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Prof.: Alumnos:
Francia Andrade Andrea Lalo 17-00128
Sección 1
Cuando Albert Rivera visitó Caracas, por las redes sociales corrió un 'meme' con la
foto de su llegada al aeropuerto, rodeado de decenas de cámaras, micrófonos,
grabadoras y periodistas. “Cuando vas a Venezuela a denunciar que no hay libertad
de expresión y te reciben así”, decía el texto. Viendo la imagen, cualquiera diría que
es cierto, que los venezolanos no se pueden quejar de falta de libertad de expresión
ni de censura, porque tanto el candidato como los ex presidentes José Luis
Rodríguez Zapatero y Felipe González han paseado por la capital y hecho
declaraciones. Porque los mismos opositores al Gobierno de Nicolás Maduro hacen
ruedas de prensa y manifestaciones. Porque por las redes sociales se escribe lo que
se quiere. Porque, al contrario de lo que pasa en México y Colombia -y por suerte-,
los periodistas no son objeto sistemático de secuestros y asesinatos. Pero, como casi
todo lo que se habla de este país -el dólar paralelo, la escasez, la dinámica política-,
hay que dar algunas vueltas para lograr explicarlo.
Estas citas que tienden a volverse naturales, comprenden diversos emisarios de poder
en el sector estatal, privado e independiente. Su recurrencia debe significar un primer
llamado de atención que necesita respuestas, no sólo para preservar las libertades
periodísticas, sino para garantizar los principios básicos de la democracia. Estos son
elementos que deben llamar a la reflexión ante un panorama de país en el que la actuación
de grupos económicos, políticos y sociales son característicos de una sociedad en la que
prevalece la opacidad y otras desviaciones que han debilitado la independencia y la
autonomía de sus instituciones.
Resulta preocupante que, luego de hacer una revisión integral del ejercicio del
periodismo en Venezuela, surjan evidencias que afiancen la percepción de que los
periodistas y trabajadores de los medios de comunicación sean parte de los conflictos
sociopolíticos de Venezuela, aún por encima de las dificultades económicas, sociales y
culturales. De alguna manera, estas perspectivas se demuestran con señalamientos
constantes de diversos grupos de poder estatal y privados, orientados a criminalizar y
desprestigiar con un verbo hostil la importancia que tiene el periodismo como ejercicio de
denuncia, información y contraloría social para la sociedad democrática.
Tan solo en Mayo hubo 40 agresiones hacia periodistas, el mes más virulento para
el gremio en lo que va de año, según el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).
Marianela Balbi, directora ejecutiva de esta ONG, explica que son agresiones
sistemáticas y que, a diferencia de otros países donde las mayores partes de las
agresiones vienen del crimen organizado y el Gobierno garantiza la libertad de
expresión, “aquí es el actor agresor, es un Estado victimario”.
Entre tanto, el estudio muestra los incidentes con los equipos de trabajo de los
equipos reporteriles. A 12% de los periodistas encuestados les han dañado sus herramientas
de reporterismo; 11% ha sido víctima de robos y 9% denuncia que los Cuerpos de
Seguridad del Estado les han confiscado equipos y materiales de trabajo.
http://sinergia.org.ve/2017/04/04/estudio-2016-censura-y-autocensura-en-periodistas-y-medios-
de-comunicacion-en-venezuela/