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La tinta sobre el movimiento: revisión y propuesta de


clasificación de la literatura sobre el movimiento estudiantil
chileno (2011-2014) a la luz del nuevo escenario político y su
crisis1
Carlos Azócar Ortiz2.

Resumen
El presente ensayo es una revisión bibliográfica de los artículos académicos
referidos al movimiento estudiantil chileno de los años 2011-2014. Se propone
en este sentido una categorización que retoma anteriores propuestas de
ordenamiento que establecen tres interpretaciones sobre el origen del
movimiento: un origen propiamente sociológico, otro desde la esfera económica
y finalmente un tipo de interpretación política. La propuesta defendida en este
sentido es que existiría un cuarto tipo de trabajos que atribuirían a factores
culturales el éxito e impacto del movimiento de los estudiantes. En relación a
las proyecciones y soluciones contenidas en los distintos análisis se establece
que se ha privilegiado un tipo de visión en la que se ve a la política como
aquella esfera privilegiada para albergar las salidas a un conflicto que posee
orígenes más bien estructurales. Dicha tensión quedaría en evidencia en el
actual escenario político ante todo frente a los escándalos de corrupción en el
nuevo ciclo político.
Palabras claves: Movimiento estudiantil chileno, Revisión bibliográfica,
propuesta de ordenamiento, separación entre la política, lo social y lo
económico

1
El presente artículo es un avance de una investigación mayor dirigida hacia la
elaboración de un libro sobre el movimiento estudiantil chileno (2011-2014) preparado
por el Centro de Investigación OIKOS de la Facultad de Administración y Economía de
la Universidad de Santiago de Chile. El autor agradece a los miembros del equipo de
OIKOS. Como así también al Sociólogo Juan Pablo Rodríguez y la antropóloga Camila
Silva.
2
Carlos Azócar Ortiz es licenciado en Sociología por la Universidad de Chile y tesista de
la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de
México. Actualmente se desempeña además como investigador en el Centro de
Investigación OIKOS de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de
Santiago de Chile.

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Resum
El present assaig és una revisió bibliogràfica dels articles acadèmics referits al
moviment estudiantil xilè dels anys 2011-2014. Es proposa en aquest sentit una
categorització que reprèn anteriors propostes d'ordenament que estableixen
tres interpretacions sobre l'origen del moviment: un origen pròpiament
sociològic, un altre des de l'esfera econòmica i finalment un tipus d'interpretació
política. La proposta defensada en aquest sentit és que existiria un quart tipus
de treballs que atribuirien a factors culturals l'èxit i impacte del moviment dels
estudiants. En relació a les projeccions i solucions contingudes en les diferents
anàlisis s'estableix que s'ha privilegiat un tipus de visió en la qual es veu a la
política com aquella esfera privilegiada per albergar les sortides a un conflicte
que posseeix orígens més aviat estructurals. Aquesta tensió quedaria en
evidència en l'actual escenari polític enfront dels escàndols de corrupció en el
nou cicle polític.

Paraules claus: Moviment estudiantil xilè, Revisió bibliogràfica, proposta


d'ordenament, separació entre la política, el social i el econòmic

Abstract

This paper is a review of academic literature concerning the student movement


developed in Chile from 2011 to 2014. While revisiting previous proposals it
elaborates on a set categories in which three interpretations about the origins of
the movement are established: one is purely sociological, the other comes from
the economic sphere and finally a somehow political interpretation. We argue
that a fourth kind of academic works exist, in which the success and impact of
the movement is attributed to cultural factors. In the projections and solutions
sphere contained in the different analysis it established that a certain point of
view, which regards politics as an that privileged sphere to foster the escape of
a conflict that is of a more structural origin, is privileged. That tension would be
made evident in the current political scenario, specially in regard to the
corruption scandals en the new political cycle.

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Keywords: Chilean student moviment, Literature review, proposed order,


separation between political.

Introducción.
El presente artículo tiene por objeto hacer una revisión preliminar de las
múltiples y variadas interpretaciones académicas que se han realizado sobre el
movimiento estudiantil chileno, a cuatro años de su aparición y a la luz del
nuevo escenario político del país. Este escenario está configurado por la
ejecución de la agenda de reformas del gobierno de centro izquierda de Michel
Bachelet que, en gran medida, capitalizó electoralmente el malestar de la
sociedad chilena.
La idea, en este sentido, es poder realizar un balance de la forma en la cual el
movimiento estudiantil ha sido analizado desde la academia, examinando
cuáles fueron en su momento y actualidad las causas y orígenes que se le
atribuyeron a la aparición del más importante movimiento social de la segunda
república chilena. En este mismo sentido, interesa averiguar también cuáles
fueron las consecuencias que se vislumbraron, contrastando dichas
proyecciones con los sucesos que han ido marcando los primeros pasos de un
gobierno que a muchas luces parece tener un dificultoso avance. Dichas
dificultades se extienden en gran medida a toda la clase política al salir a la luz
una serie de eventos de corrupción que han restado de enorme legitimidad a
un sistema político que han entrado nuevamente en crisis. Se plantea entonces
la hipótesis de que se está generando un momento histórico en la que, sin
duda alguna, los cambios de perspectiva propiciados por el movimiento
estudiantil están involucrados, incluso cuando los propios estudiantes, como
sujetos políticos organizados, han perdido relevancia en el último tiempo.
La labor acá emprendida busca, de este modo, poder rastrear las principales
líneas por las cuales el movimiento estudiantil fue leído y proyectado, siendo
las clásicas distinciones entre lo social, lo económico y lo político las que
predominan en las clasificaciones de las causas atribuidas a la emergencia del
movimiento, derivándose de lo político una cuarta causa ordenadora que por su

