El Hombre, El

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EL HOMBRE, EL MICROCOSMOS DEL UNIVERSO (IMÁGENES DE LA ANATOMÍA OCULTA)

ALTERCULTURA

POR: ALEJANDRO MARTINEZ GALLARDO - 12/03/2015


UNA INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DEL MICROCOSMOS, IMÁGENES Y CITAS QUE MUESTRAN QUE
EL HOMBRE ES EL ESPEJO DEL COSMOS Y QUE SU ANATOMÍA ES UNA ESPECIE DE TEMPLO PARA
ESTABLECER UNA RECONEXIÓN CON LA DIVINIDAD
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Sería pues necesario que al participar este todo en un mismo sentimiento y un mismo
espíritu sus miembros se correspondieran entre sí, como miembros que vienen a ser
de una misma totalidad.

Sinesio

Los filósofos antiguos atisbaron una serie de correspondencias entre el cuerpo


humano y el universo. Esta relación está en el origen de todo conocimiento
esotérico y es en cierta forma un mapa de reconexión o un esquema anagógico (a la
vez que analógico), que permite al hombre unirse con la divinidad entrando en ritmo
y consonancia con este orden. La idea que se deriva del sistema de correspondencias
es que el hombre contiene en su interior el mismo arquetipo que el universo entero
y por lo tanto si logra conocerse a sí mismo podrá conocer a Dios, como los
místicos han dicho, parafraseando la famosa frase inscrita en el oráculo de Delfos.
Decía Paracelso que habían tres libros sagrados: la Biblia, el cuerpo del hombre y
el cosmos.

El origen de las correspondencias, esa madeja de hebras luminosas que todo lo


abarcan, según la tradición hermética viene de Egipto, donde se dice que existían
dos columna o pilares en los que Thot (Hermes, egipcio) había escrito esta
sabiduría primordial, antediluviana, la cual habría sido custodiada por los
sacerdotes. Según Jámblico en sus Misterios egipcios, Pitágoras y Platón estudiaron
las estelas egipcias en el templo de Sais (posiblemente Seth). La fuente principal
que la tradición recoge es el texto atribuido a Maneto, el Libro de Sothis (o Libro
de Sirio). Maneto fue un sacerdote egipcio, y el texto en cuestión fue citado por
el monje Jorge Sincelo, pero ha desaparecido. La mayoría de los investigadores
modernos consideran que es apócrifo, algunos investigadores esotéricos, como G. S.
Mead, sin embargo, consideran que tiene bases sustanciales. Se dice ahí que Thot
(el primer Hermes) inscribió una estela con sus conocimientos en jeroglíficos
--para preservar la tradición ante un cataclismo-- que luego fueron traducidos.
Este sería también el origen remoto de la famosa Tabla Esmeralda del Corpus
Hermeticum.

Las expresiones más detalladas, y por momentos abrumadoras, de las


correspondencias, seguramente las podemos encontrar en la India de los Vedas, con
sus elaborados sacrificios en los que cada elemento corresponde a otro en una red
vertiginosa de analogías. El fuego, el soma, el ghee, el poste central, el caballo,
todos estos elementos no sólo están conectados con partes del cuerpo, planetas y
con divinidades sino que son también un teatro vivo de memoria que narra acciones
distantes en los mundos celestes. La otra gran demostración de una intrincada
manifestación de correspondencias la podemos encontrar entre los cabalistas y los
alquimistas. Los primeros, al buscar la creación del golem, crean un monumental
edificio de correspondencias siguiendo el principio de que el universo entero fue
construido con las 22 letras hebreas: las permutaciones de estas letras en
correspondencia con los días de la semana, las 10 emanaciones, las partes del
cuerpo, los astros y otros elementos, constituyen un sistema de meditación que es a
la vez una especie de plano arquitectónico para construir un templo invisible. Los
segundos, para conseguir la piedra filosofal, vinculan los siete metales con los
siete planetas y con las siete etapas de la gran obra y de aquí se desprende una
serie de correspondencias también con toda la fauna y flora conocida e imaginaria,
haciendo una medicina espagírica de la naturaleza, también llamada agricultura
celestial. Ambos, el golem y la piedra filosofal, son símbolos de un cuerpo
espiritual, de una nave psíquica para alcanzar un nuevo estadio de conciencia y
acercarse a la divinidad. Tanto la alquimia como la cábala utilizan el sistema
astrológico, cuyos orígenes algunos sitúan en Babilonia, pero que su verdadera raíz
es desconocida y seguramente más antigua.


