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SISTEMA DE CALEFACCION

CALEFACCIÓN

Sistema mediante el cual se aporta calor a alguien o algo con el fin de


mantener o elevar su temperatura

Radiador antiguo de hierro fundido.

Aplicado a la edificación se refiere al conjunto de aparatos y accesorios que


se instalan para alcanzar y mantener las condiciones de bienestar térmico
durante las estaciones frías en uno o muchos habitáculos. Es un
componente de la climatización.

INSTALACIONES DE CALEFACCIÓN
Básicamente, una instalación de calefacción actual tiene tres partes:

Un sistema de producción de calor, que puede ser una caldera de


combustible, un sistema de resistencias eléctricas, o aprovechamiento de
energía calorífica natural o residual.
Un sistema de reparto, mediante conductos por los que circula
un calor portador, normalmente agua o aire.
Un sistema de emisión, por medio de elementos terminales
(radiadores, paramentos radiantes, rejillas de impulsión para aire)

PRODUCCIÓN DE CALOR
Caldera central de combustible sólido

Según la extensión de la instalación hay dos tipos: centralizadas y locales o


unitarias. En el primero, se produce el calor en un lugar y se reparte
mediante conducciones hacia los locales que hay que calentar. En el
segundo, un solo aparato produce el calor y lo emite en un local.

POR COMBUSTIBLES

En la instalación centralizada, el calentamiento más lógico y más económico


es una caldera de combustible sólido, líquido o gaseoso. Los inconvenientes
del fuego y del aire para la combustión están limitados porque esta caldera
se sitúa en un local específico.

Las calderas de combustible sólido se diferencian de las demás porque su


combustión es continua, es decir, una vez que se encienden, solamente se
apagan cuando se acaba el combustible (o se corta completamente la
entrada de aire). La regulación de la potencia se hace variando la entrada
del aire. Actualmente se tiende a prohibir el uso del carbón, por ser el
combustible que más cantidad de CO2 produce por unidad de calor,[8] sin
embargo se usan calderas con pellas de madera como combustible.

Como combustible líquido el único en uso normal es el gasóleo. Los


gaseosos son de dos tipos principales: gas natural y gases licuados de
petróleo (butano y propano). Las calderas funcionan con
un quemador acoplado que, mediante un ventilador, hacen la mezcla de
aire y combustible adecuada, y se quema en el hogar. Tanto con líquidos
como con gaseosos, el funcionamiento de las calderas es intermitente, es
decir la regulación de la potencia se hace poniendo en marcha y parando el
quemador. Hay quemadores llamados modulantes que varían la potencia de
la llama en función de la demanda.

Serie de candelas de una caldera con quemador atmosférico de gas

También hay calderas de gas con quemadores atmosféricos, que no


requieren ventilador; el gas fluye por su propia presión, sale a presión por
unos inyectores finos y se mezcla con el aire por efecto venturi antes de
llegar al quemador propiamente dicho. En estas calderas el quemador
consiste en una cierta cantidad de candelas dispuestas en filas en un plano.

Existen aparatos unitarios por combustión, como las estufas de gas butano,
llamadas estufas catalíticas. Tienen un rendimiento aceptable, pero
requieren aire del exterior para la combustión y producen gran cantidad de
vapor de agua como resultado (aproximadamente 1,6 litros de agua por
cada kilogramo de combustible[9]), por lo que no son demasiado
aconsejables, pues añaden gran cantidad de humedad al aire ambiente.
También se usan estufas unitarias de queroseno, con los mismos
inconvenientes, aunque con una producción de vapor un poco menor.

POR ELECTRICIDAD

Otro sistema de calentamiento es la electricidad. Y esto de dos maneras:


por resistencias eléctricas, es decir aprovechando el efecto Joule, o
por bomba de calor. Es raro encontrar calderas con resistencias, pero se
emplea el efecto Joule en calentadores locales o unitarios, radiadores o
estufas eléctricas. Tienen el inconveniente de que el precio de la energía
eléctrica es superior al de los demás combustibles.