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recurrencia y reiteración en los análisis es necesario incorporar. Esta cuarta


dimensión causal ―que se denominará como cultural― se refiere a los
repertorios de acción (de protesta y organización) a los que los estudiantes
echaron mano para poder visibilizar y potenciar el movimiento.
Por otro lado, y en relación a las proyecciones que se le dan al movimiento,
resulta interesante señalar que los análisis se vinculan principalmente a las
derivas políticas e institucionales que este movimiento tendría. En sentido, es el
mismo giro sociopolítico el punto más crítico en el cual el movimiento se ha
desarrollado. Ello en la medida en que efectivamente en el nuevo ciclo político,
abierto y puesto en crisis por el gobierno de la Nueva Mayoría, lleva a
cuestionarse los límites de las soluciones posibles dentro de la institucionalidad
actual y sobretodo pone en duda las posibilidades, a corto plazo, de
constitución de un sujeto histórico, encabezado por el movimiento estudiantil,
que pueda dirigir un cambio profundo en la sociedad chilena actual.
Revisión y propuesta de ordenamiento.
La propuesta en es un ejercicio analítico (de distinción) y taxonómico
(clasificación) de los textos revisados, es decir, como una forma de identificar
las posiciones y principales disputas que se estarían dando entre las visiones
existentes. Ahora bien, lo que se quiere plantear de forma sustantiva es que la
propia interpretación de la realidad desde las ciencias sociales se entiende
como un acercamiento situado e interesado frente realidad analizada. El
interés, como tal, es un elemento que está presente las interpretaciones del
movimiento estudiantil y si bien no puede ser observado de manera directa
existen una serie de perspectivas y axiomas teóricos, opciones metodológicas
y proyecciones políticas que sitúan a cada uno de los textos junto a otros
generando una suerte de sistema de referencias de valoraciones y valores.
Hacer visible la estructura del corpus3 sobre el movimiento es una de los
propósitos más claros del presente esfuerzo.

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Definido por la RAE el corpus es: “Conjunto lo más extenso y ordenado posible de
datos o textos científicos, literarios, etc., que pueden servir de base a una
investigación.”

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Por otro lado, el aumento de la reflexividad de la sociedad chilena, es decir de


la preocupación de la sociedad en torno a su funcionamiento, problemas y
futuro ha ido de la mano de un incremento en el número y la complejidad de
trabajos diversos de reflexión en torno al tema de la educación, los
movimientos sociales (el movimiento estudiantil de manera particular) y la
descripción de los actores involucrados. Incluyendo, en estas reflexiones,
también una serie de proyecciones y propuestas de solución. Estos trabajos
emergen desde la academia, pero también han involucrado a los propios
dirigentes estudiantiles, los cuales no sólo han actuado en el escenario sino
que además han generado sus propias reflexiones en torno al tema que, a su
vez, han entrado en diálogo con aquellas emanadas desde la academia,
afectando en definitiva la trayectoria del movimiento4 (Jackson, 2013; Vallejo,
2012; Figueroa, 2012).
Este aumento de reflexividad crítica por parte de la sociedad chilena ha sido
uno de los fenómenos que concita casi un transversal consenso en la
academia. Es por ello que se hace urgente, pues, una revisión de la forma en
la que se ha llevado esta reflexión y crítica.
Sobre este aspecto, existen intentos anteriores de revisión pero han sido
indirectos, pues son resultado de trabajos dirigidos a otros objetivos
(Fernández, 2013; Durán, 2013). En este sentido, la propuesta de clasificación
determina la existencia de tres tipos grupos de explicaciones causales una que
sería de carácter puramente sociológico, otra centrada en el sistema político y
finalmente otra en el modelo económico, entendida cada una de estas
categorías como formas taxonómicas que nos permiten comprender la
emergencia del movimiento estudiantil. En términos detallados la propuesta
que se plantea desde los textos referidos se puede expresar de la siguiente
forma:
“La primera alude a la etapa de desarrollo socioeconómico del país (alcanzar
un PIB de US$15.000 per cápita) y el consiguiente surgimiento de valores post-

4
Uno de los más claros ejemplos de esta situación es el prólogo que le realizan los ex
dirigentes estudiantiles al libro “La Mala Educación” del Abogado y académico
Fernando Atria.

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materiales de una “nueva clase media”, más educada y empoderada que busca
hacerse un sitio en la estructura social de la mano de la consecución de
derechos sociales. La segunda, hace referencia a la crisis del modelo
neoliberal imperante en el país, a causa de la desigualdad social que provoca y
la necesidad de plantear un proyecto social alternativo cuyo centro no sea el
mercado. La tercera apunta a la crisis del sistema político vigente por su
escasa representatividad y legitimidad.” (Fernández, 2013)
La interpretación de estas derivadas contextuales afecta a las formas con las
cuales se propone abordar pero también solucionar el conflicto del propio
movimiento estudiantil. Esta misma apreciación está presente en muchos
trabajos. Por ejemplo, se considera que las referencias en torno a la
profundidad de los cambios generados por los estudiantes estaría a la base de
una forma de interpretación en la que los cambios, necesarios para la
resolución del conflicto, pasan por cuestiones más bien de recursos o, de forma
contraria, por un cambio estructural profundo (Fernández, 2013; Vera, 2012;
Mayol, 2012). De esta forma, el movimiento puede entenderse “como un
episodio rápidamente disoluble en la rutina de un sistema político altamente
dado al control de la demanda social hasta interpretaciones que perciben en la
crisis de 2011 un parte aguas que derivará en la reconfiguración plena del
cuadro político hacia un escenario aún por definir”(Durán, 2012: 53).
La revisión sumaria de los trabajos, hace referencia a las causas que de alguna
manera explicarían el surgimiento de un movimiento que, si bien posee amplios
antecedentes históricos de mediano plazo, ha sido entendido, con mediano
acuerdo, como una sorpresa dentro de un escenario de crecimiento económico,
desde la llegada de la derecha al poder y, en términos generales, al situarse en
uno de los países considerados como modelos de la estabilidad política y
económica en la región (Azócar, 2013; Vera; 2012). Es por ello que la pregunta
por las causas del movimiento viene a ser el primer apartado al cual se le
prestará atención. Para luego, pasar a las salidas y proyecciones que se han
dado al conflicto por el cual surge el movimiento, para finalmente contrastar
todo aquello con el nuevo escenario político existente en Chile.

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Las causas, orígenes y explicaciones de la emergencia del movimiento.


