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choacán, 1749-1810, México, fce, 1994; “Tridentine Catholicism and Enlightened Despotism
in Bourbon Mexico” en Journal of Latin American Studies, vol. xv, 1983, pp. 1-22. Albert
Meyers y Diane Elizabeth Hopkins, Manipulating the Saints: Religious Brotherhoods and
Social Integration in Postconquest Latin America, Hamburg, Wayasbah, 1988. Francisco
Santiago Cruz, Las artes y los gremios en la Nueva España, México, Jus, 1960. Manuel Ca-
rrera Estampa, Los gremios mexicanos. La organización gremial en la Nueva España, 1521-
1861, México, ediapsa, 1954. Alicia Bazarte Martínez, Las cofradías de españoles en la ciudad
de México (1526-1864), México, uam-Azcapotzalco, 1989. Pilar Martínez López-Cano, Gisela
von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz (coords.), Cofradías, capellanías y obras pías en la
América colonial, México, unam, 1998, (serie Historia Novohispana, núm. 61)
2 Archivo General de la Nación (en adelante agn) Bienes Nacionales vol. 1170, exp. 5.
1788 y vol. 574, exp. 4. 1788.
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ron tierras por medio de cesiones y compras que luego fueron culti-
vadas o arrendadas; además, prestaron dinero excedente a rédito para
incrementar sus reservas. Los préstamos se hacían principalmente en
dinero pero muchos consistieron en animales o trabajo.5 ¿Qué tipo
de bienes tenían las cofradías? ¿Cómo se distribuyeron los recursos?
¿Cuáles fueron los sistemas de trabajo? ¿Cómo se administraron los
bienes?; ¿A quién pertenecían? Se solía repartir el excedente de capi-
tal entre los cofrades y otros prestatarios al 5% de interés para sufra-
gar los costos del culto y especialmente de la fiesta, momento cumbre
de la celebración del pueblo como comunidad junto a su santo pa-
trono. La cofradía fue una institución importante para conservar, por
medio del cristianismo, el patrimonio comunal de los pueblos, pero
también su identidad y memoria.
En un sentido económico, las cofradías se fundaron como respuesta
colectiva a la pobreza de muchas comunidades indígenas, a la despo-
blación provocada por las epidemias, a los cambios económicos sufri-
dos por los movimientos de la población y a la imposición del tributo.
Sin embargo, todas estas razones también funcionaron para limitar los
recursos de la cofradía.6 Un estudio comparativo de los ingresos y gas-
tos de las cofradías podrá iluminar las condiciones económicas de los
pueblos, las relaciones sociales y políticas a su interior así como con las
autoridades y hasta las razones del abandono del terruño por unos y la
llegada al pueblo de otros.
Como instituciones económicas y financieras, muchas hermandades,
tanto rurales como urbanas sostuvieron a las parroquias, iglesias y capi-
llas así como a muchos curas y capellanes y sufragaron los gastos del cul-
to tanto público como privado. Como cuerpos privados, las cofradías
invirtieron sus capitales excedentes en préstamos a individuos como
mineros, hacendados y comerciantes y a otros cuerpos como ayunta-
mientos, cofradías, Consulados, la Corona y a la Iglesia.7
5 Ibidem, pp. 241- 257.
6 Ibidem, p. 256.
7 Aunque los libros de cuentas son una fuente básica para detectar los préstamos de
una cofradía, otra vía, aunque más complicada, es seguir los protocolos de préstamo en los
archivos de notarías. Algunos de los problemas asociados con esta fuente: no conocer los
nombres de los notarios de las cofradías o que no exista índice. En estos casos, se tendrá
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que buscar en los libros de cada notario, un trabajo a veces insuperable pero que si se tiene
perseverancia y se encuentran los notarios que asentaban las transacciones crediticias, de
compra y venta y los testamentos de los miembros de las cofradías, se tendrá una veta muy
rica de información seriada.
8 Pilar Martínez López-Cano, Gisela Von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz, Cofradías,
capellanías y obras pías.
