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El gran doctor bendaham, de churuguara

Edgar Santiago Méndez Castellano en Crónicas de Churuguara


10 h

JACOBO BENDAHÁN. (Serie: Personajes de Churuguara y del Municipio


Federación).
Comencé a escribir esta crónica en el cálido mes de septiembre de 2016,
mes del cumpleaños del Doctor Jacobo Bendahán. Por largos meses
permaneció sólo en el intento, hasta que la obligación moral me lo exigió.
Difícilmente haya un churuguareño de más de 12 ó 14 años de edad quién no
fue tratado alguna vez por el Dr. Bendahán, como se le conoce a quien tuvo
por nombre de pila (nombre completo) el de Jacobo Gerónimo Bendahán
Noria. Digo esta edad que nos sugiere y remite a una fecha porque nuestro
personaje dejó de pasar consulta médica desde un tiempo aproximado al
señalado, luego de ejercer como profesional de la medicina general por más de
cincuenta años.

El apellido Bendahán es de origen judío por su raíz “Ben” (que en hebreo


significa “hijo de”), es localizado propiamente de la costa norte de África, en
el estrecho de Gibraltar , en la ciudad de Tánger (Marruecos), aunque también
de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, en la misma zona del mar
Mediterráneo. No se descarta entonces su origen judío sefardí, algo que se
hace más probable cuando lo relacionamos con el nombre de nuestro
biografiado y con el nombre y el segundo apellido de su padre. En cambio del
apellido Noria es poco lo conocido.

Jacobo Bendahán, nuestro personaje, nació el 30 de septiembre de 1927, en


Santa Teresa del Tuy, Estado Miranda. Sus padres fueron Isaac Bendahán
Chocrón, de Tanger, Marruecos y Carmen Noria (de padres de las Islas
Canarias, España, y ascendencia francesa), quienes llegaron como inmigrantes
a Venezuela a comienzos del siglo pasado. Su padre se dedicó muy pronto a
comerciar cacao desde Barlovento y la costa del Estado Miranda, por el río
Tuy, hacia las islas del caribe, especialmente Trinidad, por medio de una
pequeña flota de pequeños barcos de su propiedad y llegó a tener algunas
propiedades en aquellas tierras del territorio mirandino. Jacobo fue el tercero
de una familia devotamente cristiana de seis hermanos.

Sus estudios primarios los realizó en Santa Teresa del Tuy y el bachillerato lo
realizó en el Liceo Caracas, de Caracas. Estudió medicina en la Universidad
Central de Venezuela, pero por haber sido cerrada esta universidad durante el
gobierno del General Marcos Pérez Jiménez debió continuar estudios en la
Universidad de los Andes, Mérida. Regresó a la Universidad Central, en
donde tuvo el privilegio de haber sido discípulo del Dr. Jacinto Convit, quizá
nuestra mayor gloria científica nacional y de Arnoldo Gabaldón, este último
considerado el mayor sanitarista de nuestro país y quien llegaría a ser Ministro
de Sanidad durante el segundo gobierno de Rómulo Betancourt entre 1959 y
1964. También fue discípulo de otro eminente sanitarista e investigador de las
enfermedades endémicas y tropicales, el Dr. Martín Vega, de quien a su vez
lleva el nombre su Promoción de Médico egresado de la Universidad Central
de Venezuela en 1954.

Una vez graduado de médico, el Doctor Jacobo Bendahán fue enviado a hacer
la ruralidad en Dabajuro, Estado Falcón. El contraste con aquella realidad
debió ser terrible para alguien poco acostumbrado a aquellos paisajes de una
Venezuela más rural aún, sombría y llena de calamidades que parecía todavía
anclada en una historia de cien años atrás, incomunicada hasta con su propia
capital estadal y con unos niveles de insalubridad y con tan pocos recursos
como para espantar a cualquiera. Como profesional de la medicina se
identificó para toda la vida con la matrícula 3351 de médico nacional y con la
matrícula 28 del Colegio de Médicos del Estado Falcón.

Durante el ejercicio de su ruralidad fue el tiempo cuando conoció a Irma Rosa


Rodríguez, quien siendo churuguarense trabajaba como laboratorista en
Capatárida y con quien llega al matrimonio en 1957. Se radicó en Churuguara
desde 1961 y de su unión matrimonial que duró 57 años nacieron sus hijos:
Jazmín, Liz, Yalitza, Jacobo, José Antonio, Yotzabeth y José Rafael, de los
cuales siempre se preocupó por su formación universitaria. En su núcleo
familiar y social se distinguió siempre como un personaje muy austero y
disciplinado, metódico y responsable, recto y orientador aunque de poco
hablar y muy ensimismado en su oficio. Su vida social la reducía a largos
paseos por la localidad (casi siempre caminatas con un muy particular estilo
de manos atrás y enfundado en sus famosas impecables guayaberas) y
especialmente por las cercanías a su casa de familia, en donde alguna que otra
vez era cuando disfrutaba de la compañía de algunos amigos, entre ellos
Arturo Rodríguez, Jesús Cordero (padre), Helímenes Hernández, el Pbro.
Fabián Chelala y algún colega de profesión de los que siempre lo visitaban
departiendo de vez en cuando de una buena comida y de una moderada buena
bebida escocesa.