De cualquier forma puede ser económico utilizar la electricidad mediante


una bomba de calor, cuyo principio es que toma calor de una fuente exterior
(fuente fría) para introducirlo en los locales. El rendimiento de una bomba
de calor es grande, compensando el precio unitario superior de la
electricidad, pero depende de la temperatura de la fuente fría; cuando esta
fuente es el aire del exterior y éste es muy frío, el rendimiento baja mucho.

SISTEMA HÍBRIDO
Para paliar el problema del bajo rendimiento de la bomba de calor con bajas
temperaturas, puede hacerse un sistema híbrido con caldera y bomba de
calor. Un programador electrónico determina cuando la bomba tiene buen
rendimiento (teniendo en cuenta, tanto la temperatura exterior como el
precio de los combustibles) y es adecuado que funcione y la para, y pone en
marcha la caldera, cuando el rendimiento de la bomba es bajo.

OTROS SISTEMAS DE CALENTAMIENTO

Aunque se piensa que la energía solar puede servir para la calefacción, los
inconvenientes de la instalación no compensan las ventajas: los colectores
solares tienen menor rendimiento cuanto más baja es la temperatura
exterior (y, por lo tanto, los días en los que más falta hace la calefacción) y
además, los días más fríos del año son también los más cortos, con menos
horas de soleamiento. Técnicamente puede hacerse, pero la cantidad de
colectores necesaria es grande y, cuando no haga falta calefacción
producirán unas importantes cantidades de calor que habrá que disipar en
el ambiente o en otro uso. Una posibilidad interesante es aprovechar ese
calor sobrante haciendo una acumulación estacional, que requiere unos
depósitos grandes, pero es factible.

Muy interesante es el aprovechamiento de calores residuales procedentes


de procesos industriales, como la producción de electricidad. También es
interesante, aunque solo cuando existe en las cercanías, el
aprovechamiento del calor de un acuífero caliente (energía geotérmica).
Ambos sistemas requieren conductos de reparto del agua caliente (como en
la calefacción urbana) y que las calefacciones de los edificios sean
centralizadas colectivas. En vez de caldera, en el local técnico de cada
edificio habrá un intercambiador de calor.

DISTRIBUCIÓN DEL CALOR


La distribución de calor en los sistemas centralizados se hace actualmente
solo de dos maneras: por agua y por aire. El vapor ya no se emplea porque
es un caloportador difícil de regular (hay que hacerlo en cada radiador) y
porque la temperatura que alcanza la superficie de los emisores es muy alta
(alrededor de los 100 ºC) de modo que puede producir quemaduras por
contacto.

POR AGUA

El sistema de calefacción clásico (por agua caliente) utiliza


como caloportador el agua, que llega por tuberías a los elementos
terminales o emisores. Las tuberías pueden ser de acero negro, de cobre y,
actualmente, de materiales plásticos. No debe utilizarse acero galvanizado,
porque las temperaturas que alcanza el agua destruyen la protección
galvánica. En una red de tuberías metálicas nunca deben mezclarse metales
distintos (no solo en las tuberías, sino en los emisores), porque los más
electronegativos pueden corroer a los demás. Si no hubiera más remedio,
para evitarlo, deben interponerse entre metales distintos, enlaces o
empalmes de material aislante eléctrico (nilón, por ejemplo).

POR AIRE

Otro sistema de llevar el calor a los locales habitados es mediante aire. En


este caso los conductos son bastante voluminosos y se hacen de distintos
materiales: chapa galvanizada, paneles aglomerados de fibra de vidrio,
escayola y hasta cobre. También se pueden utilizar espacios de la
construcción como huecos sobre falsos cielorrasos o incluso
pasillos, plenum (en estos casos solo se suele emplear para retornos).

