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CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

Causas de justificación en general

Nociones Generales.

Verificada la existencia de un hecho típico, es necesario analizar si esa conducta se contrapone


al derecho. Para ello debe considerase si existe un permiso legal que autorice dicho
comportamiento, es decir, si nos encontramos ante una causa de justificación.

Junto a los mandatos y prohibiciones encontramos en la teoría jurídica del Derecho Penal,
autorizaciones o permisos para realizar la acción prohibida por la norma o para omitir el
comportamiento que esta impone.

Estas excepciones legales autorizan conductas que generalmente serían punibles al afectar
bienes jurídicos protegidos.

Estas autorizaciones o permisos constituyen la base de las causas de justificación legisladas en


las leyes penales.

Se trata de proposiciones que son independientes de las normas.

Las autorizaciones o permisos que dan el fundamento a las causas de justificación, neutralizan
la prohibición o el mandato de acción en circunstancias concretas.

La comprobación de lo ilícito requeriría entonces, de dos operaciones de subsunción: ilícita es


la acción que se subsume bajo el tipo de lo ilícito y no se subsume bajo el tipo de una causa de
justificación.

Los Códigos Penales suelen contener una serie de disposiciones en las que se especifica
cuando un comportamiento típico no debe sancionarse con una pena.

Sin embargo, no todas esas circunstancias tienen el mismo carácter. Mientras unas dejan la
acción típica impune, porque excluyen lo ilícito, otras, provocan la impunidad porque eliminan
la culpabilidad y otras por determinar una renuncia a la pena, como es el desistimiento de la
tentativa.

Concepto.

Las causas de justificación son: situaciones de hecho y de derecho cuyo efecto es excluir la
antijuridicidad de un hecho típico.

También pueden definirse como: permisos concedidos por la ley para cometer en
determinadas circunstancias, un hecho penalmente típico.

Las fuentes de las causas de justificación son dos:

1. La ley.
2. La necesidad.

Caracteres generales de las causas de justificación.


 Provienen de todo el ordenamiento jurídico.
 Contiene una autorización o permiso para la realización de la acción típica.
 Sus efectos alcanzan al autor y a los demás participes.
 Excluye tanto la responsabilidad penal como la civil, administrativa, etc.
 La creación intencional de la situación en la que procede el amparo de una causa de
justificación, no da lugar a la misma.
 Solo obra justificadamente el que tiene conocimiento de las circunstancias que
fundamentan la justificación (elemento subjetivo de la justificación). No hay legitima
defensa, sin voluntad de defenderse, ni estado de necesidad sin voluntad de salvar un
interés jurídico.

Al exigirse un elemento subjetivo de la justificación puede plantarse la cuestión de cómo debe


tratarse los casos que reúnen todas las características objetivas de la justificación, pero en lo
que el autor obró sin conocerlas, es decir sin el elemento subjetivo:

Ejemplo: A mata a B en el momento en que éste va a matar a C y la vida de éste no puede


salvare sino con la muerte de B. A ignora, al momento de realizarse la acción, que B va a matar
a C.

Las soluciones más rigurosas se inclinan por negar completamente la justificación y aplicar la
pena al delito consumado.

Sin embargo, es preciso reconocer que de los dos desvalores que caracterizan lo ilícito
(desvalor de acción y de resultado), solo se da, en este supuesto, el desvalor de acción,
faltando completamente el de resultado.

Aquí se presentaría una situación similar a la tentativa.

La doctrina más actualizada, ha propuesto resolver estos casos considerando en ellos sólo un
caso de tentativa inidónea, pues la acción se dirigió sobre un objeto que no permitió la
consumación. Este punto de vista es correcto.

El sistema regla excepción.

Una conducta podrá ser considerada como delito si reúne ciertos requisitos, entre ellos, ser
típica y antijurídica, es decir que no concurra una causa que justifique el comportamiento del
autor (página 413/414 del texto obligatorio).

Naturaleza. página 414 Lascano

Determinar la naturaleza de la justificación depende, en cierta manera, de la posición tomada


respecto a la naturaleza de la antijuridicidad. Si se parte de la idea que la antijuridicidad
consiste en el desvalor objetivo que el ordenamiento jurídico, proyecta sobre una conducta
que lesiona o pone en peligro el bien jurídicamente protegido; la justificación -al ser el reverso
de la antijuridicidad- deberá concebirse también objetivamente pero de naturaleza positiva .

Según algunos autores, esta forma de ver "la causa de justificación" estaría en pugna con la
admisión de los elementos subjetivos de Justificación en la que se apreciaría no sólo el criterio
ex post (por el resultado) Sino que en la justificación se admitiría la potencialidad positiva 1del
criterio ex ante (el momento de la conducta) donde se encuentra la voluntad del autor dirigida
al fin lesivo, aunque no se admitan los puros elementos subjetivos.

Consecuentemente, el análisis no debe realizarse solamente con un criterio ex post,


atendiendo a la efectiva producción del resultado valioso, coherente en materia de
justificación con una concepción objetiva de la antijuridicidad sino, con un criterio ex ante y
ello no implica el abandono de un criterio objetivo en la ponderación de intereses.

Fundamento.

El fundamento básico de una causa de justificación es ante una situación de conflicto o


colisión- la preponderancia del interés jurídicamente más relevante para el derecho positivo
(ver página 414/416 del texto obligatorio).

Efectos.

Pueden mencionarse efectos penales (impunidad del hecho) y civiles (exclusión de la


responsabilidad civil salvo casos de enriquecimiento ilícito).

Algunas reflexiones sobre las justificantes.

Remitimos al texto obligatorio del Manual, página 417/8 (unidad 12).

Los elementos de las causas de justificación.

Se sostiene mayoritariamente que deben concurrir en la justificante elementos objetivos


(relacionados con el hecho concreto) y subjetivos (que el autor conozca la situación
justificante).

La justificación legal y supralegal.

Remitimos al texto obligatorio del Manual, página 419/20 (unidad 12).

Causas de justificación en particular


Las más frecuentes en la práctica:

 Legitima defensa.
 Estado de necesidad por colisión de intereses.
 Estado de necesidad por colisión de deberes.
 El consentimiento.
 Ejercicio de un derecho, autoridad o cargo.

Legítima defensa

Fundamento.
Tiene su fundamento en la máxima: el derecho no necesita ceder ante lo ilícito. Esta causa de
justificación implica la acción y efecto de defender o defenderse, como consecuencia de una
agresión ilegitima previa.

Concepto: reacción necesaria contra una agresión injusta, actual y no provocada.

Bienes defendibles.

Todos los bienes jurídicos pueden ser objeto de agresión, y por ende, defendibles en forma
justificada.

Clases de legítima defensa.

Clases:

 De la propia persona o de sus derechos: Art. 34 inc. 6.


 Legitima defensa.
 De un tercero o de sus derechos: Art. 34 inc. 7.
 Defensa Propia (15.2.1.3.1):

Existe legítima defensa cuando, el que en defensa de su persona o de sus derechos,


empleando un medio racionalmente necesario para impedir o repeler una agresión ilegitima y
sin que medie provocación suficiente de su parte, le ocasiona un perjuicio a la persona o
derechos del agresor.

Requisitos:

Art. 34 del Código Penal:

No son punibles....

inc. 6.) El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurriesen las
siguientes circunstancias:

a) Agresión ilegítima.
b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla;
c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende.

a) Agresión ilegítima:

Es un ataque contra la persona o cosas que puede consistir en hechos, palabras o advertencias
de repetir un daño ya comenzado.

Debe partir de un ser humano.

No es necesario que el agresor embista o que la acción sea violenta por lo tanto, puede ser
activa o incluso omisiva.

Puede ser intencional o negligente y provenir de un inimputable o un inculpable, pues tiene


naturaleza objetiva.
La agresión debe ser ilegítima, es decir que el agredido no debe estar obligado a soportarla.

Solo la agresión antijurídica de una persona a los bienes de otra, posibilitan la legitima
defensa, la cual esta excluida cuando la agresión se mantuvo dentro del riesgo permitido.

La calificación de ilegitima dada a la agresión convierte en legítima la reacción del agredido.

La necesidad de defenderse aparece como consecuencia de un peligro concreto para la


persona o sus derechos, y la ley autoriza siempre que se racional

b). Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla:

El medio defensivo hace referencia a la conducta desplegada no sólo al concreto instrumento


utilizado.

Es fundamental la proporción y su racionalidad, caso contrario la defensa se vuelve irracional.

Faltará la necesidad de la defensa concreta, cuando el sujeto pueda utilizar un medio menos
lesivo, aunque no deba decidirse la cuestión con la simple comparación de los medios de
ataque y los de defensa. La huida para alejarse del peligro como medio menos gravoso no es
exigida por el derecho.

El medio defensivo debe utilizarse para impedir o repeler la agresión, por lo tanto debe ser
oportuno, es decir, que se emplea para repeler una agresión inminente o actual.

Defensa

-->que se anticipa: es agresión.

-->tardía: es venganza.

El aspecto subjetivo lo encontramos en la palabra para se debe saber que es objeto de un


ataque y que se defiende de una agresión ilegítima. Deben conocerse las circunstancias
objetivas que fundamentan la acción y la intención de defenderse.

c. Falta de provocación suficiente.

Que el agredido no cause conscientemente la agresión.

Según la opinión dominante, este requisito no tiene carácter fundamental.

Legitima defensa privilegiada.

Art. 34, inc. 6 última parte, del Código Penal.

La ley prevé en este articulo del ordenamiento citado, casos en los cuales por razones de
tiempo o lugar existe una agresión ilegítima y la reacción de quien se defiende es considerada
necesaria y racional, cualquiera sea el daño ocasionado al agresor.

Legítima defensa de terceros


Esta clase de legítima defensa esta prevista en el Art. 34 inc. 7 del Código Penal, que establece
que, concurre esta causas de justificación cuando, la persona o derechos de otro, sean
parientes o extraños, es objeto de una agresión ilegitima y el autor emplea un medio
racionalmente necesario para impedirla o repelerla, siempre que el agredido no haya
provocado suficientemente la agresión o, en caso contrario, que no haya participado en ella el
tercero defensor.

Es una justificación para intervenir en defensa de otra persona o de sus derechos, aunque ésta
haya provocado suficientemente.

Importa que el tercero quiera ser defendido. Si no hay datos para suponer una voluntad
contraria, se supone que el agredido quiere ser defendido dentro de los límites de lo
necesario.

Estado de Necesidad.

Fundamentos.

El estado de necesidad es un estado o situación de peligro actual para intereses legítimos que
sólo puede ser conjurado mediante la lesión de los intereses legítimos de otra persona.

Esta causas de justificación ampara a quien lesiona bienes jurídicos ajenos para salvar un bien
propio o ajeno que se encuentra amenazado.

Este bien debe ser de mayor valor que el sacrificado.

Clases:

Estado de Necesidad:

 Justificante cuando se afecta un interés objetivamente menor al que se salva.


 Exculpante cuando el valor relativo de los bienes es igual, o cuando el bien que se
afecta es de mayor valor, la conducta no se considera justificada con arreglo al criterio
de la colisión, sino que será disculpada, si no le era exigente al agente que soporte esa
lesión.

Requisitos:

El Art 34 del código penal reza ”No son punibles..., establece en su inc. 3:

- El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño.

Del articulado del Código Penal surgen los requisitos:

 Inminencia del mal para el que obra o para un tercero.


 Imposibilidad de evitar el mal por otros medios.
 Que el mal que se causa sea menor que el que se trata de evitar.
 Que el autor sea extraño al mal mayor inminente.
 Que el autor no esté obligado a soportarlo.
El mal que evitado debe ser mayor. Para determinar el valor relativo de los bienes, debe
partirse de las escalas penales de la Parte Especial del Código Penal.

El mal debe ser inminente, es decir actual, que esté próximo a suceder.

El conflicto de bienes iguales.

Remitimos al texto obligatorio del Manual, página 442/3 (unidad 12).

El cumplimiento de un deber y la colisión de deberes.

Esta causas de justificación, es un caso particular del estado de necesidad.

La colisión de deberes justificante se da cuando alguien sólo puede cumplir un deber jurídico
de su incumbencia a costa de otro que le corresponde igualmente, siendo así que la
vulneración del deber que infringe constituye una acción y omisión conminada con pena.

Es decir, el estado de necesidad por colisión de deberes, puede darse cuando a una persona le
incumbe el cumplimiento de dos deberes a la vez, que le imponen la obligación de realizar
comportamientos que son excluyentes.

Ejemplo: como testigo en un proceso el Dr. Juan tiene la obligación de declarar lo que sabe,
mientras que como médico, tiene también la obligación de guardar secreto.

Mientras que en el estado de necesidad por colisión de intereses, la justificación depende de


que entre los intereses en conflicto haya una diferencia valorativa esencial a favor del interés
que se salva, en el estado de necesidad por colisión de deberes habrá justificación cuando ante
un conflicto de deberes de igual jerarquía se cumpla con uno de ellos incumpliendo con el
restante.

El fundamento reside en que el que cumple con uno de los deberes que le incumbe, cumple de
todos modos con el derecho, y cumplir con el derecho no puede ser antijurídico.

 Autorizaciones especiales.

Nuestro Código Penal, en su Art. 34 inc. 4, hace referencia a:

o cumplimiento de un deber,
o ejercicio legítimo de un derecho, profesión o cargo.

El ejercicio de una profesión, oficio o cargo sólo entran en consideración en la medida en que
tal ejercicio impone un deber o acuerda un derecho especial.

El cumplimiento de un deber entrará en consideración como causas de justificación sólo


cuando colisione con otro deber. Esta colisión de deberes no se diferencia del estado de
necesidad por colisión de deberes, motivo por el cual debe regirse por las reglas de éste.

El ejercicio legítimo de un derecho.


Básicamente, consiste en realizar las acciones que se encuentran autorizadas por el
ordenamiento legal. Por no presentar mayor dificultad, remitimos al texto obligatorio (página
446/450 del texto obligatorio).

El ejercicio legítimo de una autoridad.

Se resume en la potestad que posee una persona sobre otra en razón de una disposición legal.
Por no presentar mayor dificultad, remitimos al texto obligatorio (página 450/452 del texto
obligatorio).

El ejercicio legítimo de un cargo.

Se encuentra implícito en el poder de decisión que conlleva el cargo que el sujeto en cuestión
detenta. Por no presentar mayor dificultad, remitimos al texto obligatorio (página 453/454 del
texto obligatorio).

Obediencia debida.

Se resume en el cumplimiento de una orden que se da en el marco de las relaciones de


sujeción pública (carácter discutido), siempre dentro del marco legal o de derecho. Por no
presentar mayor dificultad, remitimos al texto obligatorio (página 454/457 del texto
obligatorio).

El Consentimiento.

El consentimiento sólo tiene relevancia allí, donde la lesión recae sobre un bien jurídico sobre
el cual el sujeto pasivo tiene derecho de disposición.

Ejemplo: nadie tiene derecho a disponer de su propia vida.

Motivo por el cual, cuando se trata de bienes disponibles, como ser la propiedad, la realización
del tipo requerirá siempre una lesión de la autodeterminación del sujeto pasivo o de su ámbito
de dominio autónomo.

En consecuencia, donde el consentimiento ser relevante excluirá en todos los casos la tipicidad
por eliminación de la imputación objetiva.

La eficacia del consentimiento depende de las siguientes condiciones:

o El sujeto que lo presta debe ser capaz de comprender la situación.


o El consentimiento debe ser anterior a la acción.
o El consentimiento no debe provenir de un error, ni haber sido obtenido mediante
engaño o amenaza.

Parte de la doctrina acepta la figura del consentimiento presunto naturalmente deben


concurrir todas las condiciones del consentimiento que sean trasladables a la situación, no
obstante, el autor debe haber obrado en interés del sujeto pasivo.

Ejemplo: el médico que practica una intervención quirúrgica indicada a un paciente en estado
de inconciencia provocado por un accidente.
El tratamiento médico quirúrgico.

La muerte y las lesiones en las prácticas deportivas.

Por no presentar mayor dificultad, remitimos al texto obligatorio (página 462/466 del texto
obligatorio).

Otras causas de justificación.

Entre otras, en el aborto profesional impune, se admite como causa de justificación la


necesidad y la eugenesia. Por no presentar mayor dificultad, remitimos al texto obligatorio
(página 466/467 del texto obligatorio).

El exceso en las causas de justificación.

Las causas de justificación en el delito imprudente.

Por encontrarse suficientemente desarrollado y no presentar mayor dificultad, remitimos al


texto obligatorio (página 467/469 del texto obligatorio).
ETAPAS DE LA REALIZACIÓN DE UN DELITO

El iter criminis.

Concepto.

El iter criminis es la senda que transita una persona a los fines de cometer una conducta
delictiva

ETAPAS INTERNAS Y EXTERNAS

Este camino consta de dos etapas: internas y externas. La faz interna comienza generalmente
con una idea, un pensamiento, una planificación o proyección, etc. Todos son impunes si no
trascienden esta su esfera interna. Cuando esos elementos trascienden su mente nos
encontrarnos con las etapas externas, y aquí se analizan los actos que indiscutiblemente
demuestran que el sujeto puso en marcha ese plan delictivo. Estas se van desarrollando hasta
concretar el hecho que luego será punible, descartándose los actos que no expresen o
representen claramente esa voluntad criminal a desplegarse.

A contrario sensu no habría tentativa si la consumación no se ha producido por desistimiento


voluntario del mismo1

La tentativa punible

FUNDAMENTO DE PUNICION

Punir con una escala penal en abstracto menor los actos que no llegan a consumarse

por circunstancias ajenas a la voluntad del autor (tentativa) es una decisión o elección de

política criminal.

guardan ninguna relación con lo que el autor quiso, puede imaginarse perfectamente un

sistema en donde este autor descuidado, inoperante, inexperto, etc.- no sea premiado

verse afectada al menos con la intensidad planificada por el sujeto que desplegó la

conducta en su contra- y que este sujeto aprovecha esa suerte.

Nuestro propio sistema legal contiene una excepción al principio establecido en el art. 42

del CP. En el llam

contrabando será reprimido con las mismas penas que corresponden al delito

En este caso las reglas de los artículos 42 y 44 del Código Penal (tentativa) se

encuentran desplazadas de conformidad con lo dispuesto en los artículos 4 del mismo

1 -Imputación Delictiva Imperfectapag.

315 y s.s.).
a tentativa punible.

Fundamento de su punición.

cuerpo legal, 861 y 872 del Código Aduanero. Recordemos que el referido artículo 4 del

Código de Fondo claramente establece que las disposiciones generales de dicho

plicarán a todos los delitos previstos por leyes especiales, en

esta Sección l

nuestros). Por ello, al regular el Código Aduanero en forma específica los supuestos de

tentativa de contrabando (ver Sección XII, título I, Capítulo tercero de dicho cuerpo),

pierden vocación práctica para el supuesto en estudio las disposiciones cuya aplicación

se reclama2.

En nuestro sistema legal se punen conductas que lesionan bienes jurídicos considerados

merecedores de protección, y que causan un perjuicio. En efecto, la lesión o el perjuicio

de este bien jurídico puede ser causada por un delito consumado, pero también por uno

tentado.

Estos actos que no son perfectos no constituyen la consumación de un delito- son

abarcados aún cuando no se hayan completado íntegramente los elementos del tipo

objetivo.

PREVISIÓN LEGAL ART. 42 CP

El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero no lo

consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas determinada en el

art. 44

ART. 44 CP

La pena que correspondería al agente, si hubiese consumado el delito, se disminuirá de

un tercio a la mitad

OBJETIVOS: comienzo de ejecución

FALTA DE CONSUMACIÓN POR CIRCUNSTANCIAS AJENAS A LA VOLUNTAD DEL

AUTOR
2 Este criterio ha

Elida Haydee s/ contrabando de estupefacientes -inc. de

excarcelación-

Elementos constitutivos

SUBJETIVOS: fin del autor

Art. 19 CN ámbito libre- Ámbito de punibilidad: CONDUCTA (iter criminis)

Ideas, pensamientos, planes,

etc. que hacen referencia a

conductas lícitas o ilícitas

Desarrollo de la actividad criminal Consumación del

delito

Comienzo de ejecución Falta de consumación por circunstancias ajenas a la voluntad del autor

Tentativa (art. 42 CP)

arca el límite entre

lo que es punible y lo que no. Es el que impone la diferencia entre los actos preparatorios

y los de tentativa.

Este análisis que debe ser realizado en cada caso concreto- puede resultar sumamente

complejo, y a veces innecesario, debido a que existen tipos penales que no admiten

actos de tentativa (ej. delitos de pura actividad).

Teorías que explican la división.

Teoría de la univocidad

Teoría formal objetiva

Teoría subjetiva-objetiva

Teoría individual objetiva

3 Núñez, Ricardo, l de Derecho Penal Parte General 4ta. Ediciòn actualizada por Roberto E.
Spinka

y Félix González, 1999, Ed. Lerner, pág. 228.

Aspecto objetivo. El comienzo de ejecución y su distinción de los actos


preparatorios.

a) Teoría de la univocidad : desarrollada por Francesco Carrara para quien

constituía tentativa cualquier acto externo desarrollado por el autor (con voluntad) que

por su naturaleza conducía indiscutiblemente a la comisión de un delito, aunque este

desenlace luego fracasara. Era el acto analizado objetivamente el que revelaba la

intención del sujeto.

b) Teoría formal objetiva: sólo existe comienzo de ejecución cuando se comienza a

desarrollarse el núcleo típico. La conducta debe poder ser subsumida en el tipo,

aunque no sea en forma íntegra. Ejemplo. Hay tentativa cuando el sujeto posa su

mano sobre un elemento mueble (vg. reloj, billetera, celular, etc.) ajeno -contra la

voluntad del propietario o dueño- a los fines de guardarlo en su bolsillo, aunque sea

descubierto inmediatamente y no pueda concretar el desapoderamiento. La conducta es

constitutiva de una puesta en marcha del verbo núcleo del tipo.

c) Teoría subjetiva-objetiva Núñez3 señala que esta teoría atiende al significado de

los actos, y considera que hay comienzo de ejecución si el autor realiza

mismos de esa capacidad, por su inmediata conexión con la conducta típica y su

Ejemplifica la teoría con un caso de tentativa de violación en donde no se requeriría que

el autor logre contactar sus órganos genitales con los de víctima, sino que bastaría con

analizar los elementos que rodean el suceso, vg. que el sujeto haya desnudado a la

víctima y luego arrojado al suelo disponiéndose a hacer lo mismo.

que se descarta la posibilidad

de una tentativa en los delitos culposos en el mismo sentido los preterintencionales-,

obviamente, porque en ellos el autor no obra con la finalidad de cometer el delito que en

definitiva se termina desarrollando. También es sumamente discutida la posibilidad de

tentativa en delitos cometidos con dolo eventual, principalmente por sus características

definitorias.
Conviene diferenciar aquí lo que se considera como tentativa inacabada y tentativa

acabada. En la primera el autor que comenzó a desarrollar la conducta se vio frustrada

antes de haber realizado todo lo que era suficiente a los fines de concretar el resultado

lesivo para el bien jurídico. En la segunda el autor puso de sí todo lo que consideraba

necesario a los fines de concretar la lesión, lesión que no se produce como ya vimosdebido

circunstancias ajenas a él. Las circunstancias que impiden el resultado pueden

si en momento en que se ingresa a robar a un banco suena la alarma

que pone en huida al sujeto sin haberse apoderado de dinero alguno- por

ejemplo si el sujeto que se dispone a violar no lo logra completar una erección-.

un peligro real para el bien jurídico. Si ese bien jurídico nunca corrió peligro caso de

inidoneidad- el análisis se traslada de tentativa a delito imposible.

Como se señaló la escala penal en el caso de tentativa se reduce significativamente,

bajo el argumento de no haberse concretado el resultado lesivo para el bien jurídico.

Existen distintas posturas doctrinarias que encuentran variadas formas de aplicación

d) Teoría individual objetiva:

teoría propia de autores que hacen primar la subjetividad, sostiene que lo que

determina el comienzo de ejecución está

determinado por la representación del autor, de acuerdo a su planificación. El análisis se

realiza desde el momento en que comienza a ejecutarse la conducta y se gradúa de

acuerdo a su cercanía con la lesión del bien jurídico que se intentaba proteger. La

ponderación de la proximidad entre la conducta y la posibilidad de lesión se realiza en

forma objetiva y de acuerdo a parámetros preestablecidos.

Elemento subjetivo: la finalidad del autor

Falta de consumación.

Esta es la nota característica de la tentativa, es decir, la falta de consumación del delito

por circunstancias ajenas a la voluntad del autor. Son estos elementos extraños o
distintos al autor los que evitan que se produzca la lesión a ese bien jurídico, bien que de

otra forma habría sufrido las consecuencias de esa conducta.

La pena de la tentativa.

El art. 44 del código penal: Interpretaciones doctrinales y

jurisprudenciales.

fundamentalmente por su contenido gramatical- de la reducción, doctrinas que se vieron

reflejadas en la jurisprudencia. Por su claridad, que incluye ejemplos matemáticos,

remitimos al texto obligatorio4.

PREVISIÓN LEGAL ART. 43 CP

El autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente del delito

En estos supuestos el legislador optó por eximir de pena al autor de una tentativa cuando

desistir, y para que exista tentativa obviamente- debe haberse iniciado la conducta

criminosa. La decisión de desistir debe ser libre. Debe subsistir la posibilidad real de

lograr el objetivo. Desiste no sólo el que abandona la conducta en marcha, sino también

el que interfiere en el curso ya iniciado, impidiendo que se logre el resultado. No es

considerado desistimiento voluntario el que realiza el autor ante la seguridad del autor de

no poder lograr su objetivo.

Desiste por ejemplo quien retira el plato con alimentos envenados del que estaba por

ali

que el autor realice una conducta positiva para que el resultado no se produzca y así

obtener el beneficio de la eximición de pena. En el ejemplo, se requiere -a los fines de

que sea aplicable el beneficioque

tenga posibilidad de consumar su acción sin impedimentos externos.

por circunstancias ajenas a la voluntad del autor nos encontramos lo que se denomina

el objeto de destruir elementos de valiosos, ve frustrada su expectativa al enterarse que

por la lluvia caída se produjo un corto circuito en el mecanismo que lo dejó no operativo.

El autor realizó todo lo que se requería para lograr su objetivo, y por circunstancias
externas e inesperadas, ve frustrada su expectativa.

Se sostiene que median

voluntariamente se intenta lograr que el eventual autor se motive y vuelva a la legalidad.

4 Penal

511/514, autor: Dra. María Inés Despontín.

El desistimiento voluntario.

El art. 43 del código penal: Fundamento de la eximición de

El desistimiento en la tentativa acabada y en la tentativa

inacabada.

Delitos consumados en el proceso ejecutivo.

Núñez señala que el castigo del autor de tentativa se excluye solo por su desistimiento

voluntario impeditivo de la consumación, pues es el único caso en que ésta no puede

atribuirse a circunstancias ajenas a su voluntad. El desistimiento es un apartamiento

intencionalmente realizado de la idea que impulsó a la acción. Toda tentativa significa en

mayor o menor medida dejar a mitad de camino la delincuencia que se ha emprendido,

pero no siempre es una renuncia a la finalidad propuesta. Esta renuncia no concurre si la

no prosecución del intento se debe a que el autor hizo lo que creyó necesario hacer (ej.

creer que el único disparo es mortal), o a que no pudo proseguirlo (ej. se le acabó la

carga del revólver, o le impidió continuar la intervención de personas o un acontecimiento

extraño), o si la no prosecución del intento se debe a impotencia circunstancial del medio

empleado etc. (obra citada pags. 334 y s.s.).

El desistimiento tiene que ser voluntario, no forzado (-y debemos agregar que en este

caso además fue expreso-). El autor es forzado a desistir cuando el cambio de opinión

que lo lleva a renunciar a su propósito le es impuesto. Esta imposición puede provenir de

las más distintas causas, por ej.: la amenaza que atemoriza al autor o el temor de ser

descubierto (obra citada pag. 336 y s.s.). Dejemos en claro además que nuestro código

no presume la voluntariedad del desistimiento como lo hacían sus precedentes


nacionales.

Señala Núñez que el comienzo de ejecución constitutivo de la tentativa exige una

conducta idónea para consumar el delito intentado, porque sin esta capacidad no

concurre la condición del peligro efectivo para el derecho protegido por la ley penal que

fundamenta el castigo de la tentativa. Pero aunque falte esa idoneidad, volviéndose así

imposible el delito, el Código castiga al autor. El delito imposible no es, en consecuencia

una tentativa porque falta el peligro propio de ésta. El delito imposible se funda en la idea

de una imposibilidad causal propia de la acción u omisión del agente. Cualquiera que sea

el carácter de la inidoneidad concurrente, el delito es imposible si con arreglo a las

circunstancias del caso concreto, la acción u omisión no podía consumar el delito a pesar

de que el autor hubiera hecho todo lo que le era dable hacer. Si esto sucede, se puede

afirmar que no hubo tentativa punible, porque el derecho protegido por la pena no corrió

peligro efectivo de ser lesionado. La imposibilidad causal debe ser propia de la acción u

omisión y no debida a la interferencia de una causa extraña que la volvió inocua. Aquí

reside, justamente la diferencia esencial entre la no consumación del delito por causas

ajenas a la voluntad del autor, determinante de la punibilidad de la tentativa, y la no

consumación del delito por imposibilidad, determinante del delito imposible (obra citada

pág. 339 y s.s.).

En estos supuestos en donde más se denota que el desvalor de resultado puede faltar en

el caso concreto, sin que por ello desaparezca el desvalor de acción.

La imposibilidad puede provenir de: 1º) medio inadecuado: el camino o mecanismo

utilizado por el autor no es el adecuado a los fines de lograr el objetivo criminal (vg.

querer matar colocando una moneda debajo de la almohada de la víctima, en la creencia

de que ello provocaría el resultado lesivo); 2º) objeto inadecuado: en este supuesto es el

objeto sobre el que recae la conducta el que la torna inidónea, vg. querer robar un

elemento que en realidad es de mi pertenencia; 3º) inidoneidad en el autor: vg.

Tentativa inidónea o delito imposible.


7|

supuestos en donde se requiere alguna calidad especial en el autor, por ejemplo, para

calidad, no puede ser sujeto activo de ese tipo penal.

Para la complementación del presente punto, remitimos al texto obligatorio (pág.

514/518), donde se desarrolla acabadamente el tema desde distintas perspectivas

teóricas.

Este punto debe ser estudiado del texto obligatorio, página 362/363, acápite 6.1.5

La tentativa en los delitos culposos.

1|

Concepto1

“[…] imputabilidad es un estado bio-psicológico -recalco la palabra estado que da una idea de

cierta permanencia- que supone determinada calidad o aptitud de dicha índole en la persona

responsable: se es imputable cuando en virtud de un estado de equilibrio de la personalidad


biopsíquica

se tiene la aptitud de comprender la criminalidad de la acción y de dirigir la propia

conducta conforme a esa comprensión … se es imputable en general, frente a cualquier


especie

de delito; pero sólo se es culpable en concepto, es decir, con referencia a un determinado


delito

y no a otro que puede cometerse, incluso contemporáneamente, en forma no culpable […]”

Según el Dr. Frías Caballero la diferencia entre imputabilidad y culpabilidad se percibe con

mayor claridad al tratar las causas de no culpabilidad, por oposición a las de inimputabilidad:

éstas excluyen la responsabilidad por cualquier delito cometido en estado de inimputabilidad;

aquéllas, como el error, sólo por el delito concreto a que la inculpabilidad se refiere, pudiendo

realizar, la misma persona y al mismo tiempo, otros delitos culpables.

Según Núñez la imputabilidad es la capacidad de ser penalmente culpable. Esa capacidad

presupone madurez, salud mental y conciencia, en una medida que habiliten al autor para

comprender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones2.


Nuestro código adopta el método mixto: biológico-psicológico (Art. 34 inc. 1º del CP).

1) Madurez mental (16.1.2.1.1): es el desenvolmiento intelectual y volitivo suficiente para

comprender la criminalidad del acto ejecutado y dirigir las propias acciones3. Esta establecida
en

la Ley 22.278 (Art. 1ero). Establece distintas categorías:

a) Menor de dieciséis años, es considerado -sin admitir prueba en contrario- inimputable.

1 Definición extraída del artículo “Notas sobre la teoría normativa de la culpabilidad”, del Dr.
Frías Caballero, Jorge,

publicado en LL “Páginas del ayer” 2005-1, 26 (© La Ley S.A. 2008).

2 Nuñez Ricardo, “Manual de Derecho Penal – Parte General”, 4ta. Edición actualizada por
Roberto E. Spinka y Félix

González, 1999, Ed. Marcos Lerner, pág. 181 y ss.

3 NUÑEZ, Ricardo C.; “Manual de Derecho Penal – Parte General”, 4ª edición actualizada por
Roberto Spinka y Felix

Gonzalez; Marcos Lerner Editora Córdoba; Córdoba; año 1999., pág. 183.

Culpabilidad.

Capacidad de culpabilidad: Imputabilidad.

Concepto.

Fórmula del código penal argentino

Presupuestos biológicos.

2|

b) Menor de entre 16 y 18 años: es considerado imputable con relación a delitos de

acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que no exceda de dos años,

con multa o con inhabilitación.

c) Mayor de 18 años: es considerado imputable.

2) Salud mental : el autor goza de salud mental cuando no se encuentra afectado por

ninguno de los estados mencionados en los a, b y c del “presupuesto biológico”. Esta falta de

salud mental le impide al sujeto comprender la criminalidad del acto y la posibilidad de dirigir
sus
acciones.

Supuestos:

a) Insuficiencia de las facultades mentales: es entendida como una deficiencia

mental u oligofrenia que impide el desarrollo de esas facultades (imbecilidad,

debilidad mental, etc.). Núñez la explica como la detención, preferentemente intelectual,

del desarrollo psíquico del individuo.

b) Alteración morbosa de las facultades: comprende las enfermedades de la mente que alteran
o

transforman las facultades –mentales- ya desarrolladas por el sujeto. Abarca todo

tipo de perturbaciones patológicas de la vida mental.

3) Conciencia: señala Núñez que la conciencia, como característica de la capacidad delictiva,

es la cualidad psicológica que tiene el individuo de conocer y valorar sus propios

estados, ideas, sentimientos, voliciones, etc., o algo exterior. Según este autor el “estado

de inconciencia” constituye una causa de inimputabilidad, si alcanza el efecto psicológico a

que se refiere el inciso 1º del Art. 34, y no se refiere a la exclusión de la conciencia por

enfermedad mental, sino a la producida por una causa fisiológica (Ej. sueño, estado

hipnótico, estados afectivos profundos, etc.). Señala que el estado de inconsciencia no debe

ser imputable al autor que lo padece.

Si el autor llegó al estado de inconsciencia adrede, su responsabilidad penal se analiza en

los límites de la actio libera in causa.

Presupuestos psicológicos.

1) Capacidad de comprensión de la criminalidad . Según Núñez la imputabilidad no solo

presupone que el autor del delito goza de salud mental y de conciencia, sino que

además requiere que las posea en una medida tal que, en el momento del hecho,

tenga la posibilidad de comprender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones (presupuesto

mixto bio- psicológico).

La imposibilidad de comprender la criminalidad del acto sólo concurre cuando el autor que

sufre alteración morbosa de sus facultades mentales o estado de inconsciencia, aún tiene
posibilidad de contactar con la norma. Este contacto no será causa suficiente para motivar

al autor en la norma (carece de eficiencia a tal efecto), debido –justamente- a falta de

normalidad en sus capacidades psíquicas que provocan una deficiente comprensión de la

ilicitud del hecho.

2) Posibilidad de dirección de la conducta. La presencia de las alteraciones

morbosas de las facultades mentales o estado de inconsciencia, provoca la imposibilidad

del sujeto de dirigir sus acciones. El autor en circunstancias “normales” podría haber sido

motivado a los fines de no infringir la norma, pero cuando concurren estos supuestos

los procesos de motivación impactan en él de forma anormal, distorsionando o deformando su

voluntad.

INIMPUTABILIDAD:

Para que pueda decirse que el sujeto es “inimputable” (es decir, que carece de capacidad para

ser penalmente responsable) se exige:

1) Ausencia de alguno de los elementos que componen el presupuesto biológico:

a) Insuficiencia de sus facultades mentales o

b) Alteraciones morbosas de sus facultades mentales o

c) Estado de inconciencia (que la conciencia esté de alguna forma alterada, pero que no sea

eliminada debido a que si esto ocurre no puede decirse que hubo “acción”).

Pero ello no es suficiente, sino que además se requiere que la ausencia del presupuesto

biológico incida sobre el presupuesto “psicológico”, de manera que, que le impida al sujeto, en

el momento del hecho, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.

La fórmula del Art. 34 inc. 1º hace referencia a que el memento de valoración debe ser el del

desarrollo del hecho (conducta típica). Remitimos al texto obligatorio (unidad 13, página 473 y

cc).

Positivismo jurídico: teoría muy criticada en la actualidad, y que aún cuenta con muchos

adeptos, tanto en doctrina como en el ámbito del análisis jurisprudencial, y a decir verdad,

mucho más en este último. Debe destacarse que nuestra ciudad era considerada no hasta hace
mucho tiempo como uno de los últimos bastiones del positivismo. A decir verdad esta teoría se
le

achacan varios vicios -o si se quiere defectos- que conllevan todas las teorías que inician lo que

se considera una materia novedosa. Por supuesto, ahora a la distancia, las críticas que pueden

hacerse son muchas. Lo cierto es que antes del positivismo el análisis que se realizaba sobre las

conductas que se consideraban posiblemente delictivas era asistemático y no respetaba una

ilación coherente y estructurada. En el positivismo jurídico todos los elementos objetivos eran

analizados en los segmentos del tipo y la antijuridicidad. Los elementos subjetivos por su parte

eran ubicados en la culpabilidad, y las causales de imputabilidad eran estudiadas como una

especie de paso intermedio entre lo antijurídico y lo culpable. El dolo y la culpa eran diferentes

formas de lo subjetivo, y por lo tanto diferentes formas de culpabilidad. El dolo o la culpa eran
las

El momento en que debe realizarse el análisis de imputabilidad.

Teorías.

Actio libera in causa.

Esta teoría señala que el autor que se provoca voluntariamente un estado que

normalmente sería considerado de inculpabilidad. Esta provocación intencional de

inimputabilidad excluye justamente esa consideración de inimputabilidad. Ejemplo: el

sujeto que ingiere alcohol o estupefacientes a los fines de darse el valor para

cometer un delito que en estado de “normalidad” no cometería, es juzgado como

imputable a los efectos de la ley penal.

La culpabilidad como categoría del delito

Concepción psicológica.

formas subjetivas en que el autor se relacionaba con el hecho, representaba la relación

psicológica entre el hombre y su conducta. El positivismo jurídico fotografiaba el hecho, lo

congelaba, y seccionaba y lo analizaba parte por parte, iniciado por las partes objetivas, es
decir

sin entrar a valoras aspectos subjetivos de la acción. Utilizaba para ello un método copiado de

las ciencias naturales, con pretensión de perfección e infalibilidad.


Remitimos al texto obligatorio del Manual, página 479 (unidad 13).

Concepción normativa: corrientes filosóficas inspiradas en ideas kantianas

invaden el derecho penal. Estas nuevas corrientes observaron que la conceptualización


científico

natural podía describir la naturaleza a la perfección (Ej. teoría de la gravedad), pero que

era incapaz de captar el producto cultural como expresión espiritual exclusiva del

ser humano, haciendo referencia directamente a los valores. Se proponía una

división en las ciencias, ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu o de la cultura, cada

una con su objeto y método propio. Entre las ciencias de la cultura estaba por supuesto el

derecho, cuyo objeto era la norma, que estaba impregnada de valor. Esta concepción le

asignó pleno valor a la norma y de allí el nombre “normativismo”. El normativismo señaló

que un concepto puramente psicológico de culpabilidad no podía explicar por ejemplo

el fenómeno de la culpa inconsciente, justamente porque no existe una relación

psicológica entre la conducta y su autor. Se abre así por primera vez el camino a un

concepto normativo de culpabilidad: el juicio de reproche que elimina la relación

psíquica. Esto sumado al descubrimiento de que muchos tipos contenían elementos

subjetivos (además de los normativos), llevó a que no pudiera sostenerse por mucho más
tiempo

la tajante división objetivo-subjetiva.

Concepción finalista: preparado el campo por el normativismo, es decir

comprobado que del lado del ilícito (tipo y antijuridicidad) existían elementos

subjetivos normativos, y que la culpabilidad era fundamentalmente un concepto normativo

no subjetivo, aparece la teoría finalista. Esta precedida por un importante trabajo elaborado
en

1930 (Engisch) en donde se advierte que “la inobservancia del cuidado debido”,

característica fundamental de los delitos culposos, debía ser considerada como un elemento
del

tipo, pues nunca una conducta conforme a la norma de cuidado podía ser ilícita. Para Welzel

–autor de la teoría final- nunca la pura causación del resultado podía ser penalmente
relevante. Según este autor lo fundamental en orden a considerar ilícita una conducta es

el desvalor de acción y no el de resultado. La presencia del dolo o la culpa en la acción

del sujeto es lo que determina que la conducta en sí, más allá del resultado, sea

jurídico-penalmente desvalorado. Entonces, si el dolo y la culpa cumplen un valor tan

determinante en la constitución del desvalor de acción, es claro que debían ser trasladados del

ámbito de la culpabilidad al del ilícito (1940). La culpa entonces constituye un especial tipo

delictivo, el tipo culposo.

La crisis del libre albedrío.

Concepciones funcionalistas.

Se abarcan distintas variantes o teorías que responden o representan a distintos

autores relevantes del derecho penal. Entre ellos, se mencionan como exponentes

máximos del funcionalismo –por diferentes motivos- a Roxín y a Jakobs.

El funcionalismo moderado o valorativo de Roxín.

El funcionalismo sistémico o radical y sociológico de Jakobs.

Desde una concepción preventiva (sea general o especial), el fundamento de la culpabilidad se

basa en la necesidad de pena. La norma se dirige a los ciudadanos, pero según la concepción

preventista que se tenga, la misma tendrá como destinatarios a la sociedad en general, o sólo

tendrá como destinatario a los autores o potenciales autores de hechos delictivos.

Estas nuevas corrientes surgidas después del finalismo -1960- aceptaron que la culpa tiene su

lugar sistemático en el tipo, pero justificaron esta conclusión con fundamente completamente

diferentes. Cabe aclarar que en realidad bajo el título de funcionalistas se agrupan autores con

pensamientos tan disímiles como Roxín y Jakobs.

En primero de los autores citados es el fundador de una corriente moderada de funcionalismo

que todavía mantiene casi todos los elementos de la teoría del delito intactos, no solo en su

nombre sino también en su contenido.

