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Noción de Justicia y la mejor forma de gobierno en Platón, Aristóteles, San Agustín y Santo
Tomás

Para Platón la justicia se realiza en tanto los gobernantes dirigen con sabiduría, los soldados
defiendan con valor y los artesanos trabajen con fidelidad y templanza, de modo que para el
ateniense lo justo no es otra cosa que hacer le que es propio a cada quien para el bienestar de la
polis. ya hay un orden jerárquico preestablecido, luego no es posible el ascenso social. Por otro
lado, para Aristóteles el mejor gobierno es la aristocracia, porque solo algunos se educan para
gobernar de manera recta la comunidad. A esta forma de gobierno la considera recta porque el
poder se ejerce en favor de la comunidad. Aristóteles propone un gobierno aristocrático para lograr
un término medio en el ejercicio del poder, de manera que no recaiga sobre un solo individuo o
muchos. La justicia es el gobierno ético que cumple y respeta la constitución y la ley establecida
para el bienestar común de la comunidad.

Ahora bien, para san Agustín la justicia consiste en obrar conforme a la voluntad de Dios de
acuerdo con las escrituras y obedecer las leyes del gobernante, de ahí que la iglesia deba estar por
encima del rey: la iglesia está vinculada con Dios, de modo que el rey debe seguir su consejo para
ejercer un buen gobierno. Por el contrario, para Santo Tomás el gobierno legítimo es aquel que
comprende que el hombre viene al mundo por un fin, a saber, la salvación por medio de Cristo.
Entonces, el rey justo es el que guía a su pueblo hacia la realización de su fin de acuerdo con las
leyes divinas y las leyes del Estado.

En este sentido, en este escrito se hace un breve acercamiento a la noción de Justicia de Platón,
Aristóteles, San Agustín y Santo Tomás, y a la mejor forma de gobierno propuesta por cada uno.
El trabajo se inaugura con el pensamiento platónico sobre la justicia a partir del libro II de la
República y del artículo Filosofía Del Derecho, capítulo III. Seguidamente, se trata el pensamiento
de Aristóteles sobre la justicia desde Ética Nicomáquea, libro V, y desde el artículo La concepción
de la justicia política en Aristóteles. Después, se intenta hacer un breve acercamiento al
pensamiento político de San Agustín a partir de Ciudad de Dios, libro XIX, capítulo XVII, y al
pensamiento político de Santo Tomás desde Suma Teológica, Cuestión 57 y el artículo Cuatro
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Paradigmas De La Epistemología Jurídica.Al finalizar, se compara, por un lado, las cuatro


nociones de Justicia y, por otro, las mejores formas de gobierno propuestas por cada pensador en
las obras seleccionadas.

Palabra claves: justicia, forma de gobierno, polis, Dios.

Noción de Justicia y la mejor forma de gobierno en Platón

Para Platón el alma es tripartita, es decir, posee tres partes (Platón, 1986). El individuo se
ubica a nivel social según su predominancia en una de las partes. Si predomina la razón, entonces
es apto para gobernar la polis. Las características que se le atribuyen son la prudencia y la
sabiduría; de hecho, Platón ubica la razón en la cabeza (Platón, 1986). La predominancia de la
irascibilidad indica que se es apto para ejercer de guardián, porque se tienen las cualidades de la
valentía, el valor y la fortaleza para defender a la polis. La parte irascible del alma es ubicada en
el tórax. Finalmente, la parte concupiscible del alma es común en los artesanos, comerciantes o
artistas, porque son conducidos por placeres y deseos sensibles. Esta parte se ubica en el estómago.
En consecuencia, para Platón el orden jerárquico indica que el filósofo, cuya parte predominante
es la razón, debe urgir como gobernante de la polis (Platón, 1986). Los guerreros ocupan un
segundo lugar, pues su labor es defender a la comunidad. Por último, el artesano, comerciante y
artista son los encargados de producir los bienes materiales de la ciudad.

