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y-
economia-
circular-
universidad-
“Atravesar la calle / para salir de casa”. Cesare Pavese
caece-
buenos-
I. Y se hizo real el derecho a la ciudad cuando se lo reinventó la ciudadanía aires.html)
activa
Conferencia de Pedro A
(http://www.cafedelasci
(http://www.cafedelasciudades
de-pedro-abramo-sobre
A inicios del siglo XXI emerge con fuerza el pensamiento de David Harvey respecto al “derecho
de- Ver más !
de la ciudad”. Sus obras marxistas y urbanas se habían iniciado con Social Justice and the City, pedro- (http://www.cafedelasciu
de-pedro-abramo-sobre-s
1973. Pero fue la reflexión estructural del “derecho a la ciudad” publicada por la Left Review abramo-
(2008) y más desarrollada en los textos reunidos en “Rebel Cities” (2012) lo que dio a Harvey la sobre-
categoría conceptual, con conceptos del Marx de El Capital. Si fue Lefebvre el “dios creador”, suelo-
y-
Harvey fue el “hijo de dios”, sin crucificación pero sí adorado... Nos ha ofrecido una base
vivienda.html)
estructural teórica sólida. En sus trabajos anteriores, como Espacios de Esperanza (2000), o
posteriores, como “Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo” (2014), y en artículos y
entrevistas apuntan pistas para dotar a la ciudadanía de reivindicaciones y instrumentos de Mensaje de lectores
intervención en los territorios urbanos. En este terreno es muy interesante el pequeño e (http://www.cafedelasciudade
de-lectores.html)
intenso libro cuasi póstumo “La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres” del gran urbanista
italiano Bernardo Secchi (2013 y 2015 en España), cuya reflexión ofrece ideas movilizadoras.
! ¿Alguien puede pensar
seriamente que es
La producción intelectual europea ha sido considerable, a partir de los años setenta y los posible realizar 26 planes
ochenta, desde los cientistas sociales como Étienne Balibar, Manuel Castells, François Ascher y de ordenamiento urbano
Christian Topalov en Paris, el grupo de New York: Harvey, Peter Marcuse, Neil Smith, Tom en 4 meses?
Juan Ignacio Duarte
Angotti y los urbanistas militantes de Venecia: Secchi, Marcelloni, Ceccarelli, Indovina... Todos
son de la misma época y contemporáneos de actores transformadores, como los arquitectos y ! Oposición al comercio
políticos Oriol Bohigas, Joan Busquets y Pascual Maragall de Barcelona. Se generaliza la bajo viaductos, por la
importancia del espacio público en Europa y también y en menor grado en América. También Asociación Civil Vecinos
la cultura del “proyecto urbano ciudadano” en Francia e Italia, el new urbanism anglosajón, la de Belgrano
regeneración o invención de las “centralidades”, etc. ¿Se sientan las bases de hacer realidad el
! Guayaquil y Quito
“derecho a la ciudad”? (modelo y no modelo)
Fernando Carrión
En América latina a partir de los años setenta emergió una producción intelectual desde las
Universidades y centros independientes que se articularon con FLACSO, CLACSO y diversas
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redes que en bastantes casos crearon formas de colaboración con los activistas sociales. En los
años setenta y las décadas siguientes centenares de académicos, profesionales, militantes
Urbanidad contemporánea
políticos y sociales fueron elaborando criterios políticos y legales y lo expresaron en
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“derechos”, si no legales sí legítimos. Construyeron derechos y se dieron cuenta que se contemporanea.html)
tenían que tener estos derechos y las políticas públicas que eran interdependientes y empezaron
POSICiones cordobesas
a impulsar cambios políticos y legales a partir de los ochenta y noventa. Generaron expectativas (http://www.cafedelasciudades.com
que en muchos casos fueron frustrantes pues se actuó más en los efectos que en las causas. cordobesas.html)
Como también en España destacó el CEUMT, vinculado a Bandera Roja y el PSUC (partido Planes
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comunista catalán) en los años setetnta y ochenta en Barcelona y se extendió en todo el país.
