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DE LA REVOLUCION

AL ESTALINISMO
PROBLEMAS DE
INTERPRETACIÓN
l í you can laok :mo the seeds a i ume, discontinuidad entre e! bolchevismo y ei estalinismo,
A nd say which graivi will grow and which wiSl not... ios cuales eran fundamentalmente io mismo, política e
(Sí puedes inquirir en las semillas del tiempo y decir ideológicamente. Cuando alguna vez en los estudios
cuál de ios granos crecerá y cuál no...) académicos se hacía una distinción, entre los dos térmi­
Sh akespea re nos (lo que no era ni frecuente ni sistemático ya que tos
términos bolchevique, leninista, eslalmisiú se emplea­
ban de forma intercambiable), se decía que cualquier
O D A gran revolución plantea una cuestión his­ diferencia era únicamente una cuestión de grado, con­

T tórica clave, posteriormente debatida tanto por


los académicos como por sus adeptos. De todas
las cuestiones planteadas por la revolución bolchevique
secuencia de ios cambios en las circunstancias históricas
y de las necesidades de adaptación del sistema soviéti­
co. 11 estalinismo, según ei consenso, fue la lógica, co­
rrecta, victoriosa e incluso inevitable continuación, o
y su desenlace, ninguna es más amplia, más compleja
o más importante que la de la relación entre el bolche­ desenlace, del bolchevismo. Durante varios años, esta
vismo y el esfaünismo. interpretación histórica fue axiomática en casi todos los
estudios de la historia y política soviéticos.' Ha persis­
En el sentido más general y esencial, la cuestión que tido hasta hoy.
se plantea es la de si hay que interpretar el movimiento
Nuestro objetivo aquí es reexaminar la tesis de la
bolchevique originario que dominó la Unión Soviética
continuidad, con ei fin de mostrar que se apoya en una
durante la década siguiente a 1917, y los acontecí míen
serie de formulaciones, conceptos e interpretaciones
tos posteriores a esta década y el orden socio-político
dudosas, y sostener que, independientemente de sus
que surgió con Statin en los años 30, fundamentalmente
aciertos parciales, dicha tesis oculta más que ilumina.
como una continuidad o como una discontinuidad.
La crítica implicada es necesaria y debería haberse
Asimismo, es una cuestión que necesariamente incide
planteado hace ya tiempo por mu chas razones.
en la perspectiva del historiador configurándola en
cuanto a una multitud de temas de menor envergadura En primer lugar, la concepción de una continuidad
pero no menos críticos referentes al período compren­ sin interrupciones entre el bolchevismo y el estalinismo
dido entre 1917 y 1939. Exagerando sólo ligeramente, ha configurado los planteamientos académicos acerca
ai historiador de aquellos años se le puede decir: dime de todos los principales períodos, acontecimientos, fac­
tu interpretación de la relación entre el bolchevismo tores causales, actores y alternativas durante las déca­
y el estabilismo, y te diré cómo has interpretado casi das formativas de la historia soviética. Es el eje de
todos los hechos significativos de aquellos años. A fin aquel gran consenso de la sovietología acerca de cuáles
de cuentas, ha sido y sigue siendo una cuestión política. fueran los acontecimientos y por qué sucedieron de tal
Generalmente hablando, si exceptuamos a Sos devotos manera entre 1917 y la muerte de Stalin en 1953. En se­
occidentales de la historiografía oficial de Moscú, gundo lugar, ia tesis de la continuidad ha ocultado la
cuanto menos simpatía tiene un historiador por la necesidad de estudiar el estalinismo como un fenómeno
Revolución y al bolchevismo originario, menos distin­ específico, con su propia historia, dinámica política, y
ciones significativas ve entre el bolchevismo y el esta­ consecuencias sociales.1 . En último lugar, ha tenido
bilismo. una fuerte incidencia en nuestra comprensión de los
asuntos soviéticos contemporáneos. Corno consecuen­
Por tanto, un lector no familiarizado con los estu­ cia de considerar el pasado bolchevique y estalinista
dios occidentales sobre historia soviética lógicamente como una única [radición no diferenciada, muchos in­
esperaría encontrar en eíla mucha escuelas rivales y un vestigadores han minimizado la capacidad de cambio
intenso debate acerca de este tema central. La cuestión dei sistema en los años posteriores a la muerte de Stalin.
no sólo es grande y compleja, sino además otras cues­ Parece que la mayoría de ellos creen que los reformado­
tiones parecidas relacionadas con otras revoluciones res soviéticos que invocan una tradición no estalinista
— la relación entre el bonapartismo y la Revolución en e! período inicial de ia historia política soviética en­
Francesa de 1789 es un ejemplo claro— han provocado contrarán en ella sólo «un organismo social y político
polémicas de larga duración.1 Es más, los hechos pare­ cancerígeno roído por una contagiosa malignidad».'1
cen contradictorios, incluso confusos. Aunque no hu­ Como veremos, este punto de vista oculta los grandes
biese otro tema, existe el problema de cómo explicar !a conflictos entre los antiesiaiinistas y los neoestalnustas,
revolución «desde arriba» de Stalin de los años 30, un los reformadores y los conservadores, que han confi­
extraordinario trastorno de [oda una década, que em­ gurado la política soviética oficial desde !a muerte de
pezó con una brusca inversión de la política oficial y la

s
Stalin.
colectivización forzosa de 125 millones de campesinos,
vio amplias revisiones de los principios y actitudes ideo
lógicas oficiales, y terminó con ia destrucción oficial de E R A conveniente es­
la élite bolchevique inicial, incluyendo a la mayoría de tudiar más de cerca
los padres fundadores soviéticos, así como sus respecti­ LA TESIS la historia y el con­
vas reputaciones históricas. tenido de la tesis de la con­
DE LA tinuidad. La polémica en
Lo que es todavía más asombroso es el hecho de que cuanto a los orígenes y las
hasta hace poco la cuestión apenas provocó discusión CONTINUIDAD características de las espec­
el ámbito de ios estudios académicos sobre temas sovié­ taculares iniciativas polí­
ticos. Al contrario, durante el período de expansión de ticas de Stalin empezó en Occidente al principio de los
este campo entre finales de los años 40 y los 60, llegó años 30.5 Sin embargo, fue en gran parle una prcoeu-
a formarse un notable consenso respecto ai tema del pación de la izquierda, sobre todo de ios comunistas
bolchevismo y del estalinismo. Al sobrevivir al auge y antiesiaiinistas, y más notablemente de León Trotsky.
la caída de varias metodologías y enfoques en la so vi ci­ A mediados de los anos 30, tras un período uncial de
tología, el consenso postuló una sencilla conclusión: no afirmaciones contradictorias y no conclusivas, ei oposi­
existían diferencias significativas ni ninguna clase de tor exiliado desarrolló su famoso argumento, .según el
cual el estabilismo no era el perfeccionamiento de! bol­ Curian: «Todos ios elementos básicos de su política
chevismo, Sal coran se proclamaba o fie ííí iment e en fu e ro n ad op t ad o s de Le nin ». J o hn S . R esheta r : «1. en i n
Moscú, sino Sü anegación ícrmidoriana» y ia «trai­ aportó los supuestos que -.aplicados por Síalin y lleva­
ción» del mismo. En Í937. cuando ci terror estalinisia dos a su conclusión lógica--- culminaron en las grandes
va consumía a ia antigua élite bolchevique, Trolsky purgas». Robert V. Daniels: « L a victoria de Stalin...
añadió: «La actual purga csiablecc entre el bolchevis­ no era personal, -sino el t riu n fo de un sí mbo lo, del indi­
mo y el estabilismo... todo un río de sangre»/5 viduo que encarnó los preceptos del leninismo y las téc­
nicas para el cumplimiento de los mismos». Zbigniew
La denuncia de 7Yc>í..sky, inequívoca, aunque un Brzezinski: «Quizás el logro más duradero del leninis­
tanto ambigua en su razón amiento, de que el estabilis­ mo fue 1a d ogm a ti zac ió n del par (ido. 1a c ua 1fu. e a Ia ve z
mo representaba un régimen burocrático contrarrevo­ 1a p i epa rae ió n e f ec tiv a y ca nsa d e la pr ó xi ma e tap a , 1a
lucionario «díameíraímeníc opuesto» al bolchevismo se del estabilismo». Robert H. McNeal: «Stalin preservó
convirtió en el lema central de un intenso debate entre la tradición bolchevique» y casi consiguió «finalizar la
izquierdistas occidentales y entre los mismos trotskistas obra empezada por Lenin». Adam B. Ulam: el marxis­
(y ex-trotskistas). Dicho debate, que se ha prolongado mo bolchevique «determinó el carácter del leninismo
lia si. a hoy. adolecía de un exceso de etiquetado marxista pos (revolucionario así como los rasgos principales de lo
y de análisis por sustitución ...la burocracia estalínisía que llamamos el estalinismo». En otro contexto Ulam
¿era una nueva clase? La Rusia de Síalin ¿era capitalis­ dice de Lenin: «Su propia psicología hizo inevitable el
ta. capitalista de estado, íemiidonana, fructidoriana, futuro y brutal desenlace que tuvo lugar con Stalin».
bonapartista, o era todavía socialista?... y de un com­ Arthur P. Monde!: «Con pocas excepciones, estos atri­
prensible receló, incluso por parte de los aniiestalinis- butos de la Rusia estabais la derivan del legado leninis­
tas. de empañar la legitimidad de la Unión Soviética en ta». Jeremy R. Azrael: «La 1/segunda revolución” fue,
su enfrentamiento con Hitier/ No obstante, el debate como sostuvo Stalin, una legítima extensión ele la pri­
fue interesante, y los académicos no le han prestado la mera». Aifred G. Mover: «El estabilismo puede y debe
debida atención; adelantó muchos argumentos tanto a definirse como modelo de pensamiento y acción que
favor de la discontinuidad como de la continuidad, que procede directamente del leninismo». Podría seguir ci­
más tarde aparecerían en los estudios académicos del tando pero, finalmente, citaré a LL T. Willets, quien
bolchevismo y del estabilismo/ confirma que los académicos occidentales consideran ai
estalinismo «como una etapa lógica y probablemente
inevitable de! desarrollo orgánico del Partido Comu­
¡.a discusión académica del tema no empezó seria­ nista»/7
mente hasta después de la segunda guerra mundial,
cuando se ampliaron los estudios soviéticos profesiona­
Debe quedar claro lo que se está explicando y soste­
les. Bt momento es significativo ya que coincide con el
niendo con esta tesis de «una. fundamental continuidad
punto culminante del estabilismo como sistema desa­
de Lenin a Sta lin » / 3 No son meramente los sucesos se­
rrollado en la Unión Soviética y en la Europa oriental,
cundarios, sino los actos de mayor envergadura históri­
y con el inicio (o la reanudación) de la guerra fría. Esto,
ca, y los más mortíferos, del estalinismo entre 1929 y
quizás, permita explicar dos aspectos de la tesis de ia
1939, e incluso después, desde la forzosa colectiviza­
continuidad que presentan dificultades a la hora de ser
ción a gran escala hasta las ejecuciones y brutal encar­
documentados, pero que parecen ineludibles. Uno de
celamiento de decenas de millones de personas. 'Podo
ellos es la dudosa lógica, advertida por un polemista en
esto, se argumenta, se deriva de ia naturaleza política
los primeros años de la disputa, de la afirmación, según
— o sea, ideológica, programática y organizativa-..del
ia cual era «preciso que el comunismo ruso se desarro­
bolchevismo originario/'1 Resulta chocante tanto la
llase de la forma en que se había desarrollado porque,
calidad determinista de este argumento como el hecho
efectivamente, ahora se ve que se ha desarrollado como
de que enfatiza un único factor causal.
se ha desarrollado».I} El otro aspecto es que los traba­
jos académicos tempranos fueron, según palabras de
uno de los fundadores de los estudios soviéticos que se Este tipo de interpretación es inexplicable si no fue­
quejaba de los mismos, «demasiadas veces escritos en ra por la escuela totalitaria que dominó los estudios so­
un ambiente de intenso odio al actual régimen ruso»/0 viéticos durante tantos años. Además de confundir el
Dichas perspectivas contribuyeron sin duda al punto de tema empleando «totalitarismo» como sinónimo de es­
vista académico de que los males de la Rusia esí.alinist.a tabilismo, este planteamiento ortodoxo contribuyó a la
contemporánea fueron predeterminados por la «conta­ tesis de la continuidad de dos formas importantes.
giosa malignidad» ininterrumpida de la historia política Aunque la mayoría de ios teóricos occidentales de! tota­
soviética desde 1917. litarismo soviético entendieron que ia sacudida de Sta­
lin entre 1929 y 1933 fue un punto de inflexión, lo inter­
pretaron no como una discontinuidad sino como una

L
A teoría de ia'«línea recta» entre el bolchevismo continuación, culminación, o «paso adelante» en un
(o el leninismo, como se Se suele llamar errónea­ proceso continuo de un totalitarismo progresivo. Así
mente) y los grandes proyectos esta 1i rustas ha reza el resumen clásico de Merle Fainsod: «Del embrión
sido divulgada de nuevo por Alexander Solzhenitzin totalitario saldría el totalitarismo en su plenitud»/-
desde que se exilió de la Unión Soviética en 1974/’ No
Como consecuencia de esto, existía la tendencia a tratar
obstante, ha sido una interpretación canónica en Jos es­ toda la historia y política bolchevique y soviética ante­
tudios soviéticos académicos desde hace muchos años, rior a 1929 como una sencilla antesala del estalinismo,
como se puede demostrar con unas afirmaciones repre­ como un totalitarismo a medio desarrollar. La otra
sentativas. aportación cíe este planteamiento con su lenguaje deter­
minista de «una intrínseca lógica totalitaria», fue la de
Michael Karpovich: «Aunque han sido grandes los hacer creer que el proceso fue no sólo continuo, sino
cambios desde 1917 hasta hoy. en el fondo, ia política inevitable. Por ejemplo, Ulam escribe: «A partir de su
de Stalin es una evolución del leninismo». Wakiemar victoria de octubre, el Partido Comunista empezó a

