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La "Batracomiomaquia"
(Madrid, 1988) vv. 252-277 (pp. 335-336).
CII CIII
Estaba en el ejército royente, “Infelices acuáticos –les dice–,
ranas si ciertamente, que no ranos, Dijo; y corriendo a las opuestas ranas,
ni el brío el nombre mujeril desdice. ejecutado su amenaza hubiera
¿Que aún queréis hacer pruebas de si desde las celestes barbacanas
estas 835
[manos Jove en aire las voces no volviera.
820 Porque, volviendo sus nectáreas canas,
que tanta ensangrentó vena infelice? dijo: “no poco la amenaza fiera
Dejad la guerra; ved que los gusanos me espanta, oh dioses, de este mozo, y
libres os llevan vuestro mar y apenas temo
para tan pocas hallaréis arenas. que hoy ha de ver la rana el día
CIV extremo. 840
Id a enturbiar el agua. Abortos fuisteis
825 CVI
de un excremento de la gran Latona ii; Mas pues las Parcas esto no han hilado,
y si a ella enojo en vuestro origen determino estorbarlo con la ayuda
disteis, de Minerva y de Marte alborotado.
vuestro villano proceder lo encona. “¡Que pongan freno a ese ratón!”.
Ni de la diosa a quien airada visteis “¿Que acuda
el poderoso amante hoy os perdona. Palas –respondió Marte– y yo a su lado?
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Será este brazo, a vuestro aliento altivo, No basta, oh padre, a rata tan
del alto Jove rayo vengativo”. membruda.
Para un par solo, a pecho tan violento
CV desvergüenza le sobra y ardimiento.
i
hoz: en el sentido de “garganta”.
ii
Latona: “Apolo fue hijo de Iúpiter y de Latona, nacido de un mismo parto con Diana. […] Los
poetas fingen que nacieron de Latona, hija de Ceo, y que antes que pariese, entendiendo Iuno que
estaba preñada de Iúpiter, muy enojada como lo solía estar con todas las mancebas de su marido,
envió tras ella a Phitón, serpiente de disforme grandeza, la cual la seguía, no dejándola en ningún
lugar parar. Latona huyendo, no hallando lugar donde poder parir, fuese a la isla Ortigia, de quien
fue recibida, y parió primero allí a Diana, la cual luego como nació sirvió de partera para que su
madre pariera a su hermano Apolo”. Cf. C. Clavería (ed.), J. Pérez de Moya, Philosofía secreta
(Madrid 1995) 246-250. La alusión a esta diosa no es casual en La Rani-ratiguerra. Recuérdese que
se dice de ella que, llevando a sus hijos por tierra de Licia, sintió gran sed a causa del calor. Llegó
a un lago donde unos hombres le negaron la bebida y hasta enturbiaron el agua. Enojada, rogó a
los dioses que aquellos villanos permaneciesen para siempre en el lago sobre el que saltaron. Los
dioses la complacieron metamorfoseándolos en ranas.