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El debate sobre los varones yl masculinidad est de actua~ lidad, Temas como que significa ser hombre hoy en dia, qué csperan las mujeres de los hombres, los cambios en las ee eo tea Jas nuevas paternidades, el amor entre varones, el nuevo eee eee ee ee a eee Ce ‘mujeres. Pero, a pesar de ell, la masculinidad carece de una historia "de verdad” porque, hasta hace poco, no se habla pee ee ee ee ec ee ener Jos varones. Este es el objetivo del presente volumen, que Bee eet ec ee ee ere Peer eer provenientes de campos tan diversos como la so pee eee esa eae eae cua no ‘evolucionista feminista, Cuestiones tan preocupanres como Ja creciente violencia contra las mujeres evidencian la nece- eee eee ete ee een a ee oa Peet ed fue la gran revolucién del siglo 2%, el cambio del varén eee reece aoc a ete eee a faiateKd ‘iii La masculinidad a debate La musculinidad a debace ESL Pace yn EL. Ce ive ANGELS CARABI y JOSEP M. ARMENGOL (eds,) LA MASCULINIDAD A DEBATE jade hcadnyeta Tearia®S wopass! Gases pape deestelir 10% acids ec procedede la reupeadn yelled papel utlado. La febracény iin de papel reid suponeelahrr de eneria aguay ‘rade y ura menor ems de sartanlscontainantesa sis yl atméser.e manera ‘pedal le utizacn de papelreclado etal tala eéroles para produc papel La Satie Alujcer'y Gleran, ivigide por Marts Segarra, inclayeensayos que se sien ‘en el campo de los extudiosculrralcs sabre mujeres, géner y diferencia gexual. Se {nis en 2000 con los volimenes Peminie yeti literary Nuewas mavulinidaden, 1 ha segido publicando obras tebricas y etcas en dicho campo, Su sede editorial fe halla en el Centre Dina i Keeratara de la Universitat de Baseslona (hetp:/ swnweh.edu/edons). Diseho de Ja colecion:‘Laia Olivares “Traduceiin del inglést Maris Isabel Seguro (© Angele Carabi, Josep M. Armengol, Michael Kimmel, David Gilmore, Kria Gabbard, David Leverene, Carolyn Diauhaw, David L. Eng, Linds G. Jones, Patrcia Adait Govraty, Lynne Segal © eatin editorial 8 [Are de Sant Crisfel, 11-23, 08003 Barcelona win iemacdicorahcom ‘catin@icariaeditorial.com Primers edicién: abil de 2008 ISBN: 978-84-7426-963-5 Depésito legal BeI.057-2008 Compotiidn Grifter, 8. L Aragén, 127, 4° 18 ~ 08015 Barcelona mproso por Romanya/Valls, 8. Veidaguer, 1 ~ Capellades (Barelons) ‘Todos fos bos de esta colescién estn impresos en papel recicado Printed in Spain nigreso en Expat, Probibide le reproduc ttl o posi INDICE Agradecimientos 5 Prélogo, Angels Carabl y Josep M. Armengol 7 L. Los estudios de la masculinidad: una introduccién, Michael Kimmel, sociélogo 15 I. Culturasde la masculinidad, David Gilmore, antropélogo 33 MI. Hombres de pelicula, Krin Gabbard, estudios de cine 47 IV. Varones de novela, David Leverenz, critica literario 65 V._ Perspectivas queer, Carolyn Dinshaw, estudios de sexualidad 81 VI. Razay masculinidad, David L. Eng, estudios de raza y etnicidad 95 VII. Masculinidades del Isiam, Linda G. Jones, estudios drabes ¢ iskimicos 111 VIII. Biologta y géricro(s), AGRADECIMIENTOS Patricia Adair Gowaty, bidloga evolucionista 133 TX. Los hombres tras el feminismo: Qué queda por decir?, Lynne Segal, psicdloga 155 Eptlogo: La masculinidad a debate, ff Lynne Segal en didilogo con el grupo de investigacién «Construyendo nitevas masculinidadesr, Universitat de Barcelona 177 Bibliografla 199 Nuestro més cordial agracecirsiento a 1@sespecialistasen los estu~ dios de masculinidad que tan smablemente nos dedicaron su tiem- poy nos abrieron sus casas y lugares de trabajo en las entrevistas ca ‘Nueva York. Gracias también alas académicas ylosacadémicoscon F< quienes celebramos conferencias y seminarios en la Universitat de Barcelona y que prepararon los articulos que figuran en el presente | volumen, ‘Nuestrosagradecimiencos,asimismo, al amable yjovial Ricardo {Montez (Universidad de Nueva York), porlagrabacién en video de = as entrevistas de Nueva York, y cuya seleccién incluimos en-el {DVD adjunto. Ala Regiduria dela MujeryDerechos Civiles del Ayuntamiento #de Barcelona, especialmente a su Regidora, la Sra. Pilar Vallugera, Por haber hecho posible la publicacién de dicho DVD. ‘Allnsticuro de la Mujer por haber crefdo en nuestro trabajo, por anciar el proyecto de investigacién «Construyendo nuevas mas- Culinidadess (exp. n® 62/03, wow.ub.edu/filoan/masculinidades. ml), que muestra, como uno de sus resultados, el libro que pre- {entamos, y por darnos pautas (gracias, Rosario Segura) cuando nos Sentfamos perdidos. J Queremos de todo corazén agradecer a Marfa Isabel Seguro, staductofa del volumen y miembro del grupo investigador, st res- jonsable, minuciosa dedicacién y buen hacer. A Marta Bosch por Bus precisas revisiones. Autor@s 203 Nuestro més carifioso afecto a todos los miembros del proyecto de investigacién por sus sabias reflexiones sobre el andlisis de las ‘masculinidades, y por la ilusién y las risas con que hemos trabajado juntos a lo largo de estos afios. Angels Carabt y Josep M. Armengol (eds.) PROLOGO Angels Carabl y Josep M. Armengol El debate sobre los varones y la masculinidad esta en-el aire.en las ‘sociedades de hoy. Temas como qué significa ser hombre hoy en fa, qué esperan las mujeres ce los hombres, los cambios en las felaciones entre varones y mujeres en el espacio laboral y en el mbiro doméstico, las nuevas paternidades, la amistad y el amor ‘entre varones, el nuevo énfasis en la estética y cuidado del cuerpo ‘masculino, exc. son objeto de conversacién en las tereulias de ami- gosy familia, entre las mujeres,y entre los mismos hombres. Es un debace que tiene su espacio en los periédicos, en la.radio y en la [) maleratadores aterrorizados de sf mismos, y en los despachos de los miédicos y de los psiquiatras. La masculinidad no conoce fronteras ide edad, de color de piel, de clise social, de orientacién sexual, ni {de nacionalidad porque perviveen todasellas. Pero, a pesar de ello, arece de una historia «de verdad» porque, hasta hace muy poco, no 4ctuar y, sobre todo, no se I habia contemplado como algo art ipso, construido culturalmetice y profundamente injusco para las iujetes y, paradéjicamente, también para los hombres. "Deselect siglo pasado, el feminismo haestadoluchando para mostfar imo el gévero resulca un elemento esencial en la configuracién de ‘nuestras vidas. El género —junto con otros Factores como Ja raza, la clase social, Ia orientacién sexual, la edad, erc— acnia como agente protagonisca de le discribucién del poder en todas las socie- dades del mundo en que vivimos. Desde sus inicios, los anilisis sobre cl género se centraron en las mujeres, dado que estas han sido, dl principal objeto de abuso de las politicas patriarcales. Peto a partir de los aos ochenta susgieron, inspirados cn el ferinismo, los llamados westudios de las masculinidades», cuyo objetivo prin- cipal es mostrar cémo la construccién cultural del género no sola- mente ha determinado el comportamiento de las mujeres, sino también el de los varones. ‘Muchos hombres son desconocedores de esta realidad porque los mecanismos de que se ha scrvido la masculinidad tradicional, como indica el socidlogo Michael Kimmel, los han convertido en seres uprivilegiados», invisibles a ellos mismos. De hecho, la domi- nacién mascilina se ha nutrido a lo largo de los siglos de su propia sinvisibilidads para seguir existiendo. Sin embargo, los cambios sociales relativamente recientes, entre ellos la espectacular entrada de la mujer en laesfera pablica, han sacudido los comportamicntos tradicionales de las mujeres, y también los de los varones. Las mujeres, gracias al trabajo de reflexién (y de accién) del feminismo han sido las principales agentes impulsoras de ese cam- bio social y, pot ello, estén mucho mds preparadas para repensarse as{ mismas y determinar sts papel en la sociedad. Los varones (no todos) han vivido de perfil —y a’ menudo, a regafiadientes— las profundas reflexiones de sus compafierasy ahora se sienten descon- ‘cercados ante la realidad que les toca vivir. Tanto los més maduros, como los mas jévenes se encuentran desprovistos de un discurso propio que les permira explicarse lo que est ocurriendo, ya que los cédigos masculinos tradicionales son obsoletas y los nuevos estan todavfa por claborar. Las reacciones a este desconcierto son millti- ples. Hay algunos varones que procuran aferrarse a la vida va la antigua» y, faltos de la palabra, recurren a la violencia para afirmar- se, Ottos se apuintan a la moderaidad imitando nuevos modelos estéticos, como 6i tener un cuerpo musculoso y lustroso o lucir un nuevo locke» implicase revestir su forma de-ver el mundo. Ya es sabido que el hdbito no hace al monje y que el cambio hacia una masculinidad no dominance, es decir, una masculinidad no sexista, no racisea y no hom6foba, pasa por la autocrftica y el di- jogo con quienes hace ya tiempo que estin trabajando para recons- | eruir el conocimiento. Esto significa hablar con las mujeres, las © pinotias raciales, los homosexuales, etc., y repensar los cédigos Siradicionales de la masculinidad. Hay muchos hombres que, afor- ‘unadamente, ya han iniciado este proceso y con su comportamien- estin modificando conceptos como la paternidad o Ia amistad | entre varones —y entre horabres y mujeres. Estos hombres estén . En el encuentro, que cuvo lugar en la Universitat de Barcelona, se erataron varios temas, como el didlogo entre el feminismo y los estudios de las ascilinidades, el debate entre el discurso postestructuralista y los objetivos polfticos del feminismo, Ja Funcién politica de las emo- ‘ciones de los varones en Ia lucha por la igualdad de géneros, el anilisis del amor encre hombres como fuence para un anzlisis his- t6rico de la homosexualidad masculina, la construccién delasiden- tidades adolescentes de género actuales, las aportaciones de Is bio logla evolucionisia a los estudios de género y de masculinidad, el psicoandlisis ylas masculinidades émnicas, el futuro del género y de las identidades de género, los movimientos de hombres en laactua- lidad, la globalizacién y las nociones fundamentalistas de identi- dad, y las nuevas aportaciones de Lynne Segal sl estudio de las masculinidades. Esperamos que los diferentes trabajos recogidos en el presente volumen (asf como la scleccién de fragmentos de las entreviscas en formato DVD que lo acompafia) contribuyan a éstimular la re- flexién sobre la construccién de las masculinidades y, sobre todo, a repensat la masculinidad normativa, Temas tan preocupances como la creciente violencia de género en contra de las mujeres tevidencian la necesidad y Ia urgencia del cambio de Ia configure- cid pacriarcalde la masculinidad. No cabe duda de que el canine hracia la plena equidad entre hombres y mujeres pasa por la trans- formacién y redefinicién de las masculinidades y de las selaciones de género tradicionales. Si el feminismo fue la gran revolucién del siglo 2% el cambio del varén, como ha argumentado la psicdloga feminista Victoria Sau, podsfa ser Ia revolicién social ids impor tante dal siglo que iniciames. ry | 1. LOSESTUDIOS DELAMASCULINIDAD: _ UNAINTRODUCCION ret Michael Kimmel, sociblogo ecilinidadrienen ima bist iar and esos sds you raz /- Michael Kimmel: Hay dos respuestas a esta-pregunta, En pri tps upe los ioe de hombres come dp nas lorestudos clas mascilinidades, que es el término que yo prefcro utilizar, ‘urgiezon hacia finales de los afos setentay principiosde os ochen. 1acomo reaccién positvaalos escudios de la mujery al feminismo. otra consideraciéa es que los estudios de hombres empezaron vando se comenz6 a estudiar alos seres humanos, ya que pricti- mente toda Ia investigacién se centraba en los hombres y en sus bras. Los estudios de hombres equivalfan al estudio de la literatu- a ilosofia, las ciencias polticas ola historia, etc, imbicos en los Hels ‘mujeres habian sida. praccicamente exeluidas fo empezamos & etiquesarlos como eestudios de hora cir, @ hablar de mnasculinidad como un ae ne {ciente, apfincipios deloschenta, eazndo los académicos forma os en el femninismo comenzaron 2 darse cuenta de que el sistema énero habia sido ignorado en el anilisis de los varones. Fue'en co cunndo los hambres empezaron a manifestar qu la clinidad cambien les afecabi, que se experaba de ellos quie § Umpliescn con unos idealesdecerminados de lo que significaba ser [Bi nbre. Eso fue el principio de todo. Los primetostericos que pablaroh sobre la masculinidad ‘fueron mayoritariamente los 15 psicdlogos, los antropélogos, luego los sociélogos y, algo mas car~ de, los historiadores. A finales de los ochenta, el interés se desplazé a los estudios culeurales, la literatura y las humanidades, una linea deinvestigacién que, desdeentonces; estd dando lugaraun niimero ‘uy significativo de publicaciones dedicadas a analizar las repre- sentaciones de la masculinidad en Ja lirerarura, el cine, etc. A.Ce 2Qué es lo que el feminismo ha aportado al andlisis de la saseulinidad? ‘M.K.: El feminismo suvo un papel fundamental ert dos senti- dos, En primer lugar, hizo a las mujeres visibles,¢ hizo el género visible, El andlisis de la masculinidad incorpora dos aspectos del feminismo. Primero, admite que el género ¢s un sistema de clasi- ficatién que no solo establece que las mujeres se convierren en. sfeineninas» y los hombres en «masculinos», sino que es yn entra- mado de relaciones encre mujeres y hombres que gira, ch torno @ nociones de poder y, consecuentemente, de desigualdad. Relacio- nar el género con el poder es un elemento esencial para el femninis- ‘mo. La segunda contribucién del.feminismo al desarrollo de los estudios de las masculinidades provino de las aportaciones realiaa- das por lesbianas y mujeres de color. Sus ideas ayudaron 2 los cestudiosos de la masculinidad a reconocer que la homofobia, por | «ejemplo, ¢s uno delos principios orgenizadores deo masculino. La homofobia explica no solo la manera en que entendemos las rela- ciones entre hombres heterosexuals y homosexuiales, sino tambign cémo funciona la-construccién de la masculinidad. ‘Oura contribucién del feminismo es el concepto de diversidad, una idea que proviene de la critica realizada por mujeres de color al propio feminismo 2 finales de los ochenta. Esta perspectiva per- ‘ite ver cémo los hombres, dependiendo de situaciones especifi- cas, definen la masculinidad de forma diferente. Como ejemplo, a menudo digo en mis clases: «imaginad a dos hombres americanos. Uno tiene setenta y cinco-afios, es negro, gay y vive en. Chicago: ‘Ahora imaginad a otro hombre americano que tiene diecinuev' ‘afios, es blanco, heterosexual y vive en una granja aunas 100 mills dde Chicago. :No creéis que tienen ideas diferentes sobre le mascu linidad?s. Y algo que me resulta muy interésante como socidloge: «No creéis que tienen algunas cosas en comtin?s. Ast que, desde m 16) perspectiva, lo incéresante es analizar la manera en que la