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Unidad 5
Unidad 5
Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona física o
jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o
prestadora de servicios, pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los
bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social,
siempre que no tenga vínculo con su actividad comercial, industrial, artesanal o profesional.
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de Defensa del Consumidor de Brasil, la hemos reproducido al regular las “Prácticas abusivas” ya
que, en ese caso, su inclusión aparece como razonable.
Este artículo contiene dos criterios interpretativos y de aplicación a las normas que regulan las
relaciones de consumo:
El principio protectorio: las normas deben aplicarse y interpretarse de acuerdo al principio
de protección del consumidor. Este principio alcanza todas las relaciones en las que
intervienen consumidores y se justifica en la situación de desventaja y vulnerabilidad
estructural en que se encuentran con relación a los proveedores en el mercado.
El acceso al consumo sustentable: este establece una vinculación entre el derecho del
consumidor, el acceso bienes básicos y el derecho ambiental.
La segunda parte del artículo establece un criterio de prelación normativa para casos de duda en
la interpretación del CCC y las leyes especiales. Esta norma convive con otras que también fijan
criterios de prelación normativa, como el art. 963 del CCC, el art. 3 de la LDC y el art. 25 de la
LDC aplicable a servicios públicos.
De la combinación de todas ellas pueden establecerse los siguientes criterios:
a) En caso de concurrencia de disposiciones del CCC y una ley especial, se aplicarán en el
siguiente orden de prelación:
Normas indisponibles en ley especial y del CCC.
Normas particulares del contrato.
Normas supletorias de la ley especial.
Normas supletorias del CCC (art. 963 CCC).
b) En caso de concurrencia de normas indisponibles de la ley especial y del CCC, se aplicará
la más favorable al consumidor por imperativo del principio protectorio del art. 42 de la
CN.
c) En caso de concurrencia entre la LDC y una ley especial que regule la actividad del
proveedor, se aplicará la LDC por imperativo del último párrafo del art. 3 LDC.
d) En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece la LDC y el CCC
prevalecerá el más favorable al consumidor (art. 3 LDC).
e) El principio general de interpretación in dubio pro consumidor es de aplicación tanto en el
caso de conflicto normativo como antes situaciones de vacío legal.
Art. 1095.- Interpretación del contrato de consumo. El contrato se interpreta en el sentido más
favorable para el consumidor. Cuando existen dudas sobre los alcances de su obligación, se
adopta la que sea menos gravosa.
El contenido del artículo establece con claridad el criterio de interpretación más favorable al
consumidor, y en caso de dudas sobre los alcances de su obligación, que pueden presentarse por
oscuridad o ambigüedad del texto o ante la necesidad de integración del contrato, se adoptará la
que resulte menos gravosa. Esta pauta interpretativa es otra de las proyecciones del principio
favor debilis.
Cabe destacar que el CCC establece criterios interpretativos complementarios al previsto en este
artículo en los arts. 1061 a 1068, 1074 y 1117 a 1122.
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2. Formación del consentimiento. Prácticas abusivas. Ámbito de aplicación (art. 1096).
Art. 1096.- Ámbito de aplicación. Las normas de esta Sección y de la Sección 2ª del presente
Capítulo son aplicables a todas las personas expuestas a las prácticas comerciales, determinables
o no, sean consumidores o sujetos equiparados conforme a lo dispuesto en el artículo 1092.
En este tema hay profundas diferencias con la parte general de contratos regulada en el Titulo II,
y además, no hay una regulación sistemática en el derecho argentino, lo que justifica una mayor
extensión en el tema.
Se propone la regulación de las prácticas abusivas. Conforme con lo dicho en relación al método,
debe comenzarse con la Constitución Nacional que establece el ‘’trato digno’’, de manera que el
Código es una implementación de esa norma, efectuada con conceptos jurídicos indeterminados y
dejando lugar a la ley especial para que desarrolle reglas precisas y adaptables a un sector muy
cambiante. En este aspecto se incorpora la equiparación de consumidores a personas expuestas y
se establecen normas generales.
