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Independencia comparada:

las Américas del norte


y del sur*
David Bushnell

El concepto de una “historia común” presencia de numerosas diferencias.


de las Américas, que gozó de un bre- Sin embargo, pareciera que los dis-
ve apogeo hace poco más de medio si- tintos movimientos independentistas
glo1, está hoy decididamente pasado tenían al menos algo en común para
de moda salvo en la retórica de even- permitir alguna comparación signifi-
tos tales como el Día Panamericano cativa por la cual la caracterización
y ocasiones similares. Pero si alguna tanto de las diferencias como de las
vez el hemisferio compartió alguna semejanzas serviría para clarificar
experiencia histórica –se podría ar- nuestra comprensión de todos ellos.
güir razonablemente– fue a fines Para empezar, deberíamos observar
del siglo XVIII y principios del XIX, que el impulso independentista no
cuando las colonias americanas una era de alcance hemisférico. No sola-
después de otra empezaron a romper mente había, por todas partes, quie-
los lazos que las ligaban al poder eu- nes apoyaban la continuidad del go-
ropeo. Lo común de la experiencia bierno colonial, sino que en algunas
resultaba absolutamente evidente colonias su causa tuvo éxito. El Ca-
para los que en aquella época acla-
maban uno u otro de los varios “Was-
nadá británico no siguió el ejemplo
de sus vecinos del sur, y las españolas
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hingtones del sur”, que activamente Cuba y Puerto Rico se convirtieron
emulaban los acontecimientos glo- en bases seguras para las acciones de
riosos hechos de ese mismo “Bolívar las fuerzas realistas que operaban en
(o San Martín) del norte”. No todos el continente americano. En las Anti-
los contemporáneos, es cierto, admi- llas francesas frecuentemente se sen-
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tían la exactitud del paralelo y poste- tían los destellos de los hechos revo-
riormente la historiografía aceptó la lucionarios de París, pero finalmente

* Este texto es el capítulo 3 del libro Independence and Revolution in Spanish America: Perspectives and Problems, editado
por Anthony Mc Farlene y Eduardo Posada-Carbó (London, Institute for Latin American Studies, 1999).
1 Para una compilación de textos sobre el tema véase Lewis Hanke (ed), Do the Americans Have a Common History?: A
Critique of the Bolton Theory (New York, 1964).
sólo Haití logró su independencia. rio (como aquella de la que evidente-
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Tampoco las Antillas británicas (o las mente gozaban las colonias inglesas) e
holandesas, danesas o suecas i.e. las hizo más fácil aceptar la opción por la
Antillas suecas de San Barthelemy independencia cuando otras circuns-
que recién en 1877 pasaron definiti- tancias la pusieron a su alcance.
vamente al dominio francés) rompie- Otro rasgo común, sin embargo de
ron las ataduras con sus respectivas distinta intensidad, fue el impacto de
metrópolis, aunque fueron profunda- todas esas corrientes de pensamien-
mente afectadas por los distintos mo- to social y político que convencional-
vimientos independentistas. Canadá mente se las adscribe a la influencia
se convirtió en objetivo de los ejérci- intelectual del Iluminismo. Por su-
tos revolucionarios desde el sur, y las puesto que a las colonias inglesas les
pequeñas islas del Caribe sirvieron importaba menos la Encyclopèdie
como puestos de abastecimiento tan- que los conceptos de Locke sobre los
to para patriotas como para realistas derechos individuales y el gobierno
además de haber dado figuras claves limitado, que absorbían directamente
como Alexander Hamilton a la causa de sus propias tradiciones y no a tra-
norteamericana y Luis Brion a la his- vés de los filósofos franceses, mien-
panoamericana. Desde un punto de tras que las autoridades intelectuales
vista comparado la no independencia a quienes los reformistas y revolu-
de ciertas colonias sin duda ilumina cionarios latinoamericanos apelaban
lo que pasó en las otras y plantea in- eran predominantemente francesas.
terrogantes interesantes –por ejem- En el caso de la América española
plo ¿qué tenían en común Canadá específicamente hay una escuela de
con Cuba o Puerto Rico con St. Kitts pensamiento que atenúa el Iluminis-
que las hizo quedar rezagadas?– pero mo a favor de la influencia residual
este tipo de cuestiones están más allá del pensamiento Católico Español de
del alcance de este capítulo. la escuela de Francisco Suárez. Sin
Lo que tenían en común todas las co- embargo, el nombre de este último es
lonias –aún aquellas que en este mo- una clara ausencia entre los autores
mento no lograron su independencia– citados por los publicistas de la era
era un proceso de crecimiento social, independentista, y es probable que
económico y cultural que creó, en dis- los conceptos suarezianos de sobera-

