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Conceptos y principios de la ética y deontología profesional

ETICA: Es el comportamiento del hombre y moral de las reglas y normas por las
que se rige la conducta de un ser humano en concordancia con la sociedad y6
consigo mismo.
DEONTOOGIA: Conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una
actividad profesional.Es una rama de la ética cuyo propósito es establecer los
deberes y obligaciones morales y éticas que tienen que asumir quienes ejercen
una determinada profesión.
DEONTOLOGISMO: El deontologismo es un marco normativo cuyo objetivo es
decirnos las acciones que debemos hacer y las acciones que no debemos
hacer. La ciencia que estudia el deber se llama lógica deóntica.
Deontologismo Esta postura esgrime que hay deberes que no nos eximen de
usar cualquier medio. El principio de utilidad no es pues el único que entra en
juego en la deliberación. Un deontologista atiende a la naturaleza intrínseca de
la acción. Dos de las máximas posturas deontológicas son:
1) La postura kantiana: es un deontologismo extremo. Hay una serie de normas
que expresan deberes perfectos, sin excepciones, aun cuando las
consecuencias sean funestas.
2) Deontologismo de D. Ross: las convicciones morales (el saber moral
espontáneo) no son meras opiniones, son conocimiento. Ante un conflicto de
deberes hay que cumplir el más importante en el momento (por ejemplo, entre
acudir a una cita y ayudar en un accidente, se debería hacer lo segundo). Esta
consideración nos lleva a distinguir dos tipos de deberes:
- Prima facie: tendencia a ser un deber real que tiene una acción por caer bajo
alguno de los principios morales.
- Reales: los que se tienen.
Se reconoce que los deberes no son impepinables. En determinadas
circunstancias se pueden hacer excepciones.
DEONTOLOGIA PROFESIONAL: es el conjunto de principios y normas éticas
de comportamiento que regulan y guían una actividad profesional
PROFESION: Actividad permanente que sirve de medio de vida y que determina
el ingreso en un grupo profesional determinado.
VALOR: Se entiende por valor lo que hace que un individuo sea tal, sin lo cual
perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a
una perfección. L a práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona,
mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad.
Vicio Hábito de obrar mal. 2. m. Falta de rectitud o defecto moral en las acciones.
Culpa Responsabilidad por una mala acción. Se dice: «Es culpable», «no es
culpable», es decir, ha obrado mal, no ha obrado mal; es responsable de un
mal, no es responsable de un mal.
negligencia
Del lat. negligentia.

1. f. Descuido, falta de cuidado.

2. f. Falta de aplicación.

VIRTUD: Una virtud es una cualidad humana que permite a quien la posee
tomar y llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más
adversas para cambiarlas a su favor. Las virtudes se consideran cualidades
positivas, y se oponen a los vicios.

Una virtud es una característica del carácter moral del agente que no puede
reducirse exclusivamente a sus actos específicos sino que es parte de su
personalidad. Se diferencia de los hábitos en la medida en que no solamente
es una costumbre, sino que es una disposición que se encuentra bien
arraigada en su poseedor.

Buena Fe Principio desde el cuál se parte de la confianza en el otro para suponer la


veracidad de la información que proporciona así como el deseo de, en general, un actuar
moralmente aceptable. En la sentencia de la Corte Constitucional Colombiana C-1194 de
2008 se señala que “La jurisprudencia constitucional ha definido el principio de buena fe
como aquel que exige a los particulares y a las autoridades públicas ajustar sus
comportamientos a una conducta honesta, leal y conforme con las actuaciones que
podrían esperarse de una “persona correcta (vir bonus)”. La buena fe presupone la
existencia de relaciones recíprocas con trascendencia jurídica, y se refiere a la “confianza,
seguridad y credibilidad que otorga la palabra dada”

dolo
Del lat. dolus.

1. m. Engaño, fraude, simulación.

2. m. Der. Voluntad deliberada de cometer un delito a


sabiendas de su ilicitud.

