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Guia Completa Titulos
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Unidad 3. Naturaleza del fundamento de la obligación consignada en los títulos de crédito, teorías
explicativas.
3.1. Teorías contractuales.- La obligación consignada en el titulo de crédito es la relación jurídica
entre suscriptor y tomador derivada del contrato originario. Como el rubro lo indica, esta corriente,
hoy día superada, estima que todo título de crédito encierra un contrato sui generis.
3.1.1. Autores que sostienen las teorías.- Según referencias, fue Savigny el primero en sostener la
existencia de un contrato entre el suscriptor y el tomador original, que se convierte, al circular el
documento, en una estipulación a favor de tercero. Pero fueron los tratadistas clásicos alemanes de
mediados del siglo XIX, Einerty especialmente Thol, quienes desarrollaron y con toda firmeza
impulsaron esta teoría, influidos, como la legislación francesa, por la fuerte práctica cambiaria de
este instrumento.
3.1.2. Posición que adoptan estas teorías.- La postura contractualista se originó en los tratadistas
franceses de principios del siglo XIX, quienes encontraron que la letra de cambio y los que después
aparecieron con las mismas características cambiarias, mantienen la calidad contractual de la
relación subyacente. Las dificultades que ofrece el sostener la existencia de tal contrato con uno o
más eventuales tenedores del documento fueron descritas por Savigny quien arguyó que respecto
de los futuros tomadores el contrato se celebra con una persona indeterminada, o bien a favor de
tercero.
3.2. Teorías intermedias.- Aparte de considerar que el fundamento de la obligación cambiaria nace
por un contrato originario acepta la posibilidad de una declaración unilateral de la voluntad en caso
de que el titulo circule y llegue a mano de un tercero de buena fe.
Fracasadas las teorías contractuales, surgieron las que podrían llamarse mixtas o híbridas, por
cuanto invocan una doble naturaleza por parte de los títulos de crédito si bien todavía conservan la
contractualista.
3.2.1. Autores que sostienen estas teorías.- Jacob afirma que en el primer momento el suscriptor
celebra con el tomador el contrato documental, que no es sino la reproducción del contrato
extracartular. Ahora bien, cuando el título pasa a manos de un nuevo tomador la obligación asume
sólo la apariencia jurídica que resulta del documento. Vivante es quizá el más ilustre sostenedor de
la teoría contractualista, frente al primer tomador, pero tal relación se desnaturaliza al entregarse
el documento a un tercero, para asumir el carácter de declaración unilateral de voluntad.
3.2.2. Posición que adoptan estas teorías.- El talón de Aquiles de estas corrientes aparece en la
imposibilidad de atribuir a la obligación del suscriptor un doble carácter de raíz cronológica, máxime
por lo que se refiere al criterio de Jacob, pues no es admisible que un documento, representativo
del supuesto contrato entre el suscriptor y el tomador, en el curso del tiempo, asuma una mera
apariencia jurídica, por razón de que a medida que circula el título cada uno de los adquirentes
asume el derecho en él consignado y no el del transmitente, que tal vez no haya existido. Este
derecho documental no es, no puede ser, una mera apariencia jurídica.
3.3. Teorías unilaterales.- Sólo aceptan que el fundamento de la obligación cambiaria se deriva de
un acto unilateral ejecutado por el emitente o creador del título.
Estas teorías discurren en varias direcciones, que parten de la afirmación en el sentido de que no
hay relación contractual, pero algunas de ellas en cierto modo acusan su origen civilista, como a
continuación se comprobará.
3.3.1. Posición adoptada por estas teorías.- La responsabilidad del obligado no tiene como punto de
arranque un encuentro de su voluntad con la del primer tomador, esto es, opera solamente la
voluntad del suscriptor, si bien conviene advertir que no en todos los casos se sostiene la teoría de
que se trata de la declaración unilateral de voluntad regulada por los códigos civiles.
3.3.2. La teoría de la emisión abstracta de Stobbe y Arcangelli.- La obligación cambiaria tiene su
único fundamento en el acto de la suscripción y emisión, independientemente de que el sujeto
abrigue o no el ánimo de obligarse, pues la ley dota de plena eficacia a los citados actos de
suscripción y emisión del documento. Esta corriente ha encontrado, a pesar de su seductora
presentación, objeciones consistentes en que no explica la posibilidad de que el suscriptor original
pueda oponer al primer tomador las excepciones derivadas del negocio subyacente, conviene tener
presente que es necesario admitir que entre estos primigenios personajes del título cambiario si
opera un trasunto del contrato subyacente, pero como antes se apuntó, ello en modo alguno
significa que el documento envuelva una novación.
3.3.3. Teoría de la creación de Kuntze.- El fundamento de la obligación reside, por disposición legal,
en el hecho de que el suscriptor al crear el título, fatalmente crea también un valor económico,
independientemente de su voluntad en tal sentido y de su deseo de ponerlo en circulación, esta
teoría, inspirada en la legislación alemana, se acerca mucho a la propugnada por el legislador
mexicano.
