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MIENTRAS TE VEO

Mientras te veo sentada, desde esta esquina, en silencio. La luz de la ventana al atardecer y a
punto de llover, se combina con la luz blanca, fría, temblante del techo y dibujan la mitad de tu
silueta perfectamente, dándole una profundidad interesante a tu figura; suspiro.
Mientras te veo sentada, de espaldas a mí, con las piernas cruzadas, inclinada ligeramente hacia
adelante, tecleando, moviendo tu cabeza de un lado al otro y moviendo de vez en cuando tu pie
izquierdo en una oscilación pendulante que se sincroniza con el movimiento de la esquina del
mantel que a su vez forma claroscuros, sombras y figuras contrastantes en tu pie izquierdo,
creando una danza perfecta.
Mientras te contemplo, sentada, desde esta esquina y a espaldas de mi presencia, respiro muy
suave para no interrumpirte y continuar siendo el único testigo, espectador, visitante, observador,
admirante de este hermoso placer, que es el poder contemplarte mientras trabajas. Me siento
afortunado y sonrío. Sonrío y esta sensación recorre mi cuerpo entero, llenándome por completo
y desbordándose de mi alma. Sonrío y tengo la tentación de levantarme, dar dos pasos y unirme
a ti en este momento, pero me siento indigno de semejante honor, siento que mi presencia
arruinaría esta perfección y cortaría este placer de simplemente verte en silencio desde esta
esquina, sentada de espaldas a mí, mientras trabajas, mientras mi alma y mi corazón se hinchan
de amor, mientras la luz de la ventana disminuye su intensidad, el frio crece y al final parece que
no lloverá.
Por mi el mundo puede continuar, puede terminar, puede volverse patas arriba sin que me importe,
con tal de seguir en este mágico momento, cerca de ti, sabiéndote mía, dentro de estas cuatro
paredes, en medio de casi nada, al borde de casi todo…

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