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DERECHO PROBATORIO I 1

ACTIVISMO JUDICIAL

La serie de derechos que implica al derecho al debido proceso se presentan por sí solos
como elementos de obligatoria tutela por parte del órgano jurisdiccional, ya que es ello
precisamente a lo que alude el deber de tutela judicial efectiva que detentan todos los
operativos de justicia, es decir, a la salvaguarda generalizada de toda clase de derechos
que detenten los ciudadanos en virtud del orden legal, sin hacer distinción entre la
naturaleza y el carácter de los mismos. Por tal motivo, los jueces se encuentren en la
ineludible obligación de velar por la tramitación de un proceso en el que se le brinde
efectivo respeto a las series de garantías que debe presentar todo proceso judicial,
ejecutando así una tutela judicial efectiva de los derechos ciudadanos, ya que lo contrario
la misma no resultaría posible.
Es allí, precisamente, en donde se verifica la delimitación entre el derecho, el derecho al
debido proceso y el derecho a la tutela judicial efectiva, visto de la manifestación de este
que en el presente punto se aborda, es decir, en relación a la exigencia de la tramitación
de un proceso judicial en el cual se salvaguarde el respeto al cúmulo de garantías
procesales que para el ciudadano deben existir dentro del mismo.
En estos momentos resulta conveniente destacar la posición que ha asumido la sala
Constitucional del tribunal Supremo de Justicia, respecto a lo aquí comentado, la cual
también es del siguiente criterio:
(omisis)
En tal orden de ideas, debe entenderse que si bien el derecho a la tutela judicial efectiva,
analizado desde una de sus manifestaciones, como lo es la de la necesaria tramitación de
un proceso judicial que cumpla a cabalidad con todas garantías necesarias, encuentra
estrecha vinculación con el derecho al debido proceso, los mismos constituyen derechos
distinguibles el uno del otro. No obstante, también debe tenerse en cuenta que la violación
del derecho al debido proceso, se desprenden infracciones constitucionales que conllevan
la materialización de una violación del derecho a la tutela efectiva, bajo el entendido de
que en modo alguno puede verificarse una real y efectiva tutela de los derechos e interese
susceptibles de protección jurídica, si la vía procesal que se desarrolló, infringió el
ordenamiento constitucional al no guardarse en la misma la preservación de las garantías
necesarias para materializar el debido proceso.
Ahora bien, siendo una de las manifestaciones del derecho a la tutela judicial efectiva, la
necesaria tramitación de un proceso judicial en el cual se haya preservado el cúmulo de
garantías procesales que estatuyen el orden jurídico, resulta conveniente hacer algún
breve comentario a la labor que en función de ello deben ejecutar los operarios de justicia.
En efecto, el cambio radical que ha experimentado el Estado venezolano al pasar a un
estado de Justicia, y al cual ya hemos tenido la oportunidad de referirnos con anterioridad,
nos debe llevar a sostener que el proceso debe dejar de ser un laberinto, con trabas y
obstáculos, donde el juez se presenta como un simple espectador de argucias y
estrategias, para convertirse en un instrumento viable para la paz social y el bien común
de la sociedad. Esto reafirma al proceso y al derecho procesal como un área juríca que
forma parte del derecho público y que está íntimamente vinculada a la sensibilidad social.
La noción de justicia material adquiere entonces especial significación en el fértil campo
de los procesos judiciales, en los que el derecho a la defensa y a la tutela judicial efectiva,
la búsqueda de la verdad como elemento esencial a la justicia, en la que no se sacrificará
esta por la omisión de formalidades no esenciales (artículo 257 CNRBV), y en el
entendimiento de que el acceso a la justicia es para que el ciudadano haga valer sus
derechos y pueda obtener una tutela judicial efectiva de ello de manera expedita, sin
dilaciones indebidas y sin formalismo o reposiciones inútiles, conforman dichas normas

1er-Sem.-
DERECHO PROBATORIO I 2

una cosmovisión de un Estado justo, del justiciable como elemento protagónico de la


democracia, y del deber ineludible que tienen los operadores u operarios del poder judicial
en mantener el proceso y las decisiones judiciales dentro del marco de los valores y
principios constitucionales.
Es en razón de lo anterior que debe sostenerse que la noción de justicia influye en la
esencia misma del rol que debe desempeñar todo juez en su condición de administrador
de justicia, situación esta que ha sido entendida por la jurisprudencia patria cuando indica:
(Sentencia de la sala político Administrativa del tribunal Supremo de Justicia, en fecha 24
de marzo de 2000, recaída en el caso Blanca Romero de Castillo).
Ahora bien, en el orden de las consideraciones anteriores, resulta de las tendencias más
reciente del mundo jurídico la conciencia que debe poseer todo Estado de hacer justicia.
Para darle vida a ese valor fundamental y cumplimiento a ese cometido de Estado se
necita contar con jueces que asuman un rol activo en los procedimientos judiciales, cuya
presencia se haga sentir, entre las partes o sujetos de derecho que participan en la
disputa judicial, pero no con una presencia de un mero árbitro o espectador, sino como un
sujeto que se encuentra en representación del estado y que igualmente defiende unos
interese que son los valores del estado y los fundamentos de la propia existencia del
mismo.
Es así como la figura del juez ha adquirido una mayor plusvalía gracias a esta posición
que la doctrina ha dado en denominar El activismo judicial, en donde la finalidad y esencia
misma de su actividad va a trascender de la simple función jurisdiccional para
concentrarse en la realización de la justicia, y en función de ello para dictar una sentencia
justa, debe utilizar todos los medios que el ordenamiento jurídico le pone a su disposición.
Por ello jugaran un papel importante las diversas facultades y capacidades de las que
pueda disponer el juez para cumplir el telos de su labor, las cuales el juez debe hacer uso
con toda responsabilidad.
A la par de lo anterior, no hay que olvidar que el principio dispositivo, en virtud del cual se
concibe al juez con una actitud pasiva dentro del proceso, ha sufrido con la evolución de
la ciencia jurídica un resquebrajamiento que lo ha llevado a reinterpretarse incluso en el
mismo proceso civil, donde prela por excelencia, y a darle un nuevo significado debido a
las nuevas tendencias conocidas como el activismo judicial, al vual ya se hizo referencia,
y bajo la premisa de que si bien es cierto que la finalidad última de todo juez es la justicia,
de ahí la gran función social que los mismos representan.
Todo lo anterior nos ensena que el concepto prevalente de justicia debe ser la forma
esencial que caracteriza la actuación del juez, quien tiene además la responsabilidad
inexorable de ir más allá de lo que la simple norma jurídica, siempre a favor de la justicia
claro esta, y de ser necesario incluso llegar a reinterpretar las normas procesales, con tal
de administrar la justicia que emana de la soberanía popular y que se imparte en nombre
de la República y por autoridad de la Ley, logrando con ello que su labor en la tutela de
los derechos legítimos de los ciudadanos en realidad tienda a la efectividad que el texto
constitucional proclama.

1er-Sem.-

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