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LA ESTRUCTURA COMTENPORANE DEL DESPOJO

Hubo un tiempo, cuando el imperialismo buscaba ferozmente todas las fuentes posibles de materias
primas, que la industrialización parecía incompatible con los países pobres debido al sistema de
dominación que estaba impuesto. Pero tras la segunda guerra mundial y con el retroceso de los
intereses europeos y el avance del capital norteamericano, se genera un cambio en la dirección de
las inversiones, cada vez más enfocadas en el petróleo y la industria manufacturera.

Las grandes corporaciones extranjeras se apropian de las industrias nacionales, capturan los
mercados por dentro y se adueñan de sus ganancias, para lo cual cuentan con la colaboración de los
gobiernos locales y los organismos internacionales de crédito. Las empresas Latinoamericanas
empiezan a ganar predominio en industrias ya establecidas mientras la inversión norteamericana
aumenta su participación en industrias más dinámicas que requieren mayor grado de nivel
tecnológico.

EL siglo XX no genero una burguesía industrial fuerte, se volvieron simples funcionarios de las
empresas extranjeras. Los capitales extranjeros se concentran fuertemente en América latina, con
un puñado de empresas controlando la mayoría de inversiones, y para estas empresas “la nación no
es una tarea a emprender, ni una bandera a defender, ni un destino a conquistar: la nación es nada
más que un obstáculo a saltar, porque a veces la soberanía incomoda, y una jugosa fruta a devorar”
(Galeano, 1971, p.271).

También cabe destacar que la industria se incorporó de manera brusca al modelo económico
preexistente, generando desigualdades entre diferentes regiones y sectores de los países, como
sucedió durante la industrialización de Brasil.

Por lo general, la industria aterrizó como un avión, sin modificar el


aeropuerto en sus estructuras básicas: condicionada por la demanda de
un mercado interno previamente existente, sirvió a sus necesidades de
consumo y no llegó a ampliarlo en la honda y extensa medida que los
grandes cambios de estructura, de haber ocurrido, hubieran hecho
posible.(Galeano, 1971, p.274)

Hablando de la relación entre los estados y las empresas norteamericanas, una organización que
ayudo a allanar el terreno para las inversiones extranjeras fue el Fondo Monetario Internacional.
Esta organización se proclama como la cura de la enfermedad, cuando en el fondo solo enferma
más a los países en los que actúa, no reduce las desigualdades sino que las agudiza. Liberaliza la
economía y devalúa la moneda. En este tipo de organizaciones, los países pobres se someten a las
medidas dictadas por el FMI en colaboración con el capital norteamericano. Los votos de estas
naciones son vendidos a cambio de favores. El Banco Mundial también obliga a los países a aceptar
acuerdos con las empresas multinacionales, formando parte todo de un sistema que no tiene como
objetivo principal ayudar a los países pobres, sino favorecer en última instancia a las empresas
norteamericanas.

Estados Unidos, promoviendo el libre mercado en Latinoamérica, no predica con el ejemplo. Protege
sus monopolios y aplica un agresivo proteccionismo en sus exportaciones. La industrialización de las
naciones no rompe con la desigualdad, ahora Estados Unidos se centra en exportar productos más
sofisticados a países como México, Argentina o Brasil.
Pero para que el imperialismo norteamericano reine por sobre las naciones latinoamericanas,
debimos estar divididos antes, cuando en la colonia lo que nos falto fue unidad, unidad económica.
Los focos de prosperidad del continente se estructuraron en base a la fragmentación entre ellos. Sin
conseguir una unidad como en el mercado europeo. Se puede notar en la falta de vías terrestres
que conectan a los países, en su mayoría de genera por los puertos.

Referencias:

- Galeano. E. (1971) Las venas abiertas de América Latina, Cuba. Editorial Casa de las
Américas.

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