3.3.4. Posición adoptada por la doctrina, la jurisprudencia y las leyes mexicanas.- Arranca del texto
de nuestra Ley: "La suscripción de un título al portador obliga a quien la hace a cubrirlo a cualquiera
que se lo presente, aunque el título haya entrado a la circulación contra la voluntad del suscriptor,
o después de que sobrevengan su muerte o incapacidad”. De tal texto resulta evidente la postura
unilateral adoptada por nuestro sistema legal aunque tal unilateralidad discurre en diversas
direcciones. En cuanto a la jurisprudencia, poco es lo que puede decirse, se ha limitado a reafirmar
los principios característicos de los títulos de crédito y a respaldar las opiniones doctrinales sobre el
alcance y significado de los documentos de que se trata, pero, de modo especial, se ha pronunciado
sobre las consecuencias procesales que distinguen a estos documentos de los no cambiarios, en
cuanto, como se verá en su lugar, son de los que traen aparejada ejecución.
3.4. Formalidades necesarias para otorgar o suscribir títulos de crédito mediante representación.-
Aquí se presenta otro aspecto característico de los documentos objeto de este tema, pues la
facultad para suscribirlos en nombre de otro precisa de un poder especial, en razón de que no son
suficientes los previstos por otras leyes, como el mandato a que se refieren los arts. 2546 y
siguientes del Código Civil ó bien la comisión mercantil regulada en los arts. 273 y siguientes del
Código de Comercio, en calidad de mandato aplicado a actos concretos de comercio.
Así pues, para otorgar o suscribir títulos de crédito en nombre de otra persona hace falta un poder
expreso, que deberá inscribirse en el Registro de Comercio correspondiente, o bien una declaración
escrita que el representado dirija al tercero con el que habrá de contratar el representante, en la
inteligencia de que el poder, en el primer caso, se entiende conferido frente a cualquier persona, al
paso que en el segundo sólo es válido respecto de la persona a la que se dirige la declaración escrita.
La misma ley admite tres formas de mandato tácito:
• La primera consiste en el reconocimiento de que la suscripción de un título de crédito en
nombre de otro, sin poder bastante o sin facultades legales para hacerla, obliga al
representado aparente si ratifica expresa o tácitamente la indicada suscripción.
• La segunda se desprende de lo que podría calificarse de una apariencia vinculatoria; en
efecto: quien haya dado lugar, con actos positivos o con omisiones graves, a que se crea,
conforme a los usos del comercio, que un tercero está facultado para suscribir en su nombre
títulos de crédito, no podrá invocar la excepción contra el tenedor de buena fe. La buena fe
se presume, salvo prueba en contrario, siempre que concurran las demás circunstancias que
en este artículo se expresan".
Conviene subrayar la existencia, conforme al mismo precepto, de dos circunstancias, ambas
necesarias para que se surta el efecto de la tácita representación. La circunstancia subjetiva
reside en la realización, por parte del representado aparente, de actos positivos o su
incursión en omisiones graves; la objetiva consiste en la necesidad de que dichas conductas
activas u omisas sean propias de los usos del comercio.
• Por último, la tercera es la prescrita en la siguiente forma: "Los administradores o gerentes
de sociedades o negociaciones mercantiles se reputan autorizados para suscribir letras de
cambio a nombre de éstas, por el hecho de su nombramiento. Los límites de esa
autorización son los que señalen los estatutos o poderes respectivos”. Es necesario
consignar aquí otro caso especial de facultades cambiarias, referido a los funcionarios de las
instituciones de crédito comprenden la facultad de otorgar, suscribir, avalar y endosar
títulos de crédito, aun cuando no se mencione expresamente dicha facultad. El mismo
precepto dispone, además, que los nombramientos de estos funcionarios deben inscribirse
en el Registro Público de Comercio, previa ratificación de firmas, ante fedatario público, del
documento en el que conste el nombramiento respectivo.
3.5. Utilidad de la firma a ruego.- En caso que el girador, endosante, suscriptor o librador no sepa o
no pueda suscribir el titulo puede estamparla un tercero dando fe un corredor público o notario o
cualquier otro fedatario público. Nuestra ley no ignora la posibilidad de que una persona no sepa o
pueda escribir y de que se vea colocada en la necesidad de girar una letra de cambio, en cuyo caso
sanciona con la plena validez la firma que estampe un tercero a ruego de dicho girador o endosante,
pero en tal caso, debe firmar también un corredor público, un notario o cualquier otro fedatario
público.
Unidad 8. El protesto.