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Dice Borges sobre la cábala:

La idea del Ser eterno que siempre ha tenido esas 10 emanaciones es de difícil
comprensión. Esas 10 emanaciones emanan una de otra. El texto nos dice que
corresponden a los dedos de la mano. La primera emanación se llama la Corona y es
comparable a un rayo de luz que surge del Ein Sof, un rayo de luz que no lo
disminuye, un ser ilimitado al que no se puede disminuir. De la Corona surge otra
emanación, de ésa, otra, de ésa, otra, y así hasta completar 10. Cada emanación es
tripartita. Una de las tres partes es aquella por la cual se comunica con el Ser
Superior; otra, la central, es la esencial; otra, la que le sirve para comunicarse
con la emanación inferior.

Las 10 emanaciones forman un hombre que se llama el Adam Kadmon, el Hombre


Arquetipo. Ese hombre está en el cielo y nosotros somos su reflejo. Ese hombre, de
esas 10 emanaciones, emana un mundo, emana otro, hasta cuatro...

Aryeh Kaplan en su traducción del Sefer Yetzirah (p.193) nos dice que existen 1021
posibles permutaciones de las letras del alfabeto hebreo, "un número cercano al
número total de estrellas totales en el universo... así que a partir de las
permutaciones del alfabeto, un nombre puede ser formado para cada estrella del
universo. Esto en concordancia con la enseñanza de que cada estrella tiene un
nombre individual". Kaplan también menciona: "los comentarios señalan que los
ángeles son como almas para las estrellas... y esto también significa que las
estrellas y los planetas son como los 'cuerpos' de estos planetas'". Así tenemos
esta idea de la correspondencia entre el hombre y las estrellas y los ángeles;
Platón en el Timeo menciona también que cada alma está asociada a una estrella.

 "Les Très Riches Heures du duc de Berry". Da clic en la imagen para verla en
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Manly P. Hall en su libro La filosofía de la astrología nos introduce a la visión
del microcosmos de Paracelso:

En palabras de Paracelso: "Hay una estrella en el hombre por cada estrella en el


cielo". Y porque hay una estrella en su interior, el hombre puede encontrar su
contraparte en el universo; y porque tiene esta estrella en su propia alma, el
hombre puede entender y fusionar sus energías racionales y emocionales con las más
distantes en los cielos. No puede haber entendimiento entre disímiles. El hombre
sólo puede entender lo que él mismo es. Es porque él es todas las cosas que a fin
de cuentas puede entender todas las cosas. Este es el gran misterio que enseñaban
en los antiguos templos. Es por esta sublime verdad que el ser humano tiene un
potencial ilimitado, y contiene en sí mismo la posibilidad de crecer y saber todo.


Imagen: Robert Fludd
En el budismo podemos encontrar una interpretación distinta de las correspondencias
en el concepto de pattica samuppada (la originación dependiente) y en la metáfora
del collar de Indra, utilizada en el budismo hua-yen para explicar este mismo
concepto. Se dice que quien percibe la originación dependiente ve el Dharma (la
ley, la verdad). La idea de la originación dependiente es un tanto compleja pero en
resumidas cuentas sostiene que todas las cosas y todos los fenómenos dependen el
uno del otro y por lo tanto no tienen una realidad independiente. Todas las cosas
dependen la una de la otra y si siguiéramos esta cadena hasta su última causa
arribaríamos a la nada o al vacío. La realidad es entonces el vacío mismo o el
cuerpo del Dharma, el dharmakaya, que está ligado a su vez con el estado de nirvana
y aquello que no ha nacido ni morirá, aquello que es perpetuo devenir. El santo
budista Nagarjuna dice que este cuerpo iluminado, también llamado dharmadatu,
emerge cuando se purifican todas las aflicciones y los compuestos: es como la
mantequilla en la leche que no vemos hasta que no se purifica. Podemos agregar, con
una licencia poética que podría ser imprecisa dogmáticamente, que ese cuerpo
purificado, ese ghee medular, es la totalidad del universo integrada en la unidad
de la conciencia.

Así se describe el famoso collar de Indra:

Lejos en la mansión celestial del gran dios Indra hay una fabulosa red que ha sido
colgada por un astuto artífice de tal manera que se extiende infinitamente en todas
direcciones. En sintonía con los gustos extravagantes de las deidades, el artífice
ha colgado una joya resplandeciente en cada “ojo” de la red, y como la red es en sí
misma infinita en dimensión, las joyas son infinitas en número. Ahí cuelgan las
joyas brillando como estrellas de primera magnitud, una suprema visión que
sostener. Si seleccionamos arbitrariamente una de estas joyas para inspeccionar y
la analizamos de cerca, descubriremos que en su superficie azogada se reflejan
todas las demás joyas de la red, infinitas en número. No sólo eso, sino que cada
una de las joyas reflejadas en esta joya también está reflejando todas las otras
joyas, así que hay un número infinito de procesos de reflejo ocurriendo.