278 tintos grados, un sentido de identidad nía popular y demás sirvieran como
regional muy distinto del de la ‘madre reforzamiento subconsciente a las
patria’, o incluso un conjunto de inte- nuevas ideas asociadas con las revo-
reses locales (a menudo relacionados luciones angloamericana y francesa2.
al comercio ultramarino) que diferían Esos ejemplos revolucionarios eran
de las políticas imperiales. Tal desa- en sí mismos una forma de influen-
rrollo si bien no amenazaba la rela- cia política compartida –pese a que
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ción con la monarquía tradicional, sin los angloamericanos, que fueron los
duda favorecía el sentimiento de una primeros, simplemente se influyeron
limitada autonomía dentro del impe- unos a otros. En realidad, para los la-
2 Para ver un ejemplo de las autoridades citadas: David Bushnell, “El ‘modelo’ angloamericano en la prensa de la emancipa-
ción: una aproximación cuantitativa de su impacto” apéndice a Javier Ocampo López, La independencia de los Estados
Unidos de América y su proyección en Hispanoamérica. El modelo norteamericano y su repercusión en la independencia
de Colombia. Un estudio a través de la folletería de la independencia de Colombia (Caracas, 1979).
tinoamericanos, el hecho de que las “impuesto al sello imperial” y los gra-
colonias inglesas se hubieran liberado vámenes sobre el té decretados por
del yugo imperial era citado más fre- el Parlamento en Londres para que
cuentemente como una justificación los angloamericanos aporten más a
de su propio esfuerzo para lograr lo la causa de la defensa imperial. En la
mismo, que para referirse a los meros América española también se fijaron
discursos de filósofos norteamerica- nuevos impuestos, incluyendo la ex-
nos tales como Franklin y Jefferson. tensión del monopolio del tabaco a
Aunque con una visión más amplia otros espacios coloniales y asimismo
obviamente, se puede decir que los se ajustó el control administrativo a
movimientos de independencia ame- través de mecanismos tales como el
ricanos fueron parte de un ciclo “At- sistema de Intendencias, todos ellos
lántico” mayor de revoluciones que resumidos en la continuamente ci-
empezó en Lexington-Concorde en tada referencia a una ‘segunda con-
1775 y culminó en Ayacucho en 1824, quista’ de Hispanoamérica de John
pasando incidentalmente por París. Lynch4. Brasil siguió un proceso se-
Cuánto en realidad tenían en común mejante con las reformas pombalinas,
estos movimientos, aparte del uso de Santo Domingo fue menos afectado,
la violencia y la retórica revoluciona- solo porque el gobierno metropolita-
ria, es algo altamente debatible parti- no francés, en los años que llevaron a
cularmente en lo que concierne a la 1789, estaba ocupado en otros temas.
influencia de la Revolución Francesa, No quiero decir nada sobre Curaçao y
de la que muchos latinoamericanos la danesa St. Thomas.
tenían el cuidado de distanciarse en En las trece colonias inglesas que
sus discursos públicos. Evidentemen- eventualmente se convirtieron en los
te, en ciertos momentos y lugares los Estados Unidos, fueron aquellas medi-
revolucionarios de Hispanoamérica das fiscales las que desencadenaron y
reaccionaban conscientemente con- pusieron en movimiento toda la serie
tra la contaminación de la Revolución de eventos que llevaron a la revolu-
Francesa, que percibían que se expan- ción. El problema, por supuesto, no
día hacia ellos a través de España3. era tanto la cantidad muy modesta
Otro fenómeno de alcance atlánti- de estos nuevos impuestos, sino el
co, en el que sin querer participaron que la orden proviniera de un decre-
tanto la América del sur como la del to del Parlamento británico, en lugar
norte, fue el intento de los poderes
imperiales en el siglo dieciocho de
de haber emanado de las asambleas
coloniales que, por la constitución no
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ajustar el control sobre sus colonias escrita del Imperio Británico, tenían
americanas, sea a causa de la agenda el exclusivo derecho de imponer con-
del Despotismo Ilustrado o las nece- tribuciones de los colonos. Existieron
sidades provocadas por la rivalidad ciertas excepciones a esa regla, tal
imperial. En la América inglesa, las como los impuestos aduaneros, cuyo
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medidas pertinentes fueron principal- principal objetivo se consideraba no