Fueron profesionales, cientistas sociales, juristas, arquitectos e ingenieros, médicos, pedagogos, Política
trabajadores sociales, periodistas, etc. Hubo en Madrid un centro promovido por arquitectos y (http://www.cafedelasciudades.com
Terquedades
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Metrópolis
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Territorios
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Economía
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Normativa
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Cultura
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2. Las políticas urbanas. Los discursos bienintencionados son, en el mejor de los casos, Ambiente
ambivalentes. Las actuaciones citadas mejoran la ciudad compacta y crean ámbitos de (http://www.cafedelasciudades.com
En el 1968 europeo emergieron los movimientos urbanos que en el pasado fueron intermitentes,
fragmentados y que fueron apoyo de los gobiernos locales que hicieron las mediaciones
políticas. En los años posteriores las movilizaciones ciudadanas plantearon demandas y
reivindicaciones diversas, de la vivienda, el transporte, los servicios públicos (el agua, la energía,
los equipamientos), la seguridad, el medio ambiente…Pero también derechos socio-culturales
o políticos, como sentirse representado y reconocido, el espacio público y los elementos
referenciales o icónicos, el rendimiento de cuentas y la iniciativa popular, el control de los
gobiernos y la participación política más allá de las elecciones. Y mucho más.
II. De los catálogos a los instrumentos.
3. El catálogo de los derechos ciudadanos tuvo su momento de auge en los años noventa y
principios de siglo XXI. Se derivaron de la Carta de los derechos humanos de Naciones Unidas
(1948) y de las demandas más o menos reconocidas en las Constituciones nacionales: la
vivienda, la educación, la sanidad, la protección social, el trabajo, etc. Sin embargo, estos
derechos teóricos no eran “reales” sino “programáticos”. No se podían reconocer ni exigir
ante la Judicatura o las Administraciones públicas. Las políticas públicas por parte de los
gobiernos reconocían en la práctica algunos derechos más o menos universales, como por
ejemplo la educación pero no la vivienda. Y en muchos casos estos derechos básicos o
necesarios para todos requieren un coste monetario, como el agua o la energía. Los derechos
programáticos son indicativos para los gobiernos, pero no imperativos, es decir no son
propiamente derechos. Para ejercerlos hay que conquistarlos. El ejemplo histórico más
importante ha sido el movimiento sindical de los trabajadores asalariados: derecho a la huelga,
al reconocimiento del sindicato en la empresa, a la negociación colectiva de los salarios y las
condiciones de trabajo, las 8 horas de trabajo, etc. El trabajo o actividad productiva ha sido una
confrontación de intereses entre la patronal (pública o privada) y los asalariados. Sin embargo la
reproducción social o salario indirecto (la vivienda, el transporte, la educación, los
servicios urbanos, etc.) lo asumen un conjunto de instituciones y empresas muy diversas.
Y la ciudadanía demandante es muy compleja y diferenciada por sus ingresos y necesidades,
por su ubicación en la ciudad, por su capacidad de recursos y de influencia, etc. Sin embargo si
la empresa y la propiedad encuadran a los trabajadores, la ciudad encuadra a la gran
mayoría de la población. Y precisamente la ciudad requiere no solo la suma de
infraestructuras, equipamientos y servicios sino también la articulación y la universalidad
de los mismos. Los derechos ciudadanos son interdependientes: vivienda, transporte,
acceso al trabajo y a los ingresos, la sanidad, la protección social, la educación, el espacio
público, la convivencia, la seguridad, todos los derechos políticos, el reconocimiento, etc. Y son,
o deben ser, para todos los habitantes de la ciudad.
El catálogo o las cartas de los derechos a la ciudad, sin embargo, no dejan de ser una
declaración abstracta que hace a la ciudadanía impotente. Los derechos citados no solo
dependen de los ofertantes, sean administraciones públicas o empresas privadas. Es necesario
el marco político-jurídico para que sea posible concretar el conjunto de derechos. Obviamente, la
reproducción social afecta a toda la población pero para proclamar el “derecho o derechos” de la
ciudad se requieren marcos legales y financieros a tal efecto. La producción de viviendas y
gestión del suelo o la energía y el agua en la gran mayoría de los países están en manos de
propiedad privada y se gestionan por lucro. Para hacer efectivos los derechos ciudadanos
hay que garantizar la apropiación o control públicos de los bienes de carácter público.
Incluso gran parte de los economistas clásicos, desde Adam Smith hasta Léon Walras
consideran que estos bienes son de naturaleza pública y que son necesarios para toda la
población. Bienes básicos desde la antigüedad, la energía, el agua, la tierra y el aire. Pero
también los bancos, el transporte, la educación, la sanidad, la vivienda, etc. Ello depende no solo
de los gobiernos y parlamentos. También de los profesionales y de la cultura ciudadana. Los
profesionales deben aportar instrumentos prácticos para posibilitar el acceso a los bienes
comunes. Y es necesario que la cultura ciudadana legitime la propiedad colectiva… pero es
muy frecuente que los habitantes sean ambivalentes: lo que es de todos me toca a mí también,
pero lo que es mío es solo para mí.