Art. 1098.- Trato equitativo y no discriminatorio. Los proveedores deben dar a los consumidores
un trato equitativo y no discriminatorio. No pueden establecer diferencias basadas en pautas
contrarias a la garantía constitucional de igualdad, en especial, la de la nacionalidad de los
consumidores.
La ley actual contiene la siguiente norma: ‘Trato digno’. Prácticas abusivas. Los proveedores
deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y
usuarios. Deberán abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en
situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No podrán ejercer sobre los consumidores
extranjeros diferenciación alguna sobre precios, calidades técnicas o comerciales o cualquier otro
aspecto relevante sobre los bienes y servicios que comercialice. Cualquier excepción a lo señalado
deberá ser autorizada por la autoridad de aplicación en razones de interés general debidamente
fundadas En los reclamos extrajudiciales de deudas, deberán abstenerse de utilizar cualquier
medio que le otorgue la apariencia de reclamo judicial. Tales conductas, además de las sanciones
previstas en la presente ley, podrán ser pasibles de la multa civil establecida en el artículo 52 bis
de la presente norma, sin perjuicio de otros resarcimientos que correspondieren al consumidor,
siendo ambas penalidades extensivas solidariamente a quien actuare en nombre del proveedor
(Artículo 8 bis incorporado por artículo 6° de la Ley N° 26.361 B.O. 7/4/2008).
Sin derogarla, se la amplia con base en principios claros: trato digno, trato equitativo, no
discriminatorio, protección de la dignidad de la persona, tutela de la libertad de contratar, con lo
cual se alcanza un espectro de situaciones amplio que la jurisprudencia, la doctrina o la legislación
especial pueden desarrollar.
Este artículo establece una prohibición genérica de las prácticas que limiten la libertad de
contratar del consumidor. Dicha libertad puede verse afectada por prácticas contractuales que son
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reguladas principalmente en la LDC, CCC y leyes especiales; o por prácticas anticompetitivas o
engañosas, reguladas principalmente en la ley de defensa de competencia (25.156) y la ley de
lealtad comercial (22.802)
Art. 1102.- Acciones. Los consumidores afectados o quienes resulten legalmente legitimados
pueden solicitar al juez: la cesación de la publicidad ilícita, la publicación, a cargo del demandado,
de anuncios rectificatorios y, en su caso, de la sentencia condenatoria.
En primer lugar, se consagra una obligación general de información, que hace a la transparencia
informativa en los contratos de consumo. Preceptúa la norma que los proveedores deben poner
en conocimiento del consumidor, en la medida de sus conocimientos, las características esenciales
del bien o del servicio y toda otra circunstancia relevante para la celebración del contrato. Esta
disposición no es igual a la existente en los contratos en general, donde la parte que obtiene
información a su costo, no tiene, por regla general, que compartirla.
La ley vigente tiene la siguiente norma:” Efectos de la Publicidad. Las precisiones formuladas en
la publicidad o en anuncios prospectos, circulares u otros medios de difusión obligan al oferente y
se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor. En los casos en que las ofertas de bienes
y servicios se realicen mediante el sistema de compras telefónicas, por catálogos o por correos,
publicados por cualquier medio de comunicación, deberá figurar el nombre, domicilio y número de
CUIT del oferente. (Art 8. Párrafo incorporado por el artículo 1º de la Ley Nº 24.787 B.O.
2/4/1997).
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3. Modalidades especiales:
En este capítulo se regulan modalidades especiales que constituyen prácticas muy extendidas en
la contratación de consumo: Contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales,
celebrados a distancia y celebrados por medios electrónicos. Se los define, se fijan las reglas
generales aplicables y se establecen algunas específicas derivadas del control del medio que,
habitualmente, ejerce el proveedor, y que son las siguientes:
Estas normas completan las existentes en los arts. 32, 33, 34 de la ley especial (26361) y proveen
soluciones a problemas muy concretos señalados por la doctrina. Se sigue la técnica de reglas
generales que pueden ser complementadas por la legislación posterior específica.
