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Roberto Cañas Quirós

El concepto de libertad en el hombre natural


de Rousseau
«Los hombres no son, naturalmente, ni reyes, ni grandes, ni cortesanos, ni
ricos; todos han nacido desnudos y pobres, todos sujetos a las miserias de la
vida, a los pesares, a los males, a las necesidades, a los dolores de toda clase;
enfin, todos están condenados a muerte. He aquí lo que es verdaderamente el
hombre; he aquí de lo que ningún mortal está exento. Comenzad, por tanto, por
estudiar de la naturaleza humana lo que ésta tiene de más inseparable, lo que
constituye la mejor humanidad»
Rousseau, Emilio

Summary: A study is made on Rousseau s más importante y más difícil que todos los grue-
concept of freedom in natural man as opposed to sos libros de los moralistas» l. Así inicia el Prefa-
the slavery endured by social mano However, the cio del Discours sur l'origine de l'inégalité don-
aporia that existence in the state of Nature is uni- de su autor plantea la necesidad de conocer la na-
que and unfinished, and that social state engen- turaleza humana y sus auténticos valores antes de
ders degenerated ways of coexistence is presen- fundar una teoría política o de explicar el porqué
ted. Thus, Rousseau seeks an individual and po- de la desigualdad entre los hombres-. El método
litical redoubt, capable of reconciling natural que Rousseau propone, es el de retrotraemos al
virtues with sociability. estado primitivo en donde el alma humana aún
no había sido alterada por los «avances» de la ci-
Resumen: Se estudia el concepto de liber- vilización. El punto de vista roussoniano se halla
tad en el hombre natural de Rousseau contrapo- impregnado por la concepción clásica que inter-
niéndolo con la esclavitud que padece el hombre pretala historia como decadencia, como una se-
social. Sin embargo, se presenta la aporía de que rie de edades que degeneran a
partir de una épo-
la existencia en el Estado de Naturaleza es irre- ca primigenia más perfecta tanto en lo físico co-
petible e inacabada, y en el Estado civil se en- mo en lo moral-. Inspirado en estas ideas como
gendran formas de convivencia degeneradas. en su experiencia personal, Rousseau presenta la
Para ello Rousseau explora la posibilidad de en- antítesis entre la naturaleza «original» del hom-
contrar un reducto individual y político, suscep- bre y la corrupción del hombre civil, que marcan
tible de conciliar las virtudes naturales con la dos eras cualitativamente distintas. Con ello se
sociabilidad. sustrae por completo de la interpretación de la
historia como progreso, que fue típica de la Ilus-
tración, y en donde se privilegia el desarrollo cre-
«El más útil y menos avanzado de todos los ciente y deseable de la vida asociada.
conocimientos humanos me parece ser el del En Rousseau, el origen áureo del hombre es
. hombre, y me atrevo a decir que la sola inscrip- irrecuperable y no queda más que una nostalgia
ción del templo de Delfos contenía un precepto permanente por un pasado prístino. La esencia de

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVIII (94). 77-88, Enero-Junio 2ÓOO.
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lo humano estriba en lo que éste ya no es y, aun dio de una reminiscencia inteligible, sino por la
cuando se esforzara por a1canzarla, nunca lo 10- voz espontánea del corazón>, «Ahondad en voso-
grana en su forma original. La reconstrucción de tros mismos -dice Rousseau-, descubrid como
la historia humana basada en un estado natural, yo, con toda sinceridad, vuestra vida interior, y
no tiene un rigor científico, más bien se plantea descubriréis en vuestro propio corazón los rasgos
con la intención de dilucidar cuál es la condición originarios del hombre-s,
auténticamente humana. En torno a este punto La tesis por «suposición» del hombre natu-
Rousseau señala: «No hay que tomar las investi- ral, le da oportunidad a Rousseau para emitir un
gaciones que se puedan realizar sobre este tema diagnóstico de su presente, a fin de poder justifi-
por verdades históricas, sino sólo por razona- car la necesidad de un nuevo tipo de sociedad:
mientos hipotéticos y condicionales, más propios «Porque no es liviana empresa conocer bien un
para esclarecer la naturaleza de las cosas que pa- estado que ya no existe, que quizá no haya exis-
ra mostrar su verdadero origen-+, Se trata de una tido, que probablemente no existirá jamás, y del
hipótesis a la manera de los físicos de la época que sin embargo es necesario tener nociones pre-
que imaginaban una teoría con la idea de explicar cisas para juzgar bien nuestro presente» 7. En es-
los efectos o resultados y no la teoría misma. Si ta dirección, el filósofo ginebrino emprende una
concebimos la inercia como la acción de una o sacralización de la naturaleza y una desacraliza-
más fuerzas sobre un cuerpo, imaginamos el mo- ción de la sociedad de su tiempo. Los sistemas
vimiento de éste en el vacío sin ninguna pertur- políticos no son una manifestación divina, sino el
bación, aun sabiendo que tal evento no sucede en resultado de un proceso histórico-social. El dere-
la naturaleza; de la misma manera, puede imagi- cho de los monarcas lejos de proceder de la ma-
narse un hombre natural despojado de las pertur- no de Dios, más bien se asienta en un poder po-
baciones sociales y dotado de un sentimiento que lítico que es fundamentalmente antinatural. Por
lo lleva a la felicidad, aun cuando no lo constate- eso el decurso de la historia tiene un sentido de-
mos en la práctica, pero que nos sirve de criterio cadente, en oposición con un estado de inocencia
o pauta de valoración para juzgar la condición y pureza, que es por principio ahistórico. «La Na-
actual del hombre. Esta reconstrucción del pasa- turaleza» y «la naturaleza humana» deben ubi-
do es ficticia pero verosímil, es fabulosa pero en- carse más allá de cualquier proceso histórico, que
cierra una profunda verdad sobre la naturaleza difícilmente es percibido por los que han sido co-
humana. Sin embargo, su propuesta del estado rrompidos por la sociedad. La historia nace a par-
natural no es una quimera ni tampoco una ficción tir del advenimiento del estado social, lo cual ha-
utópica que se proyecta hacia el futuro. El estado ce que aquélla no constituya un parámetro idóneo
de naturaleza y el hombre natural tienen en para estudiar la «naturaleza» en cuanto tal. En
Rousseau un carácter mítico, enraizado más en otras palabras, para Rousseau resulta inapropiado
una intuición emocional que en una explicación juzgar y valorar al hombre natural a partir de una
lógica, objetiva y racional. Por eso el filósofo gi- óptica social, y por eso, de acuerdo con su pers-
nebrino hacia el final de su vida se consideró co- pectiva, autores del derecho natural como Pufen-
mo «el historiador del corazón humano». De tal dorf y Locke, o del absolutismo como Hobbes,
manera, no existe en la obra roussoniana un afán han cometido ese error al sostener posiciones ba-
por la descripción de los hechos por sí mismos, sadas en el prejuicio de sus sociedades. Tampoco
sino sólo en la medida en que posibiliten discer- en Rousseau existe un ánimo de negar la sociabi-
nir mediante los símbolos de la «naturaleza» y lo lidad humana, sino por el contrario, busca su me-
«natural», los elementos originales de los artifi- joría mediante la comparación con la forma de
ciales del ser humano. El hombre natural es un vida del hombre natural. Sobre este punto Ab-
arquetipo, pero no en el sentido platónico de una bagnano y Visalberghi señalan: «Imaginar el es-
entidad trascendente, sino como una propiedad tado de naturaleza o imaginar la solitaria forma-
ínsita en lo más profundo de la naturaleza huma- ción de Emilio no son negaciones de la sociabili-
na; o, en otros términos, no perceptible por me- dad, sino experimentos mentales necesarios para
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darse cuenta de los requisitos que también la so- una resistencia significativamente superior a la
ciabilidad deberá satisfacer para enriquecer en de los hombres civilizados o domésticos, quienes
vez de coartar la espontaneidad originaria del al depender de un sinnúmero de objetos, pierden
hombre-F. una constitución que era más robusta y vigorosa.