100 fá S

■"■""Mwugspr

abrir camino hacia el totalitarismo». Añade: «E i único ban una «continuación lineal» entre ios dos. NIo obs­
problema era el carácter y filosofía que se quería dar a tante, en general, por el hecho de que se conservaron
dicho totalitarismo».16 los cimientos nacionalizados del socialismo, y de que el
régimen de Stalin había llevado a cabo ei objetivo revo­
lucionario de modernizar a Rusia, y porque la única al­
A tesis de la continuidad no fue únicamente obra
ternativa bolchevique (para Deutscher, ei irotskismo)
de especialistas universitarios. La multitud’ de
no parecía tener ninguna esperanza en las circunstan­
intelectuales ex-comunistas (Solzhenitzin entre
cias de los años 20, Deutscher creyó que ei estalinismo
los más recientes) desempeñó un papel importante. Su
«continuaba en la tradición leninista». A pesar del re­
odisea intelectual les alejó primero dei estalinismo, des-
pudio por {jarte del estalinismo de algunas ideas cardi­
I'tu^ dtl bolchevismo-leninismo, y finalmente del mar
nales del bolchevismo (principalmente el internaciona­
x'M'uo -\ medida que progresaba su reflexión autobio ­
lismo y ia democracia proletaria, según Deutscher) y
gráfica iban desapareciendo las distinciones, que
del grotesco abuso burocrático de! legado bolchevique,
anteriormente habían sido importantes, entre los dos
«la idea y tradición bolcheviques siguieron siendo, más
primeros ---y a veces entre ios tres. Armados con ia
allá de las sucesivas re formulaciones pragmáticas y de
autoridad de la experiencia personal (aunque muchas
tipo eclesial, la idea rectora y la tradición dominante de
veces muy lejos de Rusia) y de la conversión, los anti­
ia Unión Soviética»,22
guos comunistas testificaron de varias formas en favor
de la tesis de la «línea recta». Algunos se convirtieron...
e¡i erudi tos h iscor ¡adores de! « total it a ris ni o » .17 Otros, Resumiendo, por mucho que discrepasen en cuanto
incluyendo a James Burnham y M ilovan Djilas, elabo­ a otros lernas, existía un consenso implícito entre la co­
raron teorías populares presentando al comunismo so­ rriente principal académica de la guerra fría y ¡a con­
viético bajo una nueva luz— como una nueva clase u traescuela de Carr y Deutscher con respecto a «una
orden burocrático. No obstante, ellos también interpre ­ continuidad ininterrumpida de la historia soviética rusa
taron los años' 30 esiaJinístas — ei período victorioso de desde octubre de 1.91.7 hasta la muer le de Stalin».1- En
la nueva clase (o burocracia)— como «continuación» y apariencia, sobre este tema, la única disputa parecía es­
«derivación legítima de Lenin y de la revolución».'iK tribar en si la inexorable marcha hacia el estalinismo
H ¡iconográficamente, su concepción se diferenció prin­ empezó en 1902, cuando Lenin escribió ¿Qué hacer?,
cipalmente por su terminología: una continuidad inin­ en octubre de 1917 y la inmediata disolución de la
terrumpida desde una nueva clase o burocracia dirigen­ Asamblea Constituyente, en 1921 con la prohibición de
te medio desarrollada hasta la misma plenamente las fracciones internas del Partido Comunista, o en
desarrollada. Finalmente, Artbur Koesiler contribuyó 1923 con la primera derrota de Trotsky.
de forma única a la tesis de la continuidad con su nove­
la Darkness ai Noon (Dei cero al infinito), que repre­
El consenso académico no es natural, incluso cuan­
senta la aniquilación de ios bolcheviques originarios
do se trata de estudios soviéticos. La primera revisión
por Stalin como el triunfo lógico del propio bolchevis­
implícita de la historiografía de la escuela totalitaria
mo.^ La tesis de la continuidad ilegó así a su culmina­
dominante llegó a principios de los años 60 procedente
ción; el consenso era completo.
de los académicos de la corriente principal que trataron
de situar el estalinismo en una perspectiva más amplia,
El nivel alcanzado por este consenso se refleja en la la de las sociedades subdesarrolladas y la moderniza­
obfa de dos grandes historiadores, quienes, en otros as­ ción, Empezaron a plantear el estalinismo a partir de la
pectos, no estaban dentro de la principal corriente aca­ historia rusa y del problema del cambio social. Pero, en
démica. Dichos autores son E. H. Carr e Isaac Deu- lugar de critica!" la tesis de la continuidad, la abrazaron
seher. Ninguno de los dos compartía la antipatía de la o la rei’ormuiaron. L a política de Stalin en los años 30
corriente principal hacia ei bolchevismo; Deutscher fue — a veces incluso las purgas sangrientas— se interpretó
partidario de la revolución, y Carr la contemplaba con como el programa bolchevique (o comunista) de una
bastante simpatía. Los dos presentaron perspectivas modernización necesaria o funcional en el contexto del
muy distintas de muchos aspectos de la historia soviéti­ atraso de Rusia y el papel modernizado!' del partido y,
ca.20 Y aun así, por razones diferentes y de más com­ por tanto, como «conclusión lógica» de 1917.24 Como
plejidad, ambos vieron una continuidad básica entre el una especie de versión enmendada del punto de vista to­
bolchevismo y ei estalinismo. La monumental Historia talitario, el estalinismo se dibujó como el bolchevismo
de ¡a Rusia Soviética de Carr concluye antes de la época plenamente desarrollado en su etapa modernizadora.
de Stalin. Pero su tratamiento del período 1917-i 929 y
su rechazo a cualquier alternativa al estalinismo es con­
Finalmente, en los últimos años, ha surgido un reto
secuente con su temprano juicio, según el cual sin la re­
a la tesis de la continuidad. Beneficiándose de nuevos
volución desde arriba de Stalin «la revolución de Lenin
materiales soviéticos, los académicos revisionistas están
se habría venido abajo. E n este sentido, Stalin continuó
unidos no tanto por un enfoque especial como por un
y culminó ei leninismo».2’
reexamen crítico de la historia y política soviéticas des­
pués de 1917. A pesar de que sus libros han sido acogi­

L
A S opiniones de Deutscher con respecto al tema dos con respeto e incluso favorablemente,'25 su inciden­
de la continuidad eran más complicadas y más cia en ei pensamiento sovietológico es limitada. Ya no
interesantes, en parte porque él, casi en soli­ está intacto el consenso académico en cuanto a la re­
lación entre el bolchevismo y el estalinismo. Sin em­
tario, hizo del mismo una de las preocupaciones centra­
les de sus ensayos históricos y biografías de Stalinbargo,
y la mayoría de los sovietólogos, incluyendo a la
Trotsky. Distinguía de una forma muy precisa entre el nueva generación, todavía creen que «Stalin fue el pa­
bolchevismo originario y el estalinismo. Describió im­ radigma del espíritu comunista», que sus actos fueron
portantes discontinuidades, incluso un «abismo entre «el leninismo puro no adulterado», y que «Lenin fue el

3
las fases leninista y estalinista dei régimen soviético», y mentor y Stalin el pupilo que llevó el legado de su maes­
fue implacable crítico de los académicos que imagina­ tro a su conclusión lógica».26
H a w a s a m U S voluminosos es­ chas veces falta precisamente esa distinción crítica,
to d i os ded i ca .1os como evidencia la conocida explicación dei estaiinismo:
LÍNEAS a la tesis de la con- «de i autoritarismo en el leninismo prer revoluciona rio
i inu id a d pre sen ta n cier1o s surgió de forma natural y quizás inevitable el autorita­
RECTAS j c o n v e nc i o n a I i s m o s i e n a - rismo soviético».7-9 Las variantes de esta proposición
| ces. Definidos de forma explican que el estaiinismo continuó las tradiciones no
Y OTROS I general, son de dos clases: liberales, no democráticas, y represivas del bolchevis­
en primer lugar, un con- mo.
CONVENCIO­ junio de formulaciones,
pla nfea m i ent os bis t ó rico s Ese argumento no atina con el esencial sentido com­
NALISMOS y exp Ii cac io nes concept ua - parativo. (Además supone, equivocadamente creo yo,
les de cómo y por qué exis­ que alguna clase de verdadero orden democrático
LIBERALES tió una «linea recta» entre -■"■libera!, o proletario u otro— fuera una posibilidad en
la política del bolchevismo Rusia en 1917 o después.) El bolchevismo en algunos
y el esta i mismo; en segundo lugar, una serie de inter­ aspectos importantes — según el período— sí fue un
pretaciones históricas interrelacionadas que supues­ movimiento fuertemente autoritario. Pero, el no distin­
tamente demuestran una continuidad programática guir entre el autoritarismo soviético antes y después de
bolchevique entre 1917 y la sacudida de Stalin en 1929 co n fu nde 1a v erd ad era na t u ra 1eza del esí a 1in ismo .
¡929-1933. Ambos deben ser reexaminados, empezan­ El estaiinismo no fue sólo nacionalismo, burocratiza-
do por los aspectos conceptuales. ción. ausencia de democracia, censura, represión poli­
cial, y todo lo demás en un sentido conocido por sus
precedentes. Dichos fenómenos han surgido en muchas
El problema comienza con la misma formulación de sociedades y no resulta difícil explicar sus causas.
la tesis de la continuidad. Una de sus más conocidas
afirmaciones es que el bolchevismo contenía «las semi­ El estaiinismo fue exceso, un extremismo extraordi­
llas», «las raíces», o «los gérmenes» de! estaiinismo. nario en cada cosa. No fue, por ejemplo, simplemente
Ante esta proposición incluso ei partidista más conven­ una política de coacción del campesinado, sino prácti­
cido de la tesis de la discontinuidad se ve obligado a camente una guerra civil contra el mismo; no simple­
contestar que sí, que por supuesto.21 O como afirman mente represión policial, ni siquiera el terror de una
correctamente otros convencionalismos sobre e! terna, guerra civil, sino un holocausto de terror que victimizó
el cualinismo no fue un «accidente»; el leninismo- a decenas de millones de personas durante veinticinco
bolchevismo io hizo «posible». Por desgracia, estas ge­ años; no simplemente un resurgimiento termidoriano
neralidades dicen muy poco, o más bien dicen lo obvio, de la tradición nacionalista, sino un chovinismo de tipo
("ada período histórico — cada fenómeno político...tie­ cuasi-fascista; no simplemente un culto a un líder, sino
ne antecedentes, causas parciales, «semillas» en ei pe­ la deificación de un déspota. Para referirse a los años
ríodo que le precede: la Revolución Rusa en la historia de Kruschev y Brezhnev, muchas veces los estudiosos
zarista, el Tercer Reicb de Hitíer en la Alemania de la occidentales hablaban de un «estaiinismo sin excesos»
República de Weimar, etc. Dichas generalidades en rea­ o de «estaiinismo sin encarcelamientos». Las formula­
lidad no demuestran nada respecto de la continuidad, ciones de esta índole no tienen sentido. Los excesos fue­
y menos todavía de la causalidad o de la inevitabiiidad. ron la esencia del estaiinismo histórico y lo que hay que
Simplemente, nos recuerdan que nada en la historia es explicar es a ellos mismos.10
totalmente nuevo y que todo tiene orígenes importantes

