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ANEXO DE LECTURAS
1
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
2
Academia de la Magistratura
16-Aguiló 9/9/02 11:23 Página 429
SOBRE LA CONSTITUCIÓN
DEL ESTADO CONSTITUCIONAL*
1. Introducción
E
l propósito de este trabajo es introducir algunas reflexiones so-
bre el papel que la constitución juega como fuente del Derecho
en los llamados Estados constitucionales. Para ello, en primer
lugar, me propongo hacer una breve presentación de lo que po-
dríamos llamar la doctrina estándar de las fuentes del Derecho
construida desde los parámetros del normativismo. Una de las claves de di-
cha presentación consistirá en distinguir entre el problema interno y el pro-
blema externo de la doctrina de las fuentes. Ello permitirá mostrar la rele-
vancia de la noción de constitución para la teoría del Derecho, pues la cons-
titución acabará operando como el punto de conexión, la bisagra, entre uno
y otro problema. A partir de ahí, en segundo lugar, voy a tratar de aislar y
de presentar tres conceptos diferentes (aunque no excluyentes) de constitu-
ción, a saber, la constitución del positivismo normativista, la constitución
formal y la constitución del constitucionalismo. La relevancia de estos tres
conceptos de constitución vendrá dada por lo que será una de las tesis prin-
cipales del trabajo: que todos ellos son necesarios para poder dar cuenta de
esa realidad jurídico-política que llamamos «Estados constitucionales». Fi-
nalmente, me propongo exponer dos modelos de relación entre constitución
regulativa y orden jurídico, en los Estados constitucionales, que conforman,
me parece, las dos concepciones dominantes sobre la constitución como
fuente del Derecho: en el primero, los deberes incorporados en la constitu-
ción se verán como deberes cerrados que imponen límites negativos a la ac-
* Este artículo reproduce con algunas modificaciones no sólo de detalle la ponencia titu-
lada «La constitución como fuente del Derecho» que fue presentada al «X Seminario Interna-
cional de Teoría y Filosofía del Derecho» (celebrado en Vaquerías en septiembre de 2001 y or-
ganizado por la Universidad Nacional de Córdoba –Argentina–) y al «Primer Congreso Inter-
nacional de Teoría del Derecho» (celebrado en Bogotá los días 14, 15 y 16 de marzo de 2002
y organizado por la Universidad Nacional de Colombia).
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1 El desarrollo de este apartado viene a ser un resumen de algunas tesis sostenidas en Agui-
ló Regla, Josep: Teoría general de las fuentes del Derecho (y del orden jurídico), Ariel, Bar-
celona, 2000.
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que me interesa mostrar sobre todo sus rasgos comunes. Pero las nociones de norma última,
suprema o independiente no son equivalentes entre sí. Así, por ejemplo, mientras que la noción
de norma suprema es claramente intrasistemática, la de norma última es extrasistemática. Ade-
más, a su vez, pueden introducirse múltiples diferencias nada despreciables respecto de su na-
turaleza y función.
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3 El planteamiento que trato de hacer está muy próximo al que propone Comanducci [en
externo de las fuentes del Derecho y que hace que la concepción de la constitución aparezca
como un fragmento central de la concepción del Derecho y que afecte a todas las operaciones
del método jurídico.
4 Cfr. Guastini, Riccardo: Teoria e dogmatica delle fonti, Giuffrè, Milán, 1998, págs. 310
y ss.
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5 Uso de un modo flexible la distinción bobbiana entre el positivismo como enfoque y co-
mo teoría. Cfr. Bobbio, Norberto: El problema del positivismo jurídico (trad. E. Garzón Val-
dés), Eudeba, Buenos Aires, 1965, cap. 2.
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vos, donde las nociones centrales son las de deber y validez, y los juicios
jurídicos externos, aquellos que versan sobre los límites de la racionalidad
interna, son juicios fácticos relativos a regularidades y expectativas de con-
ducta. En este sentido, el positivismo normativista asume una estructura de
razonamiento interno normativo y recursivo y remite a la idea de norma úl-
tima, suprema o independiente el elemento fáctico o empírico de efectivi-
dad del Derecho. Es decir, todo el positivismo normativista ha versado so-
bre la combinación de los principios de efectividad (o «facticidad») del De-
recho y de normatividad (o «validez») del Derecho. No hace falta decir que
las discusiones internas a este positivismo han sido múltiples y de lo más
variado; sin embargo, aquí me interesa simplemente mostrar lo que serían
sus rasgos comunes.
Volvamos ahora a la idea de constitución del positivismo normativista.
Pues bien, el positivismo normativista ha operado con un concepto de cons-
titución que vendría a ser el conjunto de normas fundamentales de un siste-
ma jurídico-político. Su carácter de «fundamentales» proviene del hecho de
que a ellas se remiten los tres problemas básicos que se han enfrentado a la
hora de conceptualizar el Derecho y a los que ya me he referido en el apar-
tado anterior: el de la identificación del Derecho, el de la unidad del Dere-
cho y el de la continuidad del Derecho. Su «fundamentalidad» proviene, en
definitiva, de que se trata de normas que no remiten recursivamente a otras
normas. La siguiente cita de Kelsen6 me parece muy representativa de lo que
se trata de expresar:
«A través de las múltiples transformaciones sufridas, la noción de Constitu-
ción ha conservado un núcleo permanente: la idea de un principio supremo que
determina el orden estatal en su totalidad y la esencia de la comunidad consti-
tuida por este orden [...] la Constitución es siempre el fundamento del Estado, la
base del ordenamiento jurídico de que se trate. Lo que se entiende ante todo y
siempre por Constitución [...] es un principio en el que se expresa jurídicamen-
te el equilibrio de las fuerzas políticas en el momento que se toma en conside-
ración, es la norma que regula la elaboración de las leyes, de las normas gene-
rales en ejecución de las cuales se ejerce la actividad de los órganos estatales [...]
Esta regla sobre la creación de las normas jurídicas esenciales del Estado, sobre
la determinación de los órganos y el procedimiento de la legislación forma la
Constitución en el sentido propio, originario y estricto de la palabra. Es la base
indispensable de las normas jurídicas que regulan la conducta recíproca de los
miembros de la comunidad estatal [...] es decir, la base fundamental del ordena-
miento estatal […] De ahí surge la idea de asegurar a la Constitución la mayor
estabilidad posible, diferenciando las normas constitucionales de las normas le-
(trad. de Juan Ruiz Manero), en Kelsen, Hans: Escritos sobre la democracia y el socialismo,
Debate, Madrid, 1988, págs. 114-115.
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y lo ha presentado como una propiedad disposicional de los mismos. Así, establece la siguiente
definición: «Un determinado sistema político es estable si y sólo si en los casos vinculados con
el ejercicio institucionalizado del poder, sean éstos ‘normales’ o ‘límites’, tiene la tendencia a
reaccionar de forma tal que sus cambios son una explicación eficaz de su ‘regla de reconoci-
miento’ y esta tendencia se mantiene durante un lapso significativo desde el punto de vista de
su contexto histórico y regional» [Garzón Valdés, E.: El concepto de estabilidad de los siste-
mas políticos, CEC, Madrid, 1987, pág. 44.]. En mi opinión, este planteamiento presenta el si-
guiente problema. Como puede observarse, Garzón Valdés usa la regla de reconocimiento har-
tiana exclusivamente como el criterio conceptual que está en la base de la explicación de la
identidad y la unidad de los sistemas políticos (págs. 15-16), pero no de su estabilidad (o per-
duración a lo largo del tiempo). El planteamiento de Hart obviamente es posible que resulte
ambiguo pero, en mi opinión, la caracterización que él hace de la regla de reconocimiento co-
mo una regla social aceptada y que por tanto, como reconoce Garzón Valdés, «su constatación
es una cuestión eminentemente empírica» (pág. 16), hace que la misma regla de reconoci-
miento comporte un elemento de explicación de la perduralibidad a lo largo del tiempo de los
sistemas jurídico-políticos, es decir, presupone la estabilidad de los mismos. En mi opinión,
ello es así porque para que la regla de reconocimiento pueda servir –como dice Garzón Val-
dés– de criterio para la identificación de un sistema político, ella misma tiene que ser una ma-
nifestación de la estabilización de las conductas vinculadas con el ejercicio institucionalizado
del poder.
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vista que resultan, sin duda, relevantes. Obviamente todo lo que se acaba de decir está más pró-
ximo a los planteamientos del positivismo hartiano que a los del kelseniano. En ambos encon-
tramos claves para hablar de la constitución necesaria en el sentido de conjunto de normas fun-
damentales de un sistema jurídico-político, pero entre ellos hay diferencias muy importantes a
la hora de dar cuenta del principio de efectividad del Derecho; diferencias que tienen una ex-
traordinaria repercusión en la composición de la imagen del Derecho. Así, por ejemplo, mien-
tras que en los planteamientos de Kelsen la cuestión de la efectividad aparece muy vinculada
a la existencia del Estado y a la capacidad de imposición política (la constitución «expresa ju-
rídicamente el equilibrio de las fuerzas políticas»), en los planteamientos hartianos el princi-
pio de efectividad se plasma en términos de regla o práctica social. Ello tiene hondas repercu-
siones pues mientras que para Kelsen el Derecho puede tener cualquier contenido (cualquier
contenido es susceptible de ser impuesto), para Hart sólo son viables, estabilizables, suscepti-
bles de ser practicados aquellos que respeten «el contenido mínimo de Derecho Natural». En
cualquier caso y más allá de lo anterior, me parece esclarecedor reproducir aquí la conocida
crítica de Hart a Kelsen a propósito de las relaciones entre constitución y regla de reconoci-
miento. Escribe Hart: «La norma básica de Kelsen tiene siempre, en cierto sentido, el mismo
contenido; porque ella es simplemente en todos los sistemas jurídicos la regla que dice que de-
be obedecerse la constitución o a ‘quienes establecieron la primera constitución’. Esta apa-
riencia de uniformidad y simplicidad puede ser engañosa. Si una constitución que especifica
las varias fuentes de derecho es una realidad viviente en el sentido de que los tribunales y los
funcionarios del sistema efectivamente identifican el derecho con arreglo a los criterios que
ella suministra, entonces la constitución es aceptada y efectivamente existente. Parece una du-
plicación innecesaria sugerir que hay otra regla más que dispone que la constitución (o quie-
nes la ‘establecieron’) ha de ser obedecida. Esto es particularmente claro cuando, como ocu-
rre en el Reino Unido, no hay constitución escrita: aquí parece no haber cabida para la regla
‘la constitución debe ser obedecida’ como cosa adicional a la regla de que deben usarse cier-
tos criterios de validez (p. ej. sanción por la Reina en Parlamento) para identificar el derecho.
Esta es la regla aceptada y es un factor de confusión hablar de una regla que prescribe la obe-
diencia a ella». Hart, H.L.A.: El concepto de Derecho (trad. de Genaro Carrió), Abeledo-Pe-
rrot, Buenos Aires, 2ª ed. (reimpresión), 1992, pág. 311.
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auge de las teorías del participante (frente a las del observador). Pero a su
vez las teorías del participante se enfrentan con un problema básico que ha-
ce quebrar los presupuestos empiristas del positivismo, porque las prácticas
sociales nunca son tan homogéneas como para poder ser descritas comple-
tamente «sin más» y poder ser usadas «como si». Participar en una prácti-
ca social no es sólo reproducir conducta, tiene también un componente
constructivo de la propia práctica. Y si ello es así, entonces usar normativa-
mente esa práctica (ese conjunto de normas fundamentales) supone necesa-
riamente embarcarse en la tarea de dotarla de sentido. Y esa discusión su-
pone abandonar la observación para entrar de lleno en la participación9. Pe-
ro no nos distraigamos de nuestro objetivo. Me interesa ahora, no tanto re-
saltar las dificultades internas del positivismo, sino más bien retener dos co-
sas: una, el concepto de constitución como conjunto de normas fundamen-
tales de un sistema jurídico-político estable sólo es determinable ex post; y,
dos, no puede cumplir funciones normativas en el sentido de que de ella no
pueden inferirse deberes genuinos, es decir, cumple funciones explicativas,
no normativas. En este sentido, puede usarse en términos predictivos, pero
no justificativos.
9 Para una exposición de las dificultades de la «tesis de la identificación objetiva del De-
la relación entre un poder como el constituyente que en principio está llamado a intervenir en
una situación excepcional dando una constitución y un poder soberano –entendido como auto-
determinación colectiva– que no se agota jamás y cuya manifestación más importante ad intra
del sistema es la potestad legislativa. No voy, sin embargo, a estudiar las diversas propuestas
de solución al mismo entre las que pueden destacarse, por ejemplo, la idea schmittiana de que
soberano es quien decide en la situación excepcional (Cfr. Estévez Araujo, José A.: La crisis
del Estado de Derecho liberal. Schmitt en Weimar, Ariel, Barcelona, 1989, págs 175 y ss.), las
que optan por despersonalizar ambos poderes y prefieren hablar de soberanía de la constitu-
ción o las que introducen la dualist democracy como forma de superar la tensión entre consti-
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tución y democracia, entre constituyente y soberano (Akerman, Bruce: We the People. Foun-
dations, Harvard University Press, 1991, págs. 266 y ss).
13 Como puede observarse hago un uso un tanto libre de la clasificación «ontológica» de
Loewenstein. Su «punto de partida es la tesis de que una constitución escrita no funciona por
sí misma [...] sino que una constitución es lo que los detentadores y los destinatarios del poder
hacen de ella en la práctica [...] Solamente en este caso cabe hablar de constitución normativa:
sus normas dominan el proceso político o, a la inversa, el proceso del poder se adapta a las nor-
mas de la constitución y se somete a ellas». Las constituciones son nominales cuando «la si-
tuación, de hecho, impide, o no permite por ahora la completa integración de las normas cons-
titucionales en la dinámica de la vida política [...] La función primaria de la constitución no-
minal es educativa; su objetivo es, en un futuro más o menos lejano, convertirse en una cons-
titución normativa y determinar realmente la dinámica del proceso del poder en lugar de estar
sometida a ella». Y finalmente la noción de constitución semántica se refiere a aquellas situa-
ciones en las que «si no hubiese en absoluto ninguna constitución formal, el desarrollo fáctico
del proceso del poder no sería notablemente diferente». Cfr. Loewenstein, Karl: Teoría de la
Constitución (trad. de A. Gallego), reimpresión de la 2ª ed., Barcelona, 1982, págs. 216- 219.
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Esta clasificación, en realidad, no es más que el producto del cruce del con-
cepto de constitución formal con el concepto positivista de constitución.
17 Bobbio, Norberto: El futuro de la democracia, Plaza y Janés, Barcelona, 1985, pag. 203.
18 Pablo Lucas Verdú [en Teoría de la Constitución como ciencia cultural, Dykinson,
1997, págs. 43 y ss] distingue entre «tener una constitución» y «estar en constitución».
19 Nino, Carlos Santiago: Fundamentos de Derecho constitucional..., ob. cit. pág. 1
20 En los últimos tiempos Jeremy Waldron se ha erigido en uno de los principales críticos
más que en ella se hayan plasmado esos ideales, no es suficiente para afir-
mar que una comunidad «vive en constitución». La prueba de ello es, como
antes dijimos, la necesidad que la teoría constitucional ha tenido de distin-
guir entre las constituciones formales que se cumplen (se practican) y las
que no.
Ahora bien, más allá de la coincidencia de valores y fines entre el libe-
ralismo democrático y el constitucionalismo como ideología, este último
puede definirse como aquella ideología política que ha propugnado «darse
una constitución» (una constitución rígida o formal) como garantía de «vi-
vir en constitución» (de la práctica de esos ideales). Si se recuerda, al in-
troducir la noción de constitución formal he dicho que ésta tiene que tener
al menos un contenido mínimo que incorpore el principio dinámico del sis-
tema jurídico-político. De manera que la constitución tiene que crear (cons-
tituir) las formas básicas de la acción política y jurídica (es decir, crear los
órganos y procedimientos básicos), pues la acción política y jurídica en el
marco del Estado no es una acción natural –o amorfa–, sino institucional.
Pues bien, lo que me interesa ahora es mostrar que la constitución formal
del constitucionalismo no sólo «crea» cosas, sino que también «reconoce»
cosas; o lo que es lo mismo, además de una dimensión constitutiva tiene una
dimensión valorativa. Tratemos de explicarlo.
La dimensión constitutiva de toda constitución es obvia: los parlamen-
tos (unicamerales o bicamerales), los tribunales constitucionales, las comu-
nidades autónomas, las elecciones generales, las mayorías cualificadas, etc.
son todas ellas realidades institucionales creadas por las constituciones.
Ahora bien, las constituciones no sólo tienen esa dimensión constitutiva, no
sólo crean órganos y procedimientos, sino que además tienen una dimen-
sión valorativa21, reconocen estados de cosas como valiosos y, por tanto,
Ahora bien, la tesis de fondo de Waldron –más allá de los múltiples argumentos que desplie-
ga– creo que puede reducirse a la afirmación –que, por otro lado, me parece obvia– de que es
preferible «vivir en constitución» que «tener una constitución»; ello se muestra con mucha cla-
ridad cuando al final de Law and Disagreement viene a sostener que en efecto en algunas nue-
vas democracias tiene sentido garantizar la libertad (pone el ejemplo de las nuevas democra-
cias del Este de Europa y de la antigua Unión Soviética), pero que ese no es el caso de Estado
Unidos ni del Reino Unido, que son países que al tener fuertes tradiciones de libertad política
y debates vigorosos pueden proceder sin temor a que se ponga en peligro la libertad de las mi-
norías. Waldron, Jeremy: Law and Disagreement, Clarendon Press, Oxford, 1999, págs.278 y
ss.
21 En este punto tal vez podría objetarse que lo que en realidad se opone (o complemen-
que –como veremos en seguida– no han sido pocas las concepciones que han negado, ignora-
do o al menos se han mostrado escépticas en relación con la dimensión regulativa (de imposi-
ción de deberes) de las constituciones.
22 Soy perfectamente consciente de las resonancias iusnaturalistas que muchos atribuirán
1993, pág. 20
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res supone que éstos son «anteriores» a las formas de acción política crea-
das por la constitución; y la idea de reconocimiento de fines supone que és-
tos son «externos» a las formas de acción política creadas por la constitu-
ción. Lo cual los convierte en un elemento de crítica y valoración de la con-
ducta política efectiva realizada según las formas de acción política creadas
por la constitución24. Quien entienda lo anterior está en condiciones de en-
tender muchas de las discusiones –no siempre claras– que han acompañado
al constitucionalismo político. Desde las discusiones sobre los «derechos
prepolíticos» hasta las discusiones sobre cuál es el diseño institucional ade-
cuado para realizar los ideales del constitucionalismo. En cualquier caso, el
proceso del constitucionalismo político y la discusión filosófica que lo ha
acompañado creo que sólo se entienden si se parte de la distinción entre for-
mas de acción política «constituidas» por la constitución y valores y fines
«reconocidos» por la constitución. Obviamente la necesidad de la distinción
es independiente de la fortuna en la elección de las palabras.
En definitiva, todo lo anterior trata de mostrar que el sentido de «darse
una constitución» es el de fundar o refundar la unidad de una comunidad
política asegurando, frente a la política ordinaria, ciertas formas de acción
política y ciertos criterios de legitimidad de las mismas, es decir, ciertos va-
lores que la acción política y jurídica tiene que respetar y ciertos fines que
la acción política y jurídica tiene que perseguir. Lo anterior me parece que
es consustancial a todo el constitucionalismo. Ahora bien, dentro del cons-
titucionalismo como ideología creo que pueden distinguirse algo así como
dos grandes grupos de concepciones –que se hallan en una cierta oposición–
relativas a la eficacia de la constitución, es decir, relativas a cómo hacer
efectivos esos valores y fines, a cómo garantizarlos. Por un lado, hay con-
25 Ahora no puedo detenerme a justificarlo, pero me parece que si se toman diferentes pa-
cimiento de derechos de forma que estos cumplen una función de fundamentación, es fácil per-
catarse de que dentro del constitucionalismo político hay dos grandes corrientes a propósito
del papel que deben jugar los derechos. Una viene a sostener que el papel de los derechos es
centralmente el de fundamentar las formas legítimas de la acción (poder) jurídico y político
(básicamente las formas de acción del Estado de Derecho y las del Estado democrático); la otra
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considera que la función de los derechos es fundamentar los límites normativos al poder polí-
tico y jurídico (y, en consecuencia, enfatizan un sustantivismo vinculado al Estado liberal y al
Estado social).
27 Cfr. Aguiló Regla, J.: «Independencia e imparcialidad de los jueces y argumentación ju-
va. Prioridad que se plasmará en los juicios normativos internos, en los jui-
cios de validez, en las operaciones del método jurídico, etc.28
3. La constitución formal que responde a los parámetros normativos del
constitucionalismo además tiene que ser practicada. En efecto, para hablar
de Estado constitucional la constitución formal debe ser aceptada como
conteniendo el conjunto de normas fundamentales de ese sistema jurídico y
político. En otras palabras, para hablar de Estado constitucional tiene que
haberse consolidado una práctica jurídica y política que permita afirmar que
de hecho en torno a la constitución formal se ha producido la estabilización
de las conductas jurídicas y políticas de la comunidad de referencia, de for-
ma que ella pueda ser considerada como norma fundamental y, en conse-
cuencia, jugar su papel en relación con los problemas de identificación, de
unidad y de continuidad del sistema jurídico-político. Es decir, para hablar
de Estado constitucional la constitución formal del constitucionalismo tie-
ne que ser positiva, tiene que ser usada desde los parámetros del constitu-
cionalismo.
Llegados a este punto, conviene poner de manifiesto los límites del con-
cepto de constitución. En realidad, lo anterior nos permite distinguir entre
los sistemas jurídico-políticos que pueden ser considerados Estados consti-
tucionales y los que no. Es decir, nos permite aislar unos sistemas de otros,
pero poco más. Ciertamente no nos aclara demasiado el papel que la cons-
titución juega como fuente del Derecho. Si se recuerda, antes dije que la pe-
culiaridad central de la constitución como fuente del Derecho desde los pa-
rámetros del normativismo radicaba en que ella opera como el punto de co-
nexión entre el problema interno y el problema externo de la teoría de las
fuentes, que ello la convertía en un núcleo central de la teoría del Derecho
y que, en este sentido, no podía haber mucha distancia entre la discusión so-
bre el concepto y la naturaleza del Derecho y la discusión sobre el concep-
to y la naturaleza de la constitución. Pues bien, no hace mucho leí una fra-
se que me parece que resume muy bien lo que trato de decir: «El problema
del Derecho constitucional es que nadie sabe qué cuenta como un argu-
la teoría de la justicia. Dentro del constitucionalismo, esta tensión se muestra en el debate so-
bre la prioridad entre las formas institucionales de la acción política legítima (los procedi-
mientos correctos: básicamente los del Estado de Derecho y los del Estado democrático) y los
deberes prescritos (las sustancias que deben protegerse y promocionarse: básicamente las del
Estado liberal y las del Estado social). Tanto unas como otros (las formas de acción institucio-
nal y los deberes prescritos) son el resultado de compromisos éticos básicos y, en este sentido,
presentan la prioridad axiológica a la que he venido aludiendo. La cuestión difícil y de fondo
es cómo se articulan entre sí unos y otros principios constitucionales.
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mento»29. La idoneidad de la frase radica en que expresa con claridad los lí-
mites del concepto de constitución; aunque probablemente sea exagerada,
porque una cosa es no saber qué cuenta como el mejor argumento y otra,
qué cuenta como un argumento. Lo primero puede ser cierto, pero lo se-
gundo claramente no lo es: es perfectamente posible aislar las diferentes
concepciones relevantes y rivales. Antes dije que las prácticas jurídicas y
políticas nunca eran tan homogéneas como para poder ser descritas sin más
y en consecuencia poder ser usadas normativamente «como si». Ello en el
ámbito constitucional es más radical si cabe: la operatividad de las consti-
tuciones formales pende directamente de las concepciones constitucionales.
Ello es así porque la armonización normativa y operativa de las propieda-
des de las constituciones exige centralmente justificación, no descripción.
Las concepciones constitucionales suministran criterios para la interpreta-
ción y aplicación de las constituciones y en este sentido aparentemente se
produce una cierta confusión entre las concepciones constitucionales y las
propiedades de las constituciones; pero estas últimas son susceptibles de ser
descritas, aquéllas requieren justificación: obviamente no es lo mismo afir-
mar que nuestra constitución es una constitución democrática que proponer
una lectura democrática de la constitución. Las disputas entre concepciones
constitucionales no versan sobre las propiedades que caracterizan a una
constitución, sino sobre la preeminencia (la ordenación) de unas sobre
otras.
29 Gerhardt, Michael J. y Rowe, Thomas D.: Constitutional Theory: Arguments and Pers-
pectives, Charlottesville, VA: Michie Company, 1993, pág.1; citado por Cooter, Robert D.: The
Strategic Constitution, Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 2000, pág. 1.
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Estos dos modelos me parece que son fácilmente reconocibles para to-
dos aquellos que estén familiarizados con la teoría del Derecho; en realidad,
tiene mucho que ver con la proyección al nivel constitucional de la con-
frontación entre el modelo de las reglas y el modelo de los principios en la
concepción general del Derecho y del método jurídico. Pero en cualquier
caso, estos dos modelos no valen para clasificar constituciones; no es posi-
ble realizar afirmaciones tales como, por ejemplo, que nuestra constitución
responde al primero o al segundo de los modelos. Obviamente podrá reco-
nocerse que la jurisprudencia actual de un tribunal constitucional y respec-
to de cierta materia se adapta más a uno que a otro; pero no valen para cla-
sificar constituciones porque, en realidad, esos dos modelos no responden a
rasgos estructurales (formales) de los sistemas constitucionales, sino más
bien a rasgos de la cultura jurídica predominante en un sistema constitucio-
nal. La identificación mayor o menor con cada uno de los modelos será una
función de la concepción constitucional dominante en la cultura jurídica de
referencia, es decir, de la constitución como práctica. Es más, probable-
mente pueda observarse que dentro de un mismo sistema constitucional
puede describirse una evolución desde el primero hacia el segundo de los
modelos. En este sentido, no me resisto a reproducir por extenso unas pala-
bras de Guastini críticas en relación con esta evolución pero que me pare-
cen extraordinariamente representativas de la oposición entre estos dos mo-
delos de teoría del Derecho. Escribe Guastini a propósito de lo que llama
«el principio de razonabilidad» y «la máquina de fabricar lagunas»:
«En muchos sistemas constitucionales contemporáneos, el límite sustancial
a la legislación más importante es el llamado principio de ‘razonabilidad’ [...] Se
trata de un principio elaborado por diversos tribunales constitucionales a partir
de la interpretación de las disposiciones [...] que establecen el principio de igual-
dad, es decir, la prohibición al legislador de distinguir (o discriminar) entre ciu-
dadanos [...] En muchas constituciones el principio está formulado como una re-
gla específica, que prohíbe no cualquier distinción [...] sino algunas particulares
y determinadas: raza, sexo, opiniones políticas, etc. Por tanto, hay ciertas dis-
tinciones que están prohibidas [...] mientras que otras están permitidas [...] Sin
embargo, diversos tribunales entienden el principio de igualdad como un princi-
pio genérico del tipo: ‘los casos iguales deben ser tratados del mismo modo y
los casos diferentes deben ser tratados de modos diferentes’. Este principio, así
formulado, plantea el problema de decidir qué casos son iguales y cuáles no: di-
cho de otro modo, qué distinciones están justificadas y cuáles son discriminato-
rias. El principio de razonabilidad es precisamente una respuesta a esta pregun-
ta. Desgraciadamente es una respuesta tautológica [...] según el principio de ra-
zonabilidad, una distinción está justificada cuando está justificada [...] En las
manos de los tribunales constitucionales esta interpretación del principio de
igualdad se convierte en un instrumento muy potente para revisar discrecional-
mente las decisiones discrecionales del legislador.
16-Aguiló 9/9/02 11:24 Página 457
31 Guastini, Riccardo: «La costituzione come limite alla legislazione», en Analisi e dirit-
Lectura Obligatoria:
3
Academia de la Magistratura
Pasado y futuro del estado de derecho
LUIGIFERRAJOLI
Universidad de Camerino (Italia)
32 RIFP/17(2001)
Pasado y futuro del estado de derecho
RfFP/17(2001) 33
Luigi Ferrajoli
34 RIFP/17{2001)
Pasado y futuro del estado de derecho
Ambos modelos de estado de derecho aquí ilustrados están hoy en crisis. Identi-
ficaré dos aspectos y dos órdenes de factores de la crisis, que afectan uno al
estado legislativo de derecho y otro al estado constitucional de derecho: en una
palabra, al estado de derecho tanto en sentido débil como fuerte. En ambos
aspectos, la crisis se manifiesta en otras tantas formas de regresión a un derecho
jurisprudencial de tipo premodemo: por un lado, el colapso de la capacidad
reguladora de la ley y el retomo al papel creativo de la jurisdicción; por otro, la
pérdida de la unidad y coherencia de las fuentes y la convivencia y superposi-
ción de diversos ordenamientos concurrentes.
RIFP/17{2001) 35
Luigi Ferrajoli
36 Rrp/i7(2ooi)
Pasado y futuro del estado de derecho
RIFP/17 (2001) 37
Luigi Ferrajoli
38 RIFP/17(2001)
Pasado y futuro del estado de derecho
recibida por éste conforme a su art. 6, que reclama como «principios generales
del derecho comunitario» los derechos fundamentales resultantes de las «tradi-
ciones constitucionales comunes de los Estados miembros» por ella misma ex-
plicitados.'^ En apoyo de esta tesis, creo que cabe invocar un argumento decisi-
vo y es que de su aceptación depende la legitimidad de todo el derecho comuni-
tario. En efecto, si es verdad que tal derecho —como dijo el Tribunal de Justi-
cia en sentencia de fecha 15-7-1964, caso Costa/Enel— no puede ser derogado
por ninguna ley o sentencia de un Estado miembro «sin que pierda el propio
carácter comunitario y sin que resulte afectado el fundamento jurídico de la
propia Comunidad», es igualmente innegable que ningún Tribunal constitucio-
nal, como ha afirmado repetidamente, por ejemplo, la Corte italiana,'^ puede
admitir la incorporación a su ordenamiento de normas en conflicto con los prin-
cipios de la propia constitución. Es evidente que el único modo, no ya de redu-
cir si no de eliminar esta virtual antinomia, es el anclaje de la validez de las
fuentes comunitarias y, consiguientemente, de la jurisprudencia del Tribunal de
Justicia, en una tabla de derechos fundamentales no menos rica que la contenida
en las constituciones nacionales. Por ello, la Carta europea de derechos aproba-
da en Niza colma una insostenible laguna. Aunque puede afirmarse que, en este
aspecto, peca por defecto. Pues, para evitar toda posible antinomia del tipo
indicado, deberían incluirse en ella todos los principios constitucionales conteni-
dos en las constituciones de los estados miembros y así, garantizar un control
de legitimidad más riguroso o, cuando menos, igual al permitido a los Tribuna-
les constitucionales nacionales.
Naturalmente, la nueva Carta de derechos no es suficiente para rediseñar
el ordenamiento europeo según las formas del estado constitucional de derecho.
A tal fin sería necesario, además de su transformación formal en una Constitu-
ción comprensiva de todos los principios y derechos fundamentales sancionados
en las constituciones nacionales, una refundación de toda la organización de los
poderes de la Unión, basada, por un lado, en el clásico principio de la división
de poderes y, por otro, en una más precisa distribución de las competencias
entre las instituciones europeas y las instituciones de los estados, según el mo-
delo federal. La construcción de un estado de derecho europeo tiene que seguir,
por esta razón, un itinerario inverso al realizado por los estados de derecho
nacionales, pues el constitucionalismo no va a completar el estado legislativo de
derecho, sino que va operar, más bien, como su presupuesto. Sólo cuando se
realice la integración constitucional de la Unión —a través de la ampliación de
sus competencias más allá de la originaria materia económica y de la atribución
al Parlamento europeo de funciones legislativas sobre ellas—, será realmente
posible promover formas cada vez más avanzadas de integración y de unifica-
ción legislativa,'"* como alternativa a la actual tendencia a la formación de un
derecho comunitario jurisprudencial confusamente entrelazado con el derecho
de los ordenamientos estatales.
R1FPM7(2001) 39
Lililí Ferrajoli
40 RIFP/17(2001)
Pasado y futuro del estado de derecho
común de pertenencia entre los sujetos a los que está destinada a servir. Creo
que esta concepción comunitaria debe ser invertida. Una constitución no sirve
para representar la voluntad común de un pueblo, sino para garantizar los dere-
chos de todos, incluso frente a la voluntad popular. Su función no es expresar la
existencia de un demos, es decir, de una homogeneidad cultural, identidad co-
lectiva o cohesión social, sino, al contrario, la de garantizar, a través de aquellos
derechos, la convivencia pacífica entre sujetos e intereses diversos y virtual-
mente en conflicto. El fundamento de su legitimidad, a diferencia de lo que
ocurre con las leyes ordinarias y las opciones de gobierno, no reside en el
consenso de la mayoría, sino en un valor mucho más importante y previo: la
igualdad de todos en las libertades fundamentales y en los derechos sociales, o
sea en derechos vitales conferidos a todos, como límites y vínculos, precisa-
mente, frente a las leyes y los actos de gobierno expresados en las contingentes
mayorías.
Sentido común de pertenencia y constitución, unificación política y afir-
mación jurídica del principio de igualdad están, por otra parte, como enseña la
propia experiencia de nuestras democracias, íntimamente ligadas. Es también
cierto que la efectividad de cualquier constitución supone un mínimo de homo-
geneidad cultural y prepolítica. Pero es todavía más cierto lo contrario: que es
sobre la igualdad en los derechos, como garantía de la tutela de todas las dife-
rencias de identidad personal y de la reducción de las desigualdades materiales,
como maduran la percepción de los otros como iguales y, por ello, el sentido
común de pertenencia y la identidad colectiva de una comunidad política. Se
puede, más aún, afirmar que la igualdad y la garantía de los derechos son con-
diciones no sólo necesarias, sino también suficientes para la formación de la
única «identidad colectiva» que vale la pena perseguir: la que se funda en el
respeto recíproco, antes que en las recíprocas exclusiones e intolerancias gene-
radas por las identidades étnicas, nacionales, religiosas o lingüísticas.
Las razones que hoy no nos permiten ser optimistas en lo que se refiere a
la perspectiva de un constitucionalismo ampliado a escala internacional, no son
por tanto de carácter teórico, sino exclusivamente de carácter ^lítico. Nada
autoriza a afirmar que la perspectiva de un estado internacional de derecho, sea,
en el plano teórico, irrealizable. Su realización depende únicamente de la políti-
ca y precisamente de la voluntad de los países más fuertes en el plano económi-
co y militar. Es únicamente éste el verdadero problema: la crisis de aquel pro-
yecto de paz y de igualdad en los derechos que precisamente la política había
diseñado tras el final de la segunda guerra mundial. La paradoja es que la crisis
de este proyecto ha surgido en un momento de transición de alcance epocal, en
la que es cierto que, en el espacio de pocas décadas, los actuales procesos de
integración nos conducirán, de todos modos, a un nuevo orden planetario. La
calidad de este nuevo orden dependerá de la política y del derecho. De que
Occidente se cierre en una fortaleza asediada, se acentúen las desigualdades y la
RIFP/17(2001) 41
Luigi Ferrajoli
NOTAS
1. Véase por ejemplo, H. Kelsen (1960), La doitrína pura del diritto (trad. it. de M.G. Lx>sano),
Einaudi, Tunn, 1966, p. 345: «si se reconoce el estado como ordenamiento juridico, cada estado es
un estado de derecho y por ello se convierte en pleonástico»; ibídem, p. 351: «cada estado debe
ser un estado de derecho en el sentido de que cada estado es un ordenamiento jurídico».
2. Es oportuno precisar que «estado constitucional de derecho» y «estado de derecho en
sentido fuerte» no son términos sinónimos. El «estado de derecho en sentido fuerte» implica
simplemente que la ley, más en general, la producción jun'dica, no solo de hecho —sino también
de derecho— está subordinada a principios normativos como las libertades fundamentales y la
división de poderes; y esto, obviamente puede llegar a ser, como demuestra la experiencia ingle-
sa, porque aquellos principios están enraizados social y culturalmente por la ausencia de una
constitución formal. El nexo biunívoco, hoy prácticamente generalizado entre estado de derecho
en sentido fuerte y constitucionalismo, reside en el hecho de que las constituciones rígidas han
positivizado aquellos principios, confiando la sujeción a ellos de los poderes públicos, no ya
simplemente a su espontáneo respeto por parte de los jueces y los legisladores, sino también al
control jurisdiccional de constitucionalidad sobre sus violaciones. Es evidente que, aunque sin
constitución, la experiencia de la rule of law integra un modelo de estado de derecho en sentido
estricto y fuerte, tanto como para haber inspirado el pleno acontecimiento del estado de derecho
en el continente europeo. Pero es igualmente claro que esta experiencia permanece ajena a este
acontecimiento y a las transformaciones del paradigma que la determinaron, a los cuales se
dedica este ensayo, no siendo calificable ni como «estado legislativo de derecho» ni como «esta-
do constitucional de derecho».
3. Compare la fórmula «auctoritas non veritas facit legem», en realidad en la traducción
latina de 1670 del Levialano (1651), T. Hobbes, Leviathan sive de materia, forma el polestate
civitatis eclesiaslicae et civilis, en Opera philosophica quae latine scripsit omnia (1839-1845)
(ed. de W. Molesworth), rist. Scientia Veriag, Aalen, 1965, vol. III, cap. XXVI, p. 202. Una
máxima sustancialmente idéntica es, sin embargo, enunciada por Hobbes en A dialogue between
a Philosopher and a Student of the Common Laws of England (1681), en The English Works
(1839-1845) (ed. de W. Molesworth), rist. Scientia Veriag, Aalen, 1965, vol. VI, p. 5: «No tiene
duda, pero la autoridad es la que hace el derecho».
4. Es la definición de iusnaturalismo propuesta por N. Bobbio, Teoría della norma giuridi-
ca, Giappichelli, Turfn, 1958, parágrafo 12, pp. 49-54.
5. «El derecho natural —escribe Bobbio— se concebía como "derecho común" ("koinos no-
mos" lo llamaba precisamente Aristóteles), y el positivo como derecho especial o particular en una
determinada civitas; por tanto, en base al principio por el que el derecho particular prevalece sobre el
general {lex specialis demgat generalí), el derecho positivo prevalecía sobre el natural, siempre que
entre los dos hubiese un conflicto» (// positivismo giuridico [1961], Giappichelli, Turín, 1996, pp.
13-14). La relación entre derecho natural o común y derecho positivo o estatutario, no era todavía
unívoco: tales instituciones de ius naturale, como la propiedad y los intercambios comerciales, eran
sin embargo «sustraídos al arbitrio del legislador» (cfr. P. Costa, Civitas. Storia della cittadinanza in
Europa, I, Dalla civiltá comunale al Settecento, Laterza, Roma-Bari, 1999, p. 34).
42 RIFP/17{2001)
Pasado y futuro del estado de derecho
6. He ilustrado repetidamente esta tesis en Diritto e ragione. Teoría del garantismo pénale
(1999), 6.° ed., Laterza, Roma-Bari, 2000, pp. 898-900, 904-907 y 926; y en «II diritto come
sistema di garanzie», Ragion Pratica, I, n.° 1 (1993), pp. 150-153. Finalmente en tres ensayos:
«Diritti fondamentali». Teoría Política, XIV, n.° 2 (1998), pp. 7 y 14-18; «I diritti fondamentali
nella teoría del diritto», ibídem, XV, n.° 1, pp. 67-71; y «I fondamenti dei diritti fondamentali»,
ibídem, XVI, n.° 3 (2000), pp. 70-80, todos reeditados, junto al debate que ha seguido, en un
volumen en prensa editado por Laterza.
7. Se ha calculado que son directa o indirectamente de origen comunitario el 80 % de
nuestra legislación; cfr. M. Cartabia y J.H.H. Weiler, L'Italia ín Europa. Profili isiituzionali e
costituzíonalí, II Mulino, Bologna, 2000, p. 50.
8. Según la jurisprudencia constante del Tribunal europeo de justicia, «el derecho nacido del
Tratado no puede encontrar un límite en cualquier provisión de derecho interno sin perder el
propio carácter comunitario, y sin que así resulte alterado el fundamento jurfdico de la propia
Comunidad», «la transferencia realizada por los estados a favor del ordenamiento jurfdico comu-
nitario de los derechos y de las obligaciones correspondientes a las disposiciones del Tratado
implica una limitación definitiva de sus derechos soberanos, ante la cual un acto unilateral ulte-
rior, incompatible con el sistema de la Comunidad, estaría totalmente privado de eficacia» (sen-
tencia 15-7-1964, causa 6/64 Costa/Enel). En el mismo sentido están las sentencias de 9-3-1978,
causa 106/77 Síinmenthal, y la de 17-12-1970, causa 106/70 Internationale Handelsgesellschaft.
Opuesta, obviamente, es la jurisprudencia de la Corte constitucional italiana en la que —llegando
a admitir (corrigiendo una primera sentencia n.° 14 del 7-3-1964, en el caso Cosia/Enel, que
provocó pocos meses después la sentencia aquí citada del Tribunal de justicia) la prevalencia de
las normas comunitarias sobre nuestras legislaciones ordinarias en forma de «limitaciones de
soberanía» generadas por el Tratado de la Unión, con base en el art. 11 de la Constitución
(sentencias n." 163 del 29-12-1977 y n.° 170 del 8-6-1984, y n.° 389 del 11-7-1989)— siempre se
ha excluido que tales limitaciones «puedan sin embargo comportar para los órganos de la CEE
un inadmisible poder de violar los principios fundamentales de nuestro ordenamiento constitucio-
nal o ¡os derechos inalienables de la persona humana» (sentencia n.° 183 del 27-12-1973; del
mismo tenor son las sentencias n.° 98 del 27-12-1965, n.° 170 del 8-6-1984 y n.° 399 del 19-11-
1987, n." 232 del 21-4-1989),
9. Es la tesis ilustrada por M.R. Ferrarese, La isiituzioni della globalizzazíone. Diritto e
diritti nella societá transnazionale, II Mulino, Bologna, 2000. Sobre el derecho en la época de
la globalización, cfr. también S. Rodotii, «Diritto, diritti, globalizzazíone», Rivista Giuridica del
Lavoro e della Previdenza Sociale, n.° 4 (2000), pp. 765-777; U. Allegretti, «Globalizzazione e
sovranitii nazionale», Democrazia e Diritto, 3-4 (1995), pp. 47 ss.; id., «Costituzione e diritti
cosmopolitici», en G. Gozzi (ed.), Demorazia, diritti, costituzione, II Mulino, Bologna, 1997,
pp. 53 ss.
10. He sostenido el principio de la reserva de código en materia penal en «La pena in una
societa democrática», Questione Ciustizia, 3-4 (1996), pp. 537-538; «Giurisdizione e democra-
zia», Democrazia e diritto, 1 (1997), pp, 302-303; «Sulla crisi della legalitü pénale. Una propos-
ta: la riserva de códice», ibídem, n,° 2 (2000) (en prensa). Un intento de introducirlo en el or-
denamiento italiano —sin la previsión de procedimientos agravados para la modificación del có-
digo, con la inclusión también de la reserva de leyes orgánicas y con la exclusión de normas pro-
cesales— fue completado en el borrador de reforma de la Constitución aprobada por la Comisión
bicameral, que en artículo 129 establecía que «nuevas normas penales serán admitidas solamente
si se modifica el código penal, o bien si se contienen en leyes que disciplinan orgánicamente la
materia a la que se refieren».
11. Se trata, como es sabido, de una propuesta ampliamente debatida en la literatura socio-
lógica y politológica. Me limito a recordar los estudios de James Meade, que propone un «divi-
RIFP/17(2001) 43
Lui^i Ferrajítii
dendo social» o «prestación social de base» («Full Employment. New Technologies and the
Distribution of Income», Journal of Social Polity, n.° 13 [1984], pp. 142-143); de Ralph Dahren-
dorf, que plantea un «rédito mínimo garantizado como derecho constitucional», mediante la for-
mula de una «suma modesta» pero «inatacable» {Per un nuevo liberalismo, Laterza, Roma-Bari,
1990, pp. 135-147 y 156); de Massimo Paci, que propone a su vez el modelo sueco de un
«régimen universal de tutelas de pensiones de base» (Pubblico e privato ne in moderni sistemi di
Welfare, Liguori, Ñapóles, 1990, pp. 100-105; ídem. La sfida delta Citiadinanza sociale, Edizio-
ni Lavoro, Roma, 1990, pp. 131-146).
12. El Consejo Europeo de Colonia de 3/4-6-1999, que instituyó la Convención encargada
de elaborar la Carta de derechos, estableció, reproduciendo casi literalmente el artículo' 6 cpv del
Tratado de la Unión, que ésta «debe contener» además los derechos garantizados por la Conven-
ción Europea de 1950 como «resultantes de las tradiciones constitucionales comunes de los
estados miembros, en cuanto principios generales de derecho comunitario».
13. Véanse las sentencias señaladas supra, en la nota 8.
14. Es en este sentido, por otra parte, en la que ya se está orientando el proyecto jundico. A
finales del año 1999 se presentó la segunda versión, elaborada por una comisión de juristas
coordinada por Christian von Bar, de los Principies of European Contract Law, publicados con
una introducción de G. Alpa, «I principi del diritto contrattuale europeo», Rivista critica del
Diritto Privato, XVIII, n.° 3 (septiembre, 2000). Véase también, sobre esta cuestión, otra impor-
tante colección de escritos: Towards a European Civil Code (2." ed., rev. y ampl.), Nijmegen,
The Haghe, Londres, 1998; G. Alpa, «Nuove frontiere del diritto contrattuale». Contralto a im-
pressa (1997), pp. 961-979; id., «II códice civile europe: "ex pluribus unum"». Contrallo e
impresa / Europa (1999), pp. 695-710. Además, sobre la iniciativa de la Comisión Europea, ha
sido elaborada por un grupo de penalistas coordinados por Mirielli Delmas-Marty un proyecto
denominado pomposamente «Corpus luris para la tutela penal de los intereses financieros de la
Unión europea», que entre otras cosas prevé la institución de un ministerio público europeo
independiente y vinculado al principio de legalidad: véase pues, el texto en el volumen coordina-
do por G. Grasso, Verso uno spazio giudiziario europeo, Giuffre, Milán, 1998. Cfr. también,
sobre el mencionado proyecto, L. Picotti (ed.). Posibilita e limiti di un diritto pénale del l'Unione
europea, Giuffré, Milán, 1999; M. Delmas-Marty, Pour un droit común, Seuil, Lonrai, 1994; id.,
«Union Européenne et droit penal», Cahiers de Droit Européen (1997), pp. 613 ss.; id., «Verso
un diritto pénale comune europeo?», Rivista italiana di Diritto e Procedura Pénale, 5-6 (1997),
pp. 543-554; K. Tiedmann, «L'europeizzazione del diritto pénale», ibídem (1998), pp. 3-21;
S. Manacorda, «Le droit penal et l'Union Européene: esquisse d'un systeme», Revue de Science
Criminelle et de Droit Penal Comparé, n." 1 (2000), pp. 95-121.
15. Véase, en este sentido, P. Grimm, «Una costituzione per l'Europa?» (1994), tr. it. en //
futuro della costituzione (ed. de G. Zagrebelsky, P.P. Portinaro y J. Luther), Einaudi, Tunn,
1996, pp. 339-367; D. Zolo, CosmopoUs. La prospettiva del gobernó mondiale, Feltrinelli, Mi-
lán, 1995, pp. 155-160; M. Luciani, «La costruzione giuridica della cittadinanza europea», en
G.M. Cazzaniga (ed.). Metamorfosi della sovranitá. Tra stato nazionale e ordinamento giuridici
mondiali, Edizioni Ets, Pisa, 1999, pp. 87-88; A. Baldassarre, «La sovranitá dal cielo alia térra»,
ibídem, p. 80. Me parece manifiesta, en esta tesis, la influencia del concepto de constitución de
Cari Schmitt como expresión de la «unidad política de un pueblo», o bien como acto que «cons-
tituye la forma y el tipo de unidad política, cuya existencia es preexistente» {Verfassungstehre
[1928], tr. it. de A. Caracciolo, Dottrina déla costituzione, Giuffré, Milán, 1984, par. 1, p. 15, y
3, p. 39; cfr. también, ibídem, par. 18, pp. 312 ss.). Para una critica más analítica de estas tesis, y
en particular de la contraposición entre pluralidad de culturas y universalismo de los derechos
fundamentales, remito a mis «I diritti fondamentali nella teoria dal diritto», cit., pp. 74-76, y «I
fondamenti...», cit., pp. 68-69 y 85-90.
44 RIFP/17(2001)
Pasado y futuro del estado de derecho
RIFP/17(Z001) 45
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD:
PRECEDENTES VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
4
Academia de la Magistratura
DOCTRINA CONSTITUCIONAL
ANOTACIONES INICIALES
Atendiendo al redimensionamiento del concepto de Constitu-
Vivimos en una época de importantes cambios
en todo orden de cosas en general, y en lo re- ción, a causa de la inclusión de principios y valores en ella,
ferido a los alcances del Derecho y el Estado y la ampliación de las competencias que en consecuencia se
SUMILLA
Constitucional en particular. Se ha redimensio- otorga al juez constitucional, el autor considera valioso esta-
nado el concepto de Constitución, el cual hoy, blecer ciertas características que permitan reducir los riesgos
independientemente de diversos matices, sobre de su actuación. Al respecto, sostiene que no será suficiente el
todo luego de la Segunda Guerra Mundial, no self restraint, sino que deberá respetarse, sobre todo, el prin-
solamente cuenta con fuerza normativa propia, cipio de corrección funcional, esto es, que no se desvirtúen las
sino que responde a un distinto énfasis en su competencias que la Constitución ha asignado a los demás
justificación y sentido último en comparación órganos constitucionales.
a lo anteriormente predominante.
Lo recientemente expuesto incidirá a su vez, en
muy diversos aspectos: de la mano de fenóme- sentido, cuál es su relación con, por ejemplo, las tareas de argumen-
nos como la “constitucionalización del Dere- tación (si esta es, como dicen algunos(as), la interpretación, o sola-
cho” o la “constitucionalización de la política”, mente parte de ella; o si, en una lógica más propia de otras concep-
la comprensión de materias tan diversas como ciones, la argumentación es una labor que se desarrolla luego como
la articulación del poder, la configuración del sustento de la interpretación ya realizada). En este escenario, la in-
sistema de fuentes, las diferentes disciplinas terpretación constitucional es pues cada vez una actividad más rele-
jurídicas y sus instituciones en un Estado de- vante y compleja, la cual, sobre todo si estamos refiriéndonos a quien
terminado, responden a parámetros constitu- la ejerce de manera vinculante y como cláusula de cierre, debe invo-
cionales. De otro lado, el quehacer político se lucrar un calificado conocimiento de las diferentes posturas y aris-
maneja con discrecionalidad, mas no con arbi- tas que involucra.
trariedad, pues debe respetar esos mismos pa-
rámetros a los cuales acabo de hacer mención. Es pues dentro de ese contexto en el que debe analizarse lo que viene
sucediendo al respecto. Ello destaca especialmente si nos encontra-
De otro lado, actualmente se ha convertido en mos inscritos en la dinámica de un Estado Constitucional, en el cual
un tema central lo referido a la naturaleza, al-
cances y límites de la interpretación constitu-
cional, y también adquiere especial relevancia
lo relacionado con quien emprende esta labor
interpretativa con efectos vinculantes. A nivel * Magistrado del Tribunal Constitucional Catedrático de pregrado y posgrado de
de la naturaleza de la interpretación constitu- la Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Universidad de Lima, Universidad de Piura e Inca Garcilaso de la Vega.
cional, actualmente va a importar tener claro Profesor Principal-Coordinador y ex Director General de la Academia de la Ma-
qué implica esa tarea interpretativa y, en ese gistratura del Perú.
