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A. Bernabé (trad.), Himnos Homéricos.

La "Batracomiomaquia"
(Madrid, 1988) vv. 252-277 (pp. 335-336).

"Cuando Puerroso lo vio caído y casi exánime [y se precipitó contra


él de nuevo, anhelando matarlo], llegó por entre los de vanguardia lo
asaeteó con su agudo junco. Pero no logró atravesarle el escudo. En él
se quedó la punta de la lanza. No alcanzó el casco irreprochable y como
cuatro ollas de grande el divino Oreganero, émulo del propio Ares, que
era el único entre las ranas que destacaba por entre la masa. Pero se
precipitó sobre él y éste cuando lo vio no se atrevió a resistirlo. Al verlo,
Comepán y el irreprochable Cincelajamones vinieron a defenderlo y la
rana no se atrevió a resistir a los esforzados héroes, sino que se
sumergió en las profundidades del lago.
Había entre los ratones un cierto Robapartes muy superior a los
demás, hijo amado del irreprochable Roezón, acechador del pan; [el
soberano Robapartes, émulo del propio Ares, que era el único entre los
ratones que destacaba por entre la masa]. Yendo a su morada exhortó a
su hijo a que tomara parte en el combate y él quedó situado, orgulloso,
en el estanque [y se jactaba de que exterminaría la raza de las lanceras
ranas]. Éste amenazaba con aniquilar la estirpe de las ranas. [Se colocó
anhelando combatir de cerca con todas sus fuerzas] y tras haber roto
por la mitad la cáscara de una nuez en dos partes, a guisa de armadura,
metió sus manos en ambos huecos. Rápidamente corrieron todas
aterradas por el estanque. Y habría acabado con ellas, pues grande era
su fuerza, si no lo hubiese advertido el padre de hombres y dioses.
Entonces de las ranas que perecían se apiadó el Cronión y,
moviendo la cabeza, dijo estas palabras:
- ¡Ah! Gran prodigio es éste que mis ojos ven. No poco golpea
Robapartes, que por el estanque se ha tornado el saqueador entre las
ranas. Así que muy de prisa enviemos a Palas de bélico tumulto o
también a Ares, que lo aparten del combate, por valeroso que sea."

R. Bonilla Cerezo & Á.L. Luján Atienza, "La Rani-ratiguerra (1790)


de José March y Borrás. Estudio y edición" (en prensa).

CI y sobre todos descollaba un mozo


Viendo Porrino a Tragapán furioso, 810
que arremetía al príncipe caído, noble, rico, galán, fuerte y valiente,
púsose entre los dos y con dichoso llamado Quitaplato, en quien el bozo
tiro detuvo al enemigo erguido. daba apenas lugar al hoz lucientei.
Echole al pecho el junco venenoso, 805 Hijo de Acechapán, con el destrozo
mas Tragapán paró el broquel bruñido ufano él y la matanza hecha,
y, mientras se despeja, el buen Porrino 815
libró a su rey en el cristal vecino. nuevo terror con sus bravatas echa:

CII CIII
Estaba en el ejército royente, “Infelices acuáticos –les dice–,
ranas si ciertamente, que no ranos, Dijo; y corriendo a las opuestas ranas,
ni el brío el nombre mujeril desdice. ejecutado su amenaza hubiera
¿Que aún queréis hacer pruebas de si desde las celestes barbacanas
estas 835
[manos Jove en aire las voces no volviera.
820 Porque, volviendo sus nectáreas canas,
que tanta ensangrentó vena infelice? dijo: “no poco la amenaza fiera
Dejad la guerra; ved que los gusanos me espanta, oh dioses, de este mozo, y
libres os llevan vuestro mar y apenas temo
para tan pocas hallaréis arenas. que hoy ha de ver la rana el día
CIV extremo. 840
Id a enturbiar el agua. Abortos fuisteis
825 CVI
de un excremento de la gran Latona ii; Mas pues las Parcas esto no han hilado,
y si a ella enojo en vuestro origen determino estorbarlo con la ayuda
disteis, de Minerva y de Marte alborotado.
vuestro villano proceder lo encona. “¡Que pongan freno a ese ratón!”.
Ni de la diosa a quien airada visteis “¿Que acuda
el poderoso amante hoy os perdona. Palas –respondió Marte– y yo a su lado?
830 845
Será este brazo, a vuestro aliento altivo, No basta, oh padre, a rata tan
del alto Jove rayo vengativo”. membruda.
Para un par solo, a pecho tan violento
CV desvergüenza le sobra y ardimiento.
i
hoz: en el sentido de “garganta”.
ii
Latona: “Apolo fue hijo de Iúpiter y de Latona, nacido de un mismo parto con Diana. […] Los
poetas fingen que nacieron de Latona, hija de Ceo, y que antes que pariese, entendiendo Iuno que
estaba preñada de Iúpiter, muy enojada como lo solía estar con todas las mancebas de su marido,
envió tras ella a Phitón, serpiente de disforme grandeza, la cual la seguía, no dejándola en ningún
lugar parar. Latona huyendo, no hallando lugar donde poder parir, fuese a la isla Ortigia, de quien
fue recibida, y parió primero allí a Diana, la cual luego como nació sirvió de partera para que su
madre pariera a su hermano Apolo”. Cf. C. Clavería (ed.), J. Pérez de Moya, Philosofía secreta
(Madrid 1995) 246-250. La alusión a esta diosa no es casual en La Rani-ratiguerra. Recuérdese que
se dice de ella que, llevando a sus hijos por tierra de Licia, sintió gran sed a causa del calor. Llegó
a un lago donde unos hombres le negaron la bebida y hasta enturbiaron el agua. Enojada, rogó a
los dioses que aquellos villanos permaneciesen para siempre en el lago sobre el que saltaron. Los
dioses la complacieron metamorfoseándolos en ranas.

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