaración.
b) Los pagos efectuados a cuenta del impuesto liquidado en la declaración jurada y los
créditos contra dicho tributo.
c) Los saldos a favor del contribuyente reconocidos por la SUNAT o establecidos por
el propio responsable en sus declaraciones juradas anteriores como consecuencia de
los créditos autorizados en este artículo, siempre que dichas declaraciones no hayan
sido impugnadas. La existencia y aplicación de estos últimos saldos quedan sujetos a
verificación por parte de la mencionada Superintendencia.
e) Los impuestos a la renta abonados en el exterior por las rentas de fuente extranjera
gravadas por esta Ley, siempre que no excedan del importe que resulte de aplicar la
tasa
Tal como lo establece expresamente el literal ´a´ del artículo 52° del Reglamento de la
LIR, la deducción de créditos se efectuará luego de determinado el Impuesto a la
Renta. Asimismo, este artículo ha establecido que los créditos previstos en el artículo
88º de la LIR, se deducirán del Impuesto determinado en el siguiente orden: i) el crédito
por Impuesto a la Renta de fuente extranjera; ii) el crédito por reinversión; iii) otros
créditos sin derecho a la devolución; iv) el saldo a favor del impuesto de los ejercicios
anteriores; v) los pagos a cuenta del impuesto; vi) el impuesto percibido; vii) el
impuesto retenido; y viii) otros créditos con derecho a devolución.
De ese modo, en primer orden se agotarán los «créditos sin derecho a devolución» y
luego los «créditos con derecho a devolución». Entre los créditos que no están sujetos
a devolución tenemos al Impuesto a la Renta de fuente extranjera, reinversión en
Amazonía, inversión y/o reinversión de la Ley del Libro y otros. Por su parte, podemos
dividir a los créditos que están sujetos a devolución en dos tipos: a) Los generados en
el ejercicio gravable, tales como los pagos a cuenta del impuesto, los impuestos
retenidos y percibidos, el saldo a favor materia de beneficio, la compensación por
ITAN, los pagos indebidos, y otros, y b) Los provenientes de ejercicios anteriores,
que es el denominado «saldo a favor del impuesto de ejercicios anteriores».
Resulta pertinente recalcar que la norma jurídica está estructurada por dos partes
fundamentales, el supuesto de hecho y la consecuencia jurídica. Esta norma tiene la
siguiente estructura lógica: si “P” entonces “q”.
«Artículo 87º.- […] Si el monto de los pagos a cuenta excediera del impuesto que
corresponda abonar al contribuyente según su declaración jurada anual, éste
consignará tal circunstancia en dicha declaración y la SUNAT, previa comprobación,
devolverá el exceso pagado. Los contribuyentes que así lo prefieran podrán aplicar
las sumas a su favor contra los pagos a cuenta mensuales que sean de su cargo, por
los meses siguientes al de la presentación de la declaración jurada, de lo que dejarán
constancia expresa en dicha declaración, sujeta a verificación por la SUNAT».
Para aplicar los créditos tributarios contra los pagos a cuenta de tercera categoría, los
contribuyentes observarán las siguientes disposiciones:
[…]
Así tenemos que la indicada aplicación del saldo pasa de ser facultativo a ser un
«deber» cuando el contribuyente no opta por la devolución, por lo que la aplicación del
saldo deviene en pleno mandato expreso que es de observancia obligatoria, que solo
puede ser dejada sin efecto por disposición expresa de otra norma prevista por una ley,
conforme lo regula el primer párrafo de la Norma VI del Título Preliminar del CT.
Presupuesto:
Enunciado:
Este caso judicial tributaria va ser resuelto dentro de poco por la Sala de Derecho
Constitucional y Social de la Corte Suprema de la República ¿Cómo resolverá la Corte
Suprema esta controversia?
Análisis
Ahora bien todo crédito, al ser un derecho del contribuyen- te, debe estar correctamente
liquidado por este en las declaraciones respectivas, y el plazo que tiene aquel, para so-
licitar su compensación es de cuatro años contados a partir de la fecha en que nace cada
crédito, plazo que se entiende interrumpido cuando el contribuyente solicita una nueva
compensación.