186
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL PERFIL DEL JUEZ(A) CONSTITUCIONAL EN UN CONTEXTO COMO EL ACTUAL
adquiere especial re- implica que esta ta- imperante en la época2). Actualmen-
levancia lo vinculado [E]l juez(a) constitucional rea, muy a pesar del te se le reconoce ante todo como una
a los alcances y lími- nuevo contexto en norma jurídica (o con más propie-
tes del trabajo con-
no (…) hace la Constitu- que se desenvuel- dad, como anotó García de Ente-
fiado a los intérpre- ción, sino que la inter- ven los jueces y jue- rría3, como un conjunto normativo
tes vinculantes de la preta (...) pero sin poder zas ya aquí mencio- de tipo jurídico) con características
Constitución, y, muy apartarse de los valores nados, se encuentre especiales.
particularmente, si es y los principios que ins- exenta de límites; y,
del juez(a) constitu- lo que es especial- Ahora bien, oportuno es anotar
cional de que estamos piran el texto constitu- mente relevante, de- que, incluso en la especificación de
hablando. Este actual cional. manda, reitero, un los alcances de la norma jurídica o
estado de cosas ha perfil de juez(a) con conjunto normativo de tipo jurídi-
llevado a muchos(as) rasgos muy particu- co que se le reconoce a la Constitu-
a anotar como la comprensión de las lares, los cuales buscaré explicitar. ción, se han presentado importantísi-
tareas de un juez(a) constitucional mos cambios. Y es que debe tenerse
Sin más preámbulos entonces, paso presente que si bien ya con Marbury
no se limita ahora a la de un mero
inmediatamente a abordar la tarea versus Madison en 1803 a nivel del
“legislador negativo”, y en esa línea,
que me he planteado desarrollar. Tribunal Supremo estadounidense
pregunta central hoy es la de hasta
dónde puede llegar ese juzgador(a), I. UN PRIMER ELEMENTO A
(con antecedentes de ello incluso en
y si los límites de ese accionar van TOMAR EN CUENTA: EL lecturas que algunos realizan de la
bastante más allá de su self restraint. REDIMENSIONAMIENTO Carta Magna firmada por Juan sin
DEL CONCEPTO “CONS- tierra, o de lo resuelto por el juez
El perfil del juez(a) constitucio- TITUCIÓN” Y SUS IMPLI-
CANCIAS Coke en el Bonham Case4, así como
nal contemporáneo (entendido en textos incluidos en “El Federalis-
como el conjunto de actitudes, ap- Como ya es de conocimiento gene- ta”, o en pronunciamientos de algu-
titudes, actitudes, valores y des- ral, el concepto “Constitución” ha nas Cortes estaduales en los Estados
trezas que debe tener este alto(a) sufrido importantes modificaciones Unidos) se reconocía el carácter nor-
funcionario(a)), máxime si este(a) en su comprensión. Primero se cir- mativo de la Constitución, claramen-
pertenece a un Tribunal Constitu- cunscribía a ser la descripción de un te puede comprobarse que lo plan-
cional o una Corte Suprema con estado de cosas (en ese tenor, por ci-
teado por el Chief Justice Marshall,
este tipo de funciones, demanda tar un caso, se encuentra más bien
y lo resuelto posteriormente por ese
hoy previsiones especiales. Aho- lo planteado por Aristóteles y sus
alto Tribunal, cuando se hablaba del
ra bien, y antes de entrar a ello con “Constituciones de Atenas”1). Lue-
rol normativo de la Constitución du-
cierto detalle, procede aquí aclarar go se lo entendió como un acuerdo
rante el siglo XIX y buena parte del
que el objeto de este trabajo es pre- político de la mayor relevancia, pero
siglo XX, parece poner énfasis en la
cisamente el de que luego de deter- que no tenía connotación jurídica di-
limitación del poder, traducida en la
minar cuál es el actual estado de recta y específica, papel reservado a
fijación de procedimientos y compe-
la cuestión en temas tan relevan- la ley (norma jurídica por excelen-
tencias, antes incluso que en la pro-
tes como Constitución, interpreta- cia al ser expresión de la voluntad
tección de los derechos recogidos en
ción constitucional y juez(a) cons- general y del conocimiento y pen-
samiento construido racionalmen- su texto constitucional.
titucional, pasar a anotar como este
aumento de responsabilidades y re- te, todos ellos aspectos centrales de Otro tanto bien puede señalarse
tos para estos(as) juzgadores(as) no la perspectiva política y filosófica del valiosísimo aporte construido o
1 Ver al respecto ARISTÓTELES. Las Constituciones de Atenas. La primera edición y traducción en español es aquella editada en Madrid por el Ins-
tituto de Estudios Políticos en 1948.
2 En ese tenor, entre otros, PÉREZ TREMPS, Pablo. Tribunal Constitucional y Poder Judicial. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985.
3 GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional. Cívitas, Madrid, varias ediciones.
4 En realidad, la Carta Magna, al momento de su emisión, implicaba un conjunto de limitaciones a la labor del monarca, mas no en clave de defensa
de todos los ciudadanos, sino de los señores con poderes locales. Luego, y en el contexto que llevó a la configuración de la denominada “Revolu-
ción Gloriosa” es que va a hacerse una distinta lectura de lo inicialmente planteado. De otro lado, una muy interesante lectura del Bonham Case y
sus reales alcances, distinta a la que hoy habitualmente se maneja, la encontramos en REY MARTÍNEZ, Fernando. La dignidad humana en serio.
Desafíos actuales de los Derechos Fundamentales. Porrúa, Ciudad de México, 2013.
promovido por Kelsen en la Europa Elementos importantes en esta evo- En ese contexto, el Estado Constitu-
Continental del primer tercio del si- lución son, entre otros, en Europa cional será limitación del poder y sus
glo XX5. Consecuente con sus pos- Continental, la fórmula de Radbruch diferentes manifestaciones, pero, so-
turas sobre el Derecho, el gran au- (1946), por la cual lo jurídico no es bre todo, tendrá como justificación
tor austríaco ponía especial énfasis tal si no responde a un umbral de última y principal el reconocimiento
en el rol de la Constitución como un justicia7; la potenciación de la dig- y tutela de los derechos fundamenta-
instrumento de limitación del poder, nidad de la persona como eje para les, potenciando para ello una actua-
y por ende, como espacio normativo la comprensión y comprensión del ción que responde a una compren-
básicamente destinado a establecer Derecho y los derechos; o los crite- sión de las cosas en función a ciertos
procedimientos y competencias, en rios utilizados para poder justificar principios y valores de carácter irre-
un escenario en donde (sobre todo los pronunciamientos emitidos en nunciable. La Constitución seguirá
en Europa Continental) no se que- los denominados juicios de Nurem- siendo entonces aquella norma o
ría aceptar una comprensión que po- berg. En el caso estadounidense bien conjunto normativo que articula y
dríamos llamar “valorativa” de las puede resaltarse, junto a otros acon- limita los “Poderes del Estado” y el
cosas, y se intentaba muchas veces tecimientos, la reacción de la Corte poder dentro del Estado, pero pasa-
distinguir entre Derecho y Moral, Suprema Federal de dicho país fren- rá fundamentalmente a ser el espacio
entre Derecho y Justicia, o entre re- te al Court Packing Plan promovido donde se consagran los principios y
glas y principios6. por Franklin D. Roosevelt, y, sobre valores (indisponibles e inquebran-
todo, la labor de la Corte Warren. tables) en los cuales debe sustentar-
Sin embargo, es a partir de la se- se todo el ordenamiento jurídico de
Estos procesos, con significativas di-
gunda posguerra en que esta percep- un país en particular, además de sus-
ferencias entre sí, nos llevan en am-
ción de las cosas comienza a variar tentarse su quehacer político, econó-
bos casos, y sin perjuicio de dichas
en Europa Continental. La Constitu- mico o social.
diferencias, a un escenario cualitati-
ción ya no es un conjunto normati-
vamente diferente al vivido anterior- Este cambio en la comprensión del
vo básicamente destinado a determi-
mente en cada uno de los lugares a rol de la Constitución tiene, como
nar procedimientos y competencias,
los cuales acabo de hacer referencia. bien puede suponerse, múltiples con-
sino que hoy pone especial énfasis
en recoger y potenciar una serie de Estamos hoy ante un contexto en secuencias. Una de ellas, a la cual
principios, valores y derechos a ejer- donde la misma comprensión de aquí pasaré a referirme a continua-
cerse dentro de una realidad concre- lo que se entiende por Derecho va ción, es la del redimensionamiento
ta, y que orientan o buscan orientar variando, pues comienza a darse de la labor del juez(a) constitucio-
la comprensión del ordenamiento ju- –muchas veces, justo es decirlo, de nal, pertenezca este a la judicatura
rídico de un Estado determinado; y manera más formal que real– un ordinaria o a un Tribunal Constitu-
además, el desarrollo del quehacer alejamiento de posturas iuspositi- cional de sus diferentes países, con
político, económico o social de la vistas más bien clásicas; o un apar- matices en función al modelo asumi-
sociedad donde debe regir esa Cons- tamiento de posturas que ven al do en cada caso en particular.
titución. A ello van apuntando (con Derecho solamente como un me-
II. UN SEGUNDO ASPECTO A
indudables matices, idas y venidas dio de control social, para acercar- ANALIZAR: EL REDIMENSIO-
que aquí no puedo detallar), la juris- se a perspectivas que le asumen NAMIENTO DEL MARGEN
prudencia del Tribunal Supremo es- como un medio para la satisfac- DE ACCIÓN DEL JUEZ (A)
tadounidense desde la Corte Warren, ción de necesidades ciudadanas, e CONSTITUCIONAL
o la labor de diversos juzgadores(as) incluso como un instrumento para Acontecimientos como los reseña-
europeos, sobre todo la de aquellos la atención de determinados intere- dos en anteriores apartados de este
que pertenecen a Cortes o Tribuna- ses efectuando un uso alternativo de texto han obligado a un replantea-
les Constitucionales. la normativa ya existente. miento del rol y atribuciones de
5 Coincido entonces con, entre otros, PRIETO SANCHÍS, Luis. “Iusnaturalismo, positivismo y control de la Ley. Los presupuestos históricos, ideo-
lógicos doctrinales de la jurisdicción constitucional”. En: Fundamentos. Nº 4, Universidad de Oviedo, Oviedo, 2006, especialmente p. 98.
6 Un buen resumen de lo vivido en este contexto lo encontramos en LÓPEZ GARCÍA, José Antonio. “Neoconstitucionalismo y argumentación jurí-
dica”. En: ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy, et. al. (coordinador). Tutela de Derechos en sede jurisdiccional. Fondo Editorial del Poder
Judicial, Lima, 2012, sobre todo p. 59 y ss.
7 Un buen resumen y una clara explicación sobre los alcances de este planteamiento lo encontramos en ALEXY, Robert. El concepto y la validez del
Derecho. Gedisa, Barcelona, 1997, especialmente p. 34.
188
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL PERFIL DEL JUEZ(A) CONSTITUCIONAL EN UN CONTEXTO COMO EL ACTUAL
quien es el juez(a) constitucional. intérprete del ordenamiento jurídi- tiene hoy también la vital respon-
En un escenario propio de un Estado co conforme a los principios y valo- sabilidad de, si cabe el concepto,
Constitucional (lo mismo obviamen- res recogidos en la Constitución, o hacer el esfuerzo por la “constitu-
te no puede predicarse de un Estado que se desprenden de ella. Aquello le cionalización de la política”. Sin
con una Constitución de tipo semán- permite sustentar incluso la emisión desconocer el importante margen
tico8), se hace evidente que existe un de sentencias interpretativas, convir- discrecional con que cuentan los(as)
mejor empoderamiento y una am- tiéndose para muchos en un legisla- políticos(as), o la relevancia de la
pliación de competencias del juez(a) dor positivo, y para otros, entre los evaluación de calidad y oportunidad
constitucional. cuales me inscribo, en un legislador que son propias del quehacer polí-
complementario llamado a actuar en tico, corresponde al juez(a) consti-
Este juzgador(a) constitucional re-
situaciones excepcionales. tucional evitar que las autoridades
fuerza su labor como intérprete
vinculante de la Constitución, pero El juez(a) constitucional, sin necesi- políticas caigan en la arbitrariedad.
ya no se limita a evaluar la corres- dad de adscribirse a posiciones más Por ello, ahora se entiende la preo-
pondencia del ordenamiento jurídico bien extremas, las cuales confían la cupación por reconocer márgenes
vigente con el texto constitucional, determinación de lo jurídico en un de revisión jurisdiccional a las de-
sino que se convierte en el responsa- hiperactivista decisionismo juris- nominadas “cuestiones políticas” o
ble de dar el marco de comprensión diccional, fortalece sus atribucio- “actos políticos” (ya sea en el plano
de las leyes, demás normas y actos nes siendo el gran responsable de del procedimiento, el del conteni-
para que todos estos sean entendi- la “constitucionalización del Dere- do o en ambos), e incluso la apues-
dos conformes con la Constitución. cho”, en las tres importantes expre- ta, con mucho predicamento en va-
Esta labor tendrá sus matices al mo- siones planteadas en su momento rios países, por desaparecer la idea
mento de materializarse, dependien- por Louis Favoreu10 (constitucio- de una idea de una irrevisabilidad de
do de si allí existe un modelo difuso, nalización juridización, constitu- ciertas decisiones tomadas por orga-
uno concentrado o uno mixto de ju- cionalización elevación, constitu- nismos que podemos calificar como
risdicción o justicia constitucional9. cionalización transformación). La “políticos”. Lo resuelto en Estados
distribución del poder, el sistema de Unidos desde “Baker versus Carr”
Se dará entonces una completa de- (1962)11, o el uso de las técnicas de
fuentes o de producción de normas,
rrota del denominado legislador ne- control de la discrecionalidad admi-
y la comprensión de las diversas dis-
gativo, si es que alguna vez esta pos- nistrativa para la revisión judicial de
ciplinas jurídicas y sus instituciones
tura rigió en la práctica, y no fue más los actos políticos en Europa con-
en un Estado determinado debe dar-
bien una precaución kelseniana para tinental12 son dos buenas muestras
se de acuerdo con parámetros cuyo
preservar la subsistencia del Tribu-
punto de partida es su texto constitu- de lo que viene ocurriendo sobre el
nal Constitucional, organismo cuya
cional, o lo que pueda desprenderse particular. Lo político y lo jurídico
conformación Kelsen promovía en
de él; y es el juez(a) constitucional no son lo mismo, pero en un Estado
un contexto en el cual el discur-
el intérprete expresamente acredita- Constitucional el quehacer político
so y la historia apuntaron siempre
do para realizar o potenciar esa im- no puede desarrollarse al margen de
a una supremacía del Parlamento.
portante y compleja labor. parámetros constitucionales.
En cualquier caso, el juez(a) consti-
tucional actualmente no es tanto un Pero, y por si lo expuesto no fuese El juez(a) constitucional es pues
controlador(a), sino un calificado suficiente, el juez(a) constitucional el responsable de materializar este
190
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL PERFIL DEL JUEZ(A) CONSTITUCIONAL EN UN CONTEXTO COMO EL ACTUAL
lo más relevante aquí es que debe en la necesidad de efectuar una ade- comprendidas de conformidad con
comprenderse que esta importante cuada percepción de lo que implica la normativa internacional suscrita
tarea se encuadra dentro de ciertos concebir a los jueces y juezas cons- por dicho Estado.
límites. titucionales como autoridades con
De otra parte, y si se toma en cuen-
atribuciones jurisdiccionales.
En lo referente a este último tema, ta que se habla de autoridades con
el de si puede o no hablarse de lími- Esto, siquiera haciendo una breve atribuciones jurisdiccionales, debe
tes a la labor de un(a) juez(a) cons- aproximación al tema, involucra te- además tenerse presente que juezas
titucional, he de decir que discre- ner presentes los límites propios de y jueces constitucionales no debe-
po con quienes apuestan como la situaciones como las ya descritas. Y rían actuar en función a juicios de
única limitación a la labor de es- es que si estamos ante autoridades, calidad y/o de oportunidad, sino en
tos magistrados(as) a su propia vo- ello implica que las mismas deben mérito y respeto a derechos, deberes,
cación de no ir más allá de aquello actuar en primer término con racio- competencias e instituciones jurídi-
conforme a Derecho en el ejercicio nalidad (de acuerdo con la lógica o cas comprendidas dentro de esos pa-
de sus funciones. Considero, al igual con coherencia lógica, o, dicho con rámetros. Y, junto a ello, no tendría
que otros autores, que deben tomarse otras palabras, con respeto a prin- que olvidar que resuelven en fun-
en cuenta algunos factores. Convie- cipios lógicos como los de no con- ción a la(s) pretensión(es) que se le
ne así tener presente que, en primer tradicción o tercio excluyente, por presenta(n), pudiendo suplir quejas
término, el juez(a) constitucional no citar únicamente algunos detecta- deficientes pero sin que esto invo-
es el(la) constituyente. No hace la bles mediante control de logicidad). lucre desconocer una mínima con-
Constitución, sino que la interpreta También el estar ante una autoridad gruencia personal; y, obviamente,
de manera vinculante, pudiendo ser conlleva que ella actúe con respeto deben respetar los principios, valo-
muy creativo(a) y activo(a) al res- a parámetros de razonabilidad, en- res y derechos que inspiran el texto
pecto, pero sin poder apartarse de los tendida como interdicción de la ar- constitucional cuya interpretación se
valores y los principios que inspiran bitrariedad, como actuación confor- le había confiado.
el texto constitucional (o aquellos me con fines lícitos (o al menos, no
que puedan inferirse de él). Los múltiples alcances de lo que ya
prohibidos por el ordenamiento jurí-
algunos ya vienen denominando “in-
De otro lado, y ya en el plano de la dico vigente) y con respeto a medios
ternacionalización del Derecho” (en-
interpretación vinculante de la Cons- proporcionales o adecuados (lo cual
tre los cuales destacan el triunfo de
titución en un Estado determinado, significa preguntarse por la idonei-
posturas monistas, la comprensión
corresponde anotar que el juez(a) dad, necesidad y menor gravedad o
del ordenamiento jurídico nacional
constitucional hace la última inter- proporcionalidad en sentido estricto
conforme a los tratados suscritos o
pretación con este tipo de efectos, de los mismos).
a situaciones consideradas como de
mas no la primera o la ordinaria, Se necesita también realizar una la- ius cogens, la conversión del juez(a)
pues este es un papel que le corres- bor que garantice predictibilidad, y nacional en garante del Derecho In-
ponde al legislador. Es más, si la in- actuar con prudencia o previsión de ternacional y titular del control de
terpretación del legislador(a), guste consecuencias. Por último, y al igual convencionalidad, o el papel de lími-
mas o menos, es conforme a la Cons- que sucede con cualquier autoridad, te heterónomo al constituyente futu-
titución, dicha interpretación no po-
el quehacer de jueces y juezas cons- ro que cumplen los tratados ya sus-
dría ser dejada de lado.
titucionales tiene que cumplir con critos por su Estado en particular)
De otro lado, y cuando estamos ante un indispensable deber de motiva- también aparecen hoy como limita-
la interpretación propia de un juez(a) ción; y además, ser respetuoso de lo ciones a la labor de un juez(a) cons-
constitucional en aquello donde no que se conoce como corrección fun- titucional que resulta hoy imposible
se discute su competencia, también cional: debe ceñirse a las atribucio- soslayar13. Finalmente, la naturale-
se encuentran una serie de límites, nes que les asigna el ordenamiento za de los casos sometidos a cono-
los cuales bien pueden sintetizarse jurídico de su Estado en particular, cimiento del juez(a) constitucional,
13 Esto es más evidente cuando hoy en nuestros países la Corte Interamericana viene impulsando el control de convencionalidad, en mérito al cual las
autoridades con atribuciones jurisdiccionales (desde Arellano Almonacid vs. Chile, caso del año 2006), e incluso las autoridades con funciones eje-
cutivas o legislativas (en ese sentido la resolución emitida en el contexto de la supervisión del cumplimiento de la sentencia Gelman vs.Uruguay,
resolución emitida este año 2013) deben respetar lo previsto en la Convención Americana y en la interpretación vinculante de la misma, prefirien-
do ello incluso a lo previsto en el ordenamiento jurídico interno de cada Estado que en su momento firmó este tratado en particular.
reconociendo la existencia no so- márgenes de acción que deben en- ella puede comprenderse como con-
lamente de casos fáciles, sino de tenderse en forma acotada. Consti- forme a los parámetros constitucio-
lo que muchos llaman casos inter- tucionalización del Derecho no es nales. Y así podríamos seguir con
medios, casos difíciles y hasta ca- “hiperconstitucionalización” del or- los otros aspectos aquí reseñados, vi-
sos trágicos14, debe indudablemen- denamiento jurídico impulsado des- tales para la configuración del perfil
te también tomarse en cuenta como de sede jurisdiccional. que debiera caracterizar a todos(as)
un límite a la labor de jueces y jue- estos(as) juzgadores(as). No tener
Jueces y juezas constitucionales no en cuenta los recaudos presentados
zas constitucionales.
son constituyentes (pueden comple- en este texto, o no exigir su cumpli-
Estamos pues ante parámetros que, mentar su labor, mas no subrogarse miento, puede acarrear una serie de
en la lógica de pesos y contrape- en su lugar), pues no fueron elegidos dificultades para el buen funciona-
sos tan cara al Estado Constitucio- para eso, ni cuentan con legitimidad miento institucional y el cabal ejer-
nal, tienen una importancia insos- para asumir estas tareas. Tampoco cicio de de los derechos fundamen-
layable. Debe tenerse presente que son legisladores, y por ende, no son tales en un Estado determinado. De
los(as) jueces(zas) constituciona- los intérpretes vinculantes ordinarios allí la necesidad de comprometerse
les son muy calificados integrantes de la Constitución, ni les correspon- con asegurar su plena vigencia, sal-
de una judicatura especializada con de dejar de lado la labor legislativa si vo mejor parecer.
14 Ver, entre otros, lo manifestado por ATIENZA, Manuel. “Los límites de la interpretación constitucional. De nuevo sobre los casos trágicos”. En:
Doxa. Nº 6, Universidad de Alicante, Alicante, abril de 1997.
192
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
5
Academia de la Magistratura
Doctrina constitucional
doctrina
constitucional
Resumen
cias de justicia) y los derechos fundamentales (derechos humanos constitu-
cionalizados) se ponen al servicio de la persona (que es la única que exis-
te como fin en sí misma). Entonces, Constitución y derechos fundamentales
no pueden ser definidos mediante categorías meramente formales, sino que
debe atenderse necesariamente a contenidos materiales. Así, si se consi-
dera que el poder constituyente y la Constitución son un medio, es posible
entender que incluso las decisiones del constituyente pueden ser objeto de
control constitucional.
1 La Constitución del Estado Legal de Derecho no es plenamente normativa, porque antes que norma era tenida como docu-
mento político. La ley, como primera fuente de juridicidad, era la encargada de dar vida jurídica a la Constitución a través
de los desarrollos legislativos de las aspiraciones constitucionales. En este contexto, era sostenible que la Constitución valía
en el marco de la ley.
2 La Constitución del Estado Constitucional “no puede incorporar solo –como diría Kelsen– el principio dinámico del Esta-
do. No puede tener solo como función la de hacer posible el ejercicio institucionalizado del poder político, sino la de hacer
posible un poder político institucionalizado desde ciertos fines y valores asumidos”. AGUILÓ, Josep. La Constitución del
Estado Constitucional. Palestra-Temis, Lima-Bogotá, 2004, p. 51.
3 Este modo (nuevo) de entender a la Constitución fue favorecido por una práctica jurisprudencial alemana que tiene en la
sentencia del caso Lüth (BVerfGE 7,198) su punto de inicio relevante. Ha sido el constitucionalismo alemán el que más y
mejor ha contribuido a una definición material de la Constitución. Como bien se ha apuntado, “la mayor reformulación del
constitucionalismo alemán consistió en concebir a la Constitución no tanto como un límite al poder estatal respecto a la li-
bertad de los ciudadanos, sino, sobre todo, como la proclamación jurídica de los valores fundamentales del orden de la vida
de la sociedad, entre los que sobresalen los derechos humanos”. CRUZ, Luis. La Constitución como orden de valores. Pro-
blemas jurídicos y políticos. Comares, Granada, 2005, p. 130.
274
La Constitución como objeto de control constitucional
4 Como bien se ha dicho, “el fenómeno jurídico no es explicable sin la persona, entendida en su sentido ontológico”. HERVA-
DA, Javier. Lecciones propedéuticas de filosofía del Derecho. 3ª edición, Eunsa, Pamplona, 2000, p. 424.
5 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La interpretación iusfundamental en el marco de la persona como inicio y fin del Derecho”.
En: SOSA SACIO, Juan Manuel (coordinador). Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales. Ga-
ceta Jurídica, Lima, 2009, pp. 31-72.
6 Para un breve y acertado análisis de la fórmula ulpianea, véase HERVADA, Javier. Introducción crítica al Derecho Natural.
Universidad de Piura, Piura, pp. 46-57.
7 La posición de absoluto que se reconoce a la persona alude a su dignidad, cuyo significado aún hoy se construye dogmá-
tica y jurisprudencialmente desde el significado kelseniano de que la persona no es medio sino fin. KANT, Emmanuel.
Fundamentación de la metafísica de las costumbres. 2ª edición, Ariel Filosofía, Barcelona, 1996, p. 187.
Las exigencias de justicia que significan los con otros tantos tipos de normas constitu-
bienes humanos son los imperativos normati- cionales. El primer tipo son disposiciones de
vos a los que se han de sujetar las decisiones máximo grado de generalidad lingüística, de
del Constituyente. Si su labor es de recono- las que es posible concluir normas con máxi-
cimiento y no de conformación del contenido mo grado de indeterminación normativa. En
material que significan los derechos humanos este tipo de disposiciones y normas constitu-
constitucionalizados, entonces los derechos cionales consiguientes, el constituyente se li-
humanos son ese parámetro normativo que mita a reconocer el bien humano que está de-
marca una serie de exigencias a la labor deci- trás del derecho humano constitucionalizado.
soria del constituyente. Consecuentemente, la Así, por ejemplo, en el artículo 2.7 de la Cons-
labor del constituyente se descontrolará cuan- titución peruana se ha recogido la siguiente
do la decisión normativa que recoja en una disposición:
disposición, sea formulada en contra o como
D2.7: Toda persona tiene derecho: (…) Al honor
negación de las exigencias de justicia que sig-
y a la buena reputación.
nifican los derechos humanos.
De esta disposición de la Constitución es posi-
II. TIPO DE DISPOSICIONES CONSTITU- ble concluir la norma constitucional siguiente:
CIONALES
N2.7: Está ordenado respetar (no agredir y pro-
Justificado que las decisiones del constituyen- mover la consecución del bien humano) el
te tienen un parámetro respecto del cual se honor.
puede establecer si una decisión suya se ha
descontrolado por contravenirlo, conviene pre- En este supuesto, la indeterminación norma-
guntarse por la manera en que se puede ma- tiva es máxima. Esto podría llevar a pensar
nifestar este descontrol. Para dar respuesta que no se ha constitucionalizado nada. Pero
a esta cuestión es necesario examinar la for- el constituyente, en ningún caso, constitucio-
ma como aparecen las distintas decisiones del naliza fórmulas jurídicas huecas. Por el con-
constituyente en la Norma Fundamental. Por trario, estas normas son de un alto significa-
eso, corresponde preguntarse por el tipo de dis- do normativo en la medida en que en ellas se
posiciones que pueden ser recogidas en ella. está constitucionalizando la esencia del de-
Interesa referirse al tipo de disposiciones, por- recho humano respectivo o, dicho con otras
que de ellas será posible concluir el tipo de nor- palabras, el contenido esencial del derecho
mas constitucionales. Con base en la diferen- fundamental. En efecto, si nos preguntáse-
ciación entre disposición y norma8, es relevante mos qué es lo que se constitucionaliza cuan-
analizar las normas constitucionales porque, en do se reconoce el derecho humano al honor,
estricto, la disposición alude solo al fenómeno por ejemplo, habrá que reconocer que si se
lingüístico y, como tal, no puede ser calificada ha constitucionalizado tal derecho, al menos
de justa o injusta, por lo que estas calificacio- se ha reconocido aquello que hace que él sea
nes han de reservarse para la norma. ese derecho y no otro diferente; es decir, se
ha constitucionalizado su contenido esencial.
1. Disposiciones de máximo grado de ge- Qué está mandado desde este tipo de normas
neralidad lingüística y normas de máxi- constitucionales es indeterminado de modo
mo grado de indeterminación nor- máximo, porque indeterminada de modo máxi-
mativa mo es la norma que formula el reconocimien-
En las constituciones del Estado Constitucional to del contenido esencial del derecho huma-
es posible reconocer tres tipos de disposiciones no concernido. No existe en esta formulación
8 Aquí se seguirá la ya clásica diferenciación proveniente de la doctrina italiana entre disposición y norma. Por todos, cfr.
GUASTINI, Ricardo. “Disposición vs. norma”. En: POZZOLO, Susanna y ESCUDERO, Rafael. Disposición vs. norma.
Palestra, Lima, 2011, pp. 133-156.
276
La Constitución como objeto de control constitucional
9 El Tribunal Constitucional ha definido el precedente vinculante como “aquella regla jurídica expuesta en un caso particular
y concreto que el Tribunal Constitucional decide establecer como regla general; y, que, por ende, deviene en parámetro nor-
mativo para la resolución de futuros procesos de naturaleza homóloga”. STC Exp. N° 00024-2003-AI/TC, consideraciones
previas.
10 Esta regla se concluye del siguiente fundamento jurídico declarado precedente vinculante por el Tribunal Constitucional:
“[L]a rectificación debe estar circunscrita al objeto del mensaje inexacto que la motiva, separada de cualquier discurso agre-
gado. Lo que podrá hacer el medio de comunicación de masas frente a un pedido realizado por el afectado está limitado a
rectificar el mensaje equivocado; es decir, no podrá insertar en la misma nota rectificatoria, como titular o comentario, nue-
vas apreciaciones o noticias, pues al insistir, revertir o poner en duda la rectificación del reclamante, se desvirtuaría la natu-
raleza de la rectificación, anulando el contenido esencial de dicho derecho fundamental. Ello no quiere [decir] que el medio
de comunicación no pueda emitir opiniones o seguir informando sobre el tema, pero lo que no puede es, en el acto mismo de
rectificación, desdecir el objeto del ejercicio de este derecho fundamental. Por tal razón, debe exigirse a los medios de co-
municación la mayor responsabilidad profesional y objetividad en su ejercicio informativo, y, por ende, también en la forma
en que debe realizar la rectificación; léase en la forma publicada o analizada sin calificar ni evaluar el argumento o razones
(las supuestas otras verdades) de quien busca la rectificación”. STC Exp. N° 03362-2004-AA/TC, f. j. 27.
278
La Constitución como objeto de control constitucional
con algún grado o sin ningún grado de inde- normativamente la esencia misma del derecho
terminación normativa, respectivamente. La humano que aparece reclamada como exi-
primera recoge el contenido esencial del de- gencia de justicia. Por eso es una disposición
recho fundamental a la libertad personal; las que da origen a una norma injusta. En estricto,
otras dos concretan ese contenido esencial, esta norma no puede ser tenida como inconsti-
conformándolo. tucional, como ocurrirá con los supuestos que
se analizarán a continuación, porque la norma
III. EL POSIBLE DESCONTROL DE LA CONS- procede de una disposición de máximo grado
TITUCIÓN de generalidad; es decir, el constituyente ha
Una vez justificado que el contenido mate- proscrito la esencia del derecho humano, por
rial de la Constitución del Estado Constitucio- lo que su contenido esencial no se ha consti-
nal que significan los derechos fundamentales tucionalizado. En consecuencia, no hay pará-
como derechos humanos constitucionaliza- metro constitucional transgredido, sino que lo
dos, viene a representar el reconocimiento de vulnerado es una exigencia de justicia previa.
una serie de exigencias de justicia que se Sin embargo, ocurre que, si se aprecia bien,
formulan desde y para la persona, las cuales todas las normas que nieguen una exigencia
existen independientemente de la voluntad del de justicia pueden ser calificadas como injus-
constituyente; y también una vez descritos los tas. Pero ocurre también que, al negarse la
tipos de disposiciones constitucionales en las esencia del derecho humano, tal injusticia re-
que pueden ser recogidos los derechos funda- sulta siendo manifiesta; es decir, será una in-
mentales, y el tipo de normas constituciona- justicia que, formulada en los términos que se
les que de ellas brota; se está en posición de presentan, no permitirá esgrimir ninguna razón
analizar las posibles modalidades de descon- a favor de su justicia. Esto diferencia dicho su-
trol en las que pueda incurrir el constituyente. puesto de los otros dos que a continuación se
Como antes fue analizado, el descontrol en el analizan, en los cuales, si bien la inconstitucio-
que puede incurrir el constituyente significará nalidad en la que incurrirán las normas tiene
siempre una negación de la exigencia de jus- una base de injusticia, esta no necesariamen-
ticia que representa los derechos humanos. te es manifiesta.
Esta negación puede manifestarse en cual-
2. Disposiciones y normas constituciona-
quiera de los tres tipos de disposiciones y nor-
les inconstitucionales
mas constitucionales antes referidos.
El descontrol también puede ser manifesta-
1. Disposiciones y normas constituciona- do a través de los otros dos tipos de disposi-
les manifiestamente injustas ciones y consiguientes normas constituciona-
Así, el descontrol puede manifestarse a través les. Las normas que de esas disposiciones se
de las disposiciones constitucionales de máxi- concluyan tendrán en común que serán siem-
mo grado de generalidad lingüística y conse- pre concreciones de una norma de máximo
cuentes normas de máximo grado de indeter- grado de indeterminación normativa. Como
minación normativa. Sería este el caso si, por se ha visto, este tipo de norma puede ser jus-
ejemplo, el constituyente hubiese decidido una ta o manifiestamente injusta. Aquí solo será
disposición de máximo grado de generalidad tratado el supuesto de justicia, aunque el ra-
zonamiento pueda también trasladarse para
de la que se concluyese la siguiente norma:
las normas constitucionales manifiestamente
N: Está prohibido reconocer el honor a las injustas.
personas.
De las normas con algún grado de indetermi-
Una norma así es poco probable en la rea- nación o con máximo grado de determinación
lidad y es más pensable en un plano teóri- normativa, antes se refirió una clasificación
co que en uno práctico. Pero si se llegase formal, según se concluyesen directa o indi-
a dar, la decisión del constituyente negaría rectamente del contenido esencial del derecho
11 En la tipología de normas constitucionales inconstitucionales, esta sería una de “inconstitucionalidad por la infracción del
derecho constitucional metapositivo positivado”. BACHOFF, Otto. Normas constitucionales inconstitucionales. Palestra,
Lima, 2008, p. 65.
12 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Hacia una reformulación del principio de proporcionalidad”. En: CARBONELL, Miguel;
GRÁNDEZ, Pedro (coordinadores). El principio de proporcionalidad en el Derecho contemporáneo. Palestra del Tribunal
Constitucional, Palestra, Lima, 2010, p. 308.
280
La Constitución como objeto de control constitucional
y definitiva instancia, las resoluciones dene- (con máximo grado de indeterminación nor-
gatorias de hábeas corpus, amparo, hábeas mativa o concretado a través de normas con
data, y acción de cumplimiento. 3. Conocer los algún o sin ningún grado de indeterminación
conflictos de competencia, o de atribuciones normativa) del mismo derecho, entonces será
asignadas por la Constitución, conforme a ley” posible que en un amparo, un hábeas corpus
(artículo 202 de la Constitución). Así, el Tribu- o un hábeas data se solicite la inaplicación de
nal Constitucional conoce de los procesos de una norma constitucional. Esto redimensiona
inconstitucionalidad, amparo, hábeas corpus, la categoría jurídica “amparo (hábeas corpus
hábeas data, cumplimiento y conflicto de com- y hábeas data) contra leyes”, al incluirse den-
petencias. Consecuentemente, ha de llevar tro del significado de “leyes” también a la Ley
a cabo el control de la Constitución (y de su Fundamental, para buscar su inaplicación en
complemento que es el control de la actividad una controversia concreta.
interpretativa constitucional), a través de estos
Estos procesos constitucionales de la liber-
procesos constitucionales.
tad son conocidos por el Tribunal Constitucio-
Así, para determinar la inconstitucionalidad de nal en última instancia, pues en las dos pri-
una norma con rango de ley, si ha existido o no meras instancias se tramitan ante jueces del
vulneración del contenido constitucionalmente Poder Judicial. Esto permite presentar ahora
protegido de un derecho fundamental, y si los una de las razones que es posible sostener
órganos constitucionales han ejercido sus co- para afirmar que controlador de la Constitu-
rrespondientes competencias, tendrá que va- ción también lo son los jueces del Poder judi-
lorar si la norma constitucional que toma como cial. Este es el otro controlador de la Consti-
referencia para la resolución de las cuestiones tución y de la constitucionalidad en el sistema
en todos y cada uno de estos procesos, es jurídico peruano.
una norma constitucional no solo formal sino
también materialmente. De este modo, el Co- CONCLUSIONES
legiado si encuentra que la norma es consti-
Las bases epistémicas y normativas del Es-
tucional solo formalmente, pero materialmen-
tado Legal de Derecho permitieron grandes
te inconstitucional, entonces no solo le estará
aberraciones contra el género humano. Sus
permitido sino que tendrá la obligación jurídica
aporías y deficiencias intentan ser resueltas
de inaplicarla en el proceso constitucional; es
y superadas por el Estado Constitucional de
decir, le estará prohibido emplearla para cons-
Derecho. Esta superación no se consigue sim-
truir la decisión que resuelva la controversia
plemente cambiando al decisivo actor jurídico,
en el proceso constitucional que correspon-
es decir, reemplazando a la ley por la Cons-
da. En ningún caso le corresponderá derogar-
titución en la consideración normativa prima-
la, porque esta no es una competencia suya.
ria. Se consigue, además, introduciendo prin-
Consecuentemente, de ser el caso, será posi- cipios y valores jurídicos en todos los niveles
ble invocar la injusticia o inconstitucionalidad normativos13. Una consecuencia necesaria de
de una norma constitucional en cualquiera esta introducción es que ni la Constitución ni
de los procesos constitucionales que sean de los derechos fundamentales podrán definir-
competencia del Tribunal Constitucional. Par- se mediante categorías meramente forma-
ticular relevancia tienen los procesos constitu- les o procedimentales. Así, no podrá definirse
cionales de la libertad. En la medida en que la Constitución como el conjunto de decisio-
estos defienden el contenido constitucional- nes adoptadas por el órgano con competencia
mente protegido de un derecho fundamen- para ello siguiendo el procedimiento respec-
tal, y este coincide con el contenido esencial tivo previsto; es decir, no podrá ser definida
13 La constitucionalización del sistema jurídico debe ser entendida como una comprobación de que este no contraviene las exi-
gencias de justicia que se han constitucionalizado, expresa o implícitamente en la Constitución.
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La Constitución como objeto de control constitucional
Lectura Obligatoria:
6
Academia de la Magistratura
THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 277-291. ISSN: 1810-9934
Can the decisions of a Constitutional Court or ¿Pueden ser inconstitucionales las decisiones de un
Supreme Court be unconstitutional? The answers Tribunal Constitucional o de una Corte Suprema?
found in the doctrine and even on constitutional Las respuestas de la doctrina y de la propia juris-
case law are not uniform, becoming this question prudencia constitucional no son uniformes, convir-
a controversial theme, although extremely tiéndose éste en un tema controvertido, pero suma-
important for Constitutional Law. mente importante para el Derecho Constitucional.
In this article, the author, considering that the En el presente artículo, el autor, considerando que
Constitutional Court is the supreme interpreter el Tribunal Constitucional es el supremo intérprete
and controller of the Constitution and, as such, y controlador de la Constitución, y que, como tal,
creates Constitutional Law, maintains that the crea Derecho Constitucional, sostiene que sí es
decisions which the Constitutional Court takes can posible que las decisiones que toma éste sean in-
be unconstitutional. Focusing on the Peruvian legal constitucionales. Enfocándose en el ordenamiento
system, the author also presents alternatives to peruano, el autor también presenta alternativas
solve the problem these unconstitutional decisions para resolver la problemática de estas decisiones
cause. inconstitucionales.
Key Words: Constitutional Law; Constitutional Palabras clave: Derecho Constitucional; Tribunal
Court; Constituent Power; constitutional interpre- Constitucional; Poder Constituyente; interpretación
tation; unconstitutionality; ruling. constitucional; inconstitucionalidad; sentencia.
* Abogado. Doctor en Derecho por la Universidad de La Coruña, España. Decano de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Piura. Docente de la Universidad de Piura y de la Maestría en Derecho Constitucional de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Contacto: luis.castillo@udep.pe.
Nota del editor: El presente artículo fue recibido por el Consejo Editorial el día 18 de abril de 2015, y aceptado por el
mismo el 02 de mayo de 2015.
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LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
1
FERRAJOLI, Luigi. “Pasado y futuro del Estado de Derecho”. En: CARBONELL, Miguel (Editor). “Neoconstitucionalismo(s)”.
Madrid: Editorial Trotta. 2003. pp. 18-20.
2
ZAGREBELSKY, Gustavo. “El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia”. Sétima edición. Madrid: Editorial Trotta. 2007. p. 94.
3
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La Constitución como objeto de control constitucional”. En: Gaceta Constitucional 55.
2012. pp. 274-276.
4
En palabras del TC peruano: “[…] en última instancia, todo precepto constitucional, incluso aquellos pertenecientes a la
denominada «Constitución orgánica» se encuentran reconducidos a la protección de los derechos fundamentales, como
manifestaciones del principio-derecho de dignidad humana, cuya defensa y respeto es el fin supremo de la sociedad y
el Estado (artículo 1º de la Constitución)”. Sentencia recaída en el Expediente 5854-2005-Pa, de fecha 8 de noviembre
de 2005. Fundamento Jurídico 12.
5
KANT, Immanuel. “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”. Segunda edición. Barcelona: Ariel Filosofía.
1996. p. 187.
6
MARTÍNEZ -PUJALTE, Antonio-Luis. “La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales”. Madrid: Cen-
tro de Estudios Constitucionales. 1997. pp. 117-126.
278
THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 277-291. ISSN: 1810-9934
Suprema. Aquí interesa formular el análisis respec- por la efectiva obediencia de la Constitución10. Está
7
Por la razón sencilla de que las exigencias de justicia se formulan desde y para la persona, sin que para su existencia
influya el Constituyente. Como ha dicho el TC peruano: “[…] la persona humana, por su dignidad, tiene derechos natura-
les anteriores a la sociedad y al Estado, inmanentes a sí misma, los cuales han sido progresivamente reconocidos hasta
hoy en su legislación positiva como derechos humanos de carácter universal […]”. Sentencia recaída en el Expediente
4637-2006-PA, de fecha 18 de abril de 2007. Fundamento Jurídico 45.
8
Obliga al constituyente en dos momentos. El primero es a la hora de definir los objetivos y atribuciones del órgano, los
cuales se formularán en relación con la pre-existencia de una necesidad, a la que ha de atender de modo efectivo (ra-
cionalmente). Y el segundo es que tales objetivos y atribuciones favorezcan –en alguna medida– la consecución de la
finalidad última.
9
Es la justificación del principio de normatividad de la Constitución.
10
Esta velación tiene un significado triple: (i) evitar incumplimientos; (ii) restituir el cumplimiento de un mandato constitucio-
nal incumplido; y, (iii) adaptar los significados constitucionales a la realidad de modo que la regule cumplidamente según
la exigencia de justicia constitucionalizada.
11
Bien vistas las cosas, todos los órganos constitucionales tienen el carácter de comisionados del Poder Constituyente, en
la medida que todos ellos, debido a su carácter instrumental, existen para el logro de determinada finalidad encargada
por el Poder Constituyente: éste crea los órganos para cumplir determinado cometido.
12
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. “La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional”. Madrid: Civitas. 1991. p. 198.
279
LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
La decisión que el TC adopte respecto a si hubo o El ejercicio de estas potestades es posible a través
no vulneración de la Constitución, ha de ser ne- de la realización de un juicio de constitucionali-
cesariamente vinculante. Si no declarase vincu- dad, el cual consiste en comparar, por un lado, el
lantemente que en un caso concreto ha habido mandato contenido en una disposición constitu-
incumplimiento de la Constitución, el encargo sen- cional y, por otro, la acción pública o privada su-
cillamente sería imposible de cumplir15. Si la deci- puestamente inconstitucional. Si ésta no se ajusta
sión es vinculante, vinculante ha de ser también la a aquél, el TC así lo declarará, perdiendo validez y
justificación que de modo necesario se une a ella; eficacia jurídica, o perdiendo sólo eficacia jurídica
de esta manera, la justificación necesaria viene −según sea el proceso constitucional activado−, la
conformada indefectiblemente por las interpreta- actuación pública o privada examinada.
ciones que de la Constitución formula el TC.
Éste es el modo a través del cual el TC realiza el
El referido Tribunal concluye que ha habido o no control de constitucionalidad en cumplimiento
vulneración de la Constitución porque antes ha de la comisión encargada. La decisión de decla-
atribuido un determinado significado jurídico a rar inconstitucional una acción pública o privada
una determinada disposición constitucional, y es a es vinculante como exigencia esencial del mismo
partir de tal significado que decidirá si ha habido concepto del control encomendado; de no ser así,
o no inconstitucionalidad en el derecho infracons- la neutralización del incumplimiento sería ficticia,
titucional que examina. Así, son vinculantes las y con ello desaparecería también cualquier posibi-
interpretaciones que de la Constitución formule lidad de cumplir con el encargo.
el TC en los procesos a través de los cuales ha de
decidir si hubo o no incumplimiento de la Consti- Entonces, interpretación y control constitucional
tución. Tales interpretaciones son normativas y va- vinculantes son, pues, los dos instrumentos que
len como normas constitucionales adscriptas, tal y razonablemente se concluyen como necesarios
como se justificará más adelante16. para cumplir el encargo de velar por el cumpli-
miento pleno y efectivo de la Constitución que el
b) El control constitucional TC tiene encargado por el constituyente.
13
GUASTINI, Riccardo. “Disposición vs. Norma”. En: POZZOLO, Susanna y Rafael ESCUDERO (Editores). “Disposición
vs. Norma”. Lima: Palestra Editores. 2011. pp. 133-156.
14
DE ASIS ROIG, Rafael. “Sobre la interpretación de la Constitución”. En: FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y Arturo
ZALDIVAR LELO DE LARREA (Coordinadores). “La ciencia del Derecho Procesal Constitucional. Estudios en homenaje
a Héctor Fix–Zamudio en sus cincuenta años como investigador del Derecho”. Tomo VI. México D.F.: Marcial Pons. 2008.
pp. 217 y siguientes.
15
Y porque es vinculante la decisión, el mecanismo a través del cual el mencionado Tribunal forma su voluntad en un senti-
do u otro debe ser un procedimiento rodeado de garantías que aseguren, en la mayor medida de lo posible, la corrección
formal y material de la decisión que adopte.
16
Ver el acápite III del presente artículo: El Tribunal Constitucional coo creador de Derecho Constitucional.
280
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de la finalidad última, pueden ser tenidos también pios de control constitucional a la hora de cumplir
conforma a partir de la Constitución, los jueces tie- La consecuencia necesaria de la actuación conjun-
nen el encargo de resolver las controversias desde ta de estos dos elementos es que el control consti-
los mandatos constitucionales. Así, a la hora de re- tucional que realice el TC prevalecerá sobre el con-
solver desde la Constitución, promueven la vigencia trol que realice el Poder Judicial. De modo que, en
de la Constitución. La función judicial provoca de el ejercicio de esta función compartida, es posible
modo indirecto lo que el TC persigue directamente. reconocer una posición más fuerte a aquél que a
éste y, consecuentemente, una mayor −en exten-
Por esta razón, es posible reconocer aptitud al ór- sión e intensidad− energía correctora al TC que a
gano judicial para ser depositario de medios pro- los jueces del Poder Judicial.
17
Este no es un medio necesario, porque la vigencia de la Constitución que produce el control constitucional sólo es perse-
guida de modo indirecto por el órgano judicial. Será necesario cuando el constituyente haya atribuido el encargo de velar
por la vigencia de la Constitución sólo al órgano judicial. El órgano judicial perfectamente cumplirá con su encargo de
administrar justicia, aún sin reconocerle mecanismos de control constitucional. Así, existen sistemas jurídicos –como el
español– en los que los jueces ni tan siquiera pueden inaplicar leyes que consideran inconstitucionales, sino que tendrán
que realizar la consulta respectiva, por ejemplo, al TC.
281
LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
El segundo elemento tiene que ver con la rela- Un primer significado tiene que ver con la literali-
ción de controlador mayor que respecto del otro dad de la mencionada disposición: el TC controla
potencial controlador –el juez del Poder Judicial– a la Constitución. La idoneidad de este primer sig-
tiene el TC. Las interpretaciones de la Constitución nificado depende de la manera cómo se conteste
que formulen los jueces en el ejercicio del control a la pregunta siguiente: ¿Es posible controlar a la
constitucional encomendado pueden ser revisadas Constitución? Es decir, ¿pueden darse razones su-
y enmendadas por las interpretaciones que de la ficientes para justificar que la Constitución puede
Constitución realiza el TC. convertirse en objeto de la acción de control? La
respuesta a esta última pregunta, a su vez, depen-
De esta manera, la pregunta formulada puede ser de de cómo se conteste a esta otra: ¿es posible
contestada de la manera siguiente: lo que singu- que la Constitución se descontrole?
lariza a la posición jurídica del TC respecto de los
demás órganos constitucionales que también in- Por descontrol se ha de entender una situación
terpretan vinculantemente la Constitución, es la tal en la que una determinada realidad, debiendo
de ser supremo intérprete; es decir, que su inter- sujetarse a las determinaciones de una concreta
pretación es la que prevalecerá sobre la interpre- fuerza, se aparta de ella y actúa al margen o de
tación que formulen los demás intérpretes cons- manera contraria a lo que por esa fuerza es exi-
titucionales. gido o determinado. Así, la Constitución se des-
18
HÄBERLE, Peter. “La sociedad abierta de los intérpretes constitucionales”. En: HÄBERLE, Peter. “Retos actuales del
Estado Constitucional”. Oñate: Instituto Vasco de Administración Pública. 1996. pp. 15-46.
19
Y lo harán en un doble sentido: (i) uno positivo, conformado por la interpretación de todas las disposiciones que confor-
man el encargo y los instrumentos de ejecución del encargo; y, (ii) otro negativo, conformado por la interpretación de las
disposiciones constitucionales que actúan como límites al ejercicio de la función pública atribuida (tanto las disposiciones
constitucionales de contenido material, como las de contenido formal que definen el encargo y los medios de los otros
órganos constitucionales).
20
Inmediatamente por debajo de la posición del TC, se encuentran los jueces del Poder Judicial como intérpretes y contro-
ladores de la constitucionalidad.
21
En palabras del TC, éste “[…] se encarga de resguardar la sujeción del ejercicio del poder estatal al plexo del sistema
constitucional, la supremacía del texto constitucional y la vigencia plena e irrestricta de los derechos esenciales de la
persona”. Sentencia recaída en el Expediente 2877-2005-PHC, de fecha 27 de enero de 2006. Fundamento Jurídico 23.
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controlaría si, estando vinculada a las exigencias disposiciones se aleja o contradice las exigencias
22
Este asunto lo tengo desarrollado en: CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La Constitución del Estado constitucional” (obra
inédita, artículo en prensa). En: Advocatus.
23
Más allá de sus defectos, la Constitución peruana es una verdadera Constitución en este marco dogmático. Ella se
abre colocando a la persona como fin del Estado y de la Sociedad −artículo 1 de la Constitución−, para inmediatamente
después reconocer una lista enunciativa de derechos fundamentales que vinculan la actuación del poder, ya sea privado
−artículos 38 y 200 de la Constitución− o público, al disponer que el ejercicio del poder debe ajustarse a las limitaciones
−negativas de no hacer y positivas de hacer− que dimanan de la Constitución, en particular de los derechos fundamen-
tales, conforme al artículo 45 de la Constitución.
24
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La Constitución como objeto de control constitucional”. Óp. cit.
25
Sería, por ejemplo, el caso que una Constitución, que proclama a la persona como fin, constitucionalice la exigencia de
justicia natural de libertad de los padres a la hora de decidir el número de hijos que han de tener y lo haga sólo para los
padres que acrediten haber concluido con éxito un determinado nivel de educación escolar. Si una Constitución recogie-
se un mandato de esta naturaleza, no habría duda que contravendría de modo manifiesto la exigencia de justicia natural
referida a la libertad de decisión, que es predicable de la persona por ser tal al margen de un nivel de educación reglada.
