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María Belén Lo Russo

En el presente trabajo nos proponemos analizar la colección “Entre los libros de la buena memoria”
dentro del proyecto Editorial de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Dicha
editorial tiene su catálogo organizado en diferentes colecciones de acuerdo a la temática de las
mismas. La colección que pretendemos analizar tiene algunas particularidades, la primera es que la
misma está promovida en coordinación con otras dos universidades además de la UNGS: la
Universidad Nacional de la Plata y la Universidad Nacional de Misiones. Por otra parte, se trata de
una propuesta de libros electrónicos gratuitos, que se pueden descargar desde la página oficial de la
editorial, si bien también tienen versiones impresas de bajo costo. Hasta el momento está compuesta
por 17 tomos (el último publicado hace tan solo un mes). Según la presentación que hacen en la
página web el objeto es “difundir trabajos de investigación originales e inéditos, producidos en el
seno de universidades nacionales y otros ámbitos académicos, centrados en temas de historia y
memoria del pasado reciente.” Y agregan que “la Colección se propone dar a conocer, bajo la
modalidad open access, los valiosos avances historiográficos registrados en dos de los campos de
estudio con mayor desarrollo en los últimos años en nuestro país, como lo son los de la historia
reciente y los estudios sobre memoria.”Finalmente, el propio título de la misma, que remite a una
canción de Invisible, compuesta por Luis Alberto Spinetta y editada en el año 1976, apela a la cultura
popular en su vínculo con los temas que aborda la colección, fundamentalmente la memoria acerca
de la última dictadura militar.

La editorial tiene, a su vez, una colección de humanidades integrada fundamentalmente por libros de
historia tanto argentina como latinoamericana, europea antigua y medieval, a la vez que filosofía,
epistemología y otras disciplinas de las ciencias humanas. Algunas de las temáticas publicadas en
esta segunda colección se superponen con las de la primera, con lo cual creemos que puede ser
interesante reflexionar cuáles son las diferencias que se plantean entre ambas para ver cómo se
definen las series y los títulos que integraran cada colección.

Para analizar la colección, sus objetivos, financiamiento y organización, hemos contactado a uno de
los creadores de la misma, y miembro del comité académico, Daniel Lvovich, quien nos ha ayudado
a realizar un acercamiento para comprender las principales características y al director de la Editorial
Universitaria de la UNGS Darío Stukalsky. Por otra parte, también contamos con libros
pertenecientes a ambas colecciones de la UNGS lo que nos ha permitido analizar las diferencias y
similitudes en sus materialidades, contenidos, formatos, etc.

Para poder comprender el proyecto editorial, nos planteamos analizar varios interrogantes. De
acuerdo con lo que nos comenta Daniel Lvovich la colección es una iniciativa que nace del Colectivo

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de Historia Reciente y se plantea como primer objetivo posibilitar la publicación de tesis convertidas
en libros de manera que autores jóvenes pudieran acceder a la publicación en un contexto editorial
complejo. Este testimonio nos remite a varias cuestiones, en primer lugar, teniendo en cuenta lo
discutido en las clases y lo planteado por autores como Ezequiel Saferstein (2017) y José Luis de
Diego (2012), a la concentración del mercado editorial argentino que dificulta la posibilidad de
publicación de ciertos autores y temáticas, priorizando la rentabilidad editorial y la edición de best
sellers. Es interesante que una de las temáticas abordadas en los títulos de Random House que
analiza Saferstein podrían caracterizarse dentro del segmento de “Historia Reciente” aunque no
académica, proponiendo una mirada “revisionista”de los sucesos de la última dictadura,
cuestionando las visiones impulsadas por los organismos de Derechos Humanos y, en los gobiernos
kircheristas, por el Estado Nacional.Claramente es una temática que atrae a públicos masivos, sin
embargo, las visiones producidas por historiadores profesionales no tienen la misma cabida en el
mercado editorial que las producidas por fuera de la academia. En este contexto, entendemos que el
Colectivo de Trabajo sobre la Historia Reciente ha intentado conseguir canales para difundir entre
pares, pero también con un público más amplio lo debatido en el campo profesional, especialmente
por aquellos autores con menos prestigio académico por ser más jóvenes por lo que es más difícil
que accedan al mercado editorial. La decisión de publicar bajo el formato de Creative Commons
también parece una estrategia tendiente a llegar a públicos amplios en este contexto editorial
complejo. Sobre el público, Lvovich nos dice que el objetivo central ha sido llegar a profesionales de
la historia, sociología y ciencias sociales,estudiantes y a otros lectores interesados en temáticas de
historia reciente. En una nota sobre la colección que uno de sus directores, Emmanuel Kahan, brindó
a Página/12 precisa que:

