Está en la página 1de 4

EL DERECHO DEL NIÑO A LA IDENTIDAD

Desde el momento de su nacimiento, toda persona tiene derecho a obtener una


identidad. La identidad incluye el nombre, el apellido, la fecha de nacimiento, el
sexo y la nacionalidad. Es la prueba de la existencia de una persona como
parte de una sociedad, como individuo que forma parte de un todo; es lo que la
caracteriza y la diferencia de las demás. Todos los niños tienen derecho a
poseer una identidad oficial, es decir, a tener un nombre, un apellido, una
nacionalidad y a conocer la identidad de sus progenitores.

Derecho a un nombre y un apellido

Desde su nacimiento, el niño tiene derecho a tener un nombre y un apellido.


Todo niño debe ser registrado inmediatamente después de su nacimiento, ya
que los padres tienen la obligación de informar el nombre, el apellido y la fecha
de nacimiento del recién nacido.

Esta acción supone el reconocimiento inmediato por parte del Estado de la


existencia del niño, y la formalización de su nacimiento ante la ley. Además, su
registro permitirá al niño preservar sus orígenes, es decir, las relaciones de
parentesco que lo unen a sus padres biológicos.

Derecho a la nacionalidad

Desde su nacimiento, un niño tiene derecho a adquirir una nacionalidad. Según


las circunstancias en que se adquiera la nacionalidad puede ser de dos tipos:

• Nacionalidad originaria o de sangre: el niño adquiere la nacionalidad de sus


padres desde el momento de su nacimiento.
• Nacionalidad por residencia: aunque sus padres posean otra nacionalidad, el
niño adquiere la nacionalidad del territorio en el que nace.
La nacionalidad se obtiene al registrarse en el Registro Civil. Es un elemento
muy importante, ya que, en primer lugar, supone el vínculo entre la persona y la
ciudadanía, y en segundo lugar, constituye la pertenencia de una persona a
una nación. En definitiva, establece la calidad de una persona en razón del
nexo político y jurídico que la une a la población constitutiva de un Estado.
DERECHO A LA SALUD

La salud tiene una importancia vital para todos los seres humanos. Una
persona con mala salud no podrá estudiar o trabajar adecuadamente y no
podrá disfrutar completamente de su vida.
Por lo tanto, el derecho a la salud constituye un derecho fundamental de todos
los seres humanos.

Principales características del derecho a la salud

La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no


consiste únicamente en la ausencia de enfermedad o discapacidad
(“Constitución de la Organización Mundial de la Salud”, aprobada en 1946).
El derecho a la salud, por lo tanto, está estrechamente ligado a otros derechos
humanos fundamentales y su materialización depende de la realización de
estos otros, especialmente el derecho a al agua (que incluye el derecho al
acceso al agua potable y a saneamiento adecuado) y el derecho a la
alimentación.

La obligación del Estado de proporcionar un sistema de protección


sanitaria

El derecho a la salud otorga a las personas el derecho a acceder a los servicios


de cuidado médico. Sin embargo, el derecho a la salud no significa el derecho
a estar sano. El derecho a tener buena salud supondría que los países
deberían asegurar una buena salud a todas las personas (obligación de
resultado). Esta hipótesis es inconcebible en la medida en que una buena salud
depende, principalmente, de factores biológicos y socioeconómicos que son
independientes de la voluntad de los países o de las personas.
El derecho a la salud obliga al Estado a garantizar a los ciudadanos la
posibilidad de poder disfrutar del mejor estado de salud que posible. Esto
significa que el estado de salud dependerá de cada y que el Estado deben
asegurar el mismo acceso a los atención médicos al conjunto de su población
(obligación de medio).
DERECHO AL JUEGO Y DESCANSO
El derecho al juego se define en el artículo 31 de la Convención sobre los
derechos del Niño como “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño y
la niña al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas
propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.”
En el artículo 30 del nuevo código de la Infancia y la Adolescencia presenta el
derecho al juego de la siguiente forma: “Los niños, las niñas y adolescentes
tienen derecho al descanso, esparcimiento y al juego y demás actividades
recreativas propias de su ciclo vital y a participar en la vida cultural y las artes”.
Se propone entonces el juego como parte del desarrollo integral del niño y la
niña y se reconoce la importancia de ejercerlo.
La formulación y ejecución de proyectos en los que se reivindique el goce del
juego es una característica indispensable de este programa, partiendo del
reconocimiento del juego como derecho fundamental de la infancia,
El descanso también es un derecho de los niños
El 10 de diciembre se celebra el día de los derechos humanos. Precisamente,
de entre todos ellos, los derechos del niño resultan imprescindibles para
construir una sociedad mejor.
Según el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989):
"Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el
esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a
participar en la vida cultural y en las artes."
El descanso, más ninguneado aún que el juego libre y espontáneo en nuestra
sociedad moderna, resulta un aspecto fundamental en la educación integral del
niño. A menudo, asociamos el descanso a la cantidad de horas de sueño o,
incluso, a los ratos de ocio dedicados a mirar la televisión o a jugar con la
videoconsola, cuando, en realidad, el descanso tiene mayores implicaciones.
Vayamos, por ejemplo, a nuestro día a día. Seguramente, todos sabemos de
niños que, tras una larga jornada escolar, con apenas ratos de recreo, acuden
cada día a determinadas actividades extraescolares. Y no hablemos ya de los
niños más grandecitos, que después del colegio y la extraescolar diaria tienen
que hacer deberes... ¿Cuándo tienen tiempo de descansar y de aburrirse?
Muchos dirán que el fin de semana está para eso; sin embargo, poder disfrutar
de ratos de descanso debería ser algo que se pudiera llevar a cabo a diario
EL DERECHO EN LA INFANCIA DE OPINAR

Los adultos tendemos a menospreciar las opiniones de los niños, por el simple
hecho de que son niños. Pero, ¿por qué su opinión es menos válida?
Ciertamente hay que tratar las opiniones del niño teniendo en cuenta su
madurez y edad, pero en cualquier caso es importante darle la oportunidad de
ser escuchado y valorar su juicio.
Además, los niños tienen derecho a la libertad de expresión, es decir, a buscar,
recibir o transmitir ideas o informaciones de todo tipo ya sea en su casa, fuera
de ella, de forma oral, escrita o mediante dibujos. Este derecho sólo puede ser
restringido cuando afecte a la reputación de los demás, a la integridad moral o
por cuestiones de seguridad nacional.

Porque deben los niños expresar opiniones libremente

1. Aprenden a comunicarse: Es importante que abramos los oídos a lo que los


niños han de decir. Ya sea para contar una excusa y librarse de un castigo,
explicar por qué no quieren comer verdura o que les parece su nuevo amigo.
Además, el diálogo y la comunicación ha de ser bidireccional, es decir, no
debemos ser los padres los únicos que hablan y opinan, sino también dejar que
ellos lo hagan libremente.
2. Aprenden a expresar sus emociones: las opiniones o pareceres sobre un
tema, ya sean absurdos, inteligentes, no certeros, poco concluyentes... son una
manera de explicar cómo ven el mundo y de qué manera se relacionan con él.
Es una forma de estimular su inteligencia emocional.
3. Estimulan su sentido crítico: les ayuda a formarse opiniones sobre las
personas, cosas o hechos. Es una forma de madurar y crecer valorando los
aspectos que creen oportunos.
4. Aprenden a hablar: la comunicación es fundamental en la vida y saber cómo
transmitir ideas u opiniones también. Dejarles participar es estimular
su vocabulario y sus habilidades lingüísticas.

También podría gustarte