El empleo del aire para la calefacción es casi inexcusable cuando hay


también una instalación de refrigeración, que debe ser, en general, por aire.
No parece lógico utilizar dos instalaciones distintas para el mismo fin:
climatizar espacios. Además, una instalación de climatización por aire bien
concebida resuelve otra instalación absolutamente necesaria: la
de ventilación.
El aire se puede calentar directamente en el elemento productor de calor o
en un aparato de tratamiento del aire (climatizador), al que se lleva el calor
desde la caldera, mediante agua por tuberías adecuadas, siendo en este
caso un sistema por agua y aire.

POR AGUA Y AIRE

No solo se usa el reparto por agua en la calefacción clásica, sino que


también se emplea en las instalaciones de climatización por aire, para llevar
el calor desde las calderas hasta los climatizadores, donde se tratará el aire,
que será el caloportador que llegará a los locales; es decir, hay un
transporte primario por agua y otro secundario por aire.

El sistema que más apropiadamente merece el nombre de agua y aire es el


que utiliza ambos caloportadores para climatizar. Efectivamente, el caudal
de aire necesario para la ventilación puede ser insuficiente como
caloportador, por lo que en las instalaciones es frecuente hacer una mezcla
de aire exterior (ventilación) con el de retorno. En este caso, solamente se
lleva a los locales el aire de ventilación y para completar la cantidad de
calor requerida, otra parte se lleva por agua a emisores específicos
(ventiloconvectores).
ELEMENTOS TERMINALES

Distribución de tuberías de un suelo radiante, mostrando la taca de alojamiento de


colectores.

Se llaman terminales, a veces emisores, a los aparatos que emiten el calor


en los ambientes.

Cuando de un sistema de agua se trata, los más clásicos son los radiadores,
pero también se emplean los paramentos radiantes. Estos no son
propiamente aparatos, sino que consisten en un circuito de tuberías
empotradas bajo el recubrimiento, convirtiendo el paramento en un emisor
de calor. Lo más habitual es que ese paramento sea el suelo, pero veces se
usa también el techo o las paredes. El techo no es una buena solución
porque la piel humana absorbe muy bien la radiación térmica y
los alopécicos tienen tendencia a sufrir dolores de cabeza con este sistema.
Otro terminal empleado en los sistemas de agua es el ventiloconvector.
Cuando se trata de sistemas por aire, los terminales son sencillamente los
diversos tipos de rejillas o difusores por los que se impulsa el aire al
ambiente.

REGULACIÓN

El fin de la regulación de los sistemas de calefacción es proporcionar en


cada momento la potencia adecuada a las necesidades del edificio o local.
La potencia instalada en el sistema es la potencia máxima requerida en el
momento más frío de un año medio. El resto de la temporada de
calefacción, las temperaturas exteriores son más altas que la mínima y la
necesidad de calor es menor. Por esta razón hay que regular la potencia de
acuerdo con las necesidades en cada momento. A menor temperatura
exterior, mayor potencia se requiere, de modo que la potencia necesaria no
solo varía a lo largo de la temporada fría, sino también a lo largo del día.
Hay tres medios para conseguirlo: por tiempo, por temperatura y por
caudal. En ciertas instalaciones hay varios tipos de regulación
simultáneamente.

REGULACIÓN POR TIEMPO

Es el sistema más sencillo de regulación consiste en parar o poner en


marcha el sistema de calentamiento, de modo que, a lo largo de un cierto
tiempo, la potencia suministrada por el calentador sea la necesaria (a
menor potencia necesaria, menor tiempo de marcha). El sistema más
sencillo y efectivo es utilizar un termostato de ambiente situado en un local
representativo (el estar o sala principal) que, cuando el local está a la
temperatura deseada, corta un circuito eléctrico que puede mandar la
caldera directamente (en instalaciones unitarias o en instalaciones
centralizadas individuales) o una válvula solenoide que abre o cierra la
entrada del agua a la derivación de apartamento (en las centralizadas
colectivas).

