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BIENVENIDO, BOB

Originalmente publicado en La solamente en la más larga de las noches, boca hacia el compañero que terminaba
Nación (Buenos Aires), 1944 con una pila de monedas de diez sobre siempre por mirarme y duplicar en
su mesa de la cantina del club, para silencio el silencio y la burla.
gastar en la máquina de discos. Casi A veces me sentía fuerte y trataba
ES SEGURO QUE cada día estará más
siempre solo, escuchando jazz, la cara de mirarlo: apoyaba la cara en una mano
viejo, más lejos del tiempo en que se
soñolienta, dichosa y pálida, moviendo y fumaba encima de mi copa mirándolo
llamaba Bob, del pelo rubio colgando en
apenas la cabeza para saludarme cuando sin pestañear, sin apartar la atención de
la sien, la sonrisa y los lustrosos ojos de
yo pasaba, siguiéndome con los ojos mi rostro que debía sostenerse frío, un
cuando entraba silenciosamente en la
tanto tiempo como yo me quedara, tanto poco melancólico. En aquel tiempo Bob
sala, murmurando un saludo o
tiempo como me fuera posible soportar era muy parecido a Inés; podía ver algo
moviendo un poco la mano cerca de la
su mirada azul detenida de ella en su cara a través del salón del
oreja, e iba a sentarse bajo la lámpara,
incansablemente en mí, manteniendo club, y acaso alguna noche lo haya
cerca del piano, con un libro o
sin esfuerzo el intenso desprecio y la mirado como la miraba a ella. Pero casi
simplemente quieto y aparte, abstraído,
burla más suave. También con algún siempre prefería olvidar los ojos de Bob
mirándonos durante una hora sin un
otro muchacho, los sábados, alguno tan y me sentaba de espaldas a él y miraba
gesto en la cara, moviendo de vez en
rabiosamente joven como él, con quien las bocas de los que hablaban en mi
cuando los dedos para manejar el
conversaba de solos, trompas y coros y mesa, a aveces callado y triste para que
cigarrillo y limpiar de cenizas la solapa
de la infinita ciudad que Bob construiría él supiera que había en mí algo más que
de sus trajes claros.
sobre la costa cuando fuera arquitecto. aquello por lo que había juzgado, algo
Igualmente lejos —ahora que se
Se interrumpía al verme pasar para próximo a él; a veces me ayudaba con
llama Roberto y se emborracha con
hacerme el breve saludo y no sacar los unas copas y pensaba “querido Bob,
cualquier cosa, protegiéndose la boca
ojos de mi cara, resbalando palabras andá a contárselo a tu hermanita”,
con la mano sucia cuando toso— del Bob
apagadas y sonrisas por una punta de la mientas acariciaba las manos de las
que tomaba cerveza, dos vasos
muchachas que estaban sentadas a mi recostado contra el piano— empuje con en el borde de cada última vibración era,
mesa o estiraba una teoría sobre mi mano izquierda una tecla grave y al fin encontrada, la única palabra
cualquier cosa, para que ellas rieran y quedé ya obligado a repetir el sonido pordiosera con que podía pedir
Bob lo oyera. cada tres segundos, mirándolo. tolerancia y comprensión a su juventud
Pero ni la actitud ni la mirada de Yo no tenía por él más que odio y implacable. Él continuó inmóvil hasta
Bob mostraban ninguna alteración en un vergonzante respeto, y seguí que Inés golpeó la puerta del dormitorio
aquel tiempo, hiciera yo lo que hiciera. hundiendo la tecla, clavándola con una antes de bajar a juntarse conmigo.