La «naturaleza» debe interpretarse como un De acuerdo con Rousseau la degeneración física
criterio de valor moral que permite mostrar cómo del hombre se debe a que, «al volverse sociable y
la vida social se ha vuelto una aberración de lo esclavo, se vuelve débil, temeroso, rastrero, y su
que en principio había sido la creación divina. En manera de vivir muelle y afeminada, acaba por
Rousseau no existe propiamente un «pecado ori- enervar a un tiempo su fuerza y valor. Añadamos
ginal», pues la caída del hombre obedece a la co- que entre las condiciones salvaje y doméstica la
rrupción generada por el proceso y la opresión diferencia de hombre a hombre debe ser mayor
social. El deísmo de la época no sólo se marca en aún que la de bestia a bestia; porque, tratados de
Rousseau, sino también en los ilustrados, quienes igual manera el animal y el hombre por naturale-
luchaban contra la ortodoxia religiosa centrada za, cuantas comodidades se proporciona el hom-
en la revelación y el culto. En el deísmo la divi- bre a sí mismo más que a los animales que do-
nidad creadora no interviene en el orden del mestica son otras tantas causas particulares que
mundo, tan sólo se manifiesta a la razón del hom- le hacen degenerar más sensiblemente-U. Tam-
bre de manera natural y no como revelación his- bién el hombre natural habría tenido pocos de-
tórica. En este sentido, la especulación rousso- seos y fáciles de satisfacer, y habría aceptado los
niana sobre los orígenes seculares que anteceden procesos naturales tales como el envejecimiento
la civilización invalida el relato del Génesis co- y la muerte. En él no habría existido una desola-:
mo última palabra en su materia. «La religión ción por los reveses de la vida, limitándose a un
nos ordena creer que -dice Rousseau-, por haber estado en donde sus sentidos más agudos hubie-
sacado el mismo Dios a los hombres del estado sen sido el olfato, la vista y el oído, los cuales le
de naturaleza inmediatamente después de la crea- habrían prestado mayor utilidad para su supervi-
ción, son desiguales porque Él quiso que lo fue- vencia. Rousseau busca fundamentar sus afirma-
sen; pero no nos prohíbe formar conjeturas saca- ciones basándose en lecturas de viajeras y explo-
das únicamente de la naturaleza del hombre y de radores que conocieron los modos de vida de mu-
los seres que lo rodean, sobre lo que habría podi- chos pueblos aborígenes, así como en relatos so-
do devenir el género humano de haber quedado bre niños abandonados en los bosques y criados
abandonado a su suertes", Por influencia de Ma- con animales.
lebranche, Rousseau concibe al estado de natura- El planteamiento roussoniano de los hom-
leza como un estado semejante al que el hombre bres naturales es que éstos casi no difieren de los
tenía antes del pecado bíblico, en donde obraba animales a la hora de conocer o entender y viven
siempre por «principios ciertos e invariables». la mayor parte del tiempo de manera solitaria.
En cambio, el hombre en el que se le han adherí- Por el contrario, representantes de la Escuela del
do todas las formas de la vida social, es como Derecho Natural como Gracia, Hobbes y Pufen-
Glauco, el dios marino cuyas verdaderas formas dorf, le asignaban al hombre primitivo una di-
se ocultan bajo los sedimentos, conchas y algas mensión racional, histórica y social, como distin-
que le cubren 10. Así como Platón había compa- tivos intrínsecos de su naturaleza 13. Para el filó-
rado a Glauco con el alma, descendida de la sofo ginebrino la «disposición primitiva» del
mansión de las Ideas celestes e infestada de las hombre tiene como característica fundamental la
impurezas del mundo sensible!'. Rousseau in- aptitud para la supervivencia, desplegando su ac-
tenta purificar en el hombre la depravación so- tividad en un ambiente donde se hacen superfluas
cial y encontrar una naturaleza prístina llena de las necesidades de índole moral, intelectual y so-
bondad, inocencia y pureza. cial. Tampoco el hombre natural es «débil» o
El hombre «tal como sale de la mano de la «perverso», siendo por el contrario más adapta-
naturaleza», cuenta con habilidades corporales y ble que muchos animales que aunque sean más
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fuertes, a menudo logra vencerlos, y es pacífico va, no existiendo ninguna especie de propiedad,
al no entrar en conflictos serios con los de su pro- pues en el hombre natural cualquier cosa es tan
pia especie. buena como la que ha perdido. Con ello
Rousseau trata de combatir la imagen de Rousseau le responde a Locke que la propiedad
Hobbes del estado de naturaleza, en donde éste privada no es un «derecho natural» y que la feli-
considera que existió una guerra de todos contra cidad humana no consiste en el egoísmo utilita-
todos, buscando aniquilarse o sojuzgarse uno-a rio, sino en vivir conforme a la naturaleza, dis-
otro, y por eso el estado social surge como un po- frutando de uno mismo sin depender artificial-
der absoluto que atemoriza a los hombres para mente de los demás.
