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El maltrato psicológico de hijos a

padres como causa de


desheredación (Nuevo criterio del
Tribunal Supremo interpretando la
causa de desheredación del art.
853.2 CC)
Vicente Magro Servet
Tribuna 03-03-2017

I. Introducción

Los hijos y descendientes tienen unos derechos hereditarios exorbitantes en el Código Civil
que les hacen acreedores de un derecho superior, incluso, al de la propia madre que se
convierte en viuda del causante, ya que el Código Civil antepone los derechos hereditarios
de los hijos descendientes respecto del cónyuge viudo, al que solo reconoce el usufructo del
tercio destinado a mejora. Parece que el Código Civil sí que ha preterido a este frente a los
hijos y descendientes, quedándole al testador solo la opción de acudir a la vía delart.852 s
CC –EDL 1889/1- para evitar que en los casos de hijos que incumplan sus obligaciones
frente a sus padres o los traten con desprecio durante su vida, o en un periodo concreto, o
los desatiendan puedan los padres acordar ante notario la desheredación por acciones u
omisiones que no les hagan merecedores de este derecho que el Código Civil solo reconoce
a los hijos que se comportan correctamente con sus padres.

Indudablemente el régimen del Código Civil está pensado para unas condiciones de una
época en la que lo normal era que los hijos y descendientes, cuando fallecía uno de los
padres siguieran cuidando al otro, teniendo el cónyuge viudo un «derecho de
supervivencia» del usufructo del tercio destinado a mejora, aun a sabiendas de que los hijos
no iban a dejar abandonados a su padre o madre viudos y disponer para sí de la herencia del
finado. Pero en la sociedad actual estamos presenciando casos reiterados de hijos que tratan
mal a sus padres, que no les agradecen los desvelos que han hecho por ellos, y cuando se
van haciendo mayores y los hijos han ido encontrando cierta independencia, o a veces ni
eso, incluso dependiendo de ellos, les maltratan no solo de palabra, sino mediante la acción
que más daño le causa a un padre o a una madre respecto de su hijo, y es que le olvide
absolutamente y se desentienda de ellos. Esta acción, u omisión, supone una conducta que
debe dar consigo en derecho una causa de desheredación, porque aunque técnicamente el
Código Civil no admite legalmente esta conducta como causa de desheredación, la
jurisprudencia sí lo viene admitiendo mediante una interpretación extensiva y analógica del
maltrato de obra, entendiendo que dada la situación actual de reiteración de conductas de
hijos que desatienden a sus padres debe reconocerse por la sociedad el «derecho
sancionador» que pueda tener un padre o una madre respecto a los hijos que demuestran
una absoluta falta de cariño hacia ellos y no prohibir que un padre o una madre no puedan
decidir en vida lo que estimen sobre quien tiene que recibir, cuando aquellos fallezcan, sus
bienes. Faltaría más que el ordenamiento jurídico coartara a una persona su derecho
respecto a quien puede desheredar si considera que esa conducta de un hijo es merecedora
de sanción hereditaria desposeyéndole de todos sus derechos para el día en que el causante
se muera. Pero es que nuestro ordenamiento jurídico establece un sistema muy tasado y
cerrado de causas de desheredación que el nuevo Gobierno y Parlamento deben afrontar
como obligación de modificar el derecho sucesorio y adaptarlo a una situación en la que los
actos de maltrato que no son solamente de obra, sino, también, de conductas que los padres
consideran no apropiadas en una relación padre-hijo permitan a aquellos a desheredar a
estos cuando consideren que no es apropiada y sancionable su conducta de desprecio o
abandono. Y esto es lo que ha hecho el Tribunal Supremo en dos sentencias de 2014 y 2015
que luego analizamos al permitir la vía de la desheredación en los casos que estamos
contemplando.

Sin embargo, con el paso de los años la situación ha cambiado, ya que en la actualidad son
muchos los casos de hijos que abandonan completamente su relación con sus padres, los
dejan en centros de tercera edad sin acudir a visitarles, o les maltratan en vida no solo de
obra, sino psicológicamente. Y esta forma de maltrato sabido es que aplicada a la violencia
de género tiene que ser reconocido como vía para sancionar conductas de acción u omisión
con personas con las que existan lazos de parentesco y contra las que una persona ejerza
actuaciones de ingratitud que debe operar en este caso como causa de desheredación.
Pero lo cierto y verdad es que el Código Civil –EDL 1889/1- adoptó en el momento de la
redacción de los preceptos que regulan el derecho a la herencia de hijos y descendientes un
sistema absolutamente proteccionista en exceso de estos frente a otros herederos como el
cónyuge viudo, cuando en realidad debería ser este quien tuviera derechos preferentes a los
hijos y descendientes, pudiendo heredar estos la totalidad del haber hereditario cuando
hubiera fallecido el cónyuge viudo y no otorgando en el art. 834 CC un mero derecho al
usufructo del tercio destinado a mejora, es decir, prácticamente a merced de lo que sus
propios hijos pudieran hacer o decidir respecto a qué hacer con el cónyuge viudo, al que
solo le quedaría este derecho del expuesto art. 834 CC.

