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Competencia de paradigmas en la investigación cualitativa

Egon G. Guba
Yvonna S. Lincoln*

Traducción: Mario E. Perrone

EN este capítulo* analizamos cuatro paradigmas que corrientemente se hallan en


competencia o que han competido hasta hace muy poco tiempo por ser aceptados
como paradigma de elección para dar forma y guiar la investigación, en especial la
investigación cualitativa: el positivismo, el postpositivismo, la teoría crítica y las
posiciones ideológicas afines, y el constructivismo. Somos conscientes de
antemano de nuestro compromiso con el constructivismo (al que inicialmente se lo
llamó como “investigación naturalista”; Lincoln & Guba, 1985); el lector puede
tener este hecho en cuenta para juzgar lo apropiado y útil de nuestro análisis.
Aunque el título de este libro, Handbook of Qualitative Research, implica que el
término cualitativo es un término paraguas, superior al término paradigma (y, en
verdad, su uso es bastante común), nuestra posición es que se trata de un término
que debería reservarse para una descripción de tipos de métodos. Desde nuestra
perspectiva, tanto los métodos cualitativos como los cuantitativos, deben usarse
apropiadamente con cualquier paradigma de investigación. Las cuestiones de
método son secundarias a las cuestiones de paradigma, al que definimos como el
sistema básico de creencias o cosmovisión que guía al investigador, no sólo en las
elecciones de método sino también en los caminos fundamentales de tipo
ontológico y epistemológico.
Ciertamente el caso es que el interés en los paradigmas alternativos ha sido
estimulado por la creciente insatisfacción frente al evidente y excesivo énfasis en
los métodos cuantitativos. Pero como los esfuerzos se hicieron para construir un
caso con renovado interés en las aproximaciones de tipo cualitativo, llegó a ser
evidente que los presupuestos metafísicos que subyacían al paradigma
convencional (la “perspectiva aceptada” [received view]) debían ser seriamente
cuestionados. Entonces, el énfasis de este capítulo se pone en los paradigmas, sus
presupuestos y las implicaciones de esos presupuestos para una variedad de temas
de investigación, no en la relativa utilidad de los métodos cualitativos versus los
*
Guba, E. G. y Lincoln, Y. S. (1994) “Competing Paradigms in Qualitative Research” en Denzin, N. K. y Lincoln, Y.
S. (eds.) Handbook of Qualitative Research. California: Sage Publications.
*
NOTA DE LOS AUTORES: Estamos muy agradecidos a Henry Giroux y Robert Stake por sus críticas muy
útiles de una primera redacción de este capítulo.
1
cuantitativos. De cualquier modo, así como las discusiones acerca de
métodos/paradigmas en la década pasada a menudo comenzaban con una
consideración acerca de los problemas asociados a la sobrecuantificación, nosotros
también comenzaremos ahí, trasladándonos posteriormente a nuestro interés
predominante.

La distinción entre cuantitativo y cualitativo

Históricamente ha habido un fuerte énfasis en la cuantificación científica. La


matemática es a menudo llamada la “reina de las ciencias” y aquellas ciencias,
como la física y la química, que se prestan especialmente a la cuantificación, son
generalmente conocidas como “duras”. Suele referirse a áreas menos
cuantificables, como la biología (aunque esto está cambiando rápidamente) y
particularmente a las ciencias sociales, como “blandas”, menos como un intento
peyorativo que para señalar su (aceptada) imprecisión y falta de confiabilidad. Se
cree comúnmente que la madurez científica surge con el grado de cuantificación
que se encuentra en el desarrollo de un campo dado.
Que este sea el caso es fuertemente sorprendente. La “perspectiva aceptada” de la
ciencia (el positivismo, que se transformó a lo largo del curso de este siglo en
postpositivismo: véase más adelante) se enfoca en el esfuerzo por verificar
(positivismo) o demostrar la falsedad (postpositivismo) de una hipótesis previa,
expresada más convenientemente como proposiciones matemáticas (cuantitativas)
o proposiciones que pueden ser fácilmente transformadas en precisas fórmulas
matemáticas que expresen relaciones funcionales. La precisión de las fórmulas
tiene una enorme utilidad cuando el objeto de la ciencia es la predicción y control
de fenómenos naturales. Más aún, hoy se dispone de un poderoso inventario de
modelos matemáticos y estadísticos. Finalmente, existe una convicción muy
extendida de que, en última instancia, solamente los datos cuantitativos
son válidos o de alta calidad (Sechrest, 1992).
Se le atribuye a John Stuart Mill (1843/1906) haber sido el primero en impulsar a
los cientistas sociales a emular a sus primos más viejos, más “duros”, prometiendo
que si su consejo era tomado en cuenta, tendría lugar una rápida maduración de
estos campos, del mismo modo que su emancipación de las estrecheces filosóficas
y teológicas que las limitaban. Los cientistas sociales tomaron su consejo
seriamente (probablemente en un grado que sorprendería grandemente a Mill, si
viviera hoy) también por otras razones. Ellos eran los “nuevos chicos en la
cuadra”1: si la cuantificación llevaba al cumplimiento de la promesa de Mill, el
status y la influencia política podrían llevar a beneficiar enormemente a los nuevos
1
“New kids on the blocks”.
2
practicantes de las ciencias sociales. La imitación permitiría llevar tanto hacia una
mayor aceptación como a un conocimiento más válido.

Críticas de la perspectiva aceptada

De cualquier forma, en años recientes han surgido fuertes presiones en contra de la


cuantificación. Dos críticas, una interna al paradigma convencional (esto es, en
términos de los presupuestos metafísicos que definen la naturaleza de la
investigación positiva) y otro externo a él (es decir, en términos de aquellos
presupuestos que definen paradigmas alternativos) han sido montados de tal
manera que parece no sólo autorizar una reconsideración de la utilidad de los datos
cualitativos, sino que cuestionan los fundamentos mismos sobre los que se ha
basado la supuesta superioridad de la cuantificación.

Críticas internas (Intraparadigma)

Una variedad de problemas implícitos han salido a la superficie para desafiar el


saber convencional. He aquí la descripción de algunos de ellos:

Despojar de contexto. Las aproximaciones cuantitativas precisas, que se enfocan


en un seleccionado conjunto de variables, necesariamente “despoja” de
consideración, a través de controles apropiados y aleatoriedad, otras variables que
existen en el contexto, que podrían alterar grandemente los resultados, si se les
permitiera ejercer sus efectos. Más aún, tales diseños excluyentes, al tiempo que
incrementan el rigor teórico de un estudio, restan valor a su relevancia, es decir, su
aplicabilidad o generalización, porque sus resultados pueden ser aplicados
apropiadamente sólo en otras situaciones limitadas de manera similar o despojadas
del contexto (otro laboratorio, por ejemplo). Los datos cualitativos, se argumenta,
tienen la capacidad de reparar este desbalance proveyendo información de tipo
contextual.

Exclusión de significado y propósito. A la conducta humana, a diferencia de los


objetos físicos, no se la puede entender sin referencia al significado y los
propósitos con que los actores humanos desarrollan sus actividades. Los datos
cualitativos, se asevera, pueden proveer una rica intuición y comprensión de la
conducta humana.

Disyunción entre teorías generales y contextos locales: El dilema externo/interno.