Sería el caso de un contenido normativo formalmente constitucional porque está recogido en el texto de la Constitución,
pero materialmente, inconstitucional por contravenir la naturaleza o contenido esencial de la exigencia de justicia natural
que anima, en este caso, el derecho fundamental a la libertad de decidir el número de hijos que se quiera tener.
283
LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
26
Es, por ejemplo, el caso actual del artículo 140 de la Constitución peruana en relación al inciso 1 del artículo 2 de la
misma norma fundamental. Desde esta disposición, está ordenado que a todos y en toda situación se ha de respetar la
vida; dicho negativamente, está prohibida la muerte de toda persona independientemente de la situación jurídica en la
que se haya colocado. Para justificar que el artículo 140 de la Constitución es una disposición formalmente constitucional
y materialmente inconstitucional, se ha de argumentar de modo fuerte que la pena de muerte no es una decisión justa ni
para los condenados por traición a la patria en tiempo de guerra ni para los condenados por terrorismo. En ambos casos,
la justificación fuerte ha de provenir del carácter absoluto del derecho a la vida por ser un presupuesto de existencia
del absoluto que representa la persona humana y, para el caso de condenados por terrorismo, se ha de añadir el hecho
de que el inciso 2 del artículo 4 de la Convención Americana de Derechos Humanos lo prohíbe expresamente (Opinión
Consultiva OC-3/83 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 18 de setiembre de 1983). En este caso, la
justificación vendrá exigida por la exigencia de quebrar la presunción de validez jurídica que se ha de reconocer a toda
prescripción normativa, la misma que no se ha visto quebrada por el carácter no manifiesto de la inconstitucionalidad
material de la disposición.
27
Si se advierte cuáles son las normas con rango de ley que son pasibles de ser cuestionadas en su constitucionalidad a
través de una demanda de inconstitucionalidad –inciso 4 del artículo 200 de la Constitución−, se concluirá con facilidad
que la acción de inconstitucionalidad está destinada a controlar la constitucionalidad de la actuación normativa del poder
público, ya sea del central (leyes, reglamentos del Congreso, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados), ya
sea del regional como del local (las normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales, respectivamente).
28
Junto a estos procesos constitucionales, el constituyente también ha reconocido a la acción de cumplimiento. Sin em-
bargo, a ésta no se hará referencia por su carácter sólo formalmente constitucional pero materialmente legal o infracons-
titucional. La razón es que su objeto de protección es el orden infraconstitucional (legal o reglamentario). Ver: CARPIO
MARCOS, Edgar. “La acción de cumplimiento”. En: CASTAÑEDA OTSU, Susana Ynés (Coordinadora). “Derecho Proce-
sal Constitucional”. Segunda edición. Tomo II. Lima: Jurista Editores. 2004. p. 963.
29
El amparo, el hábeas corpus y el hábeas data comparten una misma esencia como procesos constitucionales de defen-
sa de los derechos fundamentales. Ver: CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Sobre la esencia del amparo. En particular sobre
su excepcionalidad”. En: Pensamiento Constitucional 15. 2011. pp. 52-58.
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Una primera razón es que negarle esta atribución El constituyente peruano, sólo del TC, ha referido
implicaría contradecir cuándo no negar, el ejerci- expresamente su condición de controlador de la
cio de las facultades expresamente reconocidas Constitución. ¿Es posible justificar que la ha re-
al TC. Así, no es razonable entender que el órga- conocido implícitamente de otro órgano? Será
no que puede invalidar una ley no pueda a su vez posible, si es posible reconocer que otro órgano
inaplicarla, siendo lo primero más trascendente y constitucional, aunque no haya sido expresamen-
requiriéndose para ello una mayor fuerza que para te nombrado como controlador de la Constitución,
lo segundo. Igualmente, en última instancia no po- expresamente lleva atribuidas funciones propias
dría defender el contenido esencial o constitucio- de control constitucional. Y este reconocimiento
nal de los derechos fundamentales cuando sean es posible advertirlo del juez del Poder Judicial. En
atacados por una ley o un reglamento en un caso efecto, es posible reconocer como controlador de la
concreto, ni podría resolver desde la Constitución constitucionalidad al juez del Poder Judicial, porque
los conflictos de competencia cuando las compe- a pesar de no haber sido reconocido expresamente
tencias hayan sido reguladas a través de una ley como tal, sí se le ha reconocido expresamente atri-
inconstitucional. En buena cuenta, se vaciaría de buciones propias de control constitucional.
contenido la posición jurídica del TC.
Así, en el segundo párrafo del artículo 138 de la
Una segunda razón consiste en que el artículo Constitución se ha reconocido a los jueces judicia-
138 de la Constitución, disposición que recoge el les la capacidad para inaplicar leyes y reglamentos
poder-deber de inaplicar leyes, puede ser razo- inconstitucionales. Del mismo modo, el constitu-
nablemente interpretada de modo que abarque yente ha previsto que, en los procesos de amparo,
también al TC. Tal disposición ha ordenado al juez hábeas corpus y hábeas data, el TC actúe como
preferir a la Constitución en caso de contradicción última instancia en estos procesos de defensa de
con la ley, y preferir a la ley en caso de contradic- derechos fundamentales (artículo 202 de la Cons-
ción con los reglamentos. El significado de la pala- titución). Quiere esto decir que el o los órganos
bra juez está vinculado al ejercicio de la iurisdictio, que actúen como primeras instancias lo podrán
y ésta se encuentra reconocida no solo al juez del hacer porque tienen la capacidad de neutralizar las
Poder Judicial, sino también al juez de las otras ju- arremetidas del poder −público y privado− contra
risdicciones, como la arbitral, la militar, la electoral la Constitución en la parte que recoge los derechos
Luis Castillo Córdova
o la constitucional, ésta en manos últimas del TC31. fundamentales. En este caso, las dos primeras ins-
tancias en los referidos procesos constitucionales
Consecuentemente, será posible reconocer como corresponden a Juzgados y/o Salas del Poder Ju-
función atribuida al TC la inaplicación de leyes y/o dicial (artículos 28, 29, 35, 36, 51 y 57 del Código
reglamentos inconstitucionales cuando tenga que Procesal Constitucional).
30
Se trata de conflictos que se suscitan sobre las competencias o atribuciones asignadas directamente por la Constitución
o las leyes orgánicas que delimiten los ámbitos propios de los poderes del Estado, los órganos constitucionales, los
gobiernos regionales o municipales (artículo 109 del Código Procesal Constitucional). Ver: GARCÍA ROCA, Javier. “El
Tribunal Constitucional como tribunal de conflictos: Los conflictos constitucionales”. En: CASTAÑEDA OTSU, Susana
Ynés (Coordinadora). Óp. cit. pp. 491-534.
31
En la jurisprudencia del TC, ésta interpretación ha sido recogida en varias oportunidades. Por solo citar una, y en refe-
rencia al artículo 138 de la Constitución, tiene dicho el TC que: “De ello no se deduce que el Poder Judicial sea el único
encargado de la función jurisdiccional (pues tal función se le ha encargado también al Tribunal Constitucional, al Jurado
Nacional de Elecciones, a la jurisdicción especializada en lo militar y, por extensión, al arbitraje), sino que no exista
ningún órgano jurisdiccional que no posea las garantías propias de todo órgano jurisdiccional”. Sentencia recaída en el
Expediente 0004-2006-PI, de fecha 29 de marzo de 2006. Fundamento Jurídico 10.
285
LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Junto a estas atribuciones compartidas, se encuen- Más en intensidad porque el TC actúa en última
THEMIS 67 | Revista de Derecho
tra otra solamente reconocida a los jueces del Po- instancia en los procesos de amparo, hábeas cor-
der Judicial: la tramitación y solución de los proce- pus, hábeas data y acción de cumplimiento; mien-
sos de acción popular32. El constituyente peruano tras que en esos mismos procesos, el juez actúa
ha reconocido al legislador un margen de acción como primeras dos instancias, pudiendo el TC re-
para decidir a cuál órgano le encarga el trámite y visar y corregir el control constitucional que reali-
decisión de los procesos de acción popular, y el le- ce el juez. Y más en intensidad, también, porque
gislador ha decidido que tal órgano son los jueces si bien ambos tienen la posibilidad de declarar de
del Poder Judicial (artículo 85 del Código Procesal modo general la inconstitucionalidad de una nor-
Constitucional). ma y con efectos derogatorios, el juez sólo podrá
hacerlo de normas infralegales y el TC de normas
Si bien en estos casos la participación del órgano con rango de ley.
judicial no ha sido recogida en el texto de la Consti-
tución sino más bien ha sido decisión del legislador Para el concreto sistema constitucional peruano,
del Código Procesal Constitucional, no debe olvi- es posible reconocer al TC una posición jurídica
darse que este código es ley de desarrollo consti- mayor que a los jueces del Poder Judicial como
tucional, en la que se recogen normas constitucio- controlador de la constitucionalidad de la Cons-
nales adscritas a la Constitución, conformándola, titución y del derecho infraconstitucional. Aquél
por lo que ha de ser tenido también como Derecho es controlador de la constitucionalidad mayor o
Constitucional. supremo, y los jueces del Poder Judicial serán los
controladores menores o inferiores. La validez del
Por tanto, para el sistema constitucional peruano, control que realicen estos está supeditada a su
es posible sostener que a los jueces del Poder Judi- ajustamiento al control que realice el TC.
cial se les ha reconocido una serie de atribuciones
que en su conjunto permiten concluir que tales Si el TC peruano es controlador supremo, entonces
jueces han de ser tenidos como controladores de ha de ser tenido también como intérprete consti-
la constitucionalidad. Concluido esto, se impone la tucional supremo33, siéndole aplicable las razones
cuestión siguiente: ¿existe alguna relación entre presentadas de modo general en la primera par-
ambos órganos de control? Un elemento objetivo te34. De entre los dos controladores de la constitu-
ayudará a la respuesta. cionalidad, al TC le corresponde una posición ma-
yor y a los jueces del Poder Judicial una posición
El TC tiene más atribuciones de control constitu- menor35, sin que para alterar ésta pueda invocarse
cional en número e intensidad que las que tiene la independencia del Juez36. No se trata, desde lue-
el Poder Judicial. Más en número porque conoce go, de una subordinación administrativa, sino de
de las acciones de inconstitucionalidad y de los una razonable ordenación del ejercicio compartido
conflictos de competencias, procesos constitu- de la función de control constitucional que ambos
cionales en los que no participa el Poder judicial. tienen atribuida.
32
LANDA ARROYO, César. “Teoría del derecho procesal constitucional”. Lima: Palestra Editores. 2004. p. 147.
33
Aunque sus decisiones cierran la jurisdicción interna para abrir las puertas de la jurisdicción internacional, esto no implica
que, por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se convierta en intérprete suprema de la Constitución
peruana, por la sencilla razón que el mencionado tribunal internacional no formulará su decisión con base en los manda-
tos de la Constitución peruana, sino que aplicará la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Así, su juicio no
es de constitucionalidad, sino de convencionalidad.
34
En esta dirección, recuerda el TC que “[…] la interpretación que realiza el Tribunal Constitucional prevalece sobre cual-
quier otra; es decir, se impone a la interpretación que puedan realizar otros poderes del Estado, órganos constitucionales
e incluso los particulares, si se parte de la premisa jurídica de la pluralidad de intérpretes de la Constitución”. Sentencia
recaída en el Expediente 00005-2007-AI, de fecha 26 de agosto de 2008. Fundamento Jurídico 26.
35
Esto no significa una subordinación o jerarquía institucional o de cualquier otro tipo, sino una jerarquía en el ejercicio
de la interpretación y control constitucional. Así ha de entenderse lo que el TC ha dicho al respecto: “[s]i bien entre los
órganos constitucionales no existe una relación de jerarquía, al interior del Poder Jurisdiccional sí existe una jerarquía
constitucional, pues aún cuando todo juez se encuentra obligado a preferir la Constitución frente a las leyes (artículo 138
de la Constitución) y, consecuentemente, facultado a interpretarlas, el Poder Constituyente ha establecido que el contra-
lor, por antonomasia, de la constitucionalidad es el Tribunal Constitucional (artículo 201 de la Constitución). Sentencia
recaída en el Expediente 0030-2005-PI, de fecha 2 de febrero de 2006. Fundamento Jurídico 46.
36
En palabras del TC, es “[…] necesario precisar que la incardinación de la independencia del juez, dentro del ordena-
miento constitucional, exige entenderla, necesariamente, en conexión con otros principios y bienes que la Constitución
tutela; su desconexión con la interpretación de la Constitución que haya realizado el Tribunal Constitucional, por tanto,
resultaría claramente inadmisible y supondría una indudable violación de la supremacía jurídica constitucional. Y ello
porque la calificación de última ratio de lo que es o no constitucional radica en el Tribunal Constitucional, como supremo
intérprete de la Constitución”. Sentencia recaída en el Expediente 00006-2006-CC, de fecha 13 de febrero de 2007.
Fundamento Jurídico 47.
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III. EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL COMO ejemplos de estas disposiciones aquella que esta-
Otro tipo de disposiciones y normas constituciona- mentales, y todas conforman, con distinto grado de
les son aquellas que tienen una relevante generali- indeterminación normativa, el contenido que bro-
dad lingüística y una consiguiente indeterminación ta directamente de la esencia o naturaleza jurídica
normativa también relevante, sin ser máxima. Son del derecho humano positivado40. Es, en este sen-
37
Sentencia recaída en el Expediente 2409-2002-AA, de fecha 7 de noviembre de 2002. Fundamento Jurídico 1. a.
38
Los derechos fundamentales son los derechos humanos constitucionalizados. Mientras que los derechos humanos pue-
den ser definidos como “el conjunto de bienes humanos debidos a la persona humana por ser persona humana, y cuya
adquisición le permite alcanzar su pleno desarrollo en la medida que con ello logra satisfacer necesidades y exigencias
humanas”. Al respecto, ver: CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La interpretación iusfundamental en el marco de la persona
como inicio y fin del derecho”. En: SOSA SACIO, Juan Manuel (Coordinador). “Pautas para interpretar la Constitución y
los derechos fundamentales”. Lima: Gaceta Jurídica. 2009. p. 42.
39
En palabras del TC, “[u]n derecho tiene sustento constitucional directo, cuando la Constitución ha reconocido, explícita
o implícitamente, un marco de referencia que delimita nominalmente el bien jurídico susceptible de protección. Es decir,
existe un baremo de delimitación de ese marco garantista, que transita desde la delimitación más abierta a la más pre-
cisa”. Sentencia recaída en el Expediente 1417-2005-PA, de fecha 8 de julio de 2005. Fundamento Jurídico 10.
40
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La Constitución como objeto de control constitucional”. Óp. cit. pp. 275-279.
287
LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
tido, un contenido esencial41. Y, en la medida que ción es vinculante, y el objeto concretado es una
THEMIS 67 | Revista de Derecho
ha sido decidido por el constituyente, tal contenido norma, entonces la concreción no tiene otra forma
esencial ha de ser tenido como contenido consti- de existir que adoptando la forma de una norma
tucional42. Éste es el material con el que trabajan que vincula47. La otra consecuencia es el rango nor-
los intérpretes constitucionales. Corresponde dete- mativo de la concreción: la concreción viene for-
nerse en el intérprete supremo, el TC, y aunque el mulada para dar respuesta a un problema jurídico
análisis se efectuará respecto de las disposiciones −abstracto o concreto− que el TC debe resolver, y
y normas referidas a derechos fundamentales, las tal problema será uno de relevancia constitucional,
conclusiones podrán ser extendidas también a las desde que el TC no atiende asuntos infraconstitu-
disposiciones y normas constitucionales orgánicas. cionales; consecuentemente, la concreción norma-
tiva será una de relevancia constitucional, es decir,
Cuando se activa un mecanismo de control consti- será una concreción directa y necesaria de la norma
tucional, el TC primero interpreta una disposición directamente estatuida concretada. Precisamente,
iusfundamental de cualquiera de los tres tipos el carácter directo y no sucesivo de la concreción
arriba presentados, luego concluye la norma cons- permitirá reconocerle rango constitucional.
titucional directamente estatuida desde la dispo-
sición interpretada43 y, finalmente, formulará una Así, a través de las interpretaciones de la Constitu-
concreción directa −no sucesiva− de tal norma, la ción, el TC crea normas de rango constitucional48,
necesaria para resolver el problema jurídico que se y sus sentencias –que contienen las concreciones–
le ha presentado. La norma directamente estatui- se convierten en fuente de Derecho Constitucio-
da no es creada por el TC, sino por el mismo Cons- nal49. La creación de Derecho Constitucional puede
tituyente, y el TC se limita a sacarla a la luz. Por el manifestarse tanto en la dimensión material como
contrario, la concreción supone la determinación en la dimensión procesal de la Constitución. Puede
creativa44 de algo que como tal tiene varias posi- crear, entonces, Derecho Constitucional material
bles especificaciones45, y que se adhiere irreme- y Derecho Constitucional procesal. En este senti-
diable y fuertemente a la norma concretada46. Por do debe ser reconocida e interpretada la autono-
esta razón, ha de ser tenida como norma adscrita a mía procesal del TC50, a través de la cual realiza su
una norma directamente estatuida. “labor de concretización o complementación del
Derecho Procesal (Constitucional) [directamente
Esta adhesión genera dos consecuencias. Una es estatuido]”51, mencionada en no pocas oportuni-
el carácter normativo de la concreción: si la inter- dades en la jurisprudencia del supremo intérprete
pretación a través de la cual se formula la concre- de la Constitución52.
41
Sirve para este propósito los dos caminos que para definir el contenido esencial manifestó el TC español en su temprana
sentencia 11/1981, de fecha 8 de abril de 1981. Fundamento Jurídico 8. Uno es “la naturaleza jurídica o el modo de
concebir o de configurar cada derecho”, y el otro es “los intereses jurídicamente protegidos como núcleo y médula de los
derechos subjetivos”.
42
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El contenido constitucional de los derechos fundamentales como objeto de protección del
amparo”. En: Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional 14. 2010. pp. 92 y siguientes.
43
ALEXY, Robert. “Teoría de los derechos fundamentales”. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. 1993. pp. 63-66.
44
HESSE, Konrad. “Escritos de Derecho Constitucional”. Segunda edición. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.
1992. p. 40.
45
BÖCKENFÖRDE, Ernst-Wolfgang. “Grundrechtstheorie und Grundrechtsinterpretation”. En: Neue Juristische Wochens-
chrift 27. 1974. p. 1529.
46
Sobre la adscripción, véase: ALEXY, Robert. Óp. cit. pp. 66-73.
47
De modo que “[…] el hecho de que las normas adscritas concretadas […] sean vinculantes para sus destinatarios, es;
sin embargo, el factor que con mayor fuerza determina su carácter de normas”. BERNAL PULIDO, Carlos. “El principio
de proporcionalidad y los derechos fundamentales. El principio de proporcionalidad como criterio para determinar el
contenido de los derechos fundamentales vinculante para el legislador”. Cuarta edición. Bogotá: Universidad Externado
de Colombia. 2014. p. 127.
48
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El Tribunal Constitucional como creador de derecho constitucional”. En: SÁENZ DÁVA-
LOS, Luis (Coordinador). “El amparo contra amparo y el recurso de agravio a favor del precedente”. Cuadernos de
Análisis y Crítica a la Jurisprudencia Constitucional 3. Lima: Palestra Editores. 2007. pp. 13-17.
49
Sentencia recaída en el Expediente 1333-2006-PA, de fecha 8 de enero de 2006. Fundamento Jurídico 11.
50
LEÓN VÁSQUEZ, Jorge. “El amparo contra amparo y el principio de autonomía procesal del Tribunal Constitucional”. En:
SÁENZ DÁVALOS, Luis (Coordinador). Óp. cit. pp. 205-228.
51
MENDOZA ESCALANTE, Mijail. “Amparo contra amparo: La reparación de las lesiones de derechos fundamentales en
un proceso de amparo”. En: SÁENZ DÁVALOS, Luis (Coordinador). Óp. cit. p. 237.
52
Solo por citar algunas decisiones del Tribunal Constitucional: (i) Sentencia recaída en el Expediente 4119-2005-PA, de
fecha 29 de agosto de 2005. Fundamento Jurídico 38; (ii) Sentencia recaída en el Expediente 5033-2006-PA, de fecha
29 de agosto de 2006. Fundamento Jurídico 62; (iii) Resolución recaída en el Expediente 0025-2005-PI y 0026-2005-PI
288
THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 277-291. ISSN: 1810-9934
Hay que reconocer, no obstante, que el TC no es en sus mandatos, y son los creadores de Derecho
(admisibilidad), de fecha 25 de abril de 2006. Fundamento Jurídico 18; y, (iv) Sentencia recaída en el Expediente 1417-
2005-aa, de fecha 8 de julio de 2005. Fundamento Jurídico 48.
53
En esta lógica, el Juez puede crear Derecho infraconstitucional −legal o reglamentario− a la hora de interpretar y con-
Luis Castillo Córdova
cretar normas legales o reglamentarias con algún grado de indeterminación normativa. Son creadores por antonomasia
de Derecho infraconstitucional tanto el Parlamento (creador de Derecho legal) como el Ejecutivo (creador de Derecho
reglamentario).
54
No es dramática respecto del legislador y del juez porque tienen una esfera más limitada de creación constitucional: la
creación que formulen debe caer dentro del marco constitucional tal y como lo ha interpretado el TC, en la medida que
es controlador e intérprete supremo de la Constitución, y las concreciones que formule −el Derecho Constitucional que
haya creado− también vinculan al legislador y al juez.
55
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El Tribunal Constitucional y su dinámica jurisprudencial”. Lima: Palestra Editores. 2008.
pp. 69 y siguientes.
56
ALEXY, Robert. “Rechtssystem und praktische Vernunft”. En: Rechtstheorie 18. 1987. p. 406.
57
HABERMAS, Jürgen. “Faktizität und Geltung: Beiträge zur Diskurstheorie des Rechts und des demokratischen Re-
chtsstaats”. Frankfurt: Suhrkamp. 1997. p. 315.
58
Ibid. p. 316.
59
Por todos: LEÓN VÁSQUEZ, Jorge y Luis CASTILLO CÓRDOVA. “Poder Judicial versus Poder Ejecutivo: ¿Se extrali-
mitó el Tribunal Constitucional en su sentencia al Expediente 0006-2006-PC/TC: Caso casinos y tragamonedas?”. En:
THĒMIS-Revista de Derecho 55. 2008.
60
Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente 2704-2004-AA, de fecha 5 de octubre de 2004. Funda-
mento Jurídico 2.e.
289
LAS DECISIONES INCONSTITUCIONALES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
estatuidas ha creado el TC. Las concreciones –tal tuidas y, cuando esto ocurre, han de ser tenidas
THEMIS 67 | Revista de Derecho
y como se explicó antes– son verdaderas normas como inconstitucionales desde un punto de vista
que pueden ser conformes o contrarias a las nor- material. Este modo de ver las cosas es acorde con
mas constitucionales directamente estatuidas por la posición jurídica del TC y con el significado de la
el Constituyente a las que se adscriben. Digámoslo comisión constitucional que tiene encargada por el
así: la concreción puede ser conforme o contraria Poder constituyente.
al objeto concretado.
IV. A MODO DE CONCLUSIÓN: NECESIDAD DE
Si las normas constitucionales adscriptas que a DEFENSA CONTRA DECISIONES INJUSTAS
través de las interpretaciones de la Constitución DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
formula el TC son contrarias a las normas constitu-
cionales directamente estatuidas por el constitu- Aquí ha sido justificado para el caso peruano que
yente, entonces nos hallaríamos ante una norma el TC, como comisionado del Poder Constituyente,
formalmente constitucional, porque se adscribe a puede incurrir en inconstitucionalidad al menos
una disposición constitucional expresa, pero mate- en dos situaciones: (i) cuando crea normas que,
rialmente inconstitucional, porque contraviene la al adscribirse a la Constitución, son formalmente
norma constitucional misma que pretende concre- constitucionales, pero que pueden ser material-
tar61. Será esta una modalidad de normas constitu- mente inconstitucionales al contravenir una nor-
cionales inconstitucionales62. ma constitucional directamente estatuida; y, (ii)
cuando en su fallo formula una decisión inconsti-
Pero no sólo las normas −formalmente− constitu- tucional. En este punto, la pregunta que se formula
cionales formuladas por el TC pueden ser −mate- es clave: ¿Qué mecanismos existen para defender-
rialmente− inconstitucionales. También lo puede nos de los excesos en los que pueda incurrir el TC?
ser el fallo. En efecto, el fallo es la decisión que
resuelve un problema jurídico y, consecuente- Estos mecanismos pueden ser nacionales e inter-
mente, el fallo resulta de la aplicación de la norma nacionales. Los internacionales solo pueden ser
constitucional adscripta −las interpretaciones de jurídicos, y se dispensan a través de los sistemas
la Constitución− al problema jurídico. Si aquella de protección internacional de los derechos huma-
es una materialmente inconstitucional, la solución nos, tanto el universal como los regionales. En los
del problema jurídico será inconstitucional tam- tratados internacionales sobre derechos humanos
bién. Y no puede ser de otra manera, desde que se positivan las exigencias de justicia que se for-
el fallo contiene una regla jurídica que confirma, mulan en torno a la persona, y normalmente se les
anula o constituye una posición jurídica, y tal re- acompaña de unos órganos internacionales encar-
gla puede ser evaluada normativamente según su gados de velar por el cumplimiento del tratado.
ajustamiento o no a la Constitución. Toda posición
jurídica puede ser acorde o contraria a la fuente de Solo se podrá controlar las decisiones de un TC cuyo
validez de toda posición jurídica: la Constitución63. Estado haya no solo firmado el tratado internacio-
nal, sino que a su vez haya reconocido la compe-
De esta manera, cuando se afirma la posibilidad de tencia contenciosa del órgano internacional encar-
que una resolución del TC pueda ser inconstitucio- gado de velar por su cumplimiento. En estos casos,
nal, significará que tanto las normas constituciona- formalmente el órgano internacional no enjuiciará
les adscriptas que el TC ha creado y que se recogen una decisión del TC como tal, sino que enjuiciará al
en los fundamentos jurídicos, como la regla jurídi- Estado respectivo; y resolverá no según la Constitu-
ca en que consiste el fallo, pueden ser contrarias ción y leyes nacionales, sino según el tratado o con-
a las normas constitucionales directamente esta- vención internacional sobre Derechos Humanos64.
61
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Quis custodit custodes. Los riesgos que implica la justicia constitucional”. En: Actualidad
Jurídica. Tomo 149. 2006. p. 136.
62
BACHOF, Otto. “¿Normas constitucionales inconstitucionales?”. Lima: Palestra Editores. 2008. p. 65.
63
Son dos las posibles situaciones de inconstitucionalidad del fallo. La primera es la inconstitucionalidad de las normas
constitucionales adscritas que sostienen el fallo. La segunda situación es que, habiendo sido formulado en base a nor-
mas adscritas formal y materialmente constitucionales, por alguna razón fáctica −de ausencia de apreciación o de error
o arbitrariedad en la apreciación de algún elemento de hecho del caso− se formula una decisión inconstitucional.
64
Sobre esto último conviene, no obstante, realizar la siguiente precisión: las exigencias de justicia se positivizan interna-
cionalmente en los tratados o convenciones sobre Derechos Humanos, mientras que en el ámbito nacional ocurre a tra-
vés de la Constitución. En uno y otro caso se trata del recogimiento de lo mismo: exigencias de justicia que se formulan
en torno a la persona. De modo que, cuando un tribunal internacional decide que un Estado ha vulnerado el tratado o
convención sobre Derechos Humanos, normalmente significará que ese Estado ha vulnerado la Constitución en aquella
parte que constitucionalizó la misma exigencia de justicia declarada internacionalmente como incumplida. Esto permitirá
saber si efectivamente la decisión del TC fue o no inconstitucional.
290
THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 277-291. ISSN: 1810-9934
Los mecanismos nacionales pueden ser: (i) jurídi- Segundo, si la norma constitucional adscripta no
65
Normalmente los magistrados del TC son nombrados por los poderes públicos, los mismos que pueden llegar a mante-
ner una suerte de control político sobre ellos. En el caso peruano, los magistrados del TC son designados en su totalidad
por el Parlamento (artículo 201 de la Constitución), y ha sido previsto constitucionalmente el juicio político contra ellos
en caso contravengan la Constitución (artículo 99). Un tal juicio puede terminar con la “suspensión o no al funcionario
acusado o inhabilitarlo para el ejercicio de la función pública hasta por diez años, o destituirlo de su función sin perjuicio
de cualquier otra responsabilidad” (artículo 100 de la Constitución).
66
El control social de la constitucionalidad de las resoluciones del TC será fruto del ejercicio del “derecho de toda persona
de formular análisis y críticas de las resoluciones y sentencias judiciales” (artículo 139 de la Constitución). A favor de este
Luis Castillo Córdova
control, qué duda cabe, la doctrina académica está llamada a jugar un papel trascendente dando las razones jurídicas
que permitan detectar los verdaderos excesos.
67
HERVADA, Javier. “Lecciones propedéuticas de filosofía del derecho”. Tercera edición. Pamplona: Ediciones Universi-
dad de Navarra S.A. 2000. p. 370.
68
Un estudio de la famosa fórmula de Radbruch actualizada por Alexy en: VIGO, Rodolfo Luis. “La injusticia extrema no es
Derecho (de Radbruch a Alexy)”. Buenos Aires: Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y Editorial La
Ley. 2004.
69
PEREIRA MENAUT, Antonio-Carlos. “En defensa de la Constitución”. Segunda edición. Lima: Palestra Editores y Univer-
sidad de Piura. 2012. pp. 483-484.
70
Ha sido el mismo TC el que ha dicho que “[…] las relaciones entre la interpretación del Tribunal Constitucional y la que
realice el juez ordinario deben orientarse, en estos casos, por el principio de mayor protección y más amplia cobertura que
pueda brindar determinada interpretación en un caso concreto. De este modo, las decisiones del Tribunal Constitucional
alcanzan el máximo grado de vinculación cuando ofrecen una mejor protección a los derechos en cuestión, mientras que,
si es posible que en un caso concreto la interpretación realizada por el Tribunal puede ser optimizada con la intervención
de los jueces del Poder Judicial, el grado de vinculación disminuye a efectos de incorporar la mejor interpretación
que objetivamente ponga de manifiesto la mayor protección que pueda brindar a un bien constitucional determinado”.
Sentencia recaída en el Expediente 4853-2004-PA, de fecha 19 de abril de 2007. Fundamento Jurídico 16.
71
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La necesidad de un recurso de reconsideración por manifiesta inconstitucionalidad de una
sentencia del Tribunal Constitucional”. En: Diálogo con la Jurisprudencia 154. 2011. pp. 245-260.
291
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
7
Academia de la Magistratura
ESPECIAL
RESUMEN
y porque se trata de una interpretación dada por el Tribunal Constitucional. Asimismo,
sostiene que es posible apartarse de los precedentes siempre que estos contravengan nor-
mas constitucionales e impliquen un resultado injusto para las partes. Al respecto, analiza
las técnicas anglosajonas de modificación de precedente (overruling y distinguishing) y si
son plausibles o no de aplicar en el sistema peruano.
* Profesor ordinario principal en la Facultad de Derecho de la Universidad de Piura. Socio fundador de Castillo &
Grandez abogados.
la naturaleza del objeto concretado, de modo vinculantes como reglas jurídicas2, las cuales
que si el objeto concretado es una norma, la son un tipo de normas jurídicas.
concreción lo será también. Segunda, la con-
creción es formulada por el TC a través de la II. LOS PRECEDENTES VINCULAN-
interpretación que de la Constitución formu- TES SON NORMAS CONSTITUCIO-
NALES ADSCRIPTAS
la; esta interpretación es siempre vinculante,
consecuentemente la concreción que la sos- Dicho esto, conviene dar un paso más y pre-
tiene lo será también; y, como se sabe, el ca- guntarse por la relación entre el Derecho
rácter vinculante es un distintivo esencial de Constitucional creado por el TC y el crea-
las normas. do por el Constituyente. Las disposiciones
y normas constitucionales de origen cons-
Afirmada la naturaleza jurídica de los prece-
tituyente (para diferenciarlas de las de ori-
dentes vinculantes, corresponde preguntarse
gen convencional) cumplen el papel de fuen-
por su rango normativo. Las interpretaciones
te de las normas constitucionales creadas por
y concreciones que significan los precedentes
el TC. Estas provienen de aquellas, y exis-
vinculantes de una disposición o norma cons-
ten adheridas a ellas. Por eso, a las normas
titucional, siempre son directas y no sucesi-
constitucionales que representan los prece-
vas. La razón es que los asuntos que conoce
dentes vinculantes bien pueden ser tenidas
el TC siempre son de relevancia constitucio-
como normas constitucionales adheridas
nal, no conoce asuntos de mera relevancia in-
o adscriptas a las normas constitucionales
fraconstitucional, de hecho, si conoce algún
que han sido directamente dispuestas por el
problema formulado por una ley o un regla-
Constituyente y, por esta razón, pueden ser
mento, solo le interesará el significado cons-
llamadas normas directamente estatuidas.
titucional de un tal problema. Si el problema
Así, el precedente vinculante es siempre una
es uno de esta naturaleza, solo podrá ser re-
norma constitucional adherida a una norma
suelto a través de una norma de rango cons-
constitucional directamente prescripta por el
titucional. De esta manera, si el precedente
Constituyente.
vinculante es una norma que resuelve el pro-
blema que tiene entre manos el TC, signifi- Por ejemplo, en la sentencia al Expediente
ca necesariamente que esa norma tiene rango Nº 03771-2004-HC/TC, el TC declaró como
constitucional. precedentes vinculantes, entre otros, a los
fundamentos 6 y 7. De estos fundamentos ju-
De esta manera puede ser concluido que los
rídicos es posible concluir los siguientes con-
precedentes vinculantes son normas constitu-
tenidos normativos:
cionales creadas por el TC. En los precedentes
vinculantes se aprecia muy claramente cómo N6: Está ordenado disponer el encarce-
el TC es creador de derecho constitucional1. lamiento preventivo solo cuando sea es-
De hecho, el TC ha definido a los precedentes trictamente necesario para asegurar que el
1 El TC ha tenido oportunidad de manifestar que “Las sentencias del Tribunal Constitucional, dado que constituyen la
interpretación de la Constitución del máximo tribunal jurisdiccional del país, se estatuyen como fuente de derecho y
vinculan a todos los poderes del Estado”. Exp. Nº 03741-2004-PA/TC, f. j. 42.
2 Según el TC, el precedente vinculante es “aquella regla jurídica expuesta en un caso particular y concreto que el Tri-
bunal Constitucional decide establecer como regla general; y, que, por ende, deviene en parámetro normativo para
la resolución de futuros procesos de naturaleza homóloga. El precedente constitucional tiene por su condición de tal
efectos similares a una ley. [Es decir] la regla general externalizada como precedente a partir de un caso concreto se
convierte en una regla preceptiva común que alcanza a todos los justiciables y que es oponible frente a los poderes
públicos”. Exp. Nº 00024-2003-AI/TC, consideraciones previas.
16
ESPECIAL
ella a la que hace referencia el legislador en el casos estamos ante efectivas normas constitu-
artículo VI tercer párrafo del Código Procesal cionales adscriptas.
Constitucional.
De entre las formas exigidas, quizá la más
De este conjunto, existe una parte de normas destacable sea la que exige que el TC expre-
constitucionales adscriptas que han sido crea- se que está creando un precedente vinculante
das por el TC siguiendo unas formalidades, y que defina el alcance de su efecto normati-
las previstas en el artículo VII del Código vo. Esto en la práctica significó acertadamen-
Procesal Constitucional. Estas formalidades te que el propio TC no solo creaba la norma
no son constitutivas de las normas constitu- sino que la formulaba en sus términos norma-
cionales adscriptas en cuanto tales, sino que tivos3; de modo que para las interpretaciones
solo sirven para diferenciar unas normas de de la Constitución que formulaba el TC sin
otras. Tres son las formalidades expresadas revestirlas del ropaje de precedentes vincu-
por el artículo VII del Código Procesal Cons- lantes, será el operador jurídico (señalada-
titucional para reconocer a una interpretación mente el juez) quien defina la norma consti-
de la Constitución como precedente vincu- tucional creada por el TC.
lante: primero, que se contenga en una sen-
De esta manera, la relación que existe entre
tencia del TC con autoridad de cosa juzgada;
la jurisprudencia vinculante y el preceden-
segundo, que la sentencia diga expresamente
te vinculante, es una relación propia del todo
que está creando un precedente vinculante; y
a la parte: la jurisprudencia vinculante es el
tercero, que se precise el extremo de su efec-
conjunto de normas constitucionales adscrip-
to normativo.
tas creadas por el TC; los precedentes vincu-
Si la interpretación de la Constitución no se lantes son esa parte de normas constituciona-
contiene en una sentencia con autoridad de les adscriptas creadas por el TC a la cual se le
cosa juzgada, o conteniéndose en una senten- ha revestido de un ropaje especial meramen-
cia con autoridad de cosa juzgada no se diga te formal e irrelevante a la hora de definir su
expresamente que se está creando un pre- esencia normativa.
cedente vinculante ni se precise el extremo
de su efecto normativo, no habrá preceden- IV. LOS PRECEDENTES VINCULAN-
te vinculante creado, sin que esto merme en TES PUEDEN SER INCONSTITU-
CIONALES
nada la calidad de norma constitucional ads-
cripta que adquiere esa interpretación de la En este punto conviene preguntarse si por el
Constitución formulada por el TC. No exis- hecho de ser norma constitucional adscripta a
te ninguna diferencia esencial entre la inter- una norma constitucional directamente esta-
pretación de la Constitución que aparece con tuida, el precedente vinculante siempre ha de
las formas previstas en el artículo VII del Có- ser tenido como jurídicamente válido4. Aquí
digo Procesal Constitucional, y la interpreta- se abre las puertas al segundo elemento que
ción que aparece sin esas formas, en ambos define la relación entre una y otra norma: la
3 Esta exigencia de definir el alcance del efecto normativo no se cumple por el solo hecho de mencionar el número de
los fundamentos jurídicos, ni mucho menos afirmando que toda la sentencia o un extracto de la misma es preceden-
te vinculante; sino que debe darse por cumplido cuando el TC formula la norma jurídica en la que consiste el prece-
dente vinculante creado.
4 El TC se ha planteado esta misma pregunta y la ha respondido de la siguiente manera: “este es el Intérprete Supre-
mo de la Constitución (…), por lo que no es posible que sus resoluciones sean inconstitucionales” Exp. Nº 02704-
2004-AA/TC, f. j. 2.e.
18
ESPECIAL
5 Expediente Nº 03741-2004-PA/TC, f. j. 50.a. Este precedente luego fue precisado –modificado más bien–a través de
una resolución aclaratoria: “el Tribunal Constitucional estima necesario precisar que los tribunales administrativos u
órganos colegiados a los que se hace referencia en dicho fundamento son aquellos tribunales u órganos colegiados ad-
ministrativos que imparten justicia administrativa con carácter nacional, adscritos al Poder Ejecutivo y que tengan por
finalidad la declaración de derechos fundamentales de los administrados”. Resolución aclaratoria, fundamento 4.
6 En el fallo de la misma sentencia, ordenó el TC “4. DEJAR SIN EFECTO el precedente vinculante contenido
en la STC Exp. Nº 03741-2004-PA/TC, conforme al cual se autorizaba a todo tribunal u órgano colegiado de la
20
ESPECIAL
Administración Pública a inaplicar una disposición infraconstitucional cuando considere que ella vulnera mani-
fiestamente la Constitución, sea por la forma o por el fondo”.
7 Exp. Nº 04293-2012-PA/TC, f. j. 33.b.
8 Ibídem, f. j. 35.
un determinado supuesto de hecho, lo que en sino que en estricto lo que significa es que
realidad está haciendo es justificar la apari- uno de los dos precedentes vinculantes es
ción de una nueva norma constitucional que una norma constitucional adscripta inconsti-
deroga otra preexistente. Consecuentemente, tucional. Aquí es relevante tratar el supues-
el TC no inaplicaría sus propios precedentes to en el que el TC formula un cambio juris-
vinculantes, sino que en realidad los dejaría prudencial que va desde una interpretación
sin efecto. inconstitucional de la Constitución, hacia
una interpretación constitucional de la mis-
Esta constatación exige preguntarnos por
ma; o dicho de otra manera, el cambio juris-
lo que pasa en el caso concreto en el que se
prudencial de un precedente vinculante in-
formulan las razones para dejar sin efecto al
constitucional por un precedente vinculante
precedente vinculante. El caso que ha dado
constitucional.
origen a la sentencia en la que el TC crea la
norma constitucional adscrita que deroga un Este supuesto se asemeja aunque, en estric-
precedente vinculante, ¿puede ser resuelto to, no llega a ser lo mismo que la técnica del
con base a esta norma constitucional adscrip- overruling propia del common law. Según
ta derogatoria? Podría decirse que no, porque la modalidad más extendida de esta técni-
para cuando se resuelve el caso aún no esta- ca, y siempre en términos generales, el cri-
ba vigente esa norma constitucional adscrip- terio jurisprudencial existente y con base
ta derogatoria, sino que lo que estaba vigen- en el cual ha venido resolviéndose un tipo
te era precisamente el precedente vinculante de casos, no se aplicará en la sentencia en
que se pretende derogar9. Siendo así, sin em- la que se modifica el criterio jurispruden-
bargo, es posible sostener que en el caso con- cial, en ella solamente se anunciará el cam-
creto se conseguiría el mismo resultado que bio jurisprudencial el mismo que entrará en
se obtendría de la derogación del preceden- vigor hacia el futuro (prospective overru-
te inconstitucional, pero esta vez solamente a ling). Esta técnica tiene sentido en un sis-
través de la inaplicación del mismo. Veamos. tema jurídico jurisprudencial, pero no en un
sistema jurídico propio del civil law como
En sistemas jurídicos no jurisprudencia-
el peruano.
les como el peruano, no cabe duda que un
precedente vinculante dejado sin efecto in- Bien vistas las cosas, como se justificó arri-
cluso pocos años después a través de otra ba, en el sistema jurídico peruano el cam-
norma constitucional adscripta, no significa bio de un criterio jurisprudencial formulado
un cambio de criterio jurisprudencial o una a través de una norma constitucional ads-
evolución jurisprudencial al estilo del com- cripta (un precedente vinculante) por otro
mon law, en el que es posible que tanto el con el cual no solo es distinto sino que ade-
anterior como el nuevo criterio jurispruden- más es contrario –como ocurre en los casos
cial sean igualmente constitucionales preci- en los que se deja sin efecto un preceden-
samente porque el paso largo de tiempo ha te vinculante–, significa irremediablemente
permitido el consiguiente cambio de valo- que una de las dos normas constitucionales
raciones o incluso prescripciones jurídicas; (la originaria o la que la deja sin efecto) es
9 Así sería porque la norma constitucional adscrita nacerá para todos los operadores jurídicos incluso para el TC, al
día siguiente de la publicación de la respectiva sentencia del TC. Este razonamiento, habrá que decirlo ya aunque no
haya espacio ahora para una justificación, solo se sostiene para cuando se trata de dejar sin efecto una norma consti-
tucional adscrita, no para cuando no existe norma constitucional adscrita y el TC pasa a formularla por primera vez.
En estos casos, la norma nace para todos los operadores jurídicos a partir del día siguiente de la formulación de la
norma constitucional adscripta, pero para el TC está norma existe y es eficaz para resolver el caso que conoce.
22
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CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
8
Academia de la Magistratura
COMPENDIO DE NORMAS LEGALES
DE PROPIEDAD INTELECTUAL 23
1
PRIMERA PARTE
Por:
Dr. Eloy Espinosa-Saldaña Barrera
Ministerio de Juscia
y Derechos Humanos
24 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
Ministerio de Juscia
y Derechos Humanos
COMPENDIO DE NORMAS LEGALES
DE PROPIEDAD INTELECTUAL 25
CONSIDERACIONES INICIALES
Sin embargo, justo es reconocer que, a partir de esta formulación general, la cual
suele ser consensualmente aceptada, comienzan a perfilarse ciertos matices. Es
muy conocido, por ejemplo, el debate existente en países como los Estados Unidos de
Norte América sobre cuáles son los alcances y objetivos considerados como propios
de un precedente, en donde la ya muy conocida clasificación desarrollada por Cass
Sunstein1, distinguiéndose entre posturas maximalistas y posturas minimalistas,
adquiere especial relevancia.
1 Ver en este sentido SUNSTEIN, Cass. Legal Reasoning and Political Conflict. New York-Oxford, Oxford
University Press, 1996
2 Una buena explicación de esta postura la encontramos en MAGALONI KERPEL Ana Laura. El
Precedente Constitucional en el sistema judicial norteamericano. Madrid, Mc Graw Hill,2001.
3 En este sentido van las críticas de, por ejemplo, SUNSTEIN, Cass. Op. Cit, p. 16 y ss., así como en su
ensayo “Leaving Things Undecided”. En: Harvard Law Review, vol 110; 1996. Una defensa de la postura
maximalista la encontramos en trabajos de Anthony Scalia, y sobre todo, en su “The Rule of Law as of
Rules” En: The University of Chicago Law Review, vol. 56, 1989; o los de F. Schaner, fundamentalmente
en su “Rules and the Rule of Law”. En: Harvard Journal of Law and Public Policy. Vol.14, 1991.
4 Esta postura minimalista, además de ser la asumida por Sunstein, tiene importantes expresiones en
el ya clásico trabajo de E. Levi “An introduction to Legal Reasoning”. Chicago, University of Chicago
Press, 1949; o en textos como el de R. Posner, “The Federal Courts. Crisis and Reform”. Cambridge,
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y Derechos Humanos
26 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
Esto se entendió muy pronto en los Estados con sistemas jurídicos que provienen
de una tradición anglosajona, en la cual, como es de conocimiento general, tanto
la costumbre como la jurisprudencia han tenido, casi desde siempre, un rol muy
relevante como fuentes del Derecho y espacios para la protección de los derechos.
En países adscritos más bien a una tradición romano germánica, inicialmente
caracterizados por una preponderancia de la Ley como fuente del Derecho, a esta
necesidad de contar con precedentes le ha costado más tiempo consolidarse, pero,
al parecer, ha llegado ya para quedarse.
Harvard University Press, 1985. En cualquier caso, buenas explicaciones en español sobre estas
dos perspectivas son las desarrolladas, entre otros, por MAGALONI KERPEL, Ana Laura. Op. Cit; o
ESCOVAR LEÓN, Ramón. “El Precedente Constitucional: Definición y límites”. En: Revista de Derecho
Constitucional. N° 8. Caracas, Sherwood, julio-diciembre 2003, p. 233 y ss.
5 Una muy buena síntesis de esta controversia la encontramos en GASCÓN ABELLÁN, Marina. La
técnica del Precedente y la Argumentación Racional. Madrid, Tecnos, 1993.
6 En ese sentido, y solamente por citar algunos ejemplos, lo previsto en normas como los
artículos 400 del Código Procesal Civil, 34 de la Ley del Proceso Contencioso Administrativo o
el 301-A del Código de Procedimientos Penales, y los pronunciamientos que se han realizado a
su amparo.
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COMPENDIO DE NORMAS LEGALES
DE PROPIEDAD INTELECTUAL 27
Constitucional). En este escenario, justo es destacar como en el Perú este fenómeno
de paulatina consagración del precedente ha tenido y tiene un papel central la labor
asumida a nivel administrativo, y sobre todo por lo sucedido en el seno del Instituto
Nacional de Defensa de la Competencia y la Propiedad Intelectual (Indecopi), tal
como veremos luego.
Además, se reconoce que todo precedente cuenta con un holding, un obiter dicta
o dictum y un decissum o fallo; o, como luego se ha prescrito en una clasificación
más detallada8, incluye a la razón declarativa-axiológica; la razón suficiente, ratio
7 No estoy aquí refiriéndome a los denominados efectos personales (las personas a las cuales afectan
estos precedentes), donde se distinguen entre los efectos directos (entre las partes involucradas en
la controversia o la incertidumbre sujeta al conocimiento de la autoridad competente para resolver)
y los efectos indirectos (para los poderes públicos y los ciudadanos(as)). Tampoco a los llamados
efectos temporales, en donde se distingue entre resoluciones cuyos alcances pueden ser retroactivos
o descartar esa retroactividad, sin descartar situaciones con pronunciamientos con eficacia diferida o
claramente sometida a una vacancia temporal.
8 Necesario es anotar que a nivel administrativo en el Perú no he encontrado resolución alguna donde
se establezca cuál es el concepto de precedente que se maneja, o de que elementos consta un
precedente. Ello solamente se desprende de la lectura de las diversas resoluciones involucradas.
Si hay un pronunciamiento detallado sobre estos temas en la sentencia emitida por el Tribunal
Constitucional peruano en el caso “Municipalidad Distrital de Lurín”, sentencia con la cual en este
aspecto concuerdo.
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28 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
Por dicta, obiter dicta, dictum, razón subsidiaria o razón accidental se comprende
a aquel aspecto de un precedente donde se ofrecen reflexiones o acotaciones que,
no siendo centrales o imprescindibles para fundamentar la decisión adoptada, se
incluyen dentro del texto del precedente por razones pedagógicas u orientadoras.
Lo dicho en este contexto busca tener un efecto persuasivo (“vigor convincente” en
términos anglosajones), esbozando así lo que sería la respuesta futura a aquellas
materias revisadas que resultaban colaterales a la abordada en la resolución que
recogerá el precedente emitido. Su vinculatoriedad implicaría, por lo menos, un
indicio de cómo podrían enfrentarse y resolverse otros temas después.9
Invocación preceptiva sería aquella parte del precedente en donde se consignan las
normas utilizadas e interpretadas para resolver en un sentido u otro, estimando o
desestimando la petición o pretensión buscada. El decissum o decisión, como no
podría ser de otra manera, incluye el acto de decidir y el contenido de lo decidido:
dicho en otras palabras, el fallo.
Conviene además tener claro que no en cualquier situación puede o debe emitirse
un precedente, o puede modificarse uno ya establecido. En ambos casos se demanda
la existencia de una relación entre el caso a resolver y el precedente que se busca
establecer; y la existencia de una interpretación errónea de la normativa vigente (con lo
que aquello pueda involucrar), o la constatación de pronunciamientos contradictorios
(o por lo menos, conflictivos), la comprobación de la subsistencia de vacíos normativos,
la aparición de nueva normativa (Constitución, tratados, interpretación vinculante
de estas normas, etcétera), o la posibilidad de que una misma disposición genere
interpretaciones distintas y hasta contradictorias entre sí.10
9 En el Perú la vinculatoriedad del obiter dicta fue un tema que provocó enorme polémica, sobre todo
luego de lo resuelto por el Tribunal Constitucional peruano en el caso “Provías Nacional”. Allí la mayor
parte de los miembros de ese importante colegiado reconocieron algún nivel de vinculatoriedad de lo
señalado bajo esa condición en alguna sentencia aunque no para resolver el caso en que se planteó
sino para comprender la institución o concepto allí abordado.
10 En el Perú la ya mencionada sentencia del Tribunal Constitucional “Municipalidad Distrital de
Lurín” consideraba además como criterio a invocar para el cambio de un precedente una imprecisa
“necesidad de modificar precedentes”. Respetuosamente discrepo con esta aseveración, por cierto
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COMPENDIO DE NORMAS LEGALES
DE PROPIEDAD INTELECTUAL 29
La modificación de un precedente exigirá además que se tomen ciertas garantías,
garantías entre las cuales deben destacarse la expresión de los fundamentos de hecho
y de Derecho que sustentan ese cambio; la especificación de la razón declarativa
axiológica, la razón suficiente y la invocación preceptiva del nuevo razonamiento; y,
por último, la determinación de los efectos en el tiempo de este pronunciamiento
(cambio de inmediato del precedente o uso del prospective overruling, mediante
el cual quien emite el precedente en cuestión determina también el momento
particular en el que la modificación generada comienza a tener efecto).