¿Cómo regula, entonces, el CC –EDL 1889/1- la lista de herederos forzosos?

II. Posición del hijo frente al cónyuge viudo en la condición de heredero forzoso en el
CC

Pues bien, para valorar la posición del hijo en relación al cónyuge viudo u otros herederos
forzosos el CC señala en el art. 807 CC –EDL 1889/1- que:

«Son herederos forzosos:

1.º Los hijos y descendientes respecto de sus padres y ascendientes.

2.º A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y descendientes.

3.º El viudo o viuda en la forma y medida que establece este Código.»

Ante este listado de los herederos forzosos el propio CC sobrevalora la posición de los hijos
y descendientes en la concesión de los derechos hereditarios al fijar en elart.808 CC –EDL
1889/1- que:

«Constituyen la legítima de los hijos y descendientes las dos terceras partes del haber
hereditario del padre y de la madre.

Sin embargo, podrán éstos disponer de una parte de las dos que forman la legítima, para
aplicarla como mejora a sus hijos o descendientes.»

Es decir, que en cualquier caso los hijos y descendientes tienen dos terceras partes del haber
hereditario y en el caso de estar casado el finado el cónyuge sobreviviente solo dispondría
de lo que marca elart.834 CC –EDL 1889/1-: «El cónyuge que al morir su consorte no se
hallase separado de éste legalmente o de hecho, si concurre a la herencia con hijos o
descendientes, tendrá derecho al usufructo del tercio destinado a mejora.»

Si el causante hubiera querido en vida efectuar una disposición testamentaria en beneficio


de alguna persona solo le quedaría la opción de hacerlo en la tercera parte del caudal
hereditario, que bien podría ser a favor del cónyuge viudo al que por ley solo le
corresponde el usufructo del tercio destinado a mejora, es decir, prácticamente nada al
constituir un derecho solo respecto a un tercio del caudal con el que el causante haya
querido mejorar a alguna persona, quedando el otro tercio para los hijos, excepto el de
mejora para el que haya querido mejorar de entre sus hijos y descendientes.

III. Derecho de desheredación

Ahora bien, nos preguntamos qué ocurriría en el caso de que el causante deseara anular la
capacidad hereditaria de uno de los hijos ante la actitud demostrada por este ante sus
padres. Pues bien, para ello el CC regula un sistema muy encorsetado y con pocas
posibilidades para actuar, por ejemplo, ante situaciones de ingratitud, exigiendo una prueba
contundente de por qué un padre o madre desean desheredar a su propio hijo.

Así, el CC art.813 –EDL 1889/1- señala que:

«El testador no podrá privar a los herederos de su legítima sino en los casos expresamente
determinados por la ley.»

¿Y cómo se lleva a cabo esta desheredación?

Pues en escritura pública ante notario como apunta el CC art.849 –EDL 1889/1- expresando
ante Notario la causa cierta de desheredación: «La desheredación sólo podrá hacerse en
testamento, expresando en él la causa legal en que se funde».

En este caso el Notario lo que deberá contemplar es fijar en el testamento la desheredación


sin estar obligado en modo alguno a dudar de la veracidad de esa causa, o incluso abrir un
proceso de investigación al respecto sobre esta cuestión, ya que solo queda luego a
disposición del desheredado, cuando se abra el testamento, de impugnar la disposición
testamentaria en el juzgado debiendo los herederos existentes ser los que deberían probar
como cierta la causa de desheredación que se recogió en su momento en la escritura pública
donde se recogió la desheredación.

Y ello es así, por cuanto el CC art.851 –EDL 1889/1- señala que: «La prueba de ser cierta
la causa de la desheredación corresponderá a los herederos del testador si el desheredado la
negare».