El denominador común de los supuestos previstos en este artículo es que los contratos se originan
en una acción directa al proveedor, dirigida a motivar al consumidor a celebrarlos.
El fundamento de la protección especial que confiere este artículo se encuentra en la posibilidad
que el proveedor sorprenda al consumidor llevándolo a consumar un acto irreflexivo, genere las
circunstancias para aprovecharse de la debilidad de su voluntad o confusión, o lo someta a la
presión que el consumidor no pueda resistir.
El artículo aclara que la protección recae sobre los contratos que surjan de ofertas o propuestas
(cuando el texto de la LDC resultaba impreciso al confundir en su redacción el contrato con la
oferta o propuesta que lo origina). Por otra parte, resulta un acierto que el artículo no limite su
alcance a contratos de “venta” domiciliaria, sino que establece una categoría genérica de
“contratos fuera de establecimientos”, lo que lo hace más abarcativo incluyendo, además de los
supuestos enumerados, a todos los contratos típicos o atípicos que se celebren bajo esa
modalidad.
Contratos celebrados a distancia (art. 1105).
Art. 1105.- Contratos celebrados a distancia. Contratos celebrados a distancia son aquellos
concluidos entre un proveedor y un consumidor con el uso exclusivo de medios de comunicación
a distancia, entendiéndose por tales los que pueden ser utilizados sin la presencia física
simultánea de las partes contratantes. En especial, se consideran los medios postales,
electrónicos, telecomunicaciones, así como servicios de radio, televisión o prensa.
El artículo define como contratos a distancias a los que se celebren utilizando los medios de
comunicación que permitan la celebración del contrato sin la presencia física simultanea de los
contratantes.
El fundamento de la protección se basa en la menor información y capacidad de evaluación que
padece quien no tiene contacto directo con el cocontratante y/o con los bienes del objeto del
contrato.
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La LDC nada dispone de la forma que debe observarse en estos contratos. Entendemos que
hubiera resultado conveniente establecer la forma escrita en virtud de su finalidad tuitiva. Sin
perjuicio de dicha omisión, los contratos deberán cumplirse con la información por escrito del
derecho de revocar (art. 1112 CCC) y con la información por escrito que exige el art. 10 LDC.
El contrato celebrado a distancia puede considerarse “entre presentes” o “entre ausentes” según
las circunstancias del caso. Ello así, toda vez que el contrato a distancia meritúa la distancia física
entre los contratantes mientras que la distinción entre “presentes” y “ausentes” se basa en la
inmediatez temporal entre la oferta y aceptación.
Haciendo hincapié en el principio protectorio del consumidor, se dispone que, si las partes se
valen de técnicas de comunicación electrónica o similares para un contrato de consumo a
distancia, el proveedor debe informar al consumidor, además del contenido mínimo del contrato y
la facultad de revocar, todos los datos necesarios para utilizar correctamente el medio elegido,
comprender los riesgos derivados y tener claro quién asume esos riesgos.
Cuando se realicen ofertas de contratación por medios electrónicos, según lo previsto en este
artículo, éstas permanecerán vigentes durante el tiempo que fije el oferente o, en su defecto,
durante todo el tiempo que permanezcan accesibles al destinatario. Cuando se produzca la
aceptación, el oferente deberá confirmar por vía electrónica y sin demora la recepción de la
misma.
Art. 1112.- Forma y plazo para notificar la revocación. La revocación debe ser notificada al
proveedor por escrito o medios electrónicos o similares, o mediante la devolución de la cosa
dentro del plazo de diez días computados conforme a lo previsto en el artículo 1110.
Art. 1113.- Efectos del ejercicio del derecho de revocación. Si el derecho de revocar es ejercido
en tiempo y forma por el consumidor, las partes quedan liberadas de sus obligaciones
correspectivas y deben restituirse recíproca y simultáneamente las prestaciones que han
cumplido.
Art. 1115.- Gastos. El ejercicio del derecho de revocación no debe implicar gasto alguno para el
consumidor. En particular, el consumidor no tiene que reembolsar cantidad alguna por la
disminución del valor de la cosa que sea consecuencia de su uso conforme a lo pactado o a su
propia naturaleza, y tiene derecho al reembolso de los gastos necesarios y útiles que realizó en
ella.