Tema de innegable relevancia para así ir cerrando el presente apartado de este texto
es indudablemente el de si el precedente es de cumplimiento obligatorio o no. Y aquí
debe tenerse una postura muy clara: el precedente tiene y busca contar con un alcance
vinculante (de allí que en algunos países se habla de un precedente vinculante, lo
cual en puridad técnica es redundante), pero ello no debe entenderse en una lógica
rígida y estática, sino más bien dentro de una dinámica más fluida que apuesta por
la confluencia y cooperación entre los diferentes órganos y organismos estatales
existentes, la cual incluso admite una discrepancia y apartamiento del precedente,
siempre y cuando esas diferencias se encuentren debidamente sustentadas.
repetida en otros pronunciamientos de ese mismo colegiado, pues su aplicación implica la negación
de cualquier otro criterio y deja una puerta abierta que fácilmente permitiría ir más allá de lo
discrecional.
11 MATTEI, Ugo. Stare Decisis en los Estados Unidos. En: GALGANO, Francesco (coordinador). Atlas de
Derecho Privado Contemporaneo. Madrid, Fundación Cultural del Notariado, 2000, especialmente, p. 55
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30 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
Siguiendo la línea hoy mundial destinada a asegurar cada vez mayores condiciones
de predictibilidad, la normativa peruana comenzó a incluir referencias destinadas a
apuntalar el uso de la técnica del precedente. En ese sentido puede destacarse, por
ejemplo, lo dispuestos en el Código Procesal Civil de 1992. Sin embargo, importante
es anotar que no es en un primer momento el escenario jurisdiccional en el que se
desarrolla una práctica sostenida de uso de precedentes.
12 Importante es aquí resaltar la labor del Tribunal Fiscal, que desde por lo menos el año 1980, en
aplicación del artículo 134 del Código Tributario, modificado por el Decreto Ley 23207, comienza a
calificar como “jurisprudencia obligatoria” a algunas de sus resoluciones. Sin embargo, es recién
tiempo después, y en épocas similares a las de Indecopi, que comienza a establecer precedentes
de observancia obligatoria. Necesario es anotar que en el caso peruano son las pautas fijadas por
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COMPENDIO DE NORMAS LEGALES
DE PROPIEDAD INTELECTUAL 31
forma sostenida fue fijando precedentes vinculados con diferentes ámbitos dentro de
su competencia. Así, por solamente citar unos ejemplos(*), en lo referido a Protección
al Consumidor pueden destacarse los precedentes recogidos en las Resoluciones
85-1996/TDC-INDECOPI (sobre los alcances de aquella garantía implícita que debe
tener todo servicio o producto materia de transacción), y 95-1996/TDC-INDECOPI
(relacionados con las características que deben tener las advertencias acerca del
riesgo de un producto o servicio).
Indecopi respecto a las que van a ser seguidas por otras entidades administrativas, tal como aquí
posteriormente se verá con algún detalle.
(*) Como este volumen N° 1 de la Serie de Compendios Normativos, está vinculado a la Propiedad
Intelectual, preferimos referirnos a precedentes de otras áreas, dejando el tema especializado a los
comentarios de Juan Pablo Schantarrelli incluidos en la parte 2 del texto.
13 Precedente sobre publicidad de medicamentos
14 Precedente en el cual se abordan los alcances del principio de lealtad.
15 Precedente sobre publicidad testimonial
16 Precedente acerca del principio de veracidad
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32 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
De otro lado, mucho y muy importante es lo que puede decirse del aporte
hecho por Indecopi en una materia tan relevante como la libre competencia. Sin
embargo, aquí permítaseme resaltar la existencia de un precedente recogido en
la resolución 1328-2005/TDC-INDECOPI, sobre el manejo de información en un
procedimiento de libre competencia. Como puede apreciarse, una muy rica gama
de aportes, no exenta en algún caso de cierta polémica que en este texto no toca
desarrollar, pero que, y en cualquier análisis, tiene como balance un resultado
altamente positivo.
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COMPENDIO DE NORMAS LEGALES
DE PROPIEDAD INTELECTUAL 33
Es más, esta importante apuesta de Indecopi por la predictibilidad ha contagiado
el quehacer de otras entidades administrativas, quienes también han emitido una
serie de precedentes en temas clave vinculados con el ejercicio de sus respetivas
funciones.
A nivel del TRASU se han fijado precedentes sobre la identificación del inmueble
donde se realice la diligencia de notificación (recogido en la resolución del Expediente
07837-2003/TRASU/GUS-RQJ); acerca de la improcedencia de una queja referida al
cumplimiento de un reclamo, planteando se circunscriba al cuestionamiento de la
renta mensual (incluido en la resolución del Expediente 06982-2003/TRASU/GUS-
RA); y finalmente, acerca de la facturación de la renta mensual Speedy (incorporado
dentro de lo resuelto a propósito del Expediente 382-2007/TRASU/GUS/RA).
23 En este precedente se especifica que en los procedimientos ante las instancias de solución entre
empresas del Osiptel, iniciados a solicitud de parte y que involucran la comisión de una infracción, no
resulta procedente que mediante un recurso del denunciante no sancionado cuestione el ejercicio de
la potestad sancionadora de dichas instancias de solución de controversias.
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34 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
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DE PROPIEDAD INTELECTUAL 35
Perú se han fijado muchos precedentes vinculados a diferentes aspectos de sus
diversas competencias. Ahora bien, y en la medida en que, como también aquí se
ha visto, no existe uniformidad de criterios para comprender ciertos alcances de
un precedente, parece pertinente no cerrar este trabajo sin anotar como en el caso
de esta importante entidad administrativa, ya sea explícita o implícitamente, se ha
asumido una postura al respecto.
Siguiendo ese razonamiento, y revisando los que han sido los resultados de lo hasta
ahora establecido, veremos cómo aquello determinado como precedente suele
ser algo bastante acotado y que se desprende directamente del caso sometido al
pronunciamiento de Indecopi. No estamos pues ante afirmaciones planteadas en
términos más bien generales, sino frente a aseveraciones más concretas, y por
ende, más fácilmente aplicables a cabalidad para casos similares (los cuales, por
cierto, podrán determinarse a su vez con mayor facilidad).
Con ello se ha buscado conseguir, y creo que se ha obtenido ese objetivo, que
los precedentes del Indecopi finalmente resuelven dudas en la comprensión de
los temas que abordan. Puede o no coincidirse con lo establecido en ellos (de
hecho en algunos casos, lo establecido como precedente no ha contentado a
todos(as), y ha generado alguna polémica), pero difícilmente podrá decirse que
no resulta claro comprender lo establecido en pronunciamientos con un carácter
tan especial.
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36 PRECEDENTES Y NORMATIVA DEL INDECOPI
EN PROPIEDAD INTELECTUAL
Precedentes con alcances acotados, lo cual permite sustentar con más claridad
eventuales discrepancias razonadas con algunos(as) de ellos, y hasta plantear su
modificación. Ahora bien, importante es aquí también determinar que ese cambio
de precedente no sea producto del capricho, sino más bien consecuencia de una
evaluación que tome en cuenta (o busque sustentarse) en criterios como los también
ya mencionados.
Finalmente, se señala que la tercera oración del precedente regulaba una cuestión
procesal que en rigor no es propia de un precedente de observancia obligatoria.
Independientemente de que se coincida o no con la argumentación consignada,
conviene aquí anotar que el argumentado de fondo empleado para justificar la
modificación realizada, el de la invocación de una mejor protección de los derechos
fundamentales, es un argumento habitualmente empleado para sustentar la
modificación de un precedente en el Derecho Comparado.
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DE PROPIEDAD INTELECTUAL 37
aspectos que desafortunadamente no se han dado en el uso del precedente por
otras instituciones en nuestro país.24
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CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
9
Academia de la Magistratura
ESPECIAL
INTRODUCCIÓN: EL PRECEDENTE
VINCULANTE COMO NORMA CONSTI- La posibilidad de que los tribunales administrativos puedan
TUCIONAL ADSCRIPTA
realizar control difuso se dio a partir del precedente vincu-
Con base en la diferenciación entre disposi- lante establecido en el Exp. Nº 03741-2004-PA/TC (caso Sa-
ción y norma1, es posible sostener que des- lazar Yarlenque), el cual fue eliminado por la reciente senten-
de una misma disposición constitucional es cia constitucional recaída en el Exp. Nº 04293-2012-PA/TC
posible concluir dos tipos de normas cons-
SUMILLA
(caso Consorcio Requena). Ambas establecieron normas cons-
titucionales: las normas constitucionales di- titucionales adscriptas a normas directamente estatuidas en la
rectamente estatuidas; y las normas constitu- Constitución. De esta forma, de existir un sentido contrario en-
cionales adscriptas a las normas directamente tre dos normas adscriptas (como es en el presente caso, pues
estatuidas2. Las normas constitucionales ads- mientras una admitió el control difuso en sede administrati-
criptas son siempre concreciones de la norma va, la última lo ha prohibido), podríamos concluir que una de
constitucional directamente estatuida3; y en la
ellas es (o fue) una norma materialmente inconstitucional. El
medida que las concreciones son graduables,
autor analiza las normas constitucionales en cuestión y esta-
las normas constitucionales adscriptas pueden
blece su posición ante la controversia anteriormente señalada.
tener grados distintos de generalidad4.
También es posible sostener que la concre-
ción tiene la naturaleza del objeto concretado,
cuando es formulada a través de una interpre- modo supremo. Tal interpretación permite ser reconocida como una
tación vinculante. Una definición básica de norma que es concreción inmediata de la norma directamente esta-
esta puede ser la siguiente: la interpretación tuida por el Constituyente, es decir, permite ser reconocida como
que es realizada en el ejercicio de una función
pública y que por ser tal obliga a sus destina-
tarios. En referencia a la Constitución, que es
lo que ahora interesa analizar, su interpreta- * Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Piura.
ción vinculante está en manos del Parlamento, 1 Cfr. GUASTINI, Riccardo. “Disposición vs. Norma”, en POZZOLO, Susanna y
del Poder Judicial, del Poder Ejecutivo y de ESCUDERO, Rafael. Disposición vs. Norma, Palestra, Lima, 2011, pp. 133-156.
todos los órganos constitucionales autónomos 2 ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. Centro de Estudios
a los que se les asigna una función pública de- Constitucionales, Madrid, 1993, pp. 63-73.
3 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Los precedentes vinculantes. Normas consti-
terminada, destacando, entre ellos, el Tribunal
tucionales adscritas formuladas en lenguaje deóntico. Gaceta Jurídica, 2014,
Constitucional (en adelante, TC). pp. 20-21.
Resulta de interés referirse al TC, y recor- 4 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Análisis de las decisiones constituyentes sobre
derechos fundamentales”. En: Revista Sociedad Jurídica, setiembre de 2013,
dar de él su posición de Supremo Intérprete
pp. 56-63.
y controlador de la constitucionalidad5. Cuan- 5 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Análisis de algunas recientes normas procesa-
do el TC interpreta una disposición constitu- les constitucionales creadas por el Tribunal Constitucional”. En: Gaceta Consti-
cional, lo hace vinculantemente y además de tucional. Tomo 37, enero de 2011, pp. 23-25.
28
ESPECIAL
una norma constitucional adscrip- Los precedentes vinculantes mate- reglas de derecho que se des-
ta. Desde aquí es posible sostener rialmente inconstitucionales ofen- prenden directamente del caso
que toda interpretación que de la den a la Constitución. Como tales, pueden ser resumidas en los si-
Constitución formule el TC, es una no se les ha de permitir eficacia; guientes términos: A) (…) Re-
norma, la cual tendrá el rango de la y si es posible invalidarlos, mejor. gla sustancial: Todo tribunal u
norma directamente concretada a la Contra ellos han de proceder las de- órgano colegiado de la Admi-
cual se adscribe y existe adherida a mandas constitucionales que de- nistración Pública tiene la fa-
ella6. Un modo como el TC presen- fienden derechos fundamentales cultad y el deber de preferir la
ta sus interpretaciones de la Consti- (amparo, hábeas corpus y hábeas Constitución e inaplicar una
tución es a través de los preceden- data) para pedir su inaplicación en disposición infraconstitucional
tes vinculantes7. Los precedentes el caso concreto10. No obstante, lo que la vulnera manifiestamen-
vinculantes son normas constitu- deseable es su extirpación del orde- te, bien por la forma, bien por
cionales adscriptas a alguna norma namiento jurídico, lo que se logra el fondo, de conformidad con
constitucional directamente esta- a través de su derogatoria declara- los artículos 38, 51 y 138 de la
tuida. da por el propio TC como Supremo Constitución. Para ello, se de-
Intérprete de la Constitución y por ben observar los siguientes pre-
El precedente vinculante, por ser supuestos: (1) que dicho exa-
ello, supremo creador de normas
norma constitucional que se ads- men de constitucionalidad sea
constitucionales adscriptas.
cribe a una norma constitucio- relevante para resolver la con-
nal directamente estatuida, tendrá A continuación se presenta una troversia planteada dentro de un
siempre el rango constitucional. análisis de una de las normas proceso administrativo; (2) que
Desde un punto de vista formal constitucionales adscriptas creadas la ley cuestionada no sea posi-
será siempre una norma constitu- por el TC en la sentencia al Exp. ble de ser interpretada de con-
cional8. Un análisis material, por el N° 03741-2004-PA/TC, y que con formidad con la Constitución”.
contrario, no siempre dará ese mis- el ropaje de precedente vinculante,
mo resultado. En efecto, el prece- disponía la posibilidad de que de- Desde esta declaración del TC es
dente vinculante como concreción terminadas instancias administra- posible formular la norma constitu-
normativa que es, tiene dos modos tivas pudiesen inaplicar normas cional adscripta siguiente:
de existir: ajustada o desajustada- infraconstitucionales. N50A: Está ordenado que todo
mente a la norma directamente es- tribunal u órgano colegiado
tatuida que concretará. Si se des- I. LA SENTENCIA DEL EXP.
N° 03741-2004-PA/TC Y SU de la Administración Pública
ajusta significará que la niega y al ACLARATORIA inaplique una disposición in-
hacerlo la contradice. De ser este fraconstitucional que vulne-
el caso, el precedente vinculante En esta sentencia el TC formuló a
través de precedentes vinculantes ra manifiestamente la Consti-
como norma constitucional ads- tución. Para ello, se observará
cripta negadora de la norma cons- una serie de normas constituciona-
les adscriptas. Aquí interesa analizar los siguientes presupuestos:
titucional directamente estatuida, (1) que dicho examen de cons-
deberá ser tenida como inconsti- la contenida en el fundamento 50,
en el que el mencionado Tribunal titucionalidad sea relevante
tucional, esta vez desde un punto para resolver la controversia
de vista material. De esta forma, manifestó lo siguiente:
planteada dentro de un proceso
es posible sostener la existencia de “50. Hechas estas precisiones administrativo; (2) que la ley
precedentes vinculantes formal- conceptuales, el Tribunal consi- cuestionada no sea posible de
mente constitucionales y material- dera que, sobre la base de lo ex- ser interpretada de conformi-
mente inconstitucionales9. puesto, en el presente caso, las dad con la Constitución.
6 Salvo sea una concreción no inmediata sino más bien sucesiva de la norma directamente estatuida.
7 Habrá que reconocer que no es el único modo de crear normas constitucionales adscriptas que tiene el TC; otro modo es a través de reglas jurídicas
contenidas en ratio decidendi que no es declarada como precedente vinculante.
8 Ha manifestado el TC de sí mismo: “este es el Intérprete Supremo de la Constitución (…), por lo que no es posible que sus resoluciones sean
inconstitucionales”. STC Exp. Nº 02704–2004–AA/TC, fundamento 2.e.
9 Cfr. BACHOF, Otto. ¿Normas constitucionales inconstitucionales? Palestra editores, Lima, 2008, p. 65 y ss.
10 Cuando se habla de amparo contra normas, estas no se circunscriben a las de rango legal, puede ser interpuesto un amparo para solicitar la inapli-
cación de una norma de rango infralegal y de rango constitucional.
30
ESPECIAL
entre una norma constitucio- infraconstitucional cuando con- necesariamente inconstitucional des-
nal y una norma legal, los jue- sidere que ella vulnera mani- de el punto de vista material. Es de-
ces prefieren la primera. Igual- fiestamente la Constitución, cir, siendo ambas normas contrarias,
mente, prefieren la norma legal sea por la forma o por el fondo. opuestas entre sí, solamente una de
sobre toda otra norma de rango las dos concretó correctamente la
La norma N34 tiene el mismo con-
inferior. Los tribunales u órga- norma constitucional directamen-
tenido pero en sentido contrario al
nos colegiados administrativos te estatuida N138 de la Constitución.
contenido deóntico de N50A. Apli-
que imparten “justicia admi- Esto ha de ser mantenido inclu-
cando el principio según el cual la
nistrativa” con carácter nacio- sive reconociendo en ambas nor-
norma posterior deroga la norma
nal, adscritos al Poder Ejecu- mas el rango constitucional y por
anterior, N50A ha sido derogada12.
tivo y que tengan por finalidad ese motivo reconociendo en am-
Desaparece como norma constitu-
la declaración de derechos bas normas su constitucionalidad
cional adscripta a la norma direc-
fundamentales de los adminis- formal. ¿Cuál de las dos normas ha
tamente estatuida N138, y su lugar
trados, podrán inaplicar leyes de ser tenida como materialmente
es ocupado por la norma N34. La
o reglamentos manifiestamente inconstitucional?
norma directamente estatuida que-
inconstitucionales”.
da, hoy, formulada de la manera A. Concepto de norma ads-
II. LA SENTENCIA DEL EXP. siguiente: cripta materialmente
N° 04293-2012-PA/TC constitucional
N138: Está ordenado a los jue-
Casi ocho años después, el TC pu- ces que en todo proceso, de Para responder a esta pregunta sir-
blica la sentencia al Exp. N° 04293- existir incompatibilidad entre ve la definición que el Prof. Alexy
2012-PA/TC, en cuyo fallo (pun- una norma constitucional y una formula de norma iusfundamental
to 4), decidió dejar sin efecto el norma legal, prefieran la pri- adscripta. Para este reconocido pro-
precedente vinculante contenido en mera. Igualmente, han de pre- fesor alemán, “una norma adscrip-
la norma N50A modificado11. Antes, ferir la norma legal sobre toda ta vale y es una norma de derecho
en el fundamento 34 de la referida otra norma de rango inferior. fundamental si para su adscripción
sentencia, el TC concluyó que: Está prohibido a todo tribunal a una norma de derecho fundamen-
u órgano colegiado de la Ad- tal estatuida directamente es posi-
“34. (…) en ningún caso, los ble dar una fundamentación iusfun-
tribunales administrativos tie- ministración Pública inaplicar
una disposición infraconstitu- damental correcta”13. Con base en
nen la competencia, facultad o esta definición puede ser abraza-
potestad de ejercer tal atribu- cional cuando considere que
ella vulnera manifiestamente da un concepto de norma constitu-
ción [para ejercer el control di- cional adscripta en los términos si-
fuso de constitucionalidad] por la Constitución, sea por la for-
ma o por el fondo. guientes: una norma adscripta vale
lo que corresponde dejar sin y es una norma de derecho consti-
efecto el precedente vinculante III. LA NORMA N50A ES UN CA- tucional, si para su adscripción a
citado” SO DE NORMA CONSTI-
una norma de derecho constitucio-
TUCIONAL INCONSTITU-
Desde estas afirmaciones del TC es CIONAL nal estatuida directamente es posi-
posible concluir la norma constitu- ble dar una fundamentación consti-
Si, como se ha visto, N50A y N34
cional siguiente: tucional correcta.
son normas con un contenido
N34: Está prohibido a todo tri- deóntico contrario entre sí, en- Según esta definición, solamente es-
bunal u órgano colegiado tonces ambas no pueden ser te- tamos ante una norma constitucional
de la Administración Públi- nidas como materialmente cons- adscripta cuando es posible dar una
ca inaplicar una disposición titucionales; una de las dos es justificación constitucional correcta.
11 Así dijo el TC: “Dejar sin efecto el precedente vinculante contenido en la STC Exp. Nº 03741-2004-PA/TC, conforme al cual se autorizaba a todo
tribunal u órgano colegiado de la Administración Pública a inaplicar una disposición infraconstitucional cuando considere que ella vulnera mani-
fiestamente la Constitución, sea por la forma o por el fondo”.
12 Bien vistas las cosas la norma N34 deja sin efecto a la norma N50A antes de su modificación, y no después de ésta. En esta situación concreta no se
genera dificultad alguna en este punto, porque N34 está negando la posibilidad de inaplicar a todos los tribunales de la Administración Pública,
entre ellos también a los tribunales administrativos a los que hacía referencia la norma constitucional aclaratoria.
13 ALEXY, Robert, Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993, p. 71.
Lo cual, como se ha visto antes, no órganos de la Administración Pú- atribuida la facultad de interpretar
es del todo cierto. Toda interpreta- blica tienen atribuido el control di- vinculantemente a la Constitución,
ción que de la Constitución formu- fuso de la constitucionalidad de las porque todo control constitucional
la el TC llega a adherirse (a ads- leyes y reglamentos inconstitucio- exige previamente determinar vin-
cribirse) a la norma constitucional nales. Así, la justificación que pre- culantemente lo que la Constitución
directamente estatuida, indepen- senta el TC para sustentar el prece- ha dispuesto, y eso se logra median-
dientemente de la corrección de su dente vinculante de la norma N50A, te la interpretación constitucional.
fundamentación, salvo se trate de se ha realizado de la mano de los Así, todo controlador es vinculado
una interpretación manifiestamen- artículos constitucionales que en el e intérprete vinculante de la Cons-
te absurda o intolerablemente in- ordenamiento constitucional perua- titución. Pero no se puede reali-
justa. Basta la fuerza de quien la no son el apoyo para reconocer el zar la afirmación inversa. En efec-
ha formulado, en este caso, la del control difuso de constitucionali- to, no todo vinculado o intérprete
Supremo Intérprete y controlador dad: los artículos 38, 51 y 138 de de la Constitución, por esa sola cir-
de la Constitución, para que surja la Constitución15. Por lo demás, el cunstancia se convierte automática-
una norma constitucional adscripta; mismo TC en sentencias posterio- mente en controlador constitucio-
Pero no toda norma constitucional res se ha referido como “control di- nal; para llegar a tener la posición
adscripta relacionada a una norma fuso administrativo” a lo que dice jurídica de controlador, se requie-
constitucional directamente estatui- haberle atribuido a la Administra- re contar con atribuciones propias
da es por ese solo hecho, material- ción Pública en la sentencia al Exp. de control, es decir, con una suer-
mente constitucional, solo será tal N° 03741-2004-AA/TC16. te de energía correctora necesaria
aquella norma constitucional ads- para neutralizar actuaciones del po-
Esta decisión del TC padece de una
cripta justificada con razones co- der público o del poder privado que
serie de deficiencias. Respecto de la
rrectas, una norma constitucional sean contrarias a la Constitución.
Constitución es posible reconocer
adscripta que no lo haga no deja de
varios roles: hay quienes son vincu- El TC confunde estas tres cate-
ser norma adscripta, pero será una
lados, otros intérpretes y algunos gorías y abraza la siguiente con-
materialmente inconstitucional.
son controladores. Los vinculados a clusión: porque la Constitución
De modo que a la pregunta de cuál la Constitución lo somos todos, tan- es norma suprema (artículo 51 de
de las dos normas, si N50A o N34 ha to gobernantes como gobernados, la Constitución), todos estamos
de ser considerada como material- porque la Constitución es norma ju- vinculados a la Constitución (ar-
mente inconstitucional, la respuesta rídica que a todos obliga. Intérpre- tículo 38 de la Constitución); con-
es la siguiente: lo será aquella nor- tes de la Constitución podemos ser- secuentemente, no solo los jueces
ma que se sostiene en razones in- lo también todos, en la medida que judiciales sino también determina-
correctas. En otro lugar tengo desa- todos tenemos la capacidad racio- dos órganos de la Administración
rrollados una serie de argumentos nal para atribuir significados jurídi- Pública pueden controlar la consti-
en contra de la corrección de las ra- cos a las fórmulas lingüísticas que tucionalidad de las leyes y, en ge-
zones que el TC manifestó a favor componen las disposiciones consti- neral, la constitucionalidad de toda
de N50A 14; ahora nos interesa des- tucionales; y esto es así aunque no norma infraconstitucional (artículo
tacar solamente las incorrecciones todos podamos interpretar de modo 138). En torno a esta secuencia ar-
que –a mi modo de ver– son las más vinculante a la Constitución. gumentativa que subyace en el pro-
gruesas. ceder del TC, aparecen las princi-
Por su parte, el que es controlador
pales contradicciones y aporías.
B. Las razones que justifi- de la Constitución lo es porque pre-
can la incorrección en la viamente está vinculado a la Cons- La primera de ellas es la siguiente: si
fundamentación de N50A titución, a la cual precisamente ha la posición de controlador depende
El TC a través de la norma N50A pre- de defender a través de la función de la posición de vinculado a la
tendió establecer, vía preceden- de control constitucional; y ade- Constitución, entonces, serán con-
te vinculante, que determinados más, también de modo previo, tiene troladores de la constitucionalidad
14 CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Administración Pública y control de la constitucionalidad de las leyes: ¿Otro exceso del TC?”. En: Diálogo con la
jurisprudencia. Tomo 98, noviembre de 2006, pp. 31-45.
15 Cfr. Exp. N° 03741-2004-PA/TC, fundamentos 7, 8 y 9.
16 Por todas, véase la sentencia al Exp. N° 00591-2009-PA/TC, fundamento 2; y la sentencia al Exp. Nº 00014-2009-PI/TC, fundamento 24.
32
ESPECIAL
17 Así, es posible sostener que los jueces judiciales, arbitrales y militares, tienen atribuido el control difuso de la constitucionalidad al que alude el
artículo 138 de la Constitución.
18 Por todos, véase los trabajos contenidos en la obra colectica siguiente: CARPIO MARCOS, Edgar y GRANDEZ CASTRO, Pedro. La defensa
de la Constitución por los Tribunales Administrativos. Un debate a propósito de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Palestra edito-
res, Lima, 2007.
19 Como ha dicho el mismo TC en la sentencia que ahora se analiza: “Aunque parezca obvio, la regla del precedente constitucional no puede constituir
una interpretación de una regla o disposición de la Constitución que ofrece múltiples construcciones; en otras palabras, el precedente no es una téc-
nica para imponer determinadas doctrinas u opciones ideológicas o valorativas, todas ellas válidas desde el punto de vista jurídico. Si tal situación
se presenta de modo inevitable, debe ser encarada por el Tribunal a través de su jurisprudencia, en un esfuerzo por crear consensos en determinados
sentidos. El precedente, en estos supuestos, solo aparecerá como resultado de la evolución favorable de la doctrina jurisprudencial del Tribunal en
determinado sentido. Esto último supone que el Tribunal debe abstenerse de intervenir fijando precedentes sobre temas que son más bien polémi-
cos y donde las posiciones valorativas pueden dividir a la opinión pública. Esto implica, por otro lado, una práctica prudente que permite al Tribu-
nal lograr el mayor consenso posible en el uso de esta nueva herramienta, lo cual le permitirá una verdadera potestad normativa, como ya se ha di-
cho”. Exp. N° 03741-2004-PA/TC, fundamento 46.
20 STC Exp. N° 04293-2012-PA/TC, fundamento 32.
21 Ídem, fundamento 33a.
22 Ídem, fundamento 33b.
23 Ídem, fundamento 33c.
24 Ídem, fundamento 34.
34
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
10
Academia de la Magistratura
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
11
Academia de la Magistratura
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN: ALGUNAS NOTAS SOBRE LA ASPIRACIÓN DE
ARTICULAR NUESTROS ORDENAMIENTOS JURÍDICOS ESTATALES CON LO
DISPUESTO EN EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. LA
BÚSQUEDA DE LA CONSTRUCCIÓN DE UN DERECHO COMÚN.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, y tal como ocurrió en otros temas, se va a producir
un importante cambio en el escenario del reconocimiento y tutela de los derechos: ya no
solamente se cuenta con un nivel interno de protección, sino que dicho reconocimiento y
esa tutela se potencia con previsiones en un plano internacional. Ello, como veremos de
inmediato, ha tenido un desarrollo que, tomando como referencia lo existente hasta ese
instante, tuvo connotaciones a todas luces insospechadas.
Ya con algún tiempo transcurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cabe
entonces preguntarse sobre el estado de la cuestión al respecto en un contexto tan
particular como aquel que actualmente se vive en América Latina, en el cual algunos
constatan la existencia de una crisis del Estado (o por lo menos, del modelo de Estado al
cual se aspiraba llegar); y otros, con una esperanza basada en una más o menos
razonable justificación, consideran encontrarse ante la transformación de nuestras
estructuras estatales a un escenario que asumen como cualitativamente mejor.
Es pues sin duda lícito plantearse estas interrogantes en un contexto en el cual se habla
del paso de democracias insuficientes (e incluso inexistentes), a lo que varios reputan
como su real fortalecimiento, y otros entienden como el riesgo de la instrumentalización de
la democracia desde una u otra perspectiva ideológica. Sin duda alguna, dar cabal
respuesta a estas preguntas implicaría una interesante y hasta necesaria toma de posición,
pero ella desafortunadamente sobrepasa los alcances del presente texto. Ahora bien, y sin
que ello implique eludir esta importante discusión, cierto es que, e independientemente de
nuestras perspectivas al respecto, la actual situación latinoamericana pone en debate es
la cabal materialización de un escenario que se ha venido construyendo, y que se ha ido
presentando y asumiendo como ideal.
Ello también va a incidir en cómo se van a conocer y comprender los derechos previstos
en el ordenamiento interno, y los mecanismos (instituciones y procesos) establecidos en
esos mismos ordenamientos para cautelar esos derechos, así como los otros aspectos
recogidos en cada Constitución nacional en particular. Es más, hoy esta dinámica de
Estados cada vez más abierto a sus compromisos internacionales y a las instituciones que
se desarrollan. Su amparo, ya no se queda en una interesante pero insuficiente
interacción, sino que se plantea en una lógica de verdadero diálogo que busca la
construcción de una plataforma común.
Estamos pues ante los efectos de dos fenómenos: el que puede apreciarse más
directamente es el de la internacionalización, convencionalización o desnacionalización del
Derecho (y sobre todo, del Derecho Constitucional, en donde para muchos la soberanía
nacional y la Constitución estatal dejan de ser los últimos parámetros de legitimidad del
ordenamiento interno).
Ahora bien, y de la mano de esta dinámica va otra, menos perceptible en el tema que
vamos a abordar, pero no por ello menos importante. En efecto, también puede producirse
la constitucionalización del Derecho internacional (recepción de un lenguaje constitucional
y elementos constitucionales en la literatura y la práctica internacionalista, como lo
demuestra, por ejemplo, la vocación de algún sector por cierto en una Constitución
europea) 1 . Ambas confluyen en la configuración del Derecho común al cual venimos
haciendo referencia.
1
Coincido aquí con lo señalado por NUÑEZ POBLETE, Manuel- Sobre la doctrina del margen de
apreciación nacional. La experiencia Latinoamericana confrontada y el Thelos Constitucional de una
técnica de adjudicación del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. En NUÑEZ POBLETE,
Manuel y ACOSTA ALVARADO, en Paola Andrea (Coordinadora) - El margen de apreciación en el
Oportuno es anotar que este conjunto de cambios en la comprensión de las cosas es y ha
sido resistida hasta hoy por quienes entienden que ella distorsiona conceptos clave para el
constitucionalismo como el de la supremacía constitucional, la soberanía estatal o el
ilimitado accionar del Poder Constituyente. Confesamos que ello, siendo importante, no
resulta hoy la preocupación central que desarrollaremos en este texto: y es que, en
cualquier caso, la Constitución sigue siendo la norma que en el entorno estatal sustenta la
legitimidad de la actuación de ese mismo Estado en función a ciertos valores, legitimidad
que se sostiene en el reconocimiento de un conjunto de principios, derechos,
procedimientos y competencias.
Esta relevancia del rol constitucional no cambia entonces si la comprensión de ese papel
se realiza en función a pautas voluntariamente asumidas por la decisión soberana de dicho
Estado, decisión que aquí (admitiendo que esto último es más polémico) también se nos
presenta como un consenso generalizado para una cabal vida en comunidad. Como bien
señalara Germán Bidart Campos, estos parámetros, voluntariamente asumidos o
consensuados, incluso pueden operar como límites heterónomos al constituyente futuro.
Son otras las preguntas que aquí queremos responder.
En este último aspecto se han dado cambios importantes que conviene resaltar: y es que
en principio, y de oficio, la labor de control de convencionalidad estaba confiada, dentro de
cada Estado, a sus jueces (zas). Ahora bien, y a partir de Cabrera García y Montiel Flores
c. México (2010) o de Gelman c. Uruguay (2011), y con toda claridad desde la sentencia
de cumplimiento o supervisión de Gelman (2013), la Corte señala que esta labor contralora
corresponde a todos los poderes públicos, en tanto operadores del Derecho. Es una
postura cuyo valor ético y técnico nadie discute, pero que bien puede generar algunos
problemas en su materialización.
2
En el mismo sentido, Castillo Calle, Manuel Arnaldo- El control de convencionalidad: criterios con base
en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En: Gaceta Constitucional Nº 71.
Lima, Gaceta Jurídica, Noviembre 2013, p. 316.
Conviene eso sí, anotar que existen más aspectos en los cuales bien puede apreciarse
esta evolución del control de convencionalidad. En este tenor es también importante
resaltar que en principio no se admitía que esta labor contralora pudiese darse en
abstracto: siempre debería llevarse a cabo en función a problemas generados por una
aplicación del precepto que viene siendo cuestionado. Sin embargo, esta comprensión de
las cosas ha ido variando, acercándose la actual situación a un control abstracto de
convencionalidad, tomándose para ello como referencias o antecedentes lo ya planteado,
incluso antes del formal establecimiento de esta dinámica contralora, en votos singulares
como los de Antonio Cancado Trindade en "Genie Lacayo" (1995) o "El Amparo" (1996), o
de la postura de la Corte en su conjunto desde "Suárez Rosero versus Ecuador" (1997).
Los alcances de esta tarea contralora (de la cual no escapa norma alguna del
ordenamiento jurídico del Estado involucrado) van desde la formulación de interpretaciones
conformes de lo impugnado, para así asegurar su compatibilidad con el parámetro
convencional, hasta la inaplicación o anulación de la normativa o actuación interna
cuestionada.
Finalmente, debe tenerse presente que, ante el eventual alegato de algún Estado en el
sentido de que aplicó correctamente el control de convencionalidad, y en ese tenor, se
alega que a la Corte le corresponde un rol complementario, no le compete pronunciarse
sobre lo ya realizado, debe tenerse presente como la Corte en el caso "Cabrera García y
Montiel Flores", ante la excepción deducida por el Estado mexicano en ese sentido, va a
anotar que si bien no es un Tribunal de cuarto grado o instancia, sí le corresponde verificar
si en los pasos seguidos a nivel interno se violaron o no obligaciones del Estado
provenientes de los instrumentos interamericanos que le otorgan competencia a ese Alto
Tribunal. Importante es anotar por último que, muy a despecho de su actual amplitud y la
lógica expansiva en la cual hoy se desenvuelve el control de convencionalidad, no es la
única alternativa a la cual se acude si se quiere impulsar esta perspectiva tuitiva de
derechos convencionalmente reconocidos.
La evolución de lo inicialmente previsto, y el debate hoy existente sobre el tema que ahora
venimos analizando dentro del Sistema Interamericano ha sido, como bien puede apreciarse,
muy dinámico e importante. Esta preocupación ha sido además desarrollada en un contexto en
donde la Corte interamericana, buscando asegurar el cumplimiento de sus sentencias, ha
pasado a indicar a los Estados que es lo que deben hacer para reparar el daño causado a la (s)
víctimas), dejando así muy poco margen de acción para una eventual intervención estatal en un
sentido distinto.
En lo expuesto, como bien puede comprobarse, no existe coincidencia con lo previsto para las
sentencias del Tribunal de Estrasburgo, a las cuales puede calificárselas como obligatorias más
no ejecutivas, y por ende, con una efectividad en su ejecución que no se respalda en que ese
Tribunal cuente con un Sistema de ejecución forzosa de sus decisiones, sino en las
condiciones internas que cada Estado establezca al respecto, contando con libertad para
3
SAGUÉS, Néstor Pedro- “La modulación constitucional. Manifestaciones en el reciente
constitucionalismo latinoamericano. En: Libro de Ponencias del XI Congreso Iberoamericano de Derecho
Constitucional. Tucumán, 2013.
determinar cómo cumple con el fallo del Tribunal y cómo repara a la víctima 4. Dicho con otras
palabras, la Corte interamericana no solamente tiene incidencia durante el desarrollo del
proceso que debe tramitar, sino también participa directamente en la fase de ejecución de lo
que resuelve.
Esta particular perspectiva manejada por la Corte le ha llevado a construir una dinámica de
supervisión de sus propias sentencias, puesta en vigencia desde el 1 de junio de 2001 frente a
cinco pronunciamientos suyos en los cuales se había condenado al Estado peruano, los cuales
son a saber Castillo Páez, Loayza Tamayo, Castillo Petruzzi y Otros, Baruch Ivcher y Tribunal
Constitucional. Como es de esperarse la Corte ha justificado el desarrollo de esta competencia
en, de un lado, una interpretación sistemática de varios preceptos de la Convención, ya que no
existe en el Pacto de San José artículo alguno que expresamente le asigne a la Corte la
posibilidad de supervisar el cumplimiento de sus sentencias; y de otro, la naturaleza de los
casos que en ese momento debía resolver este importante colegiado.
Expliquemos con algo más de detalle los alcances de estas últimas afirmaciones: y es que en
primer término, y ante la ausencia de artículos que expresamente le otorguen esa competencia,
la Corte interamericana ha justificado su actuación en la invocación (por separado o en
conjunto) de lo dispuesto en diversas disposiciones de la Convención, entre las cuales
destacan el reconocimiento de su carácter de órgano protector de los Derechos Humanos
(artículo 33), su competencia obligatoria general (artículo 62.1) , su competencia especial para
interpretar y aplicar la Convención (artículo 62.3), y, sobre todo, en su responsabilidad de
presentar a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos un informe en el
cual debe señalar los casos en los cuales un Estado no ha dado cumplimiento a sus fallos
(artículo 65).
Debe aquí tenerse presente que en estos casos estamos ante una regla de aplicación del
Derecho, vinculada al margen con que cuentan las autoridades estatales para adaptar las
obligaciones internacionalmente establecidas o explicitadas a su propia realidad; y no frente a
una regla de interpretación o para la interpretación de lo resuelto, alternativa más bien
relacionada con un ámbito de flexibilidad normativa, una zona o espacio dentro del cual los
Estados cuentan con libertad de acción para limitar el ejercicio de los derechos de sus
ciudadanos sin que puedan ser sancionados por ello. Un buen ejemplo de esta posible
modulación o flexibilización, con todos sus riesgos, son las previsiones de la Ley peruana
27775, materia a la cual nos referiremos posteriormente.
6
Ver al respecto, entre otros, MOSQUERA MONELOS, Susana- Op.Cit.,p. 341-342.
Necesario es anotar que la conformación de esta doctrina ha tenido críticas y críticos en el
mismo contexto europeo. Así, García Roca, entre otros destacados autores, ha destacado el
origen poco claro de la misma; la ausencia de mención y debate sobre sus alcances en los
trabajos preparatorios de la normativa que hoy compone el sistema Europeo; su débil
configuración, la cual permite aplicaciones variadas y hasta contradictorias de lo que puede
abarcar, así como una discrecionalidad en su comprensión que ya linda con la arbitrariedad; o
la falta de sistematización de sus diferentes componentes 7. Coincidiendo en que dicha doctrina
tiene todas estas debilidades, y por ende resulta más confiable recurrir a alternativas como las
audiencias y sentencias de siguiente o cumplimiento, cierto es también que el margen de
apreciación de dos Estados no solamente ha sido invocada en reiteradas oportunidades en el
sistema Europeo, sino que hoy algunos abogan por su aplicación en el Sistema Interamericano,
y otros inclusive hacen referencia a casos donde esta aplicación ya se habría realizado.
Para que puedan tenerse suficientes elementos de juicio sobre la pertinencia de invocar esta
doctrina en el sistema Interamericano (con su consiguiente aplicación por estados como el
peruano) conviene entonces presentar siquiera puntualmente los alcances de dicha postura
doctrinaria. En ese contexto, primero cabe señalar que el margen de apreciación de los
Estados, tanto en su faceta sustantiva como en la estructural 8, tiende a identificarse como el
ámbito de deferencia que los órganos internacionales debieran reconocer a las entidades
legislativas judiciales y administrativas nacionales para que éstas últimas puedan cumplir con
las obligaciones que se derivan de los instrumentos internacionales de Derechos humanos 9.
Lo recientemente expuesto implica dar en Europa un margen de acción a los Estados para, por
citar los casos más frecuentes, dichos Estados puedan apreciar las circunstancias materiales
que ameritan la aplicación de medidas excepcionales en situaciones de emergencia; limitar el
ejercicio de algunos de los derechos reconocidos en los instrumentos internacionales con el
objeto de resguardar otros derechos o los intereses de la comunidad; definir el contenido de los
derechos y determinar el modo en que estos derechos se desarrollan en el ordenamiento
interno de su Estado en particular. Incluso puede decirse que facilitaría la actuación estatal en
la determinación del sentido del Derecho nacional y en la definición del modo en que se
7
Ver al respecto, GARCIA ROCA, Javier - La muy discrecional doctrina del margen de apreciación
nacional según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En: Teoría y Realidad Constitucional Nº 20.
Madrid, UNED,2007,p.117 y ss Es más, y como anota el mismo García Roca en otro de sus trabajos, la
misma naturaleza procesal del margen de apreciación de los Estados n es clara, acercándose más bien
a un principio ordenador del proceso (con un alcance material y no formal), un argumento consustancial
de cuyos derechos contenidos en el tratado internacional. Ver al respecto GARCIA ROCA, Javier. el
margen de apreciación en la interpretación del Convenio Europeo de Derechos Humanos; entre
soberanía e integración. Navarra, Cívitas - Thomson que hoy compone el sistema Europeo;sub Rentado
2010; p. 219-244.
8
Se hace aquí referencia a denominaciones explicadas entre otros por Letsas. La faceta sustantiva de
esta doctrina está vinculada a constatar la necesidad de un discernimiento entre libertades individuales y
objetivos colectivos. Su faceta estructural se encuentra relacionada con la intensidad del escrutinio de los
Tribunales internacionales sobre la actividad de los órganos nacionales. Conviene revisar entonces
LETSAS, George - A Theory of Interpretatio of the European Conventions of Human Rights. Oxford,
Ocford University Press, 2007,p. 80 y ss
9
En ese mismo sentido, NUPEZ POBLETE, Manuel-Op.Cit, p.5
cumplirá una resolución emitida por un órgano internacional responsable de la supervisión de
un tratado.
Bajo estos parámetros es que encontramos un frecuente uso del margen de apreciación de los
Estados en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, aunque con especial
incidencia en temas como el de revisión de medidas relacionadas a derechos como la libertad y
seguridad individual (recogidos en el artículo 5 del Convenio Europeo); el debido proceso
(artículo 6); la intimidad (artículo 8); la libertad de pensamiento, conciencia y religión (artículo
9); la libertad de expresión (artículo 10); o las libertades de asociación y reunión (artículo 11).
Justo es anotar como también en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea
puede encontrarse la aplicación de pautas que cabe entender como muy cercanas al margen
de apreciación.
En ese sentido se encuentran, por solamente citar unos casos, donde el ya antiguo Henn y
Darby (1979), varios otros, entre los cuales bien puede destacarse a "Sindar" (1999); "Haim"
(2000); Ferring (2002); Schmidberger (2003) ; Omega (2004) o Karner (2004).
Se cuenta entonces ya con algunos elementos de juicio para responder si corresponde invocar
y aplicar la doctrina del margen de apreciación de los Estados en un contexto como el del
Sistema Interamericana. Debe aquí anotar como algunos autores rechazan la conveniencia de
su aplicación en el Sistema interamericano y hasta se felicitan del poco desarrollo de esta
posición en nuestros países 10 ; y otros, partiendo de anotar que no se trata de una doctrina
expresamente recogida en la Convención Americana, concluyen que el margen de apreciación
no debería invocar o solamente debería ser invocado con mucha precaución 11.
Ahora bien, cierto es que en el sistema interamericano puede, incluso a nivel de admisibilidad
de los casos encontrarse pronunciamientos cuyo sustento bien podría involucrar una aplicación
de consideraciones por lo menos similares a las que en Europa han permitido sustentar la
doctrina del margen de apreciación de los Estados. Ello podría decirse de lo resuelto, sobre
todo en materias tan sensibles como las de la restricción de visitas íntimas alegándose
intolerancia frente a la homosexualidad (caso Álvarez Giraldo, de 1999); las técnicas de
10
En ese sentido, entre otros CACADO TRINDADE, Antonio - El Derecho Internacional de los Derechos
Humanos en el siglo XXI. Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2da.ed., 2006, p. 389 y ss. Básicamente
los detractores de esta postura alegan que la misma facilitaría que nuestros Estados incumplan lo
previsto por la Corte, y lo recogido en la convención y demás instrumentos de protección de derechos
propios del Sistema interamericano.
11
En esa línea se encuentra, por ejemplo, FAUNDEZ, Héctor-El sistema Interamericano de protección de
los Derechos Humanos. Aspectos institucionales y procesales. San José, Instituto Iberoamericano de
Derechos Humanos, 3era ed., 2004, sobre todo p. 57.
fertilización artificial (caso Sánchez Villalobos, de 2004); y la pornografía y la protección de los
menores y la moral pública mediante prácticas que muchos denominan de censura de revistas
(caso Chávez Carbonero, de 2005).
Debe asimismo tenerse presente que muchos ya alegan se ha dado la aplicación del margen
de apreciación de los Estados en nuestro Sistema Interamericano en función a lo resuelto en el
caso Efraín Ríos Montt (1993); y se discute la pertinencia de su invocación en casos ante la
Comisión como, entre otros el Cristian White y Garry Potter (por Baby Boy) "de 1981;
Statehood Roach y Jay Pinkerton c. Estados Unidos (1987); Bomchil y Ferraro (1988); Andrés
Aylwin y otros c. Chile (1999); Vásquez Vejarano c. Perú (2000); o Solidarity Comnitte c.
Estados Unidos (2003).
Puede además agregarse que como señalan los defensores de la inclusión de esta doctrina en
el Sistema interamericano 12, que existirían hasta seis espacios en la jurisprudencia de la Corte
interamericana en donde de cierta forma ya se ha aplicada esta polémica doctrina.
• La regulación de los derechos no reconocidos en la Convención (se alega que ese sería
el razonamiento seguido en los casos Dacosta Cadogan c. Barbados, del año 2009; o
"Atala y Niñas c. Chile", del año 2012).
12
En esta línea ver lo reseñado por NUÑEZ POBLETE, Manuel - Op. Cit., p. 22 y ss.
• El cumplimiento de las sentencias (en ese sentido se argumenta que se encontraría la
resolución del 29 de junio de 2005, sobre supervisión de cumplimiento de sentencias,
entre otros múltiples pronunciamientos de la Corte.
Ahora bien, y aun asumiendo, como lo señalan los propulsores de la aplicación de la doctrina
del margen de apreciación de los Estados en el Sistema Interamericano, resulta necesario
anotar las ostensibles resistencias existentes en nuestra Corte de San José para aceptar lo que
es una consecuencia lógica de la aplicación de esta doctrina: la admisión de que, en
determinadas circunstancias, las autoridades nacionales pueden definir mejor si una actividad
efectuada o una normativa vigente en sus respectivos Estados es o no conforme con lo
recogido en la Convención Americana de Derechos Humanos.
Medidas de satisfacción: Son aquellas mediante las cuales se busca revertir el perjuicio
ocasionado por el incumplimiento por parte del Estado de las obligaciones que tiene de
respetar y garantizar los derechos recogidos en la Convención. Son algunas de las medidas de
satisfacción invocables la publicación de las sentencias o el reconocimiento público de
responsabilidad, entre otras.
Medidas de rehabilitación: Son aquellas mediante las cuales se concede asistencia médica y
psicológica gratuita e inmediata a las víctimas de violaciones a sus derechos. Son algunas de
las medidas de rehabilitación invocables la entrega de medicamentos o la prestación de
medicamentos o la prestación de tratamientos especializados, entre otras Medidas de
restitución: Son aquellas mediante las cuales se intenta volver a la situación existente antes de
producirse la violación de los derechos de la (s) victima(s). Dentro de estas medidas puede
incluirse al pago de indemnizaciones el pago de costas, el reintegro de gastos, la anulación de
antecedentes judiciales y la entrega de la información solicitada.
Medidas de no repetición: Son aquellas mediante las cuales se busca evitar que se siga dando
el contexto violatorio de los derechos. Están dentro de las medidas de no repetición la
capacitación de funcionarios públicos y la adecuación de la normativa interna del Estado
condenado a los parámetros establecidos en la Convención o que se desprenden de ella.
Esta alternativa, la de tener prevista la formulación de reparaciones que pueden incluir diversos
aspectos, cuenta sin duda con una serie de ventajas. En términos de la configuración de un
Derecho común, sin duda ayuda contar con una resolución que especifica todos sus extremos,
pues así no existe margen de error frente a lo que se quiere obtener, y quedan plenamente
explicitado los alcances que se les da a las disposiciones de la Convención, así como la
convencionalidad o no convencionalidad de una norma o una situación en particular. Ahora
bien, justo es anotar que, precisamente por la diversidad de aspecto que dentro de este modelo
puede incluir una resolución de la Corte, su cumplimiento también puede tener algunas
dificultades.
Y es que bien puede alegarse que en varios casos las medidas planteadas no son fáciles de
cumplir, ya sea por motivos fácticos (no es fácil ubicar restos humanos perdidos durante largo
tiempo, por ejemplo), o por consideraciones políticas o sociales internas que pueden generarse
en mérito a lo resuelto en algún caso en particular (por creerse que, con razón o sin ella, lo
resuelto por la Corte puede producir eventuales y hasta poco deseables fricciones).
No puede negarse la validez de estas aseveraciones en algunos casos. Sin embargo, ello tiene
más que ver con la prudencia y la previsión de consecuencia de los juzgadores (as) a la hora
de resolver. Y es que justo es anotar que estas alegaciones, venidas por parte del Estado, en la
mayoría de los casos, no cuentan con asidero suficiente, buscando con ello más bien eludir el
cumplimiento de lo prescrito por la Corte.
Son pues estos los instrumentos con los que cuenta la Corte para hacer cumplir sus fallos, y
apuntalar la construcción de un Derecho común. Veremos entonces ahora como todos esos
elementos han actuado en un caso concreto, el peruano; y si en ese caso en particular han
permitido abstener tal loables objetivos.
Buena parte de lo ya señalado hasta aquí es indudablemente invocable para analizar lo que
sucede en el Perú. Sin embargo, oportuno es anotar como en el escenario peruano se
presentan algunos aspectos muy propios que merecen un especial análisis. Y es que luego de
aprobar una Constitución como la de 1979, con un amplio catálogo de Derechos
fundamentales, el reconocimiento de la titularidad de esos derechos a las personas jurídicas, y
una clara vocación por promover algún nivel de articulación entre la tutela interna y la
protección internacional de los derechos, lamentablemente la realidad peruana se proyectó por
derroteros que llevaron a resultados diametralmente distintos a los originalmente buscados.
Ahora bien, el Perú, y ya a fines de los setenta del siglo pasado, entra también en la dinámica
democratizadora que se vivió en buen parte de Iberoamérica. La protesta social y la crisis
económica generada con el cambio del precio del petróleo obligaron al gobierno militar de
aquel entonces a admitir la realización de una Asamblea Constituyente y plasmar un
cronograma de devolución del poder a la civilidad, de la mano de un nuevo texto constitucional,
el de 1979.
Ahora bien, en la década de los 80, el Perú muy desafortunadamente fue durante tres años
seguidos el Estado con más detenidos - desaparecidos del mundo, sin que ello haya ido
acompañado por una percepción ciudadana de haberse sancionado a todos (as) responsables
de estos actos. Y por si ello no fuese suficiente, durante la década de los noventa el Perú fue el
Estado con más condenas ante la Corte y más recomendaciones de la Comisión
Interamericana. Pasaré entonces a reseñar cuáles son las razones que creo justifican ese
desajuste entre lo planteado en la Constitución de 1979 y lo sucedido luego, muy a despecho
de los previsto en ese contexto constitucional.
