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ANÁLISIS DE LA OBRA TUNGSTENO

Biografía César Vallejo Mendoza


Vallejo es una de las figuras de mayor relieve dentro del vanguardismo hispánico. De
origen mestizo y provinciano, su familia pensó en dedicarlo al sacerdocio: era el menor
de los once hermanos; este propósito familiar, acogido por él con ilusión en su infancia,
explica la presencia en su poesía de abundante vocabulario bíblico y litúrgico, y no deja
de tener relación con la obsesión del poeta ante el problema de la vida y de la muerte,
que tiene un indudable fondo religioso.
Vallejo hizo los estudios de segunda enseñanza en el Colegio de San Nicolás
(Huamachuco). En 1915, después de obtener el título de bachiller en letras, inició
estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y de Derecho en la
Universidad de San Marcos (Lima), pero abandonó sus estudios para instalarse como
maestro en Trujillo.
En 1918 César Vallejo publicó su primer poemario: Los heraldos negros, en el que son
patentes las influencias modernistas, sobre todo de Julio Herrera y Reissig. Esta obra
contiene, además, muestras de lo que será una constante en su obra: la solidaridad del
poeta con los sufrimientos de los hombres, que se transforma en un grito de rebelión
contra la sociedad.
Acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta popular (1920), César
Vallejo pasó tres meses y medio en la cárcel, durante los cuales escribió otra de sus
obras maestras, Trilce (1922), que supone la ruptura definitiva con el modernismo y
con el nacionalismo literario.
En 1923, tras publicar Escalas melografiadas y Fabla salvaje, César Vallejo marchó a
París, donde conoció a Juan Gris y Vicente Huidobro, y fundó la revista Favorables París
Poema (1926). En 1928 y 1929 visitó Moscú y conoció a Maiakovski, y en 1930 viajó a
España, donde apareció la segunda edición de Trilce. De 1931 son su novela Tungsteno
y el cuento de Paco Yunque, y un nuevo viaje a Rusia. En 1932 escribió la obra de teatro
Lock-out y se afilió al Partido Comunista Español. Regresó a París, donde vivió en la
clandestinidad, y donde, tras estallar la guerra civil, reunió fondos para la causa
republicana.

Entre sus otros escritos destaca la obra de teatro Moscú contra Moscú, titulada
posteriormente Entre las dos orillas corre el río. Póstumamente aparecieron Poemas
humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1940), conmovedora visión de la
guerra de España y expresión de su madurez poética. Contra el secreto profesional y El
arte y la revolución, escritos en 1930-1932, aparecieron en 1973.

Obras del Autor

Obras líricas: los Heraldos Negros, Trilce, España Aparta de mi este Cáliz, Poemas
Humanos.
Narrativa: Fabla Salvaje, una novela psicológica sobre la locura de un indio; y el
Tungsteno, sobre las relaciones sociales y económicas entre una empresa minera, los
obreros y el pueblo andino.
Escribió también varias obras teatrales basadas básicamente en las relaciones entre
explotadores y explotados.
También hizo trabajos periodísticos tanto en el Perú como en Europa.
Ensayos como: “Rusia en 1931: reflexiones al pie del Kremlin” y “Ante el segundo plan
quinquenal”. ENTRE OTRAS.