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b. los de suministro de grabaciones sonoras o de video, de discos y de programas informáticos
que han sido decodificados por el consumidor, así como de ficheros informáticos, suministrados
por vía electrónica, susceptibles de ser descargados o reproducidos con carácter inmediato para
su uso permanente;
c. los de suministro de prensa diaria, publicaciones periódicas y revistas.
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significativo entre los derechos y las obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor. Ello
se complementa con los listados existentes en las leyes especiales.
También se define la situación jurídica abusiva, diciendo que ella se configura cuando el mismo
resultado se alcance a través de la predisposición de una pluralidad de actos jurídicos conexos.
Ello es consistente con lo dispuesto en materia de ejercicio abusivo en el título preliminar y de
contratos conexos en la parte general de contratos.
Se establece que no pueden ser declaradas abusivas las cláusulas relativas a la relación entre el
precio y el bien o el servicio procurado y las que reflejen disposiciones vigentes en tratados
internacionales o en normas legales imperativas, lo cual es coherente con normas de derecho
comparado.
El artículo recurre a la remisión a otros preceptos del Código que serán de aplicación también a
los contratos de consumo. En particular, el art. 985 requiere que las cláusulas generales
predispuestas sean comprensibles y autosuficientes, que la redacción sea clara, completa y
fácilmente legible; teniendo por no convenidas aquellas cláusulas que efectúan un reenvío a
textos o documentos que no se facilitan previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.
En cuanto a las cláusulas particulares, el artículo 986 las define como “aquellas que, negociadas
individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso de
incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.”
Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se interpretan en sentido contrario a
la parte predisponente, es decir, en el sentido más favorable para el consumidor que es el que se
ve obligado a adherirse a las cláusulas predispuestas.
El artículo 988 se dedica a las cláusulas abusivas, que se tendrán por no escritas en los siguientes
casos:
Cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente.
Las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos
del predisponente que resultan de normas supletorias.
Las que, por su contenido, redacción o presentación, no son razonablemente previsibles.
El artículo recoge una previsión concreta para los contratos de consumo, pudiendo las cláusulas
incorporadas a este tipo de contratos ser declaradas abusivas aun cuando sean negociadas
individualmente o aprobadas expresamente por el consumidor.
El artículo prevé un estándar objetivo y general para determinar la abusividad de una cláusula.
Para ello corresponde evaluar si tiene por objeto o efecto crear un desequilibro significativo entre
los derechos y obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor. Estableciendo así un criterio
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en la línea que previa el art. 37 del decreto reglamentario, derogado por las normas
complementarias.
El juez deberá analizar todos los derechos y obligaciones atribuidos a las partes en el contrato,
para poder evaluar en forma contextualizada la existencia de un desequilibrio en perjuicio del
consumidor. Para analizar si existe este desequilibrio, debe evaluarse que derechos y obligaciones
hubiera aceptado un contratante razonable y de buena fe en un contrato negociado libremente y
en condiciones de paridad.
El concepto de “situación jurídica” resulta una novedad incorporada en el CCC. Por esa razón, la
definición precisa del alcance del concepto y su aplicación requerirá de la construcción que
elabore la doctrina y la jurisprudencia.
Este concepto se introduce en el CCC en:
La regulación del abuso del derecho, donde se dispone el deber judicial de “ordenar lo
necesario para evitar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación jurídica” (último
párrafo art. 10 CCC).
En la definición de hecho jurídico como el acontecimiento que “produce nacimiento,
modificación o extinción de las relaciones o situaciones jurídicas” (art. 257 CCC).
En la definición de acto jurídico, al que se define como “el acto voluntario lícito que tiene
por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas” (art. 259 CCC).
El concepto de situación jurídica remite a un estado de cosas creado por una combinación de
hechos o actos jurídicos, a raíz del cual el consumidor queda ubicado en una determinada
posición frente a uno o más proveedores.