Con ello, si se abre esta escritura pública testamentaria de desheredación y consta la


inexistencia de derechos hereditarios de un heredero forzoso concreto reconocido por ley de
entre los antes mencionados en el CC art.807 –EDL 1889/1- resultará que podría articularse
una acción judicial de impugnación por la vía del juicio ordinario, siendo los contradictores
los reconocidos por ley como herederos forzosos, pero sucediendo una cuestión curiosa de
derecho procesal en el sentido de que deberán ser los demandados los que ante la
impugnación de la desheredación deberán probar como cierta la causa reconocida y alegada
como tal por el causante en su momento. Por ello, resulta interesante hacer constar, como
consejo, que cuando se lleven a cabo estas desheredaciones ante notario quienes las lleven a
cabo documenten en la propia escritura las propias causas de desheredación. Y ello, para
evitar que los herederos forzosos no puedan acreditar las propias razones por las que el
causante quiso desheredar en su momento a un concreto heredero forzoso, llevándose a
cabo una especie de preconstitución de la prueba para anticipar lo que luego podría ser
objeto de análisis en un posible juicio sobre impugnación de la desheredación por el
perjudicado por esta, ya que los herederos forzosos deberían disponer de los elementos
probatorios suficientes para poder oponerse a la impugnación al trasladarse la carga de la
prueba a estos para acreditar ser cierta la causa de desheredación recogida en su día en la
escritura pública en la que se constituyó la desheredación.

Por otro lado, ya hemos expuesto que el notario no debe fiscalizar la veracidad de la causa
alegada por el causante, sino tan solo recogerla y redactarla en la disposición testamentaria,
pero es lógico entender, por las razones antes expuestas, que es preferible fijar en esta las
causas y si es posible acreditarla, como puede ocurrir en el caso de la alegación del maltrato
psicológico que es objeto de las presentes líneas.

Lo que también debe reflejarse en la disposición de desheredación es la causa o razón, ya


que el CC art.851 –EDL 1889/1- apunta que:«La desheredación hecha sin expresión de
causa, o por causa cuya certeza, si fuere contradicha, no se probare, o que no sea una de las
señaladas en los cuatro siguientes artículos, anulará la institución de heredero en cuanto
perjudique al desheredado; pero valdrán los legados, mejoras y demás disposiciones
testamentarias en lo que no perjudiquen a dicha legítima».

Con ello, la mera desheredación sin expresión de una de las razones legales que a
continuación fijamos ya supone la invalidez del acto de desheredación como tal, pero
también lo supondría la falta de prueba por los herederos forzosos de esa causa que se hizo
constar en la escritura; de ahí la importancia de articular el mayor «arsenal» probatorio en
la propia escritura de desheredación, a fin de que los herederos forzosos tengan facilidad
probatoria en el caso de tener que acreditarlo ante la demanda de impugnación del
desheredado.

¿Y cuáles serían estas causas de desheredación?

En primer lugar, el CC art.852 –EDL 1889/1- señala que:

«Son justas causas para la desheredación, en los términos que específicamente determinan
los artículos 853, 854 y 855 –EDL 1889/1-, las de incapacidad por indignidad para suceder,
señaladas en el artículo 756 con los números 1. º, 2. º, 3. º, 5. º y 6. º -EDL 1889/1-».

Causas de desheredación:

A. Las de indignidad para suceder del CC art.756 –EDL 1889/1-

Y estas son:

1.º El que fuera condenado por sentencia firme por haber atentado contra la vida, o a
pena grave por haber causado lesiones o por haber ejercido habitualmente violencia
física o psíquica en el ámbito familiar al causante, su cónyuge, persona a la que esté
unida por análoga relación de afectividad o alguno de sus descendientes o ascendientes.

2. º El que fuera condenado por sentencia firme por delitos contra la libertad, la
integridad moral y la libertad e indemnidad sexual, si el ofendido es el causante, su
cónyuge, la persona a la que esté unida por análoga relación de afectividad o alguno
de sus descendientes o ascendientes.

Asimismo el condenado por sentencia firme a pena grave por haber cometido un delito
contra los derechos y deberes familiares respecto de la herencia de la persona agraviada.

También el privado por resolución firme de la patria potestad, o removido del ejercicio de
la tutela o acogimiento familiar de un menor o persona con la capacidad modificada
judicialmente por causa que le sea imputable, respecto de la herencia del mismo.

3. º El que hubiese acusado al causante de delito para el que la ley señala pena grave, si
es condenado por denuncia falsa.

(...)