5. Urbanización no es ciudad. Nos referimos siempre a la “ciudad” pero una gran parte de la
población no habita en la ciudad sino en zonas más o menos urbanizadas. La ciudad se
caracteriza por una sociedad heterogénea y una institución autogobernada. Se generan
lazos socio-culturales y son representados por el gobierno local. La urbanización sin ciudad
pueden ser conjuntos o enclaves casi siempre homogéneos, tanto de sectores populares como
medios o altos. Pero la mayor parte de las zonas urbanas sin ciudad son escasamente
urbanizadas o incluso mal dotadas, deficitarias de los servicios básicos, desde el agua potable o
la electricidad o el acceso a los transportes colectivos, o la inexistencia de centros sanitarios,
escuelas o institutos o equipamientos culturales. En estas zonas la administración pública con
frecuencia es lejana o desinteresada, especialmente si son conjuntos informales o
autoconstruidos. La población en estos casos se siente abandonada por la institución y no
reconocida o incluso “criminalizada” por la ciudadanía formal.
6. Justicia espacial. Las ciudades compactas ofrecen servicios colectivos y públicos vinculados
a la reproducción social. Desde el agua a la energía. De la seguridad personal a los servicios de
urgencia, sean de enfermería, de la policía local o el servicio de los bomberos. Hay servicios
sanitarios y de protección social. Hay movilidad accesible y zonas de ocio, cultura y deporte. La
mixtura de la convivencia en el espacio público y la diversidad del comercio y de las áreas de
centralidad es propia de la ciudad. En consecuencia las poblaciones de bajos ingresos y las
que llegaron de otras regiones o paises son los que más necesitan las ofertas de la
ciudad. Es una cuestión de justicia espacial.
Sin embargo, prevalece la injusticia espacial. En las ciudades existen barrios muy marginales o
degradados y de mala fama; es probable que a gran parte de sus habitantes se les consideren
ciudadanos teóricamente pero están marcados por su hábitat de residencia. Presentarse en
busca de trabajo y ser rechazado, avergonzarse en la escuela cuando los otros niños se burlan o
cuando los taxis o pedidos comerciales no quieren ir al barrio “criminalizado” es sentirse
estigmatizado, no ser reconocido como ciudadano. Y si te haces presente en la ciudad formal
pero te marca la vestimenta, el color de la piel, la pobreza en la cara, no te sientes seguro ni
aceptado en el espacio público, en los comercios o en los equipamientos, sean públicos o
privados. ¿Son inmigrantes, son de otra “raza”, lengua o religión? ¿Son peligrosos? No, son
pobres y asustados.
Periferias urbanas lejos de la ciudad compacta y la ciudadanía. Sin ciudad y sin justicia.
Los barrios más o menos malditos de la ciudad están relativamente integrados, la dinámica
urbana tiende a recuperarlos, o bien forman parte de un ocio específico, al límite o más allá de lo
permitido o zona de refugio de facto tolerado. La injusticia espacial es mucho más extensa y
afecta incluso a mayorías sociales. Las periferias en parte están integradas o muy
relacionadas con la ciudad central, pero hay zonas que no lo están. Las poblaciones más
segregadas o aisladas son en unos casos asentamientos informales o alegales, en tierras de
nadie u ocupaciones de facto. En otros ocupan barrios de muy baja calidad, sea por la vivienda
precaria o degradada o por los servicios colectivos muy deficitarios. Y finalmente se trata de
conjuntos de “vivienda social”, sea pública o privada, localizados en suelo barato y fuera del
ámbito urbanizado. A medida que se desarrolla la urbanización más aumenta la “no ciudad”, los
asentamientos informales o distanciados quedan aislados del tejido urbano ciudadano. La escala
creciente de la urbanización genera dispersión, difusión, espacios sin sentido, tejido ciudadano
lejano, centralidades inaccesibles. Los sectores populares y en parte sectores medios
encuentran viviendas en la no ciudad, una urbanización a medias que no accede a la calidad
urbana plena.