No es conveniente regular mediante el termostato de caldera, que limita la


temperatura a que prepara el agua, pues como se ha dicho, las necesidades
de calor varían a lo largo del día, por lo que habría que cambiar la
temperatura de consigna frecuentemente.
Con este tipo de regulación (termostato de ambiente) en una vivienda, en
los demás locales servidos por la misma instalación pueden ponerse
válvulas termostáticas en cada uno de los emisores para regular cada uno
de los locales (que harán una regulación por caudal).

REGULACIÓN POR TEMPERATURA DEL CALOPORTADOR

El sistema de regulación por temperatura del caloportador, o regulación


proporcional, es más perfeccionado: consiste en un sistema electrónico que
recibe una señal indicando la temperatura del ambiente exterior del edificio,
enviada por una sonda exterior, y en función de ella, regula la temperatura
del agua enviada a los emisores. Efectivamente:

 La potencia emitida por los emisores depende de la superficie de


éstos y del salto de temperaturas entre esa superficie y el ambiente. Como
la superficie es siempre la misma y, una vez fijada, la temperatura del
ambiente se puede considerar constante, la única variable es la
temperatura del emisor o, lo que suele ser lo mismo, la temperatura
del caloportador.
 Por otro lado, la necesidad de calor depende de las pérdidas de calor
del edificio y éstas, a su vez, dependen del aislamiento de sus elementos
constructivos que lo separan con el exterior, de las necesidades de
ventilación y de la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior.
Como en el caso anterior, la constitución de los elementos separadores es
fija, la ventilación se debe fijar y, como se ha dicho lo mismo ocurre con la
temperatura interior, luego la única variable es la temperatura exterior.

La misión de la centralita es relacionar esta temperatura exterior con la


del caloportador, de modo que a menor temperatura exterior, mayor
temperatura debe tener el caloportador en la impulsión.
Ilustración de una válvula de tres vías mezclando agua de ida (encarnado) con agua de
retorno (azul).

La regulación de la temperatura del caloportador se hace mediante


una válvula multivía motorizada (de tres o cuatro vías) que mezcla el agua
de la caldera con agua del retorno (ya enfriada) para conseguir la
temperatura adecuada. La centralita conoce en cada momento la
temperatura de impulsión, mediante otra sonda situada en el conducto de
ida (o impulsión), la compara con la exterior y su programación indica a la
temperatura que tiene que enviar a los emisores, y mueve el motor de la
válvula en consecuencia.

Este sistema se llama regulación proporcional y se aplica obligatoriamente


en instalaciones centralizadas colectivas (no sería lógico regular con un
termostato situado en el estar del vecino del tercero). También es la única
que funciona correctamente en el suelo radiante, en el que la temperatura
de impulsión siempre es más baja que la producida en la caldera.

En estos sistemas, la regulación de la caldera es independiente, y se hace


con un termostato (por tiempo), como en el caso anterior o, a veces, por
potencia de la llama (quemadores por etapas o quemadores modulantes) en
función de la temperatura del retorno del caloportador (que también se
mide con una sonda). La misión de esta regulación es mantener en el
circuito de caldera una temperatura siempre igual (la temperatura a la que
la caldera funcione mejor), de modo que la impulsión encuentre en cada
momento agua caliente suficiente como para que la mezcla tenga la
temperatura demandada por la centralita.

En el caso de sistemas por aire la regulación por temperatura es la más


adecuada, sobre todo cuando la instalación también suministra el caudal de
ventilación, pues, aunque podría hacerse por caudal, hay un límite mínimo
que es el caudal obligatorio de ventilación, lo que impediría hacerlo
funcionar con necesidades pequeñas de calor. En este caso la regulación se
hace midiendo la temperatura del aire de retorno (de extracción) y en
función de ella se establece la temperatura del aire del impulsión (cuanto
menos temperatura tenga el aire de retorno, a mayor temperatura habrá
que impulsar). Sin embargo no se emplea el sistema de mezcla descrito
para el agua, sino que se hace cambiar la temperatura del intercambiador o
batería de calor, por el sistema de caudal.