“la colección se gestó cuando las políticas en torno al reconocimiento y reparación de lo


acontecido durante la dictadura cívico-militar conformaban parte de la agenda de políticas
públicas. ‘Hoy la orientación tiene otro tinte. Se trata de narrativas que legitiman el
accionar represivo del Estado durante la última dictadura. En este contexto, seguramente,
la colección tiene otro sentido: disponer de materiales de lectura que permitan recomponer
la complejidad de un tiempo sin renunciar a caracterizar la dinámica criminal perpetrada
como política estatal por parte de la última dictadura militar'” (Kahan, 2018)

En la presentación del libro Memoria de la Noche de los Lápices, su autora Sandra Raggio dice “Me
ilusiona, entonces, que los lectores de este libro no sean sólo los académicamente especializados sino
aquellos interesados y protagonistas o actores de estas políticas.Espero que lleguen a este texto
buscando –y ojalá encuentren- ideas y herramientas que los predisponga a una mirada histórica y
crítica…” (Raggio, 2017, p.10). Entendemos entonces que, si bien no es una colección pensada
exclusivamente para la divulgación, si tiene la expectativa de ampliar la llegada para públicos no

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académicos. Darío Stukalsky nos indica en este mismo sentido, que esta colección está pensada para
un público específico con cierta formación, pero sobre todo con un interés en la temática. Asimismo,
nos indica que la política de la editorial en los últimos años ha sido justamente enfocarse en públicos
específicos para cada una de las colecciones que publican. La colección “Entre los libros de la buena
memoria” por ejemplo, está pensada con esta lógica, frente a la de humanidades que se trata de una
colección muy antigua y sin un criterio definido de público por lo cual incluía temas sumamente
diversos dentro de la amplia definición de humanidades.

Por otra parte, siguiendo las propuestas de Carlos Gazzera (2016), intentaremos comprender de qué
manera adquieren los manuscritos para publicar, si hay directores específicos externos para la
colección analizada, si cuentan con equipos de especialistas para la revisión y evaluación de los
estos. Acerca de esta cuestión, Lvovich nos indica que son los autores quienes habitualmente acercan
las propuestas de publicación de sus tesis a los directores de la colección o a algún miembro del
comité evaluador que forman parte del Colectivo mencionado más arriba.A continuación, los
manuscritos pasan por una primera lectura de un miembro del comité y luego por otra lectura de un
evaluador externo para ver si es pertinente y si tiene la calidad suficiente para ser publicado dentro
de la colección. Luego de esto, una vez que se acepta el texto, se le pide al autor que lo adapte a las
exigencias editoriales de la colección. En una entrevista con Hernán Merelle, uno de los autores que
ha publicado en la colección, nos ha descripto el proceso de adaptación de su tesis al formato libro,
que implicó por ejemplo la modificación del formato, una división en capítulos y subtítulos más
breves, modificaciones en las normas de citado, quitar las marcas que denotan que se trata de una
tesis y pensarlo en un formato más apto para una lectura de un público más amplio. Al tratarse de
una colección vinculada a una red de investigadores, los directores de la misma y los evaluadores son
miembros activos de dicho Colectivo. En este sentido, dos de los directores de la colección forman
parte de dos de las universidades involucradas en la edición de la colección, Jorge Cernadas por la
UNGS y Emmanuel Kahan por la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), la tercera directora
Gabriela Águila proviene de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que si bien no forma parte
de las universidades que editan la colección si está activamente integrada al Colectivo de Historia
Reciente. Por otra parte, el comité académico que evalúa los manuscritos también está integrado por
miembros de la red con pertenencia institucional a diversas universidades nacionales y el Conicet.
Finalmente, los manuscritos son evaluados por el comité editorial integrado por un miembro de cada
una de las tres editoriales universitarias que promueven dicha colección. Stukalsky nos comenta
asímismo que todos los manuscritos que llegan a la editorial pasan por una evaluación interna y
externa antes de su publicación y que son sometidos a un control editorial profesional.