P
en el pasado próximo. R O B L E M A S parecidos surgen a raíz ele! trata­
miento habitual del bolchevismo originario,
cuando se lo define de una forma tan estrecha
Es cierto que en el bolchevismo de 1917-192B exis­
y selectiva como estaiinismo, o estaiinismo «embriona­
tían importantes «.semillas» del estaiinismo, pero no re­
rio». He intentado demostrar en otros trabajos que el
pito el tema aquí porque está de sobra documentado en
bolchevismo fue un movimiento político mucho más di­
otros estudios. Menos advertido, y en realidad lo más
verso --"ideológicamente, programáticamente, genera­
importante, es que en el bolchevismo había otras im­
ción a Imente, y en otros aspectos— de lo que normal
portantes «semillas» no estalinistas; e igualmente que
mente reconocen nuestros académicos.-,s H ay que
las «semillas-» de! estaiinismo también se encuentran en
cu est io na r t a m b ién otro co nv en ci o nal ismo r él ac i o nado
otros sitios — en la tradición histórica y cultural rusa,
con la tesis de la continuidad: la equivalencia de! bol­
en acontecimientos sociales como la guerra civil, en la
chevismo y del leninismo. Lenin fue, evidentemente, e!
situación internacional, etc.... Pero, la cuestión no es
paradigma bolchevique; sus cualidades de líder, sus
de «semillas», ni tampoco de continuidades poco signi­
ideas y su personalidad configuraron al movimiento de
ficativas. sino de continuidades o discontinuidades fun­
una forma fundamental. Sin embargo, ei bolchevismo
damentales. Es más, cambiando la metáfora y citando
era más amplio y más diverso que Lenin y el leninismo.
a un ex-bolchevique al respecto, «juzgar la vida de un
Su ideología, proyectos, y política fueron configurados
hombre en el momento de la autopsia de su cadáver por
también por otros líderes muy destacados, militantes de
los gérmenes que le causaron la muerte — los cuales
menos relieve y los comités del partido, elementos aje­
igual ya los ¡levaba innatos— ¿tiene esto sentido?»^
nos al partido, y grandes acontecimientos sociales,
como la primera guerra mundial, la Revolución y la
Todavía menos aprovechables son los tres compo­ Guerra C ivil.52 No quiero dar a entender que fue el le­
nentes defi nitor tos de la tesis de la continuidad: bolche­ ninismo, y no el bolchevismo, lo que dio origen al esta-
vismo, estaiinismo, continuidad. La forma habitual de iinismo. Los que sí opinan esto, se apoyan también en
emplear dichos términos confunde más que define. La ün‘ elenco selectivo de referencias, resaltando, por
razón de ser de la escuela totalitaria, según sus mismos ejemplo, al Lenin de ¿Qué hacer? y los años de la Gue­
partidarios, era la de distinguir y analizar una clase de rra Civil, mientras minimizan al Lenin de E l estado y
totalitarismo completamente nueva. Sin embargo, mu­ la revolución y de 1922-1923.
E
Y, entonces, ¿cómo pueden formularse las continui­ L fundamento de todo esto es la versión sovieto-
dades y las discontinuidades? Es uno de ios problemas lógica de la interpretación <.<whig» de la historia,
más difíciles del análisis histórico. La mayoría de los que evalúa el pasado a partir de! presente, los
historiadores compartirían la opinión de que este pro­ antecedentes a partir de los residía dos.'9 Es ve! dad,
blema requiere el estudio empírico y detenido de las se­ como nos recordó Caer, que todos ios historiadores se
mejanzas y desemejanzas, que tanto las continuidades dejan influir por ei píeseme y por1los resultados esta­
corno las discontinuidades están normalmente presen- blecidos/111 y también es verdad que a veces las intui­
tes en alguna combinación, y que la cuestión de grado, ciones actuales pueden iluminar al pasado. Pero la tra­
de si los cambios cuantitativos se convierten en cu al ila­ dición «whtg» en ios estudios soviéticos es muy
tivos, es decisiva. Probablemente no debe sorprender perjudicial para el serna del bolchevismo y el estabilis­
que esíe planteamiento venerable tenga un papel clave mo, Apoyándose en algún concepto de la predestina
a la hora de razonar acerca de las diferencias entre la ción y proyectando el desenlace essalinista al pasado
historia política zarista y la soviética y, sin embargo, bolchevique, tiende a estabilizar lodos los ¡lechos signi­
casi no se tenga en cuenta ai analizar el bolchevismo y ficativos de la historia y política soviética de los prime­
el estaiinismo. De esta manera, un destacado partidario ros años; haciendo caso omiso, para favorecer la tesis
de la tesis de la continuidad advierte de los peligros de de una «línea recta» que se extiende a 1917, a los años
considerar equivalentes el régimen zarista y el soviético: 1929-1933, que es ei período en (pie ei estaiinismo apa
«Es importante recalcar que existe un abismo profundo recio por primera vez, como Pal; y en todo momento in­
que divide el autoritarismo de! totalitarismo, y si trata- terpretando de forma ahisíónca al partido bolchevique
rnos a ambos como formaciones políticas idénticas, ter­ 0 comunista, como si hubiese actuado por encima de la
minamos mostrando nuestra incapacidad para distin­ sociedad y fuera de la misma historia.
guir entre la continuidad y el c a m b io » .P e r o si
aplicáramos la misma sabia advertencia a la historia so­ La interpretación «whig» sigue dos líneas de análisis
viética sería difícil no concluir también que «jas dife­ distintas que son familiares e igualmente cuestionables.
rencias de grado llegaron a ser diferencias de catego­ Una de ellas argumenta, claro está, que la «dinámica
ría... Lo que había existido con Lenin se Üevó a tales política» interna (o la «naturaleza») del partido bolche­
extremos por Siaim que su propia naturaleza cam­ vique predeterminó al estaiinismo. La otra insiste en
bió». M que ios cambios cid sistema político soviético bajo ei
bolchevismo y el estaiinismo fueron superficiales c se­
Pero, como sabemos, se reservan unos planteamien­ cundarios a las continuidades que fueron fundamen­
tos especiales para la interpretación de la historia sovié­ tales y observables. Sea cual sea la verdad parcial del
tica. Uno de ellos es el extraordinario deierminismo y primer argumento, adolece de una concepción implíci­
la explicación monocausa! en los que muchas veces se tamente ahistórica de un partido que básicamente no
basa la tesis de la continuidad. Posiblemente sea único cambia después de 1917, un supuesto fácilmente refina­
en ¡os estudios políticos e históricos modernos el voca­ do como demuestran los hechos ya expuestos en otros
bulario empleado para plantear una relación directa estudios. ¿Qué quiere decir «el partido» como determi­
causal entre «la dinámica política» del bolchevismo y el nante histórico si, por ejemplo, ios miembros del parti­
estaiinismo, sobre todo referente a la colectivización y do, la composición, la estructura organizativa, la vida
ál gran terror de 1936-1939. Hay abundantes ejemplos política interna de i mismo, y ias actitudes de sus miem­
del lenguaje del deierminismo ideológico: «iógica in­ bros sufrieron enormes alteraciones sólo entre 1917 y
terna», «rasgos totalitarios inexorables», «proceso ine- 1921? J!
vitable», «conseeuencias i.neludibIes», «consumación
lógica», «etapa inevitable», y así sucesivamente. Para La «dinámica» causal citada con más frecuencia es,
dar un ejemplo mas amplio, una obra standard explica por supuesto, la ideología de! partido/12 Evidentemen­
que la campaña de colectivización de Stalin en te, se pueden poner muchos reparos a esta interpreta­
1929-1933 «fue la consecuencia inevitable del triunfo ción del desarrollo social y político. Es incluso más uni­
del Partido Bolchevique el 7 de noviembre de 1917».- ,s dimensional. No cuenta con e! hecho de que una
determinada ideología puede incidir en los aconteci­
Esto plantea cuestiones muy serias relativas al enfo­ mientos de distintas formas; el cristianismo aportó tan­
que histórico. Por una parte, dicho lenguaje hace pa­ to ia compasión como la inquisición, e! socialismo tan­
tente un rígido determinismo no ajeno al que ames do­ to ia justicia social corno la ¡irania. Y se apoya en una
minaba la historiografía oficial es tal mista y que fue definición conveniente según ia cual ia ideología bol­
ridiculizado con razón por los académicos occiden­ chevique se identifica básicamente con la «concentra­
tes.1'1Por otra parte, aunque pretende explicar mucho, ción de podes- social total».'rt
este tipo de interpretación ideológica explica más bien
poco. Como observó 1launa!; Arendt hace muchos Más importan te es d hecho de que la ideología bol­
años, es más una especie de «juicio de valor axiomáti­ chevique fue mucho menos coherente y'uniforme de lo
co» que auténtico análisis histórico.n Y su iógica tiene que admite la interpretación clásica. Si es verdad que la
sus puntos débiles. Contestando a unos argumentos pa­ ideología incidió en los acontecimientos, también ella
recidos a estos que circulaban por ia Unión Soviética, se vio configurada y cambiada por éstos. La guerra civil
ei historiador disidente Roy Medvedev explicó que si el rusa, por citar un ejemplo temprano, tuvo un fuerte im­
estaiinismo fue predeterminado por el bolchevismo, y pacto sobre los planteamientos bolcheviques, revivifi­
no existían otras alternativas después de 1917, entonces cando la teoría Nena de auto-confianza de una vanguar­
¡os acontecimientos de 1917 y el bolchevismo deben ha­ dia combatiente, que Lenin había desarrollado en 1902,
ber sido predeterminados por la historia rusa anterior y que. había permanecido inoperante o sin consecuen­
a ellos. En ese caso, «para explicar el estaiinismo debe­ cias durante al menos una década, e implantando en el
mos remontarnos a épocas más y más remotas... muy partido, caracterizado previamente por una mentalidad
probablemente hasta el yugo de los tártaros». Y añade civil, lo que un importante bolchevique llamo una «cul­
un comentario político: «Eso sería un error... una justi­ tura militar-soviética».44 Sobre todo, ia ideología ofi­
ficación histórica del estaiinismo, no una condena». cia! cambió radicalmente con Stalin. Muchos de los
cambios en este as ¡ocelo ya han sido comentados por Jos tral, y ia realidad interna (a veces disfrazada) de la polí­
estudiosos occidentales y soviéticos; el resurgimiento tica ha sido manifiesta al menos desde que W alte r Ba
del nacionalismo. e! estatismo, el ant i -sena >í ismo. y gehot destruyó en 1867 la teoría prevaleciente ele la po­
unas normas tu Sí ura Íes y de compon, a.miento conserva­ lítica inglesa al distinguir las partes «elegantes» y las
doras o reaccionarias: ía revocación de ideas y legisla- « eíieientes» del sistema. E 1argumen i:o' de 1os est udiosos
c ió n a ía v ii r de I os fr a haj ad o r es, 1as m u] e res. los esc o ia - occidentales en lo que se refiere a las continuidades fun­
res, las culturas minoritarias, y de igualitarismo, así damentales en el sistema político soviético se lia apoya­
como una multitud de símbolos revolucionarios y bol­ do principalmente en lo que Ba gehot: llamó «elegante»,
cheviques; y un cambio de énfasis en e! que ya no son las partes meramente aparentes o ficticias.
la gente norma! sino los líderes y jefes oficiales ios crea­
dores de la historia."' Estos cambios no fueron unas Observando la realidad «eficiente» o interna hace
simples enmiendas, sino una nueva ideología que fue varios años, Robert C. Tucker llegó a una conclusión
■caminada en su esencia» y «no representaba ya al mis­ muy diferente. « L a mejor forma de ver y analizar lo
mo movimiento que tomó ei poder en í 9f 7>>. que nosotros descuidadamente llamamos “ el sistema
político soviético” es corno una sucesión histórica de
De la misma forma hay que criticar la otra «dinámi­ sistemas políticos dentro de un ¡narco institucional más
ca» causal que se cita con frecuencia, los «principios o menos continuo.» El sistema bolchevique fue la dicta
organizativos» del partido ...ía teoría que implica que dura del partido caracterizada por la política oligárqui­
el estalinismo se originó en 1902 con ¿Qué hacer?, en ca de los líderes del partido gobernante. Después de
e! que Lenin esbozó su pilan de un partido conspiral.ivo 1936 y ía Gran Purga de Stalin, a pesar de una aparente
de vanguardia capaz de inspirar la revolución de las «continuidad en las formas organizativas y la nomen­
masas eludiendo al mismo tiempo ia represión policial clatura oficial... el sistema de partido único fue susti­
zarista.4' Esto también es unidimensional y ahistórico. tuido por un sistema unipersonal, el partido gobernante
Li tipo de organización bolchevique fue transformán­ por un personaje gobernante». Esto significó un cam­
dose con los años, muchas veces corno respuesta a bio de carril, de un régimen con un partido oligárquico
acontecimientos externos, pasando de ser el partido in­ a un régimen auíocráí.ico tipo Führer, y fue «reflejado
gobernable apenas organizado que participó con éxito en tod o un si steni a de c a m bios d e1 pro ceso po I í tic o , del
en la política democrática de 1917, a ser el partido bu- modelo ideológico, de la organización del poder supre­
rocra!.¡z.ado y centralizado de los años 20 y el partido mo, y de las pautas de comportamientos oficiales»»1
atemorizado de ios años 30. muchos de cuyos comités Las aparentes continuidades citadas con frecuencia en
ejecutivos y secretariados habían sido detenidos y eje­ los estudios de sovietología...el líder, el partido, el te­
cutados.!s; rror, la guerra de clases, la censura, el marxismo-
leninismo, la purga, etc....fueron sintéticas e ilusorias.
Además, ei argumento es en realidad una adapta­
Puede que los términos todavía tuvieran aplicación,
ción de la «ley de hierro de la oligarquía» de Micheis,
pero su significado era distinto,3'
la cual se autoconeebía como una generalización rela­
tiva a todas las grandes organizaciones políticas y su
La conclusión de Tucker de que ei terror de Stalin
tendencia a hacer una política oligárquica más que de­ «destruyó la columna vertebral de! partido, eliminán­
mocrática. Esto puede ser muy revelador acerca de la
dolo como... clase dirigente», «ha sido confirmada am­
evolución de las relaciones entre los lideres bolchevi­
pliamente por otras pruebas más recientes»'1 Después
ques y el partido en su conjunto entre 1917 y 1929,
cíe que. las purgas eliminaran como poco un millón de
como sucede con su aplicación a los partidos modernos sus miembros entre 1935 y 1939, la primacía del partido
en general. Pero no nos dice nada acerca del estabilis­ — ía «esencia» del bolchevismo-leninismo citada en la
mo, que no fue una política oligárquica sino autocrátí-
ni ay orí a de las definiciones académicas-.- desapareció.
ca.:’' a menos que concluyamos que la «ley de hierro
Su élite (casi la totalidad de ella fue eliminada), los mili­
de la oligarquía» es en realidad ía ley de hierro de la tantes normales (ei 70% de sus miembros en 1939 ha­
autocracia. bían entrado en el partido después de 1929), su elhos,
S cierto que. la creciente centralización, burocra- y su papel ya no eran los del viejo partido, ni siquiera
I iza ció n e into ier a.nc ia a d ¡n in istra t iv a después los del partido de 1934. Evidentemente, el Partido C o­
de 1917 fav orcc ió a I a n to r itar i smo de! sis tem a munista seguía jugando un papel en el sistema soviético
del partido único y allanó el camino al ascenso de Sta­ y quedó consagrado en la cultura política oficial. Pero,
lin. Pero argumentar que estos hechos predeterminaron incluso en su nueva forma esta I mista, su impor!.anda
al estalinismo es otra cosa, incluso en los anos 20, des­ política fue muy inferior a la de la policía, por ejemplo,
pués de la burocratizaeión y militarización promovidas y su estimación oficial muy inferior a la del estado. Sus
por la guerra civil, la élite del partido no era (ni había órganos deliberantes — el congreso del partido, el comi­
sido nunca) la disciplinada vanguardia fantaseada en té central v, al final, incluso el Politburó... raramente
¿Qué hacer? La dirección siguió siendo oligárquica; fueron convocados.55 Como consecuencia, la historia
en palabras de. uno de sus líderes, «una federación del partido anterior a estos acontecimiento.s, que fue
negociada entre grupos, grupillos, facciones, “ tenden­ distinta, ya no pudo escribirse, ni para, distorsionarla:
cias'"».'0 En suma, los «principios organizativos» del entre 1938 y 1953 se redactó sólo una tesis doctoral
partido no produjeron ei estalinismo antes de 1929, ni acerca de este tema tan tratado anteriormente»''
lo hicieron desde ia muerte de Stalin en 1953.
A veces se señala como última defensa de la tesis de
Queda, entonces, el argumento según el cual las dis­ la continuidad que el «estalinismo» no fue reconocido
continuidades fueron secundarias respecto de las conti­ nunca oficialmente durante el gobierno de Stalin, sólo
nuidades en ia configuración del sistema político sovié­ el «marxismo-leninismo». Aplicando el método de Ba-
tico bajo el bolchevismo y el estalinismo»1 Aunque en gehot, esto no nos dice nada»7 Además, el argumento
realidad es una cuestión empírica, parece que aquí tam­ no es del todo correcto, A medida que el culto de Stalin
bién hay un importante lapsus metodológico. La im­ como líder infalible (lo cual, hay que decirlo, era muy
portancia de la distinción entre la fachada oficial, o tea­ distinto al anterior culto bolchevique a un partido his-
íóricamenie necesario pero no infalible) se transforma­ campo y en las ciudades. Por ianto, en ia bibliografía
ba en la deificación literal del líder después de 1938, el r>e interpreta la política oficial bolchevique durante los
adjetivo estalinista se aplicaba cada vez más a ia gente, ocho años de la N E P (y ia misma N E P como orden
las instituciones, las ideas ortodoxas, a Sos sucesos, e in­ socio-político) como «meramente un período de respi­
cluso a la historia. Esto fue una desviación de la linea ro», «una operación de espera» o «una retirada estraté­
marcada, incluso al principio de los años 30, cuando es­ gica, durante la cual las fuerzas del socialismo en Rusia
tas cosas se llamaban leninistas, bolcheviques, o so vic­ se agruparían de nuevo, se recuperarían, y entonces
heas. El hecho reflejaba, entre otras cosas, el declive i ea nud a r ía n su ni a rc ha >>.
de! propio Lenin en la estimación o f ic ia l.P e r m a n e ­
cieron las frases tópi.cas corno «las enseñanzas de Lenin La forma en que estas dos interpretaciones conver­
y Stalin». Pero surgieron otras menos ecuménicas para gen en una única tesis de la continuidad programática
caracterizar la construcción del socialismo soviético entre el bolchevismo y la revolución desde arriba de
como «la gran causa estalinista», a Stalin sólo como Stalin queda ilustrada en una obra clásica de historia
«genio-arquitecto del Comunismo», y a la historia so­ general. El comunismo de guerra se presenta como «un
viética como «la época de Stalin».9) E l término «estalb intento, que resultaría prematuro, de realizar los objeti­
nismo» fue prohibido para el uso público oficial, pero vos ideológicos declarados del partido», y la N EP, en
el concepto estuvo profundamente arraigado tamo láci- ei pensamiento bolchevique, como «una maniobra lác­
i amente c o mo o f ie ia 1m eni e.60 tica a seguir sólo Ir asi a que el inevitable cambio de con­
diciones hiciera posible la victoria». Así, el amor se
Sí los símbolos pueden decirnos algo de la realidad queda maravillado ante la política de Stalin de 1929-33:
política, habría que prestar atención al comentario de «Es difícil encontrar un régimen o partido semejante a
un disidente soviético acerca de la estatua de! Príncipe éste, ei cual estuvo en. el poder durante diez años, espe­
Dolgoruky que Stalin erigió en ei lugar donde Lenin, en rando con paciencia hasta sentirse lo suficientemente
una ocasión, había descubierto un monumento levanta­ fuerte corno para cumplir con su programa original».< V(
do a ia primera Constitución soviética: «El. monumento I I problema de esta interpretación es que no concuerda
del sangriento príncipe feudal se ha convertido en una con la mayor parte de ios [techos históricos. Puesto que
especie de personificación de la sombría época del culto he expuesto estos temas bastante detalladamente- en
a la personalidad. El caballo del príncipe feudal, se sitúa otros estudios/1’ seré conciso.
de espaldas a los Archivos del Partido donde se conser­
van las obras inmortales de Marx., Engels y Lenin y Hay tres obciones fundamentales en contra de la te­
donde se erige una hermosa estatua de Lenin»/" sis que localiza ios orígenes del comunismo de guerra en
el programa bolchevique originario. En primer lugar,