La forma de gobierno propuesta por Platón en la República, libro II, se puede definir como
monárquico-aristocrática, es decir, un gobierno de los mejores (Platón, 1986). Platón propone que
el filósofo sea el gobernante de la ciudad, porque ha sido el mejor educado y ha dominado sus
pasiones por medio de la razón. Además, el filósofo ateniense propone que los aristócratas mejor
preparados ayuden al filósofo rey en la toma de decisiones. El bien común prevalece en el
pensamiento platónico, pues todas las cosas materiales de la ciudad pertenecen a todos los
ciudadanos. En este sentido, para garantizar el bienestar común Platón sugiere que los mejores
deben gobernar. Es decir, para Platón la justicia es «hacer cada cual lo suyo sin inmiscuirse en los
asuntos que le son ajenos. Así, aquel que hubiese nacido para zapatero, carpintero o cualquier otro
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oficio, debía desempeñarlo bien, sin entrometerse a hacer otra cosa» (Ossa, 2012, p. 97). La justicia
es la armonía que depende del dominio de la razón y de la salud del alma individual y social,
mientras que la injusticia es la enfermedad y la discordia. Es el orden general que reina cuando
cada parte cumple con su función (Ossa, 2012). Para Platón la justicia se realiza en tanto los
gobernantes dirigen con sabiduría, los soldados defiendan con valor y los artesanos trabajen con
fidelidad y templanza (Platón, 1986). Por tanto, para el ateniense lo justo no es otra cosa que hacer
lo que es propio a cada uno para el bienestar de la polis. De modo que no es posible el ascenso
social, porque ya hay un orden jerárquico preestablecido.

Noción de Justicia y la mejor forma de gobierno en Aristóteles

Para el estagirita la justicia es la virtud que reúne en sí a todas las demás virtudes
(Aristóteles, 1985). Aristóteles dice lo siguiente sobre la justicia: «Es la virtud en el más cabal
sentido, porque es la práctica de la virtud perfecta, y es perfecta, porque el que la posee puede
hacer uso de la virtud con otros y no sólo consigo mismo» (Aristóteles, Ética Nicomáquea, V,
1129b – 1130a). La justicia aristotélica es una justica del término medio «según el cual quien es
justo, no recibe para sí más de aquello que reciben los demás» (Alonso S., Óscar F. y Yenifer D.,
2017, p.76). Por eso, para Aristóteles la justicia se funda en la proporcionalidad: «La justicia es un
término medio, pero no de la misma manera que las demás virtudes, sino porque es propia del
medio, mientras que la injusticia lo es de los extremos» (Aristóteles, Ética Nicomáquea, V, 1133a)

Desde Aristóteles es posible distinguir, según la aplicación, la justicia correctiva, la


justicia conmutativa y la justicia distributiva. En cuanto a la justicia conmutativa consiste en la
igualdad o equilibrio en el intercambio de bienes entre personas (Tierno, 2009). Es justa la igualdad
de trato en las relaciones comerciales; si alguien vende una casa, no sería justo que se le pagase
con un par de sandalias. El dinero es clave para este tipo de relaciones en donde se compran o
intercambian productos.

Respecto a la justicia correctiva «Es una igualdad aritmética entre cantidades poseídas por
individuos. Compone el principio (compensatorio) de las relaciones de cambio, abarcando lo que
denominaríamos derecho civil y criminal, esfera en la que rige el recurso judicial» (Tierno, 2009,
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p. 8). Es decir, Aristóteles entiende la justicia correctiva como una igualdad en la que quienes
imparten las normas son los jueces que proveen un castigo justo. El juez no puede caer en un
extremo en el momento de impartir la norma al que ha cometido una injusticia, porque lo que se
busca es una sentencia justa.