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En relación a las características materiales de los libros, se nota un diseño unificado en los distintos
títulos de la colección. El diseño gráfico está a cargo de un Andrés Espinosa, miembro del comité
editorial, perteneciente a la UNGS. La corrección también queda a cargo de la editorial de esta
universidad, mientras que la maquetación corre por cuenta de la editorial de la facultad de
humanidades de la UNLP. El diseño de tapas es sencillo, mayormente blanco con el título y dibujos
esquemáticos en un único tono distinto para cada volumen (por ejemplo, en el caso de Memorias de
la Noche de los Lápices combinan blanco con turquesa, mientras que en El Juicio a las Juntas es
blanco con rojo). Como mencionábamos más arriba, la editorial de la UNGS cuenta con otra
colección de humanidades que en la actualidad ocupa un lugar secundario dentro de los planes de la
editorial, dado que de acuerdo a lo que nos indica Stukalsky no se adapta a los criterios que ellos
plantean en torno a la definición y especificación de los públicos lectores. De todas formas, se siguen
sumando algunos títulos, pero de manera limitada. En relación a las materialidades de ambas
colecciones, es posible observar varias diferencias. En primer lugar, los libros de la Colección (…)
de la Buena Memoria son más pequeños (20x14cm), la calidad del papel y las tapas es inferior, no
tienen solapas con información de los autores o de otras colecciones y no tienen imágenes al interior
del libro incluso en temas en los que las podrían ser necesarias como el análisis del film “La noche
de los lápices”. La colección de humanidades, en cambio, tiene ediciones más robustas, de mayor
tamaño de página (21x15cm), también de tapa blanda, pero con un papel de mayor gramaje, con
solapas en tapa y contratapa. Frente al diseño sencillo de la colección analizada, la de humanidades
suele tener una fotografía o alguna pintura famosa impresa tanto en el centro de la portada como en
el lomo y en el interior también cuentan con algunas imágenes en blanco y negro intercaladas en el
texto dependiendo de la temática de los textos. A su vez, si bien actualmente es editada solo por la
Editorial de la UNGS, nació en coedición con la Editorial Prometeo y mantiene las características
estéticas, de diseño y temáticas desde sus comienzos, a pesar de esta separación.

Cuando consultamos con Lvovich acerca de la decisión de que crear una nueva colección y no incluir
estos textos en la ya preexistente de humanidades nos comentaba que esto se relaciona con que el
nuevo proyecto incluía la cooperación de otras universidades en el proceso de edición, con lo cual
tenía un marco institucional que excedía a la UNGS, incluyendo también otras pautas y criterios de
selección como la necesidad de contar con un comité académico exclusivo en relación al tema de
historia reciente que incluyera representantes del Colectivo a la vez que de las diversas universidades
vinculadas al proyecto. En esta misma línea, además, se pretendió dotar de una unidad temática a la
colección en relación a temas de historia y memoria, dado que no había otras propuestas similares en
los catálogos de otras editoriales, lo cual a nuestro entender se vincula no sólo con el proyecto