8.1. Concepto.- Esta institución también surge del derecho cambiario y se mantiene exclusiva en él.
Tiene un carácter solemne, pero a su vez es un toque de alarma derivado de la deshonra en la que
cae el título de crédito, al no ser aceptado o pagado, por lo que avisa a los subsecuentes tenedores
y obligados, de que el documento arrastra ya un incumplimiento. El protesto como institución sólo
es aplicable a algunos títulos de crédito como lo son la letra de cambio, el pagaré, el cheque o el
bono de prenda. En el aspecto procesal, este mecanismo tiende a evitar la caducidad de las llamadas
acciones de regreso, que son aquellas que tienen los últimos tomadores en contra de los obligados
indirectos o endosantes anteriores.
8.2. Supuestos de aplicación.- Por falta de aceptación y por falta de pago.
El protesto es necesario cuando en el título de crédito aparecen obligados solidarios o avalistas que
configuran en ese sentido la vía de regreso. También es importante tener en cuenta que la ley de
títulos y operaciones de crédito nos dice que la acción cambiaria es directa o de regreso; directa,
cuando se deduce contra el aceptante o sus avalistas; de regreso, cuando se ejercita contra
cualquier otro obligado.
8.2.1. Protesto por falta de aceptación.- Dos días hábiles siguientes a la presentación, siempre antes
del vencimiento. Exclusiva de la letra de cambio, este documento es el único que por ley debe ser
protestado por falta total o parcial de aceptación, siempre que aparezca la firma del girador, la razón
es que sin la firma del girado se deja al documento sin obligado principal y a su vez es un motivo de
desconfianza por parte de los futuros tenedores. De ahí que se hace imperioso para conservar la vía
de regreso. También puede ser posible que el girado acepte, mediante su firma pagar sólo una parte
del monto de la letra, por lo que en este caso es procedente levantar el protesto, a menos que el
girador dispense al tenedor de protestar la letra, inscribiendo en ella la cláusula “sin protesto”, “sin
gastos” u otra equivalente, lo que implica que no hará falta la diligencia. Debe levantarse contra el
girado y los recomendatarios, que en la práctica mexicana no existen, en el lugar y dirección
señalados para la aceptación, y si la letra no contiene designación de lugar, en el domicilio o en la
residencia de aquéllos.
8.2.2. Protesto por falta de pago.- Dentro de los dos días hábiles que sigan al vencimiento. Aquí el
supuesto es que el documento no fue pagado en tiempo, por lo que el protesto por falta de pago
deberá levantarse contra los obligados directos, sus avalistas y de haberlos contra los
recomendatarios que ya dijimos no existen en la vida práctica, por eso debe levantarse contra las
personas y en los lugares y direcciones que hayan indicado en el documento.
El protesto no es necesario para conservar la acción cambiaria directa contra el obligado principal y
sus avalistas, pero es un requisito indispensable para conservar la vía de regreso en contra de los
demás, el mismo Poder Judicial Federal, interpreta esta situación de la siguiente forma: “…el
tenedor no está obligado a presentar el pagaré a su vencimiento ni a protestarlo por falta de pago,
pues para conservar acciones y derechos contra el suscriptor ese protesto es indispensable sólo
cuando se trata de la acción cambiaria en vía de regreso”.
8.3. Funcionarios públicos autorizados para levantar el protesto.- El protesto puede ser hecho por
medio de notario o de corredor público titulado, a falta de ellos puede llevarlo a cabo la primera
autoridad política del lugar.
Ahora bien, en cuanto al cheque, se entenderá protestado con la anotación que en el mismo banco
se levante al presentarse el cheque o bien, con la anotación que la cámara de compensación
respectiva realice sobre el documento. Lo anterior, no es obstáculo para presentarlo por la vía del
fedatario o autoridad política que acabamos de mencionar. Por lo que se refiere al bono de prenda,
la anotación que al respecto haga el almacén de depósito, en el sentido de que no fue presentado
oportunamente y no fue pagado total o parcialmente, surtirá los efectos de protesto.
8.4. Lugar y época del levantamiento del protesto.- El protesto por falta de aceptación o de pago,
debe levantarse contra el girado y los recomendatarios, así como sus avalistas y demás obligados
en el lugar y dirección señalados para la aceptación o pago, y si la letra no contiene designación de
lugar, en el domicilio o en la residencia de aquéllos. Si la persona contra la que haya de levantarse
el protesto no se encuentra presente, la diligencia se entenderá con sus dependientes, familiares o
criados, o con algún vecino. Cuando no se conozca el domicilio o la residencia de la persona, éste
puede practicarse en la dirección que elijan el notario, el corredor o la autoridad política que lo
levanten.
El protesto por falta de aceptación debe levantarse dentro de los dos días hábiles que sigan al de la
presentación; pero siempre antes de la fecha del vencimiento.
El protesto por falta de pago debe levantarse dentro de los dos días hábiles que sigan al del
vencimiento.
El protesto por falta de aceptación, dispensa de la presentación para el pago, y del protesto por falta
de pago.