Sólo recuerdo esto como prueba de que cobarde ferocidad en el silencio de la Entonces Bob se enderezó y vino
él anotaba mis comedias en la cantina. casa, hasta que repentinamente quedé caminando con pereza hasta el otro
Tenía un impermeable cerrado hasta el situado afuera, observando la escena extremo del piano, apoyó un codo, me
cuello, las manos en los bolsillos. Me como si estuviera en lo alto de la escalera moró un momento y después dijo con
saludó moviendo la cabeza, miró o en la puerta, viéndolo y sintiéndolo a una hermosa sonrisa: “Esta noche es una
alrededor enseguida y avanzó en la él, Bob, silencioso y ausente junto al hilo noche de lecho o de whisky? ¿Ímpetu de
habitación como si me hubiera de humo de su cigarrillo que subía salvación o salto en el vacío?”.
suprimido con la rápida cabezada: lo vi temblando; sintiéndome a mí, alto y No podía contestarle nada, no
moverse dando vueltas a la mesa, sobre rígido, un poco patético, un poco podía deshacerle la cara de un golpe;
la alfombra, andando sobre ella con sus ridículo en la penumbra, golpeando cada dejé de tocar y fui retirando lentamente
amarillentos zapatos de goma. Tocó una tres exactos segundos la tecla grave con la mano del piano. Inés estaba en la
flor con un dedo, se sentó en el borde de mi índice. Pensé entonces que no estaba mitad de la escalera cundo él me dijo:
la mesa y se puso a fumar mirando el haciendo sonar el piano por una “Bueno, puede ser que usted improvise”.
florero, el sereno perfil puesto hacia mí, incomprensible bravata, sino que lo El duelo duró tres o cuatro meses,
un poco inclinado, flojo y pensativo. estaba llamando; que la profunda nota y yo no podía dejar de ir por las noches
Imprudentemente —yo estaba de pie que tenazmente hacía renacer mi dedo al club —recuerdo, de paso, que había
campeonato de tenis por aquel tiempo— había dejado de ser burlona y me sonreí, dejé de mirarlo. “No, no se va a
porque cuando me estaba por algún enfrentaba con seriedad y un intenso casar con ella porque una cosa así se
tiempo sin aparecer por allí, Bob cálculo, como se mira un peligro o una puede evitar si hay alguien de veras
saludaba mi regreso aumentando el tarea compleja, como se trata de valorar resuelto a que se haga”. Volví a
desdén y la ironía en sus ojos y se el obstáculo y medirlo con las fuerzas de sonreírme. “Hace unos años —le dije—
acomodaba en el asiento con una mueca uno. Pero yo no le daba ya importancia y eso me hubiera dado muchas ganas de
feliz. hasta llegué a pensar que en su cara casarme con Inés. Ahora no agrega ni
Cuando llegó el momento de que inmóvil y fija estaba naciendo la saca. Pero puedo oírlo, si quiere
yo no pudiera desear otra solución que comprensión por lo fundamental mío, explicarme...”. Enderezó la cabeza y
casarme con Inés cuanto antes, Bob y su por un viejo pasado de limpieza que la continuó mirándome en silencio; acaso
táctica cambiaron. No sé cómo supo mi adorada necesidad de casarme con Inés tuviera prontas las frases y esperaba a
necesidad de casarme con su hermana y extraía de debajo de los años y sucesos que yo completara la mía para decirlas.
de cómo yo había abrazado esa para acercarme a él. “Si quiere explicarme por qué no quiere
necesidad con todas las fuerzas que me Después vi que estaba esperando que yo me case con ella”, pregunté
quedaban. Mi amor por aquella la noche; pero lo vi recién cuando lentamente y me recosté en la pared. Vi
necesidad había suprimido el pasado y aquella noche llegó Bob y vino a sentarse enseguida que yo no había sospechado
toda atadura con el presente. No a la mesa donde yo estaba solo y nunca cuánto y con cuanta resolución
reparaba entonces en Bob; pero poco despidió al mozo con una seña. Esperé me odiaba; tenía la cara pálida, con una
tiempo después hube de recordar cómo un rato mirándolo, era tan parecido a sonrisa sujeta y apretada con los labios y
había cambiado en aquella época y ella cuando movía las cejas; y la punta de dientes. “Habría que dividirlo por
alguna vez quedé inmóvil, de pie en la la nariz, como a Inés, se le aplastaba un capítulos —dijo—, no terminaría en la
esquina, insultándolo entre dientes, poco cuando conversaba. “Usted no va a noche”.