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editorial, sino también con el proyecto académico del Colectivo de Historia Reciente de ocupar un
lugar de relevancia en el campo profesional. Asímismo, como nos comentaba Darío Stukalsky el
lanzamiento de la colección se vincula también con la voluntad de organizar el catálogo en base a las
características de sus públicos lectores específicos y definidos, reformulando los criterios previos
pensando en la construcción de un público de lectores para las producciones de la universidad que
impliquen una difusión significativa de sus títulos y una orientación que temo en cuenta la demanda.
En resumen, nos preguntábamos si había diferencias en la selección de textos para una u otra
colección, en este sentido podemos dar una respuesta afirmativa, pues “Entre los libros de la buena
memoria” tiene un comité académico y editorial propio, diferenciado del de la colección de
humanidades, y pensado específicamente en relación a la temática de la misma. En relación al papel
del editor parece tener una actitud más pasiva en relación a la propuesta de manuscritos para
colección analizada, teniendo en cuenta que según el testimonio de Lvovich son los autores o los
miembros de la red quienes en general se acercan con propuestas para editar en la presente colección.
De acuerdo a lo que nos señala Stukalsky esto se vincula con que existen diversas maneras de
proponer títulos o colecciones a la editorial de la universidad, ya que existe un comité editorial
integrado por los miembros de los distintos institutos de la UNGS, que sugieren y proponen
publicaciones, a la vez que la propia editorial lleva a ese mismo comité sus propuestas de acuerdo a
criterios editoriales. En este sentido, la iniciativa para esta colección fue propuesta por el Instituto del
Desarrollo Humano (IDH) y aprobada por el resto del comité y a la vez son los sectores vinculados al
IDH y a la Red sobre Historia Reciente quienes proponen los textos para su publicación.Por otra
parte, se nota es un criterio unificado en cuanto al diseño y a la temática de la colección, siendo la
historia reciente el elemento fundamental que da una homogeneidad temática y cohesión a los
diversos títulos que la componen. Stukalsky resalta en este sentido la importancia de dotar a la
misma de una identidad propia lo que se lleva a cabo a lo largo del proceso de edición, diseño,
maquetamiento y correcciones a partir del trabajo de los editores en los manuscritos de la colección.
A su vez, el papel del editor es central para evaluar la coherencia de la colección y situarla en el
catálogo general de la editorial.Finalmente, un aspecto central de la colección es que las versiones
impresas resultan secundarias, pues su principal forma de circulación es la edición digital, gratuita,
bajo la licencia de Creatives Commons. En este contexto, Stukalsky nos indica que las ediciones en
papel son complementarias y con tiradas muy pequeñas, siendo lo central la edición digital. Esto es
singular pues es la única colección de la editorial que se editó bajo este formato, lo que le ha
permitido, como decíamos, llegar a un público más amplio a pesar de contar con un presupuesto
escaso para la publicación.

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Por otra parte, pensando en la tipología de editoriales que nos propone Gazzera (2016) podemos
situar la editorial estudiada dentro de lo que el autor denomina “Editoriales Universitarias” no sólo
por su dependencia formal, sino teniendo en cuenta también la importancia de que la misma cuenta
con una relativa autonomía profesional para poder definir los criterios de adquisición, edición y
publicación que según el autor “deben estar reglados y asimilados en el seno mismo de un proceso
económico y simbólico fijado por esta institución”(Gazzera, 2016, p.63). En este sentido, el hecho de
que la creación de esta colección se vincule con la coordinación de tres universidades es relevante,
pues demuestra que depende no solamente de la voluntad y las pautas de la UNGS, sino también de
las otras dos instituciones involucradas. Darío Stukalsky resalta que en su gestión se han dejado de
lado las cooperaciones con editoriales privadas, debido a que no se tenían buenos resultados y se ha
profundizado en el trabajo con otras universidades e instituciones públicas, lo cual implica combinar
recursos, esfuerzos, pero también conocimientos y promover vínculos a nivel nacional.A su vez, la
colección cuenta con el logo del Libro Universitario Argentino, que es la marca que distingue a los
libros editados por universidades argentinas registrada por la Red de Editoriales de las Universidades
Nacionales (REUN), nucleadas en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Más allá de la
pertenencia formal, esto tiene consecuencias también en otras cuestiones, por ejemplo, la
distribución pues pueden comercializarse en la Librería Universitaria Argentina (LUA) o en el stand
de la misma en la feria del libro, ampliando las posibilidades de difusión. Actualmente, la Editorial
de la UNGS ocupa un lugar relevante en este contexto debido a su activa política editorial, en
multiplicidad de temáticas, siendo por ejemplo un libro de la misma Yo nena, yo princesa el más
vendido en este el stand de la LUA en la feria del libro 2018 (Gigena, 2018)

En este contexto, es interesante retomar la caracterización que realiza Leandro de Sagastizabal


(2017) en relación a los tipos de editoriales universitarias, divididos por el autor de manera general
en dos modelos: uno que las considera como “emprendimientos que vehiculizan en forma de libros el
quehacer específico de la docencia y la investigación y otro que concibe los proyectos editoriales
como modos de vincular los ámbitos académicos y la sociedad a la que estos pertenecen.”(de
Sagastizabal, 2017, p97). De acuerdo a lo que nos indica Darío Stukalsky, la política de la editorial
de la UNGS se inclina por la segunda opción, ya que considera que “la universidad edita porque
tiene algo que decir” y eso tiene que ver con aquellas áreas de interés que rodean las investigaciones
y los trabajos que se realizan en ella pero pensando más allá, siempre atravesadas por tensiones
políticas, demandas sociales y pensando en la creación de públicos lectores que permitan salir de la
lógica endogámica de la universidad y vincularse con diversos sectores por fuera de la misma. En
relación a la colección analizada, si bien vemos que mantiene una lógica académica y no se la puede