La teoría externa (“étic” - que actúa desde afuera) que brinda el soporte a una
indagación por parte del investigador (o la hipótesis propuesta para ser testeada)

3
puede tener poca o nula significación dentro de un punto de vista interno (“emic” -
que opera desde dentro) en los individuos, grupos, sociedades o culturas
estudiados. Así, se afirma que los datos cualitativos son útiles para revelar la
mirada émica: las teorías, para ser válidas, deberían estar cualitativamente
fundamentadas (Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1990). Esta
fundamentación es particularmente crucial en vista del montaje de un criticismo de
la ciencia social, ya que ésta falla en entregar una captación adecuada de las vidas
que discurren por fuera de las corrientes dominantes (el “otro”) o en proveer los
materiales críticos de nuestra cultura occidental (Marcus & Fischer, 1986).

Inaplicabilidad de datos generales a casos individuales. A veces se describe este


problema como la disyunción nomotética/ideográfica. Las generalizaciones,
aunque quizá resulten estadísticamente significativas, no tienen aplicabilidad en el
caso individual (por ejemplo, el hecho de que en un grupo dado el 80% de
individuos presenten síntomas de cáncer de pulmón es, en el mejor de los casos,
una evidencia incompleta de que un paciente particular de ese mismo grupo,
presentando esos mismos síntomas, tenga cáncer de pulmón). Por eso, se sostiene
que los datos cualitativos pueden ayudar a evitar este tipo de ambigüedades.

Exclusión de la dimensión del descubrimiento en la indagación. El énfasis


convencional en la verificación de hipótesis específicas a priori resta importancia a
la fuente de aquellas hipótesis, usualmente logradas mediante lo que comúnmente
se denomina proceso de descubrimiento. En la perspectiva aceptada solamente la
indagación empírica se reserva el derecho a ser llamada “ciencia”. De esta forma,
la metodología de tipo normativo y cuantitativo se arroga ese privilegio por encima
de las intuiciones de quienes piensan de forma creativa y divergente. Se espera que
la apelación a inputs de tipo cualitativo puede revertir este desbalance.

Críticas externas (extraparadigma)

Los problemas intraparadigma puestos de relieve antes ofrecen un desafío de peso


a la metodología convencional, pero pueden ser eliminados, o al menos
aminorados, por un mayor uso de los datos cualitativos. Muchos críticos de la
perspectiva aceptada se sienten satisfechos y se detienen en este punto: De ahí en
más muchos de los reclamos de más inputs de tipo cualitativo se han limitado a
estos métodos y a estos niveles de acomodación. Sin embargo, se ha levantado un
desafío de mayor peso por parte de los críticos que han propuesto paradigmas
alternativos. Estos involucran no sólo una cualificación de las aproximaciones,
sino al mismo tiempo ajustes fundamentales en los presupuestos básicos que guían
la investigación. Su rechazo de la perspectiva aceptada puede justificarse en una

4
serie de fundamentos (Bernstein, 1988; Guba, 1990; Hesse, 1980; Lincoln &
Guba, 1985; Reason & Rowan, 1981), pero los principales entre ellos son los que
se enumeran a continuación:2

La carga de valor de los hechos. Las aproximaciones convencionales a la


investigación que involucran la verificación o falsación de hipótesis asume la
independencia de lenguajes teóricos y observacionales. Si una indagación busca
ser objetiva, las hipótesis deben establecerse en forma independiente de los hechos
que son recolectados para testearlas. Pero parece establecido más allá de toda
objeción que las teorías y los hechos son bastante interdependientes —vale decir,
estos hechos son hechos solamente dentro de una estructura teórica. De esta
manera, un presupuesto fundamental de la perspectiva aceptada está expuesto a la
duda. Si las hipótesis y las observaciones no son independientes, los “hechos”
pueden ser vistos solamente a través de una “ventana” teórica y la objetividad
queda minada.

La indeterminación de la teoría. Este problema es también conocido como el


problema de la inducción. No sólo los hechos están determinados por la teoría-
ventana a través de la que uno los mira, sino diferentes teorías-ventana deben estar
igualmente basadas en el mismo conjunto de “hechos”. Aunque pueda ser posible,
dada una teoría coherente, derivar por deducción qué hechos deben existir, nunca
es posible, dado un coherente grupo de hechos, arribar por inducción a una única,
ineluctable teoría. En verdad, ésta es una dificultad que guió a filósofos como
Popper (1968) a rechazar la noción de la teoría de la verificación en favor de la
noción de teoría de la falsación. Allí donde un millón de cisnes blancos nunca
pueden establecer, con absoluta certeza, la proposición de que todos los cisnes son
blancos, uno sólo que sea negro puede falsificarla o falsearla completamente. La
posición histórica de que la ciencia puede, por sus métodos, converger en última
instancia sobre la verdad “real” queda tajantemente cuestionada.

La carga de valor de los hechos. Puesto que teorías y hechos no son


independientes, al igual que valores y hechos, bien puede argumentarse que las
teorías son en sí mismas proposiciones de valores. De esta manera, “hechos”

2
Muchas de las objeciones que se enumeran aquí fueron primero enunciadas por los mismos positivistas:
Verdaderamente, debemos afirmar que la posición postpositivista representa un esfuerzo por transformar el
positivismo en maneras que toman en cuenta estas mismas objeciones. La posición positivista ingenua, que va del
siglo XVI al XIX, no es más sustentada por nadie, ni aunque se conozca casualmente estos problemas. Aunque
que concedamos que la posición postpositivista, como la enunciada, por ejemplo, por Denis Philips (1987, 1990a,
1990b) representa una considerable mejoría sobre el positivismo clásico, falla en hacer una ruptura limpia.
Representa más bien un tipo de “control de daños”, más que una reformulación de principios básicos. La noción
de que estos problemas requerían un cambio de paradigma fue reconocida pobremente antes de la publicación del
trabajo señero de Thomas Kuhn, The Structure of Scientific Revolution (1962, 1970), e incluso luego se avanzó
pero lentamente. De cualquier forma, las contribuciones de las críticas pre-khunianas deben ser reconocidas y
aplaudidas.
5
comúnmente aceptados son vistos no sólo a través de una teoría-ventana sino a
través de valores-ventana también. La postura libre de valores propia de la
perspectiva aceptada queda así comprometida.

La naturaleza interactiva de la díada investigador-investigado. La perspectiva


aceptada en la ciencia imagina al investigador como si estuviera parado detrás de
un espejo de una sola dirección, observando los fenómenos naturales tal como
suceden y registrándolos objetivamente. El investigador (usando metodologías
apropiadas) no influencia sobre los fenómenos ni viceversa. Pero la evidencia, tal
como lo demuestran el principio de indeterminación de Heisenberg y el de
complementariedad de Bohr han hecho añicos este ideal en las ciencias duras
(Lincoln & Guba, 1985); debe existir aún un mayor escepticismo para las ciencias
sociales. Verdaderamente, la noción de que los descubrimientos se crean a través
de la interacción entre investigador y fenómeno (que habitualmente, en las ciencias
sociales, se trata de gente) es a menudo una descripción más plausible del proceso
investigativo que la noción de que los hallazgos se descubren a través de
observaciones objetivas “tal como ellas son y trabajan realmente”.