mente fiscales, tales como el famoso era tanto aumentar los ingresos sino

3 Ver, por ejemplo, de Manfred Kossok, “La imagen de Robespierre en Latinoamérica (1789-1825)” en: La revolución en la
historia de América Latina: Estudios Comparativos (Havana, 1989), pp. 209-218.
4 John Lynch, The Spanish American Revolutions 1808-1826 (New York, 1973), p. 7 y la nota 5, p. 349, donde generosamente
atribuye el concepto a David Brading.
regular el comercio dentro del impe- el dinero. Aún si todos los tan odiados
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rio, algo que inclusive en Boston era impuestos hubieran sido pagados, esto
considerado una función legítima del habría tenido un impacto insignifican-
Parlamento Británico. En consecuen- te en el bienestar de los habitantes. El
cia, el gobierno británico, al abando- conflicto, entonces giraba principal-
nar su desafortunado esfuerzo por mente en torno al tema del poder polí-
imponer un impuesto al sello en 1765 tico, de la percepción de una amenaza
(i.e. el uso de papel sellado) en sus co- a los derechos tradicionales de autogo-
lonias americanas ante las violentas bierno –una amenaza que, si continua-
protestas de los colonos, asumió que ba, podría llevar a futuros ataques más
algunos nuevos gravámenes aduane- serios. Una vez que la amenaza fue
ros –muy pronto revocados, excepto exitosamente erradicada por la acción
el del té– ya no enfrentarían esa re- revolucionaria, aquellas antiguas liber-
sistencia. Sin embargo, calculó mal, y tades (que iban algo más allá que sim-
la misma moderación del gravamen al plemente que el principio de “ningún
té aumentó la sensibilidad del resenti- impuesto sin representación”) fueron
miento colonial, porque mostraba que codificadas en constituciones estatales
el gobierno británico tenía realmente y nacional que, con la mera diferencia
la intención de recaudar ese dinero, en de estar escritas y de establecer una
lugar de que pudiese ser evadido con nueva unión federal, eran impresio-
el contrabando, lo que a su vez impli- nantemente parecidas al sistema de
caba que el objetivo era, francamente, gobierno del que previamente habían
aumentar los ingresos del imperio. La gozado las colonias bajo el holgado ré-
Fiesta del Té de diciembre de 1773 en gimen del Parlamento Británico y la
Boston resultó provocadora y com- Corona. Es, en este sentido, que la re-
prensiblemente dura y, en una nueva volución angloamericana fue esencial-
reacción descarriada de Londres en la mente conservadora en sus objetivos
forma de las llamadas “Leyes Intolera- políticos, aunque siempre mantenien-
bles”, que incluían desde el cierre del do las instituciones “liberales”.
puerto de Boston hasta la restitución En todas las otras partes del hemis-
de una concesión de grandes privile- ferio, los movimientos independen-
gios a los odiados papistas del cercano tistas no se iniciaron como respuesta
Québec. De aquí en adelante, las cosas directa a las cuestionables medidas
se deterioraron rápidamente hasta el del gobierno imperial; sino que fue-
280 primer choque armado en Lexington y
la declaración de la total independen-
ron impulsadas por los eventos ocu-
rridos en Europa. Como en las colo-
cia en Filadelfia un año después. nias inglesas empezó un proceso de
A causa de la centralidad del tema reacción que, en principio, no busca-
del impuesto en todas partes, un tes- ba la separación sino solamente un
tigo poco amistoso podría resumir los remedio ante agravios específicos;
eventos que llevaron a la revolución pero tarde o temprano se transfor-
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angloamericana como nada más que maría en una lucha por la indepen-
una batalla entre algunos evasores de dencia. El primer ejemplo ocurrió
impuestos y el Tesoro británico. Sin en Santo Domingo, como reacción al
embargo, las colonias que protesta- estallido de la Revolución Francesa,
ban tenían toda la razón al insistir en donde los blancos, dueños de plan-
que estaba en juego mucho más que taciones, buscaban evitar medidas a
favor de los esclavos y libertos, y es- tiempo) como resultado de la invasión
tos grupos ejercían presión para ase- francesa a la península ibérica, por el
gurarse que esas medidas se ejecu- simple hecho de haber establecido sus
tasen, y una vez ejecutadas no sean propios gobiernos provisionales para
frustradas por la población blanca de que gobiernen a nombre del cautivo
la Colonia. Los funcionarios enviados Fernando VII; y, en México, Hidalgo al
por Francia, rápidamente perdieron menos intentó hacer lo mismo.
control de la situación y también los Los sucesos en la América hispana
dueños de plantaciones, pese a la in- no se dieron como la culminación de
tervención de fuerzas esclavistas de una controversia pública creciente
poblados británicos cercanos5. Tous- (como la de la América inglesa) sobre
saint l’Ouverture, como líder de los agravios coloniales, pero la seriedad
rebeldes ex-esclavos, estaba dispues- y naturaleza de esos agravios se pue-
to a mantener la formalidad de la de inferir de la velocidad con la que
lealtad con Francia, particularmente las distintas Juntas se establecieron
porque las autoridades revoluciona- en 1810 y adoptaron medidas para
rias de París estaban de acuerdo con su corrección. Al abrir los puertos
la abolición de la esclavitud; pero fi- al comercio con poderes amistosos,
nalmente, una nueva intransigencia mostraron su disconformidad con las
metropolitana hizo inevitable la in- anteriores restricciones del comercio
discutible independencia de Haití. imperial, incluso cuando eran modi-
Así como a Napoleón se le debe im- ficadas por repetidas concesiones de
putar la culpa de haber impedido excepciones especiales y la tolerancia
cualquier solución aceptable para los al contrabando. Al nombrar en posi-
haitianos, también es su responsabili- ciones importantes a los oriundos y,
dad o merece el reconocimiento por de alguna manera ejercer una discri-
haber estimulado, sin darse cuenta, minación revertida contra los penin-
las revoluciones en la América es- sulares, respondían a las demandas
pañola y portuguesa a través de su criollas respecto de la promoción bu-
avance para tomar el control de las rocrática. Al proscribir el comercio
respectivas metrópolis. En Brasil, el de esclavos, la Inquisición y el tribu-
desenlace se retrasó por la decisión to indígena (este último simplemente
de la corte portuguesa de refugiarse sometiendo a los nativos americanos
en Río de Janeiro; las cosas solamen- a todos los impuestos comunes en vez
te estallaron después de que la corte
volvió a Lisboa y el Brasil se negó a
del tributo), las Juntas mostraban un
cariz de iluminismo social y cultural.
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renunciar a la autonomía de facto que Y al instituir asambleas por elección
había adquirido mientras Río fue la y aún alguna forma rudimentaria de
capital de todo el mundo portugués. constituciones escritas, se atribuían
Las colonias españolas de la América un aparato de representatividad de
del Sur, a excepción del Perú, también gobierno limitado en lugar del ana-
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gozaron de una autonomía de facto, crónico pseudo-absolutismo del anti-


(aunque algunas veces por muy corto guo régimen español6.