REGULACIÓN POR CAUDAL


La regulación por caudal consiste en variar el caudal del caloportador
conforme varían las necesidades de calor (a menor caudal, menor aporte de
calor). Se emplea a veces en los sistemas de reparto por aire, pero con el
inconveniente apuntado en el párrafo anterior. También es el sistema
empleado por las válvulas termostáticas de radiador, antes nombradas:
conforme detectan menor necesidad de calor, cierran un poco la entrada de
caloportador al emisor, regulando directamente el caudal que lo recorre.

Pero donde es una regulación muy adecuada es para los climatizadores, en


los sistemas de aire. Mediante una válvula de tres vías se deja pasar más o
menos caudal de caloportador por la batería (intercambiador) de calor,
devolviendo el resto al retorno por la otra vía. A menor caudal, menor
aportación de calor y el aire que se impulsa a los locales se calienta menos.
El control de la válvula se hace mediante una sonda que mide la
temperatura del aire de retorno, de modo que sirve para la zona servida por
el climatizador y solo para ella.

ACCESORIOS
Para el buen funcionamiento de un sistema de calefacción son necesarios
una serie de accesorios.

CIRCULADORES

Para que el caloportador se mueva por la red se utilizan circuladores,


aparatos mecánicos que, en los circuitos de agua son bombas hidráulicas y
en los de aire ventiladores.

VASO DE EXPANSIÓN

Vaso de expansión cerrado.

Al calentarse el agua contenida en los circuitos, aumenta de volumen, que


debe recogerse en un depósito específico llamado vaso de expansión.
Cuando el agua se enfría, reduce de nuevo su volumen y el vaso de
expansión devuelve a la red el agua contenida en él.
Pueden ser abiertos o cerrados; normalmente, ahora suelen emplearse
cerrados, habiéndose llegado a prohibir los abiertos en algunas normativas
nacionales, prohibición que ha sido levantada cuando han empezado a
utilizarse de nuevo calderas de combustión continua (usando como
combustible sólido la biomasa) puesto que el vaso abierto es un excelente
sistema de seguridad; cuando un corte de suministro eléctrico para la
bomba de recirculación, la caldera sigue calentándose y puede llegar a
producir vapor, que encontraría salida por el vaso.

DILATADORES
Por la misma razón que el agua dilata, dilatan también las tuberías de la
instalación, por lo que, en tramos rectos largos, hay que intercalar
dilatadores. También deben ponerse dilatadores cuando las tuberías pasen
por una junta de dilatación del edificio.

PURGADORES
En los circuitos cerrados recorridos por agua, es de especial importancia que
no haya aire en absoluto. Por su menor densidad se acumula en las partes
altas y las bombas no están calculadas para hacer circular agua en esas
circunstancias. Para ello, en esos puntos deben situarse purgadores, para
extraer el aire. Existen manuales (en la mayoría de los radiadores hay uno)
o automáticos.

OTROS

Además de los dichos, se utilizan otros menores, como llaves de paso y


corte, llaves de regulación (que han de ser de
asiento), termómetros, termostatos, medidores de presión, etc.

AHORRO DE ENERGÍA

El consumo de energía en una instalación de calefacción es muy importante,


por lo que resultan de mucho interés los sistemas que ayuden a reducirlo.
En primer lugar, y aunque no es parte de una instalación, es indispensable
que el edificio este correctamente aislado y preparado para perder la menor
cantidad posible de calor.

En cuanto a las medidas de ahorro a tomar pueden distinguirse dos tipos:


las propias de la instalación y la obtención de calor de fuentes alternativas
exteriores, residuales o naturales.

EFICIENCIA DE LA INSTALACIÓN

Deben emplearse calderas eficientes, entre las que hay que destacar
las calderas de condensación , cuyos rendimientos son mucho mayores que
las convencionales.