L
A. idea de ¡a «línea- aunque parezca extraño para un partido llamado en
recta» proerarnáí ica. tantas ocasiones «doctrinario», ios bolcheviques no te­
¿FUE EL a p a rtir de 191? nían una política económica definida ai llegar al poder
subyace a los otros argu­ en oclubrede 1917. Existían unos objetivos y preceptos
ESTALINISMO mentos de la tesis de generales...ei
la socialismo, ei control obrero, la naciona­
continuidad. Es la opi­ lización, la agricultura a gran escala, la planificación y
EL PROGRAMA nión, muy extendida en los cosas de este tipo--- pero se expresaban de una forma
estudios sovietoiógieos, de muy imprecisa y con interpretaciones de lo mas dispar
DE OCTUBRE? que la colectivización en dentro del mismo partido, Los bolcheviques habían
masa de Stalin y el fuerte pensado más bien poco acerca cíe política económica
impulso de industrialización entre 1929 y 1933, la sacu­ práctica antes de octubre y, después, pocos fueron los
dida paroxíslica que más tarde el propio Stalin llamaría puntos en ¡os que llegaron a un acuerdo.Wl
justificadamente «revolución desde arriba», todo ello
representaba ia continuación y la consumación dei En segundo lugar, el programa inicial del gobierno
pensamiento bolchevique con respecto a la moderniza­ bolchevique, en el sentido de una política oficialmente
ción, o a la construcción del socialismo en Rusia. En definida, no fue el comunismo cíe guerra, sino lo que
otras palabras, aunque se concediese que el terror de Lenin llamó en abril-mayo de 1.918 «el capitalismo de-
1936-1939 fue una ruptura con el bolchevismo origina­ estado», que fue una mezcla de medidas socialistas y
rio, ¿qué decir de ios acontecimientos de 1929-1933? concesiones a ia estructura capitalista existente y el con­
trol de la economía.117 Si aquel primer programa bol­
El argumento de ia con! ¡mudad programática se chevique se parecía en algo a algún programa posterior,
apoya en unas interpretaciones inLerrelaeionadas de los era a la N E P. Y en tercer lugar, la misma política del
dos períodos de la política bolchevique anteriores al comunismo de guerra no empezó hasta junio de 1918 y
terror: el comunismo de guerra ....la nacionalización como respuesta, a la amenaza de una guerra civil pro­
ex; i cma, r eq uisa de cer ea1es, y 1a in ter v en ció n ni o no po - longada y a la disminución de! aprovisionamiento, una
lista del estado realizada durante la guerrra civil situación en ia que «el capitalismo de estado» concilia­
1918-1920— y la Nueva Política Económica (N E P ) dor de Lenin quedó inmediatamente desfasado.*1*
-..las políticas agrarias e industriales moderadas y la
economía mixta de 1921-1928 con el sector privado y ei Esto no quiere decir que el comunismo de guerra no
sector público. Esencialmente el argumento discurre de tuviese su componente ideológico. Mientras la guerra
la siguiente forma: el comunismo de guerra fue princi­ civil se profundizaba en un grao conflicto social, las
palmente un producto de las ideas programáticas- medidas oficiales se extremaban cada vez más, y el sig­
ideológicas originales del partido (a veces se llaman nificado y «la defensa de la revolución» se hacían inse­
«proyectos»); una especie de programa intensivo de so­ parables. Los bolcheviques, naturalmente, infundieron
cialismo.62 Estos frenéticos proyectos fallaron en 1921 a estos proyectos improvisados un significado progra­
debido a la oposición de la población, y el partido se mático altamente teórico más allá de la victoria militar.
vio forzado a retirarse al terreno de una nueva política Se hicieron ideológicos.*19 Play que estudiar a fondo la
económica de concesiones a la empresa privada en el evolución dei comunismo de guerra y su legado reláeio-

105
nado con el estabilismo (aunque no hay que exagerar Las propuestas económicas bujarinistas para la ¡no
las semejanzas). Pero los orígenes no se encontrarán en der ni zac ió n y 1a co nst r ucci ón de1so ei a 1ismo en la Rusia
eí programa bolchevique de ociubre. soviética de los años 20 son muy claras. Desarrollando
los teínas de los últimos escritos de Lenin. que consti­

L
A cuestión de la N E P es todavía más importante. tuían una defensa de la N E P y, al mismo tiempo, una
1 .,as medidas económicas oficiales de )921-28 ampliación de la misma como camino hacia el socialis­
no sólo fueron muy distintas; a las cic Stalin mo, y añadiendo algunos temas suyos, Bujarin se con-
cíe 1929-1933, sino que el orden socio-político de ia v ir ijó en el teórico principal de la N E P . A pes a r de qu e
N E P , con su pluralismo social oficialmente tolerado en sus provectos entre 1924 y 1928 evolucionaron hacia
la vida económica, et.iil.ura!-intelectual, e incluso políti­ una mayor planificación, una fuerte inversión en la in­
ca (en los soviets locales y a líos organismos del estado), dustria, la creación de un sector agrícola colectivo par ­
representa un modelo histórico del comunismo soviéti­ cial y voluntario, permaneció fiel al marco económico
co radicalmente diferente ai estaiinismo.;(1 Además, la de Ia N E P d e un sec to r estat a 1o « soc ia hsta » (principal­
consideración habitual del pensamiento bolchevique mente la industria a gran escala, el transporte, y la ban­
tiene más problemas porque todos los estudiosos son ca). y un sector privado (granjas de campesinos, la fa­
conscientes de que hubo un intenso debate político en bricación a pequeña escala, el comercio, y empresas de
ios años 20, una circunstancia que no se compagina fá­ servicios) interrelacionados a través del merca cío, inclu­
cilmente con ia interpretación simplista de la N E P so durante la crisis de 1928-1929, la N E P fue para los
como un simple expediente pragrarnáí ico, o una antesa­ bujarinistas un modelo de desarrollo viable (no estáti­
la del estaiinismo. co), de! cual dependía la paz civil, y que era capaz de
compaginar las aspiraciones bolcheviques y la realidad
Las tensiones inherentes a esta interpretación están social rusa/'1
relacionadas con unos convencionalismos secundarios ¿Y Trotski y la izquierda? A pesar de que muchas
pero significativos de la investigación sovicíológica so­ veces su retórica política fue el heroísmo revoluciona­
bre la N E P . Los debates programáticos de los años 20 rio, las propuestas económicas concretas de Trotski en
son vistos generalmente como una extensión de ia riva­ los años 20 se basaron en la N E P y su continuación. P i­
lidad "Ecot.sky-Sfalin, y emplean estos términos (o per­ dió con anterioridad a Bujarin, mayor atención a la in­
petúan los términos {'acciónales de equivocada aplica­ dustria pesada y a la planificación, y le preocupaban
ción, -da revolución permanente» o «el socialismo en más Jos «kulaks»; pero sus remedios eran moderados,
un solo país»). Trotsky y la oposición de izquierdas son orientados hacia el mercado o «nepistas». según la ex­
sunuestamente ant.i-NEP y embrionariamente esl.alínis- presión utilizada entonces. Como Bujarin, fue un «re­
tas y los progenitores de «casi iodos los puntos impor­ formista» de ia política económica que confiaba en la
tantes del programa político que fue llevado a cabo más evolución de ia N E P para conducir a Rusia hacia el in­
tarde por ■Stalin». Se dice que Stalin robó, o adoptó la dustrialismo y el socialismo.r’
política económica de Trotsky en 1929. Y después de
pintar «una afinidad fundamental entre los planes de Incluso Evgeni Preobrazhenski, el profeta de la «sir
Trotsky y las acciones de Stalin». y después de excluir per industrialización» de la oposición de izquierdas, cu­
cualquier alternativa real, dichas interpretaciones se­ yos temidos argumentos a favor de la necesidad de
cundarias sugieren que hubo al menos una continuidad «una acumulación .socialista primitiva» basada en la
significativa entre el pensamiento bolchevique y el esta- «explotación» del sector campesino se citan muchas ve­
linismo en los años 20, y están detrás de la interpreta­ ces como la inspiración de Stalin, aceptó el sello oficial
ción general de la N E P .75 Pero los hechos citados no de la economía de la N E P. Pretendía «explotar» la
son correctos. agricultura campesina a través de las relaciones del
mercado, fijando, de forma artificial, más altos los pre­
Ei tratamiento tradicional de los debates económi­ cios industriales del estado que los precios agrícolas.'6
cos (no nos interesa aquí ia polémica relacionada con la Tanto él, como Trotski, como la izquierda bolchevique
política del Comíntern o con la burocracia del partido) en general contaron con la agricultura campesina para
enfocado desde ei punto de vista de la rivalidad de un futuro previsible. Por muy inconsistentes que hubie­
Trotsky y Stalin no tiene ninguna relación con las dis­ sen podido ser sus ideas, ninguno de ellos abogó nunca
cusiones que tuvieron lugar de hecho entre 1923 y 1927. por imponer la colectivización, y muellísimo menos pol­
Si se pueden dicotomixar y personalizar (ales políticas la colectivización en masa como método de requisición
rivales, entonces éstas fueron las de i.rotskistas y bu- o solución al retraso industrial.7"
jamústas, l a política de Stalin relativa a industria, I.os debates entre bujarinistas y trotskístas en los
agricultura y planificación fue la del máximo teórico años 20 representan toda la gama de! alto pensamiento
del partido. Nikolai Bujarin, es decir, pro N E P . evolu­ programático bolchevique, de derecha a izquierda, l os
tiva, moderada. Esta afinidad fundamental fue el ce­ dos bandos discreparon en cuestiones económicas im­
mento del duunvirato Stalin-Bujarin, el cual hizo la po­ portantes, desde la política de precios e impuestos agrí­
lítica oficial y encabezó la mayoría del partido contra colas, hasta las posibilidades de realizar una planifi­
la oposición de izquierdas hasta principios de 1928. Du­ cación global.' Pero, a! contrario que los temas
rante aquellos años no hubo ¡deas públicamente «estali- internacionales y políticos que tanto agriaron la lucha
nistas». excepto «el socialismo en un solo país» que fracción al, las discrepancias fueron ¡im tí acias dentro de
también fue de Bujarin.71 Si hay que fijar algún los parámetros de! «nepismo» aceptado por los dos
«¡ sitio », no hubo estaiinismo, sino bujarinismo o trots- bandos, aunque con distintos grados de entusiasmo.
kismo. como se entendía entonces. Así, la oposición de
1925 se quejaba de que «eí camarada Stalin se ha hecho De hecho, el programa bujarinista revisado que fue
prisionero de esta línea política, cuyo creador y auténti­ adoptado como primer Plan Quincenal en el X V Con­
co representante es ei camarada Bujarin». Stalin no fue greso de! partido en diciembre de 1927, y que propug­
prisionero, sino un partidario voluntario. Contestó: naba una inversión industrial más ambiciosa así como
«apoyamos y apoyaremos a Bujarin.» ,,:i una parcial colectivización voluntaria, representaba
una especie de fusión del pensamiento bujarinisia y incluyendo algunos cambios decisivos de su historia y
troískista, resultado de los debates desarrollados a lo muchos de los «excesos», no pueden entenderse sino
largo de los años 20.7¿ Cuando Stalin, año y medio desde el pumo de vista de Stalin corno personaje políti-_
más tarde, abandonó dicho programa, abandonó al coC; No obstante, quedan por estudiar muchos facto-:'
mismo tiempo el pensamiento de la corriente principal res políticos, sociales e históricos importantes que con­
del bolchevismo relativo ai cambio económico y social. tribuyeron a la complejidad del estalinismo como
Después ele 1929 y del final de la N L P , ía alternan va fenómeno histórico y contemporáneo fundamental. D i­
programática bolchevique al estalinismo de hecho y re­ chos ¡'actores se estudian hoy en día con más deteni­
conocida dentro del mismo partido, fue básicamente miento debido al acceso a nuevas fuentes, a perspecti­
bujarinista, Desde lejos, en el exilio, Trotski dirigía sus vas académicas mas maduras, y a ¡a discusión de los
acusaciones contra el régimen de Stalin; no obstante, mismos temas a lo largo de las últimas rres décadas den­
sus propuestas económicas a principios de los años 30 tro de la propia Unión Soviética.
se aproximaban, igual que en los años 20, mucho mas
Como primer paso, es importante desechar la cos­
a las de Bujarin y llegaron a ser «enteramente indistin­
tumbre ahisióriea de pensar en el sistema esíalinísia
guibles» de éstas.79
como un fenómeno que no cambia. Ei desarrollo histó­
La N E P surgió en 192! como una retirada poco no­ rico del estalinismo ha de ser trazado y analizado en sus
ble, y el resentimiento contra la economía, poli sica, y varias etapas, desde los acontecimientos de auténtico
cuitara de la N E P con. ti mi ó a io largo de los 20, Dicho carácter revolucionario del principio de los años 30 has­
¡esemimiemo se perpetuaba en la tradición heroica bol­ ta el orden socio-político rígidamente conservador de
chevique de Octubre y de la guerra civil, y probable­ 1946-1953.Claro está que el mismo cambio de una
mente era muy fuerte entre los cuadros formados por transformación radical a un orden profundamente con­
la experiencia de guerra de 1918-1920 y la generación servador debe ser objeto de un estudio más detenido.
más joven. Stalin sacaría partido de estos sentimientos Los mismos años 30 deberían dividirse en distintos pe­
reales para su repetición de la guerra civil en 1929-1933. ríodos, incluyendo por lo menos la sacudida social de
Pero, por razones que van más allá de lo que nos ocupa 1929-1933, ei interregno de 1934-1935 cuando se discu­
aquí, en 1924 la N E P había adquirido una legitimidad tía la política del futuro entre los altos mandos, y el. pe­
general entre los líderes bolcheviques. Ni siquiera Stalin ríodo de 1936-1939 que vio el gran terror contra la vieja
se atrevió a desafiar dicha legitimidad en su contienda ¿Uve del partido y el triunfo final del estalinismo sobre
final con los bujarinisías en 1928-1929. Hizo campaña la tradición bolchevique y la consumación política de la
y ganó, no como supresor de la N E P , ni como partida­ revolución desde arriba.
rio de <da revolución desde arriba», sino como un líder
Los años 1929-1.933, que normalmente son tratados
«tranquilo y lúcido», capaz de hacerla funcionar.80 In­
de una forma confusa en las teorías occidentales y so­
cluso después de derrotar al grupo bujarinista en abril
viéticas oficiales sobre el e s ta lin is m o ,s o n especial­
de 1929 y mientras la N E P se desmoronaba bajo ia polí­
mente importantes. Fueron ios años formalivos de! es-
tica radical de Stalin, sus editoriales seguían insistiendo
tahnismo como sistema; presagiaron y dieron lugar
en que «¡a N E P es la única política correcta de la. cons­
muchos acontecimientos posteriores. Por ejemplo, va­
trucción socialista», ficción que se mantuvo oficial­
rias ideas fijas características del estalinismo pleno, in­
mente hasta 193 L iíí
cluyendo la mortífera noción ele una inevitable «inten­
No se trata aquí de explicar los fatídicos aconteci­ sificación de la lucha de clases» que se convirtió en la
mientos de 1928-1929, sino de recalcar que la nueva po­ ideología del terror masivo de i 937v aparecieron por
lítica esi.alini.sta de 1929-1.933, que se conocía por ei primera vez en la. campaña de Stalin de 1928-1930, en
nombre del «gran cambio», fue una desviación radical la cual internó desacreditar todas las ideas bujarimstas
del pensamiento programático bolchevique. Ningún lí­ y las relacionadas con. la N E P . De modo parecido, el
der ni fracción bolchevique había abogado jamás por' papel personal desempeñado por Stalin en 1929 al de­
nada semejante a la colectivización forzosa, ia «liqui­ sencadenar ia colectivización forzosa y elevar los obje­
dación» de campesinos supuestamente prósperos (ku­ tivos industriales sin contar con la colaboración de ios
laks), la industrialización pesada a marchas forzadas, órganos deliberantes del partido, anticipó la autocracia
la destrucción del sector de mercado en. su totalidad, y plena cié sus últimos años.í(1 De forma más general,
un «plan» que en realidad no era ningún plan, sino el como ha. mostrado Moshe Lewin en sus estudios de la
control hipereentralizado de la economía conseguido a historia social entre 1929 y 1933, muchas características
base de órdenes y directivas.32 Estos años de ia «revo­ administrativas, legislativas, de clase, e ideológicas del
lución desde arriba» fueron, histórica y programática­ estado eslalinista maduro empezaron a configurarse
mente, el nacimiento del estalinismo. Partiendo de esta como soluciones improvisadas ai caos social, a ¡a «so­

L
gran discontinuidad, seguirían otras. ciedad de arena movediza» que se produjo con la des­
trucción de las i así Unciones y procesos de la N L P du­
rante el primer impulso de la revolución desde arriba.
\ tesis de ia conti­
En ía perspectiva desde abajo que aporta Lewin, pione-
nuidad, por su tra­
' ro estudio de este género en nuestra bibliografía y rico
tamiento del estali-
ejemplo de la historia social mu lí {dimensional, el siste­
nismo como boIclievismo
ESTALINISMO « p 1e n a ni e n t e d esarro!) a -
ma eslalinista fue más una serie de intentos desespera­
dos de hacer frente al caos social y a las crisis creadas
do» y de ía Unión Soviéti ­
HISTÓRICO ca de los años 30 como
por la misma jefa!ura eslalinista entre 1929 y 1933 que
el producto de los programas o planificación bolchevi­
función y extensión de
ques.^
1917, Ira impedido que el estalinismo sea estudiado
como un sistema específico con su propia historia y E S P E C T O a ios acontecimientos posteriores,
cuyo legado específico pesa todavía sobre dicho país. sería un error interpretar el asalto terrorista
Es cierto, como lia demostrado Tucker, que algunos as­ estaimísta a los cuadros dirigentes soviéticos
pectos definitivos e incluso esenciales del estalinismo, entre 1936 y 1939 como un derivado «necesario» o