comprendiendo que entonces su cara casarse con Inés”, dijo después. Lo miré, “Pero se puede decir en dos o tres
palabras. Usted no se va a casar con ella lo que hay deshecho en mí...”. “No, no — descomposición era pensar por
porque usted es viejo y ella es joven. No dijo rápidamente—, no soy tan niño. No conceptos, englobar a las mujeres en la
sé si usted tiene treinta o cuarenta años, entro en ese juego. Usted es egoísta; es palabra mujer, empujarlas sin cuidado
no importa. Pero usted es un hombre sensual de una sucia manera. Está atado para que pudieran amoldarse al
hecho, es decir deshecho, como todos los a cosas miserables y son las cosas las que concepto hecho por una pobre
hombres a su edad cuando no son lo arrastran. No va a ninguna parte, no experiencia. Pero —decía también—
extraordinarios”. Chupó el cigarrillo lo desea realmente. Es eso, nada más; tampoco la palabra experiencia era
apagado, miró hacia la calle y volvió a usted es viejo y ella es joven. Ni siquiera exacta. No había ya experiencias, nada
mirarme; mi cabeza estaba apoyada debo pensar en ella frente a usted. Y más que costumbre y repeticiones,
contra la pared y seguía esperando. usted pretende...”. Tampoco entonces nombres marchitos para ir poniendo a
“Claro que usted tiene motivos para podía yo romperle la cara, así que resolví las cosas y un poco crearlas. Más o
creer en lo extraordinario suyo. Creer prescindir de él, fui al aparto de música, menos eso estuvo diciendo. Y yo pensaba
que ha salvado muchas cosas del marqué cualquier cosa y puse una suavemente si él caería muerto o
naufragio. Pero no es cierto”. Me puse a moneda. Volví despacio al asiento y encontraría la manera de matarme, allí
fumar de perfil a él; me molestaba, pero escuché. La música era poco fuerte; mismo y enseguida, si yo le contara las
no le creía; me provocaba un tibio odio, alguien cantaba dulcemente en el imágenes que removía en mí al decir que
pero yo estaba seguro de que nada me interior de grandes pausas. A mi lado ni siquiera él merecía tocar a Inés con la
haría dudar de mí mismo después de Bob estaba diciendo que ni siquiera él, punta de un dedo, el pobre chico, o besar
haber conocido la necesidad de casarme alguien como él, era digno de mirar a el extremo de sus vestidos, la huella de
con Inés. No; estábamos en la misma Inés a los ojos. Pobre chico, pensé con sus pasos o cosas así. Después de una
mesa y yo era tan limpio y tan joven admiración. Estuvo diciendo que en pausa —la música había terminado y el
como él. “usted puede equivocarse —le aquello que él llama vejez, lo más aparato apagó las luces aumentando el
dije—. Si usted quiere nombrar algo de repugnante, lo que determinaba la silencio—, Bob dijo “nada más”, y se fue
con el andar de siempre, seguro, ni contra mí, unidas a la agresión, Buenos Aires. Por entonces, en medio
rápido ni lento. participaban del entusiasmo y el candor del odio y del sufrimiento me gustaba
Si aquella noche el rostro de Inés de la muchacha. Pero cómo hablar a imaginar a Bob imaginando mis hechos
se me mostró en las facciones de Bob, si Inés, cómo tocarla, convencerla a través y eligiendo la cosa justa o el conjunto de
en algún momento el fraternal parecido de la repentina mujer apática de las dos cosas que fue capaz de matarme en Inés
pudo aprovechar la trampa de un gesto últimas entrevistas. Cómo reconocerla o y matarla a ella para mí.