que salgan de su estado destructivo 14. El autor La diferencia específica entre el hombre y
del Discours sur l'origine de l'inégalité contra- los animales no lo constituye tanto el entendi-
pone la tesis de los dos principios anteriores a la miento, pues la diferencia en el terreno cognosci-
razón y que son las primeras y más simples ope- tivo es meramente cuantitativo. La verdadera di-
raciones del alma: el amor de sí mismo, que es el ferencia estriba en que el hombre es poseedor de
instinto que vela por la propia conservación, y la una libre voluntad. Rousseau se opone a Aristó-
piedad, que inspira repugnancia a ver perecer o teles, para quien el hombre es el único animal ra-
sufrir cualquier ser sensible y principalmente a cional, en donde su razón o lógos, la capacidad
los semejantes. Asimismo, la conmiseración es la para pensar y hablar con claridad, es lo que lo
que, sin reflexión, hace que el hombre natural distingue esencialmente del resto de las espe-
acuda en socorro de aquellos a quienes padecen cies16. Para Rousseau el lenguaje no es una cua-
y la que le hace desistir de aprovecharse de los lidad natural de los seres humanos, pues ésta no
desvalidos. Este amorde sí (l'amour de soi me- puede darse sin el concurso de la sociabilidad.
me), no debe confundirse con la pasión social de- Por eso las ideas y las invenciones en el estado
nominada amor propio (l'amour propre), que se natural perecen con quienes las realizaron, al no
expresa como egoísmo, orgullo o vanidad. ser comunicadas. De esta manera, el habla se
La ausencia de todo conflicto y una felicidad convierte en la primera manifestación social.
totalmente desconocida para las generaciones Ahora bien, la facultad para elegir a través de la
posteriores suscitan que el hombre primitivo de voluntad y no de la razón, resulta positiva cuan-
Rousseau, posea una gran ventaja sobre la condi- do el hombre cobra conciencia de la espirituali-
ción actual del hombre. No sólo es la compasión dad de su alma, pero también puede resultar su
el ingrediente que. le impide ser desenfrenada- ruina cuando lo hace desviarse de las reglas pres-
mente feroz hacia los demás, sino también la exi- critas por la naturaleza. Con ello se· desarrolla
gua imaginación que le limita el desarrollo de la otra cualidad que lo aparta aún más de los otros
curiosidad y la previsión de los acontecimientos. animales como lo es la «perfectibilidad», carac-
El hombre natural vive al día y queda satisfecho terística mediante la cual los seres humanos cam-
con su ser inmediato al no apartarse de su propia bian continuamente su forma de vivir. La verda-
naturaleza. Es feliz al no ser acicateado por el dera fuente de las miserias humanas debe buscar-
aguijón de la curiosidad y sus deseos no fran- se en su presunto perfeccionamiento. El carácter
quean el límite de las necesidades físicas. «Nada perfectible del ser humano hace que introduzca
habría sido tan miserable -dice Rousseau- como innovaciones que, empezando como comodida-
el hombre salvaje deslumbrado por las luces, des, se convierten en necesidades. Por tal motivo
atormentado por las pasiones, y razonando sobre termina acostumbrándose a comodidades que
un estado diferente al suyo»15. La tosquedad del nunca ·le habían sido indispensables y cuya au-
gusto del hombre original y su indiferencia en sencia se le tomaría insoportable, convirtiéndose
cuanto a los detalles lo inhiben, drásticamente, de entonces en necesidades fundamentales. Para el
motivos que generen discordia en la condición hombre social no existe una distinción real entre
natural. Cada cual se habría alojado al azar y con necesidades necesarias y necesidades superfluas.
.frecuencia una sola noche en algún árbol o cue- Por tanto, la acumulación de esas necesidades
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adquiridas o creadas es lo que usualmente se aso- sub vienen a la seguridad y al bienestar de los
cia a la idea de «progreso». La tranquilidad del hombres congregados, las ciencias, las letras y
alma del hombre natural hace que su existencia las artes, menos despóticas y más poderosas qui-
sea feliz al estar limitada a las necesidades bási- zá, extienden guirnaldas de flores sobre las cade-
cas; mientras que en el hombre moderno, al con- nas de hierro de que están cargados, ahogan en
tar con un aumento desmesurado de sus necesi- ellos el sentimiento de esa libertad original para
dades y deseos, su alma se halla transida de per- la que parecían haber nacido, les hacen amar su
turbación, insatisfacción y desdicha. esclavitud y así forman lo que se denomina pue-
Ya Rousseau en el Discours sur les Arts et blos civilizados» 17. El blanco al que se apunta es
les Sciences había mostrado una desconfianza la modernización que conlleva el incremento
por la razón y los efectos negativos del progreso económico, provocando que las necesidades se
social. La razón humana había sido utilizada con multipliquen con la consecuente decadencia de la
resultados desastrosos al suprimir y distorsionar moral y la virtud. Rousseau piensa que la anti-
operaciones naturales como la simpatía y la pie- güedad mantenía en general formas de vida más
dad, debilitándose la virtud y acrecentándose el sencillas que se veían reflejadas en la manera de
servilismo. Por eso la preocupación crucial de hacer política: «Los antiguos políticos hablaban
Rousseau es la libertad; mientras que su mayor sin cesar de costumbres y de virtud; los nuestros
temor, el peligro que encierra la dependencia. El no hablan más que de comercio y de dinero»18.
hombre es esencialmente un «sí mismo» espon- La vigencia de las ideas roussonianas resultan
táneo y auténtico, que afronta el problema del sorprendentes, pues se anticipa a desautorizar un
asalto continuo y degradante del entorno social. tipo de sociedad materialista que identifica la vir-
Cuando esto sucede, el hombre se metamorfosea tud con el lucro y en donde las ciencias y las ar-
en alguien «fuera de sí» que se somete al yugo de tes en su mayor parte están supeditadas al consu-
innumerables necesidades, perdiendo el deseo de mo. El hombre se vuelve una mercancía, perdien-
ser libre y amando incluso su propia esclavitud. do su dimensión específicamente humana, va-
Rousseau recoge el ideal estoico de vivir confor- liendo por lo que tiene y no por lo que es. De
me a la naturaleza, que lo interpreta como vivir acuerdo con Rousseau los políticos modernos se
conforme a la vida interior. El hombre que se dedican a calcular la suma por la que los hombres
desprende de lo exterior y que sabe retornar a la valen, encontrando en «países en que un hombre
verdadera naturaleza, hace que lo humano se no vale nada, y otros en que vale menos que na-
convierta en el valor primordial. da. Evalúan a los hombres como a rebaños de ga-
La crítica a las ciencias y a las artes debe li- nado. Según ellos, un hombre no le vale al Esta-
garse necesariamente al progreso social y al cre- do más que el consumo que le hace. Así, un siba-
cimiento económico, como elementos que inci- rita bien habría valido treinta lacedemonios ...