Como ya se ha mencionado, existen algunas clasificaciones previas que
ordenan en tres tipos fundamentales las causas consideradas por la literatura:
la primera se referiría a las razones definidas como sociológicas, en relación al
hecho de que existiría cierta decepción de las expectativas generadas en torno
a la movilidad social. Un segundo orden de causas se vincularía al descontento
con el modelo en sus términos económicos y producto de la desigualdad que
éste produciría. Finalmente un tercer tipo de explicación atendería a la crisis de
legitimidad que viviría el sistema político de representación (Fernández, 2012).
Dicho ejercicio taxonómico en su conjunto puede ser aceptado como válido, sin
embargo la propuesta acá defendida es que se debe agregar un cuarto tipo de
explicación que si bien no es estrictamente causal si permite echar luz sobre un
tipo de trabajo que da suma importancia a las estrategias y “repertorios de
acción” que utilizaron los estudiantes como parte de su lucha. En este sentido,
la emergencia de este cuarta categoría se explicaría por el hecho de que, en
gran medida, el éxito y expansión del movimiento se debería a las
innovaciones performáticas y expresivas del movimiento.

Explicaciones sociológicas.
Las explicaciones que han sido denominadas como sociológicas se refieren a
un tipo de fenómeno que sería propio de las sociedades que estarían en cierta
etapa de desarrollo en la cual específicamente ciertas capas medias, más que
clases, comienzan a exigir la participación en el reparto del poder5 y recursos.
Por tanto, la lógica peticionista de los estudiantes referiría una demanda
propiamente mesocrática (Fleet, 2012; Tironi, 2012; Tironi y Hermosilla, 2012).
Desde esta perspectiva, los cambios introducidos por la dictadura que han
afectado las “condiciones de mercado bajo las que se ha reproducido la nueva
clase media en los últimos treinta años en Chile no sólo han sido determinantes
para la formación de sus bases estructurales, sino que también de sus
referentes simbólicos o, de manera más general, de sus valores. La

5
Entendiendo el poder en un amplio sentido y con claros rasgos de una definición
weberiana del mismo.

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construcción social del grupo ha operado privadamente, en nombre de


intereses particulares que ejercen elecciones formalmente libres, pero
estructuralmente determinadas” (Fleet, 2012)

En este sentido puede entenderse la problemática del conflicto abierto por el


movimiento como una crisis de expectativas con respecto a la movilidad social
y más aun a la defensa de un tipo de sociedad mayormente meritocrática. El
punto es expuesto por uno de los ideólogos y más importantes “intelectuales
orgánicos” de la Concertación, Manuel Tironi, de la siguiente forma: “(…) en un
modelo como el actual donde le hemos dicho a la gente que si uno se educa,
tienes todo el futuro en tus manos. Y lo que está pasando es que el joven se ha
educado y que esa promesa no se ha cumplido y la familia que se endeudó, se
siente estafada. Eso es lo que produce la impotencia” (Tironi, 2012).

La educación en este sentido estaría siendo un vehículo que prometía


movilidad social ascendente, sin embargo la defraudación de dichas promesas
es lo que finalmente redundaría en una movilización que, aun cuando tiene un
carácter transversal, seguiría teniendo un fuerte componente corporativo
(Agacino, 2013).

Una de las formas de conceptualizar esta manera de abordar el conflicto es


utilizando el concepto de “privación relativa” que se refiere justamente al hecho
que no son los grupos mayormente carenciados de recursos aquellos que
mayormente se movilizan sino aquellos en los que existe un tipo de malestar
que se genera por la brecha entre las expectativas de un grupo y las realidades
que éste vive. Este concepto fue acuñado por Robert Ted Gurr y fue aplicado
por un autor en particular al análisis del movimiento estudiantil chileno (Azócar,
2013).

En este sentido, cabe preguntarse nuevamente sobre el carácter universal de


la demanda del movimiento, lo cual es tan capital que desde ciertas
perspectivas le otorgaría el estatus de movimiento propiamente social. En ese
tránsito se debe establecer que en definitiva la temática específica de la deuda
contraída por los estudiantes y sus familias para financiar los estudios
devendría en una constricción real y no únicamente ideológica, lo cual obligaría

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mover necesariamente el foco explicativo, desde lo sociológico, referido a las


expectativas, la movilidad social a lo económico, estructural.

Explicaciones Económicas.
La referida condición estructural daría paso al siguiente grupo de
interpretaciones sobre el surgimiento del movimiento estudiantil. A la luz de los
trabajos que pueden ser clasificados dentro de esta línea se pueden distinguir
básicamente dos tipos de análisis: por un lado, aquellos que refieren a la
desigualdad de ingresos –y, por encima, el desigual reparto de oportunidades
como origen del conflicto– y por otro lado aquellos análisis que refieren
directamente al modelo de desarrollo, la implementación del neoliberalismo en
Chile y la mercantilización de las distintas esferas de la sociedad como aquello
que definiría tanto el carácter de la demanda estudiantil como a los propios
estudiantes en tanto grupo social.
En relación a esta última deriva debe mencionarse que es común la referencia
al proceso de privatización y mercantilización como uno de los factores
estructurales que derivan en las movilizaciones. Sin embargo, son pocos los
enfoques que van más allá de la mera descripción del proceso para poder
adentrarse en la lógica de producción y re-producción del capital que
finalmente sustentaría y estaría a la base de dichos procesos propios del
neoliberalismo (Rifo, 2013) o del hiperliberalismo (Bruna del Campo, 2012).
Es por ello que se tiene que poner en relieve la visión planteada por Mauricio
Rifo quien describe el cambio en la educación, operado desde las reformas
estructurales vividas por la sociedad chilena, como una conversión de la propia
educación en un medio de producción. En este sentido, la creación del
mercado de la educación sería una forma de generar un tipo particular de
mercancía: el conocimiento, basado en un tipo de relación de producción entre
el estudiante transformado en cliente y subvencionado por el Estado y la
generación de ganancias por parte de los dueños de los centros educacionales.
Sin embargo, existiría un “segundo movimiento”, como el autor lo denomina,
aún más interesante, en tanto que la educación en el neoliberalismo estaría a
la base del proceso de desarrollo de las fuerzas productivas. En función de ello,