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los casos, las actas ya no existen y en el mejor de los casos sólo existen
actas intermitentes que no permiten al historiador seguir los asuntos y
las resoluciones a lo largo del tiempo. Las constituciones sí existen en
abundancia; allí se pueden ver las normas a seguir para la elección de la
mesa directiva, cuántos la debían integrar y la duración de cada cargo.
También contienen descripciones de cada cargo, junto con sus corres-
pondientes obligaciones y derechos. Se estipulaba claramente que los
miembros de la cofradía debían votar por sus autoridades de manera
secreta depositando un papelito en una urna. El análisis de las constitu-
ciones y especialmente de las actas proporciona información invaluable
para la reconstrucción de la vida institucional de estas comunidades
locales que demuestra las formas cotidianas del quehacer político en
una sociedad tradicional.
Las cofradías eran muy celosas de sus privilegios y autonomía. Un
acercamiento a sus constituciones y actas revela sus percepciones y me-
tas y nos ayuda a entender sus conceptos y reacciones frente a los asun-
tos día a día. Lo más discutido fueron la administración y distribución
de los dineros, los arreglos para las procesiones y la fiesta patronal, así
como los preparativos para la celebración de las misas de aniversario de
los difuntos cofrades y los entierros.
Pero no todo fue amistoso. Se dieron conflictos y luchas por el poder
constantemente. El análisis de las hermandades nos ayudará a entender
una sociedad que buscaba el bien común por medio de la hermandad
y la negociación de beneficios y privilegios mientras, a la vez, debía re-
solver lo contencioso generado por una sociedad con exclusividades.
Las controversias entre cofradías y entre hermandades y las autoridades
eclesiásticas, virreinales y reales se daban casi siempre en torno a sus
privilegios y preeminencias. En este universo estamental y ritual, las lu-
chas surgían, por ejemplo, cuando una cofradía más antigua quedaba
relegada en el orden procesional por otra de más reciente creación o
con menos prestigio. No se debía trastocar el orden especialmente en
las procesiones ya que cada cuerpo tenía legitimidad propia y derecho a
su lugar que debía reconocer al comunicar su poder. Referencias a asun-
tos de preeminencia se ven en cartas dirigidas al virrey o en litigios que
terminaban en la Audiencia o en el Consejo de Indias. Lo contencioso
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nos informa acerca de las percepciones de poder y del ejercicio del mis-
mo en un ámbito donde cada cuerpo gozaba de sus propios derechos,
debiendo debía recurrir a la conciliación para el arreglo de la contro-
versia. Otros documentos que pueden proporcionar datos sobre este
tema son los edictos, bandos y órdenes reales, además de los edictos
episcopales y las cartas y visitas pastorales.
El momento cumbre de cada cofradía era el día de su santo patrón.
En esa ocasión se vestía al santo a todo lujo y se sacaba orgullosamente
en procesión seguida por todos sus miembros. El momento demostra-
ba públicamente el tamaño, el poder de la cofradía y la belleza física
y fortaleza espiritual de su imagen. La fiesta era el momento cuando
la imagen y los cofrades salían de la exclusividad de su capilla para
manifestarse en público y ofrecer a todos los dones milagrosos de su
Cristo, Virgen o santo en un acto de caridad pública manifiesta. Tam-
bién era la instancia para demostrar a todo el público la fe y la intensa
devoción que se tenía al patrono que dotaba a la cofradía de cohesión
y fraternidad.13 ¿Cuántos miembros integraron a las cofradías pode-
rosas? ¿Las menos importantes se agregaron a las grandes para com-
partir poderes y privilegios? De nuevo, las listas de miembros son las
fuentes más idóneas para indicar el tipo de cofradía, si aceptaba a
todos los que solicitaran la entrada o si tendía a ser más exclusiva; si se
mantenían como miembros las mismas familias a lo largo de los años;
si conservaron su membresía o la aumentaron o, por el contrario, se
fue extinguiendo hasta quedar únicamente el nombre. Estos estudios
pueden complementar los análisis demográficos de una zona para ver
patrones de migración y de asentamiento así como procesos de mesti-
zaje. En cuanto al comportamiento del cofrade tanto a nivel particular
como público, las constituciones dicen mucho a nivel formal mientras
que para ver la riqueza de la cofradía y la importancia de su imagen se
puede recurrir a los inventarios de bienes como los objetos de culto,
vestimentas y joyas.