den en la depravación de las costumbres. Por in- Dígnense nuestros políticos suspender sus cálcu-
fluencia abrevada en los historiadores romanos, los para reflexionar en estos ejemplos, y apren-
Rousseau relaciona el lujo y el crecimiento eco- dan de una vez que se tiene de todo con dinero,
nómico, con la decadencia moral y la pérdida de excepto costumbres y ciudadanoss-".
la libertad. Por eso sus embates no son contra la En los Discursos se recoge una influencia de
cultura en sí misma, sino contra el uso ideológi- la antigua filosofía cínica que había mostrado un
co y manipulador que de ella hacen las institucio- menosprecio por la civilización y recomendado
nes políticas. La cultura burguesa provoca que se que la felicidad no consistía en acumular grandes
enmascaren los vicios y se tome más soportable posesiones, sino en perder el deseo de ellas. Sin
la dependencia. Las artes y las ciencias son pro- embargo, una vida carente de necesidades es in-
movidas por los déspotas para desviar a los súb- compatible con una modernidad que expande
ditos de la conciencia de la pérdida de su libertad. desmesuradamente las mercancías y novedades,
El autor del Discours sur les Arts et les Sciences hasta el punto de incrementar necesidades insos-
dice con ironía: «Mientras el gobierno y las leyes pechadas y de socavar aún más la independencia
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natural. En la misma proporción, el hombre entre Discursos le escribió al rey de Polonia: «Guárde-
menos desea mayor es su libertad. A los miem- se de concluir que debemos hoy quemar las bi-
bros del estado natural Rousseau los cataloga co- bliotecas y destruir las universidades y las acade-
mo esencialmente libres: «¿Qué yugo cabe impo- mias». También en una de las notas del Discours
ner, en realidad, a hombres que no tienen necesi- sur l' origine de I 'inégalité aclara: «¿Hay que
dad de nada?»20. Por eso en lugar de fomentar destruir las sociedades, aniquilar lo tuyo y lo
necesidades ilimitadas, arraigadas en una socie- mío, y volver a vivir en los bosques con los osos?
dad que hace pulular el refinamiento, el ingenio, Consecuencia propia de mis adversarios, que me
la riqueza y la decadencia, es preciso rescatar au- gusta tanto anticipar como dejarles la vergüenza
ténticas cualidades humanas como la simplici- de sacarla»23. En Rousseau subyace una visión
dad, la inocencia, la sencillez y la virtud. optimista de la naturaleza humana, pues ésta en
La tesis constante de Rousseau de que «el el fondo es buena aun cuando se halle desfigura-
hombre es naturalmente bueno y que sólo por las da en medio de una atmósfera civil. Por el con-
instituciones se vuelven malvados los hombres», trario, la imagen hobbesiana del hombre es radi-
genera que en cada una de sus obras busque so- calmente pesimista y estática, pues siempre será
luciones a este problema. En textos como Émile, -ya sea en el estado natural o social- perverso y
La Nouvelle Héloise y las Revéries d'un prome- egoísta. En este sentido Rousseau afirma: «No
neur solitaire, se sondea la posibilidad de encon- vayamos sobre todo a concluir con Hobbes que,
trar un refugio individual que salvaguarde al por no tener ninguna idea de la bondad, el hom-
hombre de las contradicciones y abusos del siste- bre es naturalmente malvado, que es vicioso por-
ma social. No obstante, al proponer que la liber- que no conoce la virtud, que rehusa siempre a sus
tad es una condición natural del ser humano y semejantes servicios que no cree deberles, ni que
que las formas de socialización lo esclavizan, ne- en virtud del derecho, que con razón se atribuye,
cesariamente habría que buscar una alternativa a las cosas que necesita, se imagina necesaria-
política que haga compatible la libertad con la mente que es el único propietario de todo el uni-
sociabilidad. Le Contrat Social es claro al afir- verso»24. En el hombre de Hobbes, desde una
mar que «el hombre ha nacido libre y en todas óptica roussoniana, es un ser en quien predomina
partes está entre cadenas. Hay quien se cree amo el «amor propio», ese sentimiento relativo, ficti-
de los demás, cuando no deja de ser más esclavo cio y engendrado en la sociedad, que conduce a
que ellos»21. Por tal motivo Rousseau indaga cada individuo a buscar sólo su propio beneficio
propuestas políticas cuyas exigencias no sean y que lo espolea a dañar a sus congéneres. El en-
conflictivas con la naturaleza humana, es decir, foque hobbesiano no contempla en la naturaleza
un entorno social que no subyugue la integridad humana el «amor de sí mismo» como sentimien-
moral. En Le Contrat Social existe un problema to natural que provoca que todos los animales ve-
fundamental: «Encontrar una forma de asocia- len por su propia conservación y que, cuando en
ción que defienda y proteja de toda la fuerza co- el hombre se combina con la razón y la piedad,
mún la persona y los bienes de cada asociado, y suscita la humanidad y la virtud->. El problema
por lo cual, uniéndose cada uno a todos, no obe- radica en que el perfeccionamiento de la concien-
dezca, sin embargo, más que a sí mismo y quede cia moral es concomitante con las luces de la ra-
tan libre como antes»22. Este estado de restaura- zón, y al carecer de todo ello el hombre natural
ción que intenta combinar la libertad y las virtu- está anulado y embrutecido, y únicamente limita-
des del estado natural con la sociabilidad, impli- do al instinto físico. A pesar de lo negativo de la
ca una fidelidad a la naturaleza en el seno de la sociedad es aquí donde nace la virtud y la mora-
asociación política. lidad, aunque también el mal uso de la razón ha-
Las tesis de Rousseau no pretenden negar la ce extenderse todo género de vicios y desigual-
dimensión política del hombre, ni mucho menos dad. La dificultad a superar es la oposición de in-
suponen, como irónicamente pretendía Voltaire, tereses y la proliferación de necesidades, pues los
«andar en cuatro patas». Por eso el autor de los seres humanos son esencialmente buenos en la
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medida en que los intereses concurran y se sim- necesidades humanas, que vienen a romper con
plifiquen las necesidades. En la Carta a Chris- el estado de aislamiento e independencia del
tophe de Beaumont Rousseau explica las relacio- hombre natural.
