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El Maltrato Psicológico de Hijos A Padres Como Causa de Desheredación
El Maltrato Psicológico de Hijos A Padres Como Causa de Desheredación
I. Introducción
Los hijos y descendientes tienen unos derechos hereditarios exorbitantes en el Código Civil
que les hacen acreedores de un derecho superior, incluso, al de la propia madre que se
convierte en viuda del causante, ya que el Código Civil antepone los derechos hereditarios
de los hijos descendientes respecto del cónyuge viudo, al que solo reconoce el usufructo del
tercio destinado a mejora. Parece que el Código Civil sí que ha preterido a este frente a los
hijos y descendientes, quedándole al testador solo la opción de acudir a la vía delart.852 s
CC –EDL 1889/1- para evitar que en los casos de hijos que incumplan sus obligaciones
frente a sus padres o los traten con desprecio durante su vida, o en un periodo concreto, o
los desatiendan puedan los padres acordar ante notario la desheredación por acciones u
omisiones que no les hagan merecedores de este derecho que el Código Civil solo reconoce
a los hijos que se comportan correctamente con sus padres.
Indudablemente el régimen del Código Civil está pensado para unas condiciones de una
época en la que lo normal era que los hijos y descendientes, cuando fallecía uno de los
padres siguieran cuidando al otro, teniendo el cónyuge viudo un «derecho de
supervivencia» del usufructo del tercio destinado a mejora, aun a sabiendas de que los hijos
no iban a dejar abandonados a su padre o madre viudos y disponer para sí de la herencia del
finado. Pero en la sociedad actual estamos presenciando casos reiterados de hijos que tratan
mal a sus padres, que no les agradecen los desvelos que han hecho por ellos, y cuando se
van haciendo mayores y los hijos han ido encontrando cierta independencia, o a veces ni
eso, incluso dependiendo de ellos, les maltratan no solo de palabra, sino mediante la acción
que más daño le causa a un padre o a una madre respecto de su hijo, y es que le olvide
absolutamente y se desentienda de ellos. Esta acción, u omisión, supone una conducta que
debe dar consigo en derecho una causa de desheredación, porque aunque técnicamente el
Código Civil no admite legalmente esta conducta como causa de desheredación, la
jurisprudencia sí lo viene admitiendo mediante una interpretación extensiva y analógica del
maltrato de obra, entendiendo que dada la situación actual de reiteración de conductas de
hijos que desatienden a sus padres debe reconocerse por la sociedad el «derecho
sancionador» que pueda tener un padre o una madre respecto a los hijos que demuestran
una absoluta falta de cariño hacia ellos y no prohibir que un padre o una madre no puedan
decidir en vida lo que estimen sobre quien tiene que recibir, cuando aquellos fallezcan, sus
bienes. Faltaría más que el ordenamiento jurídico coartara a una persona su derecho
respecto a quien puede desheredar si considera que esa conducta de un hijo es merecedora
de sanción hereditaria desposeyéndole de todos sus derechos para el día en que el causante
se muera. Pero es que nuestro ordenamiento jurídico establece un sistema muy tasado y
cerrado de causas de desheredación que el nuevo Gobierno y Parlamento deben afrontar
como obligación de modificar el derecho sucesorio y adaptarlo a una situación en la que los
actos de maltrato que no son solamente de obra, sino, también, de conductas que los padres
consideran no apropiadas en una relación padre-hijo permitan a aquellos a desheredar a
estos cuando consideren que no es apropiada y sancionable su conducta de desprecio o
abandono. Y esto es lo que ha hecho el Tribunal Supremo en dos sentencias de 2014 y 2015
que luego analizamos al permitir la vía de la desheredación en los casos que estamos
contemplando.
Sin embargo, con el paso de los años la situación ha cambiado, ya que en la actualidad son
muchos los casos de hijos que abandonan completamente su relación con sus padres, los
dejan en centros de tercera edad sin acudir a visitarles, o les maltratan en vida no solo de
obra, sino psicológicamente. Y esta forma de maltrato sabido es que aplicada a la violencia
de género tiene que ser reconocido como vía para sancionar conductas de acción u omisión
con personas con las que existan lazos de parentesco y contra las que una persona ejerza
actuaciones de ingratitud que debe operar en este caso como causa de desheredación.
