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1.

Introducción

El arbitraje es un mecanismo mediante el cual se resuelven las


controversias a través de un tercero ajeno al Poder Judicial, llamado
tribunal arbitral (unipersonal o colegiado), en mérito al poder que le otorgan
las partes en conflicto, quienes lo envisten de jurisdicción, de acuerdo con
las reglas que ellos mismos pactan o de acuerdo con las reglas que
establece una institución arbitral, sea ad hoc o institucional. La
Constitución Política del Estado le reconoce función jurisdiccional, lo que
lo convierte en autónomo e independiente con una mínima injerencia del
poder estatal.

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ad hoc y arbitrajes administrados por el SNA-OSCE

Mario Castillo Freyre lo define como “la manifestación más elemental de


la administración de justicia. En el presente estado de la evolución
histórica, sólo puede ser concebido como una sustracción legalmente
autorizada a la jurisdicción estatal. Se origina mediante un contrato privado
por el que dos o más sujetos de derechos deciden someter un conflicto
con relevancia jurídica a la decisión resolutoria, definitiva y exclusiva, de
uno o más terceros denominados árbitros, que son designados por las
partes o por algún mecanismo establecido por ellas. Así, la decisión
resolutoria de los árbitros o laudo, será de cumplimiento obligatorio para
las partes en virtud de que el ordenamiento jurídico establece que los
contratos son ley entre las partes. La ejecución de la decisión arbitral, en
caso ésta sea necesaria, queda siempre en manos del Estado”. (Manual
de Arbitraje ARBITRA PERÚ, 2014: 16).

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para resolver una controversia

Pero al igual que en la jurisdicción ordinaria, la parte vencida en la


contienda arbitral busca cuestionar lo resuelto por el tribunal arbitral, con
o sin razón; y para ello la ley ha previsto el mecanismo de anulación de
laudo, el cual puede demandarse ante el Poder Judicial.

Es pues la anulación de laudo, el único mecanismo por el cual la parte


afectada puede acudir ante la jurisdicción ordinaria con la finalidad de
cuestionar la decisión arbitral por causales expresamente previstas en la
ley, siendo restringido a los jueces el entrar a conocer el fondo de lo
resuelto. La característica esencial de la anulación de laudo es la
exigencia de haber formulado reclamo previo ante el tribunal arbitral
mediante petición de integración, exclusión, interpretación o rectificación;
e incluso al interior del proceso arbitral, haberse formulado y dejado
constancia de un reclamo previo, y que este haya sido desestimado.

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serio por armar

En las líneas siguientes se tratará sobre la regulación legal que se le da al


llamado recurso de anulación, siguiendo las exigencias de la Ley de
Arbitraje, Decreto Legislativo 1071, norma se diferencia de la derogada
Ley 26572, Ley General de Arbitraje en tanto esta establecía la posibilidad
de interponer recurso de apelación ante una segunda instancia arbitral o
ante el Poder Judicial.

Es importante asimismo mencionar que anular un laudo es diferente a no


reconocerlo judicialmente; y que incluso tratándose de arbitrajes
internacionales, es posible que se renuncie expresamente a interponer
este y otros mecanismos que tiendan a cuestionar la decisión o decisiones
del tribunal arbitral.

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camino

2. Recurso de anulación

El laudo arbitral es una suerte de símil de una sentencia judicial. Resuelve


en definitiva la o las controversias puestas en conocimiento del tribunal
arbitral. Es un acto procesal al cual arriba dicho tribunal luego de haber
agotado todas las etapas y plazos; y debe emitirse y notificarse
necesariamente en el plazo fijado por las partes o en el reglamento
institucional respectivo.

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públicos, siempre que el Estado forme parte de la controversia
arbitral

Roque Caivano señala que:

(…) el laudo constituye el acto con el que concluye la intervención de los


árbitros. Su emisión implica dejar agotado su cometido y su jurisdicción, lo
que determina otra diferencia importante entre las atribuciones de árbitros
y jueces. Como se ha dicho, los jueces estatales están revestidos de una
jurisdicción que por provenir de la organización misma del Estado, tiene
carácter permanente y genérica –si bien acotada por las limitaciones
derivadas de su competencia territorial y funcional– y no se agota con el
dictado de la sentencia definitiva. El juez conserva su potestad para
ejecutarla y aun para ejercer facultades condenatorias o correctivas, con
el límite que impone, por razones de seguridad jurídica, el principio de la
cosa juzgada. Los árbitros, por el contrario, tienen jurisdicción nacida de
fuente convencional y por lo tanto limitada al caso. Son las mismas partes
–en virtud de que el Estado lo admite con carácter general– quienes crean
la instancia y otorgan a los árbitros el carácter de jueces. Y al hacerlo,
tienen un objetivo primordial: encomendarles la resolución de un caso
concreto. Se deriva de ello, que una vez producido el resultado previsto,
desaparecen sus facultades. (Caivano, 1998: 289)

Por su parte, el recurso es un mecanismo para materializar una


impugnación. Impugnar o impugnación proviene del
latín impugnare e impugnatio, que significa atacar y ataque, asaltar y
asalto. Existe tanto una impugnación interna como una impugnación
externa. La primera hace referencia a alguna revisión del procedimiento
seguido, o del laudo arbitral mismo; mientras que la segunda se refiere al
mecanismo de impugnación ante un tribunal jurisdiccional. Así, con el
recurso de anulación nos encontramos ante una impugnación externa.

Es conveniente precisar que la doctrina destaca la presunción de validez


del laudo arbitral. Fernando Cantuarias, establece que: “Si tenemos
presente que el Poder Judicial no puede revisar el fondo de la controversia,
que las causales de anulación o de no reconocimiento y ejecución son
taxativas y deben ser interpretadas de manera restrictiva, y que, en
principio, deben ser invocadas y probadas por quien solicita la anulación o
se opone al reconocimiento y la ejecución, según corresponda,
necesariamente debemos interpretar que las legislaciones arbitrales,
como la Convención de Nueva York, sancionan una presunción de validez
del laudo arbitral.” (Cantuarias, 2007: 471)

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para resolver una controversia

En tanto que el recurso en estricto persigue que sea una instancia superior
la que revise tanto forma y fondo, a través de la impugnación, existe
discusión en la doctrina respecto al término correcto que debe darse a la
figura de la anulación. La Ley de Arbitraje nomina al recurso de
anulación y establece que es la única vía de impugnación del laudo.

Se afirma que el recurso de anulación es una acción autónoma que se


ejercita fuera del ámbito del arbitraje. Es decir, constituye un auténtico
proceso, y no un recurso; al cuestionar un laudo arbitral, no se está
formulando un recurso propiamente dicho, sino que se inicia un proceso
judicial autónomo dirigido a cuestionar la validez del mismo. Entonces, ¿es
en estricto la anulación un recurso? o ¿es una demanda? La ley española
sobre la materia hace referencia a la acción de anulación.

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3. Principios del recurso de anulación

3.1. Principio de irrevisabilidad del criterio arbitral

Este principio afirma que el Poder Judicial no puede entrar a revisar el


fondo de lo decidido por el tribunal arbitral, en tanto que por mandato
expreso de la ley debe ceñirse únicamente a observar las causales
taxativas previstas en la ley, y estas corresponden solo a aspectos de
forma.

El Tribunal Constitucional en su sentencia pronunciada en el Exp. N°


00189-1999-AA/TC, ha establecido sobre la irrevisabilidad que “(…) Si
este Tribunal, rompiendo lo que ha sido su línea de respeto por las
controversias de fondo, se permitiera decirles a los jueces arbitrales (y aún
a los jueces de la justicia ordinaria o privativa) cómo deben fallar en los
asuntos que sólo a ellos les corresponden, estaría convirtiendo —como se
dijo anteriormente— el proceso constitucional en una suprainstancia
casatoria capaz de desarticular por completo el principio de la cosa
juzgada”.

3.2. Principio de legalidad en la determinación de las causales

El recurso de anulación no es un recurso abierto, no se puede crear más


causales que las expresadas en la ley; en ese sentido, solamente se podrá
recurrir ante el Poder Judicial para demandar la anulación de laudo por las
causales taxativamente señaladas en la ley.