Con su obra "Derecho Penal y Política Criminal", Roxin produce un resurgimiento de la

prevención especial positiva como una perspectiva resocializadora que tiene como principales
destinatarios a quienes no saben convivir en un Estado de Bienestar.

Roxin denomina a la categoría sistemática de la Culpabilidad como "Abordabilidad normativa",

aludiendo a que el sujeto, teniendo capacidad y conocimiento para con la norma, no reacciona

en virtud de ello.

En este sentido, Roxin remplaza el concepto de culpabilidad por el de responsabilidad, y

establece que los elementos de la responsabilidad penal son la culpabilidad del sujeto y la

necesidad preventiva de pena.

1) Culpabilidad del sujeto

Ésta comprende:

a) La posibilidad de conocimiento de la antijuridicidad: El sujeto realiza el injusto pese a que

podía ser alcanzado por el llamado de la norma.

b) La normalidad de la situación en la que se actúa: Ello supone que el sujeto posee

capacidad de autocontrol que le hace que fuera asequible una alternativa de conducta
conforme

a derecho (no actúan en esta situación los inimputables, ni las actuaciones en estados

pasionales, ni quien actúa coaccionado o con miedo insuperable -art. 34 inc. 2-). Ello no
significa

que el sujeto pudiese efectivamente actuar de otro modo, sino que existiendo capacidad de

control y asequibilidad normativa se lo trata como libre. Esta suposición de libertad es una

aserción normativa, una regla del juego social. Así, la culpabilidad no depende de necesidades

preventivas, sino de la capacidad de control del sujeto.

2) Necesidad preventiva de la sanción penal

Una actuación culpable precisa de sanción penal también por razones preventivas. La
necesidad

preventiva no necesita de una fundamentación especial. Sin embargo, en casos como los del

estado de necesidad exculpante, el legislador parte de la idea de que el peligro podría ser

soportado y sin embargo, no le aplica pena porque ello no le es normativamente exigible. No

sólo los casos de estado de necesidad exculpante, sino en todos aquellos casos en que el

sujeto, a pesar, de ser culpable, no se lo castiga porque no existen razones de prevención para
aplicarle una pena (pena naturales). La diferencia de esta categoría con la analizada en el l b) -
la

normalidad de la situación en la que se actúa-, es que en la necesidad preventiva, el sujeto

posee capacidad de autocontrol que hace que fuera asequible una alternativa de conducta

conforme a derecho, y sin embargo, no se lo castiga.

Por el contrario, Jakobs, y la mayoría de sus discípulos no sólo varían la mayoría de las

denominaciones utilizadas para los elementos analíticos de la teoría, sino que también varían
su

contenido. Es por ello que resulta más difícil seguir sus conceptos, esto sumado a un lenguaje

nuevo importado de teorías funcionalistas sociológicas.

Coacción (vis compulsiva) y miedo insuperable: Art. 34 inc. 2º 2do. supuesto del CP. Se
requiere

-para que una persona pueda ser considerada culpable- que haya tenido acceso a la norma

penal en condiciones de normalidad motivacional. Los de anormalidad motivacional deben

considerarse en forma particular, dándose la posibilidad de excluir la culpabilidad por causa de

inculpabilidad o por inexigibilidad de una conducta alternativa conforme a derecho. El

mencionado artículo menciona la posibilidad de excluir a los sujetos que obraren violentados
por

amenazas de sufrir un mal grave e inminente.

El autor que obra coaccionado, a pesar de obrar antijurídicamente, no es objeto de reproche

debido a que no se le podía exigir una conducta alternativa.

El término “amenazas” ha sido interpretado de diversas formas: a) se sostiene que hace

referencia al anuncio verbal o escrito de provocación de un mal, proveniente de otros sujetos;


b)

se sostiene también que queda incluido el uso de violencia física actual que vence la
resistencia

(aunque sin ser físicamente irresistible); c) se sostiene que pueden incluirse las amenazas de

sufrir males que no provengan de una persona, siempre y cuando no encuadren en “estado de

necesidad”.
Esta última postura permite incluir la colisión de bienes de igual jerarquía (el típico ejemplo de
los

náufragos que pugnan por apoderarse de la tabla que les permitirá –sólo a uno de
ellosconservar

su vida y evitar morir ahogado, causando la muerte del otro –Tabla de Carneades-). El

sujeto no debe tener la obligación de soportar el mal, que debe ser grave e inminente y ajeno
a

su persona.

Por ser un tema tratado en la unidad anterior, a su desarrollo nos remitimos.

Remitimos al texto obligatorio (unidad 13, página 480/1, punto 2do.).

Material adicional:

Vamos a recurrir a un excelente texto de Jescheck4 a los fines de comprender acabadamente


la

evolución que del concepto jurídico de culpabilidad (la nota completa puede leerse de la
página

que se encuentra como cita al pide de página):

4 Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología ARTÍCULOS ISSN 1695-0194 RECPC 05-01
(2003)

RECPC 05-01 (2003) _ http://criminet.ugr.es/recpc _ ISSN 1695-0194, “EVOLUCIÓN DEL


CONCEPTO JURÍDICO

PENAL DE CULPABILIDAD EN ALEMANIA Y AUSTRIA”, Hans-Heinrich Jescheck Catedrático


emérito de

Derecho penal Director emérito del Instituto Max-Planck de Derecho Penal Extranjero e
Internacional. Freiburg im

Breisgau Traducción de Patricia Esquinas Valverde

Algunas causas de exclusión de la culpabilidad.

Coacción y miedo insuperable.

Estado de necesidad exculpante.

Consideraciones de la categoría intermedia: La responsabilidad por

el hecho.
“[...] La culpabilidad es el fundamento para poder responsabilizar personalmente al autor por
la

acción típica y antijurídica que ha cometido mediante una pena estatal. Es al mismo tiempo un

requisito de la punibilidad y un criterio para la determinación de la pena 1. En este doble


sentido

se habla de la culpabilidad como principio. Ambos aspectos de dicho principio son Derecho

positivo tanto en Alemania como en Austria. En Alemania la culpabilidad constituye, según el

parágrafo (§) 46, apartado 1, 1 del StGB, una “base para la determinación de la pena”; lo
mismo

expresa en Austria el § 32, apartado 1 del StGB. En el Código penal alemán no se dice

expresamente, sin embargo, que la culpabilidad sea también en cualquier caso un requisito de
la

punibilidad, si bien se deduce del contexto. A la culpabilidad como tal requisito se ha referido

precisamente el Tribunal Constitucional Federal en su famosa cita: al principio de culpabilidad


“le

corresponde un rango constitucional. Su fundamento está en el mismo principio del Estado de

Derecho” (BVerfGE 20, 323, 331). 2. En Austria se reconoce de igual modo la culpabilidad como

base de la pena, en la propia ley, a través del siguiente lema: “Sólo se puede castigar al que

actúa culpablemente” ( § 4 del StGB). Con ello se quiere decir que el ordenamiento jurídico

responsabiliza mediante una pena al imputable únicamente por el injusto que haya causado

culpablemente, y lo mismo ocurre en Alemania. Por tanto, en ambos países se considera, por
un

lado, que la pena exige en todo caso la culpabilidad, de tal manera que al que actúe sin culpa
no

puede imponérsele una sanción; por otro lado, la pena no podrá en ninguna ocasión
sobrepasar

la medida de la culpabilidad (nulla poena sine culpa). El Derecho penal es por consiguiente en

ambos países, como se suele decir, un “Derecho penal de la culpabilidad”. Mientras que el

principio de culpabilidad –ninguna pena sin culpa, pena sólo en la medida de la culpabilidad-
rige

en Alemania y en Austria desde el siglo XIX, el concepto de culpabilidad se ha visto sometido a


diversas transformaciones y sigue siendo aún hoy especialmente discutido. Aquí se trata de la

siguiente cuestión: en qué medida se puede conectar la imputación subjetiva de una conducta

típica y antijurídica a las características psíquicas y a las emociones del autor y, especialmente,

cómo una pena basada en la culpabilidad del autor se puede justificar como reacción

proporcionada del Estado frente al hecho cometido... I. En el desarrollo histórico - dogmático


del

concepto de culpabilidad se pueden distinguir tres etapas. 1.- El concepto psicológico de la

culpabilidad, dominante hasta comienzos de nuestro siglo, surgió a partir de la corriente


jurídica

del Positivismo científico. Esta concepción tan antigua, aún absolutamente formal de

culpabilidad, se detenía en el estado mental del autor del delito, sobre la base de aquellos

hechos que fueran reconocibles por medio de la observación y accesibles a una descripción. De

esta forma, algunos autores alemanes relevantes del pasado entendieron la culpabilidad como

un hecho psíquico. Según Franz v. Liszt, la culpabilidad consiste en la imputabilidad del autor y

en las dos formas de la culpa, el dolo y la imprudencia; para Gustav Radbruch, sólo en ambas

formas de la culpabilidad, cuando hayan sido en verdad aprehendidas psicológicamente; para

Erns Beling, en “la relación psíquica del autor con el hecho”... 2.- El alejamiento del Positivismo

científico y el viraje hacia el Neokantismo, que se inician en torno al final del siglo XIX,

condujeron a que también en el Derecho Penal, en lugar del método de las ciencias naturales

consistente en observar y describir, apareciera de nuevo un método propio de las ciencias

humanas consistente en comprender y valorar. En el transcurso de esta evolución, la

interpretación psicológica de la culpabilidad fue sustituida por una concepción normativa, de


la

cual se considera fundador a Reinhard Frank. Para él la culpabilidad era “la reprochabilidad”
del

hecho y, en concreto, referida a un comportamiento que se caracterice por la imputabilidad


del

autor, la relación psíquica de éste con tal hecho -en forma de dolo o de imprudencia-, y la

normalidad de las circunstancias concurrentes. La concepción normativa de la culpabilidad


alcanza en Alemania su forma definitiva con James Goldschmidt y Edmund Mezger.
Goldschmidt

le otorga un contenido material unitario mediante la idea del deber de observancia de la


norma:

un deber que emana de la exigencia de obediencia que ésta encierra. También para la

imprudencia halló Goldschmidt en el moderno concepto de la infracción de un deber de


cuidado

aquella desobediencia de un deber jurídico que fundamentara la culpabilidad. A su vez, para

Mezger ésta era el conjunto de los requisitos en que se basa la reprochabilidad personal de la

conducta antijurídica. Más concretamente: para él se trataba de un comportamiento


psicológico

culpable y del juicio de valor normativo de ese comportamiento, en una sola cosa. La conducta

antijurídica aparece de esta forma como una manifestación de la personalidad del que actúa
que

es desaprobada por el Derecho. Con esta formulación, Mezger estaba tendiendo ya un puente

hacia la “concepción caracteriológica de la culpabilidad”, que había surgido antes en Austria y

que se había convertido en determinante para el derecho positivo de nuestro país vecino, ya
que

este penalista, al hablar de “personalidad” no se está refiriendo al autor individual, sino a “la

personalidad dada conforme a la experiencia”. 3. La teoría del Finalismo representa en


Alemania

una evoluc ión distinta de la concepción normativa de la culpabilidad. La fundamentación

ontológica del concepto de delito llevada a cabo por Hans Welzel condujo al consabido
resultado

de que el dolo típico y la lesión objetiva del deber de cuidado en el caso de la imprudencia
fueron

extraídos del concepto de culpabilidad y atribuidos al tipo de injusto, de tal modo que en aquel

concepto permanecieron únicamente auténticos elementos normativos –conciencia de la

antijuricidad y exigibilidad de la conducta adecuada a la norma-. Para Welzel la culpabilidad es

ya sólo “la parte de responsabilidad del autor por su determinación antijurídica”. No obstante
Welzel tampoco llega a explicar cómo puede fundamentarse la responsabilidad del culpable
por

su decisión de cometer el hecho. De acuerdo con este autor, es imposible conocer de qué
forma

la persona evita el delito y utiliza en efecto su autocontrol con la finalidad de actuar conforme
al

Derecho: esto continúa siendo el “misterio” del libre albedrío ... En Alemania, sin embargo, la

evolución ha sido más abierta, ya que el Código penal en su nueva versión de 1975, resultado

de la gran reforma del Derecho penal, no ha establecido un concepto de culpabilidad, sino que

ha confiado su precisión a la doctrina y a la práctica jurídica. La dogmática dominante en la

actualidad viene marcada esencialmente por los principios expuestos por Wilhelm Gallas en las

Jornadas de Profesores de Derecho penal celebradas en 1954 en Tübingen 31 y en 1967 en

Münster 32. II. Después de esta retrospectiva histórica, me gustaría en la segunda parte de mi

exposición señalar las distintas formas del concepto de culpabilidad actualmente existentes en

Alemania ... 2. En Alemania, el concepto de culpabilidad hoy en día predominante viene

determinado por un principio al que dio expresión Wilhelm Gallas 48 en su conferencia

pronunciada en Münster con ocasión del Congreso de Profesores de Derecho penal de 1967, a

propósito de la crítica sobre la regla –estrictamente preventiva- de determinación de la pena


del

Proyecto alternativo de 1966. En el lugar más elevado, a su juicio, se sitúa el convencimiento


en

torno a “la responsabilidad del autor por su hecho, como una realidad de nuestra conciencia

social y moral”. Sólo aquella pena “que trate al autor según sus méritos”, así continúa
explicando

Gallas, podrá desarrollar una eficacia preventiva en orden a educar a la población en la


“fidelidad

al Derecho” y “como mecanismo de advertencia, de autoconocimiento y de autoliberación


para el

autor”. La pena, por consiguiente, exige tanto en su justificación como en su medida la

constatación de la culpabilidad individual del autor, no sólo como expresión de la


imparcialidad
aplicada con respecto a la persona del autor sino igualmente como medio para la prevención

especial y general. Con ello, si bien no se está afirmando que la libertad de decisión en el caso

concreto sea una evidencia empíricamente demostrable, sí se está haciendo uso de ella como

un componente irrenunciable de nuestra cultura social. También Hans Joachim Hirsch secunda

esta línea general. La ciencia jurídica ha de “orientarse por los acontecimientos de la vida
social”.

Sin embargo, puesto que la persona se siente básicamente libre, debe “este fenómeno
constituir

el punto de partida”. El Derecho, erigido por el ser humano, “no puede situarse en
contradicción

con la lógica general en la que se mueven sus destinatarios. No le queda otra posibilidad que

basarse en la imagen del mundo que éstos tienen y, de ese modo, asumir la representación
ideal

del libre albedrío, no éste mismo, como fundamento generalmente aceptado del concepto que
el

ser humano posee de sí mismo”... 3. El refinamiento de la dogmática de la culpabilidad ha

avanzado en Alemania incluso algún paso más que en Austria. Günther Jakobs ha desarrollado

una “concepción funcional de la culpabilidad”, construida sobre la teoría sociológica de la

formación del Derecho a cargo de Niklas Luhmann. Entre nosotros han seguido a Jakobs los

autores Hans Achenbach y Franz Streng.. Aquí la culpabilidad reside en “un déficit en la

motivación jurídica del autor”. Esa culpabilidad depende de las exigencias de la prevención

general, no del grado de responsabilidad personal del autor por su acción. Jakobs designa la

culpabilidad casi como un “derivado de la prevención general”. El objetivo de la sanción sería


la

estabilización de la vigencia de la norma y la ejercitación de la confianza en el Derecho por


parte

de la sociedad, y no la confrontación con el autor. La dependencia de la culpabilidad con

respecto a las demandas de la prevención general alcanza una expresión evidente en el hecho

de que a la hora de establecer el contenido de la culpabilidad resulta decisivo “el estado en


que

se encuentra la sociedad en cada caso”. Como indica Jakobs, los propios implicados “deberán
negociar con cuántas restricciones sociales podrá ser cargado el autor alcanzado por la

atribución de culpabilidad, y cuántas características desagradables de éste tendrán que ser

aceptadas por el Estado y por la sociedad”. El reproche de culpabilidad, pues, no se refiere a la

lesión dolosa o imprudente de un bien jurídico por parte del autor, sino que se vincula a una

carencia en el “ámbito de organización” propio, carencia de la cual el mismo autor es

responsable. La culpabilidad es la “parte de responsabilidad” del sujeto por su falta de

disponibilidad a “a dejarse motivar por la norma correspondiente” 81, cuando “ese déficit no

pueda hacerse comprensible bajo la afirmación de que no afecta la confianza general en la

norma”. El concepto de la “parte de responsabilidad” o “competencia”, que es de lo que aquí


se

trata, no recibe aclaración por parte de Jakobs. En Alemania, esta concepción de la


culpabilidad

se ha encontrado sobre todo con protestas. La crítica se dirige en primer lugar contra la

preponderancia que Jakobs otorga a la prevención general por encima de la compensación de


la

culpabilidad por el delito mismo, siendo éste en realidad lo primero que justifica la
intervención

penal. Al parecer, las normas deberían “ser reafirmadas en su propia existencia como un fin en

sí mismas”, mientras que el autor, por el contrario, tiene derecho a esperar y espera sobre
todo

una respuesta al hecho injusto y culpable que ha cometido. De este modo se desvanece, en

perjuicio de la justicia individual, la orientación del Derecho penal hacia la responsabilidad

personal del autor por su acción. Sin embargo la culpabilidad y la prevención residen, visto

correctamente, en planos distintos. En cuanto a la culpabilidad, se trata de responder a la

pregunta acerca de si y en qué medida el hecho puede ser reprochado personalmente al autor,

así como cuál es la pena que merece por ello. Sólo entonces se plantea la cuestión totalmente

distinta de la prevención. Aquí hay que decidir qué sanción parece apropiada para introducir
de

nuevo al autor en la comunidad y para influir en esta misma en un sentido social-pedagógico. Y


no es sino llegado este punto cuando podrá expresarse la preocupación en torno a la
pervivencia

del conjunto del sistema según el planteamiento de Luhmann... 4. Por último ha obtenido
notable

relevancia en Alemania una interpretación que pretende conceder al principio de culpabilidad

exclusivamente la función de límite superior de la sanción, mientras que para precisar la pena

concreta sólo los aspectos preventivos deberían ser decisivos. Así se indica ya en el § 59,

apartado 1° del Proyecto alternativo de 1966 que “la culpabilidad por el hecho determina el
límite

superior de la pena”, mientras que su cuantía en el caso particular se rige únicamente por

objetivos de prevención (apartado 2°). A modo de justificación los redactores del Proyecto

apuntan sólo, de forma negativa, que “se quiere prevenir la idea de retribución”. El Código
penal

alemán, sin embargo, no ha seguido este Proyecto, sino que convierte la culpabilidad en el §
46,

apartado 1°, párrafo 1° en “fundamento para la fijación de la pena” y, con ello, no sólo en
frontera

superior de su cuantía sino también en principio decisivo para la pena concreta en el supuesto

individual. La razón de esta decisión del legislador consiste en que la pena no sólo debe estar al

servicio de finalidades preventivas sino, en primer lugar, al servicio de la compensación de la

culpabilidad; es decir, que dicha sanción está marcada por el pensamiento de que a través de

ella “el autor experimenta la merecida respuesta desaprobatoria de la comunidad jurídica al

hecho injusto y culpable por él cometido”... La restricción del principio de culpabilidad a la


función

de “medio para la limitación de la pena” es el punto central en la influyente interpretación de


este

concepto aportada por Claus Roxin. De ese modo, dicho autor pretende hacer la teoría
jurídicopenal

de la culpabilidad “independiente del libre albedrío”. A su vez, tal concepto de la

culpabilidad restringido al papel de margen superior de la pena es el fundamento de su nueva


categoría sistemática de “responsabilidad”, en la cual ha fundido la culpabilidad del autor con
la

necesidad preventiva de la pena. A esto se puede objetar en primer lugar que la culpabilidad,
si

es el límite superior de la pena, también debe ser codecisiva para toda determinación de la

misma que se encuentre por debajo de aquella frontera. Pero fundamentalmente, al limitarse
la

fijación concreta de la pena a fines preventivos, la resolución del juez pierde el punto de

conexión con la calificación ética del hecho que ha de ser enjuiciado, y la pena, con ello, pierde

también después de todo su posibilidad de influir en favor de aquellos objetivos de


prevención.

Porque sólo apelando a la profundidad moral de la persona se puede esperar tanto la

resocialización del condenado como también una eficacia socio-pedagógica de la pena sobre la

población en general. La renuncia al criterio de la culpabilidad para la pena concreta resulta ser

un precio demasiado alto por eludir el problema de la libertad en la teoría de la culpabilidad.


En

Austria, debido a esta razón, la idea de la reducción de la culpabilidad a la función de límite

superior de la pena no ha conseguido nunca consolidarse. Aquí, tanto la prevención general

como la especial se presentan en cualquier caso como fines de la pena; sin embargo, ésta se

considera medio apropiado para la prevención sólo si se basa en la escala de la culpa. En tal

sentido, la culpabilidad se puede entender desde luego “generalizando”, pero la pena tiene
que

ser merecida también de acuerdo con aquel criterio [...]”.

La teoría del error.

Evolución de la teoría del error (gráfico que muestra la

evolución histórica).

2|

El error de tipo.

El error sobre las circunstancias del tipo objetivo - Error sobre los

elementos descriptivos del tipo :


El dolo debe abarcar todos los elementos del tipo sistemático.

Constatada tal

circunstancia podemos afirmar que el sujeto actuó en forma dolosa. La otra cara

de la moneda es el desconocimiento o el falso conocimiento (ignorancia),

es decir –

técnicamente- el error o ignorancia de hecho no imputable –según nuestro art. 34 inc.

1º del CP-. Constatada esta circunstancia podemos afirmar que el autor obró en

error, es decir sin comprender la criminalidad del acto (hecho y elementos

constitutivos). El “conocimiento” que se requiere para poder afirmar que el sujeto

obró dolosamente debe ser efectiva, real, verdadero, y debe abarcar los

elementos descriptivos, normativos o valorativos del tipo. Ejemplo: Juan tomó

un celular del

escritorio de Marta, creyendo verdaderamente que era el suyo y se lo guardo en el

bolsillo del pantalón. Marta observó que este sujeto había tomado su celular y se lo

había llevado. Ante este hecho hizo dio aviso a la policía del lugar, y Juan

fue detenido con el celular mientras salía del estacionamiento con su auto.

Juan sabía lo que estaba haciendo, es más sabe que hurtar es un delito conminado con

pena de prisión, pero actuó en el convencimiento de que era su celular el que

llevaba en su bolsillo y no el de Marta. El análisis de vencibilidad o

invencibilidad del error debe formularse en cada caso.

Error in objeto y error in persona : este tipo de error recae sobre elementos

accidentales del tipo, y por ende, carecen de importancia o no poseen la

entidad suficiente para suprimir el dolo. Es decir, que un sujeto haya querido

estafar a Héctor, logrando en realidad estafar a Miguel o que haya querido

robar la billetera de Marcos, cuando en realidad se trataba de la de Marcela, carece

de relevancia a los fines de analizar si obró dolosamente. Si Miguel al intentar

matar a Mirta, mata a Josefina, confundiendo la víctima, ello no constituye un


elemento de eficacia a los fines de excluir el tipo subjetivo, ya que la norma prohibe

matar a otro, y tanto Josefina como Mirta “son otro”. Miguel quiso matar a otro y mato a

otro, razón por la cual, la estructura dolosa de la conducta se mantiene intacta.

Error sobre el nexo causal: al igual que los anteriores supuestos, los errores sobre el

nexo causal carecen de importancia o no poseen la entidad suficiente para

suprimir el dolo. Se trata por lo general de errores de cálculo del autor, y por ende,

puros accidentes o fallas en la planificación o puesta en marcha de la conducta dolosa.

Aberratio ictus (error en el golpe): en este supuesto el autor prevé un

determinado curso causal que en su desarrollo varía.

Dolus generalis: en este tipo de casos el autor se propone lograr un

resultado, que en definitiva logra por un acto que no era el previsto a tales

fines. Por ejemplo: Juan quiere matar a Pedro, y con ese objeto le efectúa un

disparo que impacta en una zona vital de su cuerpo. Juan creyendo haber

logrado así la muerte de Pedro, entierra su cuerpo. Luego, los resultados periciales

demuestran que Pedro había muerto por asfixia y no producto del disparo de Juan.

En estos casos, se razona que existe un “dolo general de matar” que estuvo

presente en todo momento, razón por la cual, no interesa si Pedro murió por el

disparo o por asfixia.

El error de tipo y sus modalidades:

Teniendo en cuenta que el tipo es un tipo complejo (objetivo-subjetivo), y que el dolo

es uno de los elementos del tipo subjetivo, el único error que elimina el dolo es el

error de tipo. El dolo también puede ser excluido por un conocimiento deficiente o

una deficiencia en el conocimiento, ya sea que ésta recaiga sobre los elementos

fácticos, descriptivos o normativos del tipo objetivo. Esto desdibuja la antigua tradición

que señalaba que el error tipo no puede tener una raíz de derecho (en efecto no

necesariamente el llamado “error de derecho” coincide con el “error de

prohibición”, y el “error de tipo” con el “error de hecho”).


Modalidades.

(1) Puede recaer sobre una elemento básico del tipo (ejemplo: creo estar transcribiendo

párrafos de un autor sin citarlo correspondientemente -violación a la ley de

propiedad intelectual-, sin advertir que la publicación de la cual extraigo los conceptos de

mi autoría) o sobre una circunstancia agravante o atenuante (2). En este último caso:

Juan mata a Carla, sin conocer que esta persona es en realidad su hija. En este

caso sólo se excluiría -en virtud del error- la agravante o el tipo especial previsto

para estos supuestos, no así la figura básica, en este caso el homicidio (error

accidental).

Características del error

Consecuencias

Esencial e invencible: para que el error de tipo excluya el dolo y la culpa éste debe

ser esencial e invencible. El error esencial pero vencible, tiene como efecto eliminar el

dolo, no obstante, deja subsistente la culpa, cuando la conducta se encuentra

prevista de manera culposa. Para poder afirmar que el autor no pudo vencer el

error se utilizan parámetros de medición objetivos de conducta, por

ejemplo, el de “una persona cuidadosa y diligente” puesta en las mismas

circunstancias que rodearon al autor. El análisis es realizado en cada caso

particular por el juez que debe valorar la conducta y las circunstancias del hecho

concreto.

4|

Ejemplo: Mónica, turista europea, trajo entre sus pertenencias 200 gramos de marihuana,

a los fines de autoabastecerse en su estadía, debido a que realmente disfrutaba fumando

esa hierba. En su país esa conducta se encuentra permitida. Mónica fue detenida –dos

días después de su llegada a nuestro país- en un restaurante mientras disfrutaba

fumando marihuana en la sobremesa. Mónica sabía perfectamente lo que estaba

haciendo, y se podría decir que era experta en el armado del cigarrillo de marihuana,
pero no estaba al tanto de la prohibición local. Mónica no sabía que el consumo de

estupefacientes era considerado un delito en nuestro país. Al igual que en el error de tipo,

la vencibilidad o invencibilidad del error se analiza en cada caso en particular.

El error de prohibición se define entonces como el saber o poder saber que la conducta

se encuentra prohibida (conocimiento o posibilidad de conocimiento de la antijuridicidad).

Error sobre elementos normativos (valoraciones jurídicas, culturales o

científicas) y normas penales en blanco: estos también son considerados errores

de tipo. Pueden ser considerados también error de tipo los que recaen sobre

elementos normativos jurídicos -que no adelantan una valoración sobre la

antijuridicidad- y que remiten a normas extrapenales (ley penal en blanco). Recordemos

que en estos casos en donde por una cuestión necesaria de técnica legislativa el tipo

recurre o remite a otras normas para lograr completitud. Esta complementación podía

darse con leyes del mismo nivel o con otra norma jurídica emanada de distinta

instancias legislativa, por ejemplo un decreto del Poder Ejecutivo (ley penal en

blanco en sentido estricto). Este tema está relacionado con el tratado anteriormente

sobre el concepto "error de derecho", en donde se distinguía entre éste (error de

derecho) y error de derecho extrapenal, no excusando el primero, y sí el segundo

(equivalente a un error de hecho). Por error de derecho extrapenal se

entendió a aquél que recaía sobre una ley de cuyo conocimiento dependía la conciencia

de lesionar el derecho ajeno. Más claramente, el que incidía sobre una ley, reglamento o

precepto jurídico de cualquier naturaleza pero no penal, cuando únicamente mediante su

conocimiento puede el autor comprender el acto objeto de la imputación y actuar

dolosamente. Este tipo de error se plantea generalmente con leyes

que

reglamentan los denominados “delitos de índole penal económico”. Un ejemplo local

es dado por la Ley 24.769 que trata los denominados “delitos tributarios”. En ella se

incluyen los tipos de evasión de tributos nacionales y provinciales. Para determinar


qué tipos de tributos si estamos frentes a tributos nacionales o provinciales

debemos recurrir a otra ley, y a su vez para conocer cómo se tributan esos

impuestos, a otra ley o reglamento, etc., y así sucesivamente.

Error de prohibición. Noción:

Tanto la teoría del dolo como la de la culpabilidad intentan explicar cómo incide el error –

ya sea de tipo como de prohibición- en el análisis que se realiza de la conducta del autor

mediante la sistemática que proporciona la teoría del delito.

La “teoría del dolo” coincide histórica y sistemáticamente con las teorías que ubican el

dolo (dolo malo: saber y querer, y además, conocer que lo querido y sabido se encuentra

prohibido -conocimiento de la antijuridicidad-), en el segmento de la culpabilidad. En

Teoría del dolo - Teoría de la culpabilidad.

consecuencia los casos de error eran analizados exclusivamente en ese segmento, y de

existir un error inexcusable, ya fuese de tipo o de prohibición, se eliminaba ese elemento

subjetivo -dolo-. Si el error era vencible se eliminaba el dolo pero subsistía la culpa,

básicamente porque el autor podía salir de su error, y en consecuencia había sido

descuidado o negligente. Por supuesto, debía existir el respectivo tipo culposo que

abarcara esa conducta, caso contrario, el autor era inculpable.

En un segundo momento histórico surge la teoría de “la culpabilidad”. Señala Fernando

Advertencia previa

Antes de abordar la lectura del presente trabajo, es conveniente comprender

acabadamente el funcionamiento y consecuencias del error de tipo y el error de

prohibición, atento a que la disputa doctrinaria en orden al error sobre las causas de

justificación, gira en torno a la postura asumida respecto al error sobre los presupuestos

1 Trabajo titulado “La evitabilidad del error de prohibición”.

Jorge Córdoba1 “[…] La llamada teoría de la culpabilidad defendida en su momento

enérgicamente por HANS WELZEL, permitió salir de este dilema. Mediante su teoría final

de la acción él “radicó” el dolo en el ilícito, y, a su vez, “erradicó” de él (es decir, del dolo)
el conocimiento de la antijuridicidad, constituyendo éste sólo un componente

de la culpabilidad. Así fue posible que el error de prohibición no impidiera la

punibilidad - especialmente en caso de ausencia de tipo imprudente- y que,

al mismo tiempo, permitiera la exclusión de la pena, en caso de que el error fuera

absolutamente invencible (inevitable). La respuesta final de si el autor debe ser

penado o no, depende aún de la calificación del error como evitable o inevitable. Si el

error es evitable (imputable al autor) subsiste la punibilidad (según una medida en

cualquier caso a discutir); si es inevitable elimina la culpabilidad y, con ello, la pena

[…]”.

En consecuencia al encontrarse separados el dolo del conocimiento de la

antijuridicidad (división del dolo malo), debía darse un tratamiento distinto a las distintas

situaciones de error. Cuando existía error de prohibición inevitable o invencible (que

se analizaba en el segmento de la culpabilidad), la conducta no dejaba de ser dolosa

debido a que el dolo ya había sido analizado en el segmento correspondiente el

tipo (subjetivo), pero se excluía la culpabilidad, es decir el autor era inculpable.

En ese caso de ser evitable se atenuaba la culpabilidad (era menor el reproche que se

formulaba al agente), ya fuese un tipo culposo o doloso. Es decir, la conducta mantiene

su carácter doloso o culposo (que fue analizado en el tipo complejo), pero en forma

atenuada o disminuida.

El error sobre las causas de justificación: teniendo en cuenta que este tema fue

elaborado por un docente de la UES21, el Dr. José Lago, titular de la Cátedra

“A” de Derecho Penal, y que a través de su trabajo logró presentar al alumno

un tema de tamaña complejidad de forma sumamente accesible, consideramos

apropiado adosar el trabajo de mención, en forma nomenclada a los fines de un mejor

aprovechamiento para el estudiante. Por estas consideraciones continuamos con el texto

citado (“El error en las causas de justificación: Un tratamiento diferenciado”).

El error en las causas de justificación: Un tratamiento


diferenciado

objetivos de una causa de justificación. Es decir, si ese error debe ser tratado como error

de tipo, o como error de prohibición.

En otro orden, y a los fines que cada uno asuma la postura que

considere más conveniente, he intentando ser lo más objetivo posible en la

exposición, y para ello seleccioné los trabajos de dos doctrinarios que asumen

posiciones contrapuestas:

1) MUÑOZ CONDE, Francisco, en "El error en Derecho Penal", Rubinzal -

Culzoni Editores, Santa Fe, 2004; quien concluye que los errores sobre

los presupuestos objetivos de una causa de justificación son errores de prohibición

(teoría estricta de la culpabilidad).

2) ALVAREZ, Ricardo C. M., en "Error y Teoría del delito", Secretaría de

Postgrado FCJS, UNL., 1993, quien concluye que los errores sobre los presupuestos

objetivos de una causa de justificación son errores de tipo (teoría limitada de la

culpabilidad).

Finalmente, la temática será abordada desde aquellas posturas que sostienen que el dolo

es un elemento que pertenece al tipo (teorías de la culpabilidad), atento a que es en ellas

en las que se advierte la discrepancia sobre el tratamiento que se debe otorgar a

los errores sobre los presupuestos objetivos de una causa de justificación, y

no así en aquellas que entienden que el dolo es un elemento de la culpabilidad.

Ello es así, porque las teorías de dolo conciben que el dolo (ubicado sistemáticamente en

el ámbito de la culpabilidad), deberá comprender y querer todos los elementos

que componen los estratos sistemáticos del tipo y de la antijuridicidad, y ello nos

conduce a idénticas consecuencias cualquiera sea el error de que se trate: Los errores

esenciales e invencibles excluyen la culpabilidad por ser ésa la posición sistemática del

dolo, en tanto, los errores vencibles conducen al respectivo tipo imprudente, si la

conducta se encuentra prevista de esa forma en la ley, caso contrario, la conducta es


impune.

Análisis de las diversas posturas y sus consecuencias en la teoría del delito

La distinción entre error de tipo y de prohibición no es puramente sistemática, sino

que tiene gran trascendencia para resolver el problema del tratamiento que merece

el error sobre los presupuestos objetivos de las causas de justificación, es decir, las

causas de justificación putativas.

En estos casos, el sujeto cree que concurre algún presupuesto fáctico justificante;

cree saber de la agresión ilegítima a que lo estaría sometiendo otro sujeto, cuando en

realidad nadie lo está atacando.

De todos modos, los errores sobre las justificantes no se circunscriben sólo a

esta hipótesis. Puede que el agente actúe típicamente en la ilusión (bajo

influencia de un error) de valorar su obrar como:

1) Una causa de justificación que el derecho no reconoce. El autor conoce la

realidad, pero su déficit radica en la existencia de la norma permisiva. Cree permitido lo

prohibido (Cree que la muerte a solicitud de la víctima está autorizada; o que se puede

quedar con la cortadora de césped que le prestó el vecino porque éste último le debe

$ 500). Es el

error sobre la existencia de una causa de justificación El error sobre la

existencia de una causa de justificación).

2) Dentro de los extremos permisivos de una causal existente -error en

los límites- (lesiona creyendo que su acción forma parte del derecho de

detención). Se trata del supuesto de error que padece quien se excede respecto de

los límites en los que está legitimado para actuar típicamente. El agente

cree estar actuando lícitamente cuando en verdad va más allá de lo permitido,

excediendo los límites

de la necesidad ( El error sobre los límites de una causa de justificación).

3) Respuesta a un contexto objetivo que, de haber concurrido efectivamente, lo hubiese


justificado. Ejemplo: lesiona en defensa putativa a un supuesto

agresor, o sacrifica un bien juzgando equivocadamente la existencia de un mal

grave e

inminente ( El error sobre los presupuestos fácticos de una causa de justificación).

La teoría estricta de la culpabilidad.

El error sobre los presupuestos objetivos de la justificación fue el centro de debate entre

la teoría estricta y limitada de la culpabilidad. Si como lo entendía el

finalismo, el contenido del dolo se restringe a la voluntad de realizar el tipo

objetivo, un error sobre cualquier elemento que corresponda a una causa de

justificación tenía que conducir a los efectos del error de prohibición. El autor ya no

tendría aquí un error sobre lo que hace, sino sobre si lo que hace está prohibido o no.

La suposición errónea de que concurre una causal de justificación constituye un error de

prohibición. Quien lesiona a otro porque se imagina agredido por él (legitima

defensa putativa), o porque cree admisible herirlo con el fin de detenerlo

(error sobre los límites del derecho de detención), o porque piensa que se puede

corregir corporalmente al que injuria (suposición errónea de una causal de

justificación no

reconocida por el orden jurídico), comete en todos los casos una lesión

corporal dolosa (sabe que está

lesionando), en la creencia de estar autorizado a ello. No obra en

desconocimiento del tipo, sino, en error de prohibición.

Esta teoría sostiene que deben tratarse como error de prohibición, tanto

aquellas hipótesis en que el sujeto admite erróneamente la existencia

de una causa

de justificación que la ley realmente no admite, o va más allá de los límites

permitidos por ésta, como aquellas en las que el sujeto cree equivocadamente

que se dan los presupuestos objetivos de una causa de justificación.


Así, si se considera que el error sobre los presupuestos objetivos de las causas

de justificación en ningún caso afecta el dolo típico, dejando intacto el tipo de

injusto del delito en cuestión, cabría reaccionar en legítima defensa; el partícipe

respondería por complicidad del hecho doloso de quien se defiende putativamente; y en

caso de que no se consumara el propósito de matar o lesionar, cabría apreciar

tentativa del respectivo tipo doloso.

Resumiendo, ésta teoría razona del siguiente modo: Si las causas de justificación

son permisos otorgados por el legislador para realizar hechos típicos, el error

sobre cualquier aspecto de la existencia del permiso debería ser tratado del mismo modo

que los errores sobre la existencia de la prohibición.

Consecuencias sistemáticas de la teoría estricta de la culpabilidad: Cualquier error sobre una

causa de justificación (al ser error de prohibición), si es invencible excluye la

culpabilidad, mientras si es vencible, la conducta seguirá siendo dolosa (el dolo quedó

“fijado” en el tipo), en tanto existirá un menor reproche culpabilístico que será merituado al

momento de imponer la pena. Recordemos que el conocimiento de la prohibición es un


elemento

de la culpabilidad.

La teoría limitada de la culpabilidad.

Esta teoría se denomina limitada porque “limita” los errores sobre las causas

de justificación que deben ser tratados como errores de prohibición.

Para ésta concepción, es necesario diferenciar los supuestos sobre la existencia o límites de las

causas de justificación de aquellos que se refieren a los presupuestos objetivos de las mismas,

y otorgarles un tratamiento diferenciado.

El error sobre la existencia o límites de una causa de justificación debe ser tratado como error

de prohibición (coincidiendo con la teoría estricta de la culpabilidad), por lo que sus

consecuencias coinciden en su totalidad con la teoría estricta de la culpabilidad.

Explica Álvarez que, así como la existencia de los presupuestos objetivos de una causa de

justificación desconocidos para el agente compensa o excluye el desvalor de resultado (quiero


matar a otro sin voluntad de defenderme, desconociendo que me está agrediendo

ilegítimamente, lo que otorga un derecho a reaccionar en legítima defensa), la sola

voluntad justificante, sin contención objetiva (ausencia de presupuestos objetivos)

suprime, o al menos disminuye, el desvalor de acción, originando una respuesta culposa si

ésta se encuentra prevista (quiero matar a otro con voluntad de defenderme,

desconociendo que no me está agrediendo ilegítimamente, lo que no me otorga un

derecho a reaccionar en legítima defensa).

De no existir el correspondiente tipo culposo correspondería la impunidad, y

la consecuencia de que se juzgue insoportable esa consecuencia respecto al que mata a

otro sin que en la realidad concurra una causa de justificación, no sería mayor que la que

resultaría de sancionar al autor que actúa con “fidelidad a los principios del derecho” con la

pena del delito doloso. En estos casos se quiere matar en legítima defensa, algo que el derecho

permite, y no simplemente matar; y por ello se razona que subjetivamente el autor actúa

con fidelidad al derecho.

Así se expresa la teoría limitada de la culpabilidad, la que análoga el tratamiento entre los

errores de tipo y de tipo de permisión, pues, quien reacciona impulsivamente frente a lo que

supone una agresión ilegítima y lesiona o mata, ha examinado con descuido la

situación, como quien obra ignorando las exigencias del tipo de forma evitable.

Álvarez sostiene que ésta solución es la político criminalmente correcta, pues es injusto

condenar a alguien como infractor doloso cuando sus representaciones se corresponden con

las normas jurídicas. Cuando alguien realiza una acción de defensa porque

erróneamente se cree atacado, no se le puede increpar una falsa actitud de respeto del

derecho, sino a lo sumo, un descuido; y por ello, no merece más que una pena por culpa, aún

cuando la defensa errónea sea una lesión corporal o una muerte dolosa.

Resumiendo, ésta teoría razona del siguiente modo: Si en los delitos dolosos de comisión

el autor conoce y quiere los elementos del tipo objetivo (dolo), y un error sobre algún

elemento del tipo objetivo conduce al tipo culposo; en las causas de justificación el autor
debe conocer y querer los elementos estructurales de las mismas (sus presupuestos

objetivos), por lo que un error sobre ellos debe ser tratado como un error de tipo.

Consecuencias sistemáticas de la teoría limitada de la culpabilidad: El error sobre los

presupuestos objetivos de la causa de justificación (agresión ilegítima en la legítima

defensa, situación de necesidad en el estado de necesidad), debe ser tratado como error

de tipo. Por lo tanto, en caso de vencibilidad conduce al respectivo tipo imprudente si el

mismo se encuentra previsto en la ley, caso contrario (como ya lo advertimos), la

conducta es impune.

Argumentos a favor de esta teoría:

1) En el error sobre los presupuestos objetivos de las causas de justificación el sujeto

quiere algo que la ley permite (aunque objetivamente la situación no exista), y por ello es

fiel al derecho; algo que no sucede cuando el sujeto yerra sobre la existencia o los límites

de una causa de justificación, porque en este caso quiere algo que la ley prohíbe, aunque

él cree que está permitido.