108
«funcional» de la revolución social impuesta, de Stalin, que en dichas teorías se limita ai de un jefe buro­
1929-1933. En 1934-1935, muchos líderes dei partido, crático más, queda por explicar cómo pudo ser que una
probablemente una mayoría, abogaron por una línea burocracia que se define como profi.indamen.te conser­
muy distinta. Es más, existen pruebas muy claras de vadora concertara y llevara a cabo vina política tan ra­
que las purgas no fueron en cierto modo racionales, dical y peligrosa como !a de la colectivización torzosa.
corno las han imaginado algunos académicos, en fun­
ción de ia modernización, una especie de Geritol terro­ Y, de hecho, las repelidas campañas de Stalin con
rista que aceleraría eí proceso y eliminaría a los funcio­ el propósito de radicalizar y anim ar al funcionar'iado
narios más obsoletos. Hn realidad, ei terror destruyo durante los años 1929-1930 y después, apuntan a una
o re trasó muchos de los a u té n tico s logros tic burocracia dei partido-estado a mee!, rentad a y reacia, y
1929-1936.™ no a una burocracia capaz, de actuar. Tampoco queda
muy claro si esta teoría es capaz de explicar la matanza
No obstante» las dos grandes sacudidas están rela­ masiva de ios cuadros soviéticos de alto nivel durante
cionadas de una forma importante y merecen un estu­ el período S936-1939, a menos que concluyamos que la
dio detenido. La enorme expansión de la represión poli­ clase burocrática «gobernante)) se suicidó.
cial, de las fuerzas de seguridad, y el archipiélago de
campos de trabajos forzados entre 1929 y 1.933 fueron Aquí nos enfrentamos otra vez. más con la inherente
al mismo tiempo el trasfondo y el mecanismo de los dificultad de aplicar ios conceptos occidentales, sean
acontecimientos de 1936-1939. Además, ei período marxistas o de la teoría de la modernización, a una rea­
tuvo otras consecuencias menos obvias pero quizás de lidad política y social corno la soviética, configurada'
igual importancia, Aun cuando la masiva colectiviza­ por las tradiciones históricas y cu hura les rusas. Una ra­
ción forzosa no se originó como política dei partido, ni zón por la que las teorías inspiradas en Occidente son
siquiera de la dirección colectiva, por otra parle soda 1.a poco aplicables a las éhtes administrativas estalinistas
élite del partido, y probablemente todo el partido, estu­ creadas en los años 30, es que ésias se parecen más a los
vieron implicados en las calamidades económicas y cri­ tradicionales sosíovie zaristas, una ciase funcionarial
minales producidas por las medidas de Stalin que cul­ privilegiada que servía a! estado -..en este caso al resur­
minaron en la terrible hambre de 1932-1933, Todo gido estado ruso9--.. más que gobernaba ai mismo.
funcionario medianamente informado debió saber que Hoy en día puede que haya una clase o burocracia so­
la colectivización era un desastre que destruía la pro­ viética gobernante que se ha emancipado en las últimas
ducción agrícola, diezmaba el ganado y mataba a millo­ décadas; está claro que el alto fu neionariado ha des­
nes de personas.*'4 ' empeñado un papel muy importante a la hora de hacer
o deshacer la política de los líderes desde la muerte de
Sin embargo, en la ideología oficial fue obligatorio
Stalin. Pero durante los años de su formación y marti­
elogiar la colectivización corno un gran logro del líder
rio con Stalin, la burocracia, a pesar de su posición y
Stalin. Aquella singular discrepancia entre las declara­
poder sobre sus inferiores, en última instancia no go­
ciones oficiales y la realidad social, que no era una ca­
bernó.
racterística del bolchevismo originario, fue un gran
paso hacia la progresiva fiedonalizaeión de la ideología
A Y un problema parecido cuando se confía
soviética bajo Stalin. Debió tener un efecto profunda-
acríticamente en ei paradigmático concepto
mente desmoralizador entre los funcionarios dei parti­
occidental de la modernización para caracte­
do, contribuyendo a que su resistencia fuera aparente­
rizar lodo lo que ocurrió en ios años 30 estalinisias.
mente escasa cuando ei terror estalinista cayó sobre
Evidentemente, es cierto que la política de Stalin creó
ellos mismos en 1936-1939. Como mínimo, les implica­
unos aspectos ¡suportantes de ío que se llarna la moder­
ba en el culto de la infalibilidad de Stalin, que aumenta­
nidad, entre ellos, el industrialismo, la tecnología, ciu­
ba a medida que la situación se hacía más desastrosa,
dades grandes, y la alfabetización de las masas. Sin em­
y que se convirtió en un rasgo inherente al sistema esta-
bargo, también es cierto que el estalinismo (rajo otros
¡mista.'-*'1
cambios importantes a la vida económica, social y polí­
Los pocos miemos auténticos de analizar el esiali- tica que no fueron ni «modernos» ni «progresivos»,
nismo corno sistema socio-político lian sido los de ñau sino tradicionales-e incluso retrógrados, Al lado-de las
xisías críticos que presentan teorías de una «nueva cla­ grandes fábricas, ciudades y escuelas, se desarrollaba
se» o de una «burocracia gobernante» cuando hablan una autocracia política, tipo zarista, un culto casi me­
del tenia. Este tipo de obra son de corte muy diverso e dieval a! líder, ía semi-servidumbre de ¡os campesinos
incluyen distintas discusiones de si ia burocracia eslali- colectivizados y un amplio uso de trabajo en condicio­
nisia puede verse como clase o estrato, y de qué tipo. nes casi de esclavitud. Estos aspectos del sistema estali-
Asimismo, aportan datos valiosos relacionados con la nista eran an acronism os impuestos que teman más que
sociología del estalinismo, un tema que normalmente ver con el pasado ruso que con. los modelos occidentales
los estudios académicos pasan por alto, y nos recuerdan de la modernización; y han constituido también un le­
que los estratos administrativos creados en los años 30 gado de tos años 30. Cincuenta años más larde, es toda­
tuvieron una fuerte incidencia en la naturaleza del esta- vía erróneo hablar de la Unión Soviética corno un país
1mismo maduro, sobre todo en su anti-igualitarismo, «modernizado» sin matizar. En realidad sigue siendo
estratificación rígida, y su conservadurismo cultural y dos países: uno de ellos es moderno e incluso occidenta-
social.'^ Iizado, el o tro .-incluyendo vastas zonas del campo, las
provincias y la economía, e implicando a grandes seg­
Sin embargo, como teoría o interpretación general mentos de la población— tiene más afinidades con lo
de! estalinismo, el planteamiento tiene graves defectos. que los teóricos de la modernización llaman el subdesa-
El argumento según el cual una clase burocrática gober­ rrollo o el tercer mundo.
nante fue la fuerza animadora detrás de ios aconteci­
mientos de 1929-1930 no tiene sentido, ni lógica ni em­ Poi tanto, los estudios del estalinismo que toman en
píricamente. Empezando por el demostrable papel de cuenta las tradiciones histórico-culturales rusas son

¡09
esenciales aunque también a veces han sitio ¡nal inter­ que vieron en la repentina caída de sus jefes o burócra­
pretados por ¡os académicos occidcnl ales. No raramen- tas «el sueño del desquite de ios de abajo ayudados por
íc los estudios tempranos de ia era estalinista desde el 11 na justicia su pe r ior». ‘n
punió tic vasta hisi cuaco-cu llura! se convirtieron en i n-
te; preiaciones monocausales de una revolución eomu- Por o ira parte, a mediados de los años 30. todos es­
msta inevitablemente deshecha o fatídicamente trans­ tos acontecimientos formativos del estaiinismo se de­
formada por la fuerza inexorable de las tradiciones senvolvían en un ambiente oficial de resurgimiento na­
históricas rusas. En lugar de plantear la tradición con- cionalista y de los valores tradicionales que incluía una
textualmente. aquellos autores la trataron como si fue­ rehabilitación selectiva del mismo zarismo. La jefatura
ra casi autónoma y determinista."' « "Toda revolución estalinista identificaba cada vez menos su revolución
lograda tiene su Tennidor», como señaló Carr.“'; Pero desde arriba con las ideas del bolchevismo originario y
ci resultado no está determinado por ei pasado; es una más con la larga historia de la Rusia zarista relativa a
mezcla de nuevos y viejos elementos, y ei carácter del la construcción del estado, ia lucha contra el atraso, y
resultado depende en gran parte de las circunstancias las aspiraciones de una potencia mundial, todo lo cual
sociales y políticas contemporáneas. En 1932 y 1933. sin duda ganó todavía más apoyo popular para Sta-
por ejemplo, los líderes esíaiimstas reinl rodaje ron el 1in. ' Ai final, el gran ini pul so patriótico popular du­
Sistema, del pasaporte interno, el cual se consideraba rante la guerra contra Alemania entre 1941 y 1945, a
símbolo del zarismo y era por tanto despreciable en la pesar de los desastres inicíales y de los más de 20 millo­
mentalidad de todos los revolucionarios rusos, inclui­ nes de bajas (o quizás a causa de ellos), se tradujo en
dos ios bolcheviques. Esto es un ejemplo de una tradi­ un Importante nuevo apoyo para un sistema estalinista
ción resucitada, pero también de una política y de una todavía más nacionalista, y ahora también victorioso.
crisis contemporánea, pues esta medida retrógrada sur­
gió como respuesta directa ai caos social, en concreto A R A comprender no sólo ios años de Stalin sino
a las ¡nasas de campesinos que vagaban por el país en también los posteriores a él, también hay que
busca de alimentos como consecuencia de la colectivi­ replantear, en un contexto más amplio v desde
zación.
una perspectiva más distanciada, otros aspectos del es­
taiinismo que normalmente se consideran parte de la re­
f as tradiciones rusas y la cultura política prerrevo- volución desde arriba, y. por tanto, sin raíces .sociales.
lucarna: ia nos permiten comprender muchas cosas, Evidentemente, ios principales portadores de una tradi­
desde la mentalidad personal y ios rasgos autocráticos ción cultural son los grupos y las ciases sociales. En los
de Stalin. como ha demostrado Tucker, hasta la base años 30, la mayoría rural y «'pequeño burguesa» de la
social del estabilismo como sistema. En particular, sur­ vieja Rusia acudió en masa alas ciudades para formar
ge la importante cuestión del apoyo popular al estabilis­ la nueva ciase trabajadora, ia clase media, y eí funcio-
mo en la sociedad soviética. Los estudios sovici.ológicos nariado del partido-estado, esa mayoría «filistea» que
más antiguos suelen pasar el tema por alio e incluso ne­ todavía es causa de frustración’ tanto para los re­
garlo porque no es consecuente con ia imagen de un. formadores como para los disidentes soviéticos. Si los
régimen «totalitario» que domina únicamente con ios hechos se entienden en es le contexto, se comete un
mecanismos del poder a una población desventurada y error ai interpretar toda la cultura popular y política
«atomizada». Aunque difícilmente pueden exagerarse estalinista como un simple mecanismo de censura y re­
los poderes de coacción y la diaria represión del sistema presión de! estado. Una gran parte de la cultura estali-
estalimsta. como explicación satisfactoria de ia relación nista...hasta ias novelas más tópicas y las afirmaciones
entre el partido-estado estalinista. y la sociedad no es más chovinistas— probablemente estuvo profunda­
más válida que una interpretación semejante, aplicada a mente arraigada en la nueva y todavía insegura ciase
la Alemania de Hitler. media y en el fundonariado disperso, cuyos auténticos
v'íUórés'propios, percepciones de sí mismo y conformis­
Aunque la naturaleza y extensión de! apoyo popular mo cultural encontraron expresión en elia.w
al estaiinismo vanó a lo largo de los años, es evidente
que fue sustancioso desde ei principio y durante ios De [techo, el culto a Stalin, en cierto modo la insti­
peores anos. No todo este estaiinismo popular se expli­ tución más importante del sistema auíocrático estalinis-
ca con dificultades, La revolución desde arriba de Sta- ta, fue un ejemplo dramático tanto de una tradición
Hit de los años 30 fue impuesta; sin embargo, precisaba cultural como de apoyo popular. La cúpula estalinista
de agentes entusiasmados de abajo y los encontró, aun­ promovió el culto desde arriba, y éste encontró tierra
que fueran sólo una relativa minoría ele los ciudadanos. fértil» convirtiéndose (como dicen muchas fuentes so­
Funcionarios muy dedicados, intelectuales, trabajado­ viéticas) en un auténtico fenómeno social. De una cele­
res c incluso algunos campesinos se presentaron para bración interna del nuevo líder del partido en 1929 se
luchar y ganar en tos «frentes» — así se llamaban...cul­ transformó en una especie de religión de masas, «una
turales, industriales y rurales.95 Además, una revolu­ í o rma pecuiia r ni en te sov iéti ca d e a d o r ació n ».100 N i ia
ción desde arriba supone una gran expansión del estado tradición bolchevique ni el modesto culto a Lenin, ni la
V sus funciones, lo cual a su vez supone una expansión satisfacción persona! de Stalin son razones suficientes
pareja de trabajos oficiales y privilegios. Millones de para explicar las dimensiones populares que adquirió.
personas fueron victimas del estaiinismo. pero también Para ello, debemos de tener en cuenta otros valores y
millones se beneficiaron del mismo v. por tanto, se costumbres más antiguas, «mandatos no escritos lleva­
identificaron con el sistema — no sólo ia plétora de «pe­ dos por el viento».Ifl! No es de extrañar, como se cons­
queños Stalin» por (oda la administración soviética, tata en la política soviética contemporánea, que dichos
sino también la multitud de pequeños funcionarios y sentimientos populares hayan sobrevivido al mismo
trabajadores que fueron trepando la escala social y ga­ Stalin. f J
nando posiciones aventajadas e incluso elitistas.'*
Medvedcv sugiere que es posible que incluso las purgas
sangrientas tuviesen algún apoyo entre los trabajadores Traducción de Tom Mattingley.
iii»W!M'H'M M (!Wli!H!BM)K8ia|H