5. º El que, con amenaza, fraude o violencia, obligare al testador a hacer testamento o


a cambiarlo.

6. º El que por iguales medios impidiere a otro hacer testamento, o revocar el que
tuviese hecho, o suplantare, ocultare o alterare otro posterior.

B. Las fijadas en el CC art.853 –EDL 1889/1-

Y para ello señala en el CC art.853 –EDL 1889/1- que:

«Serán también justas causas para desheredar a los hijos y descendientes, además de las
señaladas en el artículo 756 con los números 2.º, 3.º, 5.º y 6.º -EDL 1889/1-, las siguientes:

1. ª Haber negado, sin motivo legítimo, los alimentos al padre o ascendiente que le
deshereda.

2. ª Haberle maltratado de obra o injuriado gravemente de palabra.»

C. Las fijadas en el CC art.854 –EDL 1889/1-

1. ª Haber perdido la patria potestad por las causas expresadas en el artículo 170 –EDL
1889/1-.

2. ª Haber negado los alimentos a sus hijos o descendientes sin motivo legítimo.
3. ª Haber atentado uno de los padres contra la vida del otro, si no hubiere habido entre
ellos reconciliación.

D. Las fijadas en elCC art.855 –EDL 1889/1-

1. ª Haber incumplido grave o reiteradamente los deberes conyugales.

2. ª Las que dan lugar a la pérdida de la patria potestad, conforme al artículo 170 –EDL
1889/1-.

3. ª Haber negado alimentos a los hijos o al otro cónyuge.

4. ª Haber atentado contra la vida del cónyuge testador, si no hubiere mediado


reconciliación.

En consecuencia, podemos comprobar cómo se trata en su gran mayoría de causas de


carácter objetivo que en la mayoría de supuestos son casos graves y obvios detrás de los
cuales es lógico que sea viable una acción de desheredación del causante futuro a los
herederos forzosos que concurran en una de las objetivadas con claridad. Pero el tema que
ahora nos ocupa de ingratitud, menosprecio, o acciones tendentes a hacer llegar al causante
un estado de desaliento, e incomprensión ante la actitud de abandono del heredero forzoso a
quien de este podría heredar, o de acciones u omisiones que genere un estado de desánimo
deben ser objeto de una posible sanción en el derecho hereditario a elegir por parte del
causante si quisiera optar por la vía de la desheredación para «sancionar» la actitud tenida
con él de su, «en teoría» heredero forzoso si este último no solo no se hace merecedor del
derecho, -lo que no sería sin más causa de desheredación-, sino que actúa de forma tal que
provoca en el causante un estado de baja autoestima, decaimiento, preocupación constante e
incomprensión ante la reacción concreta del heredero forzoso, que llevan al causante a
valorar y ejecutar, en su caso la vía de la desheredación.

IV. Interpretación del Tribunal Supremo del concepto de “maltrato psicológico” como
causa de desheredación

Ahora bien, hemos visto que solo por las causas especialmente tasadas se puede proceder a
esta desheredación ante notario, no obstante lo cual el Tribunal Supremo ha sido
especialmente flexible ante la causa del maltrato de obra contemplado en el CC art.853.2º -
EDL 1889/1- para admitir el maltrato psicológico como causa de desheredación.

En concreto, el Tribunal Supremo, Sala Primera, de lo Civil, Sentencia 59/2015 de 30-1-


15,Rec 2199/13 –EDJ 2015/16322- viene a señalar que ante la interpretación del concepto
de maltrato de obra que contempla el artículo 853.2 del Código Civil –EDL 1889/1-, debe
señalarse que la reciente jurisprudencia se ha ocupado de esta figura en su sentencia de 3-
6-14(núm. 258/2014) –EDJ 2014/9948-

En este sentido, interesa destacar el proceso interpretativo que desarrolla la citada


sentencia, al hilo de su fundamento de derecho segundo, en los siguientes términos:
1. Posibilidad de valoración de cada causa concreta

«3. En primer lugar, y en orden a la caracterización general de la figura debe señalarse que
aunque las causas de desheredación sean únicamente las que expresamente señala la ley
(artículo 848 del Código Civil –EDL 1889/1-) y ello suponga su enumeración taxativa, sin
posibilidad de analogía, ni de interpretación extensiva; no obstante, esto no significa que la
interpretación o valoración de la concreta causa, previamente admitida por la ley, deba ser
expresada con un criterio rígido o sumamente restrictivo.