2) Se produce una analogía entre el error sobre los presupuestos objetivos y el error de

tipo, pues en ambos casos el error se debe a una apreciación errónea de la situación

fáctica. En ambos casos se da una imprudencia de hecho: Quien dispara contra alguien

que lo cree agresor, comete el mismo error que el cazador que dispara contra una

persona creyéndola una presa.

3) El argumento sobre la consecuencia jurídica:

Aunque en el error sobre los presupuestos de las causas de justificación el hecho sigue

siendo doloso, conviene que sea tratado con la pena del delito imprudente, basándose en

consideraciones de justicia material que permite una corrección a la rígida concepción de

la teoría estricta de la culpabilidad.

Muñoz Conde advierte que contra la teoría limitada de la culpabilidad que remite a la

consecuencia jurídica del error de tipo (cuando se yerra sobre presupuestos objetivos de

las causas de justificación), se pueden también formular objeciones que se centran en


que se castiga un hecho doloso con la pena de delito imprudente. Es decir, presenta los

mismos problemas que la teoría del dolo. La persona que dispara en la oscuridad contra

quien considera erróneamente su agresor actúa dolosamente, sabe que puede matarla y

quiere matarla, y en éste sentido, actúa dolosamente. Castigarla con la pena prevista

para el delito imprudente (en caso de que el error sea vencible), es negar que en este

caso exista dolo.

Pero lo más grave no es esto, sostiene Muñoz Conde, sino que se niega la posibilidad de

legítima defensa (esta sí real) a las víctimas de las acciones realizadas en situación de

justificación putativa, con lo que se produce una indeseable desprotección de personas

que no tienen porque soportar los errores ajenos por fundados que sean. Así, si la

invencibilidad del error convierte a la legítima defensa putativa en legítima defensa real y,

por tanto, en causa de justificación, se está negando a la víctima de la acción realizada

en situación de justificación putativa la posibilidad de defenderse legítimamente.

De lo que se trata es de si el error sobre los presupuestos de las causas de justificación

puede convertir en lícitas esas actuaciones. La única forma de impedirlo, enfatiza Muñoz

Conde, es considerar que el error sobre los presupuestos de las causas de justificación

no puede tratarse sistemáticamente en el ámbito del tipo de injusto, como error de tipo,

sino, en el ámbito de la culpabilidad, como error de prohibición.

Ello además posibilita un tratamiento conjunto de todos los errores posibles sobre las

causas de justificación, bien sea sobre sus límites, su existencia, o sobre sus

presupuestos, y ello es así, puesto que en todos los casos existe una creencia errónea de

estar obrando lícitamente.

Finalmente, se señala que tipicidad y antijuridicidad desempeñan funciones dogmática y

político criminal distintas: La tipicidad cumple una función selectiva de los

comportamientos penalmente relevantes, ejerciendo al mismo tiempo una función

motivadora y de garantía para los ciudadanos. La antijuridicidad, en cambio, sirve para

comprobar si el comportamiento calificado de típico puede ser excepcionalmente


autorizado ante la presencia de normas permisivas (causas de justificación). La tipicidad

selecciona y delimita los comportamientos penalmente relevantes que luego serán

valorados en el plano de la antijuridicidad desde el punto de vista de su contrariedad o

conformidad con el ordenamiento jurídico.

La teoría de los elementos negativos del tipo.

A los mismos resultados que la teoría limitada de la culpabilidad conduce la teoría de los

elementos negativos del tipo y su consecuencia: El tipo total de injusto. Ello es así, atento

a que el dolo no sólo se integraría con datos positivos que fundamenten el injusto, sino

también con pautas negativas, y por ello, se exige del autor el conocimiento de los

presupuestos objetivos de una causa de justificación. La suposición errónea de una

causa de justificación permanece como hecho doloso, manteniéndose la función de

llamada del tipo.

De esta forma, tipo y antijuridicidad quedan comprendidos en un concepto de tipo que

contiene elementos positivos y elementos negativos: una conducta será típica, si se

adecua a la descripción realizada por la ley penal, y si no se encuentra comprendida en

una causa de justificación.

Esta postura razona que el tipo penal de homicidio debería leerse del siguiente modo: Se

aplicará reclusión o prisión de 8 a 25 años, al que matare a otro; salvo que se obrare en

defensa propia o amenazado de sufrir un mal grave e inminente.

El delito putativo (-y el error de prohibición “al revés”-)

Con casos en el autor considera su hacer (correctamente reconocido en

sus características materiales), erróneamente como antijurídico. El autor cree

erróneamente que un hecho permitido está prohibido. Ejemplo: Una mujer estima

antijurídicas las acciones homosexuales entre mujeres. Naturalmente, la creencia no

puede generar la antijuridicidad requerida objetivamente ya que si así fuese, se estarían

violando principios constitucionales como el de legalidad (Art. 18), y el de reserva (Art. 19).

El delito putativo no es solamente la realización de una conducta no prevista en un tipo


penal (creyendo lo contrario), sino también la conducta típica justificada (no obstante la

creencia del autor de que su conducta es ilícita), coincidente con la justificación prevista

por el orden jurídico. Así, quien quiere defenderse creyendo que el orden jurídico no

justifica en esos casos, actúa en una causa de justificación putativa que no puede ser

castigada porque subjetiva (quiere defenderse) y objetivamente (la causa de justificación

existe) nos encontramos frente a una justificante

Diferente es el caso en el que el agente quiere agredir sin conocer que se dan los

presupuestos objetivos de la causa de justificación, ya que en estos casos existe un error

en el aspecto subjetivo de la justificación: no quiere defenderse, sino agredir. Éste es el

error de antijuridicidad al revés.

La teoría del error.

Evolución de la teoría del error (gráfico que muestra la

evolución histórica).

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El error de tipo.

El error sobre las circunstancias del tipo objetivo - Error sobre los

elementos descriptivos del tipo :

El dolo debe abarcar todos los elementos del tipo sistemático.

Constatada tal

circunstancia podemos afirmar que el sujeto actuó en forma dolosa. La otra cara

de la moneda es el desconocimiento o el falso conocimiento (ignorancia),

es decir –

técnicamente- el error o ignorancia de hecho no imputable –según nuestro art. 34 inc.

1º del CP-. Constatada esta circunstancia podemos afirmar que el autor obró en

error, es decir sin comprender la criminalidad del acto (hecho y elementos

constitutivos). El “conocimiento” que se requiere para poder afirmar que el sujeto

obró dolosamente debe ser efectiva, real, verdadero, y debe abarcar los
elementos descriptivos, normativos o valorativos del tipo. Ejemplo: Juan tomó

un celular del

escritorio de Marta, creyendo verdaderamente que era el suyo y se lo guardo en el

bolsillo del pantalón. Marta observó que este sujeto había tomado su celular y se lo

había llevado. Ante este hecho hizo dio aviso a la policía del lugar, y Juan

fue detenido con el celular mientras salía del estacionamiento con su auto.

Juan sabía lo que estaba haciendo, es más sabe que hurtar es un delito conminado con

pena de prisión, pero actuó en el convencimiento de que era su celular el que

llevaba en su bolsillo y no el de Marta. El análisis de vencibilidad o

invencibilidad del error debe formularse en cada caso.

Error in objeto y error in persona : este tipo de error recae sobre elementos

accidentales del tipo, y por ende, carecen de importancia o no poseen la

entidad suficiente para suprimir el dolo. Es decir, que un sujeto haya querido

estafar a Héctor, logrando en realidad estafar a Miguel o que haya querido

robar la billetera de Marcos, cuando en realidad se trataba de la de Marcela, carece

de relevancia a los fines de analizar si obró dolosamente. Si Miguel al intentar

matar a Mirta, mata a Josefina, confundiendo la víctima, ello no constituye un

elemento de eficacia a los fines de excluir el tipo subjetivo, ya que la norma prohibe

matar a otro, y tanto Josefina como Mirta “son otro”. Miguel quiso matar a otro y mato a

otro, razón por la cual, la estructura dolosa de la conducta se mantiene intacta.

Error sobre el nexo causal: al igual que los anteriores supuestos, los errores sobre el

nexo causal carecen de importancia o no poseen la entidad suficiente para

suprimir el dolo. Se trata por lo general de errores de cálculo del autor, y por ende,

puros accidentes o fallas en la planificación o puesta en marcha de la conducta dolosa.

Aberratio ictus (error en el golpe): en este supuesto el autor prevé un

determinado curso causal que en su desarrollo varía.

Dolus generalis: en este tipo de casos el autor se propone lograr un


resultado, que en definitiva logra por un acto que no era el previsto a tales

fines. Por ejemplo: Juan quiere matar a Pedro, y con ese objeto le efectúa un

disparo que impacta en una zona vital de su cuerpo. Juan creyendo haber

logrado así la muerte de Pedro, entierra su cuerpo. Luego, los resultados periciales

demuestran que Pedro había muerto por asfixia y no producto del disparo de Juan.

En estos casos, se razona que existe un “dolo general de matar” que estuvo

presente en todo momento, razón por la cual, no interesa si Pedro murió por el

disparo o por asfixia.

El error de tipo y sus modalidades:

Teniendo en cuenta que el tipo es un tipo complejo (objetivo-subjetivo), y que el dolo

es uno de los elementos del tipo subjetivo, el único error que elimina el dolo es el

error de tipo. El dolo también puede ser excluido por un conocimiento deficiente o

una deficiencia en el conocimiento, ya sea que ésta recaiga sobre los elementos

fácticos, descriptivos o normativos del tipo objetivo. Esto desdibuja la antigua tradición

que señalaba que el error tipo no puede tener una raíz de derecho (en efecto no

necesariamente el llamado “error de derecho” coincide con el “error de

prohibición”, y el “error de tipo” con el “error de hecho”).

Modalidades.

(1) Puede recaer sobre una elemento básico del tipo (ejemplo: creo estar transcribiendo

párrafos de un autor sin citarlo correspondientemente -violación a la ley de

propiedad intelectual-, sin advertir que la publicación de la cual extraigo los conceptos de

mi autoría) o sobre una circunstancia agravante o atenuante (2). En este último caso:

Juan mata a Carla, sin conocer que esta persona es en realidad su hija. En este

caso sólo se excluiría -en virtud del error- la agravante o el tipo especial previsto

para estos supuestos, no así la figura básica, en este caso el homicidio (error

accidental).

Características del error


Consecuencias

Esencial e invencible: para que el error de tipo excluya el dolo y la culpa éste debe

ser esencial e invencible. El error esencial pero vencible, tiene como efecto eliminar el

dolo, no obstante, deja subsistente la culpa, cuando la conducta se encuentra

prevista de manera culposa. Para poder afirmar que el autor no pudo vencer el

error se utilizan parámetros de medición objetivos de conducta, por

ejemplo, el de “una persona cuidadosa y diligente” puesta en las mismas

circunstancias que rodearon al autor. El análisis es realizado en cada caso

particular por el juez que debe valorar la conducta y las circunstancias del hecho

concreto.

4|

Ejemplo: Mónica, turista europea, trajo entre sus pertenencias 200 gramos de marihuana,

a los fines de autoabastecerse en su estadía, debido a que realmente disfrutaba fumando

esa hierba. En su país esa conducta se encuentra permitida. Mónica fue detenida –dos

días después de su llegada a nuestro país- en un restaurante mientras disfrutaba

fumando marihuana en la sobremesa. Mónica sabía perfectamente lo que estaba

haciendo, y se podría decir que era experta en el armado del cigarrillo de marihuana,

pero no estaba al tanto de la prohibición local. Mónica no sabía que el consumo de

estupefacientes era considerado un delito en nuestro país. Al igual que en el error de tipo,

la vencibilidad o invencibilidad del error se analiza en cada caso en particular.

El error de prohibición se define entonces como el saber o poder saber que la conducta

se encuentra prohibida (conocimiento o posibilidad de conocimiento de la antijuridicidad).

Error sobre elementos normativos (valoraciones jurídicas, culturales o

científicas) y normas penales en blanco: estos también son considerados errores

de tipo. Pueden ser considerados también error de tipo los que recaen sobre

elementos normativos jurídicos -que no adelantan una valoración sobre la

antijuridicidad- y que remiten a normas extrapenales (ley penal en blanco). Recordemos


que en estos casos en donde por una cuestión necesaria de técnica legislativa el tipo

recurre o remite a otras normas para lograr completitud. Esta complementación podía

darse con leyes del mismo nivel o con otra norma jurídica emanada de distinta

instancias legislativa, por ejemplo un decreto del Poder Ejecutivo (ley penal en

blanco en sentido estricto). Este tema está relacionado con el tratado anteriormente

sobre el concepto "error de derecho", en donde se distinguía entre éste (error de

derecho) y error de derecho extrapenal, no excusando el primero, y sí el segundo

(equivalente a un error de hecho). Por error de derecho extrapenal se

entendió a aquél que recaía sobre una ley de cuyo conocimiento dependía la conciencia

de lesionar el derecho ajeno. Más claramente, el que incidía sobre una ley, reglamento o

precepto jurídico de cualquier naturaleza pero no penal, cuando únicamente mediante su

conocimiento puede el autor comprender el acto objeto de la imputación y actuar

dolosamente. Este tipo de error se plantea generalmente con leyes

que

reglamentan los denominados “delitos de índole penal económico”. Un ejemplo local

es dado por la Ley 24.769 que trata los denominados “delitos tributarios”. En ella se

incluyen los tipos de evasión de tributos nacionales y provinciales. Para determinar

qué tipos de tributos si estamos frentes a tributos nacionales o provinciales

debemos recurrir a otra ley, y a su vez para conocer cómo se tributan esos

impuestos, a otra ley o reglamento, etc., y así sucesivamente.

Error de prohibición. Noción:

Tanto la teoría del dolo como la de la culpabilidad intentan explicar cómo incide el error –

ya sea de tipo como de prohibición- en el análisis que se realiza de la conducta del autor

mediante la sistemática que proporciona la teoría del delito.

La “teoría del dolo” coincide histórica y sistemáticamente con las teorías que ubican el

dolo (dolo malo: saber y querer, y además, conocer que lo querido y sabido se encuentra

prohibido -conocimiento de la antijuridicidad-), en el segmento de la culpabilidad. En


Teoría del dolo - Teoría de la culpabilidad.

consecuencia los casos de error eran analizados exclusivamente en ese segmento, y de

existir un error inexcusable, ya fuese de tipo o de prohibición, se eliminaba ese elemento

subjetivo -dolo-. Si el error era vencible se eliminaba el dolo pero subsistía la culpa,

básicamente porque el autor podía salir de su error, y en consecuencia había sido

descuidado o negligente. Por supuesto, debía existir el respectivo tipo culposo que

abarcara esa conducta, caso contrario, el autor era inculpable.

En un segundo momento histórico surge la teoría de “la culpabilidad”. Señala Fernando

Advertencia previa

Antes de abordar la lectura del presente trabajo, es conveniente comprender

acabadamente el funcionamiento y consecuencias del error de tipo y el error de

prohibición, atento a que la disputa doctrinaria en orden al error sobre las causas de

justificación, gira en torno a la postura asumida respecto al error sobre los presupuestos

1 Trabajo titulado “La evitabilidad del error de prohibición”.

Jorge Córdoba1 “[…] La llamada teoría de la culpabilidad defendida en su momento

enérgicamente por HANS WELZEL, permitió salir de este dilema. Mediante su teoría final

de la acción él “radicó” el dolo en el ilícito, y, a su vez, “erradicó” de él (es decir, del dolo)

el conocimiento de la antijuridicidad, constituyendo éste sólo un componente

de la culpabilidad. Así fue posible que el error de prohibición no impidiera la

punibilidad - especialmente en caso de ausencia de tipo imprudente- y que,

al mismo tiempo, permitiera la exclusión de la pena, en caso de que el error fuera

absolutamente invencible (inevitable). La respuesta final de si el autor debe ser

penado o no, depende aún de la calificación del error como evitable o inevitable. Si el

error es evitable (imputable al autor) subsiste la punibilidad (según una medida en

cualquier caso a discutir); si es inevitable elimina la culpabilidad y, con ello, la pena

[…]”.

En consecuencia al encontrarse separados el dolo del conocimiento de la


antijuridicidad (división del dolo malo), debía darse un tratamiento distinto a las distintas

situaciones de error. Cuando existía error de prohibición inevitable o invencible (que

se analizaba en el segmento de la culpabilidad), la conducta no dejaba de ser dolosa

debido a que el dolo ya había sido analizado en el segmento correspondiente el

tipo (subjetivo), pero se excluía la culpabilidad, es decir el autor era inculpable.

En ese caso de ser evitable se atenuaba la culpabilidad (era menor el reproche que se

formulaba al agente), ya fuese un tipo culposo o doloso. Es decir, la conducta mantiene

su carácter doloso o culposo (que fue analizado en el tipo complejo), pero en forma

atenuada o disminuida.

El error sobre las causas de justificación: teniendo en cuenta que este tema fue

elaborado por un docente de la UES21, el Dr. José Lago, titular de la Cátedra

“A” de Derecho Penal, y que a través de su trabajo logró presentar al alumno

un tema de tamaña complejidad de forma sumamente accesible, consideramos

apropiado adosar el trabajo de mención, en forma nomenclada a los fines de un mejor

aprovechamiento para el estudiante. Por estas consideraciones continuamos con el texto

citado (“El error en las causas de justificación: Un tratamiento diferenciado”).

El error en las causas de justificación: Un tratamiento

diferenciado

objetivos de una causa de justificación. Es decir, si ese error debe ser tratado como error

de tipo, o como error de prohibición.

En otro orden, y a los fines que cada uno asuma la postura que

considere más conveniente, he intentando ser lo más objetivo posible en la

exposición, y para ello seleccioné los trabajos de dos doctrinarios que asumen

posiciones contrapuestas:

1) MUÑOZ CONDE, Francisco, en "El error en Derecho Penal", Rubinzal -

Culzoni Editores, Santa Fe, 2004; quien concluye que los errores sobre

los presupuestos objetivos de una causa de justificación son errores de prohibición


(teoría estricta de la culpabilidad).

2) ALVAREZ, Ricardo C. M., en "Error y Teoría del delito", Secretaría de

Postgrado FCJS, UNL., 1993, quien concluye que los errores sobre los presupuestos

objetivos de una causa de justificación son errores de tipo (teoría limitada de la

culpabilidad).

Finalmente, la temática será abordada desde aquellas posturas que sostienen que el dolo

es un elemento que pertenece al tipo (teorías de la culpabilidad), atento a que es en ellas

en las que se advierte la discrepancia sobre el tratamiento que se debe otorgar a

los errores sobre los presupuestos objetivos de una causa de justificación, y

no así en aquellas que entienden que el dolo es un elemento de la culpabilidad.

Ello es así, porque las teorías de dolo conciben que el dolo (ubicado sistemáticamente en

el ámbito de la culpabilidad), deberá comprender y querer todos los elementos

que componen los estratos sistemáticos del tipo y de la antijuridicidad, y ello nos

conduce a idénticas consecuencias cualquiera sea el error de que se trate: Los errores

esenciales e invencibles excluyen la culpabilidad por ser ésa la posición sistemática del

dolo, en tanto, los errores vencibles conducen al respectivo tipo imprudente, si la

conducta se encuentra prevista de esa forma en la ley, caso contrario, la conducta es

impune.

Análisis de las diversas posturas y sus consecuencias en la teoría del delito

La distinción entre error de tipo y de prohibición no es puramente sistemática, sino

que tiene gran trascendencia para resolver el problema del tratamiento que merece

el error sobre los presupuestos objetivos de las causas de justificación, es decir, las

causas de justificación putativas.

En estos casos, el sujeto cree que concurre algún presupuesto fáctico justificante;

cree saber de la agresión ilegítima a que lo estaría sometiendo otro sujeto, cuando en

realidad nadie lo está atacando.

De todos modos, los errores sobre las justificantes no se circunscriben sólo a


esta hipótesis. Puede que el agente actúe típicamente en la ilusión (bajo

influencia de un error) de valorar su obrar como:

1) Una causa de justificación que el derecho no reconoce. El autor conoce la

realidad, pero su déficit radica en la existencia de la norma permisiva. Cree permitido lo

prohibido (Cree que la muerte a solicitud de la víctima está autorizada; o que se puede

quedar con la cortadora de césped que le prestó el vecino porque éste último le debe

$ 500). Es el

error sobre la existencia de una causa de justificación El error sobre la

existencia de una causa de justificación).

2) Dentro de los extremos permisivos de una causal existente -error en

los límites- (lesiona creyendo que su acción forma parte del derecho de

detención). Se trata del supuesto de error que padece quien se excede respecto de

los límites en los que está legitimado para actuar típicamente. El agente

cree estar actuando lícitamente cuando en verdad va más allá de lo permitido,

excediendo los límites

de la necesidad ( El error sobre los límites de una causa de justificación).

3) Respuesta a un contexto objetivo que, de haber concurrido efectivamente, lo hubiese

justificado. Ejemplo: lesiona en defensa putativa a un supuesto

agresor, o sacrifica un bien juzgando equivocadamente la existencia de un mal

grave e

inminente ( El error sobre los presupuestos fácticos de una causa de justificación).

La teoría estricta de la culpabilidad.

El error sobre los presupuestos objetivos de la justificación fue el centro de debate entre

la teoría estricta y limitada de la culpabilidad. Si como lo entendía el

finalismo, el contenido del dolo se restringe a la voluntad de realizar el tipo

objetivo, un error sobre cualquier elemento que corresponda a una causa de

justificación tenía que conducir a los efectos del error de prohibición. El autor ya no
tendría aquí un error sobre lo que hace, sino sobre si lo que hace está prohibido o no.

La suposición errónea de que concurre una causal de justificación constituye un error de

prohibición. Quien lesiona a otro porque se imagina agredido por él (legitima

defensa putativa), o porque cree admisible herirlo con el fin de detenerlo

(error sobre los límites del derecho de detención), o porque piensa que se puede

corregir corporalmente al que injuria (suposición errónea de una causal de

justificación no

reconocida por el orden jurídico), comete en todos los casos una lesión

corporal dolosa (sabe que está

lesionando), en la creencia de estar autorizado a ello. No obra en

desconocimiento del tipo, sino, en error de prohibición.

Esta teoría sostiene que deben tratarse como error de prohibición, tanto

aquellas hipótesis en que el sujeto admite erróneamente la existencia

de una causa

de justificación que la ley realmente no admite, o va más allá de los límites

permitidos por ésta, como aquellas en las que el sujeto cree equivocadamente

que se dan los presupuestos objetivos de una causa de justificación.

Así, si se considera que el error sobre los presupuestos objetivos de las causas

de justificación en ningún caso afecta el dolo típico, dejando intacto el tipo de

injusto del delito en cuestión, cabría reaccionar en legítima defensa; el partícipe

respondería por complicidad del hecho doloso de quien se defiende putativamente; y en

caso de que no se consumara el propósito de matar o lesionar, cabría apreciar

tentativa del respectivo tipo doloso.

Resumiendo, ésta teoría razona del siguiente modo: Si las causas de justificación

son permisos otorgados por el legislador para realizar hechos típicos, el error

sobre cualquier aspecto de la existencia del permiso debería ser tratado del mismo modo

que los errores sobre la existencia de la prohibición.


Consecuencias sistemáticas de la teoría estricta de la culpabilidad: Cualquier error sobre una

causa de justificación (al ser error de prohibición), si es invencible excluye la

culpabilidad, mientras si es vencible, la conducta seguirá siendo dolosa (el dolo quedó

“fijado” en el tipo), en tanto existirá un menor reproche culpabilístico que será merituado al

momento de imponer la pena. Recordemos que el conocimiento de la prohibición es un


elemento

de la culpabilidad.

La teoría limitada de la culpabilidad.

Esta teoría se denomina limitada porque “limita” los errores sobre las causas

de justificación que deben ser tratados como errores de prohibición.

Para ésta concepción, es necesario diferenciar los supuestos sobre la existencia o límites de las

causas de justificación de aquellos que se refieren a los presupuestos objetivos de las mismas,

y otorgarles un tratamiento diferenciado.

El error sobre la existencia o límites de una causa de justificación debe ser tratado como error

de prohibición (coincidiendo con la teoría estricta de la culpabilidad), por lo que sus

consecuencias coinciden en su totalidad con la teoría estricta de la culpabilidad.

Explica Álvarez que, así como la existencia de los presupuestos objetivos de una causa de

justificación desconocidos para el agente compensa o excluye el desvalor de resultado (quiero

matar a otro sin voluntad de defenderme, desconociendo que me está agrediendo

ilegítimamente, lo que otorga un derecho a reaccionar en legítima defensa), la sola

voluntad justificante, sin contención objetiva (ausencia de presupuestos objetivos)

suprime, o al menos disminuye, el desvalor de acción, originando una respuesta culposa si

ésta se encuentra prevista (quiero matar a otro con voluntad de defenderme,

desconociendo que no me está agrediendo ilegítimamente, lo que no me otorga un

derecho a reaccionar en legítima defensa).

De no existir el correspondiente tipo culposo correspondería la impunidad, y

la consecuencia de que se juzgue insoportable esa consecuencia respecto al que mata a

otro sin que en la realidad concurra una causa de justificación, no sería mayor que la que
resultaría de sancionar al autor que actúa con “fidelidad a los principios del derecho” con la

pena del delito doloso. En estos casos se quiere matar en legítima defensa, algo que el derecho

permite, y no simplemente matar; y por ello se razona que subjetivamente el autor actúa

con fidelidad al derecho.

Así se expresa la teoría limitada de la culpabilidad, la que análoga el tratamiento entre los

errores de tipo y de tipo de permisión, pues, quien reacciona impulsivamente frente a lo que

supone una agresión ilegítima y lesiona o mata, ha examinado con descuido la

situación, como quien obra ignorando las exigencias del tipo de forma evitable.

Álvarez sostiene que ésta solución es la político criminalmente correcta, pues es injusto

condenar a alguien como infractor doloso cuando sus representaciones se corresponden con

las normas jurídicas. Cuando alguien realiza una acción de defensa porque

erróneamente se cree atacado, no se le puede increpar una falsa actitud de respeto del

derecho, sino a lo sumo, un descuido; y por ello, no merece más que una pena por culpa, aún

cuando la defensa errónea sea una lesión corporal o una muerte dolosa.

Resumiendo, ésta teoría razona del siguiente modo: Si en los delitos dolosos de comisión

el autor conoce y quiere los elementos del tipo objetivo (dolo), y un error sobre algún

elemento del tipo objetivo conduce al tipo culposo; en las causas de justificación el autor

debe conocer y querer los elementos estructurales de las mismas (sus presupuestos

objetivos), por lo que un error sobre ellos debe ser tratado como un error de tipo.

Consecuencias sistemáticas de la teoría limitada de la culpabilidad: El error sobre los

presupuestos objetivos de la causa de justificación (agresión ilegítima en la legítima

defensa, situación de necesidad en el estado de necesidad), debe ser tratado como error

de tipo. Por lo tanto, en caso de vencibilidad conduce al respectivo tipo imprudente si el

mismo se encuentra previsto en la ley, caso contrario (como ya lo advertimos), la

conducta es impune.

Argumentos a favor de esta teoría:

1) En el error sobre los presupuestos objetivos de las causas de justificación el sujeto


quiere algo que la ley permite (aunque objetivamente la situación no exista), y por ello es

fiel al derecho; algo que no sucede cuando el sujeto yerra sobre la existencia o los límites

de una causa de justificación, porque en este caso quiere algo que la ley prohíbe, aunque

él cree que está permitido.

2) Se produce una analogía entre el error sobre los presupuestos objetivos y el error de

tipo, pues en ambos casos el error se debe a una apreciación errónea de la situación

fáctica. En ambos casos se da una imprudencia de hecho: Quien dispara contra alguien

que lo cree agresor, comete el mismo error que el cazador que dispara contra una

persona creyéndola una presa.

3) El argumento sobre la consecuencia jurídica:

Aunque en el error sobre los presupuestos de las causas de justificación el hecho sigue

siendo doloso, conviene que sea tratado con la pena del delito imprudente, basándose en

consideraciones de justicia material que permite una corrección a la rígida concepción de

la teoría estricta de la culpabilidad.

Muñoz Conde advierte que contra la teoría limitada de la culpabilidad que remite a la

consecuencia jurídica del error de tipo (cuando se yerra sobre presupuestos objetivos de

las causas de justificación), se pueden también formular objeciones que se centran en

que se castiga un hecho doloso con la pena de delito imprudente. Es decir, presenta los

mismos problemas que la teoría del dolo. La persona que dispara en la oscuridad contra

quien considera erróneamente su agresor actúa dolosamente, sabe que puede matarla y

quiere matarla, y en éste sentido, actúa dolosamente. Castigarla con la pena prevista

para el delito imprudente (en caso de que el error sea vencible), es negar que en este

caso exista dolo.

Pero lo más grave no es esto, sostiene Muñoz Conde, sino que se niega la posibilidad de

legítima defensa (esta sí real) a las víctimas de las acciones realizadas en situación de

justificación putativa, con lo que se produce una indeseable desprotección de personas

que no tienen porque soportar los errores ajenos por fundados que sean. Así, si la
invencibilidad del error convierte a la legítima defensa putativa en legítima defensa real y,

por tanto, en causa de justificación, se está negando a la víctima de la acción realizada

en situación de justificación putativa la posibilidad de defenderse legítimamente.

De lo que se trata es de si el error sobre los presupuestos de las causas de justificación

puede convertir en lícitas esas actuaciones. La única forma de impedirlo, enfatiza Muñoz

Conde, es considerar que el error sobre los presupuestos de las causas de justificación

no puede tratarse sistemáticamente en el ámbito del tipo de injusto, como error de tipo,

sino, en el ámbito de la culpabilidad, como error de prohibición.

Ello además posibilita un tratamiento conjunto de todos los errores posibles sobre las

causas de justificación, bien sea sobre sus límites, su existencia, o sobre sus

presupuestos, y ello es así, puesto que en todos los casos existe una creencia errónea de

estar obrando lícitamente.

Finalmente, se señala que tipicidad y antijuridicidad desempeñan funciones dogmática y

político criminal distintas: La tipicidad cumple una función selectiva de los

comportamientos penalmente relevantes, ejerciendo al mismo tiempo una función

motivadora y de garantía para los ciudadanos. La antijuridicidad, en cambio, sirve para

comprobar si el comportamiento calificado de típico puede ser excepcionalmente

autorizado ante la presencia de normas permisivas (causas de justificación). La tipicidad

selecciona y delimita los comportamientos penalmente relevantes que luego serán

valorados en el plano de la antijuridicidad desde el punto de vista de su contrariedad o

conformidad con el ordenamiento jurídico.

La teoría de los elementos negativos del tipo.

A los mismos resultados que la teoría limitada de la culpabilidad conduce la teoría de los

elementos negativos del tipo y su consecuencia: El tipo total de injusto. Ello es así, atento

a que el dolo no sólo se integraría con datos positivos que fundamenten el injusto, sino

también con pautas negativas, y por ello, se exige del autor el conocimiento de los

presupuestos objetivos de una causa de justificación. La suposición errónea de una


causa de justificación permanece como hecho doloso, manteniéndose la función de

llamada del tipo.

De esta forma, tipo y antijuridicidad quedan comprendidos en un concepto de tipo que

contiene elementos positivos y elementos negativos: una conducta será típica, si se

adecua a la descripción realizada por la ley penal, y si no se encuentra comprendida en

una causa de justificación.

Esta postura razona que el tipo penal de homicidio debería leerse del siguiente modo: Se

aplicará reclusión o prisión de 8 a 25 años, al que matare a otro; salvo que se obrare en

defensa propia o amenazado de sufrir un mal grave e inminente.

El delito putativo (-y el error de prohibición “al revés”-)

Con casos en el autor considera su hacer (correctamente reconocido en

sus características materiales), erróneamente como antijurídico. El autor cree

erróneamente que un hecho permitido está prohibido. Ejemplo: Una mujer estima

antijurídicas las acciones homosexuales entre mujeres. Naturalmente, la creencia no

puede generar la antijuridicidad requerida objetivamente ya que si así fuese, se estarían

violando principios constitucionales como el de legalidad (Art. 18), y el de reserva (Art. 19).

El delito putativo no es solamente la realización de una conducta no prevista en un tipo

penal (creyendo lo contrario), sino también la conducta típica justificada (no obstante la

creencia del autor de que su conducta es ilícita), coincidente con la justificación prevista

por el orden jurídico. Así, quien quiere defenderse creyendo que el orden jurídico no

justifica en esos casos, actúa en una causa de justificación putativa que no puede ser

castigada porque subjetiva (quiere defenderse) y objetivamente (la causa de justificación

existe) nos encontramos frente a una justificante

Diferente es el caso en el que el agente quiere agredir sin conocer que se dan los

presupuestos objetivos de la causa de justificación, ya que en estos casos existe un error

en el aspecto subjetivo de la justificación: no quiere defenderse, sino agredir. Éste es el

error de antijuridicidad al revés.


Se señala como partícipes de un delito, en sentido amplio, a todos los que concurren en

él, en el carácter que fuere. En sentido restringido se reserva el término para quienes, sin

ser autores (o coautores), toman participación –de cualquier tipo- en el delito en cuestión

(cómplices necesarios, secundarios e instigadores).

La idea de la participación nos coloca frente a un hecho en donde intervienen más de

dos personas, en donde todos los que participan aportan un fragmento del hecho total

(por ejemplo: mientras se desarrolla un robo a un banco, uno de los intervinientes

amenaza y controla al personal de la entidad, otro desconecta las líneas telefónicas y la

alarma, y un tercero abre la caja de seguridad y extrae el dinero). Todos contribuyen al

hecho común, ya sea en forma material o intelectual (Ej. instigadores). No se trata de

supuestos en donde se requieren necesariamente de dos o más personas para

desarrollarlo (por ejemplo el adulterio –actualmente derogado-, el duelo, etc.). Estas

figuras son denominadas “de codelincuencia” y requieren para su existencia de dos o

más personas.

PREVISIÓN LEGAL ART. 45 CP

Los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores un

auxilio o cooperación, sin los cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena

establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado

directamente a otros a cometerlo

a. Exterioridad

b. Comunidad de hecho

El hecho común no debe ser necesariamente unitario desde el punto de vista jurídico

Desde el punto de vista material, exige un concurso de contribuciones a ese hecho

c. Convergencia intencional

d. Irreductibilidad

Sólo se puede participar en un hecho exteriorizado (Art. 19 CN).


Participación criminal

Concepto amplio y restringido.

Principios comunes a la participación en sentido amplio

Exterioridad.

En estos supuestos debe existir un hecho en común en el que contribuyan o presten

participación varias personas. Esta “comunidad” de hecho es la base de la participación.

Ahora bien, este hecho común no debe ser necesariamente unitario desde el punto de

vista jurídico. Los cómplices o partícipes pueden concurrir al hecho común pero su

concurrencia puede ser calificada en forma distinta al autor o a otros cómplices.

PREVISIÓN LEGAL ART. 47 CP

Si de las circunstancias particulares de la causa resultare que el acusado de complicidad

no quiso cooperar sino en un hecho menos grave que el cometido por el autor, la pena

será aplicada al cómplice solamente en razón del hecho que prometió ejecutar. Si el

hecho no se consumase, la pena del cómplice se determinará conforme a los preceptos

de este artículo y a los del título de la tentativa

PREVISIÓN LEGAL ART. 48 CP

Las relaciones, circunstancias y calidades personales, cuyo efecto sea disminuir o excluir

la penalidad, no tendrán influencia sino respecto al autor o cómplice o quienes

correspondan. Tampoco tendrán influencia aquellos cuyo efecto sea agravar la

penalidad, salvo el caso en que fueren conocidas por el partícipe

Desde un punto de vista material –reiteramos- la participación exige un concurso de

contribuciones a ese hecho común. Ahora bien, el aporte no sólo puede ser físico,

también por aportes espirituales, gestuales, intelectuales, etc.

Para que exista participación debe existir una contribución consciente hacia un a un

hecho en común (hecho visto “en comunidad”, conforme lo consignamos anteriormente).

Ejemplo: si dos personas al mismo tiempo disparan contra un tercero, sin estar de

acuerdo en producir conjuntamente su muerte, serán autores –si el tercero fallece- pero
no existe esa convergencia que exige la participación. Esta “convergencia” puede darse

en forma concomitante al desarrollo mismo del hecho, o haberse dispuesto con

anterioridad, pero nunca con posterioridad. La adhesión posterior al hecho delictivo,

cuando concurren además otros requisitos que no vienen al caso mencionar, se

denomina en nuestro ordenamiento “encubrimiento” (Art. 277 del CP).

De acuerdo a lo dispuesto en el Art. 47 del CP –anteriormente transcripto- cada partícipe

responde por el hecho en el que quiso cooperar, es decir, que la convergencia se mide,

no con relación al delito realizado por el autor, sino por lo que cada partícipe hizo y quiso.

Ejemplo: Héctor y Pedro planifican matar a Marta; Héctor es el encargado de disparar

mientras Pedro despliega todos los otros pasos del plan; Héctor antes de disparar abusa

sexualmente de Marta; si ambos fuesen juzgados Pedro respondería por el delito en el

Comunidad de hecho.

Convergencia intencional.

que quiso participar (muerte de Marta, en carácter de coautor) y Héctor respondería

como coautor de la muerte de Marta y como autor de su violación.

Las características de la participación se reducen a cooperar o colaborar en un hecho

jurídicamente unitario y de forma intencional. En estos límites debemos analizar la

participación de cada uno de los partícipes de acuerdo a nuestra clasificación legal, es

decir, autor, coautor, instigador, partícipe primario o secundario. Es importante señalar

además que nuestra ley establece un castigo diferenciado entre las distintas categorías

de participe, no obstante, esta diferencia punitiva es parcial ya que solo los cómplices o

partícipes necesarios se benefician con una reducción en la escala penal aplicable al

delito ante el caso concreto. Será entonces el juez quien estará a cargo de establecer la

medida de pena correspondiente a cada partícipe, aunque la escala penal en abstracto

sea idéntica por ejemplo para un partícipe necesario que para un autor.

rreductibilidad.

Criterios sostenidos para definir la autoría y para


distinguirla de la participación:

1) Concepto unitario de autor; 2) Teorías diferenciadoras: a) Teoría subjetiva;

b) Teoría formal-objetiva; c) Teoría material-objetiva; d) Teoría del dominio de

hecho; y e) Teoría funcionalista.

1) Concepto unitario de autor: esta postura teórica no distingue entre autoría y

participación. Todos los que participan en un hecho delictivo son autores del mismo.

2) Teorías diferenciadoras:

a) Teoría subjetiva. Íntimamente vinculada a la concepción causa de la

equivalencia de las condiciones –como un intento limitador-, sostiene que es autor quien

contribuye causalmente al hecho, y carecerá de tal carácter, el que aporte o contribuye al

hecho pero en forma no causal. Sostiene Núñez que esta teoría se mantiene

fiel al principio de la equivalencia causal de los aportes en cuanto objetivamente no

distingue entre el valor del aporte hecho por el autor y el hecho por el cómplice. La

distinción se realiza subjetivamente, teniendo en cuenta la dirección de sus voluntades: el

autor quiere el hecho como propio, el cómplice quiere el hecho ajeno.

b) Teoría formal-objetiva: la teoría formal objetiva considera autor a quien

desarrolla o ejecuta por si mismo las acciones típicas, total o parcialmente. Es autor

el que realiza el tipo, y cómplice el que presta un auxilio o coopera para que el autor

logre esa ejecución.

c) Teoría material-objetiva: esta teoría no toma en cuenta la forma del aporte a los fines

de distinguir cómplices de autores, sino su valor en sentido de importancia.

d) eoría del dominio de hecho o final-objetiva: teoría desarrollada en forma

exponencial por Welzel, transformada y adaptada por Claus Roxin, quien la elevó a

un nivel superlativo. Es autor para esta teoría el que dominaba finalmente la

ejecución del hecho. En palabras de Welzel, citado por Núñez, sólo es “señor” sobre la

realización del tipo aquel que conduce -consciente del final- el acontecer

causal en dirección al
resultado. Autor es en definitiva, no sólo quien ejecuta el hecho, sino también quien lo

planea y tiene una posición dominante y decisiva en el iter criminis1.

Esta teoría fue analizada por Cámara Federal que tuvo oportunidad de juzgar a los

comandantes del llamado “Proceso de reorganización Nacional” (causa nº 13, 9 de

diciembre de 1985). Veamos cómo analizaron estos jueces la responsabilidad penal de

los militares y su participación en los hechos que se les imputaban:

“[…] corresponde esclarecer, en primer lugar, cuáles son los criterios usuales para

distinguir entre las personas que intervengan en el delito, y luego determinar las normas

de derecho positivo que resultan de aplicación al caso.

a) La tesis del concepto único del autor, según la cual toda contribución causal al

resultado típico importa autoría (seguida por el art. 110 del Código Italiano), no encuentra

en la actualidad adherentes, pues se está de acuerdo en la necesidad de diferenciar el

papel que cumplen las personas que concurran a la comisión de un delito. En este

sentido, se separan los roles que se entienden centrales (autor y coautor), de los que se

consideran accesorios de éstos (cómplices o instigadores).

Partiendo de la idea de que era posible seleccionar en el plano causal, dentro de todas

las condiciones del resultado la que lo había "causado", aparecieron en el siglo pasado

distintas teorías que sostenían que autor era el que había puesto la "causa", mientras que

el partícipe sólo había colocado una "condición". Estas teorías reconocen una naturaleza

objetiva-material, pues analizan aspectos externos de la conducta sobre la base de

criterios materiales.

Sucedió a estas concepciones la llamada teoría formal-objetiva, que ve como autor a

quien ejecuta por sí mismo, total o parcialmente, las conductas descriptas en los tipos

penales; las demás personas que intervengan en el delito son sólo cómplices o

instigadores.

La denominada teoría subjetiva (largamente seguida por la jurisprudencia alemana)

intentó efectuar el deslinde entre autor y partícipe no ya por su aporte objetivo, sino por la
dirección de su voluntad. Será así autor quien obre con "animus autoris" y partícipe el que

lo haga con "animus socii".