5 No solamente los fracasos británicos sino también los otros aparecen expuestos lúcidamente en David Patrick Geggus, Sla-
very, War and Revolution: The British Occupation of Saint Domingue 1793-1798. (Oxford, 1982).
6 Para el caso de la Argentina, véase David Bushnell, Reform and reaction in the Platine Provinces, 1810-1852. (Gainesville,
Fla, 1980), Capítulo 1, que incluye referencias a paralelos liberales españoles.
En todos los casos mencionados arri- una lucha armada se había iniciado
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ba, los nuevos gobiernos establecidos ya en 1809 contra Quito y La Paz., y
en la América española no hicieron abarcó a gran parte del continente an-
nada (excepto la apertura de los puer- tes de que se estableciera un conjunto
tos coloniales y la abolición del co- de gobiernos independientes desde
mercio de esclavos) que no hubiera México hasta Montevideo. A diferen-
sido hecho ya por los gobiernos retró- cia de lo ocurrido en la América ingle-
grados que resistían, en España, a la sa, el nuevo orden político en la Amé-
impuesta monarquía francesa de José rica española y portuguesa (en este
I. Por cierto, el movimiento hacia un último caso en menor grado, dada la
gobierno representativo fue lanzado continuación de la monarquía) sí re-
desde un extremo de España cuando presentó un duro golpe a los pactos
la Junta Central de Sevilla invitó a las políticos preexistentes. Si realmente
colonias americanas a elegir miem- significó también un agudo corte en
bros para que formen parte de la mis- otros aspectos es algo a lo que hay que
ma; y uno de los logros más notables volver más adelante.
fue la Constitución de Cádiz de 1812 La lucha de la América española fue
que convirtió a todo el imperio en una la más larga (y excepto por Haití) la
monarquía constitucional. Como lo ha más dura de las guerras de la inde-
demostrado Timothy Anna y otros, la pendencia en las Américas. La batalla
Constitución española fue cálidamen- decisiva se libró en Ayacucho, quince
te acogida por muchos hispanoameri- años después de que se lanzaron los
canos7, y una figura tal como Andrés primeros disparos, sin embargo hubo
Bello –agente de los revolucionarios choques esporádicos y guerra de gue-
venezolanos en Inglaterra y el prime- rrillas durante algunos años más, y
ro en abandonar la pretendida lealtad las fortalezas de Callao y San Juan de
a Fernando VII– se resistió persisten- Ulúa recién cayeron en 1826. Entre
temente a abandonar la esperanza de tanto, el conflicto quedaba marcado
conseguir un acuerdo entre España y por medidas extremas tales como la
América fundada en el constitucio- declaración de guerra a muerte de Bo-
nalismo imperial8. Sin embargo, tal lívar a las ejecuciones masivas de los
solución no fue posible. No solo por- patriotas de Nueva Granada llevadas
que la representación ofrecida a los a cabo por orden de Morillo. En con-
americanos en las cortes españolas traste, la Guerra de la Independencia
282 era inadecuada, sino porque un gra-
do significativo de autonomía para
de la América inglesa duró solamente
seis años, desde Lexington-Concord
las colonias, igual que en la posterior a Yorktown; ó, si se toma como fe-
Commonwealth británica, jamás fue cha final la firma del tratado formal
aceptada incluso por los liberales en de paz con Gran Bretaña, ocho años.
España. Venezuela, como se dijo, fue (Si a la lucha de la América española
la primera en ver la lógica de esta si- también se le quiere dar como final
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tuación, declarando su independencia la firma de paz, entonces se extiende


formal en julio de 1811; sin embargo hasta entrados los 1830 para México
7 Fue “saludada... con entusiasmo” como dice Anna de los criollos de Ciudad de México. Ver Timothy Anna, The Fall of the
Royal Government in Mexico City (Lincoln, Nebraska, 1978), p. 108. En la Antigua capital de la Florida española, San Agus-
tín, todavía hay una Plaza de la Constitución y un Monumento a la Constitución en honor no a la Constitución de Filadelfia,
sino a la de Cádiz.
8 Antonio Cussen, Bello and Bolivar: poetry and Politics in the Spanish American Revolution (Cambridge, 1992).
y Nueva Granada, y todavía más para nalización con España, nuevamente y
otros países). Por otra parte, George curiosamente alineada (por lo menos
Washington jamás se vio apremiado brevemente) con los revolucionarios
a declarar una “Guerra a Muerte”. El contra un enemigo europeo. Pero, en
único indicador de encarnizamiento este caso, las intervenciones extran-
en el que la lucha de Washington so- jeras tendieron a cancelarse mutua-
bresale es en la proporción de pobla- mente y ciertamente fue poco lo que
ción colonial que terminó en el exilio: contribuyeron al resultado final. Tam-
entre un dos y tres por ciento del to- poco hubo poderes extranjeros que
tal (y un porcentaje aún mayor en la intervinieran en la guerra de indepen-
población blanca), lo cual implica un dencia del Brasil, cuya corta duración
éxodo significativamente más grande se debió más a la tremenda disparidad
que el que causaron las revoluciones de recursos entre la colonia rebelde
hispanoamericana o francesa9. y la madre patria; aunque, claro, los
La relativa accesibilidad de Canadá buenos oficios de la diplomacia britá-
como puerto fue naturalmente un fac- nica, favorables a una rápida solución
tor importante en este último aspecto. del conflicto entre un viejo cliente y
Hasta cierto punto, en la misma for- un potencial nuevo, tuvieron al menos
ma la corta duración de la guerra en la algo que ver con la pronta aceptación
América inglesa se debió en no poca de Portugal ante lo inevitable10.
medida a la masiva ayuda extranjera Para el estudio comparativo de las re-
que los revolucionarios recibieron –de voluciones, estos detalles militares y
Francia, España y aún Holanda— lo diplomáticos sin duda son de menor
que contrasta agudamente con la au- interés que el contexto social; am-
sencia de algún poder extranjero que bos referidos a las bases sociales de
declarase la guerra a España para las fuerzas a, y al grado de cambios
aliarse con sus colonias rebeldes. estructurales u otros que se produ-
Estas últimas recibieron cantidad de jeron. Y obviamente a la revolución
voluntarios y mercenarios para la lu- de Haití ninguna otra se le acerca en
cha así como armamento militar de lo que al significado social se refiere.
comerciantes privados, pagando o to- Con pequeñas excepciones, la divi-
mándolas a crédito; pero esta ayuda sión de fuerzas fue absolutamente
no oficial no puede ser comparada de clara: los miserables esclavos rebel-
ninguna manera con el valor del ejér- des enfrentados contra blancos due-
cito regular francés que peleó junto
a Washington en el centro de norte
ños de plantaciones y petit blancs;
la principal ambigüedad era el rol de
283
América o con los servicios de la flo- los libertos de color, quienes tenían
ta francesa (previamente abastecidos sus propias quejas contra el orden
en La Habana) que hicieron posible la pre-revolucionario, pero dudaban de
victoria de Washington en Yorktown hacer causa común con los esclavos,
al impedir a los refuerzos británicos
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ante quienes se sentían superiores.