3. m. Der. En los actos jurídicos, voluntad maliciosa de engañar a algui


en, de causar undaño o de incumplir una obligación contraída.
antijurídico, ca
1. adj. Que es contra derecho.
Imprudencia Negligencia que puede acarrear peligro o daño a otras personas y puede
considerarse falta o delito dependiendo del resultado que produzca
Imprecia: Falta de f. Sabiduría, experiencia y habilidad
Discusión
Análisis o comparación de los resultados de una investigación, a la luz de otrosexist
entes o posibles.

Mala fe (derecho)
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La mala fe es la convicción que tiene una persona de haber adquirido
el dominio, posesión, mera tenencia o ventaja sobre una cosa o un derecho de manera
ilícita, fraudulenta, clandestina o violenta.1 La mala fe es transmisible, de manera que no
sólo estará de mala fe quien efectivamente haya ejercido la violencia, fraude o
clandestinidad, sino también a quien le fue traspasado el derecho de alguien que la haya
ejercido o la adquirió de esa forma.
La mala fe se opone a la buena fe, que es la convicción de adquirir un derecho por medios
legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.2

Principio de buena fe
La buena fe (del latín, bona fides) es un principio general del derecho, consistente en el
estado mental de honradez, de convicción en cuanto a la verdad o exactitud de un asunto,
hecho u opinión, título de propiedad, o la rectitud de una conducta. Exige una conducta
recta u honesta en relación con las partes interesadas en un acto, contrato o proceso.
Además de poner al bien público sobre el privado dando a entender que se beneficiará las
causas públicas sobre la de los gobernadores o sectores privados.
Para efectos del derecho procesal, Eduardo Couture lo definía como la “calidad jurídica de
la conducta legalmente exigida de actuar en el proceso con probidad, con el sincero
convencimiento de hallarse asistido de razón”. En este sentido, este principio busca
impedir las actuaciones abusivas de las partes, que tengan por finalidad alargar un juicio.
La buena fe es aplicada en diversas ramas del derecho. En el derecho civil, por ejemplo, a
efectos de la prescripción adquisitiva de un bien, en virtud del cual a quien lo ha poseído
de buena fe se le exige un menor tiempo que a aquel que lo ha hecho de mala fe. En
general, en las diversas ramas del derecho reciben un tratamiento diferenciado las
personas que actuaron de buena o de mala fe.
En los circuitos políticos del siglo en curso (generalmente latinoamericanos), se utiliza la
denominación "probidad" como condición de bondad, rectitud o transparencia en el
proceder de los empleados públicos; puede contraponerse al término "corrupción".
Distinción entre Moral y Derecho, según Recasens Sichez y Thomassio.

Recasens siguiendo a su maestro Ortega, reafirma que la Filosofía busca un punto


de partida radical y primario, sin supuestos anteriores, sin dejar atrás implicaciones
previas no resueltas, esto es autónomo. Pero tal punto de partida debe ser algo más: una
instancia reguladora de todos los demás conocimientos, criterio justificativo de las otras
verdades, pantónomo. Dentro de estas características, la Filosofía del Derecho "convierte
lo jurídico en problema total, es decir, lo enfoca sin partir de supuestos jurídicos previos".

En la opinión de Recasens Siches, el Derecho se inserta en esa realidad primaria


y radical que es la vida humana. Esta constituye "nuestra propia existencia, la de cada
uno; todo cuanto hacemos, deseamos, pensamos y nos ocurre". Pero al lado de la vida
humana "auténtica" encontramos las obras que el hombre ha realizado
(utensilios, procedimientos técnicos, cuadros, estatuas, composiciones
musicales, teorías científicas, reglas morales, ejemplos de virtud, letreros, cartas, altares,
códigos, magistraturas, formas de trato, etc.) que vienen a adquirir "una especie de
consistencia objetiva" y se llaman por eso "vida humana objetivada".