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la educación neoliberal instaría a los trabajadores a “valorizar su fuerza de


trabajo dentro del mercado laboral de acuerdo al tiempo invertido en su
capacitación en un saber y/o conocimiento específico. Este proceso de
valorización individual busca de manera sistémica aumentar el desarrollo de las
fuerzas productivas para así aumentar las tasas de ganancia empresariales”
(Rifo, 2013: 230).
El conflicto surgiría en la medida en que esta transformación de la educación
en un medio de producción trae consigo una determinada proyección que
finalmente no se cumpliría, pues el “progresivo aumento de entidades
educativas y el incremento desregulado de profesionales de una misma área,
genera una competencia significativa entre personas con un mismo saber, que
ha dejado inconclusa la promesa de una segura valorización en el mercado del
trabajo” (Rifo, 2013: 230). De este modo esta explicación estaría observando
una deriva similar a aquella acuñada en el primer enfoque, pero atendiendo a
un origen distinto, esto es, el de las condiciones materiales que estarían a la
base del conflicto.
Desde un enfoque similar, pero centrado en la combinación causal del
endeudamiento junto con la situación de desigualdad, algunos autores plantean
que “en la medida en que adquirir bienestar compromete seriamente la
proporción entre deuda e ingreso familiar, sobre el fondo de una extrema
desigualdad en la distribución del ingreso nacional, se genera una re-
emergencia de las potencialidades de defensa/conflicto de las clases
subalternas ante el orden del mercado” (Bruna del Campo, 2013:72). Estas
clases subalternas serían encabezadas por los estudiantes y estarían
finalmente liderando un movimiento que, desde esta perspectiva, es
propiamente universal en sus demandas al realizar un paso, que
reiteradamente ha sido constatado por la literatura, al trasladarse desde la
localización del conflicto del modelo educativo al modelo de sociedad en su
conjunto. En ese paso efectivamente se estaría abordando el modelo de
desarrollo y, en definitiva, el modelo de sociedad.
Lo interesante, en definitiva es que gran parte de las energías se han situado
en la faz política del modelo de sociedad donde se centra parte importante de

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los análisis existiendo algunas derivas y distinciones que se detallan a


continuación.

La política y lo político en el movimiento estudiantil.

La explicación política de la emergencia del movimiento estudiantil refiere


básicamente a una serie diagnósticos en torno a la falta de legitimidad que
tendría el sistema político chileno en su conjunto. Ahora bien, los análisis
varían nuevamente en la profundidad que le otorgan a dicha crisis y en los
diversos sujetos a los cuales se estaría apelando como antecedente del
movimiento, además de las distintas proyecciones que se enarbolan,
manteniendo como base común el proceso de re-politización vivido por la
sociedad en su conjunto (Mayol, 2012).

En este sentido, algunas de las interpretaciones desde la política establecen un


vínculo entre el movimiento estudiantil en relación a un movimiento social
histórico que de alguna manera estaría emergiendo de forma renovada a través
de las nuevas formas de protesta y expresión de los estudiantes (Salazar,
2012). Desde esta perspectiva “este movimiento ha generado identificación
social y ha convocado discursos y prácticas que estaban dispersas,
recuperando para sí la política, dando pie a bases movilizadas, cuestionando
al sistema político y a la democracia de ‘los acuerdos” (Molina, 2011:210).

Por otro lado, pero desde una perspectiva similar, ciertas interpretaciones han
establecido que el movimiento ha logrado impugnar a la clase política en su
conjunto y no tan sólo la institucionalidad “una crítica implacable ―a veces
demoledora― de la institucionalidad y de las prácticas políticas imperantes en
el Chile postdictatorial. El carácter tutelado, protegido y de baja intensidad de la
democracia neoliberal chilena quedó al desnudo en muchas oportunidades
(Mayol, 2012). La “clase política” sin distinciones de partidos ni bloques fue
sometida a la crítica más incisiva de las últimas décadas y su nivel de
desaprobación ciudadana alcanzó porcentajes récords” (Grez, 2012).

A este cuestionamiento se le suma aquel que se centra en el funcionamiento


del plano político mismo, tanto en relación al sistema en su conjunto como
también en términos del funcionamiento de las estructuras educativas

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particulares, como aquellas existentes en las instituciones educativas en


general y en las terciarias en particular (Figueroa, 2012).
En este sentido la demanda amplia y sustantiva de democracia sería una de las
exigencias de transformación más importantes del movimiento, superando la
visión centrada en lo institucional e incluso la noción de los “enclaves
autoritarios6” (Garretón, 2010) que determinarían una de las fases del conflicto.
La exigencia de democratización social estaría por tanto en la base de los
cambios demandados, transmutándose de esa forma una demanda social y
económica en términos políticos (Vera, 2012) derivando en aquello que se ha
denominado también como el “giro sociopolítico” del movimiento (Azócar,
2014). Dicha transformación estaría dada por la masividad y extensión del
movimiento, el cual “(…) brinda una ocasión inusual de hablar de un deseo de
las mayorías, y por otro lado, porque dota de contenido operacional el proyecto
o propósito de democratizar la sociedad tanto política como socialmente.”
(Vera, 2012: 305).
Es decir, se estaría frente a un clivaje en el cual es posible que la ciudadanía
se exprese de una forma en la que durante toda la transición no había podido
hacerlo. De este modo se establece que “(…) los estudiantes han tomado
conciencia de ello y perciben con claridad que sus afanes democráticos están
vinculados a una transformación global de la sociedad. Han logrado captar un
enorme apoyo en la población, pero ellos, por sí mismos, no pueden provocar
un cambio de tal magnitud y han advertido que deben incorporar sus agravios
al espectro más amplio de luchas” (Figueroa, 2012: 90).
Ahora bien, es en este punto donde las miradas en torno a la política y lo
político se bifurcan pues existen ciertos enfoques que refieren a que uno de los
elementos más importantes del movimiento estudiantil es que sobrepasa la
mirada estado-céntrica y comienzan a proponer y practicar una forma de hacer
política que sobrepasaría los márgenes institucionales (Agacino, 2013). Por el

6
El concepto de “enclaves autoritarios” es un concepto acuñado por Manuel Antonio
Garretón a través del cual se refiere de las herencias institucionales que no permiten la
instauración de la democracia en su máxima potencialidad. El concepto de enclaves
autoritarios aparece por primera vez en la bibliografía del autor en el texto “La
Posibilidad Democrática en Chile” (1989).