nes que se originan en una sociedad en donde En la segunda parte del Discours sur l'origi-
existe una colisión de intereses y un incremento ne de l'inégalité se advierte que el hombre «civi-
de los deseos: «Cuando todos los intereses parti- lizado» nace y muere como esclavo, pues duran-
culares agitados chocan entre sí; cuando el amor te toda su vida siempre está adherido a institucio-
de sí, fermentado, se convierte en amor propio, y nes que fomentan la opresión y la desigualdad.
cuando la opinión, convirtiendo el universo ente- La caída del hombre a la vida social adviene con
ro en algo necesario para todos los hombres, los la aparición de la propiedad privada. Sobre este
hace a todos enemigos natos unos de otros, de particular señala Rousseau: «El primero a quien
modo que ninguno encuentra su bien sino en el habiendo cercado un terreno, se le ocurrió decir
mal ajeno, entonces la conciencia, más débil que 'esto es mío', y encontró personas lo bastante
las pasiones exaltadas, se ve ahogada por ellas y simples como para creérselo, fue el verdadero
en la boca de los hombres no queda sino una pa- fundador de la sociedad civil»28. Estas conside-
labra hecha para engañarse mutuamente. Cada raciones ya no obedecen a supuestos o hipótesis,
cual finge entonces querer sacrificar sus intere- sino que buscan fundamentarse en una perspecti-
ses a los del público y todos mienten. Nadie va histórica. Las causas de la pérdida del retrai-
quiere el bien común más que cuando coincide miento, hay que rastrearlas en el crecimiento de
con el suyo»26. la población, los obstáculos geográficos que difi-
En la teoría de Hobbes el orgullo induce a cultan la supervivencia, la escasez de alimentos,
que los hombres no se limiten al objeto inmedia- los rigores del clima, las presiones de los habi-
to, sino que se lancen a tomarlo de otros. En cam- tantes y las catástrofes naturales. La perfectibili-
bio, en el hombre natural roussoniano cualquier dad humana como fuente de conocimiento e in-
cosa que le quiten es fácilmente repuesta por sensatez, de virtudes y vicios, de sociabilidad y
otra, al no existir el sentido de la humillación, el perversidad, fue el motor que lo llevó a dar res-
resentimiento o la venganza. Por eso la condición puestas innovadoras, como idear armas, procu-
natural discrimina los conflictos que, en el caso rarse vestidos y descubrir el fuego.
de aparecer, serían efímeros. Al nunca haberse La primera revolución social emergió con el
ocasionado «la ley del más fuerte», nadie podría establecimiento de las familias quienes usufruc-
con regularidad oprimir a otro. Resulta factible tuaron las tierras y la propiedad, la palabra ha-
que se propicien disputas transitorias en tomo a blada se desarrolló y surgieron innumerables di-
determinados objetos o lugares, pero no existe la sensiones. Con ello, Rousseau propone una cues-
dependencia de unos de otros hasta el extremo en tión que ha sido corroborada por la etnología
que estén obligados a obedecer hasta conformar contemporánea, como es la diferenciación sexual
jerarquías. Tampoco se deduce que el hombre so- a partir del trabajo y la consecuente predominan-
metiera a los animales para que realicen labores cia patriarcal mediante la actividad cinegética.
en lugar suyo, ni tampoco que los guardase con Las mujeres se volvieron más sedentarias y se
fines alimenticios al ser su naturaleza anatómica avezaron al cuido de la vivienda y los hijos,
igual a la de los animales frugívoros-", Los lazos mientras que los hombres se encargaban de la ca-
de servidumbre aparecen hasta el advenimiento cería y recolección de la subsistencia común. Sin
de la civilización, en donde los hombres se reú- embargo, al separarse de la vida original extra-
nen por una mutua dependencia. El primer sínto- viaron sus primitivas condiciones al remplazar-
ma de la esclavitud es encontrarse en una situa- las por nuevas comodidades, suscitando la para-
ción en la que no se puede hacer nada sin la ayu- doja que esos «avances», acompañaron cambios
da de los demás. Por consiguiente, el origen y la fisiológicos y psicológicos, que a la postre fue-
consolidación del estado social hay que avistarlo ron su desgracia. En esta tónica, el filósofo gine-
alrededor del aumento y la multiplicación de las brin o considera: «En este nuevo estado, con una
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vida sencilla y solitaria, con unas necesidades males fue la antesala de la que entre sí se infrin-
muy limitadas, y con los instrumentos que había gen los seres humanos. Asimismo, podría esta-
inventado para proveer a ellas, los hombres, que blecerse como premisa que entre mayor poder y
gozaban de grandísimo ocio, lo emplearon en dominio se adquiera sobre la naturaleza, en la
procurarse diversas clases de comodidades des- misma proporción cada hombre creerá que puede
conocidas por sus padres; y éste fue el primer yu- tenerlo en el momento de gobernar. Por eso los
go que se impusieron sin darse cuenta, y la pri- adelantos de la ciencia moderna y del método ex-
mera fuente de males que prepararon a sus des- perimental en los siglos XVII y XVIII, le hacen
cendientes; porque además de que continuaron discurrir a Rousseau que esa creciente explotación
así enervando el cuerpo y el espíritu, por haber de la naturaleza, significa para el hombre cadenas
perdido por el hábito esas comodidades casi todo todavía más pesadas y arduas de sobrellevar.
su encanto y haber degenerado al mismo tiempo Puede conceptuarse que los deseos y las ne-
en verdaderas necesidades, su privación resultó cesidades superfluas minan la integridad moral
mucho más cruel de lo dulce que les fuera su po- de la voluntad, determinando que el hombre viva
sesión, y eran infelices al perderlas, sin haber si- no sólo con una dependencia material cada vez
do felices al poseerlas--", más abundante, sino también que todo su ser se
La felicidad de los moradores del estado na- rija bajo el prisma de los demás. Con el incre-
tural que se deriva de que no desean más que lo mento de la colectividad se percata de las simili-
necesario y que son autosuficientes para disfrutar tudes y regularidades en el comportamiento de
su propio ser, revelan que en la situación actual, los otros con respecto a él mismo. Surge enton-
el hombre al afanarse por tener personas y cosas, ces el deseo de ser reconocido o aceptado por el
ha adquirido un conjunto de carencias y vacíos grupo y donde se trata de adquirir las cualidades
interiores que lo consumen en la desdicha. En el o la apariencia fijadas por éste. Lejos de conocer-
Émile su autor completa esta idea: «Es la debili- se a sí mismo o de alcanzar un criterio propio, el
dad del hombre la que lo hace sociable; son nues- hombre asume una dimensión gregaria en la que
tras miserias comunes las que llevan nuestros co- se percibe a través de los ojos de los demás, en-
razones a la humanidad: nosotros no le debere- cubriendo o enajenado su verdadera naturaleza.