RESUMEN:
Dueña, por fin, la empresa norteamericana “Mining Society” de las minas de tungsteno
de Quivilca, en el departamento de Cuzco. Una vasta indiada era llevada al trabajo en
las minas. En colca capital de la provincia, el movimiento económico se acrecentó.
¡Quien como los que se van! ¡A hacerse ricos en las minas! Decían las mozas. Llegaron
a Quivilca los gerentes, directores, empleaos, misters Talk y Weras, el cajero Javier
Machuca, el ingeniero peruano Baldomero. Entre muchos. Se establecieron en un
paraje donde hallaron una pequeña cabaña de indígenas. Los soras, en quienes los
mineros hallaron todo tipo de apoyo y una candorosa y alegre mansedumbre. Los
soras cedían sus granos, sus ganados, y servicios personales, todo gratis. Por el instante
los soras seguían viviendo fuera de las labores de las minas. No conocían el valor del
dinero, iban y venían alegres, acezando, tensa las venas y erecto el musculo en acción.
José Marino formó una sociedad secreta con el ingeniero Rubio y el agrimensor
Benites. Marino era avaro, sabía envolver a las gentes como zorro a las gallinas.
Baldomero Rubio era manso y Benites era asustadizo. Así Benites puso el ojo en los
terrenos ya sembrados de los soras. Por ejemplo en una oportunidad le dio a cambio
de un terreno una garrafa azul, con flores rojas. El sora no comprendía, si el cambio
hecho había sido justa o no. La conciencia económica de los soras era muy simple:
mientras pudiesen y tuviesen donde y como trabajar, para obtener lo justo y necesario
para vivir, el resto no les importaba.
En el bazar de José Marino solían reunirse después del trabajo, se bebía y charlaba, se
intercambiaban opiniones. Leónidas Benites decía: ¡pobres soras! Son unos cobardes, y
unos estúpidos. Marino le salía al encuentro y le refutaba tales ideas diciéndole que los
indios saben muy bien lo que hacen. El cajero Machuca dijo: los soras son unos indios
duros, insensibles del dolor ajeno y que no se dan cuenta de nada. Unos fríos de
corazón. Les falta ser cristianos y practicar las virtudes de la iglesia. Entretanto el lema
de Leónidas Benites era: “trabajo y ahorro” se decía ser un joven, bien laborioso,
ordenado, honorable y de gran porvenir.
Leónidas Benites, tomaba medidas provisorias para todo, para las enfermedades, para
los alimentos “sucios” priorizaba la higiene de su cuarto etc. En los días feriados de la
iglesia ojeaba el evangelio según San Mateo. En general Leónidas Benites no era muy
querido en Quivilca. Su única amiga era una señora madre de un tornero. Una tarde
Benites cayó enfermo y la señora fue a verlo haciendo un preparado de infusión de
eucalipto con dos copas de alcohol. Pero nada reconfortaba a Benites que daba voces
de pesadilla. La señora decidió hacerle otro remedio. Y en medio de visiones de fiebre
vio el corazón de Jesús que acudía a defenderlo de todos y de todo. En el delirio se
monta sobre el lomo de un caimán, en medio de un gran rio, entonces le poseyó un
pavor repentino que se dio cuenta que asistía a la hora de juicio final, hizo un examen
de conciencia sobre las buenas y las malas acciones de la tierra. Todo eran buenos
actos, luego pidió a su memoria los recuerdos amargos y no había ninguna. Excepto de
una, cuando fue a dormir en un hacienda desolada y tocó la puerta un alma en pena y
le dijo: “En la unión de la cocina deje enterrado cinco centavos. Agrega noventaicinco
centavos más y paga con eso al cura, para mi salvación”. Entonces Benites gruño
agarrando un palo contra el alma en pena. Había sido una broma pesada de alguno de
sus amigos sabedores de la ambición de Benites.
Benites despertó bruscamente, a su lado estaba José Marino y le pidió fuera al bazar a
arreglar cuentas. Ya en el bazar echaron suerte en el cacho a la Rosada que era una de
las queridas de Marino. El comisario Balduzari se ganó en cacho a la Rosada y mando
servir la champaña. Marino mandó a Cucho su sobrina para que le llame a la Rosada