------ _ — _ _ _ _ _ _ _ _ N O T A S --.................... ...... .......... (11) The C idai: Archipelago, l-l i (N u e va York, 1974),
p. 137; y su artículo ((Understanding Cornm umsm», The New
(1) Véase, por ejemplo, Pieter G i \ i Napoleo/i: I Leader, 4 cíe agosto de 197.'''. p. 8.
and Agamst (Londres, 1949); y R. C. R ic h a rd s o n , The D e­ (12) Véanse respectivamente, K a r I ’ü v ic ii en ¡hirtisan
ba le on i he L'rtglish Revoiution (Londres, 1977). Re vie v i j u l i o d e 1949, p p. 75 9 60; W a 1ele m a r ( i u K -\¡ n . ed .,
(2) Esla opinión es i á basada en un estudio de la literatu­ The Soviet Union (Notre Da me-, Indiana, 1951), p. 7; R esh e
ra publicada a partir de finales de los años cuarenta. Otros Tar. Coneise History o f the Conununisí Party oj the Soviet
amores han opinado, favorable o desfavorablemente, sobre el Union ( N ue va Y o r k, 1960), p p . 218- 2! 9; Da Nltil s, Conseien -
consenso. Véase Hannah A r e n d e , «Understanding Bolshe- ce o f the Revoiution: Commumst O pposiíion m Soviet Russia
vi sin», Dissen i, enero-febrero de 1953, pp. 580-583; Isaac (C a m b r iel ge, M as sac hu se11s, 196-0), p . 403; B R z.i;z i n s k i en
D e l rsesu-R, Russia ni Transition (Nueva York, 1960), p. Donaki W . Treadgold, ed., The Developm ent o f íhe U SSR
217; y i i I . W i e l e t s , «Death and Darnnation o! a Mero», (Seatlie, Washington, 1964), p. 6; M c N e a l , The Bolshevik
Sttrvey, abril de 1963, p. 9. Robert C. T u c k e r fue durante Tradilion (Englewood Cliffs, New Jersey, 1963), pp. 136-137;
anos una importante excepción. Veía una discontinuidad ma­ lJ i a m, The Unjirushed R evoluiion ( N ue va Y or k , 1960),
yor, incluso un. * abismo», entre bolchevismo y estalinismo. p. ¡98, y The Boishev-ks (Nueva York, 1965), p. 477: Men
Véase su libro l ’he Soviet Política! M ind, eel. rev. (Nueva del, ed., Pssentiul íVorks oj M ara sm (N ueva York, 1965),
York, 1971), Barrington M o o R E en Soviet Politics- The Dile­ p. [99; A / .r a e l en Samuel P. Huntig.nton y ('lemem IE
ma o j Power, ed. rey, (Nueva York, 1965) discrepa, en aspec­ Moore, eds., Authonianan Poli fies in M odern Sociciy (N ue­
tos importantes, de la interpretación del consenso pero yn ge­ va York, 1970), pp. 266-267; Me ver, Leninista (Nueva York,
neral está de acuerdo con ia es cae la de ia continuidad. 1962), pp. 282-283; W iu .e ts en Sur vey, abril de 1965, p. 9.
(3) Para un punto de vista similar, véase Roben E (13) Waldernar G u ra in . Bolshevism (Notre Dame, In­
Slu ssi r , « A Soviet Historian Evalúales Stalin’s Role ¡n Mis- diana, 1952), p. 3.
tory», Am eritan Histórica/ Review, diciembre cié 1972, (14) Esta ba sido la explicación habitual de la colectivi­
p. 1.393. Masía hace poco tiempo había muy pocos estudios zación y ias purgas. Se pueden citar muchos ejemplos, pero
académicos, si es que había alguno, sobre el estalinismo sovié­ véanse dos trabajos estándar: Zbigniew K. Br/EZINSKE The
tico como íenóroeno,específico. E l primer estudio ambicioso Permanen! Purge (Cambridge, Massachuscits, 1956), p. 50 y
fue el de Robert C. T u c k e r, ed., Sialinism : Essays tn H istó­ passirn; y Naum .lasny, The Socializad Agrien/ture oj the
rica! Interpreta! ion (Nueva York, 1977). Para posteriores y U S S R (Stanford, 1949), p. 18.
diferentes aproximaciones, véase A lvin W . Goui..dner, «St.a- (15) H o w Russia Is Rided (Cam bridge, Massachuseiis,
linism: A Study oí interna! Colonialismo, Telón, Invierno de 1963), p, 59. Uno de tos mejores libros en lo que respecta a
1977-78, pp, 5-43; G. R. U ru a n , ed., Sia/inisrn: !ts /mpact los estudios soviéticos, se vio afectado sobre todo por la pers­
on Russia and ihe World {Londres, 1982); y Gsuseppe B o l ­ pectiva interpretativa del inexorable proceso hacia un «régi­
la , // fe no me no Stalin nelia na ia del xx secóla (Rom a, men totalitario plenamente desarrollado» (pp. 12, 31, 37, 91,
1982). ” 95, 102, 109, 116, 128). Para referencias similares, véase
(4) Abraham R o t h ü e r g , The Heirs oj Stalin: Dissiden- T u c k e r, l'he Soviet PolíticaI Mind, p. 178; Robert V. D a ­
ce and the Soviet Regime (Ithaca, N. Y., 1972), pp. 377-378. niels, The Matura o f Communism (N u e va York, 1962), p.
Para un punto de vista critico similar, véase T u c k e r , The So­ 111; Guü.ia.n, Bolshevistn, p. 72; B rz e z ín s k i en Treagoki,
viet Política/ Mind, p. 19. ed. l'he Development o f the U S S R , p . 6; M c N E A f , I/te
(5) Posiblemente eí primer escritor que afirmó que la po­ Bolshevik Traditíon, p. 70; U la m , The Bolsheviks (Nueva
lítica de Stalin debería ser llamada «estalinismo» y «no mar­ York, 1965), p. 541; John A. A r m s t r o n c , The Politics o f
xismo ni tampoco leninismo» fue el corresponsal americano 'Toití/iíaritínisni (Nueva York, 1961), p. X.
Waíter Duranty. Véase el conjunto de sus crónicas para The (16) A.darn B. U la m , '/'he New Poce oj Soviet '/otalita-
rianisrn (Nueva York, 1965), pp. 48, 49. Asimismo, « E l avan­
New York Ti ni es en junio de 1.93!, recogido en Duranty Re-
ce constante de! sistema soviético hacia el absolutismo, o el
porta Rassia (Nueva York, 1934), pp. 186-219. Para una ob­
totalitarismo, desde el estalinismo pleno hace que el proceso
jeción a esta caracterización de la época, véase .iay I.,ovi.-:s-
parezca inevitable» (Roben G. W e sso n , The Soviet Russian
TONE, «The Soviet Union and its Bourgeois Critics», Revolu-
State [Nueva York, 1972], p. 96).
tionary Age, 8 y 22 de agosto y 15 de septiembre de 1931.
(17) Véase, por ejemplo, Benram D. YVolee, An Ideo-
(6) León T r o t s k y , Sta/inism and Bolshevism (Nueva
logy in Po w er (Nueva York, 1969).
York, ¡972), pp. 15, 17; y también su libro The Re val a tion
(18) M iiovan Dulas., The New Class (Nueva York,
Betrayed ( N u ev a York., 1945). A s im ism o véase su 1i I) r o Th eir
1957), pp. 51, 53, 56, 57, 167-168; y su artículo «Beyond Dog­
Moráis and Ours (Nueva York, 1937); y Writings o f León
ma», Sitrvey, Invierno de 1971, pp. 181-188. En cuanto a
Trotsky, ¡917-3S (Nueva York, 1970), pp. ¡69-72,
Burnham , véase su libro The M ana gen al Revoiution (Nueva
(7) Muchos comunistas soviéticos y no soviéticos dijeron
York, 1941), pp. 220-221; y la anterior nota 9. Asimismo,
más tarde que su actitud crítica hacia el estalinismo disminu­
véanse las conclusiones del filósofo ex comunista l.eszek K.O-
yó y cambió en los: años treinta cuando vieron que había que eakgvski en Tucker, ed., Stalinism pp. 283-298.
escoger entre la Rusia soviética y ía Alemania de Hitler, A
(19) Muchos otros ex comunistas contribuyeron a la tesis
menudo se rechaza esla explicación injustamente. Este punto de la continuidad. Sobre este tema, véase el inmoderado pero
de vista influyó también en el pensamiento de los no comunis­ interesante ensayo de Deutscher «The LSxT'ommunist’s Cons-
tas, incluidos algunos emigrados rusos anticomunisi as. Véa­ cience» en su libro Russia in Transition, pp. 223-236. Una no­
se , po¡ ej empío, N icholas Üi r i.)y a E v . ¡ he Or igin o f R ussum table excepción es Woligang Leonhard, que insiste en que «el
Cornmumsm (Ann Arbor, 1960), p. 147. estalinismo no representa de ningún modo ia continuación ló­
(8) Las principales fuentes para este debate incluyen el gica o co 11e i en te d e i len i nisrn o » ( 77t e Three La ces o f Marxism
Biidleten oppozitsii de Trotsky, 4 vois. (Nueva York, 1973), [Nueva York, i 974j , p. 358). Véase también su solitaria pos­
y publicaciones trotskistas y de otras tendencias radicales apa­ tura en un estudio sobre este tenia en The Review: A Quaterly
recidas en Europa y en Estados Unidos. Diversos libros de in­ o f Pluralist Socialista (Bruselas), número 2-3 (1962), pá­
terés fueron resultado de este debate. Algunos de ellos son ci­ ginas 45-68.
tados más adelante. (20) Para una discusión de C an y Demschcr, véase VVal­
(9) Dwight M a c Do na ed en P a r Usan Review, Invierno te r LaQUEUR, The Late oj the Revoiution: /nierpretalion o f
de 1945, p. 186. Criticaba un artículo de James Burnham en Soviet L/istorv (Nueva York, 1967), pp, 96-108, 111-133.
el mismo número, «Len in ’s 1i eir», que afirmaba que «bajo ei (21) E. ( i . C a r r , Símiles in Revoiution (Nueva York,
poder de Stalin, la revolución comunista, no fue traicionada, 1964), p. 214.
sino realizada plenamente» (p. 70). Para un punto de vista (22) «Russia in Transilion». Dissent, Invierno de 1955,
metodológico similar véase P u c k e r, The Soviet Politicol p. 24; Russia m Transition, pp. 216-2 18; Russia after Stalin
Mind, p. 6. (Londres. 1969), pp. 21-22, 28-29, 33-34, y cap. 2 passim; y
(10) Michael K arpo vicm , «The Russian Revoiution of The Prophel Unarrned: Trotsky, 1921-1929 (Londres, 1966),
1917», Jo urn al o f M odern History, junio de 1930, p. 253. p. 463. Deutscher consideraba el «equilibrio entre cambio v

in n s )
con!inuiciad» como t'i ''problema mas difícil y complejo ni ción de Richard G re g o k a Resoluiions and Decisions o f i he
que se enfrenta el estudioso de la Unión Soviética». Negaba Com manís! P a r!y o f the Soviet Union. VoL 2 (Torom o,
que hüHieia «encontrado ningún equilibrio perfecto» en esta 1974), p. 38. Asimismo, véase Ron a Id H in g le Y. « T h e Cíe ve -
cuesiión i/ronics o f History j Londres, I966j. p. 234; Russia rest o f T hern A 11», 'Limes i. i i erary Supplemenf, i 8 de rnaizo
¡n Lransninn, p. 217). de 1983, v Sheila L ttz i’.vi Ríe k, The Russian R evoludon
(23) Estoy citando a Hannah Arcruh. Hablando de los (Nueva York. 1982), pp. 2-3, 108-109, 117, 141. 154. 1le basa
pai ñapantes en un congreso en 1967, decía: «Aquellos (pie do esta afirmación en un estudio de textos hisíérricos recientes
eran más o menos partidarios de la revolución de Lenin tam ­ de estudiosos de ambas generaciones y en reseñas académicas
bién justificaron a Staiin, mientras que aquellos que denun­ de cinco libros publicados en los años sel en í a que ir atan sobre
ciaban el gobierno de Stalin estaban seguros no sólo de que ¡as relaciones entre el bolchevismo y e! estalinismo: Roy A.
Lenin era responsable del totalitarismo cié Stalin sino de que M edvi-olv, Let H istory Jadge {Nueva York, i9 7 i); Soí./HE-
realmente per!onecía a ia misma categoría, de que Staiin era n i t s i n , The Culag Archipelago; U i .a m . Staiin; Roben C .