Por último, la justicia distributiva «es una medida intermedia en la proporción, una
igualdad de razones entre cuatro términos discretos, referidos a personas y cosas. Los ciudadanos
(…) están de acuerdo en que el reparto justo debe darse en función del mérito» (Tierno, 2009, p.
7). En otras palabras, Para Aristóteles lo justo se refiere a la asignación de bienes en una
comunidad. El filósofo busca un término medio, una proporción en la distribución de los honores
y del dinero entre la comunidad. Así, pues, la justicia distributiva requiere por lo menos cinco
elementos: (I) los bienes a distribuir, (II) la persona o institución encargada de la distribución, (III)
dos o más personas entre las que se distribuyen los bienes, (IV) el criterio de distribución general
y (V) el mérito en el que se sustenta la aspiración a ocupar el lugar de distribuidor de los bienes
(Serrano, 2005, p. 140). Por eso, para Aristóteles la justicia distributiva se basa en la repartición
equitativa de los bienes y honores. El justo es moderado en su obrar y sus acciones son dadas a
partir de la moderación. De acuerdo con el filósofo la forma más simple de justicia distributiva es
aquella que se basa en lo que él llama igualdad aritmética, la cual consiste en que cada persona
reciba la misma cantidad de los bienes que deben distribuirse (Aristóteles,1985). Sin embargo,
utilizar la igualdad aritmética como único criterio distributivo en todos los casos conduciría a una
gran cantidad de injusticia, «pues los miembros de la sociedad contribuyen de manera desigual al
proceso de reproducción general de los bienes» (Serrano, 2005, p. 140). Las disputas y acusaciones
se suscitan cuando aquellos que son iguales no tienen o reciben partes iguales y cuando los que no
son iguales tienen y reciben partes iguales. En suma, es necesario introducir un criterio de
distribución basado en lo que Aristóteles denomina igualdad proporcional (Aristóteles,1985). Por
tanto, la justicia distributiva es la que garantiza el bienestar común de la comunidad, porque es la
que permite una justa repartición de los bienes. Para el filósofo el mejor gobierno es la aristocracia,
porque solo algunos se educan para gobernar de manera recta la comunidad; a esta forma de
gobierno se le considera recta porque el poder se ejerce en favor de la comunidad.

En síntesis, Aristóteles propone un gobierno aristocrático para lograr un término medio en


el ejercicio del poder, de manera que no lo ejerza un solo individuo o muchos. La justicia es el
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gobierno ético que cumple y respeta la constitución y la ley establecida para el bienestar común
de la comunidad.1

Noción de Justicia y la mejor forma de gobierno en San Agustín

En Ciudad de Dios, San Agustín hace una crítica al saqueo de Roma por parte de Alarico
I, rey de los visigodos (San Agustín, 2010). San Agustín sostuvo que el saqueo a Roma ocurrió
porque los romanos solo pensaban en cosas materiales y no en lo espiritual, es decir, en agradar a
Dios con sus acciones. El verdadero Dios es el de los cristianos y no el de los paganos, de manera
que hubo intervención divina para evitar la destrucción de los templos cristianos (San Agustín,
2010).

El filósofo de Hipona distingue entre dos ciudades. La primera es la ciudad terrena, esto
es, el lugar terrenal en donde el individuo puede agradar a Dios con sus acciones por medio del
libro sagrado, la biblia. En la biblia está la ley, es decir, las normas que el hombre debe cumplir
para salvar su alma (San Agustín, 2010). Para el filósofo de Hipona la justicia consiste en obrar
conforme a la voluntad de Dios de acuerdo con las Escrituras y obedecer las leyes del gobernante.
La segunda es la ciudad de Dios, es decir, el amor regido por Cristo. Esta ciudad es exclusiva para
quienes obedecieron las Sagradas Escrituras y perseveraron en Dios. En palabras del filósofo:

La familia terrestre busca bienes temporales para su paz. La regulada por la fe espera los bienes futuros
y se considera al presente en patria ajena, usa de las cosas para no agravar su peso. El uso es común a
ambas ciudades, el fin distinto. La terrena se rige por consenso, la celeste asume esta paz como
transitoria y provisional (…) Pero el desacuerdo surge cuando una adora a dioses falsos y la otra al Dios
verdadero. (San Agustín, 2010, p. 623)