Las críticas intraparadigma, aunque exponen muchos problemas inherentes en la


perspectiva aceptada y, en verdad, propone algunas respuestas útiles a ellos, son
de cualquier forma de mucho menor interés —o peso— que las críticas
extraparadigma, que erigen problemas de tal consecuencia que la perspectiva
aceptada queda ampliamente cuestionada. Se han propuesto algunos paradigmas
alternativos, algunos de los cuales descansan en presupuestos bastante poco
convencionales. Es útil, de todos modos, indagar acerca de la naturaleza de los
paradigmas y qué es lo que distingue un paradigma de indagación de otro.

La naturaleza de los paradigmas

Paradigmas como sistemas básicos de creencias, basados en presupuestos


ontológicos, epistemológicos y metodológicos

Un paradigma puede ser visto como un set de creencias básicas (o metafísicas) que
tienen que ver con principios últimos o primeros. Representa una cosmovisión que
define, para quien la sostiene, la naturaleza del “mundo”, el lugar del individuo en
ella y la posible relación frente a ese mundo y sus componentes, como por
ejemplo, lo hacen las cosmologías y las teologías. 3Las creencias son fundamentos
en el sentido de que deben ser aceptadas simplemente por la fe (aunque se las

3
Robert Stake nos recordó (comunicación personal, 1993) que el paisaje de paradigmas que presentamos aquí no
debería “excluir el punto de vista de que existen mundos dentro mundos, en un proceso sin fin, y cada de ellos
posee su propio paradigma. Los infinitesimales tienen también su propia cosmología”.
6
argumente bien): No existe una vía para establecer su veracidad última. Si
existiera, los debates filosóficos reflejados en estas páginas ya habrían sido
resueltos hace milenios.

Los paradigmas de investigación definen para los investigadores aquello que


tienen entre manos y qué cae dentro y fuera de los límites de una indagación
legítima. Las creencias básicas que definen los paradigmas de indagación pueden
resumirse por las respuestas que den los proponentes de un paradigma dado a tres
preguntas fundamentales, que están interrelacionadas de tal modo que la respuesta
que se dé a cada una de ellas, tomadas en cualquier orden, circunscribe cómo
deben ser respondidas las otras. Hemos seleccionado un orden que creemos refleja
una primacía lógica (si es que no necesaria):

1. La cuestión ontológica. ¿Cuál es la forma y naturaleza de la realidad y, en


consecuencia, qué es lo que podemos conocer acerca de ella? Por ejemplo,
si se asume un mundo “real”, lo que puede conocerse acerca de él es “cómo
son realmente las cosas” y “cómo trabajan realmente las cosas”. En
consecuencia, solamente resulta admisible este tipo de cuestiones
relacionadas a los problemas de la existencia “real” y la acción “real”; otras
preguntas, que conciernan a problemas de significación moral o estética
caen por fuera del reino de la indagación científica legítima.

2. La cuestión epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre el que


conoce o el que debería conocer y lo que puede ser conocido? La respuesta
que se pueda dar a esta pregunta está limitada por la respuesta dada antes a
la cuestión ontológica; es decir, no es que ahora se pueda postular
“cualquier” relación. Asi, por ejemplo, si se asume una realidad “real”,
entonces la postura del conocedor deberá ser aquella de una ligazón objetiva
o libre de valores en orden a dejarlo en capacidad de descubrir “cómo son
realmente las cosas” y “cómo trabajan las cosas en realidad”. (Y viceversa,
el presupuesto de una posición objetivista implica la existencia de un mundo
“real” cognoscible objetivamente).

3. La cuestión metodológica. ¿Cómo puede el investigador (quien debe conocer)


encontrar aquello que él o ella creen que debe ser conocido? Nuevamente, la
respuesta a esta pregunta está condicionada por las respuestas a las dos
preguntas anteriores; es decir, no es que cualquier metodología sería la
apropiada. Por ejemplo, una realidad “real” perseguida por un investigador
“objetivo” impone control sobre los posibles factores que tiendan a
perturbar, ya sea que utilice métodos cualitativos (digamos, observacionales)

7
o cuantitativos (como análisis de covarianzas). (Y viceversa, la selección de
una metodología de tipo manipulativa —digamos, de laboratorio— implica
la capacidad de ser objetivo y un mundo real que permita esa objetivación=.
La cuestión metodológica no puede reducirse a una cuestión de métodos:
Más bien los métodos deben ajustarse a una metodología predeterminada.

Estas tres cuestiones sirven de principal foco alrededor del cual vamos a analizar
cada uno de los cuatro paradigmas a ser considerados.

Los paradigmas como construcciones humanas

Hemos puesto de relieve recién que los paradigmas, como un conjunto de


creencias fundamentales, no están sujetos a comprobación en un sentido
convencional: No hay forma de poner uno por encima de otro sobre la base de
criterios últimos, fundacionales. (Deberíamos notar, de todos modos, que este
estado de la situación no nos destina a una posición radicalmente relativista: véase
Guba, 1992). En nuestra opinión, cualquier paradigma dado representa
simplemente el más elaborado e informado punto de vista que sus proponentes
estan en capacidad de argumentar, una vez elegido el camino para responder a esas
tres cuestiones definitorias. Y sostenemos que, en todos los casos, estas respuestas
son construcciones humanas; vale decir, se trata de invenciones de la mente
humana y, por tanto, materia de posible error humano. Ninguna construcción es o
puede resultar incontrovertiblemente correcta; quienes invocan una construcción
particular deben confiar más en la persuasión y la utilidad más que en las pruebas
para argüir respecto de su posición.
Lo que es cierto de los paradigmas es también cierto de nuestro propio análisis.
Todo lo que digamos subsecuentemente es también una construcción humana:
nuestra construcción. El lector no está obligado a aceptar nuestro análisis, o
nuestros argumentos, sobre la base de una lógica incontestable o una evidencia
indisputable: Sólo podemos esperar ser persuasivos y demostrar la utilidad de
nuestra posición dirigida —podríamos decir— a la arena de la política pública
(Guba & Lincoln, 1989; House, 1977). Sólo nos limitamos a pedirle al lector que
suspenda su incredulidad hasta que nuestros argumentos se completen y puedan
ser juzgados como un todo.

Las creencias básicas de la perspectiva aceptada y de los paradigmas


alternativos

Comenzamos nuestro análisis con descripciones de las respuestas que creemos los
proponentes de cada paradigma harían a estas tres cuestiones señaladas antes.

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Estas respuestas (elaboradas por nosotros) se muestran en la Tabla 6.1., que
consiste de tres filas correspondientes a las cuestiones ontológicas,
epistemológicas y metodológicas y cuatro columnas que se refieren a los cuatro
paradigmas en discusión. El término positivismo denota la “perspectiva aceptada”
que ha dominado el discurso formal en la física y las ciencias sociales por 400
años, y el postpositivismo representa esfuerzos de las últimas décadas pasadas por
responder de una forma limitada (es decir, permaneciendo esencialmente dentro de
las creencias básicas del modelo) a las críticas más problemáticas al positivismo.
El término teoría crítica es (para nosotros) un término abarcador, que denota un
grupo de algunos paradigmas alternativos, que aluden adicionalmente (pero no de
forma exclusiva) a neo-marxismo, feminismo, materialismo e investigación
participativa. Verdaderamente, la teoría crítica puede en sí misma dividirse de
forma práctica en tres subcorrientes: el postestructuralismo, el postmodernismo y
una mezcla de ambas. Cualesquiera sean sus diferencias, el presupuesto y punto de
partida común de estas tres variantes es la naturaleza cargada de valor de la
investigación - lo que significa una diferencia de carácter epistemológico. Nuestra
agrupación de estas tres posiciones en una categoría singular requiere un llamado
de atención: No pretendemos hacer justicia a cada punto de vista individual. El
término constructivismo denota un paradigma alternativa cuyo presupuesto y punto
de ruptura inicial es el desplazamiento de una ontología realista a una relativista.
Estas posturas se van a aclarar en las subsiguientes exposiciones.