Todas estas teorías han sido objeto de graves críticas. Respecto de las antiguas

materiales-objetivas, pese a que tuvieron gran influencia en muchos códigos penales, se

las ha desechado por su indeterminación e imprecisión acerca de que debía entenderse

por causa del resultado2.sin que la alusión a ciertas expresiones como "eficaz",

"inmediata", "directa", "hábil", ayudara a superar el obstáculo. La forma-objetiva, que tuvo

muchos seguidores en sus inicios, ha sido descartada ante la incapacidad en que se

encuentra para fundar razonablemente los casos de autoría mediata, es decir cuando

alguien se vale de otra persona -que actúa como instrumento- para realizar la acción

típica, y aquéllos supuestos de coautoría por división de funciones en los que alguno de

los concertados no ejecute actividad típica. Por último, Ia teoría subjetiva ha sufrido

importantes objeciones, al considerarse que importa una extensión indebida del concepto

de autor que afecta la función de garantía del tipo penal, dado que la sola actividad

interior del autor no puede sustituir la realización de la acción ejecutiva del delito.3

Puede hoy considerarse dominante en doctrina la concepción del dominio del hecho,

como idóneo para caracterizar al autor. Prescindiendo de sus antecedentes (Hegler,

1 Vidal Humberto, “Derecho Penal – Parte General”, pág. 411.

2 Gimbertnat Ordeig, Enrique "Autor y cómplice en el derecho penal", Madrid 1966, pág. 115 y
sigts.

3 v. entre muchos, Jescheck, Hans Heinrich "Tratado de Derecho Penal" trad. Mir Puig y Muñoz
Conde,

Barcelona 1981, vol. II, pág. 896; Bacigalupo, Enrique "Manual de Derecho Penal", Bogotá
1984, pág. 183).

Bruns, von Weber, Schmidt) se indica a Hans Welzel como quien desarrolló más

firmemente su contenido4. Autor es, según Welsel, aquél que mediante una conducción

consciente del fin, del acontecer causal en dirección al resultado típico, es señor sobre la

realización del tipo5, quien dolosamente tiene en sus manos el curso del suceso típico,

esto es, no la voluntad del dominio del hecho, sino el voluntario moldeado del hecho6
En la República Argentina, si bien un número importante de autores siguió los

lineamientos de la teoría formal-objetiva en materia de autoría7, se advierte un notable

giro de la doctrina más moderna hacia la teoría del dominio del hecho lo que permite

suponer su definitiva aceptación, especialmente en punto a la autoría mediata.8

Luego concluyen los magistrados –en cuanto al tema que aquí interesa- de la siguiente

forma:

En efecto, si bien se ha objetado a la autoría mediata por entender que supone una

extensión del concepto legal de autor que choca contra el dogma de la legalidad de la

incriminación (v. Fernández de Moreda, Francisco Blasco "Problemas básicos de la

participación y de la autoría..." en Jornadas Internacionales de Derecho Penal "Actas,

Relatos, Ponencias y Conclusiones", Bs. As. 1973, pág. 229), la doctrina argentina

corriente admite esta forma de participación sin vacilaciones9, incluyéndola en la primera

parte del art. 45 del Código Penal cuando se refiere a los que "tomasen parte en la

ejecución del hecho", argumentándose que la eliminación del requisito de tomar parte

"directa" (como lo exige el art. 14, inc. 1º, del Código Español y lo hacía el art. 21, inc. 1º,

del Código de 1886) determina que puedan realizarse actos ejecutivos por medio de

otro.10

Sin embargo, del estudio de los antecedentes históricos del citado art. 45 se desprende

que la autoría mediata encuentra alojamiento en otra parte de la misma disposición, que

le brinda mejor sustento dogmático.

El Proyecto de Carlos Tejedor (Bs. As. 1866, tomo I, pág. 35 y sgts.) consideró autores

principales a quienes ejecutaran el delito directamente por su propio hecho, a los que

prestaran un auxilio o cooperación al ejecutor sin el cual el hecho no habría podido tener

lugar, y a quienes determinan a otro a cometer y consumar el crimen o delito (art. 1º del

Título 4º). A los dos primeros los denomino autores directos y a los últimos, autores

indirectos, explicando en el artículo 2º del mismo Título que eran aquellos que habían

determinado al autor material a ejecutar el hecho o confirmado en la resolución ya


adoptada, por medio de consejos formales, comisión, promesa de recompensa, dádivas,

4 (conf. Roxín Claus "Täterschaft und Tätherrschaft", 1975, pág. 60 y sigts.)

5 (conf. "Derecho Penal Alemán", trad. Bustos Ramírez Yáñez Pérez, Santiago 1970, pág. 143)

6 (conf. Maurach, Reinhart, trad. Córdoba Roda, Barcelona 1962, T.II pág. 343).

7 (v. Soler, Sebastián, "Derecho Penal Argentino", Bs. As. 1978, t.II, pág. 244; Núñez, Carlos
"Derecho Penal

Argentino", Bs. As. 1960, t. II, pág. 280; Fontán Balestra, Carlos "Tratado de Derecho Penal",
Bs. As. 1966,

pág. 414; Jiménez de Asúa, Luis "La ley y el delito" Bs. As. 1980, pág. 501; Terán Lomas,
Roberto "Derecho

Penal", Bs. As. 1980, t. II pág. 147; Fierro, Guillermo "Teoría de la participación criminal" , Bs.
As. 1964, pág.

211)

8 (conf Bacigalupo, Enrique "La noción de autor en el Código Penal" Bs. As. 1965, pág. 45;
Tozzini, Carlos "El

dominio final de la acción en la autoría y en la participación", en Revista de Derecho Penal


Criminología 1968

Nº 3, pág. 81; Herrera, Lucio Eduardo, "Autoría y participación", en Revista de Derecho Penal y
Criminología

1971, Nº 3, pág. 342; Sierra, Hugo M. "La autoria mediata", en La Ley 1978-B-789; Zaffaroni,
Eugenio

"Tratado de Derecho Penal" Bs. As. 1982, t. IV, pág. 305) […]”.

9 v. entre otros, Soler, Sebastián "Derecho Penal..."'cit. T. II, pág. 245; Núñez, Ricardo ob. cit.,
T. II, pág. 280;

Fontán Balestra, Carlos ob. cit., T. II, pág. 417; Fierro, Guillermo "Teoría de la participación..."
cit., pág. 216)

10 (conf. Herrera, Lucio Eduardo "La autoría mediata", en Jornadas Nacionales de Derecho
Penal,

Universidad de Belgrano 1973, pág. 36).

violencia, amenaza u orden, induciéndolo en error o aprovechándose del error en que se

hallaba.

Resulta claro que en esa enumeración se incluyen como autores no sólo al ejecutor y al
cómplice primario, sino también al instigador y al autor mediato. Tejedor sigue las ideas

de Feuerbach plasmadas en el Código de Baviera y las concepciones imperantes en esa

época respecto de la participación criminal.

Como se ha dicho anteriormente, durante el siglo XIX predominaron distintas teorías de

naturaleza material-objetiva, que partiendo de un punto de vista estrictamente causal

distinguen entre las condiciones que originan el resultado para seleccionar la que es

"causa" determinante, eficaz, directa o inmediata de éste. Dentro de una gran cantidad de

criterios mixtos, se suele mencionar11, a la teoría de la necesidad de la contribución

causal que diferenciaba entre participación principal y accesoria o secundaria, a la teoría

de la contemporaneidad que distingue entre la participación previa, coetánea y

subsiguiente al hecho, y la teoría de la causalidad física o psíquica.

A grandes rasgos, puede decirse que en general se hablaba de quienes eran causa

directa del hecho, esto es, los que contribuían de modo inmediato o eficaz y que eran

considerados autores principales, de quienes sólo concurrían de manera indirecta al

hecho, que eran llamados cómplices. A su vez, los autores principales comprendían a los

ejecutores, a los cooperadores necesarios y a los provocadores, inductores, o

determinadores. Estos últimos eran la causa moral del delito a través de la orden, el

consejo, el mandato, el engaño, etc. En esta categoría de autores morales se incluían los

actuales supuestos de instigación y de autoría mediata.12

Como se ha visto, Carlos Tejedor no era ajeno a estas ideas13 y tampoco lo fueron el

Proyecto de Villegas, Ugarriga y García (Bs. As. 1881, art. 16), y el Código Penal de 1886

que en su art. 21 disponía: "Se consideran autores principales: 1º) el que ejecuta el delito

directamente por su propia acción; 2º) el que antes o durante la ejecución, presta al

ejecutor con el intento de asegurar la consumación del delito, un auxilio o cooperación,

sin los que el hecho no habría podido tener lugar; 3º) el que con voluntad criminal

determina al autor material a ejecutar el hecho, sea por medio de consejos, orden,

comisión, promesa de recompensa, dádiva, violencia irresistible física o moral, o sea


induciéndolo intencionalmente en error o confirmándolo".

Este texto legal sigue las corrientes legislativas de la mayoría de los Códigos de la época,

en cuanto a considerar autores al ejecutor, al cooperador necesario y al determinador o

inductor, y a incluir en esta categoría, como ya se ha dicho, a supuestos de autoría

mediata. En tal sentido, pueden citarse al Código Español de 1822 (art. 13) y al de 1848,

1850 y 1870 (art. 13); al de Austria de 1852 (parágrafo 5º); al de Bélgica de 1867 (art.

66); al de Méjico de 1872 (art. 49); al de Perú de 1873 (arts. 12 y 13); al de Chile de 1874

(art. 15); al de Paraguay de 1880 (arts. 31 y 34); al de Portugal de 1886 (arts. 20 y 21); al

de Uruguay de 1889 (art. 21); al de Brasil de 1890 (art. 18) y al de Colombia de 1890

(art.22)… De lo hasta aquí expuesto, pueden sentase dos conclusiones. Una, que el

sistema, siguiendo el criterio imperante, incluía en el concepto de autor al cómplice

primario y al determinador. La otra, que esta última categoría comprendía no sólo al

instigador sino también a supuestos de autoría mediata.

11 (v. Roxin, Claus "Täterschaft...", cit., pág. 38 y sgts.),

12 (v. Rossi, Pellegrino "Tratado de Derecho Penal", trad. Cayetano Cortés, Madrid 1839, pág.
163 y sgts.;

Carmignani, Giovanni "Elementos de Derecho Criminal", trad. Otero, Bogotá 1979, pág. 100 y
sgts.; Pessina,

Enrique, "Elementos de Derecho Penal", trad. González del Castillo, Madrid 1936, pág. 486 y
sgts.; Pacheco,

Francisco ob. cít, T. I, pág. 258 y sgts.; Azcutía, Manuel "La Ley Penal", Madrid 1876, pág. 274 y
sgts.;

Groizard y Gómez de la Serna, Alejandro "El Código Penal en 1870", Madrid 1902, T. I, pág 589
y sgts.)

13 (v. también "Curso de Derecho Criminal", cit., pág. 25 y sgts.)

Buena prueba de ello, son las propias palabras de Rodolfo Moreno (h), comentando el

actual art. 45 del Código Penal cuando sostiene: "el código antiguo admitía, como todas

las leyes, el principio del artículo que considera autor del delito al que dispone su

consumación sin participar en su materialidad pero siendo el eje alrededor del cual se
produce; y al referirse al que determina a otro señalaba los diferentes medios que podían

usarse para tal determinación. Hablaba así de consejo, orden, comisión, promesa de

recompensa, dádiva, violencia irresistible física o moral, inducción en error y confirmación

en el mismo. El código ha suprimido las enumeraciones que son innecesarias, desde que

el concepto genérico es bien claro"14

Las primeras interpretaciones del Código vigente siguieron este rumbo, entendiendo que

en la última del art. 45 se hallaban los distintos modos de determinar a un tercero -

dádivas, consejos, mandato, orden, error, etc15, clasificando a los autores en materiales -

ejecutores y cooperadores- y morales -determinadores-16, y afirmando que el legislador

había suprimido las enumeraciones casuistas del art. 21 del Código de 188617 Los

antecedentes reseñados resultan elocuentes en demostrar que la expresión "determinar a

Acudimos al auxilio de Bacigalupo que en un artículo19 que ya comentamos en el

desarrollo del presente manual señalaba: a partir de 198320 hacen su aparición en la

dogmática nuevas concepciones de la posición de garante. Indica que hasta la fecha en

que entraron en discusión las teorías finalistas, la base teórico-normativa de la teoría del

hecho punible se limitaba a la comprobación de que las normas se manifestaban en

prohibiciones y mandatos21. Indica “[…] Jakobs22 propone distinguir, además de la acción

y la omisión, otros dos fundamentos, concurrentes con los anteriores, de la

responsabilidad penal: la responsabilidad por la propia organización, como contrapartida

del derecho a la libertad que el Estado garantiza, y la responsabilidad proveniente del

incumplimiento de deberes institucionales, impuestos a los ciudadanos por el Estado. La

contrapartida de la libertad son los deberes negativos, no dañar a otro (neminem laede);

los deberes emergentes de las instituciones son deberes positivos, que imponen una

prestación en beneficio de la sociedad fundamentada en la solidaridad23. Por instituciones

se entienden las fuentes de deberes que son determinantes para la identidad de la

sociedad. Son elementos de la configuración de la sociedad, junto a la responsabilidad

14 (ob. cit., pág. 36).


15 (v. González Roura, Octavio "Derecho Penal", Bs. As. 1922, T. II, pág. 150),

16 (conf. Malagarriga, Carlos "Código Penal Argentino" Bs. As. 1927, T. I, pág. 316)

17 (conf. Ramos, Juan P. "Curso de Derecho Penal", Bs. As. 1928, T. IV, pág 473).

18 (conf. Zaffaroni, Raúl E. "Tratado de Derecho Penal", Bs. As. 1982, T. IV, pág. 296 y sgts.),

19 Bacibalupo, Enrique, ¿Subsistirá la teoría del delito actual? (Universidad de Córdoba,


Argentina, 13 de

junio de 2007), Enrique Bacigalupo, Catedrático de Derecho Penal Magistrado del Tribunal
Supremo de

España.

20 Es la fecha de la publicación de 1ª edición del Strafrecht de Jakobs.

21 Armin Kaufmann, Die Dogmatik, p. 3; Lebendiges und Totes in Bingings Normentheorie,


1954, p. 103;

sobre la tesis de Kaufmann, A. Hoyer, Strafrechtsdogmatik nach Armin Kaufmann, 1997, p. 364
y ss.

22 Loc. cit. p. 220. Ver también: M. Pawlik, Das unerlaubte Verhalten beim Betrug, 1999.

23 Confr. G. Jakobs, loc. cit. p. 783. J. Sánchez-Vera, loc. cit.

otro" tiene un alcance más vasto que la mera instigación18, y que resulta un

sustento dogmático mucho más firme de la autoría mediata que la primera parte del art. 45

[…]”.

e) Teoría funcionalista: los distintos autores que se encuentran reunidos en la llamada

corriente funcionalista han elaborado una forma distinta de

valorar la

participación criminal. Este concepto funcional de autoría incorpora el

concepto de “competencia”, puede verse en los delitos de “infracción a un deber”.

basada en el simple abuso de la libertad24. … en una sociedad basada en el libre

desarrollo de personalidad, la libertad sólo puede ser limitada legítimamente de dos

maneras diversas: por un lado a través del deber general de garante que surgen como

contrapartida de la libertad, que se extiende hasta donde comienza el derecho de los

otros, y, por otro lado, mediante deberes de garante que surgen de la posición jurídica del
sujeto en el marco de una institución y que limitan la libertad por razones de solidaridad.

Esta diversa configuración de los deberes tiene consecuencias dogmáticas que se

manifiestan, en primer lugar, en la noción de autoría. En los delitos de abuso de la

libertad, que infringen el neminem laede la autoría se define por el dominio del hecho

(dominio de la propia organización, es decir de la forma en la que el autor se relaciona

con el mundo de los demás), se trata de delitos de dominio. En los delitos de

incumplimiento de deberes institucionales la autoría se define por la infracción del deber:

son delitos de infracción de deber25. Ambas categorías deben tener un régimen especial

de accesoriedad: mientras en los delitos de dominio la participación es accesoria del

hecho del que obra con dominio del hecho, en los delitos de infracción de deber la

participación es accesoria del hecho del titular del deber que lo infringe, aunque éste no

tenga el dominio del hecho que produce materialmente el resultado26. En segundo lugar

la distinción entre delitos de dominio y delitos de infracción de deber implica una

diferenciación de las fuentes de los deberes en los delitos de omisión. En estos delitos la

responsabilidad se configura restrictivamente: requieren un fundamento jurídico especial,

es decir, un expreso mandato de acción. Estos mandatos de acción también deben ser

distinguidos según que sean consecuencia del neminem laede o de la solidaridad. En

todo caso, la responsabilidad, por acción o por omisión, tiene un mismo fundamento

jurídico; que quien tiene la obligación jurídica de alimentar a otro tenga prohibido quitarle

los alimentos o esté obligado a proporcionárselos, “no es una cuestión del fundamento

jurídico, sino un estado casual de la exterioridad de las cosas”27. Los deberes de actuar

que provienen del neminem laede no se fundamentan en la solidaridad, sino, como en

los delitos de dominio, en la consideración y el respeto que merecen las otras personas28.

Por consiguiente, en el ámbito de los delitos de dominio los deberes de actuar surgen,

por un lado, del deber general de evitar o de controlar peligros generados por los objetos

propios, las propias empresas etc. (se trata de deberes generales de seguridad de los

bienes ajenos en las relaciones con otros sujetos de derecho). Por otro lado, el deber de
actuar se fundamenta en la ingerencia, es decir en la obligación que genera haber creado

con la propia conducta un peligro para bienes ajenos29. No todas las instituciones en un

sentido jurídico corriente fundamentan imperativos cuya infracción da lugar a delitos de

infracción de deber. Aquí se señalan en primer término los deberes estatales, algunos de

los cuales tienen cierto paralelismo con el neminem laede, es decir con el cuidado que el

que ejerce las funciones del Estado debe observar respecto de los bienes ajenos. Pero,

en general se trata de deberes de garantía de la institución, por ejemplo, la justicia, en

cuyo ámbito destacan deberes como los que fundamentan el delito prevaricación.

Asimismo se consideran en este ámbito los deberes recíprocos que caracterizan la

24 Confr. G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung von Tun und Unterlassung, 1996, p. 32,
entre otras publicaciones del

autor. Similar es el esquema normativo propuesto por U. Kindhäuser, Strafrecht, BT II, 1, 1998,
p. 33 y ss.

25 La categoría de los delitos de infracción de deber ha sido formulada por primera vez por C.
Roxin, Täterschfat und

Tatherrschaft, 1ª edición 1963. 2ª edición 1967, p. 352 y ss. Roxin definió los delitos de
infracción de deber como aquellos

que los que el tipo penal contiene la infracción de un deber extra-penal. Jakobs por el
contrario, los define como delitos en

los que el autor infringe un deber institucional, independientemente de la estructura del tipo
(confr. Sánchez-Vera, loc. cit.

p. 27 y ss., 37 y ss; S. Bacigalupo, loc. cit.)

2626 Confr. S. Bacigalupo, loc. cit.

27 G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung…, p. 37.

28 Confr. G. Jakobs, Strafrecht, cit. p. 782 y 783.

29 Ibidem, p. 802 y ss.

relación padres e hijos y los casos de relaciones basadas en una especial confianza.

Entre estas cuenta ejemplificativamente la relación del médico y su paciente, así como

casos en los que rige un mandato de “comportamiento conforme al rol”30 […]”.

30 G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung…, cit. p. 35.


Autoría y participación en el código penal argentino. El

autor: análisis de la fórmula legal.

Del ya transcripto art. 45 del CP se puede determinar indirectamente el

concepto de autor, de autor mediato, y directamente el de coautor.

En el marco de la teoría del dominio del hecho, distinguiremos tres tipos de

autoría: 1) autor directo: si el dominio del hecho es completo; 2) coautoría: si el

dominio del hecho es funcional; 3) autor mediato: si el dominio que se tiene es sobre la

voluntad de otro.

Autoría directa o individual. Concepto: Autor directo es el que comete el

hecho por si mismo, el que desarrolla la conducta típica, el que realiza el tipo penal.

Coautoría. Concepto. Requisitos subjetivos y objetivos : son

considerados coautores los que de común acuerdo ejecutan el tipo de forma

tal que poseen conjuntamente el imperio del hecho.

Autoría mediata. Concepto. Supuestos : en estos supuestos el sujeto que

realiza la conducta típica funciona en realidad como una herramienta de otro que lo

dirige. Este “otro” que dirige la acción del “autor inmediato” domina su voluntad.

Supuestos admitidos por la doctrina:

a) Instrumento que obra sin dolo . En estos casos se aprovecha el autor

mediato aprovecha o provoca el error de su ejecutor. Ejemplo: Juan le pide a Carlos

que le traiga su billetera que había olvidado en su auto, señalándole un vehículo que

estaba a escasos metros. Carlos accede y le trae la billetera del automóvil,

siendo que en realidad era el auto de Manuel quien se vio desapoderado de

su dinero y documentos. Si el error de Carlos era “vencible” responderá

penalmente si el delito está previsto en forma culposa (el hurto no lo está). Si el error

es inevitable no será responsable.

b) Instrumento que obra lícitamente . En estos casos el instrumento obra

lícitamente, pero desconociendo todas las circunstancias del hecho que si


conoce el autor mediato.

c) Instrumento que actúa bajo coacción . En estos casos el instrumento obra

en forma dolosa ya que conoce los elementos del tipo objetivo de la conducta que

está desarrollando, y además, cuenta con la posibilidad de obrar de otra

manera (conforme a derecho). Otros autores sostienen que existe autoría

mediata cuando el autor material, por su incapacidad delictiva, ignorancia o

error, no comprende la criminalidad del acto o si la comprende, se

encuentra dominado por fuerza física o moral (Núñez).

d) Instrumento que actúa sin culpabilidad

d-1) Instrumento inimputable: el instrumento es inimputable, no tiene

capacidad de culpabilidad. En nuestro ordenamiento los menores de 16 años, y

cuando concurren en el sujeto alteraciones morbosas de sus facultades

mentales o insuficiencia de las mismas.

d-2) Instrumento que actúa en error de prohibición: en estos casos el autor

obraría dolosamente, pero desconociendo la prohibición de su acción. Ejemplo: Juan

recibe en su hogar a través de un programa de intercambio a un muchacho europeo,

Kevin, quien debía cursar un semestre en nuestra universidad. Juan, aprovechando que

Kevin estaba acostumbrado al libre consumo de estupefacientes, le pidió que le

sembrara y cultivara plantines de marihuana en su dormitorio, argumentando que en el

de él no había lugar. Kevin accedió sin problemas y le expuso que ya había

abandonado el consumo, pero no obstante, por agradecimiento, cultivaría para su

amigo. A los tres meses, Kevin es descubierto y detenido por “Cultivo de

estupefacientes” (art. 5to. de la Ley 23.737), mientras Juan fumaba tranquilamente

marihuana en la casa de su novia a pocas cuadras del lugar. Kevin conocía

perfectamente lo que estaba haciendo, pero no conocía que estaba prohibido (error

de prohibición), actuó por y para Juan (más allá de que su error fuese vencible o

invencible, ya que el “cultivo de estupefacientes” culposo no está previsto en


nuestro ordenamiento).

e) Instrumento que obra dentro de un aparato de poder. Esta teoría es de suma

utilidad para explicar cómo funcionan las grandes organizaciones criminales, cómo es su

estructura, qué roles o funciones cumple cada uno de los engranajes de esta

maquinaria delictiva. Los sujetos que forman parte de esta maquinaria lo hacen

con conocimiento, y son reemplazables (fungibles), sin necesidad de que ello

obligue a realizar un cambio o modificación en la planificación. Se asemeja a un

repuesto dañado de una máquina, simplemente se lo retira y se inserta uno

nuevo. Esta teoría fue desarrollada por Claus Roxin y se aplicó a distintos

supuestos de organizaciones criminales que operaban desde el estado como

“aparato organizado de poder”. El “dominio del hecho” estaría en manos de

los miembros de la organización que están encargados de su dirección (autores

mediatos), actuando a través de los inmediatos.

Muñoz Conde, comentando la tesis de Roxin señala “[…] Para resolver este problema

y en relación concretamente con los crímenes contra la humanidad y genocidios

cometidos por los miembros, altos cargos y funcionarios del aparato de

poder del Gobierno nacionalsocialista alemán en el período de 1993 a 1945, Claus

Roxin desarrolló en 1963 (3) una sugestiva teoría, conforme a la cual podía

fundamentarse una autoría mediata de quienes, sin haber intervenido directamente

en la ejecución de tan horribles hechos, dominaban su realización sirviéndose

de todo un aparato de poder de organización estatal que funcionaba como una

máquina perfecta, desde la cúpula donde se daban las órdenes criminales, hasta los

meros ejecutores materiales de las mismas, pasando por las personas intermedias

que organizaban y controlaban el cumplimiento de estas órdenes… Es

ciertamente anómalo considerar como autoría mediata estos casos de "autor tras

el autor" (4), pero Roxin le da a su tesis una convincente fundamentación, que ha hecho

que su posición no sólo haya sido aceptada por muchos otros autores que le han
seguido tanto en Alemania, como fuera, sino también por los Tribunales de otros

países y concretamente en Alemania por el Tribunal Supremo de aquel país que en

una sentencia trascendental (5) se sirvió de esta teoría para fundamentar la

responsabilidad de los Altos Cargos del Gobierno de la antigua República Democrática

Alemana por los disparos realizados en el Muro de Berlín por los Guardias Fronterizos

contra las personas que intentaron pasar a la República Federal de Alemania. También en

Argentina, la Corte Suprema se sirvió de esta teoría de Roxin para fundamentar la

condena de los Generales de la Dictadura de Videla que dirigieron y organizaron las

ejecuciones y "desapariciones" de tantos miles de ciudadanos argentinos, por más

que después una discutida Ley de Punto Final dejara sin efecto dichos condenas,

que ahora vuelven a actualizarse contra

Videla por el secuestro de los hijos de los "desaparecidos" y asesinados durante aquel

terrible período de la vida aquel país hermano. En este caso, tampoco se puede decir que

Videla o sus secuaces llevaran a cabo personalmente esos secuestros o los asesinatos

que, sin duda, ejecutaron materialmente otros, pero, con una fundamentación o con otra,

lo que nadie discute es que también deben ser considerados los principales responsables

y, por tanto, también, autores (mediatos o no) de tales hechos. Para Roxin, la clave que

sirve para fundamentar en estos casos la autoría mediata de los que están detrás de los

autores inmediatos o ejecutores materiales de los hechos, es la fungibilidad de los

mismos, ya que, en definitiva, se trata de personas carentes de autonomía, que ni

siquiera son conocidas personalmente por el que da las órdenes. Se trata, pues, de

meros ejecutores anónimos que si por cualquier motivo no quieren o no pueden realizar

en el caso concreto el hecho que se les ordena, pueden ser sustituidos por otros, sin que

por eso fracase el resultado final, que dominan otros, sean Eichmann, Hitler, Videla, o el

Sr. X de cualquier otro aparato de poder estatal o paraestatal […]”.

Roxin señala que “...mientras que normalmente un partícipe cae más y más al margen de

los acontecimientos, hasta quedar excluido de la autoría cuanto más lejos esté de la
víctima y los hechos inmediatos, sucede en estos casos –aparatos organizados de
poderexactamente

lo contrario, puesto que la pérdida en proximidad a los hechos por parte de

las esferas de conducción del aparato se ve compensada crecientemente en dominio

organizativo...” (Roxin, Claus, Voluntad de dominio de la acción mediante aparatos de

poder organizados, pub. en Doctrina Penal, Año 8, julio/setiembre de 1985 N° 31,

Depalma, p. 405).

Participación en sentido restringido.

Principios comunes: accesoriedad externa e interna.

Formas de complicidad. Complicidad necesaria o primaria.

Complicidad no necesaria o secundaria. Criterios de distinción.

a) Primaria (complicidad necesaria - : art. 45 del CP. Es autor primario o

necesario el que presta al autor una ayuda sin la cuál el delito no se podría

haber realizado.

b) Secundaria (complicidad no necesaria - : art. 46 del CP. Se define en forma negativa

y por contraposición al cómplice primario. Es autor secundario el que presta

cualquier tipo de cooperación que no sea primaria, aún la ayuda posterior al

hecho fundada en una promesa anterior. Su intervención no es necesaria para que el

hecho se desplegara tal como ocurrió.

Criterios de distinción. Remitimos en este punto a la bibliografía

obligatoria, página 541/543, acápite 3.2.3, lección 15, “Participación Criminal”.

Instigación: Concepto y elementos.

Instigador es quien determina a otro a cometer un delito. Es una persuasión subjetiva

desplegada por un tercero que logra dominar el ánimo de un tercero –autor material- a

los fines de que este concrete la realización del hecho. Se puede instigar directamente a

un tercero a cometer un delito, pero se señala que puede existir una “instigación en

cadena”, es decir, mediatos.

Remitimos en este punto a la bibliografía obligatoria, página 548, punto 6, lección 15,
“Participación Criminal”.

Problemas particulares de la participación.

El exceso del autor: art. 47 del código penal. El ordenamiento

nacional indica que la responsabilidad del cómplice se aplica o limita sólo en

razón al hecho que se comprometió a realizar. Remitimos en este

punto a la bibliografía obligatoria, página 546, acápite 5.2, lección 15,

“Participación Criminal”.

La comunicabilidad de las circunstancias personales: art. 48

del código penal. Remitimos en este punto a la bibliografía obligatoria, página

546/547, acápite 5.2, lección 15, “Participación Criminal”.

La participación en los delitos de omisión y en los delitos

culposos. Remitimos en este punto a la bibliografía obligatoria, página

547/548, acápite 5.3, lección 15, “Participación Criminal”.

Escalas penales para el autor y los partícipes.

TEXTO: TITULO IX - CÓDIGO PENAL:

TITULO IX

CONCURSO DE DELITOS

ARTICULO 54.- Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará

solamente la que fijare pena mayor.

ARTICULO 55.- Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una

misma especie de pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y

como máximo, la suma aritmética de las penas máximas correspondientes a los diversos

hechos.

Sin embargo, esta suma no podrá exceder de (50) cincuenta años de reclusión o prisión.

(Artículo sustituido por art. 1° de la Ley N° 25.928 B.O. 10/9/2004)

ARTICULO 56.- Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con


penas divisibles de reclusión o prisión se aplicará la pena más grave, teniendo en cuenta

los delitos de pena menor.

Si alguna de las penas no fuere divisible, se aplicará ésta únicamente, salvo el caso en

que concurrieren la de prisión perpetua y la de reclusión temporal, en que se aplicará

reclusión perpetua. La inhabilitación y la multa se aplicarán siempre, sin sujeción a lo

dispuesto en el párrafo primero.

ARTÍCULO 57.- A los efectos del artículo anterior, la gravedad relativa de las penas de

diferente naturaleza se determinará por el orden en que se hallan enumeradas en el

artículo 5º.

ARTICULO 58.- Las reglas precedentes se aplicarán también en el caso en que después

de una condena pronunciada por sentencia firme se deba juzgar a la misma persona que

esté cumpliendo pena por otro hecho distinto; o cuando se hubieren dictado dos o más

sentencias firmes con violación de dichas reglas. Corresponderá al juez que haya

aplicado la pena mayor dictar, a pedido de parte, su única sentencia, sin alterar las

declaraciones de hechos contenidas en las otras.

Cuando por cualquier causa la justicia federal, en autos en que ella haya intervenido, no

pueda aplicar esta regla, lo hará la justicia ordinaria nacional o provincial que conoció de

la infracción penal, según sea el caso.

Nota: El autor de la lección –autoridad en el tema- y director de la obra, realizó gráficos y

esquemas que permiten al alumno comprender acabadamente la temática sin necesidad

de aclaraciones o agregados. No obstante ello, se incorporan al presente conceptos

simples y acotados a los fines de facilitar el estudio. No obstante ello, resulta fundamental

consultar el texto obligatorio “Derecho Penal – Parte General”, Carlos Lascano (h),

Director, pág. 549/581.

La teoría del concurso de delitos encuentra justificación no bien se toma contacto con los

hechos tal cual ocurren en la realidad. Es decir, si nos salimos del análisis teórico o de

laboratorio que venimos desarrollando a los fines de comprender acabadamente la


sistemática o método de análisis, comprenderemos que comúnmente pueden concurrir

varias conductas, o una misma conducta puede adecuarse a más de una figura delictiva,

etc. (complementar texto obligatorio “Derecho Penal – Parte General”, Carlos Lascano

(h), Director, pág. 549/553).

Esta teoría abarca o comprende al “concurso de tipos”, al “concurso ideal o formal de

delitos”, al “concurso real o material de delitos”, y al “delito continuado” (texto obligatorio

página 553/554).

Ver desarrollo en el texto obligatorio página 555/557. Prestar especial atención a la

diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí expuesto.

Necesidad y justificación de la teoría del concurso de

delitos.

Categorías que comprende.

Unidad y pluralidad de hechos: criterios de determinación.

Unidad delictiva. Concurso de tipos: Concepto.

Clases.

El concurso de tipos penales tiene lugar cuando un hecho encuadra al mismo tiempo y

de manera no aparente en varios tipos penales que entran en conflicto entre sí. Estos

tipos penales al tener elementos comunes generan superposición de “espacios típicos”.

El tipo penal que abarca la conducta o hecho en forma completa desplaza al tipo penal

que la abarca en forma parcial. Existen tres tipos de “clases” de relaciones entre tipos

penales.

Especialidad.

a) Especialidad: un tipo genérico es desplazado por uno específico aún cuando poseen

un núcleo común debido a que el segundo describe el comportamiento con más detalle

que el primero.

Implicación.

b) Implicación: esta relación se da cuando un tipo implicante contiene necesariamente a


otro (implicado). El primero desplaza al segundo (ej. robo-daño).

Absorción.

c) Absorción: el tipo absorbente desplaza al tipo “absorbido” cuando aprehende al hecho

en análisis (ver texto obligatorio: página 560 a 561).

ARTÍCULO 5º.- Las penas que este Código establece son las siguientes: reclusión,

prisión, multa e inhabilitación.

Concurso ideal de delitos: Concepto.

La definición se desprende de lo dispuesto en el art. 54 del CP. Allí se señala que

“…Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará solamente la que

fijare pena mayor…”.

Ver desarrollo en el texto obligatorio página 563/569 Prestar especial atención a la

diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí expuesto.

Unidad de acción en sentido natural. Ver desarrollo en el texto obligatorio página

563/569 Prestar especial atención a la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí

expuesto.

Unidad de acción fundada subjetivamente. Ver desarrollo en el texto obligatorio página

563/569 Prestar especial atención a la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí

expuesto.

Unidad de fin, propósito o designio del autor. Ver desarrollo en el texto obligatorio

página 563/569 Prestar especial atención a la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí

expuesto.

eoría del nexo ideológico de medio a fin. Ver desarrollo en el texto obligatorio página

563/569 Prestar especial atención a la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí

expuesto.

Teoría del exceso de dolo. Ver desarrollo en el texto obligatorio página 563/569 Prestar

especial atención a la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí expuesto.

Unidad de hecho. Ver desarrollo en el texto obligatorio página 563/569 Prestar especial
atención a la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí expuesto.

Penalidad.

Nuestro sistema legal se adhirió al principio de absorción (art. 54 del CP). En caso de

concurrir concurso ideal, el juez deberá aplicar la pena mayor. Si las penas son de la

misma naturaleza, es la mayor la que tiene el máximo superior. Si los máximos son

iguales, la que posea un mínimo más elevado. Si coinciden ambos, máximo y mínimo,

será mayor la que sea conjunta.

Si las penas son de diferente naturaleza, será la mayor la más grave de acuerdo a lo

dispuesto en el art. 5to del CP.

Delito continuado. 20.2.3.1. Concepto.

El delito continuado se produce cuando a pesar de la pluralidad de conductas típicas,

ellas conforman una unidad jurídica desde el punto de vista penal. En estos supuestos el

sujeto realiza al mismo tiempo o en forma sucesiva varias conductas dependientes entre

si, y es por ello que jurídicamente, se las considera una sola (ver texto obligatorio

página 571/2).

El caso de pluralidad de hechos –pluralidad delictiva- responde al concurso real de

delitos. Ver desarrollo en el texto obligatorio página 576/577 Prestar especial atención a

la diferenciación -y cuadro ejemplificativo- allí expuesto.

Elementos: Pluralidad de hechos - Dependencia de los hechos entre sí - Sometimiento a

una misma sanción legal - Pluralidad de hechos - Dependencia de los hechos entre sí -

Sometimiento a una misma sanción legal.

Pluralidad de hechos. El autor debe cometer dos o más hechos, no continuos.

Dependencia de los hechos entre sí. Estos “varios” hechos deben concurrir o proseguir

con relación a una sola y misma delincuencia (homogeneidad delictiva). El ejemplo

clásico es el del ladrón que en roba un collar de perlas, de a una o varias, pero en forma

discontinúa (ver texto obligatorio página 573/4).

Sometimiento a una misma sanción legal. Para que concurra este requisito, la totalidad
de los hechos que componen la conducta deben merecer –entre otros- la misma

calificación legal (complementar con lo señalado en el texto obligatorio página

575, acápite 2.3.1.3).

Consecuencias jurídicas. Los hechos plurales son sancionados con una sola pena

(unidad de culpabilidad).

Pluralidad delictiva.

Concurso real de delitos. 4.20.3.1.1. Concepto.

Dispone el art. 55 del CP que “…Cuando concurrieren varios hechos independientes

reprimidos con una misma especie de pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo,

el mínimo mayor y como máximo, la suma aritmética de las penas máximas

correspondientes a los diversos hechos…”.

Elementos: Pluralidad de hechos.- Independencia de los hechos entre sí - Concurrencia

de los distintos hechos - Concurrencia simultánea.

Pluralidad de hechos. El mismo autor comete varios hechos –delitos-.

Independencia de los hechos entre sí. La conducta del autor se traduce materialmente

en varios hechos independientes entre sí. De esta forma, si se suprime cualquiera de

estos hechos materialmente distintos, el resto subsistiría (ver texto obligatorio, página

578).

Concurrencia de los distintos hechos. Puede ser simultánea o sucesiva (reiteración

delictiva).

Concurrencia simultánea. La concurrencia simultánea puede ser “real homogénea” o

“real heterogénea”.

Concurso real homogéneo. Se da cuando varios hechos independientes, realizados por

el mismo autor, contextual y jurídicamente iguales (coincidencia de

40.- En las penas divisibles por razón de tiempo o de cantidad, los tribunales fijarán la

condenación de acuerdo con las circunstancias atenuantes o agravantes particulares a

cada caso y de conformidad a las reglas del artículo siguiente.


41.- A los efectos del artículo anterior, se tendrá en cuenta:

1º. La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarla y la extensión

del daño y del peligro causados;

2º. La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la calidad

de los motivos que lo determinaron a delinquir, especialmente la miseria o la dificultad de

ganarse el sustento propio necesario y el de los suyos, la participación que haya tomado

en el hecho, las reincidencias en que hubiera incurrido y los demás antecedentes y

condiciones personales, así como los vínculos personales, la calidad de las personas y

las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor

peligrosidad. El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima

y de las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.

Se deben tener en cuenta las siguientes normas:

Art. 55.- Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma

especie de pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y como

máximo, la suma aritmética de las penas máximas correspondientes a los diversos

hechos.

Sin embargo, esta suma no podrá exceder de (50) cincuenta años de reclusión o prisión.

(Artículo sustituido por art. 1° de la Ley N° 25.928 B.O. 10/9/2004)

circunstancias de tiempo y lugar), encuadran en un mismo tipo penal (ver página 578,

texto obligatorio).

Concurso real heterogéneo. Se da cuando varios hechos autónomos se realizan en un

mismo contexto de tiempo y espacio, y al mismo tiempo, configuran o encuadran diversos

tipos penales que nada tienen que ver entre sí (ver página 578, texto obligatorio).

Concurrencia sucesiva. A su vez, esta puede ser de “reiteración homogénea” o

“heterogénea”.

Reiteración homogénea. Por no representar el tema del acápite ninguna dificultad, ver

texto obligatorio, página 579.


Reiteración heterogénea. Por no representar el tema del acápite ninguna dificultad, ver

texto obligatorio, página 579.

Enjuiciamiento en el mismo proceso judicial. Para que esto suceda no puede haber

existido juzgamiento sobre alguno de estos hechos materialmente independientes que

conforman el concurso (ver texto obligatorio, página 579).

Sistema de punición. En el concurso real, nuestro ordenamiento legal ha consagrado el

sistema de “pena única”.

La pena única fija una escala en abstracto a los fines de graduar el monto, todo ello en

base a los parámetros establecidos en los arts. 40 y 41 del CP.:

Art. 56.- Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con penas

divisibles de reclusión o prisión se aplicará la pena más grave, teniendo en cuenta los

delitos de pena menor.

Si alguna de las penas no fuere divisible, se aplicará ésta únicamente, salvo el caso en

que concurrieren la de prisión perpetua y la de reclusión temporal, en que se aplicará

reclusión perpetua. La inhabilitación y la multa se aplicarán siempre, sin sujeción a lo

dispuesto en el párrafo primero.

Art. 57.- A los efectos del artículo anterior, la gravedad relativa de las penas de diferente

naturaleza se determinará por el orden en que se hallan enumeradas en el artículo 5º.

Art. 58.- Las reglas precedentes se aplicarán también en el caso en que después de una

condena pronunciada por sentencia firme se deba juzgar a la misma persona que esté

cumpliendo pena por otro hecho distinto; o cuando se hubieren dictado dos o más

sentencias firmes con violación de dichas reglas. Corresponderá al juez que haya

aplicado la pena mayor dictar, a pedido de parte, su única sentencia, sin alterar las

declaraciones de hechos contenidas en las otras. Cuando por cualquier causa la justicia

federal, en autos en que ella haya intervenido, no pueda aplicar esta regla, lo hará la

justicia ordinaria nacional o provincial que conoció de la infracción penal, según sea el

caso.
Complementar con el desarrollo del acápite 3.4 “Sistemas de punición”, página 579/581.

Unificación de las penas.

Se establece en el art. 58 del CP el supuesto de unificación de penas impuestas a un

mismo sujeto, provengan de un juez provincial o nacional, y federal.

Texto:

Cometido el hecho delictivo, habiéndose determinado su tipicidad, antijuridicidad y

culpabilidad del imputado, corresponde al juez decidir si este será o no pasible de

sanción individual. Si el juez o tribunal de la causa determinan que corresponde aplicar

una pena, sentencia condenatoria mediante, se debe decidir el quantum que se aplicará,

monto que puede variar entre el mínimo y máximo establecido en la escala penal

establecida de manera abstracta por el legislador.

Para esto, para aplicar la norma penal general y abstracta al caso concreto, el Juez debe

tener en cuenta una serie de elementos. A este ejercicio se lo denomina individualización

judicial de la pena. La ley determina la pena (tipo y escala) y el juez la individualiza

(eligiendo tipo y monto).

Elementos a tener en cuenta a los fines de la individualización:

La información que surge de la causa; los elementos de prueba colectados en la

instrucción; la impresión que deja el imputado al momento de prestar declaración (ya sea

que declare o se abstenga de hacerlo -lo que comúnmente se denomina conocimiento

directo -de visu-); las pautas establecidas en el art. 41 CP; etc.

En este último sentido, la enunciación del art. 41 del CP no es taxativa, sino que existen

innumerables circunstancias que el Juez puede tener en cuenta (por ejemplo situación o

posición social, relaciones intersubjetivas, necesidades, estados de ánimo, etc.).