13 Algunas descripciones de procesiones se encuentran en Agustín de Vetancurt, Teatro
mexicano. Descripción de los sucesos ejemplares, históricos, políticos, militares y religiosos
del nuevo mundo occidental de las Indias, México, Porrúa, 1971. Antonio de Robles, Diario
de sucesos notables (1665-1703), 3 vols., México, Porrúa, 1946. Gregorio M. de Guijo, Diario
1648-1664, 2 vols., México, Porrúa, 1952.
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14 Por ejemplo “[…] te pido por sus méritos, tengas misericordia de mi, librándome de
todos mis males con que lo ilustraste para que como San Homobono te sirva en esta vida y
te goce en la otra. Amén”, agn, Bienes Nacionales, vol. 871, exp. 2.
15 Sobre el tema de la salvación y las cofradías v. Alicia Bazarte Martínez y Clara García
Ayluardo, Los costos de la salvación. Las cofradías y la ciudad de México (siglos xvi-xix),
México, cide-ipn-agn, 2001.
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cofradía y si los cofrades vivos rezaban por los difuntos, los difuntos
también oraban por sus hermanos en el mundo. De esta manera se tejió
una red física y metafísica que albergó a los cofrades en el mundo mate-
rial y en el eterno.
Las actitudes, percepciones y acciones de los fieles de tiempos pasa-
dos sólo se entienden acercándonos a sus mundos; por esto la impor-
tancia de leer y de entender las distintas fuentes que generaron estas ins-
tituciones que ayudarán en la comprensión de las sociedades cristianas
del pasado. Las cofradías ofrecieron consuelo y soluciones para sortear
la incertidumbre del más allá al proporcionar oraciones y misas colecti-
vas continuas para rescatar las almas de los cofrades que se encontraran
en el purgatorio. Así, unieron un acto de caridad, con la acumulación
de gracia y con el acto de liberación del alma que, una vez en el cielo,
reciprocaría rezando por sus hermanos vivos. Las cofradías fueron las
instituciones que más vincularon de manera evidente y desde las accio-
nes de los mismos fieles, a la asamblea purgante, militante y triunfante
de los creyentes.
Los documentos más informativos para ver estos aspectos centrales
de las cofradías son, de nuevo, las actas y constituciones pero, especial-
mente, las patentes de las cofradías y los sumarios de indulgencias. Hay
miles de patentes, tantas como existieron cofrades, porque fueron las
cartas de pertenencia de los fieles a las cofradías. Estos papeles existen
en los fondos de las cofradías y de las iglesias e incluso pueden aparecer
en archivos particulares o en lugares inusitados. Las patentes fueron las
cartas compromiso entre el cofrade y la cofradía especialmente cuando
la cofradía era retributiva. A la muerte del cofrade, el familiar presen-
taba la patente al tesorero de la cofradía para que se le entregaran los
25 pesos o se le pagaran los costos de la mortaja o del entierro. Si un
cofrade había sido capaz de pagar las cuotas semanales de varias cofra-
días, entonces las patentes también actuaron como un tipo de seguro de
vida por el cual se podía acumular dinero en efectivo, así como pagar
los costos de la muerte. Tanto en las cofradías retributivas como en las
devocionales se especificaron las obligaciones en cuanto a la cantidad
y frecuencia de las oraciones y misas. Para entender estas prácticas es-
pirituales y de fe, se hace un estudio comparativo entre los diferentes
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16 “Concede su Santidad a los dichos cofrades, así y estando así contritos y confesa-
dos, y habiendo recibido el Santísimo sacramento de la Eucaristía, y en el artículo de la
muerte invocaren el piadoso nombre de Jesús, si no pudieren con la boca, con el corazón,
indulgencia plenaria y remisión de todos sus pecados.” Sumario de indulgencias de la pía
y devota cofradía de los gloriosos santos san Crispín y san Crispiniano, agn, Indiferente
General, caja 23.
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