para darme a Inés por Bob, fue aquella, siquiera evocarla mirando a la mujer de Ahora hace cerca de un uño que
entonces, la última vez que vi a la largo cuerpo rígido en el sillón de su casa veo a Bob casi diariamente, en el mismo
muchacha. Es cierto que volví a estar con y en el banco de la plaza, de una igual café, rodeado de la misma gente. Cuando
ella dos noches después en la entrevista rigidez resuelta y mantenida en las dos nos presentaron —hoy se llama
habitual, y un mediodía en un encuentro distintas horas y los dos parajes; la Roberto— comprendí que el pasado no
impuesto por mi desesperación, inútil, mujer de cuello tenso, los ojos hacia tiene tiempo y el ayer se junta allí con la
sabiendo de antemano que todo recurso delante, la boca muerta, las manos fecha de diez años atrás. Algún gastado
de palabra y presencia sería inútil, que plantadas en el regazo. Yo la miraba y rastro de Inés había aún en su cara, y un
todos mis machacantes ruegos morirían era “no”, sabía que era “no” todo el aire movimiento de la boca de Bob alcanzó
de manera asombrosa, como si no que la estaba rodeando. para que yo volviera a ver el alargado
hubieran sido nunca, disueltos en el Nunca supe cuál fue la anécdota cuerpo de la muchacha, sus calmosos y
enorme aire azul de la plaza, bajo el elegida por Bob para aquello; en todo desenvueltos pasos, y para que los
follaje de verde apacible en mitad de la caso, estoy seguro de que no mintió, de mismos inalterados ojos azules volvieran
buena estación. que entonces nada —ni Inés— podía a mirarme bajo un flojo peinado de
Las pequeñas y rápidas partes del hacerlo mentir. No vi más a Inés ni cruzaba y sujetaba una cinta roja.
rostro de Inés que me había mostrado tampoco a su forma vacía y endurecida; Ausente y perdida para siempre, podía
aquella noche Bob, aunque dirigidas supe que se casó y que no vive ya en conservarse viviente e intacta,
definitivamente inconfundible, idéntica ni del pasado y que, en silencio, yo hombre de dedos sucios de tabaco
a lo esencial suyo. Pero era trabajoso mantendría todo aquello viviente dentro llamado Roberto, que lleva una vida
escarbar en la cara, las palabras y los de mí. Nada más que esto hago, casi grotesca, trabajando en cualquier
gestos de Roberto para encontrar a Bob todas las tardes, frente a Roberto y las hedionda oficina, casado con una mujer
y poder odiarlo. La tarde del primer caras familiares del café. Mi odio se a quien nombra “miseñora”; el hombre
encuentro esperé durante horas a que se conservará cálido y nuevo mientras que se pasa estos largos domingos
quedara solo o saliera para hablarle y pueda seguir viviendo y escuchando a hundido en el asiento del café,
golpearlo. Quieto y silencioso, espiando Roberto; nadie sabe de mi venganza, examinando diarios y jugando a las
a veces su cara o evocando a Inés en las pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día carreras por teléfono.
ventanas brillantes del café, compuse y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo Nadie amó a mujer alguna con la
mañosamente las frases del insulto y café. Todo el tiempo pensando en Bob, fuerza con que yo amo su ruindad, su
encontré el paciente tono con que iba a en su pureza, su fe, en la audacia de sus definitiva manera de estar hundido en la
decírselas, elegí el situio de su cuerpo pasados sueños. Pensando en el Bob que sucia vida de los hombres. Nadie se
donde dar el primer golpe. Pero se fue al amaba la música, en el Bob que planeaba arrobó de amor como yo lo hago ante sus
anochecer acmpañado por tres amigos, y ennoblecer la vida de los hombres fugaces sobresaltos, los proyectos sin
resolví esperar, como había esperado él construyendo una ciudad de convicción que un destruido y lejano
años atrás, la noche propicia en que enceguecedora belleza para cinco Bob le dicta algunas veces y que sólo
estuviera solo. millones de habitantes, a lo largo de la sirven para que mida con exactitud hasta
Cuando volví a verlo, cuando costa del río; el Bob que no podía mentir donde está emporcado para siempre.
iniciamos esta segunda amistad que nunca; el Bob que proclamaba la lucha No sé si nunca en el pasado he
espero no terminará ya nunca, dejé de de los jóvenes contra los viejos, el Bob dado la bienvenida a Inés con tanta
pensar en toda forma de ataque. Quedó dueño del futuro y del mundo. Pensando alegría y amor como diariamente le doy
resuelto que no le hablaría jamás de Inés minucioso y plácido en todo eso frente al la bienvenida a Bob al tenebroso y
maloliente mundo de los adultos. Es regresar al mundo de las horas de Bob y
todavía un recién llegado y de vez en queda en paz en medio de sus treinta
cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo años, moviéndose sin disgusto ni
he visto lloroso y borracho, insultándose tropiezo entre los cadáveres pavorosos
y jurando el inminente regreso a los días de las antiguas ambiciones, las formas
de Bob. Puedo asegurar que entonces mi repulsivas de los sueños que se fueron
corazón desborda de amor y se hace gastando bajo la presión distraída y
sensible y cariñoso como el de una constante de tantos miles de pies
madre. En el fondo sé que no se irá inevitables.
