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Egon G. Guba
Yvonna S. Lincoln*
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puede tener poca o nula significación dentro de un punto de vista interno (“emic” -
que opera desde dentro) en los individuos, grupos, sociedades o culturas
estudiados. Así, se afirma que los datos cualitativos son útiles para revelar la
mirada émica: las teorías, para ser válidas, deberían estar cualitativamente
fundamentadas (Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1990). Esta
fundamentación es particularmente crucial en vista del montaje de un criticismo de
la ciencia social, ya que ésta falla en entregar una captación adecuada de las vidas
que discurren por fuera de las corrientes dominantes (el “otro”) o en proveer los
materiales críticos de nuestra cultura occidental (Marcus & Fischer, 1986).
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serie de fundamentos (Bernstein, 1988; Guba, 1990; Hesse, 1980; Lincoln &
Guba, 1985; Reason & Rowan, 1981), pero los principales entre ellos son los que
se enumeran a continuación:2
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Muchas de las objeciones que se enumeran aquí fueron primero enunciadas por los mismos positivistas:
Verdaderamente, debemos afirmar que la posición postpositivista representa un esfuerzo por transformar el
positivismo en maneras que toman en cuenta estas mismas objeciones. La posición positivista ingenua, que va del
siglo XVI al XIX, no es más sustentada por nadie, ni aunque se conozca casualmente estos problemas. Aunque
que concedamos que la posición postpositivista, como la enunciada, por ejemplo, por Denis Philips (1987, 1990a,
1990b) representa una considerable mejoría sobre el positivismo clásico, falla en hacer una ruptura limpia.
Representa más bien un tipo de “control de daños”, más que una reformulación de principios básicos. La noción
de que estos problemas requerían un cambio de paradigma fue reconocida pobremente antes de la publicación del
trabajo señero de Thomas Kuhn, The Structure of Scientific Revolution (1962, 1970), e incluso luego se avanzó
pero lentamente. De cualquier forma, las contribuciones de las críticas pre-khunianas deben ser reconocidas y
aplaudidas.
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comúnmente aceptados son vistos no sólo a través de una teoría-ventana sino a
través de valores-ventana también. La postura libre de valores propia de la
perspectiva aceptada queda así comprometida.
Un paradigma puede ser visto como un set de creencias básicas (o metafísicas) que
tienen que ver con principios últimos o primeros. Representa una cosmovisión que
define, para quien la sostiene, la naturaleza del “mundo”, el lugar del individuo en
ella y la posible relación frente a ese mundo y sus componentes, como por
ejemplo, lo hacen las cosmologías y las teologías. 3Las creencias son fundamentos
en el sentido de que deben ser aceptadas simplemente por la fe (aunque se las
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Robert Stake nos recordó (comunicación personal, 1993) que el paisaje de paradigmas que presentamos aquí no
debería “excluir el punto de vista de que existen mundos dentro mundos, en un proceso sin fin, y cada de ellos
posee su propio paradigma. Los infinitesimales tienen también su propia cosmología”.
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argumente bien): No existe una vía para establecer su veracidad última. Si
existiera, los debates filosóficos reflejados en estas páginas ya habrían sido
resueltos hace milenios.
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o cuantitativos (como análisis de covarianzas). (Y viceversa, la selección de
una metodología de tipo manipulativa —digamos, de laboratorio— implica
la capacidad de ser objetivo y un mundo real que permita esa objetivación=.
La cuestión metodológica no puede reducirse a una cuestión de métodos:
Más bien los métodos deben ajustarse a una metodología predeterminada.
Estas tres cuestiones sirven de principal foco alrededor del cual vamos a analizar
cada uno de los cuatro paradigmas a ser considerados.
Comenzamos nuestro análisis con descripciones de las respuestas que creemos los
proponentes de cada paradigma harían a estas tres cuestiones señaladas antes.
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Estas respuestas (elaboradas por nosotros) se muestran en la Tabla 6.1., que
consiste de tres filas correspondientes a las cuestiones ontológicas,
epistemológicas y metodológicas y cuatro columnas que se refieren a los cuatro
paradigmas en discusión. El término positivismo denota la “perspectiva aceptada”
que ha dominado el discurso formal en la física y las ciencias sociales por 400
años, y el postpositivismo representa esfuerzos de las últimas décadas pasadas por
responder de una forma limitada (es decir, permaneciendo esencialmente dentro de
las creencias básicas del modelo) a las críticas más problemáticas al positivismo.
El término teoría crítica es (para nosotros) un término abarcador, que denota un
grupo de algunos paradigmas alternativos, que aluden adicionalmente (pero no de
forma exclusiva) a neo-marxismo, feminismo, materialismo e investigación
participativa. Verdaderamente, la teoría crítica puede en sí misma dividirse de
forma práctica en tres subcorrientes: el postestructuralismo, el postmodernismo y
una mezcla de ambas. Cualesquiera sean sus diferencias, el presupuesto y punto de
partida común de estas tres variantes es la naturaleza cargada de valor de la
investigación - lo que significa una diferencia de carácter epistemológico. Nuestra
agrupación de estas tres posiciones en una categoría singular requiere un llamado
de atención: No pretendemos hacer justicia a cada punto de vista individual. El
término constructivismo denota un paradigma alternativa cuyo presupuesto y punto
de ruptura inicial es el desplazamiento de una ontología realista a una relativista.