llegar a la sitiada Lord Cornwallis. El resultado fue también absoluta-
Solo la revolución de Haití muestra un mente claro pues Haití se convirtió
grado similar o mayor de internacio- en la primera nación del Nuevo Mun-

9 Robert McCluen Calhoun, The Loyalists in Revolutionary America (1760-1781). (New York, 1965), p. 501.
10 Neil Macaulay, Dom Pedro: The Struggle for Liberty in Brazil and Portugal, 1798-1834 (Durham, N.C., 1986) pp. 181-5.
do en abolir completamente la escla- asentamientos blancos en las vastas
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vitud y con ella (aunque contra los extensiones interior continental; no
deseos de líderes tales como Touss- es sorprendente que viéndose forza-
aint l’Ouverture) el sistema mismo dos a elegir hayan preferido la mano
de plantaciones. Comparada con esta distante de Londres a la de sus veci-
revuelta social, el hecho de indepen- nos más inmediatos11.
dizarse de Francia aparece con una
Pero, dejando a un lado a los indios
importancia casi incidental.
–cuya parte en el conflicto fue peque-
En la América inglesa, los cambios ña– y, por el momento, también a los
políticos y sociales parecen de una esclavos, en cuanto al origen social de
magnitud similar, sin embargo, en las facciones enfrentadas es necesa-
ningún caso se alcanzó tan profunda rio hacer algunas distinciones entre
transformación como la que se expe- las colonias del Norte y las del Sur.
rimentó en Haití. La independencia En el norte la crema de la crema de
política, como se ha señalado, sola- la oligarquía comercial tendía a ser
mente reafirmó y aumentó la auto- Torie, sea por un miedo instintivo al
nomía de facto que existía antes de cambio, sea por sus íntimas relacio-
1776. En cuanto al impacto social, nes con los intereses comerciales bri-
una cuestión preliminar que nece- tánicos o aún por un factor religioso,
sita examinarse es si había diferen- puesto que eran predominantemente
cias sociales significativas o de otro anglicanos, miembros de la iglesia ofi-
tipo entre los grupos que peleaban en cial de la madre patria en oposición a
cada uno de los bandos, los patriotas las sectas protestantes disidentes que
y los Tories, como convencionalmen- estaban en su mayoría, en todas las
te se los llamaba. La impresión po- colonias de Pennsilvania hacia el Nor-
pular en los Estados Unidos es que te. Pero si la cresta de la pirámide so-
los enemigos de la independencia cial en el Norte era realista, los grupos
eran esencialmente los británicos y
intermedios, tanto mercantiles como
las tropas mercenarias alemanas que
profesionales, junto con el clero puri-
ellos habían contratado, pero habían
tano y una pluralidad del resto de la
realistas nativos de todos los grupos
población – mayormente granjeros y
sociales, desde los esclavos negros
artesanos – eran patriotas. Digo plu-
hasta los terratenientes aristócra-
ralidad, porque ninguno de los ban-
tas. La causa británica claramente
284
dos gozaba de una mayoría absoluta
tenía el apoyo de muchos indios no
de apoyo y un número indeterminado
asimilados que vivían más allá de
de gente evitaba comprometerse con
las fronteras de los asentamientos
una u otra causa12.
blancos efectivos. Sea que los nati-
vos americanos hubieran oído o no En las colonias del sur, por otra parte,
que uno de los abusos más terribles la punta de la pirámide social estaba
contemplados en la Declaración de compuesta por los miembros de una
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Independencia misma, era el intento aristocracia terrateniente y propieta-


