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Abraham detén el cuchillo…

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21 de septiembre de
2016

El relato hay que entenderlo de su contexto oriental, nos cuenta la historia de un anciano
que viene de Babilonia (Ur) y es llamado por una deidad nueva para él a la tierra de Canaán.

La historia nos cuenta que esta deidad le pide a su hijo. La sorpresa para nosotros, que
somos de una cultura tan diferente, es que este anciano accede sin ningún tipo de
resistencia.

Todos estamos acostumbrados a las predicaciones occidentalizadas sobre este relato, que
la han cargado de emoción y sentimentalismo, hasta nos parece ver al viejito llorando,
gritando y renegando contra Dios. Pero el relato no nos dice eso, al contrario, Abraham sin
reclamo alguno lleva a su hijo al sacrificio.

¿Por qué?

La misma biografía de Abraham nos da la pista, él viene de un contexto pagano en el cual


era muy común para los padres entregar a un hijo a los dioses. Deidades que resguardan
los ciclos naturales que a su vez ayudan a la supervivencia del clan.

En las tribus nómadas o primeros asentamientos de la edad del bronce, las religiones
estaban orientadas a cultos donde las deidades eran las que controlaban las cosechas. Si
había lluvia o inundaciones se entendía que las deidades estaban enojadas, por eso la
necesidad de sangre para aplacar su ira.

Muchas veces, se ofrecían sacrificios humanos para aplacar la ira de los dioses y así
asegurar la estabilidad económica de la tribu o clan.

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La Biblia habla del abominable dios «Moloc» cuya forma era la de un toro y cuyo culto era el
sacrificio de bebes para asegurar las cosechas y evitar las sequías o las inundaciones.

Cuando Dios llama a este anciano, lo llama de un contexto acostumbrado a estas prácticas
infanticidas, por eso este viejo accede a matar a Isaac sin darle más vueltas. Pero cuando
estaba a punto de degollar a su hijo, Dios le ordena que detenga el sacrificio.

Lo interesante del relato, es que en toda la historia de Dios y Abraham, solo es aquí, en el
grito para que detenga el cuchillo, en que sale a escena el nombre de «Jehová».

JHWH (Jehová), aparecerá luego en el «Pentateuco» como el nombre divino que está ligado a
la Liberación. Es el nombre que luego vemos empoderando a Moisés para liberar a Israel de
Egipto.
JHWH es quién libera a este hijo de morir por una racionalidad religiosa-económica.

Religiosa, porque no es un asesinato sino un sacrificio y económica, porque como venimos


diciendo, en el contexto de las tribus orientales de hace 3 mil años, estos sacrificios
intentaban regular los ciclos naturales para así asegurar que la tribu no moriría de hambre.

El viejo detiene el cuchillo, libera a su hijo y luego se le reitera su obediencia, por lo cual es
bendecido.

Abraham es bendecido por obedecer a Dios.

Pero, por obedecer que cosa?

Porque en el relato Dios habla dos veces. La primera, cuando le pide a su hijo para el
sacrificio.La segunda, cuando le pide detener el cuchillo.

Entonces, tenemos dos opciones: Abraham es obediente ¿porque obedece la voz del dios
que como todos los dioses babilonios pedían sacrificar a sus hijos ¿O la voz de este nuevo
dios que impide el derramamiento de sangre de su hijo?

Si el relato no lo muestra regateando con Dios o revelarse contra él, posiblemente, es


porque para Abraham el llamado a sacrificar su propio hijo no es nada nuevo ni increíble, es
lo que todo buen padre hacía en su contexto para asegurar la vida de toda la tribu.

Yo te propongo una lectura diferente.

Yo creo que Abraham es bendecido por sacudirse de esa racionalidad sacrificial y a pesar de
sus paradigmas religiosos, este hombre fue capaz de hacer algo sumamente contracultural,
DETENER EL CUCHILLO Y OBEDECER A ESTE DIOS, QUE A DIFERENCIA DE LOS OTROS
DIOSES PAGANOS, AVALA LA VIDA Y LA DEFIENDE AUN CUANDO ES POR UN TEMA TAN
IMPORTANTE COMO ES LA SUBSISTENCIA DE TODO UN GRUPO HUMANO.

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Aún queda algo inconcluso. Dios le dice a Abraham que lo bendecirá, porque no le negó a
su hijo.

La lectura tradicional, nos ha hecho entender que Dios bendice a Abraham porque estuvo
dispuesto a matar a su hijo por fe. Pero, por el contexto que ya explicamos, me parece que
la bendición de Dios, que es «Descendencia», en el fondo «VIDA», se entiende de esta
manera.
Abraham, al optar por no matar a Isaac, no le niega su hijo «vivo» a este Dios que es VIDA.
Conclusión.

El relato del Génesis, se terminó de estructurar así como lo conocemos, luego del exilio en
Babilonia (siglo VI AC) y su propósito, no es solo ser un relato para tener información sobre
un pasado remoto. Todos estos pasajes fueron recordados por el pueblo Israelita, más que
nada, para el futuro, para la construcción de una sociedad diferente a los grandes imperios
desde donde venían huyendo, Egipto y Babilonia. Este relato específicamente, según
expertos, es un reclamo a los cultos paganos de la época, donde realizaban sacrificios
humanos. Pero qué nos dice hoy.

Para mí, dos cosas importantes:

Primero, hoy como hace miles de años, muchos hijos o jóvenes son sacrificados en el altar
de la religiosidad de sus padres.

Así como Abraham, muchos Padres convencidos de estar obrando bien, movidos por
sinceros deseos religiosos, matan a sus hijos espiritualmente, los vacunan en contra de la
fe.
No es un misterio, ver como muchos jóvenes se van de las iglesias, sin querer saber nada
más sobre Dios, porque fueron aplastados por la asfixiante conducta religiosa de sus Padres
o de creyentes adultos que les rodearon.

Segundo, este relato es un reclamo a esa sociedad sacrificial, que en pos del «progreso» se
deshace de vidas humanas.

¿Cuál es el verdadero costo del progreso, cuando este no está orientado a la dignidad
humana?
Muerte, pobreza, injusticia, violencia, deshumanización.

Hoy, el panorama es desalentador. Millones de niños condenados a la miseria y a morir de


hambre.

Recursos naturales consumidos desmedidamente por un mínimo de la población mundial.


La salud mental de países que se perfilan a ser del «primer mundo» es deplorable, al borde
del desquicio.

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El consumo desmedido del hombre actual lo está llevando a agotar totalmente los recursos
naturales, tanto así, que de aquí a 40 años necesitaremos tres planetas como este para
satisfacer la demanda de la población mundial.

Este «desarrollo» no está llevando al desfiladero. Por eso creo pertinente volver a este relato
y ver cómo sigue gritando al hombre de hoy. Y su grito tiene esta consigna. «Ningún
progreso vale la pena, cuando el costo del tal es la sangre de inocentes»

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