“Las causales para anular un laudo arbitral dictado en el foro o para no


reconocer y ejecutar un laudo arbitral extranjero son taxativas y deben ser
interpretadas de manera restrictiva.” (Cantuarias. 2007: 467)

3.3. Principio de iniciativa de parte en la alegación y acreditación de


las causales de anulación

La ley exige que nadie más que la parte sea la que se encuentra legitimada
para alegar y acreditar la causal de anulación del laudo; es decir, a ella le
corresponde la carga de la prueba. Esta lectura se desprende de lo
dispuesto por el artículo 63° de la Ley de Arbitraje, y se confirma con el
enunciado del artículo 64° del mismo cuerpo legal, cuando señala que la
causal o causales deben fundamentarse y acreditarse con los medios
probatorios correspondientes.

Esta alegación corresponde a aquellas causales de interés privado, ya que


en cuanto a las de interés público, si bien pueden ser alegadas por la parte,
el juez de oficio las deberá observar. La casual de interés público es
aquella que corresponde a la violación del orden público internacional en
el caso de arbitrajes internacionales.

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3.4. Principio de reclamo previo

Se exige que para poder recurrir a la vía judicial, la parte que se considere
afectada con la decisión contenida en el laudo arbitral, debió haber
formulado reclamación, observación u otro mecanismo que permita
advertir al tribunal arbitral los errores en que ha incurrido, con la finalidad
de que al interior del mismo pueda salvarse o superarse el vicio.

Específicamente, al interior del proceso arbitral se ha previsto la figura de


la reconsideración, lo que vendría ser una impugnación interna, el que es
recogido en la Ley de Arbitraje en el artículo 49°, al establecer que las
decisiones distintas al laudo pueden ser sujetas de reconsideración por
razones debidamente motivadas; esta razones pueden ser de forma o de
fondo. No formular reclamo previo ante el tribunal arbitral implica que la
parte presuntamente afectada ha convalidado el error u omisión,
deviniendo por ende la presunción legal de la renuncia a objetar. La
consecuencia de no haber formulado reclamo previo es que el recurso de
anulación de laudo devenga en ser declarado improcedente.

Por otro lado, antes de recurrir ante la autoridad judicial para demandar la
anulación de laudo, deberá de solicitarse cualquiera de las siguientes
figuras: integración, interpretación, rectificación, o la exclusión de laudo. El
primero referido a alguna omisión en que haya incurrido el tribunal arbitral
de pronunciarse sobre algún extremo controvertido; el segundo, para
solicitar que se aclare algún extremo oscuro, dudoso o impreciso; el
tercero, para que se subsane algún error de cálculo, numérico, de
redacción, etc.; y finalmente el cuarto en el caso que el tribunal arbitral se
haya pronunciado sobre un extremo no solicitado o no sometido a
controversia.
Es importante mencionar que no existe la “aclaración” de laudo. Sobre ello,
por ejemplo, la Sala Especializada en lo Civil y Afines de la Corte Superior
de Justicia de Ucayali en su sentencia (Exp. N° 00092-2013-0-2402-SP-
CI-01) del 10 de junio de 2014 señaló “(…) La “ACLARACIÓN” solicitada
no existe como figura susceptible de ser aplicada al Laudo, en el caso
concreto, según resolvió el Tribunal Arbitral competente, cuya decisión es
inmutable sobre el particular en el contexto del Arbitraje ya culminado, y
no puede ser desmerecida en instancia jurisdiccional al no figurar como
causal de anulación, bajo responsabilidad (…)”.

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4. Causales de anulación

En tanto que el laudo solo puede ser materia de anulación por las causales
taxativamente previstas en la ley, a continuación, se mencionan cada una
de estas, previstas en el artículo 63° de la Ley de Arbitraje.

4.1. Convenio arbitral inexistente, nulo, anulable, inválido o ineficaz

El convenio arbitral será nulo cuando esté incurso en cualquiera de las


causales previstas en el artículo 219° del Código Civil sobre acto jurídico.
En los demás supuestos se observa también lo previsto en el citado
código.

Esta causal está ligada a la voluntad de las partes; dado que en tanto éstas
libremente han de someterse al arbitraje, esta causal se refiere a la
ausencia del acuerdo de las partes, por ende, el tribunal arbitral no cuenta
con aquella delegación y poder para conocer y resolver la controversia.

4.2. Indebida notificación a una de las partes del nombramiento de un


árbitro o de las actuaciones arbitrales, o que no ha podido por
cualquier otra razón hacer valer sus derechos

Esta causal se encuentra relacionada con la inobservancia y vulneración


del debido proceso y el atentado contra el derecho de defensa de la parte,
lo cual tiene que haber causado un estado de indefensión.