8.5. Aplicación de la cláusula “sin protesto”.- No es necesaria la diligencia del protesto. Ya se
consignó que en la letra de cambio, el girador está facultado para dispensar al tenedor de
protestarla, para lo cual se deben insertar las leyendas “sin protesto”, “sin gastos” u otra
equivalente. Sólo el girador puede otorgar tal dispensa, puesto que la vida del documento inicia con
su firma y su compromiso, pues él otorga la orden de pago. De este modo, todos los futuros
tenedores sabrán que no hace falta acudir a dicha diligencia como requisito para conservar la acción
cambiaria de regreso, pero en cambio, no puede dejarse pasar que el tenedor debe presentar la
letra para su respectiva aceptación o para el pago y en caso de no obtener uno u otro, dar aviso a
los obligados en vía de regreso.
8.6. Formalidades y efectos del protesto.- El protesto debe hacerse constar en la misma letra o en
hoja adherida a ella. Además, el notario, corredor o autoridad que lo practiquen, levantarán acta
del mismo en la que aparezcan:
• La reproducción literal de la letra, con su aceptación, endosos, avales o cuanto en ella
conste.
• El requerimiento al obligado para aceptar o pagar la letra, haciendo constar si estuvo o no
presente quien debió aceptarla o pagarla.
• Los motivos de la negativa para aceptarla o pagarla.
• La firma de la persona con quien se entienda la diligencia, o la expresión de su imposibilidad
o resistencia a firmar, si la hubiere.
• La expresión del lugar, fecha y hora en que se practica el protesto, y la firma de quien
autoriza la diligencia.
• Por último, el notario, corredor o autoridad que hayan hecho el protesto, retendrán la letra
en su poder todo el día del protesto y el siguiente, teniendo el girado, durante ese tiempo,
el derecho de presentarse a satisfacer el importe de la letra, más los intereses moratorios y
los gastos de la diligencia.
Exceptuados aquellos con quienes se hubieren practicado, los protestos de letras, tanto por falta de
aceptación como de pago, serán notificados a todos los demás que hayan intervenido en la letra,
por medio de instructivos que les serán remitidos por el notario, corredor o primera autoridad
política que autorice los protestos.
A los interesados en las letras, que residan en el mismo lugar donde se practique el protesto les será
éste notificado en la forma expresada, y al día siguiente de haberse practicado. A los que residan
fuera del lugar, les será remitido el instructivo por el más próximo correo, bajo certificado y con las
direcciones indicadas por ellos mismos en la letra.
A continuación del acta de protesto, el que lo haya autorizado hará constar que aquél ha sido
notificado en la forma y términos previstos por la ley. La inobservancia de las obligaciones
anteriores, sujeta al responsable al resarcimiento de los daños y perjuicios que la omisión o retardo
del aviso causen a los obligados en vía de regreso, siempre que éstos hayan cuidado de anotar su
dirección en el documento.
Unidad 10. El pagaré. Este documento constituye una forma evolucionada de la letra de cambio que
en la práctica, la ha venido a desplazar como el más importante título de crédito.
Hoy es frecuente ver la firma de estos documentos en el mundo bancario, bursátil, asegurador,
afianzador, comercial y en algunos casos, respaldando obligaciones civiles.
10.1. Concepto.- Por definición, este título de crédito es una orden incondicional de pago realizada
por un girador en beneficio de una persona.
10.2. Elementos esenciales.- Al respecto, sólo se pueden apuntar dos elementos personales que son
el suscriptor u obligado y el beneficiario o tenedor. Al igual que en la letra de cambio, pueden existir
avales y endosantes.
La obligación se contrae con la sola firma del documento. Cuando se firma un pagaré a nombre de
una persona jurídica, se debe requerir que las facultades del apoderado incluyan la de firma y
suscripción de títulos de crédito. Así las cosas, la firma del mandatario debe acompañarse de la
calidad con que se ostenta para dar más seguridad a los posteriores endosatarios. Sin embargo en
interpretación jurisprudencial a nivel de tesis, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha
considerado que basta solo la firma del suscriptor a nombre de una persona jurídica para que se
tenga como título ejecutivo, pues como este es el elemento esencial, resulta innecesario que se
señale en el documento el carácter con el que firma el suscriptor, pues eso no basta para que se
niegue eficacia jurídica al documento, toda vez que ya se encuentra la firma. En el sentido de que
es lo que se debe entender por suscriptor, el mismo máximo tribunal dice que es la persona que
reconoce deber y se obliga a pagar a otra una cantidad determinada, mediante la firma que plasma
en el documento, pues con ella se expresa la voluntad de cumplir con la obligación que ampara el
título de crédito, por lo que se considera irrelevante que se asiente el carácter de suscriptor y si ello
se omite no afecta sus efectos legales.