Es bastante importante el tamaño de la caldera: cuanto mayor sea, mejor


rendimiento tiene, luego las calefacciones centrales colectivas funcionan
mucho más eficientemente. Y tanto mejor cuanto mayor sea la instalación,
así que es más eficiente una calefacción de barriada que una de edificio.
Otro factor importante en el rendimiento es el tiempo de encendido:
cuantas menos veces se apague y vuelva a encender la caldera a lo largo
del día, mayor es su rendimiento, luego en instalaciones grandes conviene
dividir la potencia entre dos o más generadores para que, al menos alguno
de ellos no se apague casi nunca. Para este fin, también pueden instalarse
quemadores modulantes, cuya potencia de llama varía con las necesidades
de calor de la instalación.
También influye el mantenimiento (puesta a punto) de la caldera; es mucho
más barato poner a punto una caldera grande que muchas pequeñas, por lo
que las grandes suelen estar mucho mejor mantenidas y puestas a punto
que las pequeñas.

No es precisamente un ahorro de energía, pero si económico: es frecuente


que el combustible sea más barato para grandes consumidores.

FUENTES ALTERNATIVAS DE CALOR


GEOTERMIA

Existen fuentes naturales de calor en ciertos lugares, en forma


de acuíferos calientes. El aprovechamiento de esta energía geotérmica se
hace con dos perforaciones: por una de ellas se extrae el agua del acuífero,
se hace pasar por un intercambiador (suelen ser aguas con muchas sales
disueltas) en el que se calienta un caloportador y se vuelve a inyectar en el
acuífero por la otra perforación. Esto es necesario porque solamente se
obtiene un poco del calor que lleva (se suele bajar su temperatura unos 20
ºC): reinyectándola volverá a recalentarse en la profundidad y porque se
trata de no vaciar el acuífero. Evidentemente, una vez obtenido el calor, hay
que llevarlo a las instalaciones, para lo cual hace falta una red de reparto
del caloportador por el barrio hacia las distintas centrales de edificio.

AEROTERMIA

La aerotermia sigue a la geotermia en rendimiento y eficiencia.

SOLAR

Si bien usada directamente no es aconsejable en calefacciones, se puede


utilizar la energía solar por medio de acumulación estacional. Durante la
época soleada, se almacena calor recogido por colectores solares planos, en
un gran depósito acumulador de agua, que se aprovecha en épocas frías. El
depósito (o depósitos) se hacen enterrados. Se trata de hacer una especie
de geotermia artificial. Naturalmente exige una inversión inicial importante,
que se compensa con el ahorro energético a lo largo del tiempo. Esta
posibilidad será tanto más eficaz, cuanto mayor sea el sistema, por lo que
es más aconsejable aplicarlo instalaciones de calefacción de barrio o
urbanas.

ENERGÍAS RESIDUALES

Pero también en muchos otros lugares hay fuentes de calor aprovechables:


todas las industrias que requieren un enfriamiento lo hacen disipando calor
en la atmósfera o en un sumidero de calor (como un río). Un ejemplo típico
son las centrales productoras de energía eléctrica. Evidentemente, como en
el caso anterior, hay que llevar ese calor a los edificios, mediante una red de
distribución urbana.

OTRAS

Hay otra posibilidad ligada a ésta: en ciertos edificios grandes (terminales


de aeropuerto, grandes almacenes,...) puede ser rentable producir in situ la
electricidad y aprovechar el calor sobrante para calefacción. Este sistema se
llama cogeneración.