El derecho de defensa es una garantía de la función jurisdiccional,


reconocido en la Constitución Política del Perú, y su vulneración acarrea
la nulidad de las actuaciones jurisdiccionales; en el caso de la jurisdicción
arbitral ello no es ajeno a esta exigencia.
4.3. La composición del tribunal arbitral o las actuaciones arbitrales
no se han ajustado al acuerdo entre las partes o al reglamento arbitral
aplicable, salvo que dicho acuerdo o disposición estuviera en
conflicto con una disposición de la Ley de Arbitraje del que las partes
pudieran apartarse o en defecto de dicho acuerdo o reglamento, que
no se han ajustado a la establecido en la citada ley

Esta es otra causal relacionada íntimamente con la prevalencia y respeto


de la voluntad de las partes; y es precisamente que se trata de
salvaguardar esa libertad cuando se anularía un laudo por no haberse
respetado el procedimiento previamente fijado por ellas o por las normas
a las que se sometieron. Es un reconocimiento de poder a las partes el
cual “no sólo implica la capacidad de darlo por terminado o de suspenderlo,
a las cuales hace referencia la cita anterior, sino que, además, lleva
consigo la necesidad de reconocer a las partes la facultad dar forma y
regular libremente el procedimiento arbitral (Santistevan de Noriega. 2007:
5).

4.4. El tribunal arbitral ha resuelto sobre materias no sometidas a su


jurisdicción

El tribunal arbitral solo deberá emitir pronunciamiento respecto de las


controversias que las partes han acordado poner bajo su competencia y
jurisdicción; entonces, tienen restringido pronunciarse sobre asuntos no
puestos en su conocimiento (extra petita) o pronunciarse de forma
excesiva o más allá de la controversia planteada (ultra petita).

4.5. El tribunal arbitral ha resuelto sobre materias que, de acuerdo a


ley, son manifiestamente no susceptibles de arbitraje, tratándose de
un arbitraje nacional

La materia tratada y resuelta por el tribunal arbitral se requiere que sea de


libre disponibilidad; la libre disponibilidad está relacionada en su mayoría
con el carácter patrimonial de la controversia, básicamente, y aquellas que
la ley así lo señalan. No podría ser sometida a arbitraje las acciones de
garantía constitucional o aquellas derivadas de delitos, entre otras. En la
doctrina, lo dicho se conoce como la competencia objetiva de los árbitros.

4.6. Según las leyes de la República, el objeto de la controversia no


es susceptible de arbitraje o el laudo es contrario al orden público
internacional, tratándose de arbitraje internacional
Esta causal encierra dos supuestos: (i) que la materia decidida no sea
sujeta a arbitraje dentro del territorio de la República; y (ii) que el laudo
contravenga el orden público internacional, si es arbitraje internacional.

Por ejemplo, se atenta contra el orden público internacional cuando se


convalida actos de corrupción, en acciones lesivas a la justicia y la
moralidad, cuando hay abuso del derecho, atentado a la buena fe,
infracción a la fuerza obligatoria de un contrato, no observancia de la
prohibición de discriminación, etc.

4.7. La controversia ha sido decidida fuera del plazo pactado por las
partes, previsto en el reglamento arbitral aplicable o establecido por
el tribunal arbitral

Al tribunal arbitral se le enviste de poderes y funciones jurisdiccionales por


un determinado plazo; el peligro de emitirse un laudo arbitral fuera del
plazo señalado, deviene en la invalidez del mismo por haberse dictado por
quien ya no tenía jurisdicción ni competencia para hacerlo. “El plazo
vincula a los árbitros, de tal forma que fija los límites de la potestad misma
arbitral, dado que, al aceptar el árbitro su nombramiento, se somete a la
voluntad de los comprometientes, que son, por la índole sustancialmente
contractual de la institución, los que establecen el término en que los
árbitros han de desempeñar su cometido, y a los mismos les obliga por la
eficacia contractual del pacto” (Cantuarias. 2007: 521).

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5. Condiciones y consecuencias de la anulación de laudo

La ley ha previsto distintas consecuencias derivadas de la anulación


aplicables a cada una de las diferentes causales, las que para mejor
ilustración se detallan:

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