Individualización de la pena. Concepto.

Sistemas de determinación de la pena.

Este tema puede entenderse como “las tesis cronológicas relacionadas a la pena”,
es decir: conminación, individualización, y ejecución de la pena.

Ellos son:

Indeterminación legal absoluta: el juez solo declarara la culpabilidad del

imputado, mientras que la determinación final del monto de la pena se encuentra a

cargo de la autoridad penitenciaria que la fija teniendo en cuenta necesidades de

prevención especial. Ejemplo: una persona es condenada por el juez de

la causa como autor penalmente responsable del delito de homicidio. Luego,

la autoridad penitenciaria que está encargada de llevar adelante la ejecución de la

pena establece que por cuestiones de prevención especial -razones que tienen que

ver con la evitación de la reincidencia de ese condenado- corresponde que éste cumpla

una pena de prisión de quince años.

Determinación legal absoluta: aquí tampoco es el juez quien tiene a su cargo la

fijación de la pena, sino que éste se encuentra predeterminada por el

legislador para cada infracción. En este sistema, para cada tipo se

establece una pena previamente

ante el ordenamiento jurídico requiere culpabilidad”1.

Culpable –señala el autor- es aquel que pudiendo no se ha motivado ni por el deber

impuesto por la norma, ni por la amenaza penal dirigida contra la infracción a ella. La

culpabilidad es entonces consecuencia de la capacidad de motivarse por el derecho, sea

por el deber impuesto por la norma o por la amenaza de la pena. Los elementos que

1 Bacigalupo, Enrique, “Lineamientos de la teoría del delito”, 3era. Edición renovada y


ampliada, Ed.

Hammurabi, 1994, página 133 y ss.

determinada (no entre un mínimo y un máximo, ejemplo: de 3 a 10 años de prisión;

sino preestablecida: 3 años de prisión).

Indeterminación judicial relativa: el juez se limita a indicar un máximo y

un mínimo, pero sin cuantificarla concretamente. Es la administración carcelaria la que

fija el monto final mediante un proceso propio. Es el sistema del common law.
Ejemplo: una persona es condenada por el juez de la causa como autor

penalmente responsable del delito de homicidio. El juez establece que al

condenado le corresponde una pena de prisión de cinco a diez años. Luego

la autoridad penitenciaria que está encargada de llevar adelante la ejecución

de la pena

establece el monto definitivo que el acusado deberá cumplir, por ejemplo, siete

años de prisión.

Indeterminación legal relativa: es nuestro sistema, el juez determina entre un

máximo y un mínimo, la especie, duración y cantidad (caso de multa)

de pena. La decisión no debe ser arbitraria, debe estar fundada, es decir, el

juez o tribunal deben exponer los motivos, las razones, los elementos que se

tuvieron en cuenta a los fines de imponer el monto de pena escogido.

Criterios de determinación de la pena.

Culpabilidad: en realidad el texto obligatorio (“Derecho Penal – Parte General”,

Lascano…) trata a la culpabilidad de acuerdo al sistema positivista, es decir teniendo en

cuenta que en ella estarían contenidos el dolo y la culpa como formas de

culpabilidad. Para ser contestes con un criterio postfinalista, es decir el de la cátedra,

debemos aclarar que en estos sistemas, en el estadio de la culpabilidad solo nos

encontramos con la imputabilidad, ausencia de circunstancias concomitantes,

exigibilidad de una conducta alternativa conforme a derecho, elementos que en

definitiva concluyen en el juicio de reproche. A lo que Roxin agregaría

(en la supra categoría que

denomina “responsabilidad”), además de la culpabilidad, la necesidad de imposición

de pena por cuestiones de prevención. Recordemos que los elementos subjetivos

mencionados por el autor de la unidad, en un esquema posterior al finalismo, quedan

fijados en el segmento del tipo complejo (tipo subjetivo). Es decir si el autor obró en forma

dolosa o culposa, será objeto de análisis en el respectivo tipo doloso (de acción o de
omisión) o culposo.

No obstante ello, la culpabilidad sigue siendo un criterio de determinación de la

pena, pero en un sentido diferente. El monto de la pena deberá ser

proporcional a la culpabilidad del autor, deberá responder al grado de

responsabilidad a él atribuido, y a cuán reprochable haya sido su conducta o

modo de comisión u omisión del hecho, teniendo en cuenta el margen que tuvo

para poder determinarse conforme a la norma o sentido de la ley.

Señala Bacigalupo que “La comprobación de la realización de un hecho ilícito –típico

y antijurídico o no-justificado- y atribuible al autor no es todavía suficiente para

determinar la responsabilidad penal de éste. La responsabilidad, es decir, el tener

que responder

integran la capacidad, en lo que se funda la culpabilidad son: posibilidad de conocimiento

de la desaprobación jurídico-penal del acto; y la posibilidad de motivarse de acuerdo con

ese conocimiento.

Prevención:

El juez al momento de fijar la pena que impondrá al autor del hecho puede tener en

cuenta cuestiones que escapan a ese autor y a ese hecho en sí. En este sentido, la pena

puede estar compuesta por elementos de tipo preventivo –general-, en donde se intenta

enviar un mensaje al la sociedad. Este mensaje enviado a la sociedad puede tener la

finalidad de acallar el clamor social que un hecho (o un tipo de hechos o conductas)

generan en su seno.

La norma se dirige a los ciudadanos, pero según la concepción preventista que se tenga,

la misma tendrá como destinatarios a la sociedad en general, o a los autores o

potenciales autores de hechos delictivos.

Como ya lo pusiéramos de manifiesto, a partir de los años 70, con la obra de Roxin

"Derecho Penal y Política Criminal", se dio un resurgimiento de la prevención especial;

una perspectiva resocializadora que tuvo como principales destinatarios a quienes no


sabían convivir en sociedad. Roxin modificó el segmento de la “culpabilidad”,

incluyéndolo en una categoría que denominó “responsabilidad”. Los elementos de la

responsabilidad penal son:

1) La culpabilidad del sujeto comprende:

a) La posibilidad de conocimiento de la antijuridicidad: El sujeto realiza el injusto pese a

que podía ser alcanzado por el llamado de la norma.

b) La normalidad de la situación en la que se actúa: Ello supone que el sujeto posee

capacidad de autocontrol que le hace que fuera asequible una alternativa de conducta

conforme a derecho.

2) Necesidad preventiva de la sanción penal.

Una actuación culpable precisa de sanción penal también por razones preventivas.

Prevención General:

Prevención especial: Es otro criterio útil a los fines de graduar el monto de pena hecho
delictivo, e incluso es un criterio recibido por ley 24.660 de ejecución penitenciaria). La
diferencia es que –justamente- ésta última no está dirigida mensaje va hacia la sociedad, es
general. En tanto, dirigida específicamente contra el autor del hecho, sin puede verse
incrementada a los fines de impactar en el condenado. La pena entonces se vuelve un motivo
más infractor no vuelva a delinquir.

Integración de criterios: con este título se quiere señalar mencionados se conjugan en la


mente del juez al momento Merecimiento y necesidad de pena: merecimiento implica implica
merecimiento. Si una persona es merecedora de “imponerle pena”. A su vez, si existe la
necesidad de hecho

cometido –aunque parezca un trabalenguas-, es porque es merecedora de esa pena. En

realidad son criterios generales de interpretación.

Determinación de la pena en un caso real:

Tomemos contacto con la práctica en forma directa, y veamos cómo fijan en un caso real

el monto de la pena los jueces de una Cámara del Crimen de esta Provincia por un caso

de homicidio agravado por le vinculo, que presentaba complicaciones importantes. Las

complicaciones surgían en primer lugar porque se trataba de un caso en donde

participaban jurados populares, y en segundo lugar, porque la pena conminada es de

aquellas denominadas indivisibles (prisión o reclusión perpetua), presentándose en el


caso planteado como excesiva, aún cuando existían elementos suficientes que permitían

considerar al acusado como autor del hecho.2

Textual: “[…] A la tercera cuestión planteada, el sr. Vocal Dr. Nereo Héctor Magi, dijo: En

esta cuestión se toca la relación entre el delito y su consecuencia jurídica, la pena.

Entendemos que ésta no puede ser una venganza por el mal causado, sino que deberá

tener como fundamento y finalidad la prevención y la resocialización, pues esa es la

posición receptada por la Constitución Nacional y los Tratados internacionales que la

integran desde la reforma de 1994 (CN arts. 18 y 75 inc. 22). Expresamente el

denominado Pacto de San José de Costa Rica (art. 5 inc. 6to.) y el Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos (art. 10 inc. 3ro.), establecen que la finalidad esencial de la

pena, es la readaptación social de los condenados. Ello implica en palabras de Marcos

Salt (“Los derechos fundamentales de los reclusos en España y Argentina”, Ed. del

Puerto, 1999, p. 177) “una obligación impuesta al estado (“derecho” por lo tanto para las

personas privadas de su libertad) de proporcionar al condenado, dentro del marco del

encierro carcelario, las condiciones necesarias para un desarrollo personal adecuado que

favorezca su integración a la vida social al recobrar la libertad”. De allí que la tarea de

individualizar la pena sea quizás la más ardua y la que más dificultades plantea, porque

no se trata de cuantificar la cantidad de bienes jurídicos de los que habrá que privar al

penado, sino de establecer cual será el tratamiento resocializador al que debe

sometérselo. En ese sentido indica la Ley Penitenciaria (art. 1º) “Finalidad de la Pena”:

“La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene por

finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar la ley

procurando su adecuada reinserción social, promoviendo la comprensión y el apoyo de la

sociedad”. En función de lo expuesto se debe hacer alusión a un suceso que si bien no

está contemplado por la ley, no puede desecharse sin mayores argumentaciones, porque

proviene del sentido común y la firme convicción. En la deliberación, los diez jurados

populares (ocho titulares y dos suplentes), plantearon serios reparos -aún a sabiendas
que no era materia de su competencia- en relación a la pena de “prisión perpetua” para

los acusados de este hecho concreto. En sus frases más sentidas, hicieron conocer que

el “todo o nada” (pena de prisión perpetua pedida por el Fiscal o absolución solicitada por

la Defensa) repugnaba al sentido común y por ende a su condición de soberano. A su vez

se preguntaron cuales eran las razones por las que no había para esta causa, un mínimo

2 SENTENCIA NUMERO: 39, dictada el 02/11/07 en autos caratulados “BACHETTI SEBASTIÁN

ALEJANDRO Y OTRA p.ss.aa de Homicidio calificado por el vínculo " (Expte. letra “B” nº 135579,
año

2006, Secretaría Nº 21), radicados en esta Excma. Cámara Undécima en lo Criminal, bajo la
Presidencia del

Dr. Nereo Hector Magi, e integrada por los Sres. Vocales Dres. Graciela Bordoy y Daniel Ernesto
Ferrer

Vieyra, y los Sres. Jurados Populares Titulares Maria Jose Nieto, Yrma Angelica LUJAN, Deolinda
María

CORTEZ, Maria Cristina Teresa MOURE, Oscar Alfredo FARIAS, Juan Carlos COLAZO, Juan Daniel

PASTORI y Humberto RONCAGLIA.

y un máximo como en el catálogo de la mayoría de los tipos penales, que permitiera a los

Jueces valorar en el caso concreto, el tenor del injusto, la culpabilidad y en definitiva, el

tratamiento a imponer, percibiendo en referencia a Bachetti y Santa Cruz, que cumplir un

mínimo de treinta y cinco años de prisión para obtener la posibilidad de libertad, era

excesivo. Las consideraciones de los jurados populares y lo planteado por la Defensa,

nos colocan en la obligación de reformularnos la razonabilidad de la pena a prisión

perpetua prevista para el homicidio agravado por el vínculo parental, pues en efecto, tras

la desafortunada reforma al Código Penal, conocida como “ley Blumberg”, los penados

por este delito, siendo primarios, deberán pasar treinta y cinco años en prisión, para que,

gozando de buena conducta y concepto y con informes criminológicos favorables, puedan

acceder a la libertad condicional. Es por ello entonces, que intentando alcanzar la

armonía de la pena con la equidad, compañera constante de la justicia, nos debemos

replantear la cuestión constitucional del precepto legal, para arribar a la aplicación de una
pena justa. Enseñaba el Prof. Ricardo Nuñez, que “tratándose de materia penal, que está

al margen de los intereses puramente individuales y corresponde a la esfera del interés

público, los tribunales pueden, en los casos sometidos a su conocimiento, examinar por

propia iniciativa la constitucionalidad de las normas en cuestión y negar la aplicación de

las que consideren inconstitucionales” (Tratado de Derecho Penal, Ed. Lerner, T. I, p. 91).

Y no se trata de controvertir por los jueces de mérito, la conveniencia o discrecionalidad

de los legisladores en la fijación de las escalas penales, sino de reparar el error a través

del remedio con que el Poder Judicial cuenta para restablecer los principios

constitucionales en juego (Cfme. TSJ, Sala Penal, Sent. 56 del 8/7/02, autos “Zabala”).

Puntualiza Bidart Campos que “el control de constitucionalidad hace parte esencial e

ineludible de la función judicial de interpretación y aplicación del derecho vigente para

cada proceso..” y agrega: “...por eso debe hacerse por el juez aunque no se lo pida la

parte, porque configura un aspecto del iura novit curia...”. “Es obligación del juez suplir el

derecho invocado, y en esa suplencia puede y debe fiscalizar de oficio la

constitucionalidad dentro de lo más estricto de su función. Negar aplicación a una norma

inconstitucional sin petición de parte es solo y exclusivamente cumplir con la obligación

judicial de decidir un “conflicto de derecho”, entre normas antagónicas y rehusar la

utilización de la que ha quebrado la congruencia del orden jurídico...” (María Mercedes

Serra, “Procesos y Recursos Constitucionales”. Ed. Depalma, pags. 128 y sgte.). Para

mayor abundamiento y siguiendo el pensamiento de Ricardo Haro en su “Control de

Constitucionalidad” (Ed. Zavalía, pags. 56 y sgtes.) corresponde decir que receptado el

principio de supremacía constitucional, solo falta recordar que en nuestro régimen

siguiendo al constitucionalismo de Estados Unidos, el control de constitucionalidad ha

sido confiado a todos los jueces de cualquier jerarquía o fuero (sistema difuso)

estableciendo como interprete final a la Corte Suprema de Justicia (art. 116 C.N.). Claro

que con la necesaria prudencia que exige toda atribución a los órganos de poder de

carácter excepcional. Es pues en ese entendimiento, que el examen de la cuestión nos


permite afirmar, que en este caso se encuentra afectado el principio constitucional de

proporcionalidad de la pena en relación a la culpabilidad del agente, principio que emerge

del propio estado democrático de derecho y que impide la utilización de medios

irrazonables para alcanzar determinados fines (art. 1 de la CN). Explica el Dr. Zaffaroni

“...El principio de irracionalidad mínima de la repuesta punitiva requiere que la pena

guarde proporción con la magnitud del delito, lo que demanda cierta flexibilidad que

posibilite su adecuación a cada caso concreto en el juicio de determinación” (Zaffaroni-

Alagia- Eslokar; “Derecho Penal- Parte General”, p. 712). Más adelante agrega “cuando

la aplicación del mínimo de la escala penal del delito de que se trate diese por resultado

una pena que no guarde un mínimo de proporción con el grado de culpabilidad del

agente, el tribunal debe apartarse del mínimo hasta lograr una pena adecuada a la

culpabilidad del hecho” (Zaffaroni, Eugenio R. y otros; “Derecho Penal- Parte General”,

Ed. Ediar, p. 955). En el mismo sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha

expresado (causa “Gramajo, Marcelo E.”, fallo del 5/9/06) que toda medida que se

traduzca en una privación de derechos debe guardar proporcionalidad con la magnitud

del contenido ilícito del hecho, o sea, con la gravedad de la lesión al bien jurídico

concretamente afectado por el hecho, porque las previsiones legales expresan tales

magnitudes a través de las escalas penales (voto de los Dres. Higthon de Nolasco,

Maqueda, Zaffaroni), agregando que en el contexto de un derecho penal fuertemente

atado por la Constitución Nacional al principio de culpabilidad por el hecho, ya la sola

posibilidad de imponer sanciones desvinculadas de la responsabilidad por el propio

hecho plantea serias dudas en cuanto a sus posibilidades de legitimación (voto del Dr.

Petracchi). En definitiva, la aplicación de la pena al caso concreto no podrá hacerse

prescindiendo de los principios de razonabilidad, proporcionalidad, culpabilidad,

prohibición de exceso y mínima suficiencia, pues claramente el art. 28 de la Constitución

Nacional establece que “Los principios, garantías y derechos reconocidos en los

anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio”.
En relación al art. 80 inc. 1º -homicidio calificado por el vínculo-, ya hace tiempo que se

han puesto de manifiesto sus diferencias con el resto del catálogo de homicidios

calificados. Se trata de una figura muy especial que engloba particulares relaciones de

familia, con un fuerte componente emocional y en muchos casos – como indica la

experiencia común- también pasional. Ello llevó en 1967, a la puesta en vigencia del

decreto-ley 17.567, que incorporó como último párrafo de dicha norma las llamadas

circunstancias extraordinarias de atenuación, con aplicación exclusiva para el parricidio,

aditamento que tuvo como propósito librar al juez del estrechísimo marco constituido por

las dos penas perpetuas, las que en determinados casos podrían tornarse injustas (cfr.

Della Vedova, Mario, "Estudios de las figuras delictivas", T. I., p. 54, Ed. Advocatus, Cba.

junio 1994), cuando no mediara un estado de emoción violenta. Es que el fundamento de

la disminución de la pena se encuentra en la me nor culpabilidad del autor y entendemos,

que eso es lo que se ha acreditado en los acusados Bachetti y Santa Cruz, a quienes

finalmente no se les ha reprochado el deliberado propósito de dar muerte a su hija y si

haber desarrollado la madre conductas violentas sobre la niña, consentidas por el padre.

La dinámica de los hechos que han sido juzgados, conforme lo escuchado en el debate,

es lo que nos ha llevado a considerar excesiva para estos padres la pena de prisión

perpetua, partiendo, como ya anticipáramos, además de la culpabilidad, del presupuesto

constitucional de proporcionalidad de la pena, que surge “del propio estado democrático

de derecho (CN, art. 1) y se irradia vedando la utilización de medios irrazonables para

alcanzar determinados fines” (TSJ, Sala Penal, autos “Zabala”, ya cit.). En el caso motivo

de esta sentencia, entendemos que la pena de prisión perpetua, única que admite el C.

Penal para los delitos del art. 80 –a excepción de cuando median circunstancias

extraordinarias de atenuación o emoción violenta para el homicidio calificado por el

vínculo- resulta desproporcionada con la culpabilidad acreditada de Bachetti y Santa

Cruz, en comparación con las conductas de las otras hipótesis de homicidios agravados

que ese mismo artículo contempla. No es equitativo, por lo escuchado y vivido en este
largo juicio, asimilar los actos de estos justiciables –que actuaron como ya se vio con dolo

eventual, es decir, indiferencia ante el resultado- con los de aquellos otros contemplados

en el mismo artículo en que se mata por placer, odio racial o religioso, para preparar,

facilitar o consumar otro delito, por precio, con alevosía, etc., mediando dolo directo e

incluso premeditación. Y es esta sustancial diferencia entre conductas que están

reprimidas con la misma pena, la que nos lleva a tomar una posición que, si bien en este

caso favorecerá a los acusados, ya ha sido expuesta tanto en la jurisprudencia como por

los tratadistas de derecho penal, tanto de nuestro país como del exterior. Compartimos,

en relación al principio que abordamos, lo expuesto por Santiago Mir Puig cuando señala

dos exigencias que hay que distinguir cuando se aborda el tema de la proporcionalidad.

Por una parte, “la necesidad misma de que la pena sea proporcionada al delito; por otra

parte, la exigencia de que la medida de proporcionalidad se establezca en base a la

importancia social del hecho (su nocividad social). La necesidad misma de la proporción

se funda en la conveniencia de una prevención general no solo intimidatoria, sino capaz

de afirmar positivamente la vigencia de las normas en la conciencia colectiva (prevención

general positiva). Esta afirmación de las normas aconseja apoyar con mayor pena las

más importantes que las que lo son menos, con objeto de evitar que aquellas se

devalúen. Pero un estado democrático debe exigir, además, que la importancia de las

normas apoyadas por penas proporcionadas, no se determine a espaldas de la

trascendencia social efectiva de dichas normas; se sigue de ello que un derecho penal

democrático debe ajustar la gravedad de las penas a la trascendencia que para la

sociedad tienen los hechos a que se asignan, según, el grado de nocividad social de

ataque al bien jurídico” (Mir Puig, Santiago; Derecho Penal, Parte General, 7ª. edición, p.

137). Ahora bien, teniendo como marco todo lo expuesto supra, queda fijar la escala

penal a aplicar a Bachetti y Santa Cruz. Para ello, deberemos examinar las escalas de

otros tipos con los que existirían similitudes, a fin de lograr un punto de partida. Fácil

hubiera resultado nuestra tarea si se hubieran acreditado circunstancias extraordinarias


de atenuación, pero ello no ocurrió, y lo que resulta obvio, menos aún existió emoción

violenta. Así, repasando las descripciones de las conductas penales, puntualizamos que

la escala para el homicidio calificado por el vínculo, mediando circunstancias

extraordinarias de atenuación, cuenta que una pena que va de ocho a veinticinco años de

prisión o reclusión. Asimismo, en lo previsto en el art. 82, en función de lo dispuesto en el

artículo anterior, inciso “b”, se expresa “al que con el propósito de causar un daño en el

cuerpo o en la salud, produjera a otro la muerte, cuando el medio empleado no debía

razonablemente ocasionarla” y se tratare de un ascendiente, descendiente o cónyuge,

sabiendo que lo son, la pena será de prisión o reclusión de diez a veinticinco años. Este

es el homicidio preterintencional agravado por el vínculo, que subjetivamente requiere

dolo directo, indirecto o eventual en la intención lesiva y se produce una muerte que

excede las intenciones del autor (Cfr. Nuñez, Ricardo C.; Tratado de Derecho Penal, T.

III, p. 103.- Fontán Balestra, Tratado, T. IV, p. 144.- Creus, T. I, p. 52). Al tratar las

cuestiones anteriores, ya ha quedado sentado que los traídos a proceso no tuvieron dolo

directo de homicidio, dicho en términos más sencillos, no tuvieron intención de matar,

pero si, que debieron representarse como posible que sus conductas, activa en el caso

de la madre y omisiva en el caso del padre, podrían derivar en resultados mortales,

teniendo sobre todo en cuenta que su hija no llegaba a los cinco meses de vida. Este

dolo eventual o dolo condicionado, está subjetivamente muy próximo a la culpa grave o

culpa consciente, donde se actúa reconociendo el peligro de la situación, pero se confía

en que no dará lugar al resultado. Las acciones desplegadas en el hecho que terminó con

la vida de Ludmila Bachetti, las lesiones que causaron su muerte, nos permiten afirmar

que ambos padres aceptaron, se conformaron con la posibilidad de ese resultado, si bien

no lo desearon, ni aprobaron. Así las cosas, llegamos a la conclusión que la valoración

del componente subjetivo que hemos analizado nos permite, tomando las penas mínimas

y máximas previstas para el homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias

extraordinarias de atenuación, que es la misma que la del homicidio simple –8 a 25 añosy


las establecidas para el homicidio preterintencional agravado por el vínculo –10 a 25

años-, como asimismo la fijada en el Ante-proyecto de Código Penal elaborado por la

Comisión para la elaboración del Proyecto de Ley y Actualización Integral del Código

Penal (Resoluciones M.J. y D.H. Nº 303/04 y Nº 136/05) -Texto final al 12-05-06- que va

de 10 a 30 años de prisión, estimar la pena que corresponde aplicar efectivamente en

esta caso de homicidio calificado por el vínculo, cometido con dolo eventual, y en base a

las consideraciones efectuadas estimamos que se debe precisar entre 12 (doce) y 30

(treinta) años de prisión. Fijada la escala, a fin de cuantificar el tratamiento penitenciario a

imponer, debemos decir que las leyes se han encargado de establecer pautas objetivas y

subjetivas, que han sido contenidas por los arts. 40 y 41 del C.P., a los fines de la

individualización de la pena. Para ello deberá tenerse especialmente en cuenta: la

naturaleza de las acciones: que denotan a los imputados como dos personas, Santa

Cruz, actuando con desmesurada reacción ante el llanto de su pequeña hija y Bachetti

asintiendo irresponsablemente sobre el trato brindado a su hija, omitiendo intervenir; los

medios empleados para llevarla a cabo: la utilización de la violencia como medio de

supresión del llanto, a través de zamarreos, golpes, gritos, por parte de Santa Cruz y la

omisión deliberada de su pareja, que no intervenía para que los hechos cesaran o que

llegaran –como aconteció- a consecuencias sin retorno; la extensión del daño causado:

que es inconmensurable. Una pequeña de tan solo cuatro meses y días de vida,

castigada por su joven madre, mientras que su padre distraído no ponía coto a las

actitudes violentas, y que como consecuencia de semejante accionar perdió la vida. Que

mas se puede agregar: que éste tipo de sucesos debe alertar al máximo a las

autoridades que están a cargo de la protección del menor (jueces, médicos, psicólogos,

trabajadores sociales, etc.) para que de una vez por todas sean desterrados. Ese es el rol

del Estado, que desde su organización a través de sus poderes, debe tener una

incidencia mayúscula, no tan solo receptando las denuncias de mal trato, sino

concretando políticas educativas (para eso están los medios masivos de comunicación),
que prevengan sobre este tipo de actitudes y sus consecuencias, además de brindar

apoyo a aquellos padres muy jóvenes y su entorno con dificultades, que les permitan

superar situaciones como las de la presente causa. Las pericias sicológicas sobre

Estefanía Santa Cruz y Sebastian Bachetti han puesto de manifiesto sus conflictos de

personalidad y la urgencia –para ambos- de un tratamiento psicológico. A la luz de los

informes producidos por las Licenciadas Cuenca y Scarafia, que en el caso de Estefanía

Santa Cruz, advierten sobre la existencia de mecanismos defensivos que datan de su

primera infancia y que la llevan a desvincularse de lo afectivo, lo emocional, impidiéndole

crear lazos afectivos comprometidos; por su parte la pericia de Bachetti nos describe una

personalidad caracterizada por un patrón conductual pasivo -dependiente,

emocionalmente inmaduro y negador, lo que podría llevarlo a adoptar conductas

negligentes por su dificultad para producir cambios en su vida y en las vidas de las

personas que lo rodean, dificultad que incluye también su tendencia a la idealización de

los vínculos y negación de los conflictos. Todo ello nos revela la necesidad de practicar

un tratamiento psicológico adecuado y en ese sentido deberá oficiarse a las autoridades

penitenciarias; la edad, educación y costumbres: que los muestran como dos personas,

una con avanzada educación universitaria, y la otra con un ciclo secundario no terminado

pero ambos en indudables condiciones de apreciar el disvalor de sus conductas, lo que

opera negativamente, ya que estaban en situación de representarse los daños que

podían causar sus actos u omisiones; por otro lado la extrema juventud de ambos alienta

un proceso de resocialización concreto, que obviamente deberá ser acompañado por el

sistema que los contenga, extremando las medidas correspondientes para devolver a la

sociedad dos personas con posibilidades ciertas de reinserción; la calidad de los motivos

que los llevaron a delinquir: se hace difícil en este particular caso, describirlos. No

obstante están a la vista: durante el debate todas las partes pudieron apreciarlos: la

escasa tolerancia a cualquier tipo de frustración, la reacción desproporcionada ante el

llanto permanente –según coincidieron los testigos- de la pequeña, la vida en si misma


con su carga emotiva y que de alguna manera se empeña a develarnos la realidad

cotidiana; la miseria o dificultad para ganar su propio sustento o el de los suyos: que en

éste caso, sin bien no con características extremas, hemos descripto que al ser

despedido Bachetti de su trabajo, el mantenimiento de la pareja y su pequeña hija

dependía del dinero que ambos abuelos proporcionaban, lo que si bien no constituía un

caos, se erigía en un elemento determinante; la conducta precedente: que muestra a

ambos imputados como personas sin antecedentes penales, lo que opera de manera

muy favorable, ya que obviamente no se puede hablar de conductas reiterativas en el

campo del delito, con las particularidades que ya se han señalado supra. En base a todas

estas pautas estimo justo que corresponde aplicar para el tratamiento penitenciario de

Estefanía Santa Cruz y Sebastian Alejandro Bachetti la pena de dieciocho años de

prisión, con adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 29 inc. 3°, 40 y 41 del C.P. y 550/551

del C.P.P., art. 1° Ley 24.660 y art.1° ley Pvcial. 8878). Así voto esta cuestión.- A la

tercera cuestión planteada los Sres. Vocales Dres. Graciela María Bordoy y Daniel Ferrer

Vieyra, Dijeron: Que estando de acuerdo con la solución propiciada por el Sr. Vocal de

primer voto y compartiendo sus razones, emitían su voto en forma coincidente al mismo.-

Por el resultado del acuerdo que antecede y por el voto unánime, SE RESUELVE: I)

Declarar a ESTEFANIA SANTA CRUZ, de condiciones personales obrantes en autos,

autora responsable de los delitos de Homicidio calificado por el vinculo, lesiones graves

calificadas por el vinculo y lesiones leves calificadas por el vinculo, todo en concurso real

(arts. 80 inc. 1º segundo supuesto, 90 en función del 92 y 80 inc. 1ro 2do. supuesto, 89

en función del 92 y 80 inc. 1ro 2do. supuesto y 55 del C. Penal).- II) Declarar a

SEBASTIAN ALEJANDRO BACHETTI, ya filiado, participe necesario de los delitos de

Homicidio calificado por el vinculo, lesiones graves calificadas por el vinculo y lesiones

leves calificadas por el vinculo, todo en concurso real (arts. 45, 80 inc. 1º segundo

supuesto, 90 en función del 92 y 80 inc. 1ro 2do. supuesto, 89 en función del 92 y 80 inc.

1ro 2do. supuesto y 55 del C. Penal).- III) Declarar la inconstitucionalidad de la pena de


prisión perpetua prevista para el delito de homicidio calificado por el vinculo (art. 80 inc.

1ro. del C.P.) y en consecuencia imponer ESTEFANIA SANTA CRUZ y SEBASTIAN

ALEJANDRO BACHETTI, para su tratamiento penitenciario, la pena de dieciocho años de

prisión, adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 29 inc. 3º, 40 y 41 del C. Penal; 550 y

551 del CPP, art. 1ro. de la Ley 24660, y 1ro. de la Ley Provincial 8878). IV) Disponer que

ESTEFANIA SANTA CRUZ y SEBASTIAN ALEJANDRO BACHETTI sean sometidos a un

tratamiento psicológico acorde a las conclusiones de sus pericias psicológicas.

PROTOCOLÍCESE Y HÁGASE SABER […]”.

La determinación de la pena puede estudiarse siguiendo una serie de etapas por las que

transita su individualización.

23.4.1. Primera etapa: La individualización legal: se trata de la creación de la ley,

corresponde al poder legislativo (ver texto obligatorio, página 707).

23.4.1.1. Sistema del código penal. Leer art. 5to del Código Penal (ver texto obligatorio,

página 707/8).

23.4.1.1.1. Tipos en que se prevé una sola especie de pena. Leer por ej. arts. 87 y 89

del Código Penal (ver texto obligatorio, página 708).

23.4. Las distintas etapas o fases de individualización de la pena.

Tipos en que se han previsto penas alternativas. Leer por ej. arts. 94 y 119 del

Código Penal (ver texto obligatorio, página 708/9).

Tipos con penas conjuntas. Leer por ej. arts. 242 y 249 del Código Penal (ver

texto obligatorio, página 709/10).

La individualización de la multa en el Código Penal. Leer arts. 21, 40 y 41 del

Código Penal (ver texto obligatorio, página 710).

Los concursos de delitos. A los fines del estudio de este tema el alumno

deberá recurrir al texto obligatorio, página 710.

Tipos básicos y especiales (agravados y atenuados). A los fines del

estudio de este tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 711.
Las agravantes genéricas. A los fines del estudio de este tema el alumno deberá

recurrir al texto obligatorio, página 710/1.

La reincidencia.

Concepto.

Puede entenderse por reincidencia a la reiteración o repetición de conductas

delictivas. Esta es la idea básica del instituto, aunque para que el

condenado sea considerado reincidente deben reunirse además otros requisitos.

Clasificación: ficta y real - genérica y específica.

Reincidencia ficta y real. A los fines del estudio de este tema el alumno

deberá recurrir al texto obligatorio, página 714.

Reincidencia genérica y específica. A los fines del estudio de este tema el alumno

deberá recurrir al texto obligatorio, página 714.

Fundamentos. Muchos han sido los argumentos que se esgrimieron a lo

largo de la historias para justificar este instituto. Uno de ellos, considera que la

persona que sufrió condena de prisión y no obstante ello, cometió un

nuevo delito, se

hace merecedor de un reproche mayor. Es además necesario –para muchos

autores- realizar una distinción entre el delincuente recién iniciado de aquel que

ya lo adopta como una “forma de vida” u “oficio”.

Efectos. A los fines del estudio de este tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio,

página 715.

Objeciones sobre su constitucionalidad. A los fines del estudio de este

tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 715.

Régimen legal. Leer art. 14, 27, 40, 41 50 y 52 del CP. A los fines del estudio de este

tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 716/7.

El antecedente. El antecedente es el registro estatal sobre los procesos

penales de los ciudadanos que cometieron un hecho delictivo. Las pautas que hacen
al manejo y administración de esta información se incluyen en la ley

22.117 que a continuación se transcribe:

LEY 22.117. Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal y Carcelaria.

Artículo 1º.-

El Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal creado por ley

11.752 funcionará bajo la dependencia del Ministerio de Justicia de la Nación y

centralizará la información referida a los procesos penales sustanciados en

cualquier jurisdicción, conforme al régimen que regula esta ley.

Artículo 2º.- (Texto conforme Ley 24.316)

Todos los tribunales del país con competencia en materia penal remitirán al

Registro, dentro de los cinco días de quedar firme, dejando copia en la causa,

testimonio de la parte dispositiva de los siguientes actos procesales:

a) Autos de procesamiento u otra medida equivalente que establezcan los

códigos procesales.

b) Autos de prisión preventiva u otra medida equivalente que establezcan los

códigos procesales.

c) Autos de rebeldía y paralización de causa.

d) Autos de sobreseimientos provisional o definitivo, con indicación de las normas legales

que los fundaren.

e) Autos que declaren extinguida la acción penal, en los casos del artículo 64 del

Código Penal.

f) Autos de suspensión del juicio a prueba, de revocación de la suspensión y de extinción

de la acción penal, previstos en los artículos 76 bis y ter del Código Penal.

g) Autos de revocación de la condicionalidad de la condena, previstos en el artículo 27 bis

del Código Penal.

h) Sentencias absolutorias.

i) Sentencias condenatorias, indicando la forma de su cumplimiento y acompañando


la ficha de antecedentes, con fines estadísticos.

j) Sentencias que otorguen libertades condicionales o rehabilitaciones.

k) Sentencias que concedan o denieguen extradiciones.

l) Sentencias que establezcan medidas de seguridad.

ll) Sentencias que declaren la nulidad de cualquiera de los actos

precedentes, los revoquen o los dejen sin efecto.

m) Sentencias que hagan lugar a impugnaciones contra informes del Registro en

los términos del artículo 10.

Igualmente, los tribunales que correspondieren, dentro de los cinco días de recibida

al pertinente comunicación, remitirán al Registro testimonio de la parte dispositiva

de los decretos que concedan indultos o conmutaciones de penas.

Artículo 3º.-

Las unidades penitenciarias del país comunicarán al Registro, dentro de los cinco días, el

egreso de todo condenado por delito.

Cuando el egreso se produjere por haberse acordado al libertad condicional, se

indicara el tiempo de privación de libertad cumplido y el que faltare cumplir.

En ambos casos deberán informar la fecha de la sentencia, el tribunal que la dictó y el

número de causa.

Artículo 4º.-

La Policía Federal Argentina, hará saber al Registro, dentro de los cinco días, los pedidos

de captura que le hayan sido dirigidos por la organización internacional de policía criminal

y las comunicaciones que les dejen sin efecto.

Artículo 5º.-

Todos los tribunales del país con competencia en materia penal, antes de dictar

resoluciones en las cuales, según las leyes deban tenerse en cuenta los antecedentes

penales del causante, requerirán del Registro la información correspondiente, dejando

copia en la causa del pedido respectivo, el que deberá contestarse en el término de cinco
días. El término será de veinticuatro horas cuando del informe dependiere la libertad del

causante, circunstancia que se consignará en el oficio, en el cual podrá solicitarse la

respuesta por servicio telegráfico o de télex.

Artículo 6º.-

Con las comunicaciones y los pedidos de informes remitidos al Registro, se acompañará

la ficha de las impresiones digitales de ambas manos del causante, y se indicarán las

siguientes circunstancias:

a) Tribunal y secretaría interviniente y número de causa.

b) Tribunales y secretarías que hubieren intervenido con anterioridad y número de causas

correspondientes.

c) Nombres y apellidos, apodos, pseudónimos o sobrenombres.

d) Lugar y fecha de nacimiento.

e) Nacionalidad.

f) Estado civil y, en su caso, nombres y apellidos del cónyuge.

g) Domicilio o residencia.

h) Profesión, empleo, oficio u otro medio de vida.

i) Números de documentos de identidad y autoridades que los expidieron.

j) Nombres y apellidos de los padres.

k) Números de prontuarios.

l) Condenas anteriores y tribunales intervinientes.

m) Fecha y lugar en que se cometió el delito, nombre del damnificado y fecha de

iniciación del proceso.

n) Calificación del hecho.

Artículo 7º.-

Las comunicaciones y fichas dactiloscópicas recibidas de conformidad con lo establecido

en los artículos 2º, 3º, 4º, 6º y 11, integrarán los legajos personales, que bajo ningún

concepto podrán ser retirados del Registro.


Estos sólo serán dados de baja en los siguientes casos:

a) Por fallecimiento del causante.

b) Por haber transcurrido cien años desde la fecha de nacimiento del mismo.

Artículo 8º.- (texto coforme ley 23.312)

El servicio del Registro será reservado y únicamente podrá suministrar informes:

a) A los jueces y tribunales de todo el país.

b) Cuando las leyes nacionales o provinciales lo determinen.

c) A los Comandos en Jefe de las Fuerzas Armadas, Policía Federal Argentina y policías

provinciales, a la Prefectura Naval y a la Gendarmería Nacional, para atender

necesidades de investigación.

d) A las autoridades extranjeras en virtud de lo establecido en el artículo 10.

e) Cuando lo dispusiere el Ministerio de Justicia de la Nación a solicitud fundada de otras

autoridades nacionales, provinciales o municipales.

f) A los particulares que, demostrando la existencia de un interés legítimo, soliciten se

certifique que ellos no registran condenas o procesos pendientes. El certificado se

extenderá con los recaudos y tendrá validez por el tiempo que fije el decreto

reglamentario.

g) A los señores legisladores de la Nación -senadores y diputados- exclusivamente,

cuando resultasen necesarios a los fines de la función legislativa y/o administrativa, los

cuales deberán ser fundados como requisito de procedencia del mismo.

En los casos de incisos b), c), d), e), f) y g) del presente artículo, el informe deberá ser

evacuado en el término de hasta diez días corridos, si no se fijare uno menor.

Artículo 9º.-

Los informes del Registro harán plena fe, pudiendo ser impugnados sólo judicialmente

por error o falsedad.

Artículo 10.-

El Poder Ejecutivo nacional promoverá el intercambio de información con países


extranjeros sobre antecedentes penales de las personas.

Artículo 11.-

Los representantes de Ministerio Público ante los tribunales con competencia en materia

penal de todo el país, tendrán a su cargo vigilar el cumplimiento de la presente ley, a

cuyo efecto deberán ser notificados, en todos los casos, antes de la remisión al archivo

de los procesos.

Los respectivos tribunales de superintendencia dispondrán que no se admitan en sus

archivos judiciales procesos penales en los cuales no existan constancias de haberse

efectuado las comunicaciones a que se refiere el artículo 2º.

Artículo 12.-

El Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal y Carcelaria percibirá como

tasa por cada información que suministre en cumplimiento de lo dispuesto por el inciso e),

del artículo 8º, la suma de cinco mil pesos más la de trescientos pesos por cada fotocopia

que se anexe al informe.

En el supuesto del inciso f) del artículo 8º la suma será de diez mil pesos por informe con

más la de trescientos pesos por cada fotocopia que se anexe a él.

Facúltase al Ministro de Justicia para establecer el sistema de recaudación de las tasas

precedentes y actualizarlas cada seis meses en función de la variación del índice de

precios al por mayor nivel general que publique el Instituto Nacional de Estadística y

Censos.

Artículo 13.-

Sobre la base de las comunicaciones que se le remitan el Registro confeccionará

anualmente la estadística general de la criminalidad en el país.

Artículo 14.-

Esta ley se tendrá como complementaria del Código Penal.

Artículo 15.-

Derógase la ley 11.752.


Artículo 16.-

Esta ley comenzará a regir a los ciento ochenta días de su publicación.

Artículo 17.-

Comuníquese...

Caducidad de los registros penales. Leer art. 51 del CP. A los fines del estudio

de este tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 718/9.

Multireincidencia. Leer art. 52 y 53 del CP. A los fines del estudio de este tema el

alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 719/20.

Segunda etapa: La individualización judicial. Son los jueces los encargados de

realizar la actividad de individualización en esta etapa.

Pautas aplicables a las penas divisibles. Leer art. 40 del CP. A los fines del

estudio de este tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 720.

El sistema formado por los arts. 40 y 41 del código penal. Leer art. 40 y 41 del CP. A

los fines del estudio de este tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página

720/21.

Función del juicio de peligrosidad. Leer art. 41 del CP. A los fines del

estudio de este tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 722.

El carácter vinculante de la pena solicitada por el fiscal en el juicio

abreviado.

Condena de ejecución condicional.

Concepto y finalidad.

Es la dictada a pena privativa de libertad de escasa duración, y que al mismo tiempo

es suspendida en su ejecución efectiva (texto obligatorio, página 722/3).

Fundamentos. A los fines del estudio de este tema el alumno deberá recurrir al texto

obligatorio, página 723/24.

Requisitos. Condiciones para su aplicación. A los fines del estudio de este

tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 724/5.


Revocación del beneficio. Esta situación se concreta cuando el imputado

incumple con las obligaciones que se le impusieron en la sentencia (texto

obligatorio, página 725).

Situación del condenado condicionalmente. A los fines del estudio de este tema el

alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 725.

Reiteración del beneficio. Leer arts. 26 y 27 del CP. A los fines del estudio de este

tema el alumno deberá recurrir al texto obligatorio, página 726.