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definir únicamente como un material de divulgación de acuerdo a la manera en que lo hemos


caracterizado durante las clases -pensando en públicos no académicos y en lecturas para el ocio o
entretenimiento más que de formación profesional-, pues entre los lectores piensa un público que
incluye a la academia, a la vez se explicita la voluntad de llegar a un sector más amplio interesado
por la temática, que como hemos dicho tiene una fuerte demanda por fuera de la universidad.

Otra pregunta que surge es si la búsqueda de un público más amplio por parte de la editorial ha
generado, como plantea el autor, con una mayor profesionalización y autonomía de la editorial de la
UNGS. En este sentido, de Sagastizabal (2017) también analiza la autonomía de las editoriales
universitarias en tres dimensiones: la editorial, que se vincula con nuestro interrogante anterior
acerca de qué criterios se utilizan para conformar el catálogo, ¿el editor tiene una actitud activa?, la
colección estudiada ¿cuenta con un criterio para seleccionar los libros que la integran y los autores
que se publican?¿se evidencia una homogeneidad tanto gráfica como temática?, ¿Cómo se planifica
la colección que procuramos analizar?. En segundo lugar, la dimensión administrativa en torno a
cómo se gestionan los proyectos que lleva adelante la editorial ¿tiene una estructura administrativa
propia?, ¿Cuáles son los tiempos que rigen los proyectos?, ¿cómo son los vínculos con los autores y
los proveedores? Y finalmente, el nivel de autonomía económica con el que se maneja la editorial, es
decir: ¿cuenta con recursos propios?, ¿cómo se financian los proyectos?, ¿cómo se organiza la
difusión y comercialización de las publicaciones?

En relación a la primera cuestión, de acuerdo a lo que venimos comentando más arriba,


efectivamente se nota una actitud activa del editor en la organización y definición de la política
editorial, más allá de que la injerencia en la selección de manuscritos de la colección analizada sea
menor. La profesionalización también se evidencia en los criterios de selección, evaluación interna y
externa, revisión editorial por parte de un comité integrado por las tres universidades miembro y
edición por parte del equipo de la UNGS. La decisión de crear una colección específica entre historia
y memoria en el marco de una reorganización del catálogo pensando en los públicos lectores tiene
que ver justamente con esta cuestión. En este sentido, la colección evidencia claramente una
homogeneidad gráfica y temática que como nos decía Stukalsky la dota de una identidad propia y a
la vez la incluye dentro del catálogo general de la editorial. En relación a la gestión de proyectos,
nuevamente notamos un alto grado de profesionalización, dado que según lo que nos relataba su
director, la editorial cuenta con una estructura administrativa propia, una librería propia con personal
a cargo -que además es la única en la zona- un equipo profesional que cuenta con un director
editorial, una editora, un diseñador gráfico, una correctora, un vendedor yuna persona encargada de
la administración. Hay un presupuesto asignado por la universidad para los cargos salariales del

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personal y uno de gastos y general para poder financiar los diversos proyectos de la editorial. Por
otra parte, Stukalsky nos indica que como toda editorial universitaria tiene una normativa, no hay
autonomía plena, pero todo lo publicado recibe un tratamiento editorial profesional, mientras que el
vínculo con la universidad se da fundamentalmente en el ya mencionado comité editorial que tiene
representantes de los diferentes institutos de la universidad y que avalan todas las publicaciones, más
allá de sus diferentes orígenes pues algunas propuestas surgen de la propia editorial y otras de los
institutos. En relación a la autonomía económica, como decíamos, la editorial cuenta con presupuesto
asignado para sus proyectos, se maneja de manera directa con autores y proveedores y pone un fuerte
acento en la distribución de los libros por múltiples canales. En este sentido, como veíamos cuenta
con un vendedor, pues el objetivo es poder llegar a las librerías y que los libros efectivamente puedan
tener una amplia difusión. A la vez, se participa con stand propio en la feria del libro, además de
ofrecer los libros en el de la Librería Universitaria Argentina. El objetivo que nos plantea Stukalsky
en este contexto es poder llegar a los lectores, pensar en que aquello que la universidad tiene para
decir, los debates que se generan en ella puedan llegar a públicos amplios, con una política muy
activa que ha llevado a sumar por ejemplo 47 títulos al catálogo en 2018. En la colección sobre la
que trabajamos en particular, se pensó que la mejor manera de ampliar la llegada con un presupuesto
limitado era sumando la opción de bajarlos gratuitamente de la web, por tal motivo, la edición en
papel fue limitada y no se ofreció en librerías excepto en la de la propia universidad. La colección se
difundió con presentaciones de libros, pero también con notas en medios gráficos como Página/12,
de donde provienen algunos testimonios ya citados, mostrando una voluntad de trascender los
circuitos universitarios y llegar a públicos más amplio.