del gobierno británico de detener los ria de esclavos, los Washington, los

11 Respecto a los indios ver Barbara Graymont, The Iroquois in the American Revolution (Syracuse, N.Y, 1972) y James
O’Donnell, Southern Indians in the American Revolution (Knoxville, Tenn, 1973).
12 Robert Middlekauf, The Glorious Cause: The American Revolution 1763-1789 (New York, 1982) pp. 549-55 da una visión
panorámica de los realistas, estimando que eran más o menos cerca de un quinto de los colonizadores.
Jefferson y otros menos conocidos los esclavos y negros libertos, y el úl-
que, como los Bolívar en Venezuela, timo gobernador británico de Virginia
asumieron el liderazgo de la causa hizo brevemente del reclutamiento de
patriota. Como personas que contro- esclavos una parte importante de su
laban los órganos gubernamentales estrategia. Sin embargo, el intento fue
existentes buscaban salvaguardar su rápidamente abandonado como con-
posición contra la interferencia me- traproducente: el apoyo de los dueños
tropolitana; como exportadores agrí- de esclavos era más importante que la
colas vieron una oportunidad para ayuda de los esclavos13.
librarse de las regulaciones comer- Aparte del estatus marginal de los es-
ciales del imperio, que no es que sig- clavos y del papel predominantemen-
nificaran una gran desventaja, pero te pro-británico, pero también, del rol
sí una molestia. Los más importantes marginal, de los pueblos indios autó-
comerciantes de las ciudades portua- nomos, es difícil encontrar patrones
rias del sur también se inclinaban consistentes de alineación social en la
hacia la causa patriota, pero natu- Guerra de la Independencia angloame-
ralmente había excepciones, y una ricana. Lo que se podría decir a grosso
buena cantidad de pequeños propie- modo de una región no sería necesa-
tarios de los condados del interior riamente aplicable a otra, y además,
que se las veían muy duras eligieron las distancias entre estratos sociales
–como muchos de los mismos indios eran menos pronunciadas que en otras
cuyas tierras ellos estaban usurpan- partes del mundo occidental en esa
do– identificarse con el distante Jor- época. Se recuerda, en relación a este
ge III y no con los grandes dueños de punto, la tremenda sorpresa de Fran-
plantaciones que controlaban los go- cisco de Miranda, cuando viajaba por
biernos locales o con los comercian- la costa nor atlántica en esa época, al
tes a quienes les debían dinero. observar la camaradería entre los em-
El otro grupo grande de población, pleadores y los empleados (blancos).14
por lo menos en el sur, era el de los Esta era una sociedad sin obispos o
esclavos, que en su mayoría seguía nobleza portadora de títulos, y si ha-
labrando la tierra o realizando ta- bía una gran diferencia entre los nive-
reas urbanas y domésticas igual que les de confort material entre un dueño
lo hacían antes de que se iniciara el de plantación en Carolina del Sur y un
conflicto. En la historiografía de los hombre de la frontera de Pennsylva-
Estados Unidos este hecho parece tan
natural e inevitable que no es obje-
nia, al menos ambos poseían tierras.
En las colonias inglesas de Norte Amé-
285
to de ningún comentario. Desde una rica virtualmente todos los miembros
perspectiva hemisférica, en cambio, de la población blanca poseían tierras
el fracaso de ambos bandos en utili- o podían esperar razonablemente con-
zar la fuerza de los esclavos con fines vertirse en propietarios, trasladándose
militares, como Boves lo hizo contra a la frontera si era necesario. Una si-
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Bolívar o San Martín al cruzar los An- tuación parecida existía en cuanto al
des, es más impresionante. Hubo in- nivel de la educación popular, habien-
tentos dispersos de servicio militar de do alcanzado Nueva Inglaterra una al-
13 Middlekauf, Glorious Cause, pp. 556-7.
14 William S. Robertson (ed.) The Diary of Francisco de Miranda: Tour of the United States 1783-1784. (New York, 1928), e.g.,
pp. 82-3.
fabetización casi universal y las otras la Independencia y exigieron tener
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colonias superando los niveles euro- una voz significativa en el proceso po-
peos. Todavía más, la sociedad en su lítico. Uno de los resultados fue la ma-
totalidad se adscribía a los valores del yor extensión del sufragio, a medida
sentido común práctico, del trabajar que un estado tras otro disminuía las
duro y de la acumulación, valores tan restricciones para otorgar el derecho
elocuentemente elogiados en los escri- al voto (bastante expandido aún antes
tos de Benjamin Franklin. De la misma de la revolución a causa de la amplia
manera que, así como Tulio Halperín distribución de la propiedad de la tie-
habla de la Argentina como una nación rra) y/o consiguieron o se acercaron
“nacida liberal”,15 se puede describir a al ideal del voto universal masculino
los Estados Unidos como una nación –referido, particularmente, a hombres
“nacida burguesa”. No es que todos blancos, puesto que los negros libertos
eran estrictamente burgueses en tanto no siempre obtenían ese privilegio17.
función económica pues aún la aristo- Otro resultado fue la serie de medidas
cracia de las plantaciones del sur, pese para eliminar características del régi-
a practicar una agricultura comercial men colonial tales como iglesias esta-
de exportación, hacía uso de un sis- blecidas (Anglicana en el sur y Puritana
tema de trabajo precapitalista. Pero el en el norte) y la ley de la primogeni-
espíritu de la sociedad en su conjunto tura en aquellos lugares donde había
era burgués, y el conflicto entre Tories existido. Se dio también el inicio de la
y Patriotas puede describirse simple- abolición de la esclavitud; sea durante
mente como una guerra civil entre es- o poco después de concluida la guerra
tratos de la burguesía misma. ciertos estados terminaron con tal ins-
Pero ¿ese conflicto produjo algún titución o adoptaron el principio del
cambio significativo en la sociedad libre nacimiento, que posteriormente
norteamericana? Con seguridad que sería ampliamente usado en la Améri-
lo hizo, de acuerdo con una escuela de ca española. Como era de esperar, los
pensamiento bien ejemplificada por el estados abolicionistas fueron aquellos
trabajo de Gordon Wood, The Radica- con muy poca población de esclavos,
lism of the American Revolution16. La como Massachussets; los estados del
tesis de Wood es que la sociedad pre- nacimiento libre fueron aquellos como
revolucionaria estaba controlada por Nueva Jersey, donde la esclavitud era
oligarquías terratenientes y comercia- lo suficientemente importante para
286 les y que lo que se consiguió con el
conflicto fue un verdadero orden de-
los intereses de los dueños de esclavos
para tener peso en la política del Es-
mocrático por primera vez. En efecto, tado. Donde no se hizo absolutamente
los sectores populares y los granjeros nada con la esclavitud fue, por supues-
y artesanos independientes que pe- to, en los estados del sur donde ésta
learon en los ejércitos revolucionarios tenía un papel vital para la economía
y apoyaron la causa de muchas otras –pero debe hacerse notar que la misma
Revista número 22-23 • agosto 2009