Tercera etapa: La individualización ejecutiva de la pena. Esta etapa será

desarrollada en al unidad siguiente. No obstante, el alumno deberá recurrir al

texto obligatorio, página 726.

Etapas. sta etapa será desarrollada en al unidad siguiente. No obstante, el alumno

deberá recurrir al texto obligatorio, página 727.

El rol de los jueces de ejecución penal. Ver art. 3ero. de la Ley 24.660. Esta etapa

será desarrollada en al unidad siguiente. No obstante, el alumno deberá recurrir al texto

obligatorio, página 726.

Según Cesano1

tiene por finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de comprender y

respetar la ley procurando su ade

en total coincidencia con la interpretación que se efectuara de los artículos 10, apartado

3, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y 5, apartado 6 de la

Convención Americana de Derechos Humanos, adscribe a un programa de readaptación

social que hemos caracterizado como mínimo, en tanto persigue conseguir, por parte del

autor del delito, el respeto de la legalidad. En este sentido añade- la estructura

lingüística del precepto no deja margen para la otra alternativa posible (programa de

readaptación social máximo), ya que postula el logro de su cometido a través de un

proceso que sólo exige entender el mensaje contenido en la ley (esto es: la expectativa
de conducta legalmente determinada) y comportarse en consecuencia, sin requerir en

modo alguno, la internalización de los mandatos legales, lo que , inevitablemente, hubiera

importado incidir sobre las actitudes internas y escala de valores del condenado.

El sistema de progresividad está establecido en el art. 6to. de la citada ley. La idea del

sistema es que el interno transite distintos pasos o secuencias mientras se desarrolla el

cumplimiento de la pena que se impuso por el hecho cometido (leer art. 6to. y texto

obligatorio pág. 735).

De observación - De tratamiento - De prueba - De libertad condicional. Desarrollo:

1 Doctor en Derecho y Ciencias

Sociales (por la Universidad Nacional de Córdoba). Profesor invitado de la Cátedra de Derecho


Penal I de la

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.

Aclaración: los temas de esta unidad pueden estudiarse sin complicaciones del texto

obligatorio (lección 20, páginas 731/753). Se recomienda al alumno tener un ejemplar de

ley 24.660 mientras se estudia la unidad, a los fines de poder seguir la secuencia de la

normativa, ya que, básicamente, la esencia de la temática es lograr que se tome contacto

con el mecanismo de la ley de ejecución penal.

La ejecución penal

La Ley de ejecución de la pena privativa de la

libertad.

Progresividad del sistema penitenciario.

Períodos:

De observación. Leer art. 13 de la Ley 24.660. Se realizan una serie de estudios

sobre la persona del alojado.

La multa se encuentra prevista en el art. 21 del CP. (ver desarrollo del tema en página

743/4, del texto obligatorio).

De tratamiento. Leer art. 14 de la ley. Comienza con una actividad efectiva sobre el

condenado, puede implicar el trabajo en fases.


De prueba. Leer art. 15. Implica un estadio más avanzado, inclusive, la

posibilidad de obtener salidas transitorias.

De libertad condicional. Es el juez que entiende en la causa, o el juez de

ejecución, el que está facultado para conceder este beneficio al imputado, siempre y

cuando se den determinados requisitos. Leer art. 28 de la Ley 24.660, y artículos 13 a 17

del Código Penal.

Salidas transitorias y semilibertad. Se trata de una serie de

herramientas que permiten ejecutar la pena privativa de libertad de forma particular (por

ejemplo salidas de 12 horas, 24, o 72). El régimen de semilibertad permite las salidas

laborales sin necesidad de que se efectúe una supervisión permanente del condenado

(ver desarrollo del tema en página 735/6, del texto obligatorio).

Libertad asistida: requisitos y condiciones. Leer artículo 54 de la Ley

24.660 (ver desarrollo del tema en página 736/8, del texto obligatorio).

Período de libertad condicional. Concepto y finalidad.

Se denomina de esta forma al lapso de tiempo que transcurre desde que el condenado

sale de su encierro, y no obstante ello, debe mantener una serie de obligaciones o pautas

que le impone el Estado (completar el desarrollo del tema en página 739/42 del texto

obligatorio).

Requisitos. Los requisitos están establecidos en el art. 13 del CP (ver

desarrollo del tema en página 730/42, del texto obligatorio).

Condiciones. Las condiciones están establecidas en el art. 13 del CP (ver desarrollo

del tema en página 730/42, del texto obligatorio).

Consideración y crítica del art. 14 del código penal. La libertad condicional es

prohibitiva de los personas que fueron declaradas reincidentes. Leer página 743 del

texto obligatorio. Artículo relacionado: 52 y 53 del Código Penal.

Revocación. La revocación de la libertad condicional está prevista en el art. 15 del CP

(ver desarrollo del tema en página 743/4, del texto obligatorio).


Extinción de la pena. La extinción está prevista en el art. 16 del CP (ver desarrollo

del tema en página 744/5, del texto obligatorio).

De las penas pecuniarias.

Ejecución.

Se trata de una de las penas principales enumeradas en el art. 5to del CP. Puede ser

aplicada en forma autónoma o conjunta con otra pena principal (ver desarrollo del tema

en página 749/50, del texto obligatorio).

página 750/2, del texto obligatorio).

Ley 24.660. Texto:

LEY 24660

PODER LEGISLATIVO NACIONAL (P.L.N.)

Nacional

Voces

CARCEL ~ CUMPLIMIENTO DE LA PENA ~ ENFERMEDADES ~ LEY DE EJECUCION

DE LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD ~ PENA ~ PENA PRIVATIVA DE LA

LIBERTAD ~ SERVICIO PENITENCIARIO ~ SERVICIO PENITENCIARIO PROVINCIAL

Norma: LEY 24660

Emisor: PODER LEGISLATIVO NACIONAL (P.L.N.)

Sumario: Ley de ejecución de la pena privativa de la libertad -- Derogación del dec.-ley

412/58.

Fecha de Sanción: 19/06/1996

Fecha de Promulgación: 08/07/1996

Publicado en: Boletín Oficial 16/07/1996 - ADLA 1996 - C, 3375

CAPITULO I -- Principios básicos de la ejecución

Art. 1º -- La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene

por finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar la

ley procurando su adecuada reinserción social, promoviendo la comprensión y el apoyo


de la sociedad.

El régimen penitenciario deberá utilizar, de acuerdo con las circunstancias de cada caso,

todos los medios de tratamiento interdisciplinario que resulten apropiados para la

finalidad enunciada.

Art. 2º -- El condenado podrá ejercer todos los derechos no afectados por la condena o

por la ley y las reglamentaciones que en su consecuencia se dicten y cumplirá con todos

Conversión: procedimientos. Si el condenado en multa incumple con el pago, la multa

se transforma en prisión. El procedimiento se desprende de los artículos 21 a 24 del

CP (ver desarrollo del tema en página 747/9, del texto obligatorio).

e las penas de inhabilitación.

Ejecución.

Inhabilitación absoluta. Leer art. 19 del CP (ver desarrollo del tema en

Inhabilitación especial. Leer art. 20 del CP (ver desarrollo del tema en página

752/3, del texto obligatorio).

Rehabilitación. Leer art. 20 ter del CP. Es en definitiva una forma de ponerle

coto a la pena de inhabilitación, antes del tiempo fijado en la sentencia

codenatoria (ver desarrollo del tema en página 753/5, del texto obligatorio).

los deberes que su situación le permita y con todas las obligaciones que su condición

legalmente le impone.

Art. 3º -- La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, estará

sometida al permanente control judicial. El juez de ejecución o juez competente

garantizará el cumplimiento de las normas constitucionales, los tratados internacionales

ratificados por la República Argentina y los derechos de los condenados no afectados por

la condena o por la ley.

Art. 4º -- Será de competencia judicial durante la ejecución de la pena:

a) Resolver las cuestiones que se susciten cuando se considere vulnerado alguno de los

derechos del condenado;


b) Autorizar todo egreso del condenado del ámbito de la administración penitenciaria.

Art. 5º -- El tratamiento del condenado deberá ser programado e individualizado y

obligatorio respecto de las normas que regulan la convivencia, la disciplina y el trabajo.

Toda otra actividad que lo integre tendrá carácter voluntario.

En ambos casos deberá atenderse a las condiciones personales, intereses y necesidades

para el momento del egreso, dentro de las posibilidades de la administración

penitenciaria.

Art. 6º -- El régimen penitenciario se basará en la progresividad, procurando limitar la

permanencia del condenado en establecimientos cerrados y promoviendo en lo posible y

conforme su evolución favorable su incorporación a instituciones semiabiertas o abiertas

o a secciones separadas regidas por el principio de autodisciplina.

Art. 7º -- El condenado podrá ser promovido excepcionalmente a cualquier fase del

período de tratamiento que mejor se adecue a sus condiciones personales, de acuerdo

con los resultados de los estudios técnico-criminológicos y mediante resolución fundada

de la autoridad competente.

Art. 8º -- Las normas de ejecución serán aplicadas sin establecer discriminación o

distingo alguno en razón de raza, sexo, idioma, religión, ideología, condición social o

cualquier otra circunstancia. Las únicas diferencias obedecerán al tratamiento

individualizado.

Art. 9º -- La ejecución de la pena estará exenta de tratos crueles, inhumanos o

degradantes. Quien ordene, realice o tolere tales excesos se hará pasible de las

sanciones previstas en el Código Penal, sin perjuicio de otras que le pudieren

corresponder.

Art. 10. -- La conducción, desarrollo y supervisión de las actividades que conforman el

régimen penitenciario serán de competencia y responsabilidad administrativa, en tanto no

estén específicamente asignadas a la autoridad judicial.

Art. 11. -- Esta ley, con excepción de lo establecido en el art. 7º, es aplicable a los
procesados a condición de que sus normas no contradigan el principio de inocencia y

resulten más favorables y útiles para resguardar su personalidad. Las cuestiones que

pudieran suscitarse serán resueltas por el juez competente.

CAPITULO II -- Modalidades básicas de la ejecución

SECCION PRIMERA -- Progresividad del régimen penitenciario

Períodos

Art. 12. -- El régimen penitenciario aplicable al condenado, cualquiera fuere la pena

impuesta, se caracterizará por su progresividad y constará de:

a) Período de observación;

b) Período de tratamiento;

c) Período de prueba;

d) Período de libertad condicional.

Período de observación

Art. 13. -- Durante el período de observación el organismo técnico-criminológico tendrá a

su cargo:

a) Realizar el estudio médico, psicológico y social del condenado, formulando el

diagnóstico y el pronóstico criminológico, todo ello se asentará en una historia

criminológica debidamente foliada y rubricada que se mantendrá permanentemente

actualizada con la información resultante de la ejecución de la pena y del tratamiento

instaurado;

b) Recabar la cooperación del condenado para proyectar y desarrollar su tratamiento. A

los fines de lograr su aceptación y activa participación, se escucharán sus inquietudes;

c) Indicar el período y fase de aquel que se propone para incorporar al condenado y el

establecimiento, sección o grupo al que debe ser destinado;

d) Determinar el tiempo mínimo para verificar los resultados del tratamiento y proceder a

su actualización, si fuere menester.

Período de tratamiento
Art. 14. -- En la medida que lo permita la mayor o menor especialidad del establecimiento

penitenciario, el período de tratamiento podrá ser fraccionado en fases que importen para

el condenado una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a la pena. Estas

fases podrán incluir el cambio de sección o grupo dentro del establecimiento o su traslado

a otro.

Período de prueba

Art. 15. -- El período de prueba comprenderá sucesivamente:

a) La incorporación del condenado a establecimiento abierto o sección independiente de

éste, que se base en el principio de autodisciplina;

b) La posibilidad de obtener salidas transitorias del establecimiento;

c) La incorporación al régimen de la semilibertad.

Salidas transitorias

Art. 16. -- Las salidas transitorias, según la duración acordada, el motivo que las

fundamente y el nivel de confianza que se adopte, podrán ser:

I -- Por el tiempo:

a) Salidas hasta doce horas;

b) Salidas hasta 24 horas;

c) Salidas, en casos excepcionales, hasta setenta y dos horas.

II -- Por el motivo:

a) Para afianzar y mejorar los lazos familiares y sociales;

b) Para cursar estudios de educación general básica, polimodal, superior, profesional y

académica de grado o de los regímenes especiales previstos en la legislación vigente;

c) Para participar en programas específicos de prelibertad ante la inminencia del egreso

por libertad condicional, asistida o por agotamiento de condena.

III -- Por el nivel de confianza:

a) Acompañado por un empleado que en ningún caso irá uniformado;

b) Confiado a la tuición de un familiar o persona responsable;


c) Bajo palabra de honor.

Art. 17. -- Para la concesión de las salidas transitorias o la incorporación al régimen de la

semilibertad se requiere:

I -- Estar comprendido en alguno de los siguientes tiempos mínimos de ejecución:

a) Pena temporal sin la accesoria del art. 52 del Código Penal: La mitad de la condena;

b) Penas perpetuas sin la accesoria del art. 52 del Código Penal: Quince años;

c) Accesoria del art. 52 del Código Penal, cumplida la pena: 3 años.

II -- No tener causa abierta donde interese su detención u otra condena pendiente.

III -- Poseer conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de ser alcanzado según el

tiempo de internación.

IV -- Merecer, del organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del

establecimiento, concepto favorable respecto de su evolución y sobre el efecto

beneficioso que las salidas o el régimen de semilibertad puedan tener para el futuro

personal, familiar y social del condenado.

Art. 18. -- El director del establecimiento, por resolución fundada, propondrá al juez de

ejecución o juez competente la concesión de las salidas transitorias o del régimen de

semilibertad, propiciando en forma concreta:

a) El lugar o la distancia máxima a que el condenado podrá trasladarse. Si debiera pasar

la noche fuera del establecimiento, se le exigirá una declaración jurada del sitio preciso

donde pernoctará;

b) Las normas que deberá observar, con las restricciones o prohibiciones que se estimen

convenientes;

c) El nivel de confianza que se adoptará.

Art. 19. -- Corresponderá al juez de ejecución o juez competente disponer las salidas

transitorias y el régimen de semilibertad, precisando las normas que el condenado debe

observar y efectuar modificaciones, cuando procediere. En caso de incumplimiento de las

normas, el juez suspenderá o revocará el beneficio cuando la infracción fuere grave o


reiterada.

Art. 20. -- Concedida la autorización judicial, el director del establecimiento quedará

facultado para hacer efectivas las salidas transitorias o la semilibertad e informará al juez

sobre su cumplimiento. El director podrá disponer la supervisión a cargo de profesionales

del servicio social.

Art. 21. -- El director entregará al condenado autorizado a salir del establecimiento una

constancia que justifique su situación ante cualquier requerimiento de la autoridad.

Art. 22. -- Las salidas transitorias, el régimen de semilibertad y los permisos a que se

refiere el art. 166 no interrumpirán la ejecución de la pena.

Semilibertad

Art. 23. -- La semilibertad permitirá al condenado trabajar fuera del establecimiento sin

supervisión continua, en iguales condiciones a las de la vida libre, incluso salario y

seguridad social, regresando al alojamiento asignado al fin de cada jornada laboral. Para

ello deberá tener asegurada una adecuada ocupación y reunir los requisitos del art. 17.

Art. 24. -- El condenado incorporado a semilibertad será alojado en una institución regida

por el principio de autodisciplina.

Art. 25. -- El trabajo en semilibertad será diurno y en días hábiles. Excepcionalmente será

nocturno o en días domingo o feriado y en modo alguno dificultará el retorno diario del

condenado a su alojamiento.

Art. 26. -- La incorporación a la semilibertad incluirá una salida transitoria semanal, salvo

resolución en contrario de la autoridad judicial.

Evaluación del tratamiento

Art. 27. -- La verificación y actualización del tratamiento a que se refiere el art. 13, inc. d),

corresponderá al organismo técnico-criminológico y se efectuará, como mínimo, cada

seis meses.

Período de libertad condicional

Art. 28. -- El juez de ejecución o juez competente podrá conceder la libertad condicional
al condenado que reúna los requisitos fijados por el Código Penal, previo los informes

fundados del organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del

establecimiento. Dicho informe deberá contener los antecedentes de conducta, concepto

y dictámenes criminológicos desde el comienzo de la ejecución de la pena.

Art. 29. -- La supervisión del liberado condicional comprenderá una asistencia social

eficaz a cargo de un patronato de liberados o de un servicio social calificado, de no existir

aquél. En ningún caso se confiará a organismos policiales o de seguridad.

SECCION SEGUNDA -- Programa de prelibertad

Art. 30. -- Entre sesenta y noventa días antes del tiempo mínimo exigible para la

concesión de la libertad condicional o de la libertad asistida del art. 54, el condenado

deberá participar de un programa intensivo de preparación para su retorno a la vida libre

el que, por lo menos, incluirá:

a) Información, orientación y consideración con el interesado de las cuestiones

personales y prácticas que deba afrontar al egreso para su conveniente reinserción

familiar y social;

b) Verificación de la documentación de identidad indispensable y su vigencia o inmediata

tramitación, si fuere necesario;

c) Previsiones adecuadas para su vestimenta, traslado y radicación en otro lugar, trabajo,

continuación de estudios, aprendizaje profesional, tratamiento médico, psicológico o

social.

Art. 31. -- El desarrollo del programa de prelibertad, elaborado por profesionales del

servicio social, en caso de egresos por libertad condicional o por libertad asistida, deberá

coordinarse con los patronatos de liberados. En los egresos por agotamiento de la pena

privativa de libertad la coordinación se efectuará con los patronatos de liberados, las

organizaciones de asistencia postpenitenciaria y con otros recursos de la comunidad. En

todos los casos se promoverá el desarrollo de acciones tendientes a la mejor reinserción

social.
SECCION TERCERA -- Alternativas para situaciones especiales

Prisión domiciliaria

Art. 32. -- El juez de ejecución o juez competente confiará la supervisión de la detención

domiciliaria prevista en el art. 10 del Código Penal a un patronato de liberados o servicio

social calificado, de no existir aquél. En ningún caso estará a cargo de organismos

policiales o de seguridad.

Art. 33. -- El condenado mayor de setenta años o el que padezca una enfermedad

incurable en período terminal, podrá cumplir la pena impuesta en detención domiciliaria,

por resolución del juez de ejecución o juez competente, cuando mediare pedido de un

familiar, persona o institución responsable que asuma su cuidado, previo informes

médico, psicológico y social que fundadamente lo justifique.

Si lo estimare conveniente, el juez podrá disponer una supervisión adecuada en la forma

prevista en el art. 32.

Art. 34. -- El juez de ejecución o juez competente revocará la detención domiciliaria

cuando el condenado quebrantare injustificadamente la obligación de permanecer en el

domicilio fijado o cuando los resultados de la supervisión efectuada así lo aconsejaren.

Prisión discontinua y semidetención

Art. 35. -- El juez de ejecución o juez competente, a pedido o con el consentimiento del

condenado, podrá disponer la ejecución de la pena mediante la prisión discontinua y

semidetención, cuando:

a) Se revocare la detención domiciliaria prevista en el art. 10 del Código Penal;

b) Se revocare la detención domiciliaria prevista en el art. 33 de esta ley en el caso de

condenado mayor de setenta años;

c) Se convirtiere la pena de multa en prisión, según lo dispuesto en el art. 21, párrafo 2º

del Código Penal;

d) Se revocare la condenación condicional prevista en el art. 26 del Código Penal por

incumplimiento de las reglas de conducta establecidas en el art. 27 bis del Código Penal;
e) Se revocare la libertad condicional dispuesta en el art. 15 del Código Penal, en el caso

que el condenado haya violado la obligación de residencia;

f) La pena privativa de libertad, al momento de la sentencia definitiva, no sea mayor de

seis meses de efectivo cumplimiento.

Prisión discontinua

Art. 36. -- La prisión discontinua se cumplirá mediante la permanencia del condenado en

una institución basada en el principio de autodisciplina, por fracciones no menores de

treinta y seis horas, procurando que ese período coincida con los días no laborables de

aquél.

Art. 37. -- El juez de ejecución o juez competente podrá autorizar al condenado a no

presentarse en la institución en la que cumple la prisión discontinua por un lapso de

veinticuatro horas cada dos meses.

Art. 38. -- Se computará un día de pena privativa de libertad por cada noche de

permanencia del condenado en la institución.

Semidetención

Art. 39. -- La semidetención consistirá en la permanencia ininterrumpida del condenado

en una institución basada en el principio de autodisciplina, durante la fracción del día no

destinada al cumplimiento, en la medida de lo posible, de sus obligaciones familiares,

laborales o educativas. Sus modalidades podrán ser la prisión diurna y la prisión

nocturna.

Art. 40. -- El lapso en el que el condenado esté autorizado a salir de la institución se

limitará al que le insuman las obligaciones indicadas en el art. 39, que deberá acreditar

fehacientemente.

Prisión diurna

Art. 41. -- La prisión diurna se cumplirá mediante la permanencia diaria del condenado en

una institución basada en el principio de autodisciplina, todos los días entre las ocho y las

diecisiete horas.
Prisión nocturna

Art. 42. -- La prisión nocturna se cumplirá mediante la permanencia diaria del condenado

en una institución basada en el principio de autodiscipina, entre las veintiuna horas de un

día y las seis horas del día siguiente.

Art. 43. -- Se computará un día de pena privativa de libertad por cada jornada de

permanencia del condenado en la institución conforme lo previsto en los arts. 41 y 42.

Art. 44. -- El juez de ejecución o juez competente podrá autorizar al condenado a no

presentarse en la institución durante un lapso no mayor de cuarenta y ocho horas cada

dos meses.

Disposiciones comunes

Art. 45. -- El juez de ejecución o juez competente determinará, en cada caso, mediante

resolución fundada, el plan de ejecución de la prisión discontinua o semidetención, los

horarios de presentación obligatoria del condenado, las normas de conducta que se

compromete a observar en la vida libre y la obligación de acatar las normas de

convivencia de la institución, disponiendo la supervisión que considere conveniente.

Art. 46. -- En el caso del inc. f) del art. 35, si el condenado se encontrare privado de

libertad, previo a la ejecución de la resolución judicial, participará del programa de

prelibertad, establecido en el art. 30, con una duración máxima de treinta días.

Art. 47. -- El condenado en prisión discontinua o en semidetención, durante su

permanencia en la institución, participará en los programas de tratamiento que establezca

la reglamentación, en la que se consignarán las obligaciones y limitaciones que deberá

observar.

Art. 48. -- El condenado podrá, en cualquier tiempo, renunciar irrevocablemente a la

prisión discontinua o a la semidetención. Practicado el nuevo cómputo, el juez de

ejecución o juez competente dispondrá que el resto de la pena se cumpla en

establecimiento penitenciario. En tal supuesto la pena se cumplirá en establecimiento

semiabierto o cerrado.
Art. 49. -- En caso de incumplimiento grave o reiterado de las normas fijadas de acuerdo

a lo previsto en el art. 45 y previo informe de la autoridad encargada de la supervisión del

condenado, el juez de ejecución o juez competente revocará la prisión discontinua o la

semidetención practicando el cómputo correspondiente. La revocación implicará el

cumplimiento de la pena en establecimiento semiabierto o cerrado.

Trabajos para la comunidad

Art. 50. -- En los casos de los incs. c) y f) del art. 35, cuando se presente ocasión para

ello y el condenado lo solicite o acepte, el juez de ejecución o juez competente podrá

sustituir, total o parcialmente, la prisión discontinua o la semidetención por la realización

de trabajo para la comunidad no remunerado fuera de los horarios habituales de su

actividad laboral comprobada. En tal caso se computarán seis horas de trabajo para la

comunidad por un día de prisión. El plazo máximo para el cumplimiento de la pena con

esta modalidad de ejecución será de dieciocho meses.

Art. 51. -- El juez de ejecución o juez competente confiará la organización y supervisión

del trabajo para la comunidad del art. 50 a un patronato de liberados o a un servicio social

calificado, de no existir aquél.

Art. 52. -- En caso de incumplimiento del plazo o de la obligación fijada en el art. 50, el

juez de ejecución o juez competente revocará el trabajo para la comunidad. La

revocación, luego de practicado el cómputo correspondiente, implicará el cumplimiento de

la pena en establecimiento semiabierto o cerrado. Por única vez y mediando causa

justificada, el juez de ejecución o juez competente podrá ampliar el plazo en hasta seis

meses.

Art. 53. -- El condenado en cualquier tiempo podrá renunciar irrevocablemente al trabajo

para la comunidad. Practicado el nuevo cómputo, el juez de ejecución o juez competente

dispondrá que el resto de la pena se cumpla en prisión discontinua, semidetención o en

un establecimiento penitenciario.

SECCION CUARTA -- Libertad asistida


Art. 54. -- La libertad asistida permitirá al condenado sin la accesoria del art. 52 del

Código Penal, el egreso anticipado y su reintegro al medio libre seis meses antes del

agotamiento de la pena temporal.

El juez de ejecución o juez competente, a pedido del condenado y previo los informes del

organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del establecimiento, podrá

disponer la incorporación del condenado al régimen de libertad asistida.

El juez de ejecución o juez competente podrá denegar la incorporación del condenado a

este régimen sólo excepcionalmente y cuando considere, por resolución fundada, que el

egreso puede constituir un grave riesgo para el condenado o para la sociedad.

Art. 55. -- El condenado incorporado al régimen de libertad asistida deberá cumplir las

siguientes condiciones:

I -- Presentarse, dentro del plazo fijado por el juez de ejecución o juez competente, al

patronato de liberados que le indique para su asistencia y para la supervisión de las

condiciones impuestas.

II -- Cumplir las reglas de conducta que el juez de ejecución o juez competente fije, las

cuales sin perjuicio de otras que fueren convenientes de acuerdo a las circunstancias

personales y ambientales del condenado, podrán ser:

a) Desempeñar un trabajo, oficio o profesión, o adquirir los conocimientos necesarios

para ello;

b) Aceptar activamente el tratamiento que fuere menester;

c) No frecuentar determinadas personas o lugares, abstenerse de actividades o de

hábitos que en el caso, se consideren inconvenientes para su adecuada reinserción

social.

Salvo expresa indicación en contrario, siempre regirá la obligación señalada en el inc. a)

de este apartado.

III -- Residir en el domicilio consignado en la resolución judicial, el que podrá ser

modificado previa autorización del juez de ejecución o juez competente, para lo cual éste
deberá requerir opinión del patronato respectivo.

IV -- Reparar, en la medida de sus posibilidades, los daños causados por el delito, en los

plazos y condiciones que fije el juez de ejecución o juez competente.

Estas condiciones regirán a partir del día de egreso hasta el de agotamiento de la

condena.

Art. 56. -- Cuando el condenado en libertad asistida cometiere un delito o violare la

obligación del apart. I del art. 55, la libertad asistida será revocada.

El resto de la condena se agotará en un establecimiento semiabierto o cerrado.

Si el condenado en libertad asistida incumpliere reiteradamente las reglas de conducta

impuestas, violare la obligación prescripta en el apart. III del art. 55 o se sustrajere, sin

causa, a lo prescrito en el apart. IV de ese artículo, el juez de ejecución o juez

competente podrá revocar su incorporación a la libertad asistida o disponer que no se le

compute en la condena todo o parte del tiempo que hubiere durado la inobservancia. En

tal supuesto se prorrogarán los términos, hasta tanto acatare lo dispuesto en el plazo que

se le fije, bajo apercibimiento de revocatoria.

En los casos de revocatoria, deberá practicarse nuevo cómputo no considerándose el

tiempo que haya durado la libertad.

CAPITULO III -- Normas de trato

Denominación

Art. 57. -- La persona condenada sujeta a medida de seguridad que se aloje en

instituciones previstas en esta ley, se denominará interno.

Al interno se le citará o llamará únicamente por el nombre y apellido.

Higiene

Art. 58. -- El régimen penitenciario deberá asegurar y promover el bienestar psicofísico de

los internos. Para ello se implementarán medidas de prevención, recuperación y

rehabilitación de la salud y se atenderán especialmente las condiciones ambientales e

higiénicas de los establecimientos.


Art. 59. -- El número de internos de cada establecimiento deberá estar preestablecido y

no se lo excederá a fin de asegurar un adecuado alojamiento. Todos los locales estarán

siempre en buen estado de conservación. Su ventilación, iluminación, calefacción y

dimensiones guardarán relación con su destino y los factores climáticos.

Art. 60. -- El aseo personal del interno será obligatorio. Los establecimientos deberán

disponer de suficientes y adecuadas instalaciones sanitarias y proveerán al interno de los

elementos indispensables para su higiene.

Art. 61. -- El interno deberá cuidar el aseo de su alojamiento y contribuir a la higiene y

conservación del establecimiento.

Alojamiento

Art. 62. -- El alojamiento nocturno del interno, en lo posible, será individual en los

establecimientos cerrados y semiabiertos.

En las instituciones o secciones basadas en el principio de autodisciplina se podrán

utilizar dormitorios para internos cuidadosamente seleccionados.

Vestimenta y ropa

Art. 63. -- La Administración proveerá al interno de vestimenta acorde al clima y a la

estación, para usarla en el interior del establecimiento. En manera alguna esas prendas,

por sus características podrán resultar humillantes. Deberá cuidarse su mantenimiento en

buen estado de conservación e higiene.

Cuando el interno hubiere de salir del establecimiento, en los casos autorizados, deberá

permitírsele utilizar sus ropas personales. Si no dispusiere de ellas, se le facilitará

vestimenta adecuada.

Art. 64. -- Al interno se le proveerá de ropa suficiente para su cama individual, la que será

mudada con regularidad.

Alimentación

Art. 65. -- La alimentación del interno estará a cargo de la administración; será adecuada

a sus necesidades y sustentada en criterios higiénico-dietéticos. Sin perjuicio de ello y


conforme los reglamentos que se dicten, el interno podrá adquirir o recibir alimentos de

sus familiares o visitantes. La prohibición de bebidas alcohólicas será absoluta.

Información y peticiones

Art. 66. -- A su ingreso al establecimiento el interno recibirá explicación oral e información

escrita acerca del régimen a que se encontrará sometido, las normas de conducta que

deberá observar, el sistema disciplinario vigente, los medios autorizados para formular

pedidos o presentar quejas y de todo aquello que sea útil para conocer sus derechos y

obligaciones. Si el interno fuere analfabeto, presentare discapacidad física o psíquica o

no comprendiese el idioma castellano, esa información se le deberá suministrar por

persona y medio idóneo.

Art. 67. -- El interno podrá presentar peticiones y quejas al director del establecimiento y

dirigirse sin censura a otra autoridad administrativa superior, al juez de ejecución o al juez

competente.

La resolución que se adopte deberá ser fundada, emitida en tiempo razonable y

notificada al interno.

Tenencia y depósito de objetos y valores

Art. 68. -- El dinero, los objetos de valor y demás prendas propias que el interno posea a

su ingreso o que reciba con posterioridad y que reglamentariamente no pueda retener

consigo serán, previo inventario, mantenidos en depósito. Se adoptarán las disposiciones

necesarias para su conservación en buen estado. Conforme los reglamentos, el interno

podrá disponer de su dinero y otros objetos. Los efectos no dispuestos por el interno y

que no hubieren sido retenidos o destruidos por razones de higiene, le serán devueltos a

su egreso. De todo depósito, disposición o devolución se extenderán las

correspondientes constancias y recibos.

Cuidados de bienes

Art. 69. -- El interno deberá cuidar las instalaciones, el mobiliario y los objetos y

elementos que la administración destine para el uso individual o común y abstenerse de


producir daño en los pertenecientes a otros internos.

Registro de internos y de instalaciones

Art. 70. -- Para preservar la seguridad general, los registros en las personas de los

internos, sus pertenencias y locales que ocupen, los recuentos y las requisas de las

instalaciones del establecimiento, se efectuarán con las garantías que

reglamentariamente se determinen y dentro del respeto a la dignidad humana.

Traslado de internos

Art. 71. -- El traslado individual o colectivo de internos se sustraerá a la curiosidad pública

y estará exento de publicidad. Deberá efectuarse en medios de transporte higiénicos y

seguros.

La administración reglamentará las precauciones que deberán utilizarse contra posibles

evasiones, las cuales en ninguna circunstancia causarán padecimientos innecesarios al

interno.

Art. 72. -- El traslado del interno de un establecimiento a otro, con las razones que lo

fundamenten, deberá ser comunicado de inmediato al juez de ejecución o juez

competente.

Art. 73. -- El traslado del interno de un establecimiento a otro será informado de inmediato

a las personas o instituciones con las que mantuviere visita o correspondencia o a

quienes hubieren sido por él designados.

Medidas de sujeción

Art. 74. -- Queda prohibido el empleo de esposas o de cualquier otro medio de sujeción

como castigo.

Art. 75. -- Sólo podrán adoptarse medidas de sujeción en los siguientes casos:

a) Como precaución contra una posible evasión durante el traslado del interno;

b) Por razones médicas, a indicación del facultativo, formulada por escrito;

c) Por orden expresa del director o del funcionario que lo reemplace en caso de no

encontrarse éste en servicio, si otros métodos de seguridad hubieran fracasado y con el


único propósito de que el interno no se cause daño a sí mismo, a un tercero o al

establecimiento. En este caso el director o quien lo reemplace, dará de inmediato

intervención al servicio médico y remitirá un informe detallado al juez de ejecución o juez

competente y a la autoridad penitenciaria superior.

Art. 76. -- La determinación de los medios de sujeción autorizados y su modo de empleo

serán establecidos por la reglamentación que se dicte. Su aplicación no podrá

prolongarse más allá del tiempo necesario, bajo apercibimiento de las sanciones

administrativas y penales que correspondan por el funcionario responsable.

Resistencia a la autoridad penitenciaria

Art. 77. -- Al personal penitenciario le está absolutamente prohibido emplear la fuerza en

el trato con los internos, excepto en los casos de fuga, evasión o de sus tentativas o de

resistencia por la fuerza activa o pasiva a una orden basada en norma legal o

reglamentaria. Aun en estos casos, todo exceso hará pasible al responsable de las

sanciones administrativas y penales que correspondan.

Art. 78. -- El personal que habitualmente preste servicios en contacto directo con los

internos no estará armado. Deberá recibir un entrenamiento físico adecuado que le

permita actuar razonable y eficazmente para superar situaciones de violencia.

El uso de armas reglamentarias quedará limitado a las circunstancias excepcionales en

que sea indispensable utilizarlas con fines de prevención o por peligro inminente para la

vida, la salud o la seguridad de agentes, de internos o de terceros.

CAPITULO IV -- Disciplina

Art. 79. -- El interno está obligado a acatar las normas de conducta que, para posibilitar

una ordenada convivencia, en su propio beneficio y para promover su reinserción social,

determinen esta ley y los reglamentos que se dicten.

Art. 80. -- El orden y la disciplina se mantendrán con decisión y firmeza. No se impondrán

más restricciones que las indispensables para mantener la seguridad y la correcta

organización de la vida de los alojados, de acuerdo al tipo de establecimiento y al


régimen en que se encuentra incorporado el interno.

Art. 81. -- El poder disciplinario sólo puede ser ejercido por el director del establecimiento,

quien tendrá competencia para imponer sanciones, suspender o dar por cumplida su

aplicación o sustituirlas por otras más leves, de acuerdo a las circunstancias del caso.

Art. 82. -- El reglamento podrá autorizar, con carácter restrictivo, que un miembro del

personal superior legalmente a cargo del establecimiento, pueda ordenar el aislamiento

provisional de internos cuando existan fundados motivos para ello, dando inmediata

intervención al director.

Art. 83. -- En ningún caso el interno podrá desempeñar tareas a las que vaya unido el

ejercicio de una potestad disciplinaria.

Art. 84. -- No habrá infracción ni sanción disciplinaria sin expresa y anterior previsión legal

o reglamentaria.

Art. 85. -- El incumplimiento de las normas de conducta a que alude el art. 79, constituye

infracción disciplinaria.

Las infracciones disciplinarias se clasifican en leves, medias y graves.

Los reglamentos especificarán las leves y las medias.

Son faltas graves:

a) Evadirse o intentarlo, colaborar en la evasión de otros o poseer elementos para ello;

b) Incitar o participar en movimientos para quebrantar el orden y la disciplina;

c) Tener dinero u otros valores que lo reemplacen, poseer, ocultar, facilitar o traficar

elementos electrónicos o medicamentos no autorizados, estupefacientes, alcohol,

sustancias tóxicas o explosivos, armas o todo instrumento capaz de atentar contra la

vida, la salud o la integridad propia o de terceros;

d) Intentar introducir o sacar elementos de cualquier naturaleza eludiendo los controles

reglamentarios;

e) Retener, agredir, coaccionar o amenazar a funcionarios u otras personas;

f) Intimidar física, psíquica o sexualmente a otra persona;


g) Amenazar o desarrollar acciones que sean real o potencialmente aptas para contagiar

enfermedades;

h) Resistir activa y gravemente al cumplimiento de órdenes legalmente impartidas por

funcionario competente;

i) Provocar accidentes de trabajo o de cualquier otra naturaleza;

j) Cometer un hecho previsto como delito doloso, sin perjuicio de ser sometido al eventual

proceso penal.

Art. 86. -- El interno estará obligado a resarcir los daños o deterioros materiales causados

en las cosas muebles o inmuebles del Estado o de terceros, sin perjuicio de ser sometido

al eventual proceso penal.

Art. 87. -- Sólo se podrá aplicar como sanción, de acuerdo a la importancia de la

infracción cometida y a la individualización del caso, alguna de las siguientes

correcciones, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 89;

a) Amonestación;

b) Exclusión de las actividades recreativas o deportivas hasta diez (10) días;

c) Exclusión de la actividad común hasta quince (15) días;

d) Suspensión o restricción total o parcial de derechos reglamentarios de hasta quince

(15) días de duración;

e) Permanencia en su alojamiento individual o en celdas cuyas condiciones no agraven

ilegítimamente la detención, hasta quince (15) días ininterrumpidos;

f) Permanencia en su alojamiento individual o en celdas cuyas condiciones no agraven

ilegítimamente la detención, hasta siete (7) fines de semana sucesivos o alternados.

g) Traslado a otra sección del establecimiento de régimen más riguroso;

h) Traslado a otro establecimiento.

La ejecución de las sanciones no implicará la suspensión total del derecho a visita y

correspondencia de un familiar directo o allegado del interno, en caso de no contar con

aquél.
Art. 88. -- El sancionado con la corrección de permanencia en su alojamiento habitual no

será eximido de trabajar. Se le facilitará material de lectura. Será visitado diariamente por

un miembro del personal superior del establecimiento, por el capellán o ministro de culto

reconocido por el Estado nacional cuando lo solicite, por un educador y por el médico.

Este último informará por escrito a la dirección, si la sanción debe suspenderse o

atenuarse por razones de salud.

Art. 89. -- El director del establecimiento, con los informes coincidentes del organismo

técnico-criminológico y del consejo correccional del establecimiento, podrá retrotraer al

período o fase inmediatamente anterior al interno sancionado por falta grave o reiterada.

Art. 90. -- Cuando la falta disciplinaria dé motivos para sospechar la existencia de una

perturbación mental en su autor, el director del establecimiento deberá solicitar

asesoramiento médico, previo a la decisión del caso.

Art. 91. -- El interno debe ser informado de la infracción que se le imputa, tener

oportunidad de presentar sus descargos, ofrecer prueba y ser recibido en audiencia por el

director del establecimiento antes de dictar resolución, la que en todos los casos deberá

ser fundada. La resolución se pronunciará dentro del plazo que fije el reglamento.

Art. 92. -- El interno no podrá ser sancionado dos veces por la misma infracción.

Art. 93. -- En caso de duda se estará a lo que resulte más favorable al interno.

Art. 94. -- En ningún caso se aplicarán sanciones colectivas.

Art. 95. -- La notificación de la sanción impuesta debe estar a cargo de un miembro del

personal directivo del establecimiento. El interno será informado de sus fundamentos y

alcances y exhortado a reflexionar sobre su comportamiento.

Art. 96. -- Las sanciones serán recurribles ante el juez de ejecución o juez competente

dentro de los cinco días hábiles, derecho del que deberá ser informado el interno al

notificársele la resolución. La interposición del recurso no tendrá efecto suspensivo, a

menos que así lo disponga el magistrado interviniente. Si el juez de ejecución o juez

competente no se expidiese dentro de los sesenta días, la sanción quedará firme.


Art. 97. -- Las sanciones y los recursos que eventualmente interpongan los sancionados,

deberán ser notificados al juez de ejecución o juez competente por la vía más rápida

disponible dentro de las seis horas subsiguientes a su dictado o interposición.

Art. 98. -- En el supuesto de primera infracción en el establecimiento, si el

comportamiento anterior del interno lo justificare, el director, en la misma resolución que

impone la sanción, podrá dejar en suspenso su ejecución. Si el interno cometiere otra

falta dentro de plazo prudencial que en cada caso fije el director en la misma resolución,

se deberá cumplir tanto la sanción cuya ejecución quedó suspendida, como la

correspondiente a la nueva infracción.

Art. 99. -- En cada establecimiento se llevará un "registro de sanciones", foliado,

encuadernado y rubricado por el juez de ejecución o juez competente, en el que se

anotarán, por orden cronológico, las sanciones impuestas, sus motivos, su ejecución o

suspensión y el cumplimiento de lo dispuesto en el art. 88, dejándose constancia de todo

ello en el legajo personal.

CAPITULO V -- Conducta y concepto

Art. 100. -- El interno será calificado de acuerdo a su conducta. Se entenderá por

conducta la observancia de las normas reglamentarias que rigen el orden, la disciplina y

la convivencia dentro del establecimiento.

Art. 101. -- El interno será calificado, asimismo, de acuerdo al concepto que merezca. Se

entenderá por concepto la ponderación de su evolución personal de la que sea deducible

su mayor o menor posibilidad de adecuada reinserción social.

Art. 102. -- La calificación de conducta y concepto será efectuada trimestralmente,

notificada al interno en la forma en que reglamentariamente se disponga y formulada de

conformidad con la siguiente escala:

a) Ejemplar;

b) Muy buena;

c) Buena;
d) Regular;

e) Mala;

f) Pésima.

Art. 103. -- La calificación de conducta tendrá valor y efectos para determinar la

frecuencia de las visitas, la participación en actividades recreativas y otras que los

reglamentos establezcan.

Art. 104. -- La calificación de concepto servirá de base para la aplicación de la

progresividad del régimen, el otorgamiento de salidas transitorias, semilibertad, libertad

condicional, libertad asistida, conmutación de pena e indulto.

CAPITULO VI -- Recompensas

Art. 105. -- Los actos del interno que demuestren buena conducta, espíritu de trabajo,

voluntad en el aprendizaje y sentido de responsabilidad en el comportamiento personal y

en las actividades organizadas del establecimiento, serán estimulados mediante un

sistema de recompensas reglamentariamente determinado.