En conclusión, la editorial cuenta con autonomía y una estructura propia dentro de la universidad,
vinculándose con los diversos institutos que la integran en el Comité Editorial donde se elevan las
diversas propuestas confluyendo los criterios y demandas académicas con una lógica editorial que se
aplica a todos los textos para dotar de unidad al catálogo y posicionar a la Editorial en un lugar de
relevancia dentro de las Editoriales Universitarias con un importante nivel de ventas y difusión de
sus textos.

Finalmente, queda analizar un último punto muy importante en relación a la difusión on-line de
manera gratuita de los textos. Teniendo en cuenta las oportunidades que brindan los nuevos formatos
digitales de acuerdo a las propuestas de De Sagastizabal (2017), en nuestro planteo inicial nos
preguntábamos si efectivamente la publicación en formato digital implicó ventajas en cuanto a la
difusión, cantidad de inventario impreso y alcance de las publicaciones de la colección y si la

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decisión de utilizar este tipo de formato implicó un mayor éxito o circulación de la colección. En este
contexto, uno de los directores de la colección, Emmanuel Kahan plantea que:

“En el caso particular de esta colección, el acceso abierto permite interpelar a un público
más amplio que si hiciéramos una edición en versión papel. El índice de bajadas nos
muestra que los títulos tienen un recorrido permanente y aleatorio: son descargados
asiduamente y en distintos territorios. En este sentido, la versión digital de estos trabajos
facilita un acceso más democrático e inclusivo de las producciones realizadas en marcos
académicos”(Kahan, 2018)

En el mismo sentido, Daniel Lvovich da cuenta de la importante circulación que ha tenido la


colección, en donde las descargas de los textos se cuentan de a cientos y en varios casos de a miles.
Es decir, efectivamente la decisión de publicarlos de esta manera ha permitido ampliar la llegada y la
difusión de la publicación, asignado de manera eficiente los recursos y evitando la acumulación de
stocks de libros sin lectores. Stukalsky nos planteaba justamente que antes de la organización del
catálogo y la profesionalización de la editorial la misma no tenía capacidad de llegada a los lectores,
con lo cual fueron desplegando diversas estrategias para ampliar la circulación que en este caso ha
resultado satisfactoria.

Por otra parte, en nuestro trabajo intermedio siguiendo Don McKenzie (2005) y a Roger Chartier
(1988), preguntábamos cómo las diferentes materialidades y organización interna de la colección
influyen en la creación de sentidos. En este contexto, ya hemos analizado más arriba las
características materiales de la colección y la hemos comparado con otras colecciones de la editorial.
Sin embargo, sabiendo ahora que la edición digital fue pensada como central para los editores y
directores de la colección, es importante preguntarnos como cambia la lectura de los estos textos en
relación con el formato impreso. Nuevamente retomando a Chartier (2007), quien nos dice que la
textualidad electrónica permite modificar las formas de explicación y argumentación en la narración
histórica, utilizando por ejemplo la intertextualidad, lo que permite al lector confirmar o evaluar por
sí mismo los argumentos del autor. A su vez, es posible incorporar otros recursos, como audios,
videos, etc. La colección analizada no incorpora estas otras formas, pero si permite ingresar desde los
textos por medio de links a los documentos digitales citados. También cuenta con un índice
digitalizado que permite ir directamente a la sección de interés sin recorrer todas las páginas del
libro. Esto permite al lector validar por sí mismo algunas de las fuentes que hacen a la argumentación
del historiador, por ejemplo en el último tomo sobre los trabajadores del frigorífico Swift podemos
acceder mediante a un link a una nota del diario El País de España digitalizada del año 1976:
https://elpais.com/diario/1976/06/22/internacional/204242404_850215.html. En este sentido, para
pensar la relación entre la escritura de la historia y las formas de validación de la disciplina,Chartier