TABLA 6.1. Creencias básicas (Metafísicas) de paradigmas de perspectiva


aceptada e investigación alternativa

Item Positivismo Postpositivis Teoría crítica Constructivis


mo mo
Ontología realismo realismo realismo Relativismo
ingenuo crítico histórico realidades
realidad “real” realidad “real”, realidad virtual construidas de
y aprehensible pero sólo formada social, forma local y

9
aprehensible política, específica
de manera cultural,
imperfecta y económica,
probabilística étnicamente y
por género y
valores;
cristalizada en
el tiempo
Epistemología dualista/objetiv dualismo transaccional/ transaccional/
ista resultados modificado/ subjetivista; subjetivista;
verdaderos objetivista; resultados resultados
crítico mediados por creados
tradición/ valores
comunidad;
resultados
probablemente
verdaderos
Metodología experimental/ experimentos dialógica/ hermenéutica/
manipulativa; modificados/ dialéctica dialéctica
verificación de manipulativa;
hipótesis; multiplicidad
métodos crítica;
cuantitativos falsación de
sintéticos hipótesis;
puede incluir
métodos
cualitativos

Es necesario mencionar dos importantes advertencias. Primero, que aunque


estamos inclinados a creer que los paradigmas que estamos por describir pueden
ser significativos incluso para el reino de las ciencias físicas, aquí no vamos a
defender esa creencia. En consecuencia, nuestros comentarios siguientes deberán
entenderse dentro del límite de las ciencias sociales solamente. En segundo lugar,
debemos hacer notar que, excepto el positivismo, los paradigmas que se discuten
se encuentran en estadio de formación; no se ha alcanzado una concordancia final
incluso entre sus mismos proponentes, acerca de definiciones, significados e
implicaciones. De ahí que nuestra discusión debería considerarse como tentativa y
materia de una posterior revisión y reformulación.
En primer lugar, vamos a describir las tres grandes columnas de la Tabla 6.1. para
ilustrar las posiciones de cada paradigma con respecto a las tres cuestiones
planteadas, y seguiremos viendo las filas transversales para comparar y contrastar
10
las posiciones de los paradigmas.4Las limitaciones de espacio nos hacen imposible
desarrollar nuestras aseveraciones en profundidad. El lector podrá encontrar otras
evidencias, en pro o en contra, en otros capítulos de este volumen, particularmente
en los capítulos 7 al 11.

Análisis intraparadigmas (Columnas de la Tabla 6.1)

Columna 1: Positivismo

Ontología: Realismo (comúnmente llamado “realismo ingenuo”). Se supone que


existe una realidad aprehensible, que actúa bajo mecanismos y leyes naturales
inmutables. El conocimiento acerca de “la manera de ser de las cosas” se sintetiza
convencionalmente en la forma de generalizaciones libres de tiempo y contexto,
algunas de las cuales toman la expresión de leyes de causa-efecto. La investigación
puede, en principio, converger sobre el “verdadero” estado del asunto. La posición
básica de este paradigma se dice que es tanto reduccionista como determinista
(Hesse, 1980).

Epistemología: dualista y objetivita. Se presupone que el investigador y el


“objeto” investigado son entidades independientes, y que el investigador es capaz
de estudiar su objeto sin influenciarlo ni ser influenciado por él. Cuando se
reconoce o se sospecha de alguna influencia en cualquier dirección (amenazas a la
validez), se siguen varias estrategias para reducira o eliminarla. La investigación se
establece al modo de un espejo de una sola dirección. Se impide la influencia de
valores e inclinaciones en los resultados, en tanto y en cuanto se siguen
rigurosamente los procedimientos prescritos. Los resultados son replicables y, de
hecho, “verdaderos”.

Metodología: Experimental y manipulativa. Preguntas y/o hipótesis se establecen


en forma proposicional y tematizadas en tests empíricos para ser verificados;
posibles condiciones que puedan confundir el proceso de investigación deben ser
controladas (manipuladas) cuidadosamente para impedir que los resultados sean
influenciados de forma inapropiada.

Columna 2: Postpositivismo

4
Es probable que los practicantes de cada uno de los paradigmas no estén de acuerdo que nuestras síntesis
describan de forma precisa lo que ellos o ellas piensan o hacen. En el trabajo de cada día los cientistas raramente
tienen el tiempo o la inclinación de asentar lo que hacen en términos filosóficos. Tratamos, de cualquier manera,
que estas descripciones sirvan de rápido brochazo, útil, si no en todos los casos, por lo menos a un nivel
individual.
11
Ontología: Realismo crítico. Se asume que la realidad existe pero sólo es
aprehensible de manera imperfecta debido básicamente a falencias de los
mecanismos intelectivos del hombre o bien porque los fenómenos naturales no son
controlables. Se etiqueta esta ontología como realismo crítico (Cook & Campbell,
1979) debido a la posición de quienes la proponen, que reclaman que la realidad
sea objeto del más amplio análisis crítico posible con el fin aprehenderla de la
forma más precisa posible (aunque nunca perfectamente).

Epistemología: Dualismo/objetivismo modificado. El dualismo es ampliamente


abandonado en tanto no es posible mantenerlo, pero permanece la objetividad
como un “ideal regulatorio”; Se pone un énfasis especial en “guardianes” externos
de la objetividad, tales como las tradiciones críticas (¿pueden los resultados
“ajustarse” a conocimientos preexistentes sobre la materia?) y a la comunidad de
críticos (tales como editores, arbitrajes y colegas profesionales). Los resultados
replicables son probablemente verdaderos (pero siempre materia de falsación).

Metolodogía: experimental/manipulativa modificada. Se pone el énfasis en la


“multiplicidad crítica” (una versión renovada de la triangulación) como una forma
de falsación (más que de verificación) de hipótesis. La metodología tiene como
finalidad enmendar algunos de los problemas marcados antes (críticas
intraparadigmáticas) haciendo investigación en condiciones más naturales,
recolectando más información situacional y reintroduciendo el proceso de
descubrimiento como un elemento de la investigación, y, particularmente en las
ciencias sociales, exigiendo puntos de vista émicos con el fin de contribuir a
determinar los significados y propósitos que la gente adscribe a sus propias
acciones, del mismo modo que para contribuir a la “teoría general” (Glaser &
Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1990). Todos estos fines son acompañados
grandemente de un incremento en el uso de técnicas cualitativas.