CAPITULO VII -- Trabajo

Principios generales

Art. 106. -- El trabajo constituye un derecho y un deber del interno. Es una de las bases

del tratamiento y tiene positiva incidencia en su formación.

Art. 107. -- El trabajo se regirá por los siguientes principios:

a) No se impondrá como castigo;

b) No será aflictivo, denigrante, infamante ni forzado;

c) Propenderá a la formación y al mejoramiento de los hábitos laborales;

d) Procurará la capacitación del interno para desempeñarse en la vida libre;

e) Se programará teniendo en cuenta las aptitudes y condiciones psicofísicas de los

internos, las tecnologías utilizadas en el medio libre y las demandas del mercado laboral;

f) Deberá ser remunerado;

g) Se respetará la legislación laboral y de seguridad social vigente.


Art. 108. -- El trabajo de los internos no se organizará exclusivamente en función del

rendimiento económico individual o del conjunto de la actividad, sino que tendrá como

finalidad primordial la generación de hábitos laborales, la capacitación y la creatividad.

Art. 109. -- El trabajo del interno estará condicionado a su aptitud física o mental.

Art. 110. -- Sin perjuicio de su obligación a trabajar, no se coaccionará al interno a

hacerlo. Su negativa injustificada será considerada falta media e incidirá

desfavorablemente en el concepto.

Art. 111. -- La ejecución del trabajo remunerado no exime a ningún interno de su

prestación personal para labores generales del establecimiento o comisiones que se le

encomienden de acuerdo con los reglamentos. Estas actividades no serán remuneradas,

salvo que fueren su única ocupación.

Art. 112. -- El trabajo del interno estará basado en criterios pedagógicos y psicotécnicos.

Dentro de las posibilidades existentes el interno podrá manifestar su preferencia por el

trabajo que desee realizar.

Art. 113. -- En el caso de internos que ejerciten o perfeccionen actividades artísticas o

intelectuales, éstas podrán ser su única actividad laboral si fuere productiva y compatible

con su tratamiento y con el régimen del establecimiento.

Formación profesional

Art. 114. -- La capacitación laboral del interno, particularmente la de los jóvenes adultos,

será objeto de especial cuidado.

El régimen de aprendizaje de oficios a implementar, será concordante con las

condiciones personales del interno y con sus posibles actividades futuras en el medio

libre.

Art. 115. -- Se promoverá la organización de sistemas y programas de formación y

reconversión laboral, las que podrán realizarse con la participación concertada de las

autoridades laborales, agrupaciones sindicales, empresarias y otras entidades sociales

vinculadas al trabajo y a la producción.


Art. 116. -- Los diplomas, certificados o constancias de capacitación laboral que se

expidan, no deberán contener referencias de carácter penitenciario.

Organización

Art. 117. -- La organización del trabajo penitenciario, sus métodos, modalidades, jornadas

de labor, horarios, medidas preventivas de higiene y seguridad, atenderán a las

exigencias técnicas y a las normas establecidas en la legislación inherente al trabajo

libre.

Art. 118. -- La administración velará para que las tareas laborales se coordinen con los

horarios destinados a otros aspectos del tratamiento del interno.

Art. 119. -- El trabajo y la producción podrán organizarse por administración, bajo las

formas de ente descentralizado, empresa mixta o privada, por cuenta propia del interno o

mediante sistema cooperativo. En cualquiera de esas modalidades la administración

ejercerá la supervisión de la actividad del interno en lo concerniente al tratamiento.

Un reglamento especial establecerá las normas regulatorias de los aspectos vinculados a

la organización, funcionamiento, supervisión y evaluación de los entes oficiales, mixtos,

privados o cooperativos.

Las utilidades materiales percibidas por la administración penitenciaria se emplearán

exclusivamente en obras y servicios relacionados con el tratamiento de los internos.

Remuneración

Art. 120. -- El trabajo del interno será remunerado, salvo los casos previstos por el art.

111. Si los bienes o servicios producidos se destinaren al Estado o a entidades de bien

público, el salario del interno no será inferior a las tres cuartas partes del salario mínimo

vital móvil. En los demás casos o cuando la organización del trabajo esté a cargo de una

empresa mixta o privada la remuneración será igual al salario de la vida libre

correspondiente a la categoría profesional de que se trate.

Los salarios serán abonados en los términos establecidos en la legislación laboral

vigente.
Art. 121. -- La retribución del trabajo del interno, deducidos los aportes correspondientes

a la seguridad social, se distribuirá simultáneamente en la forma siguiente:

a) 10 % para indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito, conforme lo

disponga la sentencia;

b) 35 % para la prestación de alimentos, según el Código Civil;

c) 25 % para costear los gastos que causare en el establecimiento;

d) 30 % para formar un fondo propio que se le entregará a su salida.

Art. 122. -- El salario correspondiente al interno durante la semilibertad, prisión

discontinua o semidetención podrá ser percibido por la administración penitenciaria o por

el propio interno. En todos los casos deberá ser aplicado al cumplimiento de lo dispuesto

en los incs. 1º, 2º y 4º del art. 11 del Código Penal.

Art. 123. -- Cuando no hubiere indemnización que satisfacer, la parte que correspondiere

a la misma según el artículo anterior acrecerá el porcentaje destinado a la prestación de

alimentos.

Art. 124. -- Si el interno no tuviere indemnización que satisfacer, ni hubiere lugar a la

prestación de alimentos, los porcentajes respectivos acrecerán al fondo propio.

Art. 125. -- Si el interno tuviere que satisfacer indemnización, pero no prestación

alimentaria, la parte que pudiere corresponder a ésta, acrecerá el fondo propio.

Art. 126. -- En los casos previstos en el art. 122, la parte destinada para costear los

gastos que el interno causara al establecimiento, acrecerá su fondo propio.

Art. 127. -- La administración penitenciaria podrá autorizar que se destine como fondo

disponible hasta un máximo del 30 % del fondo propio mensual, siempre que el interno

haya alcanzado como mínimo la calificación de conducta buena. El fondo disponible se

depositará en el establecimiento a la orden del interno para adquisición de los artículos

de uso y consumo personal que autoricen los reglamentos.

Art. 128. -- El fondo propio, deducida en su caso la parte disponible que autoriza el

artículo anterior, constituirá un fondo de reserva, que deberá ser depositado a interés en
una institución bancaria oficial, en las mejores condiciones de plaza. Este fondo, que será

entregado al interno a su egreso, por agotamiento de pena, libertad condicional o

asistida, será inaccesible e inembargable, sin perjuicio de lo establecido en el art. 129.

Los reglamentos establecerán en casos debidamente justificados y con intervención

judicial, la disposición anticipada del fondo de reserva. En el supuesto de fallecimiento del

interno, el fondo de reserva será transmisible a sus herederos.

Art. 129. -- De la remuneración del trabajo del interno, deducidos los aportes

correspondientes a la seguridad social, podrá descontarse, en hasta un 20 % los cargos

por concepto de reparación de daños intencionales o culposos causados en las cosas

muebles o inmuebles del Estado o de terceros.

Accidentes de trabajo y enfermedades profesionales

Art. 130. -- La muerte o los accidentes sufridos por internos durante o con motivo de la

ejecución del trabajo, así como las enfermedades profesionales contraídas por su causa,

serán indemnizables conforme la legislación vigente.

Art. 131. -- La indemnización, cualquiera fuere el monto de la efectiva remuneración

percibida por el interno, se determinará sobre la base de los salarios fijados en los

convenios o disposiciones vigentes, a la fecha del siniestro, para las mismas o similares

actividades en el medio libre.

Art. 132. -- Durante el tiempo que dure su incapacidad, el interno accidentado o enfermo

percibirá la remuneración que tenía asignada.

CAPITULO VIII -- Educación

Art. 133. -- Desde su ingreso se asegurará al interno el ejercicio de su derecho de

aprender, adoptándose las medidas necesarias para mantener, fomentar y mejorar su

educación e instrucción.

Art. 134. -- La enseñanza será preponderantemente formativa, procurando que el interno

comprenda sus deberes y las normas que regulan la convivencia en sociedad.

Art. 135. -- Se impartirá enseñanza obligatoria a los internos analfabetos y a quienes no


hubieren alcanzado el nivel mínimo fijado por la ley. El director del establecimiento podrá

eximir de esta obligación a quienes carecieren de suficientes aptitudes intelectuales. En

estos casos, los internos recibirán instrucción adecuada, utilizando métodos especiales

de enseñanza.

Art. 136. -- Los planes de enseñanza corresponderán al sistema de educación pública

para que el interno pueda, a su egreso, tener la posibilidad de continuar sus estudios sin

inconvenientes.

Art. 137. -- La administración fomentará el interés del interno por el estudio, brindándole

la posibilidad de acceder a servicios educativos en los distintos niveles del sistema.

Cuando el interno no pueda seguir los cursos en el medio libre, se le darán las máximas

facilidades a través de regímenes alternativos, particularmente los sistemas abiertos y a

distancia.

Art. 138. -- Las actividades educacionales podrán ser objeto de convenios con entidades

públicas o privadas.

Art. 139. -- Los certificados de estudios y diplomas extendidos por la autoridad

educacional competente durante la permanencia del interno en un establecimiento

penitenciario, no deberán contener ninguna indicación que permita advertir esa

circunstancia.

Art. 140. -- En todo establecimiento funcionará una biblioteca para los internos, adecuada

a sus necesidades de instrucción, formación y recreación, debiendo estimularse su

utilización.

Art. 141. -- De acuerdo al tipo de establecimiento y a la categoría de los internos alojados,

se organizarán actividades recreativas y culturales, utilizando todos los medios

compatibles con su régimen.

Art. 142. -- El tiempo libre deberá ser empleado para organizar programas de recreación

con propósitos educativos, apropiados a las necesidades de los internos que aloje cada

establecimiento. El programa recreativo comprenderá prácticas deportivas,


preferentemente de equipo.

CAPITULO IX -- Asistencia médica

Art. 143. -- El interno tiene derecho a la salud. Deberá brindársele oportuna asistencia

médica integral, no pudiendo ser interferida su accesibilidad a la consulta y a los

tratamientos prescriptos.

Los estudios diagnósticos, tratamientos y medicamentos indicados, le serán

suministrados sin cargo.

Art. 144. -- Al ingreso o reingreso del interno a un establecimiento, deberá ser examinado

por un profesional médico. Este dejará constancia en la historia clínica de su estado

clínico, así como de las lesiones o signos de malos tratos y de los síndromes etílicos o de

ingesta de drogas, estupefacientes o cualquier otra sustancia tóxica susceptible de

producir dependencia física o psíquica, si los presentara.

Detectadas las anomalías aludidas, el médico deberá comunicarlas inmediatamente al

director del establecimiento.

Art. 145. -- La historia clínica en la que quedará registrada toda prestación médica, se

completará con la incorporación de los estudios psicológico y social realizados durante el

período de observación, previsto en el art. 13, inc. a), y la actualización a que aluden el

art. 13 inc. d) y el art. 27.

Copia de la historia clínica y de sus actuaciones integrará la historia criminológica.

Art. 146. -- Cuando el interno ingrese o reingrese al establecimiento con medicamentos

en su poder o los reciba del exterior, el director conforme dictamen médico decidirá el uso

que deba hacerse de ellos.

Art. 147. -- El interno podrá ser trasladado a un establecimiento penitenciario

especializado de carácter asistencial médico o psiquiátrico o a un centro apropiado del

medio libre, cuando la naturaleza del caso así lo aconseje.

En el segundo de los supuestos se requerirá previa autorización del juez de ejecución o

juez competente, salvo razones de urgencia. En todos los casos se comunicará la


novedad de inmediato al magistrado interviniente.

Art. 148. -- El interno podrá requerir, a su exclusivo cargo, la atención de profesionales

privados.

La autoridad penitenciaria dará curso al pedido, excepto que razones debidamente

fundadas aconsejen limitar este derecho.

Toda divergencia será resuelta por el juez de ejecución o juez competente.

Art. 149. -- Si el tratamiento del interno prescribiere la realización de operaciones de

cirugía mayor o cualquiera otra intervención quirúrgica o médica que implicaren grave

riesgo para la vida o fueren susceptibles de disminuir permanentemente sus condiciones

orgánicas o funcionales, deberá mediar su consentimiento o el de su representante legal

y la autorización del juez de ejecución o juez competente, previo informe de peritos.

En caso de extrema urgencia, bastará el informe médico, sin perjuicio de la inmediata

comunicación al juez de ejecución o juez competente.

Art. 150. -- Está expresamente prohibido someter a los internos a investigaciones o

tratamientos médicos o científicos de carácter experimental. Sólo se permitirán mediando

solicitud del interno, en enfermedades incurables y siempre que las investigaciones o

tratamientos experimentales sean avalados por la autoridad sanitaria correspondiente y

se orienten a lograr una mejora en su estado de salud.

Art. 151. -- Si el interno se negare a ingerir alimentos, se intensificarán los cuidados y

controles médicos. Se informará de inmediato al juez de ejecución o juez competente

solicitando, en el mismo acto, su autorización para proceder a la alimentación forzada,

cuando, a criterio médico, existiere grave riesgo para la salud del interno.

Art. 152. -- Los tratamientos psiquiátricos que impliquen suspensión de la conciencia o

pérdida de la autonomía psíquica, aunque fueran transitorias, sólo podrán ser realizados

en establecimientos especializados.

CAPITULO X -- Asistencia espiritual

Art. 153. -- El interno tiene derecho a que se respete y garantice su libertad de conciencia
y de religión, se facilite la atención espiritual que requiera y el oportuno contacto personal

y por otros medios autorizados con un representante del credo que profese, reconocido e

inscrito en el Registro Nacional de Cultos. Ninguna sanción disciplinaria podrá suspender

el ejercicio de este derecho.

Art. 154. -- El interno será autorizado, en la medida de lo posible, a satisfacer las

exigencias de su vida religiosa, participando de ceremonias litúrgicas y a tener consigo

objetos, libros de piedad, de moral e instrucción de su credo, para su uso personal.

Art. 155. -- En cada establecimiento se habilitará un local adecuado para celebraciones

litúrgicas, reuniones y otros actos religiosos de los diversos cultos reconocidos.

Art. 156. -- En todo establecimiento penitenciario se celebrará el culto católico, en forma

adecuada a las posibilidades edilicias de que disponga. La concurrencia a estos actos

será absolutamente voluntaria.

Art. 157. -- Los capellanes de los establecimientos tendrán a su cargo la instrucción

religiosa y moral y la orientación espiritual de los internos, incluso de los no católicos que

la aceptaren.

CAPITULO XI -- Relaciones familiares y sociales

Art. 158. -- El interno tiene derecho a comunicarse periódicamente, en forma oral o

escrita, con su familia, amigos, allegados, curadores y abogados, así como con

representantes de organismos oficiales e instituciones privadas con personería jurídica

que se interesen por su reinserción social.

En todos los casos se respetará la privacidad de esas comunicaciones, sin otras

restricciones que las dispuestas por juez competente.

Art. 159. -- Los internos de nacionalidad extranjera, gozarán de facilidades para

comunicarse con sus representantes diplomáticos y consulares acreditados.

Los internos nacionales de Estados sin representación diplomática o consular en el país,

los refugiados y los apátridas, tendrán las mismas posibilidades para dirigirse al

representante diplomático del Estado encargado de sus intereses en el país o a cualquier


autoridad nacional o internacional que tenga la misión de protegerlos.

Art. 160. -- Las visitas y la correspondencia que reciba o remita el interno y las

comunicaciones telefónicas, se ajustarán a las condiciones, oportunidad y supervisión

que determinen los reglamentos, los que no podrán desvirtuar lo establecido en los arts.

158 y 159.

Art. 161. -- Las comunicaciones orales o escritas previstas en el art. 160, sólo podrán ser

suspendidas o restringidas transitoriamente, por resolución fundada del director del

establecimiento, quien de inmediato, lo comunicará al juez de ejecución o juez

competente. El interno será notificado de la suspensión o restricción transitoria de su

derecho.

Art. 162. -- El visitante deberá respetar las normas reglamentarias vigentes en la

institución, las indicaciones del personal y abstenerse de introducir o intentar ingresar

elemento alguno que no haya sido permitido y expresamente autorizado por el director. Si

faltaren a esta prescripción o se comprobare connivencia culpable con el interno, o no

guardare la debida compostura, su ingreso al establecimiento será suspendido, temporal

o definitivamente, por resolución del director, la que podrá recurrirse ante el juez de

ejecución o el juez competente.

Art. 163. -- El visitante y sus pertenencias, por razones de seguridad, serán registrados.

El registro, dentro del respeto a la dignidad de la persona humana, será realizado o

dirigido, según el procedimiento previsto en los reglamentos por personal del mismo sexo

del visitante. El registro manual, en la medida de lo posible, será sustituido por sensores

no intensivos u otras técnicas no táctiles apropiadas y eficaces.

Art. 164. -- El interno tiene el derecho a estar informado de los sucesos de la vida

nacional e internacional, por los medios de comunicación social, publicaciones o

emisiones especiales permitidas.

Art. 165. -- La enfermedad o accidentes graves o el fallecimiento del interno, será

comunicado inmediatamente a su familia, allegados o persona indicada previamente por


aquél, al representante de su credo religioso y al juez de ejecución o juez competente.

Art. 166. -- El interno será autorizado, en caso de enfermedad o accidente grave o

fallecimiento de familiares o allegados con derecho a visita o correspondencia, para

cumplir con sus deberes morales, excepto cuando se tuviesen serios y fundamentados

motivos para resolver lo contrario.

Art. 167. -- Los internos que no gocen de permiso de salida para afianzar y mejorar los

lazos familiares podrán recibir la visita íntima de su cónyuge o, a falta de éste, de la

persona con quien mantiene vida marital permanente, en la forma y modo que

determinen los reglamentos.

CAPITULO XII -- Asistencia social

Art. 168. -- Las relaciones del interno con su familia, en tanto fueren convenientes para

ambos y compatibles con su tratamiento, deberán ser facilitadas y estimuladas. Asimismo

se lo alentará para que continúe o establezca vínculos útiles con personas u organismos

oficiales o privados con personería jurídica, que puedan favorecer sus posibilidades de

reinserción social.

Art. 169. -- Al interno se le prestará asistencia moral y material y, en la medida de lo

posible, amparo a su familia. Esta asistencia estará a cargo de órganos o personal

especializado, cuya actuación podrá ser concurrente con la que realicen otros

organismos estatales y personas o entidades privadas con personería jurídica.

Art. 170. -- En defecto de persona allegada al interno designada como curador o

susceptible de serlo, se proveerá a su representación jurídica, en orden a la curatela

prevista en el art. 12 del Código Penal.

Art. 171. -- En modo particular se velará por la regularización de los documentos

personales del interno. A su ingreso se le requerirá información sobre los mismos. La

documentación que traiga consigo, se le restituya o se le obtenga, se depositará en el

establecimiento, para serle entregada bajo constancia, a su egreso.

CAPITULO XIII -- Asistencia postpenitenciaria


Art. 172. -- Los egresados y liberados gozarán de protección y asistencia social, moral y

material pospenitenciaria a cargo de un patronato de liberados o de una institución de

asistencia pospenitenciaria con fines específicos y personería jurídica, procurando que no

sufra menoscabo su dignidad, ni se ponga de manifiesto su condición. Se atenderá a su

ubicación social y a su alojamiento, a la obtención de trabajo, a la provisión de vestimenta

adecuada y de recursos suficientes, si no los tuviere, para solventar la crisis del egreso y

de pasaje para trasladarse al lugar de la República donde fije su residencia.

Art. 173. -- Las gestiones conducentes al cumplimiento de lo dispuesto en el art. 172, se

iniciarán con la debida antelación, para que en el momento de egresar, el interno

encuentre facilitada la solución de los problemas que puedan ser causa de

desorientación, desubicación o desamparo. A tales efectos se le conectará con el

organismo encargado de su supervisión en el caso de libertad condicional o asistida y de

prestarle asistencia y protección en todas las demás formas de egreso.

CAPITULO XIV -- Patronatos de liberados

Art. 174. -- Los patronatos de liberados concurrirán a prestar la asistencia a que se

refieren los arts. 168 a 170, la asistencia pospenitenciaria de los egresados, las acciones

previstas en el art. 184, la función que establecen los arts. 13 y 53 del Código Penal y las

leyes 24.316 y 24.390.

Art. 175. -- Los patronatos de liberados podrán ser organismos oficiales o asociaciones

privadas con personería jurídica. Estas últimas recibirán un subsidio del Estado, cuya

inversión será controlada por la autoridad competente.

CAPITULO XV -- Establecimientos de ejecución de la pena

Art. 176. -- La aplicación de esta ley requiere que cada jurisdicción del país, en la medida

necesaria y organizados separadamente para hombres y mujeres, posea los siguientes

tipos de establecimientos:

a) Cárceles o alcaidías para procesados;

b) Centros de observación para el estudio criminológico del condenado y planificación de


su tratamiento de acuerdo con lo previsto en el art. 13;

c) Instituciones diferenciadas por su régimen para la ejecución de la pena;

d) Establecimientos especiales de carácter asistencial médico y psiquiátrico;

e) Centros para la atención y supervisión de los condenados que se encuentren en

tratamiento en el medio libre y otros afines.

Art. 177. -- Cada establecimiento de ejecución tendrá su propio reglamento interno,

basado en esta ley, en su destino específico y en las necesidades del tratamiento

individualizado que deban recibir los alojados. Contemplará una racional distribución del

tiempo diario que garantice la coordinación de los medios de tratamiento que en cada

caso deban utilizarse, en particular la enseñanza en los niveles obligatorios, la atención

de las necesidades físicas y espirituales y las actividades laborales, familiares, sociales,

culturales y recreativas de los internos, asegurando ocho horas para el reposo nocturno y

un día de descanso semanal.

Art. 178. -- Las cárceles o alcaidías tienen por objeto retener y custodiar a las personas

sometidas a proceso penal. Su régimen posibilitará que el interno pueda ejercer su

derecho al trabajo y afrontar la responsabilidad de asistir a su grupo familiar dependiente

e incluirá programas y actividades que permitan evitar o reducir, al mínimo posible, la

desocialización que pueda generar la privación de libertad.

Art. 179. -- Los establecimientos destinados a procesados no podrán alojar condenados.

Art. 180. -- En las cárceles y establecimientos de ejecución de la pena no se podrá

recibir, bajo ningún concepto, persona alguna, que no sea acompañada de una orden de

detención expresa extendida por juez competente.

Art. 181. -- Para la realización de las tareas técnico-criminológicas que dispone el art. 13,

según las circunstancias locales, se deberá disponer de:

a) Una institución destinada a esa exclusiva finalidad;

b) Una sección separada e independiente en la cárcel o alcaidía de procesados;

c) Una sección apropiada e independiente en una institución de ejecución de la pena.


Art. 182. -- Según lo requiera el volumen y la composición de la población penal y las

necesidades del tratamiento individualizado de los internos, deberá contarse con

instituciones abiertas, semiabiertas y cerradas.

Art. 183. -- Los establecimientos de carácter asistencial especializados podrán ser:

a) Centros hospitalarios diversificados cuando sea necesario y posible;

b) Institutos psiquiátricos.

La dirección de estos centros asistenciales sólo podrá ser ejercida por personal médico

debidamente calificado y especializado.

Art. 184. -- Los centros de reinserción social deben ser instituciones basadas en el

principio de la autodisciplina destinados a la recepción de condenados que se encuentren

en semilibertad, prisión discontinua y semidetención. Serán dirigidos por profesionales

universitarios con versación criminológica y, cuando las circunstancias lo posibiliten,

podrán estar a cargo de un patronato de liberados y, de no existir aquél, de un servicio

social calificado.

Art. 185. -- Los establecimientos destinados a la ejecución de las penas privativas de

libertad, atendiendo a su destino específico, deberán contar, como mínimo, con los

medios siguientes:

a) Personal idóneo, en particular el que se encuentra en contacto cotidiano con los

internos, que deberá ejercer una actividad predominantemente educativa;

b) Un organismo técnico-criminológico del que forme parte un equipo multidisciplinario

constituido por un psiquiatra, un psicólogo y un asistente social y en lo posible, entre

otros, por un educador y un abogado, todos ellos con especialización en criminología y en

disciplinas afines;

c) Servicio médico y odontológico acorde con la ubicación, tipo del establecimiento y

necesidades;

d) Programas de trabajo que aseguren la plena ocupación de los internos aptos;

e) Biblioteca y escuela a cargo de personal docente con título habilitante, con las
secciones indispensables para la enseñanza de los internos que estén obligados a

concurrir a ella;

f) Capellán nombrado por el Estado o adscripto honorariamente al establecimiento;

g) Consejo correccional, cuyos integrantes representen los aspectos esenciales del

tratamiento;

h) Instalaciones para programas recreativos y deportivos;

i) Locales y medios adecuados para alojar a los internos que presenten episodios

psiquiátricos agudos o cuadros psicopáticos con graves alteraciones de la conducta;

j) Secciones separadas e independientes para el alojamiento y tratamiento de internos

drogadependientes;

k) Instalaciones apropiadas para las diversas clases de visitas autorizadas.

Art. 186. -- En las instituciones de ejecución no se alojarán internos comprendidos en el

art. 25 del Código Penal mientras subsista el cuadro psiquiátrico y a quienes padezcan

enfermedad mental crónica. Con intervención del juez de ejecución o juez competente,

serán trasladados para su atención a servicios especiales de carácter psiquiátrico o

servicios u hospitales psiquiátricos de la comunidad.

Art. 187. -- Los internos que padezcan enfermedades infecto-contagiosas u otras

patologías similares, de tal gravedad que impidan su tratamiento en el establecimiento

donde se encuentren, serán trasladados a servicios especializados de carácter


médicoasistencial

o a servicios u hospitales de la comunidad.

Art. 188. -- En los programas de tratamiento de todas las instituciones y con particular

énfasis en las abiertas y semiabiertas, se deberá suscitar y utilizar en la mayor medida

posible los recursos de la comunidad local, cuando resulten provechosos para el futuro

de los internos y compatibles con el régimen de la pena.

Art. 189. -- En los establecimientos de ejecución no podrán alojarse procesados, con

excepción de aquéllos recibidos en virtud de sentencia definitiva y que tengan otra causa

pendiente o posterior a su ingreso.


Establecimientos para mujeres

Art. 190. -- Las internas estarán a cargo exclusivamente de personal femenino. Sólo por

excepción podrán desempeñarse varones en estos establecimientos en tareas

específicas.

La dirección siempre estará a cargo de personal femenino debidamente calificado.

Art. 191. -- Ningún funcionario penitenciario del sexo masculino ingresará en

dependencias de un establecimiento o sección para mujeres sin ser acompañado por un

miembro del personal femenino.

Art. 192. -- En los establecimientos para mujeres deben existir dependencias especiales

para la atención de las internas embarazadas y de las que han dado a luz. Se adoptarán

las medidas necesarias para que el parto se lleve a cabo en un servicio de maternidad.

Art. 193. -- La interna embarazada quedará eximida de la obligación de trabajar y de toda

otra modalidad de tratamiento incompatible con su estado, cuarenta y cinco días antes y

después del parto. Con posterioridad a dicho período, su tratamiento no interferirá con el

cuidado que deba dispensar a su hijo.

Art. 194. -- No podrá ejecutarse ninguna corrección disciplinaria que, a juicio médico,

pueda afectar al hijo en gestación o lactante. La corrección disciplinaria será formalmente

aplicada por la directora y quedará sólo como antecedente del comportamiento de la

interna.

Art. 195. -- La interna podrá retener consigo a sus hijos menores de cuatro años. Cuando

se encuentre justificado, se organizará un jardín maternal a cargo de personal calificado.

Art. 196. -- Al cumplirse la edad fijada en el artículo anterior, si el progenitor no estuviere

en condiciones de hacerse cargo del hijo, la administración penitenciaria dará

intervención a la autoridad judicial o administrativa que corresponda.

Jóvenes adultos

Art. 197. -- Los jóvenes adultos de dieciocho a veintiún años deberán ser alojados en

instituciones especiales o en secciones separadas o independientes de los


establecimientos para adultos. En su tratamiento se pondrá particular empeño en la

enseñanza obligatoria, en la capacitación profesional y en el mantenimiento de los

vínculos familiares.

Art. 198. -- Excepcionalmente y mediando los informes favorables del organismo


técnicocriminológico

y del consejo correccional del establecimiento, quienes hayan cumplido

veintiún años podrán permanecer en instituciones o secciones especiales para jóvenes

adultos hasta cumplir veinticinco años. Luego serán trasladados a un establecimiento

para adultos.

Privatización parcial de servicios

Art. 199. -- Cuando medien fundadas razones que justifiquen la medida, el Estado podrá

disponer la privatización de servicios de los establecimientos carcelarios y de ejecución

de la pena, con excepción de las funciones directivas, el registro y documentación judicial

del interno, el tratamiento y lo directamente referido a la custodia y la seguridad de

procesados o condenados.

CAPITULO XVI -- Personal

Personal institucional

Art. 200. -- El personal de las cárceles y establecimientos de ejecución debe ser

cuidadosamente seleccionado, capacitado y especializado, teniendo en cuenta la

importancia de la misión social que debe cumplir.

Art. 201. -- La ley y los reglamentos determinarán un adecuado régimen de selección,

incorporación, retribuciones, estabilidad, asignación de funciones, ascensos, retiros y

pensiones, teniendo en cuenta el riesgo, las exigencias éticas, intelectuales y físicas y la

dedicación que su misión social requiere.

El contenido de esas normas legales y reglamentarias deberá considerar las reglas

mínimas de las naciones unidas sobre tratamiento de los reclusos, las recomendaciones

de las Naciones Unidas sobre la selección y formación del personal penitenciario

adoptadas en Ginebra, 1955 y la resolución 21 A del Octavo Congreso de las Naciones


Unidas, celebrado en La Habana en 1990.

Art. 202. -- La conducción de los servicios penitenciarios o correccionales y la jefatura de

sus principales áreas así como la dirección de los establecimientos deberán estar a cargo

de personal penitenciario con título universitario de carrera afín a la función.

Art. 203. -- Las funciones comprendidas en el artículo anterior se cubrirán por concurso

interno. Entre los requisitos se exigirá, además, experiencia y capacitación administrativa,

un adecuado perfil para el cargo y otras condiciones que fijen los reglamentos.

Cuando por dos veces consecutivas un concurso interno se declarase desierto, se

llamará a concurso abierto de antecedentes y oposición.

Art. 204. -- En cada jurisdicción del país se organizará o facilitará la formación del

personal, según los diversos roles que deba cumplir, así como su permanente

actualización y perfeccionamiento profesional.

Art. 205. -- Los planes y programas de enseñanza en los cursos de formación,

actualización y perfeccionamiento, con contenido predominantemente criminológico,

deberán incluir el estudio de las reglas mínimas de las naciones unidas para el

tratamiento de los reclusos y el Código de Conducta para los Funcionarios Encargados

de Hacer Cumplir la ley, aprobado por res. 34/169 de la Asamblea General de las

Naciones Unidas, del 17 de diciembre de 1979.

Personal no institucional

Art. 206. -- El personal de organismos oficiales y de instituciones privadas con personería

jurídica, encargado de la aplicación de las diversas modalidades de ejecución de la pena

privativa de la libertad y de las no institucionales, será seleccionado y capacitado

teniendo en consideración las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre Medidas no

Privativas de Libertad, Reglas de Tokio 15-19.

Personal de servicios privatizados

Art. 207. -- Para cumplir tareas en las cárceles o establecimientos de ejecución, las

personas presentadas por el contratista de servicios privatizados deberán contar con una
habilitación individual previa. Esta será concedida luego de un examen médico,

psicológico y social que demuestre su aptitud para desempeñarse en ese medio.

CAPITULO XVII -- Contralor judicial y administrativo de la ejecución

Art. 208. -- El juez de ejecución o juez competente verificará, por lo menos

semestralmente, si el tratamiento de los condenados y la organización de los

establecimientos de ejecución se ajusta a las prescripciones de esta ley y de los

reglamentos que en su consecuencia dicte el Poder Ejecutivo. Las observaciones y

recomendaciones que resulten de esas inspecciones serán comunicadas al ministerio

competente.

Art. 209. -- El Poder Ejecutivo dispondrá que inspectores calificados por su formación y

experiencia, designados por una autoridad superior a la administración penitenciaria

efectúen verificaciones, por lo menos, semestrales con los mismos propósitos que los

establecidos en el art. 208.

CAPITULO XVIII -- Integración del sistema penitenciario nacional

Art. 210. -- A los efectos del art. 18 del Código Penal, se considerará que las provincias

no disponen de establecimientos adecuados cuando los que tuvieren no se encontraren

en las condiciones requeridas para hacer efectivas las normas contenidas en esta ley.

Art. 211. -- El Poder Ejecutivo nacional queda autorizado a convenir con las provincias la

creación de los establecimientos penitenciarios regionales que sean necesarios para dar

unidad al régimen de ejecución penal que dispone esta ley.

Art. 212. -- La Nación y las provincias y éstas entre sí, podrán concertar acuerdos

destinados a recibir o transferir condenados de sus respectivas jurisdicciones, a penas

superiores o menores de cinco años, cuando resultare conveniente para asegurar una

mejor individualización de la pena y una efectiva integración del sistema penitenciario de

la República.

Art. 213. -- La transferencia de internos a que se refiere el art. 212 será a título oneroso a

cargo del Estado peticionante.


Art. 214. -- El Gobierno nacional cuando no disponga de servicios propios, convendrá con

los gobiernos provinciales, por intermedio del Ministerio de Justicia, el alojamiento de los

procesados a disposición de los juzgados federales en cárceles provinciales.

Dictada sentencia definitiva y notificada, el tribunal federal, dentro de los ocho días

hábiles, la comunicará al Ministerio de Justicia con remisión del testimonio de sentencia

en todas sus instancias, cómputo de la pena y fecha en que el condenado podrá solicitar

su libertad condicional o libertad asistida a fin de que adopte las medidas necesarias para

el cumplimiento de la pena en una institución federal.

Art. 215. -- El condenado con sentencia firme trasladado a otra jurisdicción por tener

causa pendiente será sometido al régimen de penados. En este caso las direcciones de

los establecimientos intercambiarán documentación legal, criminológica y penitenciaria.

Art. 216. -- El Ministerio de Justicia, por intermedio de la Secretaría de Política

Penitenciaria y de Readaptación Social, organizará anualmente una reunión de los

ministros de todo el país con competencia en la problemática carcelaria y penitenciaria.

Estas reuniones tendrán por objeto evaluar todos los aspectos vinculados a la aplicación

de esta ley. Podrán ser invitados representantes de instituciones oficiales y privadas que

participen en la ejecución de la condenación condicional, libertad condicional, libertad

asistida, semilibertad, prisión discontinua, semidetención y trabajo para la comunidad o

brinden asistencia pospenitenciaria.

Art. 217. -- El Ministerio de Justicia, por intermedio de la Secretaría de Política

Penitenciaria y de Readaptación Social, organizará y dirigirá la compilación de la

estadística nacional relativa a la aplicación de todas las sanciones previstas en el Código

Penal.

A tal fin convendrá con los gobiernos provinciales el envío regular de la información.

Art. 218. -- El Ministerio de Justicia, por intermedio de la Secretaría de Política

Penitenciaria y de Readaptación Social, organizará un centro de información sobre los

organismos estatales o instituciones privadas de todo el país vinculados a la reinserción


social de los internos o al tratamiento en el medio libre.

Los patronatos de liberados y los institutos oficiales y privados deberán suministrar la

información que a tales efectos se les requiera.

Art. 219. -- Las provincias podrán enviar a su personal para que participe en los cursos de

formación, actualización y perfeccionamiento que se realicen en el orden nacional.

CAPITULO XIX -- Disposiciones complementarias

Suspensión de inhabilitaciones

Art. 220. -- Las inhabilitaciones del art. 12 del Código Penal quedarán suspendidas

cuando el condenado se reintegrare a la vida libre mediante la libertad condicional o la

libertad asistida.

Transferencia internacional de la ejecución

Art. 221. -- De acuerdo a lo previsto en los convenios y tratados internacionales:

a) Los extranjeros condenados por los tribunales de la República podrán cumplir la pena

impuesta en su país de origen;

b) Los argentinos condenados en el extranjero podrán cumplir su pena en nuestro país.

Restricción documentaria

Art. 222. -- En las actas de nacimiento, matrimonio y defunción ocurridos en un

establecimiento de los previstos en esta ley no se dejará constancia alguna que permita

individualizar tal circunstancia.

Suspensión de derechos

Art. 223. -- En supuestos de graves alteraciones del orden en un establecimiento

carcelario o de ejecución de la pena, el ministro con competencia en materia penitenciaria

podrá disponer, por resolución fundada, la suspensión temporal y parcial de los derechos

reconocidos a los internos en esta ley y en los reglamentos dictados en su consecuencia.

Esta suspensión no podrá extenderse más allá del tiempo imprescindible para restablecer

el orden alterado.

La resolución deberá ser comunicada, inmediata y fehacientemente al juez de ejecución o


juez competente.

CAPITULO XX -- Disposiciones transitorias

Art. 224. -- Hasta tanto no se cuente con los centros de reinserción social a que se refiere

el art. 184, el condenado podrá permanecer en un sector separado e independiente de un

establecimiento penitenciario, sin contacto alguno con otros alojados que no se

encuentren incorporados a semilibertad, prisión discontinua o semidetención.

Art. 225. -- Las disposiciones de los arts. 202 y 203 comenzará a regir a partir de los diez

años de la entrada en vigencia de esta ley.

La administración penitenciaria brindará el apoyo necesario para que el personal

actualmente en servicio pueda reunir el requisito del título universitario en el plazo

previsto en el apartado anterior, a cuyo efecto podrá celebrar convenios con

universidades oficiales o privadas.

Art. 226. -- Dentro de los ciento ochenta días de la vigencia de esta ley el Poder Ejecutivo

nacional, por intermedio del Ministerio de Justicia, procederá a revisar los convenios

existentes con las provincias a fin de que puedan asumir las funciones que

constitucionalmente le pertenecen respecto a los procesados y condenados por sus

tribunales.

Art. 227. -- El Ministerio de Justicia convocará dentro de los noventa días de la vigencia

de esta ley a la primera reunión de ministros a que se refiere el art. 216 con la finalidad

de examinar los problemas que pueda suscitar su cumplimiento.

CAPITULO XXI -- Disposiciones finales

Art. 228. -- La Nación y las provincias procederán, dentro del plazo de un año a partir de

la vigencia de esta ley, a revisar la legislación y las reglamentaciones penitenciarias

existentes, a efectos de concordarlas con las disposiciones contenidas en la presente.

Art. 229. -- Esta ley es complementaria del Código Penal.

Art. 230. -- Derógase el dec.-ley 412/58 ratificado por ley 14.467.

Art. 231. -- Comuníquese, etc.


Aclaración: esta unidad presenta un contenido de fácil entendimiento para el estudiante.

Por ello, sólo se tratarán someramente los temas que presenten alguna dificultad y que

necesiten ser complementados de acuerdo al contenido del texto obligatorio (lección 21,

página 759/793).

La peligrosidad del delincuente: es una especie de veredicto realizado por el juez sobre la

persona del autor del hecho. Este veredicto se realiza en base a la “personalidad del

delincuente”, y se tienen en cuenta no solo su conducta (por la cuál está siendo juzgado),

sino otras circunstancias de las que se podría deducir su grado de peligrosidad. Este

pronóstico potencial de peligrosidad fija las pautas para la implementación -en la persona

del reo- de una determinada medida de seguridad.

Remitimos al desarrollo del acápite “1.1 Concepto, evolución, critica” (texto obligatorio,

página 762/765).

Remitimos al desarrollo del acápite “1.2 La peligrosidad en el código penal argentino.

Funciones que cumple” (texto obligatorio, página 766).

Las medidas de seguridad son los mecanismos con que cuenta el Estado para impartir

justicia y cumplir fines preventivos especiales (dirigidos directamente al autor del hecho),

diferentes a la pena.

La finalidad de la aplicación de una medida de seguridad está dada por la peligrosidad

que representa el sujeto a quién se la aplica. Se funden de esta forma finalidad y

fundamento (ver texto obligatorio página 769/771).

Las medidas de seguridad en el sistema argentino: se clasifican en medidas curativas,

educativas y eliminatorias (ver texto obligatorio página 775/776).

Las medidas de seguridad

La peligrosidad en el derecho penal.

Breve reseña sobre su evolución. Crítica.

La peligrosidad en el código penal argentino. Funciones que

cumple.
Las medidas de seguridad.

Concepto.

Breve reseña sobre sus finalidades. Crítica.

Las medidas de seguridad en el derecho penal argentino.

1º) Las medidas de seguridad curativas.

-La internación manicomial.

-La internación en un establecimiento adecuado.

b- Las medidas previstas en el Ley 23.737 (Ley de estupefacientes).

c- La reclusión por tiempo indeterminado. Medida de seguridad eliminatoria. Este acápite

se encuentra suficientemente desarrollado en el texto obligatorio. No obstante la

jurisprudencia ha declarado la inconstitucionalidad de los arts. 12 y 52 del Código Penal,

y por ello, consideramos más conveniente incorporar un fallo que trata la cuestión a

repetir conceptos que pueden ser fácilmente comprendidos por el alumno

Integrar el contenido con la lectura de los artículos citados en el presente texto y el texto

obligatorio. Leer del citado manual las páginas 776 a 784.

El régimen de menores.

De acuerdo al sistema establecido por la Ley 22.278, coexisten en nuestro sistema legal

tres regimenes a tener en cuenta cuando se analiza la conducta delictiva de un sujeto

menor de edad.

Menor de 16 años: no punible (art. 1ero. Ley 22.278).

Mayor de 16 y menor de 18 años: se deben tener en cuenta en esta franja dos

situaciones distintas. Los menores no son punibles cuando el delito imputado es de

acción privada o está amenazado con pena privativa de la libertad menor de 2 años en su

máximo, con multa o inhabilitación (ídem situación anterior). Los que no encuadran en

esta situación son sometidos a proceso y el juez disponer provisionalmente de ellos con

el fin de analizar su personalidad y el ambiente en donde se encuentran (se intenta

determinar en estos casos su grado de contención, su entorno familiar, sus actividades,


etc.). Esta disposición provisoria puede ser definitiva si el juez logra determinar que el

menor se encuentra abandonado, sin asistencia o en peligro físico o moral, etc.

Mayor de 18 años: son punibles.

Para el complemento del acápite y demás generalidades del tema, leer el texto obligatorio

página 784/790. Resulta fundamental a los fines de comprender acabadamente el tema,

acompañar el estudio con un ejemplar de la ley 22.278.