mos nada si no continuásemos como hombres. Por eso el adoptar un aspecto favorable para los
Todo apego es un signo de insuficiencia: si cada otros, inhibiendo los deseos reales y auténticos,
uno de nosotros no tuviese ninguna necesidad de constituye el rasgo típico de la vida social. Ya en
los demás, no pensaría unirse a ellos. De este mo- el Discours sur les Arts et les Sciences su autor se
do, de nuestra misma fragilidad nace nuestra efí- preguntaba: «¿A qué buscar nuestra felicidad en
mera dicha. Un ser verdaderamente dichoso es la opinión ajena si podemos encontrarla en noso-
un ser solitario; sólo Dios goza de una felicidad tros mismos?»3!. Mientras que en Émile es más
absoluta--". En la incesante dependencia de unos enfático al subrayar el hecho de que la persona
con otros es de donde pululan todos los vicios, pierde contacto consigo misma al ampararse en
hasta el colmo que la desigualdad se convierte en una conciencia mistificada: «El hombre de mun-
el cimiento de la moralidad social. La civiliza- do está todo entero en su máscara. No estando ca-
ción, al institucionalizar y legitimar por medio de si nunca en sí, él está siempre extraño y a disgus-
leyes la injusticia y la opresión hacia la mayoría to cuando se ve forzado a entrar en sí mismo.
de los ciudadanos, ocasiona que entre todos se Aquello que nada es, es lo que parece ser todo
tenga como norma de conducta el estar siempre para él»32. El propio Rousseau reforzó sus pun-
por encima de los demás. Ya las nuevas luces de tos de vista en el ambiente cultural francés de la
la razón humana a la hora de mejorar la cacería, época, en donde incluso los «ilustrados» rayaban
lo llevaron a reparar en su propia superioridad en el más burdo servilismo y en las lisonjas corte-
con relación a los animales y, más tarde, elaboró sanas. De esta manera, el fraude como divisa co-
comparaciones entre él mismo y el resto de sus mún de la vida moderna inocula en el hombre su
semejantes. El dominio sobre otras especies ani- despersonalización y la pérdida de su identidad,
HOMBRE NATURAL EN ROUSSEAU 85

siendo su propio yo un producto del autoengaño y rarse mucho a los demás; lo que le hace esencial-
la inautenticidad. Como bien destaca Hamps- mente malo es tener muchas necesidades y ate-
her-Monk: «Rousseau anticipa las polaridades nerse demasiado a la opinión ajena»36.
existencialistas modernas de la autenticidad y la Con la introducción de la metalurgia y la agri-
mala fe, y, ciertamente, no es una casualidad que cultura se propició una revolución que ligó a los
el existencialismo haya florecido tanto en Francia, hombres a una progresiva interdependencia, desen-
donde todo estudiante lee algo de Rousseauv=. cadenando nuevas relaciones económicas. La espe-
En las sociedades modernas se confunde el cialización del trabajo, el intercambio de productos
ser del hombre con su aspecto o apariencia. Por y el reparto de tierras, contribuyeron a que la pro-
eso, la moral y las costumbres se transforman en piedad se asentara socialmente como un derecho,
una práctica en la que se actúa según los estereo- aun a pesar de que no emane de ninguna ley natu-
tipos de los demás. Rousseau plantea, con clari- ral. El cultivo del campo fue la justificación de la
dad meridiana, una masificación de los valores propiedad privada. Sin embargo, el trabajo sólo le-
que incuban en el hombre social la incapacidad gitima la posesión de la cosecha y no la adquisición
para discernir el bien verdadero del aparente. Es- de la misma. Por el contrario, Locke sí admite que
to engendra su sometimiento a una multitud de el trabajo humano es el que le confiere el valor a las
nuevas necesidades, que lo impulsan a dominar cosas y, por tanto, el origen lícito de la propiedad.
la naturaleza y a todo ser que habite en ella. De Desde su punto de vista, la naturaleza por sí misma
todas maneras se presenta la paradoja de que el carece de valor, a menos que el hombre trabaje so-
amo es tan siervo como el esclavo porque mutua- bre ella y consolide un título de propiedad-", Estos
mente se necesitan, ya sea para servir o ser servi- presupuestos típicos del liberalismo económico ha-
dos34. Incluso los ricos avezado s al lujo y presos cen que el hombre sólo gire en función de su inte-
de un gusto frívolo y refinado, resultan más vul- rés propio, como espectador desdeñoso de los su-
nerables pues su sensibilidad está anclada en to- frimientos de las clases más bajas. El amor propio
das las partes de sus posesiones. La avidez del en una sociedad dividida ensancha la insensibili-
hombre acaudalado es como la de «esos lobos dad y la indiferencia, así como un deseo voraz por
hambrientos que habiendo gustado una vez carne acumular riqueza. En este sentido, la propiedad
humana, rechazan cualquier otro alimento y no privada suscita que se convalide y perpetúe la de-
quieren otra cosa sino devorar hombres-e>. Aho- sigualdad como algo natural entre los hombres. En
ra bien, en Rousseau la esclavitud no es única- el Discours sur l'origine de l'inégalité se ilustra es-
mente un yugo físico, sino también psicológico y ta lamentable forma de vida: «La ambición devora-
moral, puesto que el hombre ha extraído el senti- dora, el ansia de elevar su fortuna relativa, menos
do de su existencia en la subordinación al juicio por necesidad auténtica que por ponerse por enci-
de los demás. El problema radica en que la mo- ma de los demás, inspiran a todos los hombres una
ralidad humana depende de contar con la aproba- negra inclinación a perjudicarse mutuamente, una
ción de la colectividad, la cual si es corrupta ha- envidia secreta, tanto más peligrosa cuanto que pa-
rá que los ciudadanos asimilen una forma de vi- ra hacer su jugada con mayor seguridad adopta a
da igualmente corrupta. Por eso la moral social menudo la máscara de la benevolencia; en una pa-
no es más que la justificación del orgullo, el en- labra, competencia y rivalidad por una lado, por
gaño y la desigualdad. En cambio, en la propues- otro oposición de intereses y siempre el oculto de-
ta de Le Contrat Social el hombre se juzgaría co- seo de lograr un beneficio a costa del otro, todos
mo un ciudadano universal que eleva su morali- estos males son el primer efecto de la propiedad y
dad por encima de los valores de cualquier perso- el cortejo inseparable de la desigualdad nacien-
na particular. La genuina moralidad se funda en te»38. La paradoja que salta a la vista consiste en
una vida de pocas necesidades, indagando la ver- que la sociedad fomenta al mismo tiempo un indi-
dad en el propio corazón. Como se afirma en el vidualismo dependiente, en donde el amor de sí de-
Émile: «Lo que hace al hombre esencialmente genera en amor propio y el bien común se asume
bueno es tener pocas necesidades y el no compa- sólo cuando concuerda con el bien propio.