Veamos entonces con algún mayor detalle lo señalado. En la Constitución de 1979, es que si
hablamos que esa Constitución tenía una real vocación normativa, con protección de la
supremacía constitucional, y, sobre todo, con tutela de los derechos, puede rápidamente
constatarse como allí se establecieron una mayor cantidad de medios específicamente
previstos para la tutela de diversos aspectos de la supremacía constitucional. Hasta ese
momento solamente se tenía previsto al proceso de Hábeas Corpus (en líneas generales muy
restrictivamente utilizado en su rol de defensa de la libertad personal; y, salvo con honrosas
excepciones, sistemáticamente denegado si a través de él se buscaba proteger otros
elementos de la Constitución peruana) y al proceso de Acción Popular (medio procesal
destinado a evaluar en abstracto la constitucionalidad de normas de alcance general con un
rango inferior al de la Ley). La Acción Popular en los hechos casi nunca fue empleada antes de
1979, alegándose la ausencia de una reglamentación para su ejercicio 13.
13
En rigor, recién en la década de los sesenta se dictó una ley destinada a regular el ejercicio de este
proceso constitucional, pero la irrupción de un gobierno militar hizo imposible la materialización de esta
norma. Habría que en los hechos esperar hasta la dación del Código Procesal Constitucional para
encontrar una regulación más completa de este medio procesal, el cual hasta hoy es muy poco utilizado.
Es a partir de la Constitución de 1979 que se instituyó el proceso de inconstitucionalidad como
mecanismo de control abstracto de las leyes y demás normas con rango de ley; y, en lo que es
tal vez más importante para efectos del presente trabajo, se configuró el proceso de Amparo
para la protección de todos aquellos derechos fundamentales que no eran pasibles de ser
tutelados mediante Hábeas Corpus, reservado para la libertad personal y los derechos que le
sean conexas.
Luego de ello, la redacción original del Código de Procedimientos Penales de 1940 dejaba
abierta la posibilidad de establecer un “Hábeas Corpus Civil”, que indudablemente era un
antecesor del actual proceso de Amparo. Sin embargo, ello fue muy pronto dejado de lado. El
control difuso, por su parte, establecido en el Título Preliminar del Código Civil de 1936,
tampoco fue utilizado con frecuencia, pues se alegó, entre otros argumentos, que su inclusión
en el Código Civil de la época únicamente admitía su aplicación en procesos civiles, argumento
cuya debilidad nos libera de mayores comentarios.
Formalmente el juez(a) ordinario(a) también podía en esa época ejercer control abstracto de
algunas normas, más no de leyes, sino de normas de carácter general con rango inferior a la
Ley, mediante el aquí ya mencionado Proceso de Acción Popular. Sin embargo, la práctica
concreta demostró curiosamente la falta de popularidad de la denominada Acción Popular,
pues si bien su existencia fue establecida en la Constitución de 1933, su ejercicio no llegó a
materializarse en los hechos, alegándose para ello, tal como aquí ya se adelantó, que el trámite
de este medio procesal no había sido previsto, al no haberse dictado la norma de desarrollo
correspondiente (en rigor, si llegó a dictarse una Ley de Acción Popular, pero ésta, luego de
que las Fuerzas Armadas asumieran plenos poderes, fue puesta en suspenso en 1963).
Pocos mecanismos previstos, pero también, poca disposición jurisdiccional para consolidar una
labor garantista al respecto, salvo honrosas excepciones. En ese escenario, el crecimiento de
la lista de Derechos Fundamentales recogida en la Carta de 1979, y el aumento de los medios
procesales establecidos para la tutela de diversos aspectos de la supremacía constitucional, se
enfrentaba a la gran desconfianza que tenían los(as) constituyentes de 1978-1979 en la labor
garantista que podía asumirse desde el Poder Judicial peruano. De allí que, sin mucho
conocimiento del tema, se proceda a la creación de un Tribunal Constitucional, denominado en
aquel entonces Tribunal de Garantías Constitucionales.
A su vez, el Poder Judicial veía en primer y en segundo grado o instancia las demandas de
Amparo y Hábeas Corpus; mantenía bajo su control las Acciones Populares; y, además, seguía
contando con la posibilidad de que cualquiera de sus jueces pudiese ejercer control difuso.
La genuina preocupación del constituyente de 1978-1979 por asegurar una plena vigencia de
los derechos exploró entonces también otros escenarios. Es pues en ese sentido que la
Constitución de 1979 no solamente asume una clara postura monista 14 , sino que además
señaló en su artículo 105 que los tratados sobre Derechos Humanos tenían rango
constitucional, y ratificaba constitucionalmente la vigencia del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, la Convención Americana de Derechos Humanos (habilitando la
competencia de la Corte y la Comisión Interamericana) y el Convenio 151 de la OIT.
14
Eso era lo claramente establecido en el artículo 101 de la Constitución peruana de 1979.
Allí, por un lado, se abre la puerta para poder usar el Hábeas Corpus para pronunciarse sobre
situaciones que van bastante más allá de una detención arbitraria; y de otro, pasaba a recoger
un Amparo alternativo (y no residual o subsidiario), pasible de tutelar frente a actos u
omisiones, habilitado para ejercerse contra resoluciones judiciales (en clave de tesis admisoria
moderada, y sin descartar la posibilidad de recurrir al Amparo contra Amparo), e invocable para
defender a todos los Derechos Fundamentales no protegidos mediante Hábeas Corpus,
incluyendo a aquellos que puedan deducirse de la cláusula de derechos implícitos.
Sin embargo, estos loables esfuerzos fueron manifiestamente insuficientes frente al difícil
contexto que les tocó enfrentar, el cual desafortunadamente agudizó las deficiencias existentes
en el diseño de diversos elementos en las propuestas que acabamos de reseñar.
2.3 Los desencuentros entre las alternativas planteadas y la realidad con las cuales les
tocó enfrentarse.
Lamentablemente, al mismo tiempo en que se hacían los esfuerzos por volver a la democracia
en el Perú, se había ido configurando la organización de dos agrupaciones terroristas que
desafortunadamente van a causar un daño terrible a la todavía frágil institucionalidad peruana,
tanto por los execrables delitos que cometieron estos grupos como por los injustificables
excesos que se dieron desde algunos funcionarios(as) y entidades estatales invocando actuar
para desbaratar el fenómeno subversivo existente.
15
En este sentido se emitieron pronunciamientos como los efectuados por el entonces juez (y hoy
magistrado de la Corte Suprema y ex Presidente del Poder Judicial) César San Martín Castro en los
casos “Monzón” y “Mondet”. En el primero de los dos procesos mencionados, el motivo de la detención
(lesiones seguidas de muerte como consecuencia de un pleito de dos personas en estado de ebriedad)
nada tenía que ver con la motivación de la declaración de Estados de Excepción (terrorismo). En el
segundo, si bien la detención del sacerdote Mondet se hizo en base a una imputación de terrorismo, la
Sin embargo, y muy a despecho de esfuerzos en sentido contrario, tal como aquí ya se había
anotado, durante la década de los ochenta el Perú tuvo por tres años consecutivos el triste
récord de ser el Estado con más detenidos-desaparecidos a nivel mundial.
De otro lado, el uso del Amparo alternativo, en un escenario en el cual los medios ordinarios de
protección de derechos no se habían adecuado a los nuevos requerimientos del Estado
Constitucional (contencioso administrativo de nulidad y no de plena jurisdicción; procesos
civiles y penales imbuidos de una lógica dispositiva, además de alejados de un diseño acorde
con lo planteado por la moderna ciencia procesal) llevó a un uso abusivo y distorsionado de
este medio procesal, a una verdadera “ordinarización” del Amparo, que acababa con su
carácter de medio de tutela urgente para situaciones que así la requieren, o que le arriesgaba a
caer en manos de un tratamiento disímil a pretensiones idénticas, en función al juzgador(a)
competente para pronunciarse , que a veces declaraba fundada la demanda, y en otras
ocasiones improcedente, por considerar que el Amparo no era la vía idónea para atender esta
pretensión.
El contexto antes descrito llevó por otro lado a que una interpretación judicial muy formalista se
apropiase no solamente de los pronunciamientos de la judicatura ordinaria, sino también de lo
señalado por el Tribunal de Garantías Constitucionales, que solamente en raras ocasiones hizo
referencia a lo plasmado al respecto en los tratados de Derechos Humanos ratificados por el
Perú, y en contadas oportunidades ejercía su labor casatoria sobre las resoluciones judiciales
puestas en su conocimiento (únicamente se casaron 2 de los 64 sentencias de Hábeas Corpus
y unas 70 de las más de 300 sentencias de Amparo que llegaron a este colegiado). Esto tuvo el
agraviante de que, al recurrirse en todos los supuestos a una casación con reenvío, los
enfrentamientos entre el Tribunal y la Corte Suprema de aquel entonces fueron bastante
notorios 16.
misma que motivó la declaración del Estado de Excepción entonces vigente, no había mayor proporción
entre la magnitud de la imputación formulada y la medida tomada al respecto.
En ambos pronunciamientos se dejó de lado una comprensión literal de un artículo de la Ley de Hábeas
Corpus entonces vigente para, basándose en lo dispuesto en las Opiniones Consultivas ocho y nueve de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sustentar el análisis sobre la razonabilidad (en el caso
Monzón) y la proporcionalidad (en el caso Mondet) de las medidas concretas tomadas al amparo de una
declaratoria de un Estado de Excepción cuya constitucionalidad y legalidad por cierto no se discute.
Nuestra explicación más detallada sobre lo allí sucedido está en ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy.
“Razonabilidad, proporcionalidad y necesidad en la resolución de Hábeas Corpus en los Estados de
Excepción: el caso peruano”. En: Derecho y Sociedad. N° 10/11. Lima, Pontificia Universidad Católica
del Perú, 1995 (N°10) y 1996(N°11).
16
Una explicación detallada de lo ocurrido en esa época, y de nuestra opinión al respecto, se encuentra
en ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy- El tratamiento… Op.cit.
Entrando aquí en una puntual mención de lo ocurrido, la salida fáctica a este problema distó mucho de
ser satisfactoria: Téngase presente que el entonces existente Tribunal de Garantías Constitucionales
contaba con nueve miembros, tres de los cuales eran elegidos por la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia de la República. Progresivamente quienes fueron elegidos por la judicatura ordinaria se negaron
a casar las sentencias de Hábeas Corpus y Amparo puestas en su conocimiento, con lo cual, al
Se completa el cuadro teniendo presente cual era el tratamiento dado a los tratados sobre
Derechos Humanos en ese contexto. De un lado, el Estado era bastante generoso con la
ratificación de estos instrumentos, pero luego en la práctica hacía muy poco por cumplirlos. Los
mismos pronunciamientos de los (as) jueces (zas) ordinarios(as) en la mayoría de los casos
ignoraban lo dispuesto en estos instrumentos normativos.
3.1 La comprensión original del texto como elemento a tomar en cuenta si se trata de
abordar lo referido a la tutela de los derechos
Los problemas generados por la subversión, la inadecuada respuesta estatal a este fenómeno,
y la crisis económica existente en la segunda mitad de la década de los ochenta y sus secuelas
(el Perú vivió la tercera hiperinflación más alta de la historia a nivel mundial) llevó a una
situación social y política en la cual, máxime si estamos ante una sociedad débil en términos
institucionales y poco familiarizada con prácticas democráticas, pronto ganaron predicamento
discursos vinculados con la concentración del poder y la justificación de una “mano dura”,
considerada por muchos como poco respetuosa de la plena vigencia de los derechos.
En este escenario es que en abril de 1992 el gobierno de aquel entonces asume plenos
poderes, disolviendo el Congreso de la República, destituyendo a la gran mayoría de los(as)
altos(as) funcionarios(as) públicos de la época (y entre ellos, a prácticamente toda la Corte
Suprema, y a todos los entonces magistrados del Tribunal de Garantías Constitucionales).
requerirse mayoría calificada para emitir pronunciamiento, no solamente se casaron pocas sentencias
emitidas por la Corte Suprema, sino que hubieron muchos casos en los cuales, ante la falta de mayoría
calificada exigida para pronunciarse en uno u otro sentido, no llegó a expresarse criterio vinculante del
Tribunal de Garantías Constitucional en sentido alguno.
Como bien puede imaginarse, pocas cosas mellaron tanto la credibilidad del Tribunal de Garantías
Constitucionales como que la ciudadanía acuda a él, y en muchos casos no encuentre respuesta
vinculante alguna del colegiado a sus requerimientos. Recomendamos también revisar al respecto lo
señalado por VALLE RIESTRA, Javier- Op. Cit.; EGUIGUREN, Francisco- Op. Cit., entre otros.
Yendo entonces a lo planteado en la Carta de 1993 en lo referido al reconocimiento y tutela de
derechos, de primera impresión podemos encontrar algunas interesantes incorporaciones ante
lo anteriormente existente. Así, por ejemplo, se reconoce la existencia de los procesos
constitucionales de Hábeas Data y Cumplimiento (cuya real naturaleza, a pesar de haber sido
ratificada por el Tribunal Constitucional en el caso “Maximiliano Villanueva Villaverde”, no
parece en rigor corresponder a la de un proceso constitucional 17), además de los procesos
competenciales.
Por otra parte, ya se habla con propiedad de un Tribunal Constitucional, y sus competencias se
encuentran mejor delimitadas que las de su antecesor, manteniéndose eso si un modelo mixto,
dual o paralelo, en donde el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional comparten
responsabilidades de interpretación vinculante y control de constitucionalidad, aunque dentro
de un nuevo marco en el cual la judicatura ordinaria conoce en primer y segundo grado o
instancia las demandas de Hábeas Corpus, Amparo, Hábeas Data y Cumplimiento; y además,
sigue contando con el proceso de Acción Popular, y el ejercicio del control difuso.
17
Y es que cuando hablamos de un proceso constitucional en puridad no referimos a un medio procesal
especial, específico y supuestamente expeditivo destinado a tutelar algún aspecto de la supremacía
constitucional. El proceso de cumplimiento en cambio busca tutelar los derechos ciudadanos frente al
incumplimiento por parte de la Administración (tanto a nivel de la inactividad formal como en el plano de
la inactividad material) de aquellas obligaciones que legal o administrativamente se le habían asignado.
Lo expuesto llevó a que muchos consideremos que aquí, antes que un proceso constitucional, lo que se
tenía en puridad era un medio procesal “constitucionalizado”. Sin embargo, el Tribunal Constitucional
peruano, en la sentencia emitida frente al caso “Maximiliano Villanueva Villaverde”, va a alegar que el
proceso de Cumplimiento en puridad tutelaba el derecho fundamental implícito a la constitucionalidad de
los actos legislativos y a la legalidad de los actos administrativos, derechos cuyo contenido no precisa, y
cuya vigencia sustentaba en la aplicación concordada de diversos artículos de la Carta de 1993. Ahora
bien, una siquiera somera revisión de esos preceptos no permite en puridad sustentar la conclusión
sostenida por el Tribunal. Nuestra posición al respecto se desarrolla con detalle en “Precedente
constitucionales en el Perú: surgimiento, uso, evolución, retos y riesgos”. En: AAVV. El precedente
constitucional vinculante en el Perú. Arequipa. Adrus, 2009.
Sin embargo, y junto a estos aciertos, se presentan otros elementos, algunos de los cuales
resultan de por sí sumamente preocupantes. En primer lugar, se consigna una lista más
pequeña de derechos, aunque ello se alega puede compensarse con la subsistencia de una
cláusula de derechos implícitos, o, en cualquier caso, tomando en cuenta el carácter residual
de esa cláusula, recurriendo a una interpretación favor libertatis de lo ya explícitamente
recogido. En segundo término, ya no se reconoce expresamente que las personas jurídicas
pueden ser titulares de derechos Fundamentales. Además de ello, el tratamiento dado
explícitamente a los derechos que consigna es bastante menos tuitivo a lo otorgado en la
Constitución de 1979, procediéndose incluso a, muy a despecho de una progresividad prevista
como principio básico en el desarrollo normativo de los derechos, aumentar las causales de
pena de muerte, lo cual bien pudo haber ocasionado una condena al Estado peruano en el
Sistema Interamericano de protección de derechos. 18
Al inicio del siglo veintiuno el Perú se había entonces, en síntesis, dejando de lado un
escenario anterior, sin entrar a analizar si la propuesta que hasta ese entonces se había
buscado materializar era realmente viable, o si solamente nos encontrábamos ante actuaciones
inadecuadas que complicaban la plasmación de un plausible ideal. Aquello fue sustituido por
una situación que muchos consideraban como de abierta desprotección de los Derechos
Fundamentales en el ámbito interno, y de sostenido incumplimiento de los compromisos
asumidos a nivel internacional en relación con el reconocimiento y tutela de los derechos.
Ahora bien, luego este estado de cosas, como podremos ver, se ha modificado en buena
medida, aunque todavía quedan muchos temas por resolver y enfrentar.
3.2 Un escenario distinto a partir del siglo veintiuno, sus luces y sus sombras
La aprobación del Código Procesal Constitucional, norma mediante la cual se desarrollan las
pautas a seguir en el trámite de los diferentes procesos constitucionales actualmente vigentes
en el Perú ha sido, sin duda alguna, otro hito importante en el tratamiento del tema que ahora
nos ocupa. El Código en cuestión busca, por ejemplo, revertir esa situación de “ordinarización
del Amparo”. Y es que en la medida que el Amparo era alternativo (ante la violación de un
derecho fundamental distinto a la libertad personal podría optarse por la interposición de la vía
judicial ordinaria o por la vía del Amparo), muchas controversias que en rigor debían seguirse
por una vía judicial ordinaria van a ser tramitadas por la vía de un proceso de tutela vigente
como el Amparo.
A ello fue lo que se denominaría (ordinarización del Amparo" que se habría venido presentando
a lo largo de los años, aunque, por cierto, con muy poco éxito frente a temas políticamente
sensibles durante la década de los noventa. Es en ese contexto que se entienden las
precisiones hechas sobre las causales de improcedencia del Amparo (comunes también a los
otros procesos constitucionales de la libertad recogidos en el ordenamiento jurídico),
precisiones entre las cuales destaca el paso a un Amparo subsidiario o residual, y la concreción
19
Ivcher Bronstein, ciudadano israelí que había tomado nacionalidad peruana, fue despojado de esta
nacionalidad mediante una resolución Directoral que la Corte Interamericana consideró contraria a la
Convención. Esta pérdida de la nacionalidad peruana impedía además que Ivcher Bronstein siguiera
siendo accionista mayoritario del canal de señal abierta “Frecuencia Latina”, ya que la normativa vigente
sobre el particular impedía que alguien que no tuviese nacionalidad peruana fuese accionista
(mayoritario o minoritario) de empresas propietarias de un canal de televisión.
20
En este sentido la STC 0024-2010-PI/TC, del 21 de marzo de 2011, donde en sus fundamentos
jurídicos 74 al 78 el Tribunal Constitucional hizo referencia al deber de la judicatura ordinaria de aplicar
control de convencionalidad sobre la resolución legislativa número 27998. También puede invocarse lo
resuelto en la STC 05427-2009-PC/TC (caso Aidesep), sobre todo en su fundamento 26.
del ámbito de acción de estos procesos al contenido constitucionalmente protegido de los
mismos 21.
Y es que en ese escenario el fenómeno a resaltar era más bien el del riesgo de un
hiperactivismo del Tribunal Constitucional peruano en muchos temas, sobre todo si de tutela de
derechos se trata. En ese sentido, puede constatarse como el Tribunal en muchos casos había
establecido y fijado precedentes ya no como medio destinado a consolidar criterios
interpretativos, sino más bien como instrumento dirigido a imponer su comprensión de los
temas a otros organismos, buscando, apuntalar con ello su mejor posicionamiento institucional
en desmedro de las competencias propias de otras entidades estatales, como las que en
puridad corresponden, por solamente citar un caso, a las de la judicatura ordinaria 22.
Haciendo una síntesis sobre el que era entonces el estado de la cuestión, ya se había
adelantado que para la protección de derechos en sede nacional normalmente se cuenta con
una labor compartida básicamente entre la judicatura ordinaria y el Tribunal Constitucional (el
cual, además de conocer en única instancia o grado procesos de la jurisdicción constitucional
orgánica como los procesos de Inconstitucionalidad y los procesos Competenciales, revisa
como última instancia o grado las demandas de Hábeas Corpus, Amparo, Hábeas Data o
Cumplimiento denegadas por la judicatura ordinaria, básicamente a nivel de Corte Superior o
Cámara de Apelaciones) 2324.
Ahora bien, y muchas veces recurriendo a interpretaciones más bien motivadas por un una
dinámica claramente hiperactivista, el Tribunal Constitucional ha aumentado su ámbito de
acción autoatribuyéndose, si cabe el término, el ejercicio del control difuso (y no solamente en
21
Ver al respecto lo dispuesto en los artículos 5 inciso 1 (referido a la improcedencia de los procesos
constitucionales de la libertad si es que lo que se busca tutelar no es parte del contenido
constitucionalmente protegido del derecho invocado) y 5 inciso 2 (referido a la improcedencia de las
demandas a través de las cuales quiere tutelarse Derechos Fundamentales si es que existen vías
ordinarias igualmente satisfactorias para atender tan importante pretensión) del Código Procesal
Constitucional peruano.
22
Un mayor desarrollo de esta última afirmación la encontramos en nuestro “Precedentes…” Op. Cit.
23
Necesario es anotar que en alguna sentencia, con carácter incluso de precedente, la sentencia emitida
en el caso “Dirección Regional de Pesquería de la Libertad” el Tribunal Constitucional peruano
jurisprudencialmente generó el llamado “recurso de agravio en favor del precedente”, por el cual, en
contra de lo expresamente señalado por el texto de la Carta de 1993, este importante colegiado se
“autohabilitaba”, si cabe el término, a conocer procesos de Amparo (y por extensión, de Hábeas Corpus,
Hábeas Data y Cumplimiento) con demandas declaradas fundadas por la judicatura ordinaria, aunque
por razones distintas (y hasta contrarias) a lo establecido en algún precedente del Tribunal.
Esta discutible interpretación fue dejada de lado por el mismo Tribunal Constitucional en el caso “Provías
Nacional”, donde el Tribunal, ya con una composición distinta, señala que lo previsto en “Dirección
Regional de Pesquería,” y que aquí acabamos de reseñar, no es conforme a lo dispuesto en el mismo
texto constitucional.
24
Buscando evitar una confrontación entre la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional, el Código
Procesal Constitucional establece que el grueso de los procesos constitucionales de la libertad son vistos
en primer grado o instancia por jueces(zas) y en segundo grado o instancia por jueces(zas) superiores o
de apelación.
los procesos constitucionales de la libertad 25 ); atrayendo para su conocimiento causas
únicamente resueltas en primer grado a nivel judicial, instituyendo así un polémico per saltum
destinado a asegurar el cumplimiento de sus pronunciamientos anteriores; u otorgando el
ejercicio del control difuso a Tribunales Administrativos 26 o a instancias arbitrales 27. En todos
estos casos el argumento utilizado para justificar este aumento de competencias (o su
asignación a otros organismos u órganos) ha sido siempre la tutela de los derechos
ciudadanos.
De otro lado, la judicatura ordinaria tiene a su cargo conocerlas todavía relativamente pocas
demandas de Acción Popular; conocer en primer y segundo grado o instancia los diferentes
procesos de Hábeas Corpus, Amparo, Hábeas Data y Cumplimiento que sean iniciados por
los(as) justiciables; y puede ejercer control difuso en cualquiera de los procesos a su cargo,
sean éstos procesos constitucionales u ordinarios.
25
En este sentido puede mencionarse el pronunciamiento emitido en la demanda de inconstitucionalidad
contra la ley que buscaba habilitar la “re-reelección” de Alberto Fujimori Fujimori, caso ya mencionado en
otro apartado de este mismo trabajo.
26
En este tenor lo resuelto por el Tribunal Constitucional en la polémica sentencia “Salazar Yarlenque”,
así como en su “aclaración” a dicho pronunciamiento (en los hechos un verdadero nuevo fallo al
respecto). Justo es anotar que en una sentencia posterior, aunque no con carácter de precedente
vinculante, la sentencia emitida en el caso “Central Azucarero Chucarapi Pampa Blanca” (STC 06323-
2008-PA/TC) este importante colegiado comenzó a distinguirse de lo resuelto en “Salazar Yarlenque”.
Una descripción más detallada de nuestra postura al respecto se encuentra, entre otros textos, en
“Pertinencia del control difuso administrativo, y la pregunta sobre los límites a la labor del juez
constitucional”. En: Libro de Ponencias del IV Congreso Nacional (Peruano) de Derecho Procesal
Constitucional. Arequipa, Adrus, 2013, p.313 y ss. Conviene aclarar como recientemente el Tribunal
Constitucional, realizando una corrección a todas luces necesaria, en el caso "Consorcio Requena" se
rectifica lo resuelto en "Salazar Yarleque", dejando sin efecto el "control difuso administrativo".
27
Me refiero aquí a lo resuelto por el Tribunal Constitucional en “María Julia”. Una explicación sobre los
alcances de este fallo, así como acerca de la evolución que lleva a este pronunciamiento se encuentra
en nuestro “Notas sobre la actividad arbitral a la luz de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
peruano”. En: Arbitraje y Constitución. Lima, Palestra, 2012, p. 125 y ss.
28
Así, por ejemplo, cabe resaltar los aportes hechos por el Tribunal Constitucional peruano en materia
laboral (en este sentido lo resuelto, por ejemplo, en la STC 0008-2005-PI/TC, donde se explican los
alcances de la igualdad de oportunidades, el in dubio pro operario o la irrenunciabilidad de derechos; y
se especifica cómo se configuraría la discriminación en materia laboral). También resulta muy importante
el aporte hecho en materia ambiental, en donde se fijan los alcances de principios como los de
prevención (STC 01206-2005-AA), precautorio (STC 5387-2008-AA); o el contenido del mismo derecho a
un medio ambiente sano (STC 02268-2007-AA/TC), por solamente mencionar algunos ejemplos al
respecto.
de una falta de especialización en materia constitucional, la cual resiente la predictibilidad de lo
resuelto; y de ciertas acusaciones de corrupción ante algunos pronunciamientos emitidos en
determinados procesos (no corresponde aquí analizar si con sustento o no).
En este escenario, con riesgos y limitaciones pero también con esperanzadores avances, ha
tenido una relevancia cada vez mejor conexión entre el escenario de protección nacional de
derechos y lo previsto en el ámbito internacional en este mismo tema. Ya se anotó como
jurisprudencialmente se ha rescatado el rango constitucional de los tratados sobre Derechos
Humanos. Son también cada vez más frecuentes los casos en los cuales se acude a lo
señalado en estos tratados, o a lo resuelto por organismos con interpretación vinculante de los
mismos para resolver controversias planteadas ante la judicatura ordinaria o la judicatura
constitucional; y, finalmente, comienzan a presentarse casos en los cuales nuestros
juzgadores(as) entienden la necesidad de ejercer control de convencionalidad. Subsisten eso si
importantes excepciones a esta pauta general, pero justo es resaltar la cada vez mejor
consolidación de la misma
Es pues en este estadio de nuestro análisis, se hace necesario revisar y pronunciarse sobre lo
que viene produciéndose a nivel del cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana.
Pasaremos entonces a abordar ese punto de inmediato, pues permitirá apreciar a cabalidad
cuáles son los avances y cuáles son los riesgos que se presentan en el Perú al respecto.
CURSO “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD Y CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD: PRECEDENTES
VINCULANTES DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y ESTÁNDARES DE LA CIDH”
Lectura Obligatoria:
12
Academia de la Magistratura
LUIS CASTILLO CÓRDOVA (*) (1)
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VLRQDGDGHO/HJLVODGRULQWHUQDFLRQDO³/D&RUWH,'+FRPRLQWpUSUHWHYLQFXODQWHGH
OD&$'+³/D&RUWH,'+FRPRFUHDGRUDGHGHUHFKRFRQYHQFLRQDO³/D&RUWH
IDH como controladora de convencionalidad. El juicio de convencionalidad. — 11. Las
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ODVSRVLFLRQHVMXUtGLFDVGHOD&RUWH,'+\GHO7&³¢3XHGHOD&RUWH,'+LQWHUSUH-
WDUOD&RQVWLWXFLyQQDFLRQDO\UHDOL]DUXQMXLFLRGHFRQVWLWXFLRQDOLGDG"³¢3XHGHHO
7&LQWHUSUHWDUOD&$'+\UHDOL]DUFRQWUROFRQYHQFLRQDO"³$PRGRGHFRQFOXVLyQ
No es un mero juego de palabras.
1. — Introducción.
(*)
8QLYHUVLGDGGH3LXUD
294 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
6HKDGHHPSH]DUFRQHOHVWXGLRGHOiPELWRMXULVSUXGHQFLDOQDFLRQDOHQ
PDWHULDGHOUHFRQRFLPLHQWR\SURWHFFLyQGHORVGHUHFKRVKXPDQRV/RVGH-
UHFKRV KXPDQRV XQD YH] UHFRJLGRV HQ OD &RQVWLWXFLyQ \D VHD H[SUHVD R
LPSOtFLWDPHQWHVXHOHQGHQRPLQDUVHGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHVRWDPELpQGH-
UHFKRVFRQVWLWXFLRQDOHV$TXtVHRSWDUiSRUODSULPHUDH[SUHVLyQ(QWRGR
RUGHQDPLHQWRMXUtGLFRQDFLRQDOH[LVWHVLHPSUHXQyUJDQRHQFDUJDGRGHGH-
FODUDU HO GHUHFKR VREUH ORV GHUHFKRV IXQGDPHQWDOHV HQ LQVWDQFLD ~OWLPD \
GHÀQLWLYD7DOyUJDQRSXHGHVHUHO7&ROD&RUWH6XSUHPD(QDGHODQWHVL
ELHQ VH LQWHQWDUi IRUPXODU HO HVWXGLR HQ WpUPLQRV JHQHUDOHV HO DQiOLVLV VH
SDUWLFXODUL]DUiUHVSHFWRGHO7&DXQTXHORVMXLFLRVTXHGHpVWHVHH[SUHVHQ
SRGUiQWDPELpQVHUPDQLIHVWDGRVGHOD&RUWH6XSUHPD
(QHOiPELWRQDFLRQDOHOSULPHUQLYHOGHSRVLWLYL]DFLyQGHORVGHUHFKRV
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(QORV(VWDGRVHQORVTXHQRKDVLGRSUHYLVWRXQ7&HVSRVLEOHKDFHUODUHIHUHQFLD
DOD&RUWH6XSUHPD
(ODQiOLVLVH[SUHVRVHUHDOL]DUiUHVSHFWRGHOVLVWHPDDPHULFDQRGHSURWHFFLyQGHORV
GHUHFKRV KXPDQRV HQ HO PDUFR GH OD &RQYHQFLyQ $PHULFDQD VREUH GHUHFKRV KXPDQRV
/DVFRQFOXVLRQHVDODVTXHVHDUULEHDTXtSRGUiQVHUDSOLFDGDVDRWURVVLVWHPDVUHJLRQDOHVH
LQFOXVRDOXQLYHUVDOGHSURWHFFLyQGHGHUHFKRVKXPDQRV
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 295
&SÁNCHEZ VIAMONTE, El poder constituyente, Buenos Aires, 1957. p. 564.
L. CASTILLO CÓRDOVA, El contenido constitucional de los derechos fundamentales como objeto de
protección del amparo, en Anuario Iberoamericano de Justicia ConstitucionalQ~PHURSS
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R. GUASTINI, Disposición vs. Norma, en S. POZZOLO, R. ESCUDERO, Disposición vs. Norma,
Lima 2011, pp. 133-156.
/RVGHUHFKRVKXPDQRVSXHGHQVHUGHÀQLGRVFRPR´ELHQHVKXPDQRVGHELGRVDOD
SHUVRQDµSRUORTXHHVSRVLEOHVRVWHQHUTXHGHWUiVGHFDGDGHUHFKRKXPDQRKD\XQELHQ
KXPDQRSRUTXHGHWUiVGHFDGDGHUHFKRKXPDQRHVWiODSHUVRQDPLVPD&IU/CASTILLO
CÓRDOVA, /DLQWHUSUHWDFLyQLXVIXQGDPHQWDOHQHOPDUFRGHODSHUVRQDFRPRLQLFLR\ÀQGHOGHUHFKR, en J.
M. SOSA SACIO&RRUGPautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales, Lima,
2009, pp. 35-43.
(QSDODEUDVGHO7ULEXQDO&RQVWLWXFLRQDO´>X@QGHUHFKRWLHQHVXVWHQWRFRQVWLWXFLRQDO
GLUHFWR FXDQGR OD &RQVWLWXFLyQ KD UHFRQRFLGR H[SOtFLWD R LPSOtFLWDPHQWH XQ PDUFR GH
UHIHUHQFLDTXHGHOLPLWDQRPLQDOPHQWHHOELHQMXUtGLFRVXVFHSWLEOHGHSURWHFFLyQ(VGHFLU
H[LVWHXQEDUHPRGHGHOLPLWDFLyQGHHVHPDUFRJDUDQWLVWDTXHWUDQVLWDGHVGHODGHOLPLWDFLyQ
PiVDELHUWDDODPiVSUHFLVDµ(;31²²3$7&IXQGDPHQWR
(VWDQRUPDSRUHMHPSORVHFRQFOX\HGHVGHHODUWtFXORGHOD&RQVWLWXFLyQSHUXD-
QD´7RGDSHUVRQDWLHQHGHUHFKR$ODYLGDDVXLGHQWLGDGDVXLQWHJULGDGPRUDOSVtTXLFD
\ItVLFD\DVXOLEUHGHVDUUROOR\ELHQHVWDU(OFRQFHELGRHVVXMHWRGHGHUHFKRHQWRGRFXDQWR
le favorece”.
3DUDHOFDVRSHUXDQRHVWDQRUPDVHFRQFOX\HGHVGHHODUWtFXORGHVX&RQVWLWX-
FLyQ´7RGDSHUVRQDWLHQHGHUHFKR$ODOLEHUWDG\DODVHJXULGDGSHUVRQDOHVµ
296 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
VRQXQHMHPSOR(VWHWLSRGHQRUPDVVRQWDQLQGHWHUPLQDGDVTXHSDUHFHQ
FRQIRUPDUIyUPXODVKXHFDVSHURQRHVDVtSXHVVHFRQVWLWXFLRQDOL]DDTXHOOR
TXHKDFHTXHWDOGHUHFKRKXPDQRSRVLWLYDGRVHDUHFRQRFLEOHFRPRWDOHV
decir, su esencia o contenido esencial.
2WUDVPRGDOLGDGHVGHQRUPDVHQODVTXHVHFRQVWLWXFLRQDOL]DXQGHUHFKR
KXPDQRVRQDTXHOODVTXHRWLHQHQDOJ~QUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQ
QRUPDWLYDRQRWLHQHQJUDGRUHOHYDQWHGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD$Vt
SRUHMHPSORHVXQFDVRGHQRUPDFRQDOJ~QUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPL-
QDFLyQ QRUPDWLYD DTXHOOD TXH GLVSRQH TXH ´HVWi SHUPLWLGR PDWDU D DTXHO
TXHLQFXUUHHQGHOLWRGHWUDLFLyQDODSDWULDHQFDVRGHJXHUUDµ; y es un
HMHPSORGHQRUPDVLQUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDDTXHOOD
TXHGLVSRQHTXH´HVWiRUGHQDGROOHYDUDOGHWHQLGRDQWHHOMXH]GHQWURGHODV
YHLQWLFXDWURKRUDVVLJXLHQWHVDVXGHWHQFLyQµ. La particularidad de estos
WLSRVGHQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVHVTXHVRQFRQFUHFLRQHVGLUHFWDV\QHFHVD-
ULDVGHQRUPDVGHPi[LPRJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDSRUORTXH
conforman el contenido esencial.
'H HVWD PDQHUD VH SXHGH FRQFOXLU TXH HO FRQWHQLGR FRQVWLWXFLRQDO GH
un derecho fundamental viene conformado tanto por su contenido esen-
FLDO FRQVWLWXFLRQDOL]DGR HQ QRUPDV GH Pi[LPR JUDGR GH LQGHWHUPLQDFLyQ
normativa; como por las concreciones directas y necesarias de su contenido
HVHQFLDOFRQVWLWXFLRQDOL]DGDVHQQRUPDVFRQDOJ~QRVLQUHOHYDQWHJUDGRGH
LQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD(VWRSHUPLWHVRVWHQHUTXHHOFRQWHQLGRHVHQFLDO
GH XQ GHUHFKR IXQGDPHQWDO HTXLYDOH D VX FRQWHQLGR FRQVWLWXFLRQDOPHQWH
(OFRQWHQLGRHVHQFLDOSXHGHVHUGHÀQLGRFRPRDTXHOTXHWUD]DODVOtQHDVFRQVWLWXWLYDV
GHOGHUHFKR\SRUWDQWRYLHQHFRQIRUPDGRSRUHOFRQMXQWRGHIDFXOWDGHVRDWULEXFLRQHVSR-
VLFLRQHVMXUtGLFDVHQGHÀQLWLYDTXHKDFHQTXHXQGHUHFKRVHDWDOGHUHFKR\QRRWURGLVWLQWR
(VLOXVWUDWLYRDHVWHUHVSHFWRORVGRVFDPLQRVTXHSDUDGHÀQLUHOFRQWHQLGRHVHQFLDOPDQLIHVWy
HO7ULEXQDO&RQVWLWXFLRQDOHVSDxROHQVXWHPSUDQD67&IXQGDPHQWR8QRHV´OD
QDWXUDOH]DMXUtGLFDRHOPRGRGHFRQFHELURGHFRQÀJXUDUFDGDGHUHFKRµ\HORWURHV´ORV
LQWHUHVHVMXUtGLFDPHQWHSURWHJLGRVFRPRQ~FOHR\PpGXODGHORVGHUHFKRVVXEMHWLYRVµ
(VXQDQRUPDTXHVHFRQFOX\HGHODUWtFXORGHOD&RQVWLWXFLyQSHUXDQD´/DSHQD
GHPXHUWHVyORSXHGHDSOLFDUVHSRUHOGHOLWRGH7UDLFLyQDOD3DWULDHQFDVRGHJXHUUD\HO
GHWHUURULVPRFRQIRUPHDODVOH\HV\DORVWUDWDGRVGHORVTXHHO3HU~HVSDUWHREOLJDGDµ
(VWDQRUPDSURFHGHGHODUWtFXORDSDUWDGRI GHOD&RQVWLWXFLyQSHUXDQD´(O
GHWHQLGRGHEHVHUSXHVWRDGLVSRVLFLyQGHOMX]JDGRFRUUHVSRQGLHQWHGHQWURGHODVYHLQWL-
FXDWURKRUDVRHQHOWpUPLQRGHODGLVWDQFLDµ
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 297
protegidoFRQVHFXHQWHPHQWHODQHJDFLyQGHOFRQWHQLGRFRQVWLWXFLRQDOGH
XQGHUHFKRIXQGDPHQWDOVLHPSUHVXSRQGUiODGHVQDWXUDOL]DFLyQGHOPLVPR
SRUTXHVXQHJDFLyQVXSRQGUiDVXYH]ODQHJDFLyQGHDTXHOORTXHKDFHDO
GHUHFKRIXQGDPHQWDOUHFRQRFLEOHFRPRWDO\SRUWDQWRQHJDUiODDGTXLVL-
FLyQRJRFHGHOELHQKXPDQRTXHDQLPD\MXVWLÀFDWRGRGHUHFKRKXPDQR
constitucionalizado.
/DFRQVWLWXFLRQDOL]DFLyQGHORVGHUHFKRVKXPDQRVQRDVHJXUDSRUVtPLV-
PDODSOHQDYLJHQFLDGHVXFRQWHQLGRHVHQFLDOVLQRTXHGHPDQGDODH[LVWHQ-
FLDWDQWRGHyUJDQRVFRPRGHSURFHGLPLHQWRVGHVWLQDGRVDVXDVHJXUDPLHQ-
WRHIHFWLYR$TXtLQWHUHVDKDFHUUHIHUHQFLDDORVSULPHURV(QWUHORVyUJDQRV
FUHDGRVSRUHO&RQVWLWX\HQWHSDUDDVHJXUDUODYLJHQFLDGHORVGHUHFKRVIXQ-
GDPHQWDOHVVHHQFXHQWUDHO7&\RORVMXHFHVGHO3RGHU-XGLFLDO$TXtVROR
VHKDUiUHIHUHQFLDDOSULPHURGHHOORV&RPRFUHDFLyQex novo por parte del
&RQVWLWX\HQWH SUHJXQWDUVH DFHUFD GH OD SRVLFLyQ MXUtGLFD GHO 7& LPSOLFD
QHFHVDULDPHQWH UHIHULUVH D ODV FRQFUHWDV GHFLVLRQHV FRQVWLWX\HQWHV TXH HQ
FDGDRUGHQDPLHQWRMXUtGLFRVHKDQDGRSWDGRUHVSHFWRGHpO6LQHPEDUJRGH
PRGRJHQHUDOHVSRVLEOHSRQHUGHUHOLHYHDOJXQRVHOHPHQWRVFRQÀJXUDGRUHV
GHVXQDWXUDOH]DMXUtGLFDTXHGHÀQHQVXSRVLFLyQWDO\FRPRVHKDUiDTXt
/RSULPHURTXHGHPRGRJHQHUDOKD\TXHDGYHUWLUUHVSHFWRGHO7&HV
TXHWLHQHXQDQDWXUDOH]DLQVWUXPHQWDO1RWLHQHQUD]yQGHVHUSRUVtPLVPR
VLQRTXHHVFUHDGRSDUDFRQVHJXLUXQDÀQDOLGDGDVHJXUDUODSOHQDYLJHQFLD
GHOD&RQVWLWXFLyQ&XDQGRVHPDQLÀHVWDHO3RGHUFRQVWLWX\HQWHORKDFH
FRQHOSURSyVLWRGHGRWDUDODFRPXQLGDGSROtWLFDGHXQDEDVHQRUPDWLYD
IXQGDPHQWDOODFXDOKR\UHFLEHHOQRPEUHGH&RQVWLWXFLyQ/D$VDPEOHD
L. CASTILLO CÓRDOVA, La Constitución como objeto de control constitucional, en Gaceta Cons-
titucional, Tomo 55, julio 2012, pp. 276-279.
Esto no ocurre con el contenido infraconstitucional de los derechos fundamentales
SRUTXHDOUHSUHVHQWDUGHULYDFLRQHVVXFHVLYDV\DFFHVRULDVGHOFRQWHQLGRHVHQFLDOHQQLQJ~Q
FDVRVHSRQHHQMXHJRODDGTXLVLFLyQ\RJRFHGHOELHQKXPDQRTXHOHGDVXVWHQWR
&IUH. KELSEN, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, Trad. Roberto Brie, Ma-
drid 1995, pp. 27 y ss.
298 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
FRQVWLWX\HQWHPDQLIHVWDFLyQGHO3RGHUFRQVWLWX\HQWHH[LVWLUiFRPRWDOVyOR
KDVWDODDSUREDFLyQGHOD&RQVWLWXFLyQOXHJRGHORFXDOVHGLVXHOYH\VHUH-
SOLHJD$O3RGHUFRQVWLWX\HQWHOHLQWHUHVDTXHVXREUDULMDGHPRGRSOHQRHO
PD\RUWLHPSRSRVLEOHSRUORTXHKDFUHDGRXQyUJDQRDOTXHOHHQFDUJDTXH
HQVXDXVHQFLDYHOHSRUODYLJHQFLDUHDO\SOHQDGHVXREUDOD&RQVWLWXFLyQ
(QHVWHFRQWH[WRODÀQDOLGDGSRUODTXHH[LVWHHO7&WLHQHODQDWXUDOH]DGH
HQFDUJRRFRPLVLyQVHOHHQFDUJDRFRPLVLRQDYHODUSRUHOHIHFWLYRFXPSOL-
PLHQWRGHODVGHFLVLRQHVFRQVWLWX\HQWHVUHFRJLGDVHQOD&RQVWLWXFLyQ(O7&
es, en este sentido, un comisionado del poder constituyente.
&RPRWDOHO7&SXHGHVHURQRHO~QLFRFRPLVLRQDGRGHSHQGHUiGHODGH-
FLVLyQDGRSWDGDSRUHO3RGHUFRQVWLWX\HQWHHQFDGD&RQVWLWXFLyQQDFLRQDO6L
QRORIXHVHVXUJHXQDGREOHFXHVWLyQ3RUXQDODGRODGHGHWHUPLQDUORVRWURV
yUJDQRVFX\DÀQDOLGDGDWULEXLGDHVWDPELpQODGHDVHJXUDUODYLJHQFLDSOHQDGH
OD&RQVWLWXFLyQ\VHJXQGRODGHGHWHUPLQDUODUHODFLyQH[LVWHQWHHQWUHORVGLV-
WLQWRVyUJDQRVTXHWHQJDQDWULEXLGRHVWDPLVPDFRPLVLyQ(VWDVFXHVWLRQHV
se han de resolver en cada sistema constitucional concreto de la mano de las
GHFLVLRQHVTXHHOUHVSHFWLYR3RGHUFRQVWLWX\HQWHKD\DDGRSWDGR&XDQGRpVWH
GHFLGHTXHODFRPLVLyQQRUHFDLJDVyORHQHO7&WLHQHODOLEHUWDGGHGHFLGLU
HQFRPHQGDUODHQFXDOTXLHURWURyUJDQRFRQVWLWXFLRQDOQRUPDOPHQWHHQORV
-XHFHVGHO3RGHU-XGLFLDO6LDVtORKLFLHVHQHFHVDULDPHQWHUHVXOWDGHÀQLpQ-
GRVHXQDUHODFLyQGHSUHIHUHQFLDGHO7&HQHOFXPSOLPLHQWRGHODFRPLVLyQ
&XDQGRHVWRKDRFXUULGRQRKDVLGRVHQFLOORGHÀQLUODUHODFLyQHQWUHHO7&
y los jueces del Poder Judicial, en el ejercicio del encargo, principalmente, en
ODSDUWHUHIHULGDDODSURWHFFLyQGHORVGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHV(VWDUHODFLyQ
QHFHVDULDPHQWHYHQGUiPDUFDGDSRUHOKHFKRGHTXHHO3RGHU-XGLFLDOVHRU-
JDQL]DHQYDULDVXQLGDGHVGHGHFLVLyQMXULVGLFFLRQDOLQWHUQDRUGHQDGDVVHJ~Q
HVSHFLDOLGDGHV\VHJ~QLQVWDQFLDV(VWRQRRFXUUHHQODRUJDQL]DFLyQLQWHUQD
GHO7&pVWHUHVXHOYHHQXQDVRODLQVWDQFLDVyORDVXQWRVTXHWLHQHQXQVLJQL-
ÀFDGRFRQVWLWXFLRQDOWDQWRSRUVXFRQWHQLGRFRPRSRUVXQLYHOQRUPDWLYR
(QHVWHFRQWH[WRGHHVSHFLDOL]DFLyQFRQVWLWXFLRQDOTXHVHOHDWULEX\HUHVXOWD
UD]RQDEOHTXHKD\DFXHVWLRQHVFRQVWLWXFLRQDOHVTXHVyORVHDQUHVXHOWDVSRU
HO7&QRUPDOPHQWHODVGHVLJQLÀFDGRFRQVWLWXFLRQDOTXHVHDQFRQVLGHUDGDV
E. GARCÍA DE ENTERRÍA, La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional, Madrid,
1991, p. 197.
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 299
FRPR PiV WUDVFHQGHQWHV SRU HO &RQVWLWX\HQWH 'HO PLVPR PRGR HQ HVWH
FRQWH[WRGHXQDVRODLQVWDQFLDUHVXOWDUD]RQDEOHTXHDTXHOODVRWUDVFXHVWLR-
QHVFRQVWLWXFLRQDOHVHQODVTXHLQWHUYLHQHQWDQWRORVMXHFHVGHO3RGHU-XGLFLDO
FRPRHO7&pVWHORKDJDFRPR~OWLPD\GHÀQLWLYDLQVWDQFLD
$VtVLHPSUHGHVGHXQDSHUVSHFWLYDJHQHUDOHVSRVLEOHUHFRQRFHUFRPR
HOHPHQWRHQODFRQÀJXUDFLyQGHODQDWXUDOH]D\SRVLFLyQMXUtGLFDGHO7&VX
FDOLGDGGHFRPLVLRQDGR~QLFRRPD\RUGHO3RGHUFRQVWLWX\HQWH
(O7&FRPRFRPLVLRQDGRGHO3RGHUFRQVWLWX\HQWHUHTXLHUHFRQWDUFRQ
los medios necesarios para cumplir cabalmente con el encargo previsto. El
HQFDUJR HQFRPHQGDGR DO 7& VH GHVHQYXHOYH HQ GRV PRPHQWRV 3ULPHUR
DO GHWHUPLQDU FXiQGR KD KDELGR LQFXPSOLPLHQWR GH OD &RQVWLWXFLyQ SDUD
HQVHJXQGROXJDUGHFLGLUODGHVDSDULFLyQRQHXWUDOL]DFLyQGHOPLVPR(VHQ
UHIHUHQFLDDHVWRVGRVPRPHQWRVHQORVTXHVHKDQGHORFDOL]DUORVPHGLRV
QHFHVDULRVSDUDFXPSOLUFRQODFRPLVLyQHQFDUJDGD
R. GUASTINI, Estudios sobre la interpretación jurídica0p[LFRSS
/DHÀFDFLDGHODODERUGHO7&H[LJHUHFRQRFHUIXHU]DYLQFXODQWHDVXVGHFLVLRQHV6L
YLQFXODQWHHVODGHFLVLyQYLQFXODQWHKDGHVHUWDPELpQODMXVWLÀFDFLyQTXHGHPRGRQHFH-
300 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
(VWDDFWLYLGDGLQWHUSUHWDWLYDVHPDQLÀHVWDPX\ULFDHLQWHQVDFXDQGRVH
WUDWD GH HVWDEOHFHU VLJQLÀFDGRV MXUtGLFRV D ODV GLVSRVLFLRQHV LXVIXQGDPHQ-
WDOHV &RPR VH GLMR \D ODV QRUPDV TXH UHFRJHQ GHUHFKRV IXQGDPHQWDOHV
SXHGHQVHURGHPi[LPRJUDGRRGHUHOHYDQWHJUDGRRVLQJUDGRUHOHYDQWHGH
LQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD7RGDVHVWDVQRUPDVSXHGHQVHUWHQLGDVFRPR
normas directamente estatuidas 'H WRGDV HOODV HO 7& SXHGH IRUPXODU
interpretaciones.
'HODVQRUPDVFRQPi[LPRRFRQDOJ~QJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRU-
PDWLYDHO7&IRUPXODUiFRQFUHFLRQHV8QDFRQFUHFLyQQRUPDWLYDSXHGHVHU
GHÀQLGDFRPRXQDGHWHUPLQDFLyQRHVWUHFKDPLHQWRGHOJUDGRGHLQGHWHU-
PLQDFLyQQRUPDWLYD$VtSRUHMHPSORVLODQRUPDGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGD
SRUHOFRQVWLWX\HQWHDÀUPDVHTXH´HVWiRUGHQDGRJDUDQWL]DUHOFRQWHQLGR
HVHQFLDOGHODOLEHUWDGGHH[SUHVLyQHLQIRUPDFLyQµODLQWHUSUHWDFLyQTXH
GH HOOD IRUPXOH HO 7& SXHGH PDQLIHVWDU TXH ´HVWi RUGHQDGR JDUDQWL]DU OD
OLEUH GLIXVLyQ GH LQIRUPDFLyQ YHUD]µ (VWD LQWHUSUHWDFLyQ VLJQLÀFD XQD
FRQFUHFLyQ GHO iPELWR QRUPDWLYR GH OD QRUPD GLUHFWDPHQWH HVWDWXLGD DO
FLUFXQVFULELUODSURWHFFLyQQRDWRGRWLSRGHLQIRUPDFLyQVLQRVRODPHQWHD
ODLQIRUPDFLyQYHUD]
0LHQWUDVTXHGHODVQRUPDVVLQUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRU-
PDWLYDHO7&QRSRGUiIRUPXODUFRQFUHFLRQHVVLQRDPSOLDFLRQHVQRUPDWLYDV
$WUDYpVGHXQDLQWHUSUHWDFLyQLQGXFWLYDHO7&SXHGHIRUPXODUXQDQRUPD
FRQDOJ~QJUDGRRFRQPi[LPRJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDQRPD-
VDULRVHXQHDHOOD\ODMXVWLÀFDFLyQQHFHVDULDYLHQHFRQIRUPDGDLQGHIHFWLEOHPHQWHSRUODV
LQWHUSUHWDFLRQHVTXHGHOD&RQVWLWXFLyQIRUPXODHO7&HQODPHGLGDTXHHOODVSHUPLWLUiQ
SUHFLVDPHQWHFRQFOXLUODH[LVWHQFLDRQRGHXQDLQIUDFFLyQFRQVWLWXFLRQDO
R. ALEXY, Teoría de los derechos fundamentales&HQWURGH(VWXGLRV&RQVWLWXFLRQDOHV
Madrid, 1993, pp. 63-73.