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Existen dos categorías en las formas de gobierno: el numérico y el normativo. El primero se refiere a la cantidad
de personas que ejercen el poder, y el segundo a la distinción entre buenos y malos gobiernos.
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San Agustín consideró tres tipos de leyes: (I) la ley eterna, esto es, la razón divina o
voluntad de Dios «que manda conservar el orden natural y prohíbe que se perturbe» (Ossa, 2012,
p. 113). (II) La ley natural, que es la trascripción hecha en la mente humana «de la misma ley
eterna y, por lo tanto, de la suprema e inmutable razón divina» (Ossa, 2012, p. 113). Por último,
(III) la ley positiva, es decir, aquella que «es obra de los hombres que deriva de la ley natural, por
cuya razón, en principio, no se ve ley positiva cristiana que no fuere justa» (Ossa, 2012, p. 113).
Es decir, para San Agustín la ley, en sentido estricto, es la razón divina, solo que la ley humana
«positiva por devenir del derecho natural, cumple una función en la salvación de los hombres»
(Ossa, 2012, p. 113). Con estos tres tipos de leyes, San Agustín propone un orden jerárquico que
se debe cumplir para lograr el orden: en primer lugar está el clérigo, que representa la ciudad de
Dios; en segundo lugar, el rey o monarca, quien representa la ciudad terrenal2, y, en tercer lugar,
los artesanos, comerciantes y artistas, cuya misión es trabajar para mantener a sus superiores. En
este sentido, para San Agustín la iglesia debe estar por encima del rey; la iglesia está vinculada
con Dios, de modo que el rey debe seguir su consejo para ejercer un buen gobierno. Entonces, la
propuesta política de San Agustín es un gobierno de élite, es decir, una monarquía-aristocrática.

Noción de Justicia y la mejor forma de gobierno en Santo Tomás

Para Santo Tomás el derecho natural posee una doble fundamentación: por un lado, Dios
es creador y ordenador de la naturaleza a través de la ley eterna, por otro, la naturaleza del ser
humano está dotada de vida animal y racional (Santo Tomás, 1990). Santo Tomás define la ley
como una prescripción de la razón. Clasificó las leyes en tres tipos: ley eterna, ley natural y ley
positiva, teniendo en cuenta que la principal era la ley eterna: «La "ley eterna" como principio
indemostrable y evidente, que regula y mide a todas las cosas del universo, imprime en la razón
humana una inclinación natural a la acción debida y al fin bien común» (Rojas, 2006, p. 389).

La ley eterna es la ley de Dios, pues es la voluntad de Dios que gobierna todo lo existente,
a saber, el mundo natural. La ley natural es la huella o el rastro de la ley divina en el hombre, pues
el hombre la puede conocer por medio del uso de la razón. La ley natural está impregnada en el

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Como dato adicional, el rey era coronado por un papa o un arzobispo.
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hombre. La ley positiva es la ley de la polis o la ley civil. La ley positiva no puede violar la ley
natural, porque la ley natural es concedida por Dios y no por el hombre. Para Santo Tomás se
puede tener acceso al conocimiento divino por medio de la razón. La razón es un regalo que Dios
le otorgó a los hombres para que puedan aplicar la ley natural, pues esa ley es el «primer principio
universal separado e inmóvil de todo derecho material e históricamente determinado» (Rojas,
2006, p. 390). La ley natural es innata, y por medio de ella se puede obrar de manera justa. El
filósofo escolástico diferencia entre la razón divina, que es perfecta, y la razón humana, que es
variable. La ley natural y la ley humana se diferencian en lo siguiente: aquella es una ley general
que nunca cambia porque es perfecta, y esta es una ley particular que varía según el caso.