La injusticia espacial afecta más a los que más precisan de la ciudad, los “inmigrantes”
(que en realidad lo fueron pero que están instalados quizás para muchos años), los
desocupados y los precarios, las familias de ingresos bajos y que no disponen del todo los
bienes y servicios más necesarios. Pero cada vez más hay sectores populares, e incluso
medios, que vivieron en la ciudad pero han debido transferirse, ellos o sus hijos, a conjuntos
off-ciudad. Pero se suman muy pronto los costes económicos y sociales. El transporte
cotidiano supone un coste no solo en dinero, también en tiempo, que puede ser incluso 3 o 4
horas diarias. Las viviendas deficitarias y los entornos banales. La homogeneidad socio-cultural
y la convivencia en bastantes casos escasa, especialmente en Europa. Acceder a la ciudad y
sus centralidades resulta costoso. Los guetos no facilitan obtener trabajo o a acceder a las
ofertas educativas y culturales diversas. En estos que no son ni barrio, ni ciudad ni pueblo, la
información es muy limitada, no se conocen ni acceden fácilmente a personas o asociaciones de
niveles algo más cualificados y diferentes, resulta difícil abrirse a mayores horizontes. Resulta
difícil el acceso a los administradores públicos, incluso si participan en los procesos políticos –
pero desde su atomización y frente a la televisión. En las ciudades la desigualdad social es
visible y en parte la oferta propia de la ciudad reduce las desigualdades sociales de los sectores
populares (siempre que puedan permitírselo). Pero en las zonas periurbanas y los guetos de
todo tipo se multiplica la injusticia espacial.
Nota complementaria: los enclaves de primera o segunda residencia de sectores medios e
incluso altos. La difusión urbana se generaliza por el uso del automóvil y en menor grado los
transportes colectivos relativamente rápidos. Se busca el contacto con la “naturaleza”, la
“seguridad”, el convivir con vecinos como uno, la calidad ambiental, viviendas con jardín o
terrazas que difícilmente son accesibles en las ciudades compactas. Se pueden discutir las
ventajas y las desventajas individuales. Pero es obvio que se generan procesos urbanos
negativos, se acentúan las desigualdades y se multiplican los costes ambientales. El coste
de las infraestructuras y los servicios básicos, el calentamiento del planeta y el despilfarro de las
energías no renovables; los enclaves más o menos lujosos contrastan con los conjuntos sociales
y la vida de los sectores populares. La difusión urbana es una de las principales causas de
la insostenibilidad de los recursos del medio en que vivimos, empezando por el agua, el aire,
el suelo y la energía, bienes comunes que necesitan toda la población. Y se pierde la
ciudadanía, la convivencia, la vida colectiva. Se tribalizan y se atomizan las poblaciones. La
difusión urbana es la negación de la democracia ciudadana.
IV. ¿La revolución urbana será una revolución? ¿El derecho a la ciudad puede
conquistarse en los marcos actuales políticos y económicos?
8. Hacer ciudad y hacer ciudadanía. Sin ciudad no hay ciudadanía, o hay una “capitis
deminutio” de derechos, aunque se viva en territorios urbanizados. Ejercer de ciudadanos
supone la convivencia, la diversidad y el reconocimiento por los otros. La ciudadanía es la
conciudadana, no el habitante atomizado. También en la ciudad compacta hay un déficit de
ciudadanía, pues el acceso a los bienes y servicios propios de la reproducción social es muy
desigual. Pero por lo menos es visible, la población poco integrada tiene mayor capacidad
reivindicativa y de conquistar sus derechos. Hay una relación básica entre ciudad-ciudadanía-
reproducción social y derechos. Pero la ciudad tiende continuamente a las exclusiones. Los
allegados o los que han perdido el tren se sienten desposeídos de la ciudadanía plena. La
reproducción social genera continuamente viejas y nuevas desigualdades, sociales, económicas
o espaciales. Aparecen nuevas demandas y derechos emergentes. La ciudadanía se conquista
cada día, la reproducción social continuamente se amplía y los derechos se deben ejercer
continuamente, porque si no se pervierten. Hacer ciudad y ciudadanía no es competencia
únicamente de los poderes públicos.
La “ciudad en todas sus dimensiones” es una entidad institucional y un ente físico y social. La
ciudadanía en su diversidad se cohesiona para defender y conquistar sus derechos. La sociedad
activa urbana en sus distintos niveles debe asumir “el derecho a la ciudad”. Esta ciudad
multidimensional debe tener una organización política potente en lo normativo, lo ejecutivo,
lo judicial, lo descentralizado y lo participativo. Pero además la ciudad tiene su otra
naturaleza: la ciudadanía. Esta sociedad urbana activa es en sí misma una fuerza para
cooperar con el gobierno de la ciudad o región urbana o bien para confrontarse con éste.