Este artículo define la situación jurídica abusiva como el desequilibrio significativo entre derechos
y obligaciones que se produce a través de una pluralidad de contratos conexos.
Para analizar la existencia del desequilibrio, deberá tenerse presente cual fue la finalidad
económica perseguida por el consumidor al suscribir el grupo de contratos conexos y contrastarlo
con los derechos y obligaciones que surgen del cúmulo de contratos. En los casos en que como
resultado de ka combinación de los contratos conexos se produzca dicho desequilibrio o se
desnaturalicen las obligaciones consideradas a la luz de la finalidad económica perseguida, o se
generen vulneraciones a los derechos constitucionales del consumidor, se considerará la
existencia de una situación jurídica abusiva. Ello, aún si cada uno de los contratos conexos
analizados aisladamente resultaren lícitos.
El precio constituye una prestación principal por lo que es esperable que el consumidor lo
conozca la contratar, y pueda decidir no hacerlo si lo considera inadecuado. Este
fundamento es coherente en un sistema que no permite que se declaren abusivas
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cláusulas negociadas. Sin embargo, dado que el CCC permite que se declaren abusivas
cláusulas negociadas, el argumento pierde sentido para nuestro derecho, y
La libertad de precio es en mercados competitivos no admite que se establezca un precio
que resulta excesivo. Este fundamento exige reflexionar como deben tratarse los precios
excesivos en el caso en que el consumidor actúe en su libertad de elección condicionada,
o cuando sea víctima de una explotación de su inexperiencia, necesidad o falta de
información.
En virtud del principio de supremacía constitucional y el principio protectorio, en los casos en que
mediante la relación establecida entre el precio y servicio o producto se afecte el derecho
constitucional de los consumidores a recibir un trato equitativo y digno o ala protección
constitucional por sobre la prohibición establecida por el artículo comentado.
En caso de duda sobre el alcance de la exclusión prevista en el artículo que comentamos, deberá
interpretarse en la exclusión no la alcanza y que puede analizarse su abusividad en virtud del
principio protectorio previsto constitucionalmente. Es decir, toda vez que esta norma restringe el
derecho de los consumidores a analizar una dimensión central de sus relaciones contractuales
(que puede producir el desequilibrio prestacional previsto en el art. 1119), la prohibición deberá
analizarse con criterio restrictivo.
Entendemos que el segundo inciso resulta redundante. Ello es así, toda vez que se trata de
normas indisponibles para las partes, estas no serán responsables de su incorporación, que se
produce por el propio carácter imperativo de la norma. En esto casos, la única forma en que
podría dejarse sin efecto la cláusula es cuestionando; a constitucionalidad de dicha norma. Si
efectivamente se tratara de una norma inconstitucional, su control no podría excluirse mediante
una provisión del código civil.
Conforme al artículo 1122, estas facultades -rotuladas como "control judicial"- son marcadamente
amplias, previéndose las sanciones allí establecidas, aunque los contratos hubieran tenido
aprobación administrativa previa.
El inciso "b" sienta el principio general: "las cláusulas abusivas se tienen por no convenidas", esto
es, por no escritas. Es decir, de antemano, ello no implica la nulidad total de las estipulaciones
contractuales, sino que, como se indica en el inciso "c", el juez puede "declarar la nulidad parcial
del contrato" y, "simultáneamente lo debe integrar si no puede subsistir sin comprometer su
finalidad".
Se trata de un temperamento adecuado el adoptado por la norma consignada. El juez debe tener
las facultades suficientes para armonizar la estructura contractual y poder restablecer el equilibrio
entre las prestaciones, vulnerado por las cláusulas a las que se hace referencia.
La solución, por otra parte, es absolutamente concordante con la adoptada por el artículo 989, al
tratar el tema en los contratos de adhesión.
La puesta en marcha de un fuero específico para el tratamiento de estas cuestiones litigiosas
aportará, seguramente, mayor firmeza en las decisiones. Se requerirá, a esa finalidad, un arduo y
meduloso trabajo de los magistrados que intervengan en la solución de estos eventuales litigios.
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