Pero lo cierto y verdad es que el Código Civil –EDL 1889/1- adoptó en el momento de la
redacción de los preceptos que regulan el derecho a la herencia de hijos y descendientes un
sistema absolutamente proteccionista en exceso de estos frente a otros herederos como el
cónyuge viudo, cuando en realidad debería ser este quien tuviera derechos preferentes a los
hijos y descendientes, pudiendo heredar estos la totalidad del haber hereditario cuando
hubiera fallecido el cónyuge viudo y no otorgando en el art. 834 CC un mero derecho al
usufructo del tercio destinado a mejora, es decir, prácticamente a merced de lo que sus
propios hijos pudieran hacer o decidir respecto a qué hacer con el cónyuge viudo, al que
solo le quedaría este derecho del expuesto art. 834 CC.
II. Posición del hijo frente al cónyuge viudo en la condición de heredero forzoso en el
CC
Pues bien, para valorar la posición del hijo en relación al cónyuge viudo u otros herederos
forzosos el CC señala en el art. 807 CC –EDL 1889/1- que:
2.º A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y descendientes.
Ante este listado de los herederos forzosos el propio CC sobrevalora la posición de los hijos
y descendientes en la concesión de los derechos hereditarios al fijar en elart.808 CC –EDL
1889/1- que:
«Constituyen la legítima de los hijos y descendientes las dos terceras partes del haber
hereditario del padre y de la madre.
Sin embargo, podrán éstos disponer de una parte de las dos que forman la legítima, para
aplicarla como mejora a sus hijos o descendientes.»
Es decir, que en cualquier caso los hijos y descendientes tienen dos terceras partes del haber
hereditario y en el caso de estar casado el finado el cónyuge sobreviviente solo dispondría
de lo que marca elart.834 CC –EDL 1889/1-: «El cónyuge que al morir su consorte no se
hallase separado de éste legalmente o de hecho, si concurre a la herencia con hijos o
descendientes, tendrá derecho al usufructo del tercio destinado a mejora.»
Ahora bien, nos preguntamos qué ocurriría en el caso de que el causante deseara anular la
capacidad hereditaria de uno de los hijos ante la actitud demostrada por este ante sus
padres. Pues bien, para ello el CC regula un sistema muy encorsetado y con pocas
posibilidades para actuar, por ejemplo, ante situaciones de ingratitud, exigiendo una prueba
contundente de por qué un padre o madre desean desheredar a su propio hijo.
«El testador no podrá privar a los herederos de su legítima sino en los casos expresamente
determinados por la ley.»
Pues en escritura pública ante notario como apunta el CC art.849 –EDL 1889/1- expresando
ante Notario la causa cierta de desheredación: «La desheredación sólo podrá hacerse en
testamento, expresando en él la causa legal en que se funde».
Y ello es así, por cuanto el CC art.851 –EDL 1889/1- señala que: «La prueba de ser cierta
la causa de la desheredación corresponderá a los herederos del testador si el desheredado la
negare».
Por otro lado, ya hemos expuesto que el notario no debe fiscalizar la veracidad de la causa
alegada por el causante, sino tan solo recogerla y redactarla en la disposición testamentaria,
pero es lógico entender, por las razones antes expuestas, que es preferible fijar en esta las
causas y si es posible acreditarla, como puede ocurrir en el caso de la alegación del maltrato
psicológico que es objeto de las presentes líneas.
Con ello, la mera desheredación sin expresión de una de las razones legales que a
continuación fijamos ya supone la invalidez del acto de desheredación como tal, pero
también lo supondría la falta de prueba por los herederos forzosos de esa causa que se hizo
constar en la escritura; de ahí la importancia de articular el mayor «arsenal» probatorio en
la propia escritura de desheredación, a fin de que los herederos forzosos tengan facilidad
probatoria en el caso de tener que acreditarlo ante la demanda de impugnación del
desheredado.
«Son justas causas para la desheredación, en los términos que específicamente determinan
los artículos 853, 854 y 855 –EDL 1889/1-, las de incapacidad por indignidad para suceder,
señaladas en el artículo 756 con los números 1. º, 2. º, 3. º, 5. º y 6. º -EDL 1889/1-».
Causas de desheredación:
Y estas son:
1.º El que fuera condenado por sentencia firme por haber atentado contra la vida, o a
pena grave por haber causado lesiones o por haber ejercido habitualmente violencia
física o psíquica en el ámbito familiar al causante, su cónyuge, persona a la que esté
unida por análoga relación de afectividad o alguno de sus descendientes o ascendientes.