nunca porque no tiene sitio donde ir;
pero me hago delicado y paciente y trato
de conformarlo. Como ese puñado de
tierra natal, o esas fotografías de calles y
monumentos, o las canciones que gustan
traer consigo los inmigrantes, voy
construyendo para él planes, creencias y
mañanas distintos que tienen luz y el
sabor del país de juventud de donde él
llegó hace un tiempo. Y él acepta;
protesta siempre para que yo redoble
mis promesas, pero termina por decir
que sí, acaba por muequear una sonrisa
creyendo que algún día habrá de
La casa tomada estuviera pasando, no se sienten mínimas, sólo se conoce el país por lo
asustados, se toman la apropiación de que comenta el protagonista en
El cuento de La casa tomada narra la casa por lo desconocido como algo algunas ocasiones, lo único que
cómo dos hermanos son expulsados de normal e irremediable. importa de que la acción ocurra en
su propia casa familiar a causa de Argentina es que, a causa de esto, el
“algo” que se va apoderando de ella, Viven solos, tan sólo acompañados por protagonista no puede comprar
desplazándolos poco a poco a lo largo lo que se apodera de casa. novedades en literatura francesa, que
de las habitaciones de la casa, hasta la tanto le gusta, porque desde 1939 no
calle. Realizan las tareas de limpieza juntos, llega nada valioso.
cooperando por igual.
El protagonista y su hermana Irene, se Esta fecha es también la única que nos
resisten a abandonarla, lamentando No trabajan, el dinero les llega de los sitúa un poco en el tiempo histórico.
tan sólo las pérdidas que les ocasiona campos que, posiblemente, poseen y A lo largo de “Casa Tomada”, Irene y
ese “algo” cada vez que toma una explotan sus trabajadores. el narrador se encuentran amenazados
parte de la casa. por un murmullo externo y en vez de
En vez de hermanos, su relación enfrentar este conflicto, se repliegan
Pero, cuando ésta es tomada parece más bien la de una pareja bien cada vez más hasta finalmente quedar
completamente, no tienen más avenida. fuera. Esta acción de repliegue
remedio que dejarla, llevándose restringe la rutina que poseían
únicamente consigo un reloj y la llave Los dos se caracterizan por no originalmente los personajes.
de la casa, de la cual se deshacen evolucionar en carácter a lo largo de la
tirándola por la cloaca. obra. Viendo esto desde un aspecto
sociológico de la época del peronismo
Al personaje principal, al igual que a su Siempre se comportan igual, siguiendo según Luis Alberto Romero, uno ve que
hermana, le gusta la casa por ser la rutina del día a día, como ajenos a la el fragmento hace alusión a la relación
espaciosa y antigua y, además, por situación que están viviendo. de la sociedad normalizada con el
guardar los recuerdos de su familia. Él aluvión zoológico que irrumpía un
es un hombre culto, amante de la La casa está ubicada en Argentina, por orden desde ya instalado.
literatura francesa. Ella una mujer lo tanto la acción transcurre en ese
tranquila y sencilla a la que le gusta país, pero esto no aporta ningún “Casa Tomada” cumple el protocolo
pasar el día tejiendo. significado a la obra. típico de un cuento neo fantástico de
Cortázar ya que hay un elemento
Ambos viven la situación como si nada Las indicaciones espaciales son externo, no necesariamente
sobrenatural, que distorsiona un orden
preestablecido.

En cuanto al tiempo narrativo, la


acción que narra transcurre en más
tiempo del que aparenta, tan sólo
cuenta los hechos más importantes, es
decir, el avance en la posesión de la
casa, y, también, la descripción de ésta
y de su hermana.

El tiempo es lineal ya que sigue un


orden cronológico.

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