Pero juntos pueden establecer relaciones contractuales –más que jerárquicas– con el
Estado y, si es necesario, confrontarse con éste. O aliarse –mucho más positivo–, enfrentarse
con el “poder global” del capitalismo financiero y de las grandes multinacionales, sean
industriales, de servicios o comerciales. La ciudad multidimensional es, o debe ser, un actor
global. Para ello, en este proceso se podrá y se deberá conquistar realmente “el derecho a la
ciudad”.
JB
Nota sobre la idea sobre el derecho a la ciudad por parte del autor: Éste tuvo su
conocimiento básico de la geografía urbana a partir de Pierre George y su grupo de Paris.
Recibió el estímulo de Henri Lefebvre a finales de los sesenta del siglo pasado –puso el
concepto de “derecho a la ciudad” en el universo cultural. Y más tarde entendió la construcción
del “derecho a la ciudad” de David Harvey. El pensamiento deductivo y teórico de Harvey se
inspiró de Marx pero su desarrollo fue muy creativo. En los años setenta y ochenta el autor hizo
un recorrido distinto, inductivo y práctico, y poco a poco lo fue perfilando para llegar a unas
bases teórico-políticas muy próximas a Harvey pero también al pensamiento americano, de
personas como Michael Cohen, Alicia Ziccardi, Horacio Corti, Eduardo Reese, Marcelo Corti,
Alfredo Rodríguez, Ana Sugranyes, Fernando Carrión, el Movimiento de Reforma Urbana de
Brasil, etc.
JB
Referencias bibliográficas
El autor presenta una reflexión personal sobre el derecho a la ciudad que en parte es debida a
sus trabajos anteriores. El texto es totalmente original y es probable un cierto escepticismo y
también algo más de pragmatismo respecto al derecho de la ciudad. Se ha difundido y
banalizado este concepto sin una base algo más sólida, conceptual y políticamente: la
vinculación entre reproducción social, derecho a la ciudad y crítica a la urbanización sin ciudad y
la ciudad excluyente.
A continuación cito los principales textos del autor sobre el “derecho a la ciudad”. En primer lugar
indico los trabajos diversos, algunos en libros o artículos, en los que empecé a exponer el
derecho a la ciudad. Me refiero a la producción de los años setenta, ochenta y noventa del siglo
pasado sobre el “derecho a la ciudad” y sus corolarios como “ciudadanía”, “derechos
ciudadanos”, “ciudad es espacio público”, etc., que aparecen mezclados con otros temas. Cito
algunos libros y artículos extensos referidos a los derechos y la ciudad como “Movimientos
sociales urbanos” (1975), “Movimientos urbanos y cambio político” (1981), “Estado y Ciudad”
(1988), “Urbanismo y ciudadanía” (1991), “Ciudadanía europea: derechos civiles y sociales
desde la perspectiva local” (1997), “Los desafíos del territorio y los derechos de la ciudadanía”
(1999).
En los libros más recientes, ya en este siglo, desarrollo de forma más elaborada la temática del
derecho a la ciudad. Principales obras de autor: “Espacio público: Ciudad y ciudadanía” (2002),
“La ciudad conquistada (http://www.cafedelasciudades.com.ar/numero_dos.htm#tendencias)”
(2003) y “Revolución urbana y derechos ciudadanos
(https://editorialcafedelasciudades.com/2015/06/25/revolucion-urbana-y-derechos-ciudadanos/)”
(2013). Y posteriormente obras colectivas de co-autor: “Ciudades, una ecuación imposible
(https://editorialcafedelasciudades.com/2012/09/04/ciudades-una-ecuacion-imposible/)”, con
Mireia Belil y Marcelo Corti (editores); “Ciudades resistentes, ciudades posibles”, con Mireia
Belil, Fernando Carrión, Michael Cohen y Marcelo Corti (editores, 2016); y “Derecho a la ciudad:
conquista política y renovación jurídica”, con Horacio Corti (2018). En las obras del autor citadas
hay bibliografías bastante extensas.
