Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Quinta Unidad
Quinta Unidad
Las causas de que un proyecto no se culmine con éxito suelen ser múltiples e
interrelacionadas, pero a continuación expondremos algunas de las principales:
Falta de planificación
En ocasiones, sobre todo en empresas con bajo nivel de madurez en Dirección
de Proyectos, los proyectos no se planifican adecuadamente. Muchas
organizaciones creen estar planificando un proyecto de forma correcta cuando
solamente desarrollan un cronograma y un presupuesto. Aunque estos
elementos son importantes, planificar un proyecto va mucho más allá, e implica
diversas áreas como las comunicaciones, recursos humanos, adquisiciones, etc.
Los momentos en los que aparecen dudas son los peores. No estás seguro de llegar a
tu destino y te martirizas pensando si vale la pena todo el esfuerzo. ¿Sabes qué? Si no
intentas hacer algo porque tienes miedo a fallar, ya has fallado. El miedo al
fracaso hace que una mala relación se convierta en un mal matrimonio y que un
trabajo odioso se convierta en una prisión de por vida. La falta de decisión es una
decisión en sí misma.
Miedo al éxito.
Es menos evidente y más habitual de lo que parece. ¿Qué pasa si lo consigo? Tu cabeza
empieza a sabotear la situación, inventando una serie de situaciones incómodas que
crees que provocará el éxito. En este caso, hay que volver al punto 1 (¿por qué estoy
haciendo esto?) y mirar las cosas con perspectiva. Piensa en el beneficio que obtienes
si finalizas el proyecto con éxito, en que estarás más cerca de tu forma ideal de vida.
Muchas veces en el afán de querer resolver ‘todos’ los problemas n a los pobladores
pobres, generamos proyectos con objetivos muy ambiciosos, o –dicho de otra forma-
objetivos que son muy difíciles de lograr con los recursos que disponemos. Por
ejemplo, sería muy loable que un proyecto de lechería caprina ‘saque’ a los pequeños
productores de la pobreza y les mejore su nivel y calidad de vida. No obstante, lo
común en el marco de las políticas sociales en los noventa (programas o fondos de
emergencia social, focalizados en la pobreza y con baja disponibilidad de recursos) es
que un programa para apoyar estos proyectos permita -en el mejor de los casos- aliviar
el impacto de la crisis y crear sólo un ingreso complementario. En tal sentido, esta
realidad, debe estar claramente expresada mediante los objetivos del proyecto y
ampliamente reconocida por los beneficiarios. El creer que por sólo colocar objetivos
ambiciosos el proyecto será un éxito, es un grave error en tanto crea falsas
expectativas entre sus usuarios.