Columna 3: Teoría crítica y posiciones ideológicas afines

Ontología: realismo histórico. Se asume una realidad aprehensible, que alguna vez
fue plástica, pero que con el tiempo fue moldeada por una serie de factores
sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género, y se cristalizó
(reificó) en una serie de estructuras que ahora (inapropiadamente) son tomadas
como “lo real”, es decir, como naturales e inmutables. Para todo fin práctico las
estructuras son “reales”, una realidad virtual o histórica.
Epistemología: Transaccional y subjetivista. Se considera que el investigador y el
objeto investigado forman una cadena interactiva, con los valores del investigador
(y de los “otros” en una situación específica) influenciando inevitablemente la

12
investigación. Los resultados de ese proceso están mediados por los valores.
Nótese que esta posición desafía de manera efectiva la tradicional distinción entre
ontología y epistemología; lo que puede llegar a conocerse está indisolublemente
entrelazado con la interacción entre un investigador particular y un objeto o grupo
particular. La línea de puntos que separa las filas de la ontología y la
epistemología de la Tabla 6.1 intenta reflejar esta fusión.

Metodología: Dialógica y dialéctica. La naturaleza transaccional de la


investigación requiere de un diálogo entre el investigador y los sujetos de la
investigación: ese diálogo debe ser de naturaleza dialéctica para transformar la
ignorancia y la falta de conciencia (tomando como inmutables estructuras
mediadas históricamente) en una mayor toma de conciencia (viendo cómo esas
estructuras deben ser modificadas y captando las acciones requeridas para efectuar
ese cambio). O bien, como lo afirma Giroux, es “una transformación
intelectual . . . que excava y saca a la luz aquellas formas de conocimiento
histórico que apuntan a experiencias de opresión, sufrimiento, conflicto y lucha
colectiva . . . y se liga a la noción de un conocimiento histórico poseedor de
elementos de crítica y esperanza” (p. 213). Así, los investigadores empeñados en
una transformación demuestran ser “lideres de transformación” (Burns, 1978).

(Para una mayor discusión de la teoría crítica, véase contribuciones de Olesen,


capítulo 9 de este volumen; Stanfield, capítulo 10 y Kincheloe & McLaren,
capítulo 8).

Columna 4. Constructivismo

Ontología: Relativista. Las realidades son captables en forma de construcciones


múltiples, mentalmente intangibles, basadas en la experiencia social., de naturaleza
local y específica (aunque sus elementos sean a menudo compartidos por muchos
individuos y culturas) y dependiendo en la forma y contenido que adoptan de los
personas individuales o los grupos que las sostienen. Estas construcciones no son
ni más ni menos “verdaderas” en ningún sentido, sino simplemente más o menos
estructuradas y/o sofisticadas. Las construcciones son alterables, así como lo son
las “realidades” que les están asociadas. Esta posición debe distinguirse tanto del
nominalismo como del idealismo (véase Reese, 1980, para una explicación de
algunas de esas ideas).

Epistemología: Transaccional y subjetivista. Se da por por supuesto que el


investigador y el objeto de investigación se encuentran relacionados de forma
interactiva, de tal modo que los “resultados” son literalmente creados a medida

13
que la investigación sigue adelante. También desaparece la distinción convencional
entre ontología y epistemología, al igual que en el caso de la teoría crítica.

Metodología: Hermenéutica y dialéctica. La naturaleza variable y personal (intra-


mental) de las construcciones sociales sugieren que las construcciones individuales
pueden ser extraídas y refinadas solamente a través de la interacción entre
investigador y quienes responden. Estas construcciones, siempre variables, son
interpretadas usando técnicas convencionales de hermenéutica y se comparan y
contrastan a través de un intercambio dialéctico. El objetivo final es destilar una
construcción consensuada que sea más estructurada y desarrollada de cualquiera
de las construcciones que le preceden (incluyendo, por supuesto, la construcción
ética del investigador).

(Para una mayor explicación acerca del constructivismo véase también Schwandt,
capítulo 7 de este libro).

Análisis transversal de paradigmas (filas de la Tabla 6.1)

Habiendo anotado brevemente las posiciones que los proponentes de cada


paradigma desarrollan respecto de las tres cuestiones definitorias, resulta útil
observarlas transversalmente, para compararlas y contrastarlas.

Ontología

Desplazándose de izquierda a derecha en la Tabla 6.1 observamos el


desplazamiento desde:
1. la posición de realismo ingenuo del positivismo, que asume una realidad externa
objetiva bajo la cual la investigación puede converger; hacia
2. el realismo crítico, propio del postpositivismo, que aunque todavía asume esa
realidad objetiva, concede que puede ser captada sólo de manera imperfecta y
probabilísticamente; y de allí al
3. realismo histórico de la teoría crítica, que se basa en una realidad aprehensible
que consiste de estructuras históricamente condicionadas que, en ausencia de una
toma de conciencia crítica, limitan y confinan, como si se tratara de lo real (natural
e inmutable); y desde esta posición al
4. relativismo, característico del constructivismo, que da por supuestas una
multitud de realidades también aprehensibles y a veces incluso conflictivas, que a
su vez son producto del intelecto humano, pero que pueden modificarse al igual
que sus constructores pueden devenir más estructurados y sofisticados.

14
Es la posición ontológica la que más claramente diferencia el constructivismo de
las otras tres posiciones.

Epistemología

De igual modo, notemos el desplazamiento desde


1. los fundamentos del dualismo y objetivismo positivista, que habilita al
investigador a determinar “cómo realmente son y funcionan las cosas”; a
2. los presupuestos del dualismo y objetivismo modificados del postpositivismo,
que afirman que es posible aproximarse a la realidad, pero nunca de una forma
completa y acabada; a
3. las bases transaccional/subjetivistas de la teoría crítica, que consideran que el
conocimiento es mediado valorativamente y por lo tanto depende de esa
valoración; a
4. los cimientos del constructivismo, también de tipo transaccional y subjetivista,
pero con una amplitud mayor que en el caso anterior, donde el conocimiento es
producto de la interacción entre investigador y aquellos que responden a ese
proceso investigativo.

En este caso, la posición epistemológica diferencia más claramente a la teoría


crítica y al constructivismo por un lado y a los otros dos paradigmas por otro.

Metodología

Asimismo, observamos el movimiento desde


1. una metodología positivista, experimental y manipulativa, que se concentra en la
verificación de hipótesis; a
2. una postpositivista, también experimental y manipulativa pero con algunas
modificaciones, caracterizadas por la multiplicidad crítica y enfocándose sobre la
falsación de las hipótesis;
3. la metodología de la teoría crítica, dialógica y dialéctica, cuyo objetivo es la
reconstrucción de construcciones previas; a
4. la del constructivismo, dialéctica y hermenéutica, con iguales fines que la
anterior.

15
Implicaciones de la posición de cada paradigma sobre temas prácticos
selectivos (filas de la Tabla 6.2)

Las diferencias en los presupuestos paradigmáticos no pueden rebajarse a meras


diferencias “filosóficas”; de manera implícita o explícita, estas posiciones tienen
consecuencias importantes para la conducta práctica en la investigación, así como
para la interpretación de los resultados y las elecciones de política. Hemos elegido
diez tópicos salientes para discutir estas consecuencias.

