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Cayetano Heredia - Control Ingles
Cayetano Heredia - Control Ingles
Como anatomista, su orientación natural era hacia la cirugía, y en mayo de 1827 se unió al
Hospital de Santa Ana, que había dejado de ser el Hospital de nativos o nativos para convertirse
en un Hospital Militar. Sirve allí inicialmente como interno y luego como cirujano militar; en esa
condición, él acompaña varias campañas siendo promovido finalmente al puesto de "Jefe
Cirujano" por el general Orbegoso durante la campaña contra el rebelde general Gamarra. Este
cargo de Jefe de Cirujanos fue uno de los más importantes de la época junto con el de Presidente
de Protomedicate. En los años siguientes comparte su trabajo como maestro y su papel como
cirujano militar; el nombramiento de su puesto varía en ese momento al del Director General de
Hospitales. El general Orbegoso lo nombró en 1834 Rector del Colegio de la Independencia. Cabe
señalar que en ese momento había dos puestos diferentes en la Facultad de Medicina, uno como
Director, la máxima autoridad académica y otro era el Rector que cumplía en sí mismo las
condiciones de administrador y conductor de la vida diaria, en estrecho contacto con estudiantes
y profesores, así como con el progreso de la universidad. En esos años, la condición del Colegio
era crítica debido a la falta de ingresos y estudiantes; Heredia logró, apenas, que el Colegio no
desapareciera, pero era imposible, dadas las circunstancias, que floreciera como era su objetivo.
Una inspección en julio de 1935 lo hace responsable, pero su ex alumno Felipe Santiago Salaverry
estaba en la presidencia, quien, conociendo los méritos de Heredia, evita su despido. En parte,
asumiendo estos escasos resultados y debido a las maldades derivadas de su posición política,
finalmente en 1839, el mariscal Gamarra lo destituye de su cargo.
La situación del Colegio no mejora y en 1842 Heredia es nuevamente llamada a la Dirección, sin
embargo, el país ya se dirigía hacia su estabilización y, en el Colegio, Heredia comenzó un
proceso de reorganización; elabora una nueva regulación que se aprobó en marzo de 1843 y se
impone el trabajo personal de alentar los estudios médicos; Como indica Ulloa:
Las generaciones médicas en este cuarto de siglo crecieron bajo su sombra fértil, siempre
encontraron en él que el padre solicitó remediar sus necesidades, el maestro benigno para ilustrar
sus dudas y más tarde para el benévolo descanso en el que encontró apoyo. La lucha del
profesorado, un consuelo en las desesperadas decepciones del ejercicio del arte en un estímulo de
las dudas de nuestra fe, que traen consigo decepciones.
Nombrado en ese mismo año como General Protomédico de la República, reemplazando al
tradicionalista Dr. Valdez, Heredia está en la condición particular de ser la autoridad suprema en
todo lo relacionado con la capacitación médica y usa ese poder para construir una era gloriosa de
la medicina peruana. Le preocupa mejorar el personal docente e incorpora docentes extranjeros:
Pedro Douglas, cirujano de Montpellier, que dicta “Instituciones quirúrgicas, Manuel Solari,
refugiado italiano de la ocupación austríaca, Sebastián Lorente, de Murcia España, quien más
tarde fundó el Colegio Guadalupe, José Julián Bravo, de Guayaquil y entrenado en San Fernando.
Al no ser médicos, también incorpora a Antonio Raimondi en Historia Natural y Botánica y a
José Éboli en Química.
El equipo docente no era suficiente, la medicina ya estaba en camino a la experimentación y al
laboratorio, y Heredia estaba ahorrando en el presupuesto del Colegio y con su peculiar gabinete
formado en 1845 en el gabinete de Física e Historia Natural, luego en 1846 la Biblioteca de la
escuela a la que contribuyó con los libros de su biblioteca personal y la que enriqueció
constantemente, convirtiéndola en la mejor del continente. En diciembre de 1848 se abolió el
Protomedicate, fue reemplazado por la "Junta de Directores de Medicina" constituida por siete
profesores, entre los cuales también se incluyó a Cayetano Heredia, pero dejando a un lado la
Presidencia, ya que se convirtió en rotación (de acuerdo con las regulaciones que el Junta
propiamente preparada y aprobada el 13 de julio de 1850).
Los estudiantes con esta enseñanza renovada fueron alentados e hicieron progresos notables; Al
respecto, Ulloa cita: el joven sin hogar encontró en su mesa y en su bolso el remedio de olvidar
sus necesidades, de pensar solo en el estudio; el que no era insolvente encontró en sus tiernas
diferencias un poderoso estímulo para su aplicación; los explotados, la recompensa merecida por
sus esfuerzos en una mención de honor, en el presente de un libro o en la dirección de una clase.