86 ROBERTO CAÑAS QUIRÓS

Conclusión lio debe desplegar una independencia moral que


sea lo suficientemente firme como para que no se
El enfoque de Rousseau aun cuando sea op- deje engullir por el entorno malsano de la socie-
timista con relación al fondo bueno de la natura- dad, y, más bien, cuando crezca y tenga contacto
leza humana, es completamente pesimista con re- con ella, podrá influir positivamente sobre sus
lación a la sociedad y a su defensa de la propie- semejantes. El proyecto roussoniano es que exis-
dad y las leyes. En todo caso, tampoco en el tan muchos Emilios que estén facultados para
hombre natural se consigue un argumento real- transformar la sociedad, con valores genuina-
mente válido contra la vida civilizada, pues este mente humanos que den apertura a la verdadera
bruto feliz a pesar de no ser enemigo de sus se- libertad. En este sentido, el Émile se conecta con
mejantes, no es capaz de una verdadera morali- Le Contrat Social, pues una voluntad general só-
dad. El panorama se ensombrece cuando se vis- lo puede construirse con ciudadanos que combi-
lumbra a un han sauvage cuya vida en el terreno nen las virtudes naturales con la sociabilidad. El
de la virtud y los valores es insuficiente, y el nexo entre el cambio interior de la personalidad
hombre social que en lugar de desarrollar estas y el cambio político es certeramente expuesto por
cualidades termina corrompiéndose. Cuando la A. Baroni: «Cuando los hombres educados a la
naturaleza pierde su inocencia, el proceso deca- manera de Emilio se multiplicasen y prevalecie-
dente parece irreversible. La fuerza de los Dis- sen dentro de la sociedad, la sociedad resultaría
cursos gira más en tomo a los problemas plantea- curada y ya no sería un mito la democracia en la
dos que en las soluciones ofrecidas, y por eso cual la voluntad de todos se conformase a la vo-
Rousseau en otras obras indaga nuevas propues- luntad general-+'.
tas. En suma, si la vida «natural» es incompleta y Ahora bien, en la situación actual las aberra-
el «progreso» social incita formas de convivencia ciones que propagan las instituciones conllevan a
degeneradas, existen dos remedios a considerar: que la voluntad humana genere un conflicto con
(1) En la esfera de lo público: Un «contrato respecto a sus deseos, una desarmonía entre una
social» que transforme la personalidad moral de infinidad de necesidades y una voluntad que no
sus miembros. Como afirma Rousseau: «Este pa- logra realizarlas. La discordia que existe entre lo
so del estado de naturaleza al estado civil produ- que se puede hacer con relación a algo más gran-
ce en el hombre un cambio muy notable, sustitu- de como es lo que se puede desear, no sólo signi-
yendo en su conducta el instinto por la justicia, y fica el detrimento de la libertad sino la caída en
dando a sus acciones la moralidad que les faltaba la infelicidad y la dependencia. En la vida civili-
antes»39. En este caso la «voluntad general» obli- zada el hombre siempre desea todo lo que no es
gará al cuerpo colectivo a ser libre, es decir, a re- y lo que nunca puede ser. Por eso la libertad no
cobrar su auténtica condición humana, pues los es una función del entendimiento o la imagina-
actos en la vida social se hallan disfrazados de ción, más bien se centra en la voluntad espontá-
una supuesta libertad. Se trata de disciplinar a los nea que permite ejercer un mando y sujeción so-
individuos para que reconozcan un interés co- bre las necesidades. En esto consiste la forma-
mún, que no es un simple agregado de intereses ción de Emilio una vez que haya conseguido un
particulares. Por eso obligar a ser libres significa excelente equilibrio entre la voluntad y los de-
obligar a los ciudadanos a rechazar una voluntad seos, al ser educado con más libertad real y me-
egoísta que no sólo es incompatible con la verda- nos control, obrando principalmente por sí mis-
dera moralidad y libertad, sino también con la es- mo y exigiendo menos de los demás, apenas sen-
piritualidad y los valores superiores. tirá la privación de todo aquello que no pueda ob-
(2) En la esfera de lo privado: Se busca al- tener. Si la libertad del hombre natural es seguir
canzar un reducto solitario para un genuino desa- el impulso físico, la libertad civil se traduce en
rrollo de la individualidad fuera del marco social. actuar conforme a la voluntad general, lo cual
En el Émile se pretende educar a un niño lejos del implica un dominio del hombre sobre sí mismo,
enviciamiento que contagia la civilización. Emi- pues las inclinaciones de los apetitos por sí solos,
HOMBRE NATURAL EN ROUSSEAU 87

son esclavitud, mientras que la obediencia a la 12. Discurso sobre la desigualdad, p. 217.
ley prescrita a uno mismo es libertad. En este 13. Grocio considera que la madre del derecho
sentido, la libertad del hombre implica un some- natural es la naturaleza humana misma, que conduciría
a los hombres a las relaciones sociales aun cuando no
timiento a la propia legalidad interior, es decir,
se necesitaran mutuamente; incluso lo injusto debe en-
una limitación de los deseos en donde sólo se
tenderse como aquello que repugna necesariamente a
sienta que no falta nada. la naturaleza racional y social (De iure belli ac pacis,
1, 1, 10; 1, 2, 1). También Hobbes consideró que la ap-
titud originaria del hombre es vivir socialmente (De
Notas Cive, 1, 2). Y para Pufendorf el principio supremo del
derecho natural es la coexistencia pacífica y racional
l. La sentencia del oráculo de Delfos era «conó- entre los hombres (De iure naturae et gentium, I1, 2).
cete a ti mismo», elaborada probablemente por alguno 14. Hobbes, Leviathán, 1, 13.
de los Siete Sabios de Grecia y que luego fue asumida 15. Discurso sobre la desigualdad, p. 233.
por Sócrates como el principio fundamental de su filo- 16. Aristóteles, Política, 1, 2, 1253a 9; VII, 13,
sofía antropológica. 1332b 5; Tópicos, V, 4, 133a 20.