TABLA 6.2. Posiciones de los paradigmas en tópicos prácticos selectivos

Tema Positivismo Postpositivis Teoría crítica Constructivis


mo mo
Fin de la explicación: predicción y crítica y comprensión;
investigación control transformación reconstrucción
; restitución y
emancipación
Naturaleza del verificación de hipótesis no toma de
reconstruccion
conocimiento hipótesis, al falseadas, que conciencia es individuales
establecerlas probablemente histórica y de que crecen en
como hechos o son hechos o estructuras consenso
leyes leyes grupal
Acumulación por acreción - “piezas de revisionismo reconstruccion
de construcción” sumadas al histórico; es más
conocimiento “edificio del conocimiento”; generalización estructuradas y
generalizaciones y cadenas por similitudes sofisticadas;
causa-efecto experiencias
vicarias
Criterios de indicadores convencionales de situacionalidad valor de la
bondad o “rigor”; validez interna y histórica; confianza
calidad externa, confiabilidad y erosión de la mutua y
objetividad ignorancia; autenticidad, y
estímulos para equivocaciones
la acción
Valores excluidos - influencia denegada incluidos - formativos
Ética extrínseca; inclinación hacia la intrínseca; intrínseca;
decepción moral proceso
inclinada a la inclinado a la
revelación revelación;
problemas
especiales
16
Voz “científico-desinteresada” “intelectual “participante
como información en toma de transformativa apasionada”
decisiones, de política, de ”; defensora y como
agentes de cambio activista facilitadora de
reconstrucción
multivocal
Entrenamiento técnico y técnico; resolucionalización; historia
cuantitativo; cuantitativo y cualitativa y cuantitativa;
teorías cualitativo; valores del altruismo y toma del
sustantivas teorías poder
sustanciales
Adaptación Conmensurable in-conmensurable
Hegemonía en control de publicación, buscando reconocimiento e
fundar, promoción y posesión información

Las entradas en la Tabla 6.2., que consiste en cuatro columnas correspondientes a


cuatro paradigmas y diez filas para otros tantos temas, resumen nuestra
interpretación de las principales implicaciones. El lector podrá notar que los cuatro
primeros ítems (finalidad de la investigación, naturaleza del conocimiento,
acumulación del conocimiento y criterios de calidad) están entre los considerados
de especial importancia por los positivistas y postpositivistas; además, son los
tópicos sobre los que se ataca más frecuentemente a los paradigmas alternativos.
El quinto y sexto (valores y ética) son temas tomados seriamente por todos los
paradigmas, aunque las respuestas convencionales son bastante diferentes de las
alternativas. Finalmente, los últimos cuatro temas (voz, entrenamiento,
acomodación y hegemonía) se consideran especialmente importantes para las
posturas alternativas; estos presentan áreas en las que la sola perspectiva aceptada
se considera particularmente vulnerable. Las entradas en la tabla están basadas
solamente en parte de algunas posiciones hechas públicas, dado que no todos los
temas han sido suscritos por todos los proponentes de todos los paradigmas. De
cualquier forma, en algunos casos hemos suministrado entradas que nosotros
creemos que se derivan lógicamente de las posiciones metafísicas básicas
(ontológicas, epistemológicas y metodológicas) de los paradigmas. Para tomar un
ejemplo, al tópico de la voz raramente aluden los positivistas y postpositivistas,
pero creemos adoptarían la caracterización de “científico-desinteresada”, si se los
retara a explicitarse sobre el particular.
Una diferencia aparente e inmediata entre la Tabla 6.1 y la Tabla 6.2 es que
mientras que en la primera era posible diferenciar cada celda, para la segunda se
observa un considerable grado de traslape en las filas, especialmente en los
paradigmas positivistas y postpositivistas. En verdad, incluso en los tópicos son
diferentes para ambas columnas, estas diferencias son menores. En contraste, uno
17
puede ver diferencias bien claras entre estos dos paradigmas y la teoría crítica y el
constructivismo, los cuales tienden incluso a diferenciarse entre ellos.
También hemos formulado estos temas a la manera de preguntas, de la siguiente
manera:

Fila 1. ¿Cuál es el fin o el propósito de la investigación?

Positivismo y postpositivismo. Para ambos paradigmas el objetivo de la


investigación es la explicación (von Wright, 1971), que en última instancia hace
posible la predicción y el control de los fenómenos, ya sean físicos o humanos.
Como Hesse (1980) sugirió, el último criterio de progreso en estos paradigmas es
que la capacidad de los “cientistas” de predecir y controlar mejore con el paso del
tiempo. Nótese el reduccionismo y el determinismo que implica esta posición. El
investigador, moldeado para desempeñar el rol de “experto”, enfrenta una
situación que parece asignarle, quizá inmerecidamente, una posición privilegiada.

Teoría crítica. El objeto de la investigación es la crítica y la transformación de las


estructuras sociales, políticas, culturales, económicas, étnicas y de género, que
constriñen y explotan a la gente, y esto se logra por medio del compromiso en la
confrontación, incluso del conflicto. El criterio de progreso es que, con el tiempo,
la restitución y la emancipación puedan no sólo ocurrir sino mantenerse. Los
conceptos de defensa y activismo son claves. El investigador asume el rol de
instigador y facilitador, lo que implica que entiende a priori qué tipo de
transformaciones se necesitan. Pero debemos notar que algunas de las instancias
más radicales en el campo de la crítica hacen que el juicio y la decisión acerca de
las transformaciones que se necesita impulsar deben ser hechos por aquellos cuyas
vidas están más directamente involucradas en esas transformaciones: es decir, los
mismos participantes (Lincoln, inédito).

Constructivismo. La finalidad de la investigación es comprender y reconstruir las


construcciones que la gente (incluido el investigador) posee inicialmente,
persiguiendo el consenso, pero abiertos a nuevas interpretaciones como un proceso
de mejoramiento en la información y la sofisticación. Los criterios de progreso son
que con el tiempo todos puedan formular de manera más estructurada y
evolucionada sus construcciones y adquieran una mayor conciencia del contenido
y el significado de construcciones que compitan entre sí. También en esta
perspectiva la defensoría y el activismo son conceptos claves. El investigador
asume el rol de participante y facilitador en este proceso, una posición que algunos
críticos han hallado errónea desde la base, puesto que expande el rol del

18
investigador más allá de las razonables expectativas del experto competente (Carr
& Kemmis, 1986).

Fila 2: ¿Cuál es la naturaleza del conocimiento?

Positivismo. El conocimiento consiste en hipótesis verificadas, que pueden ser


aceptadas como hechos o leyes.

Postpositivismo. El conocimiento consiste en hipótesis no falseadas, que pueden


ser miradas como probables hechos o leyes.

Teoría crítica. El conocimiento consiste en una serie de tomas de conciencia de


tipo estructural e histórico que se transformarán con el tiempo. Las
transformaciones se dan cuando la ignorancia y la falta de entendimiento dejan
paso a una conciencia más estructurada a través de lo que significa una interacción
dialéctica.

Constructivismo. El conocimiento consiste en aquellas construcciones acerca de


las que existe un relativo consenso (o al menos algún movimiento hacia ese
consenso) entre quienes compiten (y, en el caso de un material más arcano, se
prestan a que se les crea) por interpretar la sustancia de una construcción. Pueden
coexistir “conocimientos” múltiples cuando distintos intérpretes que compiten en
igualdad de condiciones están en desacuerdo, y/o dependen de factores sociales,
políticos, culturales, económicos, étnicos y de género, que los diferencia. Estas
construcciones están sujetas a una continua reelaboración, con cambios que
probablemente ocurren más cuando construcciones relativamente diferentes se
llevan a un contexto dialéctico.

Fila 3. ¿Cómo se acumula el conocimiento?