Esto es lo que ocurre con los malos tratos o injurias graves de palabra como causas
justificadas de desheredación, (artículo 853.2 del Código Civil –EDL 1889/1-) que, de
acuerdo con su naturaleza, deben ser objeto de una interpretación flexible conforme a la
realidad social, al signo cultural y a los valores del momento en que se producen.

2. Maltrato de obra y maltrato psicológico

En segundo lugar, y en orden a la interpretación normativa del maltrato de obra como causa
justificada de desheredación, en la línea de lo anteriormente expuesto, hay que señalar que,
en la actualidad, el maltrato psicológico, como acción que determina un menoscabo o
lesión de la salud mental de la víctima, debe considerarse comprendido en la
expresión o dinamismo conceptual que encierra el maltrato de obra, sin que sea un
obstáculo para ello la alegación de la falta de jurisprudencia clara y precisa al respecto, caso
de las Sentencias de esta Sala de 26 de junio de 1995 y 28 de junio de 1993.

En efecto, en este sentido la inclusión del maltrato psicológico sienta su fundamento en


nuestro propio sistema de valores referenciado, principalmente, en la dignidad de la persona
como germen o núcleo fundamental de los derechos constitucionales (Const art.10 –EDL
1978/3879-) y su proyección en el marco del Derecho de familia como cauce de
reconocimiento de los derechos sucesorios, especialmente de los derechos hereditarios de
los legitimarios del causante, así como en el propio reconocimiento de la figura en el campo
de la legislación especial; caso, entre otros, de la Ley Orgánica de protección integral de la
violencia de género, 1/2004 –EDL 2004/184152-.

3. Criterio de conservación de los actos y negocios jurídicos

Por lo demás, la inclusión del maltrato psicológico, como una modalidad del maltrato de
obra, en la línea de la voluntad manifestada por el testador, esto es, de privar de su legítima
a quienes en principio tienen derecho a ella por una causa justificada y prevista por la
norma, viene también reforzada por el criterio de conservación de los actos y negocios
jurídicos que el TS tiene reconocido no solo como canon interpretativo, sino también como
principio general del derecho (TS 15-1-13, núm. 827/2012 –EDJ 2013/30538-) con una
clara proyección en el marco del Derecho de sucesiones en relación con el principio de
"favor testamenti", entre otras, STS de 30 de octubre de 2012, núm. 624/2012 –EDJ
2012/326619-».

Caso concreto de la STS 3-1-15.


En este caso el hijo desheredado arrebató dolosamente a la madre todos sus bienes y le dejó
sin ingresos para afrontar dignamente la última etapa de su vida. Ello le causó a la testadora
un estado de zozobra y afectación profunda que le acompañó los últimos años de su vida.

Caso concreto de la STS 3-6-14 –EDJ 2014/99484-.

En el caso del TS, Sala 1ª, de lo Civil, Sentencia 3-6-14, núm 258/2014, Rec 1212/12 –EDJ
2014/99484-se recoge que:

«En el presente caso, y conforme a la prueba practicada, debe puntualizarse que, fuera de
un pretendido "abandono emocional", como expresión de la libre ruptura de un vínculo
afectivo o sentimental, los hijos, aquí recurrentes, incurrieron en un maltrato psíquico y
reiterado contra su padre del todo incompatible con los deberes elementales de respeto y
consideración que se derivan de la relación jurídica de filiación, con una conducta de
menosprecio y de abandono familiar que quedó evidenciada en los últimos siete años de
vida del causante en donde, ya enfermo, quedó bajo el amparo de su hermana, sin que sus
hijos se interesaran por él o tuvieran contacto alguno; situación que cambió, tras su muerte,
a los solos efectos de demandar sus derechos hereditarios.»

Pues bien, si en el caso anterior se trataba de una acción de apoderamiento de bienes y


actitud que provoca incluso pérdidas económicas, quizás es en la sentencia del TS 3-6-14-
EDJ 2014/99484- donde el Alto Tribunal sí que introduce la omisión en el cariño, el
abandono o el menosprecio en una conducta que resulta merecedora de sanción civil con
una escritura pública de desheredación

En este caso, el TS admite la posibilidad que una persona que se encuentra abandonada y
falta de cariño por sus hijos y descendientes tenga todo el derecho a plantear ante un notario
un reconocido derecho a la desheredación de quien no trata a un padre o a una madre como
se merecen y que solo se preocupan cuando estando cercana su muerte se "acercan" para o
perder sus derechos hereditarios de cerca e, incluso, averiguando cuáles son estos.