10.3. Semejanzas y diferencias entre el pagaré y la letra de cambio.- Las principales diferencias con
la letra de cambio es que aquí solo existen dos personas el suscriptor o girado y el beneficiario.
Recuérdese que en la letra de cambio debe existir, girador, girado y beneficiario.
En el pagaré existe una promesa de pago, en tanto que en la letra de cambio es una orden de pago.
La promesa de pago es fundamental para el pagaré pues si ella no se encuentra inserta en el
documento, afecta su literalidad, en el sentido de que no se puede reclamar al obligado algo que no
esté determinado en el documento. A este respecto, existe tesis jurisprudencial en el sentido de
que esta promesa incondicional de pago es imprescindible, de tal modo que si por alguna razón se
omite la palabra incondicional, esto no implica que carezca de dicho tipo de promesa, pues es
suficiente que del documento se desprenda que el pago se hará bajo ninguna condición, para que
se presuma incondicional.
Por otra parte, en el pagaré si se pueden pactar intereses. En la letra de cambio, no. También en
este sentido, existe tesis jurisprudencial en contradicción, respecto al establecimiento de intereses
bajo la mención de las letras “CPP” en el renglón de intereses. Dicha tesis explica que “CPP” se
refiere al Costo Porcentual Promedio de captación, instrumento financiero mensualmente
publicado por el Banco de México. La tesis que nos ocupa, menciona que resulta inadmisible que
exista desconocimiento o dudas, por parte de un deudor, sobre el significado de la expresión “CPP”,
por lo que cuando se le utiliza en un título de crédito para fijar el monto de intereses, resulta
evidente que el deudor quiso convenir tal sistema para el cálculo de intereses y que conoce el
mecanismo para calcular su monto.
En el pagaré no existen algunos personajes que si existen en la letra de cambio como el girador o
los recomendatarios. También se comenta que respecto a la presentación, si bien es cierto que el
pagaré tiene generalmente forma impresa o “machote”, hay infinidad de casos que son
mecanografiados o incluso, manuscritos. En estos casos, el título de crédito es válido siempre y
cuando satisfagan los requisitos legales, o que si carece de alguno, no se presuman por la ley, en
términos de lo establecido para la letra de cambio.
10.4. Importancia contemporánea del pagaré.- Al respecto, se debe hacer mención que entre otras
utilizaciones bancarias, los créditos refaccionario, de habilitación o avío que los bancos realizan, se
documentan mediante este título de crédito, que aunque causales, en ellos debe mencionarse su
procedencia e incluir las anotaciones del registro de crédito, en la inteligencia de que su transmisión
implica la responsabilidad solidaria de quien la efectúe, pero también el traspaso de la parte
correspondiente del crédito, incluidas las garantías y demás derechos accesorios, en la proporción
respectiva.
10.5. Modalidades de aplicación del pagaré.- Domiciliado, bancario e hipotecario.
10.5.1. Pagaré domiciliado.- En este caso es cuando existe un domiciliatario, con funciones similares
al de la letra de cambio, es decir, que es una persona en cuyo domicilio se pagará el documento. Si
bien es cierto que la función del domiciliatario, no implica obligación de pago de la persona que
presta su domicilio, si será útil en el caso de que se levante protesto por falta de pago, pues allí se
pactó el pago del título de crédito.
10.5.2. Pagaré bancario.- Es el que suscriben las instituciones de crédito para documentar sus
créditos. Sin embargo, es frecuente la utilización de los pagarés, para apertura de crédito que los
clientes de los propios bancos emplean ante distintos acreedores, principalmente basados en la
solvencia y seriedad de la firma bancaria.
También se utilizan pagarés para operaciones bancarias de pago como las realizadas con carta o
tarjeta de crédito, así como las muy socorridas tarjetas de débito.
10.5.3. Pagaré hipotecario.- Este tipo es una variante de los pagarés bancarios, donde el banco
asume el papel de beneficiario de uno o varios pagarés negociables o no, derivados de un crédito
refaccionario, de habilitación o avío, o simplemente hipotecario, sin que en todos se configuren
operaciones exclusivamente bancarias, a pesar de su frecuencia. En las operaciones antes referidas,
aparece frecuentemente como garantía un inmueble o una unidad industrial, por lo que la
transmisión de los documentos implica la transferencia de una parte alícuota de la garantía
inmobiliaria.
Criterio discutible es aquel manejado por el Poder Judicial Federal, en cuanto a que es válido y apto
para ejercer la vía ejecutiva mercantil el duplicado de un pagaré inserto en una factura.
Al permitir con ese criterio, que un pagaré inserto en una factura y en un duplicado le pueda
proceder la acción ejecutiva mercantil, estamos de acuerdo que se ha pasado por alto el hecho de
que es un duplicado, pensando en que el deudor pueda tener el original y que con ello puede
acreditar el pago, por lo que es procedente acreditar el pago con la exhibición de la factura original,
que por uso comercial se le entrega al cliente una vez cubierto el importe de la mercancía y que en
caso contrario, le retendrán la factura.