Positivismo y postpositivismo. El conocimiento se acumula por medio de un


proceso de acreción, o adición de partículas, con cada hecho (o probable hecho),
sirviendo como una especie de pieza de construcción que, cuando se coloca en su
nicho apropiado, se agrega al creciente “edificio de la ciencia”- Cuando los hechos
toman la forma de generalizaciones o cadenas de causa-efecto, pueden usarse más
eficientemente para la predicción y el control. Las generalizaciones deben hacerse
con confiabilidad predecible que abarquen conjuntos de población.

19
Teoría crítica. El conocimiento no se acumula en ningún sentido; más bien, crece y
cambia a través de un proceso dialéctico de revisión histórica que orada
continuamente la ignorancia y la falta de entendimiento y engrosa una toma de
conciencia más estructurada. La generalización puede darse cuando la mezcla de
circunstancias y valores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de
género son similares a través de los distintos conjuntos.

Constructivismo. El conocimiento se acumula solamente en un sentido relativo a


través de la formación de construcciones siempre cada vez más informadas y
desarrolladas vía el proceso hermenéutico-dialéctico, cuando construcciones
diversas se yuxtaponen en un contexto dado. Un importante mecanismo para
transferir conocimiento desde una situación a otra es la provisión de experiencias
vicarias, a menudo suministradas por reportes de estudios de caso (véase Stake,
capítulo 14, en este libro).

Fila 4: ¿Qué criterios son los apropiados para juzgar la bondad o calidad de
una investigación?

Positivismo y postpositivismo. Los criterios apropiados son los indicadores


convencionales de “rigor”: validez interna (isomorfismo de los resultados con la
realidad), validez externa (generalización), confiabilidad (en el sentido de
estabilidad) y objetividad (el observador en tanto distanciado y neutral). Estos
criterios dependen de la posición realista ontológica: Sin estos presupuestos el
isomorfismo de los resultados con la realidad puede no tener relevancia; es
imposible una estricta generalización en una población relacionada parentalmente;
no se puede asegurar la estabilidad al interior de un fenómeno, si éste en sí mismo
cambia; y nunca se puede alcanzar la objetividad, porque no hay nada de lo que
uno pueda estar “distanciado”.

Teoría crítica. Los criterios apropiados son la capacidad de situarse


históricamente (por ejemplo, toman en cuenta los antecedentes sociales, políticos,
culturales, económicos, étnicos y de género de la situación estudiada), el alcance
sobre el que actúa la investigación para horadar la ignorancia y la falta de
entendimiento y el alcance dentro del que se quiere proveer estímulos a la acción,
es decir, a la transformación de las estructuras existentes.

Constructivismo. Se han propuesto dos set de criterios: los criterios de valor de la


confianza mutua, de la credibilidad (paralelo de la validez interna), la

20
transferibilidad (que equivale a la validez externa), la dependencia (paralelo de la
confiabilidad) y la confirmabilidad (equivalente de la objetividad) (Guba, 1981;
Lincoln & Guba, 1985); y los criterios de la autenticidad, propios de la equidad,
autenticidad ontológica (que expande las construcciones personales), la
autenticidad educativa (permite mejorar la comprensión de las construcciones de
los otros), la autenticidad catalizadora (que simula la acción) y la autenticidad
tácita (que potencia la acción) (Guba & Lincoln, 1989). El primer grupo representa
un primer esfuerzo por resolver el problema de la calidad del constructivismo;
Aunque estos criterios han sido recibidos bien, su paralelismo con los criterios
positivistas los hacen sospechosos. Mientras que el último grupo se sobrepone de
alguna manera a los de la teoría crítica, pero va más allá de ellos, particularmente
los dos de la autenticidad ontológica y educativa. En suma, la cuestión de los
criterios de calidad en el constructivismo de ninguna manera están resueltos de
manera definitiva, más bien necesitan un mayor análisis crítico.

Fila 5: ¿Cuál es el papel de los valores en la investigación?

Positivismo y postpositivismo. En ambos paradigmas se excluyen específicamente


los valores; en verdad, el paradigma exige que sea “libre de valores” en virtud de
su misma postura epistemológica. Los valores confunden a las variables, y por
tanto, no se les permite un rol en una investigación aceptable (incluso cuando,
como en el caso del postpositivismo, la objetividad es un ideal regulatorio).

Teoría crítica y constructivismo. En ambos paradigmas los valores ocupan un


lugar de preeminencia; se los ve como ineluctables en tanto dan forma (en el caso
del constructivismo, crean) a los resultados de la investigación. Más aún, si fuera
posible, la exclusión de valores no se podría tolerar. Hacerlo sería hostil a los
intereses de las audiencias despojadas de poder y “en riesgo”, cuyas
construcciones originales (émicas) merecen igual consideración que las que las que
cuentan con mayor poder y las del investigador (éticas). El constructivismo , que
ve al investigador como una especie de orquestador y facilitador del proceso,
propende a enfatizar este punto todavía más que la teoría crítica. Otra vez, la línea
punteada de la Tabla 6.1 refleja este hecho. Esta, más bien, tiende a encajar al
investigador en un rol más cargado de autoridad.

Fila 6: ¿Cuál es el lugar de la ética en la investigación?

Positivismo y postpositivismo. En ambos paradigmas los problemas éticos ocupan


una importante consideración y los investigadores los toman muy en serio, pero se
trata de una cuestión extrínseca al proceso en sí mismo. Entonces, la conducta

21
ética es custodiada formalmente mediante mecanismos externos, tales como
códigos profesionales de conducta y los comités de asuntos humanos. Más aún, la
ontología realista que subyace a estos paradigmas provee una inclinación hacia el
uso de la decepción, la cual, según se argumenta a veces, está justificada para
determinar cómo “las cosas realmente son y funcionan” o por amor a algún “bien
más elevado” o alguna “verdad más clara” (Bok, 1978, 1982; Diener & Crandall,
1978).

Teoría crítica. Las cuestiones éticas son más cercanamente intrínsecas a este
paradigma, en cuanto implica un intento de erosionar la ignorancia y la carencia de
entendimiento y tomar plenamente en cuenta los valores y la situación histórica
concreta del proceso de investigación. Así, existe una propensión moral a que el
investigador sea revelador (en el sentido riguroso de “aprobador totalmente
informado”), más que decepcionante. Por supuesto, estas consideraciones no
impiden una conducta falta de ética, pero proveen algunas barreras que, formando
parte del proceso, la hacen más difícil.

Constructivismo. Los problemas éticos son también intrínsecos a este paradigma,


por la inclusión de los valores de los participantes en la investigación (empezando
con las construcciones de los que responden y trabajan en vistas a la elaboración
de una mayor información y sofisticación en sus construcciones, así como en las
del propio investigador). Hay un incentivo —una tendencia del proceso— hacia la
revelación; ocultar los propósitos del investigador destruye la finalidad de
descubrimiento y mejoramiento de las construcciones. Además, la metodología
hermenéutica y dialéctica en sí misma provee una fuerte, aunque no infalible,
salvaguardia contra la decepción. De cualquier manera, las intensas interacciones
personales que requiere la metodología puede producir problemas especiales y a
menudo duros de confidencialidad y anonimato, así como otro tipo de dificultades
interpersonales (Guba & Lincoln, 1989).

Fila 7: ¿Qué “voz” se refleja en las actividades del investigador, en especial en


el orientado al cambio?