No realizó nuestro biografiado posgrado alguno, pero estuvo afiliado a


publicaciones especiales de medicina, entre tantas a American Journal
(Revista Médica de USA), y a otras que le mantenían muy actualizado en su
profesión. En Churuguara se desempeñó como médico desde cuando su
hospital tenía el nombre de "San Rafael”, ubicado en el sector “El Cerrito” y
luego como director del actual Hospital “Emigdio C. Ríos”, en donde nunca
tuvo un horario definido de trabajo, no por comodidad sino porque se aparecía
a las horas y momentos más imprevistos para inspeccionar que todo estuviera
bien. Su extraño sentido de puntualidad, en un país de impuntualidad lo hacía
ver presente en el lugar y momento preciso. Su desprendimiento no era una
pose, fue una filosofía de vida, tanto que en algunos momentos, no por
blasonar de poderoso o rico –porque tampoco lo fue-, llegó a pagar de su
propio peculio la nómina de algún personal del hospital o la compra de algún
material cuando los pagos se retrasaban por algún asunto burocrático de los
organismos correspondientes.

Si nos tocara enjuiciar su obra como directivo del hospital local diría lo que es
común escuchar en Churuguara: “han sido los del Dr. Bendahán, los años de
mayor gloria de nuestro máximo centro de salud local”, adscripto al antiguo
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, para el cual trabajó por más de 30
años, hasta su jubilación, aunque también trabajó para organismos como
Ipasme, Cadafe , Policia, fue a su vez el médico autorizado por largo tiempo
para la entrega de los famosos certificados para conductores y también fue
tutor de trabajos de pasantías realizados por pasantes de medicina de la
Universidad del Zulia, aparte de que también atendía en forma privada en su
consultorio particular anexo a su casa de familia, por lo cual sus años como
profesional de la medicina en realidad fueron más de 50.

Una de las mayores dificultades afrontadas por el Dr. Bendahán en el


desempeño de sus funciones fue cuando Churuguara fue azotada por violentos
temblores de tierra en septiembre de 1966, pero fue especiamente frente a ese
hecho lamentable y triste y en muchísimos otros casos cuando supo dar
muestras enormes de trabajo y justicia y una vocación innegable por su labor
desempeñada por igual frente a todos, sin distinciones de ningún tipo, con
gran sentido social de su labor, tanto que muchas fueron las veces que a lo
largo de su ejercicio profesional no llegaba a cobrar por sus servicios ante
quienes veía con menos posibilidades económicas.
Muchas virtudes y características fueron entonces las que prefiguraron la
personalidad del Dr. Bendahán. Su seriedad, su paciencia y calma frente a
cualquier caso y su poco hablar eran compensados con unas certeras
apreciaciones sobre sus pacientes, especialmente en casos de niños. Era una
ley que cuando apreciaba y sugería la necesidad de llevar a algún enfermo a
otro lugar y ante un especialista determinado su criterio terminaba siendo
certero y efectivo. Extrañamente estos rasgos de su personalidad los
combinaba en ocasiones con unas salidas chistosas que dieron pie a muchas
anécdotas que se le atribuyen con sus subalternos, pacientes, familiares y
amigos y de las cuales tuve ocasión de presenciar algunas en medio de alguna
consulta, en el encuentro casual en la calle o en la espera del periódico en
donde los concurrentes siempre decíamos algo con la premeditada intención
de que nos hiciera reír con alguna ocurrencia o algún comentario corto jocoso
y sencillo.

Muchas de esas anécdotas esperan por alguien que deberá escribirlas en El


Anecdotario de Churuguara, más allá de las atribuidas a su persona por el
escritor Diego Nicolás Chirinos, Cronista de San Luis en su libro Serranerías.
De todas ellas es de recordar el comentario que en alguna ocasión vertiera
sobre el Dr. Bendahán el padre Fabían Chelala quien refiriéndose a su persona
decía “este es el mejor médico del mudo porque siempre le dice a uno: ¡Ah, tú
no tienes nada!” y es que en verdad esa era una de sus frases recurrentes quizá
como medio de estímulo a sus pacientes.
El Doctor Bendahán murió el 6 de noviembre de 2017 y dejó grandes
recuerdos para los churuguarense y falconianos que tuvimos la honra de ser su
paciente, de conocerlo y tratarlo, con él se fue no sólo un gran médico sino un
ser especial con profundo amor por lo que le correspondió hacer en la vida, un
verdadero guerrero venido de lejos a dar tanto por Churuguara, y quienes
tenemos el agradecimiento como el mandamiento extraviado por Moisés, lo
recordaremos eternamente.

Edgar Santiago Méndez Castellano.

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