una consecuencia necesaria de Lenin» (Richard Pipes, ed,, T u c k e r , Staiin as Revolutionary (Nueva York, ¡97.3); Siep-
Revohtdonary Russia [Cambridge, Massaehuseirs. ¡968¡, pa­ hen F. C o h é n , Bukharin and the Bolshevik R evo lu d on: A
gina 345) Política! Biography. 1888-1938 (Nueva York, 1973).
Hay que mencionar también oirá tradición académica, (27) Corno ¡race, por ejemplo, M ed veo ev en Let H is­
que se "mantiene apartada de la corriente general. Algunos tory Jadge.
autores lian interpretado ¡a época de Stalin en ei contexto de (28) Víctor SeRGE en The New International., lebrero de
las tradiciones históricas y culturales rusas. Este énfasis en el 1939. pp. 53-55. Sobre la cuestión de las «raíces», véase tam­
persistente carácter ruso del estalinismo podría haberlos lleva­ bién T ko tsk y, Stalinism and Bolshevism, p. 23.
do a eoriceptuaiizar la disconiinuidad existente entre bolche­ (29) Thomas T. Hammonp, «Leninisí Auihoritarianism
vismo y esfalumino. En tugar de ello» eliminaron las diferen­ Befóte the Revoluíion», en Erne.si T Simmons, ed., Conti
cias calificando simplemente a am bos'de «comunismo» y nuity and Change in Russian and Soviet "Lhought (Cambrid
tratándolos como aleo continuo o rastreando el origen de las ge, MassadvuseUs, ¡955), p. i 56.
persistentes tradiciones remontándose a !a historia soviética (30) La cuestión de si el estalinismo puede ser definido
inicial. Véase, por ejemplo, Niehoías S. Tím asijiüT, The separadamente de sus excesos ha aparecido predominante­
C reat Retreat; The Growth and Declíne o f Commu/ustn in mente en los debates sobre el pasado realizados en la Union
Russia (Nueva York. 1946): B e rd y a e v , The Origin o f Rus- Soviética después del régimen de Stalin. Los historiadores re­
sian Commanism; Dinko Tom asic. The ímpact o f Russian visionistas soviéticos argumentaron, por ejemplo, que la co­
Culture on Soviet Conununisni (Glcncoe, 111, 1953); y Ed- lectivización llevada a cabo entre 1929 y ¡933 era incom pren­
sible: si la separábamos de sus excesos (peregihj. Un líder
ward Cranksmi a.w. Cracks in the Kremlin ¡Tal! (Nueva York,
19.5!). Más reciemememe. Zbagniew Brzez.inksi ha tratado la soviético se quejó de que para estos historiadores « la colecti­
vidad ón no fuera más que una cadena de errores, violaciones,
historia política soviética en términos de una «cultura política
crímenes, etc.» («Rech tov. D. G. Sturua». '/.aria vostoka, 10
rusa» dominante y autocrátíca. Interpreta el bojehevismo-
de marzo de 1966.) Al contestar a un escritor de samizdal,
leninismo como «una continuación de la tradición dominan­
Roy Medvcdev hace la misma afirmación: « L a esencia del es
te» y por tanto el estalinismo como <oma extensión.-más que
talinismo eran esos ''extremos tan imbéciles y salvajes’' que
una aberración . de lo que le precedió inmediatamente»
M ijailov consitiera un detalle insignificante» (O n Socialist
(«Soviet Politics: I-rom (he Enture lo the Fas!.?» en Paul
Dernocracy [Nueva York, i 975], pp. 398-399). P a ra una con­
Cocks, Roberl V, Daniels, Nancy W hittier Heety eds., The
cepción occidental del estalinismo sin tener en cuenta los «ex­
Dvnamics o f Soviet Potidcs (Cambridge, Massachusetts.
cesos excesivos», veáse N o v e , «W as Stalin R ca lly Neces-
1976j , cap. 17).
sary?».
(24) Maximilien Rubei en Pipes, ed., Revolutionary
O I ) Bukharin and the Bolshevik Revoludon, pp. 2-5 y
Russia, p. 316. Asimismo, véase Cyril E. BeaCK, ed., The
passim.
Transforma (¡on o f Russian Society (Cambridge, Massachu-
(32) Por ejemplo, los escritos de Bujarin influyeron con­
setts, 1967). p. 678; Theodore 11. Von Laui-, fP/n- Lenin?
siderablemente ia ideología leninista y bolchevique en lo rela­
W h y Stalin ? (Eiladelfia, 1964); Alee N ove. «W as Stalin
tivo.al imperialismo y el estado (ihid., pp. 25-53). En Lite
R cally Necessarv?» lincounter, abril de 1962, pp. 86-92, Un
Bolsheviks Come (o Pow er (Nueva York, 1976), Aiexander
defensor de ia teoría del desarrollo lineal dijo que ei «hecho Rabi'nowitch nos muestra un Partido Bolchevique en 1917
más destacable de la revolución, soviética... es su notable his­ dramáticamente distinto al estereotipo de una vanguardia
toria de continuidad» (A ¡ex Inkei.es, Social Change in Soviet conspiradora y disciplinada...un partido sensible a la política
Russia [Nueva York, 1971], p. 41). de'líase popular y apoyado por lamiisma. Para conocer ei im ­
(2.5) Moshe 1 í:-:vv¡n, Lenin ’s L,asi Struggie (Nueva York, pacto de la guerra civil en el Partido Bolchevique y en el nue­
1968) y Russian Reasants and Soviet Po w er (Bvanston, ¡11., vo gobierno soviético, véanse los trabajos de Adeim an. Rigby
1968), aparecidos ambos previamente en francés. De los li­ y Service.
bros que cabe definir como revisionistas en uno u otro sentido (33) Faimsod en Simmons, ed., Condnuity a n d Change
publicados en los años 70 citaremos: David Jorav.sk y, The in Russian and Soviet Thought, p. 179,
Lyssenko Á ffa ir (Cambridge, Massachnsetts, i 970); Sheila (34) Boris Souv.aiüne, «Stalinism», en M ilorad M.
b'¡ I /:•' \ I V •< K The Cominissariat o f Tnlightenment (Londres, Drachkovich. ecL, Marxism in the Modern W orld (Stanford,
i 970) y Educaban and Social M obility in the Soviet Union 1965), p. 102.
(Cambridge, 1979); ¡...oren G ra h a m , Science and Philosophy (35) .Jasny. Social ized A g ria d (a re o f the U S S R , p. 18.
in the Soviet Union (Nueva Y ork, 1972); T u c k e r, Staiin as (36) Corno señalé) una vez Isaac D e u ts c h e r. «'The En­
Revolutionary (1973); C on en, Bukharin a:nd the Bolshevik ture of Russian Society», Dissent, Verano de 1954, pp.
Revoludon (1973); Richard B, D ay, León Trofsky and (he 221-229. Asimismo, véase Roberl D. W a r t h , Lenin (Nueva
Politics o f TeononUc Isolationism (Nueva Y ork. ¡974); Vera York, 1973), p. 171. Y para conocer el comentario de un his­
Dunha.m. In Stalin s 'Lime (Cambridge, 1976); Roben C. toriador soviético sobre la norma en la historiografía soviéti­
Tucker, ed., ¡sssays in Histórica! Interpretativa (Nueva York. ca, véase cap. I. nota 57.
1977); Sheila F itz ic a tric k , ed,, Cultural Revoluíion in Rus­ (37) Dissent, enero-febrero de 1953, pp. 581 -582.
sia, ¡928-1931 (Bloomington, Ind.. 1978); Renda!! E. Bajees. (.38) Let Ífis ío ry Judge, p. 359.
Technology and Society Under Lenin and Stalin (Princclon, (39) Véase, por ejemplo, Zbigniew B r.'; /¡\kx¡ en Trea-
1978). Uno de. los primeros trabajos que cuestionó indirecta­ goid. ed., The Developinent o f die U SS R , p. 40.
mente las tesis de continuidad fue The Soviet Industrializa- (40) E. H. C a r r . What is H isto ry? (Londres, 1964).
don Dehcíie, 1924-1928 (Cambridge, Massachusetts, 1960) de p. 42.
Aiexander L.rlich. (41) 1fc aprendido mucho sobre este tema en discusiones
(26) L a primera observación procede de Adam B. con Moshe Lewin,
Ui.am , Stalin (Nueva York. 197.3), p. 362; véanse también las (42) La insistencia ele Aiexander Solzhcnilsin en que i a
páginas 282, 294, 362. Las otras dos pertenecen a la introduc­ ideología «tiene la completa responsabilidad de (ocio el derra-
marínenlo de sangre» es sólo mía reciente, aunque en cierto (51) Véanse, por ejem plo, [nkí-:u-;s. So cia l Change in
modo extremada, versión de la explicación {Pistilo vozhdíarn Soviet Russia, p. 41; y Bertrasvi 1). W o t.i'ü en Sam uel Hendei
Soveis'kogo Soiitza [París, 1974], p. 41). Para conocer las ver y Randolph L . B ra h a m , eds., 1 he U S S R u jier i-ijiy Yenes
siones académicas, véase, por ejemplo, U la m . The unfinis- ( Nueva Y o r k , i 967), p . 153.
h ed R e vola lian, p. 198; D o n a Id W . ’I'rsí a ó ü t ü , 7 1ven lieth- (52) T'ucki-k en Treagokí, ed. 7he ¿Jeve/opinettí oj íhe
Ceniury Russia (Chicago, 1959), p. 263; y Zbigniew K. Bkzia USSR, p. 33; Tucsci-k, Ihe Soviet Po la real Mtnd, pp. 18,
ZiNSk'i, Jdeology and Power in Soviet Polnics, ed. rev. ¡N ue­ 179. Véase también Neils Pnk R o s é n d fh ld t, Knowledge
va York, 1967), p. 42. and Pow er: The Role o! Siaiin's Secrei Ghaneellery in íhe So­
(43) El intérprete puede definir entonces «el estaliuis- viet Sysiein o f Governtneni {Copenhague, 1978).
m¡),, como un leninismo maduro» (Philip-Sí.-:lzníCk, I he (53) Sobre las «purgas» y la «lucha cié clases» véase por
Organiza! tonal Weapon [Nueva Y ork, 19s2], pp. 5, .59, 42, ejemplo el análisis de Roben M . SuzssPk. del libro de Brze-
2 i 6, y el artículo en el índice de ía p. 348). « E l pecado origi­ ziuksi, The Perm aneni Purge, en A m erican Slav-ic and Tosí
nal» del movimiento fue, según Ulam , «la codicia del poder a European Revtew, diciembre de 1.956, p p. 543-^46; y fu e
(Suüm . pp. 261, 265). Ki-R, The Soviet Política! Muid, pp, 55-56.
(44) N. OstNSKi en De vial y i sezd R K P (b). M areapre! (54) The Soviel PohTieal Mind, p. 135. Véase Con-
1920 goda: protokoly (Moscú, 1960), p. 115. Out-ST, Ihe Great ¡error, cap. 8, 13; MBtíVt.íiVi-v, Leí Llisiory
(45) Véase TivíaShiiív¡\ The Greai Retreai; Precienk C. Judge, cap. 6; ANl'üNOV-OvsEYhNKO, T he Time o f Stalin,
Bar<>is<)orN, Soviet Russian Nationalism (Nueva York, 2z‘ y 3.:1 parte. Conquest define la destrucción del partido
1956); Roben V. Daníí-ls, «Soviet 'Thoughí in i.he Nineteen «corno una revolución tan completa, aunque más disfrazada,
Thúties: An lnterpretative Sketch», en fvlichael Cinsburg y que cualquier cambio anterior en R u sia » (p. 25). Se puede
Joseph T. Shaw, ed.s., Indiana Slavic Siudies, 1. (Blooming- aprender mucho en las bibliografías no censuradas sobre las
ton, Indiana, 1956), pp. 97-135; y Paul Wn..t£N «Soviet Ar- diferencias entre la antigua élite bolchevique y la élite de! par­
chiteclure: Progress and Reacti.cn», Problerns of Cornmu- tido que surgió durante y después de Sa época del terror. Véa­
nism, noviembre-diciembre de 3953, páginas 24-34. Pos se, por ejemplo Eidúa Sn.vtiJNOVSK.AEa, Zhizji y kremle
intelectuales soviéticos han comentado el traslado del centro (Nueva York, 1982); Arnosht (Prnesi ) K o ia ia n . \ ! . ne
de atención desde las masas [¡asta los líderes. Véase M . V. dolzhny by!i tak zhit (Nueva York, 1982); Raisa Bdu.;, Suk-
Ni-chkina en Isioriia i sotsiologiía (Moscú, 1964), p. 238. hovei: vospomirtaniia gene.v.ku (Nueva Y o r k , 1983); y Raisa
Para tener un vivo ejemplo de esto, compárense las películas O r l o va M em oirs (Nueva York, 1983).
realizadas para conmemorar el décimo y ei vigésimo aniversa­ (55) Entre 1918 y 1933, hubo diez congresos del partido,
rio de la revolución ríe 1917: Octubre, o Diez días que conmo­ diez conferencias,, y 122 plenos dei Com ité. Genual- Entre
cionaron a! inundo ( i 927), y Lenin en Octubre (¡937). 19.34 y 195,3 f hubo tres congresos deí partido (sólo uno des­
(46) 1) \ n !;• i s «Soviet: T h o u g h t in tire N in eteen- pués’de 1939), una conferencia, y veintitrés plenos del Comité
Thúties», p, 130. Como anteriormente en ¡932, el antiguo Cenital (ninguno entre 194.1 y 1943, entre 1945 y 1946 ni entre
bolchevique Olmmsky se quejaba de que los cambios ideoló­ Í950 y 1951) (Soveiskaia istoricheskaia enisiklopediia, 8
gicos en la historiografía oficial de! partido estaban condu­ [Moscú, 1965], p. 275). Según M edvedcv, la expresión «sol­
ciendo hacia un «leninismo castrado» (citado en P. A, Sí...i-z-
dado del partido» fue sustituida por «soldado de Stalm» {Leí
POV, Isioriia A PS S -vazhneishüia úbshchestvennaia nauka
Hislory Ja d ge, p. 4Í9). Para un ejemplo del. culto al Estado,
¡Moscú, 1964], p. 11). Algunos recientes disidentes soviéticos
véase K, V. OsTKOvrrYANOv, The Role o f the State tn ihe So-
lian llegado a la conclusión de que el estaiinismo tenía poco
eialist Transformaban o f Ihe P'conomy t íf the U S S R (Moscú,
que ver coa las tradicionales ideas comunistas o socialistas.
1950). Parece ser que el papel del partido en el sistema dismi­
Véase, por ejemplo, Valerii Chaudzi.:, Pobedilel komnmniz-
nuyó algo a. causa de la política de guerra. Véase Sanlord R.
ma (Nueva York, 1981) y M . AüUkSKK, /deúiogiia naisional-
Pint-JiMAN, «The Evacuación o f Indusiry in ihe Soviet Union
bolshevizma (París, 1980). ....
During W orld W a r 11», Soviel Siu dies, enero de 1983, pp.
(47) Véase, por ejemplo, SiílzníC K , The Organiza!tonal
90-1 O Í
Weapon; y la introducción de S. V. U te g h in a IVhaí Is To
(.56) Vsesoiieznoe soveshchartie o merakh abichsheniia
Be D one? (Oxford, 1963), p. 15, de V. i. Lenin. Para una crí­
podgotovki nauchnopedagogicheskikh kadrov po ísioriches-
tica polémica pero electiva de esta teoría, véase Max
kim naukam, 18-2! de ¡cabria 1962 g. (M oscú, 1964), p. 242.
S h a C W T M a n , The Bureaucratie Revcduiton: The Rise o f íhe
(57) Com o argumentó Boris Sotjvasííní- en «Stalim sm »,
Stalinist S i a le (Nueva York, 1962), pp. 202-223. Como señaló
en U rachkovích, ed,, Marxisrn in ihe M odem World, pp.
Shachtman, unos cuantos intelectuales occidentales han des­
perdiciado ia oportunidad de citar con aprobación la predic­ 90-10?. Desde ia muerte de Stalin, el eufemismo oficial para
ción hecha por Trotsky en 1904: « P a organización del partido designar el estaiinismo ha sido, evidentemente, «culto a la
ocupará el lugar de! partido; eí Comité Central ocupará el lu­ personalidad».
gar de la organización; y finalmente e! dictador ocupará el (58) Compárense, por ejemplo, ías referencias a ía direc­
lugar del Comité Central». ción del partido, al ("omite Central, a ias ideas políticas, etc.,
(48) Véase Ocherki isioni kontmunisticheskoi p an ¡i en ias siguientes reuniones: X V l i l konjerenisiía vsesoíuznoí
Turkmenistana, 2.a ed. (Ashkhabad, 1965), p. 495; Ocherki koinmunisiicheskoi partii (b): sienografícheskií otchei (M o s­
istorii kommumsticheskoi partii Kaznkhsiana (Alm a-Ata, cú, 1932); X V ! l sez.d vsesoiieznot koinnntnisticheskoi parid
1963), p. 377. Y véase el testimonio sobre los años t¡‘cinta en (b), 26 tai iva n a -10 J re val tu 1934 g. st efiografiche.sk ii otchel
Roben. Conques"!", The Great Terror: Stalin ’s Pt/rge o f the (Moscú, 1.934); y X V I I sezd vsesoiuzruTi kommumslicheskoi
Thirties (Nueva York, 1968), cap. 8, 13; Mi-DVi:í)KV, Let ílis- partii (b), 10-21 maría 1939 ge sienograficheskíi oichet (M o s­
iory Judge, cap. 6; y Antón A ntünov-O vsiíyi-nko, The cú, 1939). Con forme pasaba el tiempo, se iba produciendo
Time o f Stalin (Nueva York, 198P), 2zl y 3.a parte. una prohibición parcial de la literatura sobre Lenin (Spravo-
(49) TijckI:: r , The Soviet Política! M i mi, cap. I y p. 2P2. chink parliinogo rbuinika [Moscú, 1957], p. 364). L a reduc­
(50) Nikolai B u ja r in , A' voprosu o trotskizme (Moscú, ción de la importancia de Lenin comenzó pronto. En el ani­
1925), p. 11. Un tratamiento diferente de este aspecto, la infa­ versario de la Revolución en noviembre de 1933, un
me prohibición de las tendencias en el partido en 1921 no fue, corresponsal americano contó en los escaparates de las tien­
