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DESARROLLO RURAL EN AMÉRICA LATINA Y COLOMBIA

Es un hecho contundente que el espacio rural en los países latinoamericanos ha venido


cambiando considerablemente con los años, enfrentándose hoy a escenario rural muy
diferente, basado en un carácter territorial, que permite visualizar los asentamientos
humanos y sus relaciones en un continuo rural-urbano expresado, entre otros aspectos,
en el desarrollo progresivo de actividades agrícolas no tradicionales y actividades no
agrícolas en el medio rural.
A los campesinos de América Latina básicamente luchan porque les quitan lo que, por
tradición, es de ellos: La tierra. Y se la quitan porque es esencial para todo el mundo, no
sólo porque de ahí sale la yuca, papa, lechuga que nos comemos, y todo lo que sirve para
hacer combustibles y mover la industria; sino porque ser propietario de tierra da poder.
La pelea por la parcelita, la finquita, el terrenito, la propiedad, se deben a las ganas de
acaudalar y acaudalar que han provocado conflictos terribles en muchos países. Y
aunque a todos les preocupa el campo y que produzca, siempre son los campesinos los
que salen perdiendo. Hasta 2016, ochenta millones de las personas que viven en zonas
rurales de América Latina son pobres, y de ellas según CEPAL, 48 millones ni siquiera
tienen lo necesario para una canasta básica de comida. América Latina es la región del
mundo que tiene la peor distribución de la tierra: Unos pocos y poderosos tienen mucha, y
los campesinos nada. Por eso a muchos les ha tocado, o molerse el hombro y trabajar
para los grandes terratenientes ganando muy poco, o irse a las ciudades a ver cómo
sobreviven, alejados de sus tradiciones, de sus territorios y de lo que saben hacer.
Y aunque ha habido muchos movimientos que durante años han exigido sus derechos, no
ha habido revolución, reforma agraria o acuerdo de paz que haya logrado que el
campesino tenga su tierra que haga parte de su patrimonio familiar, que la pueda trabajar
sin que nadie lo explote y que, sobre todo, pueda vivir de eso.
Referente al acuerdo de paz el año pasado. Se contemplo la posibilidad de mejorar el
campo en Colombia, que contiene tres grandes problemas. Primero, 58,4% de los
hogares rurales no tienen acceso a la tierra en Colombia, en segundo lugar, los
campesinos que sí tienen tierra, tienen problemas de titulación, más de la mitad no
pueden probar que es de ellos, y tercero, la tierra esta en muy pocas manos, ya que el 1%
tiene el 42,8% de las hectáreas rurales del país, es decir, estos grandes propietarios
tienen casi la mitad de las tierras en Colombia.
Y todo esto han estancado al campo, el porcentaje de campesinos no tienen maquinaria
(83,4%), sistemas de riego (81,9%), asistencia técnica (90%), ni construcciones
productivas (83,2%), a todo esto se le sumamos el conflicto armado que reduce el PIB
agrícola 5,8% cada año. Entonces lo que buscaba este punto del acuerdo buscaba
arreglar todo esto. Se planteó crear un fondo de tierras para repartir 3 millones de
hectáreas en 10 años, un espacio tan grande como el departamento del Santander, y
también aclarar quiénes son los dueños de otros 7 millones de hectáreas, además
agregar vías terciarias, sistemas de riego, cobertura eléctrica, vivienda y agua potable.
Con la incógnita que no se iba a hacer.
En el país ya se ha propuesto varias reformas agrarias (Ley de tierras), Ley 100 de 1936,
Ley 200 de 1944, Ley de 135 de 1961, Ley 160 de 1994 (y otras propuestas). Los críticos
a este acuerdo dijeron que era muy ambicioso. En el gobierno de Duque se proponía
modificar el acuerdo, aunque en realidad significaba acabarlo. El costo político de
desmantelar partes del acuerdo sigue siendo muy alto. No pudo acabar con la Jurisdicción
Especial para la Paz, mecanismo transicional para llevar a cabo el acuerdo, por la presión
que ejercieron la comunidad internacional, organizaciones de víctimas y de derechos
humanos, expertos en justicia transicional y gran parte de la sociedad civil colombiana.
Hasta hace dos meses el presidente Duque se opuso a seis artículos de la Ley estatuaría,
entre ellos, extradición, crímenes más graves, reparación de víctimas, competencias de la
fiscalía, que se debatieron en el congreso.
En América Latina por ejemplo, con la revolución agraria mexicana se crearon tierras
colectivas que permitían el bienestar de los campesinos, pero con la reforma de la
constitución del 92 se permitió la venta de esas tierras y muchas empresas se tomaron el
control del campo. En El Salvador, para que la tierra no quedara en pocas manos, dijeron
que cada persona podía tener máximo 245 hectáreas de propiedad rural. Y la idea era
agarrar las conglomeraciones y repartirlas entre los campesinos sin tierra. Veintiséis años
después tiene a los campesinos viendo un chispero. Y algo parecido les pasó a los
bolivianos y a los paraguayos: Después de sus anheladas reformas agrarias, los
campesinos bolivianos recibieron sólo el 8 % de la tierra distribuida. Y en Paraguay, las
personas más poderosas quedaron con cuatro veces más tierras que los demás. ¡Bravo!
Y la cosa sigue: en Guatemala, muchos de los campesinos que habían recibido unas
tierritas con los acuerdos de paz, tuvieron que venderlas y se dio paso a grandes
plantaciones de palma de aceite.
Es el país más desigual de todo el continente, un millón de hogares campesinos viven en
un espacio menor que el que tiene una vaca para pastar. No es raro, ya que a los
campesinos les quiten su tierra viene desde hace mucho tiempo. En la colonia las élites
se esforzaron para acumular tierra y así ser ricos, y ahora son los grandes terratenientes y
las grandes empresas nacionales y extranjeras las que acaparan los campos.

