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Han pasado más de dos siglos desde que el gran compositor Bach falleció dejando como legados
algunos de los más grandes monumentos a la música clásica. Sin embargo, las composiciones de
Bach se siguen analizando en las mejores academias de artes del mundo. Aún sigue sorprendiendo
al aficionado, al estudiante y al virtuoso sobre su profundidad intelectual y belleza artística en sus
contrapuntísticas obras. Así Bach es un personaje fundamental de la música occidental, influyente en
todos los grandes compositores de épocas posteriores hasta nuestros días. Conviene preguntarse a
qué edad Bach comenzó sus estudios musicales. La respuesta a esta pregunta es a los nueve años,
sin duda alguna Bach era un prodigio desde muy temprana edad.
Disciplina, dominio, delicadeza y detalle, los cuatro pilares de las artes, pero además falta un
elemento que pocas veces se menciona y que constituye no solo la base de las artes, sino de toda la
sociedad, el dinero. Admitamos por el momento que un individuo tiene la intención de ser músico y
que tiene las habilidades artísticas y la posibilidad económica de financiar una Licenciatura en Música
en una universidad del país, comenzara un proceso de educación de parte de un maestro que muy
probablemente, no tenga intenciones ni la vocación de enseñar con una evaluación a juicio subjetivo
de la academia a la que pertenezca. Es así que se inicia un dramático proceso personal de desarrollo
de habilidades individuales, para el dominio técnico total del instrumento a estudiar. La paradoja de
Zenón de “Aquiles y la tortuga” es aplicable al contexto, ya que durante toda su vida los profesionales
de la música aspiran alcanzar-mejorar a Bach (en términos de interpretación artística) que, aunque ya
está muerto, lleva más de doscientos años de ventaja.