Las obras de autores citados al inicio del texto forman parte de mis lecturas como Lefebvre,
Harvey, Balibar (“Ciudadanía”, 2013) y otros, geógrafos, sociólogos, urbanistas, arquitectos,
ingenieros, ambientalistas, juristas, politólogos, filósofos, historiadores, etc. Pero también
activistas sociales y funcionarios públicos. Sin embargo, en nombre del “derecho de la ciudad”
se vende cualquier artículo o ponencia que tenga algo que ver con los derechos sociales y los
procesos urbanos. El concepto de “derecho a la ciudad” se diluye debido a que no se ha
desarrollado y estructurado.
Las Cartas de Derecho a la Ciudad plantean los objetivos, pero no concretan casi nunca los
medios. Entre las Cartas interesantes y diversas, sin menospreciar el resto, citamos por ejemplo
la Carta del Foro Social de Porto Alegre y Saint Denis (2010), la de Ciudad de México (2010), la
Carta Urbana Europea del Consejo de Europa (1993) y muchas otras. La UNESCO y ONU-
Habitat promovieron la elaboración de una Carta que no formalizaron en un texto pero que fue
editado por miembros del grupo de trabajo: Urban Policies and the Right to the City, Bernard
Jouve (editor, 2009).
El Institut de Drets Humans de Catalunya publicó siete volúmenes de Derechos emergentes, el
último fue el texto que elaboró DESC (2011). Entre diversos libros muy pertinentes y no muy
conocidos citamos tres. Uno de carácter histórico, de Eric Hobsbawm: “La clase obrera y los
derechos humanos” en “El mundo del trabajo” (1987). El siguiente de carácter político concreto,
elaborado por HIC (Habitat Internacional Coalition, 2011) y editado por Sugranyes, Ana y
Mathivet, Charlotte: Proposal and Experiences towards the Right of the City (también en
castellano y en francés). Y de carácter filosófico-social, “La sociedad del desprecio” de Axel
Honneth (2006).
El autor es Profesor Emérito y Presidente del Comite Académico de los programas de posgrado
de Ciudad y Urbanismo (http://ciudad.blogs.uoc.edu/) de la Universitat Oberta de Catalunya
(UOC). Presidente del Observatorio DESC (http://observatoridesc.org/es) (derechos económicos,
sociales y culturales).
Número 2 | Tendencias
Jordi Borja: La Ciudad Conquistada
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/numero_dos.htm#tendencias) | "La ciudad es el desafío a
los dioses, la torre de Babel, la mezcla de lenguas y culturas, de oficios y de ideas. Sin memoria
y sin futuro la ciudad es decadencia". | Jordi Borja
Número 15 | Política
"Tendencia no es destino" (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_15_1.htm) |
Ciudadanía global e innovación en La Ciudad Conquistada, de Jordi Borja. | Marcelo Corti
Número 21 | Política
Barcelona y su urbanismo (http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_21.htm) | Exitos
pasados, desafíos presentes, oportunidades futuras. | Jordi Borja
Número 31 | Tendencias
La Revolución Urbana (I) (http://www.cafedelasciudades.com.ar/tendencias_31.htm) | Las
ciudades ante la globalización: entre la sumisión y la resistencia. | Por Jordi Borja
Número 32 | Tendencias
La Revolución Urbana (II) (http://www.cafedelasciudades.com.ar/tendencias_32.htm) | De un
urbanismo de oferta a un urbanismo de demanda: oportunidades, peligros y abusos. | Jordi Borja
Más Notas
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/tipos/2/notas.html)
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/223/el-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/228/parque-
proyecto-de-una-ciudad-abierta.html) baron.html)
El proyecto de una ciudad abierta Parque Barón
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/223/el-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/228/
proyecto-de-una-ciudad-abierta.html) baron.html)
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/224/por-
que-creo-que-no-se-deberia-reconstruir-la-aguja-de-notre-
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/232/territorios
dame.html) periurbanos-horticolas-tph.html)
¿Por qué creo que no se debería reconstruir
Territorios
la aguja de
periurbanos
Notre- hortícolas (TPH)
Dame? (http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/232/t
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/224/por-
periurbanos-horticolas-tph.html)
que-creo-que-no-se-deberia-reconstruir-la-aguja-de-notre-
Fundamentos de un proyecto
dame.html)
de ley de protección y
Un análisis de las opciones fortalecimiento de los
desde la visión del patrimonio cinturones verdes, oasis y
cultural. valles fruti-hortícolas.
(http://www.cafedelasciudades.com.ar/sitio/contenidos/ver/227/la-
villa-olimpica-de-buenos-aires.html)
La Villa Olímpica de Buenos Aires
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Ignacio Wonsiak