Estas posturas se van a aclarar en las subsiguientes exposiciones.
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aprehensible política, específica
de manera cultural,
imperfecta y económica,
probabilística étnicamente y
por género y
valores;
cristalizada en
el tiempo
Epistemología dualista/objetiv dualismo transaccional/ transaccional/
ista resultados modificado/ subjetivista; subjetivista;
verdaderos objetivista; resultados resultados
crítico mediados por creados
tradición/ valores
comunidad;
resultados
probablemente
verdaderos
Metodología experimental/ experimentos dialógica/ hermenéutica/
manipulativa; modificados/ dialéctica dialéctica
verificación de manipulativa;
hipótesis; multiplicidad
métodos crítica;
cuantitativos falsación de
sintéticos hipótesis;
puede incluir
métodos
cualitativos
Columna 1: Positivismo
Columna 2: Postpositivismo
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Es probable que los practicantes de cada uno de los paradigmas no estén de acuerdo que nuestras síntesis
describan de forma precisa lo que ellos o ellas piensan o hacen. En el trabajo de cada día los cientistas raramente
tienen el tiempo o la inclinación de asentar lo que hacen en términos filosóficos. Tratamos, de cualquier manera,
que estas descripciones sirvan de rápido brochazo, útil, si no en todos los casos, por lo menos a un nivel
individual.
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Ontología: Realismo crítico. Se asume que la realidad existe pero sólo es
aprehensible de manera imperfecta debido básicamente a falencias de los
mecanismos intelectivos del hombre o bien porque los fenómenos naturales no son
controlables. Se etiqueta esta ontología como realismo crítico (Cook & Campbell,
1979) debido a la posición de quienes la proponen, que reclaman que la realidad
sea objeto del más amplio análisis crítico posible con el fin aprehenderla de la
forma más precisa posible (aunque nunca perfectamente).
Ontología: realismo histórico. Se asume una realidad aprehensible, que alguna vez
fue plástica, pero que con el tiempo fue moldeada por una serie de factores
sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género, y se cristalizó
(reificó) en una serie de estructuras que ahora (inapropiadamente) son tomadas
como “lo real”, es decir, como naturales e inmutables. Para todo fin práctico las
estructuras son “reales”, una realidad virtual o histórica.
Epistemología: Transaccional y subjetivista. Se considera que el investigador y el
objeto investigado forman una cadena interactiva, con los valores del investigador
(y de los “otros” en una situación específica) influenciando inevitablemente la
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investigación. Los resultados de ese proceso están mediados por los valores.
Nótese que esta posición desafía de manera efectiva la tradicional distinción entre
ontología y epistemología; lo que puede llegar a conocerse está indisolublemente
entrelazado con la interacción entre un investigador particular y un objeto o grupo
particular. La línea de puntos que separa las filas de la ontología y la
epistemología de la Tabla 6.1 intenta reflejar esta fusión.
Columna 4. Constructivismo
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que la investigación sigue adelante. También desaparece la distinción convencional
entre ontología y epistemología, al igual que en el caso de la teoría crítica.
(Para una mayor explicación acerca del constructivismo véase también Schwandt,
capítulo 7 de este libro).
Ontología
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Es la posición ontológica la que más claramente diferencia el constructivismo de
las otras tres posiciones.
Epistemología
Metodología
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Implicaciones de la posición de cada paradigma sobre temas prácticos
selectivos (filas de la Tabla 6.2)
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investigador más allá de las razonables expectativas del experto competente (Carr
& Kemmis, 1986).
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Teoría crítica. El conocimiento no se acumula en ningún sentido; más bien, crece y
cambia a través de un proceso dialéctico de revisión histórica que orada
continuamente la ignorancia y la falta de entendimiento y engrosa una toma de
conciencia más estructurada. La generalización puede darse cuando la mezcla de
circunstancias y valores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de
género son similares a través de los distintos conjuntos.
Fila 4: ¿Qué criterios son los apropiados para juzgar la bondad o calidad de
una investigación?
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transferibilidad (que equivale a la validez externa), la dependencia (paralelo de la
confiabilidad) y la confirmabilidad (equivalente de la objetividad) (Guba, 1981;
Lincoln & Guba, 1985); y los criterios de la autenticidad, propios de la equidad,
autenticidad ontológica (que expande las construcciones personales), la
autenticidad educativa (permite mejorar la comprensión de las construcciones de
los otros), la autenticidad catalizadora (que simula la acción) y la autenticidad
tácita (que potencia la acción) (Guba & Lincoln, 1989). El primer grupo representa
un primer esfuerzo por resolver el problema de la calidad del constructivismo;
Aunque estos criterios han sido recibidos bien, su paralelismo con los criterios
positivistas los hacen sospechosos. Mientras que el último grupo se sobrepone de
alguna manera a los de la teoría crítica, pero va más allá de ellos, particularmente
los dos de la autenticidad ontológica y educativa. En suma, la cuestión de los
criterios de calidad en el constructivismo de ninguna manera están resueltos de
manera definitiva, más bien necesitan un mayor análisis crítico.