raza, la edad, la sexualidad, eta, conscruyen la masculinidad de for, ma diferente, y también que aspectos de la masculinidad son co- ‘munes @ pesar de cOdas eses diferencias. Por esta razén utilizo el término sestudios de las masculinidade, mis gue wextudios de hombres, para demosrar que hacer el genero visible no imolice que: eet Ja ctnicidad, la clase social, 12 sexualidad o la edad sean invisibles, A.C: Diversas discipliias, como usted ya ha comentado, han in| corporade ss ideas os eraia dels wecubridter Cod on ~D ha sido la contribucién de la antropologia? i : M.K:: Creo que limpubio inicial, el que provino de asi socialesy dela antropologia en este caso, dejé claro que el concepto de la.masculinidad varfa sega las eulturas. En segundo lugat, le ‘masculinidad cambia alo laigo del tiempo: Lo que significa ser un hombje hoy en dia en Estados Unidos es muy distinto de lo que @ pudo haber significado cuando el pals fue fundado en 1776, Aqul ¢s donde entran los historiadores, El cercer i - El cercer punto son las variacio= ‘hes entre hombres debido a la raza, la clase social, la etnicidad, la seruaidad,y sa tla contibucién de ls socilogos. El cuatro into es quc la masculinided significa cosas distintas 1d hombre alo argo de au vida. Ser hombre ala edad de mi hijo de _ cust aos y medio es muy distince de lo que sigaificaré par = cuando tengacatorce, veinticaatzo,treinea, cuarenta. serentaafios, "Esta es a labor deda psicologia del desarrollo. Todas las ciencias de la conducta social han aportado su contribucién,y tli su contribuciénsy ilimamente, | iologta se dedica de forma muy activa x investigar el papel de la _ genética y laevolucidn en relacién con el desarrollo de hombres y thujeres. Tambien, claro estd, cenemos que hablar de cémo diferen- fs culturas representan Jo masculinidad de distintas maneras a eteavés del arte, a literatura, la musica, el cine, i Steavés del are, lier musica, el cine, y cualquier otro ti # de medio de comunicacibn: Las humanidades tienen mucho ie iportar en este campo. Todas las disciplinas, de hecho, estén ha jendo contribuciones imporcantes, 7 |A.Ca: gDesde el punto de vista de la psicologia, ree usted que la teortade lasposiciones que sigue Nancy Chodorow’ continsta siendo un ‘modo tsl de enfocar el andlisis de las masculinidades? MLK: Sty no, Chodorow es el punto de partida pero no com- parco necesatiamente el tipo de trabajo psicoanalitico y dindmico quella utiliza. Sin embargo, sus ideas sobre la maternidad aportan dos cosas valiosas, En primer lugar, establece que la maternidad no ¢s instintiva, sino que es un proceso que se aprende a través de las relaciones desiguales de género. Esta primera apostacién es impres- cindible. El segundo aspecto importante es la recomendacién po- litica que hace al final del libro sobre cémo podemos cambiar el cjercicio de la maternidad. Chodorow cree que podemos eriar ni- fios mds igualitarios si nosotros, los hombres, compartimos con las mujeres las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. Compartir la crianza de los hijos es la estrategia politica que Chodorow propone para transformar la desigualdad de género. Por supuesto, como sociélogos, mis alumnos tienen much{sima dificulrad con este posculado porque no creen que un simple. cambio’ de conducta entre individuos dé lugar al tipo de cambios estructurales, legales e institucionales que rambién son necesarios para disminuir la desigualdad de género pero, a peiar de ello, creen que es una idea importante. Hay otzo aspecto de la perspectiva de Chodorow que creo resulta imprescindible para suestro andlisis. Ella presta aten- cién al desarrollo del nifio que tiene lugar antes de la crisis edipica ‘en la eorfa de Freud; en ver de centrarse en la ruptura con la Madre ‘que el nifio debe experimencar en la fase edfpica, se centra en el momento antes de esa rupcura. En cierto modo, lo que empieza a sugerir es que el'sexismo, una actitud que tiene sus rafces en una forma de desprecio hacia las mujeres, se aprende en cl petiodo de rupturacon la Madre. El nifio, para poder seatirse masculino, corta esa conexién con la Madge y aprende a sentir desprecio por las 1. Nancy]. Chodorow psicoanlistay profesora de sociologiaen Is Univer. sidad de California, Berkeley, y aucora del volumen El eercicio de la maternidad (1984), Seyin Ia teorls dela posiciones, el Ego solo puede existt en relacién con ‘ctos objets, sean externas ointemos. Los objets internos conssten en versiones {nteiorizadas des abjerasexternosy estén formados, prineipalmente;a riz de las interacciones con los padres. 18 mujeres como modo de demostras su distanciamiento de la Madre —es decir, de a feminidad. Creo que le que Chodorow map es que la sociedad moderna exté basada'en el rechazo de la feminidad por parte de los hombres, rechazo que se materializa en un despre~ cio generaliaado hacia las mujeres. A.C. :Qué papel eree que jucgan los estudios de las masculinidades en los erudios de género? M.K:: Considero los estudios de la masculinidad como una las mds imporantes contrisuciones a los estudios de género. NI van a reemplazar los estudios de género ni, claro est los estudios dela mujer, pero s{ que aporcan ideas muy relevantes. Sugieren que Jos mecanismos por los que la masculinidad se crea y se reproduce también necesitan ser cuestionados y wansformados y, ademés, sostienen que la mayorfa de los hombres, « pesar de todo el poder ‘quetienen sobre as mujeres,son infelicesy no se sienten poderosos. Esta idea es interesante. ;C3mo puede ser que todo el poder del mundo no nos ha llevado a os hombres a sentirnos poderosos? Lo que hemos descubierto es que el-sexismo no funciona para las ‘mujeres, pero tampoco funciona para los hombres. A.C. :Podria explicar ls maneras en las que noha frscionade para leshorabrs? Resueadifiilentendelo dvd ly oe ls mgee ‘M.K. El sexismo funciona para los horubres como grupo. No funciona para el hombre como individuo. La mayorla de los hom- bres a cftulo personal-no se sienten poderasos-en la estructura pa- triarcal, més bien sienten que no tienen poder: Czcen que sus vidas " -selles escapan de las manos, que no tienen control; sus mujeres los ‘manipulan, sus hijos los manipulan y sus jefes también... La mayo- | tia de los hombres creen que no tienen poder. De hecho, si uno examina el panorama de los movimientos sociales de los varones gue han aparecido en los dios diez, quince afios, cados argumen- tan que los horhbres deben recuperar un podet perdido. El grupo que ha tenido el mayor poder en-el mundo, el de los hombres blancos heverosexuales, siente que carece de él. Robere Bly? dice: 2. Robers Bly es poeta escritor,y uno de los fundsdotes del Movimiento de los Hombres Mico-Podios (Mythepoctic Men's Movement) En parte, el movie «Vaydmonos a los bosques, hagamos tituales de pode; alison pore chose los hombres que dic ures tienen todo el poder, recuperémoslo, cambiemos las leyes de divorcio y de custodia» y cosas pot el estilo. Otros grupos que estudio, como los blancos supremacistas, dicen: sSon las minories +ylagente negray los judfos quienes nos han quitado todo el poder». ‘Todos estos hombres se sienten impotentes. jResulta bastante sor- prendente! odrla ayudarnos a explicar la violencia masculina contra les mujer? En Bata wna media deans sea mages a i nr a anes despa 0 exparss Tene a ie er Jimpotencia y falta de poder que sienten los hombres a las que usted se Tc Cro ‘que se trata de una combinatién. No serfa correcto decssimplemente qu los hombres se sent impotent y aus por ello, actan de'la manera en que lo hacen. Déjeme explicarle tina anécdota y luego la conectaré con su pregunta sobre a violen- i, Hace un dempoesteeen un programe detelevisién con cutso hombres blneos heeosenes que afimaban sr weiss del minacién positiva. Su argumento era que, en la soci ontemporiacs los hombres eos son ls auevas vicina elo polleamente conto El programa se situa “Una mujer negra robs mi puesto de trabajo». Los cuatzo invtados hablaron de lo bien cuaificados que estaban para conseguir el puesto de trabajo, peso no lo buuvetn, Y yo de: «Quiero hotles una pregunta sobre un palabra del del dl programe, “Una mujer negra rob mi puesto de trabajo". Quiero preguntarles sobre la palabra ‘mi’. De dnde sacaron la idea de que se trataba de. puesto deerabajo para que ella lo cogiera? Por qué el titulo no es "Una mje negra obra ebeo"o “Unt mura hte wr sbaa Vr iimplemente una cuestidn de seatirse impotente, tose que ve om qu lor hombres ren ener sere pols ‘iow rayon eed penis ot elgunosbonbrede ite aaa tne dl fenintna de deladets derecho por Senge ‘como padres separsdes odivorciados 20 también con que sienten que carecen de dl. Esto es lo que los enfu- rece, Ahora volvamos a la cuestién de la violencia. Mi trabajo sobre Ja-violencia de los hombres contra las mujeres, especialmente la violencia doméstica —un dex que he investigado bastante—, in- dica que los hombres no pegan a las mujeres cuando se sienten poderosos, sino cuando se sisnten impotentes. Cuando eso ocurte, agreden a las mujeres, las viclan e incluso llegan a macarlas. Pero la cuestién es que no propinan una paliza a otro hombre; ellos nece- sitan pegar @ alguien sobre quien creen tener derecho a ejercer ese poder —la mujer o le amante, la pareja, en este caso, O sea que no se puede hablar simplemente de impotencia o carencia de poder. Cuando entrevistasa hombres que han pegadoa una mujer, ola han violado, han Uegado a darle muerte, hablan de desquitarse o ‘Vengarse: «Ella no hizo tal cosa, 0 sea que me las pagardr; «se supo- nfaque cenfa que hacer lo otto pero noo hizo, o sea que le demostré 4quién manda». Los hombres creen que tienen derecho a ener poder Pero sienten que no lo tienen. Bl feminismorha intentado analizar esta cuestiGn y ha explorado por qué los hombres sienten que estin en posesidn de este filo derecho hasta el punto de creer que la discriminacién positiva significa discriminacién contra ellos. La © violencia no solo proclama Ie masculinidad, cambién la restaura, » En los casos de ausencia de poder, la masculinidad esté de alguna ‘manera dafiada y la violencia se utiliza para recuperatla, para tes- taurarla y-reclamarla, Josep M. Armengol: En su libro The Gendered Sociery (2000) tested dice que las desigualdades de género erean diferencias de géuero ~ Jno al reves. ;Podria explicar esta idea? MKC: Mi teorfa es.qué, generalmente, pensamos que las dife- fencias entre mujeres y hombres son Ia causa de la desigualdad, Decimos que las mujeres no son.can asertivas, agresivas, etc, como ‘os hombres y, consecuentemente, os varones dominan en la calle, Perciben mejores salatios, etc. Yo sostengo lo contratio. Creo que 4 manera de resolver Ia desigualdad de género no és hacer a las | Mujeres y alos hombres més similares, sino cambiar ls estructuras ) 29 eqicativas en el erabajo y en las inscituciones. La desigualdad Sue vemos en todas las insticuciones a nuestro alrededor es lo que ee 21 nos hace diferentes. No somos tan distintos bioldgicamente, La verdadera cuestién no son las diferencias entre mujeres y hombres, sino lo que diferencia alas mujeres entre ellas mismas y'a los hom- bres entre si J.M.Ax-En Manhood in America: A Cultural History (1996) rated argumenta que el antocorstrol, li exclusién y la bia son ls tes temas més recurrentes en la historia de la masculinidad americana. Cree que dichos temas todavia prevalecen en la actwalidad? MLK: Déjeme aclatar dos cosas. Cuando empecé « trabajar en Manbood in America lo que querta decir es que la masculinidad ba cambiado muchisimo desde principiosdelsiglox0%a principios del siglo XX1, pero las estracegias a las que se ha recurrido para solvencar las numerosas crisis dela masculinidad (la necesidad de mantenerse fuerce, seguro y estable como hombre, la necesidad de verifiear la propia masculinidad, ete.) siguen siendo las mismas. Las paucas comunes que descibe! fueron el aurocontrol, la huida y la exclu- sida, Hablande dela primera, dirfa que existe una necesidad deinten- tarcontrolarel cuerpo masculino y de fortalecerlo. A principios del siglo XIX, el autocontrol éstaba relacionado con lz masturbacién. Hoy en dfa se trata de ir al gimnasio, de fortalecer el cuerpo y hacerlo musculoso, de tomar esteroides y de ser fisicamente inmu- ne, La otra tendencia, la huida, tiene sus orfgenes literarios en 1840 con el personaje de Washington Irving, Rip Van Winkle, que huye desudominante y mandona esposa. Estaactitud conciniaa media~ dos del siglo XIX encarnada en grandes personajes de novelas ame- ricanas como Huckleberry Finn de Mark Twain, Ismael y Queequeg en Moby Dick de Herman Melville o la figura popular del Lianero Solitario, delos quehablan especialistas como Leslie Fiedler y David Leverenz, Y, hoy en dia, tenemos a Robert Bly y todos esos hom- bres, los urbanitas, que corren hacia los bosques en busca de su ‘masculinidad. La tercera tendencia es la exclusién, Uno puede sentirse més hombre si se asegura que la balanza permanece desigual y solo el: varén —y.no la mujer— puede tener acceso a las oportunidades. Esta actitud favorecié el crecimiento de la discrimi los inmigrantes, las mujeres, los negros, los judios, los gays, etc. Hoy en dia ocurre lo mismo con la intersificacién del racismo, el ageing, ! emo y is nomofbiaenre hombres bhnee de George W. Bush, Yolo comsdere como oro tenia ze meneney Ja masculinidad blanca americana segura y a salvo. En un nimero - teciente del New York Reviewer, incluso Norman Mailer, cl gran defensor de los hombres blancos heterosexuales, critica a Bush, ‘Esto es patético; estos hombres blancos heterosexuales se dizigen 4 George W. Bush ya una guerra en Iraq como un modo de sentirse ‘mejor consigo mismas». El hombre blanco heterosexual en Araéri. & tone un probleme serio sguiendo aun tipo como George W. J.M.A.: Estamos viviendo en un contexto de erecience global cin. eCree que la globalizacién cam Pade rao, ci Creel goblin cmb et masinidadesy sea, iM Cro quel lobalinacin produce eambiosen las asc lindades de maners disinus, Empecemes por ariba. Creo que ay una emergence version hegeménica y global de la masculinidad {ue empezé justamence a aparece a finales de los ochenta y pine Sips delosnovena, y que foteo con el boom del epuno.comy _ de los metcados de valores, y con la expansién econémica de la elobalizacidn a finales de los noventa. Hoy en dla ese hombre he- | geménico global se manifiesta en Europa, en Estados Unidos en {odo el mundo: Sabemos exaccamente a quién me reficio: eel tipo | que se iencaen la sala de espera de la case business en culquer | seropuerro del mundo. Lleva elefono méuil, un ordenador portal ue puede conectar a cualquier conexién eléccrica mundial, habla inglés, come cocina continensal, iene prefecencias sextalesy de | consumo liberals, es conservador politica y econémicamente, vis. Ete ropa de disefio, preferiblemence italiana... ast es él, codos