Positivismo y postpositivismo. La voz del investigador es la del “científico


desinteresado” que suministra información a los que toman decisiones, a los que
toman medidas políticas y a los agentes de cambios, quienes utilizan
independientemente esta información científica, al menos en parte, para formar,
explicar y justificar sus acciones, políticas y propuestas de cambio.

22
Teoría crítica. La voz del investigador es la del “intelectual que transforma”
(Giroux, 1988), quien posee una conciencia expandida y por eso está en posición
de confrontar a la ignorancia y la falta de entendimiento. El cambio se facilita
cuando los individuos desarrollan una mayor conciencia acerca de las condiciones
realmente existentes de su situación (la naturaleza y el grado de su explotación) y
son estimulados para actuar sobre ella.

Constructivismo. La voz del investigador es la del “participante apasionado”


(Lincoln, 1991), que se involucra activamente en facilitar una reconstrucción
“multívoca” de su propia construcción, así como las de los otros participantes. Se
facilita el cambio en tanto se forman las reconstrucciones y se estimula a los
individuos a actuar sobre ellas.

Fila 8: ¿Cuáles son las implicaciones de cada paradigma en el entrenamiento


de nuevos investigadores?

Positivismo. Se entrena a los neófitos primariamente en el conocimiento y manejo


de técnicas y métodos de medición, diseño y cuantificación, con un énfasis menor
pero sustancial en teorías de tipo formal acerca de los fenómenos en sus
respectivas especialidades.

Postpositivismo. A los nuevos se los entrena en las modalidades paralelas al


positivismo, pero con la adición de métodos cualitativos, a menudo con el objeto
de mejorar los problemas señalados en los primeros párrafos de este capítulo.

Teoría crítica y constructivismo. Los que se inician deben, primero que todo,
resocializarse respecto de su temprana y normalmente intensa exposición al punto
de vista perceptivo de la ciencia. Esta resocialización no puede elaborarse de
forma más compleja sin un aprendizaje de las posiciones y técnicas del positivismo
y el postpositivismo. Los estudiantes deben llegar a apreciar las diferencias de
paradigmas (resumidas en la Tabla 6.1) y, en ese contexto, manejar con maestría
tanto los métodos cualitativos como los cuantitativos. Lo primero es esencial
debido a su papel en la implementación de metodologías dialógico-dialécticas y
hermenéutico-dialécticas; y lo último también, porque pueden desempeñar un rol
útil de información acerca de todos los paradigmas. También se les debe ayudar a
entender la historia y estructura social, política, cultural, económica, étnica y de
género que sirve de contexto a sus investigaciones; asimismo, tienen que
incorporar en su trabajo los valores del altruismo y el fortalecimiento del poder en
los otros.

23
Fila 9: ¿Están estos paradigmas necesariamente en conflicto? ¿Es posible
acomodar estos diversos rasgos en una estructura conceptual única?

Positivismo y postpositivismo. Los proponentes de estos paradigmas, dada su


orientación fundamental, toman la posición de que todos los paradigmas pueden
ser ensamblados —o sea, existe o debería existir alguna estructura racional común
a la que todas estas cuestiones de diferencias puedan ser referidas y en la que se
resuelvan. La postura es reduccionista y asume la posibilidad de una comparación
(conmensurabilidad) punto por punto, una cuestión en la que continua habiendo un
enorme desacuerdo.

Teoría crítica y constructivismo. Los que proponen estos dos paradigmas están
unidos en afirmar una básica in-conmensurabilidad de los paradigmas (aunque
estén de acuerdo en que el positivismo y el postpositivismo sean conmensurables
entre sí, al igual que la teoría crítica y el constructivismo, también entre sí). Se
asumen las creencias básicas de los paradigmas como contradictorias entre sí. Para
los constructivistas o bien existe una realidad “real” o no (aunque uno podría
desear resolver este problema de manera diferente, es decir, considerando la esfera
de la física versus la humana), y así el constructivismo y el
positivismo/postpositivismo no pueden ensamblarse lógicamente de ninguna
manera, tal como, digamos, la idea de un mundo plano con la de uno redondo. Para
los teóricos críticos y constructivistas la investigación es o bien libre de valores o
no lo es; de nuevo, juntar ambas cosas es lógicamente imposible. El realismo y el
relativismo, la libertad de valores y el ajustarse a valores no pueden coexistir
internamente en ningún sistema metafísico consistente, toda vez que cada uno de
los paradigmas estipula haber encontrado esa condición esencial de consistencia en
sí mismo. La resolución de este dilema necesariamente deberá esperar la aparición
de un meta-paradigma que supere los viejos, y los haga no menos verdaderos sino
simplemente irrelevantes.

Fila 10: ¿Cuál de los paradigmas ejerce hegemonía sobre los demás?, es decir,
¿cuál tiene una influencia predominante?

Positivismo y postpositivismo. Los proponentes del positivismo y el


postpositivismo ganaron hegemonía en los siglos pasados, tan pronto como se
abandonaron los paradigmas aristotélico y teológico. Pero el manto de la
hegemonía ha caído en las décadas recientes y de forma gradual en los hombros
del postpositivismo, el heredero “natural” del positivismo. Los postpositivistas (y,
en verdad, muchos positivistas residuales) tienden a controlar las salidas de

24
publicaciones, los recursos de las fundaciones, los mecanismos de promoción y
tenencia, los comités de disertación y otros recursos de poder e influencia. Eran, al
menos hasta los 80, el grupo “in” y continúan representando la voz más fuerte en
la toma de decisiones profesionales.

Teoría crítica y constructivismo. Los que proponen la teoría crítica y el


constructivismo todavía buscan reconocimiento y vías de acopio de información.
En la última década ha sido más y más posible para ellos alcanzar aceptación,
como queda atestiguado por la inclusión cada vez mayor de documentos relevantes
en revistas y simposios profesionales, por el desarrollo de nuevas publicaciones, la
creciente aceptación de disertaciones “cualitativas”, la inclusión de las grandes
líneas “cualitativas” en fundaciones y programas y cosas por el estilo. Pero, a
pesar de ello, la teoría crítica y el constructivismo continuarán jugando en el futuro
inmediato un papel secundario, aunque importante y de influencia cada vez mayor.

Conclusión

La metáfora de “las guerras de los paradigmas” descrita por Gage (1989) es


indudablemente exagerada. Describir las discusiones y altercados de la década
pasada o las dos últimas pinta el problema con una mayor confrontación de la
necesaria. Una resolución de las diferencias de paradigmas puede ocurrir
solamente cuando un nuevo paradigma emerja y que sea más estructurado y
elaborado que los existentes hasta ahora. Es más probable que ocurra esto siempre
y cuando los proponentes de los diversos puntos de vista se avengan a discutir sus
diferencias, no para argumentar acerca de la santidad de sus perspectivas propias.
El diálogo continuo entre proponentes de paradigmas de todo tipo va a preparar le
mejor avenida para desplazarse hacia una relación responsable y congeniada.
Esperamos que en este capítulo hayamos mostrado la necesidad de tal discusión
mediante un claro delineamiento de las diferencias que se dan comúnmente y que
estas diferencias tienen implicaciones significativas a nivel práctico. Los temas de
paradigmas son cruciales; sostenemos que ningún investigador debe avanzar en el
negocio de la investigación sin tener en claro qué paradigmas dan forma y guían
sus trabajos.

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