maneras tomaron literalmente la re- Constitución Federal de 1789 fijó una


tórica igualitaria de la Declaración de fecha para terminar con el comercio

15 Tulio HalperínDonghi, “Argentine: Liberalism in a Country Born Liberal”, en Joseph L.Love and Nils Jacobsen (eds), Gui-
ding the Invisible Hand: Economic Liberalism an the State in Latin America (New York, 1988), pp. 99-116.
16 Gordon Wood, The Radicalism of the American Revolution (New York, 1992).
17 Chilton Williamson, American Suffrage: From Property to Democracy. 1760-1860, (Princeton, 1960), Capítulos 6 y 7.
de esclavos18. Se pueden citar muchas del Atlántico norte. Sin embargo,
otras reformas democráticas o “radica- ellos no podrían haber ganado la bata-
les” al menos para la época y las dis- lla sin el apoyo de los propagandistas
gustadas oligarquías naturalmente hu- clericales, los terratenientes que no
bieran apuntado a las características eran agro-exportadores (particular-
demagógicas de la onda fiscal y a otras mente en colonias como Nueva Gra-
de política estatal en los años inmedia- nada donde el comercio exportador
tos después de la guerra. La creación era limitado), y los miembros de las
en 1789 de un gobierno federal fuerte clases populares que servían como
suponía que al menos podría controlar carne de cañón. El clero, podemos
esos excesos. Sea como fuere, las con- asegurar, parece haberse alineado en
secuencias sociales y económicas de la ambos bandos, en la misma forma
Revolución Angloamericana, aunque que los seglares de orígenes sociales
reales, no pueden compararse con los y regionales semejantes. En cuanto a
de las revoluciones francesa o haitiana los hacendados no exportadores, por
que iban a seguir, ni tampoco con las su función económica no tenían mo-
grandes revoluciones del siglo veinte. tivos para abrazar los ideales de inde-
Precisamente a causa de esa relativa pendencia; pero esto no significa que
igualdad social (entre varones blancos) siempre apoyaban a los realistas.
y el ethos predominantemente bur- Las mismas clases populares, natural-
gués existente antes de la revolución, mente, también eran captadas por los
los cambios sociales no representaron enemigos de la revolución y a menudo
una ruptura seria con el pasado, pero con gran éxito. Aunque la preferencia
igual que los cambios políticos fueron real de los nativos americanos en las
mayormente de grado. colonias españolas, indudablemen-
En Hispanoamérica el contexto social te era mantenerse al margen y dejar
era más complicado. En cuanto al que criollos y peninsulares luchen
alineamiento de las fuerzas, se puede entre ellos, parece que cuando tenían
decir con seguridad que los comer- que participar, con mayor frecuencia,
ciantes importadores-exportadores apoyaban a los realistas, tanto porque
–a excepción de los representantes una gran parte de las áreas con mucha
de las casas comerciales de Cádiz- en población indígena (e.g. Perú) estaban
su mayoría apoyaban el movimiento controladas la mayor parte del tiempo
independentista. Así también lo hi- por los españoles, como por alguna
cieron los terratenientes cuya pro-
ducción estaba destinada a mercados
razón semejante a la que llevó a los
iroqueses de Norte América a prefe-
287
extranjeros, como en Venezuela o en rir espontáneamente a los británicos.
el Río de la Plata y, también los abo- El éxito de los realistas no regulares
gados y funcionarios que servían a en reclutar esclavos y pardos libertos
estos grupos. Es debatible hasta qué contra la Segunda República Venezo-
punto estos sectores pueden ser ca- lana es bastante conocido, aunque no
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lificados como “burgueses”, pero al tanto como el ejemplo de quitarle apo-


menos se puede aplicar la etiqueta a yo a Hidalgo entre las masas del Méxi-
su objetivo final de ampliar y profun- co central. Pero, como lo demuestran
dizar las conexiones con el mercado esos casos contrastantes, no hay una