Tal aspecto de la existencia constituye la cultura que es aquello "que los miembros
de una determinada sociedad concreta aprenden de sus predecesores y contemporáneos
en esa sociedad, y lo que le añaden y modifican. Es la herencia social utilizada, revivida
y modificada". De allí que a su corriente también se le conozca como culturalista.

El Derecho pertenece a ese ámbito y "en tanto que es una forma objetivada de la
vida humana, está constituido por un conjunto de ideas –mejor diríamos significaciones-
que constituyen reglas para la conducta humana".

El Derecho se caracteriza además, por pertenecer al aspecto de la vida humana


que es lo normativo (señala lo que debe ser y no lo que es o será) y a su
aspecto colectivo porque es un quehacer social.

Como producto de la cultura, el derecho es norma elaborada para la realización


de valores. Por esa razón sus tres dimensiones (valor, norma, hecho) se dan
indisolublemente unidas "en relación esencial de implicación". "El Derecho no es un
valor puro, ni es una mera norma con ciertas características especiales, ni es un simple
hecho social con notas particulares. Derecho es una obra humana social (hecho) de forma
normativa encaminada a la realización de unos valores".

Reglas Éticas Generales y Particulares.


La conducta de todo profesional debe estar inspirada en unas reglas éticas que
constituyen la deontología de su profesión. En gran medida, tales reglas son comunes a
todas las profesiones, ya que se basan en criterios de honor, dignidad, solidaridad y buen
ejercicio profesional.

Pero no cabe duda que, entre unas profesiones y otras, existen rasgos
diferenciales que exigen la adecuación, a cada actividad concreta, de los principios
generales básicos de tales reglas éticas, como son el no causar daños o el abstenerse de
conductas lesivas para los intereses generales o particulares.

Por esta razón se hace necesario establecer códigos deontológicos que


contengan, junto a las normas éticas de carácter general, otras específicas de la profesión
de que se trate. Para difundir tales códigos entre los que ejercen una misma profesión,
aquellas acostumbran a incorporarse en los Estatutos de los respectivos Colegios
Profesionales, cumpliéndose así una de las exigencias de la legalidad vigente.

La ética general establece las normas universales del obrar humano, válidas para
todo hombre en cuanto tal, los deberes morales comunes a todos los hombres. La ética
especial determina y fundamenta cuál debe ser el comportamiento humano, teniendo en
cuenta las circunstancias particulares de cada situación.

Únicamente el hombre es sujeto moral, pues solo el hombre es capaz de


reflexionar sobre sí mismo, tener conciencia de sí y de las cosas como ajenas a sí. En esta
capacidad de objetivar el mundo circundante, que se extiende incluso a sus propias
acciones, a las que puede ver a distancia, juzgarlas y valorarlas, estriba la capacidad de
ser sujeto moral, capacidad que es inherente a la condición humana.

Para que un acto pueda ser juzgado como moral o inmoral, el hombre debe contar
con dos requisitos previos: conocimiento y libertad. Debe conocer todas las alternativas
posibles de su obrar y todas las consecuencias de cada una de ellas. También debe ser
libre para decidir, sin presiones de ningún tipo. De ahí derivan la imputabilidad y la
responsabilidad de los actos humanos. Estas se pueden ver alteradas por algunos factores
que las condicionan. Estos condicionamientos que limitan la libertad del hombre y su
obrar como sujeto moral pueden ser psicológicos o sociales. Así, el miedo que paraliza,
la timidez que impide actuar, o los valores impuestos por el grupo social, limitan la
libertad de acción y de conciencia que presupone el acto moral.