Graciela a fin de que viniera al bazar. El comisario Balduzari era el brazo derecho del
contratista José Marino. Nada pues extraño que el comerciante estuviese ahora
dispuesto a entregar a su querida al comisario, ipso facto y en público. Vino Graciela la
Rosada y Marino la hizo sentar con ellos. La orgia estaba en su colmo, la Rosada estaba
borracha por un preparado que el mismo José Marino le dio de beber. Cantaba y
bailaba sin sentido, todos reían. ¿Ves? Aquí está el señor comisario la autoridad, pues
él se va a encargar de ti mientras dure mi ausencia ¿me entiendes? Él vera por ti. Él
hará mis veces en todo y para todo. La Graciela seguía tambaleándose, luego todos
abusaron de ella, primero los patrones míster Talk y Weiss. Los otros personajes
entraron a la escena por orden de jerarquía social y económica. Lo hicieron en medio
de una batahola demoniaca. Y cuando encendieron luces en el bazar vieron vasos y
botellas rotas, una que otra mancha de sangre, todo era un desorden. ¿Y la Graciela?
¡No despertaba estaba muerta! Todos callaron, al día siguiente se enterró a la Graciela.
Por la tarde de ese mismo día se presentaron de frente ante el gerente de la “Mining
Society” míster Talk, las dos hermanas de la muerta Teresa y Albina. “Venimos porque
todos dicen en Quivilca que a la Graciela la han matado y que no se ha muerto ella.
Nos dicen que es porque la emborracharon en el bazar” Míster Talk se apresuró en
contestar enojado: ¡déjense de zonceras y váyanse a su casa! A la vez Teresa y Albina
cesaron de llorar y exclamaron: ¡solo porque son patrones! Por eso hace los que
quieren y nos botan así ¡han matado a la Graciela! ¡La han matado!
II.
José Marino junto con su hermano menor Mateo. Tenían un negocio cuyo nombre era:
“Marino Hermanos”, consistía una parte en bazares en Colca y de Quivilca y la otra de
enganche de peones para la “Mining Society”, lo cual estaba enriqueciendo a los
hermanos. Míster Talk le pidió cien peones más para las minas. Dado a la gran
necesidad de los Estados Unidos de contar con el mineral para la guerra. José consultó
con Mateo. ¿Cuántos peones hay socorridos? Hay veintitrés respondió. Mateo hojeo de
nuevo el talonario de los contratos. Al Cruz, al Pio Granados y al cholo Laurencio se le
puede ir a ver mañana juntos. Iremos con el subprefecto y le pediremos dos soldados.
Lo hermanos Marino eran originarios de Mollendo. ¿Con que dinero empezaron a
trabajar? Nadie a ciencia cierta lo sabía. Al fin llegó la hora de dormir, hay que dormir
ya, dijo Mateo. Tú estás rendido y mañana hay mucho que hacer ¡Laura! Gritó
parándose en la puerta del cuarto. ¡Ahí voy señor! Respondió Laura desde la cocina.
Era una india rosada y fresca. Los dos hermanos estaban enamorados de ella que en
toda la noche no pudieron dormir. Ni el uno ni el otro tenía sueño. Cavilaban en Laura
que estaba haciendo su cama en la cocina. Laura a su vez había tomado muchos
hábitos de señorita aldeana y jugaba con los dos hermanos. Por fin Mateo fue en su
busca de Laura, rasgo la puerta, y Laura en su intento de abrir choco contra el batán y
se luxo la cadera y la muñeca le sangraba. Un momento después apartó la muñeca
herida de Laura y según su costumbre lanzó unos bruñidos de animal ahíto. Laura
quedó tendida en el suelo llorando. Probó en levantarse y no pudo. José entró, echó de
un empujón la puerta de la cocina y se echó encima de Laura pero el olor que emanaba
lo hizo retroceder y se levantó. No se vaya don José tengo algo que decirle dijo Laura:
¡estoy preñada! Y es de usted, ¿preñada? ¡No friegues! Dijo José con risa de burla. ¡Si
don José estoy preñada de usted! Y un sollozo la ahogó. Laura iba a responder un
disparate y se contuvo. La cocinera sintiéndose en el colmo de su terrible
incertidumbre lanzó un sollozo entrañable. José salió y corrió la puerta
silenciosamente.