18 William M. Wiecek, The Sources of Antislavery Constitutionalism in America. 1760-184 8. (Ithaca, N.Y., 1977).
fórmula que pueda relacionar el ori- tinoamericano es sorprendentemente
Universidad Católica Boliviana
gen social con el alineamiento patrio- similar al de los Estados Unidos: donde
ta/realista para la América hispana en la esclavitud era insignificante, como
su totalidad. Después de todo, aún en en Chile, se la abolió inmediatamente;
Cuba los intereses terratenientes y de donde tenía moderada importancia,
comercio agro-exportador eran sóli- o la tenía sólo en algunas provincias,
damente pro-españoles. como en la Gran Colombia, se adoptó
Con frecuencia se arguye que la alian- la vía de los vientres libres; donde tenía
za necesaria de los revolucionarios un papel central en la economía, como
burgueses o proto-burgueses revolu- en la Cuba hispana, no pasó absoluta-
cionarios con sectores clericales y de mente nada. Tampoco pasó nada en el
terratenientes más tradicionales con- Brasil imperial, donde la existencia de
denó a la independencia de la América la esclavitud a escala masiva le dio a
española a convertirse en una “revolu- la sociedad un tinte más conservador
ción incompleta” –que logró una gran que en cualquiera otra de las nuevas
apertura al comercio mundial pero repúblicas –sin embargo se aceptaron
fracasó en eliminar los privilegios cor- otras innovaciones tales como la tole-
porativos atrincherados y otros rasgos rancia religiosa.
del régimen colonial que se convirtie- En el caso de la esclavitud, los decre-
ron en obstáculos para el desarrollo tos de manumisión probablemente
capitalista19. O, para ser más precisos, tuvieron menos efecto en apresurar
se empezó a intentar eliminar esos la desaparición de la institución en la
obstáculos, aunque los principales América española independiente que
avances recién llegaron a mediados del los efectos de la lucha militar misma,
siglo. Entre los pasos tomados durante con el reclutamiento de esclavos para
o inmediatamente después de la lucha el servicio en los ejércitos de ambos
armada están medidas tales como la lados, quienes ya no podían retornar
abolición de mayorazgos casi en todas a la esclavitud, y además las muchas
partes; igual en todas partes se inició oportunidades que el tiempo de gue-
la abolición de la esclavitud; la sustitu- rra brindaba para escapar. De manera
ción de requisitos económicos por los más o menos semejante, el servicio
étnicos como condición para el acceso militar brindó oportunidades de as-
a la participación política y a las profe- censo social a muchos hombres libres

288 siones más prestigiosas; y se emitieron


una serie de decretos para la conver-
de origen social humilde o intermedio,
mientras que los préstamos forzosos
sión de las tierras comunitarias indí- y las confiscaciones de bienes signi-
genas en propiedad privada. Estas últi- ficaron un modo de descenso social
mas, hay que admitirlo, quedarían en para otros, particularmente realistas.
la mayoría de las instancias como letra El exilio voluntario o involuntario de
muerta por muchas décadas, y tampo- los derrotados abrió nuevas oportuni-
Revista número 22-23 • agosto 2009

co esto ayudaba mucho a un pardo a dades para empresarios locales y otros


ser aceptado en una universidad, si ni recién llegados de otras partes. Todas
siquiera sabía leer. En cuanto a lo con- estas instancias de movilidad social:
cerniente a la esclavitud, el modelo la- ascenso y descenso (o de inclusión,

19 Ver, por ejemplo, Kossok, La revolución en la historia de América Latina, pp.139-40 y passim.
exclusión) no necesariamente hizo quía de Brasil) quedaban en última
mucha diferencia en la estructura so- instancia controladas por una relativa-
cial total, puesto que los movimientos mente pequeña clase alta con intereses
en una dirección compensaban aque- ligados a la agro-exportación o, según la
llos que se daban en la dirección in- región, a grandes propiedades de tierra
versa. No obstante, no fue del todo así, más tradicionales. Esta clase alta no era
puesto que la sociedad que emergió tan pequeña como lo había sido antes,
de la lucha independentista fue lige- pero como efecto del hecho político
ramente más abierta que su predece- de la independencia recayeron en sus
sora colonial, y no solamente por la manos ciertas funciones de toma de
adopción de algunas reformas como la decisiones y administración que pre-
eliminación de los mayorazgos o por viamente correspondían a una monar-
las repercusiones sociales de la lucha quía distante y a sus agentes coloniales.
militar misma. Las formas de gobier- Este logro, sin duda importaba más que
no representativa y constitucional la necesidad de compartir el poder con
que se adoptaron –más novedosas en otra gente del lugar. En una perspecti-
América Latina que en la América in- va comparada, se podría todavía argüir
glesa– por sí mismas expandieron las que la dirección del cambio social en
oportunidades para el empleo de los la América española –y también el de
sectores medios. La élite burocrática la portuguesa, aunque el Brasil de algu-
de fines de la colonia no podía llenar na manera ha sido descuidado en esta
todos los puestos creados, y como re- parte de la discusión– era comparable
sultado, ambiciosos recién llegados de a la de la América inglesa, e inclusive
lejanas regiones y de sectores sociales se puede decir que el grado del cambio
marginales eran admitidos a compartir era comparable. La principal diferen-
el poder20. Esto resultaba muy diferen- cia está en el punto de partida, tanto
te a la ampliación de la participación política como socialmente las colonias
política que se dio después con la rea- inglesas estaban mucho más cerca de
lización más o menos regular de elec- alcanzar las metas del liberalismo bur-
ciones populares. Casi en todas partes, gués que las españolas. Para las prime-
el sufragio era más restringido que en ras, la Guerra de la Independencia en
los Estados Unidos; sin embargo, las un último análisis trajo más de lo mis-
elecciones eran probablemente más mo; para América Latina lo que trajo
significativas en la totalidad del proce- fue algo diferente, pero todavía mezcla-
so político que lo que se había podido
imaginar de manera convencional.
do con mucho de lo mismo.
289
(Traducido por Alba María Paz Soldán. Un
Lo que no cambió, aun así, fue que las agradecimiento por su lectura y correcciones al
nuevas repúblicas (y la nueva monar- Prof. Eliodoro Aillón).
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20 Para el caso de Nueva Granada específicamente, ver la disertación altamente sugestiva de Víctor Manuel Uribe Durán, “Re-
bellion of the Young Mandarins: Lawyers, Political Parties and the State in Colombia, 1780-1850”, Unpublished PhD thesis,
University of Pittsburgh, 1993.
Mapa de España y Portugal, corregido y aumentado do mapar publicado
por D. Tomás Monje (1810) (Biblioteca Mundial Digital de la UNESCO)

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