sabe. ps quéspecn dene Asi qu alobalseiGabacreadoura teva {Wisin de la masculinidad qué es ahora una version global y hee. ini, Ene el piner poste nas segunda cuesti6n son los efectos de la globalizaciin, que se jexpande de forma desigual y desplaza a grupos deretminadot, Pos jemplo, en los procesos migretorios, el noventa por eiento de la = poblacién esta consticuida por varones que dejan asus familias y 23 hogares en busca de trabajo en otros palses. Si rjramos el porcen- tajede ininigranes en la, ‘Unign Europea, veremos que la abruma~ dora mayorfa son hombres. La forma en la que se mueve la mano de obra en ef-marco de la globalizacidn esti basada en el género. El tercer aspecto —ahora vuelvo otra vez hacia'arriba—es que laglobalizacidn genera un estrato situado justo por debajo del modelo hegeménico de los hombres de clase media alta. Estos contemplast al mundo entero como una especic de centro comercial y van de compras no solo en busca de bienes de consumo, sino también de ‘cuerpos. El auge del curismo sexual por el que, por ejemplo, hom- bres alemanes o britdnicos de profesiones liberales van a Tailandia ces parte del cfecto de la globalizacién. - Y, finalmence, tenemos el grupo que yo estudio, la clase media baja compuesta por pequesios comerciances, pequefios granjeros, trabajadores altamente cualificados, pequetios artesanos, ere, Este grupo ha sido completamente aniquilado por la globalizacién, ya ue esta trae consigo los grandes centros comerciales que descruyen el pequefio comercioy la produccién a gran escala, lo que perjudica al erabajador altamente cualificado de las economfas del norte in- dustrializado. También perjudica al pequetio empresario, el zapa- tero, el carpintero y, obviamente, tenemos ta agroindustria que destruye las granjas familiares. Esta comunidad de trabajadores es la més resentida porque la globalizacién afecta a los hijos de los padres duefios de la granja, del pequefio comercio, de la tienda, y estos hijos —que rondan los veinte afios— eran los que esperaban continuar con el negocio. Ahora se enfrenran a un futuro en el que, sitienen suerte, legarin aser proletatios inexpertos.Este grupo esti ‘en descenso en Ia escale social. ‘A.C: Cuando habla de la masculinidad hegemtnica, jla asocia a tuna franja de hombres de mediana edad o también incluye a hombres indsjévenes, como sus esrudianses, por ejemplo, que tienen alrededorde veinte afios? M.K.: Creo que la mayoria de mis jévenes estudiantes varones ‘yen su masculinidad en cérminos de qué tipo de vida les espera. No se-ven a sf mismos abocados a un descenso en la escala:social; después de todo, estén en la universidad para poder ascender soci mence. Esperan que, cuando se gradien, alguien les oftezca un 24 puesto de trabajo conun salerioanisal decien mil délaresylas llaves de un nuevo BMW. Eso ¢s lo que esperan pero, por supuesto, casi ninguné lo conseguirs. JIMA: Cimo sepuede transforinar a masculinidad hegeménica? {Cimo se podria atracr al hombre heterosexual al feminismo, a dest- rrollar unas relaciones mas igualitarias? MAK; Existe un gran deoate sobre esto, gPor qué deberfan los hombres apoyar a igualdad de género? La respuesta obvia serfa por: imperativo ético, porque la igualdad es siempre correcta, justa, ¥ todo el mundo deberfa apoyer lo que es correcto, justo y bueno. Sin ‘embargo, el imperativo ético no te lleva muy lejos con los hombres porque piensan: «Si estamos mejor adaptados para cl sistema, spor qué deberfamos cambiarlo?». Creo que una forma de compcomerer a los varones es que se den cuenta de que apoyar la igualdad de sgénero los beneficia Lo qiie sf es cierro es que desafiar el sexismo y mantener una relacidn igualitaria en nuesta vida interpersonal mejora nuestras relaciones con las mujeres y con otros hombres, especialmente si cuestionamos la homofobic, es decir, el temor de los varones hecerosexuales hacia otros varones. Ademés, las relaciones con ‘nuestros hijos serdn mejores, mds fuertes, més ticas y dindinicas. Y esto realmente vale Ia pena. Pare ser completamente sincero, aqul ‘es donde puedo conecrar con ‘a mayorfa de los hombres de mediana edad que son padres. La mayorfa de los varones en Estados Unidos __ dicen que quieren ser buenos padres, mejores padres de lo que lo ' fueron los suyos propios. Pues bien, ;cémo lo conseguimos? ;Tra- bajando veinticuatro horas a. dia? jNo! Lo conscguimos compar- “tiendo las labores de la casa y el cuidado de los hijos; se consiguc a = través dé la igualdad de género, que implica que las mujeres puedan. uilibrar el tcabajo con la familia. Enconces cendremos el tipo de s)/ telaciones con nuestros hijos que decimos que desearnos, is | Los datos confirman lo siguiente: en Estados Unidos, los hom- “bres casados son mds felices que los hombres solterés: Por el ‘contrario, las mujeres solteras son mis felices que las mujeres casa- las, La ideologfa y Ja realided estin exactamente en posiciones “opuestas. El pensamiento tradicional sobre las miujeres es que si tdn casadas, tienen la vida wareglada». En cambio, de los hombres, 25 tuna vez que se casin, pensamos que se les acabé Is libertad, que estén atrapados en sus matrimonios. La verdad es que los varones casados tienen los indices de depresién mas bajos, son los més felices y tienen menos enfermedades mentales: Les siguen las mu- jeres solteras, despuds las mujeres casadas y, Finalmente, los hom- bres solreros. Estos tltimos tienen los niveles negativos mas altos de todoloquehe mencionado. Asf que los hombres casados son mucho ims felices que los hombres solteros. La compafifa de las mujeres nos bencficia, y la igualdad de la mujer, as lo argumento, también nos beneficia J.M.Aus cE este tipo de cambio personal del que extamos hablando sufciente para la igualdad de género 0 necesitamos implementar otras + estrategias?;Es lo personal politico, como dice el feminisme? MK: Yo responderla s{ a sus tres preguntas —no se excluyen muruamente. Empezamosesta conversacién con una pregunta sobre Nancy Chodorow. Yo argumento algo similar: la jgualdad de géne- x0 ¢s buena para los hombres porque nos permitird tener mejores relaciones con las mujeres, con otros hombres y con nuestios hijos. Pero esto no es suficiente. También necesitamos cambios en el ambito politico, institucional y eseruccural que provejan a la mujer del acoso sexual, de la violencia y de las agresiones sexuales, Del mismo modo, necasitamos leyes eficaces que garanticen la igualdad de género en el lugar de trabajo. Europa est mds avanzada que nosotros, en Estados Unides, al respecto. En los préximos diez afios, [a mayoria de los pafses europeos tendrén leyes paritarias sobre el nimero'de parlamentarias, como ahora tienen, por ejem- plo, Finlandia y Suecia, donde e: parlamento son mujeres. Eso esté llegando a Europa con més rapi- dez que aqul. El tercer punto Sobre el que me pregunté, jes lo personal politica? Pues claro, eso también es cierto; ylo politica'es personal. Las cosas que ocurren en el lugar de trabajo, en-el terreno legal, tienen asimismo enormes consecuencias personales ylos dos tipos de cambios son necesarios. No se puede, cambiar uno sin el otro, Si me pregunta cémo conseguir que los hombres den apoyo a la igualdad de género, yo dirfa que se necesitan cambios éstruc- turales y cambios personales, sin separar unos de otros. 26 la mitad de los miembros del ~ Cree que las politicas de igualdad racial estan desaptando la masculinidad begerdbnica? ‘M.K:: Desde luego, y por dos razones. La primera es que, con _ frecuencia, la cuestidn del género ha sido utilizada para analizar emas de raza. Hablamos de Ia masculinidad problemética de los vvarones negros y decimos cue son mds violentos, mds agresivos y ‘mis sexistas con las mujeres porque tratan de buscar wna compen sacién al racismo. Por ocro lada, existe la percepcién de que no son Jo suficientemente masculinos porque los tildamos de holgazanes, irresponsables, dependiences de la asistencia social y reacios a cjer- cer la responsabilidad de ser unos padres como es debido. Ast que el género es una manera de problematizazlos, Pero, en realidad, la respuesta del hombre negro al racismo no es solo una forma de sobrecompensacién, sino de resistencia. Mis estudiantesse sorprenden, porejemplo, cuando les ensefo las datos que demuestran que les hombres negeos llevan a cabo més tarcas domésticas que los hombresblancos. Asi que tambin hay émbitos en que los hombres negros son un madelo alternativo de masculi- nidad del quelos hombresblancos podrfan aprenderalgos del mismo modo que los gays son un modelo de masculinidad del que los hombres heterosexuales podrian aprender muchas cosas. J.M.A.: En 1998 Judith Halberseam publicé un libro titulado Female Masculinity en ef que argumenta que es necesario separar la ‘masculinidad del cuerpo masculina y de la biologta, einsste en que la masculinidad también esta relacionada com las mujeres. «Qué opina sobre este tema? M.K:: Bien, como profesor y como académico, creo que las ideas de Halberscam son muy inceligentes y muy interesantes. Pero caando voy porla calley me telaciono con la gente, su libro resulta set una obra académica. Sin embargo, estoy de acuerdo con ella en ‘que las cualidades asociadas con la masculinidad y la feminidad no son cualidades inherentes a un cuerpo masculino o femenino, sino que son colecciones de caracrersticas, aeticudes y conductas. J.M.A: :Padrta hablar sobze le relacién de los etadios gays con los _ estudiol de las mesculinidader!zDe qué maneras los estudios de hom res complementan los estudios gays? 27 M.K: Creo que hay dos formas de enfocar esta pregunta, La primera es que los estudios de las masculinidades se inspiran, en su anilisis, en tre tipos de discursos te6ricos: la reorta feminisea, la teoria queer y la teoria critica en general, La teorfa queer es abso- lutamente indispensable porque esclarece la conexién entre la homofobia y el sexismo. Demuestra cémo la construccién de la ‘masculinidad entre hombres esta conectada con la construecién de la masculinidad en las incerrelaciones entre hombres y mujeres. Creo que, tedricamente, es una cuestién absolutamence central. En segundo lugar, no solo tedricamente sino en términas de ‘cuerpos materiales, de cuerpos fisicos, la contribucién de los ests- dios gays es demostrar la manera en que la heteronormatividad conse tant ls masclinidadesheterosenuales como las ays que si nos fijamos en los hombres gays como grupo, hablamos de iiciones ee hombres en relation con le semualidad, Las relaciones entre los hombres gays y heterosexuales se convierten en aradigméticas, ya que exploran no solo cémo negociar la diferen- cia sino tambien eémo buscar similitudes. Cuando uno observa la conducta sexual de los hombres gays y los hombres hecerosexuales, se-ve que son mucho més similares que diferentes. De hecho, los hombres gays y los heterosexuales tienen entre ellos més en comin ‘quecon les mujeres (dela misma forma que as mujeres hererosexuales ylas lesbianas tienen entre ellas mucho més en comin que con los hombres). Una investigaci6n sélida demuestra que la masculini- dad continia siendo el principio organizador de Ja conducta he- terosexual y homosexual. Incluso en la cultura gay blanca domi- rnante, las muestras y pruebas de Ia masculinidad son un tema constante, M.A. Las estudios gays podrian ser incluides en los esmudios de da aalnded © mantel ditincin ene li? ‘MLK: Bueno, a mf me gusta el hecho de que existan estudios gays y lebianos 0, de forma més general, estudios LGTB (estudios, de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), pot le misma razén ‘que me gustan los estudios de ia mujer. Creo que durante demasia- do tiempo la gente lesbiana, gay, bisexual y transexual ha sido tan invisible que era necesario que los estudios LGTB proclamar Este es un grupo que existe». Ahora bien, cuando hablamos.de 28 esiudios de la masculinidad, hay dos formas en las que intervienen las sensibilidades queet. Una es que, te6ricamente, tienes que ha- blar de diferentes grupos demujeres, diferentes grupos de hombres yver cémo la sexualidad se utiliza como una especie de prisién para crear divisiones entre mujeres y también entre hombres. Creo que 5 un punto esencial. Probablemente leo tanta teorla queer como feminista para mi propia investigacién. A.C: Sila tendencia es gue los eseudios de la mujer incluyan los ‘studios de las masculinidade; ese deberfa cambiar la nomenclatura y hablar de estudios de género? MIC: Bueno, reaccione de dos maneras ante esta cuestién. Recuerde que hay una historia: En primer lugar, no se prestaba ‘atencién a las mujeres. Basicamente solo habfa estudiés de hom- bres. Después vinieron los escudios de la mujer, que eran un corree- tivo al androcentrismo del cursfculum tradicional, Ahora que las mujeres han conseguido hacer visible el género, incluyendo hacerlo visible a los hombres, empezamos a considerar si dentro de los estudios de la mujer se hace referencia explicita al género maseuli- ‘no. La cusstién es que queremas que los hombres acudan 2 estos = cursos y que se dén cuentan de que también tratan sobre ellos. Ast que el siguiente paso serfa la creacién de programas de estudios de lamujery degénero. Sin embargo, noessuficienteporquecontinéia ~ siendo un gueto. Nos desplacamos del gueto de los estudios de la | mujeral gueto de los estudios de génézo. Pero exo todavia significa ue todo aquel ciurso qie'no esté incluido en los estudios de la © mujero de género o-de gays y lesbianas continta siendo el mismo curso tradicional ‘Mi idea es que debetta serimposible ensear esos cursos tradi- ionales sin eeneren cuentael género yla sexualidad. Asi pues, deseo | que resulte imposible para el profesor de literatura inglesa del siglo x0 analizar cuestiones de clase sin estudiar aspectosde género, que 5 lo que, de hecho, est ocurriendo. Para algunos, el género escd | gsociado a las esctivoras, noa los escritores, Por ojemplo, cuando se “habla de las hermanas Bronté, el enfoque se centra en temas como 1ué significa ser mujer la feminidad, el matrimonio y que les pasa {as mujeres tras el matrimonio, etc. Pero cuando hablamos de ickens, se presia atencién a 's clase social. 