Al otro día los hermanos Marino, fueron al subprefecto Luna y le solicitaron dos
gendarmes, para ir a traer a unos peones prófugos. La “Mining Society”, nos obliga a
poner cien peones en las minas de aquí a un mes. La oficina de New York, exige más
tungsteno, y los cholos que traeremos se niegan a cumplir su contrato y a salir para
Quivilca. El subprefecto solo contaba con dos hombres, el sargento con dos soldados se
habían ido a traer conscriptos. Los miembros de la Junta llegaron al despacho
subprefectural: El alcalde, el juez doctor Ortega, el médico provincial doctor Riano, y el
vecino notable de Colca señor Iglesias. Se inició la sesión dando lugar al telegrama del
señor prefecto del departamento que decía: “Subprefecto Colca. Requiriéndole
contingente sangre, fin de mes indefectiblemente. (Firmado) prefecto Ledesma”. En
ese momento llegó a la plaza un ruido de caballería, venían los conscriptos: ¡traemos
dos su señoría! Dijo en voz alta y dirigiéndose al subprefecto. ¿Son conscriptos?, No su
señoría los dos son “enrolados”. ¿Cómo se llaman? Isidoro López y Braulio Conchucos,
su señoría. Detrás vinieron gente y familiares de los detenidos que rogaban que los
soltaran ¡Porque pues taitas! ¡Porque pues al Isidoro! ¡Patroncitos! ¡Suéltalo! ¡Suéltalo!
Suplicaban. Isidoro y Braulio ambos eran yanaconas de Guapongo, analfabetos y
desconectados totalmente del fenómeno civil, económico y político de Colca. ¿Qué
sabían estos dos yanaconas del servicio militar obligatorio? ¿Qué sabían de patria, de
gobierno, de orden público? Lo único que sabían estos dos indígenas era que eran
desgraciados. Braulio Conchucos tenía su padre viejo y hermanos pequeños, una
mujercita de diez y un varón de ocho. Braulio había querido abrazarlos pero lo habían
amarrado los brazos a la espalda. La comitiva arrancó agarro la delantera el sargento a
trote. Luego un gendarme con el otro conscripto Isidoro López, a pie y atado a su mula.
También todos sus familiares lloraron su partida. Se preguntaban ¿quiénes eran esos
monstruos con todos esos botones brillantes y que llevaban escopeta? Seguían
preguntándose porque llevaban al Braulio y al taita. Los “enrolados” quieran o no iban
al paso de las bestias. Al principio caminaron con cierta facilidad, luego comenzaron a
flaquear. Pasaron por caminos escabrosos. Isidoro López oso decir al gendarme que lo
llevaba ¡cuidado taita! ¡Nos vamos a rodar! ¡Calla animal! Le contesto el gendarme
dándole un bofetón en las narices. A partir de ese momento los dos “enrolados” se
sumieron en un silencio completo. Tanto las mulas como los “enrolados” se sentían
fatigados cansados pero los gendarmes no sentían nada de piedad avanzaban y
avanzaban. Cuando los curiosos se acercan a Isidoro López, se reían. Pero cuando se
acercaron a Braulio Conchucos se quedaban viendo su rostro doloroso y desfigurado.
Algunas mujeres del pueblo se indignaron y murmuraron palabras de protesta. ¡Le han
pegado los gendarmes! Gritaba la muchedumbre. Muchos vecinos de Colca entraron
en cólera. El subprefecto ordenó: ¡Traigan a los “enrolados”! ¡Hágalos entrar! Los
“enrolados” fueron desatados de los pescuezos, avanzaron penosamente, empujados y
sacudidos por sus guardias. La muchedumbre gritó: ¡asesinos! ¡Ahí van casi muertos!
¡Bandidos!… Entonces Servando Huanca el herrero dijo: ¡señor alcalde! El pueblo
quiere saber en que acaba todo esto y pide…Servando nacido en las montañas vivía en
Colca unos dos años solamente. No tenía mujer ni parientes, ni diversiones, ni muchos
amigos, solitario más bien. Era un tipo de indio puro, cobrizo, ojos pequeños. Todos
tenían miedo pero Servando Huanca los alentó, haciéndose guía y animador del
movimiento. Cuando era mecánico fue testigo y actor de parecidas jornadas. Estos
antecedentes y una dura experiencia que como obrero había recogido encendieron
contra las injusticias de los hombres. Servando se dolía y rabiaba por solidaridad contra