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ética es custodiada formalmente mediante mecanismos externos, tales como
códigos profesionales de conducta y los comités de asuntos humanos. Más aún, la
ontología realista que subyace a estos paradigmas provee una inclinación hacia el
uso de la decepción, la cual, según se argumenta a veces, está justificada para
determinar cómo “las cosas realmente son y funcionan” o por amor a algún “bien
más elevado” o alguna “verdad más clara” (Bok, 1978, 1982; Diener & Crandall,
1978).
Teoría crítica. Las cuestiones éticas son más cercanamente intrínsecas a este
paradigma, en cuanto implica un intento de erosionar la ignorancia y la carencia de
entendimiento y tomar plenamente en cuenta los valores y la situación histórica
concreta del proceso de investigación. Así, existe una propensión moral a que el
investigador sea revelador (en el sentido riguroso de “aprobador totalmente
informado”), más que decepcionante. Por supuesto, estas consideraciones no
impiden una conducta falta de ética, pero proveen algunas barreras que, formando
parte del proceso, la hacen más difícil.
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Teoría crítica. La voz del investigador es la del “intelectual que transforma”
(Giroux, 1988), quien posee una conciencia expandida y por eso está en posición
de confrontar a la ignorancia y la falta de entendimiento. El cambio se facilita
cuando los individuos desarrollan una mayor conciencia acerca de las condiciones
realmente existentes de su situación (la naturaleza y el grado de su explotación) y
son estimulados para actuar sobre ella.
Teoría crítica y constructivismo. Los que se inician deben, primero que todo,
resocializarse respecto de su temprana y normalmente intensa exposición al punto
de vista perceptivo de la ciencia. Esta resocialización no puede elaborarse de
forma más compleja sin un aprendizaje de las posiciones y técnicas del positivismo
y el postpositivismo. Los estudiantes deben llegar a apreciar las diferencias de
paradigmas (resumidas en la Tabla 6.1) y, en ese contexto, manejar con maestría
tanto los métodos cualitativos como los cuantitativos. Lo primero es esencial
debido a su papel en la implementación de metodologías dialógico-dialécticas y
hermenéutico-dialécticas; y lo último también, porque pueden desempeñar un rol
útil de información acerca de todos los paradigmas. También se les debe ayudar a
entender la historia y estructura social, política, cultural, económica, étnica y de
género que sirve de contexto a sus investigaciones; asimismo, tienen que
incorporar en su trabajo los valores del altruismo y el fortalecimiento del poder en
los otros.
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Fila 9: ¿Están estos paradigmas necesariamente en conflicto? ¿Es posible
acomodar estos diversos rasgos en una estructura conceptual única?
Teoría crítica y constructivismo. Los que proponen estos dos paradigmas están
unidos en afirmar una básica in-conmensurabilidad de los paradigmas (aunque
estén de acuerdo en que el positivismo y el postpositivismo sean conmensurables
entre sí, al igual que la teoría crítica y el constructivismo, también entre sí). Se
asumen las creencias básicas de los paradigmas como contradictorias entre sí. Para
los constructivistas o bien existe una realidad “real” o no (aunque uno podría
desear resolver este problema de manera diferente, es decir, considerando la esfera
de la física versus la humana), y así el constructivismo y el
positivismo/postpositivismo no pueden ensamblarse lógicamente de ninguna
manera, tal como, digamos, la idea de un mundo plano con la de uno redondo. Para
los teóricos críticos y constructivistas la investigación es o bien libre de valores o
no lo es; de nuevo, juntar ambas cosas es lógicamente imposible. El realismo y el
relativismo, la libertad de valores y el ajustarse a valores no pueden coexistir
internamente en ningún sistema metafísico consistente, toda vez que cada uno de
los paradigmas estipula haber encontrado esa condición esencial de consistencia en
sí mismo. La resolución de este dilema necesariamente deberá esperar la aparición
de un meta-paradigma que supere los viejos, y los haga no menos verdaderos sino
simplemente irrelevantes.
Fila 10: ¿Cuál de los paradigmas ejerce hegemonía sobre los demás?, es decir,
¿cuál tiene una influencia predominante?
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publicaciones, los recursos de las fundaciones, los mecanismos de promoción y
tenencia, los comités de disertación y otros recursos de poder e influencia. Eran, al
menos hasta los 80, el grupo “in” y continúan representando la voz más fuerte en
la toma de decisiones profesionales.
Conclusión
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