29 ‘Mi deseo es que resulte imposible analizar a Dickens'sin hablar de las relaciones entre padres e hijos, porque une gran parte de sus personajes principales (Oliver Twist, David Copperfield, et.) son jévenes en busca de figuras paternas. Asi que resulta imperativo que adoptemos este enfoque. No se trata de tener ur pequefio curso 0 gueto que hable de género. En los cursos Fandamentales donde se discuten las grandes obras literarias, deberlan incorporarse las pers- pectivas de género y sexualidad. Yo abogo por la integracién total del género, dela sexualidad y dela razaen el curriculum tradicional, mas que simplemente proponer otto aditivo 0 gueto. Creo que la existencia delos estudios de la mujer y de género es tun paso muy positive, Hace que las mujeres se mantengan visibles y que el género sea visible. También creo que si el andlisis de las masculinidades va a ser incluide en los programas de estudios universiarios, deberfan tener mayor financiacién. Con frecuencia semeacercan funcionarios que'dicen: «gContinuamos necesitando extudios de la mujer? :No podrlamos tener estudios de género y analizar al mismo tiempo mujeres y hombres?s. Y ya les digo: «SI, claro que podemos hacer eso, y si vamos a hablar de dos géneros en vez de uno, entonces habria que doblar el presupuesto, ;no es as», Y, desde luego, la respiesta es: «No, jes0 na es lo que queria decir!» Pero creo que es preciso conseguitlo. Los estudios de la mujer deben continuar, y es impottante in- cluir a los hombres para hacer que el género también sea visible « Jos varones. Parte de mi trabajo se ha centrado en llevara cabo dicha integracidn. Por ejemplo, la revista Men and Masculinities, que ediro, ha sido disefiada para crear un espacio académico accesible con este fin Referencias bibliogréficas CHODOROW, Nancy (1978), El ejercicio dela maternidad, Gedisa, Barcelona, 1984. FIEDLER, Leslie A. (1960), Love and Death in the American Novel, Dalkey Press, Illinois, 1997. HALBERSTAM, Judith (1998), Female Masculinity, Duke University Press, Dutham y Londres. 30 KIMMEL, Mich inAmer HME Michee (1990), Manan Ameria A Calter ory, (2000), The Gendered Sacer, York LEVERENZ, David (1989), Adanhood and the. ‘Cornell Univesity Pres, Iuhaca —— Oxford University Press, Nueva 31 Il. CULTURAS DE LA MASCULINIDAD David Gilmore, antropéhgo _ Angels-Carabi: :5¢ puede hablar de un concepto weniversals de masculinidad? _,_ David Gilmore: En mi investigacién como anttopélogo desci- __ bri que las masculinidades tienen muchos elementos comunes en 5 culturas diferentes. El cédige masculino, el culto ala masculinidad, ar una prueba o algin ritual para ‘onvertirse en hombres «verdadéros», hombres «de verdad». Creo ue este facrores comin aunque no universal; podrfamos decir que A.C: :Cudles som las caracterlticas de la masculinidad tradicio- ,_D.G.: Normalmente la masculinidad dominante incluye un lemento de herofsmo, de coryje, que establece que un hombre que € précie como tal no debe teaer miedo y debe protege a las per- ‘usu cargo. Su naturalera de vardn protector no Ie permite Gir el combate yademis debe ser competitivoy tener éxito. Otro into constirutivo dela que ser sexualmente potente, ique llamamos en Nueva York un «semental». Se utilizan otros “miinos en otros paises, como por ejemplo wel macho», y todos 3B clos evocan una conducra que implica-tener poder a través de la seduccién y la agresividad sexual. El vardn debe ser sexualmente agresivo y; obviamente, la mujer es el objeto de la conquista. El tiene que ser un conquistador en el sentido sexual, lo que comiin- mente denominamos «donjuanismoy. Outos factores de la masculinidad dominante son la necesidad de enfrentarse a retos, y también el factor econémico. En casi todas las culturas donde existe un culto a la masculinidad, el varén no solo debe proteger a su esposa c hijos ya otros familiares, sino que también debe mantenerlos; debe wtraerel pan acasa», como sesuele decir. Cada cultura tiene un término para definirlo que se supone que debe hacer el hombre, pero el enfoque masculino tradicional es el de proveedor de la familia. En consecuencia, el varén es el responsable de la alimentacidn, del vestido y del éxito econdmico de la familia. As{ que tenemos tres clementos: proteccién, provisién y potencia, es decir, las tres ‘P". A.C: La prdctica toralidad de las tociedades son patriarcales.,Po- drta explicar desde la antropelogta por qué es asl? D.G.: Estoy de acuerdo con usted en que la mayoria de las ‘culeuras son pattiarcales, pero-no codas. Descubri un niimero de + sociedades que muestran un comportamiento bastanté'neutral en cuanto al género y-escribl sobre ellas en mi libro Hacerse hombre. Conceptos culturales de la masculinidad (1990). Hay algunas en los Mares del Sur y en el sur de Asia. Si miramos hacia atrds en la historia y observamos las primeras sociedades de cazadores y las sociedades recolectoras, vemos que en muchas de ellas las mujeres gozaban de un estarus alto. Sin embargo, es cierto que la mayoria de los grupos culeurales en el mundo son patriarcales y siguen lag reglas de la masculinidad. En esas sociedades, las mujeres juegan un’ papel éomplementario, un rol inferior, deserlasegundaen elmando. —a figura de madre y esposa. Aqui es donde entra en juego el patriarcado, El varén debe dominar politicamente para set-un hombre de verdad. En realidad, cuando estaba hablando de as trés "Pes decit, del poder de tomar decisiones, rendrfa qué haber. incluido el concepto de dominio politico. El estereotipo clisico del hombre poco virl, del hombre feminizado, es l del vatén gober- ado o dominado por mujeres, lo que popularmente se corioce 34 como un wcalzonazos». Esta imagen es algo que los hombres evitan ¥: por ello, buscan el dominio pacriaccal que afirma su género ‘iasculino; la stuacién de sabordinacién resulta ser muy dolorosa para la mayorla de hombres. Las mujeres no necesitan pasar por el mismo tipo de prueba. Bs decir, una mujer que es-«machoca» 0 emasculinay en su vida social no es atacada tan duramente por no ser femenina: A.C: cLas sociedades no patriareales estén estructuradas en torn «la igualdad de géneros? Hee D.G.: En torno a una igualdad relativa. Fijémonos en un ejem= plo. Hay un grupo de granjeros en Malasia denominados Semai. Es | un pueblo tranquilo, no practica la guerra, las mujeres tienen un estatus social alto y los hombres son muy timidos. De hecho, han levado la timidez a ua gran ideal culeural. Carecen de un concepto dela masculinidad, del guerrsro y del varén dominante, Su cultura es muy recesiva, evican los enfrentamientos. Hay culturas como sta, muy pacifiess, Creo que existe una conexién entre la guerra, elconflictoy la masculinidad como eédigo hegeménico. En cuanto _largente hace la guerra o estd amenazada, se necesita un hombre | heroico. En el momento en cue este sentimiento aparece, surge la | hecesidad de dominara las mujeres, el machismo todo lo que este = conlleva. Parece que existe ur vinculo bastante claro entre la mas- ulinidad y el mundo militar, la guerra. Josep M. Armengol: En as diferentes culturas que usted ra es- ‘ridiado, bay modelos positivos de relate | -D.G.:Hay culturas en el tiempo yen el espacio en las que el rol ‘hasculino es muy positive —al menios en el plano ideal-— aunque io necesariamente en la realicad. Por ejemplo, observemos la no- Ucidn del caballero inglés, el «English gentlemann. La nocién vieto- | tiana dese caballero eraen cierta manera positiva, Se trataba deun hombre qué apreciaba el arte y era cortés con las mujeres, aunque lo\con las mujeres de su propia clase social, por supuesto. Tam. in tenemos el cédigo del sarsurai japonés se erata de un cddigo jfasculino que demuestra un gran aprecio por el arte pero, al mismo Hempo, su ideal es el de un hombre muy fuerte, valiente, con code lis cualidades heroicas y con un sespeto hacia las mujeres. El 35 problema es que esos cédigos también tienen lados oscuros, dado ‘que mantienen la desigualdad entre hombres y mujeres. A.C. Timothy Bencke indica en su libro Proving Manhood. Reflections on Men and Sexism (1997) gue la masculinidad necesita ser demostrada constantemente. :Podrla comentar esta idea? D.G.: Fue precisamente sta idea la que me empujé a llevar a cabo mi estudio y en mi investigacién averigtié que las pruebas de Ja masculinidad son diferentes en cada cultura, Pueden ser rituales sexuales o actos en los que los varones tengan que demostrar coraje. “Algunas sociedades practican ritos de iniciacién muy violentos en Jos que los muchachos son apaleados, se les obliga a pasar hambre, co’son aterrorizados por hombres mayores disfrazados. Una vez que han superado la prueba, se les ororga su masculinidad. Por quéson ecesarios estos titos de pasaje? Parece ser que los hombres se sien- ten inseguros. Creo que existe una inseguridad generalizada sobre el género masculino, mis que en las mujeres. Una posible causa de esta inseguridad puede ser que no existe ningtin indicador riguroso dela masculinidad paral varén, Laadquisicién dela masculinidad es un proceso lento y gradual por ello las sociedades proporcionan prucbas cn las quel joven debe demostrar que es un hombre, Dirla gue se trata de un profundo problema psicolégico para los varones, incluso hoy en dia. A.C: Bl dramaturgo estadounidense Edward Albee dice que lot hombres hererosesuales necesitan a aprobiacién de otros hombres, antes que la aprobacibn de las mujeres. zPadrta comentar eto? D.Gz Si, ereo que los varones necesitan sobre todo demostzar ‘su masculinidad ante otros hombres, y también que las mujercs son utilizadas para este fin, Elvarén heterosexual demuestra su mascu- linidad en el modo en que aera con una mujer, de manera que ella se convierte en el objeto de esta competicién masculina. A.Cu sBitd la masculinidad asociada a ta driea del trabajo en Estados Unides? D.G. Por supuesto que si «Para llegar a conocer a un hombre, debes mirar cémo trabajay. Es algo que se oye decira poetas, esctitores, profesionales de la bolsa en Wall Stret, profesores universitarios, 36 etc, Sitiene éxito, esvirl,ysinoloes, pierde'algo. Ast queel trabajo define al hombre en Estados Unidos. Forma parte de nuestra tra~ dicién y es muy dificil cambiatla. ;Cémo dejas tu marca en el mundo? Cémo te conviertes en alguien importante o incrementas tu autoestima y valor en la miceda de los demés? A través del éxito. El éxito en Estados Unidos ests muy orientado hacia lo material, es una cuestién de dinero y poder. A.C: Un mundo mds compettivo requiere un sentida mds com- petitive dela virilidad, de las masculinidades? D.G.: Competir forma pate de le mascullinidad y creo que va en aumento, especialmente en nuestra economia actual, en la que las cosas no marchan bien. Pero tambiém existe una desconexién ‘emergence, un nexo menos preciso entre el éxito y la masculinidad. ‘Ahora se contempla la masculinidad en términos mds amplios y ‘menos estrictas que, por ejemplo, en mi época de adolescente, en Jos afios cincuenta y sesenca, Esto se debe, en gran parte, al movi- ‘miento de las mujeres, al fem:nismo. A.C :Cudl es la relacién entre la masculinidad y la violencia de _género contra las mujeres? ¢Cuéndo empieza? D.G.: Los hombres machisas son siempre una amenaza que se smarerializa cuando se sienten frustrades, cuando tienen dificultad ‘en alcanzar las meras de la mzsculinidad a las que aspiran. Antes ‘abldbamos de cémo los hombres compiten utilizando a las muje- res como objetos. Cuando un hombre se siente inferior, culpabiliza a la mujer, especialmente en.sociedades en las que la hombria es importante. La mujer entonce: cbstaculiza al hombre y, en vex de pelear con otros hombres, se produce una sublimacién contra la mujer, que es mds débil Fisicaimente; y sila mujer pelea, el hombre estd en una posicién de vencaja. Ocurre lo mismo cuando un hom- bre-se encuentra frustrado en el trabajo y regresa-a casa, le da una _ patada al perro o pega a su hijo le da una boferada a su mujer. Es tuna forma de compensacién, una sublimacién contra un objeto mds débil. a7 A.C: En Expaiia, en muchas ocasiones vemos que li violencia Hevada.a sus extremas tiene lugar cuando es la mujer quien quiere separarse de su pareja. ‘ D.G.: Lo.que esté diciendo resulta perfectamente comprensi- bile, ya que los estudios han demostrado que la frustracién sexual conduce a la violencia en los hombres. De hecho, es la causa pri- ‘mordial dela violencia contra las mujeres. Un hombre que se siente rechazado o abandonado por su mujer siente rabia porque ello cuestiona su estatus como hombre. Es un golpe directo’ su «mas- culinidad», Aunque los hombres intenten sobreponerse a este tipo de sensbildad, es un sentimiento muy arraigado y es dificil que renuncien a abandonar lo que consideran que es wsuyo». Los estu- dios sobre 1a violencia sexual en Estados Unidos han demostrado -; Jo mismo, es decir, el escenario que usted ha desctito: una mujer rechaza a un hombre que estd sexualmente interesado en ella; ese 7 rechazo se convierte en un gran golpe narcisistaasu ego masculino yy provoca que aparezca toda esa rabia, esa sensibilidad masculina 4 herida, as{ como el miedo a perder el control y la masculinidad. Es tun momento muy peligro con sus madres —el progenitor del mismo sexo—, tienen una tran icin algo més ficil hacia una sélida identidad. de género, Los ios, que, de pequefios, también se identifican con sus madres, "hen que cambiar su identidad y asimilasla ala del padre, es deci, _ funser del mismo sexo. Si escoesasi, tenemos entonces un elemen. . F 2 més a afiadir a la crisis que el hombre experimenta, Ea otras palabras, el nifio tiene que atravesar un periodo critico en el que {pinbia de posicién, en el que crea una identidad de género maseu. 