los mandones, autoridades, y patrones. ¿Poseía ya Servando Huanca una conciencia
clasista? Su sol táctica de lucha se reducía a dos cosas muy simples: unión de los que
sufren las injusticias sociales y acción práctica de masas. Al sentarse todos los
miembros de la Junta Conscriptora Militar, llegó a la plaza un vocerío ensordecedor. El
subprefecto Luna ordenó. ¡Sargento! ¡Imponga el orden! ¡Cueste lo que cueste! ¡Yo se
lo autorizo!…Preguntaron a Isidoro López sobre su edad, y no sabía: Yo no sé pues taita
veinte o veinticuatro quien sabe taita respondió. Entretanto Braulio Conchucos estiró el
cuerpo y tras de unas convulsiones se quedó inmóvil. El doctor Riaño acudió y dijo:
Está muerto, está muerto. Entonces Servando Huanca saltó a la calle: ¡un muerto! ¡Lo
han matado los soldados! ¡Abajo el subprefecto! ¡Abajo las autoridades! ¡Viva el
pueblo! ¡Abajo los asesinos! ¡Mueran los criminales! Un choque inmenso se produjo
entre el pueblo y los gendarmes. Se oyó claramente la voz del subprefecto que
ordenaba: ¡fuego sargento! ¡Fuego! ¡Fuego! Bajo el radiante y alegre sol de mediodía,
al aire del Colca, se saturó de sangre y de tragedia. Un murmullo doloroso llenaba la
plaza. En torno a cada herido y cada cadáver se formó un tumulto. Los gendarmes
seguían disparando sus rifles. Realizó numeroso prisioneros de hombres y mujeres del
pueblo. Una represión feroz e implacable se inició contra las clases populares. De la
una de la tarde en que se produjo el tiroteo, hasta media noche, se siguió disparando
sobre el pueblo sin cesar. Se acordó comunicar por telégrafo lo sucedido a la Prefectura
del Departamento. El comunicado fue así concebido y redactado: “Prefecto Cusco. Hoy
tarde durante reunión Junta Militar fue asaltado, balas y piedras subprefectura por
populacho, amotinado y armado. Doce muertos y dieciocho heridos y dos gendarmes
con lesiones graves”. El alcalde Parga felicitó al subprefecto y brindaron hasta
emborracharse. Poco después José Marino le preguntó al subprefecto Luna. ¿Cuantos
indios han caído presos? Alrededor de unos cuarenta respondió. Trajeron una banda de
músicos y celebraron. A la mañana los salones municipales estaban convertidos en un
local de fiestas. El cura se quitó la sotana y se hizo el protagonista de la fiesta.
Al día siguiente el subprefecto mandó llamar a Marino y le ofreció quince indios para
las minas de míster talk, Marino le rogó que le diera veinte y aceptó. Entonces de los
cuarenta detenidos, en la noche de ese mismo día y previa selección de los más
humildes e ignorantes fueron sacados veinte indios de la cárcel de tres en tres. Nadie
dijo a estos indios nada. Ni adonde se lo llevaban, ni por cuanto tiempo, ni en qué
condiciones. Ellos obedecieron sin proferir palabra alguna. Cuando ya fue de mañana y
el sol empezó a quemar muchos de ellos tuvieron sed. ¡Pero ni siquiera un poquito de
chicha! ¡Ni un poco de agua! ¿Y las familias? Todo, todo quedaría atrás.
III.
Se reunieron: El herrero Huanca, Leónidas Benites y el apuntador y ex amante de la
finada Graciela, todos en Quivilca. Hablaron de todas las injusticias que se cometían
con los indios, los mandamases y ricos de “Mining Society”. Decían que los obreros
deben de asumir el gobierno. Más eso no era todo Servando Huanca osaba ir hasta la
revolución y de botar a los millonarios y grandes caciques que están en el gobierno.
Unos instantes después salió del rancho Leónidas Benites cuidando de no ser visto.
Minutos más tarde salió tomando idénticas precauciones Servando Huanca. Dentro del
rancho el apuntador trancó su puerta, apago el candil y se acostó. Y no podía dormir
entre sus pensamientos estaba los pensamientos que le había dicho el herrero Huanca,
sobre “revolución” “jornada” “patrones” “justicia”, cruzaba esa noche por su mente el
recuerdo de Graciela, la difunta. La había querido mucho. La mataron los gringos, José
Marino y el Comisario. Se echó a llorar.