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contrario, existen posiciones que si bien recogen este aporte de los estudiantes
como nuevos sujetos sociales, consideran que se hace necesario ocupar los
lugares del poder y transformarlos generando las alianzas y aglomeraciones
que sean necesarias para ello (Grez, 2012; Fernández, 2013).
Frente a este tipo de propuestas la idea fundamental es que no puede
reducirse la acción de los estudiantes y su éxito a manifestaciones puramente
expresivas, sin un objetivo que focalice la creación de un nuevo modelo de
sociedad que debe contener necesariamente una institucionalidad. De modo
tal, se plantea desde posiciones más moderadas que enfocan el problema en
términos de la forma en la cual las políticas públicas se pueden hacer cargo de
las demandas estudiantiles (García-Huidobro, 2012) a posiciones que en
definitiva consideran que la emergencia del movimiento plantea una
reformulación de las instituciones políticas en su conjunto existiendo de
manera constante “(…) la interpelación al Estado y su abandono de la
garantización del derecho a la educación, argumentando la hegemonía de la
Libertad de Enseñanza, la denuncia del lucro en el sistema educativo en
general y, por ello, la necesidad de cambios estructurales que solo podían
tener rango constitucional” (Bravo, 2012).
De este modo, lo que finalmente se establece es que el movimiento estudiantil
logra plantear un tipo de demanda que no puede ser satisfecha únicamente con
cambios cosméticos sino que necesariamente estaría en la búsqueda de la
generación de una nueva sociedad que, desde esta perspectiva, estaría
cimentada desde un nueva constitución política puesto que “ (…) en la
formulación de políticas públicas, en las dos últimas décadas Chile se ha
caracterizado por operar con un modelo definido por contar con un pequeño
número de actores que toman las decisiones, que interactúan repetidamente en
el tiempo y cuyo marco son unos partidos políticos que comparten en general
intereses” (Fernández, 2013: 6).
Desde estas posiciones la crítica más incisiva se refiere al hecho de que “(…)
los movimientos sociales pueden y deben abrirse al juego de la política,
procurando generar sus propios instrumentos políticos so pena de verse
obligados a retirarse a las áridas tierras de la Utopía fundamentalista o a

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delegar en otros la representación de sus intereses” (Grez, 2012). La crítica en


este sentido estaría referida a aquellas posiciones más extremas que
desconfían de toda institucionalización del conflicto y más específicamente a la
generación de un tipo de acción centrada a los márgenes de la política
institucional.
Dichos planteamientos estarían representados por la concepción post-estatal
que establece que los estudiantes lograrían un nivel de crítica en la cual el
principio mismo de representatividad estaría cuestionado generando “(…) un
desplazamiento de la política desde los espacios institucionales clásicos a la
sociedad misma. Aunque de manera muy rudimentaria aún, entre los sectores
más activos e independientes, comienzan a circular ideas cómo el <control
comunitario>, una suerte de poder popular re-significado, como contrafuerte del
estatalismo y/o del predominio de los mercado” (Agacino, 2013).
Desde esta consideración, los estudiantes no sólo estarían desplazando la
política desde sus lugares convencionales sino que ante todo se plantea que
ese tránsito se ha realizado a través de la práctica misma de nuevas formas de
hacer política. Es decir, al volver a instalar la relación entre lo político y lo social
los estudiantes han generado una renovación de la política que se ha
expresado en formas carnavalescas y festivas que serían claves a la hora de
entender cómo el movimiento logró no sólo vencer el “cerco mediático”
establecido en torno a sus acciones sino que además lograron concitar el
apoyo de parte importante de la población chilena. La importancia otorgada a
esta dimensión del movimiento es tan grande que se ha hecho necesario
incorporarla como una nueva dimensión de análisis.

La cultura, los medios alternativos y la performatividad: como nueva


dimensión de análisis.
Tal como se ha mencionado anteriormente, se puede establecer que existe un
cuarto eje articulador que es aquel que pone el énfasis en las formas con las
cuales el movimiento se expresó y la batalla que finalmente se mantuvo frente
a los diversos medios de comunicación en torno al tema. En este sentido los
artículos que se orientan por esta vía hermenéutica sitúan la representación de

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la realidad como uno de los elementos fundamentales para comprender el


devenir del conflicto y del movimiento estudiantil. Se debe establecer, de
cualquier modo, que en general este tipo de artículos posee un abordaje
empírico ofreciendo materiales concretos, específicamente noticias o
contenidos de redes, conformando sin duda un aporte al debate al tener un
enfoque menos especulativo.
De esta forma se puede establecer que existen dentro de este ámbito
básicamente dos tipos de trabajos: aquellos que se centran en el análisis de los
repertorios de acción que el movimiento tendría y, por otro lado, aquellos que
de alguna manera iluminan la forma en la cual en términos mediáticos se fue
representando y auto-representando el movimiento.
En relación al primer tipo de artículos se puede establecer que en términos
generales la importancia dada se basa en el hecho de que los cambios más
concretos estarían dados por el cuestionamiento o fractura que el movimiento
habría provocado en la ideología neoliberal (Gómez-Leyton, 2012). En este
sentido, parte importante de esta fractura se debería entender desde el espacio
mismo en cual se libraría esta batalla, es decir en los términos en los cuales los
estudiantes expresaron y lograron situar sus ideas. Desde este punto de vista,
“(…) nuevas estrategias debían ponerse en juego para romper el cerco
informativo, discursivamente estigmatizante de la protesta social frente al orden
público. Los estudiantes pusieron en juego entonces un arte que la política
institucional chilena venía practicando desde el “retorno a la democracia”: el
performance teatral.”(Ardito et al, 2012).
Así, los estudiantes han ampliado los repertorios de acción generando una
serie de formas de expresión que en cierta medida serían inéditas por lo menos
en el contexto político chileno. De este modo “besatones, maratones, obras de
teatro, música en vivo, carros alegóricos, malabaristas, clowns, ciclistas
desnudos, y otros personajes festivo-carnavalescos, fueron reconfigurando las
formas de la marcha y de la protesta social.” (Ardito et al, 2012: 11).
Sin embargo, otros autores plantean cierta duda con respecto a cuán
novedosas son las acciones emprendidas por los estudiantes. Siendo
sumamente interesante el planteamiento de que existe una serie de acciones