3DUDHOFDVRSHUXDQRHVWDQRUPDVHFRQFOX\HGHVGHODGLVSRVLFLyQFRQVWLWXFLRQDO
VLJXLHQWH´7RGDSHUVRQDWLHQHGHUHFKR«$ODVOLEHUWDGHVGHLQIRUPDFLyQRSLQLyQ
H[SUHVLyQ\GLIXVLyQGHOSHQVDPLHQWRPHGLDQWHODSDODEUDRUDORHVFULWDRODLPDJHQSRU
FXDOTXLHUPHGLRGHFRPXQLFDFLyQVRFLDOVLQSUHYLDDXWRUL]DFLyQQLFHQVXUDQLLPSHGLPHQWR
DOJXQRVEDMRODVUHVSRQVDELOLGDGHVGHOH\µDUWtFXORGHOD&RQVWLWXFLyQ
Este enunciado normativo puede ser concluido, por ejemplo, desde la siguiente
DÀUPDFLyQGHO7&SHUXDQR´ODOLEHUWDGGHLQIRUPDFLyQJDUDQWL]DHODFFHVRODE~VTXHGD
\ODGLIXVLyQGHKHFKRVQRWLFLRVRVRHQRWURVWpUPLQRVODLQIRUPDFLyQYHUD]µ(;31
²²$$7&IXQGDPHQWR
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 301
QLIHVWDGDH[SUHVDPHQWHSRUHO&RQVWLWX\HQWH$VtSRUHMHPSORGHODQRUPD
FRQVWLWXFLRQDOTXHGLVSRQHTXH´HVWiRUGHQDGRSRQHUDOGHWHQLGRDGLVSR-
VLFLyQMXGLFLDOGHQWURGHODVYHLQWLFXDWURKRUDVµHO7&SXHGHLQWHUSUHWDU
TXHHVWDQRUPDHVXQDFRQFUHFLyQGHXQDQRUPDPiVJHQpULFD´HVWiRUGH-
QDGRTXHODGHWHQFLyQSUHYHQWLYDGXUHXQSOD]RHVWULFWDPHQWHQHFHVDULRµ.
(QDTXHOORVRUGHQDPLHQWRVMXUtGLFRVHQORVTXHODFRPLVLyQGHYHODUSRU
HOSOHQRFXPSOLPLHQWRGHOD&RQVWLWXFLyQQRVHKDFLUFXQVFULWRDO7&VLQR
TXHVHKDH[WHQGLGRWDPELpQDORV-XHFHVGHO3RGHU-XGLFLDOHO7&DSDUHFH
FRPR6XSUHPRLQWpUSUHWHGHOD&RQVWLWXFLyQSRUODSRVLFLyQGHFRPLVLRQD-
GRPD\RUTXHVHOHKDGHUHFRQRFHUSRUODVUD]RQHV\DPHQFLRQDGDVDQWH-
ULRUPHQWHVLHVFRPLVLRQDGRPD\RUQHFHVDULDPHQWHVHUiLQWpUSUHWHPD\RU
RVXSUHPR3RUORTXHHVWHHVXQVHJXQGRHOHPHQWROODPDGRDGHÀQLUHQ
JHQHUDOODSRVLFLyQMXUtGLFDGHO7&~QLFRRVXSUHPRLQWpUSUHWHYLQFXODQWH
GHOD&RQVWLWXFLyQ
(QUHODFLyQDOVHJXQGRGHORVUHIHULGRVPRPHQWRVVHIRUPXODHOPHGLR
VLJXLHQWHORVLQVWUXPHQWRVMXUtGLFRVSDUDQHXWUDOL]DUHÀFD]PHQWHODDJUHVLyQ
FRQVWLWXFLRQDOGHWHFWDGD(O7&FRPRFRPLVLRQDGRGHO3RGHUFRQVWLWX\HQ-
WHQHFHVLWDWHQHUUHFRQRFLGDXQDVXHUWHGHHQHUJtDFRUUHFWRUDODVXÀFLHQWH
SDUDHQIUHQWDUORVLQFRQVWLWXFLRQDOHVH[FHVRVGHOSRGHUS~EOLFR\SULYDGR\
DVtQHXWUDOL]DUODYXOQHUDFLyQGHOD&RQVWLWXFLyQ. Varios elementos pueden
&RPR\DVHDGYLUWLySDUD HOFDVRSHUXDQRHVWDQRUPDVHFRQFOX\HGHVGHODGLV-
SRVLFLyQFRQVWLWXFLRQDOVLJXLHQWH´(OGHWHQLGRGHEHVHUSXHVWRDGLVSRVLFLyQGHOMX]JDGR
FRUUHVSRQGLHQWHGHQWURGHODVYHLQWLFXDWURKRUDVRHQHOWpUPLQRGHODGLVWDQFLDµ$UWtFXOR
2.24 apartado f.
3DUDHOFDVRSHUXDQRDVtSXHGHVHUFRQFOXLGRGHVGHODVLJXLHQWHDÀUPDFLyQGHO7&
´UHVXOWDOHVLYRDOGHUHFKRIXQGDPHQWDODODOLEHUWDGSHUVRQDOVHDTXHKDWUDQVFXUULGRHOSOD-
]RHVWDEOHFLGRSDUDODGHWHQFLyQRSRUTXHHVWDQGRGHQWURGHGLFKRSOD]RKDUHEDVDGRHO
SOD]RHVWULFWDPHQWHQHFHVDULR(QVXPDWRGDGHWHQFLyQTXHVXSHUHHOSOD]RHVWULFWDPHQWH
QHFHVDULRRHOSOD]RSUHHVWDEOHFLGRTXHGDSULYDGDGHIXQGDPHQWRFRQVWLWXFLRQDO(QDP-
ERVFDVRVODFRQVHFXHQFLDVHUiODSXHVWDLQPHGLDWDGHODSHUVRQDGHWHQLGDDGLVSRVLFLyQGHO
MXH]FRPSHWHQWHµ(;31²²3+&7&IXQGDPHQWR
L. CASTILLO CÓRDOVA, Los derechos constitucionales. Elementos para una teoría general, 3ª
HGLFLyQ/LPDSS
302 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
FRQIRUPDU HVWD HQHUJtD FRUUHFWRUD 8QR GH HOORV \ DGHPiV GHFLVLYR HV HO
GHGHFODUDUODLQYDOLGH]MXUtGLFDGHORVDFWRVS~EOLFRVRSULYDGRVTXHFRQWUD-
YLHQHQDOD&RQVWLWXFLyQ\DVHDSDUDGHURJDUORV\FRQHOORH[SXOVDUORVGHO
RUGHQDPLHQWRMXUtGLFR\DVHDSDUDGHFODUDUVXLQHÀFDFLDHQHOPDUFRGHXQ
caso concreto.
8QVLVWHPDMXUtGLFRLQWHUQRVHIRUPXODVHJ~QGLVWLQWRVQLYHOHVGHQRUPD-
WLYLGDGODYDOLGH]\FRQVLJXLHQWHHÀFDFLDGHODVQRUPDVGHXQQLYHOGHSHQGHQ
GHVXDMXVWDPLHQWRDODVQRUPDVGHOQLYHOVXSHULRU$VtODYDOLGH]\HÀFDFLD
de las normas infra legales depende de su ajustamiento material y formal a
OD/H\\DOD&RQVWLWXFLyQPLHQWUDVTXHODYDOLGH]\HÀFDFLDGHOD/H\GHSHQ-
GHUiGHVXDMXVWDPLHQWRPDWHULDO\IRUPDODOD&RQVWLWXFLyQ(QHVWDOyJLFD
RUJDQL]DWLYD OD YDOLGH] MXUtGLFD GH WRGDV ODV QRUPDV LQIUDFRQVWLWXFLRQDOHV
GHSHQGHUiGHVXDMXVWDPLHQWRDODVH[LJHQFLDVFRQVWLWXFLRQDOHV6LHVWHDMXV-
WDPLHQWRQRVHSURGXFHORUHTXHULGRHVODH[SXOVLyQGHODQRUPDLQFRQVWLWX-
FLRQDOGHOVLVWHPDMXUtGLFR1RUPDOPHQWHDO7&VHUHVHUYDODGHFODUDFLyQGH
LQYDOLGH]\FRQVLJXLHQWHGHURJDFLyQGHODVQRUPDVFRQUDQJRGHOH\DWUDYpV
GHXQSURFHVRTXHVXHOHGHQRPLQDUVHSURFHVRGHLQFRQVWLWXFLRQDOLGDG.
/DVDFWXDFLRQHVQRQRUPDWLYDVGHOSRGHUS~EOLFRFRPRODVGHFLVLRQHV
RUHVROXFLRQHVDGPLQLVWUDWLYDV\ODVUHVROXFLRQHVMXGLFLDOHVWDPELpQSRGUiQ
VHULQYDOLGDGDVMXUtGLFDPHQWHSRUFRQWUDYHQLUOD&RQVWLWXFLyQDWUDYpVGHORV
SURFHGLPLHQWRVQRUPDOPHQWHDWUDYpVGHODPSDURFRQVWLWXFLRQDO\FRQORV
HIHFWRVTXHHQFDGDRUGHQDPLHQWRMXUtGLFRVHGHFLGD.
/DVDFWXDFLRQHVSULYDGDVWDPELpQHVWiQVRPHWLGDVDOD&RQVWLWXFLyQSRU
ORTXHWDPELpQVRQREMHWRGHFRQWUROGHFRQVWLWXFLRQDOLGDG1RUPDOPHQWH
ODVDFWXDFLRQHVQRUPDWLYDVUHJODPHQWRVGHSHUVRQDVMXUtGLFDV\FRQWUDWRV
DVtFRPRODVDFWXDFLRQHVQRQRUPDWLYDVVRQLQYDOLGDGDVDWUDYpVGHOSURFHVR
GH DPSDUR FRQVWLWXFLRQDO FXDQGR KD\ YXOQHUDFLyQ GH OD &RQVWLWXFLyQ SRU
DJUHVLyQGHOFRQWHQLGRHVHQFLDOGHDOJ~QGHUHFKRIXQGDPHQWDO
(OHMHUFLFLRGHHVWDVDWULEXFLRQHVHVSRVLEOHDWUDYpVGHODIRUPXODFLyQ
7DO\FRPRRFXUUHHQHOFDVRSHUXDQRHQORVVLVWHPDVHQORVTXHORV-XHFHVGHO
3RGHU-XGLFLDOVRQFRQFHELGRVWDPELpQFRPRFRPLVLRQDGRVSDUWLFLSDQHQODGHFODUDFLyQGH
LQYDOLGH]\FRQVLJXLHQWHGHURJDFLyQGHODVQRUPDVLQIUDOHJDOHV
5HVSHFWRGHHVWDVDFWXDFLRQHVQRQRUPDWLYDV\DKtGRQGHH[LVWHPiVGHXQFRPLVLR-
QDGRGHO3RGHUFRQVWLWX\HQWHODDFWXDFLyQGHO7&RFXUUHHQ~OWLPD\GHÀQLWLYDLQVWDQFLDWDO
y como acontece en el sistema constitucional peruano.
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 303
GHXQMXLFLRGHFRQVWLWXFLRQDOLGDG(O7&FRPSDUDSRUXQODGRHOPDQGDWR
FRQWHQLGRHQXQDGLVSRVLFLyQFRQVWLWXFLRQDOFRQODDFFLyQS~EOLFDRSULYDGD
VXSXHVWDPHQWHLQFRQVWLWXFLRQDO6LpVWDQRVHDMXVWDDDTXHOODHO7&DVtOR
GHFODUDSHUGLHQGRYDOLGH]MXUtGLFDRSHUGLHQGRHÀFDFLDMXUtGLFDVHJ~QVHD
el proceso constitucional activado). Es el modo como realiza el control de
FRQVWLWXFLRQDOLGDGHQHOFXPSOLPLHQWRGHODFRPLVLyQHQFDUJDGD
&RQVHFXHQWHPHQWHHVSRVLEOHFRQFOXLUXQHOHPHQWRPiVTXHGLEXMDOD
SRVLFLyQMXUtGLFDGHO7&HV~QLFRRVXSUHPRFRQWURODGRUGHODFRQVWLWXFLR-
QDOLGDGGHORVDFWRVS~EOLFRVRSULYDGRVDÀQGHGHWHUPLQDUVXYDOLGH]R
HÀFDFLDMXUtGLFD
8QDYH]MXVWLÀFDGDODSRVLFLyQMXUtGLFDGHO7&FRPR~QLFRRVXSUHPR
LQWpUSUHWH\FRQWURODGRUGHOD&RQVWLWXFLyQFRUUHVSRQGHDQDOL]DUODVFRQVH-
FXHQFLDVGHHVWDSRVLFLyQ<DVHKDH[SOLFDGRTXHHO7&IRUPXODFRQFUHFLR-
QHVGHORViPELWRVQRUPDWLYRVLQGHWHUPLQDGRVGHODVQRUPDVGLUHFWDPHQWH
HVWDWXLGDVFRQPi[LPRRFRQDOJ~QJUDGRUHOHYDQWHGHLQGHWHUPLQDFLyQQRU-
PDWLYD\TXHIRUPXODDPSOLDFLRQHVGHODVQRUPDVGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDV
VLQUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD&RUUHVSRQGHDKRUDSUH-
JXQWDUQRVSRUODQDWXUDOH]DMXUtGLFDGHpVWDVLQWHUSUHWDFLRQHV
6LODLQWHUSUHWDFLyQRHVXQDFRQFUHFLyQRHVXQDDPSOLDFLyQGHOiPELWR
QRUPDWLYRGHXQGHUHFKRIXQGDPHQWDOVXQDWXUDOH]DQHFHVDULDPHQWHVHUi
QRUPDWLYD\FRQVHFXHQWHPHQWHYLQFXODUiDWRGRVORVRSHUDGRUHVMXUtGL-
cos(VWDVQRUPDVQRVLJQLÀFDQXQPHURUHFRQRFLPLHQWRGHXQDQRUPD
'HPRGRTXH´HOKHFKRGHTXHODVQRUPDVDGVFULWDVFRQFUHWDGDV«VHDQYLQFXODQ-
WHVSDUDVXVGHVWLQDWDULRVHVVLQHPEDUJRHOIDFWRUTXHFRQPD\RUIXHU]DGHWHUPLQDVXFD-
UiFWHUGHQRUPDVµ&BERNAL PULIDO, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales,
HGLFLyQ&HQWURGH(VWXGLRV3ROtWLFRV\&RQVWLWXFLRQDOHV0DGULGS
<HVWRVHFRQGLFHFRQHOUHFRQRFLPLHQWRIRUPXODGR\DDQWHVGHTXHODLQWHUSUHWD-
FLyQTXHIRUPXOHHO7&QHFHVDULDPHQWHKDGHVHUYLQFXODQWHGHORFRQWUDULRVXH[LVWHQFLD
FRPRyUJDQRGHFRQWUROFRQVWLWXFLRQDOSLHUGHVXUD]yQGHVHU6LHOFRQWUROHVYLQFXODQWH
ODLQWHUSUHWDFLyQQHFHVDULDPHQWHORKDGHVHUWDPELpQSRUTXHQRKD\FRQWUROVLQSUHYLD
LQWHUSUHWDFLyQ
304 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
preexistente VLQR TXH KD GH VHU WHQLGD FRPR XQD YHUGDGHUD FUHDFLyQ
MXUtGLFD(OLQWpUSUHWHFRQVWLWXFLRQDOQRFUHDODQRUPDFRQVWLWXFLRQDOGL-
UHFWDPHQWHHVWDWXLGDVLQRTXHSDUWHGHHOODSDUDIRUPXODUXQDFRQFUHFLyQR
XQDDPSOLDFLyQQRUPDWLYDSRUHVRQRHVWDPRVDQWHXQDDFWLYLGDGFUHDGRUD
ex novo VLQR TXH HVWi FRQGLFLRQDGD D OD H[LJHQFLD GH MXVWLFLD FRQVWLWXFLR-
QDOL]DGD TXH VH UHFRJH HQ OD QRUPD FRQVWLWXFLRQDO FRQFUHWDGD R DPSOLD-
da(VWRJHQHUDGRVFRQVHFXHQFLDV/DSULPHUDHVTXHODQRUPDFUHDGD
SRU OD LQWHUSUHWDFLyQ SDVD D DGVFULELUVH D OD QRUPD GLUHFWDPHQWH HVWDWXL-
GD\UHVSHFWRGHODFXDOUHSUHVHQWDXQDFRQFUHFLyQRXQDDPSOLDFLyQGHO
iPELWRQRUPDWLYR6RQSRUHVWDUD]yQQRUPDVDGVFLSWDV. Y la segunda
FRQVHFXHQFLDHVTXHWRGDVHVWDVLQWHUSUHWDFLRQHVVHDGVFULEHQDODQRUPD
constitucional directamente estatuida como consecuencia de la fuerza del
yUJDQRTXHUHDOL]DODDGVFULSFLyQHO7&SRUHVWDUD]yQODQRUPDDGV-
FULSWDHVVLHPSUHFRQVWLWXFLRQDOGHVGHHOSXQWRGHYLVWDGHODDGVFULSFLyQR
SHUWHQHQFLD$OVHUHVWDXQDUD]yQIRUPDOODQRUPDDGVFULSWDVHUiVLHPSUH
formalmente constitucional. Desde el punto de vista material, es posible
VRVWHQHUTXHVLQRKDQVLGRGDGDVUD]RQHVFRUUHFWDVSDUDODDGVFULSFLyQOD
QRUPDTXHIRUPDOPHQWHVHDGVFULEHSXHGHVHUPDWHULDOPHQWHFRQWUDULDD
ODH[LJHQFLDGHMXVWLFLDTXHFRQWLHQHODQRUPDGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDGH
GDUVHHVWHFDVRODQRUPDDGVFULSWDVHUiPDWHULDOPHQWHLQFRQVWLWXFLRQDO.
&RPRORSURSRQHQDOJXQRVDXWRUHV&IU&. BERNAL PULIDO, El principio de proporcio-
nalidad y los derechos fundamentales, cit., p. 120.
&RPRORSURSRQH+HVVHDODÀUPDUTXH´ODLQWHUSUHWDFLyQFRQVWLWXFLRQDOWLHQHFD-
UiFWHU FUHDWLYRµ K. HESSE, Escritos de derecho constitucional HGLFLyQ &HQWUR GH (VWXGLRV
&RQVWLWXFLRQDOHV0DGULGS
P. SERNA, IntroducciónHQ,GHP'LUHFWRUDe la argumentación jurídica a la hermenéutica,
HGLFLyQ*UDQDGDSS
(QWUHODQRUPDGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGD\ODQRUPDDGVFULSWDTXHODFRQFUHWDKD\XQD
UHODFLyQGHSUHFLVLyQ\GHIXQGDPHQWDFLyQTXHSHUPLWHQWHQHUDpVWDFRPRQRUPDFRQVWL-
WXFLRQDO(QUHIHUHQFLDDODVQRUPDVGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDVRDGVFULSWDVLXVIXQGDPHQWD-
OHVYpDVH5ALEXY, Teoría de los derechos fundamentales, cit., pp. 69 y 70.
5HSiUHVHHQTXHODLQWHUSUHWDFLyQGHODGLVSRVLFLyQFRQVWLWXFLRQDOHVIRUPXODGDSRU
HO7&HQVXFDOLGDGGH~QLFRRVXSUHPRFRPLVLRQDGRGHOSRGHUFRQVWLWX\HQWH
(QUHIHUHQFLDDODVQRUPDVGHOD&RQVWLWXFLyQUHIHULGDVDGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHV
$OH[\PDQLÀHVWDTXH´>X@QDQRUPDDGVFULSWDYDOH\HVXQDQRUPDGHGHUHFKRIXQGDPHQ-
WDOVLSDUDVXDGVFULSFLyQDXQDQRUPDGHGHUHFKRIXQGDPHQWDOHVWDWXLGDGLUHFWDPHQWH
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 305
8QDQRUPDDGVFULSWDSXHGHVHUIRUPDOPHQWHFRQVWLWXFLRQDO\PDWHULDOPHQ-
te inconstitucional.
$VtTXHGDMXVWLÀFDGDODFDOLGDGGHFUHDGRUGHGHUHFKRFRQVWLWXFLRQDODGV-
FULWRTXHVHOHKDGHUHFRQRFHUDO7&(QDTXHOORVVLVWHPDVHQORVTXHDGH-
PiVGHO7&H[LVWDQRWURVFRQWURODGRUHVFRPRORVMXHFHVHO7&DGTXLHUHOD
FDOLGDGGHPi[LPRFUHDGRUGHGHUHFKRFRQVWLWXFLRQDODGVFULSWR(VWRWLHQH
DOPHQRVGRVFRQVHFXHQFLDV/DSULPHUDHVTXHVXFUHDFLyQQRUPDWLYDQR
SRGUiVHUFXHVWLRQDGDHQVXFRQVWLWXFLRQDOLGDGSRUQLQJ~QyUJDQRQLQD-
cional ni internacionalORFXDOQRVLJQLÀFDTXHQRSXHGDVHUDQXODGDSRU
VHUFRQWUDULDDXQDGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDOTXHSRVLWLYDXQDH[LJHQFLDGH
justicia\ODVHJXQGDVLJQLÀFDTXHVXLQWHUSUHWDFLyQVHLPSRQHDODLQWHU-
SUHWDFLyQFRQVWLWXFLRQDOTXHUHDOLFHQORVGHPiVLQWpUSUHWHVYLQFXODQWHV,
GHPRGRTXHHQFDVRGHFRQWUDGLFFLyQSUHYDOHFHUiODGHDTXpO$VtODVLQ-
es posible dar una fundamentación iusfundamental correcta”. R. ALEXY, Teoría de los derechos
fundamentalesFLWS(VWDGHÀQLFLyQKDGHVHUPDWL]DGDFRQODVLJXLHQWHDÀUPDFLyQVH
WUDWDGHXQDGHÀQLFLyQTXHDWDxHDODDGVFULSFLyQPDWHULDO\QRDODIRUPDOGHODQRUPD
adscripta.
(QODWLSRORJtDGHQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVLQFRQVWLWXFLRQDOHVHVWDVHUtDXQDGH´LQ-
FRQVWLWXFLRQDOLGDGSRUODLQIUDFFLyQGHOGHUHFKRFRQVWLWXFLRQDOPHWDSRVLWLYRSRVLWLYDGRµ
O. BACHOFF, Normas constitucionales inconstitucionales, Lima 2008, p. 65.
L. CASTILLO CÓRDOVA, Las exigencias de racionalidad al Tribunal Constitucional como contro-
lador de la Constitución, en Gaceta Constitucional, Tomo 39, Marzo 2011, pp. 28-30.
8QDLQWHUSUHWDFLyQGHOD&RQVWLWXFLyQTXHIRUPXOHHO7&VHUiWHQLGDFRPRLQYiOLGD
FXDQGR OD &RUWH ,'+ OD KD GHFODUDGR FRQWUDULD D OD &$'+ 6REUH HO MXLFLR GH FRQYHQ-
FLRQDOLGDG TXH LPSOLFD HO FRQWURO FRQYHQFLRQDO GH OD &RUWH ,QWHUDPHULFDQD GH 'HUHFKRV
Humanos cfr. N. SAGÜÉS, Obligaciones internacionales y control de convencionalidad, en Estudios
ConstitucionalesDxR1~PHUR0DGULGE. FERRER MC GREGOR, Interpretación conforme
y control difuso de convencionalidad. El nuevo paradigma para el juez mexicano, en Estudios Constitucio-
nales$xR1SS
(VWDLPSRVLFLyQDFRQWHFHUiDWUDYpVGHOFRQWUROFRQVWLWXFLRQDOTXHHO7&WLHQHDVLJ-
QDGR GH PRGR VXSUHPR WDPELpQ $ WUDYpV GH XQ WDO FRQWURO VH LPSHGLUi TXH OD QRUPD
FRQVWLWXFLRQDO DGVFULWD VXUMD SRU HMHPSOR FRUULJLHQGR XQD LQWHUSUHWDFLyQ FRQVWLWXFLRQDO
IRUPXODGDSRUXQMXH]HQXQSURFHVRGHDPSDURKiEHDVFRUSXVKiEHDVGDWDRGHFXPSOL-
PLHQWRTXHHO7ULEXQDOPHQFLRQDGRFRQRFHHQ~OWLPDLQVWDQFLDRTXHKDELHQGRVXUJLGR
VLJDUHFRQRFLpQGRVHOHYDOLGH]SRUHMHPSORFXDQGRGHFODUDODLQFRQVWLWXFLRQDOLGDGGHXQD
OH\ TXH FRQFUHWD XQD GLVSRVLFLyQ FRQVWLWXFLRQDO R HÀFDFLD FXDQGR LQDSOLFD XQD OH\ TXH
FRQFUHWDXQDGLVSRVLFLyQFRQVWLWXFLRQDO
306 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
WHUSUHWDFLRQHVTXHGHOD&RQVWLWXFLyQIRUPXODHO7&KDQGHVHUWHQLGDVQR
solo como fuente de derecho constitucional, sino como fuente mayor.
/D&$'+UHFRQRFHGHUHFKRVKXPDQRV\FUHDyUJDQRVSDUDVXSUR-
WHFFLyQ
(OVLVWHPDGHSURGXFFLyQQRUPDWLYDHQHOiPELWRLQWHUQDFLRQDOQLHVWi
XQLÀFDGRQLFHQWUDOL]DGRGHODPLVPDIRUPDTXHORHVWiHQHOVHQRGHORV
Estados nacionales. No obstante, es posible reconocer un poder normativo
en los Estados, ya sea individualmente considerados, ya sea agrupados en
RUJDQL]DFLRQHVLQWHUQDFLRQDOHV/D&$'+\FRPRUHVXOWDGRGHOSURJUHVLYR
GHVDUUROORGHOVLVWHPDLQWHUDPHULFDQRGHSURWHFFLyQGHORVGHUHFKRVKXPD-
nosYHODOX]HQHOPDUFRGHXQDGHpVWDVRUJDQL]DFLRQHVOD2UJDQL]DFLyQ
GHORV(VWDGRV$PHULFDQRV2($HQFX\D&DUWDVHKDFHUHIHUHQFLDD
ella/D&$'+WLHQHXQDFODUDÀQDOLGDG´ODSURWHFFLyQLQWHUQDFLRQDOGH
los derechos esenciales del hombre”; y para lograrlo ha organizado “un
(QSDODEUDVGHO7&´>O@DVVHQWHQFLDVGHO7&GDGRTXHFRQVWLWX\HQODLQWHUSUHWDFLyQ
GHOD&RQVWLWXFLyQGHOPi[LPRWULEXQDOMXULVGLFFLRQDOGHOSDtVVHHVWDWX\HQFRPRIXHQWHGH
GHUHFKR\YLQFXODQDWRGRVORVSRGHUHVGHO(VWDGRµ(;31²²3$7&IXQGD-
mento 42.
L. CASTILLO CÓRDOVA, Análisis de algunas recientes normas procesales constitucionales creadas
por el TCFLWSS8QDLQWHUSUHWDFLyQGLYHUJHQWHHQF. VELEZMORO PINTO, El precedente
constitucional vinculante según la jurisprudencia del TC peruano y el neoconstitucionalismo, en Revista
Jurídica del Perú, Tomo 112, junio 2010, pp. 57-72.
P. NIKKEN, Los Derechos Humanos en el Sistema Regional Americano, en Curso Interdisci-
plinario en Derechos Humanos, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1990, p. 98.
&RPRHVVDELGROD&$'+VHDGRSWyHQGXUDQWHOD&RQIHUHQFLD(VSHFLDOL]DGD
GH'HUHFKRV+XPDQRVUHDOL]DGDHQ6DQ-RVp&RVWD5LFD\HQWUyHQYLJHQFLDHOGHMXOLR
GHFRQHOGHSyVLWRGHODXQGpFLPDUDWLÀFDFLyQHQFXPSOLPLHQWRGHOUHTXLVLWRH[LJLGR
SRUHODUWtFXOR&$'+
/DUHIHUHQFLDHVDWUDYpVGHODH[SUHVLyQ´&RQYHQFLyQLQWHUDPHULFDQDVREUHGHUH-
FKRVKXPDQRVµHQHO&DStWXOR;9DUWtFXOR\&DStWXOR;;,,DUWtFXOR
&RUWH,'+$VXQWR9LYLDQD*DOODUGR\RWUDVGHFLVLyQGHOGHQRYLHPEUHGH
SiUUDIRHQODZHEGHOD&RUWH,'+DSDUHFHHQODVHFFLyQRSLQLRQHVFRQVXOWLYDV(VWD
ÀQDOLGDGHVSRVLEOHGHFRQFOXLUGHOVHJXQGRFRQVLGHUDQGRGHOSUHiPEXORGHOD&$'+´5H-
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 307
VLVWHPD TXH UHSUHVHQWD ORV OtPLWHV \ FRQGLFLRQHV GHQWUR GH ORVFXDOHV ORV
Estados Partes han consentido en responsabilizarse internacionalmente de
ODVYLRODFLRQHVGHTXHVHOHVDFXVHµ.
7DO ÀQDOLGDG \ VLVWHPD RUJDQL]DGR YLHQHQ HVHQFLDOPHQWH PDQLIHVWDGRV
HQ OD SULPHUD SDUWH GH OD &$'+ TXH VH GHQRPLQD ´'HEHUHV GHO (VWDGR
\'HUHFKRVSURWHJLGRVµ\HQODTXHVHUHFRJHXQFRQMXQWRGHGLVSRVLFLR-
QHV TXH SRVLWLYDQ ORV GHUHFKRV KXPDQRV HV GHFLU HQ ODV TXH VH UHFRJHQ
ODVH[LJHQFLDVGHMXVWLFLDTXHVHIRUPXODQGHVGH\DIDYRUGHOD3HUVRQD.
Al cumplimiento de estos derechos humanos se obligan los Estados, ya
sea respetando ya sea garantizandoORVGHUHFKRVKXPDQRVDUWtFXOR
&$'+SDUWLFXODUPHQWHDGRSWDQGRODVFRUUHVSRQGLHQWHVGLVSRVLFLRQHVGH
GHUHFKRLQWHUQRSDUDIDYRUHFHUWDOUHVSHWR\JDUDQWtDDUWtFXOR&$'+
FRQRFLHQGRTXHORVGHUHFKRVHVHQFLDOHVGHOKRPEUHQRQDFHQGHOKHFKRGHVHUQDFLRQDOGH
GHWHUPLQDGR(VWDGRVLQRTXHWLHQHQFRPRIXQGDPHQWRORVDWULEXWRVGHODSHUVRQDKXPDQD
UD]yQSRUODFXDOMXVWLÀFDQXQDSURWHFFLyQLQWHUQDFLRQDOGHQDWXUDOH]DFRQYHQFLRQDOFRDG\X-
YDQWHRFRPSOHPHQWDULDGHODTXHRIUHFHHOGHUHFKRLQWHUQRGHORV(VWDGRVDPHULFDQRVµ
&RUWH,'+DVXQWRGH9LYLDQD*DOODUGR\RWUDVFLWDGRSiUUDIR
(VWDVH[LJHQFLDVGHMXVWLFLDTXHUHSUHVHQWDQORVGHUHFKRVKXPDQRV´VRQDWULEXWRV
LQKHUHQWHVDODGLJQLGDGKXPDQD\HQFRQVHFXHQFLDVXSHULRUHVDOSRGHUGHO(VWDGRµ&DVR
9HOiVTXH]5RGUtJXH]/ Honduras, Sentencia de 29 de julio de 1988 (Fondo)SiUUDIR
J. C. HITERS, Derecho internacional de los derechos humanos, Buenos Aires, 1991, pp. 83-85.
6HWUDWDGHXQD´REOLJDFLyQGHQRKDFHUTXHVHWUDGXFHHQODH[LVWHQFLDGHOLPLWDFLR-
QHVDOHMHUFLFLRGHOSRGHUS~EOLFRFXDQGRpVWHSUHWHQGHSHQHWUDUHQODHVIHUDGHOLQGLYLGXR
menoscabando por exceso o por defecto sus atributos inviolables”, A. AGUIAR, Derechos
humanos y responsabilidad internacional del Estado&DUDFDVS
Este deber de garantizar, “implica el deber de los Estados partes de organizar todo
HODSDUDWRJXEHUQDPHQWDO\HQJHQHUDOWRGDVODVHVWUXFWXUDVDWUDYpVGHODVFXDOHVVHPD-
QLÀHVWDHOHMHUFLFLRGHOSRGHUS~EOLFRGHPDQHUDWDOTXHVHDQFDSDFHVGHDVHJXUDUMXUtGL-
FDPHQWHHOOLEUH\SOHQRHMHUFLFLRGHORVGHUHFKRVKXPDQRV&RPRFRQVHFXHQFLDGHHVWD
REOLJDFLyQORV(VWDGRVGHEHQSUHYHQLULQYHVWLJDU\VDQFLRQDUWRGDYLRODFLyQGHORVGHUHFKRV
UHFRQRFLGRVSRUOD&RQYHQFLyQ\SURFXUDUDGHPiVHOUHVWDEOHFLPLHQWRVLHVSRVLEOHGHO
GHUHFKRFRQFXOFDGR\HQVXFDVRODUHSDUDFLyQGHORVGDxRVSURGXFLGRVSRUODYLRODFLyQGH
ORVGHUHFKRVKXPDQRVµ&DVR9HOiVTXH]5RGUtJXH]/+RQGXUDVFLWDGRSiUUDIR
(Q SDODEUDV GH OD &RUWH ,'+ ´>H@O GHEHU JHQHUDO GHO DUWtFXOR GH OD &RQYHQFLyQ
$PHULFDQDLPSOLFDODDGRSFLyQGHPHGLGDVHQGRVYHUWLHQWHV3RUXQDSDUWHODVXSUHVLyQGHODV
QRUPDV\SUiFWLFDVGHFXDOTXLHUQDWXUDOH]DTXHHQWUDxHQYLRODFLyQDODVJDUDQWtDVSUHYLVWDVHQ
OD&RQYHQFLyQ3RUODRWUDODH[SHGLFLyQGHQRUPDV\HOGHVDUUROORGHSUiFWLFDVFRQGXFHQWHVD
308 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
/DSULPHUDUHIHUHQFLDTXHVHKDFHDOD&RUWH,'+RFXUUHHQHODUWtFXOR
&$'+<FRQHOVLJXLHQWHHQXQFLDGRVHGLVSRQHTXHOD&RUWH,'+HVFRP-
petente “para conocer de los asuntos relacionados con el cumplimiento de
ORVFRPSURPLVRVFRQWUDtGRVSRUORV(VWDGRV3DUWHVHQHVWD&RQYHQFLyQµ
(VWDUHIHUHQFLDHVJHQHUDO\HVSUHFLVDGDPiVDGHODQWHDOGLVSRQHUVHTXHOD
&RUWH,'+´WLHQHFRPSHWHQFLDSDUDFRQRFHUGHFXDOTXLHUFDVRUHODWLYRDOD
LQWHUSUHWDFLyQ\DSOLFDFLyQGHODVGLVSRVLFLRQHVGHHVWD&RQYHQFLyQµDUWt-
FXOR&$'+'HPRGRTXH´FXDQGRGHFLGDTXHKXERYLRODFLyQGHXQ
GHUHFKRROLEHUWDGSURWHJLGRVHQHVWD&RQYHQFLyQOD&RUWHGLVSRQGUiTXH
se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados”
DUWtFXOR&$'+
'H HVWDV UHIHUHQFLDV QRUPDWLYDV GH OD SDUWH RUJiQLFD GH OD &$'+ HV
SRVLEOHIRUPXODUYDULDVFRQFOXVLRQHV8QDSULPHUDHVHOFDUiFWHULQVWUXPHQ-
WDOTXHVHOHKDGHUHFRQRFHUDOD&RUWH,'+7RGRPHGLRKDFHGHSHQGHU
OD OHJLWLPLGDG WDQWR GH VX H[LVWHQFLD FRPR GH VX DFWXDFLyQ GH OD HIHFWLYD
FRQVHFXFLyQGHXQDÀQDOLGDG7DOÀQDOLGDGSDUDHOFDVRGHOD&RUWH,'+HV
YHODUSRUHODMXVWDPLHQWRFDEDOGHODDFWXDFLyQHVWDWDODODVH[LJHQFLDVGHORV
GHUHFKRVKXPDQRVUHFRQRFLGRVHQOD&$'+/RV(VWDGRVDpVWDYLQFXOD-
dos, “se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en
HOOD\DJDUDQWL]DUVXOLEUH\SOHQRHMHUFLFLRDWRGDSHUVRQDTXHHVWpVXMHWDD
VXMXULVGLFFLyQµDUWtFXOR&$'+
/DH[LVWHQFLDGHOD&RUWH,'+DVtFRPRODVGLVWLQWDVDWULEXFLRQHVTXH
VHOHUHFRQRFHQVyORVHMXVWLÀFDQGHVGHTXHVHOHKDDVLJQDGRHOHQFDUJRGH
YHODUSRUODSOHQDUHDOL]DFLyQGHOD3HUVRQDDWUDYpVGHODYHULÀFDFLyQGHOD
VXMHFLyQHVWDWDODODVQRUPDV\FRQVHFXHQWHVSRVLFLRQHVMXUtGLFDVTXHUD]R-
QDEOHPHQWHHVSRVLEOHFRQFOXLUGHVGHODVGLVSRVLFLRQHVGHOD&$'+\FRQ
HOODGHORVSURWRFRORVDGLFLRQDOHV\GHPiVGLVSRVLFLRQHVLQWHUQDFLRQDOHVGHO
iPELWRLQWHUDPHULFDQR&RUUHVSRQGH´DHVWD&RUWHJDUDQWL]DUODSURWHFFLyQ
LQWHUQDFLRQDOTXHHVWDEOHFHOD&RQYHQFLyQGHQWURGHODLQWHJULGDGGHOVLV-
tema pactado por los Estados”GHPRGRTXHSXHGDVHUFRQVLGHUDGDXQ
yUJDQRFRQXQDFRQFUHWDPLVLyQTXHORFRQYLHUWHHQ´FRQWUDORUGHODDSOLFD-
&RUWH,'+DVXQWR9LYLDQD*DOODUGR\RWUDVFLWDGRSiUUDIR
310 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
FLyQGHORVSDFWRVTXHÀUPHQORVGLVWLQWRV(VWDGRVµ.
(VWDH[LVWHQFLD\DFWXDFLyQFRQGLFLRQDGD\SRUHOORHVHQFLDOPHQWHOLPLWD-
GDDOFXPSOLPLHQWRGHHVWDPLVLyQKDFHSRVLEOHTXHOD&RUWH,'+SXHGDVHU
tenida como una comisionada del Legislador americano internacional. Éste
OHKDHQFDUJDGRYHODUSRUODFRUUHFWDLQWHUSUHWDFLyQ\DSOLFDFLyQHVWDWDOGH
OD&$'+\HQJHQHUDOGHWRGRHOVLVWHPDMXUtGLFRLQWHUDPHULFDQRGHSUR-
WHFFLyQGHORVGHUHFKRVKXPDQRV(QGHÀQLWLYDH[LVWHSDUDDVHJXUDU²HQOD
mayor medida de lo posible–, la plena vigencia de los instrumentos interna-
FLRQDOHVVREUHGHUHFKRVKXPDQRVTXHHQHOPDUFRGHOD2($KDQÀUPDGR
ORV(VWDGRVLQWHUDPHULFDQRV(QHOFXPSOLPLHQWRGHHVWHHQFDUJROD&RUWH
,'+HQFXHQWUDVXOHJLWLPLGDGWDQWRGHRULJHQFRPRGHDFWXDFLyQH[LVWH
SDUDHVWR\SDUDHVWRDGHDFWXDU(VWHHVHOSULPHUHOHPHQWRGHODSRVLFLyQ
MXUtGLFDGHOD&RUWH,'+yUJDQRTXHH[LVWH\DFW~DFRPRFRPLVLRQDGRGHO
Legislador internacional interamericano.
&RPRVHSRGUiFRPSUHQGHUUHVXOWDGHFLVLYRDODÀJXUDGHXQFRPLVLRQD-
GRQRVyORODH[LVWHQFLDGHXQDGHWHUPLQDGDFRPLVLyQRHQFDUJRVLQRWDP-
ELpQODGDFLyQGHLQVWUXPHQWRVSDUDFXPSOLUFRQORHQFDUJDGR'HOHQFDUJR
VHKDMXVWLÀFDGRKDVWDDTXtDKRUDFRUUHVSRQGHWUDWDUDFHUFDGHORVPHGLRV
para llevar a cabo el encargo.
(VWHSULPHUHOHPHQWRTXHGHÀQHODSRVLFLyQMXUtGLFDGHOD&RUWH,'+
KDFHGHHOODXQDUHDOLGDGFX\DDFWXDFLyQHVXQDHVHQFLDOPHQWHFRQGLFLRQDGD
7LHQHXQDÀQDOLGDGPX\GHÀQLGDTXHFXPSOLU\ORVLQVWUXPHQWRVIXQFLRQHV
\ FRPSHWHQFLDV TXH VH OD KD\D SUHYLVWR VyOR SRGUiQ VHU HPSOHDGRV SDUD
HOFXPSOLPLHQWRFDEDOGHODPLVLyQHQFRPHQGDGD1RHVSXHVXQHPSOHR
DUELWUDULRHOTXHYLHQHH[LJLGRGHVGHODSRVLFLyQMXUtGLFDGHOD&RUWH,'+
(VWHHVHOPDUFRJHQHUDOGHQWURGHOFXDOVHKDGHDQDOL]DUORVPHGLRVTXHHO
/HJLVODGRULQWHUDPHULFDQRDWUDYpVGHOD&$'+OHKDGHSDUDGRDOD&RUWH
,'+/DUHIHUHQFLDDORVPHGLRVSUHYLVWRVSDUDODUHDOL]DFLyQGHOHQFDUJR
QRVOOHYDDODVHJXQGDFRQFOXVLyQTXHVREUHODSRVLFLyQMXUtGLFDGHOD&RUWH
J. C. HITERS, Derecho internacional de los derechos humanos, cit., p. 420.
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 311
2&GHOGHVHSWLHPEUHGH´RWURVWUDWDGRVµREMHWRGHODIXQFLyQFRQ-
VXOWLYDGHOD&RUWHDUW&RQYHQFLyQ$PHULFDQDVREUH'HUHFKRV+XPDQRVSiUUDIR
(QHVWDOyJLFDVHWUDWDGHOD´FRPSHWHQFLDSDUDGHWHUPLQDUFXiQGRXQDFWRXRPL-
VLyQGHXQ(VWDGRVHFRQWUDSRQHDODREOLJDFLyQLQWHUQDFLRQDODGTXLULGDSRUpVWHDOÀUPDU
UDWLÀFDURDGKHULUVHDXQLQVWUXPHQWRLQWHUQDFLRQDOµK. CASTILLA, El control de convencionali-
dad: un nuevo debate en México a partir de la sentencia del Caso Radilla Pacheco, en Anuario Mexicano
de Derecho Internacional, vol. XI, 2011, p. 606.
312 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
KDKDELGRRQRXQLQFXPSOLPLHQWRGHODVUHIHULGDVGLVSRVLFLRQHV6yORVH
HVWiHQFRQGLFLRQHVGHGHWHUPLQDUTXHKDRFXUULGRXQLQFXPSOLPLHQWRRQR
GHOD&$'+FXDQGRDQWHVVHHVWiHQFRQGLFLRQHVGHVDEHUFXiOHVHORORV
PDQGDWRVH[LJLEOHVGHVGHHOOD<SDUDVDEHUGHWHUPLQDUHVWRVVHWLHQHTXH
HVWDUHQFRQGLFLRQHVGHDVLJQDUVLJQLÀFDGRVQRUPDWLYRVDODVGLVSRVLFLRQHV
FRQYHQFLRQDOHVSRUFX\RFXPSOLPLHQWRVHYHODUiHVGHFLUVHWLHQHTXHHVWDU
HQFRQGLFLRQHVGHLQWHUSUHWDUOD&RQYHQFLyQ
²,QWHUSUHWDFLyQFRQYHQFLRQDO\FRPSHWHQFLDFRQVXOWLYD
5HVSHFWRGHODFRPSHWHQFLDFRQVXOWLYDDWULEXLGDDOD&RUWH,'+VHWUDWD
GHO UHFRQRFLPLHQWR GH OD FRPSHWHQFLD SDUD UHVROYHU ODV FRQVXOWDV TXH VR-
EUH OD LQWHUSUHWDFLyQ GH OD &$'+ R GH RWURV WUDWDGRV FRQFHUQLHQWHV D OD
SURWHFFLyQ GH ORV GHUHFKRV KXPDQRV HQ ORV (VWDGRV DPHULFDQRV DUWtFXOR
&$'+²SDUWLFXODUPHQWHVREUHODFRPSDWLELOLGDGHQWUHFXDOTXLHUDGH
VXVOH\HVLQWHUQDV\ORVPHQFLRQDGRVLQVWUXPHQWRVLQWHUQDFLRQDOHVDUWtFXOR
&$'+²SXHGDIRUPXODUOHXQ(VWDGRPLHPEURROD&RPLVLyQ,'+
$WUDYpVGHODDEVROXFLyQGHHVWDVFRQVXOWDV\FRQEDVHHQHO'HUHFKRLQWHU-
QDFLRQDOGHORVGHUHFKRVKXPDQRVHQJHQHUDO\HQOD&$'+HQSDUWLFXODU
OD&RUWH,'+SUHVHQWDUiSDXWDVQRUPDWLYDVGHDFWXDFLyQDODVTXHVHKDGH
VXMHWDUHO (VWDGR D ÀQ GH FXPSOLU FRQ VX GHEHU GH VXMHFLyQ HIHFWLYD D ODV
disposiciones convencionales sobre derechos humanos. Para tener la posibi-
OLGDGUHDOGHSUHVHQWDUODVPHQFLRQDGDVH[LJHQFLDVQRUPDWLYDVGHDFWXDFLyQ
HVWDWDOOD&RUWH,'+H[SUHVDUiPDQGDWRVDSDUWLUGHODVGLVSRVLFLRQHVFRQ-
YHQFLRQDOHVHVGHFLUWLHQHTXHUHFRQRFpUVHOHODSRVLELOLGDGGHLQWHUSUHWDUODV
$ SDUWLU GH HVWD LQWHUSUHWDFLyQ OD &RUWH ,'+ IRUPXODUi LQWHUSUHWDFLRQHV
FRQYHQFLRQDOHVHQWRUQRDXQSUREOHPDMXUtGLFRSODQWHDGRVLQTXHD~QVH
halla generado controversia iusconvencional concreta.
²&DUiFWHUYLQFXODQWHGHODLQWHUSUHWDFLyQFRQYHQFLRQDO
8QDYH]MXVWLÀFDGRTXHWDQWRHQVXFRPSHWHQFLDFRQWHQFLRVDFRPRHQOD
FRQVXOWLYDOD&RUWH,'+UHDOL]DXQDDFWLYLGDGLQWHUSUHWDWLYDGHOD&RQYHQ-
FLyQFRUUHVSRQGHGHWHUPLQDUVLORVVLJQLÀFDGRVQRUPDWLYRVTXHGHWHUPLQH
OD&RUWH,'+VRQRQRYLQFXODQWHV
En referencia a la competencia contenciosa.
En referencia a la competencia contenciosa, es posible sostener dos ra-
]RQHVDIDYRUGHVXFDUiFWHUYLQFXODQWH/DSULPHUDHVHOFDUiFWHUYLQFXODQWH
GH ODV GHFLVLRQHV TXH DGRSWH HQ HMHUFLFLR GH OD FRPSHWHQFLD FRQWHQFLRVD
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 313
(OHMHUFLFLRGHHVWDFRPSHWHQFLDVRODPHQWHDOFDQ]DDORV(VWDGRVTXH´KD-
\DQ UHFRQRFLGR R UHFRQR]FDQ GLFKD FRPSHWHQFLDµ DUWtFXOR &$'+
El reconocimiento de la competencia contenciosa por parte de un Estado
VLJQLÀFDODPDQLIHVWDFLyQGHXQDYROXQWDGHVWDWDOTXHDVXPHHOFRPSURPLVR
LQWHUQDFLRQDOGHFXPSOLUODVGHFLVLRQHVTXHOD&RUWH,'+DGRSWHHQHOHMHU-
cicio de tal competencia. Por esto, las decisiones en asuntos contenciosos
VHUiQVLHPSUHYLQFXODQWHVSRUTXHVRODPHQWHVHGHVSOLHJDSDUD(VWDGRVTXH
le reconocen vinculatoriedad. Pues bien, las interpretaciones de las disposi-
ciones convencionales en el ejercicio de la competencia contenciosa vienen
D FRQIRUPDU ODV MXVWLÀFDFLRQHV R PRWLYDFLRQHV DUWtFXOR &$'+ GH
XQIDOORTXHHVGHÀQLWLYRHLQDSHODEOHDUWtFXOR&$'+SRUORTXHWDOHV
LQWHUSUHWDFLRQHVDSDUHFHUiQVLHPSUHFRPRYLQFXODQWHV
En este punto conviene plantear la pregunta del alcance de la vincula-
FLyQGHODVLQWHUSUHWDFLRQHVFRQYHQFLRQDOHVTXHHODERUHOD&RUWH,'+1R
FDEH GXGD SRU OR TXH VH DFDED GH PDQLIHVWDU TXH OD YLQFXODFLyQ RFXUUH
UHVSHFWRGHO(VWDGRGHQXQFLDGR3HURODYLQFXODFLyQVHH[WLHQGHWDPELpQD
WRGRVORVGHPiV(VWDGRVÀUPDQWHVGHOD&$'+KD\DQRQRUHFRQRFLGROD
FRPSHWHQFLDFRQWHQFLRVDGHOD&RUWH,'+/DMXVWLÀFDFLyQHVODVLJXLHQWH
ODVLQWHUSUHWDFLRQHVTXHGHOD&$'+IRUPXOHODPHQFLRQDGD&RUWHVHDGV-
FULEHQDODVQRUPDVFRQYHQFLRQDOHVGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDVGHPDQHUDTXH
DSDUWLUGHHVHPRPHQWRODVGLVSRVLFLRQHVGHOD&$'+VHKDQGHHQWHQGHU
VHJ~QWDOHVLQWHUSUHWDFLRQHVDVtORV(VWDGRVYLQFXODGRVDOD&$'+VHKD-
OODQ YLQFXODGRV WDPELpQ D ODV LQWHUSUHWDFLRQHV GH VXV GLVSRVLFLRQHV . Y,
DGLFLRQDOPHQWHODYLQFXODFLyQVHH[WLHQGHWDPELpQDODSURSLD&RUWH,'+
SXHVVDOYRXQMXVWLÀFDGRFDPELRMXULVSUXGHQFLDOXQDHOHPHQWDOH[LJHQFLD
GHUD]RQDELOLGDG\VHJXULGDGMXUtGLFDYLQFXODDOD&RUWH,'+DVXVSURSLDV
LQWHUSUHWDFLRQHVLXVIXQGDPHQWDOHV'HVGHWDOHVLQWHUSUHWDFLRQHVVHUiSRVLEOH
HVSHUDUXQDPLVPDGHFLVLyQDFDVRVVXVWDQFLDOPHQWHLJXDOHV
<ODVHJXQGDUD]yQHVTXHFXDQGRVHHMHUFHODFRPSHWHQFLDFRQWHQFLRVD
OD&RUWH,'+GHEHUiGHWHUPLQDUVLXQGHWHUPLQDGRFRPSRUWDPLHQWRHVWDWDO
VHKDDMXVWDGRRQRDOD&$'+(VWRVLJQLÀFDTXHOD&RUWH,'+FRQWURODUi
ODVXMHFLyQHVWDWDODOD&$'+DÀQGHDVHJXUDUODSOHQDYLJHQFLDGHOGHUHFKR
6REUHHVWRVHUHJUHVDUiPiVDGHODQWHFXDQGRVHWUDWHDFHUFDGHODIXQFLyQGHFUHD-
FLyQGHGHUHFKRFRQYHQFLRQDODGVFULWRTXHWLHQHOD&RUWH,'+
314 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
&DVRLoayza Tamayo / Perú, Sentencia de 17 de septiembre de 1997 (Fondo)SiUUDIR
50.
