Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Culpabilidad
La Culpabilidad
Culpabilidad o responsabilidad penal, concepto este que tiene tres acepciones: la culpabilidad en
sentido procesal es la resultante de la presencia de todos los requisitos de la conducta punible y de
la prueba de éste, siguiendo, eso sí, el debido proceso legal. La culpabilidad en sentido procesal
surge de un nexo contradictorio entre la voluntad consiente del agente imputable y la obligación
que tiene de comportarse de acuerdo con las exigencias de la ley penal.
“Puede afirmarse que la culpabilidad es la actitud conciente de la voluntad que da lugar a un juicio
negativo de reproche, porque el sujeto actúa antijurídicamente pudiendo y debiendo actuar de otra
manera, y que en nuestro derecho positivo puede adoptar la forma del dolo, de la culpa o de la
preterintención; cuando de la primera de ellas se trata, el agente mediante un acto de acción o de
omisión emanado con humana libertad de su propio psiquismo, realiza un hecho penalmente
antijurídico con conocimiento de su típica ilicitud, con conciencia de su antijuridicidad y con
voluntad de ejecutarla”. (C.S. de J. Sala Penal Sentencia de 9 de agosto de 1983 M.P. Dr. Alfonso
Reyes Echandía).
ESTRUCTURA DE LA CULPABILIDAD.
Define el diccionario de la Real Academia la palabra imputar como “atribuir a un sujeto un hecho
como suyo”. Así las cosas, sólo se puede imputar un hecho a aquel que es “dueño de sus actos”. La
imputación consiste, siguiendo la definición de la Real Academia, en extractar de un hecho una
consecuencia. La imputabilidad será entendida como la idoneidad o actitud jurídica de un sujeto
para la realización plena de un hecho típico, antijurídico en cuanto culpable o reprochable, que
genera como consecuencia jurídica la imposición de una sanción penal.
No se puede tratar de un simple conocimiento con visos objetivos, ni mucho menos que tenga por
objeto el contenido exacto de la norma penal o de su punibilidad; se trata de una conciencia que
exige la aprehensión e internacionalización de la prohibición, aspectos que deben ser fruto del
proceso de socialización del individuo; sólo en esta media puede plantearse el tema del
conocimiento de la antijuridicidad.
Al agente no se le exige que en el momento de su actuación conozca exactamente que ella está
prohibida, sino que atendiendo a sus circunstancias personales, sociales, culturales, etc., haya
tenido la oportunidad de tomar conciencia de dicha ilicitud y a pesar de ello a actuar.
El conocimiento aquí requerido tampoco debe referirse al contenido exacto del precepto penal o a
la punibilidad como consecuencia jurídica de su inobservancia; el autor debe conformarse
simplemente con que el agente haya tenido la posibilidad, en cuanto ocasión, suficiente para saber
que el comportamiento realizado está prohibido normativamente; no se trata entonces de una
“conciencia moral”, del todo relativa y subjetiva, sino del conocimiento de la contrariedad del hecho
con las normas de convivencia, sujeta a los procesos de internacionalización y socialización.
Como principio general, aun plenamente admisible, advertimos que la observancia de los mandatos
normativos, sobre todo de los que ostentan contenido punitivo, puede y debe ser exigida a la
generalidad de los coasociados sin ningún tipo de distinción. Para la exigibilidad jurídica de un
comportamiento o una abstención el ordenamiento siempre ha de tener en cuenta la propia
naturaleza de la exigencia normativa, las circunstancias de realización y la jerarquía de los bienes
jurídicos comprometidos.
También como principio inmanente al propio sistema jurídico, encontramos los rangos de exigencia
mínimos o comunes para todos los ciudadanos, en virtud de lo cual se asume que los mandatos
normativos pueden ser observados por todos. En el presente caso se habla entonces de una
exigibilidad normal o general, también denominada objetiva o material, que es examinada sin
atender a consideraciones, circunstancias o posiciones peculiares del individuo cuya actuación se
confronta con la norma.
En varias oportunidades hemos dicho que a los coasociados no se les puede reclamar
comportamientos heroicos o imposibles y por ello, este tercer elemento de la culpabilidad, fija un
ámbito normativo de conminación o un límite de exacción, que si bien se trata de nutrir
estableciendo fronteras de naturaleza objetiva, sigue siendo un elemento por determinar frente al
caso concreto.
Universidad de Boyacá
Tunja- Boyacá
2016