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que son tradicionales, como las marchas, las tomas, las asambleas,
enfrentamientos violentos e incluso las huelgas de hambre. En otro ámbito,
existirían algunas otras acciones que estarían siendo renovadas y
resignificadas por parte de los estudiantes tales como las consultas
ciudadanas, los cacerolazos e inclusos las acciones artísticas, de humor e
ironía en el desarrollo de las marchas. Siendo las acciones identificadas como
estrictamente nuevas en el contexto chileno en específico, los denominados
Flash Mobs, corridas de protesta, producciones audiovisuales y las utilización
de medios no tradicionales (Tricot, 2012).
En relación a este último aspecto se establece que existe “un denominador
común, el impacto de Nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación. Estas han entregado herramientas para que las distintas
organizaciones hagan extensivas sus demandas al mundo global” (Tricot, 2012:
10). Es en este ámbito donde han existido una serie de investigaciones que
ponen un importante acento en la forma en la que el movimiento estudiantil fue
abriendo nuevas estrategias de comunicación de manera exitosa enfrentando
en gran medida las formas parciales y sesgadas en las que fue tratado el
movimiento por parte de los medios tradicionales.
De forma aún más exacta se puede establecer que fueron básicamente dos los
tipos de trabajos que se dan en esta subdimensión; por un lado están aquellos
análisis que se enfocaron en el tratamiento que los medios y las autoridades le
dieron al movimientos y por otro lado, nos encontramos con aquellos análisis
que se enfocaron en la descripción misma de las nuevas dinámicas
comunicativas desplegadas por parte de los estudiantes y los medios
alternativos.
En relación al primer tipo, resulta interesante anotar que existen trabajos
empíricos con una importante producción de material investigativo que abordan
tanto los contenidos como las formas de tratamiento que tuvo el movimiento
estudiantil destacando un análisis realizado al tratamiento de un periódico
popular a la figura de Camila Vallejo, presidenta de la Federación de
Estudiantes de la Universidad de Chile en el 2011 en ese momento, en el
marco de la más grande concentración de las movilizaciones de aquel año. En

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este sentido, un muy llamativo titular de aquel diario planteaba como desazón
la negativa que tuvo la dirigente comunista de participar en un baile con claras
connotaciones sexuales. El abordaje realizado permite, desde una perspectiva
crítica, desenmascarar un tipo de tratamiento sexista y degradante a la líder
más visible del movimiento. El titular del diario rezaba “Pese al clamor popular,
Camila Vallejo se negó a bailar la colita” y desde esa perspectiva se establece,
a partir de un análisis de las oposiciones contenidas en la noticia, que el
objetivo de aquel titular era directamente a “farandulizar y banalizar al
movimiento a través de sus líderes, restándole seriedad y profundidad al
análisis de la contingencia nacional y a los problemas sociales, entre ellos un
tema tan transcendente como la educación gratuita y de calidad.”(Romero,
2012: 886).
En esta misma línea, se puede situar otras investigaciones que abordan
también materiales periodísticos un tanto más complejos como son las
editoriales de los dos periódicos más importantes de Chile. Dos investigaciones
tomaron este material y analizaron por un lado el tratamiento dado al
movimiento y el conflicto estudiantil en su conjunto (Cabalin, 2013) y por otro, el
tratamiento dado a la crisis del sistema educativo en el marco de la discusión
sobre las reformas educativas (Santa Cruz y Olmedo, 2012).
En el primer artículo mencionado se hace referencia al concepto de “framming”
en el entendido de que los medios de comunicación están constantemente
dando el margen de referencia y encuadre a los sucesos que ocurren en una
determinada sociedad. Es así como, el análisis del tratamiento que se le dio al
movimiento estudiantil y al conflicto que le dio origen es sumamente interesante
de abordar desde esta perspectiva, pues permitiría establecer el
posicionamiento de los medios tradicionales frente al tema, los actores y las
posibles salidas al problema. En este sentido, se establece de forma taxativa
que “los medios son actores políticos en este debate. En su contenido, se
pueden encontrar las ideas, valores y posiciones ideológicas de los sectores en
pugna” (Cabalin, 2012: 645). Desde esas posiciones trataron de incidir en el
debate en curso al establecer que, en primer término, el conflicto estudiantil en
realidad era un conflicto coyuntural y en ningún caso un conflicto estructural,

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que las problemáticas en realidad se debían a actores específicos que han


actuado de forma incorrecta y que, en definitiva, lo que se debe realizar es
atender a la “necesidad de “diseñar buenas políticas educacionales”. Esto sería
posible sólo con la participación de los técnicos en el área educacional dejando
de lado el sentido político de la educación en la sociedad” (Cabalin, 2012: 644).
A similares conclusiones llegó el otro artículo referido, atendiendo a aspectos
del mismo espíritu tecnocrático que empapa los escritos editoriales. De esta
forma, se logró esclarecer que ambos periódicos no distaban mucho en sus
orientaciones y que, más todavía, el discurso enarbolado vinculaba el conflicto
con las fallas del “cuasimercado” de la educación existente en Chile. De este
modo se establece que:
“(…) el problema ha estado en no haber llevado adelante una total autonomía,
transfiriendo el conjunto de las competencias al nivel de la escuela; en limitar la
competencia entre centros permitiendo que las escuelas públicas funcionasen
con una lógica no económica; y, por último, en la excesiva rigidez de las
regulaciones laborales y el papel negativo cumplido por las organizaciones
gremiales de los docentes” (Santa Cruz y Olmedo, 2012: 164).
Establecido dicho panorama se hace necesario poder abordar la forma en la
cual los estudiantes y demás actores involucrados han logrado contrarrestar
esta visión de los medios tradicionales de comunicación frente a un medio
digital alternativo (Gascón y Pacheco, 2012). El análisis fue entorno a los
actores y las valoraciones que se le otorgaron a cada uno de ellos por parte de
los medios de comunicación comparados. El ejercicio emprendido en esta
investigación es bastante interesante pues entrega un catastro de dos formas
totalmente distintas e incluso opuestas de abordar y trabajar las noticias, sin
embargo las inmensas diferencias que se encuentran entre ambos medios
muchas veces hace que se pierda en cierta medida el sentido de la
comparación pues esta se hace prácticamente imposible.
Otro ejercicio similar es aquel emprendido por otros autores que se preguntan
sobre el rol de los medios. Específicamente se parte de un diagnóstico de la
situación de la propiedad de los mismos en Chile constatándose que existe una
importante concentración de los mismos y planteándose el rol que medios

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alternativos y las redes han tenido en las movilizaciones sociales desde el año
2010 al 2013 (Rodríguez et al., 2014). En este sentido es que se establece que
si bien el rol de los medios alternativos ha sido crucial para la visibilización y
expansión de los movimientos sociales en general y el movimiento estudiantil
en particular “eso aún no deriva en que el movimiento se politice o empodere
con respecto a su posición dentro del sistema de medios, pese a la
coexistencia, durante el mismo período, de diversos movimientos relacionados
con la cultura libre en Internet, con una transición a la TV digital más diversa y
de mejor calidad” (Rodríguez et al. 2014: 87).

