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Muchas veces la escucha es solo eso, escucha, no necesita después una intervención. En
cambio sí necesita de cercanía, de un espacio casi compartido, de entender cómo se siente
la persona que me está contando su historia y conectar con ella, de una complicidad y una
sintonía que se teje con interés y paciencia.
Compartir el silencio nos lleva también a la unión. Es una manera de decirle al otro que
puede contar con nosotros, con todo lo que supone contar. Un verbo que va desde el relato
a deletrear el paso de los días en compañía.
Cuando dejamos de oírnos a nosotros y lo mal que lo estamos pasando por verle sufrir o por
lo que nos relata entenderemos que la escucha abre una puerta hacia el interior del otro.
Quiero que no sufra él, no yo, quiero saber realmente cómo se siente y no como yo creo que
lo hace. Quiero que sienta que estoy aquí, y que no utilizaré frases como «ya lo sé», «Yo
también», «te entiendo»… porque realmente no ayudan, simplemente voy a estar aquí, a tu
lado, escuchándote.
Este ambiente idóneo está rodeado de silencios, son silencios funcionales, que sin querer
engañarnos, son incómodos a veces. Pero son silencios necesarios. El silencio nos da un
espacio para recapacitar, para pensar y masticar las palabras que hemos oído y así
poder seguir con la conversación.
Tolerar este silencio hace que el ambiente sea relajado y no esté marcado por las prisas, escuchar
nos da pistas sobre qué necesita el otro y eso solo se consigue cuando realmente centramos
nuestra atención en su relato y en su comportamiento del otro. El silencio proporciona una pausa
e invita a seguir hablando, el silencio nos ayuda a escucharnos a nosotros también. Finalmente, el
silencio genera la oportunidad de hablar, especialmente para las personas que no son demasiado
parlanchinas y necesitan una especie de carrerilla antes de tomar la palabra.
Olvidémonos de las frases hechas que solo intentan acallar el disgusto o la ansiedad del
otro, esto no es escuchar. A veces escuchar implicará no contestar luego, o necesitar solo
una simple reacción como un abrazo o una sonrisa después de acabar de
hablar. Centrémonos en crear un contexto de escucha, solo eso, estar dispuesto a oír que me
quiere contar el otro y solo así seré capaz de reaccionar y saber qué decir y qué hacer
después.
MAPA CONCEPTUAL
CONCLUSION
BIOGRAFIA