2. º El que fuera condenado por sentencia firme por delitos contra la libertad, la
integridad moral y la libertad e indemnidad sexual, si el ofendido es el causante, su
cónyuge, la persona a la que esté unida por análoga relación de afectividad o alguno
de sus descendientes o ascendientes.
Asimismo el condenado por sentencia firme a pena grave por haber cometido un delito
contra los derechos y deberes familiares respecto de la herencia de la persona agraviada.
También el privado por resolución firme de la patria potestad, o removido del ejercicio de
la tutela o acogimiento familiar de un menor o persona con la capacidad modificada
judicialmente por causa que le sea imputable, respecto de la herencia del mismo.
3. º El que hubiese acusado al causante de delito para el que la ley señala pena grave, si
es condenado por denuncia falsa.
(...)
6. º El que por iguales medios impidiere a otro hacer testamento, o revocar el que
tuviese hecho, o suplantare, ocultare o alterare otro posterior.
«Serán también justas causas para desheredar a los hijos y descendientes, además de las
señaladas en el artículo 756 con los números 2.º, 3.º, 5.º y 6.º -EDL 1889/1-, las siguientes:
1. ª Haber negado, sin motivo legítimo, los alimentos al padre o ascendiente que le
deshereda.
1. ª Haber perdido la patria potestad por las causas expresadas en el artículo 170 –EDL
1889/1-.
2. ª Haber negado los alimentos a sus hijos o descendientes sin motivo legítimo.
3. ª Haber atentado uno de los padres contra la vida del otro, si no hubiere habido entre
ellos reconciliación.
2. ª Las que dan lugar a la pérdida de la patria potestad, conforme al artículo 170 –EDL
1889/1-.
IV. Interpretación del Tribunal Supremo del concepto de “maltrato psicológico” como
causa de desheredación
Ahora bien, hemos visto que solo por las causas especialmente tasadas se puede proceder a
esta desheredación ante notario, no obstante lo cual el Tribunal Supremo ha sido
especialmente flexible ante la causa del maltrato de obra contemplado en el CC art.853.2º -
EDL 1889/1- para admitir el maltrato psicológico como causa de desheredación.
«3. En primer lugar, y en orden a la caracterización general de la figura debe señalarse que
aunque las causas de desheredación sean únicamente las que expresamente señala la ley
(artículo 848 del Código Civil –EDL 1889/1-) y ello suponga su enumeración taxativa, sin
posibilidad de analogía, ni de interpretación extensiva; no obstante, esto no significa que la
interpretación o valoración de la concreta causa, previamente admitida por la ley, deba ser
expresada con un criterio rígido o sumamente restrictivo.
Esto es lo que ocurre con los malos tratos o injurias graves de palabra como causas
justificadas de desheredación, (artículo 853.2 del Código Civil –EDL 1889/1-) que, de
acuerdo con su naturaleza, deben ser objeto de una interpretación flexible conforme a la
realidad social, al signo cultural y a los valores del momento en que se producen.
En segundo lugar, y en orden a la interpretación normativa del maltrato de obra como causa
justificada de desheredación, en la línea de lo anteriormente expuesto, hay que señalar que,
en la actualidad, el maltrato psicológico, como acción que determina un menoscabo o
lesión de la salud mental de la víctima, debe considerarse comprendido en la
expresión o dinamismo conceptual que encierra el maltrato de obra, sin que sea un
obstáculo para ello la alegación de la falta de jurisprudencia clara y precisa al respecto, caso
de las Sentencias de esta Sala de 26 de junio de 1995 y 28 de junio de 1993.
Por lo demás, la inclusión del maltrato psicológico, como una modalidad del maltrato de
obra, en la línea de la voluntad manifestada por el testador, esto es, de privar de su legítima
a quienes en principio tienen derecho a ella por una causa justificada y prevista por la
norma, viene también reforzada por el criterio de conservación de los actos y negocios
jurídicos que el TS tiene reconocido no solo como canon interpretativo, sino también como
principio general del derecho (TS 15-1-13, núm. 827/2012 –EDJ 2013/30538-) con una
clara proyección en el marco del Derecho de sucesiones en relación con el principio de
"favor testamenti", entre otras, STS de 30 de octubre de 2012, núm. 624/2012 –EDJ
2012/326619-».