Asimismo, se deberá tener presente la reforma introducida al Código Civil mediante el

dictado de la ley 26.579, ley que fijó la edad de 18 años para alcanzar la mayoría de

edad, razón por la cual, el art. 10 de la ley penal de la minoridad se encuentra

tácitamente derogado.

En este contexto se debe tener presente lo siguiente: Cualquier ley que refiera a la

mayoría de edad, nos obligará a acudir al C.C. a los fines de conocer a que edad se

alcanza esa mayoría de edad. Sin embargo, cuando la ley fija edades, por ejemplo, si

dice mayor de 20 años, no nos interesará a que edad se alcanza la mayoría de edad,

puesto que la ley no refiere a ello, sino a una edad determinada que no variará por que se

modifique el C.C.

Las distintas hipótesis del art. 34 inc. 1 del código penal.

Las distintas hipótesis del art. 34 inc. 1 del código penal.

Las medidas de seguridad son por naturaleza no determinadas temporalmente. Por ello

debe tenerse en cuenta de qué tipo de medida se trata, de su naturaleza y de la finalidad

que se supone debe cumplir.

La ejecución de las medidas de seguridad.

Duración de las medidas y cese de ellas.

Remitimos al desarrollo del acápite “4.1 Duración de las medidas y cese de ellas” (texto

obligatorio, página 790/791).

Medidas alternativas y ambulatorias.

Remitimos al desarrollo del acápite “4.2 Medidas alternativas y ambulatorias” (texto


obligatorio, página 791/92).

Complemento:

LEY 22.278

Régimen penal de la minoridad

Artículo 1º - No es punible el menor que no haya cumplido dieciséis (16) años de

edad. Tampoco lo es el que no haya cumplido dieciocho (18) años, respecto de delitos

de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que no exceda de dos

(2) años, con multa o con inhabilitación.

Si existiere imputación contra alguno de ellos la autoridad judicial lo dispondrá

provisionalmente, procederá a la comprobación del delito, tomará conocimiento directo

del menor, de sus padres, tutor o guardador y ordenará los informes y peritaciones

conducentes al estudio de su personalidad y de las condiciones familiares y

ambientales en que se encuentre.

En caso necesario pondrá al menor en lugar adecuado para su mejor estudio durante

el tiempo indispensable.

Si de los estudios realizados resultare que el menor se halla abandonado, falto de

asistencia, en peligro material o moral, o presenta problemas de conducta, el juez

dispondrá definitivamente del mismo por auto fundado, previa audiencia de los padres,

tutor o guardador.

Art. 2º - Es punible el menor de dieciséis (16) a dieciocho (18) años de edad que

incurriere en delito que no fuera de los enunciados en el art. 1º.

En esos casos la autoridad judicial lo someterá al respectivo proceso y deberá

disponerlo provisionalmente durante su tramitación a fin de posibilitar la aplicación de

las facultades conferidas por el art. 4º.

Cualquiera fuese el resultado de la causa, si de los estudios realizados apareciera que

el menor se halla abandonado, falto de asistencia, en peligro material o moral, o

presenta problemas de conducta, el juez dispondrá definitivamente del mismo por auto
fundado, previa audiencia de los padres, tutor o guardador.

Art. 3º - La disposición determinará:

a) La obligada custodia del menor por parte del juez, para procurar la adecuada

formación de aquél mediante su protección integral. Para alcanzar tal finalidad el

magistrado podrá ordenar las medidas que crea convenientes respecto del menor, que

siempre serán modificables en su beneficio;

b) La consiguiente restricción al ejercicio de la patria potestad o tutela, dentro de los

límites impuestos y cumpliendo las indicaciones impartidas por la autoridad judicial, sin

perjuicio de la vigencia de las obligaciones inherentes a los padres o al tutor;

c) El discernimiento de la guarda cuando así correspondiere:

La disposición definitiva podrá cesar en cualquier momento por resolución judicial

fundada y concluirá de pleno derecho cuando el menor alcance la mayoría de edad.

Art. 3º bis - En jurisdicción nacional la autoridad técnico administrativa con

competencia en el ejercicio del Patronato de Menores se encargará de las internaciones

que por aplicación de los artículos 1º y 3º deben disponer los jueces.

En su caso, motivadamente, los jueces podrán ordenar las internaciones en otras

instituciones públicas o privadas.

Art. 4º - La imposición de pena respecto del menor a que se refiere el art. 2º estará

supeditada a los siguientes requisitos:

1º Que previamente haya sido declarada su responsabilidad penal y la civil si

correspondiere, conforme a las normas procesales.

2º Que haya cumplido dieciocho (18) años de edad.

3º Que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un (1)

año, prorrogable en caso necesario hasta la mayoría de edad.

Una vez cumplidos estos requisitos, si las modalidades del hecho, los antecedentes del

menor, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida por el juez

hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá, pudiendo reducirla en la


forma prevista para la tentativa.

Contrariamente, si fuese innecesario aplicarle sanción, lo absolverá, en cuyo caso

podrá prescindir del requisito del inc. 2º.

Art. 5º - Las disposiciones relativas a la reincidencia no son aplicables al menor que

sea juzgado exclusivamente por hechos que la ley califica como delitos, cometidos

antes de cumplir los dieciocho (18) años de edad.

Si fuere juzgado por delito cometido después de esa edad, las sanciones impuestas por

aquellos hechos podrán ser tenidas en cuenta, o no, a efectos de considerarlo

reincidente.

Art. 6º - Las penas privativas de libertad que los jueces impusieran a los menores se

harán efectivas en institutos especializados. Si en esta situación alcanzaren la mayoría

de edad, cumplirán el resto de la condena en establecimientos para adultos.

Art. 7º - Respecto de los padres, tutores o guardadores de los menores a que se

refieren los arts. 1º y 2º, el juez podrá declarar la privación de la patria potestad o la

suspensión, o la privación de la tutela o guarda, según correspondiere.

Art. 8º - Si el proceso por delito cometido por un menor de dieciocho (18) años

comenzare o se reanudare después que el imputado hubiere alcanzado esta edad, el

requisito del inc. 3º del art. 4º se cumplirá en cuanto fuere posible, debiéndoselo

complementar con una amplia información sobre su conducta.

Si el imputado fuere ya mayor de edad, esta información suplirá el tratamiento a que

debió haber sido sometido.

Art. 9º - Las normas precedentes se aplicarán aun cuando el menor fuere

emancipado.

Art. 10. - La privación de libertad del menor que incurriere en delito entre los

dieciocho (18) años y la mayoría de edad, se hará efectiva, durante ese lapso, en los

establecimientos mencionados en el art. 6º.

Art. 11. - Para el cumplimiento de las medidas tutelares las autoridades judiciales de
cualquier jurisdicción de la República prestarán la colaboración que se les solicite por

otro tribunal y aceptarán la delegación que circunstancialmente se les haga de las

respectivas funciones.

Art. 12. - Deróganse los arts. 1º a 13 de la ley 14.394 y el art. 3º de la ley 21.338.

Art. 13. - Comuníquese, etc.

Los fines del derecho penal y los fines de la pena son temas que generalmente se tratan

paralelamente, y algunos autores señalan que son coincidentes. Se puede apreciar

inclusive que la nominación misma de nuestra materia (derecho penal) ya posee una

carga implícita, es decir, da a entender o adelanta que trata sobre “la pena”, la sanción o

el castigo.

Vimos en unidades anteriores que la norma se compone de dos elementos, un supuesto

de hecho y la consecuencia jurídica que su realización trae aparejada, es decir la sanción

penal, y justamente este tipo de consecuencia es lo que diferencia al derecho penal del

resto de las ramas del ordenamiento. Debemos tener en cuenta además que nuestro

ordenamiento tiene previstas dos formas de reacción penal: aplicación de una pena o –en

su caso- la aplicación de una medida de seguridad.

Hay que agregar además que al referirnos a la sanción penal, se pueden distinguir tres

momentos:

1er momento, de conminación: acontece cuando el legislador individualiza la escala

penal en abstracto (poder legislativo).

2do momento, de imposición: se desarrolla durante la individualización judicial de la

pena (poder judicial).

3er momento, de ejecución: transcurre durante el cumplimiento o ejecución de la pena

(poder judicial – administrativo).

Repetimos: nuestro sistema se incluye entre los llamados de “doble vía”, o sea que regula

sanciones penales y medidas de seguridad.


¿Y qué es la pena? Existen muchas definiciones y cada autor le da a su definición un

matiz particular, pero nadie podría negar que con el término “pena” se hace referencia a

un castigo, a un mal. Un mal o castigo que se imprime a una persona que ha sido

encontrada responsable de haber cometido otro mal, es decir de haber dañado o puesto

en peligro un determinado bien reconocido por el ordenamiento jurídico penal como digno

de protección.

Recordemos también que la punibilidad y su correlativo, la pena, son consecuencias de la

comisión de un hecho típico, antijurídico y culpable. Es por esto que la mayoría de los

Concepto.

Fundamento y fines de la pena.

autores consideran que estos temas no forman parte de la teoría del delito sino que son

consecuencias eventuales que podían producirse por haber una persona cometido un

hecho luego denominado “delito”.

La definición de pena que acabamos de mencionar, como la aplicación de un mal a la

persona que causó previamente otro mal, es lo que también se ha dado en llamar

tradicionalmente efecto retributivo de la sanción penal. Por supuesto, la determinación,

extensión, aplicación y administración de este castigo está a cargo de un órgano estatal

investido constitucionalmente de poder jurisdiccional.

¿Y cuál es el fundamento o el fin del derecho penal? (interrogante inseparable del que se

pregunta por los fines de la pena o sanción penal). Se citan muchos argumentos a los

fines de explicar esta cuestión, no obstante, se coincide en que la primera razón o

fundamento se encuentra en la misma naturaleza humana y en la vida en sociedad. El

ser humano -organizado socialmente- acuerda que determinados bienes son

merecedores de protección legal, y ya sea que adhiramos a posturas contractualistas o

no, la mayoría de nosotros acordaría en que lo que hoy es “el derecho penal” (así como

el derecho en general) se originó con el objeto de limitar el ejercicio de la justicia por

mano propia (privada) - (la venganza). Se trasladó esta tarea a manos del Estado, y este
-luego de una larga evolución- la delegó en órganos profesionales, los que -de a
pococomenzaron

a realizarla con cierta objetividad.

Es por esto que -no obstante lo señalado- también muchos autores sostienen que no es

exactamente lo mismo el fundamento o fin del derecho penal que el fundamento o fin de

la pena, o por lo menos la finalidad que ésta debería cumplir. Para comprender mejor la

deferencia trataremos las distintas “teorías de la pena”.

Estas teorías pueden dividirse en tres grandes grupos:

1) T. Absolutas o Retributivas;

2) T. Relativas o Preventivas; y

3) Mixtas.

Teorías.

A su vez las “preventivas o relativas” se dividen en:

a) Prevención General y

b) Prevención Especial.

La Prevención General a su vez se divide en:

a1) Prevención General Negativa y

b1) Prevención General Positiva.

1) T. Absolutas o Retributivas :

Primera en el tiempo encontramos la teoría retributiva o absoluta de la pena, que la

ve como un fin en su misma, sin buscar nada más allá de la sanción justa y

adecuada, siempre en relación al injusto cometido y la culpabilidad del autor. Mira

hacia el pasado, solo al hecho cometido, y no al futuro como sí lo hacen las

teorías preventivas. Las teorías absolutas se fundamentan en el Estado como

guardián de la justicia, y en la posibilidad de autodeterminación del individuo.

Desde el punto de vista de muchos autores, esta finalidad atribuida a la pena es la que

más responde a un criterio de sinceridad, y es más respetuosa de la integridad espiritual

o moral del sancionado, ya que no abre juicios futuristas generales o especiales, y se


limita solo a analizar qué hizo el sujeto, y de acuerdo a esto, y al grado de su

culpabilidad, determina lo que a su criterio debe penar para poder así cumplir con la

sociedad, y pagar o retribuir de alguna forma el mal ocasionado.

Esta teoría es representada generalmente con el sistema dialéctico hegeliano:

1) Tesis: voluntad general contenida en el ordenamiento jurídico penal (ej. no matarás).

2) El delito sería la antítesis o negación de la tesis, acto de contenido voluntario individual

(ej. la provocación de una muerte, homicidio).

3) La pena, como negación de la negación o anulación jurídica del acto contrario a

derecho obraría como síntesis, tendiendo así a restablecer la tesis.

Ventajas:

1) Impone un límite claro y firme para el castigo. La pena debe medirse en relación a la

gravedad del injusto y de la culpabilidad del autor (proporcionalidad). La sanción no

puede ser mayor que la gravedad del delito.

Desventajas:

1) La imposición de un mal no es un medio adecuado de lucha contra la delincuencia (en

realidad el medio adecuado de lucha contra la delincuencia es la tarea de prevención,

pero entendida en otro sentido, en sentido amplio; se le pide al derecho penal una

finalidad que no es de su naturaleza).

2) La culpabilidad está ligada a la libertad (libre albedrío), que es indemostrable (tan

indemostrable como el determinismo).

2) T. Relativas o Preventivas (22.2.1.2.):

Para este grupo de teorías, la pena deja de ser vista como un fin en si mismo, y pasa a

ser un medio para algo. El fin es social y va más allá del castigo, busca prevenir el delito,

y la pena ya no solo mira al pasado sino al futuro (objetivo: que no se vuelva a delinquir).

a) Prevención General (22.2.1.2.1.):

a1) Negativa: el mensaje a la sociedad es el siguiente: “si cometen un delito serán

castigados”. Como lo indica el nombre es de contenido general (está dirigida a toda la


sociedad) y negativo (amenaza con pena la violación de la ley). Esta teoría nace con

Feurbach (aprox. 1800). La sanción penal en abstracto actuaba como coacción

psicológica. Finalidad: provocar miedo a la imposición de una pena.

a2) Positiva o integradora: el mensaje también es general (a toda la sociedad) pero

positivo. El acento no está en el momento de la conminación y si en el momento de su

aplicación. El mensaje sería: “este sujeto delinquió, por eso lo condeno, y devuelvo así

tranquilidad y confianza en el sistema”. El mensaje es tranquilizador para la sociedad

respetuosa del derecho, y para ellos es positivo “tranquilos el sujeto que transgredió la

norma es castigado, todo vuelve a la normalidad”.

partida a la retribución, y a la prevención como un mero complemento.

B) Las que funcionan de forma inversa, señalando que la retribución opera como límite

máximo de las exigencias de prevención, impidiendo así una pena superior a las

merecida por el hecho cometido. En estos casos, teniendo en cuenta las necesidades

preventivas podrían disminuir e incluso prescindir de la pena sin importar las

exigencias retributivas.

Clases de penas.

1º) Por la naturaleza de los bines afectados:

-Pena de muerte.

-Penas corporales o aflictivas: por ejemplo, los distintos tipos de torturas que causaban

un importante daño físico.

-Penas privativas de la libertad: limitan la libertad ambulatoria.

-Penas pecuniarias: inciden negativamente sobre el patrimonio del condenado (ejemplo:

multa).

-Penas impeditivas o privativas: ejemplo típico la “inhabilitación”. Impiden al sujeto

condenado el desarrollo de determinadas actividades, empleos, etc., u ocasionan la

pérdida o suspensión de las que se venían desarrollando.

-Penas humillantes: son las que provocan un menoscabo en la dignidad del condenado.
Se remite en este punto al acápite “1.3.5”, titulado “Las corrientes críticas y sus vertientes

criminológicas y abolicionistas. El garantismo penal”, por haber sido allí desarrollado

(unidad o lección nro. 3).

La prevención general -a diferencia de la especial- permite no renunciar a la pena

en aquellos casos de ausencia de peligro de repetición de hechos delictivos por

parte del penado.

Desventajas o críticas: 1) Su finalidad preventiva es su único límite. Ej: Aplicar una

pena prolongada solo para lograr un efecto intimidante en la sociedad. Esta finalidad la

aleja de las necesidades del autor, del hecho por él cometido, de su culpabilidad, de

la lesión al bien jurídico que su conducta ocasionó, etc.

b) Prevención Especial :

La prevención especial se dirige al autor individual que ya delinquió. Procura

con la aplicación y ejecución de la pena que no vuelva a cometer un hecho

delictivo. Busca resocializar al delincuente, y señala que el medio o la sociedad también

son responsables por la desgracia del infractor. El tratamiento es la esencia de la

ejecución de la pena.

Desventajas: 1) Su finalidad preventiva es su único límite. 2) Se plantean

cuestiones como las siguientes: ¿Qué pasa con los sujetos que no necesitan

resocialización y sin embargo no castigarlos sería absurdo?

3) T. Mixtas ):

Estas teorías que toman un criterio ecléctico, se dividen en dos grupos:

A) Las que combinan corrientes retributivas y preventivas, tomando como

punto de

Abolicionismo y derecho penal mínimo.

Estos temas fueron suficientemente desarrollados en la unidad nro. 4, por ello, se

realizarán las remisiones correspondientes a los fines de no abundar innecesariamente.

No obstante ello, debe estudiarse el texto obligatorio especialmente página 661/662.


Disposiciones constitucionales y emanadas de

instrumentos internacionales relativas a la pena.

Principios que se extraen de estos instrumentos.

Enumeración:

De la dignidad human

De humanidad

De personalidad de la pena

El fin resocializador como finalidad de la pena

Garantías para la ejecución penitenciaria

Prohibición de la prisión por deudas

Principio de legalidad (nulla poena sine lege)

Garantías procesales

Clasificación de las penas en el código penal.

- Por su naturaleza o el bien jurídico afectado: se dividen en “restrictivas de

la libertad”, “pecuniarias”, “impeditivas o privativas” y “humillantes”. Para

un correcto desarrollo, remitimos al texto obligatorio (página 668).

-Por la forma en que se encuentran conminadas

a) Conjuntas: la acumulación puede ser facultativa o no (prisión e

inhabilitación, o la inhabilitación especial del art. 20 bis del CP).

b) Alternativas.

-Por su divisibilidad

a) Indivisibles: ejemplo “prisión perpetua”.

b) Divisibles: ejemplo de 8 a 15 años de prisión.

-Por su duración

a) Perpetuas.

b) Temporales.

-Penas principales y accesorias


a) Penas principales : son las que se pueden aplican sin necesidad de la

existencia de otras. Enumeración:

1) Reclusión y prisión

2) La incapacidad civil del interno (art. 12 del CP) -.

La prisión preventiva. Su cómputo.

Partamos que en nuestro sistema el acusado o imputado goza un de “estado jurídico de

inocencia”. Este principio puede ser explicado o se menciona así: “el imputado

es inocente hasta que una sentencia firme declare su culpabilidad”.

Esta idea básica choca con otros institutos procesales que también tienen vigencia. En

este sentido Vélez Mariconde se pregunta ¿Cómo y hasta qué punto se pueden autorizar

medios coercitivos que afectan a una persona no declarada culpable? Y concretamente

¿Cómo justificar la detención provisional?

Se han intentado muchas explicaciones, y todas rondan sobre la idea que no existen

derechos absolutos, ni siquiera los mencionados, y que el legislador debe

realizar siempre -en su actividad productora- una ponderación de los intereses sociales

–luego jurídicos- que están en juego. En el avance y estudio de estas ideas se ha logrado por

lo pronto una especie de equilibrio: la satisfacción del interés represivo de la sociedad como el

más leve menoscabo de la libertad personal, y en este sentido, existen una serie de

medidas de coerción que van desde la citación –la más leve- hasta la prisión preventiva –

la más severa-.

En consecuencia, corresponde señalar que la prisión preventiva es una medida de

coerción. Se entiende por coerción toda restricción al ejercicio de los

derechos personales o patrimoniales del imputado, o de terceras personas, sufridas

durante el curso o tramitación de un proceso penal. Estas medidas tienen por finalidad el

logro de los fines del proceso penal: descubrimiento de la verdad y actuación de la ley

sustantiva. Como puede observarse lo dicho abarca no solo fines sino también el fundamento

mismo del instituto, fundamentos a los pueden agregarse otros como por ejemplo la tutela
del interés de la víctima.

¿Qué implica la coerción?

Implica la posibilidad de hacer uso de la fuerza pública para restringir derechos. Puede

abarcar –por ejemplo- en el caso de la coerción personal, desde la detención

del imputado hasta su citación bajo apercibimiento.

¿Cuáles son las características de la coerción?

No tienen un fin en si mismas, son siempre un medio para lograr algo. Ese “algo” en este caso,

está constituido por el objetivo de alcanzar los fines del proceso. Las medidas que abarca

este instituto no tienen naturaleza sancionatoria (no son penas), sino

instrumentales. Con esto se quiere decir que tienen naturaleza cautelar y son necesarias para

neutralizar peligros para el descubrimiento de la verdad o la actuación de la ley

sustantiva.

Afectan, por regla general, al imputado, pero pueden también afectar a terceros, por

ejemplo, al testigo que se ve obligado a comparecer.

Específicamente las coerciones personales son limitaciones a la libertad y solo deben

aplicarse cuando sea indispensable para asegurar que el proceso pueda desenvolverse sin

obstáculos hasta su finalización. Afectan directamente el derecho de libertad

ambulatoria del art. 14 CN, y por ende, las medidas de coerción también deben fundarse

y estar previstas en leyes fundamentales y reglamentadas en los ordenamientos

procesales (art. 31 CN).

Es la restricción o limitación que se impone a la libertad del imputado para asegurar la

consecución de los fines del proceso.

Estas medidas tienden a impedir que el imputado, por estar en libertad, haga imposible la

actuación de la ley penal, impidiendo por ej. el avance de la investigación o eludiendo el

accionar de la justicia ¿Porqué? Primer argumento: porque es fundamental que no

despliegue estas actividades para así lograr descubrir la verdad; Segundo argumento:

para asegurar su presencia y así poder desarrollar el proceso ya que no está previsto el
juicio en rebeldía. Se sacrifica libertad y con ello se pretende evitar que el delincuente

burle o evada la ley.

Las normas que regulan este instituto se encuentran incluidas en los sistemas procesales

penales provinciales y en el Código Procesal Penal de la Nación (CPPN). En este último

sistema, siempre junto al procesamiento, de así proceder –y siempre que al imputado no

se le hubiese otorgado con anterioridad la libertad provisional- deberá dictar además la

prisión preventiva (art. 312). Caso contrario (procesamiento sin prisión preventiva -art.

310-), la detención deberá cesar, correspondiendo liberar al detenido.

Corresponde el dictado de procesamiento y prisión preventiva cuando:

1) 312 1ero. AL DELITO QUE SE LE ATRIBUYE AL IMPUTADO CORRESPONDA PENA

PRIVATIVA DE LIBERTAD Y EL JUEZ ESTIMARE QUE NO PROCEDERÁ CONDENA

DE EJECUCIÓN CONDICIONAL

2) 312 2do. AUN CUANDO PUEDA SER CONDENADO A PENA DE EJECUCIÓN

CONDICIONAL, SI ES QUE SE DAN ALGUNOS DE LOS SUPUESTOS DEL 319, ES

DECIR CUANDO SE PRESUMA, FUNDADAMENTE, QUE EL IMPUTADO INTENTARÁ

ELUDIR LA ACCIÓN DE LA JUSTICIA O ENTORPECER LAS INVESTIGACIONES

En consecuencia estas dos características se denominan “peligrosidad procesal”, y sólo

cuando el imputado represente un “peligro” –en ese sentido- corresponderá que

permanezca detenido mientras dura el proceso.

El tratamiento de las distintas penas previstas en nuestro ordenamiento no presenta

mayor dificultad, y prácticamente en el texto obligatorio se formula una transcripción de la

normativa aplicable con una explicación suficiente que resultaría innecesario reproducir

aquí (desde el acápite “Multa…Decomiso”).

Una forma distinta de ver las cosas.

Derecho de los Pueblos Indígenas

Por la Dra. Teodora Zamudio Derecho~UBA ~ Equipo de Docencia e Investigación

Derecho Penal indigena1


Introducción.

"El derecho penal de un Estado se basa en decisiones de política criminal que nutren la

puesta en vigencia global y la manifestación puntual de ese derecho. Se trata de un

poder de inigualable magnitud, un poder que refleja la manifestación de violencia legítima

del Estado de mayor trascendencia. El defiende los intereses más esenciales de una

sociedad (vida, libertad, propiedad, honor, etc) Ese poder penal del Estado, a través de la

política criminal, es absolutamente permeable a las valoraciones. Se valora en el

momento en que el legislador determina qué acciones serán consideradas delito, se

valora en el momento de decidir qué acciones investigadas lo serán con el individuo en

libertad, se valora en el sistema de investigación policial, y se advierten valoraciones

cuando se sabe que no toda conducta ilícita ingresa al sistema penal." (1)

Las valoraciones se hacen no desde un sentido de justicia o equidad único, sino

fundamentalmente de acuerdo a la cultura, a las prácticas y a los demás intereses de una

sociedad. Las comunidades indígenas, como modo de organización humano, sin la

estructura institucional con la que cuenta un Estado, también realizan estas valoraciones

y estructuran un modo de resolución de conflictos ante un ataque a los bienes jurídicos

tutelados. Entender estos es fundamental para la comprensión de relevancia que este

sistema tiene sobre los individuos y de cuán violento puede ser la aplicación de un

sistema penal a un individuo que no comparte estas valoraciones, este caso

habitualmente se produce en países como el nuestro en donde el sistema penal es

establecido por un determinado contexto cultural predominante (2) pero dentro de otros

que siendo minoritarios tienen derecho a ser respetados para no caer en un totalitarismo

contrario a nuestra Carta Fundamental. Es importante destacar que las distintas

comunidades indígenas de nuestro país estructuran su derecho punitivo de un modo

propio, pero con muchos rasgos comunes entre sí, porque parten de una misma

cosmovisión del mundo.

Algo relevante para poder definir el derecho indígena es analizar acerca de las
sanciones, si bien dijimos que las sanciones están claramente definidas, existe la

necesidad de articular entre las sanciones indígenas y las sanciones oficiales, también

resulta imprescindible delinear un limite preciso que se encuentra en la no vulnerabilidad

de los derechos fundamentales.

Un camino posible seria la comparación de la lesividad de las sanciones impuestas por

ambas justicias para el mismo delito.

La idea es que cada uno de los derechos consuetudinarios se compatibilice con el

derecho penal nacional de un modo escrito, es decir que sea el propio código penal el

que recepte que ante un conflicto penal miembros de la comunidad éste pudo ser

solucionado del modo tradicional, realizado por sus autoridades.

Consideraciones preliminares.

Derecho penal: Esta dado por el comportamiento criminal y por las consecuencias

jurídicas prevista para ellos. Cuando hablamos de comportamiento criminal hablamos de

conductas que tengan algún tipo de pena (5).

1 Zamudio, Teodora. http://www.indigenas.bioetica.org/inves38.htm

Última actualización: 11 de Mayo de 2008

Le corresponde al Estado litigar sobre los diferentes delitos, esto es consecuencia del

estado de derecho en el cual estamos insertos.

El principal medio frente a los delitos es la pena, que seria el restringir los derechos del

responsable a través de una decisión en forma activa por los órganos competentes.

Además en nuestro derecho tenemos las llamadas Medidas de Seguridad que tienden a

paliar o eliminar el uso de penas que no resulten pausibles.

Cuando en nuestro derecho hablamos de delitos estamos hablando de un

comportamiento contrario a la norma.

Cuestión Normativa.

Nuestro país tiene una tendencia pluralista (lo que significa crear un modelo

constitucional que legitima los sistemas indígenas, modificando el carácter etnocéntrico


de derecho al otorgar reconocimiento a sus derechos consuetudinarios, surge respetando

los principios y garantías constitucionales).

Ya con la reforma de la constitución en 1994 en su art. 75 inc.17 se establece.

"Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural;

reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad de las

tierras que ocupan". Lo importante de todo esto es que este articulo fue aprobado por la

Asamblea Constituyente por unanimidad y tuvo el consenso de varios pueblos indígenas

ya que se encontraban presentes comunidades como los Pilagás, los Vichíes, los Tobas,

Los Mocovíes, Guaranñies, los Mapuches, Onas, Huarpes, Chaiés, Tapietes y

Chorotes.(6)

A su vez la ley 24071 introdujo dentro de nuestro derecho interno el convenio 169 O.I.T.,

en donde se le reconoce a los pueblos indígenas y Tribales asumir el control de sus

propias instituciones, forma de vida, desarrollo económico, mantener y fortalecer su

identidad, lengua y religiones dentro del marco de los estados en que viven.

La primera consecuencia del reconocimiento " jurisdiccional" de la diversidad cultural es

que pasa a formar parte de los principios fundamentales que dan contenido a la política

criminal del estado como base ideológica del sistema penal. El derecho penal de un

estado pluricultural debe incorporar el presupuesto fundamental de que no se sancionará

la diversidad cultural, que dentro del marco de los derechos humanos será tenido en

cuenta el derecho consuetudinario, que será respetado las distintas valoraciones sobre

las conductas que provengan de parámetros culturales diversos y preexistente a la

cultura oficial y que los jueces tomarán para la resolución de sus casos otros datos

esenciales del contexto social en el que se desenvuelven. Un caso interesante ocurrió en

Guatemala con la Firma en 1995 del " Acuerdo sobre identidad y derecho de los pueblos

indígenas" entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional

Guatemalteca, que contó con la mediación de Naciones Unidas, este acuerdo establece

que, para aquellos casos en que se requiera la intervención de los tribunales en materia
penal, se deberá tener plenamente en cuenta las normas tradicionales que rigen en las

comunidades.

Derecho indígena.

El derecho indígena es un conjunto de normas propias, que regulan el desarrollo

armónico de la vida de las comunidades de los pueblos. Uno de los rasgos relevantes es

la no normativizacion, esto significa que el derecho indígena no puede ser reducido a un

conjunto de normas escritas, porque se apoya fundamentalmente en la tradición oral.(7)

El sistema penal indígena presenta un sistema de autoridad claramente definida y sus

reglas son aceptadas por los miembros de la comunidad contando con un sistema de

sanciones para quienes se desvíen de las reglas.

Tipicidad

"La tipicidad implica relevancia social y, por ello, toda vez que las acciones o conductas

analizadas impliquen una perfecta subsunción del caso a la norma, pero, sin embargo, no

signifiquen en la vida real una perturbación social comprobada, no deben ser

consideradas típicas."(3) las razones para ello pueden ser numerosas, tradicionalmente la

ciencia del derecho penal ha hecho mención de dos, que a su vez se han fundado dos

elementos -de creación hermeneútica - "negativos del tipo", En primer lugar, esta

ausencia de relevancia social se puede dar por la magnitud del daño que no llega a

representar una verdadera perturbación desde el punto de vista social, nos referimos a

los clásicos casos de insignificancia.

En segundo lugar, se puede dar que las acciones no representen relevancia social por

manifestar una contravaloración entre la ley y el contexto social en el cual la norma y el

caso se desenvuelven. Este es el supuesto de adecuación social que puede ser

verdaderamente útil en la solución judicial de supuestos de diversidad cultural. Se trata,

indudablememente, de casos en los cuales la acción supuestamente típica, es aceptada

socialmente en el contexto de la comunidad indígena (4)

Confrontando culturas y tipos penales


Cuestionario

Realizamos un cuestionario que fue contestado por autoridades de distintos orígenes y

comunidades que nos permite tener una visión global del derecho penal en los distintos

ordenamientos étnicos, el cual transcribimos a continuación:

1- Cuál es su nombre completo, origen y comunidad.

2- ¿Cuál es la función de la pena? (resociabilizar/punir/expiar).

3- ¿Quién imparte justicia? (juez/cacique/sacerdote)

4- ¿Quién es el encargado de velar por la ejecución de la pena? (la comunidad/ una

autoridad familiar/ una autoridad de la comunidad)

5- Qué tipos de penas se establecen (privativas de la libertad/ medida de seguridad/

trabajo comunitario)

6- ¿Cuáles son las circunstancias que se toman como eximentes, atenuantes o

agravantes de los delitos?

7- ¿Qué es el homicidio?

8- ¿Qué es el robo?

9- ¿Qué es el hurto?

10- ¿Su comunidad tiene algún tipo de delito que Ud. entiende que no está contemplada

en el código penal?

Entrevistas

Pueblo Colla

La primera entrevista que realizamos fue al Sr. Eulogio Frites. Él nos dijo que pertenecía

a la comunidad indígena del pueblo Coya de Iruya, Salta.-

Según nos informó, en su comunidad, el derecho penal está implícito en la conciencia del

pueblo. Tal derecho no es escrito sino que se conoce y se transmite de manera oral, de

generación en generación. Lo que está bien y lo que está mal se diferencia por lo que les

dice su conciencia, por lo aprendido en la comunidad, ya que las normas a seguir se

deducen del propio comportamiento de los integrantes del pueblo.-


El encargado de impartir justicia es el "Comunero" y de él depende el "Consejo de

Ancianos". Todos llegan a ocupar sus cargos de manera democrática, siendo elegidos

por los restantes integrantes de la comunidad. Es importante que cada uno haga un buen

desempeño de la función que debe ejercer, ya que de eso depende el orden del pueblo.

Si tal desempeño fue correcto, entonces se permite la reelección.-

Los atenuantes y los agravantes de las penas son los mismos que figuran en el Código

penal. No obstante ello, tienen penas particulares que no se saben de antemano. Pueden

deducirse de otros casos similares ocurridos con anterioridad pero no surgen de ninguna

norma escrita. En general, las penas que se aplican son graves y tienen como finalidad,

además de castigar a quien incumplió algún deber de la comunidad, servir como ejemplo

para el resto de los integrantes. Por ejemplo, ante el robo se suelen cortar los dedos de

las manos. Con ello, se castiga a quien cometió el acto de robar, se lo marca para que

todos sepan el error que cometió y para que otros aprendan que si realizan ese mismo

hecho serán penados. La pena más grave que se aplica es el "ostracismo": ello implica

la expulsión de la comunidad.-

Las figuras de robo, hurto y homicidio son entendidas igual que en el Código penal y el

encargado de aplicar la pena será el Consejo de Ancianos. En los últimos tiempos,

quienes se fueron adueñando de las fincas intentaron impartir justicia pero esta situación

está tratando de ser revertida día tras día para que el sistema de la comunidad no se

modifique ni pierda su esencia.-

Para defender sus derechos y su modo de vida en general están formando una red de

abogados y profesionales preparados para enfrentar la evolución del mundo y poder

adaptarse a él. Con el correr del tiempo se han visto avances importantes, como por

ejemplo: Para poder ser juzgados es requisito fundamental que tengan conciencia

respecto de la criminalidad del acto. Para que un individuo integrante de la comunidad

Coya sea juzgado en un Tribunal común, se requiere que se le hable en su idioma para

que pueda comprender el trámite del proceso y defenderse de lo que crea necesario.-
Pueblo Mapuche

La entrevista que le realizamos a un integrante del pueblo Mapuche fue más breve: dijo

llamarse Jorge Ñancucheo. Él nos contó que en su comunidad existe un derecho penal

con normas particulares que los ancianos conocen pero que ya no se aplican porque no

son reconocidas a nivel nacional. Hoy se rigen por el Código Civil, el Código penal y

demás leyes de la República.

Pueblo Toba

El Sr. Víctor Daniel González pertenece a la comunidad Toba. Allí el derecho penal no es

escrito sino que se va transmitiendo a través de las generaciones. El órgano encargado

de impartir justicia es "El Consejo".-

Cuando algún integrante del pueblo ve que se comete un delito o se incumple un deber,

debe comunicarlo de inmediato al Consejo para que éste actúe. Las penas que puede

aplicar dependen de cada caso en particular y la más grave es la expulsión de la

comunidad.-

Según nos cuenta, entre los Tobas el hurto, el robo y el homicidio no existen. Son figuras

que no se ven.-

Norma Monterrico es de la comunidad Villa aborigen y su origen es abaguaraní aunque

manifestó que no era una erudita en el tema se mostró accesible y nos explicó que las

penas que imponen nunca son privativas de la libertad, sino que buscan que esa persona

dé algo a la comunidad en procura de reestablecer el orden perturbado por su acción, el

fin de la pena es la resociabilización, aquellos encargados de aplicar la pena nos

respondió que los ancianos, es decir las personas mayores sin ningún tipo de distinción,

es decir que la edad es una manifestación de sabiduría y respeto que debe ser

escuchada, quien vela por el cumplimiento de la pena es el cacique que es la autoridad

comunitaria. Cuando le preguntamos sobre los eximentes o agravantes de los que tenga

conocimiento nos habló del lavado de cerebro que ciertos punteros políticos realizan

luego de insertarse en la comunidad y que provocan que los miembros realicen


insensateces, en estos casos se entiende que la persona actuó sobre su influencia y no

es penada. nos sorprendió enterarnos que no podía darnos una definición de homicidio,

robo o hurto porque estas cosas no suceden en su comunidad por lo que nunca hubo que

definirlas. Respecto de delitos que la comunidad pena y que no están contemplados en el

código penal se refirió a que en la actualidad puede ser que se dé pero ya que está

altamente normativizada pero que ella no está al tanto de esto.

La pena máxima es la expulsión de la comunidad, y respecto a la reintegración a ella se

contempla el caso concreto (si tiene familia en la comunidad, etc.) esta decisión la toma

el cacique junto con los padres del imputado.

Conclusiones

De todas estas entrevistas destacamos la íntima conexión que tiene la moral con el

derecho penal, como establecimos al principio del trabajo, así como la importancia que

tiene para estas comunidades la pertenencia a ella, ya que la pena máxima no es la pena

de muerte, ni la reclusión, sino algo mucho más íntimamente vinculado con la identidad,

el destierro, si no cumplís con estas normas que son primeramente morales y por las

cuales vela la comunidad toda no podés ser considerado un miembro. También es un

derecho dinámico, tal vez por la inmediatez entre el juzgador y el juzgado que permite

que a la luz del caso concreto se permita la reincorporación con intervención de la familia,

organización intermedia entre el individuo y la comunidad que es definitoria para valorar

la necesidad de ese individuo de volver a ella. Asimismo como surgió de los dichos de

varios de los entrevistados, este derecho se ve reformado por el derecho nacional lo que

nos hace ver que esta compatibilización lejos de ser traumática es un camino deseable y

posible para un país que está consolidando su democracia.

Bibliografía

1) Becerra Nicolás- Derecho penal y diversidad cultural- La cuestión indígena- Ed. Ciudad

Argentina Buenos Aires Argentina, 1966 pag. 13.-

2) Becerra Nicolás op. Cit. Pag. 15.


3) Becerra Nicolás op. Cit. Pag. 26.

4) Becerra Nicolás op. Cit. Pag.

5) Derecho penal. Righy/ Fernandez

6) Ciclo de conferencia sobre “Sistema oenal y Derechos Humanos” Becerra Nicolas.

7) Diversidad cultural y sistema penal. Necesidad de un abordaje multidiciplinario. Silvia

Rodridrez

8) Convenio de la O.I.T.

9) Codigo penal.

22.5.5.1.2. La pena de multa: es la única de tipo pecuniaria prevista en el ordenamiento.

Puede encontrarse en forma exclusiva o acompañando a otra (por ej. la pena de prisión)

– (ver página 675/676, texto obligatorio).

22.5.5.1.2.1. Regulación legal: leer artículos 21, 40 y 41 del Código Penal (remitimos al

texto obligatorio página 676).

22.5.5.1.2.2. Formas sustitutivas de cumplimiento: leer artículo 21, 22 y 24 del Código

Penal (remitimos al texto obligatorio página 676/7).

22.5.5.1.2.3. La multa complementaria: leer art. 22 bis del Código Penal (remitimos al

texto obligatorio página 677/8).

1º) La muerte del condenado (22.6.1).

2º) La amnistía (22.6.2).

3º) El indulto (22.6.3).

4º) La prescripción (22.6.4).

La prescripción es una de las causas extintivas de la acción penal (arts. 59 y 62) y de la

pena (art. 65) establecida en el Código Penal que tiene en cuenta el transcurso del

tiempo, constituyéndose de ese modo en una clara limitación al poder punitivo del

Estado.

5º) El perdón del ofendido (5.22.6.5).

La pena de inhabilitación: concretamente se trata de la imposición por parte del


estado de una incapacidad relacionada con determinada actividad o esfera

del derecho del sancionado (ver página 679/80 del texto obligatorio).

La inhabilitación absoluta: leer artículo 19 del Código Penal (remitimos al texto

obligatorio página 680/1).

La inhabilitación especial: leer artículo 20 del Código Penal (remitimos al texto

obligatorio página 681/2).

Inhabilitación especial complementaria: leer art. 20 bis del Código Penal (remitimos

al texto obligatorio página 682).

Quebrantamiento: leer art. 20 bis y 281 del Código Penal (remitimos al texto

obligatorio página 683).

Rehabilitación: remitimos al texto obligatorio página 683/4.

Penas accesorias: Inhabilitación absoluta accesoria y decomiso.

Concepto: constituyen penas accesorias aquellas cuyo imposición resulta

inherente a la principal.

Inhabilitación absoluta accesoria: leer art. 12 del Código Penal (remitimos al texto

obligatorio página 684).

Decomiso: leer art. 23 del Código Penal (remitimos al texto obligatorio página 685).

Extinción de las penas en el código penal.

categoría dogmática distinta e independiente

PUNIBILIDAD

punibilidad.

Concepto.

Caracteres.

Ubicación sistemática.

Condiciones de carácter penal (21.4.1):

Condiciones de naturaleza procesal (21.4.2):


Ubicación:

Condiciones de operatividad

Las condiciones objetivas de punibilidad

Efectos:

Acción penal

La acción penal como pretensión punitiva

Concepto

Distintas clases de acciones

La acción publica

La acción pública promovible de oficio.

Caracteres:

derecho

preprocesal,

Caracteres:

principio de personalidad de la pena.

La pena no puede trascender la

persona del que la sufre.

Enumeración: art. 72 del Código Penal

Acción privada

Caracteres:

Extinción de la acción penal

Muerte del imputado

Caracteres:

efecto retroactivo olvido

Amnistía

Naturaleza jurídica:

Fundamento y Finalidad
general

- hechos

Órganos facultados para dictarla

Caracteres:

Alcance

Efectos respecto de los participes

Prescripción

Concepto:

naturaleza material

naturaleza es procesal

naturaleza mixta

Fundamento:

Naturaleza Jurídica:

Caracteres:

Plazos:

Causas de suspensión de la prescripción de la acción penal:

Causales:

cuestiones previas

y cuestiones prejudiciales.
Interrupción de la prescripción de la acción penal. Noción

Efectos:

Causales de interrupción de la prescripción de la acción penal:

Renuncia del agraviado

Renuncia de la Acción Perdón del Ofendido

Condiciones para su procedencia:

ex ante

Oblación voluntaria de la multa

Presupuestos:

Oportunidad:

Efectos:

Obtención del beneficio por segunda vez:

Suspensión del juicio a prueba. Noción

Requisitos

Excusas absolutorias

Concepto y Fundamentos

Supuestos

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