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(2017) Percepciones
corporales en trabajadoras sexuales. Santiago, Chile.
Es así que desde la mirada de la enfermería siendo el área académica de los autores, se
visualiza el cuerpo como medio por el cual se hace continuo el proceso de interrelación
entre el medio interno y externo, pues como lo define Merleau-Ponty el cuerpo es un
documento histórico personal, igualmente Le Breton define que el cuerpo es una
construcción simbólica y no una realidad por sí sola, por lo que cada sociedad lo entiende
desde su propia visión de mundo, con todos sus usos y constituyentes, otorgándole un
sentido y valor determinado en el mundo social e individual; es por esta razón que la
construcción del cuerpo femenino se funde en un contexto basado en un sistema patriarcal
lo cual genera una lucha entre la sujeción y soberanía desde las imágenes, usos y
representaciones del cuerpo de la mujer hasta el límite que separa la vida pública de la
privada, de esta forma se marca los signos de poder y dominación que ejercen los sistemas
predominantes que llegan a determinar un espacio sobre el cuerpo femenino, entendiendo
espacio desde la perspectiva que el cuerpo es el primer territorio.
Esto ha favorecido a la exclusión social a la cual estas mujeres se ven enfrentadas, aun
cuando ejercerán una actividad de la misma forma a la que apunta el concepto de trabajo
general, “el cual se define como el empleo en que se ejercen fuerzas físicas y morales
para la producción de riquezas o servicios, definiendo la actividad por sus fines de
utilidad, fin último al cual también apunta el trabajo sexual” (p.39) es así que cada vez
son más las mujeres que lo consideran una actividad económica sustentable, que les
permite alcanzar y mantener un nivel de vida más alto.
Para poder realizar un mejor estudio respecto al tema se realiza una investigación en la
cual se seleccionan participantes mediante los criterios de inclusión, mujeres que ejercen
el trabajo sexual, al menos durante un año, mayores de edad y residentes de la Región
Metropolitana que acepten el consentimiento informado; de esta manera las participantes
podrían cambiar su nombre para proteger su identidad, una forma de asegurar el
anonimato, igualmente los datos recogidos se concentrarían en el campo de la percepción
del cuerpo y los ideales de las trabajadoras, a lo que los autores realizan de manera leve
un estudios varias categorías centrales de investigación siendo ellas las “vivencias en el
trabajo sexual; emociones asociadas; formas de ejercicio del oficio; relación cuerpo/
cliente; autocuidado; autoconcepto; autoestima; violencia física de los clientes; violencia
institucional; respuestas del cuerpo al sexo con parejas; respuestas del cuerpo al sexo con
clientes y atención de salud.” (p.41)
“...uno también juzga más que todo como por las apariencias, como andan, y esas
cosas, por ejemplo, de repente hay clientes que te ofrecen menos de lo que uno
pide, y tampoco”
Estas categorías pueden presenciarse todas a la vez y son el pan de cada día de las
trabajadoras sexuales, sin nombrar la perdida de satisfacción sexual con sus parejas, pues
es claro que por su labor se transforma en un acto de costumbre y no de placer que afecta
la parte efectiva en sus relaciones, a lo cual algunas de ellas afirman que es mejor estar
solteras que en una relación, pero para ellas su principal motivación es la necesidad de
obtener altos ingresos económicos de forma rápida, transformándose en el sostén
económico de sus hogares y así sustentar no sólo sus necesidades sino principalmente la
de sus hijos/as, pues el trabajo sexual es bien remunerado y de horarios flexibles lo que
permite cierto equilibrio con sus labores del hogar que se ven entrelazadas
involuntariamente con su rol materno, que a la vez lo reconocen como un trabajo oculto,
ya que sus familias no conocen de su ocupación, de “allí la mujer está inserta, en un
vaivén entre la vida del hogar y el trabajo sexual, distinguiéndose el espacio cotidiano de
este último como peligroso y asociado al consumo de drogas” (p.43)
reconocer la percepción de cuerpo tienen que ver con el conocimiento y relación con ellas
mismas, abarcando la dimensión de la autoestima, donde la mayoría de las trabajadoras
sexuales presentan conformidad con ellas mismas y sus cuerpos, y aun que el texto escrito
por los autores carece de profundidad en las categorías, nombrándolas, pero sin
definiciones o interpretaciones directas que permitan entender el trabajo sexual y la
influencia de las percepción en la mujer para ejercer su labor, lo que poco entendible el
texto más allá de la explicación leve por categoría. Es claro que el cuerpo necesita un
autoconocimiento y como persona un autoconcepto que destaque la autonomía y en el
caso de las trabajadoras sexuales que genere un proceso de maduración personal, pues de
esta forma como generan una resistencia al sometimiento del cuerpo, “siendo autónomas
de en las acciones y los limistes que establecen el acto sexual” (p.44) aun con la perdida
de los cambios corporales relacionados al placer y el deseo sexual modificados por el
ambiente laboral.
Por otro lado, con la manifestación de construcción social en torno al cuerpo de las
trabajadoras sexuales, etiquetándolas con prejuicios sociales que llegan afectar
emocionalmente a estas mujeres, quienes han experimentado sensaciones de asco y
vergüenza hacia ellas durante el tiempo de ejercicio del trabajo sexual, y aun mas que se
ven obligadas al ocultamiento por el temor de la respuesta de los otros; pero sin dejan a
un lado la necesidad de autónomas y sentirse dueñas de sí mismas.