Por último tenemos a la física moderna, que ha encontrado una extraña propiedad en
la naturaleza básica de la materia: el entrelazamiento cuántico. Esta propiedad,
considerada como una aberración fantasmagórica por Einstein, describe la conexión
instantánea que existe entre dos partículas que han entrado en contacto entre sí,
no obstante la distancia (una definición muy parecida a la de la magia simpática de
James Frazer). El entrelazamiento cuántico sugiere que el universo es no-local, es
decir todas las regiones del espacio dependen la una de la otra, lo cual significa
un principio intrínseco de inseparabilidad. Según el físico Mark Van Raamsdonk: “El
espacio-tiempo es sólo una imagen geométrica de cómo un sistema cuántico se
entrelaza".

Todas estas ideas, uno conjetura, apuntan desde distintos frentes a la unidad
indivisible de la realidad, todas revelan que la multiplicidad y la inconexión son
meros juegos de apariencias e ilusiones. Como si observáramos el resplandor de una
vela en una casa de espejos multiplicada en miles de reflejos y, sin embargo, es
una única luz la que produce todos los reflejos.

Twitter del autor: @alepholo

Descarga aquí el texto Anatomía oculta, de Manly P. Hall


SOBRE EL SIGNIFICADO ESOTÉRICO DE LA INSCRIPCIÓN DE DELFOS: "CONÓCETE A TI MISMO"
ALTERCULTURA
POR: ALEJANDRO MARTINEZ GALLARDO - 12/03/2015
LA FRASE INSCRITA EN EL ORÁCULO DE DELFOS SE HA GANADO EL MÁS ALTO PRESTIGIO
FILOSÓFICO, PUESTO QUE ENCIERRA EN UNAS POCAS PALABRAS UN PROFUNDO SIGNIFICADO QUE
TRASCIENDE EL TIEMPO
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Probablemente la máxima más famosa de la antigüedad es "Conócete a ti mismo"


(gnōthi seauton), que habría estado escrita en el pronaos del templo a Apolo en
Delfos. En este lugar se dice que Apolo mató al dragón Pitón y ahí, en el omphalos
(ombligo del mundo), donde se instituyó su culto, las pitonisas pronunciaban los
oráculos.

La fama de esta frase se esparce en la obra de numerosos autores griegos, pero sin
duda es Platón al que le debemos su mayor difusión, al utilizarla en varios de sus
diálogos como un llamado a la filosofía. Sócrates en un par de ocasiones exhorta a
primero ocuparse del conocimiento de sí mismo antes de tratar de penetrar en los
misterios de la mitología y los dioses.

Si bien se ha dicho que la filosofía no es más que una serie de notas a pie de
página de la obra de Platón, esto también ha hecho que existan innumerables
"Platones", casi tantos como comentarios del gran filósofo. Sin embargo, si
seguimos la tradición platónica estrictamente, leyendo desde los filósofos que
ocuparon la dirección de su academia (que hoy conocemos como los neoplatónicos) y
de su más fiel avatar en el Renacimiento, Marsilio Ficino (quien instituyó una
nueva academia platónica en Florencia), debemos considerar que la filosofía de
Platón, dentro de toda su vastedad, es esencialmente mística. Esto puede resultarle
incómodo a la sociedad secular actual, pero una lectura cuidadosa nos indicará lo
que nos dice Ficino, que su enseñanza puede llamarse "una teología", puesto que
"cualquier tema que trate, sea la ética, la dialéctica, la matemática, rápidamente
lo completa, en un espíritu piadoso, y lo lleva a la contemplación y veneración de
Dios".

Sabemos que en Grecia se instituyó por siglos una iniciación a los misterios y que
la mayoría de los filósofos, historiadores y dramaturgos fueron iniciados en estos
misterios. Aunque existe un voto de silencio mayormente respetado en torno al
contenido de misterios como los de Eleusis, no es demasiado aventurado sugerir que
en ellos se propiciaba una experiencia mística ligada a la inmortalidad del alma y
al conocimiento de la divinidad --lo que hoy llamaríamos una experiencia enteógena
o psicodélica.

En su libro sobre los grandes iniciados de la antigüedad Édouard Schuré atribuye a


los pitagóricos la frase: "Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y al
universo"; esta frase no parece tener una fuente fidedigna, y la atribución podría
ser apócrifa, aunque en el caso del corpus pitagórico nunca se sabe bien, ya que,
como ocurre con Buda o con Hermes Trismegisto, en Pitágoras las leyendas y los
episodios históricos de su vida se han vuelto inextricables. La frase ha sido
citada miles de veces en Internet, en muchas de ellas afirmando que así estaba
inscrita en Delfos. Aunque no existen buenas razones para concluir que esto era
así, el razonamiento silogístico añadido de la frase parece captar la esencia de su
significado. Recordando que los oráculos eran pronunciados creando una interfase
perceptual entre las pitonisas y los dioses, la advertencia sobre la importancia de
conocerse a sí mismo en el templo justamente sugiere que el autoconocimiento es un
acercamiento a --un hacer posible-- la irrupción divina. Casi como si fuera una
regla que nos dice: "primero conócete a ti mismo, sé honesto, conoce la verdad de
ti y entonces podrás canalizar, manifestar y conocer lo divino, lo profético, lo
oracular". La interpretación anterior, como veremos, es parte de toda una
tradición.
En la dedicatoria de su Teología platónica a Lorenzo de Medici, Marsilio Ficino
dice que Platón:

...considera que el alma del hombre es como un espejo en el que la imagen del
divino semblante se refleja prontamente; y en su entusiasta búsqueda por Dios,
mientras que rastrea cada huella, en toda partes se vuelca hacia la forma del alma.
Porque sabe que este es el significado más importante de las famosas palabras del
oráculo: "Conócete a ti mismo", esto es: "Si quieres ser capaz de reconocer a Dios,
debes primero aprender a conocerte a ti mismo".

Ficino nos dice aquí que conocerse a sí mismo es la vía regía para la gnosis de la
divinidad, puesto que el alma es divina y en ella esta impresa una imagen de Dios.
Sería mucho más difícil e impráctico buscar la divinidad en otra parte, en algo más
remoto, cuando se tiene un acceso interno, inmediato. En su Comentario al Banquete
de Platón, traza de otra forma geométrica esta reunión interior con la divinidad:

Y ciertamente es necesario que las cosas creadas se recojan ante su propio centro,
y ante su propia unidad, y que se acerquen a su Creador, a fin de que: por su
propio centro, se acerquen al centro de todas las cosas.
En lo anterior podemos encontrar puntos en comunes con la explicación que da
Sócrates a Protarco sobre lo ridículo que es ocuparse de cosas más oscuras antes de
dedicarse a conocerse a sí mismo. Tenemos aquí una doble enseñanza, en dos niveles
que encajan perfectamente, de un lado el aspecto ético de ocuparse de la existencia
inmediata y no perderse en divagaciones demasiado abstrusas, pero en la profundidad
de esta labor cotidiana se revela también un aspecto metafísico, porque ocupándonos
de nosotros, viviendo la vida que se nos presenta de manera filosófica, penetrando
en nuestro propio ser, tenemos la posibilidad de acceder al misterio de nuestra
esencia divina.

Esotéricamente podemos interpretar la inscripción de Delfos como una insinuación


del principio del microcosmos, que aparece en todas las tradiciones místicas.
Fundamentalmente, que el ser humano es la imagen de la divinidad y en él existe una
serie de correspondencias con el universo --de tal forma que en el desarrollo
embrionario de un ser humano podemos observar también el proceso de gestación del
universo. También, en la anatomía oculta del ser humano, dicen las religiones
mistéricas, yacen las diferentes puertas y llaves para reintegrarse con la
divinidad.

La idea de que al conocernos trascendemos lo individual para fincar en lo


universal, evidentemente no sólo pertenece a la tradición occidental. Es la esencia
de la filosofía mística oriental, como queda claro en el Brihadaranyaka Upanishad,
donde se expresa la famosa máxima de que Atman es Brahman, en otras palabras, que
la realidad de nuestro ser o espíritu es Dios.

En el poeta Ralph Waldo Emerson se conjugan de manera notable la influencia


platónica con la influencia de los Upanishads y esto se muestra en el poema que
lleva justamente el título "Gnothi Seauton" ("Know Thyself"), donde se dice:

Give up to thy soul-

Let it have its way-

It is, I tell thee, God himself,

The selfsame One that rules the Whole.


Una acepción un poco distinta (pero que no difiere en esencia) viene de Thomas
Hobbes en su Leviatán: "Quien sea que mire en su interior y considere aquello que
hace cuando piensa, opina, razona, desea o teme, etc., y sobre qué bases; entonces
así leerá y conocerá los pensamientos y las pasiones de todos los hombres en
ocasiones similares", lo cual claramente sugiere una integración arquetípica de
todos los hombres en uno. Podemos modificar la frase, con Hobbes, para decir:
"Hombre, conócete a ti mismo y conocerás a todos los hombres".

Por último, una versión más reciente dentro de la cultura popular, que podemos
ligar a esta mismo conocimiento, también influido por un orientalismo. George
Harrison, en su canción "Inner Light", de nuevo nos conduce al conocimiento del
universo a través de la introspección: con sólo mirar hacia adentro podremos
conocer el ancho mundo y las leyes del cielo:

Without going out of my door,


I can know all things on earth
without looking out of my window,
I can know the ways of heaven.

Twitter del autor: @alepholo


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