Entre otros manejos administrativos, tenemos el caso de los pagarés que emite el Estado para oferta
pública, conocidos como papel comercial, en otros casos pagarés por valor determinado que son
depositados en INDEVAL o bien algunos otros con cláusulas de indexación al tipo de cambio del
dólar estadounidense, con previa inscripción en el Registro Nacional de Valores, en la Comisión
Nacional Bancaria y de Valores o en la propia Bolsa Mexicana de Valores.
10.6. El pagaré no negociable como título documentario de ciertos contratos de crédito. Como ya
se ha comentado, los pagarés son utilizados para documentar un gran número de operaciones de
crédito, para lo cual la emisión de dichos títulos, que en principio pueden ser negociables pero se
puede estipular como no negociables sin que por ello se vea desvirtuada su naturaleza cambiaria.
Tal situación se puede prever en los casos del arrendamiento financiero donde los títulos firmados
son negociables o del factoraje “con recurso” donde la participación solidaria del cliente hace que
deban ser no negociables.
10.7. El pagaré internacional.- El régimen jurídico internacional del pagaré lo configura la
Convención Panamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y
Facturas de 1975. Esta convención fue ratificada por nuestro país por Diario Oficial de la Federación
del 25 de abril de 1978, con una aclaración respecto a la ley mexicana de que las facturas no son
documentos negociables.
Así mismo, es aplicable la Convención de las Naciones Unidas sobre Letras de Cambio
Internacionales y Pagarés Internacionales de 1988, originada en la UNCITRAL, también ratificada por
nuestro país, por Diario oficial del 27 de enero de 1993.
10.8. ¿Cómo se redacta un pagaré?.- Para iniciar este punto, debemos ubicar que como elementos
personales del documento se encuentran el suscriptor y el beneficiario. Así mismo, el pagaré debe
contener:
• La mención de ser pagaré inserta en el texto del documento, no sólo en el encabezado sino
en su redacción.
• La promesa incondicional de pagar una suma determinada de dinero.
• El nombre de la persona a quien ha de hacerse el pago, considerándose nulo si se expide al
portador, por lo que la circulación se deberá hacer por endoso.
• La época y el lugar del pago. Si el pagaré no menciona la fecha de su vencimiento, se
considerará pagadero a la vista; si no indica el lugar de su pago, se tendrá como tal el del
domicilio del que lo suscribe.
• La fecha y el lugar en que se suscriba el documento; y
• La firma del suscriptor, o de la persona que firme a su ruego o en su nombre.
Entre otras reglas figuran las siguientes:
• Los pagarés exigibles a cierto plazo de la vista deben ser presentados dentro de los seis
meses que sigan a su fecha. La presentación sólo tendrá el efecto de fijar la fecha del
vencimiento y se comprobará en los términos de la ley de títulos y operaciones de crédito.
Si el suscriptor omitiere la fecha de la vista, podrá consignarla el tenedor.
• El pagaré domiciliado debe ser presentado para su pago a la persona indicada como
domiciliatario, y a falta de domiciliatario designado, al subscriptor mismo, en el lugar
señalado como domicilio.
• El protesto por falta de pago debe levantarse en el domicilio fijado en el documento, y su
omisión, cuando la persona que haya de hacer el pago no sea el suscriptor mismo, producirá
la caducidad de las acciones que por el pagaré competan al tenedor contra los endosantes
y contra el suscriptor. Salvo ese caso, el tenedor no está obligado, para conservar sus
acciones y derechos contra el suscriptor, ni a presentar el pagaré a su vencimiento, ni a
protestarlo por falta de pago.
• Son aplicables al pagaré en lo que se le acomode las disposiciones de las letras de cambio.
El importe del pagaré comprenderá los réditos caídos; el descuento del pagaré no vencido
se calculará al tipo de interés pactado en éste, o en su defecto al tipo legal; y los intereses
moratorios se computarán al tipo estipulado para ellos; a falta de esa estipulación, al tipo
de rédito fijado en el documento, y en defecto de ambos, al tipo legal.
• El suscriptor del pagaré se considerará como aceptante para todos los efectos de las
disposiciones enumeradas antes, salvo el caso respecto a letra de cambio, en que se
equiparará al girador.
• En caso de que se firme a ruego o en nombre del suscriptor, es necesaria la intervención del
notario para dar fe de que así lo hace, para no entender que lo realiza con otro carácter.
10.9. Importancia práctica de la correcta redacción y llenado de sus clausulas.- Importante es saber
cómo se debe realizar el llenado del pagaré, pues su utilidad práctica lo hace imprescindible. Al
respecto una de las más importantes es la de los intereses, la cual menoscaba en diversos grados,
la promesa de pagar una suma cierta y determinada de dinero, de modo que ya no se ajustaría a la
exigencia de que la promesa de pago sea cierta y determinada.
