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Me considero una mujer inteligente y culta, soy positiva, nunca me doy por

vencida, me gusta siempre buscar la verdad y honestidad, me gusta asumir


retos para siempre encontrar la manera de superarlos, soy alegre, extrovertida,
justa, pasional, siempre con ganas de exigirme y superarme, soy fiel en todo
sentido, buena conversadora, tengo excelente memoria, me encanta aprender
siempre algo nuevo, soy sencilla, no soy materialista, soy humilde, amorosa,
comprensiva, compasiva, espiritual, disfruto el trabajo en equipo e individual,
me gusta ayudar a los demás.

Me cuesta un poco concentrarme, no tengo mucha motricidad, soy ansiosa,


impaciente, imprudente porque soy muy directa, orgullosa, me cuesta admitir
mis errores, tengo el don de desesperar a las personas porque también soy un
poco terca, soy muy sentimental y llorona, mi temperamento es fuerte y un
poco tosco, sufro de baja autoestima, me obsesiono con ciertos temas, soy
insegura, celosa, impulsiva, intensa a veces, tengo poca tolerancia a la
frustración, me aburro con facilidad, tengo depresiones, demasiada energía
acumulada y cuando no sale me derrumbo, soy un poco intolerante, radical,
amachada, peleona, brusca, grosera, en ocasiones asusto pero vivo con mis
propios temores a diario.

Me llamo Laura Daniela Rincón Alvira, tengo 26 años, estoy casada hace 3 años
y tengo una hermosa hija de 5 años, en este momento de mi vida puedo decir
que tengo un rumbo establecido pero no siempre fue así.
Nací en Bogotá, en el seno de una familia humilde, mis padres, Juan Carlos y
Fabiola, unos jóvenes enamorados de 23 y 22 años, recién casados que se
estrenaban como familia un 15 de diciembre del año 1992, mis padres, esos dos
hermosos seres humanos que con todas sus virtudes y defectos me han hecho lo
que soy hoy en día, porque a pesar de ser una mujer casada y madre me siguen
ayudando con su amor y enseñanzas a diario, me han enderezado, me han
mostrado lo bueno, lo malo, todo lo fundamental lo aprendí de ellos, aun puedo
decir que aprendo algo nuevo cada día gracias a mis padres, son mi mayor
influencia, mi ejemplo a seguir puesto que de múltiples formas hacen efectos en
mí, positivos, negativos, al lado de mis padres ningún día s igual.

Desde muy niña he tenido muchas pasiones e intereses, en un principio mi


sueño ideal era convertirme en cantante, quería ser estrella de rock, aprender
a tocar guitarra como mi papá y entonar maravillosas melodías como lo hace
mi mamá. Soñaba cantando canciones como ¨let it be¨ junto a the Beatles (no
sabía que John Lennon había muerto y que el grupo se había disuelto), soñaba
con hacer el solo en la guitarra de ¨starway to heaven¨ del grupo Led zeppelin
(uno de los solos en guitarra más difíciles del mundo), me perdía soñando
despierta imaginando que ayudaba a componer letras de canciones para Charly
García o Fito Páez, (compositores aclamados por la profundidad y metáfora de
sus letras). Crecí rodeada de rock clásico, instrumentos, y danzas folclóricas,
pero todo cambió debido a que experimenté mi primera fractura a los 5 años de
edad y quedé fascinada con el mundo de la medicina, empecé a soñar con ser
cirujana, que aliviaba el dolor y arreglaba huesos con destreza, que me ganaba
el nobel en medicina por inventar ¨una cura tomada para remendar huesos¨.
Crecí con un dilema respecto a la profesión que escogería para siempre, a los 7
años pedí de cumpleaños una gran enciclopedia para la salud que vi en una
librería y también una guitarra.

Pasaba lo mismo en cada cumpleaños, artista o cirujana, hasta que entrada mi


adolescencia 11 años, empecé a pasar por la etapa de los amigos, la música en
común, los gustos, la rebeldía, la necesidad de unirme a un grupo o cultura en
específico y como se me daban con facilidad las artes musicales, olvidé mi sueño
infantil de ser cirujana, además ya con un uso de razón un poco más maduro
descubrí que el asco a los fluidos corporales era mayor que mi pasión por la
medicina. Decidí ser estrella de rock, ser la más ruda y temible rockera del
colegio y empezar a ganar respeto, popularidad, admiración, siempre fui una
niña con baja autoestima, insegura, rechazada, solitaria y cuando las hormonas
empezaron a manifestarse, empecé a volverme muy grosera con todos, mis
padres, hermanas, compañeros, profesores, me expulsaron del colegio donde
había estado 6 años seguidos y me llené de mucho rencor, me aislé, descuidé mis
deberes académicos, aprendí a tocar guitarra pero me costó perder mi primer
año escolar, a repetir sexto.
Todo dio un giro de 180° cuando tuvimos que abandonar Bogotá y trasladarnos
por cuestiones laborales de mi papá a Villavicencio, tuve que pasar
aproximadamente 8 meses en casa encerrada, en un barrio y cuidad que no
conocía, lejos de mis amigos, y familia, llena de tristeza y mi resentimiento
hacia miles de cosas crecía. Llegó el nuevo año y otra vez nuevo colegio, nuevo
feo uniforme pero también nuevos amigos, mi rebeldía y obstinación estaban en
pro de nuevas y negativas cosas, empecé a fumar a vestirme de negro a escuchar
un rock más fuerte, el metal.