316 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
SDUDOD&RUWH,'+WHQGUtDFDUiFWHUGHPHUDPHQWHLQGLFDWLYR'HHVWDVREVHU-
YDFLRQHVSXHGHFRQFOXLUVHTXHOD&RPLVLyQ,'+QRLQWHUSUHWDOD&$'+\VL
HQDOJ~QFDVRORKLFLHUDWDOLQWHUSUHWDFLyQQROOHJDDVHUYLQFXODQWH
6LHPSUHHQHOiPELWRLQWHUQDFLRQDOODDXVHQFLDGHRWURyUJDQRGHLQWHU-
SUHWDFLyQYLQFXODQWHGHOD&$'+KDFHTXHXQHOHPHQWRFRQÀJXUDGRUGHOD
SRVLFLyQMXUtGLFDGHOD&RUWH,'+TXHGHIRUPXODGRHQORVVLJXLHQWHVWpUPL-
QRV~QLFRLQWpUSUHWHYLQFXODQWHGHOD&$'+.
(VWHHOHPHQWRHVYiOLGRDOPHQRVHQHOiPELWRLQWHUQDFLRQDO0iVDGHODQWHVHDQD-
OL]DUiVLHQORViPELWRVQDFLRQDOHVH[LVWHQyUJDQRVTXHSXHGDQLQWHUSUHWDUGHPRGRYLQFX-
ODQWHOD&$'+6HJ~QODUHVSXHVWDDODTXHVHDUULEHHVWHHOHPHQWRFRQÀJXUDGRUTXHGDUi
o no matizado.
318 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
HVWDUVXMHWRDODVUHVWULFFLRQHVSUHYLVWDVSRUODOH\TXHVHDQQHFHVDULDVHQXQD
VRFLHGDGGHPRFUiWLFDHQLQWHUpVGHODVHJXULGDGQDFLRQDOGHODVHJXULGDGR
GHORUGHQS~EOLFRVRSDUDSURWHJHUODVDOXGRODPRUDOS~EOLFDVRORVGHUH-
FKRVROLEHUWDGHVGHORVGHPiVµDUWtFXOR&$'+(OUHOHYDQWHJUDGRGH
LQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDGHHVWDQRUPDVHPXHVWUDFRQH[SUHVLRQHVFRPR
´VRFLHGDGGHPRFUiWLFDµ´VHJXULGDGQDFLRQDOµ´RUGHQS~EOLFRµHQWUHRWUDV
0LHQWUDVTXHXQHMHPSORGHQRUPDFRQYHQFLRQDOVLQJUDGRGHLQGHWHUPLQD-
FLyQUHOHYDQWHHVODQRUPDTXHFRQFUHWDHOFRQWHQLGRHVHQFLDOGHOGHUHFKRD
ODYLGDGHODPDQHUDVLJXLHQWH´HVWiSURKLELGRLPSRQHUODSHQDGHPXHUWHD
SHUVRQDVTXHHQHOPRPHQWRGHODFRPLVLyQGHOGHOLWRWXYLHUHQPHQRVGH
GLHFLRFKRDxRVGHHGDGRPiVGHVHWHQWDQLVHOHDSOLFDUiDODVPXMHUHVHQ
HVWDGRGHJUDYLGH]µDUWtFXOR&$'+
/RVGHUHFKRVKXPDQRVSXHVVHSRVLWLYDQHQOD&$'+DWUDYpVGHIyU-
PXODVOLQJtVWLFDVJHQpULFDVTXHGDQOXJDUWDQWRDQRUPDVFRQXQPi[LPR
JUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDFRPRDQRUPDVFRQUHOHYDQWHJUDGR
GH LQGHWHUPLQDFLyQ QRUPDWLYD /D LQGHWHUPLQDFLyQ QRUPDWLYD DXQTXH HQ
JUDGRV GLVWLQWRV GHEH VHU VXSHUDGD SDUD UHVROYHU DVXQWRV FRQWURYHUVLDV R
FRQVXOWDVFRQFUHWRV/D&RUWH,'+VHSUHVHQWDDVtFRPRXQyUJDQRTXH
FRQODLQWHUSUHWDFLyQFRQYHQFLRQDOTXHUHDOL]DHQHOHMHUFLFLRWDQWRGHODFRP-
petencia contenciosa como de la consultiva, intenta superar el grado de inde-
WHUPLQDFLyQQRUPDWLYDGHODVGLVSRVLFLRQHVFRQYHQFLRQDOHVVREUHGHUHFKRV
KXPDQRV&RUUHVSRQGHDQDOL]DUODQDWXUDOH]DGHODVLQWHUSUHWDFLRQHVFRQYHQ-
FLRQDOHVTXHHQHMHUFLFLRGHDPEDVFRPSHWHQFLDVIRUPXODOD&RUWH,'+
² &UHDFLyQ GH GHUHFKR FRQYHQFLRQDO HQ HO HMHUFLFLR GH OD FRPSHWHQFLD
contenciosa.
(QHOHMHUFLFLRGHODFRPSHWHQFLDFRQWHQFLRVDGHOD&RUWH,'+ODVXSH-
UDFLyQGHODLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDVHORJUDUiDWUDYpVGHODFRQFUHFLyQ
GHODQRUPDFRQYHQFLRQDOLQGHWHUPLQDGDTXHHVFRQFOXLGDGHVGHXQDGLV-
SRVLFLyQFRQYHQFLRQDOJHQpULFD\TXHVHPXHVWUDHÀFD]SDUDUHVROYHUXQD
FRQWURYHUVLDFRQFUHWD(VWDFRQFUHFLyQWLHQHFDUiFWHUQRUPDWLYR\SRUHOOR
YLQFXODQWHSRUODVVLJXLHQWHVUD]RQHV3ULPHUDSRUTXHWDQWRODGLVSRVLFLyQ
FRQYHQFLRQDOFRPRODQRUPDGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDGHVGHWDOGLVSRVLFLyQ
FRQYHQFLRQDO VRQ YLQFXODQWHV VHJXQGD SRUTXH OD LQWHUSUHWDFLyQ FRQYHQ-
FLRQDOVHIRUPXODDWUDYpVGHOHMHUFLFLRGHXQDFRPSHWHQFLDFX\RUHVXOWDGR
no solo vincula al Estado respecto del cual se resuelve un caso, sino de todos
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 319
ORV(VWDGRVYLQFXODGRVDOD&$'+SRUTXHpVWDULJH\YLQFXODWDPELpQFRQ
ODVLQWHUSUHWDFLRQHVTXHVHDGVFULEHQDHOODWDO\FRPRVHUiH[SOLFDGRLQPH-
GLDWDPHQWH \ WHUFHUR SRUTXH HVWi GHVWLQDGD D MXVWLÀFDU XQD GHFLVLyQ TXH
resuelve una controversia de modo vinculante.
/DFRQFUHFLyQQRUPDWLYDGHEHWHQHUXQJUDGRGHGHWHUPLQDFLyQWDOTXH
SHUPLWDFRQVWUXLUXQDVROXFLyQDXQDFRQFUHWDFRQWURYHUVLD7DOFRQFUHFLyQ
OOHJDUiDGHÀQLUWDQWRXQVXSXHVWRGHKHFKRFRPRXQDFRQVHFXHQFLDMXUtGLFD
FRQPX\UHGXFLGRRLQH[LVWHQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDORTXH
DFRQWHFHUiFXDQGRXQR\RWURHVWiQIRUPXODGRVFRQSUHFLVLyQ'HPDQHUD
TXHDGLIHUHQFLDGHORTXHRFXUUHFRQHO/HJLVODGRUFRQYHQFLRQDOTXHQRUPDO-
PHQWHIRUPXODGLVSRVLFLRQHVTXHGDQRULJHQDQRUPDVGHPi[LPRRUHOHYDQWH
JUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDOD&RUWH,'+QRUPDOPHQWHIRUPXODUi
FRQFUHFLRQHVFRQLUUHOHYDQWHRLQH[LVWHQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPD-
WLYDRVLVHTXLHUHFRQDOWRRPi[LPRJUDGRGHGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD.
(VWHDOWRJUDGRRPi[LPRJUDGRGHGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDHVSRVLEOH
SRUTXHHQODPHGLGDTXHVHHVWiDQWHXQDVXQWRFRQWHQFLRVRODFRQFUHFLyQ
VHIRUPXODUiHQUHIHUHQFLDDXQVXSXHVWRGHKHFKR/RVHOHPHQWRVIiFWLFRV
GHOVXSXHVWRGHKHFKRSHUPLWLUiQXQDFRQFUHFLyQWDOTXHOHGDUiRSHUDWLYL-
GDGDODGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDODOSXQWRGHUHGXFLUQRWDEOHPHQWHRKDFHU
GHVDSDUHFHUHOJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD$VtKD\TXHVRVWHQHU
TXHIUXWRGHODLQWHUSUHWDFLyQTXHGHODVGLVSRVLFLRQHVFRQYHQFLRQDOHVUHDOL-
]DOD&RUWH,'+FRPRLQWpUSUHWHYLQFXODQWHGHOD&$'+SDUDUHVROYHUXQD
FRQFUHWDGHQXQFLDIRUPXODUiQRUPDVTXHWLHQHQHOFDUiFWHUGHUHJODV
(VWDVUHJODVVRQXQDFRQFUHFLyQGLUHFWDGHODGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDO
LQWHUSUHWDGD\SRUHVWDUD]yQVHDGVFULEHDVXiPELWRQRUPDWLYR6HWUDWDGH
XQDQRUPDTXHQDFHDOPXQGRMXUtGLFRQHFHVDULDPHQWHDGVFULWDDODGLVSRVL-
FLyQFRQYHQFLRQDOFRQFUHWDGDSRUORTXHELHQSXHGHVHUGHQRPLQDGDFRPR
´QRUPDFRQYHQFLRQDODGVFULWDµR´UHJODFRQYHQFLRQDODGVFULWDµ
(VXQHMHPSORGHHVWHPRGRGHFRQFUHFLyQHOVLJXLHQWH(ODUWtFXOR
&$'+HVXQDGLVSRVLFLyQTXHFRQFUHWDHOFRQWHQLGRHVHQFLDOGHOGHUHFKR
KXPDQRDODLQWHJULGDGSHUVRQDOSRVLWLYDGRHQHODUWtFXOR&$'+DWUD-
YpV GH XQD GLVSRVLFLyQ GHO Pi[LPR JUDGR GH LQGHWHUPLQDFLyQ QRUPDWLYD
3RUHVWDUD]yQSRGUtDVHUOODPDGDUHJODODFRQFUHFLyQDWUDYpVGHODFXDOVHUHVXHOYH
ODLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYDGHXQDGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDOTXHVHIRUPXODHQHOPDUFR
\FRQODÀQDOLGDGGHGDUVROXFLyQDXQDFRQFUHWDFRQWURYHUVLD
320 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
(ODUWtFXOR&$'+HVXQDGLVSRVLFLyQGHODTXHHVSRVLEOHFRQFOXLUOD
siguiente norma directamente estatuida:
1(VWiSURKLELGRVRPHWHUDDOJXLHQDWRUWXUDVDSHQDVRWUDWRVFUXHOHV
inhumanos o degradantes.
Esta norma tiene, debido a las expresiones “tortura, penas, tratos crueles,
LQKXPDQRVRGHJUDGDQWHVµXQUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWL-
YDTXHUHTXLHUHGHSUHFLVLyQ(VWDSUHFLVLyQKDVLGRIRUPXODGDSRUOD&RUWH
,'+DOPDQLIHVWDUTXH
´6LQ HPEDUJR ORV RWURV KHFKRV DOHJDGRV FRPR OD LQFRPXQLFDFLyQ GX-
UDQWHODGHWHQFLyQODH[KLELFLyQS~EOLFDFRQXQWUDMHLQIDPDQWHDWUDYpVGH
PHGLRVGHFRPXQLFDFLyQHODLVODPLHQWRHQFHOGDUHGXFLGDVLQYHQWLODFLyQQL
luz natural, los golpes y otros maltratos como el ahogamiento, la intimida-
FLyQSRUDPHQD]DVGHRWURVDFWRVYLROHQWRVODVUHVWULFFLRQHVDOUpJLPHQGH
YLVLWDVsupra,SiUUFGHN\OFRQVWLWX\HQIRUPDVGHWUDWRVFUXHOHV
LQKXPDQRVRGHJUDGDQWHVHQHOVHQWLGRGHODUWtFXORGHOD&RQYHQFLyQ
Americana”.
'HORGLFKRSRUOD&RUWH,'+HVSRVLEOHFRQFOXLUODVLJXLHQWHQRUPD
1(VWiSURKLELGRODLQFRPXQLFDFLyQGXUDQWHODGHWHQFLyQODH[KLELFLyQ
S~EOLFDFRQXQWUDMHLQIDPDQWHDWUDYpVGHPHGLRVGHFRPXQLFDFLyQHODLV-
ODPLHQWRHQFHOGDUHGXFLGDVLQYHQWLODFLyQQLOX]QDWXUDOORVJROSHV\RWURV
PDOWUDWRVFRPRHODKRJDPLHQWRODLQWLPLGDFLyQSRUDPHQD]DVGHRWURVDF-
WRVYLROHQWRV\ODVUHVWULFFLRQHVDOUpJLPHQGHYLVLWDV
(VWDQRUPDSXHGHVHUGHWHUPLQDGDD~QPiV/DPDQLIHVWDFLyQWUDQVFULWD
GHOD&RUWH,'+KDVLGRIRUPXODGDHQUHODFLyQDORVKHFKRVFRQVLGHUDGRV
SUREDGRVSRUODPHQFLRQDGD&RUWH\TXHORVKDUHIHULGRHQHOSiUUDIR
De ellos, interesa los recogidos “supra,SiUUFGHN\Oµ7RPHPRV
SRUHMHPSORORUHIHULGRHQHOSiUUDIRDSDUWDGR´Gµ$KtVHGDSRUSUR-
EDGRTXH
´OD VHxRUD 0DUtD (OHQD /RD\]D 7DPD\R MXQWR FRQ RWUDV SHUVRQDV IXH
H[KLELGDS~EOLFDPHQWHDWUDYpVGHPHGLRVGHFRPXQLFDFLyQFRQXQWUDMHD
UD\DVFRPRWHUURULVWDD~QVLQKDEHUVLGRSURFHVDGDQLFRQGHQDGDµ.
'HHVWDPDQHUDHVSRVLEOHIRUPXODUXQDQRUPDPiVFRQFUHWDFDVLFRQOD
&DVRLoayza Tamayo / PerúFLWDGDSiUUDIR
&DVRLoayza Tamayo / PerúFLWDGDSiUUDIRG
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 321
3RGUtDGHFLUVHTXHHVWDQRUPDWLHQHD~QXQJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQTXHYLHQH
SURYRFDGR SRU H[SUHVLRQHV LPSUHFLVDV FRPR ´H[KLELFLyQ S~EOLFDµ R ´WUDMH D UD\DVµ (V
YHUGDGTXHHQODIRUPXODFLyQOLQJtVWLFDGHODUHJODQRVHGLFHHQTXHKDGHFRQVLVWLUXQD
H[KLELFLyQSDUDVHUFRQVLGHUDGDFRPR´H[KLELFLyQS~EOLFDµQLFyPRQLFXDQWDVKDQGHVHU
ODVUD\DVGHOWUDMHQLTXpWLSRGHWUDMHDGHVHUXQRSDUDVHUFRQVLGHUDGR´WUDMHDUD\DVµ3HUR
HOFRQWH[WRIiFWLFRGHOFDVR\HOQRUPDWLYRGHODVGLVSRVLFLRQHV\QRUPDVFRQFHUQLGDVSHU-
PLWHQFRQFOXLUFRQIDFLOLGDGSULPHURGHTXHVHWUDWDGHXQDSUHVHQWDFLyQDODVRFLHGDGHQ
JHQHUDO\DWUDYpVGHFXDOTXLHUPHGLRGHFRPXQLFDFLyQGHXQDSHUVRQDFRPRGHOLQFXHQWH
\VHJXQGRGHTXHVHWUDWDGHXQWUDMHGHSUHVLGLDULRFRQUD\DVJUXHVDVKRUL]RQWDOHVTXHHQ
HOFROHFWLYRFLXGDGDQRLGHQWLÀFDDXQUHR3RUHVWDVUD]RQHVHVHQLYHOGHLQGHWHUPLQDFLyQ
HVLQVLJQLÀFDQWH
322 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
/DGLVSRVLFLyQSUHFHGHQWHHVWDEOHFHTXH´(QFDVRGHJXHUUDGHSHOLJURS~EOLFRR
GHRWUDHPHUJHQFLDTXHDPHQDFHODLQGHSHQGHQFLDRVHJXULGDGGHO(VWDGRSDUWHpVWHSRGUi
DGRSWDUGLVSRVLFLRQHVTXHHQODPHGLGD\SRUHOWLHPSRHVWULFWDPHQWHOLPLWDGRVDODVH[L-
JHQFLDVGHODVLWXDFLyQVXVSHQGDQODVREOLJDFLRQHVFRQWUDtGDVHQYLUWXGGHHVWD&RQYHQFLyQ
«µ
2&²GHOGHHQHURGHHO+iEHDV&RUSXVEDMRVXVSHQVLyQGHJDUDQWtDV
DUWV\&RQYHQFLyQ$PHULFDQDVREUH'HUHFKRV+XPDQRV
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 323
'HHVWDDÀUPDFLyQGHOD&RUWH,'+HVSRVLEOHFRQFOXLUXQDQRUPDTXH
HVFRQFUHFLyQGHODUWtFXOR&$'+7DOQRUPDHVXQDGHOWLSRGHUHJOD
SRUTXHKDGHÀQLGRFRPSOHWDPHQWHHOVXSXHVWRGHKHFKR\HVSRVLEOHGH
IRUPXODUVHHQORVWpUPLQRVVLJXLHQWHV
1(VWiSURKLELGDODVXVSHQVLyQGHORVSURFHGLPLHQWRVGHKiEHDVFRU-
SXV\GHDPSDURSDUDODSURWHFFLyQGHYDULRVGHUHFKRVFX\DVXVSHQVLyQHVWi
YHGDGDSRUHODUWtFXOR&$'+
1QRHVWiUHFRJLGDHQODIyUPXODOLQJtVWLFDHQODTXHFRQVLVWHODGLVSR-
VLFLyQFRQYHQFLRQDOUHFRJLGDHQHODUWtFXOR&$'+1HVWiYLJHQWHVyOR
DSDUWLUGHODLQWHUYHQFLyQGHOD&RUWH,'+eVWDODKDIRUPXODGRFRPRXQD
FRQFUHFLyQ QRUPDWLYD GH OD PHQFLRQDGD GLVSRVLFLyQ FRQYHQFLRQDO SRU OR
TXHVHDGVFULEHDVXiPELWRQRUPDWLYR(QDGHODQWHHODUWtFXOR&$'+
HVWDUiYLJHQWHVHJ~Q1
²9LQFXODFLyQDODVQRUPDVFRQYHQFLRQDOHVDGVFULWDV
/DFRQVHFXHQFLDQHFHVDULDGHHVWDQDWXUDOH]DDGVFULWDGHODFRQFUHFLyQHV
TXHHOODLQGHIHFWLEOHPHQWHFRPSDUWLUiWDQWRODQDWXUDOH]DMXUtGLFDFRPRHO
QLYHOQRUPDWLYRGHODGLVSRVLFLyQFRQFUHWDGD(VWDQRUPD²UHJODSRUWDQWR
HVGHWLSR\QLYHOQRUPDWLYRFRQYHQFLRQDOVHUiSRUHOORGHUHFKRFRQYHQFLR-
QDO(VWDVLWXDFLyQSHUPLWHVRVWHQHUTXHOD&RUWH,'+HVMXQWRFRQHO/H-
gislador internacional, creadora de derecho convencional. La primera, como
\DVHDGHODQWyQRUPDOPHQWHIRUPXODFRQFUHFLRQHVQRUPDWLYDVVLQQLQJ~Q
RFRQLUUHOHYDQWHJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD\H[FHSFLRQDOPHQWH
ODVIRUPXODFRQJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQVLJQLÀFDWLYRPLHQWUDVTXHFRQ
HOVHJXQGRRFXUUHSUHFLVDPHQWHDOUHYpVIRUPXODQRUPDVFRQUHOHYDQWHR
Pi[LPRJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD\HVFDVDPHQWHIRUPXODQRU-
PDVFRQLUUHOHYDQWHRQXORJUDGRGHLQGHWHUPLQDFLyQQRUPDWLYD
'HHVWDPDQHUDKD\TXHDVXPLUTXHODIXHQWHGHGHUHFKRFRQYHQFLRQDO
QRVyORHVHO7UDWDGRROD&RQYHQFLyQVLQRWDPELpQODMXULVSUXGHQFLDGH
ORVyUJDQRVLQWHUQDFLRQDOHVFUHDGRVSDUDLQWHUSUHWDUGHPRGRYLQFXODQWHOD
GLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDO\DVHDDWUDYpVGHODUHVROXFLyQGHFRQWURYHUVLDV
FRQWHQFLRVDVRGHUHVSXHVWDDODVFRQVXOWDVIRUPXODGDVSRUTXHHQWDOMXULV-
prudencia se recogen las interpretaciones convencionales por las cuales se
formulan normas convencionales adscritas a normas convencionales direc-
WDPHQWHHVWDWXLGDVTXHVHGHVSUHQGHQGHODVGLVSRVLFLRQHVFRQYHQFLRQDOHV
'HPRGRTXHDSDUWLUGHTXHVHHVWDEOHFHWDOLQWHUSUHWDFLyQODGLVSRVLFLyQ
324 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
3ULPHUDSRUTXHODH[LVWHQFLDGHOD&RUWH,'+DVtFRPRVXÀQDOLGDG\ORV
PHGLRVGLVSXHVWRVSDUDFRQVHJXLUODKDGHSHQGLGRGHODGHFLVLyQGHO/HJLV-
ODGRULQWHUQDFLRQDO<VHJXQGDSRUTXH²FRPRVHMXVWLÀFy\D²HOGHUHFKR
FRQYHQFLRQDOTXHFUHDWLHQHODQDWXUDOH]DGHFRQFUHFLyQQRUPDWLYDORTXH
SUHVXSRQHODH[LVWHQFLDGHODGLVSRVLFLyQ\FRQVHFXHQWHQRUPDFRQYHQFLRQDO
DFRQFUHWDU\pVWDHVODIRUPXODGDSRUHO/HJLVODGRULQWHUQDFLRQDO
(VWHFDUiFWHUGHULYDGRQHFHVDULDPHQWHH[LJHTXHODDFWLYLGDGGHFRQFUH-
FLyQQRUPDWLYDVHUHDOLFHHQHOPDUFRGHORUD]RQDEOHPHQWHSHUPLWLGRSRU
ODGHFLVLyQGHO/HJLVODGRUFRQYHQFLRQDOeVWDQRUPDOPHQWHFRPRVHGLMR\D
VHUHFRJHHQGLVSRVLFLRQHVOLQJtVWLFDPHQWHDPELJXDV\QRUPDWLYDPHQWHLQ-
GHWHUPLQDGDVTXHGLEXMDQXQPDUJHQGHORMXUtGLFDPHQWHSRVLEOHSRUHVWDU
permitido. Las concreciones normativas no han de desnaturalizar las dispo-
VLFLRQHV\QRUPDVFRQYHQFLRQDOHVFRQFUHWDGDV/DODERUGHOD&RUWH,'+
HVWiOLPLWDGDSRUOD&$'+HQSDUWLFXODU\HQJHQHUDOWRGDGHFLVLyQWRPDGD
por el Legislador internacional americano y recogida en los textos normati-
YRVLQWHUQDFLRQDOHVTXHFRQIRUPDQHOVLVWHPDLQWHUDPHULFDQRGHGHUHFKRV
KXPDQRV/D&$'+HVXQOtPLWHH[WHUQRDOHMHUFLFLRGHFRQFUHFLyQQRUPD-
WLYDTXHOOHYDDFDEROD&RUWH,'+&RPRWDOOtPLWHH[WHUQRYLHQHMXVWLÀFDGR
SRUHOKHFKRFLHUWRGHTXHOD&RUWHPHQFLRQDGDSXHGHH[WUDOLPLWDUVHHQHO
HMHUFLFLRGHVXIXQFLyQGHFRQFUHFLyQQRUPDWLYD6LQRIXHVHFLHUWDHVWDSR-
VLELOLGDGQRKDEUtDVLGRQHFHVDULROLPLWDUOD,QFOXVRD~QVLIXHVHHOFDVRTXH
OD&RUWH,'+QRVHKDH[WUDOLPLWDGRKDVWDDKRUDHQHOHMHUFLFLRGHODIXQFLyQ
QRTXHGDUtDQHJDGRVXFDUiFWHU´H[WUDOLPLWDEOHµQLODQHFHVLGDGGHXQOtPLWH
Si las disposiciones convencionales positivan el contenido esencial de un
GHUHFKRKXPDQRUHFRJLHQGRHOQRPEUHGHOELHQKXPDQRTXHORMXVWLÀFDHQ-
tonces, la norma convencional adscrita no ha de desnaturalizar tal contenido
HVHQFLDOVLQRTXHKDGHUHFRQRFHUXQDSRVLFLyQMXUtGLFDFRQFRUGDQWHFRQ
DTXpO8QHOHPHQWRHVGHFLVLYRSDUDKDEODUGHGHVQDWXUDOL]DFLyQODQHJDFLyQ
GHOELHQKXPDQRTXHDQLPDDWRGRGHUHFKRKXPDQRSRVLWLYDGRHQODGLVSR-
VLFLyQFRQYHQFLRQDO'HPDQHUDTXHKDEUiH[WUDOLPLWDFLyQFXDQGROD&RU-
te IDH formule como una norma convencional adscrita una norma–regla
FRQWUDULDDOFRQWHQLGRHVHQFLDOGHOGHUHFKRKXPDQRSRVLWLYDGR6LpVWHIXHVH
HOFDVRODQRUPDFRQYHQFLRQDODGVFULWDVHUtDXQDQRUPDFRQYHQFLRQDOVyOR
GHVGHXQSXQWRGHYLVWDIRUPDO\DODYH]WHQGUtDHOFDUiFWHUGHLQFRQYHQ-
FLRQDOGHVGHXQDSHUVSHFWLYDPDWHULDO(QHIHFWRVHUtDFRQYHQFLRQDOSRUTXH
326 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
YHQGUtDDGVFULWDDXQDGLVSRVLFLyQ\QRUPDFRQYHQFLRQDO\SRUHOORSHUWHQH-
FHUtDDOiPELWRQRUPDWLYRFRQYHQFLRQDOSHURDODYH]VHUtDLQFRQYHQFLRQDO
SRUTXHHVWDUtD FRQWUDYLQLHQGR D OD GLVSRVLFLyQ \QRUPD FRQYHQFLRQDO D OD
KRUDTXHFRQWUDYLHQHHOFRQWHQLGRHVHQFLDOGHXQGHUHFKRKXPDQRSRVLWLYD-
GRHQOD&RQYHQFLyQPLVPD8QDQRUPDFRQYHQFLRQDOLQFRQYHQFLRQDO
QRHVMXUtGLFDPHQWHYiOLGDSRUTXHVLHQGRXQDIXHQWHVHFXQGDULDVHKDGHV-
DMXVWDGRGHODIXHQWHMXUtGLFDRULJLQDULD
3RUORTXHVHOOHYDGLFKRHVSRVLEOHVRVWHQHUTXHRWURHOHPHQWRTXHFRQ-
IRUPDODSRVLFLyQMXUtGLFDGHOD&RUWH,'+HVHOVLJXLHQWHyUJDQRGHULYDGR
GHFUHDFLyQGHGHUHFKRFRQYHQFLRQDOTXHKDGHVXMHWDUVXDFWXDFLyQIRUPDO
\PDWHULDODORHVWLSXODGRHQOD&$'+SDUDPDQWHQHUVXYDOLGH]MXUtGLFD
3HURODDWULEXFLyQSRUODFXDOVHIDFXOWDDOD&RUWH,'+SDUDLQWHUSUHWDUD
OD&$'+\FRQHOORFUHDUGHUHFKRFRQYHQFLRQDOQRHVHO~QLFRPHGLRTXH
VHOHUHFRQRFHSDUDORJUDUHOFXPSOLPLHQWRGHOHQFDUJRRFRPLVLyQTXHOH
ha formulado el Legislador internacional americano. Existe otro medio de al
PHQRVLJXDOWUDVFHQGHQFLDTXHODLQWHUSUHWDFLyQYLQFXODQWH\ODFRQFUHFLyQ
QRUPDWLYD\FX\RHPSOHRVXSRQHGDUXQSDVRPiVHOGHÀQLWLYRHQHOFXP-
SOLPLHQWRGHODFRPLVLyQHQFDUJDGD(VHRWURPHGLRFRQVLVWHHQODFDSDFLGDG
GHFRQWURODUODYDOLGH]MXUtGLFDGHXQDGHWHUPLQDGDDFWXDFLyQHVWDWDOVHJ~QVH
ajuste o no al derecho convencional vigente. Este segundo medio se recoge
HQHODUWtFXOR&$'+DOPDQGDUVHTXH
´FXDQGRGHFLGDTXHKXERYLRODFLyQGHXQGHUHFKRROLEHUWDGSURWHJLGRV
HQHVWD&RQYHQFLyQOD&RUWHGLVSRQGUiTXHVHJDUDQWLFHDOOHVLRQDGRHQHO
goce de su derecho o libertad conculcados”.
(VWD SUHVFULSFLyQ FRQYHQFLRQDO WLHQH ODV VLJXLHQWHV GRV SDUWHV /D SUL-
PHUD SDUWH FRQVLVWH HQ HO UHFRQRFLPLHQWR D IDYRU GH OD &RUWH ,'+ GH OD
FDSDFLGDGGHGHFLGLUVLHQXQFDVRFRQFUHWRKDKDELGRRQRYLRODFLyQGHXQ
(VSRVLEOHWUDVODGDUDOiPELWRFRQYHQFLRQDOORTXH%DFKRI GHQRPLQySDUDHOiPEL-
WRQDFLRQDOFRPR´QRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVLQFRQVWLWXFLRQDOHVµ&IU2BACHOF, ¿Normas
constitucionales inconstitucionales?, cit., particularmente pp. 65-70.
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 327
GHUHFKRROLEHUWDGSURWHJLGRVSRUOD&RQYHQFLyQ(VWDDWULEXFLyQLPSOLFD
XQ MXLFLR FRPSDUDWLYR HO SULPHU HOHPHQWR GH OD FRPSDUDFLyQ YLHQH FRQ-
IRUPDGRSRUODQRUPDTXHOD&RUWH,'+KDFRQFOXLGRGHVGHODGLVSRVLFLyQ
FRQYHQFLRQDOFRQFHUQLGDPLHQWUDVTXHODDFWXDFLyQSRVLWLYDRQHJDWLYDGH
XQyUJDQRS~EOLFRHVWDWDO/HJLVODGRU-XGLFLDOR(MHFXWLYRFRQIRUPDHORWUR
HOHPHQWRGHODFRPSDUDFLyQ(OMXLFLRFRPSDUDWLYRFRQVLVWLUiHQGDUUD]RQHV
SDUDMXVWLÀFDUVLODDFWXDFLyQHVWDWDOVHDMXVWDRQRDODQRUPDFRQYHQFLRQDO
SDUWLFXODUPHQWHFRQVLVWLUiHQGHWHUPLQDUVLODFRQFUHWDDFWXDFLyQHVWDWDOKD
FXPSOLGRRQRORVHOHPHQWRVGHOVXSXHVWRGHKHFKRGHODUHJODHQTXHFRQ-
VLVWHODQRUPDFRQYHQFLRQDODGVFULWDFUHDGRSRUOD&RUWH,'+$OXGHSXHV
HVWDSULPHUDSDUWHDODVUD]RQHVTXHFRQIRUPDQODVHQWHQFLDSDUWHMXVWLÀFD-
WLYDTXHHPLWHOD&RUWH,'+HQORVDVXQWRVFRQWHQFLRVRV(VWDHVODHVHQFLD
GHOFRQWUROGHFRQYHQFLRQDOLGDGDWULEXLGRDHVWHyUJDQRLQWHUQDFLRQDODWUD-
YpVGHOFXDOYLJLODODYLJHQFLDSOHQDGHOD&$'+SRUPHGLRGHOFRQWUROGHO
sometimiento efectivo de la actividad estatal a los mandatos convencionales.
(QHVWDSULPHUDSDUWHHVSRVLEOHIRUPXODUODVLJXLHQWHFXHVWLyQUHOHYDQWH
/D MXVWLFLD HQ HO UHVXOWDGR FRPSDUDWLYR GHSHQGHUi GH OD FRUUHFFLyQ GH ODV
UD]RQHVTXHVXVWHQWDQODQRUPDFRQYHQFLRQDODGVFULWDFRQEDVHHQODFXDO
OD&RUWH,'+GHFLGLUiVLKDKDELGRRQRFXPSOLPLHQWRGHOD&RQYHQFLyQ
por parte del Estado denunciado. Si las razones son incorrectas, la norma
FRQYHQFLRQDODGVFULWDVHUiLQFRQYHQFLRQDOHVGHFLUFRQWUDULDDXQDQRUPD
FRQYHQFLRQDOGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDTXHUHFRQRFHXQDH[LJHQFLDGHMXVWLFLD
XQGHUHFKRKXPDQR\SRUORTXHVHUiWHQLGDFRPRLQMXVWD$SDUWLUGHDTXt
HVDOWDPHQWHSUREDEOHTXHHOMXLFLRGHFRQYHQFLRQDOLGDGFRQFOX\DFRQXQD
GHFLVLyQWDPELpQLQMXVWD
(QHIHFWRODIRUPXODFLyQLQMXVWDGHODQRUPDFRQYHQFLRQDODGVFULWDVLJ-
QLÀFDUiQHFHVDULDPHQWHTXHHOODVHIRUPXOHHQFRQWUDGHOFRQWHQLGRHVHQFLDO
GHOGHUHFKRKXPDQRSRVLWLYDGRHQODGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDOFRQFUHWDGDHV
GHFLUVLJQLÀFDUiTXHHOODQLHJDXQDH[LJHQFLDGHMXVWLFLDTXHVHIRUPXODGHVGH
OD3HUVRQDFRPRGHUHFKRKXPDQR6LpVWHOOHJDDVHUHOFDVRODQRUPDIRUPX-
ODGDVHUiIRUPDOPHQWHFRQYHQFLRQDO\PDWHULDOPHQWHLQFRQYHQFLRQDOVHJ~Q
VHMXVWLÀFyDQWHV8QDQRUPDDGVFULWDFRQYHQFLRQDOLQFRQYHQFLRQDOKDFHTXH
ODFRQFOXVLyQDODTXHVHDUULEHHQDSOLFDFLyQGHOMXLFLRFRPSDUDWLYRHQHOTXH
FRQVLVWHHOFRQWUROGHFRQYHQFLRQDOLGDGVHDPDWHULDOPHQWHLQMXVWDSRUTXHQH-
FHVDULDPHQWHGHFODUDUiTXHXQDDFWXDFLyQHVWDWDOFRQWUDYLHQHPDWHULDOPHQWH
328 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
OD&RQYHQFLyQFXDQGRUHDOPHQWHQRORKDFHRTXHQRFRQWUDYLHQHPDWHULDO-
PHQWHOD&RQYHQFLyQFXDQGRUHDOPHQWHVtORKDFH(QXQR\RWURFDVROD
GHFLVLyQDODTXHVHDUULEHVHUiFRQWUDULDDODH[LJHQFLDGHMXVWLFLDSRUTXHFRQ-
WUDULDDHOODKDEUiVLGRODQRUPDHPSOHDGDFRPRSDUiPHWURGHOFRQWURO3RU
WDQWRQRWRGDFRQWUDYHQFLyQGHXQDQRUPDFRQYHQFLRQDODGVFULWDIRUPXODGD
SRUOD&RUWH,'+VXSRQGUiODYXOQHUDFLyQGHOD&$'+VyORKDEUiYXOQHUD-
FLyQFXDQGRODFRQFUHFLyQQRUPDWLYDHPSOHDGDFRPRSDUiPHWURGHOFRQWURO
sea convencional tanto desde un punto de vista formal como material.
/DVHJXQGDSDUWHGHODUWtFXOR&$'+GLVSRQHODVFRQVHFXHQFLDVMX-
UtGLFDVGHGHFLGLUOD&RUWH,'+TXHGHWHUPLQDGDDFWXDFLyQHVWDWDOQRVHKD
DMXVWDGRDOD&RQYHQFLyQ&XDQGRHVWHHVHOFDVROD&$'+SUHVFULEHDOD
&RUWH,'+HOdeber de disponer se garantice al lesionado el goce de su derecho o libertad
conculcados/DIRUPXODFLyQGHHVWHGHEHUWLHQHORVGRVFRPSRQHQWHVVLJXLHQ-
WHV(OSULPHURHVODLQYDOLGH]MXUtGLFD²H[SUHVDRWiFLWD²GHODDFWXDFLyQHV-
WDWDOGHFODUDGDFRQWUDULDDOD&RQYHQFLyQ\HOVHJXQGRHVODH[SUHVDPHQFLyQ
GHDTXHOODVDFFLRQHVTXHGHEHUiFXPSOLUHO(VWDGRDÀQGHKDFHUGHVDSDUHFHU
ODDJUHVLyQDOGHUHFKRKXPDQR\FRQHOODODWUDQVJUHVLyQGHOD&RQYHQFLyQ
y asegurar al lesionado el pleno goce de su derecho vulnerado Alude, pues,
HVWDVHJXQGDSDUWHDODGHFLVLyQGHODVHQWHQFLDSDUWHUHVROXWLYD
Bien vistas las cosas, la parte resolutiva de la sentencia se sostiene sobre
XQRVIXQGDPHQWRVMXUtGLFRV/DSDUWHPHGXODUGHWDOHVIXQGDPHQWRVYLHQH
FRQVWLWXLGDSRUODVLQWHUSUHWDFLRQHVTXHGHOD&$'+UHDOL]DOD&RUWH,'+
7DOHVLQWHUSUHWDFLRQHVFRPRVHKDMXVWLÀFDGRDUULEDVRQFRQFUHFLRQHVQRU-
PDWLYDVGHODVQRUPDVFRQYHQFLRQDOHVGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDVSRUORTXH
pueden ser tenidas como normas convencionales adscritas. Estos funda-
mentos, pues, tienen naturaleza normativa. Esta misma naturaleza normati-
YDHVSRVLEOHGHFRQFOXLUGHODSDUWHUHVROXWLYDGHXQDVHQWHQFLDGHOD&RUWH
,'+/DMXVWLÀFDFLyQHVTXHFRQHOIDOORVHFUHDDQXODRFRQVROLGDUHODFLRQHV
MXUtGLFDVHQWUHHO(VWDGRGHQXQFLDGR\VXVQDFLRQDOHVGHQXQFLDQWHVSRUOR
TXHOOHJDDFUHDUXQDQRUPDMXUtGLFDSDUWLFXODUYiOLGDVRODPHQWHSDUDHOFDVR
\FRQHIHFWRVVRORSDUDODVSDUWHVTXHLQWHUYLQLHURQHQHOPLVPR)RUPDUi
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 329
SDUWHGHHVWDQRUPDSDUWLFXODUODVPHGLGDVTXHGHVHUHOFDVROD&RUWH,'+
ha dispuesto adopte el Estado perdedor para cumplir con el fallo.
(VWDVGRVUHDOLGDGHVQRUPDWLYDVTXHFUHDOD&RUWH,'+WDQWRODVQRUPDV
FRQYHQFLRQDOHVDGVFULWDVFRPRHOFRQWHQLGRGHODGHFLVLyQSXHGHQVHUH[D-
PLQDGDVGHVGHODVH[LJHQFLDVGHMXVWLFLDORVGHUHFKRVKXPDQRVUHFRJLGDV
HQOD&$'+PLVPDHVGHFLUSXHGHQVHUH[DPLQDGDVGHVGHODFRQYHQFLRQD-
OLGDGPDWHULDO$VtWDQWRODQRUPDDGVFULWDFRPRODQRUPDSDUWLFXODUÀQDO
pueden ser tenidas como materialmente convencionales o inconvencionales
VHJ~QVHDMXVWHQRQRDODVH[LJHQFLDVGHMXVWLFLDFRQYHQFLRQDOL]DGDV1RU-
PDOPHQWHRFXUULUiTXHODQRUPDSDUWLFXODUÀQDOVHUiFRQWUDULDDOFRQWHQLGR
PDWHULDOGHOD&$'+FXDQGRODVQRUPDVFRQYHQFLRQDOHVDGVFULWDVTXHOD
VRVWLHQHQVHDQWDPELpQPDWHULDOPHQWHLQFRQYHQFLRQDOHV
3DUWLFXODUPHQWH GHOLFDGR HV HO FDVR HQ HO TXH OD &RUWH ,'+ FRQ EDVH
en normas formalmente convencionales y materialmente inconvencionales
KDIRUPXODGRXQDGHFLVLyQWDPELpQPDWHULDOPHQWHLQFRQYHQFLRQDO(QHVWH
VXSXHVWRKDEUiRFXUULGRTXHQRREVWDQWHQRKDEHUFRQWUDYHQLGROD&$'+
VHKDDQXODGRXQDDFWXDFLyQHVWDWDOSHUIHFWDPHQWHYiOLGDGHVGHFiQRQHVPD-
WHULDOHVGHFRQYHQFLRQDOLGDG\VHOHKDEUiREOLJDGRDUHDOL]DUDFFLRQHVTXH
HQ OD PHGLGD TXH QR VH DMXVWDQ D XQD H[LJHQFLD GH MXVWLFLD UHFRJLGD HQ OD
&$'+QRIDYRUHFHUiQ²QRDOPHQRVSOHQDPHQWHTXHHVODH[LJHQFLDTXH
EURWDGHODGLJQLGDGKXPDQD²DOD3HUVRQDQHJDQGRDVtODÀQDOLGDGHVHQFLDO
GHOD&RQYHQFLyQ
(QHVWHFRQWH[WRHVSRVLEOHIRUPXODUODSUHJXQWDVLJXLHQWH¢TXpSXHGH
KDFHU XQ (VWDGR IUHQWH D XQD GHFLVLyQ FRQGHQDWRULD TXH VH IRUPXOD FRQ
EDVHHQXQDQRUPDDGVFULWDTXHPDWHULDOPHQWHFRQWUDYLHQHOD&$'+"6L
QRVHQFRQWUDPRVDQWHXQDGHFLVLyQLQMXVWDSRUPDWHULDOPHQWHVHUFRQWUDULD
DOD&RQYHQFLyQHLQMXVWDWDPELpQODVREOLJDFLRQHVTXHDSDUWLUGHHVDGH-
FLVLyQIRUPXOHOD&RUWH,'+GRVVHUtDQORVHVFHQDULRVSRVLEOHVSDUDHO(V-
WDGRGHQXQFLDGR\FRQGHQDGR(OSULPHURHVHOFDVRHQHOTXHWDOGHFLVLyQ
IXHVHPDQLÀHVWDHLQVRSRUWDEOHPHQWHLQMXVWDSRUVHULQFRQWURYHUWLEOHPHQ-
te negadora de una exigencia de justicia, al ser contraria sin duda alguna, al
contenido esencial de un derecho humano&XDQGRHVWHHVHOFDVRXQD
8QHVWXGLRGHODIDPRVDIyUPXODGH5DGEUXFKDFWXDOL]DGDSRU$OH[\HQR. L. VIGO,
La injusticia extrema no es Derecho, Buenos Aires, 2004.
330 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
WDOGHFLVLyQKDGHVHUWHQLGDFRPRLQYiOLGDMXUtGLFDPHQWHSRUORTXHIUHQWH
DHOODHO(VWDGRSRGUiYiOLGDPHQWHQHJDUVHDFXPSOLUFRQODGHFLVLyQ\GH-
PiVFRQVHFXHQWHVREOLJDFLRQHVTXHKXELHVHLPSXHVWROD&RUWH,'+HQVX
IDOOR6LDVtGHFLGLHVHHO(VWDGRQRSRGUtDVHUVXMHWRGHUHSURFKHPRUDOQL
MXUtGLFRQRDOPHQRVYiOLGDPHQWH/DFRQVHFXHQFLDQHFHVDULDVHUtDTXHWDO
(VWDGRQRSRGUtDVHUVDQFLRQDGRFRQHODSDUWDPLHQWRGHOVLVWHPDUHJLRQDO
GHSURWHFFLyQGHORVGHUHFKRVKXPDQRV
(OVHJXQGRHVFHQDULRVHSUHVHQWDFXDQGRXQDWDOGHFLVLyQDGRSWDGDSRU
OD&RUWH,'+IXHVHQRPDQLÀHVWDPHQWHLQMXVWD(VHVWHHOFDVRFXDQGRHV
posible dar razones a favor de la justicia y a favor de la injusticia de la deci-
VLyQGHOD&RUWH,'+(QHVWHVXSXHVWRDXQKDELHQGRHOULHVJRGHLQMXVWLFLD
HQODGHFLVLyQHO(VWDGRFRQGHQDGRQRSXHGHQHJDUVHYiOLGDPHQWHDOFXP-
SOLPLHQWRGHOIDOORQRDOPHQRVVLWLHQHODLQWHQVLyQGHVHJXLUIRUPDQGR
SDUWH GHO FRQFLHUWR LQWHUQDFLRQDO UHJLRQDO GH SURWHFFLyQ GH ORV GHUHFKRV
humanos.
Finalmente es posible preguntarse si el control de convencionalidad y
VXVUHIHULGDVFRQVHFXHQFLDVSXHGHQVHUSUHGLFDEOHVGHOD&RPLVLyQ,'+
/DUHVSXHVWDSXHGHVHUIRUPXODGDGHODPDQHUDVLJXLHQWHOD&RPLVLyQ,'+
QRWLHQHDWULEXLGRHOFRQWUROGHODFRQYHQFLRQDOLGDGGHODDFWXDFLyQHVWDWDO
SRUTXHFRPR\DVHMXVWLÀFyDQWHULRUPHQWHQRWLHQHFRPSHWHQFLDSDUDGH-
FLGLUGHPRGRYLQFXODQWHQLDFHUFDGHODLQWHUSUHWDFLyQGHOD&RQYHQFLyQ
ni acerca de su cumplimiento o no por parte del Estado, pues en este tipo
de asuntos su labor se circunscribe a tramitar la admisibilidad para resolver
VLHOFDVRFXPSOHXQDVHULHGHH[LJHQFLDVSDUDTXHVHDH[DPLQDGR\UHVXHOWR
SRUOD&RUWH,'+\DSURSLFLDUXQDVROXFLyQDPLVWRVDHQWUHODYtFWLPDGHOD
YLRODFLyQGHOGHUHFKR\HO(VWDGRYLRODGRU
3RUORTXHVHKDPDQLIHVWDGRKDVWDDTXtXQHOHPHQWRPiVTXHFRQÀ-
JXUDODSRVLFLyQMXUtGLFDGHOD&RUWH,'+HVHOVLJXLHQWHHVXQyUJDQRGH
FRQWUROGHODFRQYHQFLRQDOLGDGGHODVDFWXDFLRQHVHVWDWDOHVDWUDYpVGHOFXDO
determina si una conducta estatal se ha ajustado o no a las disposiciones y
QRUPDVFRQYHQFLRQDOHVDÀQGHGHFLGLUVXYDOLGH]MXUtGLFD\DÀQGHGHFLGLU
ODVPHGLGDVHVWDWDOHVTXHVHKDQGHHMHFXWDUSDUDKDFHUFHVDURGHVDSDUHFHU
ODDJUHVLyQGHOGHUHFKRKXPDQR
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 331
8QDYH]DQDOL]DGDVODVSRVLFLRQHVMXUtGLFDVTXHHO7&WLHQHHQHOVLVWHPD
FRQVWLWXFLRQDOGHSURWHFFLyQGHORVGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHV\OD&RUWH,'+
SUHVHQWD HQ HO VLVWHPD GH SURWHFFLyQ UHJLRQDO DPHULFDQR GH ORV GHUHFKRV
KXPDQRVFRUUHVSRQGHSUHJXQWDUVHSRUODUHODFLyQHQWUHXQD\RWUD'HWHU-
PLQDU FRUUHFWDPHQWH HVWD UHODFLyQ SHUPLWLUi GDU UHVSXHVWD FRUUHFWD D XQD
VHULHGHFXHVWLRQHVHVSHFLDOPHQWHUHOHYDQWHVHQODGRJPiWLFDLXVIXQGDPHQWDO
FRQWHPSRUiQHD
)RUPXODFLyQGHODUHODFLyQ'HPRGRJHQHUDOHVSRVLEOHH[SUHVDUODUH-
ODFLyQHQWUHOD&RUWH,'+\HO7&DWUDYpVGHXQHOHPHQWRHQFRP~Q\D
WUDYpVGHXQHOHPHQWRGLIHUHQFLDGRU(OHOHPHQWRHQFRP~QHVGHFDUiFWHU
PDWHULDO\SUHVFULEHTXHDPERVVRQLQVWUXPHQWRVDOVHUYLFLRGHODUHDOL]DFLyQ
de las exigencias de justicia positivadas tanto en el documento internacional
como en el nacional. Ambos tribunales existen para asegurar la plena vi-
JHQFLDGHOD&$'+RGHOD&RQVWLWXFLyQ\FRQVHFXHQWHPHQWHVXDFWXDFLyQ
VHUiOHJtWLPDHQODPHGLGDTXHDVHJXUHQHQODPD\RUPHGLGDGHORSRVLEOHHO
SOHQRHMHUFLFLRGHORVGHUHFKRVKXPDQRVTXHVRQODVH[LJHQFLDVGHMXVWLFLD
positivadas.
(OHOHPHQWRGLIHUHQFLDGRUSRUVXSDUWHHVGHFDUiFWHUIRUPDO$ÀUPD
HVWH HOHPHQWR TXH VL ELHQ HV FLHUWR HV SRVLEOH HQWDEODU UHODFLRQHV HQWUH HO
RUGHQMXUtGLFRLQWHUQDFLRQDO\HOQDFLRQDOVREUHGHUHFKRVKXPDQRVQRGHMDQ
GHVHUiPELWRVMXUtGLFRVGLIHUHQWHV$PERVWULEXQDOHVDFW~DQSXHVHQiPEL-
WRVQRUPDWLYRVGLIHUHQWHVOD&RUWH,'+DFWXDUiHQHOiPELWRLQWHUQDFLRQDO
\HO7&HQHOiPELWRQDFLRQDO
-(OHOHPHQWRPDWHULDOGHODUHODFLyQ(OHOHPHQWRPDWHULDOHQFRP~QSHU-
PLWHODVLJXLHQWHFRQVHFXHQFLDODDFWXDFLyQGHOD&RUWH,'+\ODDFWXDFLyQ
GHO7&KDQGHFDUDFWHUL]DUVHSRUXQDPLVPDYROXQWDGLQVWLWXFLRQDOGHSUR-
PRFLyQGHOD3HUVRQDDWUDYpVGHODVHJXUDPLHQWRGHVXVGHUHFKRVKXPDQRV
TXH VH FRQVLJXH FRQWURODQGR OD SOHQD YLJHQFLD GH OD &RQYHQFLyQ \ GH OD
&RQVWLWXFLyQUHVSHFWLYDPHQWH6LVHWUDWDGHODSRVLWLYL]DFLyQDQLYHOLQWHU-
nacional o a nivel nacional) de unas mismas exigencias de justicia en torno
a la Persona, y si se parte de la existencia de la misma voluntad institucional
UHIHULGDHQWRQFHVORTXHVHHVSHUDHVTXHDPERVWULEXQDOHVFRLQFLGDQHQ
GRVPRPHQWRV3ULPHURHQODGHWHUPLQDFLyQGHOFRQWHQLGRHVHQFLDOGHORV
332 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
GHUHFKRVKXPDQRVDWUDYpVGHXQDVPLVPDVFRQFUHFLRQHVFRQYHQFLRQDOHVR
FRQVWLWXFLRQDOHVHVGHFLUDWUDYpVGHODIRUPXODFLyQGHQRUPDVFRQYHQFLR-
nales y constitucionales adscritas esencialmente iguales); y segundo, en la so-
OXFLyQGHODVGLVWLQWDVFRQWURYHUVLDVLXVIXQGDPHQWDOHVTXHVREUHODYLJHQFLD
de los mismos pueda presentarse en las circunstancias concretas.