como sugieren muchos intelectuales, la culminación de la tra­ das de la calle Gorkú 103 bustos y retratos de Stalin, 58 de Le­
dición bolchevique-leninista, sino un interno desesperado de nin y 5 de M arx (Eugene Lygns, M oscow Garrouse! [Nueva
unos dirigentes aterrorizados de suprimir o encauzar su pro­ York, 1935], pp. 140441).
pia tradición política. Como lamentaron ‘durante años los his­ (59) X V I! sezd, p. 68; V. K. O ltarzi-ü-vskíi, Stroitels-
toriadores oficiales, la historia del partido ha sido la histor ia levo vysotnykh zdamt y Moskve (M oscú, 1953), pp. 4, 214.
de las «luchas de las facciones» dentro del partido. M . C a í (60) Parece que el término estaiinismo había sido usarlo
SiNSKtl, Barba s uklo na mi ot general noi liniie partii: tsiori- en privado por los altos dirigentes y también por otras perso­
eheskii ocherk vnutripartiinoi borby posleoktiiabrskogo pe­ nas. Véase Nikita S. K ru s h c h iív , Knishchev Retnembers:
riodo, 2 .a ed. (Moscú, 1931), p. 4; y Sle p o v, isioriia K P S S , 7'he Tas! Testa i ríen l (Boston, 1974), p . 193; M:-.t;-\ cosa . I, et
p. 22. H islory Jitdge, pp. 506-507. lía sido utilizado en los escritos
sarmydal des-de ios anos sesenta. Ademas. ei adjetivo estad Banich Kni'í-Pax. The Social and Polittcai Thought o f l con
nisía lia '-¡¡do un término popular y cotidiano en el discurso Trotsky (O xf o r d , 1978}.
oral desde los años treinta. (76) B. Pri-oiírA /i u nskY. The New Econom ics (í...on-
(6 í ) i .a m id 111-:i kovsk y . «Ópe n i .el ter t o the Cen 1i a 1 don, 1965), pp. M O - lil; E r r io ie Soviet ¡ndusiri oi'rzation
C om m ilíe», Washington Post, 27 de abril de 1969. Debíate, pp. 32-59.
(62) Véase, por ejemplo, T re a g o r d , Twentiefh-C'entury (77) Como señaló posteriormente P r iió b r a z i uínsky,
Russia, p. ¡65; Ü l a m , Jhe Bolsheviks, p p. 467-468; Paul X V ! I sez/f p. 238.
Craig Rdiii kls. « “ W ar Com m unisnv': A Re-examínation-A. (78) Véase 1jíavin. Poli tica! Undereurrents in Soviet
Slavie Review, junio de Í970, pp. 238-261. Craig se muestra Econom ic Debates, caps. 2 y 3.
contrario a ia opinión de que el comunismo de guerra era ante (79) íbid.. pp. 68-72; CoHEN. Bukharin and /he Bolshe­
todo.de conveniencia, lo que él llama la «inferpreiación pre­ vik Revoludon, pp. 347-48.
dominantes. Esto no lia sido con ¡lim ado por un análisis de (80) C o h é n , Bukharin and the Bolshevik R cvolu íio h,
la literatura científica. pp. 328-329. Es ta c ites t ió n es t r a t ad a \c rt iend oen c uc n ¡.a el p a -
(63) I a última d ía es de Aíiam B. Ui.am. The Russian peí dirigente de Stalin en TUCKER, Stalin as Revolutionary,
Po litical System (Nueva York, 1974), p, 37. Las dos primeras caps. 12-14. Para una discusión sobre los temas de ¡a guerra
son de Asihur !’. ádam s, Stalin and ¡lis Times ( N u e v a York, civil en 1929-3!, véase Sheila LEEZ.EATtiiCK, ed., C u ltu ra l Re-
1972), p, 7; y .fohsi A , A rm k tro n g . ¡de o! o?, y Poli fies and i¡o I ti t io n in R ussia. 1928-1931 ( i i Io o m i ng I on , 1nd ia n a , 1978),
Governnw.nl ín the Soviet Union, 32' ed. (Nueva York, 1974). pp. 8-40.
p. 22. Asimismo, véase Baínsod, H ow Russia fs líuled, pp. (81) Pro vela, 28 de abrí! de 1929. y 21 de marzo de ¡93 1,
528-529; G u ría n , Bolshevism, p. 76; E it z í’a t r ic k , The R us- (82) P'.s cierto que el economista bolchevique M ija il I a-
sian Revolulion. pp. i 08--109, i 17; y Sol/.henitsien, TheGulag rin fue acusado de haber propuesto una «tercera revolución»
Archipelago, p. 292, donde se dice que «toda la N B P no era contra los kulaks en 1925. Pero Larin era una figura política
más que un cínico engaño». secundaria no afiliada a las fracciones dirigentes y una perso­
(64) T r e a D G O t i», Twentieth-Cferuury Russia. pp. 165, na de cuyas sugerencias no hacia caso nadie. M edvedev se
199, 258. equivoca a! sugerir que Larin era trotskista (Let H isfo ry Jud-
(65) Bukharin and the Bolshevik Revoludon, caps. 3, se, p. 97. Véase también D e u ts c h e r, S ta lin , pági­
5-9. nas 318-319).
(66) Para una discusión más completa, véase ihick, (83) Véanse ios libros de T u c k e r, Staiin as R e vo lu tio ­
pp. 53-57, nary y The Soviet Política! Mino, y su capitulo en Tuckt.r.
ed., Stalinism. pp. 77-108.
(67) Y, i. L e n ín , Soehmenrua, X X I ! (M oscú, 1931), pp.
(84) Me refiero aquí al orden interno soviético de
435-468.
1946-53, no a los cambios impuestos en Europa Oriental.
(68) 1 . H. C a r r . The Bolshevik Revolulion, 1! (Nueva
Desde el punto de vista del totalitarismo ahistórico t odavía se
Y o rk , 1952). pp. 51, 53, 98-99.
considera revolucionario y dinámico el régimen estalinista de
(69) Un ejemplo clásico es Nikolai 13i.ua RIN, Ekonamí-
1946-1953, Para un pimío de vista y una conclusión di le ren­
ka perekhodnogo periodo (Moscú, ¡920). Para un inte­
tes, véase TliCkim, The Soviet Política/ Mind. pp. 174,
resante estudio soviético sobre esla cuestión, véase 12. G .
186-190. El conservadurismo del último estalinismo es señala­
GiMPU-,.SON, uYoennyi kom niunizm »: politika, praktika,
do incluso en posteriores análisis oficiales. Véase, por ejem­
ideo 1og iia (M ose ú . 197 3).
plo. N. Sa u siik ín , O kulte lichnnsti i avtoritete (Moscú.
(70) Para una discusión sobre la NI P en estos términos,
1962). pp. 26, 32.
véase mí Bukharin and the Bolshevik Revoludon, pp.
(85) La te o ría de K h ru s h c h e v sitúa el auge d e l e s ta lin is ­
270-276; y Moshe L e w i n , Política! Undereurrents in Soviet
m o a p a rtir de 1934, fic c ió n que se m a n tie n e in c lu s o en e stu ­
¡■'.continué Debates (Princeton, 1974), caps. 4, 5, 12,
d io s más p o rm e n o r iz a d o s (S.-UJ-STiktN, O kulte líchnosti í av-
(71) Alfred G. M e y e r , «Lev Davidovich TroEsky», Pro-
torilete).
hletrts o f Gommunism, noviembre-diciembre de 1967, pp. 3 i,
(86) Pitra un debate más amplio sobre estos dos puntos,
37 y passitn. Asimismo, véase Leonard Set ¡ a p i r o , «Out of véase mi Bukharin and the Bolshevik Revolulion, pp
i.he. Dustbin of History». ibid., p. 8 6 ; R e -h e : a'-' Concise
314-315, 332-333; y M e d v e d e v . Let History Judge, pp.
I{ : s !■>/)■ of the Conunumsl Party, pp. 230-231; Basil 85-86, 89-90, 101, 103. Medvedev cuenta que muchas de las
D m y try s h y n , U S S R . 2 .a ed, (Nueva York, 197Í), p. 12!; órdenes de Síafin se daban « oralmente».
U la m , Stalin, p. 292, nota 3; e Isaac D e u t s c h e r . Stalin: A (87) Moshe L b w í n . «Society, State, and Ideology I tu
Po ü lieal Biography, 2.a ed. (Nueva York, 1967), p. 295, que ring the First Eive-Year Plan», in Eíízpatriek, ed., Cultural
parece contradecirse en p, 318, Revolulion in Russia, pp. 41-77. Véase también L k w in , Poli-
(72) C o m e n , Bukharin and the Bolshevik Revolulion, lical Undereurrents in Soviet Lconondc Debates, cap. 5; su
pp. 147-148, 186-188. Para una visión diferente de Staiin en artículo «Taking G ra in » en Ca. Abramsky, ed., Pssays in
los años veinte, véase T u c k e r , Stalin as Revolutionary, pp. Llonour o f E. II. C arr (Cambridge1, 1974), pp, 282-323; y su
395-404. T u c k e r afirma que gran parte del pensamiento pro­ artículo «The Social Backgronnd of Stalinism» en Tucker,
gramático de Bujarin era psicológicamente antil.élico a Stalin ed., Sfalinistn, pp, 111-136.
y que la política posterior de Stalin se presagiaba ya en las d i­ (88) M ed veo ev, Let History Judge, pp. 314-.3 15; A. I
ferencias de énfasis entre ambos, lideres. Aun asi, sigue siendo K h a v in . Kratkii ocherk islorti índustrializfítsii S S S P (Moscú,
evidente que había pocas diferencias significativas entre ellos 1962), pp, 305-306; A . Nekricm, 22 iiunia 194} (Moscú,
en el terreno de la política publica y la política respecto a las 1965), 2.a parte; y /\ntonov-Ovsí:'.YENK.o, The Tim e o f Stalin,
fracciones en 1924-1927. pp, 182-191,
(73) X I V se zd vseso i u~n oi kointn un istiche.sk o i par! ii ib). (89) Circulaban anécdotas, que todavía son un baróme­
1S-3I dekabria ¡925 g.: stenograficheskii otchet (Moscú, tro de la información y de la opinión pública soviéticas, sobre
1926), pp. 254, 494. el desastre. La siguiente circulaba por Moscú ai principio de
(74) C O H E N , Bukharin and the Bolshevik Revolutíon, I o s a ñ os l re i n t a; I ,o s dirigentes d el pa r t id o h a n si d o atac a d o s
caps. 6, 8. 9. por los piojos. Los médicos eran incapaces de acabar con
(75) Las ideas económicas de Trotsky y de la izquierda ellos, Un gracioso (supuestamente Radek, como de costum­
son tratadas de irían era elíptica y en cierto modo incongruente bre) propuso: «Colectivizad los piojos. Así la mitad de ellos
por Isaac Deutscher, aunque califica a T ro lskv de «reformis­ nio r ir ;í y 1a o Ira m i f ad huirá» (1. v on s. Moseo ir C a rrouse!, p.
ta» en política económica. (The Prophet Outcast: Trotsky. 3.34). Para relatos de primera mano sobre los años de colecti­
¡929-1940 [Londres, i 963], p. 110). Para estudios más am ­ vización. véase Vasily Grossm an, Dore ver Flow ing (Nueva
plios, véase Richard B. D a Y, León Trotsky and (he Politics Yo rk, 1972); Lev K ot’E.t EV. The Edttcatión o f a True Belie ver
o f T'.eonomie ¡solc.tion (Cambridge, 197 3); Lí-'.wiN. ¡d)litieal (Nueva York. 1980); y Pcíro G rk io ren k cj, Ademo irs (Nueva
Undereurrents in Soviet Economic Debates, caps. 1-3: Alee York. 1982). Asimismo, se han publicado frecuentemente en
N o vi-., .(New Liglst on T rotskii’s Bconom ic Víevvs». SIavie la Unión Soviética desde los años sesenta relatos biográficos,
Revie ív, Primavera de 1981, PP- 84-97; yen plan más general. a menudo disfrazados de «ficciones».
(90) Un superviviente nos dijo que el esiaímismo «no que era mas fuerte entre ios obreros, los funcionarios y la m
sólo destruyo a ¡a gente honesta, .sino que corrompió a la que lelligemsia. Sin embargo, esto deja ab-eno ei problema de los
seguía viviendo» ( Vsescnuznoe soveshchume, p. 270). Metí ve- orígenes sociales de estos grupos urbanos {l e! History Judge,
ilev también relaciona el aumento del culto con los desastres pp. 429-430). May muchos otros tesó morí ios personales sobre
de comienzos de los años treinta {Let History Judge, p. ¡49). la naturaleza religiosa y auténtica del cuito , un terna que vol­
Para una historia del culto, véase Robert C. Tuckl-R, «1 he veré a tratar en ei capítulo 4. Véase, po r ejemplo, Abraham
Rise of Stajin ’s Personaluy culi», American Histórica! AY Rrumbi-:rg, ed.. In Üuesi o f Justiee (N u e v a York, 1970), pp.
view, abrí! de 1979, pp. 347-366. La doctrina de Sa infalib ili­ 320, 329. Los estudios ciemsiicos soviéticos sobre la religión
dad de Síalin data probablemente de su famoso artículo «L1 a menudo son ínterprelados como analisis implícitos tlel esía-
vértigo del éxito» en marzo de 1930. A pesar'de las objeciones luusmo. Véase lu. A. LisvaDa, So isiu ín aia priroda rctigii
de algunos altos tlirisenl.es del partido, consiguió echar toda (Moscú, 1965).
la culpa de los «excesos» de la colectivización a los funciona (101) La expresión es de G. P o n h íR a n tz , en Brumbcrg,
rios locales. E l carácter novelesco, o mineo, de la ideología ed., In Quest o f Justiee, p. 327. Para o n estudio de! culto a
eslalinista todavía debe ser estudiado en un contexto histórico Lenin, véase Nina Tujíviarkín, Lenm Lives! (Cambridge,
y sociológico. Para un estudio de sus aspectos ideológicos,
M assac 11u se11s, 1983).
que desgraciadamente confunde ei bolchevismo con el estali­
nismo, veáse Román R f.d lik h , Sialinschina kak dukhovnyi
fenomen ( Frank ín n , í 97 i j ,
(9 !) Véase, por ejemplo, T r o ts k y , The Revoiution Be-
i ni veri; Sííac/htmaN. The Bureaucratie Revoiution; M.
Yvoi'v, W hai ¡las Become o f ¡he Russian Revoiution? (Nueva
York, 1937); Pe ser Mr: ver, «The So vi el Union: A New Class
Society», Poiities, marzo y abril de 1944, pp. 48-55, 81-55;
Adam K a ijia ía n , «W h o Are the Ruléis in Russia? » Dissefir,
primavera de 1954, pp. 144-156; D u la s , The /Ven' Class; y
'Tony C u r e State Capitahsm in Russia (Londres, 1974). Las
teorías tlel estalinismo basadas en la ciase burocrática tam ­
bién han sido expuestas por algunos recientes escritores de sa-
mizuat. Véase, por ejemplo S. Z o r in y N. Alt.k.sííís.v, «V re­
ñí ia ne zhdei» (1 eningrado, 1969); Seiütei, número 1
(septiembre de 1971), en Novoe russkoe slovo, i! de dieiem-
bre de 1972; y A. Zim'IN, Soísializm i neosialinizrn (Nueva
York, 1981).
(92) 4 ik k t:r, The Soviet Política! M ind, pp. 133-134.
(93) Véase, por ejemplo, Tímashi-:m:', 77) í Crea! Re-
ireat; y ía anterior nota 23.
(94) I . 11. CaRR, «S ia íin », Soviet Studies, julio de
1953, p. 3.
(95) Véase, por ejemplo, í’T íz p a tr ic k , ed., C ultural R e­
vota lian in Russia, pp. 8-40; y su libro Educa (ion and Social
M obihty in the Soviet Union, 1921-1934 (Cambridge, 1979).
(96) M i i v . Let History Judge, pp, 415-416, 536;
)•': i . v ¡ ri; k. Edueation and Social M obility in (he Soviet
Union; y Kerulail L. B a ilc s , Technology and Society Under
Lenin and Stalin: Origins o f the Soviet Technical Inudhgent-
sia, ¡9 )7 194! (Princetou, 1978). Podría aplicarse aquí e! con­
cepto de «revolución de los status» en la Alemania de Hitler,
creado por David Schoenbaum. Véase su libro H itle r’s Social
Revoiution (Carden City, Nueva York, 1967), caps, 8-9, ¡..a
popularidad personal de Sí. a Si n. es reconocida en las críticas
oficiales al estalinismo. Véase, por ejemplo, Kratkaia istoriia
SSSR , 1! (Moscú, 1964), p. 27L
(97) On Socialist Democracy, p. 346. Para un testimonio
similar sobre este tema, véase The Tintes (Londres), 25 de
mayo de 1937. Medvedev llama a este sentimiento popular
«crítica implícita de la burocracia», pero también podría ser
un seiuimienio anticomunista implícito.
(98) Para una discusión relacionada con esto, véase el
tratamiento que da Tucker a estos acontecimientos en el mis­
mo, ed., Sialinism, pp. 77-108. Y véanse también los trata­
mientos diferentes pero relacionados con éste tic Chalidze y
Agursky en ¡os trabajos citados anteriormente, nota 46.
(99) Para un análisis de la ficción eslalinista bajo este en­
foque, véase Vera S. D unham , In S ía lin ’s Time: Miridie-
class. Values in Soviet Literature (Cambridge, 1976). Sim ila­
res observaciones hace í. Zuzanísk, citado en Medvedev, l.ct
History Judge, p. 529; Hugh Seton-W atson, «The Soviet
Ruiing Class», Problems o f Com munism , mayo-junio de
1956, p. 12; y Frederiek C. B a r g h o o r n , Soviet Russian Na-
tionalism (Nueva York, 1956), p. 182. Para informes de pri­
mera mano que confirmen esta generalización, véanse las me­
morias citadas anteriormente, nota 54.
(100) Mí:¡>vi:Di;v, On Socialist Democraey, p. 346. Ln
otra parte Medvedev pone objeciones a la teoría según la cual
el culto a Stalin tenía sus primeras raíces en la tradicional reli­
giosidad rural, argumentando que se originó en la ciudad y

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