8. Esalgo que Nancy Chodorow ha discutid y analizado y creo fe hos lleva a los temas de que hemos hablado-antes. Por qué la ‘ulinidad tiene que ser una prueba? ;Por qué el hecho de tener fp Pene no es suficiente para ser un hombre de verdad? Hay que icem algo. La hembra es el modelo, incluso el feto humano es bra hasta que se masculinize a través de la secrecién de hormo. asculinds, pero el.modelo de la natucaleza'es femenino. Y, gata crear al hombre, se requiere chacer» algo, se ha de «fiadin. Ast que esto puede ser, pscolégicamente, parte de la lucha, que en Estados Unidos est leminizada. La imagen masculina es la del vaquero, que se relaciona con la manera en que se desarrollé el pals y.con Texas. Bush se encuentra atrapado entre las dos, esed atado y demostrando su masculinidad més que Lieberman® o Al Gore, por ejemplo. Creo que es un problema para dly que en parte explica su firme poscura en politica internacional con Saddam Hussein, Saddam Hissin er un rer, un desaffo que tenfaqueser vvencido. A.C: gCémo ha contribuide la psicologia a analizay:la masculini- dad? Algin ®t tebri@s del miclinidad ron tela Cin | Chodorow El ejecicio de la waternidad (1978) es un punto de ref. Yensia insportante. :Podréa comentar algo al respecto? g_ D.C. El rabajo de Chodorow sabre la creacién de a identidad del géneco masculino y femenino me parece muy inceresante y « valioso. Me gusta el grupo que se denomina los neofreudianos, A.C.: El presidenté George Bush parece ser muy representativo de 3 Ja masculinidad dominant. Bo D.G.: Recuerde que George Bush provienede una familia patricia, de Connécticut. Laimagen quesu padre renfa del caballeso patr de Nueva Inglaterra es una imagen amanerada, femninizada en E: tades Unidos. Tuvo que luchar contraello para ser elegido. El jove Bush se crid en Texas, un estado con un-claro culto a Ia masculini dad que es opuesco al de Connecticut, pero Bush lleva consigo bagaje. Creo que el joven Bush renfa que demostrar lo hombre, viril que era para el publico de Texas y del suroeste de Estade Unidos. En otras palabras, renfa que desvincularse de la imagen d ‘Connecticut. Connecticut esté asociado con la aristocracia terrat niente, laclase patricia, Yale; la vy Leagues? Es una imagen elitist no gue ea Exaos Unidos bce fees here pl ol cl 3. olvy Leagues es un té ocho univessdades mas ant costaeste: Harvard, Yale, Columbia, Cornel, Daremout Universidad de Pennsyvanis. [© Joseph Lieberman, seaador por Connecticut era el candidarg deAl Gore i veepresidencia dels Estados Usidor ena campaaprsdenca de 2000 38 i A.Cz Este andlisis ayuda a entender cémo funcionan las polisicas degénero en las familias nucleares occidentales, Se padrta aplicar ete enfoque a culturas no éccidentales que tienen ana organizacién social wribal? D.G.: Es una muy buena pregunta para un antropélogo y se podrfa hablar mucho de ello. Pero voy 2 intentar simplificar las cosas y lo que puedo deciele es que, a pesar de que muchas socieda- des tionen diferentes organizaciones sociales y existen diferentes formas de familia, la mayorfa tiene como base la estructura nuclear, es decir, esposo, mujer ¢ hijos. Esta familia puede también vivir acompaiiada de otros familiares, de otros miembros del linaje. En sas sociedades, Ja figura masculina esté mds ausente que eri la estructura nuclear. De hecho, la mayoria delassociedadesdel mundo son poligamas, esto significa que el hombre tiene dos o més esposas. No estoy: hablando solamente de las sociedades musulmanas de Oriente Medio, sino de muchas més. La mayoria de las sociedades ttibales son polfgamas; en ellas el vardn.tiene multiples familias y rho petmanece con una unidad familiar; va, por ast decirlo, conti- uamente rotando. En algunas sociedades, el exposo, el padze, vive ‘en uriacasaseparada, Por ejemplo, en Oceanfa,en el Océano Pactli- co oen Nueva Guinea, los hombres viven en tna casa de hombres, viven aparte. En estos casos, se crea un vinculo més cercano entre el hijo y la madre; al ser el padre una figura distante. En este esce- nario, el cridngulo en el que el nifio debe separarse de la madre resulta mucho mas dificil que en nuestro contexto de la familia nuclear bilateral. También existen sociedades matriatcales y algu- nas de ellas —muy pocas— practican la poliandria, en las que la ‘mujer tiene varios esposos, y puede vivir con dos hombres y-los hijos. Esalgo muy inusual pero ocutre, y no tenemos estudios sobre cémo la masculinidad se desarrolla en los hijos varoncs de esas sociedades. Serfa algo muy interesante de investigar. J.M.A.: Velviendo a la pregunta sobre la aplicacién de las ideas de Chodoroti a sociedades que no son neucleares ni occidentales, podria explicar con mayor detenimiento la relacién entre el psicoandliss y la ‘antropologla? Puede aplicarse el psicoandlissasociedades no ocviden- tales? 40 D.G. Se trata de un debare muy antiguo en mi campo de escu- dio. Estas reflexiones se remencan a los afios veinte, cuando hubo una gran discusién entre Ernest Jones, psicoanalista y discipulo de Freud, y Branislaw Malinowski, un famoso antropélogo. El argu- mento deMalinowski era que 10 se podtaaplicar el rringulo edfpico —el complejo de Edipo—a una sociedad primitiva, especialmente alas saciedades matrlinealesen las que el hermano de la madre, y no el padce, es la figura de autoridad, El debate continué durance veinte, treinca afios sin llegara ninguna conclusidn, y aiin hoy no tenemos la respuesta. Quiero decir que obviamente Freud trabajé en Viena dentro del contexto de una tipiea familia nuclear pacriar~ cal, pero sus teorias han sido aplicadas con distintos grados de éxito a otras sociedades. Sin embargo, el punto importante sobre Freud y que es de apli- cacién universal cs la idea d2 una lucha interna inconsciente, 0 conflicto intcno. Es decie, que nuestra mente esté dividida, que somos figuras ambivalentes, que tenemos relaciones deamor yodio con’ nuestros padres y con lz gente que queremos. Creo que el concepto del inconsciente, los ciclos del desarrollo, las fantasfas incescuosas y la necesidad de los nifios —tanto del varén como de Iahembra—de-aleanzar algin tipo de identidad son universalmen- tevlidos. Orra cosa es si el complejo de Edipo es universal. Pienso que deberios usilizarlo con cierta cautcla, aunque me parece que nos proporciona las hecramientas para analizar sicuaciones en las que tenemos una madre con un padre'y un hijo. Ast que creo que el psicoandlisis curocéncrico resulta wil dentro de unos limites. Por tanto, su pregunta no puede ser realmente contestada porque no tenemos la respuesta, es algo que atin se esté debatiendo. He dado conferencias en instituciones que tratan temas de psicoanilisis y, tras horas de debate, volvemos a la misma pregunca: ¢pueden o no pueden aplicarse los principios freudianos fuera'del contexto de Europa y de Estados Unidos? Y Ia respuesta es que no lo sabemos. Es como el marxismo, el estructuralismo, el funcionalismo y todo lo demés; resulta util aunque no todo sea cierto en tin cien por cien, pero son formas de mirir las cosas que proporcionan cono- a J.M.A: Hace dos dtas hablibamoscon Carolyn Dinshaw, divectora del Centro de e:tudios de género y sexualided en la Universidad de Nueva York, y nos preguntabamos silos conceptos de masculinidad y \ginera son conceptosoccidencalesy eblancos, es decir, ereados desde la ‘perspectiva de la raza blanca. gGudl es su opinin? DG: Mi investigacién ha demostrado que el género y la mas- culinidad son comunes fuera de Ia sociedad occidental, que no tenemos el monopolio sobre ello. De hecho, existen polaridades ‘mas agudas entrelo masculinoy lo femenino en muchas sosiedades ‘que no son accidentales. En las sociedades de Oriente Medio, por jemplo, o en muchas sociedades primitivas, como en las tierras altas de Nueva Guinea, el varén'y la hembra se consideran tan ‘opuestos que viven separados; las mujeres son malignas, peligrosas y corruptas. No es algo que solo esté relacionado con las sociedades coccidentales. Se correlacionan la diferencia de género, los concep- tos de diferencia con algun tipo de sociedad —primitiva, agrfcola, de cazadores y retolecrora y pastoral? No. Parece ser algo bastante arbitrario. Simplemente no encontramos una correlacién entre los ‘édigos de género yla forma y la base econémica de la sociedad. Ast aque se trata de algo sin resoiver que requeriré mds investigacién. J.M.An cEistén las soviedades occidentale tratando de cambiar las nociones wradicianales de la masculinidad? D.G.: Tomemos como ejemplo América del Norte, Europa y sus colonia. Sf, creo que los hombres estén reexaminando Ia mas- culinidad. En parte se debe al desafio de las mujeres que-ha provo- ‘cado una respuesta reactiva por parte de los hombres. Pero rambién reo que algunas de las razones son egoistas. Algunos hombres dicen: Bueno, es una manera de obtener mujeres. Se trata, de nuevo, dél depredador sexual de-siempre; muchos hombres fingen set amables y actian como el «nuevo hombre» porque creen que ello les proporcionaré citas con mujeres. Vi un-programa en la televisidn sueca’en el que entrevistabani 2 unos culantos hombres quehablaban abiertamente sobre este tema, No pensamos en los varones suecos, escandinavos, como tipicamente emachos, ver- dad? Pero muchos de estos hombres jévenes dectan: «Oh sf, fin- gimos ser diferentes porque de este modo conquistamos a las mu- jeres». Sin embargo, también es cierto que muchos hombres.no 2 saben bien qué hacer y se estén esforzando para redefinirse a sf _ A.Ca: Padrta hablar de las masculinidades énieas en relacién con la masculinidad otcidental? D.G.: La masculinidad negra es en algunos casos més extrema, expecialmente la de las clases marginales. En Nueva York hay varo- nes negros que son muy premiscuos y ello es una forma de demos- frat que son masculinos. Creo que se trata de algo que confirma mi argumento, y es que cuande uno se siente oprimido, cuando siente que estd perdiendo —los hombres negros siempre han tenido este problema en Estados Unidos debido al racismo—, existe la nece- sidad de demostiat Jo que uno vale. La manera de conseguirlo es desazrollando una hipersexualidad que tiene consecuencias socia~ les. Claro esti, séde gente que no estaria deacuerdo conmigo en este punto, pero creo que si descendemos en Ia escala social, desde la elicea la gente pobre, a la clase trabajadora y las clases marginadas, ‘comprobamos que los cédigos masculinos sc intensifican, Cuando los hombres no tienen éxito o estén oprimidos, 0 son incompeten- tes de algin modo, lz masculinidad se convierte en una cuestin més imporcante, central y crucial. ¥, claro esté, las mujeres son las que suften por elo. ‘A.C.1gPodrla hablarnos de su libro Misogyny: The Male Malady (2001), que explora el odio de los hombres hacia las mujeres? DG. Después del libro Hacerse hombrela gente me preguntaba: egpor qué los hombres tienen que abusar de las mujeres para ser hombres2s. Y entonces dediqué algin tiempo a investigar sobre la misoginia —el abuso de las mujeres, el temor y.el odio hacia las ‘mujeres. La misoginia probablemente.se remonta al hombre del Neandercal. La literatura que tenemos més temprana es miségina, Uno de los primeros poemas fue escrito en el siglo VIII a.C. en Grecia, Setitula«Mujeress yconsisteen unaseriede insultos contra las mujeres. Creo que la misoginia aumenta cuando los hombres se sienten inferiores © cuando tienen problemas que no pueden solu- cionar de otras maneras. Es un prejuicio y, como todos los demés prejuicios, se debe a la frustracién y a la ira que provienen de algin tipo de incomperencia o inepticud. La misoginia es universal y B aemporal. Asi que me parece que el odio de género es un problema ‘masculine importante, una enfermedad masculina. J-M.An: La misoginia es cultural o psicogenérica? D.G.: No estoy seguro, es sobre lo que trata mi libro. Creo que cn parte es un subproducto de la necesidad del hombre de alcanzar una s6lida identidad masculina, y parte de esta identidad masculina tiene que ver con el rechazo. Antes, en nuestra conversaci6n, hablé- bbamos de la necesidad del nifio de separarse dé la madre para con- vertirse en hombre. Las sociedades separan al nifio de la madre y lo ‘maltratan para convertirlo en hombre. Creo que esto conduce a un rechazo de la mujer, de las cualidades femeninas. Sin embargo, lo femenino estdallf. Los huimanos somos bisexuales, tenemos un lado masculino y femenino, taiito mujeres come hombres; somos un poco de los dos. Es algo que siempre esta presente y los hombres tratan de negarlo porque las mujeres son la representacién externa de la mujer «interiors, de la mujer que llevan dentro. Esta actitud conducea mucho antagonismo y abuso y trato injusto. La cuestién es: gpuede resolverse? Puede ser eliminada, mejorada? Creo que con educacién y progreso se disipard gredualmente. A.C: St, confiemos en la educacién como una de las maneras de modificar la conducta en relacién con el género, Déjeme hacerle una ‘tlsima pregunta, ;Podrla hablarnos sobre la eleccidn del tema de su tilting libro, Monsters, Evil Beasts, Mythical Beastsand All Mannet of Imaginary Terrors (2002)? D.G.; Cuando acabé de escribir Hacerse hombre y déspuds Misogyny: The Male Malady, pensé en otco tema para otro libro y me vino a la mente el tema de los monstruos. Siempre he estado interesado en Frankenstein y Drécula y monstruos del espacio. Ast que hice un estudio intercultural y descubsi que tenemos las mis- mas creencias en codas las culturas aiznque estas adoptan formas distincas. Monsters, que se ha publicado este afio, trata sobre este tema. J.M.Au: Los monstruos también tlenen género. D.G.: St, frecuentemente se identifican con un género, Este es otro punto interesante. El género no se specifica pero son varones, 44 son masculinos porque son grandes, brutales y fuertes como los hombres. También hay monstruos femeninos. Si nos remontamos ala Grecia antigua, nos encontramos con la Medusa, ola Lam, 0 Ja Bsfinge, que es mitad mujer —personajes que matan a los hom- bres. Se trata de una figura aremporal que se remonta al mundo ‘antiguo y que ain estd presente en nuestros dfas, por ejemplo en la pelicula Species (1995), que versa sobre una mujer que seduce a los hombres y después los mata y los devora. Los monstruos siempre ‘te devoran—son devoradores de hombres y, claro est este siempre hha sido un temor que los hombres han tenido de las mujeres. Referencias bibliogréficas BENEKE, Timothy-(1997), Proving Manhood. Reflections on Men ‘and Sexism, University of California Press, Berkeley. CHODOROW, Nancy (1978), El ejercicio de la maternidad, Gedisa, Barcelona, 1984. GUMORE, David (1990), Hacerse hombre. Conceptos culturales dela masculinidad, Paidés, Barcelona, 1994. (2001), Misogyny: The Male Malady, University of Pennsylvania Press, Filadelfia. (2002), Monsters, Evil Beasts, Mythical Beasts and All Manner of ‘Imaginary Terrors, University of Pennsylvania Press, Filadelfia. 4% Il. HOMBRES DE PELICULA ‘Krin Gabbard, estudios de cine Angels Carabt: ;Padrie hiablames de ebmo y desde cudndo los estudios de la masciulinidad han contribviida a la incorporacién de ‘nuevas perspectivas en los estudios de cine? ‘Kein Gabbard: Los estudios de Ja mujer han sido muy impor- tattes para los estudios de cine modernos que datan de principios de los afios setenta. De hecho, alguinos de los primeros y més sig- nificativos trabajos sobre teorfafilmica fueron realizados por mu- jeres, especialmente en lo que respecta al andlisis del publico. A medida que los escudios de cine se fueron convirtiendo en una disciplina universitaria plenamente aceptada, se vio que se trataba de un campo cultural distino y que no se podia aplicar la metodo- © logia utilizada para analizzr el teatro la literatura o-ta historia del arte. Estaba claro que era un ambito especial y lo que lo converdia en especial era, obviamente, el piblico. Una de las cuestiones estudiadas por las primeras especialistas feministas en cine fue la cepresentacién de la mujer eri fa gran pantalla y le forma como s: invitaba al publico a mirar ala mujer. ‘Sin embargo, en poco tiempo, muchas académicas, y también al- & gunos académicos, vieron que gran parte de lo que se estaba dicien- do sobre las mujeres mostraba paralelismos con la forma en que se presentaba a los hombres. Al igual que las mujeres, los hombres 2 menudo eran representades en el cine como un monolito incues- sonable, como. si lo masculino fuera una categorfa tinica, Se co- menzé a cuestionar esta azuncién y'a analizar cémo los varones a7 pueden actuar en un film, cémo se puede mizar alos honabres y las diferentes maneras en que los hombres pueden observar 2 otros hombres en las peliculas. Esto fue el principio pero, de hecho, ha sido en los afios noventa cuando la masculinidad ha surgido como tun campo de estudio dentro de los estudios de cine, a igual que en suchas otras dreas de las humanidades y de las ciencias sociales. Es algo muy reciente y resulta muy estimulante poder explorarlo. A.C: Usted imparte una asignatura tisulada oLa masculinidad en cl cinen. No existen discursos equivalences de transformacién de género en Jas hagiograffas musulmanas; sino més bien unaimagen de mascu- linidad alternativa que resislta ser més poderosa y evaronily que las tipologfas del gobernante y del estudioso religioso. Los hombres occidentales rehuyen' mostrar sus emaciones, especialmente las lé- grimas, como un signo de debilidad; los hombres arabomusulmanes celebran la virtud del autocontrol, que significa mostrar el senti- miento o conducta apropiada en el momento correcta. En un con- texto islamicare, es varonil derramar ligrisnas al, escuchar poesta ‘emotiva, al abandonar el hogar.o la-tribu, o como una manifes- tacidn de wha intensa devocién por Dios. El ideal cinematogréfico y literario occidental del hombre hecho a'sf mismo-que crea sus propias reglas contradice el paradigma musulmdn.de devocién y absoluta sumisién a Dios. Por otro lado, aunque noseael tema del pre- sente trabajo, debe recordarse que tanto los hombres occidentales a. Gio por Andzew Rghy, 201: hun feacenewsinffieies. 