2. La mutua interdependencia entre lo social y lo 17. Discurso sobre las ciencias y las artes, p. 149.
individual a Rousseau no le pasa inadvertida, ni siquie- 18. Discurso sobre las ciencias y las artes, p. 163.
ra en sus consideraciones pedagógicas: «Es necesario 19. Discurso sobre las ciencias y las artes, pp.
estudiar la sociedad por los hombres, y los hombres 163 - 164.
por la sociedad: cuantos quieran tratar separadamente 20. Discurso sobre las ciencias y las artes, p. 150.
la política y la moral jamás comprenderán ninguna de 21. El Contrato Social, 1, 1, p. 10.
las dos», Emilio, p. 270. 22. El Contrato Social, 1, VI, p. 22.
3. Hesíodo, Trabajos y días, 109 - 179. Platón, 23. Discurso sobre la desigualdad, p. 315.
Critias, 109 B ss.; Leyes, 677 D - 679 D. 24. Discurso sobre la desigualdad, p. 234.
4. Discurso sobre la desigualdad, pp. 207 - 208. 25. Discurso sobre la desigualdad, p. 330.
5. El tema del hombre natural ha sido objeto de 26. Escritos polémicos, p. 63.
crítica entre diversos autores. Para B. Groethuysen el 27. Discurso sobre la desigualdad, pp. 305 - 306;
hombre natural de Rousseau no sólo es una abstrac- Emilio, I y II.
ción, un fantasma brotado de su imaginación, sino una 28. Discurso sobre la desigualdad, p. 248.
forma de autoconocerse y describirse a sí mismo, cf. 29. Discurso sobre la desigualdad, pp. 253 - 254.
J.J. Rousseau. México: Fondo de Cultura Económica, 30. Emilio, p. 263.
1985, pp. 7 - 26. Mientras que para M. Guéroult Rous- 31. Discurso sobre las ciencias y las artes, p. 176.
seau con su propuesta del hombre natural, no piensa en 32. Emilio, p. 263.
un hombre real sino en un hombre esencial o ideal, cf: 33. Lain, Hampsher-Monk, Historia del pensa-
«Naturaleza humana y estado de naturaleza en Rous- miento político moderno. Los principales pensadores
seau, Kant y Fichte». En: Presencia de Rousseau. Bue- políticos de Hobbes a Marx. Barcelona: Editorial
nos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1972, pp, 143 - Ariel, 1996, p. 194.
162. Y también G. Della Volpe considera que el hom- 34. Discurso sobre la desigualdad, p. 262. Con
bre natural y la moralidad que pueda desprenderse de ello Rousseau se anticipa a la dialéctica del amo y del
él, es demasiado abstracta, irreal y apriorística como esclavo que diera Hegel en la Fenomenología del Es-
para que sea sinónima de humanidad, cf. Rousseau y píritu (1, IV, A), en la que la dependencia recíproca del
Marx. Barcelona: Ediciones Martínez Roca, 1975, pp. dueño y del esclavo es aquella en la que el vencido se
17 - 39. somete y sirve de instrumento a la voluntad del ven-
6. Rousseaujuez de Jean-Jacques. Diálogo III. cedor, pero otorgándole a éste el sentimiento vivo de
7. Discurso sobre la Desigualdad, p. 195. su yo.
8. N. Abbagnano y A. Visalberghi, Historia de la 35. Discurso sobre la desigualdad, p. 263. Rous-
pedagogía. México: Fondo de Cultura Económica, seau emprende siri duda una alusión a la sentencia de
1995, p. 391. Hobbes «el hombre es un lobo para el hombre» (homo
9. Discurso sobre la desigualdad, p. 208. homini lupus), pero aplicada sólo al contexto social, en
10. Discurso sobre la desigualdad, p. 194. donde el hombre se vuelve enemigo del hombre.
11. Platón, República, 611 C - D. 36. Emilio, p. 243.
88 ROBERTO CAÑAS QUIRÓS

37. Locke, Segundo ensayo sobre el gobierno ci- Hunter Wright, Emest, The meaning of Rousseau.
vil, 24 - 51. Londres: Oxford University Press, 1929.
38. Discurso sobre la desigualdad, pp. 262 - Mondolfo, Rodolfo, Rousseau y la conciencia moder-
263. na.·Buenos Aires: Eudeba, 1967.
39. El Contrato Social, 1, VIII, pp. 26 - 27. Rousseau, 1.1., Del Contrato Social. Discurso sobre
las ciencias y las artes. Discurso sobre el origen y
40. A. Baroni, La pedagogia e i suoi problemi nella
los fundamentos de la desigualdad entre los hom-
storia del pensiero, 11.Brescia: La Scuola, 1976, p. 295.
bres. Trad. Mauro Armiño. Madrid: Alianza Edito-
rial, 1996.
Rousseau, 1.1., Emilio, o De la educación. Trad. Mau-
Bibliografía ro Armiño. Madrid: Alianza Editorial, 1998.
Rousseau, 1.1., Escritos polémicos. Cartas a Voltaire,
Abbagnano, N. YVisalberghi, A., Historia de la peda- Malesherbes, Beaumont y Mirabeau. Trad. Quintín
gogía. México: Fondo de Cultura Económica, 1995 Calle Carabias. Madrid: Editorial Tecnos, 1994.
Baroni, A., La pedagogia e i suoi problemi nella storia Rousseau, 1.1., Las Confesiones. Trad. Mauro Armiño.
del pensiero, 11. Brescia: La Scuola, 1976. Madrid: Alianza Editorial, 1997.
Della Volpe, Galvano, Rousseau y Marx. Barcelona: Rousseau, 1.1., Las ensoñaciones del paseante solita-
Ediciones Martínez Roca, 1975. rio. Trad. Mauro Armiño. Madrid: Alianza Edito-
Grimsley, Ronald, La filosofía de Rousseau. Madrid: rial, 1979.
Alianza Editorial, 1977.
Groethuysen, Bemhard, J.J. Rousseau. México: Fondo
de Cultura Económica, 1985.
Guéroult, Martial y otros, Presencia de Rousseau.
Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1972. Roberto Cañas Quirós
Hampsher-Monk, Lain, Historia del pensamiento po- Universidad de Costa Rica
lítico moderno. Los principales pensadores políti- Escuela de Estudios Generales
cos de Hobbes a Marx. Trad. Ferran Meler. Barce- Sección de Filosofía y Pensamiento
lona: Editorial Ariel, 1996. rcanas@cariari.ucr.ac.cr

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