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El contrato de edición tiene como objeto la entrega, por parte del autor, de
una obra al editor para que, por su cuenta y riesgo, la edite, publique y
distribuya. Es una especie de contrato de asociación porque cada parte aporta
para lograr un fin común. El autor entrega la obra y autoriza su edición,
mientras que el editor pone su capacidad profesional y administrativa a fin de
publicarla y divulgarla dentro del mayor número de ventanas posibles. En
principio el contrato de edición no implica una transferencia de los derechos
sobre la obra a favor del editor, sino una autorización de uso para el editor. Es
decir, salvo que la ley que regula el contrato o éste mismo así lo disponga, el
mero hecho de suscribir un contrato de edición no convierte al editor en titular
o propietario del derecho, sino en un licenciatario. Si el editor, además de
tener la autorización de editar la obra quiere convertirse en su propietario, se
sugiere pactar expresamente en el contrato la transferencia del derecho.
Conviene también examinar si el contrato de edición concede un derecho
exclusivo o no para editar la obra. La exclusividad implica para quien licencia
los derechos una obligación de no hacer, es decir, no sólo debe permitir que el
licenciatario haga uso de la obra, sino que ha de abstenerse de celebrar con
otras personas contratos del mismo tipo, cuyo objeto sean los derechos que
se están licenciando. Por ejemplo, cuando un autor suscribe un contrato de
edición en exclusiva, significa que a aquél le queda prohibido, mientras el
contrato esté vigente, autorizar la edición de la misma obra a terceros. Desde
el punto de vista del editor, es ideal que sea así. Si el editor le apuesta a una
obra y asume el riesgo financiero para su comercialización y mercadeo, lo
normal es que quiera tener la exclusividad y así evitar que otros editores
publiquen la misma obra. Esta exclusividad debe quedar pactada
inequívocamente en el contrato, pues puede que la ley aplicable al contrato
no la establezca como un supuesto incorporado per se en el contrato de
edición.
Deben tenerse en cuenta, además, algunas prohibiciones que la mayoría de
las legislaciones iberoamericanas establecen en cuanto al objeto contractual.
En varios países, por ejemplo, está prohibido disponer de la producción
intelectual futura de forma indeterminada. Así, son consideradas como
abusivas —y, por tanto, nulas y reprimidas por la ley— cláusulas que tengan
por objeto la transferencia de todos los derechos sobre las obras que un
escritor realice en el futuro. Es una forma de proteger al autor de ciertas
prácticas que violentarían su derecho al trabajo y a la libertad de expresión.
1) El derecho de reproducción.
2) El derecho de distribución.
3) El derecho de comunicación al público.
4) el derecho de transformación.
5) Los derechos de mera remuneración
Los contratos en general tienen como propósito crear obligaciones para las
partes que los celebran. Estas obligaciones o prestaciones pueden ser de tres
tipos: dar, hacer o no hacer algo. Los contratos de edición, obviamente,
generan obligaciones y es importante que queden claros los compromisos de
cada parte. Existen obligaciones que se ejecutan con un resultado concreto.
Por ejemplo, el autor se obliga a entregar la obra para su edición o el editor se
obliga a pagar la regalías por la explotación de los libros; no hay otra forma de
cumplir diferente a hacer o pagar algo en concreto —lo que se conoce como
obligación de resultado—. Hay también obligaciones en las que cada parte se
compromete a hacer su mejor esfuerzo, a poner toda su diligencia y cuidado
en pro de un resultado, pero no a obtener ese resultado en específico —las
llamadas obligaciones de medio—. Dentro de éstas aparece la obligación del
editor de divulgar la obra. Éste no puede comprometerse con el autor a que la
obra va a ser un éxito comercial, un bestseller; sólo se obliga a poner todo su
empeño, diligencia y profesionalismo en la promoción, mercadeo y difusión de
la obra, tal como lo haría otro editor, prudente y diligente, en las mismas
condiciones. Esta diferenciación es importante tenerla en cuenta en todos los
contratos de la cadena de valor del libro, no sólo en el contrato edición, pues
marca la diferencia en las actividades que se han de ejecutar para satisfacer
los compromisos contractuales.
En términos generales podemos decir que los principales compromisos del
autor son:
1) editar la obra.
2) publicar la obra en el plazo pactado.
3) pagar al autor las regalías de la obra.
4) rendir cuentas al autor sobre los ingresos y regalías generadas por la obra.
5) poner toda su capacidad operativa, administrativa y financiera en pro de la
divulgación de la obra. Como ya lo mencionamos, el editor no se obliga a que
la obra sea un éxito comercial, sino a poner toda su diligencia y cuidado para
conseguir ese objetivo (obligación de medio, no de resultado).
El contrato de edición terminará una vez vencido el plazo acordado por las
partes o agotados los ejemplares de la edición. Algunos países suelen facultan
al autor a adquirir, con un descuento, los ejemplares no vendidos mientras
estuviera vigente el contrato.
k) El plazo dentro del cual el autor debe entregar el original de la obra al editor.
l) La calidad de la edición.
Artículo 101º - El derecho concedido a un editor para publicar varias obras por
separado, no comprende la facultad de publicarlas reunidas en un sólo
volumen y viceversa.
a) Si el editor no cumple con editar y publicar la obra dentro del plazo pactado
y si éste no se fijó, dentro de un máximo de seis meses, a partir de la entrega
del ejemplar original al editor.
Transcurrido dicho plazo, si el editor decide vender como saldo los que le
resten, lo notificará fehacientemente al autor, quien podrá percibir el precio
del saldo ofrecido a los mayoristas.
“El contrato de edición de obra musical es aquel por el que el autor o el titular
del derecho patrimonial, en su caso, cede al editor el derecho de reproducción
y lo faculta para realizar la fijación y reproducción fotomecánica de la obra, su
sincronización audiovisual, comunicación pública, traducción, arreglo o
adaptación y cualquier otra forma de explotación que se encuentre prevista
en el contrato; y el editor se obliga por su parte, a divulgar la obra por todos
los medios a su alcance, recibiendo como contraprestación una participación
en los beneficios económicos que se obtengan por la explotación de la obra,
según los términos pactados.”