35. En ee ciumento central de ls ivesgactones de Caroline Walle Bou ance a tr Sh Sri the High Midd gy Holy Fes and Holy Fas Th Relgiu SincanceofPood Irth Wa es ps forte Unt de Beye 9007 1087, seperate 129 medievales y contemporineos como los hombres islamicate han llevado a cabo accos de violencia y de oprésién contra las mujercs. Deberdn tenerse en cuenta ratones distintas a las de la afinidad religiosa para explicar la continuacién de este fenémeno social Finalmente, las:comparaciones entre conceptos woccidenrales» ¢ islamicate dela masculinidad no deberlan oscurecer las variaciones y las nociones competitivas de masculinidad exisrentes en el seno ‘dcceada sociedad islamicatede hoy en dia. Futuros estudios podrfan explorar representaciones visuales y literarias de la masculinidad entre poblaciones musulmanas contemporéneas en Palestina, el Liban, Kuwait, Egiptoy Marruecos al igual queen Francia, Canad y Estados Unidos. Serfa interesante discernir cémo estas represen- taciones de los ideales de masculinidad estén condicionadas por cuestiones de clase, etnicidad, afiliacién religiosa y otras fuerzas sociales o histéricas, como el periodo inmediato tras los ataques del 11 de septiembre las corres gemiclas y la consiguiente invasién de Jag por parte de Estados Unidos. Referencias bibliogrificas AHMED; Leila (1992), Women and Gender in Islam: Historical Roots ofa Modern Debate, Yale University Press, New Hiaven y Londres. EDWARDS, David B. (1996), Heroes ofthe Age: Moral Fault Lines on the Afghan Frontier, University of California Press, Berkeley: huapi ark.cdlib.org/ark:(/:13030ft. FARES, Bishr «Muru'a», EP, vol. VII. FARMER, Sharon y Carol Braun PASTERNACK (2003), Gender and - Difference in the Middle Ages, University of Minnesota Press, Minneapoli GERAMI, Shahin (2003), «Mullahs, Martyrs, and Men: Conceptualizing Masculinity in the Islamic Republic of Iran, Men and Masculinisie, 3 (3), pp. 257-274. GHASSOUB, Mai y Emma SINCLAIR (2000), Jimagined Masculinities: Male Identities and Culture in the Modern Middle East, Sagi Books, Londres. Hassan, Wail S. (2003), «Gender (and) Imperialism: Structures of Masculinity in Tayeb Salih’s Season of Migration to the North, ‘Men and Masculinities, 5 (3). pp. 309-323. 130 TBN'ARABI(1990), Lossuftsde Andalucia, rad. David G. Valverde, Sirio, Malaga. IBN SAHIBAL-SALA (1969), Ab Mann bi-imama, A. Huici (trad. y ed.), Anubar, Valencia, IZUTSU, Toshihiko (1966), Ethico-Religious Conceptsin the Qur'an, McGuill University Press; Montreal. KIMMEL, Michael S. (2000), The Gendered Society, Oxford University Press, Nueva York y Oxford. LINCOLN, Bruce (2002), Holy Terrors: Thinking about Religion una dimensién ms polftica, ha sido, consecuentemente, més aceprable para los programas como el deny. Creo que un téma més diffi, yen esto me remito a a pregunta antetior, es por qué vineulamos el escudio del género con la sexua- lidad. Una respiiesta es simplemente la existencia de la gran canti- dad de trabajo académico realizado que-vincula los dos; volviendo alejemplo transexual, el volumen de investigacién académica sobre Tatransexualidad dela que yadisponemoshoy derivade losestudios queer. Es decir, proviene de una perspectiva sexual queer, pero-lo que de hecho se estd desatrollando es teorfa queer. Results util recordar que dl libro de Judich Butler que inauguré el campo de estudio de la veoria queet se ritula El génera en disputa (1990). Por ello, creo que hay una literatura muy amplia que vincula el género y la sexualidad. La pregunta més dificil es por qué limitarnos al ipénero y @ la sexvalidad y no incluir la raza, la edad; la religién, todas esas otras divisiones sociales que sabetnos que modulan el .género y la sexualidad. Solamente tengo respuestas que son provi- sionales, que son de naturaleza préccica. Una es que hay que dece- nerse en algtin pufto. Otraes queen todos nuesttos éursos roncales y en nuestra programacién incentamos vincular el estudio del gé- nero y de la sextialidad con estudias de raza ernicidad, écc. Aqui no 89 se esté llevando a cabo demasiado andlisis sobre clase en estos ‘momentos, pero la etnicidad y la raza si se estin analizando: A.C.: La interdisciplinariedad resulta necesaria para los estudios de ginero. “C.Da Uns de las razones claves de la interdisciplinariedad es intentar que todas las formaciones sociales scarticulen las unas con fas otras. Creo que la cuestién més dificil de todas ¢s si el género y Jasexualidad son términos creados porla sociedad dominante blan- ca. ,Qué pasaria sidescubridramos que son conceptos desarrollados en el contexto no analizado del mundo blanco? Se trata de una pregunta abierta que queremos explorar. Si descubrimos que los, mismos conceptos de género y/o scxualidad son raciales, y asf lo creo, entonces eventualmente volveremos a cambiar nuestro nom- bre. Por tanto, tengo la sensacién de que esta vinculacién del género con la sexualidad es algo-més bien préctico, «provisional», por decirlo de otra manera. A.Gu Si éuando utilizamas los térmiinos ugénero» y esexualiddad> nos estamos refiriendo en realidad « conceptos ublancos, icémo enfo- ‘camas el antlisis de autor@s éinie@s en general? C.D.: Puede que se trace de algo que debemos pensar —pensar cémo los concepto’ de género y sexuslidad se interzelacionan y se desarrollan especificamenteen un consexto racial, como enel trabajo de la escritora aftoaméricana Toni Morrison, por ejemplo. Esta autora hace que dichos conceptos sean diferentes de lo que'son en un contexto especificamence blanco, occidental, urbano del siglo Xx. Es cierto que un contexto afroamericano es, después de todo, estadounidense, etd muy occidentalizado, pero puede quesea com- pletamente distinto en un contexto afticano que no separarfa la sexualidad de otros factores. La idea de separar la sexualidad y.de analizarla en abstracto dela formaen que lo hacemos podrfaser una preocupacidn espectficamence blanca y occidental. A.C Me gustarla hacerle una pregunta sobre la situacién del foninismoen Estados Unidos. En Bspaiia, por ejemplo lasmujeres mas “jovenestlenden a mostrarsereacias a lamarse as mismaswfeministan, Ocwrre lo mismo en Estados Unidos? 90 C.D.; Bueno, yo puedo hablar espectficamente de lo que ocurte en la educacién superior porque es el mundo que conozco mejor. Creo que se trata de un momento muy confuso porque. en primer lugar, la universidad hia cambiado mucho a lo largo de mi vida respecto alas mujeres. Incluso en mis diltimos 2fios como estudian- te, cuando hacia el doctorado, habfa muy pocas mujeresen Ia Facul- tad; no creo que hubiera ninguna mujer en une posicién de poder jendrquicamente alta en la universidad. La educaci6n en la univer- sidad se fue convirtiendo en mixta, pero las mujeres segulan siendo ciudadanas de segunda clase en el campus universitario. Ahora las ‘cosas son muy diferentes. Hay muchos mas miembros del profeso- rado que son mujeres, aunque las ciencias més eduras» siguen do- ‘minadas por los hombres. Sin embargo, hay mujerés que han hecho avances en campos de estudio de lo més dificles. Ast pues, parece «que ha habido cambios en toda la fase de la educacién superior. Bl canon de las humanidades, en concreto, ha sido coimpletamente modificado por los estudics feministas. Causarfa estupor en mu- cchos departamentos de humanidades ensefiar un curso —un curso general de literarura ingles, por ejemplo— sin incluir a mujeres. Por o:to lado, creo que hay reservas por parte de las jévenes estudiantes 2 autodenominarse feministas. Dirla que todas las es- tudiantes que tenemos en nuestro centro de investigacién sobre agénero y sexualidad se definen necesariamente como feministas, y resulta estimulante'ver a mujetes jévenes que se sienten completa- ‘mente gusto con el término. Sin embargo, ao esalgo general entre elalumnado que entra en NYU. Una de mis colegas est{ enseftando este verano en un programade muchachas de educacidn secundaria ycomenta que estén muy politizadas en cuanto a cuestiones de raza yy clase social, pero que son muy cautelosas con fos temas de género. Se sienten incémodas llaméndose:a si mismas ferninistas y, sin embargo, quieren demostrara sus compafieros masculinos que son tan buenas como ellos. Por tanto, existe bastante conflicto en el plano personal. Quiz4s hemos regresado ala nocién de identidad. Creo que debido alos avances institucionales del feminismo, se estd diciendo que no hay necesidad de él, y por ello tenemos el posfe- minismo. Por otro lado, hay algunas estudiantes que estin realmen- teentusiasmadas con el ferinismo y estén inceresadas en el géneto yy también en sus multiplicidades, y se sienten eémodas con Ia idea 31 de la masculinidad femenina, por ejtmplo, Asi pues, no tengo una respuesta ficil,y no sé si estamos en un periodo de transicién o si ‘vamos a permanecet atrapados en esce tipo de confusién. A.C: :Cree usted que estos temas se debaten fra de Ia tiniversi- dad? (C.D.:En Estados Unidos, existfa un espacio en la cultura pui- ccutir estos temas, se podfa dialogar sobre ello. Uno de Jos acontecimientos ms significativos en relacién éon mi conver- sign al feminismo cuvo lugar en 1971 en Nueva York. El novelista Norman Mailer y la feminista Germaine Greer tuvieron un debate ‘en el Ayuntamiento sobre la liberacién de las mujeres que se con- virtié en un acontecimiento muy populary tuvo un enormicimpac- to sobre mi. Se trataba de una discusién piblica. Unos afios mis tarde, la conocida tenista Billie Jean King acepsé el reco de otra cesrella de tenis, Bobby Riggs, un hombre mayor que ells. Creo que lrondaba los cincuenta y Billie estaba en la flor de la vida. El dijo: «La puedo vericere, Ast pues, jugeron un partido que fue televisaco ‘toda la nacién, Ellale gan y este hecho dio lugar a un gran debate a nivel nacional.” / ‘No creo que exisca ya un espacio para esa clase de debate puiblico ‘en Estados Unidos, Tenemos la cultura del ansiintelectualismo, del “PA. Germaine Greer se convict en cone dl Feminism on a prime y nis rao obrs The Feel Eanuch(Elermaca hembra) es 1969, Bl debut igure 0 deal de 1971p ene Ayuntamiento dela cided de Nive York, Por dee ones, Norman Maer abl publica Tle Prine Sex, convinindone SRF abjervo de a ela fein. £l panel, de hecho, ue organiado pore “hover fda incu partlpcidn de il Johnston, period yparavor rere a ees Inert Diane Telling ee eos pvonses del vide Fibloe 22 Nueva Vor El evento, sin eobago, evo como un debate Mailer fons Geer 3b En purid de esse conocer com labutalladelos soe Tavo hugo 20 6 epibre de 1573, en el Houston Asuodome. Bille Jeon King twas veineinueneatosy Bobby Rig, qe hubs eeampesn manda devenis Tip) neueney dco, Sin embargo se jaetaba de poder enc orgie SE petor como hombre, epecalmente as haber venedocsemismoafios ora SEND Marguree Coue Se coment que Rigg ior CQuiwo a Bile ean King... Geiss Me Ris deliberated at mojte. Bie Jean King le gn en es 63. sere sepuidos, 64, +92, antifeminismo, o lo que llamamos el posfeininismo, debido a las politicas conservadoras del pals. Dicha culeura permite situaciones muy paraddjicas en que hay jévenes que rehiisan llamarse a sf is- ‘mas feministas porque dicen que no hay necesidad de ello, mientras que en el trabajo las mujeres todavia ganan la mitad que los hom- bres. Hay muchos motivos que dan lugar a esta desigualdad social, pero me parece que no existe un espacio donde tratar estas cuestio- nes. Se dice que la universidad es el foro para discutirlo. Estoy de acuerdo y por eso estarios aqui, pero [a universidad no escd al alcance de todos. No es ! espacio publico para estas discusiones, Creo, como decia antes, que hay una especie de antiintelectualismo que ha desplazado las universidades del centro del discurso publica ya su vex, los medios ce comunicacién se han convertido en el lugar de discusién. Pero, de hecho, no existe debate piblico, ya que los medios de comunicacién estin en manos de la propiedad pri- vada. Esta es uina de las mayores diferencias entre los afios setenta, por ejemplo, y hoy en dia —Ia falta de un espacio piiblico. A.C: Bl espacio domelticoesté cambiando y el hombre interviens aids en el dmbito privado yen eb cuidado de los hijos. ;Cree que esto puede ayudaradesvincula:el género de los espacios publicosyprivadas? ‘C.D. Integrar 2 los hombres en el espacio daméstico no es, desde luego, el nico objetivo, esto resulta obvio..A mi me parece que esta politica-no tiene en cuenta un abjerivo feminista bisico, que es desplazar las cuestiones de género y su andlisis fvera de la esfera doméstica y trasladarlo al espacio piiblico. Suena un poco como un reafianzamiento, aunque serfa un cambio en el espacio doméstico. Mientras exista la distincién entre lo doméstico y lo publico, lo privado y lo puiblico, mientras tengamos ese binomio, ef espacio seguiré siendo femenino y masculino, es simplemente inevitable. Por ranto, me parece que uno de los objetivos del femi- niismo y de los estudios d las masculinidades tiene que ser la des- truccién de esas oposiciones, no tan solo integrar alos hombres en Ja esfera doméstica y a les mujeres en Ia piiblica, sino crear mds opciones, cambiar los eérminos, todo el andlisis, y hacer que esos términos estén més politiados. 