Para Santo Tomás el gobierno legítimo es aquel que comprende que el hombre viene al
mundo por un fin, a saber, la salvación por medio de Cristo. Entonces, el rey justo es el que guía
a su pueblo hacia la realización de su fin de acuerdo a las leyes divinas y las leyes de la polis. Por
el contrario, se le considera un mal gobierno si no respeta las leyes establecidas por Dios y por la
polis. Por consiguiente, la forma de gobierno que propone Santo Tomás es monárquica, porque el
rey debe ayudar al hombre a alcanzar su fin, que es la salvación de su alma. Por eso, la justicia es
la virtud que consiste en la firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido, es decir,
en cumplir las leyes de Dios y de los hombres.
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Conclusiones:

Tanto para Platón como para Aristóteles el gobierno de los muchos es un error. La
democracia corrompe la polis, pues no todos los ciudadanos cuentan con la educación suficiente
para ejercer el control político. Aristóteles opta por una aristocracia, debido a que solo algunos
gozan de la educación suficiente para gobernar de manera justa a la comunidad. En este sentido,
Aristóteles sugiere una forma de gobierno cuya principal diferencia con la platónica es la cantidad
de quienes ejercen el control político: para el estagirita deben ser algunos, mientras que, para
Platón, si bien sugiere un trabajo en equipo entre el filósofo rey y los aristócratas, solo un individuo
ocupa el pináculo de la jerarquía.

Ahora bien, Platón comprende la justicia como el cumplimiento de un orden cósmico


prestablecido, es decir, que cada quien realice lo que le corresponde en la polis para garantizar el
bienestar común. Por eso, el orden establecido se debe mantener para que las personas puedan
vivir lo más justo posible. Sin embargo, para Aristóteles la justicia, entendida como justicia
distributiva, es la que garantiza que cada persona reciba lo que merezca, esto es, recibe según sus
méritos.

Platón y San Agustín concuerdan en la preferencia de un gobierno monárquico-


aristocrático, es decir, un gobierno de los mejores. Por un lado, Platón sugiere un gobierno
monárquico-aristocrático con el fin de garantizar el bienestar común de la polis. Por otro, San
Agustín sugiere el mismo tipo de gobierno con la particularidad de estar cargado con un tono
religioso: quienes ejercen el poder son un grupo de las personas mejor preparadas para gobernar
según los mandatos divinos.

San Agustín comprende la justicia como el obrar conforme a la voluntad de Dios de


acuerdo con las Sagradas Escrituras y como el cumplimiento de las leyes de los gobernantes,
porque así se gana la aprobación de Dios. En la misma perspectiva se encuentra Santo Tomás, pues
para él la justicia es la virtud que consiste en la firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que
le es debido, es decir, en cumplir las leyes de Dios y de los hombres. En este sentido, Santo Tomás
propone una forma de gobierno monárquico, es decir, el rey justo es el que guía a su pueblo hacia
la realización de su fin de acuerdo a las leyes divinas y las leyes de la polis.
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Referencias:

Aristóteles (1985). Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos.

Platón (1986). República. Madrid: Gredos.

San Agustín (2010). La Ciudad de Dios. Segunda edición. Madrid: Tecnos.

Santo Tomás de Aquino (1990). Suma Teológica. Madrid: Biblioteca de autores cristianos.

Ossa, Mario (2012). El derecho natural. En López Escobar, Leonardo (Ed.), Filosofía Del Derecho
(pp. 85-160). Medellín, Colombia: Universidad de Medellín.

Serrano, E. (2005). La teoría aristotélica de la justicia. Isonomía, 22, 123-160.

Silva, A., Cárdenas, Ó. y Díaz, Y. (2017). Derecho tributario y teorías de la justicia: una visión
desde la propuesta aristotélica y las teorías contemporáneas de la justicia de Rawls y
Dworkin. Reflexión política, (37), pp.72-85.

Cibergrafía:

Tierno, Patricio (2009). La Concepción de la Justicia Política en Aristóteles. Recuperado de:


http://studylib.es/doc/5765652/la-concepci%C3%B3n-de-la-justicia-pol%C3%ADtica-
en-arist%C3%B3teles

Rojas, Manuel (2006). Cuatro Paradigmas De La Epistemología Jurídica. Biblioteca Jurídica


Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 36, 385-420.

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