Existen quienes piensan que el hombre es absolutamente libre de todo


condicionamiento: Sartre niega todo tipo de determinismo y afirma que el hombre es
absolutamente libre a la hora de actuar, incluso es responsable de sus propias pasiones.
En cambio, otros, como Freud, opinan que el hombre está absolutamente determinado por
sus instintos inconscientes. Según Garaudi, el problema moral no es simple: no se trata
de la aceptación ciega de los valores y las conductas que se nos imponen, ni tampoco es
la afirmación de una libertad radical para establecer nuestros valores. El problema moral
tampoco puede ser evitado y ningún conocimiento científico puede reemplazarlo. La
ciencia puede develar muchos enigmas, puede otorgar al hombre muchas certezas, pero
jamás podrá resolverle al hombre los dilemas que le plantea su conciencia moral.

La ciencia sabe cómo clonar seres humanos, manipular genes, o fabricar bombas
nucleares, pero el dilema moral que esto suscita no puede solucionarlo la ciencia.

También plantea Garaudi que es preciso pasar de una moral heterónoma a una
moral autónoma. Nacemos en el seno de una cultura que nos impone determinados
valores éticos. Lo bueno y lo malo, lo que se debe hacer o se debe evitar se nos imponen
desde la más temprana edad. Pero nadie establece cuáles son los fundamentos de esos
valores morales que subyacen a las normas impuestas. Esta imposición reviste las más
variadas formas: mitos, religión e ideologías.

El tránsito de esa moral externa a la construcción de una moral propia debe darse
partiendo de la confrontación de las contradicciones existentes entre una moral y otra, en
los períodos de crisis en que las sociedades sufren violentas revoluciones sociales que
producen transformaciones profundas en su estructura, o bien confrontando las
contradicciones entre lo que se profesa y lo que se hace en una sociedad determinada.
Existen flagrantes contradicciones en nuestra sociedad. La igualdad entre todos los
hombres, proclamada como ideal moral desde los tiempos de la Revolución Francesa,
está en abierta contradicción con la realidad social en que vivimos, donde las
desigualdades económicas convierten a unos hombres en amos y a otros en esclavos.

La conciencia moral, inherente a la naturaleza humana, sigue un largo proceso de


maduración, en el cual se pueden reconocer varias instancias.

En una primera etapa, el niño funciona como un mero eco resonante de la


moralidad adulta. Aprueba y desaprueba sin ser consciente de los fundamentos de ello.
La conciencia moral, en esta etapa sirve a un fin que no es conocido por el sujeto, pues el
niño se apropia sin quererlo, de la moralidad dominante en su medio.

Más tarde, el sujeto comenzará a introyectar valores que no ha elegido, no ha


optado por ellos con responsabilidad y conciencia. El temor a la censura es el motor que
lo impulsa a obrar, y la “buena conciencia” coincide aquí con la obediencia. Defenderá
conscientemente y con total convicción determinadas posturas éticas que creerá suyas,
pero que sólo han sido puestas en él por la cultura en que está inmerso.

Pero lo anterior no es definitivo. La conciencia moral puede acceder a un nivel


real de libertad y responsabilidad que supere a la mera aceptación. El individuo podrá
apartarse de los modelos tradicionales poniendo en juego una moral autónoma que lo
conduzca a una praxis transformadora de la realidad. Algunos sujetos no acceden jamás
a este grado de conciencia moral y libertad. Quizás solo en los menos la elección moral
tiene un carácter original, consciente, plenamente libre y responsable, que implique un
real compromiso personal.

Con una expresión sencilla y gráfica, Aranguren contribuyó a clarificar la


diferencia entre Moral y Ética, señalando que “Moral es la moral vivida; Ética es la
moral pensada”. Esta disciplina filosófica encausa hoy su tarea mediante la Ética
Normativa por un lado y la Metaética por otro, conformando ambas la Ética General, que
se ocupa de desentrañar qué es la moralidad y buscar su fundamentación racional.
A lo cual le sigue la tarea de aplicar los descubrimientos o conclusiones de aquélla
a determinadas actividades específicas de la sociedad: la política, la economía, la
empresa, las profesiones (medicina, derecho), el periodismo, la ecología, etc. Tarea y
cometido surgidos en el último tercio del Siglo XX en el ámbito de las sociedades
occidentales.

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