Unidad 18. Excepciones oponibles contra las acciones derivadas de los títulos de crédito; su
reivindicación, cancelación y reposición de los títulos de crédito en caso de robo o extravío.
Si bien la mayor parte de los aspectos procesales inherentes a los títulos de crédito se encuentran,
como es lógico, dentro del articulado procesal del Código de Comercio, aquí resulta necesario volver
sobre el alcance de la autonomía del derecho cambiario, para dejar sentado que no se agota en la
esfera sustantiva, sino que incursiona también en el terreno procesal, indudablemente como una
muestra más de que incluso en esta esfera litigiosa los títulos de crédito ocupan un lugar propio.
18.1. Concepto de excepción.- La doctrina procesalista, sobre el particular, apunta que las
excepciones son los hechos impeditivos, modificativos o extintivos de las pretensiones del
demandante, al paso que las defensas, también llamadas excepciones perentorias, son destructivas
de tales pretensiones.
18.2. Diferencia entre excepciones propias y entre excepciones impropias ó defensas.- Son
excepciones propias la de compensación y la de prescripción, mientras que deben catalogarse como
impropias o defensas, las de pago, novación y remisión.
18.3. Efectos derivados de la oposición de excepciones propias o dilatorias.- La consecuencia de
estas excepciones consiste en que el demandado admite o reconoce la existencia del derecho que
reclama el actor, pero invoca los apuntados hechos impeditivos, modificativos o extintivos, como la
compensación y la prescripción, que el juez habrá de valorar y admitir o no en la sentencia.
18.4. Efectos derivados de la oposición de excepciones impropias o perentorias.- Estas excepciones
van encaminadas a destruir las pretensiones del actor, en este caso por la fuerza de la ley respectiva,
y seguramente por ello se les conoce también como defensas sus prototipos son el pago, la novación
y la remisión, que en verdad no penden el exterminio de las pretensiones del demandante, en razón
de que sus efectos están claramente previstos en el Código Civil.
18.5. Contra las acciones derivadas de los títulos de crédito sólo proceden las excepciones
contenidas en el artículo 8º de la LGTOC y no las del artículo 1403 del Código de Comercio.- Relación
de excepciones y defensas que, según nuestra Ley, son las únicas oponibles frente a las acciones
cambiarias:
I. Las de incompetencia y de falta de personalidad en el actor.
II. Las que se funden en el hecho de no haber sido el demandado quien firmó el documento.
III. Las de falta de representación, de poder bastante o de facultades legales en quien suscribió
el título a nombre del demandado, salvo lo dispuesto en el artículo 11.
IV. La de haber sido incapaz el demandado al suscribir el título.
V. Las fundadas en la omisión de los requisitos y menciones que el título o el acto en él
consignado deben llenar o contener, y la ley no presuma expresamente o que no se haya
satisfecho dentro del término que señala el artículo 15.
VI. La de alteración del texto del documento o de los demás actos que en él consten, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 13.
VII. Las que se funden en que el título no es negociable.
VIII. Las que se basen en la quita o pago parcial que consten en el texto mismo del documento,
o en el depósito del importe de la letra en el caso del artículo 132.
IX. Las que se funden en la cancelación del título, o en la suspensión de su pago ordenada
judicialmente, en el caso de la fracción II del artículo 45.
X. Las de prescripción y caducidad y las que se basen en la falta de las demás condiciones
necesarias para el ejercicio de la acción.
XI. Las personales que tenga el demandado contra el actor artículo 80.
Atento lo expuesto, parece indudable que son excepciones propias o dilatorias las previstas en las
fracciones I, III, IV, V, VI, VII y X. En cambio, son excepciones impropias, perentorias o defensas, las
referidas en las fracciones II, VIII y IX. En cuanto a la fracción XI, el verdadero carácter de defensas
o excepciones resultará de las personales que oponga el demandado.
Además de lo expuesto, parece necesario evocar aquí el texto del arto 1403 del Código de Comercio
conforme al cual son admisibles, en contra de cualquier otro documento mercantil que traiga
aparejada ejecución, las excepciones que ahí se consignan. Sin embargo, no debe caber duda sobre
que tal precepto no es aplicable a los procedimientos cambiarios que aquí se examinan, ante el claro
texto del ya citado artículo 80, pero también del 167 de nuestra LGTOC, que al referirse a la acción
cambiaria apunta, con toda claridad, que: “contra ella no pueden oponerse sino las excepciones y
defensas enumeradas en el artículo 80”.
18.6. Extravío, robo, destrucción, mutilación o deterioro grave de un título de crédito.- Nuestro
régimen legal en materia de rehabilitación de un título de crédito desaparecido o destruido parcial
o totalmente, no es uniforme, pues dispensa un tratamiento diverso, se esté en presencia de uno
nominativo negociable, al portador o nominativo no negociable.