En apoyo de la tesis que mantenemos de entender que contamos con un sistema de derecho
sucesorio anclado en el momento en el que se redactó el CC –EDL 1889/1- y que se debe ir
actualizando a los tiempos actuales y a las reacciones de los hijos y descendientes con
respecto a los padres y al incremento de los hechos de maltrato es preciso rebajar el "nivel
de exigencia" de las posibilidades que tienen los padres de desheredar a sus hijos basado en
la interpretación más flexible ante hechos como el constatado en la sentencia del TS 3-6-14
–EDJ 2014/99484- en el que se detecta un abandono de los hijos respecto de su causante y
es al final cuando aparecen para cobrar sus derechos hereditarios aunque ya habían sido
desheredados antes por un causante que les quiso sancionar por ese abandono y en su
derecho estaba de hacerlo, no pudiendo el derecho impedir que un padre o una madre
puedan llevar a cabo esta acción sobre sus hijos.

La AP Vizcaya, secc 3ª, Sentencia 5-11-15, núm 350/2015, Rec 318/15 –EDJ
2015/278547-, también viene a admitir el maltrato psicológico como causa de
desheredación y debe traerse a colación la SAP Santa Cruz de Tenerife 10-3-15 –EDJ
2015/6216- la cual recoge: "Como señaló la sentencia de esta Audiencia, Sección Cuarta de
26.4.13 –EDJ 2013/187727-, el art. 3.1 del Código Civil –EDL 1889/1 establece que las
normas se interpretaran según el sentido propio de las palabras, en relación con el contexto,
los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser
interpretadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas. En el
ámbito del derecho sucesorio hasta que el legislador aborde su adecuación a los cambios
sociales operados en más de un siglo, se impone una revisión de los criterios que hasta
ahora han regido la interpretación de las normas que regulan ese ámbito del derecho
civil, tan vinculado a la concepción tradicional de la institución familiar. En este
sentido, en cuanto a las normas que regulan la herencia, hay que dar mayor valor a la
voluntad del testador, sin que ello suponga, contrariamente a lo que se ha considerado
en alguna ocasión, poner en peligro el sistema de legítimas establecido a favor de los
herederos forzosos, de profundo arraigo en nuestro ordenamiento, sino que solo se
pretende, como dijimos, una inaplazable adecuación de las normas que regulan
determinados ámbitos del derecho civil, fuertemente influenciados por una concepción
patriarcal y paternalista de la institución familiar, que objetiva y radicalmente ha cambiado.

En lo que se refiere a la desheredación regulada en losart.848 s CC –EDL 1889/1-, se


impone una reconsideración de la proscripción de la interpretación analógica y extensiva de
las causas de desheredación contempladas en los preceptos legales. Así, en cuanto al
maltrato de obra y la injuria grave, previstos como causa de desheredación en el apartado 2
del art. 853 CC –EDL 1889/1-, hay que entender los términos "maltrato" e "injuria" en
sentido amplio e integrador, que abarque no solo el maltrato físico y el proferir palabras
injuriosas, sino también todo daño o sufrimiento psicológico infligido por cualquiera de
los herederos legitimarios hacia el testador, debiendo incluirse a modo de ejemplo, la
falta de cariño, el menosprecio, el desentenderse y no prestar la dedicación debida a
los progenitores mayores o necesitados, aun sin llegar al caso más grave de incurrir en
el incumplimiento de la obligación moral y legal de prestar alimento a los
progenitores(previsto especialmente como causa de desheredación en el apartado 1º del
art. citado), en su doble vertiente de proveer a las necesidades alimenticia y de vivienda,
por un lado, y de atención, afecto y cuidados, por otro, procurando que los progenitores que
lo necesiten se sientan en todo momento acompañados, asistidos y protegidos.

Lo contrario, supone una conducta que en los estándares actuales, se ha de calificar como
de mezquina y que, por lo tanto, puede y debe ser sancionada y, sin duda, ser considerada
como motivo suficiente de desheredación con el fin de evitar que los legitimarios que
incurran en ellas se vean favorecidos en detrimento de otras personas, sean o no familiares,
que los han sustituido en la obligación moral y legal de subvenir a esas necesidades, y tratar
a estas personas como lo que son, con la circunstancia de que quienes más debían quererles
son quienes les han maltratado y olvidado todo lo que hicieron por ellos.

Este artículo ha sido publicado en la "Revista de Jurisprudencia", el 1 de febrero de 2017.

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