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Semiótica Literaria

(Resumen tomado en parte de Viñas Piquer, 2002:471-481)

El término hace referencia al estudio de los signos. En Europa se había preferido la


denominación Semiología aunque la International Association for Semiotic Studies (1969) se
decidió por Semiótica (Talens, 1995:26 citado en Viñas Piquer 472).
La Semiótica supera el inmanentismo estructuralista al considerar al signo en su uso y
función, formando parte de un proceso comunicativo. Además, se ocupa no sólo de los signos
lingüísticos sino también de los no lingüísticos.

La Semiótica soviética surgió en los años sesenta cuando el Estructuralismo se vio


reforzado por estudios provenientes del campo de la teoría de la información. En 1962 se celebró
el Moscú un simposio sobre el estudio estructural de los sistemas de signos. Una de las figuras
más importantes fue Juri Lotman (Estonia), que organizó una escuela de Verano en la
Universidad de Tartu en 1964, que a partir de 1985 se fue debilitando. La estructura del texto
artístico (1970) es la principal aportación de Lotman a la Semiótica literaria, donde se distancia
de Shklovski poniendo mayor énfasis en la interpretación de los textos, en su carácter
comunicativo, porque todos los recursos formales del texto comportan contenido y, por tanto,
transmiten información (Ibid. 42 citado en Viñas Piquer 473). Lotman afirma también que el
lenguaje literario tiene en común con otros sistemas de signos el ser un sistema de
comunicación, es decir que existe una estrecha relación entre aspectos formales y semánticos, y
que los signos no son totalmente arbitrarios sino que tienen un carácter icónico, una relación de
semejanza entre significante y significado, de manera que los artificios literarios tienen capacidad
evocativa y establecen una relación metafórica (de semejanza: icónica) con la realidad a la que
aluden.
Lotman distingue también entre lenguajes naturales y lenguajes artificiales y considera
que el texto literario es un producto de, al menos, dos lenguajes superpuestos, ya que el lector
debe conocer el código de la lengua y además el código literario. Llega a proponer una
dicotomía en la historia literaria basada en la estética, distinguiendo entre Estética de la
identidad, situación típica de la literatura medieval y el clasicismo, y una Estética de la oposición,
donde los códigos del emisor y del receptor difieren, y que ocurre en el Romanticismo, el
Realismo y las Vanguardias.
Finalmente, Lotman indica que una teoría semiótica abarca tres componentes: el nivel
sintáctico u organización formal a nivel del texto, el nivel semántico o proceso de producción de
sentido (con condicionamientos extratextuales) y el nivel pragmático o relación del texto con el
contexto en el que funciona.
El nivel semántico fue estudiado por Greimas, que siguió la línea marcada por Lotman
en su trabajo Semántica estructural . Un concepto interesante desarrollado por Greimas es el de
isotopía, conjunto de categorías sémicas redundantes que hace posible la lectura uniforme del
texto. Es decir, que tanto Greimas como Lotman creen en que aunque pueden darse una gran
parte de lecturas, la objetividad del texto es independiente de la recepción lectora (lo que no
comparte la deconstrucción, por ejemplo). El texto está siempre marcado por una isotopía
dominante. Sin embargo, estas teorías que estudian la denotación (lo que le texto dice, la
formación de una semántica no existente en la lengua natural) no aportan nada al estudio de la
estética del texto, donde la connotación cumple un papel importante y que se estudia en el nivel
pragmático (relaciones que se establecen entre los signos, sus usuarios y el contexto).
Los estudios de Semiótica continuaron en Francia de la mano de la búlgara, Julia
Kristeva cuya formación lingüística se hallaba complementada por el estudio del psicoanálisis y
el marxismo. Kristeva (El texto de la novela 1970) habla de semanálisis y emplea las nociones de

1
feno-texto (superficie fenoménica o estructura aparente) y geno-texto (nivel abstracto o de
elaboración profunda) extraídas del generativismo soviético. En La révolution du langage
poétique (1974), Kristeva alinea la convención lineal de tiempo (tiempo como proyecto, teleología
y desplegar prospectivo) con la disposición simbólica del lenguaje, es decir, con la disposición
para expresar, calificar, y para concluir en lugar de con la disposición para jugar, multiplicar, y
diversificar que ella reclama como “semiótica”. La disposición simbólica es para Kristeva un
“tiempo obsesivo”, dominado por el afán de control, una estructura totalizante, esclavizante, que
excluye lo no esencial como inexistente. El lenguaje semiótico ofrecería, no un lenguaje de la
producción, sino un lenguaje del proceso, por el cual significante y sujeto dejarían de ser formas
constantes para convertirse en actividades infinitamente diferentes (en el doble sentido de
Derrida de “ser distinto de” y de “desplazarse” sin llegar a una visión unitaria).
En “Women’s Time” (“El tiempo de la mujer”), Julia Kristeva ha señalado que en la
perspectiva simbólica occidental, marcada por el dominio del padre y de lo masculino, la mujer
ha sido siempre considerada como lugar o espacio generativo. Kristeva (1979) intenta una
lectura de la “chora” Platónica, el espacio matriz e innombrable, como lugar de un espacio
generativo femenino, creador de un lenguaje semiótico que, a diferencia del lenguaje simbólico
patriarcal no anule la diferencia y la disposición multivocal (Ibid.124 y 135).

En 1968, Umberto Eco publicó una “Introducción a la semiótica”, subtítulo de su obra La


estructura ausente donde coincide con Lotman en muchas de sus reflexiones. Sin embargo, para
Eco, el mensaje estético es un mensaje ambiguo y autorreflexivo, con unos significantes que
adquieren significados por una interacción contextual. En su Tratado de Semiótica general
(1976) Eco estudia este comportamiento dinámico del signo.
En obras posteriores1 Eco se ha acercado a las teorías de la Recepción en su distinción,
por ejemplo, entre textos abiertos y cerrados, siendo los primeros aquellos en los que el lector
puede construir otras interpretaciones entre las diferencias percibidas y que, por tanto, escapan
al análisis estructural.

1
Eco, Umberto (1979) The Role of the Reader. Bloomington: Indiana University Press.
- - - (1989) The Open Work. Cambridge, Mass: Harvard University Press.
- - - (1994) Six Walks in the Fictional Woods. Cambridge, Mass Harvard University Press.

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