Ello, por lo demás, tiene una lógica explicación, si se atiende a que en los tres casos la ley de
circulación es diversa, y cualquier procedimiento para recuperar, reponer u obtener el pago de
alguno de ellos debe atender a su mayor o menor posibilidad de que haya circulado. Incluso de
buena o de mala fe.
• Títulos nominativos. En caso de robo, pérdida o deterioro de un título nominativo, lo que
debe hacer es solicitar la cancelación ante la persona que lleve el registro de los títulos sin
necesidad de intervención judicial. También puede optar porque se le reponga el
documento, por la misma razón de que la propiedad se encuentra controlada
registralmente. La única limitación existente es que el creador del título tiene facultades
para exigir que el tenedor garantice la cancelación o reposición solicitada.
• Títulos al portador. Cuando se deterioran de manera que es imposible su circulación pero
conservan sus datos esenciales, se puede pedir su reposición, con la diferencia de que en
este caso, la pretensión se plantea judicialmente, en la vía voluntaria. Si se trata de extravío,
robo o destrucción, no hay cancelación ni reposición porque la posesión legitima la
propiedad sobre el documento no existe. En cambio los títulos a la orden, como expresan
el nombre del beneficiario, pueden ser cancelados o repuestos judicialmente en la vía
voluntaria artículo 634.
• Títulos a la Orden. En este caso solo existe la previsión de hacer saber el hecho al emisor y
si transcurre el término de la prescripción y no es cobrado por tenedor de buena fe, el
denunciante puede recuperar su valor. Cuando se solicita la cancelación o reposición de un
título girado a la orden, es necesario que el peticionario haya realizado las siguientes
diligencias:
a) Informarle al librado o aceptante sobre la pérdida o destrucción del título, con el fin
de que no lo acepte o no lo pague. Solicitar al juez que conozca las diligencias, que
prohíba la aceptación o pago del título según el caso.
b) Si un título ya fue aceptado y solo está pendiente de cobro, esta medida se realiza
sin necesidad de constituir fianza.
c) Avisar al librado y al último endosatario sobre la pérdida del título.
• Procedimiento. La persona interesada en la cancelación o reposición presentará su solicitud,
cumpliendo los requisitos del artículo 637 del Código de Comercio, de esta solicitud, el juez
debe hacérsela saber a la persona que señale como signatario del título. El actor puede pedir
que se ordene la suspensión del cumplimiento de las obligaciones caratulares. El juez puede
acceder si el actor otorga garantía suficiente y lo facultará para ejercitar aquellos derechos
que podría hacer valer durante el procedimiento de cancelación artículo 639. El juez ordena
la publicación de un extracto de la solicitud en el Diario Oficial y en otro periódico de mayor
circulación en el país. Transcurridos treinta días de la fecha de la publicación, si no se
presentare oposición, se dicta la resolución que resuelve la solicitud artículo 641, lo resuelto
por el juez causa ejecutoria 30 días después de la fecha de notificación si el título ya hubiere
vencido; y 30 días después de la fecha de vencimiento, si no hubiere vencido aún.
• Circunstancias de la cancelación y reposición. (Artículos 643 al 645, 647 al 649 Código de
Comercio) Si la persona de quien se reclama la cancelación (demandados), niega haber
suscrito el título, se sobresee el procedimiento, sin perjuicio de su responsabilidad si
incurrió en perjuicio. Obtenida la cancelación del título, si los obligados se niegan a pagar,
la copia de la sentencia legitima al reclamante para ejercitar sus derechos derivados del
título. Cuando el título está vencido o vence durante el procedimiento, se puede pedir al
juez que ordene el depósito del valor del título a disposición del tribunal. Durante el
procedimiento, se puede pagar por depósito por cualquier signatario. Cuando se decreta la
cancelación de un título no vencido, se ordena que los signatarios suscriban el substituto,
pudiéndolo traer el juez en caso de rebeldía. El título vence treinta días después del
vencimiento del título cancelado. Un tercero puede oponerse a la cancelación del título,
pero debe exhibirlo, lo cual supone que esa oposición se basa en que el título existe y, por
último, aun cuando el tenedor del título no hubiere manifestado oposición a las diligencias
de cancelación, conserva sus derechos contra quien obtuvo la cancelación y el cobro del
título.
• Reivindicación de los títulos de crédito. En caso de que los títulos de crédito por su
naturaleza de bienes muebles, sean poseídos por otra persona que no sea el legítimo
tenedor, por extravío o robo, puede proceder la reivindicación de los mismos, mediante un
juicio de cognición, y su trámite sería en la vía sumaria. Solamente procede en los títulos
creados en forma nominativa o a la orden. Los títulos al portador no son reivindicables.