93 VII. BIOLOGIA Y GENERO(S)* Patricia Adair Gowaty, bidloga évolucionista Angels Carabi: ;Cudles son las principales consribuciones de la Biologia alos extudios de género y masculinidad? Patricia A. Gowaty: Lz biologfa explora las causas mecanicistas yy funcionales del sexo y del género, asi como Ia variacién asociada a las earacterfsticas sexuales secundarias. Tambigi esrudia las dife- rencias de sexo en relacién con el comportamienco, la Fisiologia, y Ia eserategia vital, especialmente respecto a la reproduccién, Cabe afiadir que, en esce campo de analisis, el estudio sobre lis des entre hombres y mujeres y sus origenes se est convirtiendo en tun cema de atencidn priosiaria, Josep M. Armengol: ;Podria explicar cules ron los objetivos fn- damentales de la sociobiologa y de la pricologta eyolucionista? ;Chmo pueden aplicarse esta torte al andlsis de las masculinidades desde tuna perspectiva feminista? P.G.: La sociobiologfa se centra en investigar el significado de la cénducta social en términos de adaptacién (Hrdy et al., 1996). De hecho, los sociobidlogos actuales se denominan a sf mismos ecdlogos del comportamiento (behavioral ecologist), y se interesan por cémio cl comportamiento y la-fisiologla favorecen, o 56. Ena entrevista se lleva cabo lo largo denoviembrey diciembre de 2006 por correo electrénico 133 no favorecen, ld supervivencia y el diferente éxito reproductivo de. los individuos en su interaccién con el entorno (social, abiético y biético). Los sociobidlogosy los ecélogos del comportamiento parten de dos posiciones distintas para explicar la variacién en los indivi- duos. En la primera, la variable dependiente resulta ser un rasgo de interés, que puede ser morfol6gico, fiiolégicoodeconductacomo, por ejemplo, un astentoso carfcter sexual secundario masculino. Estos cedricos se preguntan si individuos con diferentes variances de ese caricter tienen distintas posibilidades de éxito reproductive ode supervivencia. Para llevar a cabo el estudio, se valen de la observacién y de evidencias experimentales. En el segundo caso, Ia variable dependience es la presién de scleccidn. Los ecdlogos del comportamiento estan interesados en saber qué rasgos, si es que los hay, son modificados por dicha presiéa en poblaciones actuales. En sus estudios utilizan mécodos de evolucién experimental que modifican la intensidad de la pre- sién de seleccién zon el fin de observar a qué rasgos afecta. Se trata de investigar qué variacidn acti sobre una determinada presién de seleceién, por ejemplo, la ejercida por un gato predador muy velox (Byers, 1997). En ambos casos los ecblogos del comportamiento exploran estas hipétesis mediante modelos maceméticos, observa- ciones sistemaéticas de individuos no’ manipulaclos, o experimentos de campo o de laboratorio. Dado que estén interesados en el fun- cionamienco de Ia seleccién natural y en sus consecuencias, sus investigaciones son sobre poblaciones actuales donde dichos efec- tos pueden ser observados. Por el contratio, los psicélogos evolucionistas (cvalutionary ‘pychologis:) asumen que los denominados «médulos cognitivos»™” pproducen cerebrosy conductas que reflejan presiones ancestrales de seleceidn. Dichos médulos cognitivos habrfan favorecido el éxito reproductive y la supervivencia de individuos en poblaciones re- ‘motas. Estos psicélogos parten della base de que conocen cudlesson esis presiones de seleccién y opinan que la adaptabilidad evoluciva '57. El médulo cognitive, 0 terls de I meate, es popularmedte conocido como incigencia emocional. Hace zeFeenciz, cobre rodo en los primates, als ‘apacidad de inftir deseo, emociones y ercencias a miembros del mismo grupo, 134 al entomo es una actividad que moldea las cerebros y fen las poblaciones accuales. También asuinen genesen la configuracién de los fenotipos. Los psi nistas estén especialmente interesados, aunque no exclusivamente, cm las diferencias de sexo en el apareamiento y en la psicologla reproduictiva. En contraposicién alos bidlogos evolucionistas, cuyos intereses se centran en las variaciones de los rargas, los psicélogos cvolucionistas parten frecuentemence de lo que afirman son rasgos diferencialefijos, Sus variables dependiences normalmente provic- nen de aurorreflexiones sobre la conducta,es decir, de lo que los sujeros dicen sobresu propio comporcamienco al responder a cues- tionarios. Los estudios bascdos en autorreflexiones de los psic6lo- gos evolucionistas casi nunca utilizan mecanismos de control del engafio 0 atucoengafio,de sus sujetos. ‘Como bidloga evolucionista, creo que las asunciones y los mé- todos de los psicélogos evolucionistas son preocupantes. Resulta dificil, y quizis imposible, averiguat cudles eran las presiones dé seleccién que moldearon la maquinaria cognitiva de nuestros an- cestros del Pleistoceno, y esimposible saber si esasmaquinaria viene ‘en «médilos». (Seguin creo; no tenemos todavia una maquina del ticmpo!) (Gowary, 2001): Como indico més adelante, exiseen muy buenas razones para sospechar que la epigenética,* la culeura y el aprendizaje, junto con los genes, proporcionan la base mecanicista de la herencia, de modo que es de esperar que exista una enorme variacién en los fenotipos resulcantes. Los psic6logos evolucionis- tas parten de la base de quelos estereotipos sobre los hombres son ciertos. Por ejemplo, asumen que todos los hombres son sexual- ‘mente promiscuos y guardianes agresivos de sus parejas. Nunca imaginan, segiin he comprobado, quelas conductas ¢ inclinaciones del macho (0 la hembra) puedan ser mejor descritas como un con- tinuo; consecuentemente, parten de estereotipds, y terminan con estereotipos. Segiin entiendo, las perspectivas feministas, que, al fin yal cabo, estén basadas enn compromiso politico respecto a la Variacién entre mujeres (y Eombres), no forman parte del pensa- ‘58, La epigenica se refire alos cambios revesibles del ADN que provera ln expresién 9 Bo expresién de ciertos genes sepin las condicione’ externas 135 Jento dela psicologia evolucionista. No creo que hasta el momen- mpraare seer urrandlisisde las masculinidades bien informado dade una perspectiva feminista en el ambito de 1a psicologia evolucionista. “Fn contraposicién a esta Ifnes de actuacidn, los edélogos del comportamiento han adoptado idens del feminismo y as han utl- Inado como fuentes susceptibles de ser probadas, como hipétesis cientificas que investigan las interacciones dindmicas entre machos yy hembras (a veces aplicadas 2 hombres y mujeres). Algunos ejem- los deesto son el trabajo de Hirdy, que explora la variacién respec: {oa la agresin yal dominio entre hembras; el trabajo de Alemann Sobre cémo la vinculacién social entre as hembras mandriles incide dn lar opciones de los maches mandriles, en su conducta y, conse cuentemente, en su comportamienco como padres: y fambién mi propio trabajo, que versa sobre cémo Ia variacién degcro de una fnisma poblacin de hembras-derermina las maneras en que los nachos pueden aumentar su éxito reproductivo mediante formas de cooperaciéa o contflicto sexual. “A.C: The Guardian publicb un énteresante intercambio de correas lectrbnicas entre Lynne Segal (psicdloga) y Simon Baron-Coben (pricopatblga) en torno al debate entre la consraccién culural lt constmuccién biolégica del géncro. Ensu libroThe Essential Difference: Men, Woinen and the Extreme Male Brain (2003), Baron-Cahen promulga que exsten diferencias bioligicas fimdamentales env #] vevobro del hombre y el de Ia mujer. Pero Segal opina quie el discurso Ge Baron-Cahen invalida las diferencias culrurales y.no subraya la cxtraordineria complejidad y lx permanente inserrelacién entre la ‘huloura 7 (a Biologia en la conducta y experiencia Inemanas (The Guardian, 3 de mayo de 2003). :Podria darnos su opinidn sobre este debate? : .G.:Atin no tenemos suficientes datos que nos permitan llegar una resolucién global sobre éste debate. Los especialistas del co- ebro con los que he hablado —mayormente escudian aves'y Fep- les estén impresionados por Ia maleabilidad de las estructuras ‘erebrales en el desarrollo de lavide de los sujetos; estos, obviamen- te, experimentan cambios debido a las modificaciones del entorno yy sus experiencias sociales. Silas conclusiones de esos cientificos 136 ~ sobre la plasticidad de las esiructuras cerebrales son generalizables, entonces las diferencias esenciales en el cerebro de hombres y ‘mujeres» podrlan explicarse somo consecuencia dela extrema rigi- (dex de los moldeadores culturales del desarrollo sexual. Es decir, guizés algiin tipo de morfologia se deba; efectivamente, a la natu- raleza inflexible de factores culrurales como las experien les tipicas, la educcacién, ecc.,lo cual conducirfaa configurar estruc- turas cercbrales rfgidas. Sin embargo, todavia no se han llevado @ cabo estudios que arribuysn Ia exiscencia de rasgos cerebrales morfoldgicos a diferencias esenciales 0 innatas (por ejemplo, de indole exclusivamente genética), a li culeura, al aprendizaje, a la cpigenctica y a los inductores ambientales. Para hacerlo, necesica- rfamos mds investigacién en personas. No hay estudios suficiente- ‘mente probados que nos leven 2 rechazar la hipdtesis de que lo que observamos en los cerebros es debido a que la navuraleza y la crianza estén inextricablemente interrelacionadasy JM.A.:zEtposible encontrar una conexién entre la biologtalnata- raleca y la culeralerianza cuendo gran parte dela investigaci6n bio- lgica sobre la masculinidady elgénerase centra en encontrar yexplicar las diferencias srreductibles entre las sexos?;Fla encontrado la biologla clersentos communes entre homires 7 mujeres? C203) 155 Si pretendemos analizar la trayectoria de lo que ha pasado con Jos hombres y la masculinidad en las dos ltimas décadas, tendre- mos que embarcarnos en muchos viajes. El gran mimero de libros ya publicados sobre esce tema es similar a a investigaciéin llevada ' cabo por las mujeres sobre los dilemas dela «feminiddd» en los inicios del feminismo. Aunque este movimiento fue una de las causas del cambio del devenir de los hombres, lo cierto es que en los afios noventa surgié un interés sin precedentes en torno a la. mas- culinidad, fruto de los cambios econémicos y sociales que afecta- ban ala vida de grupos especificos de varones. En el mundo académico, la recign estrenada visibilidad de los hombres abrié un espacio que permitfa explorar la ambigtiedad, complejidad y mutabilidad de las nociones de la «masculinidad», pero en la cultura popular se hablaba ya hacia tiempo de la «crisis» de la masculinidad. En los afios noventa, la cultura de lz calle mostraba a los hombres como las nuevas victimas sociales: los hombres tenfan rienos confianza en's{ mismos e iban perdiendo terreno en dmbitos distintos como la escuela, el trabajo, las relacio= ines personales, la salud y el bienestar. Se hablaba de los varones como si estuvieran en desventaja, Paralelamente a esta visi6n, exis- ‘fa una perspectiva populas mas optimista que mostraba la cara més stiernay de la masculinidad —por ejemplo, las imAgenes ms posi- tivas de una paternidad mds comprometida—, y cambign el retrato del snuevo hombre», que frecuentemente era objeto de sospecha 0 incluso de busla continua por parte de los medios de comunica- cién. El nexo comin entre el discurso académico y popular radicaba en la visién de que, tras el feminismo y los cambios en el Ambito laboral y doméstico, la supuestamente incuestionable legitimidad de los hombres como el sexo/género dirigente/dominante estaba egando a su fin. Sin embargo, cuestionar el derecho «nacuralv de los hombres a ser, literalmente, el sexo'dominance no resultaba suficierite para invalidar la tradicién de dominio de los varones sobre las mujeres, ni proporcionaba modelos de futuro para ambos sexos. En el afio 2000, el psiquiacra més conocido del Reino Unido, Anthony Clare, declaré oficialmence que «la masculinidad estaba cn crisis», argumentando que los hombres se encontraban en peli- gro de ser ucesadoss: wA. comienzos del siglo XX, resulta bastante 156 Factible legar ala conclusiSn de que los hombres se encuentran en una situacién diffcil» (2000, p. 3). ¥, sin embargo, 2 pesar de que se dige que los hombres estén siendo wcesados», quienes gestionan el destino de la humanidad hoy en dfa, sin que apenas haya habido ‘cambios, contintan siendc los varones, Globalmente, los hombres ‘ocupan casi todos los cargos de gobierno (salvo un 10 por ciento), al igual que los puestos clave en todas las agencias internacionales. Ademis, el siglo 20xt ha comenzado con una prolongada guerra en Ja agenda global, acompafiada de un.creciente fundamencalismo teligioso, de nacionalismos radicales y tertiles conflictos étnicos, “Todas estas formas de pensamiento'se basan en imigenes primor- diales de dureza masculina, inspiradas por un machismo agresivo como componente ineludible para llevar a cabo la invasion y la conquista militar. Consecuentemente, lo que resulte nuevo en el ‘estudio de los hombres y de la masculinidad solo puede estar car- gado de contradiccioies. Percepciones populares de la crisis Indudablemente, el cambio principal que ha tenidolugar desde que escribt mi libro Slow Motion: Changing Masculinities, Changing ‘Men (1990) es la percepcién, por parte del piilico en general, de que los jdvenes varones y los hombres mas maduros estdn en crisis, concepto que ha ido adquiriendo un tono més alarmante desde los afios noventa hasta nuestros dias: Todos hemos lefdo los datos sobre el aumento de suicidios entre los varones, el creciente nivel dealcoholismo, Ia drogadiccién, los accidentes graves, las enferme- dades cardiovasculares y Ia disminiici6n de la esperanza de vida de los horabres en comparacién con las mujeres. De hecho, se han realizado amplios estudios demogréficos de todas las edades para mostrar, en general, a peor salud de los hombres y sti mas elevado riesgo de muerte en relacin con fas mujeres. En el 2003, el informe anual sobre le educacién de los pafses de la OCDE confirmaba que as mujeres jévenes consegufan mejores resultados que los hombres ‘en todos los pafses desarrollados del mundo, indicando que dichos resultados iban acompafiados de un cambio sigaificativo en las cexpectativas y logros de las mujeres: las jévenes de quince afios tenfan més confianza que las chicos para conseguir trabajos con "157 sucldos elevados. Parece que, después del feminismo, las cosas han ‘cambiado para los hombres. Desde la sala de juntas al dormitorio, las mujeres han ido ocupando puestos importantes, aunque en miimeros reducidos. Mientras canto, los ditectivos masculinos “—aungue todavia tengan, de hecho, el monopolio del poder— dicen sentirse «acosados» por todos lados debido a los cambios econémicos y a una nueva presencia competitive de mujeres mis jévenes, as{ como de otros hombres. Estas percepciones de la crisis de los hombres y de la masculi- siidad han dado lugar a diversos intentos para resolver el problema. En 1998, el gobierno auscraliano dedicé un millén de délares a crear uns Ifnea telefénica de ayuda para hombres en crisis, prome- -riendo apoyo y asistencia a hasta 10.000 hombres al aio con sus problemas familiares y de relaciones interpersonales. En el Reino Unido, la reaccién oficial a los problemas masculinos ha sido més