Género Literario.
El género literario de El Tungsteno es la narrativa porque es una novela en la que el
autor nos relata de principio a fin toda la forma de vida de la época, incluido sus
relaciones económicas y sociales.

Especie literaria.
Se trata de una novela corta que para un mejor entendimiento lo he dividido en cuatro
que se explicara luego.

Estructura del Contenido


Desde al arribo de la comitiva minera a la zona de Quivilca (los dueños de la minera
Minning Society, ingenieros, comerciantes, peones. Etc.) Hasta la partida de José
Marino al pueblo de Colca, capital de la región.

Tema Principal
El arribo de la minería a la región de Colca y en concreto a la zona de Quivilca para
extraer el Tungsteno. A raíz de la nueva actividad económica cambia radicalmente el
ritmo de vida de Colca, de una vida aletargada pasa a un ritmo acelerado, las
actividades comerciales, los contratos, los documentos, los papeles son de todos los
días. Cuando la comitiva minera llega a Quivilca se encuentra con una población
totalmente ajena a los adelantos de la ciudad, al modo de vida de la ciudad. Los Soras
son esquilmados de sus propiedades por José Marino con el visto bueno de toda la
comitiva.
Tema Secundario
Conversaciones y noches de embriaguez entre los dueños de la mina, los empleados,
las autoridades del lugar y José marino acerca de los Soras y la violación y posterior
muerte de una muchacha (la amante de José Marino) a quien le llamaban La Rosada.
Personajes principales.
· José Marino, comerciante tomo la exclusiva del bazar en Quivilca y la contrata de
peones para la mina, un personaje astuto, cínico, tenia una codicia desmedida, se
enriqueció a costa de sus engaños y robos al pueblo. Era gordo y bajo de estatura,
adulador y servil para sacar provecho.
· Misters Taik y Weiss, gerente y subgerente de la mina. Igual de embaucadores,
capaces de todo con tal de conseguir el máximo de extracción de tungsteno para el
envió a USA.
· Baldomero Rubio, ingeniero de la mina,
· Leónidas Benites, el agrimensor de la mina, quien junto con Rubio y Marino
formo una sociedad secreta de crianza y cultivo. Era timido estudiante, mojigato, sin
ninguna capacidad para el comercio, austero y trabajador. Llevaba una vida
extremadamente ordenada y era un moralista casi al extremo.
· Baldazari, comisario del asiento minero, también despojo de las tierras a los
Soras. Brazo derecho de Marino, este personaje se encargaba de castigar y encarcelar a
los obreros y peones que reclamaban un bajo sueldo y mejores condiciones de trabajo.

Personajes secundarios y referenciales.


· Los Soras, indígenas de Quivilca, candidos y con una mansedumbre impreionante,
generosos al extremo de ceder gratis su fuerza de trabajo y viveres cuando le faltaba a
la mina. No tenian ni idea de lo que era salario, trabajo, y todas las cosas del mundo
moderno.
· Los peones, algunos de ellos se solidarizaban con los Soras con el saqueo que
sufrian y otros se molestaban por la inocencia que les caracterizaba.
· El sobrino de marino, personaje referencial.
· Graciela (la Rosada), amante de Marino. Personaje referencial
TIEMPO.
Tiempo histórico
La novela nos sitúa en la primera mitad del siglo XX en que los Estados Unidos ingresan
a la primera guerra mundial y necesita más y más tungsteno para su economía de
guerra, y como siempre los hombres pobres de los países pobres pagan los platos
rotos.

Tiempo psicológico
El tiempo psicológico de la época se caracteriza de un lado por el natural abuso y uso
de los pobres para trabajos forzados y para beneficio descarado de los dueños de
empresas y las autoridades de cada pueblo.
También por el lado de los obreros se comienza a protestar ya de forma consciente
para la defensa de sus intereses.

Influencias del autor


Todas sus lecturas del marxismo le han servido para la redacción y la estructura de la
novela.

CRITICA PERSONAL
Muy hermosa la novela en donde nos muestra lo que precisamente fue la organización
social en esos tiempos y que aun algunas cosas hoy en día se mantienen
principalmente en la sierra. Me parece muy interesante la estructura de narración
comenzando por los aspectos generales, personales, dueños de la mina, sus
empleados, los Marino, los Soras y los obreros; así como las contradicciones entre
ellos. La novela termina con una seria reflexión, análisis y toma de decisiones para
luchar contra los abusos de la minera, eso es fundamental.

COMENTARIO FINAL
Existen varias minas en el Perú y pues sí somos muy ricos en minería, pero estas minas
no son explotadas exclusivamente para los peruanos, quiero decir que los beneficios,
que sacan de estas minas que deberían quedarse en el Perú, son para otros países.
Personalmente cada vez que escucho protestas en el país por la explotación de los
obreros siento por dentro una cólera inmensa porque no es posible ni justo que los
explotadores se adueñen de 3 minas que no les corresponde. Los escritos de esta
novela se están viviendo hasta ahora porque van descubriendo nuevos lugares en
donde existen minerales.

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