En el caso del TS, Sala 1ª, de lo Civil, Sentencia 3-6-14, núm 258/2014, Rec 1212/12 –EDJ
2014/99484-se recoge que:
«En el presente caso, y conforme a la prueba practicada, debe puntualizarse que, fuera de
un pretendido "abandono emocional", como expresión de la libre ruptura de un vínculo
afectivo o sentimental, los hijos, aquí recurrentes, incurrieron en un maltrato psíquico y
reiterado contra su padre del todo incompatible con los deberes elementales de respeto y
consideración que se derivan de la relación jurídica de filiación, con una conducta de
menosprecio y de abandono familiar que quedó evidenciada en los últimos siete años de
vida del causante en donde, ya enfermo, quedó bajo el amparo de su hermana, sin que sus
hijos se interesaran por él o tuvieran contacto alguno; situación que cambió, tras su muerte,
a los solos efectos de demandar sus derechos hereditarios.»
En este caso, el TS admite la posibilidad que una persona que se encuentra abandonada y
falta de cariño por sus hijos y descendientes tenga todo el derecho a plantear ante un notario
un reconocido derecho a la desheredación de quien no trata a un padre o a una madre como
se merecen y que solo se preocupan cuando estando cercana su muerte se "acercan" para o
perder sus derechos hereditarios de cerca e, incluso, averiguando cuáles son estos.
En apoyo de la tesis que mantenemos de entender que contamos con un sistema de derecho
sucesorio anclado en el momento en el que se redactó el CC –EDL 1889/1- y que se debe ir
actualizando a los tiempos actuales y a las reacciones de los hijos y descendientes con
respecto a los padres y al incremento de los hechos de maltrato es preciso rebajar el "nivel
de exigencia" de las posibilidades que tienen los padres de desheredar a sus hijos basado en
la interpretación más flexible ante hechos como el constatado en la sentencia del TS 3-6-14
–EDJ 2014/99484- en el que se detecta un abandono de los hijos respecto de su causante y
es al final cuando aparecen para cobrar sus derechos hereditarios aunque ya habían sido
desheredados antes por un causante que les quiso sancionar por ese abandono y en su
derecho estaba de hacerlo, no pudiendo el derecho impedir que un padre o una madre
puedan llevar a cabo esta acción sobre sus hijos.
La AP Vizcaya, secc 3ª, Sentencia 5-11-15, núm 350/2015, Rec 318/15 –EDJ
2015/278547-, también viene a admitir el maltrato psicológico como causa de
desheredación y debe traerse a colación la SAP Santa Cruz de Tenerife 10-3-15 –EDJ
2015/6216- la cual recoge: "Como señaló la sentencia de esta Audiencia, Sección Cuarta de
26.4.13 –EDJ 2013/187727-, el art. 3.1 del Código Civil –EDL 1889/1 establece que las
normas se interpretaran según el sentido propio de las palabras, en relación con el contexto,
los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser
interpretadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas. En el
ámbito del derecho sucesorio hasta que el legislador aborde su adecuación a los cambios
sociales operados en más de un siglo, se impone una revisión de los criterios que hasta
ahora han regido la interpretación de las normas que regulan ese ámbito del derecho
civil, tan vinculado a la concepción tradicional de la institución familiar. En este
sentido, en cuanto a las normas que regulan la herencia, hay que dar mayor valor a la
voluntad del testador, sin que ello suponga, contrariamente a lo que se ha considerado
en alguna ocasión, poner en peligro el sistema de legítimas establecido a favor de los
herederos forzosos, de profundo arraigo en nuestro ordenamiento, sino que solo se
pretende, como dijimos, una inaplazable adecuación de las normas que regulan
determinados ámbitos del derecho civil, fuertemente influenciados por una concepción
patriarcal y paternalista de la institución familiar, que objetiva y radicalmente ha cambiado.
Lo contrario, supone una conducta que en los estándares actuales, se ha de calificar como
de mezquina y que, por lo tanto, puede y debe ser sancionada y, sin duda, ser considerada
como motivo suficiente de desheredación con el fin de evitar que los legitimarios que
incurran en ellas se vean favorecidos en detrimento de otras personas, sean o no familiares,
que los han sustituido en la obligación moral y legal de subvenir a esas necesidades, y tratar
a estas personas como lo que son, con la circunstancia de que quienes más debían quererles
son quienes les han maltratado y olvidado todo lo que hicieron por ellos.