Al final, todos encontraron en esa fuente inagotable de bondad y amor una razón para redoblar su
ardor.
Pero Heredia sabía que se necesitaba un mayor impulso y en 1851 elige a algunos de los mejores
estudiantes y los envía a París para aprender las tendencias más modernas en medicina y también
en la organización de la enseñanza, Heredia sabe que pronto el Colegio está completamente
reestructurado y desea estar preparado. Viajan Francisco Rosas, (1827-1889); José Casimiro
Ulloa (1829-1891); Rafael Benavides (1832-1915); Camilo Segura (1815-1866) y José Pro; todos
regresarán y formarán parte del nuevo piso de enseñanza en San Fernando.
Estos estudiantes, y en general todos los estudiantes del Colegio, fueron considerados "sus hijos"
por el anciano Heredia, lo que se evidencia en las cartas que les envió durante sus estudios y en
las que los alentó a perseverar.
Todo se dio para que ocurriera el logro definitivo y esto sucedió con la promulgación de la Ley
de Educación de 1855, que estableció la creación de la Facultad de Medicina del Colegio de la
Independencia. El entonces Director del Colegio de la Independencia recibió el encargo de
preparar los reglamentos correspondientes. Cayetano Heredia tiene sus discípulos, en particular
Casimiro Ulloa, con quien redacta el Reglamento propuesto, pero una comisión del gobierno lo
recibe y se opone, por lo que el proceso para llegar a un acuerdo lleva unos meses, aunque
finalmente se aprueba en septiembre. 9. Septiembre de 1856 mientras nombraba a Cayetano
Heredia como primer decano. El 6 de octubre de 1856, se instaló el primer Consejo de la Facultad
de Medicina con Cayetano Heredia como Decano y Casimiro Ulloa como el primer secretario de
la Facultad.
El trabajo de consolidación correspondió al que se acercó junto con su extraordinario personal
docente, pero los avatares políticos lo sacaron de su cargo en 1860. Los estudiantes se molestaron
por su partida y le ofrecieron varios homenajes, pero la distancia fue definitiva y también lo hizo
su propio Cayetano Heredia, que indudablemente contribuyó al hecho de que después de poco
más de un año, murió en su casa en Barranco el 11 de junio de 1861. La noticia de su muerte
conmovió profundamente a varios sectores que sabían sobre su trabajo, sus Funerales fueron la
ocasión para expresar El amor que había generado:
El espléndido homenaje que se rindió al Dr. Heredia, con la concurrencia del cuerpo de profesores
y estudiantes de la Facultad de Medicina, de los médicos residentes en la capital, de la Universidad
de San Marcos, representados por su rector y algunos de sus miembros del Ministro de Gobierno
y de las personas más notables de la Jerarquía Social, como algunos miembros de los tribunales
de Justicia, generales del Ejército y distinguidos Jurisconsultos, demuestran el alto concepto del
fundador de la escuela del reformador. de la educación moderna y la que planteó el
establecimiento que durante tantos años estuvo a cargo a una altura que coloca su primera línea
entre las de su género en Estados Unidos.
Manuel Atanasio Fuentes nos cuenta:
El Dr. Heredia deja un vacío que nadie puede llenar al excederlo; deja grandes y eternos recuerdos
de su filantropía, y deja muchos corazones de profundo dolor. Lo amamos en la vida como él ama
la mano que la providencia nos designa para consolarnos, amaremos su memoria mientras dure
nuestra existencia y nos será difícil olvidar quién en sus últimos días nos sacudirá con su corazón
con todo. Su ternura paternal.
Un equilibrio entre la vida y el trabajo de Cayetano Heredia nos muestra a un médico que sabía
cómo pasar de las limitaciones de su humilde cuna a los puestos más altos de salud pública y
enseñanza en el país, pero en esa trayectoria vital conservó y mantuvo una visión. De la medicina
como apostolado, trabajando humilde e incesantemente para consolidar la profesión médica en
nuestro país, para lo cual tuvo la clara visión de propiciar el regreso de la Facultad de Medicina a
la Universidad de San Marcos y capacitar con su ejemplo, dedicación y amor paterno a varias
generaciones brillantes de médicos, que continuarían su trabajo y darían un nuevo brillo a la
Escuela de Medicina de San Fernando. Su memoria se conserva con justicia y gracias en esa
trilogía de monumentos que presiden el patio de la actual Facultad de Medicina, junto con
Hipólito Unanue y Daniel Carrión, quienes continúan siendo un ejemplo de los altos valores de
la medicina peruana.