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retoma a Carlo Guinzgurg para hablar del paradigma indiciario de indagación del pasado a partir de
huellas y documentos; y a la vez retoma a Reinhart Koselleck y a Michelle De Certeau para
desentrañar cómo en la escritura de la historia el historiador debe hilvanar no solo el discurso
histórico sino el reconocimiento del otro, explicitando y organizando los documentos lo que queda
plasmado en las citas, notas al pie y todo el aparato erudito que demuestra la competencia y
profesionalidad del historiador., volviendo sus argumentaciones confiables. Teniendo en cuenta esto,
los textos digitales como el ya citados permiten a través de la vinculación hipertextual formar una red
y constatar efectivamente al menos parte de esos documentos, haciendo que el lector no dependa
únicamente de la confianza del historiador y pueda acceder el mismo a muchas de las fuentes. Si bien
esto todavía es limitado (la mayoría de las citas de la colección no contienen hipervínculos, la mayor
parte de las fuentes no se encuentran digitalizadas) si demuestra que se está abriendo otra forma de
leer los textos de historia, que rompen con la linealidad y cronología propuestos por el historiador y
permiten al lector involucrarse más activamente con el proceso a la vez que pueden llevar a una
lectura más fragmentaria y menos lineal de los textos históricos. Por tratarse de trabajos que,si bien
pretenden llegar a públicos amplios,están dirigidos al público académico, en general han conservado
múltiples marcas de la escritura erudita, el citado de autores y referencias. En las clases, surgía la
pregunta de qué sucedería con los textos de divulgación en un contexto de cuestionamiento de la
capacidad de la historiografía de expresar verdades y la importancia de las marcas que en el texto
prueban ese vínculo con el pasado, que serían eliminados en los textos no académicos. Como
reflexión, quizás sea interesante explorar las ventajas que permiten los hipervínculos en los textos
digitales para permitir un enlace entre lectores no académicos y los documentos de los historiadores,
que permitan una relación más transparente con los mismos a la vez que pueden servir para de una
manera menos tediosa explicitar a los lectores los métodos con los que el historiador se acerca al
pasado y lo interpreta.

En conclusión, si bien la colección no está pensada únicamente para divulgación si se plantea desde
la editorial llegar a públicos más amplios que el académico, para lo cual desde la editorial se procuró
utilizar por primera vez el formato digital libre y gratuito con una buena acogida del público, ya que
según los entrevistados la colección ha contado con varios miles de descargas entre todos los tomos.
La política editorial de la UNGS la ha posicionado como un actor importante en el mundo de las
editoriales universitarias con un catálogo variado y con buena recepción entre los públicos que
pretenden alcanzar. La misma se maneja con criterios editoriales profesionales en coordinación con
las actividades universitarias con el fin de ser un vínculo entre la universidad y el público, intentando
expandir los públicos lectores atendiendo a las demandas sociales y políticas y su relación con los

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debates que se dan y conocimientos que se producen dentro de la universidad. En relación a las
ventajas del formato digital, si bien todavía no están del todo explotadas, si se incluye la posibilidad
de conexiones hipertextuales mediante links que poco a poco empiezan a cambiar las formas de
lectura de la historia, a la vez que permiten difundir los conocimientos producidos en la universidad
no sólo a un precio accesible a través de las ediciones económicas como la aquí analizada, sino de
manera gratuita al apelar a los Creative Commons y al código abierto.

Bibliografía

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Digital de Ciencias Sociales / Vol. IV / N° 7 / 2017. ISSN: 2362-616x. (pp. 141-164)

Entrevistas realizadas a Daniel Lvovich y Darío Stukalsky ambas en Octubre 2019

Sitio web de la Colección: https://ediciones.ungs.edu.ar/libro_category/entre-los-libros-de-la-buena-


memoria/ (ult. Visita. 17/10/2019)

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