De este modo, las visiones sobre las formas en la que los movimientos sociales
se comunican internamente y con la sociedad es un tema que atraviesa al
movimiento estudiantil también. Y en particular existe un foco localizado en la
forma en la que las redes sociales han irrumpido en el desarrollo y proyección
de los mismos. Es así como algunos autores llegan a plantear que “Ya no
estamos ante modelos de comunicación centralizados, verticales y masivos al
estilo “Broadcast” sino a modelos horizontales, no jerarquizados y
personalizados, el estilo “Podcast”. (...) Los estudiantes adscritos a estructuras
partidarias estrictas y burocráticas son una minoría, su actuar IRL (in real life)
sigue siendo“Podcast”: el asambleismo, la autonomía y la acción parecen
seducir a los jóvenes de hoy.” (Cuadra, 2012).

Proyecciones, soluciones y horizontes.

Establecidas ya los diversos tipos de causas que pueden encontrarse en la


literatura cabe ahora preguntarse por las proyecciones que se dieron a luz de
los análisis contenidos en cada uno de los trabajos revisados y considerados
como representativos de lo que se ha escrito sobre el movimiento. Lo que
interesa es poder ver como los distintos tipos de análisis fueron perfilando la
forma en la cual se han ido sucediendo los acontecimientos ante todo frente al
nuevo gobierno de la presidente Bachelet la cual sin duda alguna fue elegida
gracias a los cambios introducidos por el movimiento con un proyecto
reformista que aun cuando ha cambiado de ropajes no ha logrado reestablecer
un orden duradero (Mayol, 2014).

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Una de las proyecciones más importantes en este sentido ha sido aquella que
se puede situarse en el plano de la ideología y que ha redundado en el
resquebrajamiento de la ideología neoliberal (Gomez-Leyton, 2012) lo cual se
ha traducido especialmente en términos de la repolitización de la ciudadanía en
su conjunto (Garcés, 2011). Las proyecciones en este sentido se vincularon al
hecho de que necesariamente “En el corto plazo, sería deseable una
“conducción política” que sea capaz de traducir el actual movimiento estudiantil
en una propuesta política (lo que antaño hacían los partidos) que haga viable la
negociación con el gobierno y asegure de este modo, algunos logros y deje
para mañana lo que hoy no se consiga.” (Garcés, 2011). En este sentido las
proyecciones han priorizado la visión política y las salidas que dentro de este
plano se estarían desarrollando.
Ahora bien, las visiones en torno a lo político y la política institucional resultan
ser el principal punto en el cual se han distanciado las visiones más disruptivas.
La caracterización del sujeto social en cuestión, en este sentido, resulta capital
pues se podría vislumbrar que por un lado los estudiantes podrían ser
caracterizados como futuros miembros de la clase trabajadora y que en los
actual fase se encontrarían valorizando su fuerza de trabajo o bien serían
miembros de clase media pero que de alguna u otra manera están velando por
un tipo de aplicación de criterios universalistas para el funcionamiento de la
sociedad (Fleet, 2012).
Algunos de los autores más radicales plantean que existe una distancia
importante entre los estudiantes y los demás grupos subalternos que podrían
finalmente encabezar un proyecto de sociedad alternativo. Ahí está de hecho
una de la principales discordias (Agacino, 2013). En este sentido tanto de parte
de los estudiantes como de algunos de los autores establece que
necesariamente se deben establecer alianzas con otros actores sociales que
permitan una ofensiva de mayor alcance. Dicho de otro modo “El
enclaustramiento en quiméricos “falansterios”, cultivando una inmanente
“memoria popular”, tejiendo paciente mente la tela de su micro “poder” de
espalda a las mediaciones y conflictos de la política realmente existente,
ignorando al Estado y las correlaciones de fuerza entre los actores sociales y

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políticos, es un espejismo que sólo puede sembrar derrotas y generar


impotencia entre sus seguidores” (Grez, 2012).

En este sentido la visión con respecto al Estado y la necesidad de una Nueva


Constitución resulta ser uno de los puntos comunes de casi todas las
proyecciones de los analistas que apuntan a la salida política del conflicto. Ello
cobra tamaño sentido en la medida que actualmente el sistema político se
encuentra en una profunda crisis luego de año de asumido el segundo mandato
de la presidenta Michele Bachelet. Por ello es necesario hacer un somero
análisis de lo que lleva del mandato y la actual crisis de legitimidad de la clase
política en su conjunto.

La nueva mayoría y la nueva crisis de la clase política.

La reelección de Michele Bachelet se dio en el marco de un cambio sustantivo


en la sociedad chilena, cambio que sin duda alguna guarda relación con el
movimiento estudiantil y que se traducía en gran medida en un descredito de
las instituciones políticas del país cuestión que se tradujo en la alta abstención
que se vivió en las elecciones presidenciales que determinaron que casi el 60%
de los electores no concurrieron a las urnas en un nuevo escenario en donde el
voto era voluntario (Azócar, 2014). Sin embargo, la figura de Bachelet ha
representado histórica y coyunturalmente un nexo que mantiene conectada o
mantenía conectada a la ciudadanía con una clase y sistema político en franca
crisis (Mayol, 2014). La alta votación con la que fue elegida da cuenta de un
fenómeno en el que su figura se erguía por sobre los demás candidatos y
figuras políticas simbolizando un horizonte político de realización de cierto
proyecto que permitiría salvar la crisis (Mayol, 2014).