irregular, pero el malestar de los varones ha sido igualmence tenido en cuenta pablicamente. Cuando David Blunkett era Ministro de Educaciéa en elafio 2000, anuncié la implancacién de una medida turgente para porenciar el rendimiento de los chicos en las escuclas al ver que, por primera'vez, los resultados mosttaban que las chicas, Jos superaban en los examenes finales de secundaria (A Level.) Asimismo, diversos programas «New Deal» del nuevo laborismo, ditigidos principalmente a diferentes grupos de hombres, ya ha- bfan sido creados y se habfan destinado fondos para financiar la investigacién en la mejora de la salud de Jos varones. En Estados Unidos, Jane Fonda doné en 2001, atulo personal, doce millones ymedio de délares para el establécimienco de un Centro de Género y Educacién,en In Universidad de Harvard, sugiriendo que «en muchos aspectos las hombres sufren mas» por los roles sexuales tradicionales que se ven obligados a seguir. ‘Sin embargo, la actual wetisisn de la masculinidad podsfa estar relacionada con el progresivo acceso-de [a mujer al mundo laboral, tun muindo precario e inestable que concrata cada vex. més a mujeres con steldos bajosyya tiempo parcial. Tampoco el consenso puiblico que indica que los chicos y los hombres estén en fase de-crisis ha generado acuerdo alguno sobre qué hacer al respecto. Una corrien- te de pensamiento, por ejemplo, promovida por el peiquiatra de Har- vvard William Pollack en su libro Real Bays (2000) —que corrobora 158 Jas ideas de stu homélogo Briténico, Anthony Clare—, argumenta que los hombres se encuentran en «una crisis desesperadan porque todavia intentan cumplir con los rigidos y anticuados cddigos tra~ dicionales de la masculinidad. Pero su colega, la psicéloga estado- unidense y ahora renegada académica feminista Christina Hoff Sommers sostiene lo contratio en su libro The War Against Bays (2000). Esta obra hace referencia ala visién, igualmente popular, de que los chicos estin suftiendo porque nuestra cultura quiere sfeminizarlos», despreciando y devaluando la masculinidad, Pollack y Clare nos animan a resolver los problemas psicolégicos de los hombres reforzando nuevas formas de expresién personal y, en Ultima instancia, mediante modelos de vinstruccién varonily Entre los hombres y el feminismo ‘No resulta sorprendente que muchas ferninistis tuvieran serias sospechas sobre el cambio de perspectiva que se produjo respecto alos.problemas de los hombres en los asios noventa. De hecho, este nuevo enfoque desplazé un segundo cérmino las presiones y an- siedades especificas a las que atin se enfrentaban las mujeres, espe- cialmente durante el auge de las campatias feministas de los setenca y ochenta, Ademds, ese cambio consideraba que los problemas del ggénero masculino derivaban del hecho de que lés chicos estaban ‘perdiendo terrenov frente a las chicas, e ignoraba las diferencias mds aplastantes entre losmismos chicos. De este modo, en el Reino Unido, los miembros de: Gobierno atribufan el fracaso escolar y la baja auroestima de algunos muchachos a los colegios que promo- ‘vlan «demasiads igualdads, ademasiada seguridad agresivay en-las chicas, € incluso advercien del peligro de una wsistancial reaccién en contra por parte de los varones».* Esta respuesta, particular- ‘mente amenazante, cavo lugar cuando, por primera vez, menos de tun uno por ciento de [as chicas obtuvo mejares resultados en los ‘exdmenes finales de secundaria quelos chicos en 1999. En términos mas generales, comparaciones tan falsas sirven.primordialmente 63. Cita de David Blunleer que aparecié en el artculo wBlaming the Girls: de Ywonne Roberts, en el perielica The Guardia el 22 de agosto de 2000, p. 16. 159 para enmascarar las causas de los problemas dado que, en realidad, la mayorla de los chicos no estan eperdiendo terreno ni wfracasan- do». De hecho, estin obteniendo mejores resultados que nunca en Je escuela, y van mejorando a medida que llegan a la univerkidad 0 comienzan sus carreras. Ademds, no hay datos nuevos sobr¢ el fra- caso escolar dela clase trabajadora ni de chicos de alguinas minorles é¢nicas; st alienacién en la escuela va acompafiada, como siempre, deuna aficmacién como reaccién que toma la forma de una'bravu- conada rebelde. La pregunta que debemos hacernos no es por qué os chicos no rinden igual que antes sino, més bien, por qué su bajo rendimiento sehaconvertido en una causade preocupacién. Desgra- ciadamente, tampoco es nada nuevo culpara las mujeres, en este caso a las chicas y a I@s profesor@s inspirad@s por el feminismo, de los problemas delos varonesen una época en que las mujeres, en términos generales, no van por detrés de los chicos como era costuipbré. ‘Cuando analizamos cuidadosamente las prucbas que aormal- mente se ofrecen para justificar la crisis de la masculinidadide hoy cen dfa, inmediatamente desciframos un cuadro en el que las dife- rencias més significativas son las existentes ensre los mismes hom- bres més que entre hombres y mujeres. De hecho, son grupos con cretos de hombres —especialmente los desempleados, los ‘tabajadores no cualificados y los hombres solteros—los que pade- cen mayores indices de mortalidad y de enfermedad cudndo se comparan con otros grupos de varones. Al igual que con elffracaso ‘escolar, la clase, la etnicidad y la raza —no el género— son los factores que inciden mas en el desempleo y en la criminalidad. jercamente, las consecucncias descructivas de las desigualdades y las diferencias culturales entré los hombres tienen un componente de género, pero esto es algo inherente a la propia «masculinidady; esconsecueencia delos efectos nocivos de la competitividad extrema ‘entre los muchachos y los hombres para demostrar que atin:son los eganadores». La conclusi6n més significativa para las feministas, obviamente, es que los medios de comunicacién centran su aten- cién en los hombres cuando se empieza a cuestionar la aguncién tradicionel del varén como representante del sexo fuerte. En el mundo académico, no solo muchas feniinistas criticaron la atencién que los medios de comunicacién dedicaban alla mas- culinidad, sino que también mostraron eu desaprobacién|ance el 160 sostenido crecimiento de los estudios de las masculinidades en las instituciones de educacién superior. Su preocupacién se debla a que quienes estimularon el cambio te6rico de los eestudios de la -mujets a westudios de géneroy estaban animando a los varones a ‘ocupar el espacio institucional que las mujeres hablan creado para sf con gran esfuerzo. Ello era percibido como una amenaza a la epistemologta y al enfoque ce los escudios de mujeres. De hecho, ‘yo misma fui criticada al escribir Slow Motion porque defendia ta importancia de estudiar 2-los hombres y las diversas procedencias de la «masculinidad». Pero, veamos, es acaso cierto que los estu- dios de la masculinidad se apropian del trabajo académico del fe- minismo y vuelven a situar a log hombres como las nuevas autori- dades en cuestiones de géneto, haciendo de estos, mds que de las mujeres, las victimas mds recientes de la masculinidad normativa? Este parece ser el caso segin [2 crtica literaria norteamericana Sally Robinson, quien opina que, cuando imparce cursos de género, sus ‘estudiantes masculinos consideran que sus propias visiones de la ‘masculinidad discrepan del estudio académico Hlevado a cabo por el feminismo y por las profesoras universitarias formadas en él. Robinson (2003, pp. 141-160) argumenta queloshombres, hoy en dia, tienden a verse como los =rticos idéneos para teorizar sobre la masculinidad, a pesar de la probada ineficacia de la wexperiencia directa» como la tinica base s6lida para la investigacién y la peda- gogia. Segiin un informe prosorcionado por otro campus univer- sitario de Estados Unidos, los eseudiantes consideraban que los argumentos delas profesorasresulfaban aparentemente més parcia- les y mds.polémicos que los de los varones cuando se debatfan ccuestiones de género (Moore, 1997, p. 434). Sin querer negar la existencia del sexismo rutinatio que subyace en estos informes, personalmsnte doy la bienvenida a los teéricos (masculinos) de género, la mayorfa de los cuales —desde el trabajo pionero desociélogos como Robert Connell (ahora conocida como Raewyn Connell), Michael Kimmely Michael Kaufman, entre otros; alas mds fecientes incursiones semidticas ol trabajo sobre posco- lonialismo de Calvin Thomas, Joseph Boone o David Marrico— (4, Véase Is encrevsta a Carolyn Dinthaw «Perspectivas quem incluida en exe volumen. 16 han anslizado la naturaleza opresiva de los conceptos dominancés de la masculinidad sobre las mujeres y sobte grupos subordinados ide hombres, «zCémo se puede confiar en que los grupos de hom- bres no repitan el antiguo orden, o no excluyan a las mujeres cuan- do formen sus propias comunidades de acogidats, se preguntaba Boone (1990, p. 24). Su pregunta ya cuestionaba las redes.y,los movimnientos de hombres dedicados a «salvar al macho», unos movimientos que surgieron con gran fuerza en Estados Unidos a pt ios de los afios-noventa. ‘Las actividades mds populares destinadas'a «curar» 2 los hom- bres surgieron de la mano de Robert Bly y de su movimiento ivopoético,* integrado primordialmente por hombres blances de + lase media que esperaban recuperar el antiguo poder de la «mas- culinidad verdadera». El superventas de Bly, ron John, publicado ‘en 1990, ofrecia una solucién terapéutica para ayudar 2 los hom- bres a encontrar, la «masculinidad profunda» de su herencia que estaba reprimida. Seguidamente, cinco afios mds tarde, tuvo lugar Ja uMarcha del Millén de Hombres» en Washington: En 1995 también se fundé el grupo de los Promise Keepers (Guardadores de Promesas), una organizacién cristiana con miembros de diversas ‘azas.*7 Se trata de un movimiento cuyo objetivo es reafirmar un paternalismo patriarcal responsable y que consé con mds de tres millones de seguidores a finales de la década. Los tedricos: de la ‘masculinidad generalmente han criticado, més queaprobado, estos movimientos dado que separan los problemas de los varones de los de las mujeres y obvian el poder que histéricamenté los hombres han tenido sobre ellas. Cuando la solidaridad, los conflictos y las ddesigualdades entsehombres, al igual que sus confusiones internas, jinciden en las complejas relaciones entre hombres y mujeres, cl mejor lugar desde donde negociar el espacio de los varones y de los cetidios de a masculinidad es la pedagogla los proyectos feministas. 65. Vase nota 2 ‘| : G6. Uns marcha prosagonizada por hombres afreamericanos convocada por dl lider de Nacién del Islam, Louie Farralchan, en Washington D.C. of 16 de bene de es ana nana inl de dle ein fname: calista con sede en Denver, Calorida, en Estados Unidos. 162 Rechazarlos sin més, de forma defensiva, es incurrit en un grave error. Un grupo que se ha convertido commis claridad en objeto de exktica por parte del ferainismo son los académicos de las ciencias sociales y las humanidades que, en su estudio de los hombres, con- ceden poca oniniguna atencién al género.o ignoran, sino desdefian, los problemas de las mujeres. En su libro Coo! Men and the Second Sex (2003), Susan Fraiman, por ejemplo, dececta que, en laactua- lidad, muchos académicos de vanguardia muestran un singular desprecio hacia las mujeres y una extrema ambivalencia respecto al feminismo, Los destinacarios de las-erfticas de Fraiman son los decanos de los estudios culturales que, segin ella, aprueban las formas de la masculinidad mas indomables, al tiempo que aplican con gran confianza las herramientas de la teorla extica posestruc- turalisca, ensalzando laalienacidn heroics o a desenfrenada violen- cia desplegada por los hombres en la cultura popular.-Las preocu- paciones actuales de Fraiman ponen de actualidad aquellas expresadas por teéricas feministas como Tanya Modleski y Biddly ‘Martin hace una década. El temor que manifiesta Fraiman es que clcambio que aportan los escudios feriniseasy lésbicos—un cam- bio basado en la neutralidadde género que, frecuentemente, carnc- ‘eriza las reorfas de Ia deconstruccién y queer— pueda ertadicar a as mujeres como objeto de andlisis, reemplazindolas por una vo- luntad de apoyar nuevas y proliferas imagenes de disidencia sexual y de género. Sin embargo, alaedrice cultural ferminista estadounidense Sally Robinson no le preocupa tanto la atencién prestada 2 las masculi- niidades disidentes, gays o étnicas, en los afios noventa, sino todo lo contratio. En Marked Men: White Masculinity in Crivs (2000), Robinson explora el protagonismo en la culeura conzemporinea del chombre blanco hetidow heterosexual que ya no es el «sexo sin géneror y que, de manera entusiasta, se presenta como la verdadera ‘victima, asaltado por todos les flancos por el feminismo y similares fuerzas externas y siniestras. Robinson identifica este proceso en novelas muy aclamadas de escritores norteamericanos como John ‘Updike y Philip Roth, que sustituyen la ctftica a la tradicional dominacién social de los hombres por relatos sobre personajes ‘masculinos emasculados eins-guros, Robinson sefiala que existeun 163 iil fe los Jazamiento similar en muchas peliculas de Hollywood de Sieve epilicado por Elprincipe del marea (1991) de Fat Contoy y Un dia de furia (1993) de Joel Schumacker,* que cxplo- tan lor cambios eulturalesy el empeoramienco dela calidad de vida de los hombres a través de sus crisis personales. Como ya se ha sefialada, el poder masculino también puede ser (re)consolidado a través de cilos de rst y de eslucién, permirendo que los hom bres manejen la amenaza del poder femenino epropindese de é | Libertades discursivas, movilidad de género Cuando eseribf Slow Motion a finales de los afios ochénta, tenia en ‘ate una agenda politica concréta y unos presupuestos redricos cepecficos: no Solo demoscrar que los hombres pueden cambiar, Sino que siempre lo han hecho, y lo han hecho como una respuesta ‘ tendenciasculturalesespecfficas. Lo que inrentaba decir cs que no cxiste una sustancia fja e intemporal de Ja masculinidad. Pero también me propuse explorar los-diversos impedimentos y los pesilesncentivo quelos varonesrefan para conseguir objeivos Feministas. El proyecto, politico del libro no se reduce tan solo a esto, sino que aborda la diftil rarea de incentar proveet las adecua- das herramiencas analticas para explorar el campo psicoldgico, social y lingistico de la masculinidad, confrontando la primacta del falocentrismo basado en Ia diferencia sexual. Teéricamente, no era ran dificil entender por qué los hombres, indvidunlment, senfan un temo prpesvo 2 sels 7 10s los cédigos lingtsticos,el imaginario cultural ylas rela- ape para teprerencat [os ideales de la wirlidad» simbo- Tizan el poder, la racionalidad, le reafirmacién personal y la inval- nerabilidad. Dicha invulnerabilidad, obviamente, nunca podsia

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