El metal trajo a mi vida un sinnúmero de cosas, muchas positivas que conservo


hasta el día de hoy, pero en ese momento muy negativas y devastadoras.
Nuevamente perdí el año y no le veía significado al colegio, por suerte volvimos
a Bogotá, entré a un colegio nuevo, uniforme más horrible aun, pero
rápidamente encontré un grupo de amigos con quienes podía fumar, faltar a
clases, destilar odio a la sociedad por los poros en venganza de todo lo que yo
considerara injusto, embriagarme, burlarme de los profesores, problemas en
casa, peleas, golpes, gritos, otro año perdido y decidí dejar de estudiar.

Los próximos años me dediqué a investigar más sobre mis nuevos gustos
musicales, aprendí a tocar nuevos instrumentos, me uní a varias bandas
musicales, estudié uno que otro curso, llegué a la mayoría de edad y me sentí
libre, conocí a una persona que marcó mi vida para siempre, mi primer amor y
mi mayor decepción, Daniel.

Daniel era dos años menor que yo, pero me enseñó muchas cosas, aprendí a
amar locamente por primera vez, a escaparme, a hacerme regañar o tener
problemas muy serios por un rato con él, cambió mi mundo para siempre, me
involucró en el lado más oscuro que desafortunadamente tiene el metal, el
satanismo. Tenía una forma de hablar casi hechizante, yo creía todo lo que
decía sin sacar conclusiones, a pesar de que yo era atea y medía todo por el
método científico, sus palabras y su forma de atarme me hicieron volverme su
aprendiz en un mundo muy oscuro, mis padres lo desaprobaban entonces decidí
irme a vivir con él.

Viví de todo, drogas, abusos, infidelidades, vandalismo, odio en su máximo


esplendor, yo era tan insegura que aguantaba todo de parte de él, por el hecho
de que no me dejara porque creía que nadie más iba a quererme, quedé
embarazada y fue una de las alegrías más grandes que viví, así mismo como
llegó mi pequeño hijo se fue, el dolor que sufrí ha sido el más grande de mi vida,
para sorpresa el apoyo que esperaba recibir de mi pareja nunca llegó, Daniel me
abandonó casi al mismo tiempo que nuestro hijo murió.

Estuve en diferentes psiquiatras, me medicaron porque tenía insomnio, intenté suicidarme


tomando todo el frasco de gotas para dormir, estuve inconsciente 3 días y más porque
sinceramente no lo recuerdo, solo recuerdo una exquisita fragancia a rosas y unas manos que me
abrazan fuertemente, desperté y estuve internada en salud mental un mes completo, cuando salí
las enfermeras me confesaron que vieron a una mujer a mi lado y que me abrazaba con amor, su
descripción coincidía con la de la virgen María.

Al llegar a mi casa decidí hacer las pases con Dios, hacía mucho tiempo que no hablaba con el y
me sirvió, empecé a recapacitar y retomar mi vida espiritual en el buen sentido, volvió mi alegría,
busqué la forma de terminar mis estudios y empezar a terminar las cosas postpuestas, conocí a
Juan Carlos, mi segunda desilusión.

Cuando retomé mis proyectos musicales conocí a Juan Carlos, 5 años mayor que yo, era músico,
siempre tenía un aire maduro, sensato, serio, empezamos a salir al poco tiempo de conocernos y
empezamos una relación, yo le conté mi vida y se mostró afectado, me brindó un falso apoyo
emocional al duelo quede seguía un tanto vigente en mí, pasaron los meses y quedé con
embarazada nuevamente. La felicidad, el miedo, la ilusión empezaban a brotar de mí al saber que
Dios me daba la oportunidad de ser madre otra vez, al contarle a Juan Carlos la noticia, salió a
relucir su verdadera personalidad, me dijo cosas terribles y se marchó para siempre de nuestras
vidas, una vez más sentí desfallecer, pero tuve que sacar fuerzas de donde no las tenía y vivir,
vivir por que había un ser que dependía de mí y crecía en mi interior.

Embarazada, con las molestias propias de mi estado, decidí comenzar mis estudios y culminar mi
bachillerato, debía brindarle una buena vida al bebé que venía en camino. Con mucho esfuerzo
ese año terminé sexto y séptimo, la alegría por haber superado ese pequeño peldaño era
espectacular, tomé una pausa después para dar a luz y cuidarme el tiempo necesario, mi pequeña
Melissa llegó a este mundo un 27 de febrero del año 2014, era muy pequeña y tuve que darle
cuidados especiales, bebé canguro, lactancia exclusiva hasta los 6 meses, etcétera, apenas
terminó ese tiempo volví con ganas de más, de seguir alcanzando logros.

Terminé octavo, noveno, empecé décimo y decidí salir una noche con amigos, nunca había
bailado y después de esa noche volvería a pasar el gran ridículo que hice por conocerlo una vez
más. 8 de noviembre del año 2014, vergüenza y amor a primera risa, si su sonrisa es algo de otro
mundo, sus gestos, su forma de hablar, lo que sentí esa primera noche era algo que no podía
dejar ir, para suerte mía y de algún modo logré cautivarlo de la misma manera que el a mí, fue
rápido el

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