Sin embargo, a poco andar todas aquellas promesas de campaña se fueron


enrareciendo en un clima donde poco a poco los poderes fácticos comenzaron
a ser cada vez más gravitantes en la ejecución de la serie de reformas que
fueron prometidas y ejecutadas en los primeros meses del nuevo mandato. La
más clara imagen de esto fue la declaración hecha por parte del presidente de
la asociación de bancos quien en un inédito hecho se declaró como el padre de

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la reforma tributaria que financiaría la reforma educacional7. Es más, en un


hecho aun más inédito, el ministro de hacienda terminó yendo a la casa
particular de un conocido economista de derecha para negociar los pormenores
de la misma reforma.
A su vez la misma reforma educacional encontró una serie de adversarios
incluso dentro del mismo gobierno, específicamente la oposición de parte de la
Democracia Cristiana que frenó toda posibilidad de realizar cambios
sustantivos en materia de selección y gratuidad, estableciéndose como piso
mínimo la defensa de la libertad de enseñanza a ultranza (Baño, 2015).
Sin embargo, es el plano de las reformas constitucionales, específicamente en
términos de la posibilidad de una asamblea constituyente, donde han existido
mayores ambivalencias al punto que si bien se han planteado ciertos proyectos
de reformas la posibilidad de llevar ésta acabo a través de una asamblea se
observa como una realidad muy lejana (Baño, 2015).
Sin embargo, una serie de sucesos acontecidos desde finales del 2014
comenzaron a generar un nuevo debacle político. El descubrimiento de una
serie de boletas denominadas como “ideológicamente falsas” por parte de las
fiscalía que investigaba el caso determinó la encarcelación preventiva de varios
ejecutivos de un conocido Holding financiero por fraude al fisco. El caso fue
televisado y resultó un hecho de inédito en términos de llevar adelante un
proceso que involucraba a miembros activos de élite. Sin embargo, el caso
tenía una deriva que involucraba a políticos de derecha pero además también a
políticos de centro los cuales también habían emitido boletas por trabajos que
hipotéticamente no se habían realizado, e incluso a un ex subsecretario de
minería del anterior gobierno, que estuvo recibiendo un pago mensual paralelo
a sus ingresos como funcionario (Baño, 2015).
El cuadro sin embargo no terminó ahí pues a pocas semanas de que estallara
el caso emergió un nuevo caso de vinculación de política y dinero, y en este
caso involucraba directamente a la presidenta8. Específicamente se descubrió
que vice presidente de uno de los bancos más importantes del sistema

7
http://www.papeldigital.info/ltrep/2014/12/28/01/paginas/039.pdf
8
http://www.elmostrador.cl/claves/caso-caval/

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financiero y uno de los hombres más ricos del país, el empresario Andrónico
Luksic, atendió de manera personal a la nuera e hijo de la presidenta Bachelet
otorgándoles un crédito por 6.500 millones de pesos chilenos es decir 10
millones de dólares. Estos dineros serían utilizados para la compra de unos
terrenos en la sexta región para luego ser vendidos por una cifra muy superior
luego de que cambiará la calificación del uso de suelo de rural a urbano. Dicha
operación fue realizada en los primeros días elegida la presidenta y ha
determinado una serie de controversias alrededor de su figura al punto que sus
niveles de aprobación han tenido una baja sostenida en los últimos meses.
A todo este escenario se sumó una nueva investigación sobre una empresa
privatizada, SOQUIMICH, en la dictadura militar y que determinó que el yerno
del dictador pasara de ser un funcionario público a ser el dueño de la misma.
En este caso nuevamente estarían involucrados en la entrega de boletas
políticos pero no tan sólo de derecha sino que además el caso involucraría
además a otros políticos de la coalición gobernante. El caso está aún en
proceso y ha llevado a que la clase política a una crisis de la cual realmente
importante9.
A modo de conclusión: la política frente a lo político y lo social. ¿Un
nuevo sujeto social histórico?
La crisis actual de la política institucional ha derivado en un serio
cuestionamiento de las posibilidades de mantener la institucionalidad política
de forma intacta. En ocasiones anteriores, específicamente en el gobierno del
presidente Lagos, un escándalo de similares circunstancias fue resuelto a
través de un acuerdo político entre el gobierno y la oposición que permitió la
superación de la crisis10. Actualmente ya se firmó un acuerdo por parte de
todos los partidos políticos incluidos al partido comunista, y sin embargo la
crisis creciendo11.

9
http://www.elmostrador.cl/claves/caso-sqm/
10
http://www.emol.com/noticias/nacional/2007/07/23/263490/la-cronologia-de-los-
sobresueldos.html
11
http://www.radiovillafrancia.cl/partidos-de-gobierno-y-la-alianza-firman-acuerdo-
para-salida-institucional-a-la-crisis-de-corrupcion

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Actualmente el escenario es mucho más problemática puesto que la


ciudadanía está mucho más empoderada y crítica. Sin duda alguna esta es una
de las herencias más palpables y perdurables del movimiento estudiantil, un
legado que se traduce en una intransigencia frente a situaciones como esta y a
los posibles arreglos que podrían darse desde el mismo sistema político. Así
se demostró en la marcha organizada nuevamente por parte de los estudiantes
que concitó a cerca de 150 mil asistentes12. Ello a pesar que durante un año los
estudiantes se mantuvieron en una posición más bien pasiva frente a un
gobierno que tenía un rumbo muy poco claro. En este sentido es necesario
plantear que los estudiantes han generado una crítica que ha logrado ir
profundizando los análisis pasando de lo social, a lo económico, luego a lo
político y finalmente a lo político y llegando finalmente a cuestionar la
repartición del poder actual en términos constitucionales.
No obstante, en la actual coyuntura los estudiantes no necesariamente han
conformado un sujeto histórico capaz de proponer un proyecto alternativo al
actual. El desafío es apremiante y se juega en el plano de lo político y la
refundación de la política institucional.
Frente a ello nuevamente tanto proyecciones como diagnósticos sobre el
movimiento estudiantil tienen que ser traídos a colación pues pueden echar luz
con respecto a las posibilidades que existen en el actual escenario. Sin duda
alguna se deben realizar alianzas con otros actores del mundo social. Sin
embargo queda la duda de cómo pasar de lo social a lo político y de lo político
a lo social sigue siendo una duda latente. El paso ya lo realizaron algunos ex
dirigentes estudiantiles que son actualmente diputados de la república y la
distancia entre los social, lo político y lo institucional sigue existiendo. ¿Cómo
enfrentar entonces esta nueva crisis desde el más importante movimiento
social del último tiempo?

12
http://www.latercera.com/noticia/nacional/2015/04/680-625734-9-gran-
convocatoria-e-incidentes-finales-marcaron-la-marcha-estudiantil-de-la.shtml

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