(VWD FRLQFLGHQFLD HQ DPERV PRPHQWRV VHUi SRVLEOH HQ OD PHGLGD TXH
WDQWROD&RUWHFRPRHO7ULEXQDODSHOHQDXQRVPLVPRVELHQHVKXPDQRVMXV-
WLÀFDWLYRVGHORVGHUHFKRVKXPDQRVUHFRJLGRVHQODQRUPDLQWHUQDFLRQDO\
HQODFRQVWLWXFLRQDO\GHVGHDKtLQWHQWHQVLHPSUHIDYRUHFHUHQODPD\RUPH-
GLGDGHORSRVLEOHODSOHQDUHDOL]DFLyQGHOD3HUVRQD8QDPLVPDGRJPiWLFD
LXVIXQGDPHQWDOVHUiSRVLEOHFRQVWUXLU\DSOLFDUHQWRUQRDOD3HUVRQD\VXV
H[LJHQFLDVGHMXVWLFLDORVGHUHFKRVKXPDQRVGHVGHOD&RUWH,'+\GHVGHHO
7&QDFLRQDO&RQEDVHHQHVWDGRJPiWLFD\QRUPDWLYLGDGVHUiSRVLEOHFRQV-
truir unas mismas o coincidentes decisiones justas.
Desde este elemento material es posible esperar y exigir concreciones
QRUPDWLYDV\IDOORVVXVWDQFLDOPHQWHLJXDOHVDFDVRVWDPELpQVXVWDQFLDOPHQWH
LJXDOHV6LHVWRQRRFXUULHVHVLJQLÀFDUiTXHXQRGHORVGRVWULEXQDOHVQRHVWi
DFWXDQGRFRQIRUPHDODÀQDOLGDGSDUDODTXHKDVLGRFUHDGR6HUiHVWHHO
FDVRFXDQGRGHVGHOD&RUWH,'+VHKDIRUPXODGRXQDLQWHUSUHWDFLyQFRQ-
YHQFLRQDO\XQDUHVSXHVWDGLIHUHQWHRFRQWUDULDDODLQWHUSUHWDFLyQFRQVWLWX-
FLRQDO\UHVSXHVWDTXHKD\DIRUPXODGRHO7&VREUHHOPLVPRFDVR
(OHOHPHQWRIRUPDOGHODGHFLVLyQ(OPDQLIHVWDGRHOHPHQWRIRUPDOGH
ODUHODFLyQSHUPLWHFRQFOXLUTXHQRHVSRVLEOHHVWDEOHFHUXQDUHODFLyQMHUiU-
TXLFDHQWUHXQR\RWURyUJDQRQLOD&RUWH,'+HVMHUiUTXLFDPHQWHVXSHULRU
TXHHO7&QLHO7&HVWiSRUHQFLPDGHOD&RUWH,'+&RQVHFXHQWHPHQWH
QLODMXULVSUXGHQFLDGHOD&RUWH,'+VHVXSHUSRQHDODGHO7&QLYLFHYHUVD
(OLQWHUQDFLRQDO\HOQDFLRQDOFRQIRUPDQGRViPELWRVMXUtGLFRVGLIHUHQWHV\
DXQTXHHVWiQUHODFLRQDGRVODVUHODFLRQHVQRDOFDQ]DQSDUDDVXPLUDOD&RUWH
,'+\DVXMXULVSUXGHQFLDFRPRMHUiUTXLFDPHQWHVXSHULRUGHO7&\VXMX-
ULVSUXGHQFLD/DVSRVLFLRQHVMXUtGLFDVGHXQD\RWURMXVWLÀFDGDVHQORVDSDU-
WDGRVDQWHULRUHVQRSHUPLWHQVRVWHQHUXQDUHODFLyQMHUiUTXLFDHQWUHDPERV
/DLQH[LVWHQFLDGHXQDUHODFLyQMHUiUTXLFDH[LJHTXHFXDQGRVHDFXGDDO
%LHQH[FHSFLRQDODXQTXHGHVGHOXHJRQRLPSRVLEOHVHUiHOVXSXHVWRHQHOTXHDP-
EDVUHVSXHVWDVDXQPLVPRFDVRWDQWRGHOD&RUWH,'+FRPRGHO7&VHDQDODYH]LQMXVWDV
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 333
iPELWRLQWHUQDFLRQDOGHSURWHFFLyQGHORVGHUHFKRVKXPDQRVQRVHKDJD
DWUDYpVGHXQUHFXUVRTXHVHLQWHUSRQHFRQWUDORGHFLGLGRSRUHO7&3RU
HVRKD\FRUUHFFLyQFXDQGRORFRQFHELGRHVTXHSULPHURVHDFFHGHDQWHOD
&RUWH,'+SUHYLRÀOWURGHOD&RPLVLyQ,'+YtDXQDGHQXQFLDTXHKDFHODV
YHFHVGHXQDGHPDQGDHQHOGHUHFKRLQWHUQR\VHJXQGRTXHHOGHQXQFLDGR
GHPDQGDGRQRVHDHO7&VLQRHO(VWDGRPLVPR$VLPLVPRODLQH[LVWHQ-
FLDGHXQDUHODFLyQMHUiUTXLFDREOLJDDDVXPLUTXHHO7&\FRQpOWRGDVODV
cortes nacionales), han de seguir una norma convencional adscrita y una
QRUPDSDUWLFXODUFRQYHQFLRQDOHOIDOORGHODVHQWHQFLDQRSRUTXHKD\DQ
VLGRHPLWLGDVSRUXQyUJDQRVXSHULRUVLQRSRUTXHVHUHFRQRFHTXHDPEDV
QRUPDVVRQPDQLIHVWDFLyQGHODVH[LJHQFLDVGHMXVWLFLDTXHUHSUHVHQWDQORV
GHUHFKRVKXPDQRV&RQVHFXHQWHPHQWHVLQRVRQMXVWDVQRYLQFXODUiQ<HQ
ÀQODLQH[LVWHQFLDGHWDOUHODFLyQMHUiUTXLFDREOLJDDOD&RUWH,'+DDFHSWDU
FRPRFRQYHQFLRQDOPHQWHYiOLGDXQDDFWXDFLyQHVWDWDOVREUHODEDVHGHXQD
VHQWHQFLDGHO7&TXHHVFRQWUDULDDODMXULVSUXGHQFLDGHOD&RUWH,'+FXDQ-
GRHVSRVLEOHVRVWHQHUTXHODLQDSOLFDFLyQGHODMXULVSUXGHQFLDGHOD&RUWH
KDSHUPLWLGR\IDYRUHFLGRXQDPiV\PHMRUSURWHFFLyQGHOD3HUVRQD\VXV
derechos humanos.
(VWHHOHPHQWRIRUPDOGHODUHODFLyQSHUPLWHSODQWHDUODSUHJXQWDGHVLOD
&RUWH,'+SXHGHUHDOL]DUXQMXLFLRGHFRQVWLWXFLRQDOLGDG\VLHO7&SXHGH
UHDOL]DUXQMXLFLRGHFRQYHQFLRQDOLGDG$FRQWLQXDFLyQVHLQWHQWDUiUHVROYHU
ambas cuestiones.
/D SULPHUD FXHVWLyQ VLJQLÀFD SUHJXQWDUVH SRU OD SRVLELOLGDG GH TXH OD
&RUWH,'+SXHGDIRUPXODULQWHUSUHWDFLRQHVYLQFXODQWHVGHOD&RQVWLWXFLyQ
QDFLRQDODÀQGHUHDOL]DUXQMXLFLRGHFRQVWLWXFLRQDOLGDG(VWDFXHVWLyQVH
UHVSRQGHUHFRUGDQGRTXHOD&RUWH,'+HVFRPLVLRQDGDGHO/HJLVODGRULQWHU-
nacional americano y, como tal, se le ha encargado velar por la vigencia efec-
WLYDGHOD&$'+\FRQHOODODGHWRGRVORVLQVWUXPHQWRVUHJLRQDOHVVREUH
GHUHFKRVKXPDQRV\QRHVFRPLVLRQDGDGHODV&RQVWLWXFLRQHVQDFLRQDOHV
QLFRQVHFXHQWHPHQWHYHODSRUVXHIHFWLYRFXPSOLPLHQWR(VWRVLJQLÀFDTXH
334 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
DODKRUDGHOOHYDUDFDERODFRPLVLyQHQFDUJDGDORTXHOHFRUUHVSRQGHUiHV
GHWHUPLQDUORPDQGDGRGHVGHOD&$'+\QRGHVGHODVFRQVWLWXFLRQHVQD-
FLRQDOHVSDUDDSDUWLUGHDOOtGHFLGLUVLXQDGHWHUPLQDGDDFWXDFLyQHVWDWDOVH
KDDMXVWDGRRQRDOGHUHFKRFRQYHQFLRQDOYLJHQWH3RUHVWDUD]yQOD&RUWH
,'+QRLQWHUSUHWDUiYLQFXODQWHPHQWHOD&RQVWLWXFLyQQDFLRQDO\SRUWDQWR
QRSRGUiUHDOL]DUXQMXLFLR\FRQVLJXLHQWHFRQWUROGHFRQVWLWXFLRQDOLGDG
'LFKRHVWRLQPHGLDWDPHQWHKD\TXHDÀUPDUTXHORTXHGHÀQHODUHODFLyQ
entre el sistema internacional de los derechos humanos y el nacional de los
GHUHFKRVIXQGDPHQWDOHVQRHVODVXSHULRULGDGMHUiUTXLFDGHXQRVREUHRWUR
VLQRHOKHFKRGHTXHXQR\RWURSHUVLJXHQODFRQVHFXFLyQGHXQDPLVPDÀQD-
OLGDGODUHDOL]DFLyQSOHQDGHOD3HUVRQD/DFRQVHFXHQFLDQHFHVDULDHVGREOH
(QSULPHUOXJDUREOLJDDOD&RUWH,'+DWHQHUSRUYiOLGDODLQWHUSUHWDFLyQ
TXHFRQEDVHHQXQGHUHFKRIXQGDPHQWDOKDIRUPXODGRHO7&HQODPHGLGD
TXHGHVGHHOOD\QRGHVGHODGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDOTXHUHJXODWDOPLVPR
GHUHFKRHVSRVLEOHMXVWLÀFDUXQDGHFLVLyQTXHIDYRUHFHPiV\PHMRUODUHDOL]D-
FLyQSOHQDGHOD3HUVRQD<HQVHJXQGROXJDUREOLJDDQRFRQGHQDUPHQRV
D~QDVDQFLRQDUDXQ(VWDGRFX\R7&VHKDGHVPDUFDGRGHXQDQRUPDFRQ-
YHQFLRQDO\DODKD\DSUHYLVWRHOPLVPR/HJLVODGRULQWHUQDFLRQDO\DODKD\D
IRUPXODGROD&RUWH,'+SRUHQFRQWUDUTXHHOODRIUHFtDXQDPHQRUSURWHF-
FLyQDOD3HUVRQDTXHODRIUHFLGDSRUVXVQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVLQWHUQDV
(VWR SUHVXSRQH URPSHU FODUD \ GHÀQLWLYDPHQWH FRQ DTXpO FULWHULR TXH
DVXPHTXHHQHOQLYHOLQWHUQDFLRQDOVLHPSUH\HQWRGRVXSXHVWRVHUiSRVLEOH
HQFRQWUDUXQDPHMRUSURWHFFLyQDOD3HUVRQDTXHGHVGHHOGHUHFKRQDFLRQDO
\SRUWDQWRFRQDTXHOFULWHULRTXHDVXPHTXHKD\TXHVHJXLUVLHPSUH\HQ
WRGRFDVRODMXULVSUXGHQFLDGHOD&RUWH,'+SRUSUHVXSRQHUTXHHOODVLHP-
SUH EULQGDUi XQD PD\RU SURWHFFLyQ TXH OD EULQGDGD SRU OD MXULVSUXGHQFLD
nacional1RVHKDGHDFHSWDUTXHORV7ULEXQDOHVQDFLRQDOHVHQJHQHUDO\
3RURWURODGRHVWRHQFXHQWUDSOHQDOHJLWLPLGDGDSDUWLUGHODUWtFXOREGHOD&$'+
$VtORKDDVXPLGRSRUHMHPSORHO7&SHUXDQRHOFXDOHQXQFDVRDFHUFDGHOGHUHFKR
IXQGDPHQWDODODMRUQDGDODERUDOPi[LPDKDPDQLIHVWDGRTXH´H(QHOFDVRGHQXHVWUR
SDtVOD&RQVWLWXFLyQLPSRQHODMRUQDGDPi[LPDGHWUDEDMRGHFXDUHQWLRFKRKRUDVVHPDQD-
OHVGHPRGRTXHVLHQGRpVWDODQRUPDPiVSURWHFWRUDSUHYDOHFHUiVREUHFXDOTXLHUGLVSR-
VLFLyQFRQYHQFLRQDOTXHLPSRQJDXQDMRUQDGDVHPDQDOPD\RUSRUHMHPSORHODUWtFXOR
GHO&RQYHQLR1GHOD2UJDQL]DFLyQ,QWHUQDFLRQDOGHO7UDEDMR2,7(;31
²²$$7&IXQGDPHQWR
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 335
$VtVLIXHVHHOFDVRTXHXQDQRUPDFRQYHQFLRQDO1DGVFULWDRQRKDLQJUHVDGRDO
RUGHQFRQVWLWXFLRQDOLQWHUQR\GHOD&RQVWLWXFLyQHVSRVLEOHFRQFOXLUXQDQRUPDFRQVWLWX-
FLRQDO1DGVFULWDRQR\1IDYRUHFHPiV\PHMRUDODSOHQDUHDOL]DFLyQGHOD3HUVRQDTXH
1HQWRQFHVHO7&\HQJHQHUDOWRGRVORVRSHUDGRUHVMXUtGLFRVKDQGHUHVROYHUODVFXHV-
WLRQHVTXHVHOHVSUHVHQWHVHJ~Q1\QRVHJ~Q1DXQTXHpVWDSURYHQJDGHOD&RUWH,'+
7HyULFDPHQWHKDEUtDXQDVRODVLWXDFLyQHQODTXHSRGUtDGDUVHXQDH[FHSFLyQDHVWD
UHJOD6HUtDXQDVLWXDFLyQGHVROLFLWDGDSURWHFFLyQGHXQGHUHFKRIXQGDPHQWDOUHFKD]DGD
SRUHO7&VREUHODEDVHGH1QRUPDpVWDTXHVHIRUPXODGHVGHODVGLVSRVLFLRQHVFRQVWLWX-
FLRQDOHVDODOX]GHOD&$'+\GHODMXULVSUXGHQFLDGHOD&RUWH,'+VLHQGRSRVLEOHIRUPX-
ODU1GHVGHODVPLVPDVGLVSRVLFLRQHVFRQVWLWXFLRQDOHVSHURVLQWRPDUHQFXHQWDOD&$'+
\VXVQRUPDVFRQYHQFLRQDOHVDGVFULWDVVREUHFX\DEDVHHVSRVLEOHRWRUJDUODSURWHFFLyQ
FRQVWLWXFLRQDOVROLFLWDGD$GLFLRQDOPHQWHVHUtDXQDWDOVLWXDFLyQVLHOFDVROOHJDVHDOD&RUWH
,'+\pVWDHQDSOLFDFLyQGHODUWtFXORE&$'+GHFLGLHVHLQWHUSUHWDUODVGLVSRVLFLRQHV
FRQVWLWXFLRQDOHVVHJ~Q1SDUDGDUSURWHFFLyQDOGHUHFKRIXQGDPHQWDODJUHGLGR1RGHMD
GHVHUGHWRGRVPRGRVXQVXSXHVWRGHGLItFLOFRQÀJXUDFLyQSUiFWLFDUHDO
336 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
&RUUHVSRQGHDGHQWUDUQRVDODVHJXQGDGHODVFXHVWLRQHVSODQWHDGDVGHVGH
HOHOHPHQWRIRUPDOGHODUHODFLyQHQWUH7&\&RUWH,'+/DDFWLYLGDGLQWHU-
SUHWDWLYDMXUtGLFDMXGLFLDORQRTXHSXHGDQGHVSOHJDUORVyUJDQRVHVWDWDOHV
FRPRHO7&VHGHVHQYXHOYHVLHPSUHGHQWURGHXQFRQWH[WRTXHWLHQHDOPH-
QRVORVGRVVLJXLHQWHVHOHPHQWRV8QRHVTXHH[LVWDXQDFRQWURYHUVLDLXVIXQ-
GDPHQWDOQDFLRQDO\HORWURHVTXHODVROXFLyQGHODPLVPDSURYHQJDGHOD
DSOLFDFLyQGHOGHUHFKRQDFLRQDO/DLQWHUSUHWDFLyQMXUtGLFDTXHOOHYHQDFDER
ORVyUJDQRVHVWDWDOHVVHUHDOL]DUiVyORGHVGHHOGHUHFKRLQWHUQRSDUDUHVROYHU
FXHVWLRQHVLQWHUQDV/RVyUJDQRVQDFLRQDOHVFRPRHO7&QLUHVROYHUiQFRQ-
WURYHUVLDV LXVIXQGDPHQWDOHV LQWHUQDFLRQDOHV TXH DWDxHQ D RWURV (VWDGRV
QLHPSOHDUiQHOGHUHFKRLQWHUQDFLRQDOQRLQWHUQDOL]DGRSDUDUHVROYHUODV'H
HVWDPDQHUDVLDOJXQDSRVLELOLGDGH[LVWHGHTXHDOJ~QyUJDQRHVWDWDOFRPRHO
7&LQWHUSUHWHGLVSRVLFLRQHVFRQYHQFLRQDOHVGHPRGRYLQFXODQWHVHUiVyOR
si tales disposiciones llegan a formar parte del derecho interno.
/D &$'+ \ FRQ HOOD WRGD &RQYHQFLyQ R 7UDWDGR LQWHUQDFLRQDO VREUH
GHUHFKRVKXPDQRVQDFHDODYLGDMXUtGLFDXQDYH]TXHGHWHUPLQDGRQ~PHUR
GH(VWDGRVGHFLGHYLQFXODUVHDHOODDWUDYpVGHODVXVFULSFLyQUHVSHFWLYD8QD
H[LJHQFLDEiVLFDGHUD]RQDELOLGDGGLVSRQHTXHVLXQ(VWDGRVHYLQFXODLQWHU-
QDFLRQDOPHQWHDGHWHUPLQDGRFRQWHQLGRQRUPDWLYRpVWHKDGHVHULQWURGX-
FLGRHQODQRUPDWLYLGDGQDFLRQDODÀQGHRWRUJDUOHJLWLPLGDGDODVDFWXDFLR-
QHVHVWDWDOHVHQRUGHQDOFXPSOLPLHQWRGHODREOLJDFLyQLQWHUQDFLRQDO$Vt
TXHGDMXVWLÀFDGDODH[LJHQFLDGHTXHOD&RQYHQFLyQR7UDWDGRLQWHUQDFLRQDO
sobre derechos humanos sea recibido por el derecho interno nacional co-
UUHVSRQGLHQWH(QHVWHSXQWRVHSODQWHDODFXHVWLyQGHHQTXpQLYHOQRUPD-
WLYRLQWHUQRVHKDGHFRORFDUODUHIHULGDFRQYHQFLyQRWUDWDGR/RVVLVWHPDV
MXUtGLFRV QDFLRQDOHV VH RUJDQL]DQ HQ QLYHOHV QRUPDWLYRV QRUPDOPHQWH HO
FRQVWLWXFLRQDOHOOHJDO\HOUHJODPHQWDULR&RPRORWHQJRMXVWLÀFDGRHQRWUR
ladoHOOXJDUTXHOD&$'+\FRQHOODWRGDVODVQRUPDVLQWHUQDFLRQDOHV
VREUHGHUHFKRVKXPDQRVHVWiOODPDGDDRFXSDUFXDQGRLQJUHVDDXQVLVWHPD
La relación entre los ámbitos normativos internacional y nacional sobre Derechos Humanos, en
Estudios Constitucionales, Revista del Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Talca,
DxRQ~PHUR²SS
LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 337
MXUtGLFRQDFLRQDOVRORSXHGHVHUXQRHOFRQVWLWXFLRQDO/RTXHHO7&WLHQH
DQWHVtQRHVOD&$'+VLQROD&RQVWLWXFLyQSHURXQD&RQVWLWXFLyQDODTXH
VHOHKDDJUHJDGRORVFRQWHQLGRVQRUPDWLYRVGHOD&$'+3RUORTXHXQD
&RQYHQFLyQR7UDWDGRVREUHGHUHFKRVKXPDQRVTXHLQJUHVDDOVLVWHPDMX-
UtGLFRFRQVWLWXFLRQDOGHXQ(VWDGR\DQRHVGHUHFKRFRQYHQFLRQDOVLQRTXH
VHUiGHUHFKRFRQVWLWXFLRQDOYLJHQWH
(VWRPLVPRHVSRVLEOHIRUPXODUORUHVSHFWRGHODMXULVSUXGHQFLDGHOD&RU-
WH,'+$KRUDQRLQWHUHVDUHIHULUDORVIDOORVGHODVVHQWHQFLDVGHOD&RUWH
,'+DODVQRUPDVFRQYHQFLRQDOHVSDUWLFXODUHVVLQRDODVLQWHUSUHWDFLRQHV
GHOD&RQYHQFLyQTXHHQODVHQWHQFLDIRUPXODOD&RUWH,'+&RPRIXHMXV-
WLÀFDGRODVLQWHUSUHWDFLRQHVRFRQFUHFLRQHVFRQYHQFLRQDOHVVRQQRUPDVTXH
se adscriben a las normas convencionales directamente estatuidas, son, pues,
QRUPDVFRQYHQFLRQDOHVDGVFULWDV&XDQGROD&$'+LQJUHVDDOQLYHOFRQVWLWX-
FLRQDOGHXQVLVWHPDMXUtGLFRQDFLRQDOORKDFHQRVRODPHQWHFRQODVQRUPDV
GLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDVVLQRWDPELpQFRQODVQRUPDVDHOODVDGVFULWDVHVGH-
FLUFRQODVLQWHUSUHWDFLRQHVTXHGHOD&$'+KDSUHVHQWDGROD&RUWH,'+
&XDQGRVHSURGXFHHVWHLQJUHVRHO7&\WRGRVORVWULEXQDOHVQDFLRQDOHVWLH-
QHQDQWHVtOD&RQVWLWXFLyQDODTXHVHOHKDDJUHJDGRFRQWHQLGRVQRUPDWLYRV
convencionales, ya sea directamente estatuidos, ya sea adscritos).
(O7&HPSOHDUiVLHPSUHQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVDODKRUDGHUHVROYHU
ODVFXHVWLRQHVLXVIXQGDPHQWDOHVTXHVHOHSUHVHQWHQ(VWRH[LJHUHFRQRFHU
TXHHO7&QRDSOLFDOD&$'+RVLVHTXLHUHDSOLFDUiOD&$'+VRODPHQWH
VL KD VLGR FRQVWLWXFLRQDOL]DGD \ OD &$'+ FRQVWLWXFLRQDOL]DGD HV GHUHFKR
constitucional6LORVMXLFLRVGHYDOLGH]MXUtGLFDQRORVIRUPXODUiFRQEDVH
$TXtHVRSRUWXQRUHFRUGDUXQDVRODUD]yQORTXHSRVLWLYDXQD&RQVWLWXFLyQHVHO
contenido constitucional de los derechos fundamentales. Los derechos fundamentales son
ORVGHUHFKRVKXPDQRVFRQVWLWXFLRQDOL]DGRV\HOFRQWHQLGRFRQVWLWXFLRQDOHTXLYDOHDOFRQ-
WHQLGRHVHQFLDOGHORVGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHV'HPRGRTXHHOQLYHOFRQVWLWXFLRQDOHVWi
GHVWLQDGRDSRVLWLYDUHOFRQWHQLGRHVHQFLDORFRQVWLWXFLRQDOGHORVGHUHFKRVKXPDQRVR
IXQGDPHQWDOHV/D&$'+\FRQHOODWRGDQRUPDLQWHUQDFLRQDOVREUHGHUHFKRVKXPDQRV
positiva el contenido esencial de los derechos humanos. Si ese es su contenido, cuando in-
JUHVDDOVLVWHPDMXUtGLFRQDFLRQDOHVWiGHVWLQDGRDRFXSDUHOQLYHOFRQVWLWXFLRQDO
0iVD~QVRORSRGUiQ VHUWHQLGDVFRPRQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVFRQYHQFLRQDOHV
DTXHOODVTXHQRVRQSRVLEOHVGHFRQFOXLUFRPRQRUPDVGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDVRDGVFULWDV
desde las disposiciones convencionales. Esto reduce grandemente la existencia de normas
constitucionales convencionales.
338 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
HQOD&$'+VLQRFRQEDVHHQOD&RQVWLWXFLyQHQWRQFHVHO7&QRLQWHUSUHWD
OD&$'+
/DV GLVWLQWDV GLVSRVLFLRQHV TXH FRQIRUPDQ OD &RQYHQFLyQ R 7UDWDGR
dejan de ser disposiciones convencionales para pasar a ser disposiciones
constitucionales. Se trata de disposiciones convencionales vinculantes para
XQ(VWDGRTXHKDQVLGRFRQVWLWXFLRQDOL]DGDV\FRQHOORKDQSDVDGRDIRU-
PDUSDUWHGHORUGHQDPLHQWRMXUtGLFRLQWHUQR(VWDVGLVSRVLFLRQHVELHQSXH-
den ser llamadas disposiciones constitucionales de origen convencional, o
simplemente disposiciones constitucionales convencionales. El nivel nor-
PDWLYRFRQVWLWXFLRQDOGHXQVLVWHPDMXUtGLFRWDPELpQHVWiFRQIRUPDGRSRU
ODVGLVSRVLFLRQHVTXHUHFRJHQODVGHFLVLRQHVGHO3RGHUFRQVWLWX\HQWH(VWDV
disposiciones son constitucionales desde su origen mismo, a diferencia de
ODVDQWHULRUHVTXHWXYLHURQRULJHQFRQYHQFLRQDO3RUHVWDUD]yQHOODVELHQ
SXHGHQGHQRPLQDUVHFRPRGLVSRVLFLRQHVFRQVWLWXFLRQDOHVRULJLQDULDV$Vt
ODVGLVSRVLFLRQHVFRQVWLWXFLRQDOHVSXHGHQVHUGHGRVWLSRVXQDVVHUiQGLVSR-
VLFLRQHVFRQVWLWXFLRQDOHVFRQYHQFLRQDOHVHORWURVHUiQGLVSRVLFLRQHVFRQVWL-
tucionales originarias.
(QHVWHPDUFRMXVWLÀFDWLYRVHLQVHUWDODDÀUPDFLyQTXHDTXtVHVRVWLHQH
HQHVWULFWRHO7&QRUHDOL]Dinterpretación convencionalORTXHSRGUiUHDOL]DU\
UHDOL]DVLHPSUHVHUiinterpretación constitucional$~QHQHOHVWUHFKRPDUJHQTXH
FRQIRUPDQ ODV GLVSRVLFLRQHV FRQYHQFLRQDOHV QR LQWHUSUHWDGDV SRU OD &RU-
te IDHTXHVHUtDQODV~QLFDVTXHQHFHVLWDUtDQGHLQWHUSUHWDFLyQHO7&
QRUHDOL]DUHVSHFWRGHHOODVLQWHUSUHWDFLyQFRQYHQFLRQDOVLQRLQWHUSUHWDFLyQ
constitucional.
$~Q PiV %LHQ YLVWDV ODV FRVDV HO 7& \ FRQ pO WRGRV ORV RSHUDGRUHV
(VWDVPLVPDVGHQRPLQDFLRQHVVHHPSOHDUiQSDUDFXDQGRKD\DTXHKDFHUUHIHUHQFLD
DORVVLJQLÀFDGRVQRUPDWLYRVTXHGHPDQHUDYLQFXODQWHVHIRUPXOHQGHODVGLVSRVLFLRQHV
FRQVWLWXFLRQDOHVHQORVGRVWLSRVGHGLVSRVLFLRQHVPHQFLRQDGDVDQWHULRUPHQWH$VtKDEUi
TXHUHFRQRFHUDODVQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVFRQYHQFLRQDOHVTXHVRQODVQRUPDVFRQYHQ-
FLRQDOHVGLUHFWDPHQWHHVWDWXLGDVRDGVFULWDVFUHDGDVSRUOD&RUWH,'+DODKRUDGHLQWHU-
SUHWDUODGLVSRVLFLyQFRQYHQFLRQDO\KDEUiWDPELpQTXHUHFRQRFHUDODVQRUPDVFRQVWLWX-
FLRQDOHVRULJLQDULDVTXHVRQORVVLJQLÀFDGRVQRUPDWLYRVIRUPXODGRVSRUORVyUJDQRVTXH
LQWHUSUHWDQYLQFXODQWHPHQWHDOD&RQVWLWXFLyQFRPRHVHO7&
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LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 339
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una controversia concreta.
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340 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
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las convenciones sobre derechos humanos en general), pueden ser o no
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LA RELACIÓN ENTRE EL ÁMBITO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL 341
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vencionales, crea derecho convencional adscrito. Este derecho convencional
adscrito pasa a conformar parte de los contenidos normativos convenciona-
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sus tribunales y juzgados nacionales.
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En este marco, dos conclusiones son posibles de presentar ya. La pri-
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342 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
Lectura Obligatoria:
13
Academia de la Magistratura
IV. MODELO PARA ARMAR: EL CUMPLIMIENTO DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE
INTERAMERICANA EN EL PERU BAJO ANÁLISIS
Pasando a revisar lo previsto a nivel del Sistema Interamericano de derechos, hay cosas que
en líneas generales se nos presentan como indiscutibles: y es que si revisamos lo dispuesto en
la misma Convención Americana, queda clara la obligación de los Estados parte de, si
habilitaron la competencia de la Corte, hacer cumplir sus fallos, respetando con ello principios
como el de buena fe.
Buscando entonces evitar esa dificultad, y ya al inicio del siglo veintiuno, se busca desarrollar
una pauta confiable a seguir. Es en ese contexto donde primero se aprueba la Ley 27775, del 5
de julio de 2002, norma que regula el procedimiento de ejecución de sentencias emitidas por
tribunales supranacionales. Lo dispuesto allí fue complementado por lo señalado en el artículo
115 del Código Procesal Constitucional, del 31 de mayo de 2004, donde se señala que las
resoluciones de organismos jurisdiccionales a los cuales se ha sometido expresamente el
Estado no requieren, para su validez y eficacia, de reconocimiento, revisión o examen previo
alguno.
En el mismo artículo 115 del Código Procesal Constitucional, buscando así evitar
pronunciamientos como los de 1999, se señala que las resoluciones a las cuales venimos
haciendo referencia son comunicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores al Presidente
del Poder Judicial. Este las remite al Tribunal que agotó la jurisdicción interna y dispone su
ejecución por el juez(a) competente, de conformidad con lo establecido en la ya mencionada
Ley 27775.
Yendo al texto de la Ley 27775, se establece allí que se declara de interés nacional el
cumplimiento de las sentencias dictadas contra el Estado peruano por Tribunales
internacionales constituidos por tratados ratificados por nuestro país. Se aclara a continuación
que el Ministerio de Relaciones Exteriores comunica estas sentencias al Presidente del Poder
Judicial, quien a su vez remite lo actuado a la Sala que agotó la jurisdicción interna o determina
su ejecución por un juez(a) especializado o mixto.
En cualquier caso, estos(as) jueces (zas) cuentan con facultades para ordenar la ejecución del
fallo, lo cual implica disponer el cese de la situación que violentó normativa internacional,
incluyendo a la toma de medidas provisionales.
1
Y es que la Corte Interamericana de Derechos Humanos puede imponer diversas medidas de
reparación que un Estado debería como ya se ha anotado en otro apartado del presente trabajo, cumplir
si es condenado en un caso en concreto, medidas pueden ser agrupadas en medidas de satisfacción,
El pedido de derogación no prosperó, pero si permitió introducir una modificación de la
normativa hasta entonces vigente, cambio introducido en el año 2008. Producto de esta
modificación ya no es el entonces Ministerio de Justicia (hoy Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos) el responsable de la ejecución de estos pronunciamientos, sino que esa tarea
corresponde al organismo u órgano estatal que violó los derechos consagrados en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, de acuerdo con el artículo 22 inciso 6 del Decreto
Legislativo 1068 (sobre Defensa Jurídica del Estado).
Este cambio normativo generó problemas en el seguimiento de tres tipos de casos: los con una
ejecución en trámite ante el Ministerio de Justicia; aquellos en que el Ministerio de Justicia no
había tramitado hasta el momento; y los que contaban con condenas al Estado peruano, pero
donde el monto a pagar estaba pendiente de determinar internamente. Ello se resolvió, en el
primer caso, siguiendo la normativa anterior; y en los otros dos, aplicando lo previsto en el
Decreto Legislativo 1068.
Todo lo expuesto hasta aquí, unido a otros factores, ha llevado a un escenario muy particular:
formalmente los jueces y juezas cada vez más sustentan sus fallos en pronunciamientos de la
Corte Interamericana y en el mismo texto de la Convención. Con conocimiento de causa o sin
ella, apuntalan la configuración de un Derecho común. Sin embargo, esa línea de actuación no
se sostiene en algunos casos especialmente sensibles. A ello además debe añadirse que el
nivel de cumplimiento, ya no de los criterios de la misma Corte, sino de los fallos de esa Corte
en donde se condena al Estado peruano, ha sido muy parcial, tal como veremos a
continuación.
Conviene tener presente un dato objetivo: hasta hoy el Perú es el país sobre el cual la Corte
interamericana se ha pronunciado en más oportunidades. Hasta donde llegan nuestros
registros, 26 casos peruanos han recibido un fallo de la Corte, condenatorio en todo o en parte.
De ellos 19 tienen que ver con materia penal, y más directamente con la represión o la
actuación de grupos terroristas o de personas acusadas de prácticas terroristas, y 4 están
referidos a derechos que podemos ubicar entre lo económico y social
medidas de rehabilitación, de restitución y de no repetición. Sobre este tema volveremos en otra parte de
este mismo texto.
2006). Finalmente, 2 de los fallos emitidos se refieren a problemas más directamente con la
vigencia de algunas garantías judiciales (debido proceso); y 1 a derechos de propiedad y
nacionalidad (el caso Baruch Ivcher)-
De todos estos casos habría mucho que decir, pero si de evaluar el cumplimiento de las
sentencias de la Corte se trata, coincidimos en Caro Coria en que dentro de las condenas al
Estado peruano debe destacarse el análisis de aquellos diecinueve casos en los cuales lo visto
y resuelto tiene mayores implicancias en los resueltos que cuentan con naturaleza penal.
Entonces por la naturaleza y repercusiones de los mismos, centraremos en ellos nuestro
análisis.
Nos estamos refiriendo aquí a los casos “Neira Alegría y otros”, “Castillo Páez”, “Loayza
Tamayo”, “Castillo Petruzzi y otros”, “Cesti Hurtado”, “Barrios Altos”, “Cantoral Benavides”,
“Durand y Ugarte”, “Hermanos Gómez Paquiyauri”, “De La Cruz Flores”, “Huilca Tecse”,
“Gómez Palomino”, “Lori Berenson Mejía”, “García Asto y Ramírez Rojas”, “Baldeón García”,
“Penal Miguel Castro Castro”, “La Cantuta” , “Cantoral Huamaní y García Santa Cruz” y “García
Anzualdo Castro”. Pasaremos entonces a apreciar lo avanzado en la ejecución de las
sentencias de estos procesos para luego efectuar un análisis al respecto.
En “Neira Alegría y otros”, además de una sentencia de reparaciones y costas, se han emitido
dos sentencias de cumplimiento, siendo la última de ellas del 19 de enero de 2009. En ella la
Corte determinó que el Estado peruano tiene pendiente localizar e identificar los restos de las
víctimas y entregarlos a sus deudos. En “Castillo Páez”, además de la correspondiente
sentencia de reparaciones y costas, y varias sentencias de cumplimiento. En la última de ellas,
del 3 de abril de 2009, la Corte señaló que solamente quedaba pendiente determinar el
paradero de Ernesto Castillo Páez, estudiante universitario en condición de desaparecido
hasta hoy. A su vez, en “Loayza Tamayo”, y luego de la sentencia de reparaciones y costas, y
cinco sentencias de cumplimiento, la Corte, de acuerdo con su última sentencia de
cumplimiento, del 1 de julio de 2011, considera que el Estado peruano solamente tiene
pendiente el pago de diez mil dólares (o su equivalente en moneda nacional) de los familiares
de Castillo Petruzzi, Pincheira Sáez, Mellado Saavedra y Astorga Valdez que acrediten haber
asumido los gastos y costas de ese proceso.
De otro lado, en “Cesti Hurtado”, con una sentencia de reparaciones y costas, y cinco
sentencias de cumplimiento, la Corte, de acuerdo con lo resuelto en su última sentencia de
cumplimiento, del 4 de febrero de 2010, considera que el Estado peruano en este caso tiene
pendiente anular el proceso militar iniciado contra Cesti, y todos los efectos que se originan de
ello; investigar los hechos vinculados con este caso, y sancionar a los responsables; y el pago,
tanto del daño material como el de los intereses a la compensación por el daño moral que se
ha provocado.
“Barrios Altos” es de por sí una sentencia donde el cumplimiento de lo previsto por la Corte es
algo que, por lo menos hasta hoy, puede considerarse como puesto en entredicho. Como es de
conocimiento general, en ese caso la Corte señaló que las leyes 26479 y 26492 eran
incompatibles con la Convención. Ello, que debió traducirse en la declaración de nulidad de
esas normas, no tuvo un cabal correlato en los hechos: el Estado peruano nunca declaró la
nulidad de estas leyes, apostando más bien por un acuerdo para no aplicarlas. Ello ha llevado,
entre otras cosas, a que, cuando los integrantes del grupo paramilitar “Colina”, responsables
materiales de la injustificable matanza, han sido llevados a otros procesos, aleguen como
excepción el haber sido anmistiados.
Ahora bien, elementos pendientes de cumplimiento por el Estado peruano existen en casos
como “García Asto y Ramírez Rojas”. Allí, luego de la sentencia de reparaciones y costas, y
dos sentencias de cumplimiento (la última de ellas, del 1 de julio de 2011), la Corte señala que
falta aquí proporcionar atención gratuita médica y psicológica, así como medicinas sin costo a
Wilson García Asto; dar a Wilson García Asto y Urcesino Ramírez Rojas la posibilidad de
capacitarse a través del otorgamiento de una beca de estudios para ambos; indemnizar el daño
inmaterial ocasionado a Marco Ramírez Álvarez; y publicar en un diario de circulación nacional,
por una vez, parte de la sentencia de reparaciones y costas.
También a juicio de la Corte existen aspectos sin resolver en el caso “Baldeón García”, luego
de la sentencia de reparaciones y costas y de dos sentencias de cumplimiento, la última de
ellas de fecha 3 de abril de 2009. Lo pendiente sería aquí el otorgamiento de tratamiento
médico, psicológico o psiquiátrico de la víctima, solamente atendido parcialmente en el
entendimiento del Alto Tribunal, y además, la realización de las acciones que resulten
pertinentes para identificar, juzgar y sancionar a los autores materiales e intelectuales de las
violaciones en contra de “Baldeón García”.
Mención aparte merece entonces el caso que abordamos a continuación, tanto por su propia
notoriedad como por su vinculación con lo resuelto en “Barrios Altos”: nos referimos aquí al
caso “Cantuta”, en el cual de inmediato centramos nuestra atención.
Como si esto no fuese de suficiente entidad, una vez detectados los miembros del grupo
“Colina” involucrados con lo ocurrido, éstos quisieron eximirse de su responsabilidad alegando
haber sido amnistiados por aquellas leyes que la Corte había declarado incompatibles con la
Convención en “Barrios Altos”, pero que, al no haber sido derogadas por el Estado peruano, se
argumentaba que estaban plenamente vigentes.
Aquí, además de la sentencia de reparaciones y costas, en la cual, con la salvedad del voto del
juez Cancado Trindade, la Corte, de manera harto polémica, no cuestiona la actuación del
Estado peruano frente a las leyes de autoamnistía que venían siendo invocadas por los
“Colina”, lo cual ocasionó que luego siga invocándose la situación de amnistiado como
excepción para el juzgamiento de diversos procesados en otras causas 2), se emitió una
2
Debe tenerse presente que desde el Estado peruano se sostuvo, como argumentación dentro de la
postura que sustentó en el caso “Cantuta”, dirigida a que no era procedente anular, ni conveniente
derogar las leyes de amnistía, en mérito a que, en primer lugar, no está consagrada en el Perú la
posibilidad de anular una ley; y en segundo término, que aceptar la anulación o la derogación de estas
leyes era aceptar que antes de su derogación estas normas surtieron efectos como tales, lo cual no
correspondería con lo resuelto por la Corte en “Barrios Altos”. Por consiguiente, ya las leyes de
autoamnistía no estarían vigentes, como consecuencia de lo resuelto en “Barrios Altos”, y no por una
sentencia de cumplimiento con fecha 20 de noviembre de 2009. Allí se determinó que el Estado
peruano tenía pendiente de cumplimiento:
• Realizar las gestiones pertinentes para así concluir, en un plazo razonable, las
investigaciones abiertas y los procesos penales en trámite sobre el particular, para así
determinar las responsabilidades penales que pudiesen existir.
• Proceder a la búsqueda de los retos mortales de las víctimas para entregarlos a sus
familiares y cubrir los costos que involucren sus entierros.
• Publicar en un diario de amplia circulación nacional, y por una vez, la parte de la
sentencia referida al allanamiento parcial del Estado peruano en este caso.
• Plasmar en un plazo razonable programas permanentes de educación en Derechos
Humanos para los miembros de los servicios de inteligencia con que cuenta el Estado
peruano.
• Pagar las compensaciones fijadas por daños materiales, indemnización por daño
inmaterial, costas y gastos.
Varios de estos aspectos siguen hasta hoy pendientes de atención. Sin embargo, justo es
resaltar como solamente hace muy poco tiempo el Colegiado A de la Sala Penal Nacional ha
hecho caso omiso de los alegatos de los integrantes del Grupo “Colina” implicados con el caso
actuación legislativa expresa. Un buen resumen de lo planteado desde esta perspectiva viene recogido
en IVANSCHITZ, Bárbara- Un estudio sobre el cumplimiento y ejecución de las sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos por el Estado de Chile”. En: Estudios Constitucionales, Año 11,
N.1, 2013, p. 319, trabajo cuya lectura recomendamos muy vivamente.
Respetuosamente no coincidimos con esta muy respetable interpretación, básicamente por dos
consideraciones: en primer término, creemos que ella implica una comprensión de lo dicho por la Corte
en “Barrios Altos”. Allí la Corte señala que las leyes 26479 y 26492 no son compatibles con la
Convención. Deducir que la misma Corte estaba con ello liberando al Estado peruano de declarar nulas
estas normas, o de simple y llanamente derogarlas es, por decir lo menos, discutible.
Cierto es que la Corte Interamericana, con lo resuelto en "Cantuta", asumió que lo que ya había señalado
en Barrios Altos tenía dfectos generales, y por ende, quedaban anulados en todos sus extremos las
ejecutorias supremas y demás resoluciones judiciales que hubieren admitido y aplicado el beneficio de
amnistía. Con ello los autos y los actuados en esos procesos volverían a su situación anterior deberían
declararse infundadas las excepciones en las cuales se alegaba la existencia de amnistiás, prescripción
de la acción penal o situaciones de cosa juzgada. Es más, en ese mismo sentido va la sentencia del
Tribunal Constitucional peruano en el caso "Santiago Martín Rivas" (STC 4587-2004-AA/TC, del 29 de
noviembre de 2005
Sin embargo, debe tenerse presente como esta comprensión de las cosas no fue, por cierto, asumida
por las mismas personas amnistiadas, en tanto las normas de amnistía hasta hoy no han sido
derogadas.
Y es que tal como se cita la misma sentencia de la Corte en “La Cantuta”, ya hasta ese momento
muchos(as) de los(as) imputados(as) en los casos “Pedro Yauri Bustamante”; “El Frontón”; y “Barrios
Altos, La Cantuta, Pedro Yauri y El Santa” (expedientes acumulados) los (as) procesados (as) alegaron
ante la judicatura peruana su condición de amnistiados(as). Esta práctica ha continuado luego de lo
resuelto por la Corte en “La Cantuta” hasta hoy. En este sentido, debe tenerse presente que
prácticamente todas las excepciones deducidas fueron admitidas a trámite, y tuvieron un disímil
tratamiento posterior, lo cual demuestra que no ha existido una posición unívoca al respecto dentro del
aparato estatal peruano.
“Cantuta”, y ha sentenciado a veintidós años de prisión por homicidio calificado y desaparición
forzada de personas a cuatro integrantes del grupo paramilitar al cual acaba de hacerse
mención.
Además, cada uno de los cuatro condenados deberá pagar una indemnización ascendente a
cuarenta mil soles (unos ocho mil dólares).Tres de los condenados ya están en prisión, y uno
de ellos viene siendo buscado para así revertir su condición de no habido. Se abre entonces
una interesante posibilidad que más valdría potenciar, pues todavía hay quienes siguen
invocando excepciones en estos procesos.
Veamos entonces lo referido al caso “Cantoral Huamaní y García Santa Cruz”. Allí, además de
la sentencia de reparaciones y costas, se han dado hasta tres sentencias de cumplimiento,
habiéndose dado la última de ellas de fecha 22 de febrero de 2011. En esa ocasión la Corte
acreditó que el Estado peruano cumplió parcialmente con pagar algunas de las sumas
previstas, y en la forma indicada, a favor de los familiares de las víctimas.
Además, se señaló que el Estado peruano tenía pendiente investigar los hechos para
determinar, juzgar y eventualmente sancionar a los responsables de lo ocurrido; publicar en el
Diario Oficial “El Peruano”, y en otro de amplia circulación nacional, por una vez, parte de la
sentencia y sus puntos resolutivos; realizar un acto público de reconocimiento de la
responsabilidad internacional en que ha incurrido el Estado peruano; otorgar becas en
instituciones públicas peruanas a los deudos; hacer posible que siga, mientras resulte
necesario, el tratamiento psicológico de los deudos; y cancelar el monto adeudado por
reparación de daños (inmateriales y materiales) y gastos procesales.
El último caso en el cual se ha emitido una sentencia condenatoria contra el Estado peruano
con connotación penal es el “García Anzualdo”. Allí, y con fecha 22 de setiembre de 2009, la
Corte emitió la correspondiente sentencia de reparaciones y costas. En este caso la Corte ha
establecido una serie de acciones que nuestro Estado debería cumplir, las cuales incluían la
eficaz conducción de los procesos penales vinculados con la desaparición forzada de Kenneth
Ney Anzualdo Castro; adoptar las medidas administrativas, medidas legales y políticas públicas
necesarias para determinar e identificar a personas desaparecidas en el enfrentamiento con los
grupos subversivos que desangró al Perú durante muchos años y asumir las medidas
necesarias para reformar la legislación peruana en materia de desaparición forzada de
personas.
Veamos entonces aquí siquiera rápidamente lo alegado por el Estado peruano al respecto. Y
es que frente a las demandas presentadas en su contra, la defensa de nuestro Estado ha
recorrido a deducir excepciones vinculadas a la falta de competencia de la Convención, la
Corte y los diferentes órganos del sistema para abordar la controversia concreta en cuestión el
supuesto desconocimiento de su soberanía; el carácter subsidiario de la labor jurisdiccional de
la Corte, la falta de agotamiento los recursos internos; o la presentación de hechos nuevos en
ese sentido se encuentra lo alegado en "Acevedo Jaramillo", con sentencia de la Corte del 7 de
febrero de 2006).
Luego de lo descrito a lo largo del presente texto, bien puede anotarse que en el Perú hoy se
da una situación de reconocimiento, muchas veces más formal que real, de la plena vigencia
de lo previsto en los tratados sobre Derechos Humanos (a los cuales incluso se les otorga
rango constitucional), así como de la jurisprudencia que emiten los tribunales donde se emiten
pronunciamientos con carácter vinculante, estableciéndose en esa jurisprudencia cómo deben
interpretarse dichos tratados.
En este sentido, y ya yendo más directamente a lo previsto a nivel del Sistema Interamericano
de Derechos Humanos, en el Perú no solamente se invoca el rango constitucional de la
Convención Americana o Pacto de San José. Además, se reconoce la relevancia de la misma
Convención y de la jurisprudencia de la Corte como parámetro de interpretación de los
alcances de los diferentes derechos; y, como consecuencia de ello, existen pronunciamientos
en los cuales tanto la judicatura ordinaria como el Tribunal Constitucional de nuestro país
incluso ejercen control de convencionalidad, prefiriendo lo dispuesto en la Convención o lo
señalado por su intérprete vinculante (la Corte) a lo prescrito en nuestra normativa interna.
Junto a lo recientemente expuesto, debe también anotarse que en el Perú se tiene prevista una
normativa destinada a asegurar un procedimiento de ejecución de las sentencias emitidas por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ejercicio debe materializarse sin mayor tamiz o
calificación hecha por las autoridades locales, las cuales solamente deben acatar y materializar
lo ya dispuesto. Existen elementos que sin duda apuntalan en el sentido de la configuración de
un Derecho común, con todas las ventajas que ello involucra.
Ahora bien, estas apreciaciones iniciales sin duda deben mediatizarse cuando se les contrasta
con algunas constataciones de la realidad. En ese tenor debemos anotar, en primer lugar,
como el Estado peruano habitualmente ha sido reacio a reconocer cabal efecto vinculante a
las Opiniones Consultivas de la Corte Interamericana, interpretación por cierto bastante
discutible, por decir lo menos. Con mayor razón, suele ser reticente en acoger completamente
lo señalado en los informes y las recomendaciones de la Comisión Interamericana, así como a
los pronunciamientos emitidos por instancias pertenecientes al Sistema Universal de protección
de derechos, alegándose precisamente que estos informes, recomendaciones y
pronunciamientos no tienen carácter vinculante.
De otro lado, y ya yendo a una evaluación de la interpretación hecha en casos específicos, bien
podemos apreciar que el nivel de seguimiento de los parámetros interpretativos fijados en el
escenario internacional en ocasiones es soslayado, por no decir dejado de lado, si se aprecia lo
señalado algunas veces por quienes tienen función jurisdiccional en nuestro país, si de lo que
se trata es de evaluar lo resuelto en ciertos casos sensibles. Y como si esto no fuese suficiente,
incluso el nivel de materialización y de lo previsto en aquellos pronunciamientos cuyo carácter
vinculante nadie discute es, como bien podamos apreciar, bastante relativo.
Esta “relatividad”, por llamarla de alguna manera, se hace patente en dos escenarios, como es
el del reiterado incumplimiento de algunos extremos de las sentencias de reparaciones y costas
condenatorias al Estado peruano emitidas por la Corte Interamericana, muy a despecho de, en
muchos casos, varias sentencias por ese Alto Tribunal contienen algunos supuestos en los
cuales no parecen encontrarse reales impedimentos para la materialización de lo dispuesto. A
lo ya señalado habría además que añadir que en la misma materialización del proceso de
ejecución de sentencias como las de la Corte Interamericana se ha visto dificultada en el Perú,
sobre todo luego de las modificaciones introducidas a la ley 27775 el año 2008.