Todos sabemos que está bien que haya grandes cultivos, ganadería, madera y que los
minerales e hidrocarburos son necesarios y un gran aporte para la economía del país,
pero lo que ha pasado es que ha habido muy poco control, se cometen abusos contra los
campesinos que quedan en la impunidad. En nuestros países ser campesino se ha vuelto
sinónimo de: desplazamiento, desalojo, represión, ¿o no?

Unos ejemplitos: En Honduras y El Salvador, grupos criminales obligaron a cerca de


8.000 familias a vender sus tierras para así dejar libre la zona por la que van a traficar
cocaína. En Guatemala, más de ochocientas familias del Valle del Polochic fueron
expulsadas de manera violenta de sus tierras, cuando la familia Fudman decidió ampliar
sus plantaciones de caña de azúcar. En México, los carteles de la droga han sacado a
más de 325 mil familias de sus tierras para sembrar cultivos ilícitos. En Brasil, hasta 2015
encabezaba el ranking mundial por tercer año consecutivo de asesinato de decenas de
campesinos han sido asesinados por su resistencia a la gran industrialización del campo.
Y en Argentina, en el tétrico septiembre negro, hubo un brutal desalojo masivo de familias
campesinas que sacaron de las tierras que ellos habían cosechado por generaciones,
porque aparecían unos supuestos dueños que ahora la reclaman. Además, los
campesinos siempre quedan entre la espada y la pared; En Perú, se masacró a 69
personas en el Sendero Luminoso, Ayacucho, como "sanción ejemplar" para la
comunidad que se había resistido a ayudar a este grupo guerrillero. Y en Colombia,
durante 54 años de guerra, se despojaron más de seiscientas mil hectáreas de tierra. De
estas, la mitad pertenecía a pequeños campesinos.

También es un problema que ellos exijan lo que es de ellos. En dos décadas, asesinaron
a 115 campesinos paraguayos que defendían la economía familiar de las grandes
corporaciones. La mayoría de líderes campesinos de Tratayén, en Argentina, han sido
judicializados por oponerse al fracking en sus territorios. Se criminalizó la protesta social
en Perú que se oponía a la megaminería. E, incluso, en Colombia el Estado negó que
había un paro agrario y se ha estigmatizado y desprestigiado a todo el que no quiere que
su forma de vida se vea afectada por la llegada de la gran industria.

El día en que se deje de pensar que el campo es un lugar mágico, del que salen
productos como si nada y entonces se reconozca que hay gente que vive de él, cuida de
él, sabe de él y que, además, la han desplazado de él. Ese día los campesinos dejarán de
ser los que siempre llevan del bulto en esta región.

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