USO DE LA INSTALACIÓN
No es poco importante, desde el punto de vista del ahorro, el manejo que el
usuario hace de la instalación.
Cuando se trata de una instalación individual centralizada, es fundamental
que disponga de un termostato de ambiente situado en el local de uso más
habitual: sala de estar, por ejemplo. La cocina puede no ser un buen sitio,
porque en ella, a menudo, hay fuentes de calor funcionando (cocina, horno)
que falsearían las mediciones, aunque si se vive habitualmente en un local
donde esté la cocina, puede ponerse allí, sabiendo que cuando se enciendan
estas fuentes de calor, se desequilibrará durante un rato la instalación y los
demás locales pueden quedar con la temperatura un poco baja. No es nada
conveniente, como se ha dicho, utilizar el termostato de la caldera para
regular la temperatura interior, pues se pierde rendimiento y además debe
cambiarse de posición cada vez que cambia la temperatura exterior. El
termostato de ambiente mantiene la temperatura interior estable, sea cual
sea la temperatura del exterior. Si en días muy fríos no se llega a la
temperatura cómoda, lo más probable es que la caldera no tenga la
potencia necesaria, o que su termostato está fijo en una temperatura baja.

En cuanto al uso del sistema, el usuario debe encontrar, con el termostato


de ambiente, la temperatura a la que se encuentra cómodo y dejarlo en ese
punto durante la temporada de calefacción; una temperatura de 20 a 23 ºC
es la adecuada (un par de grados menos para calefacciones por suelo
radiante). Si a alguno le parece escasa, debe pensar que es invierno, que no
se trata de estar en mangas de camisa, y que ponerse algo abrigado
(chaleco, jersey) no es mucho pedir. Cuando la casa está fría no tiene
sentido subir mucho la temperatura del termostato: no se calentará más
deprisa, puesto que eso depende exclusivamente de la potencia de la
caldera. Si la calefacción estaba apagada, no queda otro remedio que
esperar, sin tocar el termostato y, si al cabo de cierto tiempo sigue sintiendo
frío, lo correcto es subirlo uno o dos grados, como mucho (el aire se calienta
más deprisa que las paredes y la temperatura equivalente será baja por la
radiación fría de las paredes), para volver a bajarlo después. Por el
contrario, si el usuario tiene calor en el local donde está, no debe abrir la
ventana (literalmente, es lo mismo que tirar por la ventana el dinero que se
está pagando por el combustible), sino cerrar un poco la llave de
paso del emisor (o en caso de ventiloconvector, bajar la velocidad del
ventilador). Por supuesto es importante ventilar los locales, pero no se hará
más que un rato corto (10...20 minutos diarios) y a ser posible cuando
el termostato programable (ver más abajo) está marcando la temperatura
reducida.

Termostato programable
Es importante equilibrar la instalación al principio de temporada: con todas
las llaves de paso de los emisores completamente abiertas (se abren y
cierran como los grifos de agua corriente) se dejará funcionando la
calefacción unas horas. Si alguno de los locales no alcanza suficiente
temperatura, se procederá a cerrar un poco (p.e. un cuarto de vuelta) todas
las llaves de paso de los demás locales y se esperará un buen rato a ver el
resultado. Pasado ese rato, se comprobarán los locales y se seguirán
cerrando un poco las llaves de los que estén a mayor temperatura
(regulación por caudal), hasta que estén todos, más o menos a la misma. Si
un local se utiliza poco, conviene cerrar un poco más la llave de paso de su
emisor, pero no demasiado, porque enfriará los locales paredaños.

Es muy conveniente que el termostato de ambiente sea un termostato


programable, de modo que a las horas en que la calefacción es menos
necesaria, la temperatura se mantenga reducida, aunque no tanto como
para que luego sea difícil volver a poner la temperatura ambiente a
régimen; una temperatura de 15 o 16 ºC sería adecuada. Esas horas serían
en las que la vivienda esté vacía (los mayores en el trabajo, los niños en el
colegio) y por la noche, cuando se puede dormir con una buena manta.
Puede hacerse manualmente, pero la ventaja del programador es que sube
automáticamente la temperatura una hora u hora y media, antes de que
sea necesario y cuando llegue el momento la casa estará a punto.

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